MELISSA GHEZZI: UNA POETA LIMEÑA
Les Motiv… (bitácora de una boda) (2008) Dom. 18 de enero La abuela, mujer sabia y rebelde, ama las uvas y los cuentos así como ama vernos tomadas de las manos. Nos faltan las horas para entretenernos a escondidas, picando anécdotas jugosas. Nos midió cuidadosamente de cuello a pies para tejer los dos vestidos. Pidió siete madejas de hilo crema. Aconseja que colguemos piedra translúcida de cuellos, manos y orejas para que luzcan al brillo del sol de mediodía, entretenido con sus años, caminemos descalzas al altar así se cuelen los cangrejos y llevemos girasoles de bouquet. El abuelo la enamoró con sus pétalos amarillos y sus ojos gigantes. Dom. 14 de diciembre No vengo a ofrecerte mi cuerpo almidonado. No traigo remedios para los años ni canciones fabricadas para la nostalgia. No he traído flores no he traído chocolates ni una cena a velas ni tatuajes en mis senos ni la luna por encargo de divinos elefantes. No he comprado arte de supermercado ni he envuelto un recuerdo diminuto amarrando con soguillas mis intentos. En cambio, te ofrezco mis versos domesticados; pura y ufanamente tuyos. No hay maleficios; no hay recetas Sólo esta voz temblorosa; solamente esta silueta descubierta. Dom. 19 de octubre Quien pueda excitar mis espacios más puros, no lleve disfraces el día que se anuncie. Quien toque mis venas sin tocar mis bellos buscándome debajo de alfombras de sabiduría. Quien ordene cada esquina vacía con carácter de urgencia; me ate y desate sin víctimas ni descuidos. Quien me escriba si viajo, un poema por hora y amanezca siempre con una sonrisa ante lo adverso. Quien transite conmigo las calles de Lima con manos entrecruzadas, siendo sólo nosotras y que importan las arrugas si dormidas vestimos el mismo abrigo. Universo de Mujer 2005 Errores y diluvios También te usaré. Repetiré errores y diluvios, beberé el tacto de tu tacto, abusaré de tus flujos, de tus hechizos, de tus embrujos. Entonces, postergarás tus temores, entregarás tu vientre, absolverás tu frigidez, penetraremos en la muerte. Penúltimo beso Bastan mi tacto rozando el noreste de tus comisuras; una palabra frente a tu rostro semidespierto; una fragancia de paz en tus oídos; un beso, tantas veces penúltimo. La luz apagada por si mi piel se enciende; fijando una cita con tus cinco sentidos; tus párpados desnudos, tus diablos dormidos. Mi izquierda a tu derecha si te declaras rendida; la puerta entreabierta, nota acertada; un “te amo” recurrente, causal de mis motivos y alertando mi presencia mi índice en tus rodillas, recorriendo tus certezas ...para que enciendas. La otra poeta (Inédito) Mi escritora deshila la palabra envolviéndome en su madeja. Se atreve a superar mis años, y el exceso es totalmente proporcional al deseo. Su ventana de aluminio delata un octavo piso. Enmarca el talud de la bajada al mar tapizada de verde, Más allá, la espuma en la orilla. A la lectura del séptimo poema, la humedad intimida, más tacto y menos textos. Recitamos lo escrito por los índices en los espejos de los techos, y así matamos dos placeres en un solo disparo. Deliciosa fruta de domingo por la mañana devorada por dos cuerpos. *La poeta peruana Melissa Ghezzi (Lima, 1975), a la que conocí durante mi estancia en su ciudad, ha estudiado arquitectura en la Universidad Ricardo Palma. Es autora de dos poemarios: ‘Universo de mujer’ (2005) y ‘Les motiv. Bitácora de una boda’ (publicado en Calcomanía, en coedición con el Centro Cultural de España en Lima). Es una poeta que exalta el amor entre dos mujeres, el deseo y lo que ella denomina “la más pura desnudez del alma”. Esta foto de mujer junto al fuego es de Willy Ronis, el excepcional fotógrafo francés.
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