MIGUEL ÁNGEL OESTE Y DRAKE
La ficción de ser Nick Drake
Antón CASTRO
Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) debutó en la novela ‘Bobby Logan’ (Zut, 2011), donde demostraba versatilidad, imaginación, buen dominio del relato y facilidad para crear un personaje central, de ascendencia pop, y su rico entorno. En su nueva apuesta, Oeste, crítico e historiador del cine, da un paso más en una narración que es una indagación, en clave de ficción, sobre un personaje que existió: el músico Nick Drake (Rangún, Birmania, 1948- Inglaterra, 1974), una de esas criaturas que dejan un hilillo de misterio a su paso y también un dulce desconcierto.
La novela cuenta el empeño de Richard, actor y director, de hacer una película sobre el músico que murió a los 26 años. Y para ello se dirige a Janet McDonalds, “una periodista que había conocido al torturado cantante de folk”. Se trata de “la historia de un alguien que nació con el estigma de los vampiros: esa maldición e imposibilidad de verse reflejado en un espejo y de hacerse entender por sus compañeros”. La novela está dividida en dos partes: en la primera se exploran los primeros años, el contexto familiar, su personalidad y algunos de sus enigmas, y en la segunda, ahora en forma de diario, Richard y Janet alternan su búsqueda y su propia incertidumbre. Richard conversa con distintas criaturas, y poco a poco se va imponiendo una sobre los demás: Sophia Ritter, que fue su amante, aunque “para Nick el amor era inocencia e idealismo”.
Nick Drake se crió en una familia “normal y unida”, estaba fascinado por la actriz Gloria Grahame, padecía una gran timidez, que se manifestaba en sus dificultades de subir a un escenario, y poseía una rara característica: le gustaba “estar en un sitio sin estar”, “ser protagonista y convertirse en uno más”.
Estudió en Cambrigde. Vivió en un tiempo convulso, quizá fuera John Cale quien le acercase a las drogas, se sugiere. Miguel Ángel Oeste huye de la hagiografía y del biopic para trazar un canto y una elegía de la infancia y la juventud y la crónica de una obsesión. Con distintas voces, con sutileza y con un método periodístico muy libre, ofrece un espléndido caleidoscopio de un ser contradictorio, genial y precipitado que hace pensar en ocasiones en Jim Morrison. Lo hace con enorme sutileza y variedad de registros, con fluidez y tensión, con suaves meandros, en una de esas novelas poliédricas e intensas que retratan una época llena de contradicciones y de agitación y retratan a un tipo escurridizo que se comportó como un fantasma en vida y también ahora, en la muerte. De alguna manera, Nick Drake acaba contagiando a todos la angustia de existir, especialmente a Richard y a Janet, que ocultan tortuosos secretos. De ahí que se diga en ‘Far Leys’, que alude a la mansión donde murió el cantante: “El dolor nos revela lo que somos. Nos cuenta”.
Far Leys. Miguel Ángel Oeste. Zut. Málaga, 2014. 281 páginas.
*Este texto aparece en el último número de 'Mercurio', la revista que dirige Guillermo Busutil.
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