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Antón Castro

DIÁLOGO CON JUAN DOMÍNGUEZ LASIERRA

DIÁLOGO CON JUAN DOMÍNGUEZ LASIERRA

JUAN DOMÍNGUEZ COMPLETA EL 'ARAGÓN LEGENDARIO'

El pasado jueves, Juan Domínguez Lasierra, redactor jefe de ‘Heraldo’ y jefe de cultura durante años, presentaba en Ámbito el libro ‘Aragón legendario’ (Delsán), que es como su enciclopedia personal, elaborada a lo largo de 25 años, de los mitos aragoneses. El próximo domingo, Juan está de invitado en ‘Borradores’ de Aragón Televisión. Aquí responde a una entrevista  global sobre el libro.

-¿Desde cuándo te interesa el mundo fantástico de Aragón?

 --Si concretamos la fantasía al ámbito aragonés, digamos que ya en los setenta, cuando preparé la antología del cuento aragonés, “Cuentos, recontamientos y conceptillos aragoneses”, surgieron relatos del mundo legendario: de ahí mis otras dos antologías, de aquellos mismos años,  “Cuentos infantiles aragoneses” y “Brujas, demonios y  aparecidos”. Ellas fueron el germen de mi inmersión en el mundo fantástico, mágico y maravilloso que se concreta en el “Aragón legendario”.

 -¿Cómo surgió el proyecto de ‘Aragón legendario’ y cómo ha ido cristalizando?

--Fue un proyecto para el Semanal de Heraldo de Aragón de los años ochenta, que dirigía Ricardo Gil. El inicio fue un domingo 14 de diciembre de 1982. Han pasado desde aquella fecha casi treinta años, que son los mismos que el libro ha tardado en escribirse, reescribirse y publicarse por la editorial Delsan. Luego, en sucesivas entregas, el ”Aragón legendario” fue publicándose en el Semanal hasta el 22 de junio de 1986. Pero el Semanal se interrumpió, y la serie también. Ya en el año 84,  y posteriormente en el 86, la Colección Aragón, de Librería General, dirigida entonces por Luis J. Boya, publicaba en dos volúmenes (64 y 65) los primeros ocho capítulos de aquella serie aparecida en Heraldo: Hércules; Las Piedras Míticas; la Gigantomaquia; Duendes, espíritus y fantasmas; Dragones y otras fantasías animales; Demonios y endemoniados; Brujos, brujas y brujerías, y las Moricas encantadas, también con los dibujos de Natalio Bayo. Estaban anunciados otros dos volúmenes, pero la Librería General pasó por un cambio de propiedad, la Colección Aragón desapareció, y aquellos otras dos entregas anunciadas no vieron la luz. Pero yo seguía empeñado en mi mundo legendario. Era una catársis, si se me permite el término. Del realismo cotidiano del periódico yo pasaba, por las noches, al planeta de lo mítico, la fantasía, la imaginación, lo maravilloso, lo insólito, lo parahistórico...  Y la revista Turia cobijó  los nuevos capítulos, del número 16 al 22 (febrero del 91-octubre del 92): jardines maravillosos,  locuras de amor, el santo Grial, las glorias caballerescas...   

-Defíneme un poco esta edición y cómo la has redondeado.

--Supone, por un lado, la reunión de todos esos capítulos dispersos entre “Heraldo” y “Turia”, y por otro, la actualización y ampliación con nuevas aportaciones, dado que la bibliografía sobre el tema se ha ampliado considerablemente en los últimos años: Aquí debo citar a tantos recopiladores y estudiosos que como Ángel Gari, Rafael Andolz, Antonio Beltrán Martínez, Alfonso Zapater, Alberto Serrano Dolader, Agustín Ubieto Arteta, Chema Gutiérrez Lera, José Antonio Adell y Celedonio García, Enrique Satué Oliván, Adolfo Castán, Javier Sáenz Guallar..., que me han obligado a reescribir, una y otra vez en estos años, el libro ahora publicado.  

-¿Qué ha significado la compañía de Natalio Bayo, cuál ha sido su participación en este ‘work in progress’?

-- Una fidelidad absoluta: estuvo conmigo en la serie del Heraldo, después en los libros de la Colección Aragón y, con nuevas ilustraciones,  en el “Aragón legendario” que ahora aparece. Ha sido un compañero de viaje imprescindible.

-De manera general, ¿cómo podríamos definir el imaginario de las leyendas de Aragón? ¿Es rico, sobrio, a qué estaría más vinculado explícitamente? 

-- Aragón, que siempre se ha definido más por sus historiadores, eruditos, filólogos y científicos, tiene también una veta fantástica menos valorada, que encuentra en el humor socarrón, irónico, filosófico (pensemos en Gracián) del cuento popular, y en el surrealismo, eminentemente representado por Buñuel,  sus dos características más acusadas.

 -De manera más concreta, ¿en qué es más genuino Aragón: en gigantes, en jardines encantados, en brujas y duendes…?

--Hay una riqueza enorme en todo tipo de seres fabulosos e imaginarios. El tema de brujas y endemoniados es infinito, como bien han puesto de manifiesto los estudios de Ángel Gari o María Tausiet, pero los cuentos populares con elementos fantásticos están en cada pueblo y rincón de Aragón. Levantas una piedra y sale una leyenda, un cuento, un milagro, una historia...  

¿De dónde viene el nombre de Aragón?

 -- De Hércules, nada más y nada menos. Según la mitología herculiana, el nombre de Aragón procede de haberle dado ese nombre al río pirenaico, que, a la postre, dio nombre a todo el Reino.  Al río lo denominó Aragonio y a la provincia Aragonia, partiendo de la etimología de ara, o altar de juegos y sacrificios, y de los juegos agonales o agones.  De ahí, de “ara” y “agón”, surgió Aragón. Pero cualquiera sabe lo que dicen a esto los etimologistas...

 -Una de las historias más bonitas del libro es ‘El palacio del encantador Atland. ¿Podrías contárnosla en breve y valorarla?

 -- Es una historia que serviría de excepcional argumento para esas películas de fantasía que tanto triunfan ahora.  Basándose en Ariosto, el francés Florentin Ducos versificó la epopeya tolosana sobre la guerra de los albigenses, la historia del “encantador de las cumbres”, o el “viejo ermitaño de las montañas”, el nigromante o mago Atland, que creó en la cumbre del Monte Perdido el más fabuloso palacio imaginable. Ese Atland no sería otro que un enviado de los dioses para crear al primero de los seres nacidos de la conjunción entre los hijos de la tierra y los hijos del misterio. Una especie de divinidad creadora que hacer surgir, en medio de aquella reedición del paraíso terrenal, la nueva criatura que poblará el universo. En ese palacio se alza más que un palacio una ciudad fortificada de maravillosos jardines, palacios y torres construidas en mármol, y a la que no se puede acceder más que en caballos alados. Allí moran animales salvajes que solo reviven de su inmovilidad cuando Atland agita su varita mágica, y suceden muchas historias, que sería largo enumerar... Un auténtico paraíso terrenal en la cima de las montañas más altas de Aragón. 

-Leyendo con atención el libro, podría dar la sensación de que Aragón es tierra de endemoniados. ¿Lo es realmente? 

-- Si nos atenemos a lo que dicen los procesos inquisitoriales, sí. Los hubo y en cantidades masivas: Los fenómenos de Tena, Luna y Tosos son explícitos, las romerías de Santa Orosia y al monasterio de la Balma, o al Cristo de Calatorao, también. Otra cosa es que esas pobres criaturas fueran poseídas por el diablo o por factores más terrenales.  

-Uno de los capítulos más largos es el de ‘La Casa del Duende’ ¿Por qué? 

-- Porque es un suceso que en su día conmocionó a toda España, y que ha pervivido en el imaginario colectivo zaragozano hasta nuestros días. La casa en que sucedieron los hechos se ha mantenido en pie hasta hace poco, y recientemente me llamaron desde Valencia porque estaban haciendo una película sobre el tema...  

-Parece que Aragón es territorio de locuras de amor…

-- Felizmente. La historia universal de los Amantes de Teruel ha ocultado muchas otras locuras amorosas, pero las ha habido, y un reciente libro se ocupa exhaustivamente de ellas.  

-¿Qué es lo que más te ha sorprendido al recomponer el libro? 

-- La abundancia, la riqueza, la variedad... Como decía Víctor Balaguer hace más de un siglo, no hay edificio que no tenga su historia, peña que no recuerde  una tradición, sitio que no haya dado origen a una crónica. Como decía antes, levantas una piedra y sale una leyenda.   

-¿Cuáles serían las figuras, los mitos genuinamente aragoneses?

--Hay una estrecha relación entre la montaña  y los mitos. Los Pirineos, el Moncayo y las sierras turolenses están íntimamente unidas a interpretaciones legendarias. Hércules es una figura reincidente, como Roldán. El diablo también es protagonista de innumerables historias en las que, por cierto, siempre sale burlado gracias al ingenio de nuestros avispados paisanos. Personajes como Pedro Saputo ejemplifican la sabiduría del pueblo, frente al tópico del baturro  necio e ignorante, que es una creación mucho más moderna.   

 -Algunos han escrito que Aragón es tierra sin imaginación. ¿Se puede sostener esto tras leer este libro? 

--Se puede sostener que hay un sustrato cultural lleno de creencias, leyendas, mitos, cuentos, dichos, tradiciones... Otra cosa es que la imaginación supere ese sustrato y hayamos sido capaces de convertirla en algo sustancialmente creativo y vigente.   

-Por cierto, ¿qué dificultad entraña rescribir una leyenda?

--Salvar la intrincada y espesa retórica de los antiguos narradores, o, al contrario, condimentar la sequedad de los narradores orales. Y todo ello, sin pasarse ni en lo uno ni en lo otro.  

--Si no te parece mal, me gustaría que comentaras el pequeño y bonito párrafo dedicado a Ana María Navales.

-- Este libro se ha revisado, ampliado y concluido tras la muerte de Ana. Le dedico el libro y le dedico las líneas finales de la introducción. Yo creo que ellas hablan por sí mismas y no necesitan más comentario: “Mi recuerdo inevitable e imprescindible a mi hada mágica, a mi bruja maravillosa, a mi encantaria suprema, a mi Ana María siempre, a quien dedico este libro, y todos los libros que pueda hacer. Ella me enseñó a escribirlos”. 

 

Aragón Legendario. Juan Domínguez Lasierra. Ilustraciones de Natalio Bayo. Delsán. Zaragoza, 2009. 458 páginas. (En la foto, un niño, Juan Domínguez Lasierra y su encantaria Ana María Navales, que falleció este verano. Juan prepara ahora la edición de su novela póstuma centrada en Virginia Woolf y en su hermana.)

 

 

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