Blogia
Antón Castro

VÍCTOR JUAN: PASIÓN POR ENSEÑAR

VÍCTOR JUAN: PASIÓN POR ENSEÑAR

La educación y los maestros, según Víctor Juan*

 

El escritor y director del Museo Pedagógico de Aragón publica ‘La pequeñez de los días’, 30 entrevistas con profesores, y la novela ‘Memoria inesperada’

 

 

Se ha escrito unas cuantas veces que Víctor Juan Borroy (Zaragoza, 1964) es una de las personas más bondadosas (el el estricto sentido machadiano del adjetivo), apasionadas y trabajadoras de la Comunidad Autónoma de Aragón. Es director del Museo Pedagógico de Aragón, en Huesca, donde da sus clases, es escritor de diversos géneros y es colaborador asiduo de HERALDO. Es un pedagogo con todas las letras y todos los matices, y es un investigador y estudioso que rezuma generosidad y curiosidad por el trabajo de los otros. Ahí están sus estudios de maestros como Ramón Acín, Paco Ponzán, Santiago Hernández, Félix Carrasquer, Palmira Pla o María Sánchez Arbós, entre otros.

Siempre está atento a su propio corazón y al trabajo de los demás. La educación le interesa tanto, o más, que la memoria, la cultura, el valor de la palabra, la inclinación a construir historias. Publica nuevo libro: ‘La pequeñez de los días. Treinta entrevistas a treinta docentes aragoneses’, que publica Rolde de Estudios Aragoneses, en su colección Val de Bernera, con prólogo de la consejera Maite Pérez Esteban. Son historias humanas y una exaltación, sin énfasis, de la importancia de los maestros, del valor del aula, de las posibilidades del conocimiento, de la palabra. Fernando Pablo Urbano, profesor en Épila, dice: “Las escuelas no bastan para cambiar el mundo, pero son necesarias para cambiarlo”.

Son entrevistas muy pensadas, muy bien editadas, que se publicaron en el suplemento ‘Heraldo Escolar’ que hace todos los miércoles Lucía Serrano. Cada entrevista tiene una introducción personal, hilvanada con intención, y todas ellas atienden a diversas orientaciones: la legislación, las tecnologías, los idiomas, la lectura, el cine, la música, etc. El libro es muy interesante porque agrupa existencias, sensibilidades, opciones, formas de trabajar, de sentir y de enseñar y, por supuestos, biografías y experiencias individuales.

Sin ir más lejos, llama la atención este fragmento de Esther Escorihuela Landa, profesora de Literatura en el IES Mar de Aragón de Caspe, que dice: “Creo en las palabras. Las palabras son la materia prima de la literatura y también son las palabras de la vida. Somos un río incesante de palabras, que nos recorre. Nosotros nos contamos a nosotros mismos y contamos a los otros a través del lenguaje. Por eso, soy muy crítica con la devaluación del lenguaje de nuestros jóvenes o de lagunas canciones que escuchan. En el ámbito educativo debemos ser muy cuidadosos al comunicarnos para ofrecer palabras de entusiasmo y confianza y prescindir de las palabras limitadoras”.

La lista de entrevistados es la siguiente: Inés Aguareles Abós, Lourdes Alcalá Ibáñez, Ana Alcolea Serrano, Ricardo Arguís Rey, Antonio Bernat Montesinos, Javier Blasco Zumeta, Carolina Cajal García, Carmen Carramiñana de la Vega, Carmen Castán Saura, Noelia Cebrián Marta, Esther Escorihuela Landa, Eva Fañanás Banzo, Carolina Ferrer Leal, Teresa Fontoba Maza, Javier Garcés París, Soledad García García, Ángel Gonzalvo Vallespí, Eduardo Guillén Catalán, Jesús M.ª Jiménez Sánchez, Alfonso Lázaro Lázaro, Javier Lerendegui Ilarri, Juan Lorenzo Lacruz, Esperanza Mañas Viejo, Carmen Martínez Urtasun, Lorenzo Oro Giral, Fernando Pablo Urbano, Ana Belén Pardo Leganés, Juan Luis Pueyo Sánchez, Domingo Santabárbara Bayo y Agustín Sanz Vituri.

 

Otra novela de la educación

Unos días antes, Víctor Juan publicaba en Sibirana una nueva novela, la quinta tras ‘Por escribir sus nombres’ (2007), ‘María’ (2010), ‘Las manos de Julia’ (2012) y ‘Aquellos días de luz y palabras’ (2013): ‘Memoria inesperada’, la historia de Carmen Pardo. El libro empieza en un cementerio, tras la muerte de su padre. “El día de mi entierro quiero que llueva como en las películas –repetía Joaquín Pardo Montañés cada vez que hacía recuento de sus deseos póstumos”, dice Víctor Juan en el inicio del libro. Ella, fiscal y enamorada de joven de un estudiante de Derecho llamado Fernando Sanmartín, autor ahora de uno de sus libros de cabecera, ‘La Zaragoza del capitán Marlow’ (Xordica), hace recuento de las relaciones difíciles con su padre, especialmente entre los 13 y los 23 años.

Un día, entre sus recuerdos y objetos, descubre una caja y dentro hay un mundo inesperado: el de su abuelo, Santiago Pardo Julián, ateneísta, nacido en 1888 (como Ramón Acín, escultor, pedagogo y anarquista), que fue maestro, que estuvo en París, que vivió una amorosa relación con Pilar, etc. Carmen Pardo lee sus cartas, sus diarios, y se interesa por su aventura. Y encontrará una complicidad inesperada en un experto en educación, Fernando Ríos, que es objeto de una contraportada en HERALDO. Se la hace Chaco R. Morais, y ahí descubre su personalidad y su amor a la pedagogía y a la historia de tantos educadores de infausto destino.

Fernando Ríos, tras investigar el destino del abuelo Santiago, le dice a Carmen Pardo, que es fiscal, que le va a doler lo que ha encontrado: “Es un texto hermoso y valiente, cargado de dignidad. Cuando lo leas estarás orgullosa de llamarte Pardo, de ser la nieta de don Santiago, el director de la escuela de Ramón y Cajal, de haber heredado el carácter de tu abuelo. Y también te dolerá este país que condenó a sus mejores hijos a la muerte, al exilio o al silencio, un miserable país que nos condenó a todos a vivir huérfanos en la oscuridad”.

Y solo hasta aquí se puede contar de esta novela de la emoción, de la sensibilidad y del ennoblecimiento del tiemplo perdido, esta novela de vidas pequeñas, hechas a mano, que se agigantan en el espejo del tiempo.

 

LA FICHA

‘La pequeñez de los días. Treinta entrevistas a treinta docentes aragoneses’. Víctor Juan Borroy. Rolde: Val de Bernera. Zaragoza, 2018. 195 páginas. 

 

*Este texto aparecía ayer en la edición digital de Heraldo de Aragón.

0 comentarios