Los vecinos de Fayón no olvidan su otro pueblo, el que se encuentra sumergido bajo las aguas del embalse de Ribarroja. Apenas quedan vestigios identificables del antiguo municipio más allá de la torre de la iglesia semisumergida, las antiguas viviendas de los trabajadores del ferrocarril y el cementerio.
Por las noches, los fayonenses que vivieron y crecieron en su emplazamiento original aún sueñan con el viejo pueblo, sus calles, la plaza, la iglesia, las embarcaciones (‘llaüts’) que surcaban el Ebro cargadas de lignito procedente de las minas de Mequinenza, Almatret y Fayón rumbo a la estación de tren, que cubría la línea de Madrid a Barcelona, en un Fayón próspero y alegre que llegó a contar con una población de 1.800 habitantes.
La vida de los vecinos de esta localidad zaragozana se tornó en pesadilla a partir del momento en que se vieron obligados a desalojar el pueblo. La construcción del embalse de Ribarroja, entre 1958 y 1967 dejaría marcado el destino de Fayón. La Enher (Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana) proyectó allí los pantanos de Ribarroja y Mequinenza, una decisión que obligó a las últimas familias de Fayón a abandonar el pueblo para siempre un “20 de noviembre de 1967”, según el testimonio de varios de los fayoneros que vivieron aquel dramático episodio.