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Antón Castro

SUSANA CAMPS: TRES MICROCUENTOS

SUSANA CAMPS: TRES MICROCUENTOS

 

Susana Camps Perarnau es licenciada en Filología Hispánica y doctora en Traducción. Ha publicado crítica literaria, entrevistas y artículos de investigación, la novela El sueño robado (Montesinos), el estudio La literatura fantástica y la fantasía (Mondadori), relatos (Turia, Lucanor,antología Contes de Nadal) y microrrelatos (antología Mar de pirañas, Menoscuarto). Así mismo participará en la antología de microrrelatos que Talentura editará en mayo de 2013. Después de algunos años dedicados a la traducción y al estudio tipográfico delTirant lo Blanc, ha retomado su actividad narrativa con el blog Los martes micro(http://losmartesmicro.blogspot.com). Tiene la amabilidad de enviarme estos tres textos.

 

 

FERTILIDAD DE LAS ALMAS

 

Abrió los refrigeradores y sacó uno a uno todos los recipientes. Habían pasado los años estipulados por la ley. Embriones sin padres, huérfanos de voluntad. Nadie venía a reclamarlos. Sería él mismo, el responsable de su vitrificación, quien los liberaría: como quien esparce las cenizas de sus muertos, el doctor diseminó el contenido de las neveras por el parterre posterior de la clínica. No pudo prever que, nueve meses después, gracias a la insistente menstruación de luz de la luna, un campo de mandrágoras gritaría su nombre en un aullido unísono, múltiple y desgarrador.

  

CRONOLOGÍA DE UNAS MANOS

 

Cuando tenía ocho años me miré las manos y me prometí que las recordaría tal como eran, mullidas y tiernas. A los veinte ya las había olvidado. Advertí tiempo después que los nudillos no siempre habían sido picudos, y examinando intensamente las rayas de la palma –las de la vida, las del futuro, las de la enfermedad – me di cuenta a los treinta y ocho de que no reconocía nada en el mapa de mi pasado.

El futuro desplegaría otras rayas.

Hacia los cincuenta empecé a ver venas azules, protuberantes en algún punto, que me recordaban las manos de mi madre, y aunque las traté con cremas y aceites, en una década más ya se veían apergaminadas y viejas.

Acaso las manos de mi niñez contenían ya la invisible constelación de mis manchas de octogenaria, pero en breve no podré verlas, y ni siquiera logro recordar si – algunas de esas manos, de entre todas – fueron realmente mías.

 

LA INTENCIÓN NO ES LO QUE CUENTA

 

Respiro hondo y siento que al respirar me despego un poco más del cuerpo. Es una sensación extraña: pierdo adherencia. Me divido. Me da miedo pero la curiosidad es más fuerte, así que repito la inspiración y al soltar el aire voy comprobando que sí, me separo de mi cuerpo, lo siento ondear como si estuviera en el agua. La cabeza todavía está anclada al cien por cien, pero el torso, los brazos y las piernas flotan.

Ondeo, qué duda cabe. Sólo me lastra la cabeza, que pesa tanto como una piedra obstinada. Pero yo gravito. Sonrío y pienso en Virginia Woolf, en Sylvia Plath. Tiene algo de cómica y feliz la circunstancia. El estímulo del viaje inminente me transmite una dicha inmensa, como cuando contemplé el Ouse y sentí un vértigo que me llamaba. Y ahora, de pronto, es el río el que viene a buscarme a mí. Respiro una vez más, lenta y profundamente, determinada a deshacerme del cerebro. Sé que la corriente me llevará en cuanto libere la cabeza. Ya casi.

A punto de desatarme toda, una manita conocida, tierna y pequeña, me toca el brazo: Mamá.

3 comentarios

Mirentxu -

Los microcuentos de Susana así como todo lo que ella escribe es formidable. Soy su fan número uno.

Javier Ximens -

Da gusto regresar al mundo de Susana, sus micros profundos, trabajados, alejados de la inmediatez. Con temas que salen de lo común, embriones que claman por la vida, manos como cronología de vida o el sentir del suicida o el anciano en el momento de partir. Un placer releerte, Susana.

Susana Camps -

Muchísimas gracias por darme este espacio en tu blog, Antón. Un fuerte abrazo.