2013. RETROSPECTIVA. JOSÉ VERÓN GORMAZ RECIBE EL PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS
*El azar me ha llevado a encontrarme en un correo con esa noticia y un diálogo, en indirecto, con José Verón Gormaz. Premio de las Letras Aragonesas en 2013.
El poeta, narrador y fotógrafo José Verón Gormaz (Calatayud, 1946) fue ha sido distinguido con el Premio de las Letras Aragonesas 2013 por “su dilatada trayectoria multidisciplinar”. El jurado precisó que “la obra de José Verón refleja una dimensión humana y su enraizamiento con la sociedad de su tiempo”. Desde Calatayud, sentado primero en el bar Goya, donde suele escribir, y luego en una terraza de un paseo, el escritor asimilaba con emoción y orgullo el galardón, que carece en esta legislatura de asignación económica.
“No me esperaba el premio -declara-. Sabía que me había propuesto la Asociación de Escritores Aragoneses tras una votación democrática, y estoy muy feliz. Muy contento. Es un orgullo y un reconocimiento a una labor que tiene muchos momentos duros, ingratos, y otros de placer y de felicidad. Y también siento que esta distinción servirá para impulsar las pequeñas cosas que estamos haciendo en Calatayud: los ciclos de cine, las actividades culturales, las ediciones y recitales de poesía.
Vivimos un período especialmente duro: la cultura está herida”.
Precisa Verón, autor de una treintena de libros, que no solo está herida por la precariedad de presupuestos o la política de subvenciones. Matiza: “La cultura está herida en su consideración, en su presencia en la vida pública. La pérdida de importancia de la cultura es un problema social, y tenemos todos que luchar por curar esas heridas porque en ello también se nos van la vida y el futuro”.
Verón ha escrito relato y novela, ensayo poético, crónicas, ha sido reconocido aquí y allá por sus fotos, de atmósfera lírica y sutil, pero donde “he dado lo mejor de sí mismo” ha sido en la poesía. “Me siento poeta por encima de todo. Esa es mi condición esencial. Desde joven, lo primero que escribí fueron poemas. Soy poeta del paisaje abierto, de las montañas y los llanos, de las vegas, pero también me siento poeta del paisaje urbano. Y soy poeta del tiempo. Nuestra verdadera patria es el tiempo”. En un acto de sinceridad confiesa que en los demás géneros se queda en uno o varios escalones más abajo. “Soy vanguardista y clásico, experimento y soy aficionado a la copla y al epigrama, y creo que la poesía es, ante todo, misterio. Misterio, adivinación, conciencia, palabras y muchas cosas más”.
José Verón es un poeta del amor, del paisaje, de la intimidad y de la enfermedad. Algunos de sus poemarios constatan la fragilidad de la existencia y su constante combate con el cáncer. “La enfermedad me ha marcado a mí y a mi poesía. La enfermedad es uno de esos caminos bruscos que tiene la existencia. Da la sensación de que tienes fecha de caducidad y a la vez debes oponerle la esperanza. Yo aprendí de Omar Kayyam la exaltación del ‘carpe diem’, disfruta del momento. Y eso lo he intentado hacer ante las tormentas del dolor”.
José Verón está feliz. De repente confiesa: “Creo en la amistad y más que en la solidaridad, creo en la fraternidad”. La poesía, en cierto modo, desde su visión de la literatura, tiene una función social. “La función de la poesía, a lo largo del tiempo y en diversas culturales refinadas aunque no elitistas (que no es lo mismo), ha sido clara: servía para abrir las mentes, para establecer nexos y para responder a preguntas sin respuesta. Es una forma de aproximarnos a temas fundamentales”.
También sostiene que la poesía debe ser introspectiva y crítica, y debe esclarecer los aciertos y errores de la sociedad y de las diversas formas del poder. Apostilla: “¿Y la belleza? Es uno de los elementos de salvación que tenemos. La belleza de la poesía nos ayuda a sentir, mirar y ver, y nos ayuda a poder escaparnos del tedio y de los lugares oscuros de nuestra existencia”. Escritor de café, escritor de cuaderno con bolígrafo o pluma, se atreve a sugerir sus mejores libros, o los libros claves, a futuros lectores. “¿Mis libros decisivos? Eso es muy difícil, pero le diría la trilogía sobre la enfermedad, 'Trilogía del tránsito y la duda', compuesto por tres libros: 'El exilio y el reino', 'El jardín transparente' y 'En las orillas del cielo'. Y también recomendaría mi último poemario: ‘Ritual del visitante’ (Olifante, 2012), donde se ven nuevos caminos y una senda hacia la luz y la esperanza”. Puesto en la tesitura de elegir algunos de los vates que más le han marcado, Verón cita a Francisco de Quevedo, Pablo Neruda, García Lorca y por supuesto Marcial, al que le dedicó hace poco una novela: 'Las puertas de Roma' (Mira, 2012).
Añade de inmediato: “Debería decirle muchos, muchos más. En Aragón estamos viviendo un espléndido momento: ahí están Pisón, Carlos Castán, Santiago Gascón, que me interesa mucho, o Fernando Sanmartín, si hablamos de narradores. La lista de poetas es muy amplia: Guinda, Toni Tello, Jesús Jiménez, Manuel Vilas, David Mayor, Joaquín Sánchez Vallés, etc. Y me quedo corto”.
José Verón Gormaz ha cosechado numerosos galardones a lo largo de sus más de 40 años de producción literaria y artística: ha sido premio San Jorge en 1984 y Premio Hermanos Argensola en 1991. Está en posesión de la Medalla de las Cortes, de 2006, y es Premio Honorífico de la Asociación Aragonesa de Escritores. El jurado que le concedido el premio ha estado formado por el director general Humberto Vadillo, el editor y librero Joaquín Casanova, los escritores Jordi Martínez Brotons, Emilio Quintanilla Buey y José Luis Melero, el escritor y profesor y músico Gabriel Sopeña y la funcionada de cultura Palmira Vicente Sanz.
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