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Antón Castro

Temas aragoneses

SOBRE 'LABORDETA. UN HOMBRE SIN MÁS'

Juana de Grandes: “Labordeta decía: ‘De Teruel me llevo reservas para toda mi vida’”.

 

La película del escritor, cantante, presentador y político se presentó en la reapertura del ciclo ‘La Buena Estrella’

 

Enrique Vila-Matas, que sospechaba que sus padres lo habían engendrado en una de las celdas del monasterio de Veruela, publicó hace años la novela ‘París no se acaba nunca’, y el título era más que una frase; en su novela ‘Montevideo’ vuelve a París para reafirmarse. De un tiempo a esta parte, con más ahínco o con más argumentos, podemos decir a pleno pulmón: “Labordeta no se acaba nunca”. La película ‘Labordeta. Un hombre sin más’, de Gaizka Urresti y Paula Labordeta, con guión de Miguel Mena y Ángela Labordeta, como se vio ayer en el ciclo La Buena Estrella, donde Ángela fue sustituida por su madre, que es, en el fondo, la protagonista viva, el hilo conductor, bien visible y sereno, de una película que muestra los diversos matices y la complejidad y la creación del autor de ‘El remolino’ o ‘Regular gracias a Dios’.

Luis Alegre, el embajador de la memoria, el cine y la amistad, dijo algo que parece fácil suscribir ahora: “José Antonio Labordeta poesía un carisma y una confianza que nunca nos defraudaban. Con el paso de los años, se ha agigantado su prestigio como hombre decente, e, insisto, se dispara su carisma y su imán”. Juana de Grandes, su viuda, apostilló: “Era de una decencia extrema. Yo le decía: ‘No tengo celos de las mujeres, si tuvieras amantes, que no lo sé, pero de tus amigos ¡tengo unos celos!’. José Antonio, como se ve en la película, tenía un gran sentido de la amistad: dice que la amistad es como un puente cuyas tablas son los amigos, y si se quita o se rompe alguna puede caerse en el abismo”. Juana de Grandes añadió algo más: dijo que ‘Labordeta. Un hombre sin más’ era una película de amor. El amor de un luchador por sus gentes y su tierra. Es toda ella una historia de amor: de un hombre por una mujer, de un hombre por sus hijas y por sus nietas”.

Luis Alegre repartió juego con pequeñas preguntas. La codirectora Paula Labordeta recordó que ella, y la familia, querían dar una visión diferente de su padre, la más completa, quería desmenuzar “el vacío para que lo entendierais del todo. Mi madre me dijo: ‘Si no lo hacemos nosotros, quién va a hacerlo’. Decidí llamar a Gaizka Urresti y el trabajo ha sido increíble. Hemos trabajado mucho y ahora, con la sensación de que vivo una situación como muy rara, le digo a la película: ‘Eres libre. Tienes que volar’”.

Gaizka Urresti explicó que él intenta que cada película que hace sea mejor que la anterior. “Que sea la mejor, aunque a todos los ‘hijos’ los quiero por igual. Ahora ya he tenido que oír aquello de ‘con Labordeta era fácil’. Yo también me digo que nos hemos encontrado con muchos noes en el camino”, explicó, y expresó su felicidad y su satisfacción: si con ‘Auterretrato’, en 2019, logró que la viesen 10.000, a ‘Labordeta. Un hombre sin más’ ya la han visto unas 13.000 y la cifra avanza hacia los 20.000 espectadores que habían soñado”. Recordó que la habían visto 1.000 personas en su estreno en Zaragoza, 400 en Monzón, 145 en Boltaña. “Y no solo eso, en algunos cines de autor, de Madrid, Valladolid y Barcelona es la película más vista; en otros cines, rivaliza con el documental de David Bowie. ¡Quién nos lo iba a decir! Yo creo que esta película es una celebración de la Comunidad de Aragón y está calando. La gente aplaude, canta el ‘Canto a la libertad’, se emociona y te lo dice”, apuntó Gaizka Urresti, que recogió una impresión colectiva: a él, como a Labordeta, su mujer Elisa le había dado “libertad y seguridad para crear”.

Miguel Mena, entre otras cosas, se mostró agradecido y emocionado por haber podido participar en la película como coguionista. Es la tercera vez, por lo menos, que trabaja con Gaizka Urreste: lo hizo en ‘Ese dios que ya no ampara’ y en ‘Bendita calamidad’. Y luego explicó todo lo que había aprendido del cine, que “mucha gente, mucho tiempo y mucho dinero”. Dijo cómo habían escrito el preguión de 30 páginas, luego el guión largo, y cómo había hablado y entrevistado a mucha gente que a lo mejor al final, por cuestiones de montaje, se había quedado fuera y estaban ahí. Recordó a Javier Delgado, a Gonzalo Borrás, a Emilio Gastón; Félix Romeo siempre está vinculado a Labordeta. Y recordó que en el Pilar de 1987 él fue uno de los promotores de un curioso encuentro para Radio Zaragoza: tocó un grupo que empezaba, Héroes del Silencio, Labordeta y, como estrella del momento, el grupo Puturrú de Fuá.

Juana de Grandes recordó que para ella el duelo ha durado doce años, que ha leído la poesía completa y toda la prosa de su marido, que ordenó sus materiales, y en ese proceso halló el ‘Diario íntimo’, que explica muchas cosas -“esa mezcla de fortaleza y fragilidad que tenía mi padre”, deslizó Paula-, que se levantó la Fundación Labordeta y que se hizo la película: “En realidad, no me he separado de Labordeta en todos estos años. Lloré muchísimo, me emocioné, recordé muchas cosas y me encontré con muchos materiales. Labordeta era desordenado pero lo guardaba todo”. El Aula Magna estaba a rebosar. Una mujer le pidió que explicase qué había significado Teruel en su vida: “Nunca cinco años han dado tanto de sí. Labordeta decía: ‘De Teruel me llevo reservas para toda mi vida. Fue intenso. No conocíamos Teruel ni la provincia, y nos fascinó el paisaje y el paisanaje”.

Alguien del público narró el anecdotario de un concierto de José Antonio Labordeta. Entregado e inspirado, Labordeta cantó y cantó en la Expo-2008. Al final, el público le pedía “otra”, y “otra” y “otra”. Repitió y regaló temas. Tras derramar generosamente sus himnos, sus canciones que retratan Aragón por todas las esquinas y sus fantásticos temas de amor, les dijo: “¿Es que no tenéis casa o qué?”. Y Juana recordó que cuando rodaba ‘Un país en la mochila’, a veces no llegaban los presupuestos y se necesitaba dinero para la tele o para el pueblo para mejorar algún aspecto, y él le decía al alcalde: “Si te parece, puedo colaborar con un concierto”. El alcalde decía, cuando José Antonio se daba la vuelta: “Este, con él éxito de ‘Un país en la mochila’ en la televisión, ahora quiere meterse a cantante”.

 

 

JORNADAS DE CINE MUDO DE UNCASTILLO: PREMIOS PARA IVÁN NÚÑEZ Y ANTÓN CASTRO

Tras un parón pandémico de dos años, regresan las Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo y lo hacen cumpliendo 20 ediciones. Aquel Homenaje a Ino Alcubierre que desde la Asociación Cultural La Lonjeta brindamos en 2000 a una olvidada actriz que fue estrella de cine mudo, nacida en Uncastillo, se convirtió de hecho en la primera edición de este encuentro cultural en torno al cine silente y a la música en directo. Una propuesta a la que nos hemos mantenido fieles, enriqueciéndola con todo tipo de músicos y de músicas, incluida la voz humana, quizá el instrumento musical más perfecto. Nacimos como la única muestra anual de cine mudo en Aragón y en España, cuando este apenas se podía ver en filmotecas y en algún superviviente cineclub; 23 años después celebramos que la programación de cine mudo con música en directo, en festivales de cine y otros eventos culturales ya no sea una absoluta rareza.

En estos años hemos realizado proyecciones de cine mudo con música en directo —algunas al aire libre—, de cine mudo actual y de cine sonoro sin diálogos o vinculado al mudo, de todos los géneros y formatos, incluido el cine familiar y amateur; exposiciones, talleres infantiles de cine mudo, publicaciones y carteles, siempre muy cuidados (este año realizado por el artista vasco Roskow); conciertos, cenas en el cine, charlas y presentaciones… Un programa concentrado en tres intensas jornadas, tres días y dos noches de descubrimientos, de emociones y de encuentros. Esa es, quizá, la palabra que mejor define lo que entre todos hemos construido en estas dos décadas: un espacio para el encuentro, la amistad, los afectos...

Este año, cerramos un círculo y volvemos la mirada hacia Ino Alcubierre, subrayando su nombre en nuestro cartel y entregando la Bocinas de Piedra de las Jornadas a sus descendientes: Víctor, Elisabet y Esther, que regresan al pueblo de su abuela. Nos hemos saltado la tradicional configuración temática del programa, pero mantenemos un hilo conductor: todas las películas del programa fueron estrenadas en la década de los años 20 del pasado siglo. No entran en este marco las obras de Segundo de Chomón con las que conmemoramos el 150 aniversario de su nacimiento, que no pudimos celebrar en 2021, en un homenaje que incluye la presentación de ‘Chomón a media luz’, un revelador libro sobre el pionero cineasta turolense escrito por Iván Núñez, quien también recibirá una de las Bocina de Piedra; la proyección de un corto de José Ángel Guimerá y una exposición del Instituto de Estudios Turolenses comisariada por Julio Sánchez Millán.

Las obras de Chomón se proyectarán la noche del viernes (22.30) con el acompañamiento en directo de Geek Orquesta, formada por Juanjo Javierre y Justo Bagüeste. Cerrará la jornada una sesión para adultos, primera en la historia del festival y en la que se podrá ver Consultorio de señoras (1920, Ricardo de Baños), con Josetxo Fernández de Ortega acompañando al piano una de las películas porno que, al parecer, pertenecían a la colección privada del rey Alfonso XIII.

La mañana del sábado (11.00) habrá una sesión especialmente dedicada al público infantil y familiar, con cortos de Chaplin y Harold Lloyd acompañados por el poeta sonoro Gustavo Giménez y el Dj Lord Sassafras. Seguirá la proyección de ‘El tren mongol’ (Ilya Trauberg, 1929), película con la que recordaremos la actual guerra en Ucrania y que interpretará al piano Jaime López, con Esther Bentué como explicadora.

En la sesión de la tarde, recordaremos al gran dramaturgo francés Molière en el 400 aniversario de su nacimiento, reviviendo el estreno de ‘El tartufo’ en 1925 (F. W. Murnau), con la interpretación en directo de la banda sonora compuesta en su día para acompañar esta película, interpretada por uno de los más destacados pianistas de cine mudo de nuestro país, Javier Pérez de Azpeitia. En esa misma sesión se hará entrega de las ‘Bocinas de Piedra’ y del Premio Ramón Perdiguer a la Pasión por el Cine, otorgado al periodista y escritor Antón Castro (el anterior premiado fue Antón García Abril, en 2019).

Por la noche tendrá lugar la ‘Cena en el cine’, con una proyección-concierto muy especial, ‘Whitin Our Gates’ (1920), primer largometraje conservado de un director negro, Oscar Micheaux, que acompañará el cuarteto de jazz madrileño ‘The Silent Entertainers Band’, liderado por el pianista Jorge Gil Zulueta.

El domingo por la mañana cerrará las jornadas la proyección del cortometraje de Segundo de Chomón ‘El heredero de casa Pruna’, con Jaime López, y la película ‘Las siete ocasiones’ (1925), de Buster Keaton, con música del joven pianista Noel Redolar y su hermano Ángel en el papel de explicador. Tras la sesión se celebrará un tradicional vermú popular en la plaza del Mercado de Uncastillo.

Entre otros colaboradores, las Jornadas contarán también este año con la participación de Francisco Boisset, Stella Ibáñez y Amparo Martínez en la presentación de algunas de las proyecciones, y de Tasio Peña en los vídeos.

La Asociación La Lonjeta agradece a instituciones, empresas y colaboradores el apoyo recibido a lo largo de estos años y que ha hecho posible llegar a esta vigésima edición.

 

HISTORIA DE FERMÍN ARRUDI

Fermín Arrudi Urieta (Sallent de Gállego, Huesca, 1870-1913) ha pasado a la historia como ‘El gigante aragonés’ y ‘El coloso de las montañas’. Fue objeto de biografías, investigaciones, testimonios y homenajes, y su existencia y sus fortaleza, y su habilidad con la música, han hecho correr ríos de tinta desde su debut en el las fiestas del Pilar de Zaragoza en octubre de 1891, donde exhibió, además de su descomunal altura, su refinamiento instrumental.

Dos de sus descendientes, el sobrino nieto Pedro Alamañac Arrudi (Salletn de Gállego, 1947) y su hijo Pedro José Alamañac Muzas (1977), publica en Círculo Rojo el volumen ‘Mis memorias contadas’, donde le dan la voz al gigante, que les relataría su vida a sus sobrinas-nietas Carmen y Julia, el mismo año de su muerte, tras su viaje por Argentina (llegó a adquirir una casa en Rosario), Puerto Rico, la isla de Cu ba,m donde su hermanano Valero había servido en el ejército, y Nueva York, ciudad que le deslumbró como deslumbraría años después a Federico García Lorca y donde se le llegó a presentar como una nueva “esperanza blanca” del boxeo: quisieron enfrentarlo al campeón de los pesos pesados Jack Johnson.

A Fermín Arrudí la pasó un poco de todo. Siempre llamó la atención por su estatura, incluso en sus correrías por los montes y los campos. Tenía capacidad de aprendizaje en la escuela: aprendió a tocar varios instrumentos (laúd, requinto, órgano y guitarra) y se sentía muy atraído por la jota aragonesa y las rondas. Tuvo varios maestros, entre ellos Francisco, cura de Sallent y sintió una gran complicidad con su hermano Valero.

Antes de darse a conocer, trabajó en varios empleos. Fue porteador en el balneario de Panticosa, mostró su capacidad para la defensa personal y también colaboró en el intercambio de ganado con Francia, un país qu esería clave en su vida. Fermín les cuenta a sus sobrinas que aprendió desde muy joven un poco de francés. Más tarde, trabajaría en el ferrocarril de Canfranc y en la construcción de putnes del Pirineo, el de Aurín, entre ellos. Tenía tal fortaleza que el capataz le decía: “Pero Fermín, ¡ya me has vuelto a partir otro pico y, además, el mango de la almadena. ¡No sé qué voy a hacer contigo, zagal!”. Logró ser excluido de servicio militar y en la feria de Escarrilla tendría su primera actuación no oficial. “Quedé profundamente sorprendido cuando me di cuenta de que todos me miraban extrañados, porque les pasaba ¡casi medio metro! Mi primera reacción fue la de esconderme de vergüenza, muy lejana a la que tendría años después cuando viajaba con mi propio espectáculo”.

Iba por Casa Sorda de Sallent, donde había nacido y donde vivía el joven, el comerciante vinatero Sebastián Fuentes con sus carromatos. Y un año le propuso - “me propuso salir al mundo y exhibir mi extraordinaria figura para que todo el mundo pudiera conocerme, cuanta más gente, mejo. Mi primera reacción fue negativa” - que se dedicase al espectáculo, que él se responsabilizaba. Fermín cuenta: “Fue a partir de los quince años, y tras periodos en lo que me sentía realmente mal, con fiebre alta y, en ocasiones, fuertes dolores de cabeza, que se me extendían a brazos y piernas, cuando iba descubriendo, cada vez que conseguía levantarme de la cama y mirarme en el espejo, lo que iba creciendo”.

La familia lo pensó casi un año. Cuando regresó Fuentes, le explican que aceptan su propuesta y le ponen algunas condiciones. Tras pernoctar en la posada de las Almas, Fermín Arrudi se presentó en Zaragoza en una barraca. “Mi exhibición consistía en presentarme con mi traje de calzón, medirme con todos los asistentes y tocar mi ‘guitarrico’, entere otras cosas que recuerde”. El gigante también evoca la impresión en el rostro de los asistentes, la afluencia de público, y dice: “Con mi presencia revolucioné aquella ciudad”. Conoció a grandes joteros como El Royo del Rabal y El Tuerto de las Tenerías. Salió en periódicos aragoneses, nacionales e incluso internacionales, y le reclamaron de Huesca, y se exhibió en la Feria de San Andrés.

Después de cada gira, actuación o espectáculo, regredsaba a sus cuarteles de invierno en Sallent. Al año siguiente hizo su primera gira por casi todo el país. En 1892, es recibido por la reina regente, Cristiha de Habsburgo en el Palacio Real,y ella y los infantes le surten de regalos. Arrudí dice que “le perdonó que ‘le escuchimizara’ un par de sillas” y que una de las infantas le dijo: “Aragonés, si con esa manaza me dieras un puñetazo, ¡me matabas!”. Los autores cuentan que, tras la visita, la reina regente le dio “unas 500 pesetas, y las infantas, 250, una, y 100 pesetas, la otra. Aquello me supuso ‘una pequeña fortuna’ por entonces, además diligenciaron los trámites para que me entregasen un fusil Mauser que le había pedido a la reina para cazar osos en el Pirineo (…) Antes de abandonar el Palacio Real, dejamos allí empleado a mi primero Salvador Urieta, ya que siempre había sido su sueño servir en el Palacio Real”. En esa gira, empezó a colaborar con el Circo Parish (antes Pryce), donde tenía que hacer de “espía mudo en una zarzuela, ‘Los Madgyares’

Al año siguiente, realiza su gran gira nacional por Toledo, Córdoba, Barcelona, Valencia, Murcia, Santander ( años más tarde estuvo a punto de sucumbir a unas mujeronas cántabras), Galicia, Teruel, Calatayud, etc. No tardaría dar el salto internacional a Lisboa, y luego a Berlín, París, Viena (“cuyas montañas me recordaban mi querido Pirineo”), o Colonia… Allí, lo esperaba un famoso médico, Pöllinger, y sería examinado por él y por otros. “Las medidas oficiales me dijeron que eran: estatura de 2 metros y 29 centímetros, pie de 48 centímetros y calzado de 58 centímetros, mano extendida de 33 centímetros, contorno de pecho de un metro y 35 centímetros, y peso de unos 170 kilos aproximadamente”. Le hicieron estudio anatómico de su figura, estdiaron sus hábitos alimenticios, analizaron su voz, etc. Todo ello y mucho más es recordado por los autores a través de las cosas que les han ido contando.

Desempolvan reportajes, cartas, diversos documentos, explica su historia de amor con Carle-Luis Dupuis (se casarían el 19 de junio de 1897), que iba verlo todos los días al Cirque Fernande; recuerdan sus diversos espectáculos, entre ellos el exitos ‘El gigante y los enanos’, el impacto de sus actuaciones y de sus gestas, el eco de su sensibilidad artística, y siempre, siempre, su regreso a Sallent, su refugido, donde seguía experimentando la pasión por las montañas. Y allí repasaba una y otra vez su vida y se la contaba a sus familiares como si fuera un cuento fantástico.

 

ALICIA VELA EN EL PARANINFO

ARTES PLÁSTICAS. OCIO Y CULTURA

Alicia Vela: "El arte es mi vida, y es importante porque transforma mentes"

La artista inaugura una retrospectiva de pintura, dibujo y grabado en el Paraninfo, con textos literarios, bajo el título de 'Rastros'

PRESENTACION DE LA EXPOSICION DE ALICIA VELA / PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD ( ZARAGOZA ) / 20/01/2022 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]Alicia Vela posa entre dos cuadros: al fondo su homenaje a Alicia Liddell y sus dibujos en la pared.Oliver Duch.

“El arte ha sido mi vida. He compartido todo porque la facultad de Bellas Artes de Barcelona, donde he dado clases hasta mi jubilación, ha sido para mí un intercambio. Creo que la potencia de un profesor es que, de alguna manera, tiene que estar activo en el campo de la creación, si no qué vas a enseñar. Para mí el arte es algo importantísimo para la sociedad, el arte transforma mentes, te hace pensar. No es una cosa baladí”, dice Alicia Vela (Villalengua, Zaragoza, 1950) en la presentación de su retrospectiva de un cuarto de siglo, de 1982 a 2007, ‘Rastros’, en las salas Goya y Saura del Paraninfo.

La artista confiesa que el arte le interesa desde la niñez. Desde que cogió un modesto caballete, con diez u once años, y se puso a pintar en mitad de un camino de Villalengua. El creador hace su camino al pintar y deja por aquí y por allá sus manchas, sus papeles, sus sueños. Ella siempre ha asumido cuánto le marcó su infancia en el mundo rural. Años más tarde, tras estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, y luego en la Facultad de Bellas Artes en Barcelona, su obra se desplegaría en muchas direcciones, gracias sobre todo al galerista René Metras, que la presentó en Arco.

Por eso ‘Rastros’ contiene los ecos de su trayectoria plástica y vital -con resonancias literarias tanto ‘Alicia en el País de las Maravillas’ como ‘Las Mil y una noches’- con las técnicas y los temas que le han interesado: la pintura, que no ha dejado nunca pero que desarrolló de manera especial en los 80 y 90, los grabados (xilografía y litografía, especialmente; “la piedra es deliciosa”, confirma) y los dibujos. Confiesa: “He hecho muchos dibujos. De noche sobre todo, a veces uno por día. Eran como el contrapunto a mis estudios teóricos cuando preparaba mi tesis doctoral sobre ‘La velocidad y la red’, que alude a una metáfora. En aquella época me interesaba mucho María Zambrano y le rendí homenaje con la serie ‘Dos polos de silencio’”.

Para Alicia Vela esta exposición es muy importante. Aquí, en el Paraninfo, había participado en tres exposiciones comisariadas por Cristina Giménez (‘Identidades’) y Chus Tudelilla (‘Relatos’ y ‘Círculo de tiza’), se siente especialmente feliz. Así lo expresa: “Para mí esta exposición es un auténtico honor. Este lugar tiene unas connotaciones importantes y entrañables para mí. Mi vida, desde que estudié Bellas Artes en Barcelona, ha estado ligada a Barcelona y a Zaragoza, y más adelante, fui profesora de la Facultad y bueno el hecho de que sea el Paraninfo, me gusta y me emociona. Yo he combinado la docencia con la praxis artística”. Hay más razones, claro: admira mucho a Santiago Ramón y Cajal, y el Paraninfo está muy vinculado con sus inicios, y también con sus dibujos, que están depositados en parte aquí. Y a la artista, de manera especial, le han interesado las células, las neuronas, el cerebro (su madre padeció alzhéimer, y ese mal de la memoria que se borra también está en sus obras), las amebas, pero también las libélulas, las hormigas y los insectos.

‘Rastros’ tiene un hilo argumental de obsesiones y de memoria, de trazos y de color. Y tiene una conexión inequívoca: las dos caras del espejo, vinculado también a la Alicia soñada por Lewis Carroll. Dicho sea de paso, la producción de Alicia Vela reivindica la condición femenina, como expresó Victoria Bordonaba, directora del Área de Cultura de la Universidad de Zaragoza, y otra cosa más: el arte de volar, mediante las alas y el sueño. “Mi obra tiene muchas cosas, muchas series, y tiene una dimensión simbólica, está llena de símbolos. Pero, casi siempre, más allá de lo diga o explique el artista, importa mucho la mirada y la percepción del espectador”.

PRESENTACION DE LA EXPOSICION DE ALICIA VELA / PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD ( ZARAGOZA ) / 20/01/2022 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
El cuadro que ocupa la pared central del Paraninfo de la Universidad en la sala Antonio Saura.Oliver Duch.

La comisaria de la muestra Carmen Abad Zardoya reconoció que la muestra refleja “los ecos del pasado, del presente y del futuro de Alicia Vela”, una artista con gran personalidad y sutileza poética que ha expuesto en nueve países de tres continentes. “Hacer la selección de las obras ha sido algo muy doloroso. El trabajo de Alicia Vela está muy ligado a la ciencia y hemos querido crear una imagen especular que una a las dos salas”. Esa simetría se percibe con claridad: si uno se coloca en el centro y mira hacia la sala Goya y mira luego hacia la sala Saura ve un montaje simétrico con dos potentes obras y cuatro dibujos que dialogan entre sí.

De sus trabajos sobre ‘Alicia en el país de las maravillas’, Alicia Vela ha hecho un montaje: expone una pieza y pinta toda la superficie. Con humor: “El artista, como el asesino, siempre vuelve al lugar del crimen. Y he vuelto a pintar esta pared”. Carmen Abad ha trabajado mucho en el proyecto con Joan Morey y todo el equipo del Paraninfo, comandado por Yolanda Polo, y entiende que la exposición ofrece dos líneas de trabajo: en la sala Goya, la pintura, con algunos grabados y dibujos, resulta más densa y que está inscrita en el arte de los 80 y 90 -como recuerda Alejandro Ratia en el catálogo, que la vincula con aragoneses como Menchu Lamas y Miguel Galanda-, y en la sala Saura la atmósfera es más evanescente; “vaporosa”, dijo Joan Morey. Ahí, la artista de Villalengua rinde homenaje a Joseph Beuys, al que vio y oyó en 1982 en la Documenta de Kassel.

La exposición, variada y sutil, incorpora una selección de textos de la propia Alicia Vela, poéticos, narrativos y aforísticos, que van en mayor número en el catálogo, donde también escriben la comisaria Carmen Abad, profesora de Bellas Artes de la Universidad de Zaragoza, y Alejandro Ratia, comisario y crítico de arte de HERALDO.

PRESENTACION DE LA EXPOSICION DE ALICIA VELA / PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD ( ZARAGOZA ) / 20/01/2022 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
El esplendor del color y del dibujo de Alicia Vela, con vinculaciones al cerebro y la sangre.Oliver Duch.

UN DOCUMENTAL SOBRE ODÓN DE BUEN

UN DOCUMENTAL SOBRE ODÓN DE BUEN

 

Odón de Buen y del Cos representa a toda una generación de intelectuales y científicos de un país que fueron olvidados. Creo que es muy bonito que sea Zuera, el lugar donde nació, el que se esté encargando de recuperar su memoria y que haya recuperado sus restos y los de su esposa Rafaela Lozano”, dice la realizadora Mirella R. Abrisqueta, que ya ha iniciado el rodaje de un documental sobre el científico, catedrático y escritor zufariense. “Es un personaje más interesante y más profundo y que aportó más a este país de lo que a veces, en un primera vista, parece. Es más que el padre de la Oceanografía Española, cuyo instituto fundó en 1914. Ahí están sus aportaciones a al ecología, el darwinismo, del que fue un gran defensor, la forma de enseñar ciencias en la Universidad”, agrega la director de Andres Casamayor.

Tengo, además, una buena noticia, muy estimulante para nosotros: este pasado lunes me reunía en Madrid con el actor Carmelo Gómez, que se ha sumado al proyecto. El dará vida a Odón de Buen en las dramatizaciones que haremos: le ha interesado mucho el personaje, el guión, y está entusiasmado. Carmelo Gómez es un actor que ofrece además ideas propias”, matiza Abrisqueta, que asume que los documentales tienen vida propia. “Nunca lo sabes todo y a veces vas modificando sutilmente la obra en función de lo que aportan los especialistas y los propios hallazgos de grabación”. El director de fotografía será Juan Plaza. “Carmelo Gómez dará vida a Odón y recordará sus cartas, sus conferencias, sus teorías, algunos de sus libros como ‘De Kristianía a Tuggurt’, donde narra su viaje en la fragata Blanca. Eso es capital para nosotros, que hable también el científico y marino”.

El rodaje ya se ha iniciado en distintos lugares como Mónaco y Banyuls-sur-Mer, Mallorca y, por supuesto Zuera, donde se cuenta con un Centro de Estudios Odón de Buen, que dirige Javier Puyuelo.

Hemos comprobado que en Francia Odón de Buen es muy conocido y hemos entrevistado a varias personas ya. No diría que es más conocido allí que en España, pero sí hemos es admirado y querido y que ha dejado una visible huella”, dice Mirella R. Abrisqueta, y recuerda algunos detalles: Odón de Buen, que pasó por diversas dificultades por sus métodos de enseñanza, era amigo de grandes personajes: contertulio asiduo de Ramón y Cajal, también fue amigo de reyes y príncipes. Uno de ellos fue el príncipe Alberto I de Mónaco, padre de Rainiero y abuelo de Alberto II de Mónaco, al que llamaban ‘el príncipe navegante’. Se formó en España. “Hemos descubierto a todo un personaje. Fue un auténtico mecenas, navegó mucho, era experto en Paleontología y él fue determinante para que Alfonso XIII apoyase a Odón de Buen en la creación del Instituto Español de Oceanografía. La verdad es que llegamos a Francia para rodar y entrevistar a especialistas y nos recibieron con los brazos abiertos”, dice Mirella. Tanto debió ser así que la realizadora ha pensado hacer una versión del documental el francés.

Mallorca es otro lugar clave. “Hemos rodado en varios lugares. En el Instituto Oceanográfico y en Museo Marítimo. Se ve que Odón es un personaje con carisma”. A veces aparece envuelto en seriedad, era catedrático y durante casi 45 años impartió clases a 25.000 alumnos en Barcelona y Madrid, sobre todo, pero la directora y productora ha comprobado que Odón de Buen era un hombre profundamente “simpático y afable”. “Mallorca fue clave en su biografía. Cuando vio que en Madrid se agitaba en 1936, Odón de Buen decidió irse a Mallorca. A los dos o tres días de su llegada estalló la Guerra Civil y fue detenido. Estuvo preso un año completo y fue intercambiado por una hija y una hermana de Miguel Primo de Rivera. Y luego ya acabó sus días en el exilio mexicano donde murió en 1945. A su hijo Sadí le ocurrió tanto en Córdoba, con tan mala suerte que a él lo ejecutaron muy pronto”. En Zuera, ya han grabado diversos lugares y los testimonios de la bibliotecaria Chus Juste, “la mujer que mima su legado”, entre otros.

 

HOMENAJE A JOSÉ VERÓN EN CAJA RURAL

HOMENAJE A JOSÉ VERÓN EN CAJA RURAL

[Nota de Ana Rioja.] La Asociación Aragonesa de Escritores (AAE) rendirá hoy miércoles 19 de mayo un homenaje al José Verón Gormaz, uno de los referentes de la literatura aragonesa contemporánea con una obra literaria muy extensa, galardonado con el Premio Imán que concede esta Asociación y con el Premio de las Letras Aragonesas. El homenaje se desarrollará en un emotivo acto que celebrarán en el Salón de Actos de la Caja Rural de Aragón, entidad colaboradora con la AAE, a las 19 horas.

En este acto se realizará una semblanza de su vida y una lectura de su obra a cargo de miembros de la AAE. Al finalizar, el presidente de la Asociación, Javier Fernández, le entregará “La Pajarita”, escultura que es la máxima distinción de la Asociación y le dirigirá unas palabras. Coordina el acto Adolfo Burriel y lo presentará Fernando Sarría. Estará amenizado con la música del cantante y guitarrista zaragozano May B. La entrada es restringida y el aforo ya está completo, pero se retransmitirán en directo por la página web de la Fundación Caja Rural-Fundación TV y por su canal de YouTube. Posteriormente, también se podrá ver en el Canal de YouTube de la AAE.

José Verón estará acompañado en este homenaje de su familia, amigos, y compañeros de la Asociación Aragonesa de Escritores. También ha confirmado su asistencia José Manuel Aranda, alcalde de Calatayud, ciudad en la que nació el homenajeado.

El escritor José Antonio Conde realizará una semblanza de la vida y de la obra de José Verón Gormaz (Calatayud, 1946) y que resume así: “José Verón es uno de los referentes de la literatura aragonesa con una obra literaria muy extensa, que incluye 24 libros de poesía, ocho libros de narrativa y cinco libros de fotografía y además ha colaborado en más de 90 obras colectivas. Una de las características de su obra literaria es la pasión, así como la memoria y el rigor en el tratamiento de los textos. Como fotógrafo ha realizado más de 100 exposiciones individuales y su labor cultural ha sido reconocida con diferentes premios, entre ellos, Hijo Predilecto de Calatayud, Premio de las Letras Aragonesas 2013 y Premio Imán de la Asociación Aragonesa de Escritores. También tiene en su haber el Premio Husa de Periodismo. Y es miembro de la Academia de Bellas Artes de San Luis”.

La ambientación musical del acto correrá a cargo de May B., cantante y guitarrista zaragozano, un músico que se adentra en el mundo de la electrónica, fusionado sonidos, junto a su guitarra y su voz. Además de su amplio y variado repertorio de versiones, el músico también cuenta con canciones propias.

Asimismo, el miércoles 26 de mayo se realizará, en el mismo escenario y a la misma hora, otro homenaje al gran poeta aragonés Ángel Guinda, por la voluntad de la Asociación Aragonesa de Escritores de reconocer a sus socios más ilustres y hacerlo leyendo su obra.

UN DIÁLOGO CON ÁNGELA CENARRO

Angela Cenarro, primera mujer catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.Oliver Duch.

“Soy tranquila, de ritmo lento, y me incomoda mucho trabajar y hacer cosas de manera apresurada, necesito mi tiempo. La universidad ha pasado de ser un sitio donde la gente vivía bastante bien e investigaba, a un sitio inhóspito, en los últimos años se ha burocratizado enormemente. Nos pasamos el día haciendo papeles y estos es algo que no se ve en los currículos… Con todo me gusta mi oficio: la docencia, investigar, realizar proyectos y me encanta dirigir tesis doctorales; me encanta ayudar a encauzar líneas de trabajo y a la vez me gusta dar libertad. He dirigido seis y ahora dirijo otras cinco más”, dice, casi a modo de autorretrato, Ángela Cenarro Lagunas (Zaragoza, 1965), que acaba de ser acreditada como catedrática, y es la primera mujer que lo logra en la Universidad de Zaragoza en la especialidad de Historia Contemporánea.

"Con todo me gusta mi oficio: la docencia, investigar, realizar proyectos y me encanta dirigir tesis doctorales; me encanta ayudar a encauzar líneas de trabajo y a la vez me gusta dar libertad"

¿Cómo se siente?

Muy bien. Lo llevo con alegría y gratitud, porque es un reconocimiento a muchos años de trabajo. He recibido muchas felicitaciones desde todos los lugares, sobre todo a raíz del artículo de María Pilar Benítez en HERALDO. Me ha emocionado que me han escrito alumnos de hasta hace diez años. Y a la vez esto de ser la primera produce una sensación un poco ambivalente: por un lado te alegras, pero no por ser la primera sino por el hecho de haber llegado aquí, y por otro lado te hace pensar que qué está pasando, qué mecanismos invisibles o sutiles hay para que qué una mujer sea catedrática sea noticia...

Bueno, es la primera en un área importante en Aragón.

Está claro que es un área de una gran potencia investigadora y con una enorme proyección porque aquí ha habido maestros que marcaron líneas de investigación, que hemos continuado y a la vez hemos abierto otras. Y claro es como recoger un legado y a la vez abrir caminos para los y las que vengan detrás, que esto a mí me interesa mucho.

Hay otro detalle que refrenda el hecho: cuando se habla de la ‘Escuela de Zaragoza’ se piensa en señores -Carreras, Forcadell, Carmelo Romero, Julián Casanova, Ignacio Peiró…-, pero también con ellos ha habido muchas mujeres. Pienso, de entrada, en las que firmaron con usted ‘El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939)’ en 1992, Julia Cifuentes, María Pilar Maluenda, María Pilar Salomón, y en Inma Blasco, en Mercedes Yusta, en Carmen Frías...

-Sí, somos muchas mujeres. Creo que ha habido un momento en que las mujeres accedimos de forma masiva a la universidad y a los niveles más altos, a la investigación, con becas pre y post doctorales, y con contratos y es un fenómeno social Y tiene que ver con un cambio social y la democratización de la universidad, pero ahí señalaría dos cuestiones más.

Diga, diga

Siempre ha habido generación de madres que han tenido un empeño especial en que sus hijas estudiaran, y eso no se suele contar. Eso hay que valorarlo, porque ellas han sido las promotoras silenciosas y anónimas de ese enorme cambio social que es que las mujeres estén incluso por encima del 50 % en la Universidad… Y por otro lado, la responsabilidad. Vivo esto con alegría, pero también con responsabilidad. No podemos quedarnos quietas por haber llegado hasta aquí. Las chicas, y es un tema que me preocupa mucho, las chicas no están llegando a los niveles postdoctorales. Hasta el doctorado hay bastante equilibrio, pero ya en el postdoctorado se produce una brecha enorme.

¿A qué lo atribuye?

La crisis ha traído la restricción de plazas, como consecuencia de ello hace que esta sea una carrera hipercompetitiva entre los 30 y 40 años, hay que calcular unos diez años de carrera postdoctoral hasta que se consigue una forma de estabilidad, en forma de titularidad o de contrato indefinido… Y mi impresión es que las chicas no se sienten con fuerza de abordar diez años de inestabilidad. Viven la carrera de otra manera, no sé si son más pragmáticas, si también se plantean aspectos como la maternidad. Esos son elementos culturales, mecanismos sutiles e invisibles, entre ellos el famoso techo de cristal, y de cómo quieren abordar su vida y su futuro. No es un tema menor.

ANGELA CENARRO ( PROFESORA DE HISTORIA CONTEMPORANEA EN LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA Y ESCRITORA ) / 08/04/2021 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Angela Cerrano, en la biblioteca de su casa. 
Oliver Duch.

Demos un giro. ¿Cuándo sintió la llamada de la Historia?

Con trece años. Tuve una profesora de un colegio en Madrid (nací en Zaragoza, pero vivimos en Barcelona, Madrid y en Burgos en un período de siete años) que explicaba la Historia de maravilla. Con ella todo adquiría sentido. Me gustaba la manera de contar, de explicar, de mirar al pasado, como algo que no era un cúmulo de nombres, lugares y hechos, de informaciones memorísticas, sino que tenía su lógica. No me identifico en exceso con el modelo erudito.

O sea que cuando llegó a la universidad lo tenía muy claro. ¿Ya había elegido Historia Contemporánea?

No eso vino luego. Me apasionaba la Historia Antigua, el Arte, bueno, la vocación se definió hacia la mitad de la carrera.

Ahí aparecen profesores claves. Usted siempre habla de Julián Casanova.

Sí claro. Es mi maestro. Él acababa de llegar de sus posdoctoral de Londres y estaba lleno de energía, las clases eran apasionantes, nos abrió un montón de mundos y de referencias. Los movimientos sociales, por ejemplo, el movimiento obrero, el feminismo. El feminismo lo veíamos a finales de los 80 en las clases de Julián Casanova, todas las teorías de la revolución, la Guerra Civil… No habíamos estudiado la Guerra Civil, pero si es que debimos ser la primera generación que estudiamos la Guerra Civil en la Universidad… Su llegada a Zaragoza fue una bocanada de aire fresco en una universidad que, todo hay que decirlo, ya había maestros de verdad: Juan José Carreras, Carlos Forcadell, que tenían un compromiso democrático y eso se traducía en la manera de enfocar el pasado.

"La llegada de Julián Casanova a Zaragoza fue una bocanada de aire fresco en una universidad que, todo hay que decirlo, ya había maestros de verdad: Juan José Carreras, Carlos Forcadell, que tenían un compromiso democrático y eso se traducía en la manera de enfocar el pasado"

¿No había maestras?

A mí me gustó mucho, me encantó, es verdad, Mariví Escribano. Estaba haciendo la tesis, e impartía unas clases impecables, eruditas, preparadísimas. Ella nos contaba que igual pasaba días y días leyendo para hablar luego quince minutos. Era de una entrega increíble… Fueron años de aprendizaje intensísimo, de estudio con pasión. La biblioteca del Departamento estaba siempre llena, había que correr para coger sitio, ¡qué tiempos! Deshacíamos los libros de tanto usarlos.

Y de repente se incorpora a un proyecto pionero, ‘El pasado oculto’, que publicó en 1992 Siglo XXI y luego reeditó Mira. ¿Por qué le tocó Teruel?

Julián Casanova había montado un grupo de investigación, y esta es otra idea que me gustaría señalar: venimos trabajando desde finales de los 80 en grupos, en equipos de investigación. Las investigaciones de Huesca y Zaragoza ya estaban asignadas y a mí me tocó Teruel. Y coincidió que solicité una beca al Instituto de Estudios Turolenses y me la dieron. El trabajo se hizo con las fuentes de archivos, con los registros civiles, había que recorrer los municipios de toda la provincia para ver las actas municipales, cuando eran pueblos de cierta envergadura, o el libro de defunciones. Y bueno, aquello fue una aventura, no conducía., dependía de que me llevaran compañeros. Fue toda una odisea. Gracias al carácter pionero del trabajo en aquel momento no había ninguna suspicacia ni ningún reparo que miraras los libros de defunciones o las actas municipales. Buscábamos los fusilados del régimen de Franco desde 1936 hasta 1939; a partir de 1938 las ejecuciones ya se hacían en Zaragoza.

Ese libro la marcó mucho.

Si, era un proyecto financiado, con becas y respaldo del Gobierno de Aragón. Fue un libro pionero en la recuperación de ese pasado incómodo, y a partir de entonces seguí los temas del franquismo Hice la tesis sobre los orígenes del franquismo en Aragón, que luego se convirtió en el libro ‘Cruzados y camisas azules’ (PUZ). Y luego estuve dos años en Londres conociendo la Historiografía hispanista de Raymond Carr, Paul Preston, E. P. Thompson... Y más tarde, también trabajé en Nueva York, pero para entonces ya me había especializado en la perspectiva de género, impartía ‘Historia de las Mujeres en Occidente en la Edad Contemporánea’, que fue otra hermosa experiencia que me ha llevado por nuevos caminos. 

"No tengo un modelo de historiadora. Quiero seguir haciendo proyectos. Me gustaría en estos años que me quedan de vida universitaria seguir trabajando en esta línea de franquismo y mujeres que llevo"

Ha publicado dos libros importantes como 'La sonrisa de Falange. Auxilio Social en la guerra civil y la posguerra' (Crítica) y 'Los niños del Auxilio Social' (Espasa).

El primero me condujo al segundo. Me escribió mucha gente y surgió la oportunidad de hacer historia oral, que es otra forma de abordar la historia, no sirve para rastrear datos sino para ahondar en la subjetividad. Todo lo que yo había ido estudiando en los archivos, eso que eran listados fríos de nombres y fechas, de repente se hacían carne: esa herida enorme que sufrió la sociedad española en la guerra se hizo visible a través del relato y el testimonio de una veintena de personas.

¿Qué historiadora quiere ser?

No tengo un modelo. Quiero seguir haciendo proyectos. Me gustaría en estos años que me quedan de vida universitaria seguir trabajando en esta línea de franquismo y mujeres que llevo. Como le avanzaba, me gustaría hacer algunas pequeñas biografías -el genero biográfico está en alza de moda-; analizar grandes procesos de cambios históricos a partir de trayectorias individuales. Me parece un mundo fascinante. Y me encantaría analiza, visibilizar y analizar críticamente esas trayectorias de vida de mujeres.

¿Cambia la vida una cátedra?

No. La vida va a seguir igual pero con un mayor sentimiento de responsabilidad hacia todo aquello que haces…

Se atrevería a recomendar algunos libros de Historia que sean especialmente importantes.

Dejo al margen los de mis maestros, que tanto me han influido y que no sabría cuál escoger, y elijo tres. La biografía de 'Emilia Pardo Bazán' de Isabel Burdiel, que me parece insuperable, francamente. Es un libro magnifico de una madurez y una brillantez abrumadoras. Me gustó mucho también ‘La Europa negra’ de Mark Mazower, fascinante, arrojaba una mirada del siglo XX más compleja. Señalaba que los autoritarismos, al margen de esa dimensión represiva, también habían tenido un apoyo, un respaldo, y habían creado mecanismos de protección y de bienestar, con todos los calificativos que queramos ponerles, y de consensos. Mark Mazower es muy interesante. Y ‘Rojas’ de Mary Nash es otro de libros que recomiendo a cualquier lector.

 

JAVIER SIERRA: AUTORES, LECTURAS, RECUERDOS, PÀSIONES. UN DIÁLOGO

¿Cuál es el primer libro, o los primeros libros, que le cambiaron la vida?

Mi vida va cambiando por etapas que marcan sucesivas lecturas. Si en mi primera infancia fue Julio Verne y sus “Veinte mil leguas de viaje submarino” quien movió mi brújula, luego serían “El nombre de la rosa” de Eco o “El ocho” de Katherine Neville quienes tocarían mi adolescencia. Me conmoví con “Caballo de Troya” de J. J. Benítez cuando dejé de ser monaguillo siendo niño y me maravillé con aquel “En busca del Unicornio” de Eslava Galán, poco después. Hoy son otros los autores que me impactan. Joseph Campbell y su “Héroe de las mil caras” compite con “La rama dorada” de James Frazer en mi búsqueda de respuestas a por qué los humanos necesitamos contarnos (y que nos cuenten) historias para evolucionar.

-¿Y el que te reveló los poderes de la literatura?

¡El Príncipito de Exupèry! Fue un libro que me reconcilió con otras formas de contemplar el mundo y el que me dejó entrever que un buen libro, en el momento oportuno, puede llegar a cambiarte la vida.

-¿Quiénes son los autores de tu vida?

            Es curioso. Esa nómina se amplia constantemente. A algunos los leí antes de conocerlos; a otros, al revés. Pero en esa lista no faltan nunca Antonio Ribera (el primer autor que me dedicó un libro y que, cuando tenía yo solo 14 años, inició una bonita correspondencia conmigo), Christian Jacq (le debo parte de mi fascinación por Egipto), Carl Sagan (sus ensayos son más filosóficos que astronómicos, y cada vez que los releo me lo recuerdan), pero también en tiempos más recientes Alberto Manguel (que tradujo mi “Cena secreta” al inglés y que se me reveló entonces como el sabio que es) o Umberto Eco.

Esta semana hablabas de Ramón Sender. ¿Te marcó de alguna manera, cuál es tu libro favorito y por qué?

Sender es un autor casi inabarcable, con registros muy distintos. No puede decirse que siguiera una única línea. De él me fascinan sus escritos más americanos porque el Suroeste de los Estados Unidos lo marcó tanto como a mí. Supongo que es el hechizo de las praderas infinitas lo que nos cautivó a ambos. Pero si tuviera que quedarme con uno, seria su “Álbum de radiografías secretas”, una suerte de memorias a borbotones en las que dejó constancia del tipo de mente despierta que tenía.

-¿Qué libros te acompañan siempre, o casi siempre?

Me encantan los libros de viaje, los diarios de aquellos que cruzaron el mundo en busca de una quimera o un imposible. Esos relatos de buscadores de Atlántidas, reinos perdidos, Preste Juanes y tesoros sagrados me fascinan porque son fruto de “locuras” en las que veo el gérmen de la verdadera literatura. Y esa lista la encabeza siempre un libro que me deja exhausto cada vez que me acerco a él, pero que al tiempo me atrae: “La epopeya de Gilgamesh”. Quizá la novela más antigua de la Humanidad.

-¿Qué buscas en la literatura, en la que escribes y en la que lees?

Trascendencia. Creo que la literatura es la única herramienta de que disponemos para resolver (o, al menos, intentar resolver) las grandes preguntas que nos hacemos. Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos se explican mejor con ayuda de la ficción. Y es más honesto que hacer pasar respuestas a esas dudas como verdades. Eso es lo que hacen las religiones.

-¿El inicio que más te conmovió o te conmueve?

Quizá el de “Caballo de Troya”. El autor se metió en su novela y convirtió su obra en una duda permanente sobre la verosimilitud de lo narrado. Tener en ascuas así al lector es una virtud.

¿Qué encuentras en los best-sellers, y cuáles serían tus favoritos?

Los bestsellers no son sino historias que apelan a códigos que todo el mundo comprende. Lo que más valoro en ellos es la habilidad de sus autores por detectar ese arquetipo o concepto universal y transformarlo en literatura. Es, por ejemplo, el caso de “El Alquimista” de Coelho. Literariamente no es una gran novela, pero apela a la necesidad de búsqueda que anida en todos nosotros. Y la transmite con una eficacia maravillosamente simple.

¿Qué le debes más a la radio o a Teruel?

A Teruel, sin duda. Ese concepto alberga la radio, las primeras lecturas, las excursiones en bicicleta, los primeros atardeceres y las primeras noches en vela, los sueños, los enamoramientos… Ahí me construí como ser humano.

¿Qué te sientes más, periodista, escritor, divulgador o investigador de misterios? ¿Cómo sería tu autorretrato literario?

La respuesta a eso es la más sencilla de cuantas te he dado en esta entrevista: soy un niño curioso.

¿Qué crónicas, memorias o autobiografías rescatarías de escritores olvidados, raros o de fantasía?

Sería una lista larga, pero la encabezaría con “La lámpara maravillosa” de Valle-Inclán. Él no es un autor olvidado, pero esa obra si lo es porque nadie la entendió en su día. Y es un breviario espiritual, íntimo, que disecciona la mente de ese genio. Y quizá la cerraría con “Memoria de la melancolía” de María Teresa León, la esposa de Alberti que se afanó en sacar los cuadros del Prado durante la Guerra Civil española y que escribió un texto intenso de esos años de sangre y hiel.

-¿Los tres últimos libros, más o menos recientes que te hayan conmovido?

El cazador celeste” de Roberto Calasso; “El asesinato de Platón” de Marcos Chicot y “El infinito en un junco” de Irene Vallejo.

-¿Coleccionas algún autor, eres fetichista?

Colecciono a muchos autores de novela histórica españoles a los que admiro, como Santiago Posteguillo, José Luis Corral, José Calvo Poyato o Juan Eslava. Si descubro que me falta alguna de sus obras, me pongo muy nervioso.

-¿Cuál es el libro (o libros) de tu biblioteca que tiene para ti una historia especial, singular o emotiva?

Le tengo un especial cariño a la colección “La memoria del Fénix” que publico Tecnos en los años ochenta. Me la regaló en su día Juan García Atienza, un olvidado autor especializado en la “España mágica”, que creyó que en mis manos sería útil. Y lo ha sido. Aprendí mucho de sus títulos, algunos tan raros como “Historia de las cuevas de Salamanca” o “Sueños y procesos de Lucrecia de León”.

-¿Hay una cita o un fragmento de un libro que te defina o que te guste especialmente?

La manida cita del poeta Paul Eluard “hay otros mundos, pero están en éste”, define mi campo de interés.

¿Dónde lees, en qué soporte, en qué momentos al día, cuánto tiempo? ¿Cómo son tus originales? ¿A mano, a ordenador, con enmiendas?

Leo en papel el 80% del tiempo. Lo hago de la mañana a la tarde y solo interrumpo ese hábito cuando empiezo a escribir un libro y me limito a consultar lo leído. Escribo a ordenador cuando lo que acometo es un texto para publicar, pero a mano siempre que pienso o reflexiono sobre materias o historias que creo debo “metabolizar”. La caligrafía me ayuda más que cualquier otra disciplina a memorizar y hacer mío algo.

¿En qué consiste leer?

En preguntarle al texto.

¿Qué lugar ocupar el amor en tus libros?

Si te refieres a amor humano y al lugar que ocupa en mi literatura, te diré que menos del que debiera. Quizá sea “La pirámide inmortal” el libro en el que está más presente. Y no invade más páginas en otras novelas porque el amor humano me impone un respeto cercano al miedo. Pero si te refieres al amor como concepto abstracto, entonces la respuesta es otra: ¡todo!

¿Qué te atrae de San Valentín?

Sus profundas raíces paganas, vinculadas a ritos de fertilidad que debieron nacer en la Prehistoria.

¿Los libros de amor que más te han conmovido?

Los vinculados a eso que los medievalistas llaman “amor cortés”. Son obras en las que se gestó el amor romántico que hoy señorea el mundo.

¿Tras una noche con Los Amantes de Teruel, se sabe más del amor o de la muerte?

Del amor, sin duda. Es lo que está a este lado de la vida. De la muerte seguimos sin saber nada.

¿Quiénes son tus héroes/heroínas de amor?

Son mis padres. Sin duda. Hace unos meses cumplieron medio siglo de matrimonio y están más cómplices y unidos que nunca. Los miro y veo en ellos el ejemplo de lo que es una relación de simbiosis constructiva, siempre con la mirada puesta en un horizonte que nunca han abandonado.

Piensa en Pandora. ¿Lo más es difícil es guardar un secreto? ¿Es ella la primera narradora desesperada por contar lo que sabe?

No es fácil guardar un secreto cuando comprendes que el final de tu vida se aproxima a gran velocidad. Si te lo llevas contigo sabes que estás hurtándole algo al futuro que podría servir para interpretar el pasado. Por eso, volcar ese secreto en un escrito es la única alternativa que tienes. Escribiéndolo no violas el secreto. Trasladas esa responsabilidad al hipotético lector y confías en su prudencia. De esa idea nace “El mensaje de Pandora”.

¿Qué quisiste hacer con esa novela? ¿Crees que acertaste en algo?

Quise que mi lector reflexionara sobre el momento histórico en el que estamos. Tenía tantas historias, datos y sensaciones que compartirle que pensé en escribirle una carta. Arys, su protagonista, es una metáfora del lector que adivino asomándose a mis páginas. Alguien con espíritu joven que necesita información sólida sobre la que caminar. Con todo, algunas de las ideas de mi libro están muy por delante aún de esta época tan antropocéntrica, tan cortoplacista.

¿Cuál es el lugar de la ciencia en tu obra?

La ciencia es una actitud. La de querer comprender las leyes que rigen el Universo que habitamos. Desde ese punto de vista, su lugar en mi literatura es central. Pero ojo, no me interesa la ciencia que cree saber sino la que duda y se hace preguntas por su imperiosa hambre de conocer.

¿Cómo defines la otra dimensión, podemos verla cualquiera?

La otra dimensión es ese “reino” en el que habita todo lo que no podemos racionalizar, pesar o medir. Para mi esa dimensión está habitada por criaturas como el amor, el miedo, la poesía, el instinto, las fugaces epifanías de los místicos… Y sí, es una dimensión a la que todos podemos acceder de un modo u otro. Aunque, a menudo, para llegar a ella debemos ser golpeados por un drama o un trauma que nos arranque de ese mundo cómodo y seguro que nos empeñamos en construir cada día con la razón.

¿Qué te da la palabra? ¿Cómo la tratas, cómo la mimas?

La palabra esa mi verdadero país. Ella es la que me da la oportunidad de pensar como pienso y de enumerar las mil y una piezas del mundo en el que habito. Por eso me afano por mantenerla limpia, ágil, preparada para darle nombre a las mil y una cosas nuevas con las que nos cruzamos a diario y nos reclaman un nombre. Es, además, lo que me vincula a quienes amo. Entre ellos están, claro, quienes me leen. Y junto a ellos la cultivo para que sea tan exacta como la necesitamos. La palabra, en definitiva, me lo da todo.

¿Defenderías hoy a Jiménez del Oso, Erich vön Daniken o Carlos Castaneda? Te dicen algo...

¡Sin dudarlo! Con sus errores y sus aciertos me ayudaron a “pensar el mundo” de un modo diferente. Los he amado y los he cuestionado por igual, pero los respeto porque me abrieron la mente a conceptos, lugares e ideas que de otro modo quizá no hubiera acariciado jamás. Para mi los ovnis, los misterios de la arqueología y hasta la literatura de los grandes gurus del siglo XX, me han invitado a buscar por mi cuenta, a cultivarme sin obedecer a idearios que son, todos y por definición, cánones que limitan nuestra visión de la realidad.