MANUEL FOREGA: TRES POEMAS
POIESIS
Signos del tiempo que lo posee todo:
La luz, el aire, el cejo
como vaho del rocío abrasado
por el rayo, por el rayo...
de un sol que tampoco calla su nombre;
signo de tu nombre mismo poblando
el mundo: Las aves,
los aromas, la transparencia azul
de los cálidos cirros;
los pescados, los frutos, las plantas
verdeando contra el viento,
el agua de los nimbos, los mares,
la nieve luminosa, la húmeda selva,
los perfiles de poniente,
los pastos, los caballos y el reptil,
las albas insomnes,
el mármol del horizonte,
los roquedos y las cimas,
el fuego, el viento, el incendio,
el hondo hielo, las larvas,
las semillas, el bosque, el lobo,
los rodenos y el tilo,
la esmeralda y el jazmín,
el león y su presa,
el buitre y la carroña,
la piedra que guarda el tiempo,
la orilla, el páramo, el abismo,
el lecho del río, el río,
los valles y el volcán,
la mosca y la araña,
los cálamos cimbreando, la brisa,
el yodo, el acantilado,
las dunas, la noche, el frío,
el niño, la sangre de su herida...
Incluso tú, misántropo viril,
que, como única arma blandes la eléctrica lámpara,
dispones de un nombre que te diferencia y cita.
CAN'T GET NOT (SATISFACTION)
Nosotros: Vástagos de la autarquía,
hijos del cuando seas padre comerás huevos,
crías de la supervivencia y de los exilios,
mendrugadores, lábiles canallas,
tímidos púberes arreando mocos,
engullendo meriendas de pan con chocolate,
catecúmenos de jueves y sábados,
devotos de las calles,
ladrones de los huertos extrarradios,
de la cáncana discentes eximios,
copuladores de confesionario,
adoradores a hostias del copón,
clandestinos leedores de Candy,
bachilleres eruditos a la violeta:
(Ce que j’aime c’est la lutte.
My psicodelic doll.
Je connais Cohn Bendit.
Sympathy for the Devil).
Nosotros: Divinos Beatles o Stones,
onanistas del Je t’aime, moi non plus,
rayones de vinilos de Serrat,
aprendices de idiomas,
aspirantes a Ginsberg, a Burroughs, a Kerouac,
farsantes ilustrados con Nietzsche en bandolera,
remedos de Cioran, plantillas de Freud,
irredentos suicidas,
balubas de la guerra,
apóstatas, agnósticos, ateos,
diletantes de la revolución,
moradores de los ergástulos por el morro,
apéndices de Ortega,
estetas de Bergson y de Bataille,
inocuos seguidores de Jean Paul,
espadas de Bergman, de Berlanga, de Bardem,
mansos hippies de Ibiza, de Goa y Euroville.
Nosotros: Incendiarios mutados en bomberos,
padres de los más hermosos junkies e insumisos,
opositores, mentidos, volubles censores,
domadores de adolescentes bestias,
altos funcionarios sinecúricos,
porreros, cocainómanos, acídicos,
reciclados por Kraftwerk y la Velvet,
tardíos revelados en Negri y en Deleuze,
diputados, alcaldes, herméticos maricas...
Eternos deudores del deseo insatisfecho.
Nosotros: los de en medio, los eclécticos.
POESÍA INCOOL/TA
Os debo una explicación
que más tarde o más temprano
dirá de mí lo que yo
no quise decir y no
pude callar sin embargo.
Silenciar es imposible
—en este poema onagro,
a propósito verdugo
de los reos predadores
que en los breves de los libros
ceban las palabras como
seres muertos de otros vivos—
lo que en público ya digo.
Como murciélagos bullen,
en portadas urgentísimas,
las grafías de sus nombres;
y, dentro, como termitas,
sus legos versos, epígonos
omitiendo a los Felipes
que rugían en los montes,
resbalando en los Oteros
de palabras escarpados,
alimentando periódicos
de postmodernos censores.
Los elegantes monárquicos,
anecdóticos absortos,
escaladores exangües
tras la rauda montería;
ojeadores expertos
en la búsqueda de huellas
con la Cuenca de otros ojos,
en silbar a los sabuesos
con los labios de otras lenguas.
Inequívocos, unánimes,
filibusteros sin mares,
bucaneros sin Caimanes,
bates de Erato y Caliope,
liras agramaticales,
devoradores cual makos
de chatarras o bonitos.
Garbanzos en las rodillas,
sobre brazos en cruz libros
—digo escasamente libres—,
por castigo los tenemos
en las aulas, en cedés.
Dígame el dómine cabra
con qué latines nombrar
a tales patatas tibias
(que angulan los peronés).
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