CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS Y LA PELÍCULA "JENNIE"
Cuando empezaba a escribir cuentos, descubrí casi uno tras otro dos libros de Cristina Fernández Cubas, que publicó en Tusquets en sus Cuadernos marginales, creo: Mi hermana Elba (1980), un libro perturbador e intimista, que exploraba los ángulos de un horror más o menos suave en la línea de Poe y Maupassant, y Los altillos de Brumal (1983), que volvía a esos territorios de lo escurridizo y lo dramático, y jugaba con ambientes tenebrosos, donde parecía moverse sutilmente un fantasma, un aparecido, un cordón sibilante de sombra. Aquellos dos libros, como los de Mercè Rodoreda, decidieron un poco mi vocación: me gustaban aquella forma elegante de escribir, aquella sutileza, las presencias que acechan, los fogonazos de pánico. Me encantó el nombre Elba y estuve a punto de bautizar así a mi primera hija, al final bauticé así a un personaje de Golpes de mar (Destino, 2006), aquella mujer que sueña con su marido, que queda encinta durante el sueño y que finalmente, bajo un aplastante sol, se convierte en peñasco en la ribera.
Leí otros libros de Cristina Fernández Cubas. Casi todos. Y la he seguido como me gusta seguir a los escritores: desde lejos, con timidez, y muy cerca de sus libros. En una ocasión, poco después de que hubiese publicado una entrevista sobre su amigo Javier Gómez de Pablos, la encontré en el Torreón Fortea, cuando aún tenía café. A ella y a su marido, el escritor Carlos Trías. Y hablamos un rato: le llamaba la atención a la inteligente Cristina, que tiene dos ojos infinitos como grandes y brillantes cuarzos del mar, era que hubiese tantos raros en Aragón. Gómez de Pablos era el veintitantos. Le dije cuánto me habían marcado sus librosuánto había soñado con ellos, qué importantes habían sido en mi vida. Y ahora, en esa editorial extraordinaria que es Tusquets, publica sus “Cuentos completos”, 512 páginas de narraciones y personajes que aletean con la fantasía, con las vidas secretas, con lo mágico turbador, ese hilo levísimo de oro y noche que enlaza cada pieza entre sí.
En la revista Qué leer, que compro todas las semanas, leo una entrevista de Milo J. Krmpotic. Hay muchas cosas de enjundia, muchas, pero me ha llamado la atención una frase sobre la película Jennie, que era una de las favoritas de Luis Buñuel y de Julio Alejandro de Castro. La vi hace algunos años en TVE. Dice Cristina Fernández Cubas: “Tengo que decirte que, aunque parezca raro, si hay un filme que me conmocionó fue Jennie, de William Dieterle, con Joseph Cotten y Jennifer Jones. Es la historia de un pintor que se topa con una niña, pequeñita, vestida de una forma antigua… Encuentros sucesivos… Ella es cada vez más alta, va creciendo… No digo más… A mí esta burla del espacio y del tiempo absolutamente mágica me fascinó. De alguna manera fue un apoyo para mis fantasías y mi mundo. Magia pura”.
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