Blogia
Antón Castro

UNA CULTURA DE BALNEARIOS

UNA CULTURA DE BALNEARIOS

La cultura termal forma parte de nuestra vida y de nuestra raíz histórica. Griegos, romanos y árabes siempre se han sentido atraídos por el agua como fuente de vida, por el paisaje como bálsamo del cuerpo y del alma. Las tres civilizaciones perseguían el agua de calidad y, de modo muy diferentes, solían “ir a tomar los baños”. Para los romanos las termas eran muy importantes, y nos legaron el topónimo caldas; los árabes nos dejaron otro topónimo muy sugerente: alhama.

La gran explosión de los balnearios se produciría en el siglo XIX y generó de inmediato una cultura específica. El balneario tenía algo de microcosmos con un tiempo fuera del tiempo. “Un espacio sin tiempo”, dicen los hermanos Sicilia. Era un espacio donde se dialogaba con la naturaleza, con el silencio, con la música del agua y con el cuerpo propio. El balneario era y es una forma de terapia: te alejas del mundanal ruido para reencontrarte contigo mismo dentro de un espejo del edén o de la Arcadia. El balneario para muchos significó el retorno a las raíces, un reencuentro con lo esencial, con la memoria, con la purificación apacible de la carne y del ánimo a través del agua cálida y del descanso.

Los balnearios empezaron a proliferar y atrajeron a ciudadanos de todas las clases. Enfermos, soñadores, románticos, melancólicos, gentes que sin saber perseguían el paraíso perdido, gentes que querían olvidarse de la dureza de la vida diaria, familias completas. El balneario fue un refugio de escritores, artistas, músicos o viajeros, y un motivo constante de inspiración para todos ellos. Ahí están, por citar casos muy claros, los escritores Anton Chejov, Katherine Mansfield, Hermann Hesse, Thoman Mann, Ernest Hemingway, Bohumil Hrabal, Rilke o Antonio Tabucchi: todos ellos han morado en distintos balnearios o les han dedicado páginas inolvidables; si pensamos en autores españoles, vemos que Ramón y Cajal, Carmen Martín Gaite, Álvaro Cunqueiro, José Luis Sampedro, Benjamín Jarnés o Joan Perucho, entre otros, han pernoctado y han elegido las termas como escenarios de ficción.

Los escritores iban para aislarse del mundo, para curar dolencias reales e imaginarias, iban en búsqueda de una terca comunión con el paisaje y a la vez creían que allí encontrarían la inspiración. Anton Chéjov murió en el balneario alemán de Badweiler una noche de julio de 1904 y había frecuentado un sinfín de balnearios europeos, aquejado de tuberculosis. Pintores como Goya, Moreno Carbonero, Sorolla o Romero de Torres se hospedaron en estos recintos.

Aragón es solar de balnearios, como han probado la historia y las monografías de José Bibián y Fernando Solsona, entre otros. En ellos se han vivido momentos inefables de bienestar y sueño, se han dado conjuras, grandes historias de amor, episodios chuscos y un lapso gozoso de calma chicha, como diría un marinero en tierra. El balneario parece anudarse a la eternidad y al silencio por su condición de refugio intemporal: en el balneario la vida se detiene y se agita a la vez, se amortiguan la ansiedad y la prisa y se excita la sensibilidad.

Estos espacios de Sicilia y Serón, los balnearios de Jaraba, son un magnífico ejemplo. Aquí convive la majestuosidad del río Mesa y sus límpidas aguas con la exuberancia de una naturaleza especial, pródiga en jardines, en enramadas, en floraciones y contrastes de verdor, y en vergeles idóneos para el paseo y la tertulia. Aquí el aire se serena y se vuelve cristal de luz, transparencia del corazón. Los Sicilia llevan 150 años cuidando este lugar: cuidándolo y creyendo en él. Es un apéndice del mundo y es un universo propio. Su actual pujanza debe mucho a la pasión y a la audacia de José María Sicilia y a Nieves Carnicer, que decidieron abrirlo todo el año y apostar por sus infinitas posibilidades. Y debe mucho al entusiasmo de sus hijos José Manuel y Joaquín Sicilia, que creen en este espacio como un solanar de futuro, como un jardín abierto a la cultura. Aquí las terapias más modernas conviven con un innovador termalismo integrado con la naturaleza y, además, para celebrar esta efemérides se decanta por el fomento de un ocio rico y cultivado, lleno de incitaciones, de imaginación y de sugerencias.

La celebración de los 150 años con este abanico muy completo de actividades y de creadores de todas las disciplinas es una nueva forma de audacia. Esta apuesta por el termalismo más moderno, la creación y la vegetación y la arquitectura es una apuesta por la vida y por el porvenir.

Del programa de actos a lo largo de este año 2010 me gustaría resaltar su carácter totalizador (botánica con “el poeta de las plantas” Lázaro Vela y su hija Isabel, cine, música, artes plásticas, arquitectura, literatura, recitales, cuentos al calor del agua y en claror del plenilunio…) y me gustaría resaltar el afán inequívoco de fundar un paraíso de creación aquí, en la Estación Termal de Jaraba, en el corazón del paisaje donde tiembla el misterio del río Mesa, donde se estremece el enigma de esta montaña mágica.

Querría dar las gracias a José Manuel y Joaquín Sicilia y a Margó Venegas por invitarme a este acto. Y les revelo ahora algo que no sabían: soy de un pueblo gallego de A Coruña, Arteixo, que tiene río que se llama Caldas y un balneario que fue la fuente más excitante de historias, de amores imposibles y de jardines encantados de mi adolescencia.  

*Este es, a grandes rasgos, el texto que leí ayer en la presentación de los actos del 150 aniversario de los balnearios de Jaraba: Sicilia y Serón.

2 comentarios

Balnearios.bz -

Nos encanta leer en interner artículos relacionados con la cultura y la tradición de nuestros balnearios.

Aquí podeis ver más información sobre los balnearios de nuestro país

http://www.balnearios.bz/balnearios.php

arturo ernesto -

pues esta gente tan adorable echa del trabajo a jovenes y mayores de 50 años con muchos años en su empresa por la ambición en invertir. Ahora los parados, los trabajadores, el pueblo y la comarca, pagamos las deudas de estos caciques.