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Antón Castro

EL MARRAKECH DE WIESENTHAL

EL MARRAKECH DE WIESENTHAL

Ayer me llegó un libro bonito y sugerente de un escritor tan personal e inclasificable como Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1943): ‘Marrakech. Fantasía en el palmeral’, que apareció antes, integrado en el relato, en ‘El esnobismo de las golondrinas’ (Edhasa, 2007). Es un libro de viajes que contiene muchos elementos autobiográficos y oníricos, y se mueve entre la fascinación, el conocimiento, el intento de explicar la belleza. Y el deseo. El joven que viaja y cuenta está hechizado por la hermosa Zohra. Y le dedica fragmentos como este:

 

ZOHRA

Zohra adoraba también el baño y los maquillajes. Sabía que me gustaba espiarla entre las celosías cuando, después del baño caliente, se acariciaba el cuerpo con una especie de arcilla que allí llaman ‘algasul’ y que dejaba su piel satinada y limpia. Luego se lavaba sus cabellos, siempre suaves y brillantes, gracias a unas misteriosas hierbas. Y, al final, se sentaba en un taburete, cruzaba las piernas y, sosteniendo con una mano el espejo, se maquillaba con albayalde blanco y ‘dakkar’: polvos de colorete que se vendían en unos papeles pintados de rojo. Ella los iba disolviendo con un poco de agua, antes de aplicárselos a la cara.

[…]

Le sentaba sentir que la miraba cuando estaba delante de su espejo y, a veces –fingiendo un descuido-, descubría bajo el albornoz los botones de sus pechos, porque yo le había dicho que estaba celoso de dos esclavos negros que había visto esconderse en el jardín de mis azucenas.

Salía cada tarde del baño convertida en una princesa y sus labios –enrojecidos por la pintura de corteza de nogal- olían a bosque y a hojas de otoño, como un embriagante coñac.

 

-De ‘Marrakech. Fantasía en el Palmeral’. Mauricio Wiesenthal. Páginas 52 y 53. Ilustraciones de Ánxela Pérez Meilán. Editorial Trifolium. Litterae. 74 páginas.

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