FURIA DE AMOR
DEL DÍA DE SAN VALENTÍN
En ‘Álbum de radiografías secretas’, Ramón José Sender redactó sus memorias literarias, rescatadas por Tropo editores en 2008, donde reconstruye su vida y sus amistades con “gente importante”. En la inmediata posguerra, Sender jugaría al ajedrez con Bertrand Russell, descubriría que Frida Kahlo no le caía simpática y le tomaría un inmenso cariño a la poeta y rica heredera Nancy Cunard. Esta mujer esbelta, que había amado a Tristan Tzara y a Louis Aragon, tenía un secreto: estuvo toda su vida enamorada de Aldous Huxley sin que él raparase en ello. Una de las historias más simpáticas del libro afecta a la complicidad de Sender con el Nobel William Faulkner, un hombre de campo y cine al que le apasionaban los caballos. Los dos habían tenido de niños una novia. La novia de Faulkner creció y se casó con otro; años después quedó viuda, se reencontró con el autor de ‘El sonido y la furia’ y envejecieron juntos; hace poco se supo que Faulkner, cuando recibió el Nobel en 1950, tuvo un amor sueco, Else Johnson, a quien escribió: “Quiero que me enseñes todas las formas de hacer el amor en Suecia”. Sender nunca olvidó a Valentina: le dedicó libros, alguno tan bello como ‘La Quinta Julieta’ y la recordó poco antes de arrojarse a los brazos de la parca. También recordó a otra mujer de su vida: Simone Weil, “la perfecta versión femenina del héroe”. Lo conmovió por su lucidez, por su compromiso y por su misticismo, que le hacía pensar en Miguel de Molinos y en San Juan de la Cruz. Otra relación que le emocionaba especialmente era la del maduro Ernst Hemingway, que perdió la cabeza por la joven Adriana Ivanovich, que le inspiró la novela ‘Al otro lado del río y entre los árboles’ y se reencarnó en Renata, y en menos de seis años le mandó más de 2.000 cartas. Amor, amor, amor o la furia de vivir.
*Tristan Tzara besa la mano de Nancy Cunard. La foto es de autor desconocido y está fechada en 1920.
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