UN POEMA PARA ÁNGEL Y PILAR
[Hace unos días estuve en el Matarraña. Allí me hablaron de Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate, su mujer, escritora y traductora de Mallarmé, entre otros. Son dos antiguos amigos; Ángel falleció hace años. Hoy me ha llegado el libro 'Situación de la poesía concreta y otros ensayos sobre poesía brasileña' (Libros de la Resistencia, 2013), que me envía Pilar. Mañana, en Tauste, presentaré mi nuevo libro, 'Seducción' (Olifante, 2014. También presentarán los suyos Giménez Ocaña, Laura Lahoz, José Luis Corral, Víctor Juan, José Verón, etc.), donde hay un poema dedicado a Pilar y Ángel, aquel poeta simbolista al que vi varias veces escribiendo poesía en su paloma de Calaceite, situación a la que alude este texto.]
UNA BRISA NOCTURNA
[A Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate]
Vivían con las palabras precisas.
Con las suyas y con las de los otros:
con las de Fernando Pessoa y Rilke,
con las de Juan Ramón Jiménez,
y con las de Stéphane Mallarmé.
Y esas palabras, en forma de versos,
andaban por la casa como pájaros
inquietos, como las notas huidizas
de una ópera o de un río de sílabas.
Vivían entre las piedras y el cielo,
entre los búcaros y el aleteo
de las telas. Siempre había un olor
a madera y a intimidad cercada.
Los libros estaban cerca. Los discos,
los cuadernos y una cesta de frutas.
Al llegar la noche, él se retiraba
a un palomar, su obrador y refugio,
el oratorio de la poesía.
Hablaba con Ofelia, con Zenobia,
con Beatriz, el delirio de Dante.
Congregaba a los espectros del verbo.
Había un instante en que ella subía
a sentarse allí: temblaba la luna,
brillaba la fronda de los olivos.
Una brisa retornaba del campo
y entraba por la ventana para ellos.
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Manuel Marín -
Albert Lázaro-Tinaut -