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Antón Castro

Músicos

AUTE, EL CREADOR TOTAL DE LA BELLEZA

Aute, el creador total de la belleza

 

 

La cantautora María José Hernández le envió en una ocasión a Luis Eduardo Aute sus primeras canciones en una primitiva casete. Dos o tres años después, recibió una carta suya donde le pedía disculpas por la demora y le comentaba cada uno de los temas con generosidad e inmenso respeto. Un detalle así define a Aute, que acaba de irse a su Albanta (ese lugar de la imaginación y los sueños que inventó su hijo Pablo de niño). Era elegante, refinado, buen compañero y no dudaba en apadrinar con suavidad, sin suficiencia y con inmenso afecto, a quien se lo pedía. Ángel Petisme, con quien cantó en varias ocasiones, lo percibía como un maestro y un talentoso hermano mayor. Petisme escribía hoy en su Facebook: El mejor, el más grande, el más generoso, el más guapo, el más humilde de todos nosotros, se nos ha ido. ¡Padrino, qué dolor, otra vez el vacío, el hachazo de la vida que es la muerte, qué huérfanos nos dejas!”.

Aute, que ha muerto a los 76 años, ha sido uno de los artistas españoles más complejos y fascinantes de los últimos tiempos. Empezó en la pintura, debutó en 1960 en Barcelona, pero pronto demostró que podía llegar a otros registros. Pintaba y dibujaba muy bien, con su tormento a cuestas, como se ve en esa película de animación de 4.000 dibujos que es ‘Un perro llamado Dolor’ (2001), con ecos expresionistas de Goya y Buñuel y Bacon; pero no tardó en descubrir que tenía vena de cantautor y de poeta, y empezó a componer sus primeros temas. Vivió, entre idas y venidas a España, el mayo del 68 y allí se acostumbró a las melodías de Brel, Moustaki, Ferre y Brassens, de quien herederá cierta gravedad, y a la poesía de los simbolistas y de Paul Éluard, al que conoció; el autor de ‘Libertad, yo te nombró’ le dedicó afectuosos elogios que él usó en su álbum ‘Espuma’, donde también había elogios del futuro Nobel Vicente Aleixandre.

En su apuesta por la música, enlazó con los nuevos aires de Norteamérica, con Bob Dylan, Joan Baez, Joni Mitchell, e iría forjándose en solitario, con un estilo personal, acariciante y lento. Concebía canciones que cantaron otros: ahí están temas como ‘Rosas en el mar’ o ‘Al alba’, sus primeros éxitos. Aute escribió para Massiel, Mar Trini, Rosa León, Marisol y a principios de los 70 iniciaría su despegue –por ahí andan ‘Espuma’, ‘Albanta’, ‘Canciones de amor y muerte’, ‘Sarcófago’, ‘Alma’...–, donde se veía al gran letrista y a un cantautor enamoradizo y voluptuoso, existencialista (“qué terriblemente absurdo es estar vivo”, dirá) y creativo, melancólico y sombrío, volcado hacia el embrujo de la mujer y el arte de meditar sobre los enigmas de la vida. El álbum en directo, ‘Entre amigos’ (1983), en el que también cantaban Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Serrat, marcó un momento de plenitud. Sonó muchísimo en todas partes, y allí estaban muchos de sus mejores: ‘A por el mar’, ‘Queda la música’, ‘Libertad’, ‘La cuatro y diez’, ‘No te desnudes todavía’, ‘Pasaba por aquí’, y maravillas absolutas como ‘Siento que te estoy perdiendo’ o ‘De alguna manera’, dos himnos de amor. Entonces parecía nacer su afición a los recopilatorios, publicaría cuatro álbumes en directo y ocho antologías, tres de ellas se titulan ‘Autorretratos’, 1, 2 y 3.

Aute es un letrista inspirado en los vaivenes del amor, en los placeres cotidianos, en la mitomanía, y un defensor indomable de la hermosura y del erotismo. Encarna la sensualidad, un punto de ironía y descreimiento, y parece tener claro que la felicidad es la mejor venganza contra las adversidades de la vida. Compuso bandas sonoras y fue meritorio de dirección, hizo carteles y diseñó sintonias para programas de radio y televisión, y cultivó una obra literaria copiosa e interesante, con poemas, canciones, sus ‘poemigas’ o textos cortos. Hizo versos sobre todo (recopiló su poesía en Sial primero, el pasado año en Espasa), juegos de palabras, aforismos, homenajes (a Neruda, tituló uno de su s álbumes ‘20 canciones de amor y poema desesperado’, a Pessoa, a Carlos Oroza, aún inédito), que hay que tomar muy en serio. Conocía el oficio, tenía facilidad, y sabía mezclar la emoción, el viaje, el sueño y la profundidad. Ahí están títulos como ‘La matemática del espejo’, ‘Cuerpo del delito’, esa serie que tanto le gustaba como ‘AnimaLuno’ y ‘AnimaLdos’, y proyectos poéticos y un tanto filosóficos, imaginativos e híbridos, como ‘AnimaLtresD’, ‘AnimaLhada’ y ‘AnimaLhito’, que publicó Siruela. En ocasiones, hay en Aute una veta entre divertida y humorística que lo vincula con Lewis Carroll, Georges Perec o Julio Cortázar

Jaime Chávarri, con quien colaboró mucho, le dedicó en 1997 un documental: ‘Ad libidum’. Y el pasado año, Gaizka Urresti estrenaba en el Teatro Principal su espléndido documental ‘Auterretrato’, que es la crónica emocionada del creador total. Ese galanteador incesante que se atrevía a todo sin dejar de fumar. Por eso escribió y cantó: “Reivindico el espejismo / de intentar ser uno mismo, / ese viaje hacia la nada / que consiste en la certeza / de encontrar en tu mirada / la belleza”. La belleza, otra palabra que definió el tamaño de su emoción incontenible.

 

ENTREVISTA CON JOAQUÍN CARBONELL

ENTREVISTA CON JOAQUÍN CARBONELL

Joaquín Carbonell presenta esta tarde, en el Museo Pablo Serrano, su doble disco, que incluye libro, que grabó en el Teatro Principal. [Foto: Juan Miguel Morales.]

 

-¿Has pensado alguna vez por qué te hiciste cantautor?

--Sí. Mi “educación musical” tuvo que ver con el rock y el pop. Estando de camarero en la Costa descubro a los Beatles y me encantan. Me entrego al pop-rock. Pero en Teruel, por la mano de Labordeta y sobre todo, de Sanchis Sinisterra me acerco a la obra de Brassens, Brel, Raimon, Hilario Camacho, Serrat o Atahualpa Yupanqui, y descubro que esos autores cantan textos con un contenido literario mucho más rico que el que practican los del pop.

-¿Qué le debes, de manera especial, a Alloza y a tu padre, republicano?

--Alloza es lo mismo que para cualquiera que haya nacido en un pueblo: el principio de todo, el descubrimiento. Y mi padre fue un estimulante para todo lo cultural: para cantar y para leer. Él era maestro y en mi casa me hablaba constantemente de personajes históricos, de escritores. El primer libro que me regaló fue “Corazón”, de Edmundo de Amicis.


-¿Que aprendió de la vida y de la cultura el joven que se fue a Barcelona y luego a Sitges?

--Esa salida de mi pueblo con 15 años para trabajar en Sitges de botones, fue determinante. Solo hay que imaginar a un adolescente de pueblo que es colocado en la población más europea de España, conviviendo con turistas suecas que entendían el sexo como algo natural, aprendiendo inglés… Eso te marca definitivamente. Fue un verdadero “shock”.

-De manera sencilla, ¿qué te dio el colegio San Pablo y aquel ambiente, en inquietudes, en curiosidad, en sueños?

--Me dio una mirada moderna hacia el mundo. Y eso determina lo importante que son los profesores, que pueden cambiar la vida de sus alumnos o simplemente dejarlos pasar, sin alterarlos demasiado. Teruel nos cambió a todos aquellos que hemos sido llamados “La generación Paulina”. Fuimos el éxito global de una pedagogía basada en la confianza mutua. No he vuelvo a ver nunca un fenómeno semejante.

-¿Por qué decides cantar, quién te marca, quién te empuja?

--Cantar lo hacía desde siempre. Con 16 años era vocalista en la Orquesta Bahía de Alloza. Me encantaban aquellas canciones de Domenico Modugno, de José Guardiola, del Dúo Dinámico… Yo cantaba por pasión, por afición, sin pensar jamás que un día podría editar discos.

-A modo de balance, ¿cuál es la huella real de Labordeta en tu vida: cantasteis juntos, estudiaste con él, le dedicaste un libro…?

-Es determinante. No es corriente en los años finales de los 60 encontrarte con un profesor que te valora más por cómo vas madurando, evolucionando, por cómo aplicas el sentido común, que por lo que estudias, que en el fondo es una cuestión de memoria… Siempre estuve a su vera y siempre lo tuvo como maestro. Cuando cantábamos juntos, y al final se acercaba la gente a saludarnos, yo me hacía a un lado y lo dejaba a él atendiendo al personal. Me miraba a veces, como diciendo, “¡Anda, no te escaquees!” Eduardo y yo nos reíamos y le decíamos: “¡Venga, Labordeta, que para eso eres tan famoso!” ¿Y sabes?, de alguna forma noto que ahora me toca ejercer ese papel. Ahora descubro lo mucho que la gente puede querer a tipos como nosotros.

 -¿Qué tipo de cantautor has querido ser, cuál ha sido tu implicación con Teruel y sus paisajes y sus gentes?

--No tengo claro qué tipo de cantautor quería ser, porque tengo muchas influencias. A ratos me encantan las rancheras porque en la sinfonola del Gato Negro de mi pueblo siempre estaba sonando Jorge Negrete. Me gusta mucho el flamenco, y por eso aparecen sones aflamencados en canciones como “La Paca del Cañizar! Y ya no digamos Brassens… Así que he tenido que confeccionarme un estilo con todas esas influencias, pero tratando de que exista un sonido personal.

-A mí, cuando te oí por vez primera, me impresionó tu melancolía, tu mirada hacia el paisaje…

--Eso era muy al principio, sí. Todos comenzamos evocando el paisaje. Y en Teruel, ese paisaje desprende melancolía. Esa tierra que no se puede separar de esos hombres, agotados de luchar contra los dioses airados. “Con la ayuda de todos”, “Canción del olivo”, “Canción para un invierno”, todas en general, no son alegres y vivaces, son derrotistas, tristes, resignadas…

-Labordeta, anda por aquí, está claro. ¿Y Dylan, Krahe y Brassens?

--Todos están conmigo, es cierto. Escuché mucho a Dylan. Y, fíjate, en los años 1974-76 vivo en Barcelona y veo en directo a Frank Zappa, Miles Davis, Canned Head, Camaron, Traffic, en fin, todo lo puntero del mundo. Así que lo que sucede es que aún me crea más confusión, porque en esos momentos estoy componiendo mi primer disco.  

-Hablemos de tus líneas en las canciones: ¿parece que hay un cantante lírico, otro más humorístico y otro mucho más social, atento a lo que pasa?

--Así, es; supongo que es algo que le debe suceder a todos los compositores. Piensa en el que quieras: Serrat tiene eso. O Aute. O Brel. Forma parte de los diversos sentimientos que poseemos. Cantar siempre en el mismo “tono” tiene que ser muy aburrido.

-¿De qué discos te sientes más feliz, más satisfecho: ‘Con la ayuda de todos’, ‘Cariño y tabaco’, ‘Clásica y moderna’…?

--Creo sinceramente que mis mejores discos son el primero y el último. El primero, “Con la ayuda de todos” (1976), es un milagro; es asombroso que con la nula experiencia que tenía lograse componer aquellas canciones que siguen perdurando en la memoria 45 años después. Y “El carbón y la rosa” (2018) es un disco muy maduro, muy sereno, muy trabajado. Las canciones tienen poso, pueden servir dentro de varios años.

-¿Para qué sirven las canciones?

--Las canciones deben recoger los sonidos de la calle; las alegrías, las iras, las tristezas… Deben ser estimulantes. Son píldoras de tres minutos contra la mediocridad, contra la monotonía de nuestras vidas. Una gran canción tiene un poder mágico, logra inyectarnos una dosis de ilusión que nos impulsa a seguir caminando. Nadie sabe cómo se hace una canción brillante; si fuera fácil, las harían los bancos.

¿Cómo han convivido en ti el poeta, el músico, el intérprete, qué es lo más difícil del oficio?

--He convivido de forma natural porque la música pertenece a mi forma de ser. De igual manera que uno descubre que tiene talento para pintar, o escribir, sabe que puede subirse a un escenario y mostrarse ante el público con una guitarra. Lo más difícil de todo esto es mantener una compostura más o menos honesta, pues en el fondo estás mostrando tu vida a través de tus canciones. Vivir cómo piensas y pensar como cantas.

-¿Cuál sería el mejor recuerdo, el mejor momento de tu trayectoria de músico?

--Esos recuerdos no están vinculados a “grandes conciertos”, por decirlo torpemente. He cantado cuatro veces en la plaza del Pilar ante 200.000 personas y no sentí una emoción especial. Me impresiona más constatar que en un pueblo pequeño de Teruel o Huesca, hacen un gran esfuerzo para que acuda con uno o dos músicos y les muestre mis canciones. Son enormemente agradecidos. Entiendo que eso es cultura viva, un acto cultural programado por los propios vecinos, que a lo mejor han escotado de sus bolsillos para que vayas.

-¿Cómo quieres que sea el concierto de los 50 años, qué esperas, qué vas a ofrecer?

--El concierto será muy emotivo. No estoy habituado a cantar en el teatro Principal y a llenarlo. Pese a tantos años de dar vueltas, aún me emocionan estas cosas. Y estaré inquieto, nervioso, yo que suelo ser tranquilo. Por fortuna tengo detrás a seis grandes músicos de Aragón
que me van a respaldar.


-¿Qué te hace llorar, qué te hace reír, qué te enamora?

--Cualquier cosa me hace llorar, me he hecho muy blando. Me rompe el alma el abuso contra los inocentes. Me hacen reír mis amigos de Los Tres Norteamericanos. Nos reímos mucho. Reír es fundamental, una gran medicina. La alegría y la bondad son revolucionarias. Me enamora la gente buena.

-¿Cuál es, de las tuyas, tu canción preferida?

-- “Me gustaría darte el mar” aún sigue emocionándome cuando la canto.

Joaquín Carbonell canta ’Me gustaría darte el mar’

https://www.youtube.com/watch?v=Bs5kKXuyoBQ

DIÁLOGO CON EL CUARTETO QUIROGA

https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2019/02/14/conservatorio-superior-musica-aragon-referente-toda-espana-1292584-1361024.html

EL CUARTETO QUIROGA ESTRENA 'JOYCE'

EL CUARTETO QUIROGA ESTRENA 'JOYCE'

El Cuarteto Quiroga se une a Jörg Widmann

para el estreno mundial de ‘Joyce’, lo último de Peter Eötvös

 

El Cuarto Quiroga, Premio Nacional de Música de 2018, estrena el próximo 9 de febrero Joyce, última obra del profesor, compositor y director de orquesta húngaro Peter Eötvös. Es un encargo del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y la Sociedad Filarmónica de Badajoz que contará con la participación del prestigioso clarinetista Jörg Widmann, uno de los artistas más solicitados de la escena musical contemporánea.

Joyce sonará por primera vez en el Auditorio Nacional de Música de Madrid (9 de febrero) y, un día más tarde, en Badajoz, dentro del X Ciclo de Música Actual que se celebra en la capital pacense. Además del esperado estreno de Joyce, el programa se completará con el Cuarteto de cuerda nº 2 de Bartók – obra incluida en Terra, último disco del Cuarteto Quiroga – y el Quinteto, op. 34 de Carl Maria von Weber.

La agrupación integrada por Aitor Hevia (violín), Cibrán Sierra (violín), Josep Puchades (viola) y Helena Poggio (violonchelo) acaba de iniciar una gira junto a la artista argentina Martha Argerich, que continuarán en abril por varias ciudades de Italia. En estos primeros meses del año, su agenda incluye actuaciones en numerosas ciudades españolas y europeas, una gira por Estados Unidos y la publicación de su sexto álbum, una antología de música de su género creada en el entorno del Madrid de Goya. El disco, que incluye primeras grabaciones de obras inéditas de artistas como Boccherini o Brunetti, fue grabado a mediados del mes de diciembre en Flandes y saldrá a la venta en el sello Cobra Records.

 

PACO CUENCA CANTA MAÑANA 'MAI 68'

PACO CUENCA CANTA MAÑANA 'MAI 68'

Paco Cuenca, el cantante de origen galo y residente en Aragón, hijo y nieto de españoles, ofrece mañana sábado, día 29, un espectáculo titulado 'Mai 68' que recopila los temas musicales que hacían soñar, bailar y luchar en la Francia convulsa de 1968. Será una cita con un ambiente muy especial y toda una fiesta que servirá también para decir adiós a 2018 en el espacio cultural zaragozano. 

El Mayo Francés, una de las épocas más emblemáticas de la historia, se revivirá este 29 de diciembre sobre las tablas del Teatro de la Estación. Conseguirá este peculiar viaje en el tiempo la música de Paco Cuenca, que subirá al escenario algunas de las canciones francesas más míticas de esos años.

            El artista, de origen galo pero residente en nuestra comunidad, ofrecerá un concierto que se inspira y recuerda las aspiraciones revolucionarias de la Francia de 1968. Temas que hacían soñar, bailar y luchar en aquellos días y que Cuenca incluye en un repertorio que él mismo describe así: “Vendrán Jacques Dutronc y su inseparable Françoise Hardy, el refunfuñón Léo Ferré, Jean Ferrat y su mostacho, Claude François “cloclo” marcándose unos bailes, Sylvie Vartan con un vestido ajustado, Aznavour de puntillas, Brassens vapeando su pipa, Georges Moustaki rasgando la guitarra..."

            Los músicos Chema Callejero (al piano) y Coco Balasch (al contrabajo) acompañarán al cantante en una velada en la que se creará una atmósfera muy especial, que comenzará a las 20.00 horas y que servirá para despedir el año en el Teatro de la Estación.

            Paco Cuenca se ha convertido en un referente de la canción francesa en Aragón. Nieto de emigrantes y nacido en Francia, está hace muchos años afincado en Zaragoza , donde ha construido su carrera. Ha grabado varios discos en castellano, y en 2000 recopiló en un trabajo las canciones más conocidas de los cantantes galos. Sobre los escenarios ha mostrado su tributo a Jacques Brel y su espectáculo Chansons, un trabajo musical de voz, piano, contrabajo y batería que nos transporta al mundo de la canción gala con aires, arreglos y atmósfera de jazz.

 

DIÁLOGO CON NOEL REDOLAR

DIÁLOGO CON NOEL REDOLAR

-Acabas de ganar el premio Ciudad de Carlet, para menores de 19 años. ¿Qué ha supuesto para ti?

Ha sido un premio especial por dos motivos, uno más subjetivo y otro objetivo. El primero es que ya había participado en este concurso en otras categorías y conocía el entorno; el segundo, que tras largo tiempo sin concursar he conseguido un premio que me indica que estoy trabajando correctamente.

-Ahí también recibiste el premio especial ‘Perfecto García Chornet’ a la mejor interpretación de la música española. ¿A qué españoles sueles tocar y qué lugar ocupan en tu reportorio?

El compositor español que más he trabajado hasta ahora es Granados, y siempre procuro introducir piezas españolas en conciertos y concursos.

-Quizá sea una tontería, pero con qué compositores te sientes especialmente cómodo.

En casa, en la intimidad, Bach. En el escenario, Chopin.

-¿Y de jazz?

En jazz me siento más cómodo con tiempos clásicos como bebop o swing, estilos que practicaban las grandes referencias del piano, Oscar Peterson, Bill Evans... Pero no significa que no toque tiempos más modernos, de los que quizá me quedaría con Petrucciani.

-¿Un virtuoso como tú se fija en algo o en alguien a la hora de tocar?

Tengo evidentemente pianistas a los que trato de imitar en lo que me gusta, como Glenn Gould en Bach, pero prefiero conservar un planteamiento propio de las obras que toco.

-¿Qué te da la música clásica que no te da el jazz y viceversa? ¿No temes volverte un poco esquizofrénico a veces?

Cada música aporta aspectos musicales distintos, el jazz está más vinculado a la composición por ser la música creada en el instante, y esto amplía la capacidad imaginativa y la perspectiva armónica y rítmica de cualquier músico. En cambio, la música clásica te permite conocer e interpretar a los grandes genios de la música, lo que es incomparable.

-También compones. ¿Cuántas piezas has estrenado hasta ahora y qué tipo de música haces, más en la órbita de la música culta o de la del jazz?

Mis composiciones son más afines a la música jazz que a la clásica en cuanto a la armonía, aunque en la estructura sean clásicas. Pero es algo así como las bandas sonoras, intento tomar influencias de varios géneros y por eso no se encasillan en un solo tipo de música.

-¿Qué estudios estás realizando ahora, en qué fase te encuentras?

Estoy cursando primero en el Conservatorio Superior de Zaragoza, CSMA.

-Se acercan unos días muy importantes para ti… Vas a tocar en Teruel el día 21, en la iglesia de San Pedro. ¿Qué programa has concebido?

Es un programa compuesto de músicas de géneros diferentes: clásico, jazz y obras propias. Está pensado para que sea un concierto interesante y ameno, con obras de Chopin, Scriabin, Liszt…

-Y el 26 en el Centro Cívico Universidad, precisamente el día que cumples 18 años. Se presenta Noel Redolar Quartet. ¿No te asusta un poco ser el benjamín de un grupo de música al que le da nombre?

Es un grupo que tiene ya más de dos años y con el que he dado varios conciertos; no recuerdo sentir ningún peso de responsabilidad cuando tocamos en 2015 en el Festival de Jazz de Zaragoza porque lo trabajamos y lo preparamos bien, ellos son grandes músicos y yo ya tenía algo de experiencia tocando jazz. Siempre ha existido una buena compenetración y ahora nos conocemos mejor.

-¿Cómo es ese cuarteto, qué objetivos musicales persigue?

Es un cuarteto que contempla distintos géneros del jazz, como bebop, swing, blues, latin jazz… dándoles a todos un toque moderno en la sonoridad.

-Cuando cierras los ojos o cuando piensas en el objetivo de sus sueños, ¿cómo querrías que fuese tu carrera?

Siempre me ha atraído la composición, también me siento muy cómodo tocando jazz, y mi realidad actual es la música clásica, que es lo fundamental en la formación de un músico. Contemplar los tres terrenos sería lo perfecto, y es lo que estoy pretendiendo desde los últimos años.

 

*La foto de Noel es de Fernando Lopez Orduna.

 



 

HA MUERTO MONTSERRAT CABALLÉ. UN DIÁLOGO EXTENSO

HA MUERTO MONTSERRAT CABALLÉ. UN DIÁLOGO EXTENSO

En 2009 conversé, con un equipo de 'Borradores' durante 45 minutos con Montserrat Caballé. Estuvo amable, simpática, reidora. La soprano, esposa del tenor de Villarroya de la Sierra (Zaragoza) Bernabé Martí, acaba de fallecer a los 85 años. La foto es del diario 'El Mundo' y la realizó José Cuéllar. La he tomado de internet.

 

UN DIÁLOGO CON MONTSERRAT CABALLÉ

 

La historia musical de Montserrat Caballé empieza con su abuela, abandonada en un hospicio. Allí, las monjas le enseñaron francés, música y a tocar el piano. Ella enseñaría a su hija a tocar ese instrumento. Y ésta, a su vez, a partir de los ocho años, le enseñaría piano y solfeo a su hija Montserrat. “Me hizo entrar en el Conservatorio del Liceo de Barcelona –evoca-. Con doce años, el profesor de solfeo le dijo a mi madre: ‘Esta chica tiene que estudiar voz”. Montserrat Caballé se inclinaba por el piano y el violín. De cuando en cuando escuchaba cantar a las voces más jóvenes y se emocionaba. A los quince o dieciséis años ya le gustaba la ópera y albergaba un sueño inicial: pensó que podía hacer del canto una profesión para “ayudar a la familia porque éramos muy pobres”.

¿Recuerda el día que fue a ver y a oír a al Liceo a Kirsten Flagstad?

¡Cómo no! Los jóvenes que estudiábamos en el Conservatorio del Liceo teníamos la posibilidad de unos “pases de favor” para acceder al quinto piso y poder escuchar los cantantes que había en el teatro. Yo recuerdo que Kirsten Flagstad cantó en el Liceo. A mí me impresionó porque es la voz más grande que he escuchado a lo largo de toda mi carrera. Era una columna de voz de abajo arriba: era impresionante, una voz muy bonita, muy wagneriana.

-¿Quién más le iluminó el camino del canto?

-En el conservatorio tuve una profesora, Eugenia Kemeny, que era húngara y se había casado con un español. Me enseñó la técnica de la respiración y del canto. Aparte de ser atleta y de haber ganado medallas de carreras de fondo en su país por la gran respiración que poseía, era una cantante wagneriana; había cantado “La Valquiria”, “Tristán e Isolde”, etc.

-¿Le debe a ella la atracción que siempre ha tenido por Wagner?

        Me enseñó a amar a Wagner, es cierto, tal vez porque ella lo amaba mucho. Aunque yo no lo he cantado excesivamente, sí lo he cantado en todas partes del mundo. Al principio de mi carrera fui una mozartiana y una cantante de lieder, porque también tuve de profesora a una cantante de Cataluña, Conchita Badía, alumna de Granados y Falla,  que era espléndida para el líeder español y conocía los secretos de estos maestros que habían sido los suyos. Lógicamente, me enseñó mucho el lieder. Ella amaba también a Richard Strauss y Mozart. Bajo el influjo de las dos, Kemeny y Badía, me dirigí más hacia un repertorio germano. Empecé Fue años más tarde cuando empecé a cantar Puccini, Verdi, Bellini.

-O sea que tardó en optar por el bel canto…

Empecé como principiante en la Ópera de Basilea con ‘Salomé’, hace cincuenta y tres años, y después ya empecé a cantar otros compositores, pero el bel canto, por lo que dicen que soy famosa, no lo empecé hasta el año 64 o 65.  Pensaba que no sabría hacerlo. Las cantantes de bel canto a mí me parecían inalcanzables en aquella época. Estaban, justo cuando empezaba, las grandes lumbreras: María Callas, Renata Tebaldi, Renata Scotto, Marilyn Horne... Entonces también empezaba Mirella Freni, y me decía: “Tienes que cantar bel canto. Posees la voz adecuada”. Yo le decía: “Mirella, esto no lo sé hacer”. Ella añadía: “Si es lo mismo: es cantar bien”. Primero me especialicé en todo el repertorio alemán y más tarde entré en el verismo y en el romántico, que cuentan con compositores (Puccini, Verdi, Bellini, Donizetti…) que enamoran a la gente cuando los cantantes funcionan.

Se cumplen ahora 50 años de su debú en la Ópera de Viena.

       Es cierto Hace cincuenta años que debuté en la ópera de Viena con el ‘Don Giovanni’ de Mozart, la temporada 59-60. Después canté ‘Salomé’, canté ‘La Traviatta’, cnté ‘Pagliacci’ en la Ópera de  Viena…

Luego cantó una ópera como ‘Madame Butterfly’, vinculada al amor y a la leyenda de un beso. ¿Qué pasó?

        Esa sí que es una obra romántica. Además, en ella conocí a Bernabé Martí, mi esposo. Coincidimos primero en La Coruña y después en Barcelona, el ocho de diciembre de 1963. Me enamoré perdidamente de él; él dice que también de mí y yo creo que menos, pero, bueno, como dicen vulgarmente lo cacé. Me parecía un hombre tímido y lo comenté en el teatro, con el peluquero y con otros, y se ve que se lo dijeron. En la siguiente función me dio un beso al final del primer acto, un beso de verdad, y me dijo tonta. Esto fue el ocho de diciembre, nos separamos –en enero y febrero nos vimos muy poco- y el 24 de febrero vino a verme a Marsella, donde yo cantaba, desde París, donde cantaba él, y me pidió en matrimonio.

¿No fue todo deprisa deprisa?

El 28 de febrero nos prometimos, con el anillo que me pudo ofrecer en aquel momento, que lo he llevado siempre desde entonces, y nos casamos el 14 de agosto. Fue bastante rápido. Yo creo que nuestro matrimonio, que ya lleva 45 años, está muy consolidado por dos cosas: primero porque nos queremos mucho y después porque me ha dado toda la felicidad que un hombre puede dar a una mujer, creo, como esposa, como madre, como compañera... Ha sido mi columna y yo he procurado ser la suya. Tuvimos la inmensa suerte de tener dos hijos. Primero un chico y después una chica. A mí me habían diagnosticado imposibilidad de tener hijos porque decían que tenía matriz infantil y, como dice mi marido, “mira, tu matriz es infantil pero funciona muy bien, mira los niños qué guapos han salido”. Después ya no pude tener más. Hay que reconocer que el primero lo perdí en Buenos Aires. Quedé embarazada y fui a Buenos Aires.  Estábamos juntos, hacíamos la Manon Lescaut y en plena función en el Colón de Buenos Aires, sufrí unos dolores y el médico me hizo interrumpir la obra. Luego hice una doble sesión y me fui primero al hospital y después al hotel. Perdí el bebé que esperaba, estaba de dos meses y pico. Los médicos dijeron que ya nunca más…

Veo que no les hizo caso.

Me dijeron que esto había sido un aviso. La naturaleza tiene una fuerza increíble para algunos momentos y esto es lo que nos pasó. Verdaderamente, se lo aseguro, yo no cambiaría ni un minuto de mi vida con Bernabé Martí.

 Si tuviera que hacer un balance de estos 50 años.  ¿Cómo ve su carrera? Ha sido algo así como la heroína de las heroínas de la de la ópera con más de ochenta personajes.

        Sorprendente. Sorprendente la carrera de los dos. Hemos cogido todos los trenes que teníamos que coger cuando pasaban y tampoco entrábamos en batallas. Cuando hice por primera vez la ‘Aída’, me decía todo el mundo que no la hiciera porque era muy dramática. Y no digamos cuando canté ‘Norma’. ¡Cómo si aquello fuera un escándalo! Me preguntaban que cómo me atrevía a hacer ‘Norma’ Quien me dijo que tenía que hacer esa pieza fue Joan Sutherland. Me regaló su partitura con sus notas y me dijo: “Tienes que cantar Norma. Tienes que cantar lo que Bellini ha escrito, que es como un hilo de voz y tienes la voz ideal”. Eso era el año 68. En el 69 yo hice un concierto en París y María Callas, a la que ya conocía, me dijo lo mismo. Incluso me hizo cantar, recuerdo, en su casa de París unos pasajes. Estaba Bernabé conmigo y le dijo: “Cuida a tu mujer y que cante ‘Norma’, porque después de mí ella será Norma”.  Lo decía con sinceridad, convencida.

María Callas la nombró su sucesora, ¿no?

Pues, sí, lo hizo en entrevistas, en televisión, en sus grabaciones y en su libro. Sufrió mucho. Primero con su familia, después con su carrera y después con su vida personal. Su gran pena y tristeza fue perder el hijo que esperaba porque eso para ella era la gran ilusión: ser madre. Teníamos las dos un grave problema dental e íbamos al mismo dentista en Londres, Alexander.  En una de las llamadas me dijo: “Me voy a Grecia a descansar; necesito descansar todo el mes”. Yo le dije que me habían ofrecido el Nabucco con la Deustche Gramophon y que no me sentía con fuerzas para cantarla. “No lo cantes. Ni se te ocurra. Esto no es para tu voz. Eso es para voces rotas. Tú no tienes la voz rota y no te la quieres romper ¿verdad?”. ¡Los consejos eran de una amabilidad, de un cariño, de un afecto…! Además hay una cosa muy importante: tengo muchas fotos hechas con ella en momentos privados. La admiraba y la quería mucho porque me dio muy buenos consejos.    

¿Qué relación tiene usted con Zaragoza y con este Auditorio?

La relación que tengo con Zaragoza es de muchos años. Mi marido es aragonés, de Villarroya de la Sierra y se formó aquí en un principio. Hemos venido mucho y estoy muy agradecida a Zaragoza. Considero al Auditorio de Zaragoza como uno de los mejores. Conozco los auditorios del mundo entero y puedo juzgar plenamente. Este es un Auditorio donde el sonido no rebota: el sonido fluye, fluye y redondea, y eso es algo que no se fabrica, nace o no nace. Esto es lo mejor que hay para piano, para orquesta, para instrumentos, para voces, para todo. Aquí las grabaciones tienen que salir perfectas porque no hay una estridencia en ningún ángulo. El hecho de poder hacer aquí los ‘Master Class’ y el Concurso Internacional de Canto Montserrat Caballé me da una gran satisfacción. Me encanta enseñar y aprender a la vez. Ojalá podamos hacerlo muchos años porque es un auténtico honor. Cantar aquí es muy bello. Tengo que agradecer profundamente la ayuda que nos da desde el ayuntamiento y el director Miguel Ángel Tapia. Es como un sueño convertido en realidad, ¿me permite que diga esto?

-Por supuesto. La verdad no ofende.

Yo recuerdo que el director del teatro Colón de Buenos Aires me escribió una carta preciosa diciendo que nunca había estado en un lugar como este. Lo mismo me dijo la responsable del Metropolitan de Nueva York. Yo espero que Zaragoza comprenda la importancia del Concurso Internacional de Canto que trae a esta ciudad a cientos y miles de personas de 57 países, como este año, y tiene un gran eco internacional.

Zaragoza es candidata a capital cultural europea 2016. ¿Colaboraría en el apoyo a la candidatura?

Sin duda. Estaría dispuesta para todo como hice con la Expo. La ciudad está bellísima. De repente entras y todo parece un paseo, todo parece bello, todo parece limpio; creo que sería estupendo que Zaragoza fuera capital cultural europea. Sería una gran noticia.

 

EL CAJÓN DE OLVIDOS Y OTRAS INTIMIDADES

En 1965, tras cantar ‘Lucrecia Borgia’ de Donizetti en Nueva York, los críticos resumieron la actuación con esta frase: "Callas + Tebaldi = Montserrat Caballé”. Su voz destaca por su pureza, por su energía y por el control. Montserrat Caballé (Barcelona, 1933) posee una técnica magistral y un espléndido y luminoso sentido del matiz. Es una mujer que siempre está en el camino: lo mismo puede encarnar a Norma, Salomé, Violeta, la Mariscala, Semiramide o Isolda, cantar con Freddy Mercury o pasarse horas y horas estudiando partituras polvorientas o perdidas, las rescata y las difunde, como sucede ahora con Bellini. “Es cierto que me gusta desempolvar obras del cajón del olvido. Eso ya me lo enseñó mi maestra Conchita Badía. Me siento recompensada de haber hecho algo por el compositor porque no hay que olvidar una cosa: por muy bien que se cante, por muy bien que se represente, por muy bien que se sepa, el protagonista de la noche es el compositor. Tú estás al servicio del compositor. Él es el creador de la obra. Tienes que transmitir su mensaje, su sentimiento, la forma en la que él hizo nacer aquello para ofrecerlo al público y el público tiene que conocer a este señor a través de ti, tal vez, pero a través de la música. Lo que no puedes es hacer exhibiciones personales”.

Siente una especial veneración por la enseñanza. Le gusta compartir lo que sabe, enseñar las técnicas de respiración y el contagio de las emociones. Es una mujer de una especial suavidad, aunque a veces tiene fama de seca o distante. “Hay mucha gente que lo dice, pero creo que es inexacto. Una cosa es hablar, dar clases, dar confianza a la gente para que no tenga reparo, para que se sienta libre, y otra cosa es que penetren en tu interior. Una cosa es poder explicar lo que siento y entrar en mis sentimientos, como acabo de hacerlo; otra cosa es cuando quieren hurgar morbosamente en cosas que a veces pueden hacer daño; por ejemplo, hurgar en enfermedades. Yo he padecido varias, algunas graves y estoy aquí de milagro. Mi madre falleció de cáncer, mi padre también. Parte de mi familia  también. Contesto lo más educadamente posible pero no me regodeo en ello. Quizá sea eso”. Está en contra del exhibicionismo personal en la ópera y en la vida.

*Esta entrevista se publicó el domingo en 'Heraldo de Aragón'. La foto la he tomado de internet de la página de 20 minutos.

 

LUIS ANTONIO GONZÁLEZ MARÍN ABRE EL CICLO 'ZARAGOZA EN EL CORAZÓN'

LUIS ANTONIO GONZÁLEZ MARÍN ABRE EL CICLO 'ZARAGOZA EN EL CORAZÓN'

Mañana martes, 18 de septiembre, se inaugura el gran ciclo de conferencias ‘Zaragoza en el corazón’, organizado por la Universidad de Zaragoza y la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Serán ocho conferencias, todas a las 19,30 horas y con entrada libre para cuantos deseanasistir: cuatro en el Paraninfo de nuestra Universidad y cuatro en el Salón de Sesiones del Museo Provincial, sede de la Academia. El ciclo está concebido y planificado por José Luis Melero Rivas, bibliófilo y escritor, a punto de publicar en Xordica un nuevo tomo de artículos: 'El lector incorregible'.

La primera sesión se titula ‘Zaragoza y la música’ y la imparte el musicólogo e intérprete Luis Antonio González Marín. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Académico de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Será a las 19.30 en el Salón de Actos del Museo Provincial de Zaragoza.

 

 

Luis Antonio González. BIOGRAFÍA Y TRAYECTORIA

La inquietud de Luis Antonio González por la interpretación de la música histórica y su interés por la investigación y recuperación del patrimonio musical lo condujeron de un lado a la musicología histórica y de otro a la práctica musical históricamente informada, como organista, clavecinista y director. Estudió en el Conservatorio de Zaragoza, las Universidades de Zaragoza y Bolonia (donde se doctoró becado por el Reale Collegio di Spagna) y numerosos cursos de especialización en varios países europeos. Especialmente influyentes en su formación han sido José V. González Valle, José L. González Uriol, Jan Willem Jansen, Lorenzo Bianconi y Salvador Mas.

Es Científico Titular del CSIC (Departamento de Ciencias Históricas-Musicología, IMF). Desde 2000 ha dirigido el Postgrado de Tecla del CSIC y entre 2006 y 2014 ha sido director de Anuario Musical, la más veterana y prestigiosa de las revistas de musicología españolas. Ha realizado más de 200 publicaciones, prestando especial atención a la práctica musical histórica y a la recuperación de la música española de los siglos XVII y XVIII. Destacan sus ediciones de la obra de Joseph Ruiz Samaniego (fl. 1653-1670) y José de Nebra (1702-1768). Es invitado regularmente como profesor y conferenciante en congresos, cursos y seminarios en Europa y América (Universität Mozarteum de Salzburgo, Centre de Musique Baroque de Versailles, Universität Leipzig, City University of New York, University of Arizona, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidades de Oviedo, Autónoma de Barcelona, Zaragoza, Extremadura, Cádiz, Politécnica de Valencia, Internacional de Andalucía, ESMuC, CSMA, Curso Internacional de Música Antigua de Daroca, Conservatorio de las Rosas de Morelia, Academia Internacional de Órgano de México, Laboratorio di Musica Antica di Quartu St.’Elena...).

Luis Antonio González coordina, mediante un Convenio entre el CSIC y el Arzobispado de Zaragoza, la investigación integral del Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza, uno de los más ricos archivos musicales históricos de España. También asesora las restauraciones de instrumentos históricos de la Diputación de Zaragoza.

En 1992 fundó Los Músicos de Su Alteza. Ha actuado en España, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Suiza, Gran Bretaña, Bulgaria, Rumania, Estados Unidos, México y Túnez. Su discografía comprende una decena de títulos para los sellos Arsis, Prames, Hortus, Dorian y Alpha (Outhere Music).

En su doble faceta de investigador e intérprete ha sido reconocido con numerosos galardones españoles e internacionales: Premio Nacional de Humanidades, de Musicología "Rafael Mitjana", "Fundación Uncastillo", "Defensor de Zaragoza", Diapason d’Or, La Clef, Muse d’Or, Prelude Classical Music Awards, etc. Es Académico de Número de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis.