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Antón Castro

RAFAEL BERRIO: 5 CANCIONES-POEMAS

RAFAEL BERRIO: 5 CANCIONES-POEMAS

CINCO POEMAS Y CANCIONES DE RAFAEL BERRIO

Rafael Berrio es uno de los cantantes españoles con mayor personalidad y talento. Es compositor, letrista e intérprete. Nació en San Sebastián en 1963. Sus letras son hondas, divertidas, irónicas, tienen mucha fuerza. Acaba de publicar un nuevo álbum, ‘Paradoja’, tras dos espléndidos trabajos como ‘Diarios’ y ‘1971’. Ha tenido la gentileza de enviarme cinco canciones-poemas y esta foto suya de Gema Amiama, que lo ha retratado así en el Café-Fado de Coimbra. Ella dice: "Rafael Berrio en plena saudade".

Linko aquí una estupenda canción como 'Mis ayeres muertos'.
https://www.youtube.com/watch?v=cNeoxv79ggc

 

LAS MUJERES DE ESTE MUNDO

Yo me moriré un día borracho junto a una tapia,
y mis pupilas reflejarán la última luz de esa mañana.
Se cuajarán mis ojos rememorando bajo la lluvia
un torbellino de espantos y de bellezas pasadas.

Ya no me importarán entonces ni el hambre ni las estrellas.
Seré para esa nave un equipaje bien liviano.
No me haré de rogar con despedidas interminables,
pues sólo lamentaré perder a las mujeres que amamos.

A las mujeres de este mundo.
A las mujeres que soñamos.
Sólo lamentaré perder a las mujeres que amamos.

Yo me moriré un día de pulmonía bajo los puentes,
y los perros aullarán toda esa inmensa madrugada.
El alba dará mi hora y con el último suspiro
entonaré un salmo antiguo rescatado de la infancia.

Pero no dejaré preguntas en el aire ni reproches.
No me abrazaré a la vida tan desesperadamente.
Por mí, conservará intacto el virgo de su misterio,
pues sólo lamentaré perder el amor de las mujeres.

De las mujeres de este mundo: 
de las mujeres que soñamos.
Sólo lamentaré perder a las mujeres que amamos.

SATURNO

Tristes. Estamos tristes, Saturno. 
Porque en nombre de los galenos
nos has negado el vino. 
El vino que acostumbramos.
La pausa en el suplicio.
El único respiro. 
El vino del olvido...

El vino de los amantes que lo beben frente a frente.
El vino de los soldados que los torna valientes.
El ángelus campesino y el santo vino obrero.
El vino del pueblo austero.

El vino de los marcados por el vino de por vida.
El vino de los sin techo que los mece y los abriga.
El vino de los altares y el vino del rito profano.
El vino del buen samaritano.

El vino del infeliz que lo franquea ante su amada.
El vino del estudiante que lo vomita de madrugada.
El vino que invoca la musa y el que trae la mala idea.
El vino bronco de la pelea.

El vino del exiliado por el que cobra su terruño.
El vino del joven poeta que lo dispensa del ayuno.
El vino del palacio y el corriente de la casa.
El ansia de vino que nos abrasa.

El vino de los entierros tras el caer de la losa.
El vino amargo del duelo, de la ausencia en cada cosa.
El vino reminiscente y el vino del olvido.
El vino que nos duerme compasivo.

El vino de los amigos que lo brindan por su encuentro.
El vino del solitario que lo rumia en sus adentros.
El vino de los grandes fastos y el vinazo de la plebe.
El vino y que la tierra nos sea leve.

El vino del gran mundo y los salones exclusivos.
El vino de las meriendas campestres bajo los pinos.
El vino de las fondas del camino y las posadas...
Adiós a todo eso, camaradas.
Adiós a todo eso, camaradas.

Tristes. Estamos tristes, Saturno. 
Porque en nombre de los galenos
nos has negado el vino. 
El vino que acostumbramos.
La pausa en el suplicio.
El único respiro. 
El vino del olvido...

CASA AISLADA

Una casa aislada en Tierra de Campos, por ejemplo.
Una quietud de estancias en penumbra y muebles trasnochados.
Un cargamento de botellas de vino de Oporto en la despensa.
Una cava secreta bien servida de puros toscanos.


Una casa aislada y modesta, más puritana que alegre.
Un corral de altas tapias y emparrado centenario.
Un salón Luis XV donde un solo libro más no quepa.
Un atlas caduco, un laúd, y un inquilino estrafalario.

Una casa, sin ir más lejos, en el secano palentino.
Un horizonte ilimitado de monotonías curvilíneas.
Un clima áspero y seco en conformidad con el espíritu.
Una casa en un paraje de misticismos y semiruinas.

Una casona vetusta, de alcoba de lecho alto y baldaquino. 
Un gabinete donde escribir con pluma digna de anticuario.
En la cocina dieta sola de sopas de ajo en loza blanca.
Un zaguán, un perro ciego y un inquilino estrafalario.


Ese inquilino 
estrafalario, 
es claro, sería yo.

Que soy quien sueño 
con esa casa 
desde hace años... 
y no la tengo.

CAMBIOS A MANSALVA Y DECADENCIA

Cambios a mansalva y decadencia
como único horizonte en la retina.
Si mis ojos no me engañan sólo veo
cambio y decadencia en torno a mí.

Cambios como aves de mal fario
que anuncian un presente sin pasado.
Un presente insobornable cuya amnesia
causa el cataclismo tras de sí.

Y decadencia, como espada de Damocles
enfilada a la crisma de un futuro,
un futuro en los huesos cuyo rictus 
pocas trazas tiene de buen fin.

Sólo cambio y veleidades por un lado,
y roña y decadencia en su contrario.
Quisiera ver, y no lo veo, otro escenario,
otro argumento que el argumento por excelencia.

Mas sólo cambios a mansalva y decadencia.
Sólo cambio y decadencia
en torno a mí.

Así que cambios y mudanzas trepidantes,
y un desmán de polvo y sillas cojas.
En suma, un panorama donde nadie 
encuentra su lugar ni de perfil.

Así que cambios a mansalva y decadencia.
Y eso es todo, eso es todo en esencia:
Medio mundo se hunde y medio mundo boga.
Hacia dónde, no lo sé decir.

NIENTE MI PIACE

Porque el tiempo es de oro 
perderlo a placer
en un acto solemne 
que triunfe del tiempo:
Beber, por ejemplo.
Dormir, despertar... 
volver a dormir.
Leer una línea al azar del Apocalipsis.
Tratar de ser nadie en la cama que yazco.
Gozar de la manta sutil que me cubre.
Fuera de eso, niente mi piace,
todo me aburre.

Hacer, deshacer, 
en el fondo da igual
mover un peón 
o rendir la partida.
Total, qué es la vida
sino una liturgia 
que vuelve siempre al inicio.
Visto lo visto, qué hacer cuando ya es suficiente:
Fumar y observar cómo el humo se pierde.
Escuchar cómo el tiempo en el reloj transcurre.
Fuera de eso, niente mi piace,
todo me aburre.

Rendir culto al absurdo.
Sentir hondamente la nada.
Darse a la paradoja.
Mirar llover por la ventana.
Hervir un arroz,
fumar lo atroz,
Sentar un ritual de manías.
Hacer un té.
Pensar a la negligé
en locos planes de fuga.

Poner a girar la bola del mundo.
Gastar un humor tremebundo.
Bajar al bar, 
subir,
bostezar.
Anticipar con pereza otro octubre.

Doblar ropa de entretiempo.
Relamerse en la lentitud.
Ir mal de salud...
En fin: vivir; 
vivir, se me ocurre:

Fuera de eso
niente mi piace,

todo me aburre.

 

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