TONI TELLO HABLA DE BORIS VIAN
Juan Antonio Tello (La Almunia, Zaragoza, 1965) es poeta, traductor y profesor. Acaba de trasladarse a trabajar en Tánger con una valiosa novedad bajo el abrazo, la ‘Poesía completa’ de Boris Vian (1920-1959), que ha publicado en Renacimiento.
“Boris Vian posee un gran espíritu poético”
En Boris Vian, vida y poesía
forman un todo inseparable”
Antón CASTRO
¿Qué lugar ocupa la poesía en la obra de Boris Vian?
Como digo en el prólogo de esta edición, cuantitativamente ocupa un lugar pequeño, algo más de dos centeneras de poemas escritos en el trascurso de las décadas de los 40 y 50, divididos en cinco colecciones, de las que solo dos vieron la luz en vida de Boris Vian. Cualitativamente, su obra literaria está impregnada de poesía y muchos de los temas tratados en sus poemas reaparecen tanto en sus novelas como en sus obras de teatro. Vida y poesía forman un todo difícilmente separable.
-¿Existe relación entre su poesía y su condición de cantautor?
Sí, totalmente. De hecho, algunos de sus poemas pasaron a ser canciones y viceversa. En la edición de las ‘Obras completas’ de Fayard, de donde parte mi traducción, algunas piezas aparecen tanto en el volumen de poesía como en el de canciones, prueba inequívoca de que a veces es muy complicado establecer diferencias entre géneros. Tal vez el caso más famoso sea ‘El desertor’, un canto procivil que Vian paseó en sus giras por Francia y Bélgica. No es en todo caso el único.
¿Cuántos libros escribió y publicó en vida?
Si pensamos que toda su obra fue publicada en dos décadas, la obra literaria de Boris Vian puede calificarse de monumental, al tiempo que sorprenderte. Dos centenares largos de poemas, más de quinientas canciones, cinco novelas, cuatro novelas negras, buen número de relatos, cuatro obras de teatro (se lo digo de memoria), escritos sobre jazz, sobre ciencia ficción, traducciones de novelas anglosajonas, etc.
Tuvo una vida breve, de apenas 40 años. ¿Cómo es la poesía de Vian?
Una parte de la crítica calificaba su novela de poética y su poesía de prosaica. Esta aparente paradoja no debe ocultar una sensibilidad literaria de primer orden. Vian empieza a escribir sonetos cuando ya nadie lo hacía en Francia, si exceptuamos algunos nombres concretos que no servirían para marcar una tendencia, a pesar de que Louis Aragon, unos años después, intentara lo contrario queriendo elevar el soneto a la altura de canto nacional. Pero Vian lo hace con una intención meramente lúdica, dinamitando este marco noble desde el interior y sirviéndose de él para disfrutar del arte de versificar. Luego seguirán, ya a finales de los años 40, dos colecciones difícilmente calificables, ‘Barnum’s Digest’ y ‘Cantinelas en jalea’, la primera fruto de su colaboración con el pintor y dibujante Jean Boullet, la segunda en plena efervescencia de Saint-Germain-des-Prés.
Dejó mucha bastante poesía inédita, entonces, ¿no?
‘No quisiera palmarla’, publicada a título póstumo, puede ser considerada como su obra cumbre si hablamos estrictamente de género poético, escrita en un periodo difícil de su vida, acuciado por las consecuencias penosas del escándalo que había provocado en una Francia ultraconservadora la publicación de su novela negra ‘Escupiré sobre vuestra tumba’ y por la escasa repercusión de sus últimas novelas, de tirada reducida y mal distribuidas. A todo ello hay que añadir un buen puñado de poemas que salpican aquí y allá una vocación intermitente en cuanto a dedicación pero firme en su espíritu.
¿Pertenecería a alguna corriente específica?
De su obra no puede deducirse adscripción alguna, si no es la que tuvo voluntariamente con el Colegio de Patafísica, pero sí podemos vincularlo con nombres propios como Raymond Queneau y Jacques Prévert, amigos y compañeros del Colegio de Patafísica, y vecino este último en Cité Veron, sobre los tejados del mítico Molino Rojo. Desde un punto de vista diacrónico, la obra de Vian pertenece a una estirpe de la literatura francesa que tiene picos a lo largo de su historia, algunos de los cuales se llaman nada menos que François Rabelais o Alfred Jarry.
¿Qué dificultades entraña un proyecto así al que le ha dedicado una larga década?
La publicación de la ‘Poesía completa’ de Boris Vian culmina un trabajo que comencé el año 2000 y que ahora, más de una década después, toca a su fin. Entre tanto, ha habido unas primeras versiones de ‘No quisiera palmarla’ (2003) y de ‘Barnum’s Digest’ y ‘Cantinelas en Jalea’ (2005), publicadas en Hiperión, un dossier dedicado al autor en el número 70 de la revista ‘Turia’, artículos y conferencias sobre su obra, tanto desde el punto de vista literario como desde el de la traducción.
Dicho de otro modo, ¿qué le ha supuesto traducir a Boris Vian?
Traducir a Vian es la prueba de fuego con la que todo traductor puede encontrarse en un momento dado. Las características de su lenguaje poético hacen que en ocasiones sea extremadamente difícil, si no imposible, encontrar una solución definitiva a los problemas lingüísticos que plantea, pero, después de darle muchas vueltas, estoy relativamente contento del resultado final.
¿Cuál sería la vigencia de este fascinante personaje, por qué nos sigue interesando?
Después de haber trascurrido 75 años de su muerte, y pasado el gran interés que suscitó su literatura entre el gran público en los años 60 y 70, asociado sin duda a ese espíritu de libertad que se respira en toda su obra, puede decirse que, considerado ya como un clásico heterodoxo del siglo XX francés, su literatura no ha envejecido y sigue atrayendo a sucesivas generaciones de lectores. Algo tendrá. Y ese algo para mí es principalmente su gran espíritu poético y esa capacidad que posee de crear universos radicalmente personales.
*Boris Vian con Juliette Grecò en Saint German-des-Pres. Esta entrevista apareció a principios de otoño en Heraldo de Aragón.
Otra selección de sus poemas:
SI FUERA POETA…
Si fuera poeta
Sería un borracho
Tendría una nariz roja
Una gran caja
En la que apilaría
Más de cien sonetos
En la que apilaría
Mis obras completas.
No quisiera morir, 1962 (póstumo). Traducción de Juan Antonio Tello.
SI J’ÉTAIS POHÊTEÛ…
Si j’étais pohêteû
Je serais ivrogneû
J’aurais un nez rougeû
Une grande boîteû
Où j’empilerais
Plus de cent sonnais
Où j’empilerais
Mon noeuvreû complait.
Je voudrais pas crever, 1962.
UN POETA…
Un poeta
Es un ser único
En montones de ejemplares
Que no piensa más que en verso
Y no escribe más que en música
Sobre motivos diversos
Unos rojos otros verdes
Pero magníficos siempre.
No quisiera morir, 1962 (póstumo). Traducción de Juan Antonio Tello.
UN POÈTE…
Un poète
C’est un être unique
À des tas d’exemplaires
Qui ne pense qu’en vers
Et n’écrit qu’en musique
Sur des sujets divers
Des rouges et des verts
Mais toujours magnifiques.
Je voudrais pas crever, 1962.
SI LOS POETAS FUERAN MENOS TONTOS…
Si los poetas fueran menos tontos
Y si fueran menos perezosos
Harían a todos felices
Para poder dedicarse en paz
A sus sufrimientos literarios
Construirían casas amarillas
Con grandes jardines delante
Y árboles llenos de pájaros
Mirliflautas y lisosos
Parongros y verderones
Y pequeños cuervos muy rojos
Que dirían la buena ventura
Habría grandes chorros de agua
Con luces dentro
Habría doscientos peces
Desde el crusco hasta el ramusón
De la libela al pepamulo
De la aguja al rara curul
Y de la avela al cañizón
Habría aire completamente nuevo
Perfumado con el olor de las hojas
Comeríamos cuando quisiéramos
Y trabajaríamos sin prisa
Para construir escaleras
De formas nunca vistas
Con maderas veteadas de malva
Suaves como ella bajo los dedos
Pero los poetas son muy tontos
Escriben para comenzar
En vez de ponerse a trabajar
Y eso les da remordimientos
Que conservan hasta la muerte
Encantados de haber sufrido tanto
Les dan grandes discursos
Y se les olvida en un día
Pero si fueran menos perezosos
Sólo en dos serían olvidados.
No quisiera morir, 1962 (póstumo). Traducción de Juan Antonio Tello.
SI LES POÈTES ETAIENT MOINS BÊTES…
Si les poètes étaient moins bêtes
Et s’ils étaient moins paresseux
Ils rendraient tout le monde heureux
Pour pouvoir s’occuper en paix
De leurs souffrances littéraires
Ils construiraient des maisons jaunes
Avec des grands jardins devant
Et des arbres pleins de zoizeaux
De mirliflûtes et de lizeaux
Des mésongres et des feuvertes
Des plumuches, des picassiettes
Et des petits corbeaux tout rouges
Qui diraient la bonne aventure
Il y aurait de grands jets d’eau
Avec des lumières dedans
Il y aurait deux cents poissons
Depuis le croûsque au ramusson
De la libelle au pépamule
De l’orphie au rara curule
Et de l’avoile au canisson
Il y aurait de l’air tout neuf
Parfumé de l’odeur des feuilles
On mangerait quand on voudrait
Et l’on travaillerait sans hâte
À construire des escaliers
De formes encor jamais vues
Avec des bois veinés de mauve
Lisses comme elle sous les doigts
Mais les poètes sont très bêtes
Ils écrivent pour commencer
Au lieu de s’mettre à travailler
Et ça leur donne des remords
Qu’ils conservent jusqu’à la mort
Ravis d’avoir tellement souffert
On leur donne des grands discours
Et on les oublie en un jour
Mais s’ils étaient moins paresseux
On ne les oublierait qu’en deux.
Je voudrais pas crever, 1962.
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