ADELL & GARCÍA Y SUS BANDOLEROS
JOSÉ ANTONIO ADELL Y CELEDONIO GARCÍA
PRESENTAN HOY EN ÁMBITO ‘BANDOLEROS’
Los bandoleros están impregnados de idealización y romanticismo. Era delincuentes, asesinos, estaban al margen de la ley, pero el bandolero también “es, casi siempre, un héroe para las gentes humildes, quienes los admiran por haberse rebelado contra un orden social opresivo y caciquil”, tal como escriben los historiadores y profesores José Antonio Adell y Celedonio García, que publican ‘Bandoleros’ (Ediciones de la Torre), una mirada a eso que se denominó el mundo de gavilla de los siglos XIX y XX. El bandolerismo, salvo algunas excepciones como Luis Candelas y otros en Madrid, es un fenómeno rural, que no pertenece a un país específico ni a una época concreta, sino que se “trata de un fenómeno social y universal”.
Adell y García, que ya habían firmado un libro específico de bandoleros aragoneses, recuerdan que el término ‘bandolero’ define al “bandido, malhechor o salteador de caminos”. Y recuerdan que una de las características del bandolero es que usa “el robo a mano arma y el secuestro”, casi siempre en cuadrilla o en un descampado. A menudo incurre en el crimen. El bandolero nacía de la inadaptación, de la rebeldía contra un sistema injusto (ahí surge el concepto de “ladrón noble” o justiciero), del hambre o de los estertores de las guerras carlistas o Guerra de la Independencia, pongamos por caso.
La intensa actividad de los bandoleros en todo el país dio lugar a que Francisco Javier Girón, el Marqués de Ahumada, fundase la Guardia Civil. Adell y García recuerda que ese nuevo cuerpo “acabó con muchas bandas de salteadores” y citan a las partidas del ‘Vivillo’ o del ‘Pernales’, que pertenecen a esa lista interminable de bandidos andaluces, o de Mariano Gavín, ‘el Cucaracha’, que era el bandolero aragonés más famoso.
Los autores repasan los ‘fueras de la ley’ (término que acuñó el estudioso Bernardo Quirós) de todo el país. Citan a ‘Patakón’ de Galdácano, cuya existencia se resumía en el dicho popular: “Patakón, quitárselo al que tiene y dárselo al que no tiene”; por el País Vasco también se movían Jacinto Olariaga, hijo de molinero y carpintero, y ‘Boadilla’, que era un justiciero clásico. En Andalucía había tipo de historias y de personajes: José María Hinojosa, ‘El Trempanillo’, apenas vivió 28 años y encarnó la audacia y la caballerosidad. Celebrado por doquier, una de sus frases era: “En España manda el Rey, pero en la sierra ya”. Se reinsertó en la sociedad, pero una bala traidora acabó con su vida. Por allí también se movía Juan Caballero, que se murió de anciano y colaboró con la justicia.
Por tierras de Tortosa y Beceite se hace fuerte Juan Pujol Fontanet, ‘Pancha Ampla’, que también murió ejecutado a los 28 años. Iba solo, se movió durante seis años por las estibaciones de la sierra, marchó a Francia y se casó allí; las historias de amor estaban al orden del día, como le sucedía al asturiano Bernabé. Pancha Ampla fue extraditado y fusilado y sus aventuras circulan en libros y leyendas.
Mamed Casanova, 'Toribio'.
En Galicia, entre otros, hubo dos bandoleros muy literarios: Pepa a Loba, a quien visitaría en la cárcel la propia Concepción Arenal, y de la que escribirían Valle-Inclán o Carlos Reigosa. Y Mamed Casanova, ‘Toribio’, que responde al modelo de bandolero justiciero: cometió varios crímenes y fue encerrado durante veinte años. Cuando volvió pidió limosna por los caminos y asumió una actitud pacífica, tan enigmática y ejemplar.
La presencia de bandoleros aragoneses es importante. Mariano Gavín, ‘el Cucaracha’, nacido en Alcubierre (1838), es todo un personaje: jornalero, mozo de mulas, carbonero, era analfabeto “pero un hombre de bien”, y participó en muchos hechos delictivos (secuestros, crímenes, extorsiones) en Los Monegros: Perdiguera, Farlete, Sariñena, o en Zuera. Murió en 1875 tras una emboscada donde intervino un vino envenenado. La vida y la leyenda de Cucaracha se convirtió en materia de ficción. A él hay que sumar a Victoriano Teixidó Mayoral, fue conocido por ‘Teixidó’ y por ‘Pregoné’ (era pregonero de Mequinenza), su historia circula en coplas y romances; fue ejecutado ante su propia madre, que presenció “la muerte de su hijo con lamentos desgarradores que conmueven al público”. Otro bandolero fue Ramón Argensó, ‘Bondades’ de Fraga, víctima de un error policial, y Alejo García Zaragozaga, ‘Mediaoreja’, que se movió en tierras del Jiloca turolense, pero también en Villamayor. Dicen Adell y García que también gozó de aureola de bandido generoso.
Hay otros bandidos aragoneses como ‘El Floro’, Esteban Cisneros, famoso como ‘Capitán’ o Margarita Cisneros, a la que cita Camilo José Cela, en ‘Viaje a la Alcarria’, que se movió en Jaca y Tamarite de Litera, fue obligada a casarse contra su voluntad, y se echó al monte “con su caballo y su trabuco”. La mataron a garrote vil, que fue el destino de muchos de estos personajes de estirpe romántica: aventureros, desafiantes y audaces. Y, por supuesto, delincuentes y justicieros.
1 comentario
luis -
Saludos.