ALFREDO CASTELLÓN PRESENTA MAÑANA 'EL RUIDO DE LA MEMORIA'
El día 5 de marzo de 2013, a las 7,30 de la tarde, tendrá lugar en Salón Nueva Estafeta del ATENEO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO DE MADRID (Calle Prado, 21) la presentación del libro de ALFREDO CASTELLÓN, ‘El ruido de la memoria’, editado por STI en su colección Opera Omnia.
En el acto, presentado por Alejandro Sanz, Presidente de la Sección de Literatura del Ateneo, intervendrán: la escritora Silvia Bardelás, el poeta Angel Guinda, el editor Javier Cinca y el autor. A los asistentes se les obsequiará con un marcapáginas conmemorativo.
STI ediciones & Libros del Rescate
(Librería: calle Tomás Bretón, 14, local 6, 50005 Zaragoza)
SINDICATO DE TRABAJOS IMAGINARIOS DE ZARAGOZA
LO QUE SE HA ESCRITO DE ‘EL RUIDO DE LA MEMORIA’:
ANTÓN CASTRO (Heraldo de Aragón, 20.11.2012)
Alfredo Castellón Molina (Zaragoza, 1931 o 1930, según la editorial STI) es director de televisión y de cine, guionista, dramaturgo, escritor de aforismos, de cuentos infantiles y para adultos... Es uno de esos grandes personajes de la cultura aragonesa en Madrid; estuvo, con los poetas de los 50, en el homenaje en Collioure a Machado en 1959. Está en la foto, como tanto se ha recordado y olvidado a la vez. Publica en el sello STI, Libros del Rescate de Javier Cinca, con prólogo de Juan María Marín, su libro de cuentos ‘El ruido de la memoria’, dividido en tres partes: cuentos autobiográficos de carácter iniciático o de formación sentimental, que transcurren en Zaragoza, en la zona de Alicante, en Italia, en Nueva York, en Madrid, en viajes con su padre, o en Japón. Son textos evocadores de amigos, de amores fugaces, de pequeños episodios que tienen un latido de vida y de memoria herida y gozosa a la vez. Y en la segunda y tercera partes, ha recogido una pequeña selección de sus microcuentos... El libro incluye un apéndice con textos sobre Julio Alejandro, Juan Carlos Onetti, María Zambrano, de la que fue muy amiga.
ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE (Andalán. 30.11.2012)
Por esos días, habíamos celebrado con Alfredo Castellón, en tantas cosas vida paralela, amigo de Borau, realizador de televisión y director teatral, escritor, y también escritor y viejo amigo, la publicación de su último libro, “El ruido de la memoria”, en que evoca desde su infancia en los años treinta hasta nuestros días, con exquisita escritura y fino humor. Y la presentación fue una maravilla, respondiendo a indagaciones de Antón Castro con historias personales, íntimas, muy divertidas.
ÁNGEL VIVAS (diario EL MUNDO, 02.01.2013)
“A vuelas con el ruido (y la furia) de la memoria”.
El productor televisivo Alfredo Castellón publica un libro de relatos.
Veterano profesional de la televisión y el cine, donde ha hecho de todo, Alfredo Castellón se ha dedicado también desde siempre a la escritura; sólo que de un modo semisecreto y cultivando géneros poco populares, como el teatro de cámara o los relatos infantiles. Jubilado ya de sus trabajos alimenticios, retoma con nuevos bríos esa vocación suya. Vocación que no es en absoluto tardía, sino que como él mismo dice «en la vida pasan cosas que te truncan el camino que llevabas; el ingreso en TVE cuando fallece mi padre me hizo dedicarme a lo audiovisual, y eso fue un hándicap».
Acaba de publicas el libro de relatos El ruido de la memoria (Ed. STI) y anuncia otro titulado Escombros selectos. Como indica el título, la memoria es clave en el libro recién aparecido (aunque también cuente la imaginación, sobre todo en la segunda parte). La memoria, ese campo de minas, como se dice en el prólogo del volumen. «Es un campo de minas», aclara él, «porque te puede explotar; tú tratas de eludir aquellas partes del pasado que te perjudican, tratas de hacerlo como defensa, pero a veces no puedes y te explotan».
¡Es también,. como decía el santo Job (según Savater) la sede del rencor? «Puede ser, pero yo olvido con facilidad los momentos que no han sido gratos. El rencor solo lleva a una pérdida de tiempo y hay que tratar de evitarlo. Los rencores no sirven para nada, como no sirven la envidia o la vanidad; esas cosas son una falta de inteligencia».
Nacido en 1930, Alfredo Castellón fue un «niño de la guerra»; de la que tiene un recuerdo terrible, al revés que otros colegas para los que fue un tiempo de libertad. «He rumiado la Guerra Civil a posteriori», dice él. «En Barcelona, son seis años jugaba en la calle con tirachinas y pistolas de madera mientras los mayores de mataban de verdad. Nuestras batallas infantiles reproducían las batallas criminales de los mayores. Pero ver, como cuento en el libro, enterrar cadáveres en grandes hoyos en una playa y taparlos con cal, eso no se olvida aunque seas niño».
No todo es tan tétrico en sus relatos. Hay evocaciones de muy distinto tipo. Todo, con un estilo claro, directo y, como él mismo añade, visual. «La memoria me aporta la visualización de las cosas», explica.
Y hay recuerdos —estos sí, totalmente reales, no pasados por el tamiz de la imaginación o la fantasía— de la gente a la que Alfredo Castellón ha tratado a lo largo de su vida. Como María Zambrano, que le animó a escribir en los años 50 y le escribió un prólogo para un relato infantil, que prohibió la censura en la primera edición.
O Juan Carlos Onetti, que le hizo una faena (putada, dice él en el libro) ocultándole que ya existía una versión cinematográfica de la novela de Onetti Para esta noche, que Castellón quería llevar al cine. «Pero aquello de Onetti siempre lo he visto con ternura. Porque él era entrañable; y porque me parecía justificado que quisiera que se hiciera una versión nueva, ambientada en España como correspondía, de una historia originalmente española, aunque él la situara en Latinoamérica. Posiblemente se haga algún día».
MARIANO GISTAÍN (www.gistain.net. Texto casi diario. 14.01.2013)
“El ruido de la memoria” (STI Ediciones, 2012).
Alfredo Castellón escribe poesía cine. La elipsis de toda una vida elegante. Es un dandy natural, lo que parece una contradicción porque el dandy se construye, pero esa es la gracia de Alfredo, nadador, atleta ganador de medallas, poeta de cine en prosa leve que se te queda dentro.
Se ha dedicado al cine y la televisión, artesanías de la censura y de la libertad. Niño de la guerra civil, ha llegado hasta el atroz presente en plena esbeltez. Sin romperse ni mancharse. Ha salido por el otro lado del cristal de la historia y va publicando libros de una vida única, originalísima y cada vez más secreta. Cuanto más publica más misterios deja en el aire de Roma, París, Asia, Nueva York. (Creo que Alfredo es agente de la KGB y la CIA por lo menos: el único agente doble o triple que ha sobrevivido a este apocalipsis frugal. Un asceta de sí mismo, protagonista de novelas que nacen ya adaptadas al mejor cine).
En los viajes y las peripecias se reconocen los memes del siglo, pero el protagonista sobrevive y avanza, siempre independiente, a su aire. Dandy en las penalidades, ayudante precoz de Antonioni, listo para aprobarlo todo in extremis, evanescente galán, ávido siempre. Los personajes son todos diálogo, amistad, estilo: María Zambrano, Julio Alejandro de Castro.
La levedad del espíritu lleva a Alfredo sobre las olas. Memorias esenciales, sutilísimas de emoción. El éxito le sale de dentro, va con él. Alfredo es una fábrica de éxito, vitalidad agradecida, resistencia cimbreante a los contratiempos y a la muerte. El éxito es haber llegado al nuevo milenio con su savoir faire, discreto, ligero de equipaje, una maratón de ochenta años que empieza cada mañana: curioso, despierto, atento. De la estirpe invencible de Azcona, forjados entre las balas y el hambre, supervivientes dispuestos a exprimir su siglo, que ahora vuelve embrutecido, comprimido en un mp3.
El paraíso que le gustaría a Alfredo es su infancia con sus padres y hermanos, en casa, la niñez añorada.
El libro de Alfredo es sagrado, bellísimo como el mejor cine, sprint y sosiego, culpas rápidas, aleteo de eternidades.
Como escribe Juan M. Marín en el estupendo prólogo, Alfredo no necesita metáforas. Qué lujo.
*En la foto, Alfredo Castellón con Raúl Artigot. La tomo de internet; las notas son de STI.
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