ANTONIO COLINAS Y LAS MEDALLAS OLÍMPICAS
Compro todos los días La Vanguardia y recorto sus páginas de la Olimpiadas. Como hago con El País y El mundo; éste lo hace mejor porque está haciendo un cuadernillo. Todos los días, Víctor Balcells y Ben Clark firman una sección, “Letras Olímpicas”, donde entrevistan a escritores acerca de sus vivencias deportivas. En las tres últimas preguntas, suelen pedirles un oro, una plata y un bronce. El poeta Antonio Colinas, autor de uno de mis libros de poesía más amados (Sepulcro en Tarquinia; sobre todo por el poema que da título al libro, y por los dedicados a Casanova, Ezra Pound y Simonetta Vespucci. También me interesa mucho su obra posterior, incluida su narrativa poética y su libro sobre Leopardi), contesta hoy así:
Oro: Daré una respuesta poética, no de calidad sino cronológica. El oro es para Virgilio, el poeta romano. [Hace unos días, Antonio Gamoneda decía que uno de los libros que más le han emocionado nunca son Las Geórgicas de Virgilio.]
Plata: Rainer María Rilke, poeta alemán. [En realidad, era checo, nació en Praga en 1875, y murió en 1926 en Val-Mont, Suiza, pero seguro que eso lo sabe mejor que nadie Colinas, Rilke escribía en alemán y en francés y vivió una temporada inolvidable en Ronda]. En una de sus visitas al psicólogo le dijo: “Temo que si me quitan mis demonios se pueden morir mis ángeles”.
Bronce: Juan Ramón Jiménez. Tenía un mayordomo que cada día entraba en su habitación y le anunciaba: “Señor, el crepúsculo”, y Juan Ramón iba presto a contemplarlo.
*Uno de los retratos más conocidos de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí Aymar: su esposa, su musa, su enfermera, su compañera. Casi todo.
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ana a. -