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Antón Castro

FLAVIA COMPANY: DIÁLOGO SOBRE 'HARU'

El pasado martes, en Los Portadores de Sueños, en diálogo con Eva Cosculluela, Flavia Company (Buenos Aires,1963, aunque afincada en España desde hace muchos años) presentó su última novela, ‘Haru’, la más ambiciosa de todas las suyas y quizá la cristalización de 35 años dedicados a la literatura. El libro ha aparecido en el sello Catedral y tiene edición en catalán y en castellano; la original es en castellano y la traducción al catalán, que tiene algo de reescritura, también la ha hecho Flavia, cuyo padre vive ahora en Zaragoza con su esposa Carmen, una burgalesa afincada a orillas del Ebro.

 

-¿Desde cuándo tenías en la cabeza a Haru? ¿Y cómo era?

HARU llega tras muchos años dedicados a la literatura, a una literatura que ha intentado siempre quedarse con la esencia, con lo mínimo, con lo necesario pero a la vez suficiente para decir. Digo esto porque, tras la publicación de HARU me he visto obligada a pensar de dónde surgió y por qué. Mi conclusión es que HARU es esa esencia a la que me refiero. Y si me permites la broma, te diré que no puede ir una cuestionándole a la esencia su forma. Llegó y la acepté. La asumí tal como llegó.

 

-¿Qué has querido hacer con esta novela, exactamente: contar una vida entera, hallar una voz, viajar en el tiempo y en un espacio concreto?

No he "querido hacer" nada. Y menos "exactamente". He escrito una novela que abarca una vida, sí, con una voz hallada a través de toda una trayectoria, también, y deudora de una tradición literaria en donde se encuentran no pocos ejemplos de obras clásicas que sitúan sus historias en lugares imaginarios inquietantemente reconocibles o en tiempos lejanos sospechosamente próximos. También supone la creación de un personaje, HARU, con el que lectores y lectoras se sienten identificados, sí, y acompañados. Si Flaubert pudo decir “Madame Bovary c'est moi”, a mí me gusta decir que Haru somos todos. He escrito la historia de todos. Ese ha sido mi trabajo. Me encargado de escribir-nos.

 

-¿Desde cuándo te sientes tan atraída por Oriente y de qué modo se concreta esta pasión?

Nada humano nos es ajen. Si hay algo que me resulta interesante en este mundo es la curiosidad. Que no juzga, no aplica prejuicios, no funciona con saberes preconcebidos. La pregunta, para mí, sería, ¿por qué puede a alguien no atraerle Oriente? Oriente, Occidente, o Marte, o Júpiter, o el fondo del mar, o la cúspide del planeta. Si pudiera, escribiría sobre todo. Procuro escribir sobre todo, en realidad. Intento escoger lo que al hablar de lo particular permite hablar de lo general. Aquello sobre lo que se escribe se elige por muchísimas razones que sería complicado sintetizar en unas cuantas palabras, pues responde a lo que cuadra con el proyecto literario que se lleva a cabo. Todos somos orientales. Todos somos todo. A nadie le sorprendió que en mi novela ‘La isla de la última verdad’ escribiera sobre un médico de Nueva York, Mathew Prendel que navega hacia las costas africanas en un velero. ¿Acaso es posible pensar que me queda más cerca Prendel que una mujer oriental que se aplica a una disciplina como el arte del tiro con arco?

  

-La novela quiere ser una vida completa, pero también es una novela de formación.

Imposible escribir una novela que abarque una vida entera y no hablar de aprendizaje, de formación. En este sentido, HARU es una novela de amor por los maestros, los referentes, la transmisión de conocimiento, el esfuerzo (en mi opinión sinónimo de cultura), la elección y el compromiso. El crecimiento personal es una opción. En esta novela se habla de que nuestra vida es consecuencia de nuestros actos. De que podemos elegir nuestros actos, es decir, de que podemos elegir nuestra vida.

  

-¿Qué tiene de particular el tiro con arco? ¿Por qué has elegido esta disciplina? De entrada parece un poco inmóvil y a la vez te hace pensar en Zenón de Elea.

El tiro con arco se parece asombrosamente a la vida y a la literatura. ¿Por qué? Porque solo cuando se aprende que no hay finalidad se comprende su verdadera esencia. Como en la vida, como en la literatura, insisto. Me parece una clara metáfora, muy ilustrativa. La diana no es lo que importa. Lo que importa es que el tiro se haga desde el corazón. El tiro hecho desde lo genuino, desde lo verdadero, desde lo necesario y suficiente es el que consigue crear una diana a su alrededor. Como en la vida. Como en la literatura. Hace falta tiempo para comprenderlo, como en el tiro con arco.

 

 

-La novela rezuma plasticidad y belleza y una gran capacidad de sugerencia. Por ejemplo, ¿cuál es tu relación con la caligrafía?

Soy amante de la caligrafía. Curiosa respecto a ella. No la he estudiado, pero me gusta tomar un pincel, fabricar la tinta, trazar sobre el papel rugoso los trazos. La plasticidad de la que hablas creo que tiene que ver en gran parte con el intenso e importante contacto que hay en toda HARU con la naturaleza. Esa característica, además, es la que permite dar a la historia la sensación de intemporalidad o de dilatación del tiempo.

  

-¿Cómo definirías esos cinco años de aprendizaje?

¿Los del dojo, los del tiro con arco? Solo como los que permiten al arquero saber si lo es, si lo siente, si puede ser coherente con su vida, si está dispuesto a comprometerse. Los años imprescindibles para saber si quiere conocerse. Los años que descubren si quien estudia quiere estudiar y ser o prefiere el camino de tener y acumular. Lo esencial frente a lo cuantificable.

 

-Tras el paraíso, o la concentración, Haru sale al mundo real. No quiero que nos cuentes el argumento, pero sí, dinos, en un sentido simbólico, qué sucede…

HARU se da cuenta de que para Ser hay que dejar de pensar en Tener. Y hasta aquí puedo contar.

 

¿En qué medida has querido desplegar una filosofía, una pasión distinta por la palabra?

Tienes razón al pensar que en HARU subyace una filosofía. Así es. Una filosofía, una ideología, una propuesta de vida, de mundo, de mirada. HARU propone sumar en vez de restar. Unir en lugar de segregar. Conocer en vez de rechazar. Ser en vez de tener. Interesarse por la diferencia en lugar de condenarla. Creo en la palabra. Creo que es posible cambiar las cosas y que para ello hay que SER CONSCIENTES, DARSE CUENTA de que hemos de abandonar el concepto de propiedad, no solo material sino también emocional. Es necesario abandonar las identificaciones para abrazar las identidades. Ser quien se es. Y comprender que se es lo mismo que y con todo. Ser en vez de pertenecer. Son extremos muy distintos. 

 

 

-La novela aborda temas capitales, pero especialmente una idea compleja del amor. ¿Cómo defines ese amor que busca y halla o pierde Haru?

El amor lo es todo. El amor no es una experiencia, es un estado. El estado de la no violencia y la no pertenencia. El estado que permite comprender que todo lo vivo forma parte de ti y que tú formas parte de todo lo vivo. De nuevo, mi estimado Antón, tus preguntas son profundas y requerirían de un espacio mucho mayor para abarcarlas con una respuesta.

-Has citado a Iris Murdoch. Yo también he pensado en Siddharta de Hermann Hesse. ¿Andan por ahí?

Todos los literatos que permanecen andan por ahí. La esencia que nos unifica es lo que permite a una obra ser universal e intemporal. Todo proyecto literario procura dar con la piedra filosofal de la literatura: nombrar lo que es, lo que somos, el misterio. Aunque sea con el silencio que se deja entre líneas.

 

-¿Qué es el estilo y cómo es aquí el tuyo?

El estilo es una mirada sobre el mundo y no se aplica solo a la obra sino también a la vida. Como en el tiro con arco. Cuando se alcanza el estilo verdadero, deja de notarse. Como dicen los maestros de HARU: los discípulos se distinguen por el modo en que tiran. Los maestros no se distinguen. 

 

-¿Por qué insistes tanto que esta novela es la culminación de un sueño, que concentra, en cierto modo, 35 años de escritura?

Bueno, no es que haya yo insistido en ello. Lo que digo es que mis libros siempre se han parecido mucho, muchísimo a lo que yo quería escribir y que HARU no se parece, sino que ES. Y que esto me ha ocurrido después de treinta y cinco años dedicada a la literatura en cuerpo y alma. 

 

*Esta foto pertenece a Heraldo y Heraldo.es

 

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