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Antón Castro

EL NIÑO QUE QUISO VOLAR

EL NIÑO QUE QUISO VOLAR

[A PLENO SOL. ‘El Principito’ es uno de los libros más singulares de la literatura. Su autor lo redactó en Nueva York en 1943; apenas un año después, en Marsella, era derribado por la aviación alemana. Han pasado 70 años. Peter Sís le dedica un libro ilustrado magistral al piloto y escritor.]

 

 

Saint-Exupéry

El niño que quiso volar

 

Antón CASTRO

Érase una vez un niño que nació en 1900, en Lyon, Francia, en un tiempo en que el hombre soñaba con volar y empezaba a hacer sus primeros aviones. Se llamaba Antoine, tenía tres hermanos y se quedó huérfano de padre a los cuatro años. Era tan soñador como aventurero. Le gustaba leer, viajar con la imaginación, escuchar historias y adentrarse en los castillos. Quería ser piloto. Tenía el pelo rubio y su familia –que pertenecía a la nobleza: sus padres eran condes- lo llamaba el Rey del Sol. Adquirió un hábito infrecuente: despertaba a los suyos para leerles sus últimos poemas.

Muy pronto quiso fabricar su propia nave; como había hecho Clement Ader, que había construido un avión a vapor en 1890, se alzó del suelo pero no voló; como harían Orville y Wilbur Wright en Carolina del Norte en 1903. O Louis Blérito en 1909, que «fue el primero en volar de Francia a Inglaterra». Le gustaba mucho la bicicleta; con doce años, le añadió unas sábanas sujetas con varas de mimbre para que se elevase, sin fortuna. No le importó: tarde o temprano sería piloto. Casi todos los días iba pedaleando hasta el aeródromo donde se probaban los aparatos. Un día un joven piloto lo dejó ir en su aeroplano. Se dio cuenta de que le encantaba el cielo, sería un coleccionista de estrellas, y que le gustaba mucho mirar abajo. Dicen que Antoine no pensaba más que en volar.

Se matriculó en Arquitectura, pidió que lo mandasen a aviación en el servicio militar, pero no lo logró. Su madre acabó pagándole clases particulares con instructores de vuelo para aprender a pilotar (surcará el aire en un Farman F-40 y en un Soptwith), y antes de conseguir su primer trabajo de mecánico en una empresa de correo aéreo, viviría diversas peripecias: se estrellaría en mayo de 1923 con un compañero, y saldría ileso, y llevaría pasajeros que querían gozar de una vista panorámica e inolvidable de París. Era feliz. Y lo sería más cuando un editor oyó sus aventuras y le pidió que las escribiera: así nacería su primer libro, ‘El aviador’ (1925), al que seguirían otros como ‘Correo del Sur’, ‘Vuelo nocturno’, ‘Piloto de guerra’, ‘Ciudadela’, etc., por los que recibió importantes galardones.

Después de trabajar de mecánico asumiría un hermoso cometido: transportar, en solitario, el correo de Francia a España. Luego también lo haría por casi toda Europa y por parte de África Occidental. Sus sueños empezaban a cumplirse con un sinfín de anécdotas, de accidentes, de viajes temerarios y de aterrizajes forzosos, como el que sufrió en el Sáhara, con un compañero: anduvieron por el desierto unos días, víctimas de las alucinaciones, hasta que los encontraron los beduinos. En realidad, ya entonces vivía de milagro. Uno de los episodios más fascinantes de su biografía lo vivió en el aeródromo de Cabo Juby (al sur de Marruecos, en el Sáhara occidental), del que era responsable: habitaba una choza de madera, se rodeó de animales salvajes que domesticaba y convertía en sus mascotas. Tenía una jarra, una palangana, bastantes libros y un gramófono. Una vez al mes recibía provisiones de Canarias y rescataba a aviadores que habían sido derribados. Por su sentido de la conciliación, lo llamaban Capitán de los pájaros.

Así, en forma de cuento, el escritor, cineasta y dibujante Peter Sís (Brno, Checoslovaquia, 1949) aborda ‘El piloto y el Principito. La vida de Antoine de Saint-Exupéry’ (Sexto Piso. Traducción de Raquel Vicedo), que tiene diversos niveles de lectura: uno, sencillo, para los más pequeños, y otro, lleno de matices y de curiosidades, para todos los públicos. Lo que impresiona es la parte gráfica o visual: la puesta en escena, los cielos estrellados, los desiertos, los mapas del mundo, los objetos, la soledad de los accidentes, la superficie esmeralda del mar o el modo de explicar cómo su avión planea por un cielo de fuego mientras abajo avanzan los bombarderos nazis. Exúpery también estuvo en la guerra civil española.

Peter Sís, que recibió el premio Hans Christian Andersen de 2012 y firmó en Sexto Piso el ‘El coloquio de los pájaros’ (2012), nos recuerda en pequeños dibujos de contexto la trayectoria de Saint-Exupéry, la letra menuda de una vida apasionante, sus amigos (especialmente Guillaumet y Leon Werth, a quien le dedicará ‘El Principito’), las dificultades que tenía para acomodarse en la cabina, donde escribía y leía, porque medía 1.88, y nos dice que se casó con la escritora y pintora Consuelo Gómez Carrillo (1901-1979), en 1931; sería ella quien le inspiraría la rosa de ‘El Principito’.

Ese libro se publicó en abril de 1943, en francés e inglés. Lo redactó en un tiempo de crisis (en su país habían sido cuestionados su amor a Francia y su valentía por el propio De Gaulle) y ha vendido más de 145 millones de ejemplares. Peter Sís dice: «Compró una pequeña caja de acuarelas y empezó a trabajar en un libro ilustrado sobre un niño de pelo dorado». Desapareció un 31 de julio de 1944, tras despegar de Borgo (Córcega) en un Lockheed P-38 Lightning, con el fin de controlar las posiciones de los nazis, que habían invadido su país en 1940. Peter Sís concluye: «Era un hermoso día (...) Puede que Antoine encontrara su propio planeta reluciente cerca de las estrellas». Han pasado 70 años y era, como ahora, verano.

 

el anecdotario

Olé tus libros. La vida de Saint-Exúpery sigue envuelta en la leyenda. Varias personas, desde 1998 hasta ahora, hallaron pertenencias del escritor y del avión que pilotaba en Marsella. Incluso ha habido varios militares (como Robert Heichele y Horst Ripper) que han dicho que lo habían derribado. En cualquier caso, ‘El Principito’ es uno de esos libros especiales que busca respuestas, que habla del sueño y de la imaginación, del amor y de la amistad y que sigue conquistando lectores. En Zaragoza existe una librería, Olé tus libros, cuyos dueños, María Jesús y Víctor, sienten auténtica veneración por el volumen. Tienen ejemplares en todos los idiomas. Han hecho una nueva edición en formato cuadrado y le han encargado las ilustraciones a Juan Bauty, que ha hecho interpretación muy personal, con mucho color.

 

 

*Ilustración de Peter Sís. El texto se publica hoy en Heraldo de Aragón.

 

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