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Antón Castro

PASOLINI, PASIÓN POR EL DEPORTE

PASOLINI, PASIÓN POR EL DEPORTE

Pier Paolo Pasolini: la pasión radical por el fútbol,

el boxeo y el ciclismo de un maestro del cine

 

La editorial Contra publica ‘Sobre el deporte’ del autor italiano, que fue cronista de las Olimpiadas de 1960

 

Antón CASTRO

Pier Paolo Pasolini (1922-1975) es uno de los grandes creadores del siglo XX. Escribió poesía, narrativa, ensayo, fue actor, un polemista y un magnífico director de cine. Y a la vez un gran deportista amateur. Una vez le preguntaron qué habría querido ser y contestó: futbolista. Jugó al balompié desde los catorce años, de extremo izquierdo, y se declaraba seguidor, ‘tifo’ o ‘tifoso’, del Bolonia. Uno de sus actores fetiche, Ninetto Davoli, dijo: “Lo llamábamos ‘Stukas’ por su típica manera de lanzarse por el lateral y su ardiente carrera. En los partidos que jugábamos, era siempre él quien estaba en mejor forma. Tenía un físico perfecto, vigoroso, nunca con un kilo de más. Cuando jugaba la pelota, era como un niño, como uno de nosotros”. La editorial Contra publica el libro ‘Sobre el deporte’ de Pier Paolo Pasolini, con traducción, prólogo y postfacio de Javier Basas.

Pasolini dice que “todas las tarde que pasé jugando al balón en los prados de Caprara (...) fueron indudablemente las tardes más bellas de mi vida”. Solía practicar entre seis y siete horas diarias. Dado al análisis y a discutir los tópicos, dice que unas declaraciones del entrenador Helenio Herrera (“el fútbol sirve para distare a los jóvenes de actitudes contestatarias”, dijo) desenmascaran “el fútbol y el deporte en general: su función reaccionaria, su sometimiento al poder”. Se mantendrá siempre en esos trece y disfrutaba del juego, de los cuerpos; se sabía los nombres de todos los jugadores. Afirmó: “El verdadero lenguaje del deporte es el lenguaje atlético, físico, muscular, técnico, estilístico de los mismos jugadores”. Aún va más allá: “El fútbol es la última representación sagrada de nuestra época. En el fondo es un rito, aunque también es evasión”.

Tres días después de su asesinato, el 2 de noviembre de 1975 (hace 40 años), se publicó otra entrevista, donde afirmaba: “El secreto del juego moderno, en el plano individual, es la precisión máxima a la máxima velocidad: correr como un loco y ser, al mismo tiempo, estiloso”. Eso sí, se equivocó en algunas profecías: “Que las mujeres jueguen al fútbol es un desagradable mimetismo un tanto simiesco”.

A Pasolini le apasionaba el boxeo: fue cronista de las Olimpiadas de Roma-1960 y elogió a dos grandes púgiles como Musso y “el desbordante Cassius Clay”; aborrecía al campeón italiano Nino Benvenutti y dijo que deseaba su derrota ante Emile Griffith. Le caía antipático y no sabía por qué hasta que supo de su vinculación con grupos neofascistas. Recibió varias respuestas: una de una joven que le explicaba cuánto significa el boxeador para Italia y para los jóvenes y otra del escritor Giovanni Arpino. A éste le replicó: “Arpino me dice que el deporte es espejo de una sociedad: como tal, refleja una sociedad que se acepta (...) No acepto una realidad como esa, y tanto menos dentro del espejo”.

Confiesa su afición al ciclismo y su admiración por Eddy Merckx. Escribió: “El cuerpo de Merck es más fuerte que el consumo que se hace de él. Las victorias de Merckx son escándalos”.

 

LA ANÉCDOTA

Pier Paolo Pasolini, al que Martín López-Vega le traduce su poesía en el volumen ‘La religión de mi tiempo’ (Nórdica), no tenía pereza para vestirse de corto y jugar con la camiseta del Bolonia o del Génova En ‘Sobre el deporte’ se cuenta una historia maravillosa: un partido de fútbol, lleno de tensión, entre el equipo de rodaje de ‘Saló’ de Pasolini y ‘Novecento’ de Bertolucci. Ganaron los “hippies desmelenados” del segundo.

*Este texto apareció ayer en mi sección 'Lecturas de verano' en Heraldo de Aragón.

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