POESÍA PROCAZ. POR JAVIER BLASCO
 
								
				
				El amigo Javier Blasco -catedrático de Literatura en Valladolid, especialista en Juan Ramón Jiménez y en Cervantes, entre otras cosas- está trabajando en poesía erótica española de diversas épocas. Mucha de ella es de carácter anónimo. Me envía este soneto con glosa. Con picardía, procaz, divertido.
Rapándoselo estaba cierta hermosa, 
hasta el ombligo toda arremangada,  
las piernas muy abiertas, y asentada 
en una silla ancha y espaciosa.  
Mirándoselo estaba muy gozosa, 
después que ya quedó muy bien rapada,  
y estándose burlando, descuidada, 
metióse el dedo dentro de la cosa.  
Y como menease las caderas, 
al usado señuelo respondiendo, 
un  cierto saborcillo le dio luego. 
Mas como conoció no ser de veras,  
dijo: "¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo? 
Que no es ésta la leña deste  fuego". 
 
GLOSA 
Del dicho de la gente temerosa 
el  encubrirse toma por consejo, 
y ansí, secretamente y a un espejo,  
rapándoselo estaba cierta hermosa. 
Pero como quien no es  experimentada, 
dejóse una ventana medio abierta, 
por do la vio el por  quien fue descubierta, 
hasta el ombligo toda arremangada. 
Estaba  aquesta hermosa confiada 
de la parte secreta do lo hacía, 
sin entender  que algún hombre la veía, 
las piernas muy abiertas y asentada. 
Mas  como no hay secreta alguna cosa, 
por do la dama menos lo pensaba, 
un  galán la acechó y dijo que estaba 
en una silla baja y espaciosa.  
Como lo vio rapado esta hermosa, 
y aparejado para haber cuistión,  
dice que, con frecuencia y afición, 
mirándoselo estaba muy gozosa.  
Y ansí daqueste gozo acompañada 
que la hacía entre sí mover a risa,  
mil veces se limpió con la camisa, 
después, cuando ya quedó muy bien  rapada. 
De todo su juicio enajenada 
le toma con la mano y mil  cosillas 
se hace por moverle a haber cosquillas, 
estándose burlando,  descuidada. 
Volviéndole a mirar como una rosa, 
le pareció codicia el  menearse, 
y viendo que no puede ejecutarse 
metióse el dedo dentro de la  cosa. 
Como anduvo con él por las laderas, 
no dejó de tomar de  aquesto gusto, 
lo uno porque el dedo vino justo, 
y como menease las  caderas. 
En aquesto se estaba entreteniendo, 
toda elevada en aqueste  ejercicio 
y procurando bien hacer su oficio, 
al osado señuelo  respondiendo. 
Apenas entró el dedo cuando luego 
vido que era  hacienda muy gustosa, 
porque como topase cierta cosa 
un cierto  saborcillo le dio luego. 
Corrió con ese gusto dos carreras 
y hallóse  a la tercera muy burlada,
y ansí se desmayó sin hacer nada, 
mas ¿cómo  conoció no ser de veras? 
Pero después de aquesto, en sí volviendo,  
pésale por no haber sido de veras, 
y sosegando el cuerpo y las caderas  
dijo: "¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo?" 
Y ansí dio fin al amoroso  juego, 
entre sí lo pasado repetiendo, 
con sollozos y lágrimas diciendo  
"Que no es ésta la leña deste fuego". 
*La fotografía es de Jean-Philippe Piter.
 
       
		
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