JOSÉ VERÓN Y LA POESÍA
'EL VIENTO Y LA PALABRA' DE JOSÉ VERÓN GORMAZ
El viernes, 3 de septiembre, viernes, en el Centro de Estudios Bilbilitanos, en el salón de actos de la UNED, José Verón Gormaz presentará su nuevo libro: ‘El viento y la palabra’, su último poemario. Tendrá por padrinos al poeta y profesor Alfredo Saldaña, y al escritor e historiador de la literatura Javier Barreiro, que es el autor del prólogo y un auténtico especialista en la obra literaria de José, al que ya ha dedicado otros estudios y prólogos. El acto contará, además, con la presencia de Raúl W. Fernández Moros y de María Aurora Lassa Gil. Presento aquí cuatro poemas del libro. La primera foto es de José Verón; las siguientes son de Robert Doisneau, Eugene W. Smith, de la película de Blake Edwards, de Mario Testino y Ansel Easton Adams.
Voces bajo la lluvia
Por las calles mojadas el camino se pierde.
Oigo un rumor lejano de voces que regresan
en el lento caer de la incesante lluvia,
y no encuentro en el aire ni gestos ni palabras,
sólo el eco vacío de mis pasos cansados
que buscan en la tarde humedecida
las primeras nostalgias del otoño.
Nada, sino el pasado, va quedando detrás.
Delante de la bruma,
frente a húmedos destinos,
vuelvo a pensar los versos que iluminan
la oscura soledad de la memoria.
La tarde sobre el valle
A Constantino Cavafis y Juan Ramón Jiménez Que permanezca así.
Que esta luz recobrada sea eterna,
que este momento nunca se despierte:
en el abismo ciego de las horas,
ser un átomo humilde
de paz iluminada por la tarde,
partícula viviente cargada de esperanza,
instante eterno mío,
aquí y ahora y siempre cuanto he sido.
Desayuno en Tiffany’s
Asoma el alba en el cristal dormido
con aliento de fríos resplandores.
Dentro de la mansión iluminada,
el despertar se viste de preguntas,
de dudas inconcretas, de inquietudes…
No hay un punto de fuga en lontananza
ni un centro exacto que disponga
el antes y el después.
Las palabras se esconden
en una taza de café sin rumbo.
De vino y soledad
Tardío y sin memoria,
camino entre las viñas del otoño.
Cepas atormentadas ocultan un clamor,
el espanto que acecha, casi humano,
entre el cielo infinito y la tierra quemada.
Al sur de las raíces invisibles
hay otro mundo de oscuridad y limo,
de miedo y de tristezas compartidas.
Primavera en Trasmoz
Serpea el agua clara en la ladera.
La cima, que fue blanca, es pura luz.
Inmóvil bajo el monte,
sediento y deslumbrado,
en mi nostalgia hay cierta certidumbre
de haber sido olvidado por esta primavera.
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gonzalo villar -