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Antón Castro

JORGE RODRÍGUEZ GASCÓN RECUERDA A SU AMIGUITO-AMIGUETE FÉLIX

[Mi hijo Jorge es impredecible. Esta mañana me dice que ha escrito un texto sobre Félix Romeo, con quien discutía a menudo de fútbol y a la vez compartían muchas cosas, como se ve en este texto. Publico aquí el texto por los dos, por si puede leer desde el más allá y por ver otro acercamiento desde alguien más joven... Jorge se quedó a ver el martes por la noche el monográfico que le dedicó ‘Borradores’ y lo hizo con un interés y una pasión que no le había visto nunca, en ninguno de los más de los 260 programas anteriores.]

 

RECUERDO DE FÉLIX

 

Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN

 

Félix era mucho más que un amigo de mi padre y de mi familia. Era el gran referente de mis hermanos mayores, y de mucha más gente; el más brillante, el consejero de todos. Además también era una magnifica persona, bajo ese aspecto rudo, escondía cariño a raudales y sobretodo, unas ganas locas de vivir.

La tragedia de su muerte me ha pillado muy de cerca, murió en el piso de mi hermana un trágico viernes mientras celebraban los 10 años de la revista Letras Libres en la que él y mi hermano Daniel participaban. Además hacía tan solo dos semanas habíamos compartido una magnifica paella y les enseñó a mi madre y a mi abuela una receta para hacer pulpo. El resultado estuvo a la altura de la paella, algo que mi abuela le pudo agradecer a Félix.

Curiosamente, la noticia de su muerte me la dio mi abuela (a la que él solía alabar por la buena costumbre que tiene de conservarse y ser atenta) al principio no me lo creía, luego, una vez asimilando, no me lo quise creer. Me puse en la piel de mi hermana, de Barreiros, quién lo encontró, y sobre todo; de Lina, su fiel compañera, y de sus padres. No quiero ni imaginar el dolor que estarán pasando.

Pero lo que quiero recordar de Félix es lo que era y los recuerdos imborrables que tengo de él. Ese hombre que te saludaba siempre con una palmada cariñosa y un “¿Qué tal amiguito?” (amiguete en su defecto). Sus golosinas, las que traía a todos lados. No quiero olvidar la forma en la que se divertía de un modo inocente y tierno en la piscina de mi casa, o en la de Miralbueno cuando vivíamos en Perera Larrosa y como me llevaba a hombros subiendo las cuestas de la Iglesuela del Cid (creo que hay fotos de ello). Era el mejor de los invitados en nuestras comidas, el sexto hijo en las cenas en el “Pasta Nostra Pizza Nostra”, me contagió su afición por los  helados italianos (siempre he sido muy propenso a las adicciones); cuantas veces me habrá invitado a un cucurucho de fresa o frambuesa desde que era niño…

No quiero olvidar tampoco el modo en que me chocaba antes de jugar un partido, y su expreso deseo en que lo hiciera bien. Solía dar resultado. A mi memoria vienen partidos en los que su presencia me alentó a jugar mejor. Estando Félix; en el Salvador cuando era alevín del Garrapinillos marque un hat-trick. Cuando jugaba en San Gregorio marqué mi primer gol del año y forcé un penalti. Y en San Mateo el año pasado, sus ánimos nos sirvieron para remontar y salvar el descenso. Además siempre preguntaba por el Garrapinillos. No sólo desde que mi padre es entrenador. Solía decir, más a menudo en boca de mi padre, que su segundo equipo era el Garrapinillos, después del Zaragoza de sus amores.

Me solía reprochar que fuera seguidor del Barça siendo aragonés. Y solía picarme de un modo cariñoso cuando el Zaragoza le ganaba al Barça en la Romareda. Una de sus frases míticas me la dijo en casa Emilio, una de las primeras veces que trasnoché, “Ezquerdinha es mejor que Rivaldo”, lo gracioso del caso es que lo decía de tal forma que yo entendí que lo creía realmente, hasta que tuvo que revelar a mi mente aún niña y poco dada a las ironías que era una broma. Era un gran creador de chistes y parodias de canciones y su risa, alta, grave y contagiosa es otro de los recuerdos que pretendo inmortalizar en esas líneas.

 

A modo de consuelo, dos o tres semanas después de su muerte, pude dedicarle un gol a Félix. Fue en nuestro campo, en el San Lorenzo. Su cara me vino a la mente y alcé los brazos.

Tengo la sensación de que no puedo trasmitir en palabras todo lo que la tragedia de su muerte significa. Y es que Félix tenía la extraña cualidad de hacer sentir especial a todos los que le rodeaban, señal inequívoca de que quién siempre fue especial fue él.  

A los hijos de sus amigos, como yo, a los jóvenes emprendedores, a los de su quinta consagrados y a los que no, a los mayores reconocidos y también a los olvidados. Fue el mejor amigo de sus amigos y el que menos importancia le dio a los enemigos, aunque dudo que los tuviera.

 Pudieron sentirse afortunados durante 43 años de Félix Romeo del mismo modo en que ahora nos sentimos desgraciados por su muerte. Su recuerdo, nuestro único consuelo.

 

 

*Retrato de Félix del diario ¡ABC’: tal como era.

2 comentarios

JC -

Muy bonito Jorge, Félix esté donde esté seguro que ha brindado por tí.

Chorche -

Qué majo lo que ha escrito, y qué bien que lo hayas publicado.