CON BOLAÑO EN MÉXICO
*Uno de los grandes proyectos editoriales de 2010 de Tropo, el sello de Óscar Sipán y Mario de los Santos, ha sido el libro ‘El viaje imposible. En México con Roberto Bolaño’, preparado por Dunia Gras y Leonie Meyer-Kreuler, con fotografías de Siqui Sánchez, donde se mezcla la historia ‘mexicana’ del gran escritor con sus textos y unas imágenes vinculadas con ese universo.
Cristina Banzo, responsable de prensa de Tropo, me envía las siguientes notas:
Las fotografías de este libro trabajan con la melancolía de la imagen fotográfica, en la línea de Joan Fontcuberta y su El beso de Judas. Fotografía y verdad, en cuanto a que «las cosas han de morir en orden para vivir para siempre».
«El viaje comenzó un feliz día de noviembre», comienza uno de los poemas de Bolaño titulado «Los neochilenos», y continúa: «pero de alguna manera el viaje ya había terminado / cuando lo empezamos».
El México de Bolaño se estructura, básicamente, en torno a dos polos: la capital, el DF, que encarna el México de la experiencia, del recuerdo, de sus años de juventud y de aprendizaje, y el Norte, que, a su vez, podría dividirse también en dos extremos: el México de los sueños, de la huida, de la invención, tal y como podemos ver en el itinerario en coche, enloquecido, sin sentido, por el desierto de Sonora, al final de Los detectives salvajes, y el México de la frontera, de la violencia, de la pesadilla, en ese oasis de horror que es Santa Teresa en 2666.
En cualquier caso, es el camino y no la meta lo que importa, como subraya en «Literatura + enfermedad = enfermedad», de El gaucho insufrible:
Pero mientras buscamos el antídoto o la medicina para curarnos, lo nuevo, aquello que sólo se puede encontrar en lo ignoto, hay que seguir transitando por el sexo, los libros y los viajes, aun a sabiendas de que nos llevan al abismo, que es, casualmente, el único sitio donde uno puede encontrar el antídoto (p. 156).
El joven Roberto Bolaño (1953-2003). Su figura y su obra se han agigantado tras su muerte.
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