RECUERDO DE FÉLIX ROMEO
Por Joaquín BERGES
Ahora que se ha ido inesperadamente recuerdo la primera y la última vez que hablé con Félix Romeo. Es curioso cómo funciona la memoria, perezosa muchas veces para dar con una condenada palabra (frecuentemente un nombre propio) y lúcida otras veces, como ahora que me entero de la triste noticia y zas: me llegan las dos imágenes a la vez.
Yo ya conocía a Félix, pero nunca había hablado con él. La primera vez que lo hice fue tras la presentación en Fnac Plaza de España de mi primera novela. Fue en un bar de la calle Alfonso de Zaragoza, con una copa en la mano. Eres el primer autor aragonés que figura en la Colección Andanzas de Tusquets, me dijo. Juan Cerezo, mi editor, se quedó de piedra. ¿Cómo podía saber alguien algo así? Pero no lo puso en duda porque conocía a Félix mucho mejor que yo y sabía que era una enciclopedia con patas, un ser culto y sensible con un disco duro de muchos teras de capacidad.
"Lo sabía todo", me ha dicho Juan hace un rato, cuando nos hemos enterado de su muerte. Sería un buen epitafio para alguien que vivió inmerso en las letras de los libros, huyendo siempre a la vanguardia, en el sentido opuesto a la ignorancia, la vulgaridad y la apatía.
La última vez fue que hablé con él fue antes del verano. En realidad no pronunciamos ni una sola palabra, pero nos entendimos. Fue a las tres de la tarde. Yo cruzaba el puente de Santiago con mi barra de pan en la mano en busca del coche. Me marchaba a casa. Él iba en un autobús, leyendo un libro junto a la ventanilla. Cómo no. Levantó la vista de su lectura y me miró. Me reconoció y me hizo ese gesto vago y quizá en otro contexto ambiguo que inequívocamente significaba "buen provecho", tanta era la evidencia que desprendía mi barra de pan con la punta ya mordisqueada.
Ése también sería un buen epitafio para alguien que degustó con tanto placer los manjares de la literatura y el arte.
No llegué a conocerlo bien, debo confesarlo. Lamentablemente no nos vimos las suficientes veces para que eso fuera posible, pero desde el primer momento me sentí presa de su magnetismo y hoy, ahora, siento la pesadumbre de su ausencia como si alguien le hubiera dado la vuelta al imán y, en vez de atraerme, me alejara en el tiempo y el espacio no sé hacia dónde, quizá huyendo a la vanguardia, en el sentido opuesto a la ignorancia, la vulgaridad y la apatía.
*La foto es del blog zaragozame.
4 comentarios
Delicias -
Pepo Paz -
A principios del mes de junio escribí a Félix porque nos ofrecieron una traducción de un poeta catalán en la que él andaba enredado. Después de una primera respuesta ya no conseguimos ninguna otra respuesta por su parte. Un buen amigo suyo me comentó que llevaba unos meses "raro" y, finalmente, ante su silencio, el proyecto se fue diluyendo.
No sé, ahora me gustaría haber podido hablar con él, haber obtenido una respuesta. Un consuelo que, al menos, me sacara de este estado de sorpresa y dolor que tengo desde ayer a última hora de la mañana.
Zaragoza y la cultura maña han perdido a uno de sus vértices más irremplazables. Y no es fácil encontrar ahora palabras para mitigar el dolor de esta injusta ausencia. Un abrazo para todos los que estuvisteis, de una forma u otra, cerca de Félix Romeo.
Antonio Pérez Morte -
Manuel Marín -