ADIÓS A ALBERTO CARRERA BLECUA
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LA AVENTURA DEL SOÑADOR INDOMABLE
Hace unos días, en la inauguración de Javier Sauras en el Museo Pablo Gargallo, me crucé con Alberto Carrera Blecua en la plaza de España: hablamos de su cuñado Javier Carnicer y de su impresionante exposición sobre Goya en el Museo Goya-Ibercaja en noviembre de 2015, y dijo: “Ahí lo di todo. Incluso mis monstruos”. Nos mandamos varios correos hasta hace unos días y Alberto me envió un boceto de su obra ‘Duelo a garrotazos’ con uno de esos textos apasionados que le retrataban: una tormenta de afecto, de sensaciones y de recuerdos. Alberto Carrera Blecua ha sido siempre un espíritu libre, un artista irreductible, un soñador que se atrevía a pensar, a buscar y a desgranar, vuelto materia y aventura, su romanticismo, su emotividad y su rebeldía. Y también eso que adivinó en él Antonio Saura: “un trasfondo existencial”, el drama de vivir en la pintura, la tentativa de pintar la vida y sus temblores. Era un buscador inconformista, laborioso e indómito. El arte ha sido la razón de su vida: el arte, el amor, el erotismo, la pasión por la mancha y la gestualidad. Unía a su energía telúrica el arrebato lírico. Ha sido un pintor terrenal, de azules, ocres y negros, dispuesto a volar. A extraviarse. Y ha sido un artista de taller: ahí, con todos los elementos –y con sus materiales: el óleo, las resinas, los pigmentos, las arenas, las ceras, el acrílico…-, se sentía feliz y se lanzaba al combate, a la búsqueda, al placer. Ha vivido en su ciudad, en Estados Unidos, en Francia y en Italia, y halló su refugio en Alcanar. Su refugio y un jardín cerca del mar. Si su muestra sobre Goya fue ‘un tour de force’, su antología de 2007 en la Diputación y en el Museo de Huesca marcó otro momento de gloria, y no lo fue menos, en 1988, aquella gran aventura de la imaginación que era ‘El viaje’ y que convirtió Huesca en la capital de los sueños.
*Este texto aparecía ayer en Heraldo de Aragón.
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