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Antón Castro

'VIVIR DEL AIRE' EN EL PRINCIPAL

'VIVIR DEL AIRE' EN EL PRINCIPAL

Este martes, día 6, a las 19.00 horas, en el Teatro Principal se presenta mi primer poemario, ‘Vivir del aire’ (Olifante: Papeles de Trasmoz), un libro de 18 poemas sobre la naturaleza, la escritura, el amor, algunos crímenes y algunos recuerdos.

 

Presentarán el acto la profesora Amparo Martínez, biógrafa del Teatro Principal, y Daniel Nesquens, escritor galardonado días atrás con el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil 2010.

 

Esta mañana de domingo, hacia las doce y media, hablaré con Miguel Mena en su programa ‘A vivir Aragón’ en Radio Zaragoza-Cadena Ser del volumen que tan gentilmente han publicado Trinidad Ruiz-Marcellán y Marcelo Reyes.

Cuelgo aquí uno de los textos que integran el libro.

 

EL FANTASMA DE JOSÉ RAMÓN ARANA

 

Aquí nací, aquí vivieron mis padres, aquí jugaba en las eras, cerca del Canal y entre las huertas. No tardé mucho en irme, pero jamás pude olvidar las casas desperdigadas, las alamedas y los canales de riego con sus tajaderas. Los ponientes de fragua se extendían sobre los prados y los jardines agrestes. Algunas tardes, venía con la bicicleta de paseo. Apenas era un adolescente que empezaba a escribir sus primeros versos y cuentos. Luego la vida me llevó por mil y un sitios: me casé, me descasé, me volví a casar, partí al exilio, tuve una librería que era un espacio de libertad en México D. F., un refugio de desterrados, ese lugar donde las palabras son fuego y memoria, y convocan toda la luz de la patria perdida. Redacté una breve novela y muchos relatos. De vez en cuando, preso de la nostalgia, abría el álbum de recuerdos. Y en él, siempre me detenía en una instantánea: la casa de la escuela, la casa donde me nacieron, la casa de todos que estaba en la plaza de atmósfera francesa, ante el torreón de la iglesia, el primer edificio que realizó el joven arquitecto Ricardo Magdalena. Aquella foto era la huella de una felicidad antigua. Después de muerto, convertido ya en fantasma, he vuelto a merodear y a contemplar las ventanas y el balcón de la escuela. He entrado en la nueva biblioteca que lleva mi nombre: José Ramón Arana. Hace unas semanas, han derribado el edificio. Y siento que Garrapinillos ha perdido algo que nos pertenecía a todos y siento que yo he perdido el paraíso de mi niñez. Menos mal que, transformado en polvo y silencio para siempre, de vez en cuando miro aquella fotografía… 

*Esta foto es de Walker Evans.

3 comentarios

Lou de Bouvoir -


VIVIR DEL AIRE
de Antón Castro.

El día de la presentación de este libro encantador en el Teatro Principal de Zaragoza escuché decir a alguien: “Esta noche me leo el libro de un tirón”. ¡Vaya! –pensé, mucho hablar…

Esa misma noche tras cenar y no ver la TDT de cada día, me preparé una infusión y me senté plácidamente en mi sillón al fondo de la biblioteca. Abrí el libro de Antón. Lucas, mi perro, se acomodó sobre su alfombra junto a mis pies.

Comencé por leer la dedicatoria que Antón me había escrito y observé con mueca sonriente la flor dibujada en la hoja.

VIVIR DEL AIRE. La fotografía de Antón en blanco y negro con los brazos cruzados, levemente apoyado en un enigma, mirándome desde cualquier ángulo al que trasladaba su imagen. En su mano derecha una cámara fotográfica.

Pasé las hojas. Un Titulo. “El paeso y los olivos” “El poeta Rosendo Tello me dijo una vez…”.
Ahí quedé atrapada. Leí la página 11, la 12 y siguientes… y siguientes… Me detenía en “Memoria del crimen” “en la piscina de la casa habían ahogado siete alondras… “…y yo iba a decirte que la quería sólo para mí”.

Creí que ya era bastante pero a la vuelta de la página me encontré con Irlanda y recordé a Clantheria y Templetra en “Mythology from the blue meadows of Ireland”… ¡Era increíble!
y continué…
Miré al reloj de estación que me regaló un amigo y pende de la parte alta de la pared. “Mon Dieu…!” ¡Qué horas!

La madrugada todavía era noche y decidí que había que dejar el libro porque como dice mamá “mañana era día de escuela”, pero aún me deslicé por los títulos hasta los versos finales del libro, aquellos que se leyeron en la presentación.

Allí estaba el título “Vivir del aire” y al final una preciosa secuencia de modestia, sinceridad, valor y saber: “Vivir, a veces, es abandonarse, prescindir de la impostura, despojarse de la ambición y del vértigo: dejarse ir, hacia la inalcanzable montaña de nieve, con las manos en los bolsillos”.

La infusión se había enfriado, no iba a tomármela. Lucas se desperezaba de un profundo sueño cuando me levanté para salir, en esa penumbra diurna de cálido amanecer primaveral, a la terraza de Saturno.
¡Qué silencio en la calle! Realmente hay gente que madruga mucho para ir a trabajar: un hombre caminaba por la acera con un ¿bocadillo? bajo el brazo, la cazadora de nylon oscura, el cuello subido y… con las manos en los bolsillos...

Respiré junto al pino alto dos instantes y me adentré en la casa para acostarme y dormir sin apetecerme, tan sólo por necesidad. Sentía la placidez de las nuevas palabras leídas.

Querido Antón, tu libro es “una cielada” que decía mi amiga Hortensia Marqués. He continuado su lectura en varios lugares. Te diré que uno de ellos es el Jardín de la Memoria, el parque en el que una nadadora se erige donde fuera el antiguo barrio de Cantarranas, cerca de mi casa, la calle del poeta García Lorca.
Otro lugar donde siempre anido y me resucito es El Olivar, en Argualas. Voy cada día, y, en las tardes de verano, dormito bajo los olivos, viviendo… viviendo del aire.

Gracias Antón. ¡Enhorabuena!
Lou de Bouvoir

ana a. -

Allí estaremos. Felicidades, Antón.

mayusta -

Estaremos con el amigo y el poeta.