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Antón Castro

'TURIA' GLOSA A GONZALO BORRÁS

'TURIA' GLOSA A GONZALO BORRÁS

’TURIA’ RINDE HOMENAJE A GONZALO BORRÁS

 

ES UNO DE LOS PRINCIPALES IMPULSORES

DEL ESTUDIO Y DIVULGACIÓN DEL ARTE MUDÉJAR

 

LA REVISTA TAMBIÉN REDESCUBRE

AL ARTISTA JOSÉ LAPAYESE

 

 

[Nota de Raúl Carlos Maícas] El nuevo número de la revista cultural TURIA, que se distribuirá a partir del 20 de noviembre,  brinda a los lectores que se interesan por los asuntos o protagonistas aragoneses un atractivo repertorio de temas. En primer lugar, TURIA se ocupa de rendir homenaje a uno de los más singulares nombres propios de nuestra cultura: Gonzalo Borrás, catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza y uno de los principales impulsores del estudio y divulgación del arte mudéjar.

 

A través de un excelente artículo de Juan Villalba, se analiza la extensa e intensa trayectoria de  compromiso con el arte y con su tierra. No en vano, en Gonzalo Borrás “se compagina en perfecta coherencia vital su labor docente e investigadora con el compromiso personal, intelectual y político con su tierra y con sus gentes, tanto difundiendo su patrimonio artístico, como también modernizando algunas de sus instituciones públicas más importantes vinculadas con el mundo de la cultura”. 

 

También TURIA ofrece a los lectores un artículo sobre José Lapayese Bruna, un notable artista turolense del siglo XX que merecería una mayor difusión en nuestros días. A lo largo de su trayectoria, fue Lapayese un creador que trabajó con toda clase de materiales y colaboró en diversas restauraciones y decoraciones. Su empeño por investigar y aprender nuevas formas de expresión no le abandonó nunca y fue una de sus características más interesantes. 

 

PASIÓN Y COMPROMISO CON LA CULTURA

 

TURIA rinde homenaje al profesor Gonzalo Borrás por ser un ejemplo extraordinario de esa “generación de intelectuales que vivió con pasión y compromiso los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. Un colectivo que entendía la cultura y la libertad como elementos indisociables, como instrumentos prácticos, como herramientas de transformación social capaces de generar proyectos de futuro para un territorio ancestralmente olvidado y de ilusionar a sus gentes, devolviéndoles la confianza perdida en sus posibilidades, al hacerles ver, en el caso concreto de nuestro protagonista, que sus recursos patrimoniales son únicos en el mundo y que podían convertirse en verdaderos motores de desarrollo generadores de riqueza”.

 

Juan Villalba describe en su artículo a Gonzalo Borrás como un bajoraragonés de los pies a la cabeza y, sobe todo, como un maestro de maestros del arte durante sus más de cuarenta años dedicados a la docencia. Una etapa prolongada y fructífera que tuvo sus comienzos en 1965 como profesor ayudante en la Universidad de Zaragoza, a la que volvió tras unos años en la Universidad Autónoma de Barcelona. No en vano, quien actualmente es catedrático emérito e imparte clases en la Universidad de la Experiencia, ejerció desde 1982  la Cátedra de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza.

 

La trayectoria profesional de Gonzalo Borrás viene marcada por la que habría de ser su principal línea de investigación: el estudio del arte mudéjar, del que en la actualidad es, sin ningún género de duda, un experto a nivel internacional. “Es evidente -escribe Juan Villalba en TURIA- que el profesor Borrás no inventó el mudéjar pero lo estudió con mimo y perseverancia, se convirtió en su máximo  defensor, en una autoridad indiscutible, pero no se conformó con eso, sino que con sus tan interesantes como decisivas publicaciones logró despertar el interés de sus indolentes paisanos y nos hizo comprender a autóctonos y foráneos que el mudéjar no era un híbrido ni un estrambote del románico y el gótico, sino que, como ya sostuviera Menéndez Pelayo, es ’el único estilo artístico del que podemos envanecernos los españoles’.

 

Ha sido también el profesor Borrás un gran activista cultural y difusor del patrimonio artístico aragonés. Entre otras muchas tareas y actividades, hay que recordar que formó parte del grupo de intelectuales que configuró el primer “Andalán” en 1972. Ha participado asimismo como responsable de la sección de arte en numerosas publicaciones y enciclopedias varias sobre Aragón. Fue el impulsor de la Biblioteca Aragonesa de Cultura y fundó la revista “Artigrama” y es miembro del comité científico de varias revistas especializadas. No hay que olvidar que durante diez años, de 1985 a 1995, se hizo cargo de la dirección del Instituto de Estudios Turolenses. Un organismo cultural que transformó de manera sustancial tanto en su funcionamiento interno como en su capacidad para fomentar la investigación y la divulgación sobre el patrimonio de la provincia de Teruel. De igual forma, fue director de la Institución Fernando el Católico de 2002 y, hasta su desaparición, máximo responsable del Instituto de Estudios Islámicos y de Oriente Próximo.

 

Asimismo, en el artículo que TURIA dedica a Gonzalo Borrás se analiza y describe su vocación de servicio público, su faceta política. Aunque fue más que un político al uso, Borrás participó activamente en la Comisión Aragonesa pro Alternativa Democrática (1972) y la Acción Socialista Aragonesa (1974) para luego militar en el Partido Socialista de Aragón y participar bajo sus siglas en las elecciones generales de 1977. Más tarde, en 1979, participaría como independiente en las listas del PCA-PCE y resultó elegido concejal del Ayuntamiento de Zaragoza. Fue una breve y amarga experiencia de la que dimitió tras el veto del partido comunista a Eloy Fernández Clemente. Retornó a la política en 1991 como candidato a la alcaldía de Zaragoza por Chunta Aragonesista.

 

Concluye el retrato que TURIA realiza de la figura y la obra de Gonzalo Borrás, calificando su personalidad como la de “un intelectual apasionado por la libertad y la difusión cultural, absolutamente convencido de que la unión hace la fuerza, máxime cuando los recursos escasean”.

 

JOSÉ LAPAYESE, ARTISTA POLIFACÉTICO

 

Revalorizar  el  interés  que  merece la obra de José Lapayese Bruna (Calamocha, 1899 - Madrid, 1982) es el principal objetivo del artículo que le dedica TURIA. Se trata de un  certero  trabajo  realizado  por  José  María  Carreras  en  que  se  traza  un   pormenorizado recorrido por la biografía de este artista polifacético y se analiza con detalle su producción creativa a partir de las múltiples técnicas que utilizó: pintura sobre tabla, murales, guadameciles y cordobanes, estucos y lacas, cerámica y esmalte, esculto-pinturas, etc. En todas ellas se aprecia como característica la convivencia entre lo tradicional y lo innovador, así como la evolución de lo figurativo hacia la abstracción. Puede decirse también que Lapayese se sirvió de técnicas de antaño para realizar obras con un lenguaje actual.  

 

Respecto de su fortuna crítica, se subraya en el artículo que “José Lapayese Bruna era una persona reservada, familiar, poco amiga de la vida social y a quien no le gustaba frecuentar el mundillo cultural madrileño. Más bien prefería ocupar su tiempo en trabajar tranquilamente en su taller. No fue un artista popular. Sus exposiciones concitaban el aplauso de la crítica, la aprobación de los entendidos y de los dirigentes de los museos, pero no el éxito popular si por ello entendemos la presencia de numeroso público en las mismas.

 

Como ha sucedido con los artistas españoles de los años 40, 50 y 60 todavía no se ha llegado a estudiarlos bien ni a valorarlos en su justa medida. Se conocen bastante bien y se valoran las aportaciones de los grandes nombres de las vanguardias históricas (Picasso, Miró, Gris, Gargallo, Dalí, Julio González…) o los de quienes destacaron en los años en la época de la Transición. La crítica de arte actual se dedica fundamentalmente a la creación última, tan rica en propuestas, o a los maestros ya consagrados. Apenas se presta atención a las manifestaciones artísticas de las décadas centrales del siglo XX.

 

En el caso de Lapayese Bruna, por ceñirse a Teruel, tanto el Museo Provincial como el Ayuntamiento de Calamocha cuentan con obra suya de gran interés, en parte debido a la generosidad de la familia. Sería de desear que la obra de este turolense, a la vez cultivador de las técnicas tradicionales e innovador en su producción, pueda ser más conocida, vista y, por tanto, apreciada”.

 

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