ENRIQUE DE HÉRIZ: DIÁLOGO SOBRE MAGIA Y CEGUERA
El escritor publica 'Manual de la oscuridad', la histoira de Víctor Losa, 'el mago más célebre del mundo que se quedó ciego', una historia que también revisa la historia de la magia en el siglo XIX
Enrique de Hériz (Barcelona, 1964) ha sido editor, es traductor de Noah Gordon y ha tenido un impresionante éxito con su novela ‘Mentira’ (Edhasa, 2004). Cuando la estaba acabando, pasaba con cierta frecuencia ante una tienda muy sugerente: El rey de la Magia, de Barcelona. Le atraía aquel espacio, su misterio, y pensó que había un inequívoco paralelismo entre el mago y el escritor, entre la magia y la ficción. Dice: “Tanto el espectador como el lector saben que hay truco, pero si se produce el milagro de la comunicación y del deslumbramiento, el uno como el otro se quedan boquiabiertos, fascinados, conmovidos”.
Otro día, al pasar por ese mismo lugar, vio que se iba a impartir, a lo largo de varios meses, un curso de magia o de ilusionismo. De Hériz se apuntó. Como solo se inscribió él y un joven de doce años, se modificó el plan, se realizó un curso acelerado y el escritor aprendió algunos secretos. “No puedo presumir. Soy un mago malísimo, pero el profesor me contagió el entusiasmo visceral, la pasión por la magia. Me orientó y me dijo qué momento de la magia es el más fascinante, qué movimientos había, etc.”. Así fue brotando la historia y los personajes de ‘Manual de la oscuridad’ (Edhasa, 2009), un libro de 560 páginas que ha presentado esta semana en Zaragoza. Narra la historia de Víctor Losa, que llega a ser el mejor mago del mundo, ayudado por su preceptor Mario Galván, y que luego entra en una profunda crisis derivada de su pérdida de visión. La novela recrea la magia del siglo XIX, a través de personajes como Hoffmann y su ‘Modern Magic’, Maskelyne, Harry Kellar y otros, que viven un período en que ilusionismo y ciencia avanzan de la mano.
“No soy un escritor que planifique los libros, que haga esquemas previos. Desde el primer momento tuve claro que el mago iba a quedarse ciego, y la documentación de esa parte sí que fue brutal. Contacté con una persona de la ONCE, y yo empecé a tomar notas y más notas. De repente, me dijo: ‘No, no. Vamos a la calle’. Me puso un antifaz y me mandó a la calle. Iba con ella, por supuesto, pero me obligaba a tomar contacto físico con las cosas, a superar dificultades, a captar sonidos y olores. Tuve muy claro desde el principio que mi mago iba a quedarse ciego”. Añade el escritor: “Yo escribo ‘a ciegas’ siempre. Quiero decir que parto de una situación conflictiva, y mis libros avanzan porque investigo e intento contestarme a cada paso ‘Y ahora qué’. Mi trabajo de novelista consiste en preguntarme las suficientes veces ‘y ahora qué’ y en responder con coherencia y eficacia”.
‘Manual de la oscuridad’ empieza con una imagen: un mago célebre en medio de la escalera que acaba de quedarse ciego. Y desde ahí, “el lector sabe lo mismo que el escritor, odio esas malas novelas con truco que se sacan de la manga un pretexto o un objeto determinante del que no se había hablado antes”. La novela consta de dos partes: la primera se centra en la construcción de un mago y su educación sentimental, que discurre a la par de varias historias vinculadas con la magia del siglo XIX, y el relato de la ceguera, ese momento en que Víctor Losa tendrá dos cómplices que le ayudan en su viaje entre tinieblas: la prostituta Irina y Alicia, la mujer que todo lo sabe sobre la oscuridad. “Yo creo que la novela aborda la muy humana facultad de ponerse en el lugar del otro. Alicia lo intenta una y otra vez, y le muestra a Víctor Losa el modo de reinventarse con sentido del humor e imaginación”.
Como el mago ciego, el novelista es alguien que indaga en la luz y en la sombra en su búsqueda de una senda para la ficción.
*Esta foto de Enrique de Hériz pertenece a los fondos de la Agencia Efe. Este texto aparecía ayer en 'Heraldo de Aragón'.
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