NUEVAS NOTICIAS DE LA MUERTE DEL DOCTOR ALBACETE EN ZARAGOZA
[Muy gentilmente, el periodista zaragozano Antonio Huerta me envía uno de sus últimos trabajo: la muerte del doctor Albacete, fusilado en 1936.]
Médico de los guardias de asalto, fue fusilado en 1936 acusado falsamente de ser masón
La Policía de Zaragoza reconoció en 1941 y 1945
el asesinato del Dr. Jesús Albacete
La actuación del Tribunal contra la Masonería y el Comunismo obligó a la Jefatura Superior a confesar el crimen
En un informe justifica la última pena “por su conducta anterior al Alzamiento Nacional”, y en otro, “por sus actividades contra el Glorioso Movimiento Nacional”
Por Antonio HUERTA
A mediados de este mes de abril de 2015 se ha conocido la versión oficial del asesinato de Federico García Lorca, ocurrido hace casi 79 años, el 18 de agosto de 1936. Un informe de la 3ª brigada regional de investigación social de la Jefatura Superior de Granada, fechado el 9 de julio de 1965, afirma textualmente, entre otros extremos, que García Lorca “fue pasado por las armas después de haber confesado” su vinculación con la masonería y el socialismo.
Se trata de acusaciones idénticas o parecidas a las que llevaron ante el paredón a miles de personas en los primeros meses de la guerra civil de 1936 en la llamada zona nacional, controlada por el ejército sublevado contra la II República. Entre ellas, Zaragoza.
Parece evidente que confesarse masón, por las buenas o por las malas y con engaños o falsas promesas, era el pretexto para dar un barniz de juridicidad a los asesinatos por revancha, odio político, enemistad personal o cualquier otro motivo.
Es fácilmente comprensible que, en ese entorno de discrecionalidad, si la filiación masónica del acusado no parecía suficientemente probada, los verdugos añadían más cargos para hacer ver que una persona inocente, libre de culpa por delito alguno, era enemigo de la patria, agitador peligroso y amigo de la república. Un método inconfesable de eliminar a quienes no simpatizaban con la sublevación o no aparentaban el entusiasmo debido.
Hasta que ya avanzada la guerra se instauraron, a mediados de 1937, los tribunales militares para juzgar todo tipo de causas mediante los consejos de guerra, en la zona sublevada era la policía, bajo la órdenes del gobernador civil, quien oficialmente acusaba y detenía a los sospechosos que luego eran fusilados. En Zaragoza, el titular del Gobierno Civil era el republicano Ángel Vera Coronel, pero fue destituido por los golpistas y posteriormente asesinado. Usurpó sus funciones el comandante de la Guardia Civil Julián Lasierra, y a sus órdenes actuaba como Jefe Superior de Policía un comandante de Estado Mayor, de manera que era el ejército quien obraba a su antojo con el poder absoluto que le otorgaba el estado de guerra.
Con las firmas de Julián Lasierra y José XX –el Jefe Superior cuyo apellido no figura en ningún documento pues en su firma solo se interpreta el nombre de José– se urdió el procedimiento seguido con apariencias legales para encubrir los asesinatos, entre ellos el del médico de los guardias de asalto y teniente de complemento Jesús Albacete Fraile: fue fusilado durante la madrugada del 28 de noviembre de 1936, a las pocas horas de haber salido de la cárcel de Torrero, junto con Joaquín Rico Martínez, por orden del Jefe Superior de Policía. Albacete había ingresado en la prisión provincial de Zaragoza el 28 de agosto de 1936; por orden del gobernador, sin cargo alguno, a disposición “de mi Autoridad”, y en compañía del también detenido Enrique Juez Vicente.
Entre el ingreso y la salida definitiva de la prisión, Albacete dejó Torrero por unas horas con los presos Inocencio Aguirán González y Francisco Aranda Millán, el 12 de noviembre, para “unas diligencias” en la Jefatura de Policía.
Las diligencias fueron en realidad un interrogatorio, que terminó con la ratificación y firma de su condena a muerte en los siguientes términos:
“Declaración de Jesús Albacete Fraile. En Zaragoza a doce de noviembre de mil novecientos treinta y seis comparece el que dijo llamarse como queda dicho, médico, 31 años de edad, casado, vive en Santiago 2.
Preguntado dijo:
QUE hace cinco o seis años le hablaron en Zaragoza no recuerda quien en términos de masonería, pero no se afilió. Pantoja capitán de asalto, sobre el mes de junio, le habló de masonería, y le dejó unos libros, de masonería, como quiera que la familia del declarante se había arruinado, ignorando los motivos, el dicente pensó; si la masonería andaría por en medio, y si había alguna persona en su familia, que fuera causante de dicha ruina. Por ello, le pidió a Pantoja la solicitud en la masonería, por ver si podía enterarse de algo. En el 32 o 33, al solicitar la plaza de médico de asalto, se afilió, con los demás solicitantes en la Acción Republicana, y una vez conseguida la plaza, al mes se dio de baja. Leída se afirma ratifica y firma.”
Tras el asesinato del Dr. Albacete, la autoridad militar asumió las actuaciones del juzgado de guardia que instruía el proceso tras ser avisado el juez de que “había aparecido un cadáver”, y le dio carpetazo unas semanas después. Todo quedó en un homicidio, cuyos autores, pasado el tiempo reglamentario de indagación, no habían sido hallados. No obstante, en el Modelo 1 del impreso oficial de Estadística Criminal de Guerra, que firma el Teniente Auditor de la Quinta Región José María Franco de Espés, se recoge con fecha del 18 de diciembre de 1936 que el procedimiento fue “sumarísimo” y el tiempo invertido en su tramitación “menos de seis meses”. La documentación militar sobre la muerte del Dr. Albacete se incluye en un expediente rotulado como Causa núm. 1904-36, (por Homicidio).
Y en homicidio de autor anónimo se hubiera quedado si el Juzgado número dos del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo no hubiera incoado, el 7 de agosto de 1945, un procedimiento contra Jesús Albacete Fraile, considerado en esa fecha como “No Retractado”.
El tribunal busca al acusado y no lo encuentra; investiga su paradero mediante instancias a la Dirección General de Seguridad, desde donde giran más instancias a los Servicios Documentales de Salamanca y a la Comisaría General de Información (Archivo Masónico); hasta que, finalmente, la Comisaría General Político-Social de la Dirección General de Seguridad, remite al Tribunal un escrito que se había recibido enviado por la Jefatura Superior de Policía de Zaragoza. Fechado el 26 de julio de 1941, el Jefe Superior afirma en su escrito referido al Dr. Albacete, que “fue detenido en 27 de agosto de 1936 y fusilado en 28 de noviembre del mismo año, por su conducta y actuación anterior al Alzamiento Nacional, no figurando en ninguna de las listas de masones que obran en la Comisaría de Zaragoza”.
A cambio de reconocer implícitamente que la autoinculpación como masón firmada por el Dr. Albacete el 12 de noviembre de 1936 fue una patraña, la Jefatura Superior de Policía de Zaragoza había añadido más razones para su eliminación: “Pertenecía (Jesús Albacete Fraile) a Izquierda Republicana, siendo uno de los elementos más destacados en el extremismo, de Zaragoza; ingresó como médico en el Cuerpo de Seguridad, aprovechando la amistad que le unía con Casares Quiroga y Azaña, para lograr el traslado a otra plantilla de Oficiales de ideología derechista, favoreciendo a todos los Guardias que eran sancionados por obrar políticamente, llegando incluso a no pasarles revista médica con los demás individuos del Cuerpo, sino que lo hacía en su Domicilio particular”.
También fue requerida directamente la Jefatura zaragozana por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo, y a diferencia del escrito extenso de 1941 enviado a Ministerio de la Gobernación, el 25 de agosto de 1945 informa sucintamente al Tribunal que “A efectos del sumario que instruye con el número 849 de 1945 contra JESUS ALBACETE FRAILE, y de conformidad con lo interesado en su escrito de 7 del actual, relativo a la averiguación del paradero del mismo, tengo el honor de participar a V. I. que, según antecedentes que constan en los archivos de esta Jefatura Superior, el citado, sufrió la aplicación de la última pena por razón de sus actividades contra el Glorioso Movimiento Nacional en esta capital, el día 28 de noviembre de 1936. Dios guarde a V.I muchos años. Zaragoza 25 de agosto de 1945.” Lo firma alguien como Jefe Superior p.a (por ausencia). El comandante de Estado Mayor estaría de vacaciones de verano o habría cambiado de destino.
En vista de los informes policiales, el Tribunal dictó el sobreseimiento y el archivo de la causa masónica inventada en Jefatura; pero eso al Dr, Albacete ya le daba lo mismo. La torpeza de los asesinos se trasluce también en los informes contradictorios de la policía de Zaragoza. En uno se dice que lo fusilaron por “actividades anteriores al Alzamiento Nacional”, y en el otro, “por sus actividades contra el Glorioso Movimiento Nacional”.
El Tribunal contra la Masonería y el Comunismo consiguió –se supone que sin pretenderlo– el esclarecimiento de un asesinato extrajudicial, uno más, organizado con premeditación, alevosía, fraude de ley, mentira y engaño, manipulación de pruebas, ocultación de datos, falso testimonio en documento público, abuso de autoridad y todas las agravantes que bien podrían ser imputadas a los responsables del mismo: los militares que habían usurpado las funciones de Gobernador Civil y de Jefe Superior de Policía, pero también los demás instigadores y ejecutores de la sublevación en Zaragoza, especialmente algunos oficiales del ejército y destacados falangistas, pues entre todos ellos llenaron la ciudad y la provincia de luto, miedo y muerte.
Antonio Huerta
Abril de 2015
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