NOTAS DE LECTURA
Niñas y detectives
Giovanna Rivero. Bartleby. Madrid, 2009. 126 páginas
Giovanna Rivero (Santa Cruz, 1972) es una escritora boliviana distinta, filosa como una navaja, turbadora como una cantina en el desierto. Sus personajes parecen de otro mundo, o de un mundo extraño que convive con la sangre, el crimen, los locos amores, los ciegos impulsos y con una sexualidad desenfrenada. En estos cuentos hay mujeres que enloquecen por los celos y saborean una cruel venganza, hombres que pierden la cabeza de golpe por unos muslos, parejas que viven la noche como un suicidio o una ruptura definitiva, viudas y forenses, violencia y guerras sórdidas de pareja, de familia, de arrabal. Sin duda, un libro tan prometedor como su título: ‘Niñas y detectives. Y otros cuentos con sangre dulce’.
Diario de un fotógrafo. Bram 1936
Agustí Centelles. Traducción de Pepita Galvany. Península. Barcelona, 2009. 212 páginas.
Agustí Centelles (1909-1985) es el Robert Capa española. Se formó en Barcelona, donde residió desde niño, y destacó como fotógrafo de la Guerra Civil: en Belchite, Teruel o en Huesca. Tras la contienda, conoció los campos de concentración. En Bram inició un diario en catalán pensado para uno de sus hijos. Como si le hablase al oído, iba a contándole su propia historia, la de su padre, la de su madre, la de su formación, la de sus años de reportero (habla de sus “compañeros y rivales”: Merletti viajaba en coche, igual que Pérez de Rozas, y Segarra lo hacía en moto), las noticias que llegaban de España, e incluso le cuenta, tras haber pasado el día retocando: “He ido al depósito a retratar a una niña muerta”.
Deseo de ser punk
Belén Gopegui. Anagrama. Barcelona, 2009. 190 páginas.
A Belén Gopegui siempre le han interesado los jóvenes. Esta novela en primera persona podría ser una narración juvenil. Al fin y al cabo es la historia de una muchacha desubicada, Martina T., de 16 años, que no encuentra su sitio en el seno de la familia (sus padres no se entienden) ni en el mundo de los adultos. El único que parecía entenderla fue el padre de Vera, ya fallecido, y su amiga. Dice que podría acostarse con ella. Lo que marca su existencia, su formación y su código es la música. Puede hablar de Johnny Cash, de Alice Taylor, de The Enemy, Crosby y Nash, del jazz. Y así, entre canción y canción, intenta conocerse a sí misma y desarrollar su propia revolución.
Soldados en el jardín de la paz
‘Huellas de la presencia alemana en Zaragoza (1916-1956)’. Sergio del Molino. Prames. Zaragoza, 2009. 254 páginas.
Quizá sea uno de los libros del otoño en Zaragoza. Es una obra de investigación y de curiosidad por las biografías perdidas. Sergio del Molino, brillante narrador y periodista de HERALDO, cuenta la aventura la de los colonos alemanes del Camerún, de los que ya habló Ramón J. Sender, que se instalaron en Zaragoza a partir de 1919. Ellos crearon sus propios establecimientos, desde el Colegio Alemán, el Tinte de los Alemanes o las salchichas Kurt, y contaron con su propio cementerio. Hay muchos personajes, entre ellos el fotógrafo Freudenthal, o el abogado Bieger, que vino buscando a sus antepasados. Los nazis, los aliados o la División Azul asoman a este reportaje apasionante que revela una historia secreta y no tan secreta de Zaragoza.
*La foto es de Herbert List.
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