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Antón Castro

SERGIO VILA-SANJUÁN: UN DIÁLOGO

SERGIO VILA-SANJUÁN: UN DIÁLOGO

Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) es escritor y periodista. Dirige el suplemento ’Culturas’ de ’La Vanguardia y es uno de los grandes nombres del periodismo cultural, del que ha teorizado como pocos. Es experto en best-seller, en figuras como Carlos Ruiz-Zafón, un enamorado de la novela negra, y autor de tres novelas: ’Una heredera de Barcelona’ (Destino, 2010), ’Escrito en aire’ (Destino, 2013. Premio Nadal) y ’El informe Casabona’ (Destino, 2017), que presenta esta tarde en la librería Los Portadores de Sueños de Zaragoza, a las 20.00. (La foto es de Lisbeth Salas).

-¿Qué sucede de especial o literario en una recepción real del 22 de abril, qué sucede en tu novela?

Es donde fallece inopinadamente el magnate Alejandro Casabona, mientras el Rey –no se precisa qué Rey en concreto- está pronunciando su brindis. Esta recepción en Palacio brinda un marco fastuoso, un ritual potente y poco conocido y un microcosmos cultural abigarrado, que me parecían muy sugestivos y un escenario de primer orden para hacer arrancar la novela.

-¿Quién es Alejandro Casabona, qué tipo de personaje has querido retratar?

-Es un hombre de poder español, simpático y seductor, que ha vivido varias vidas en una: fue un activista antifranquista de la órbita monárquica en los años 40 y 50, un empresario enriquecido con el boom de los 60, un político de centro moderado en los años de la Transición y un mecenas de las artes, que crea su propio museo, en los últimos lustros. Se ha casado tres veces y ha mantenido incontables “affaires”. Según en qué periodo de su vida nos detengamos nos parece encontrar a un personaje u a otro muy diferente, tanto desde el punto de vista de las realizaciones como de la moral. Lo que me interesaba era precisamente esa pluralidad de perfiles, a veces casi opuestos, que pueden coexistir en una sola vida. En la literatura española no abundan los empresarios, y cuando aparecen a menudo es en forma de caricatura. Yo he intentado plasmar uno de indudable magnetismo, mostrando también su pragmatismo, a veces casi cínico, y por supuesto sus zonas oscuras. Y a través de su figura proponer una especie de fábula sobre la ética de la empresa.

-¿Qué le debe la posguerra y la transición a personajes como él? Parecían vivir en una constante contradicción…

-Casabona es un empresario dinámico y europeísta. A personajes como él se debe, en buena parte, la modernización de la economía española bajo el franquismo y también, el pacto social de la segunda mitad de los años 70. Hubo bastantes de este estilo, yo tuve la oportunidad de tratar a algunos. Era importante que tras la muerte de Franco la derecha política y el mundo empresarial contaran con figuras de diálogo, bien vistas o al menos aceptadas por la izquierda, que pudieran entenderse con las nuevas formaciones en emergencia.

El libro desarrolla, sobre todo en la primera parte, el método del periodista. ¿Ha sido una forma también de crear una pluralidad de voces, un relato coral encadenado y a la vez de presentar el ambiente familiar y de afectos de Casabona?

Quería acercarme a Casabona a través de testimonios complementarios y a veces opuestos, que es la forma periodística de intentar adentrarse en la verdad de una vida. Pero también quería crear figuras un poco arquetípicas: la Hija Ambiciosa, el Yerno Desleal, el Hombre de Confianza… Las figuras de gran poder, como Casabona, tienen a veces un efecto desvastador en su entorno más próximo, y mostrarlo era uno de mis objetivos. Con atención a los traumas de familia y a las posibles terapias psicológicas para superarlos…

-¿Cómo le marca la guerra civil a un personaje como él? Creas como una isla dentro de la novela, una novela dentro del gran relato.

Al principio me propuse no abordar la Guerra Civil, que es la gran referencia y el gran tópico, y sobre la que resulta muy difícil aportar miradas nuevas. Pero a medida que construía el personaje de Casabona me di cuenta de que resultaba imposible no mencionarla en la biografía de un empresario. La guerra civil es el gran momento de reconfiguración del capitalismo español en el siglo XX. Los empresarios que apoyaron a Franco luego rentabilizaron con creces su ayuda. Mientras que, en algunas zonas que permanecieron fieles a la República, como Cataluña, estalló la Revolución y se colectivizaron todas las empresas privadas de cierta importancia. Y también tras el final de la guerra hubo quien lo perdió todo. Obviamente hay que fijarse en lo que pasó entonces para entender muchos episodios posteriores. 

-Más allá de todo, hay un personaje fascinante: la tía Mery. ¿Cómo la ves, has querido que fuese la gran mujer en una libro pródigo en mujeres?

La tía Mery toma parte en otro capítulo olvidado de aquella época: el Socorro Blanco, que dentro de la Quinta Columna era una organización de fines humanitarios y de ayuda a religiosos y a gente que quería escapar. Mery consigue atravesar la guerra sin mancharse las manos y manteniéndose fiel a su propia conciencia. Su cristianismo vivido a fondo le lleva primero a desafiar la persecución religiosa, y después a oponerse a una Victoria sin compasión ni justicia. Me interesaba que Casabona experimentara la influencia directa de una persona íntegra como ella, que le transmitiera sus valores, y compensar así el relativismo y el materialismo del resto de su entorno.

-Habías escrito de tu abuelo y de tu padre en tus anteriores libros. ¿Has sentido la necesidad de inventar un cronista que se parezca en algo a ti en Víctor Balmoral?

Utilicé una historia real que le ocurrió a mi abuelo en Una heredera de Barcelona, y otra de mi padre en Estaba en el aire, pero los personajes de esas novelas no eran del todo ni mi abuelo ni mi padre. En El informe Casabona he puesto a trabajar un periodista cultural por dos razones: porque se trata de una profesión que conozco bien y porque para indagar en la vida de un millonario metido a mecenas cultural constituía la figura adecuada. Le he prestado a Balmoral un 15 o un 20 por ciento de vicencias mías, pero en todo lo restante es un personaje de pura imaginación.

-¿Qué ha sido más importante para ti, a la hora de la escritura, el peso del periodismo o el eco de un película como Mr. Arkadin de Welles?

En cada novela la estructura se adecúa a la trama: en Una heredera de Barcelona utilicé el recurso del “manuscrito encontrado”, unas supuestas memorias de alguien parecido a mi abuelo, reconstruyendo el lenguaje y los arcaísmos de un periodista conservador de los años 20. En Estaba en el aire primaba un estilo objetivista, al estilo de las novelas que triunfaban en aquella época, con un relato en tercera persona del presente. En El informe Casabona recurro a una estrctura de investigación biográfica, y la referencia al Welles de Mr. Arkadin, una de mis películas favoritas, resultaba obligada.

-Una de las anécdotas literarias más excitantes de tu vida fue un diálogo con Gala. Reaparece aquí. ¿Podrías recordarla?

Fue en el verano de 1980. Dalí se había encerrado en su casa de Cadaqués y ni aparecía en público ni recibía periodistas, algo rarísimo en él. Se decía que estaba sometido a una especie de secuestro por parte de sus periodistas y su temible esposa. Yo era muy jovencito, pero conseguí hablar con él por teléfono y publiqué en El Correo Catalán, donde acababa de entrar, una exclusiva que tuvo bastante repercusión, incluso internacional. Tras leerla, Gala llamó indignada; me abroncó a mí y pidió al director que me despidiera ya que según ella yo no había pedido permiso para transcribir mi charla, cosa falsa porque desde el primer momento me había identificado como periodista. Le mandé unas flores para congraciarme y ella entonces me invitó a subir a Cadaqués. Cuando llegué, me miró de arriba abajo y me despachó inmediatente. Nunca he sabido cuál fue el propósito de aquella extraña invitación….

Has estudiado las rutas literarias de Barcelona y su impacto literario… ¿En qué medida quieres dejar el tuyo, cómo es tu ciudad literaria?

La Barcelona que he intentado ir plasmando como novelista es a la vez muy tradicional y muy cambiante. Desde los círculos más elitistas y ritualizados, y por lo tanto muy literarios (clubes privados, viejas familias, mansiones de la zona alta), a los medios de comunicación que con su inmenso poder han transformado decisivamente la ciudad (y España, porque me interesa la Barcelona con más repercusión peninsular): la prensa en los años 20, la radio en los 50, la televisión en los 60. Pero el hilo conductor lo constituye siempre el de la Barcelona cultural, a través de su arquitectura, su pintura o su literatura, que para mí constituyen el alma de la ciudad. Y también las luchas emancipadoras que la ciudad ha vivido: por la justicia social, por la libertad y por la modernización. Dicho esto, y aunque Barcelona siempre está presente en mis novelas, no pretendo desarrollar tramas barcelonesas, sino historias que tengan un cierto simbolismo lo más universal posible. Barcelona es el paisaje, no el protagonista.

¿Para ser novelista y periodista es imprescindible no ir al gimnasio y trabajar en una Biblioteca un par de horas cada día?

(Sonrisa). Lo importante es maximizar el tiempo libre. Yo tengo mi casa a cinco minutos de la biblioteca donde escribo mis libros y a otros cinco de La Vanguardia, el diario donde trabajo, así que aprovecho a fondo el tiempo que no pierdo en largos transportes. Y no es que me enorgullezca de no ir al gimnasio ni hacer deporte, como inteligentemente hacen tantos de mis familiares y amigos, pero también es cierto que eso libera unas cuantas horas semanales para escribir que para mí resultan cruciales.

 

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