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Antón Castro

RECUERDO DE FÉLIX ROMEO

Por  Joaquín BERGES

Ahora que se ha ido inesperadamente recuerdo la primera y la última vez que hablé con Félix Romeo. Es curioso cómo funciona la memoria, perezosa muchas veces para dar con una condenada palabra (frecuentemente un nombre propio) y lúcida otras veces, como ahora que me entero de la triste noticia y zas: me llegan las dos imágenes a la vez.

 

Yo ya conocía a Félix, pero nunca había hablado con él. La primera vez que lo hice fue tras la presentación en Fnac Plaza de España de mi primera novela. Fue en un bar de la calle Alfonso de Zaragoza, con una copa en la mano. Eres el primer autor aragonés que figura en la Colección Andanzas de Tusquets, me dijo. Juan Cerezo, mi editor, se quedó de piedra. ¿Cómo podía saber alguien algo así? Pero no lo puso en duda porque conocía a Félix mucho mejor que yo y sabía que era una enciclopedia con patas, un ser culto y sensible con un disco duro de muchos teras de capacidad.

 

"Lo sabía todo", me ha dicho Juan hace un rato, cuando nos hemos enterado de su muerte. Sería un buen epitafio para alguien que vivió inmerso en las letras de los libros, huyendo siempre a la vanguardia, en el sentido opuesto a la ignorancia, la vulgaridad y la apatía.

 

La última vez fue que hablé con él fue antes del verano. En realidad no pronunciamos ni una sola palabra, pero nos entendimos. Fue a las tres de la tarde. Yo cruzaba el puente de Santiago con mi barra de pan en la mano en busca del coche. Me marchaba a casa. Él iba en un autobús, leyendo un libro junto a la ventanilla. Cómo no. Levantó la vista de su lectura y me miró. Me reconoció y me hizo ese gesto vago y quizá en otro contexto ambiguo que inequívocamente significaba "buen provecho", tanta era la evidencia que desprendía mi barra de pan con la punta ya mordisqueada.

 

Ése también sería un buen epitafio para alguien que degustó con tanto placer los manjares de la literatura y el arte.

 

No llegué a conocerlo bien, debo confesarlo. Lamentablemente no nos vimos las suficientes veces para que eso fuera posible, pero desde el primer momento me sentí presa de su magnetismo y hoy, ahora, siento la pesadumbre de su ausencia como si alguien le hubiera dado la vuelta al imán y, en vez de atraerme, me alejara en el tiempo y el espacio no sé hacia dónde, quizá huyendo a la vanguardia, en el sentido opuesto a la ignorancia, la vulgaridad y la apatía.

 

*La foto es del blog zaragozame.

4 comentarios

Delicias -

Nunca hablé con él. Siempre me llamó la atención. La última vez le vi tomando una copa detrás del Principal; le miré y cruzó su mirada con la mía (diría: ¿lo conozco?).Con Labordeta me pasaba algo parecido -gente de aquí, de la ciudad, a la que no quería molestar, y a la que tenía enormes ganas de mostrarle mi afecto, pero que se deja para otro día; es la gente de aquí, de verdad, que ama su poblacho, que mira a sus convecinos, calla y camina. Cuantos van dejándonos sin haberme atrevido a mostrarles mi afecto y admiración. Viva Félix.

Pepo Paz -

Antón, qué decir. Imagino a Félix preparando una pequeña maleta donde ir metiendo las cosas para dos días, el beso o la llamada de despedida a su compañera ("nos vemos el domingo, tal vez"), su mirada penetrando los paisajes ocultos del valle del Jalón, entre túnel y túnel, hurtados fugazmente a la lectura de algún libro. Luego, ayer, Manolo Rico me dijo -al anunciarme la luctuosa noticia- que le había visto el viernes por la tarde en el Círculo de Bellas Artes (vital, contento, amistoso). ¿Quién puede saber que hacemos nuestra última maleta, nuestra última lectura, nuestro último beso de despedida?

A principios del mes de junio escribí a Félix porque nos ofrecieron una traducción de un poeta catalán en la que él andaba enredado. Después de una primera respuesta ya no conseguimos ninguna otra respuesta por su parte. Un buen amigo suyo me comentó que llevaba unos meses "raro" y, finalmente, ante su silencio, el proyecto se fue diluyendo.

No sé, ahora me gustaría haber podido hablar con él, haber obtenido una respuesta. Un consuelo que, al menos, me sacara de este estado de sorpresa y dolor que tengo desde ayer a última hora de la mañana.

Zaragoza y la cultura maña han perdido a uno de sus vértices más irremplazables. Y no es fácil encontrar ahora palabras para mitigar el dolor de esta injusta ausencia. Un abrazo para todos los que estuvisteis, de una forma u otra, cerca de Félix Romeo.

Antonio Pérez Morte -

No hay derecho: Perder tres amigos en ocho días no debiera estar permitido. Debería ser anticonstitucional... ¿Verdad Félix? ¿Verdad Salva? ¿Verdad Maribel?

Manuel Marín -

Acabo de enterarme de la muerte de Félix en el Telediario y aún no he reaccionado. Hace unos días leía tu post sobre el libro de Klein que te regaló y el beso de "la Rubia" y ese detalle de la amistad que siempre os ha unido me recordó la primera vez que os conocí a ambos, durante la presentación de "Golpes de mar" en Barcelona. Sé lo mal que lo estás pasando. Se va un hombre joven cargado de talento, inteligencia y un gran corazón. Yo sólo lamento no haberlo podido conocer mejor y no poder seguir leyéndole. Un fuerte abrazo para ti y para todos los que lloran su injusta pérdida. Manuel.