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Antón Castro

CORTÁZAR Y RULFO, EN CÓMIC

 

 

El mundo onírico y creativo de Cortázar

 y Rulfo es trasladado a la novela gráfica

 

Jesús Marchamalo y Marc Torices retratan al autor argentino; Pantoja y Camargo, al mexicano

 

Dos de los más grandes escritores del ‘Boom’ latinoamericano en los años 50 y 60 son el argentino Julio Cortázar (1914-1984) y el mexicano Juan Rulfo (1917-1986), del que se cumple ahora un siglo. Los dos vivieron 69 años, fueron huérfanos de padre (a Cortázar, en realidad lo abandonó el suyo; el de Rulfo fue asesinado a balazos) y firmaron una obra maestra que les ha hecho autores de culto: ‘Rayuela’ (1963), Cortázar; ‘Pedro Páramo’ (1955), Rulfo. Ambos realizaron distintos empleos hasta alcanzar la gloria. Cortázar no dejó de escribir hasta el fin de sus días y Rulfo se envolvió en una nube de silencio y de misterio, y abandonó la escritura. Otro rasgo común: a los dos les encantaban la fotografía. Rulfo es uno de los grandes artistas de América; a veces sus fotos parecen el documento geográfico y onírico de Comala o de los cuentos de ‘El llano en llamas’ (1953).

Nórdica publica ahora el cómic ‘Cortázar’, del escritor Jesús Marchamalo y del dibujante Marc Torices, y la editorial Rey Naranjo ofrece en España ‘Rulfo. Una vida gráfica’ de Óscar Pantoja con dibujos de Felipe Camargo. El escritor, experto en series y guionista de cómic Jorge Carrión, que estuvo el jueves en la librería Antígona, dijo que era «la mejor biografía en viñetas que he leído, aunque tal vez sería mejor decir “interpretación biográfica”, porque la vida de Juan Rulfo es sometida a una lógica narrativa espectral y metafórica, sin las servidumbres que imponen las cronologías ».

Habrá que ver qué opina Carrión de la de Cortázar porque es igualmente fascinante: todas las páginas son distintas. Es un cómic literario y parece hilvanado como montó Cortázar su libro ‘Rayuela’. Aunque tiene un discurso más o menos cronológico, también aborda al personaje según diversos temas: la historia de su familia, sus viajes (a España, a París, a Italia, a Cuba, a Nicaragua…), la pasión por el boxeo (Torices recrea el combate de Jack Dempsey y Luis Firpo) y por el libro ‘Opio’ de Jean Cocteau, sus años de maestro, el amor por el jazz y los gatos, cómo nacieron algunos libros, o sus amores: su primera esposa Aurora Bernárdez, la convivencia con Ugné Kurvelis, la historia de la Maga o el encuentro final con la joven Carol Dunlop, enferma como él y viajeros del libro ‘Los autonautas de la cosmopista’.

La famosa conversación en el programa ‘A fondo’ de Joaquín Soler Serrano, en TVE, hace de hilo conductor, aunque la propuesta es tan libre que tiene secuencias deslumbrantes cómo cuando se queda solo en el entreacto del teatro y se le viene a la cabeza la palabra ‘cronopios’, que daría lugar a uno de sus libros más conocidos: ‘Historias de cronopios y famas’. Si el texto de Jesús Marchamalo, que ha sido depurado poéticamente, es espléndido, divertido e inspirado, no lo es menos el trabajo del joven Torices: imaginativo, variado, con gran sentido de las atmósferas, del color y con muchos registros narrativos y visuales. Y posee un gran dominio de la iconografía cortazariana.

‘Rulfo. Una vida gráfica’ se inicia con una cita que produce escalofrío. “De los seis a los doce años solo vi muertos en mi casa. Asesinaron a mi padre, a los hermanos de mi padre, a mis abuelos: era una casa enlutada”. Óscar Pantoja, como si manejase la estructura abierta de ‘Pedro Páramo’, crea su propio discurso, aunque se sigue bien la vida del escritor. Felipe Camargo, en un bitono próximo al blanco y negro, desarrolla su vida con secuencias de espejismo y el impacto del desierto, de la violencia y de la crisis de creación. Pantoja y Camargo ahondan en la impotencia y la frustración del escritor y su descenso a los infiernos del alcoholismo (bebía mezcal con absoluta desesperación), que superó con un tratamiento de choque en los años 60 tras ser internado en un centro de rehabilitación.

También hay espacios para la luz: su amor por la joven Aurora, que sería la Susana San Juan de ‘Pedro Páramo’, y años después surgió la relación con su futura esposa, Clara, madre de sus cuatro hijos y destinataria de una intensa correspondencia, donde “le expresaba su amor, sus miedos, sus inseguridades, sus angustias, su admiración infinita por ella”. Dentro de esa estructura tan abierta, el cómic concluye en 1955, cuando Juan Rulfo acaba su original de 127 páginas de ‘Pedro Páramo’, que redactó en un cuaderno. A partir de entonces, la tierra soñada de Comala ya “vivía por sí sola”.

 

PIES DE FOTOS

Los espectros de un autor. Juan Rulfo fue un escritor inseguro y frágil. No soportaba las malas críticas, y sus libros fueron objeto de debate nacional. A pesar de que grandes escritores lo elogiaron sin tapujo alguno (entre ellos el mismo Cortázar, Onetti o García Márquez), sus detractores lo destrozaban en las tertulias. Quizá de ahí derive su pavor, algo que Pantoja y Camargo explican bien. Rulfo era un autor poblado de los fantasmas de sus libros y había vivido la violencia ambiental en sus carnes.

 

El cuentista de 1.93. Julio Cortázar fue novelista, poeta, ensayista, creador de textos híbridos, pero ante todo fue un cuentista prodigioso. Aquí se recuerda cómo Jorge Luis Borges le publicó, fascinado, ‘Casa tomada’, un relato deslumbrante, la historia turbadora de “un matrimonio entre hermanos”.

 

*http://estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/5/6/pagina-del-comic-cortazar-jesus-marchamalo-marc-torices-1491241821865.jpg

 

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