CÁLAMO: GOYANES Y CÍA
Una librería es un punto de encuentro, el lugar donde se concentran los sueños, la morada de las palabras, la casa de todas las citas. También es el lugar donde se halla ese tesoro cotidiano y perfecto que es el libro. Como tantos otros tesoros de la imaginación y de los buenos oficios de la artesanía, nos acompaña, está ahí, nos tienta con sus personajes, con sus aforismos, con sus pequeñas historias que abarcan la vida o sus desvíos. Un día, la librería Cálamo –la embajada de cultura de Francisco Goyanes y alrededores- decidió echarse la manta a la cabeza y crear unos premios para los escritores, y por extensión unos premios para los editores, impresores, distribuidores y libreros, premios de los lectores, premios para la amistad y la convivencia. Los premios Cálamo se han convertido en un homenaje a la palabra, a la inmensa tribu que lee, a la riqueza plural. Cada librero es único y tiene su lugar en el mundo (como lo tiene, dicho sea de paso, José Luis Rodríguez: en uno de los peldaños de la escalera de Cálamo-San Francisco luce, dorada, una placa en honor del escritor, del lector, del amigo que llega al atardecer), y Paco Goyanes ha sabido crear un laberinto de complicidades que empieza en sus compañeros David, León, Ana, Marie, su hermana María José... Este año, sus clientes han distinguido dos espléndidos volúmenes: ‘Todos los cuentos’ (Tusquets), dibujados con lápiz de horror y fantasía, de Cristina Fernández Cubas y ‘Quien parpadea teme la muerte’, la primera novela de Knud Romer (Minúscula, en la foto), un descenso a los infiernos, un homenaje a su madre y un ejercicio de liberación cocinado a fuego lento. Goyanes-Cálamo reitera, año tras año, que el libro es una hermosa forma de felicidad, de lucidez y de tolerancia.
4 comentarios
david mayor -
Un abrazo
carmen -
Anónimo -
piero -