ELEGÍA A MARÍA ROSARIO DE PARADA
[Pilar Hernandis, escritora especializada en literatura infantil, entre otras cosas, escribió una elegía para Maria Rosario De Parada. Se la entregó a su familia el día del funeral de la autora de 'Entre dos fuegos' y 'Erminda Borghetti', y hace un instante me la ha enviado. Aquí está para los lectores interesados.]
A Mª Rosario de Parada
Ya nada temas María Rosario
estás en los brazos del Padre.
Paseaste por verdes praderas
y habitaste en el Amor.
El árbol de tu vida seis
veces floreció.
Subiste altas montañas
con sol, nieve…
Atravesaste ríos caudalosos
y también yermos por la sequía.
¡Qué largo fue el camino
hasta llegar aquí!
Ya nada temas María Rosario
estás en los brazos del Padre,
ya sientes su aroma, ya percibes su luz.
Tu recuerdo en nuestros corazones
será… la suave brisa de tu mar,
tu dulce sonrisa, tu palabra
siempre viva, tu sencillez
innata, tu humanidad,
tu prosa sabia
y más…
Con Cariño, Pilar Hernandis.
Publico aquí uno de los textos que yo le dediqué con motivo de su reciente fallecimiento en 'Heraldo de Aragón'.
ADIÓS A MARÍA ROSARIO DE PARADA
Por Antón CASTRO
María Rosario de Parada amaba las palabras con locura. Quería contarse a sí misma y contar a los otros, quería transmitir una época, unos cuantos sucesos, su propio mundo amasado con historias extraordinarias, dramas y las maletas del viajero. Lo hizo a partir de 1959 decididamente, cuando empezó a escribir en prensa: escribió en ‘El Noticiero’, entre 1959 y 1976, luego en ‘La Hoja del Lunes’ y fue corresponsal del ‘Diario de Barcelona’. A menudo se leyeron algunos de sus cuentos, premiados, en la radio. En la escritura, María Rosario de Parada se encontró a sí misma. Fue siempre minuciosa, apasionada, de una curiosidad incesante, tan dulce como obstinada, tan divertida como generosa y sonriente. Una vitalista con buenos modales. Encontró en su marido, el químico Hernán Palacio, el complemento ideal a su existencia: los dos amaban la cultura, las pequeñas cosas de cada día, la cocina, los viajes. En sus últimos años, mientras María Rosario daba rienda suelta a sus libros y a su hiperactividad, Hernán se apasionaba por la encuadernación.
Nacida en Zaragoza en 1921, María Rosario de Parada viviría en la finca familiar La Mezquita, ubicada entre La Sotonera y la Hoya de Huesca. Ahí conocería de primera mano las historias que atraviesan su novela más conocida: ‘Entre dos fuegos’ (Certeza, 1995). Una novela de amor y crimen, de traiciones y dolor con todas las sombras de la Guerra Civil que supuso “un exorcismo de la memoria, un inventario de las dolorosas narraciones de familia”.
Tras casarse con Hernán Palacio, que sería director de la Alcoholera de Madrid, y con varios hijos ya, María Rosario de Parada y su familia se fueron a Argentina: vivieron en Mar de Plata durante dos años, y allí la futura periodista intentaba ganarse la vida con dos máquinas de tricotar haciendo jerséis, a la vez que cuidaba a sus hijos y leía y escribía. Durante aquel tiempo conoció a una mujer clave en su vida: su asistenta Erminda Borghetti, con ascendientes italianos y españoles, que vivió un auténtico drama. María Rosario le dedicaría una novela, ‘Erminda Borghetti’, donde revela sus dramas y también sus esperanzas. Ese libro le perseguía desde su regreso a España y al final logró redactarlo y presentarlo al Planeta. Figuró entre las novelas finalistas, y al final lo publicó en Aragón, en Certeza, en una desdichada edición, al principio, y luego en una nueva edición, al cuidado de Gerardo Alquézar, en 2006. Aquella novela era la crónica de una vida de mujer que la había impactado muchísimo y era también su visión de la Argentina. María Rosario de Parada confesaba que esa novela “trata de la situación de los emigrantes en Argentina; coincidió que yo estaba allí cuando murió Eva Duarte”.
Tras su regreso a España, María Rosario se zambulló en la prensa. Fue, con la redactora deportiva Gloria Arias, una pionera del periodismo de mujer en Aragón. Escribió de todo: de cultura y sociedad, de política, firmó reportajes, crónicas, hizo entrevistas; a veces solía recordar que había dialogado, ya en la Transición, con Manuel Fraga o Santiago Carrillo. Era atrevida y entusiasta, y no se resignaba a los lugares comunes. Siempre le preocuparon las injusticias y por ello, entre otros títulos, firmó el libro ‘El pueblo gitano en España y Aragón’. En los años 80 y 90 vivió sus mejores años: colaboró con muchos medios y publicó varios libros: una historia de Santa Cruz de la Serós, el volumen ‘Ferro-carril a Francia por Canfranc. Una esperanza con futuro’ y otro libro que hizo con sumo placer: ‘Conversaciones con Pedro Laín Entralgo’ (Gobierno de Aragón, 1994). Visitaba a menudo al polígrafo turolense en Madrid y decía que aquellas citas con la sabiduría habían sido “una de las mejores experiencias de su vida”. Entre otros libros firmó la novela ‘El testamento de una reina’ (Certeza, 2006), centrado en la figura de Isabel la Católica cuando se retiró en 1594 al castillo de La Mota, y ‘Manifiesto de un jubilado’ (Egido), que proponía una revueltas de los jubilados, encarnados por Fidel, y una llamada de atención a los partidos políticos que solo contaban con ellos en tiempos de elecciones. María Rosario de Parada recibió un homenaje de la Asociación de la Prensa de Aragón en 1996 y fue presidenta de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro. Le encantaba viajar, compartir territorios literarios, y fue una activa conferenciante y charlista de diversos temas.
En 2011, Carmen Bandrés le dedicó una biografía: ‘María Rosario de Parada. El arte vivir’ (Huerga & Fierro). Maruja Parada reposará en Santa Cruz de la Serós: allí tenía una casa encantada. Se sentaba en el jardín, con su hermana, con sus hijos o sus nietos, y se sentía la mujer más feliz de la tierra. Si la literatura era su paraíso del alma, Santa Cruz era el edén de los mejores sueños. Muy cerca de allí reposará para siempre.
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