DIÁLOGO CON MARIO DE LOS SANTOS
https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2018/03/01/mario-los-santos-pasado-poco-como-mafia-acaba-siendo-carcelero-vida-1227708-1361024.html
[Aquí puede verse un pequeño vídeo donde Mario de los Santos revela más claves de su novela, entre ellas la pasión por Alejandra Pizarnik.]
Hace unos días, en el IAACC Pablo Serrano, Mario de los Santos (Zaragoza, 1977), exeditor de Tropo y novelista, presentaba su nueva novela: 'Noche que te vas, dame la mano' (Candaya), donde cuenta cuatro historias turbadoras con un foto de religión, culpa y sexo.
¿Qué es ‘Noche que te vas, dame la mano'?
Como todo lo que escribo, un intento de entenderme en el mundo. A veces, estos escritos toman forma de novela y pueden ser disfrutables por más gente.
-¿Has querido hacer una novela experimental, una novela juego con un fondo duro?
De alguna manera, tal vez por venir académicamente del mundo de la ciencia, siempre me he sentido un intruso en la escritura. Cuando publiqué mi primera novela en 2004, me propuse darme unos diez años para aprender, hacer lo que denominé la “primaria” en escritura, y me compré libros de escritura, descubrí autores, probé a copiar en ejercicios de estilo, y este libro representa de alguna manera el proyecto de fin de primaria, lo aprendido estos años, de ahí la forma coral, donde cada parte tiene sus propios retos técnicos. Ahora queda la secundaria y la universidad. Para los setenta, si sigo vivo, espero escribir algo que pueda llamarse literatura.
-Me llama la atención la atmósfera; sexual, turbadora, de acosos. ¿Ha sido eso muy importante para ti?
Son facetas y vivencias que me han impresionado, efectivamente. Comencé a escribir el libro en el 2008, el tiempo parece demostrar que no soy el único. El sexo, nuestra relación con él, y cómo lo traspasamos con nuestros equilibrios de poder, están detrás de muchos de los temas de debate más actuales.
Podemos huir del pasado?
-¿El pasado es un poco como la mafia. Si le debes algo, te encontrará, y si no deseas que te lo cobre, tendrás que vivir como Roberto Saviano, oculto de ti mismo, protegido por muchos guardias y, al final, ese pasado será el carcelero de tu vida. Huir, no sé. Tal vez, enterrarlo, esconderlo, aceptarlo…
¿Qué te ha llevado a escribirla, qué débito tiene con algunos hechos reales?
Todos los personajes tienen un reflejo en la realidad. Noticias, conocidos... Algunos se han llevado al extremo buscando la intensidad, otros, por el contrario, se han tenido que rebajar. Desde esa perspectiva, existe una gran dosis de realidad camuflada entre la ficción.
¿Quiénes son los protagonistas, cómo has urdido esa especie de dobles pareja?
Los protagonistas son cuatro personas que ya no se sirven a sí mismos. Han agotado sus estrategias vitales de supervivencia y deben plantearse otras. En ese desbrozar, se encuentran unas con otras, aunque a veces no lleguen a conocerse.
-Explícanos un poco más… Cómo son, qué anhelan, hay relaciones viciadas, extremas…
Los personajes sufren asimetrías emocionales en sus relaciones que no saben equilibrar. Todos tienen la sensación de haber dado más que la otra parte, comienzan colocados en un posición victimista que observo demasiado frecuente en el momento actual. Bien hablemos de política, de relaciones personas, en las redes sociales, pareciera que nos encante ser víctimas de algo. La historia de los cuatro personajes, en el fondo, es el camino para escapar de ese victimismo.
Donde sucede, cómo has elegido los escenarios…
En realidad, no existe un escenario físico concreto. Podría ser Zaragoza, pero no me apetecía circunscribirme a una geografía conocida. Es, digamos, una Zaragoza que triangula entre el mapa, las necesidades de la acción y mi comodidad de no salir a la calle.
Es una novela que mezcla muchas cosas: la novela negra, la novela psicológica, la intriga... la novela de atmósferas desapacibles.
Son cuatro historias, cinco en realidad, y quería distinguirlas. En cada una, la psicología del personaje marca hacia dónde se inclina. En todo caso, como elemento de continuidad, quería que todos los personajes avanzaran en un mundo donde donde ellos mismos no son capaces de darse las gracias, o pedirse las cosas por favor, un mundo en el que falta la educación y el cariño para con uno mismo.
Recuérdanos la época histórica y también la época social, que es tan importante...
De nuevo, podría situarse en la Zaragoza anterior a la Expo, pero esta exposición es universal. El lienzo social se toma del momento actual, o del que vivimos en la última década y media. La escasa separación entre instituciones y empresas ha generado un fango de corruptelas que nos tienen permanentemente enfadados, tanto con los hechos, como, tal vez, y eso me interesaba en los personajes, con nosotros mismos por haberlo permitido.
-¿Cómo has integrado la cultura, tantas referencias y ecos?
Cuando definí los personajes, sus centros obsesivos, me apetecía que uno de ellos tuviera una relación muy íntima con la lectura. No quería caer en el tópico de la lectura como “salvación”, pero sí como espacio de refugio y de relación con los demás. También, me apetecía que tuviese cercanía con autores y autoras actuales a los que tengo cariño, o me encantan, y de este modo rendirles un pequeño homenaje.
-¿Por qué Los Suaves?
Por magia. Haberla, hayla. Estaba pensando escenas para los personajes y del ordenador salió la canción “Si yo fuera Dios” de los Suaves. La letra, de repente, entró en la historia, en el imaginario emocional, oscuro, terminal, que estaba preparando para la novela, y encajó como una llave en una cerradura. Ese día me puse la canción en bucle, con cascos, unas seis o siete horas, mientras trabajaba en la novela. Casi puede decirse que la canción me regaló los paisajes interiores desesperados en los que se mueven los personajes, por lo que decidí homenajear a la canción y, por supuesto, a Los Suaves, introduciéndolos en la novela como una correa de transmisión de la historia.
-¿Hay ahí, en sus letras, un guiño sentimental, casi una broma?
Creo que hay una deuda inconsciente. Los Suaves conforman gran parte de la banda sonora de mi adolescencia. Algunas canciones se quedaron allí y otras han permanecido en mis listas de reproducción y representan el mejor ejemplo de cómo la música puede moldear a una persona golpeando en caliente, durante esas épocas en las que te construyes como persona, como personaje y como historia. Las letras de los Suaves poseían todo lo que mi yo adolescente quería escuchar: dolor, incomprensión, rocanrol, mujeres malas pero tiernas y derrota.
-Es esta tu novela más compleja y ambiciosasqué hay en ella del ex editor Mario de los Santos?
Dentro de ese proceso de aprendizaje, la edición me enseñó muchísimo. Los malos ejemplos, los buenos, qué busca un editor en un libro, cómo les gusta que nos acerquemos los autores… Por ejemplo, yo dejé de acudir a presentaciones en Madrid porque la celebración posterior se convertía en un pasamanos de gente ofreciéndote una obra.
Cada vez que editábamos un libro, cuando hablabas con la gente en las ferias, con los distribuidores, con los libreros, siempre había detalles, estilo, trucos, que guardabas para tu faceta de escritor. De hecho, Paco, de Candaya, en la última presentación, contó cómo esa experiencia de editor ayudó a que leyeran el manuscrito anónimo que les envié. Lo acompañaba una carta breve, mostrando respeto, conocimiento del catálogo, humildad. Vamos, lo que esperábamos recibir en Tropo cuando abríamos los sobres de los manuscritos.
-¿Has tenido otras novelas en la cabeza, escritores?
He tenido intenciones estilísticas, argumentales y estructurales que provienen de muchas lecturas, pero no puedo tener un autor o una obra concreta en la cabeza mientras escribo, o diseño mis obras, porque tiendo a imitarla. En una novela, un trabajo que se arrastra durante al menos uno o dos años, no puedes depender de tu estado de ánimo o de tus lecturas. Prefiero tener épocas de muchas lecturas, disfrutarlas, analizarlas, digerirlas y reposarlas, para después volcar esa mezcla en mis trabajos.
¿Qué buscas con la escritura?
Cantaba Aute que vivir es más que un derecho, es el mandato de reflexionar. Ahora parece que sea el mandato de opinar. En realidad, creo buscar lo mismo que el ser humano buscó al inventar la primera historia: entender. A él mismo y al mundo que le rodea. Crear ayuda a reflexionar, abre nuevos caminos, plantea las cosas de otro modo, nuevas soluciones, otros modelos. Desde esa perspectiva, la escritura, la química, las ciencias, la filosofía me resultan herramientas de entendimiento similares. Parte de ese proceso se plasma en una historia y ahí está la conexión con la literatura.
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