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Antón Castro

JONÁS TRUEBA Y 'LA RECONQUISTA'

JONÁS TRUEBA Y 'LA RECONQUISTA'

Jonás Trueba es un cineasta muy personal. Trabaja con un gran sentido de la libertad y del riesgo. Realiza un cine muy poético e inteligente, lleno de claves y símbolos, centrado esencialmente en el amor y sus vaivenes: sus instantes, gestos, detalles, latidos, cambios de ánimo, ese itinerario caprichoso de las emociones y de los recuerdos.  Acaba de estrenarse ‘La reconquista’, su cuarta película, que consta de dos historias: el reencuentro de una pareja, quince años después, y una vuelta atrás, cuando eran adolescentes, y se hicieron novios. El nexo de unión es el paso del tiempo, una carta (un asunto que aparece una y otra vez en las películas de Jonás) y es, también, el deseo de recomponer el pasado, de revivirlo y de hallar en él claves de la vida de hoy, secretos del corazón, mapas de futuro.

-1. Jonás, como recordaba Carlos Reviriego en el semanal ‘Ahora’, adora los espacios, las atmósferas, el poder de la calle. Trabaja como pocos la arquitectura. Sus personajes hablan en cualquier sitio: hablan o ríen o gesticulan nerviosamente –como si las palabras no alcanzasen a decir lo que dicen los ojos, el deseo, la alegría, el escalofrío de volver a ver a quien quizá no hayas olvidado jamás… Es importante ver cómo maneja los edificios, el trazado de un jardín, una calle empinada, cómo trabaja con la cámara y la puesta en escena esos matices.

-2. Jonás dirige a los actores de una manera personalísima. Itsaso Arana y Francesco Carril empiezan a hablar en un restaurante chino y la cámara ofrece uno de esos planos cortos llenos de fuerza, de levísimos detalles, de abrupta dulzura, de desconcierto. La cámara se detiene más en quien escucha que en quien habla y tarda tres o cuatro minutos en ofrecer un plano general. Los actores viven una aventura extraña y mágica que empieza en los ojos, en la textura de la piel, en la claridad que se vierte sobre el rostro, en los murmullos o en la dificultad de decir.

-3. A Jonás le interesan mucho las librerías de viejo, las estanterías, las sorpresas, los poetas y los poemas… Hay a veces una mirada teatral, casi discursiva, llena de precisión y embeleso. Si los autores pueden ser auténticos, o aspiran a la verdad, el realizador lo tiene claro: sus actores brillan en la imperfección, en la incertidumbre, en esa sensación lograda de parecer que no saben qué pasa, qué les ocurre, qué ansían, en una cierta imposibilidad de decir cómo es el temblor que siente en el estómago.

-4. Se vio en ‘Los exiliados románticos’ o incluso en ‘Todas las canciones hablan de mí’, la música es más que un motivo esencial. Puede ser el subrayado, la plantilla de trabajo, la cartografía. Puede ser el ámbito esencial: la partitura del guión no escrito. Y aquí, si antes lo fue Miren Iza en la cinta anterior, lo es Rafael Berrio: personaje y cantante y actor, padre de esa joven Manuela, que regresa de Buenos Aires y que es como una cazadora solitaria: cada noche busca un amante. O eso dice. Jonás graba un miniconcierto con naturalidad y con esa seguridad que muestra en cuanto hace. Trabaja a favor de sus ideas no siguiendo la pauta establecida. Jonás Trueba se arriesga. Y prefiere, antes que el humor, que existe, el juego de espejos, el abismo de la identidad, un aroma gozoso de sensualidad y de lirismo y de magia cotidiana, la exploración de una pasión que descansa en la palabra, en la cabeza, más que en el cuerpo. Rafael Berrio está a la altura con su percepción del simulacro (al que alude en su canción) o del trampantojo.

-5. El baile. Jonás tiene vocación de felicidad, le gusta el ritmo, se inclina por el aparente desconcierto o el azar, y graba un baile espléndido, que levanta la película.

-6. La segunda historia es un viaje hacia atrás, desde la emoción recuperada. Y la historia es bellísima de nuevo. Tiene otro candor, la revelación del primer amor, la suavidad irreductible de que dos sean uno, ajenos al mundo, y de que vivan un lapso excepcional, de trabajada sutileza y de un erotismo gozoso, apenas entrevisto, resuelto con un beso largo. ¿Qué pasa cuando besamos, apasionadamente, con esa entrega, con ese torbellino de incitaciones, imágenes y preguntas que bailan en nuestra cabeza?

-7. Jonás Trueba hace un cine atemporal y de ahora mismo, lleno de poesía, de audacia, de emociones, sin enfatizar el drama. Un cine de belleza. No es un cine para todos los públicos, pero tampoco es un cine que excluya a nadie. Es cine: eterno, delicado, lleno de extravíos y de humanidad. Todos somos –o podemos ser o hemos sido o seremos- alguno de sus personajes. El amor nos envuelve todo el tiempo, nos envuelve y nos arrebata, y a la vez sigue siendo el enigma más estimulante y necesario para seguir viviendo. Y para seguir viendo películas.

 

-‘La reconquista’ de Jonás Trueba, que se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián, se proyecta en muchos cines de España y en la sala 11 de Aragonia. El autor participa el miércoles en ‘La buena estrella’, el ciclo que coordina Luis Alegre en la Universidad de Zaragoza.

*en la foto, Aura Garrido, que interviene en la primera historia.

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