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Antón Castro

MELISSA GHEZZI: UNA POETA LIMEÑA

MELISSA GHEZZI: UNA POETA LIMEÑA

Les Motiv…

(bitácora de una boda)

(2008)

 

Dom. 18 de enero

 

La abuela,

mujer sabia y rebelde,

ama las uvas y los cuentos

así como ama vernos

tomadas de las manos.

 

Nos faltan las horas

para entretenernos a escondidas,

picando anécdotas jugosas.

 

Nos midió cuidadosamente

de cuello a pies

para tejer los dos vestidos.

Pidió siete madejas de hilo crema.

 

Aconseja que colguemos

piedra translúcida

de cuellos, manos y orejas

para que luzcan al brillo

del sol de mediodía,

entretenido con sus años,

caminemos descalzas al altar

así se cuelen los cangrejos

y llevemos girasoles de bouquet.

El abuelo la enamoró

con sus pétalos amarillos

y sus ojos gigantes.


Dom. 14 de diciembre

 

No vengo a ofrecerte

mi cuerpo almidonado.

No traigo remedios para los años

ni canciones fabricadas para la nostalgia.

 

No he traído flores

no he traído chocolates

ni una cena a velas

ni tatuajes en mis senos

ni la luna por encargo

de divinos elefantes.

 

No he comprado arte

de supermercado

ni he envuelto

un recuerdo diminuto

amarrando con soguillas

mis intentos.

 

En cambio, te ofrezco

mis versos domesticados;

pura y ufanamente tuyos.

 

No hay maleficios;

no hay recetas

Sólo esta voz temblorosa;

solamente

esta silueta descubierta.


Dom. 19  de octubre

 

Quien pueda excitar

mis espacios más puros,

no lleve disfraces

el día que se anuncie.

Quien toque mis venas

sin tocar mis bellos

buscándome debajo

de alfombras de sabiduría.

 

Quien ordene cada esquina vacía

con carácter de urgencia;

me ate y desate

sin víctimas

ni descuidos.

Quien me escriba si viajo,

un poema por hora

y amanezca siempre

con una sonrisa ante lo adverso.

 

Quien transite conmigo

las calles de Lima

con manos entrecruzadas,

siendo sólo nosotras

y que importan las arrugas

si dormidas

vestimos el mismo abrigo.


Universo de Mujer

2005

 

 

Errores y diluvios

 

También te usaré.

 

Repetiré errores y diluvios,

beberé el tacto de tu tacto,

abusaré de tus flujos,

de tus hechizos,

de tus embrujos.

 

Entonces,

postergarás tus temores,

entregarás tu vientre,

absolverás tu frigidez,

penetraremos en la muerte.

 

Penúltimo beso

 

Bastan mi tacto

rozando el noreste de tus comisuras;

una palabra

frente a tu rostro semidespierto;

una fragancia de paz en tus oídos;

un beso,

tantas veces penúltimo.

 

La luz apagada por si mi piel se enciende;

fijando una cita con tus cinco sentidos;

tus párpados desnudos,

tus diablos dormidos.

 

Mi izquierda a tu derecha

si te declaras rendida;

la puerta entreabierta, nota acertada;

un “te amo” recurrente,

causal de mis motivos

y alertando mi presencia

mi índice en tus rodillas,

recorriendo tus certezas

...para que enciendas.

 

La otra poeta

(Inédito)

 

Mi escritora

deshila la palabra

envolviéndome en su madeja.

Se atreve a superar mis años,

y el exceso es totalmente

proporcional al deseo.

 

Su ventana de aluminio delata un octavo piso.

Enmarca el talud de la bajada al mar

tapizada de verde,

Más allá, la espuma en la orilla.

 

A la lectura del séptimo poema,

la humedad intimida,

más tacto y menos textos.

Recitamos lo escrito por los índices

en los espejos de los techos,

y así matamos dos placeres

en un solo disparo.

 

Deliciosa fruta de domingo

por la mañana

devorada por dos cuerpos.

 

 

*La poeta peruana Melissa Ghezzi (Lima, 1975), a la que conocí durante mi estancia en su ciudad, ha estudiado arquitectura en la Universidad Ricardo Palma. Es autora de dos poemarios: ‘Universo de mujer’ (2005) y ‘Les motiv. Bitácora de una boda’ (publicado en Calcomanía, en coedición con el Centro Cultural de España en Lima). Es una poeta que exalta el amor entre dos mujeres, el deseo y lo que ella denomina “la más pura desnudez del alma”. Esta foto de mujer junto al fuego es de Willy Ronis, el excepcional fotógrafo francés.

 

 

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