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Antón Castro

VICENTE SIMÓN: TRES POEMAS

VICENTE SIMÓN: TRES POEMAS

Vicente Simón es un joven poeta que acaba de publicar ‘El guapo’ en la editorial Vitruvio. Él mismo ha seleccionado tres poemas; toda su poesía tiene un aire un tanto desafiante, como sucede especialmente con el poema segundo y el tercero. Creo que nunca había leído algo así sobre la Virgen del Pilar, ni podría imaginarme que un joven poeta, de perfil transgresor y a la vez clásico, se detuviese en la imagen y en el mito.

 

FEA

 

Las cien baldosas sueltas de tu cuerpo,

tu carne trenzada con baratas mortadelas,

la libreta rayada de tu piel.

 

 

Tus gafas macizas

reflejan mi vida

vasta, honda, ancha,

la vida grande que debiera arder.

 

Debe de estar ahora toda la luz

en tus ojos.

 

 

Cuando esta noche desmaquille su mentira

contra tu mirada marrón vulgar,

más allá de los sábados feroces,

brindaré por ti

                     con Cocacola.

 

 

 

 

 

LA MUERTE

 

Quisiera enamorarla.

 

Cuando estalle una explosión demográfica de trapecistas y toreros,

cuando los ríos pierdan su apetito voraz

y los fusiles escupan hortalizas,

quisiera enamorarla.

 

Quisiera enamorarla con diario íntimo.

Quisiera enamorarla entrechocando valsones tristes bajo una parra moscatel.

Quisiera enamorarla vertiendo en su copa drogas ingobernables.

 

En los cafés melancólicos

y en pueblos con discoteca,

junto a un fuego de sarmientos

o en los recodos de un chat

quisiera enamorarla.

 

Y si así me lo permite,

quisiera hablar con usted

despacio,

corrompidos por antiguas lentitudes,

y conocer si es cierto su perfil pálido de mujer sola

con olor a tabaco

negro en el vestido,

que cuando la vida parece renovarse,

desnuda el cuerpo de toscas geometrías y se deja

chupar los costurones

en el sepulcro indistinto y comunal

del Deseo.

 

La he conocido —revestida con tus ropas de gobierno,

confianzuda, casi casquivana con los camareros del vagón restaurante—

por un vago aire de desánimo en la sonrisa

y por su grueso cuaderno de contabilidad.

 

 

BEATA CON BESO ( o La Virgen del Pilar)

 

Me besas,

 pero mal,

con besos tropezados

de niños que no saben darse besos

y te pones tonta después de besar

y tu boca me sabe

—acaba sabiéndome—

a vino manso y sin sed.

 

Los buenos besos

—déjame guiar tu saliva inhabitada, tu saliva nueva—

se fraguan,

casi sin empujarlos,

en cafés asediados por la lluvia.

 

Besaré tu saliva inhabitada

fuerte y lento

como besan los últimos artesanos.             

 

Déjame mudar tu amor para toda la vida

en un roce de mujer urgente y usadera.

 

Déjame arrancarte al socavón de los domingos,

susurrar

la pedrada irreverente del Deseo

bajo la tiritona estéril de los cirios.

 

 

Yo seré el Mesías de camisa negra que te pinte los labios.

El individuo cruel y hermoso que te acerque a los barrios junto al río y,

a pesar de la muda protesta en tus ojos,

te bese la boca,

dejando en tu conciencia

un suelo de escombros

que se confunda

con la felicidad.

 

Yo seré el galán de viudas que te enseñe a besar durante los oficios de la tarde,

el Señor que revele orgulloso sus estigmas

a unos besos empachados de carcoma.

 

Yo seré el Redentor al margen de la ley que tutele tus malos pasos,

la bicha que te muestre prodigios

en la última bancada de la catedral barroca.

 

 

 

Para desalojar tus últimas trincheras,

para desahuciar tu hornacina de pureza, necesito

solamente estas manos

que conocen los caminos,

las angosturas,

las escaleras incógnitas.

 

Te daré la paz

durante los desórdenes de la comunión y volveré al mundo

con el traje bien compuesto,

un carraspeo de decoro

y una flor

salvada del mar entre los dedos.

 

 

Yo seré tu Dios. Un Dios enojadizo

de voz tormentosa y exhortaciones inapelables

que violente las reglas de tu Biblia sobada

y te envíe sueños reveladores:

 

Un vestido rojo abrazando tu cuerpo.

Toneladas de azul en los ojos.

La noche narcótica de tu primer aquelarre

sintiendo crecer el cuerpo abierto.

 

*Todas las fotos son de Steven Meisel. Nacido en Nueva York en 1954, se ha hecho muy famoso por sus fotos de moda para 'Vogue' y para la casa Versace, sobre todo, pero también es un espectacular fotógrafo de desnudos y de mujeres que parecen atrevidas, dueñas de su mundo.

 

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