EL VERANO Y SUS PASIONES / 15. FERRER LERÍN
EL VERANO Y SUS PASIONES / 15. FRANCISCO FERRER LERÍN
Ferrer Lerín: "No soy de conciertos, no soy de multitudes; la música necesito disfrutarla en soledad"
El escritor, filólogo y especialista en aves carroñeras desmitifica algunos rituales del verano
Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942; lleva más de 30 años viviendo y escribiendo en Jaca), escritor, filólogo y especialista en aves carroñeras, gran jugador de póquer en su juventud, es una de las voces más personales de la literatura española. Maestro y compañero de los 'novísimos', es autor de numerosos poemarios, libros de relatos, bestiarios y de novelas, tal 'Familias como la mía', publicada por Tusquets. También es el teórico del arte casual, del que ha teorizado y realizado exposiciones. Ha sido en tres ocasiones, jurado del Premio Formentor, que este año se entregará a César Aira en Túnez. A propósito de la poesía, quizá su gran pasión literaria, ha dicho: "La poesía es, para mí, una reescritura. Una reescritura de lo normal, de la normalidad, ese estado carente de imaginación, de creatividad. La poesía es una reescritura de la estética imperante. La poesía es una reescritura del orden. Quizá la poesía podría definirse como eso, como una alteración del orden, o quizá, mejor, como una exaltación del ritmo, del ritmo responsable del fogonazo poético, de la transformación del significado y del comportamiento de las palabras". Aquí cuenta sus veranos, el veraneo y su propia biografía.
1. ¿Cómo será su verano tras la pandemia? ¿Tiene muchos viajes aplazados?
La pandemia no se ha ido, sigue entre nosotros con un atuendo menos siniestro al dirigirse ahora a un sector, la adolescencia, tradicionalmente considerado como menos proclive al descalabro total, y , por otra parte, aparecer como más respetuosa con los ancianos, a los que no empuja con violencia y celeridad a la fosa. El verano será, para mí, un verano más, un verano rutinario, a la espera de los desplazamientos propios de otoño, en este caso ya a comienzos de octubre a Madrid, a presentar un par de libros, y a Túnez para la entrega del Premio Formentor del que soy miembro del jurado; este año ha recaído en César Aira.
2. ¿Qué significa el verano para usted?
El verano es la estación deplorable en la que la miseria humana aflora con mayor virulencia, la miseria de los cuerpos no aptos para la exhibición y que se nos muestran a todas horas y en todas las situaciones. El verano es la estación del año en que mi reclusión es aún más severa; cierro a cal y canto puertas y ventanas para que no penetren dichos cuerpos tumefactos, esos muertos vivientes, y sus horrísonos sonidos.
3. ¿Dónde veranea? ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?
Veraneé con intensidad durante mi infancia y adolescencia barcelonesas. Auténticos veraneos de tres meses en la casa estival, ese modelo de edificio grande y un tanto destartalado denominado 'torre', situado, en el caso de mi familia, en una población, llamada entonces Sardañola, en la que aun era posible rastrear la huella de la guerra civil; recuerdo, en el inmenso jardín, las ruinas de un cobertizo que alguien usaría como cochiquera y en el que, con mis primos, desenterramos un fusil en buen uso, un naranjero. Hoy, el veraneo, ya no tiene sentido, los desplazamientos son calamitosos y la estancia en la playa, constituye la mayor de las torturas al ser pisoteado y rebozado de arena de modo inmisericorde y constante por la turba irredenta de niños y otros salvajes. Además, es difícil mejorar los registros térmicos de Jaca y de sus estupendos enclaves, tan próximos y solitarios. Aunque es evidente que la mejor solución para esos meses catastróficos es permanecer inmóvil.
4. ¿Qué dicen o qué cantan los pájaros en verano?
En verano, el calor deja mudas a las aves, ya cumplido en primavera el ciclo reproductor, aunque siempre hay excepciones en especies que realizan más de una puesta o en las parejas en que esta se ha malogrado por algún percance meteorológico.
5. ¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida?
Nunca he realizado grandes viajes en verano, soy un tipo burgués que abomino de las incomodidades que otorgan el calor y las muchedumbres. Quizá estirando el término podría considerar como viaje el que realicé en mi moto, una Ossa 150, llevando de paquete a mi amigo Josemari Sabater, desde nuestro lugar de veraneo a otro algo alejado, Gelida, famoso años después por el rodaje del filme de Jaime Camino ‘Las largas vacaciones del 36’, para ‘ver’ a mi entonces novia, la suculenta Mary; tan suculenta que en el viaje de regreso se me nubló la vista en una curva y moto Ossa 150, Josemari Sabater y quien contesta a su cuestionario, rodaron barranco abajo lo que supuso no regresar a nuestro domicilio hasta la mañana del día siguiente con el lógico desespero de nuestra familias.
6. El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. Ritos de paso, revelaciones, amores. ¿Hay algo especial para recordar?
El veraneo, que no el verano, está asociado a la ejemplarización de lo leído en invierno, a la constatación de que aquellos maravillosos reptiles y anfibios de los libros de Historia Natural de la biblioteca de mi padre no eran entelequias. Un terrario de notables proporciones y buena ergonomía, encargado a un perplejo carpintero y colocado a la sombra de uno de los ciruelos que flanqueban la terraza de la parte posterior de la casa, permitió que aprendiera el comportamiento de lagartijas, luciones, culebras y sapos. Ese fue el activo principal de aquellos meses de calor y avispas.
7. ¿Qué lugar ocupa el verano en su obra y en sus fantasías?
Cierta literatura intimista, impostada y femenina, la de Ana María Matute, ‘Primera memoria’, por ejemplo, recreando la infancia y la ruralidad desde la óptica urbana, pudo servir de sustrato para la construcción de la mía propia, pero sin la existencia de la presencia directa del mundo natural que aportaba el verano y que obraba de eficaz correlato a mis ensoñaciones, nunca hubiera supuesto el motor de arranque de mis textos, alimentados, claro está, por una pasión entregada a los poemas de Saint-John Perse y a la hipérbole viajera de Camilo José Cela.
8. ¿Qué tipo de lecturas, u otras actividades, realiza estos días? ¿Hay un libro que encarne para usted el espíritu del verano?
Carezco de espíritu obrerista, quiero decir que para mí todos los días son iguales, no reclamo vacaciones, horas extras y jubilaciones, leo, escribo y salgo al campo a observar aves de modo profesional e incluso agotador a lo largo de todo el año desde que decidí olvidar otros oficios; los libros que atiendo son los que me aconsejan mis asesores y si, en este momento, he de destacar uno, recomendaría ‘El derrumbamiento’, de la uruguaya Armonía Somers (1914-1994), [Ediciones Contrabando], una prodigiosa poliantea de relatos entre los que sobresale el inicial, una delirante y rítmica ópera sacrílega que da título al volumen.
9. ¿Qué película o películas están asociadas a un verano inolvidable?
Como respuesta obvia, ‘Verano del 42’ (Robert Mulligan, 1971), y como respuesta inteligente, ‘La última película’, de Peter Bogdanovich, también de ese año, que no está asociada directamente al verano pero sí a su característica fundamental, a su condición terminal, a algo que se escapa y que nos aboca a la cruda realidad, a la pérdida de la infancia, al final de la última etapa de ensoñación.
10. ¿Cuáles serían los discos y las canciones del verano para usted?
‘Canción del verano’ suena, y pido disculpas por el ramplón chiste, a gasolineras y góndolas con casetes de El Fari y Georgie Dann. Lo siento pero no tengo canciones asimilables a los periodos anuales.
11. ¿Cuál ha sido el gran personaje de esta época del año?
Tampoco soy capaz de responder a esta pregunta, quizá es que no la he entendido bien. ¿Los que han nacido o muerto en verano, los que han hecho algo importante para la humanidad en verano, los que han acertado la bonoloto en verano?
12. ¿Internet y los móviles han hecho mejores las vacaciones? ¿Las han cambiado de alguna manera?
Internet, los móviles, toda la tecnología, la investigación, la astrofísica, la filosofía, las artes, la ciencia en general, forman parte principal de lo que podríamos catalogar como grandes avances, lo que lleva a la población a distanciarse, aunque sea lentamente, del sumidero en el que campan aún a sus anchas los fantasmas del pasado, esa corte inmunda de supersticiones, prejuicios, odios y modos de regular la convivencia, esa corte inmunda que no necesita ser pormenorizada ya que está en la mente de cualquier espíritu despierto.
13. ¿Cuáles serían los conciertos de su vida?
No soy de conciertos, no soy de multitudes; la música necesito disfrutarla en soledad, ni siquiera con el acompañamiento solemne de una buena lectura; y ahí radica la dificultad, no me queda ya tiempo para descubrir, para repetir audiciones, para cualquier estado que exija disponer de un espacio temporal considerable.
14. ¿Cuál es la más extraña o sorprendente anécdota veraniega vinculada a su profesión?
En una conversación con el escritor Félix de Azúa en el Salón de Ciento del Ayuntamiento de Jaca, con motivo de una Feria del Libro, comencé a divagar (a veces no me controlo) acerca del origen de nuestra vieja amistad y me perdí en el análisis de unas genealogías, quizá inciertas, en las que el padre de Félix era el trapero que había confeccionado y mantenía en buen estado las liebres de trapo del barcelonés canódromo Meridiana, y mi padre el veterinario que tenía a su cargo la salud de los galgos. Parece ser, expliqué, con un Azúa con los ojos como platos, que algo ocurrió entre nosotros, sin duda por la diferencia de clases sociales, y el recuerdo de aquel choque empañó posteriores encuentros, por lo que creía llegado el momento de sentar las bases definitivas de la reconciliación. A la salida, ya en la calle Mayor, se me acercó un caballero que se identificó como expresidente del Colegio de Veterinarios de no recuerdo qué región, para ofrecerme su apoyo gremial por si mis palabras no hubieran sido suficientes para restañar la herida.
15. ¿Qué significa vivir en Jaca todo el año?
No vivo en Jaca todo el año, reparto mi tiempo, cada vez más, entre el Pirineo y Andalucía. Razones climáticas pero principalmente de la órbita de los sentimientos, y cierta disminución en la capacidad de emocionarme ante los paisajes septentrionales, me llevan a esa dicotomía que mantendré mientras pueda conducir el coche sin sobresaltos, y cuando no sea así deberé elegir.
0 comentarios