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Antón Castro

TERESA RAMÓN: UN DIÁLOGO

TERESA RAMÓN: UN DIÁLOGO

TERESA RAMÓN EN SU ESTUDIO. RETRATO DE RAFAEL GOBANTES
[Hace algunas semanas estuve con Teresa Ramón, Premio Aragón Goya 2105, en su estudio oscense. Está trabajando en un nuevo prpoyecto inspirado en el 'Don Carlo' de Verdi. Ha pintado a Felipe IV, a la Princesa de Éboli (que se ve al fondo)... Rafael Gobantes, fotógrado de Heraldo, le tomó muchas fotos. Una de ellas es esta.]

Reproduzco aquí una entrevista que publiqué en Heraldo de Aragón, tras pasar unas horas con ella.

[La pintora y escultora oscense acaba de ser galardonada con el Premio Aragón-Goya 2015. Mezcla la abstracción y la figura y le apasionan las religiones y los bestiarios]


Teresa Ramón «En el arte siempre he intentado dar un paso hacia adelante» 

«Mi camino ha ido por las cosas del corazón», dice Teresa Ramón en su estudio de la avenida de los Pirineos, en Huesca. Ya ha empezado una nueva serie, inspirada en el ‘Don Carlo’ de Giuseppe Verdi. Ese proyecto nació mientras escuchaba Radio Clásica, de RNE, que es su mejor compañía mientras piensa, sueña, se encastilla y aplica sus colores al lienzo. Ya ha pintado un cuadro grande, con Don Carlo, Felipe II y un caballo, picassiano y exasperado, en el centro. Siguió el rastro de la historia y también le condujo a la Princesa de Éboli: su retrato, con el ojo cubierto por un parche, campa en el centro del estudio. 

Teresa Ramón Jarne (Lupiñén, 1945) acaba de ganar el Premio Aragón-Goya 2015. «Aún no he tenido tiempo de celebrarlo. Me han llamado a todas horas: la gente se ha alegrado muy sinceramente». Sus esculturas, vinculadas al origen, a la maternidad y a los ritos ancestrales, la miran con intensos ojos desde todas sus máscaras tribales. 

-Usted sintió la llamada del arte desde muy pronto... 

Absolutamente. Recuerdo que pasaba los veranos en Ara, al pie de la Peña Oroel, en un tiempo en que quería ser una chicazo entre chicos y que íbamos a robar cerezas y manzanas. Ya entonces llevaba un cuaderno donde dibujaba rebaños de ovejas, casas, paisajes. Del dibujo pasé a la acuarela, y pronto Ángel Sanmartín, que acabaría fundando la galería S’Art, me compró algunas. 

-¿Le enseñaba alguien? 

Fui autodidacta. Estudié Magisterio y luego hice tres cursos completos y alguna asignatura de cuarto de Filología Hispánica, pero no acabé. Me casé joven, a los 21 años, con un hombre, mi marido, que me enamoró con los poemas de Pablo Neruda. He dado clases muchos años: en la Escuela Normal, en Juan XXIII y en el Instituto Ramón y Cajal. La enseñanza ha sido esencial en mi vida: he disfrutado mucho. 

-¿Cómo se formó? 

Leyendo, viendo, pintando, visitando el Museo del Prado. Allí vi a Goya, un pintor que admiro hasta las cachas. Creo que es el pintor más fundamental de la pintura española, más que Velázquez. Una vez me pusieron con los ojos cerrados ante ‘Las Meninas’, recién restaurado: tuve la sensación de que la luz y la belleza brotaban del lienzo. Sentí ganas de llorar, pero... 

-... Goya es especial. ¿No? 

Es el primer pintor impresionista, anticipa a su modo el expresionismo abstracto, es un increíble retratista de las mujeres y un maestro fantástico del grabado. Para mí Goya es el genio total, y mi maestro, que se anticipó a su tiempo. Posee una pincelada suelta cuando quiere, honda, conoce el secreto de la psicología de un retrato. ‘Las pinturas negras’ son lo más de lo más. Y me impresionan los frescos de San Antonio de la Florida. Me interesa mucho la pintura mural y la he realizado con entrega y placer. Y el otro genio es Pablo Picasso... 

-¿Por qué? 

Porque es un rompedor. No se conforma nunca. Consigue obras maestras en todos sus períodos y no se queda ahí. Sigue caminando, a veces hasta las estrellas. 

-A usted también se le vincula con Wifredo Lam, con Matta... 

Están ahí, sin duda, también me interesan Joaquín Torres García y Jean Dubuffet. Y entre las mujeres, Louise Bourgeois, Nancy Spero y nuestra Pilar Urbano. Si pienso en lo que he hecho veo que he intentado cambiar, evolucionar, crecer en cada serie... Empecé con los dibujos, hice acuarelas y me cansé, luego pinté óleos y me cansé. Y pasé a las lacas, luego a las lacas descompuestas, a las que agregué acrílico, para hacer mis pinturas cosmogónicas y de desiertos. Ese trabajo le interesó mucho al galerista y crítico Mario Antolín Paz y me invitó a exponer a Alfama. Toda mi vida en el arte se ha basado en la experimentación, en intentar dar un paso más hacia adelante. 

-Y de ahí, a finales de los 80, que pasó al ‘Bestiario’. 

Sí. Cuando la acabé, Mario Antolín me dijo que ese no era ya un proyecto para él, que era más ambicioso. Y me dijo que fuese a ver a las galeristas Soledad Lorenzo o a Juana de Aizpuru, pero nunca he tenido mucho valor para alardear de mis cosas. No me atreví. Ese mismo pudor me llevó un día a darle plantón a Julián Gállego, que quería entrevistarme para un diario madrileño. 

-¿Qué ha querido mostrar con el ‘Bestiario’? 

Hubo un momento en que me interesaron muchos los libros medievales, los libros de viajes en los que aparecían animales que parecían fantásticos, y el ‘Bestiario’ responde a ese hechizo. Quería ajustar mi mundo plástico, si quiere algo más narrativo, pero siempre pictórico. Un mundo de color, de sombra, de soledad, de desgarros, que son elementos inherentes a mi obra, con un poso cultural evidente. El ‘Bestiario’ se presentó en la Diputación de Huesca. 

-Ese mundo mágico y turbulento ya no desaparecerá de su producción. 

Creo que no. Luego pinté otra serie, ‘Bellas y bestias y horas azules’, que se expuso en el monasterio de Veruela y en el palacio de Sástago. Si tiempo atrás, siendo ya madre, había estado tres meses inolvidables de estudio y aprendizaje en Italia, en esta época, ya en los 90, estuve en Santo Domingo, en Chavón, que es para mí uno de los paraísos en la tierra. También estuve en Perú: en Lima, en Cuzco, en Trujillo. Aquello no era realismo mágico, tal como escribían García Márquez o Vargas Llosa: era realismo puro y duro. Esas salidas representaron un periodo de felicidad y de colorido. Toda mi obra intenta esclarecer la relación entre las distintas religiones. Mi pintura quiere ser espiritual: se preocupa de la trascendencia. 

-¿Nos serviría lo que dice para explicar la exposición ‘Desiertos y cardenales’, en la Lonja en 2010, o murales como ‘Catarsis’ en el túnel del Somport o ‘La ciudad dorada’ del Pabellón de Huesca? 

‘Catarsis’, el mural de Somport, de 90 x 2 metros, tiene mucho que ver con ‘La ciudad dorada’. Resumen preocupaciones y símbolos semejantes. ‘La ciudad dorada’ es un mural de amor a Huesca y a Aragón, un tránsito en el tiempo, una memoria cultural y artística y un inventario de los símbolos de las tres religiones. 

-¿Qué le da el arte? 

Lo necesito para seguir viviendo. Aunque haya un trasfondo dramático, hay vivacidad, emoción y alegría en mi obra. Quiero vivir, me dolería no vivir, y he estado cerca del más allá. El color es una pulsión de belleza, algo que viene de otro planeta y que tú, como si fueras alquimista, elaboras y le das sentido en el lienzo. 

-¿Qué le dice la palabra Aragón? 

Una tierra dura y a la vez singular con historia. Puede salir gente como Goya y ofrece paisajes de una hermosura extraordinaria. 

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GOYA 

«Es el genio total que se anticipó a su tiempo. ‘Las pinturas negras’ son lo más de lo más»

PICASSO 

«Picasso es otro genio porque es un rompedor. No se conforma nunca. Sigue caminando siempre» 

EL COLOR Y EL DRAMA 

«Aunque haya un trasfondo dramático en mi obra, también hay vivacidad, emoción y alegría. El color es una pulsión de belleza»

CLAVES 

«Toda mi obra intenta esclarecer la relación entre las distintas religiones. Mi pintura quiere ser espiritual, de la trascendencia» 

ARAGÓN 

«Aragón es una tierra dura y a la vez singular, con historia. Puede ofrecer paisajes de una hermosura extraordinaria»


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