SANTIAGO SANCHO: UNA MEDITACIÓN
La edad, todo lo aplana y acomoda; los sentimientos se vuelven más tiernos y delicados: suaves, como la brisa otoñal recién nacida; no hay envidia en los ojos ni rencor en el corazón ya demasiado arrugado. Sólo aparece la tristeza con su amargo bramido si la enfermedad -fantasma vagabundo- se encalla silenciosamente en el costado.
De Santiago Sancho. De su libro en marcha ‘Sinfonía rota’. (Me lo ha mandado esta mañana con una carta muy cariñosa. Estas son las manos de la pintora Georgia O'Keefe, vistas por su marido Alfred Stieglitz.)
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MANUEL -