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RETRATO DE JOSÉ LUIS VIOLETA

Con Violeta cerca, todos eran valientes:

elegía por el gran capitán de los blanquillos

 

El Real Zaragoza ha sido una fábrica de símbolos, de futbolistas que marcaron con su presencia el álbum de la memoria del club: Lerín, sin duda, Juanito Ruiz, Avelino Chaves, Joaquín Murillo, Severino Reija, Perico Lasheras y Yarza, Luisito Belló, Juan Señor, Andoni Cedrún, Xavier Aguado, Carlos Lapetra, Miguel Pardeza, la lista es larga, casi inacabable, y entre ellos, no sé si por encima, pero sí con esa alma de gladiador y de jugador de clase, irreductible, estaba José Luis Violeta, aquel joven que casi había visto morir a un compañero de juegos en el Canal Imperial y que estaba llamado a ser un ciclista legendario, hasta que un día cambió su suerte, y se convirtió en un medio de ataque y, luego, poderoso, de exuberante zancada, un libre imperial, el auténtico León de Torrero, uno de los semidioses del paseo Sagasta.

Violeta lo fue todo aquí. Hubo de probarse en Puertollano y allí, entre otras cosas, se midió con Alfredo Di Stéfano, al que marcó bien y sin brusquedades, y recibió las primeras lecciones de fútbol total, al que se aproximaría poco después con Los Magníficos y una década después con Los Zaraguayos, de los que sería el gran capitán, la testa segura, el vallador rocoso, pero también el zaguero que se desenvuelve en ataque, dispara de lejos y acude a rematar un córner.

José Luis Violeta fue internacional en catorce ocasiones, formó línea con Costas, con Uriarte, y siempre estuvo ahí, dando lo mejor de sí mismo. No se ahorraba ni los conatos de desesperación cuando la cosa iba mal. Y fueron alguna vez: el equipo descendió a Segunda en 1971 (y él desoyó los cantos de sirena del Real Madrid) y, luego, un lustro después, no le dejaron seguir para devolver al club a su categoría con Arsenio Iglesias.

Violeta fue puro corazón, entrega, determinación, conciencia de club. Fue un zaragozano intenso que lo dio todo por sus colores, en La Romareda y lejos de casa. Se midiese a quien se midiese (y se midió a los más grandes artilleros del planeta: Pelé, Di Stéfano, Eusebio, Cruyff, etc.), ahí estaba, entero, combativo, orgulloso, sin reblar. En Los Magníficos tejió alianzas con los medios clásicos de entonces: Isasi, Pepín, el estiloso Pais, Encontra, Endériz y siempre conectaba con el trabajo a destajo de Santos y la clase de Villa. Y aquel equipo intuyó que el fútbol tenía música, armonía, una sinfonía inagotable de belleza, ambición y fantasía. Más tarde, con Los Zaraguayos ya ejerció autoridad de mariscal, y lideró desde la retaguardia, con su cómplice Manolo González, un juego preciosista y eficaz. Él, con las agallas del guerrero que no descansa, reforzó la clase de García Castany, oreaba espacios para Arrúa y disfrutaba de la clase fugaz (maldita lesión la suya) de Javier Planas, un artista interrumpido. Su palmarés es envidiable y pudo ser más amplio: ganó una Copa de Ferias, dos Copas del Generalísimo, perdió una final de la Copa del Rey ante el Atlético de Madrid y logró una de esas hazañas que dan lustre al Real Zaragoza: estuvo entre el elenco que goleó al Real Madrid por 6-1 el 30 de abril de 1975 y que logró otras pequeñas grandes gestas. Antes de verlo en La Romareda, lo veíamos de niños por la televisión, en los partidos de los sábados y los domingos, y jamás defraudaba. Tenía esa virtud. Carecía de perfil: iba siempre de frente, con la autenticidad por espíritu y la cabeza erguida de los que no huyen del peligro.

El hombre que había sido un héroe sobre el césped, fuera del campo quizá fuese cauto, temía el infortunio y la enfermedad. Pensaba que podía soplarle un viento enfurecido, un resuello envenenado, un burdo rumor. Y donde más feliz estaba era en su estudio, donde acumulaba la memoria de sus días de gloria en fotos y recuerdos, y cerca de su mujer Adela, de la que siempre le gustaba decir que le había dado otra forma de gloria, una hermosura inefable y carnal que no cesaba (repetía a los 80 años, y a los 81 y a los 82), y el inmenso cariño de quien te entiende a la perfección. Mejor aún, mucho mejor, que el más solidario y cómplice de los laterales.

Violeta encarna la épica del zaragocismo, el camino que va y viene de los sueños de gloria a la fragilidad oscura del abismo. Con Violeta cerca, todos eran valientes. Se fue, casi con brusquedad, sin ver cumplido su auténtico deseo: que el Zaragoza, esa región suya del alma que es un territorio y un dietario de secretos inconfesables, saliese a calentar en Primera División, que “es el escenario, el lugar donde le corresponde estar”.

 

10.05.1995. EL GOL DE NAYIM EN PARÍS

https://www.heraldo.es/noticias/deportes/2020/05/10/recopa-real-zaragoza-arsenal-nayim-pajaro-flecha-o-como-ser-el-mejor-poeta-del-siglo-xx-1374021.html

 

PAJARO, FLECHA O CÓMO SER EL MEJOR POETA DEL SIGLO XX

 

Desde los años 50, el Real Zaragoza sabe lo que es tener “una media de seda”. Primero la formaron Belló y Samu, el murciano elegante y el húngaro pundonoroso. Más tarde, con Los Magníficos, comparecieron futbolistas cristalinos de toque, sutileza e inteligencia como Pais, Santos o el arquitecto Carlos Lapetra, al que Belló resituó en el lugar del diez para que dirigiese el juego. Con Los Zaraguayos se armó una línea de creación formidable con Planas, García Castany y Arrúa: una alianza de elegancia, velocidad, imaginación y gol. Más tarde, en los 80, el club contó con una salá de máquinas envidiable: Señor, Güerri, Barbas y Herrera. Aquel equipo debió aspirar al título y demostró, día a día, que La Romareda podía ser un rectángulo de pura música ejecutada con las botas. Y una década después, en los 90, se forjó un equipo glorioso, complejo y completo en todas las líneas, pero con una núcleo de fabulación esencial en la zona ancha: Aragón, que parecía tener elocuencia, suavidad y una visión panorámica; Poyet, el multiverso: toque, desmarque, llegada y olfato de gol; Nayim, el virtuoso, el pícaro, el mago, el jugador que creía en un axioma: “El azar juega con los listos”. Con ellos, Gay, Jesús García Sanjuán, Geli, Óscar, futbolistas de calidad y de conjunto.

Esta media fue capital en los éxitos de un bloque esencialmente equilibrado. La orquesta de armonías. Esa orquesta que, sonido a sonido, tumbando rivales, ayudó a soñar a una afición acostumbrada a lo bueno, a lo bello, a lo emotivo. Detrás de los logros, más allá de los futbolistas, había un director: Víctor Fernández, un hombre joven que aún seguía abrazando la sombra de Saturnino Arrúa en la banda y que fantaseaba con una suerte de ‘jogo bonito’, sin complejos, de vértigo y ritmo, de improvisación y ataque. Se presentó el gran día en París, la ciudad de casi todo: del amor, del arte, de las vanguardias, del cine, de las catedrales que asoman al Sena. Y también iba a ser la ciudad del fútbol. La capital más hermosa del zaragocismo universal. Enfrente el Arsenal, campeón el año anterior, en la temporada 1993-1994, la misma en la que el Zaragoza se había ganado el derecho a exhibirse en la Recopa tras vencer al Celta en la épica de los penaltis.

París era una fiesta. Distinta. Apasionada. Una reconquista sentimental ante el francés que se había sentido en casa en Los Sitios, aunque en esto se piensa luego a la hora de desmpolvar la enciclopedia de los símbolos. La atmósfera era inefable. El volcán del fútbol con todos sus rituales de color, algarabía, delirio e identificación con una historia, un pueblo y el deseo de ser grandes. Juan Eduardo Esnáider, otro guerrero de seda, marcó un gol como un calambrazo: el disparo seco y ajustado, tan exacto como rayo. Los ingleses igualaron sin belleza. Todo en la segunda mitad. Y llegaron los minutos del suspense, del cansancio, del último arresto. El Zaragoza debió marcar, Pardeza, que jugó un partido inmenso, quizá fuese objeto de pena máxima. Nada. Nada. Forcejeos, intentonas, carreras, un cambio equívoco. Y entonces, en ese lapso en el que parece que todo se ha jugado, incluso la fortuna última, sacó Cedrún, y un balón más perezoso que otra cosa salió repelido hacia Nayim.

El fotógrafo Henri Cartier-Bresson escribió que fotografiar, es poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo punto de mira”, y Nayim, el elegido, entendió que era su instante decisivo. Nayim sorprendió la vida en flagrante delito”, y vaticinó el destino. El gesto es abrumador y sutil: lo vio todo antes de que pasase nada. Miró con los ojos del pícaro que sabe que está ante su momento para la eternidad: paró con el pecho, observa la lejanía, la descolocación de Seaman, la felicidad de los suyos, la indecible alegría de tantos y tantos aragoneses, y soltó una parábola precisa y efectiva. “Chicos, siempre entre los tres palos”, es otra consigna escolarLo hizo: con toda la intención del mundo. Con la seguridad de un dios mortal.

Apenas dos segundos después, el estadio se convulsionaba y el mundo también se estremecía. Y Seaman, incrédulo y culpable, era un náufrago desamparado entre las redes. El disparo fue de una belleza sublime: exploración a la velocidad de la luz, control, latigazo, la historia a solas vuelta pájaro o flecha, la caída, el grito último de la gravedad. Y al final, algo tan sencillo y cotidiano como un gol, la poseía del fútbol. Miguel Pardeza recuerda que Pasolini decía que el poeta del año debía ser el máximo goleador del Calcio. Nayim quiso ser el poeta del siglo. En la celebración, miró a alguien como si le dijera: “Tenía que hacerlo por toda esta gente”. La afición, la ciudad, Aragón, los soñadores que creen que el fútbol es un territorio revelado donde la subversión es posible.

Borges escribió para situaciones así: “No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso». Ese gol nos lleva a él casi todos los días.

 

*La fotografía es de Oliver Duch, de 'Heraldo de Aragón'.

10/05/2020 17:20 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

JESÚS VALLEJO VUELVE A LOSCOS

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Jesús Vallejo regresa a Loscos, el pueblo de sus abuelos y de su madre:

https://www.heraldo.es/noticias/deportes/futbol/2019/01/06/el-heroe-loscos-vuelve-casa-1285872-1101028.html?utm_source=facebook.com&utm_medium=socialshare&utm_campaign=desktop

 

 

 

El héroe de Loscos vuelve a casa

 

Jesús Vallejo, central del Real Madrid y excapitán del Real Zaragoza, rodó la serie ‘Sin cobertura’ para Aragón TV

 

PIE DE FOTO. Javier Calvo

Jesús Vallejo durante el rodaje juega con Martín, en un campo de las afueras, como si recordase al niño que fue.

 

Jesús Vallejo (Zaragoza, 1996), defensa central de la plantilla del Real Madrid y excapitán del Real Zaragoza, siempre vuelve a Loscos (Teruel). A la menor oportunidad, allí aparece para celebrar fiestas con sus compañeros de la peña La Quinta Dimensión, para recorrer los campos de cereal, los caminos que llevan a las nogueras y las carrascas y las callejas. Allí Jesús Vallejo es el héroe local y a la vez uno más: la gente lo saluda por la calle o en el bar El Cazador, que llevan Juan, trufero, y su mujer Loli, una espléndida cocinera con narcolepsia que ha sido objeto de reportajes de la BBC inglesa.

Una de las más señoras del pueblo, lo ve, se para ante él, lo besa y le pregunta por todos: por su madre Josefina o por sus abuelos. Y Jesús, sin arrebato alguno de divismo, con una sencillez inverosímil en alguien que ya posee la Champions y acaba de ganar la Intercontinental en Abu Dabi, contesta a todo. Parece saber incluso si un vecino ha cambiado de noche o de qué le gusta hablar al anciano Eulogio ante la iglesia parroquial.

Jesús Vallejo regresó Loscos, en vísperas de fin de año, para protagonizar un capítulo de una serie de Aragón TV sobre la despoblación, la memoria y el futuro de la vida rural, ‘Sin cobertura’, que dirige Javier Calvo Torrecilla (Zaragoza, 1971). Este es el primer sorprendido de su sensatez: “De Jesús Vallejo me conmovió su sencillez y una maravillosa ingenuidad. Es inquieto, deseoso de aprender, amante de las cosas sencillas, le gusta escuchar y es muy, muy cariñoso”, dice.

Javier Calvo fue testigo de cómo está pendiente la gente de Loscos de él: lo ha visto en la televisión y en algunas fotos de prensa, y sigue sus evoluciones. Insiste Calvo: “Dos días atrás estaba en Abu Dhabi, acaba de proclamarse campeón del mundo de clubes, pertenece a un equipo con millones de fans a lo largo del mundo, le rodea prensa, ruido, fama… Y  48 horas después, mientras estábamos rodando un paseo, se cruzó con un tractor en su pueblo, lo reconoció, sabía a quién pertenecía. Lo sabía todo de su pueblo, Loscos”. No hay exageración en las palabras del autor de cortometraje ‘Bocetos’ y de la serie documental, de música, ‘Entre2aguas’. “Me encantó que tuviera los pies tan pegados a la tierra y no al césped de un campo de fútbol, y que nos dijera que si no hubiese sido futbolista tal vez hubiera sido agricultor allí, en su pueblo”, agrega.

A Jesús Vallejo le encanta recordar cuándo fue al pueblo por primera vez; le gustaba correr y montar en bicicleta, descubrir las ermitas y las colinas. Antes que futbolista, fue atleta, y llegó a ganar una carrera de pollos. Descubrió el fútbol sala, y jugó de ala. “Con mis compañeros de Loscos hicimos un equipo que jugaba muy bien y ganamos varios torneos. Yo no era el mejor”. Fichó por Barrio Oliver, donde solía jugar de mediocentro. Lo demás ya es conocido: dio el salto al Real Zaragoza, debutó en Huelva y lució el brazalete por elección de sus compañeros. “Soy feliz en el Madrid. Trabajo a diario para estar dispuesto. Pero al Zaragoza lo llevo muy dentro. Es mi club y le tengo una gratitud inmensa. Lo sigo, y me ilusiona la llegada de Víctor Fernández”, dijo.

En las dehesas o el un campo que enfrenta a las piscinas, donde jugó con el niño Martín, Jesús se sinceró: “No estoy alarmado ni preocupado por las lesiones. Tengo que aprender a ser menos intenso y no ir a todos los balones siempre. He sido muy bien acogido y me gustaría alcanzar el nivel de centrales como Sergio Ramos y Puyol, que son dos espejos”.

El equipo de rodaje –el citado Javier Calvo, los cámaras José Carlos Ruiz y Jon Arteagabeitia, los sonidistas Noelia, Ricardo y Luna, la maquilladora Ana, los productores Javier Estella y Ernesto Tejedor, el geógrafo Luis Alberto…- quería comer con él en El Cazador. Jesús dijo: “Lo haría muy a gusto, pero hoy nos reunimos todos en la casa familiar. Me matarían si no acudo”. Antes de irse con su primo Miguel, reveló: “Soy un chico urbano, sí, pero aquí tengo toda la calma que deseo. En Loscos empiezo siempre mi pretemporada y soy muy feliz”.

06/01/2019 09:25 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

CELINO GRACIA REDONDO REPASA SU VIDA EN EL ARBITRAJE

Jorge Rodríguez Gascón publica en 'El gol del cierzo' su primera entrega de una entrevista con el ex árbitro internacional Celino Gracia Redondo.

https://elgoldelcierzo.com/2018/12/12/celino-gracia-redondo-el-futbol-tiene-la-capacidad-de-cambiar-a-las-personas/?fbclid=IwAR1A-GcjOrJFjkjV_TGKUQlJA0VQUbrxKepFCjC4TTi2xo5szfjkMj3K3cI

13/12/2018 10:47 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ALFREDO CASTELLÓN: 'SOLO CON LO PUESTO', AFORISMOS

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Alfredo Castellón Molina (Zaragoza, 1930’-Madrid, 2017) ha sido uno de los grandes personajes de la cultura de Aragón del siglo XX y XXI. Enamorado de la Comunidad y de Zaragoza, la ciudad y sus instituciones fueron rácanas con él porque casi nunca lo suficientemente conocido ni estaba situado en ninguna escudería o bando político. Fue un hombre libre y viajado, amigo de María Zambrano, que cofundó RTVE en 1956, que coesdcribió el guión de ‘San Miguel Bueno, mártir’ con Julio Alejandro de Castro y que dirigió dos largometrajes: ‘Platero y yio’ y ‘Las gallinas de Cervantes’. Se le negó cualquiera consideración municipal o la medalla Santa Isabel de Portugal, a la que fue propuesto en varias ocasiones, pero él jamás acumuló resentimiento ni pena: amaba Zaragoza con locura y no se olvidaba ni de ella o de sus calles, de sus gentes, de sus muchos amigos o de la necesidad de venir cada cierto tiempo desde Madrid: solo o con Rosa Burillo, comía en Casa Emilio, andaba por el Parque Grande, concertaba citas o, sencillamente, recorda. Fue escritor y cineasta, director de teatro y dramaturgo, un hombre memorioso y suave que se sentía atraído, sobre todo en los últimos tiempos, por dos géneros: el cuento y el microcuento, y los aforismos. Ahí están ‘El ruido de la mejoria’ (STI), relatos con un fondo de autobiografía y experiencia, y ‘Mis apólogos’, un libro delicioso y poético, en la línea quizá de Baltasar Gracián.ç

Ahora, de la mano de nuevo de su editor Javier Cinca, aparece con carácter póstumo un breviario fantástico, amable y sabio, con el título ‘Solo con lo puesto’ (STI, Sindicato de Trabajos imaginarios, colección Minimalia), donde Alfredo Castellón está a la altura de los grandes aforistas españoles de los últimos tiempos. El volumen, de bolsillo literalmente, lleva una breve introducción de la profesora de litetatura anglosajona Rosa Burillo. Dice: “Los ‘Aforismos’ seleccionados para la presenta edición mantienen el tono socarrón y kla imaginación que son una constante en su obra narrativa, porque ambos constituyen la entraña del autor, su sensibilidad característica. Pero también conservan la ternura, la poesía. Aunque son textos muy breves escritos en prosa, las palabras destilan esa carga poética que en él son esencia”. El propio Alfredo escribe: “Buena parte de los aforismos son sentencias pretenciosas, que tan solo busca la polifonía”.

¿Qué le preocupa al autor de los relatos ‘Escombros selectos’, su libro anterior? ¿De qué habla y nos habla? De todo. Del amor y del desamor, del paso del tiempo, de la memoria, de la realidad y el deseo, de lo que somos o querríamos ser, de la contradicción, de la búsqueda de certezas, del dolor, de la belleza, de las cosas que se deslíen casi inadvertidas y que dejan poso, huella, imágenes. Y habla de la pura especulación del pensamiento, al que atraviesa de perplejidad o de ironía.

Solo con lo puesto’ es un libro útil, de compañía, de placeres inefables, de erudición tranquila y de intuiciones constantes. Seleccionamos aquí algunos textos:

 

I. MEDITACIONES GENERALES

1. Escribo para saber lo que pienso.

2. La duda es el espejo del alma.

3. Las neuronas nos delatan.

4. La inseguridad conduce al exhibicionismo.

5. Conócete a ti mismo y verás lo que te duele.

 

II. EL ARTE DE LA PARADOJA

1. El azar es la lógica de nuestra existencia.

2. Las palabras desconciertan al ojo.

3. Era tan exquisita que en su tumba nacieron gusanos de seda.

4. Suena a paradoja pero hasta para el caos se necesita un orden.

5. No esperéis nada nuevo, el futuro ya fue.

 

III. EL AMOR

1. Qué bonita puesta de amor tiene el horizonte de esa persona.

2. El veneno es como el amor, mata o cura, depende de la dosis.

3. Sus manos se desunieron y se dejó morir.

4. Me gustaría quedarme en prenda tu recuerdo.

5. Si amas sus defectos, tu amor se acerca a la perfección.

 

IV. AUTORRETRATOS

1. Me miro en ese espejo brumoso y veo mi rostro lleno de misterios que trato de desentrañar.

2. Siento frío en la nuca. ¿Quién abrió mi pasado?

3. Me precipito por un terraplén, caigo por un abismo, y no me despierto. No era un sueño.

4. Me ilusiono, me desilusiono y así tres o cuatro veces al día. ¿Y a esa veleta quién le da viento?

5. Me acerco a la laguna seca, blanca de sal y escribo tu nombre, madre.

 

V. LA POESÍA

1. Se escupía en las palmas de la mano y, después de frotarlas, meditaba. Fantasías campesinas.

2. Me gusta escribir en la arena. Amo la temporalidad.

3. A las tinieblas tan sólo las ilumina el rayo.

4. Me acerco a la orilla del mar para oír el chasquido de las olas que se hacen palabras y las contesto.

5. Las lágrimas de la araña. Esa baba tenebrosa que enreda la palabra.

 

*Alfredo Castellón Molina (1930-2017), retratado por Guillermo Mestre, de 'Heraldo'.

 

23/11/2018 20:17 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

HISTORIA DE JAVIER MORACHO

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Javier Moracho, nacido para volar

 

El atleta de Monzón, séptimo en las Olimpiadas de Moscú, fue un verdadero maestro de 60 y 100 metros vallas

 

Javier Moracho (Monzón, Huesca, 1957) es el mejor atleta aragonés de todos los tiempos. Y eso que por ahí andan deportistas de tanta enjundia como Luis María Garriga o Eliseo Martín, pongamos por caso. Posee un palmarés envidiable en dos pruebas tan exigentes, tan técnicas, como los 110 y 60 metros vallas, donde obtuvo numerosas medallas en España (diecisiete títulos nacionales), en Europa y en el mundo. Quizá el mayor hito de su trayectoria sea su séptimo puesto en la final de 110 metros vallas en las Olimpiadas de Moscú-1980, donde habría entrado en el medallero (ganó el alemán Thomas Munkett) de no haber tropezado en el último obstáculo; salió a trompicones, intentó remontar con su furia habitual, su poderosa zancada y una clase fuera de toda duda, pero no le dio tiempo. Javier Moracho suele decir que la suya era, y es, una prueba de relojería: exige concentración, dominio del salto, método y exactitud, ritmo y velocidad. Y él lo tenía todo, impulsado, además, por una explosiva salida, acaso su mayor virtud: era de los atletas que mejor iniciaban la carrera. Arrancaba vertiginoso como una centella con su bigote rubio, su melena al viento, su elegancia y un gran sentido de la competitividad.

Unas Olimpiadas (donde el atletismo es el deporte rey) o unos Campeonatos del Mundo, como ahora los de Pekín-2015, son los grandes escaparates de un corredor. Lo importante no está en los campeones más mediáticos (¿quién va a discutir la grandeza de los velocistas Usain Bolt, Carl Lewis, Shelly Ann Fraser Pryce o del mediofondista Coe?), sino en comprobar cómo trabaja un saltador de pértiga, de triple salto o de altura, o esos atletas especializados solo en una distancia a la que le dedican su sacrificio y horas incontables de perfeccionamiento.

Moracho, tras practicar fútbol, balonmano y cross, optó, en Monzón y con quince años, por una disciplina con escasa tradición como las vallas y deslumbró a lo largo de una década: desde 1978 hasta 1988 conquistó títulos, pugnó con los mejores (desde los norteamericanos Renaldo Nehemiah, tan fugaz, Roger Kingdom o Greg Foster, al británico Colin Jackson, el cubano Alejandro Casañas o el finlandés Arto Bryggare), aunque se retiraría dos años después, en 1990. Curiosamente, su mejor marca en los 110, 13.42 (récord nacional durante años hasta que lo batió Jackson Quiñonez), la logró en 1987. El día de su adiós, Santiago Segurola anunció que se iba “el mejor vallista español de todos los tiempos”.

Participó en 63 citas internacionales y fue capitán del combinado nacional, corrió en las Olimpiadas de Moscú-1980, Los Ángeles-1984 (no llegó a la final por una centésima) y Séul-1988, y vivió una rivalidad épica con Carlos Sala, otro formidable vallista. Eran amigos lejos de la competición y trabajaban a las órdenes del mismo entrenador, Jaime Enciso. Repetían el enfrentamiento, tan hispánico, que se había dado con Ocaña y Fuente en ciclismo, Carrasco y Velázquez en boxeo, Abascal y González en el medio fondo. El uno al otro se ayudaron a mejorar.

Si Moscú supone un momento inolvidable, hay otros muy meritorios: fue medalla de plata en los Campeonatos Mundiales de París en 1985, en 60 metros y en pista cubierta, y en 1986, en el Campeonato Europeo de Madrid, venció al finlandés Arto Bryggare, uno de sus grandes rivales europeos. Realizó una carrera impresionante: visto y no visto, aceleración, compás, fluidez absoluta y, ¡zas!, victoria. A principios de los años 80, Javier Moracho, que se trasladó a Estados Unidos, fue el primer blanco del mundo en su categoría.

Hombre de mundo, simpático y seductor, uno de los atletas más atractivos del circuito, se licenció en Educación Física, igual que su mujer Araceli, y nunca ha estado al margen del deporte. El ciclismo es otra de sus pasiones: trabaja en Unipublic y de comentarista para Eurosport. Conoce el atletismo como la palma de su mano. Él estuvo en la élite y fue temido y respetado. Todo un profesional que jamás se olvidó de sus orígenes, Monzón, esa factoría de ocho atletas olímpicos.

 

 LA ANÉCDOTA

 “La música, el baile y el deporte son de la raza negra. A mí me habría gustado ser negro para correr más rápido. En el año 1981 era el primer vallista blanco del ranquin mundial: me fui un año a entrenar con ellos a los Estados Unidos, a una Universidad, y me di cuenta de que son superiores. Regresé con mi entrenador Jaime Enciso a España a entrenar la técnica para poder estar con ellos en las grandes competiciones”, confesó Javier Moracho. En buena medida lo hizo. Y no solo eso: fue popular e hizo tres espots publicitarios, uno de ellos para el desodorante Rexona. El que no abandona...

 

15/08/2018 11:39 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LA CONDICIÓN HUMANA DEL GOLEADOR QUINI

Enrique Castro González ‘Quini’ (1949-2018) ha sido uno de los grandes arietes de los 70 y de los 80 no solo de España, sino de Europa. Fue un especialista de la estirpe de los rematadores, tipo Gerd Müller, Joe Jordan, Pietro Anastasi, Ian Rush o Yazalde: un hombre del área, incesante, que podía parecer fondón e incluso torpe, pero era eficaz, versátil, imprevisible y pugnaz. De un brillo enmascarado. No se lo podían dar ni metros para correr ni espacio donde elevarse: incordiaba con sus buenos modales y su potencia, y tenía la facultad de convertir una piedra, o un mal pase, en un diamante. Encarnó al cazagoles, al artillero que no descansa y que se divierte.

Todo se le daba bien: se desmarcaba, poseía sentido de la adivinación, un regate utilitario de pícaro, y era un futbolista de certezas: un partido duraba al menos 90 minutos y con el balón en juego todo era posible. Burlaba al portero y a los defensas sin un mal gesto y siempre, siempre, hallaba un resquicio para el gol, quizá por eso el Molinón, donde jugó en dos etapas más de tres lustros, le susurraba o le cantaba: “Ahora ahora Quini, ahora”. Era el ritual. Luego el Brujo hacía de las suyas. Marcaba, sembraba el temor o, sencillamente, recordaba que él, codicioso de dianas, andaba por allí, dispuesto a todo. Con Quini en el campo, no había sosiego, quizá por ello, también, Miguel Mena tituló la novela que centró en su secuestro ‘Días sin tregua’ (Destino, 2006).

Enrique Castro González ha encarnado al futbolista bondadoso. Al deportista en su esencia más pura. Representó una idea de la competición más honesta y de la condición humana. Como Michael Laudrup, Mauro Silva o Andrés Iniesta, era de esa pasta. Esforzados, artistas, ingenieros de la imaginación y la sorpresa, pero ante todo seres humanos. Gente feliz sobre el campo, despojados de violencia, solidarios con los suyos y el rival, defensores de la cofradía universal del juego.

Quini, que alguna vez jugó de extremo en el Gijón y en la selección española, perteneció a dos grandes conjuntos del Sporting: al que formaba, en vanguardia, con Megido, Fanjul, Quini, Valdés y Churruca, con su hermano Jesús, Castro para el fútbol, en el marco. Jesús fallecería en la playa de Amio, en Pechón, tras salvar a unos niños: otro que tal, solidaridad dramática, corazón jabonado de delfín. Y luego Quini también jugó con Morán, Joaquín, Mesa, Abel o Enzo Ferrero, aquel exterior argentino, estiloso, menudo y hondo que le sirvió centros inolvidables. Estuvo cuatro años en Barcelona y, por primera vez tras una década aciaga, los culés iban a ser campeones de Liga, pero en esas, un 1 de marzo de 1981 lo secuestraron unos desdichados e ilusos, y lo encerraron en el Arrabal, muy cerca del Ebro, durante 25 días en deplorables condiciones. Quini tuvo los esperados gestos de humanidad para quienes lo habían tratado como una alimaña. Regresó al Camp Nou, pero el equipo ya era otro. Jamás logró coronarse campeón de Liga, aunque sí de la Copa del Rey, en dos ocasiones, y de una Recopa, en la despedida del pequeño duende Allan Simonsen, ante el Standard de Lieja un 12 de mayo de 1982; Quini, cómo no, marcó el gol de la victoria con la astucia y el descaro del joven que debutó en el campo de La Carbonilla.

Luego volvió a casa y siguió haciendo de las suyas: marcar goles. Henchir los estadios de felicidad y de talento. Siempre era un peligro. El desvelado del área. Sus cifran confirman su grandeza: fue cinco veces Pichichi en Primera División, jugó 448 partidos y marcó 219 tantosparticipó en 35 choques con la selección y jugó en dos Mundiales, con más pena que gloria. Aquellos no fueron buenos tiempos para la selección ni para él con la camisola roja.

En Gijón lo ha sido todo. Superó un cáncer de garganta y la pérdida de su hermano, e incluso la separación de aquella costilla de Adán que fue su esposa María Nieves, la mujer serena que sufrió en su cautividad. En el Molinón se sentía en el paraíso en la tierra. Le gustaba el olor del césped, la música del balón, el trote de los jóvenes, el sueño colectivo de los gijoneses, el corazón marino de Asturias. Le enorgullecía sentirse de la tribu de Mareo.

Hace algunos años, cuando HERALDO cambió de formato, se hizo una serie acerca de cómo nos veían a los aragoneses desde las distintas comunidades autónomas de España. El fotógrafo Oliver Duch y yo organizamos una cita en Oviedo con sus paisanos. Quini acudió a fotografiarse con escritores, pensadores, científicos, etc. Jamás había estado en el Teatro Campoamor de Oviedo, donde acababan de entregarse los Premios Príncipe de Asturias. Le pedimos que se acuclillase como si estuviera en la delantera del Sporting. Le recitamos varias para que se sintiese a sus anchas. Quini, con su inmensa sonrisa, miró al fotógrafo Oliver Duch y dijo: “Ojalá pudiera. Tengo algunas heridas de guerra y una de ellas es esa, no poder arrodillarme”. Había rematado demasiado a gol a las mil maravillas, en las posturas más acrobáticas, como si fuera el auténtico asturiano volador. Fue el ángel perfecto del área.

 

 

15/04/2018 15:34 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIÁLOGO CON ROSENDO TELLO

Esta entrevista se publica hoy en Heraldo de Aragón.

Rosendo Tello Aína (Letux, Zaragoza, 1931) sueña los poemas. Acaba de cumplir 87 años y redacta, con infinita paciencia, sus versos, transidos por la memoria, la música, la sensualidad y la pasión por el paisaje y sus ángeles. Publica ‘Apología simbólica del jardín’ (Gara d’Edi-zions), escrito con ese estilo lujoso, ebrio de imágenes y de plasticidad que le caracteriza. Rosendo Tello resume las claves de una lírica imaginativa que mereció en 2005 el Premio de las Letras Aragonesas. 

¿Como nació este poemario?

Mis últimos libros vienen a ser una explicación consciente de lo que en mi vida poética ha permanecido inconsciente en mis versos. Mi obra lírica finaliza con el libro ‘Consagración al alba’. Después afronté mi enfermedad y pude escribir tres libros: ‘El regreso a la fuente’, ‘Revelaciones del silencio’ y este, ‘Apología simbólica del jardín’. El primero terminaba un camino nómada por un desierto de la existencia hacia la fuente de un lugar ansiado. ‘Revelaciones del silencio’ regresaba lo que planteaba en mi primer libro, ‘Ese muro, ese silencio’, sobre todo el silencio que habla y no el que silencio que calla.

¿Y ahora? ¿Quería hacer un homenaje al jardín, a la poesía misma y a la música?

Apología simbólica del jardín’ es un libro en el que recuerdo a mi padre cuidando amorosamente su huerto llamado La Cerrada, ‘hortus conclusus’, como un jardín. El huerto de mi padre y el huerto de mi casa de Gurrea de Gállego se fusionan convirtiéndose en uno solo: jardín viviente por el que mi padre se pasea en sueños.

¿Ha querido hacer un libro unitario, como una sinfonía?

El libro se divide en cuatro parte relacionadas con el jardín interior, con la intimidad exterior de la existencia, con la poesía y con la música. Las cuatro partes han sido concebidas como una gran sinfonía musical.

¿Pensó en su jardín de la casa de Gurrea, casi un santuario, o en un jardín en abstracto?

El plano real era antes un huerto y ahora, melancólicamente, es un jardín. Está tratado de manera esencial y poética con las adherencias que conlleva. En otra parte del libro se podría pensar en un espacio físico y mental, cerrado en la lírica.

Hay un texto dirigido a un joven poeta. ¿Cuáles serían sus consejos, sugerencias o advertencias a los creadores líricos?

Ese es un poema con fondo real y personal, aplicable a un plano general. Espero que mis consejos y sugerencias sirvan a los que esperan ser creadores líricos. "No te distraigan ni la fama ni el brillo / ni los deseos de gloria; vendrán cuando / tengan que venir...", les digo.

Hay varios poemas de amor, uno específico dedicado a la amada. ¿Cuál ha sido la importancia del amor en su vida?

El amor y la amistad son constantes en mi vida y en mi poesía. Amor y amistad conjuran dos individualidades que se funden en la intimidad interior y perduran a través del tiempo.

Es conocida su pasión por Cernuda y Juan Gil-Albert, pero parece que aquí a veces dialoga con Juan Ramón Jiménez y con libros suyos como ‘Jardines lejanos’ o ‘Arias tristes’.

Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado fueron mis poetas desde mis quince años. Me dejaron una huella imborrable. Después llegaron otros poetas: la Generación del 27 con Guillén, Loca, Cernuda, etc. Luego, los poetas extranjeros, ingleses y alemanes, y entre ellos Rilke y John Keats han tenido mi predilección; de este último, pienso en su ‘Oda a un ruiseñor’. Juan Ramón Jiménez es un poeta excepcional, sin duda.

Ha aprendido a escribir, de nuevo, con la mano izquierda. ¿Ha cambiado eso su manera de componer poesía?

Desde luego, y gracias a mi silencio puedo hacerlo. A veces pienso que mi falta de comunicación con los demás ha sido determinante. La falta de comprensión te marca, la ausencia de interlocutores. Además, oigo menos, el cuerpo me responde mucho peor y mi alma lo siente. Y eso pasa de diferentes formas a mi escritura.

¿Ha encontrado una nueva voz el poeta que ha perdido la voz de trueno tras la enfermedad?

He hallado de otra manera la voz del silencio. He aprendido que necesito hablar, pensar y sentir a solas. El silencio no es el silencio corriente, sino un silencio vivo y sensual. A lo lejos se oye sonar la belleza en el silencio. Cuando uno sueña en la noche, siempre en la noche y no en el día, la belleza se percibe en el silencio mientras espero la llegada de sus imágenes.

Acaba de morir la escritora Ursula K. Le Guin y dice que el ritmo es esencial en la escritura. ¿Qué piensa usted?

Es un tema que me obsesiona y que siempre está ahí. He asimilado el ritmo de la poesía de mi pasión por la música, que es uno de los temas del libro, como algunos otros que siempre me obsesionan: la naturaleza, la hermosura y el pensamiento, que para mí ha de ser esencialmente poético.

 

*La foto es de José Miguel Marco.

28/01/2018 17:22 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

UN CALENDARIO DE ATLETAS Y CENSURA

Por colgar este link, expulsado de Facebook 30 días... Nada menos.

http://culturainquieta.com/es/foto/item/13159-atletas-de-todo-el-mundo-se-desnudan-para-un-atrevido-calendario-benefico.html

Lo más gracioso es que la página de la fotógrafa se puede ver perfectamente en Facebook sin censura alguna. Lo más lógico también.

https://es-la.facebook.com/pg/dominikacudaphotography/posts/

 

Algunas fotos: 


-https://static.independent.co.uk/s3fs-public/styles/story_medium/public/thumbnails/image/2017/12/19/11/12-dominikacuda-sportcalendar-6102d.jpg

-https://data.whicdn.com/images/118273265/large.jpg

-http://www.coolhunters.pl/userfiles/image/content/dominika-cuda-i-jej-zdjecia-z-kalendarza-sportowego-2016_2857.jpg

 

*El estupendo trabajo de Dominika Cuda se puede seguir aquí:

www.dominikacuda.com



20/01/2018 14:07 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

UN BLOQUEO DE 30 DÍAS DE FACEBOOK

 

Vuelvo de Madrid y recibo esta nota.
Se te impuso un bloqueo temporal y no puedes publicar

Este bloqueo temporal se extenderá por 30 días y no podrás publicar contenido en Facebook durante ese período. Si publicas nuevamente contenido que incumple nuestras normas, tu cuenta se bloqueará durante 30 días más.
Ten en cuenta que pueden inhabilitarse definitivamente las cuentas de las personas que reiteradamente realicen publicaciones que no se permiten en Facebook.
[Esta es la razón. Pecaminosa belleza en Facebook.]
http://culturainquieta.com/es/foto/item/13159-atletas-de-todo-el-mundo-se-desnudan-para-un-atrevido-calendario-benefico.html]

 

14/01/2018 17:25 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

PERICO: DESDE EL RINCÓN DE LA VIDA

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Pedro Fernández Castillejos (1952-2016), Perico, el doble campeón del mundo, encarna muy bien el destino de los boxeadores: salió de la nada, del orfelinato en Calatayud y en Zaragoza, alcanzó la fama, se aupó a la cima y finalmente inició su caída, que había alcanzado su estadio más triste en los últimos tiempos, cuando se quedó sin fonda y sin dinero, y hubo de refugiarse en un bar de alterne. Perico, tras dejar el boxeo y percibir que los caudales y los amigos desaparecían, siempre buscó un refugio: para pintar, para recordar su vida, para seguir. Y lo encontró en algunos amores, en lugares como el desaparecido Mangrullo, e incluso encontró otra forma de refugio en la música o en la literatura. Uno de los discos más bonitos de Enrique Bunbury, ‘Flamingo’, está dedicado a él y a su mundo, y se oye la voz de Héctor Quiroga que anuncia que Perico acaba de proclamarse campeón del mundo ante Furuyama. Alberto Maestro redactó su primera biografía; Mariano Gistaín y José Antonio Ciria realizaron una auténtica investigación hasta dar con su madre para ‘La vida en un puño’ (Ediciones del Valle, 1987). Juan Luis Saldaña y Octavio Gómez Milián le situaron en la esfera de la cultura pop: Perico grabó un disco, fue felicitado por Franco, pero además fue una criatura de la noche, que coincidía con los ‘zaraguayos’, en la vida alegre de la Zaragoza de los 80. Siempre le gustaron los toros: alterna la pintura abstracta, con la que paseó por algunos platós de España, con la pintura taurina, más bien esquemática. Vivir contra la memoria y el mito no es nada fácil: Perico, vulnerable y solo, era indomable y carne de leyenda.

 

01/10/2017 16:43 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL ZARAGOZA VENCE AL FINAL

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CRÓNICAS / 1. Zaragoza-Huesca, 1-0. minuto 88. Casado.

 

El Real Zaragoza y la Sociedad Deportiva Huesca coinciden desde hace algún tiempo en Segunda División. Es un nuevo duelo: intenso, cada vez más impredecible, de estilos casi antagónicos. Y hoy, en la capital del Ebro, han vuelto a verse las caras. Anquela sigue al frente del Huesca, con Juanjo Camacho de capitán. Y Luis Milla es el nuevo míster del Real Zaragoza. Los blanquillos, además, han recuperado a Alberto Zapater, capitán, y Cani.

El partido se ha jugado bajo un calor casi infernal. No había más que ver, a los pocos minutos, que los futbolistas ya estaban empapados. El Huesca, ordenado y muy bien situado línea por línea, empezó mejor. Dominaba el balón, lo poseía más tiempo y tenía un plan. Los primeros quince minutos, tras el tanteo inicial, fueron suyos. Parecía que se jugaba en El Alcoraz. El Zaragoza se estancaba demasiado atrás y el balón se le escurría de las botas a los escasos segundos. Poco a poco, merced al trabajo de recuperación de Zapater, que se fue estirando y abandonó la sobreprotección de sus centrales, y a la inspiración de Lanzarote, el choque se volvía un poco más zaragocista y empezaron a forjarse varias situaciones de gol. Sergio Herrera estaba a un gran nivel: ha sido clave, en situaciones específicas, a un disparo de Xumetra y a las jugadas de Lanzarote, muy entonado.

Con todo, el Zaragoza era un bloque errático, sin muchas ideas, muy metido entre los suyos, prudente. Justo de determinación. Cani hacía poco y solo de vez en cuando administraba ese brillo distinguido con que adorna un partido; arriba Ángel peleaba y buscaba su instante. No llegaba pero sí se produjo una situación controvertida: Bambock, a quien le había sacado una primera tarjeta rigurosa, fue expulsado. Y todo daba a indicar que los blanquillos iban a llevarse el partido con claridad en la segunda mitad.

El Real Zaragoza desarrollaba un juego un tanto decepcionante. Sin ingenio, con escasos recursos y sin demasiado brío. Le faltaban un poco de aceleración, ritmo, fluidez en la circulación y manufactura sutil en la elaboración. Milla, que miraba al rival con mucho respeto, hizo algunos relevos: el de Muñoz por Xumetra, Fran entraba por Isaac, que buscaba la línea de fondo. Ni así. No había vértigo ni auténtica ambición, y el Huesca remató al larguero y se estiraba con Samu Saiz o Urko Vega o Aguilera. Los oscenses hacían a la perfección su trabajo: contenían atrás, estrangulaban el juego de creación; seguía en el campo sin demasiado brillo Erik Moran -¿no tiene el Real Zaragoza un jugador más incisivo y vertical cuando se juega en casa contra diez contrarios?- y sucedían pocas, muy pocas cosas. Hasta que un fallo de Nagore fue la ayuda inesperada de Milla y sus chicos. Marcó Casado, en el minuto 88. Y Anquela se quedó con un palmo de narices. Toda su estrategia, se desplomó en una segunda jugada infausta. El ángel de la suerte estaba del lado de Luis Milla.

El Zaragoza ganó más milagrosamente que nada. Y el Huesca sigue abonado a su mala suerte: le pasó el año pasado, le pasó hace unos días ante el Nástic y le ha pasado en este partido, donde había trabajado por el empate. Eso sí, victorias como éstas son decisivas para subir y también para pensar: Milla debe ser un hombre cauteloso que sabe que esto va para largo, para muy largo, y que no se sube a la cumbre tras el tercer partido. Por el momento, el Real Zaragoza comparte el liderato, con siete puntos, con el Levante y el Valladolid.

 

*En la foto de Toni Galán para Heraldo, Cani y Camacho.

05/09/2016 07:10 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

JEAN BATTEN: LA REINA DEL AIRE

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LETRAS ESTIVALES.

 

Jean Batten o la Greta Garbo del aire

 

Historia de aviadora neozelandesa (1909-1982) que rivalizó con Amy Johnson y Amelia Earhart y murió en Mallorca en el olvido

 

JOHN NYE

Retrato firmado de Jean Batten en 1938, cuando publicó su primer libro. Ya era admirada y famosa.

 

 

Antón CASTRO

Jean Gardner Batten es uno de esos casos de mujeres célebres, invitadas a todas las fiestas y amadas por muchos pretendientes, que pasaron de coronar el azul del cielo a desplomarse en los abismos del olvido. Esta neozelandesa se convirtió en una de las reinas de la aviación de los años 30 y rivalizó con Amy Johnson (1903-1941) y con Amelia Earhart (1897-1937).

Jean nació en Rotorua (Nueva Zelanda, 1909) y se cuenta que su madre, Ellen, puso sobre su cuna un poco antes de nacer la hoja de un periódico que informaba de la gesta de Louis Blieliot, que cruzó el Canal de la Mancha. Estudió secretariado, ballet y música, porque quería ser pianista. Y quizá lo habría sido si no se hubieran cruzado en su infancia y juventud las aventuras de los exploradores del aire Charles Lindbergh o Charles Kingsford-Smith; este visitó su ciudad y la joven logró que la llevase en su avión, el Southern Cross. Tenía 18 años y ese paseo fue determinante. En complicidad con su madre, no tardaría en marcharse a Londres para convertirse en piloto. Se dice que vendió su piano para pagar el pasaje; a su padre, dentista, le idea le pareció descabellada.

Llegó a la ciudad del Támesis y en poco tiempo, Jean Batten aprobó los exámenes teóricos, pero le faltaban las horas de vuelo. Y, según sus biógrafos, pronto demostró su capacidad de persuasión. Enamorada de la moda, bella y persuasiva, consiguió que su novio Fred Truman costease su licencia; poco después, estableció relaciones con el comerciante de telas inglés Victor Doree, y le regaló una avioneta Gipsy Moth, con la que se jugó el tipo en varias ocasiones (se estrelló en Pakistán), pero siempre demostró arrojo, sensatez, conocimiento de mecánica y tuvo un poco de suerte. Al parecer, hizo tantas tentativas, y las promovió en los medios de comunicación, que cada vez que fallaba en sus vuelos, los diarios escribían con algo de sorna: “Inténtalo otra vez, Jean”. No cejó en ello y no tardó en convertirse en una mujer de primera plana por doble motivo: su inclinación a la seducción y por su osadía en la avioneta. En 1934 logró realizar un vuelo completo de Inglaterra a Australia en 14 días y 22 horas, superando a la propia Amy Johnson.

Dejó a su novio y consiguió que Lord Wakefield fuese el patrocinador de sus expediciones aéreas. En 1935, con una nueva avioneta, Percival Gull, un monoplaza de ala baja, voló desde Inglaterra a Brasil y al año siguiente coronó otro sueño: la ruta Inglaterra-Nueva Zelanda, la primera vez que se hacía, que le sirvió para reencontrarse con su país y para conocerlo mejor durante seis semanas. De todo ello dio cuenta en su primer libro, ‘Mi vida’ (1938). Para entonces ya era muy conocida, había sido galardonada y condecorada y la prensa estaba encantada con esa mujer de ojos claros, coqueta y distinguida. La habían bautizado como “la Greta Garbo de los cielos”. Se dice que por su afición a la ropa siempre llevaba el traje de aviadora y dos vestidos impecables para cualquier imprevisto social.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, contactaron con ella para que colaborase con los aliados con su monoplaza, pero lo desestimó porque no aceptaron sus condiciones. Sí participó en tareas de propaganda y también dio charlas con el objeto de recoger dinero para la causa. Poco a poco, fue cayendo en el olvido.  En la inmediata posguerra, residió en Jamaica, varios años, y más tarde en Málaga, adonde llegó hacia 1966, y en Tenerife. En los años 70, tras la muerte de su madre, se instaló en Mallorca, “un lugar con sol”, tal como ella lo definió. Vivió, en Porto Pí, en la urbanización Vista Mar y en 1979 publicó una segunda autobiografía: ‘Alone in the sky’ (Sola en el cielo).

Falleció el 14 de noviembre de 1982, a consecuencia de una infección provocada por una mordedura de perro a la que no le había dado importancia. La llevaron a la morgue, se dio parte a la Embajada de Nueva Zelanda, pero nadie reclamó su cuerpo y sus restos mortales fueron depositados al cabo de 50 días en la fosa común. Algunos años después, periodistas ingleses y neozelandeses iniciaron sus pesquisas, y sería el historiador de su país Ian Mackersey, que intentaba redactar su biografía, quien lograse recomponer su historia al encontrar la noticia de su óbito en el registro. En el cementerio de Mallorca hay un relieve que la recuerda y desde 2009 cuenta con una calle en el barrio de La Bonanova. En el aeropuerto de Auckland, Nueva Zelanda, una terminal lleva su nombre y allí se conserva su avioneta Percival Gull, con la que surcó los cielos del aire desconocido que tanto le gustaban.

 

27/07/2016 09:06 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

HA MUERTO JOHAN CRUYFF

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[Ha muerto Johan Cruyff (1947-2016), uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos. Podría ser 'el holandés volador' (en recuerdo de un gol que le marcó a Miguel Reina), el jinete eléctrico, por su forma de jugar, marcada por la versatilidad, los cambios de ritmo, el cambio constante de posiciones y su visión...Y también fue 'el hombre orquesta' allá donde estuvo: en el Ajax, en el Barcelona, en el Feyenoord o, por supuesto, en la gran selección holandesa de los 70, aquella de: Jongbloed; Suurbier, Haan, Rijsbergen, Krol; Jenssen, Neeskens, Van Hanegem; Rep, Cruyff y Rensenbrink. Cruyff encarnó como futbolista y como entreñador eso que bien podría llamarse "el fútbol de autor" o "el fútbol como una de las bellas artes". Hace algún tiempo escribí este texto sobre él.]

 

CRUYFF, EL HOMBRE ORQUESTA

El fútbol moderno nació con Johann Cruyff. Más que con Pelé o con Di Stefano, que fue su precursor. Encarnó al futbolista dinámico e imparable que no se acomodaba a ninguna posición. Todo le iba bien: entraba por el centro, por la derecha, por la izquierda, era como una flecha de vértigo en el contragolpe, el director de música y el ejecutante de la sinfonía de un partido. Al principio, aunque le habían visto limpiar las botas, recoger las pelotas y colocar los banderines, desconfiaban de su físico enclenque, pero a menudo la gente se agolpaba en los campos o en el descampado para verle controlar el cuero.

Era filoso como un abeto sin ramas. Lo hicieron debutar en el Ajax, y pronto lo convirtió en el mejor conjunto de Europa y del mundo, y desarrolló una sociedad pública de espectáculo basada en “el desorden organizado”. Con el Ajax ganó tres Copas de Europa consecutivas, en 1971, 1972 y 1973.

En 1974, el mundo quedó estupefacto ante Holanda: todos atacaban y todos defendían, y Cruyff, que golpeaba como nadie con el efecto exterior y que cambiaba de ritmo y aceleraba como si tuviese un mecano en las piernas y en el corazón, fue el artífice, el mago, el estilete. Poseía talento, sed de triunfo, carisma y una visión del fútbol incomparable: Cruyff, acaso más que Alfredo Di Stefano incluso, jugaba y hacía jugar. Y aquella Holanda que estremeció el mundo fue bautizada como “la naranja mecánica”: practicaba el fútbol total. Atacaban todos, defendían todos, había un constante intercambio de posiciones. Los holandeses perdieron la final ante Alemania, aquel día en que a Cruyff le hicieron un penalti a los 50 segundos. Los holandeses eran los chicos modernos del fútbol, fumaban tabaco y tomaban algunas drogas, bebían lo suyo y se divertían con mujeres en las piscinas del hotel. Y eso hicieron la víspera de la final. Perdieron. Salieron las fotos del escándalo en la prensa. Y Cruyff le prometió a su mujer que nunca volvería a la selección de Holanda. Cuatro años después, los holandeses jugaron la final ante Argentina y también cedieron ante el equipo de Kempes. Cruyff ya no jugó.

Estuvo en el Ajax, en el Barcelona, en el Levante, en el Feyenoord. Y creó el ‘Dream Team’ del Barcelona: cuatro Ligas consecutivas, la primera Copa de Europa, y una forma de jugar basada en la posesión, en la velocidad y en la precisión de los rondos. Solía decir: “Salid al campo y divertíos”.

 

 

24/03/2016 14:45 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

UZCUDUN Y GAZTAÑAGA: EL DESTINO TRÁGICO DE DOS PÚGILES

Hay quien considera que el boxeo no es deporte, pero durante años ha sido una actividad física que seducía más que ninguna otra: más que el fútbol incluso o las carreras. Y en algunos países de modo desbordado: pensemos en Estados Unidos. Allí, durante décadas, el campeón de los pesos pesados tenía mayor poder que el presidente. Ahí están casos como los de Joe Louis, ‘el Bombardero de Detroit’, Rocky Marciano o, sobre todo, Cassius Marcellus Clay, el célebre Muhamad Alí.

Una parte importante de la historia de España del siglo XX podría contarte a través de sus púgiles (Ara y Alís, Folledo y Galiana, Velázquez y Carrasco, Perico y Tony Ortiz...), como acaba de hacer Joxemari Iturralde (Tolosa, 1952) en ‘Golpes de gracia’ (Malpaso), una novela, un reportaje o una crónica novelada que tiene como protagonistas a Isidro Gaztañaga, que se hará famoso como Isidoro Gaztañazaga o Izzy Gaztañaga, y a Paulino Uzcudun, que fue tres veces campeón de Europa y que se batió con los grandes púgiles de su tiempo: el gigantón y carnicero Max Baer, pelea que glosó Bernardo Atxaga, el italo argentino Primo Carnera, Max Schmelling (se pelearon varias veces y se zurraron de lo lindo y siempre mandó el alemán que odiaba a Hitler) y Joe Louis. Este, pletórico y afianzándose día tras día como el nuevo héroe de América, le propinó una soberana paliza. Pero esa es otra historia, y tampoco parece importarle mucho a Joxemari Iturralde, a quien, según ha confesado, no le apasiona el boxeo.

¿Por qué escribió este libro, breve, intenso, de muchos diálogos, cuyos capítulos se titulan como las amantes que Gaztañaga y Uzcudun tuvieron? Al autor le habían contado tantas historias de uno y de otro que le resultaba fascinante su aventura. Y lo es: fascinante, compleja, suicida e incomprensible. Y, como dice Ignacio Martínez de Pisón en el prólogo, es una historia que se inclina hacia el fracaso. Hacia el vértigo de la nada.

Uzcudun y Gaztañaga eran casi vecinos. Nacieron a diez kilómetros de distancia. Y los dos leñadores. Aizkolaris. Uzcudun había nacido en Errezil en 1899; Gaztañaga en Ibarra, en 1905. De formas muy diferentes demostraron su fortaleza. Paulino Uzcudun se iría a París, aprendería a boxear, debutaría a los 23 años y poco a poco, con sufrimiento, gran capacidad de encaje y buena pegada, empezaría su escalada. Un día descubrió que por un combate podía lograr 2.000 pesetas (doce euros de hoy).

El aprendizaje de la seducción

Gaztañaga lo seguirá a París, se conocerán y vivirán buenos momentos juntos. Ambos, amaban las mujeres, y eso quiere decir que no perdían ocasión para tener sexo, saltar a camas ajenas, divertirse como salvajes, conquistar mujeres casadas y ricas, entenderse con actrices -entre ellas en el libro, más o menos, se entrevén Lupe Vélez, de vida infausta, Dolores del Río, compañera de Orson Welles un tiempo, Clara Bow…-, pero también con cocineras, con prostitutas. O a veces mantenían historias románticas con la primera novia del pueblo que seguía esperando. Si había que mantener a dos enamoradas a la vez, lo hacían.

De esta forma de vida y de otras afinidades, se acrecentó una gran amistad. Es una parte importante del libro: ver cómo se fragua la complicidad, el cariño, cómo comparten los sueños. Y el gran sueño, además de grandes noches de amor y parranda, madrugadas etílicas y de grandes comilonas (aquí son importantes los clubes gastronómicas y alguna cocinera), el gran sueño era el título de campeón de los pesados de Europa o del mundo.

El que estuvo más cerca de lograrlo fue Uzcudun , que también parecía el más fanfarrón, el más ufano de sus hazañas. Un día en Nueva York, tras una victoria trabajada, como casi todas las suyas, surgió la enemistad, algo que también era muy importante en el boxeo. El odio entre los rivales azuza al público y los promotores empezaron a soñar con una pelea entre ellos. Si Uzcudun era poderoso con sus puños, primitivo e incontenible, Gaztañaga no le iba a la zaga: decían que con su mano izquierda, que le sirvió para ganar muchas peleas, podía romper el puente de Brooklyn. La prensa agudizó su rivalidad, y algunas infaustas declaraciones hicieron que naciera el odio. O tal vez la indiferencia y el desprecio.

Joxemari Iturralde no repara demasiado en los combates. Da pequeños datos, recuerda veredictos, explica parrandas y cabezonerías. La insolencia del abatido. Y certifica que nunca llegaron a enfrentarse.

La pelea de la Guerra Civil

Paulino Uzcudun fue republicano, pero cuando estalló la Guerra Civil se pasó a la Falange y protagonizó varios momentos sórdidos, confusos y un tanto raros: el más anómalo fue la tentativa de salvar a José Antonio Primo de Rivera, algo que fue prácticamente radiado y que acabó mal. En su deambular por el frente, estuvo en Zaragoza y en San Juan de Mozarrifar. Gaztañaga se sentía republicano y, ante la actitud de su examigo, mucho más. Estaba por Estados Unidos, por Latinoamérica, seguía viviendo a la desesperada: entre el alcohol, los combates, ya sin entusiasmo y mal entrenado, ganando sin brillo o perdiendo con indignidad, y las mujeres. Las mujeres casadas seguían siendo su debilidad y en la frontera entre Colombia y Argentina, en una noche en que pensó que iba a poder defenderse a mamporrazos, recibió varios balazos de un marido celoso., que siempre se arrepentiría.

Contaba 38 años. Gaztañaga tenía algo de tipo simpático, diría luego el homicida. ‘Golpes de gracia’ habla de la amistad traicionada, de los sueños rotos, de la indolencia, de la enemistad y , en el fondo, de las dos Españas.

 

-’Golpes de gracia’. Joxemaria Iturralde. Malpaso. Barcelona, 2016.

*La foto de Paulino Uzcudun la tomo de aquí.

http://estaticos03.marca.com/blogs/ni-mas-ni-menos/imagenes_posts/2014/04/25/99232_570x770.jpg

** La de Gaztañaga de aquí: 

https://1.bp.blogspot.com/-t2zZbWWyo8Y/UOMVa7hq8RI/AAAAAAAAB4o/3tcKf1VmQMU/s1600/1935+antes+de+pelea+con+Loe+Louis.jpg

19/03/2016 00:48 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

RELATOS DEPORTIVOS DE AUPAZARAGOZA

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BASES DEL III CONCURSO RELATOS AUPAZARAGOZA.COM
"1- Los relatos, de temática libre zaragocista, ya sea el tema tratado de manera directa o tangencialmente, deberán ser originales, inéditos (ya sea en formato impreso o digital), escritos en lengua castellana, y no estarán premiados con anterioridad en ningún otro concurso, certamen o actividad literaria, no solamente en la fecha de su admisión al concurso sino en el momento de la proclamación del fallo.

2- Cada concursante podrá enviar un relato original.

3- El Jurado será designado por la Asociación AupaZaragoza.com y su composición se dará a conocer al hacerse público el fallo. Estará formado por personas vinculadas de alguna manera al mundo periodístico-literario y futbolístico, y con conocimientos reconocidos en esos ámbitos.

4- El propio Jurado determinará su sistema de trabajo, evaluación y votación, y su fallo será inapelable. El Jurado podrá declarar los premios desiertos si estima que las obras presentadas no reúnen las condiciones de calidad suficientes.

5- El Jurado dictaminará el ganador el día 22-04-2016 dándose a conocer su identidad en la web AupaZaragoza.com. 

6- Las obras irán escritas a ordenador en formato Word o PDF, en tamaño Din A-4, con doble espacio, en un máximo de 5 páginas, con un tamaño de letra de 12 puntos, un máximo de 10.500 caracteres y con un tipo de fuente Times New Roman y firmadas con seudónimo.

7- Las obras se enviarán por correo electrónico a relatos@aupazaragoza.com especificando en «Asunto»: “Para CONCURSO de Relatos Cortos Asociación AupaZaragoza.com”. Se adjuntarán dos archivos:-Primer archivo, con el título de la obra. Contendrá la obra y el pseudónimo, sin datos que puedan identificar al autor/a.-El segundo archivo, con el título de la obra más la palabra “plica”: contendrá el título del relato, nombre y apellidos, dirección, correo electrónico, fecha de nacimiento y teléfono de contacto de la persona concursante. Los participantes recibirán un correo electrónico de la organización confirmatorio de haber recibido la obra con valor de acuse de recibo. El plazo de admisión finalizará a las 00:01 horas del día 23-03-2016 siendo válidos todos los emails recibidos en esa fecha en la bandeja de entrada del receptor aunque no se hayan emitido los correos confirmatorios de recepción.

8- Se establece un premio de 100 euros para el relato que resulte ganador por decisión del jurado, una camiseta oficial del primer equipo para el segundo clasificado y un libro de temática futbolística para el tercer clasificado.

9- Todos los relatos participantes podrán ser reproducidos, publicados y/o distribuidos por la Asociación AupaZaragoza.com en la forma que estime adecuada, ya sea mediante publicación impresa, digital o cualquier otro soporte, bien por sí misma o a través de terceros.

10- El/la autor/a conservará todos sus derechos sobre la obra premiada, salvo las citadas publicaciones que lleve a cabo la Asociación AupaZaragoza.com con fines no lucrativos.

11- La participación en el Certamen implica la aceptación de estas bases. Todas las incidencias que surjan no previstas en las mismas serán resueltas por la Asociación AupaZaragoza.com."

28/01/2016 10:52 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ADIÓS AL FUTBOLISTA JOSÉ BAILA

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FALLECIÓ EL ZARAGOCISTA JOSÉ BAILA, EL REY DEL REGATE

 
El pasado día 24, día de Nochebuena, fallecía en Zaragoza José Baila, un interior izquierda del Real Zaragoza, fino y regateador (“el rey del dribling”, lo llamó Ángel Aznar), que integró el equipo durante cinco temporadas. Estuvo tres en Segunda y dos en Primera; luego se fue a la Cultural Leonesa. El equipo ascendió en Mendizorroza el 29 de junio de 1956 y Baila aún estuvo dos años más. Aquí la foto del equipo que logró el triunfo. Perico Lasheras; Villarrubia, Mundo (entrenador) Alustiza, Torres, Bernad y Yarza; abajo: Baila (que ha muerto a los 83 años; en algunos sitios dicen que había nacido en 1934), Camolo (el jugador de Utebo), Chaves, Villegas, Estiragués (al que apodaban ‘El sordo) y Parés, que solía formar de ala por la izquierda con José Baila. Agradecido siempre al club decía: “Del Real Zaragoza solo puedo hablar maravillas”.

 

En el año 1956 nació uno de los zaragocistas más conocidos del siglo XXI: José Luis Melero Rivas.

28/12/2015 10:13 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LA VIDA CRUEL CONTRA JOAN GARRIGA

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LA VIDA CRUEL DE JOAN GARRIGA. CAMPEÓN DE MOTOCICLISMO

Me dan miedo las motos y me atraen lo justo, sobre todo las motos de carreras, aunque en alguna ocasión he imaginado a esa gente que sale de fin de semana, a la aventura, sobre dos ruedas, cortando el viento, arañando la luz del sol. Esa idea del viaje parece excitante: la rapidez, el ritmo, el placer de dominar el asfalto, el horizonte que se conquista y se engulle a una considerable velocidad. Creo que el penúltimo motociclista que admiré, y no sé por qué, fue Víctor Palomo, que suplantó en los héroes de mi infancia: a Giacomo Agostini, tan seductor siempre, y al esforzado Ángel Nieto, astuto y supersticioso. Palomo fue un corredor fugaz que ganó un título del mundo no homologado: el de 300 cc. Cosas atrabiliarias de la mitomanía.
Luego vinieron otros: Freddie Spencer, Kenny Roberts, Eddie Lawson, Doohan, Rainey, etc., y entre los españoles había dos que impresionaban: el ojiazulado Sito Pons y el rubio Joan Garriga, un motero salvaje. Garriga tenía alma de campeón: pilotaba al límite y convertía cada carrera en un tratado de lo inverosímil. Con él en pista el resultado era más bien impredecible: él andaba por ahí, entre hosco y concentrado, dispuesto a poner la pista boca arriba. Vivió una temporada maravillosa (Y rindió bien en otras): la de 1988, en la que estuvo a punto de ganar a Sito Pons. Pelearon hasta el límite de sus fuerzas y pudo suceder cualquier cosa; al final ganó Sito, que tenía un pilotaje más académico y era más sereno; conquistó el título de ese año y el del siguiente.
Garriga, amado por los aficionados, siguió un tiempo bregando: ascendió a la máxima categoría y se volvió una promesa interrumpida. Y, en cierto modo, trágica. Tras cuatro temporadas sin brillo, lo despidieron. Probó suerte en superbikes, pero no había manera. Estaba gafado. El destino le ponía ante los ojos adversidades y a él le faltaba la calma y la lucidez necesarias para sortear las emboscadas. Descubrió las drogas (él mismo dijo que un día de estrés y desesperanza probó: probó y se encadenó), su propia violencia interior, esos gestos de indolencia y pereza que conducen a la debacle.
Perdió todos los carnés y casi toda la credibilidad, aunque en algún momento el mundo del motociclismo se movilizó para echarle una mano. Había llegado a ese estado preparanoico de pensar que todo lo malo que le pasaba era culpa de los otros y en una entrevista anticipó su final, como aquel aviador de William Butler Yeats. El pasado jueves fallecía en un accidente de moto. Da la sensación de que ya hacía algún tiempo que había tenido una terrible certeza: hay instantes en que se encadenan la angustia, el desespero y el vacío, y gritan en los oídos aquello de “la vida no vale nada”. El destino fue cruel con Joan Garriga hasta en su adiós.

*El sábado escribí este artículo. Iba a ser mi texto de 'Cuentos del domingo'; luego se me cruzó el Festival de Poesía de Veruela y el adiós a Marcelo, y no se publicó. Lo dejo aquí por si a alguien le interesase el perfil de este hombre de éxito que acabó en una desdichada existencia y en un trágico final. Las fotos son de 'As' y de 'Todomoto'.

'LA MÍSTICA DEL HUEVO': UN CUENTO DE BASKET DE M. Á. TAPIA JR.

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[Hace muy poco la editorial Comuniter publicaba el libro colectivo ’Transiciones rápidas’, un homenaje al baloncesto, al CAI y los grandes momentos de este deporte. Miguel Ángel Tapia, aficionado al fútbol y al baloncesto y al jazz, entre otras debilidades, publica ahí este texto.]

 

LA MÍSTICA DEL HUEVO*

 

Por Miguel Ángel TAPIA JR.

 

Hace escasas fechas cumplí 41 años de edad. El presente me inquieta y el futuro es una incógnita. Mi vida transcurre sin un rumbo fijo. Soy consciente de que el ser humano no debe alimentarse de los recuerdos pero es inevitable no acordarse de los momentos mágicos que viví durante mi infancia. Me aferro a ellos constantemente en estos tiempos tan convulsos.

Uno de los aspectos positivos de las redes sociales es que te permite rescatar artículos y fotografías de situaciones pretéritas. Y es una situación reconfortante poder visualizar crónicas, estadísticas e imágenes de una de mis pasiones como es el baloncesto. Mi madre me obligó a tirar todas las revistas especializadas en este deporte. Gigantes del Basket y Basket 16 eran mi fuente de documentación, pero ocupaban mucho espacio en mi habitación. No tuve elección. Fue un momento duro tener que deshacerme de publicaciones que me permitían soñar con aquellas leyendas europeas y de la NBA de los maravillosos años 80.

Mis primeras experiencias con el mundo de la canasta tuvieron lugar en el antiguo pabellón de la CAZAR. Tenía solamente 6 añitos. Me aterraba entrar a una cancha donde los bombos y tambores retumbaban sin cesar. Era un ambiente infernal para los rivales del Helios Skol. Los sábados por la tarde se convirtió en mi refugio a pesar de ese ambiente irrespirable que se formaba como consecuencia de la humareda que desprendían los puros y cigarros. En aquel vetusto espacio yo apenas disfrutaba del juego porque siempre encontraba a un aliado para jugar a la pelota debajo de una estructura metálica ubicada detrás de una de las canastas. Eso sí, siempre me llamaba la atención la calidad de Hollis Copeland y la garra de Quino Salvo, un tipo que destacaba por su corpulencia. ¡Y cómo se desgañitaba el maestro Pepe Laso desde el banquillo para dar órdenes a sus pupilos! Areslux Granollers, Cotonificio, Joventut, Baskonia, Barcelona, Real Madrid, OAR Ferrol… ¡Qué tiempos! Recuerdo a muchos jugadores que marcaron una época en nuestro país y a los que sigo idolatrando 35 años después: Margall, Epi, Sibilio, Brabender, Manolo Flores, el “lagarto” De la Cruz, Essie Hollis, Nate Davis…

Zaragoza empezaba a tener su cuota de protagonismo en la Liga Nacional. José Luis Rubio fue el artífice de la edificación de un proyecto. Al “presi” le estaré eternamente agradecido por haber conseguido que viviera con pasión, “in situ” y desde las distancia, las hazañas del equipo de mi ciudad natal por el territorio nacional y en míticas canchas del Viejo Continente. Me inyectó en la sangre su amor por un club al que dedicó en cuerpo y alma prácticamente toda su vida. Pero el salto cualitativo se produjo con el cambio de escenario. A tan solo 200 metros de distancia, en nuestro particular Madison Square Garden. Allí se gestó un equipo con hechuras de campeón. O, al menos, un aspirante a incomodar a equipos más poderosos económicamente.

La Copa del Rey de 1983 fue el punto de inflexión de un club que entró en los corazones de todos los zaragozanos. Aquella estampa de Kevin Magee celebrando el título a hombros de los aficionados aún sigue en nuestras retinas. Se desató la locura. Fue un hito. David contra Goliat. La pantera de Indiana dejó varias víctimas por su voracidad en ambas zonas de la pista. Siempre con la complicidad de Jimmy Allen, su perfecto escudero. Marcellus Starks, Mike Davis, Greg Stewart y David Russell se retiraban a los vestuarios desquiciados. Los que estuvimos en el Huevo fuimos muy afortunados de ser partícipes de dos noches perfectas. Manel Bosch, José Luis “Indio” Díaz, los hermanos Arcega, Paco Zapata, Charly López Rodríguez, Raúl Capablo y Rafael Martínez Sansegundo también se disfrazaron de héroes. Todos ellos al cuidado de Paco Binaburo y bajo las directrices del maestro argentino León Najnudel. Desde entonces no falté a ninguna cita del CAI en ese recinto municipal. Ni las citas musicales de Miles Davis o sir Elton John me sobrecogieron tanto como aquellos épicos partidos que sucedieron al torneo copero. La Recopa o la Korac empezaban a formar parte de la historia de un club con pedigrí.

En esa época, la NBA entró en los hogares españoles con el programa “Cerca de las estrellas”. Ramón Trecet nos introdujo la encarnizada rivalidad entre Lakers y Celtics, el “showtime” de Los Ángeles contra el pragmatismo de las huestes de K.C. Jones, las asistencias imposibles de Magic Johnson, los contraataques de James Worthy, los lanzamientos exteriores de Larry Bird, los vuelos sin motor de Julius Erving, la espectacularidad de Dominique Wilkins, el poderío de las “torres gemelas” de Houston (Olajuwon y Sampson), la facilidad reboteadora de Charles Barkley, la intimidación de Patrick Ewing, el “pick and roll” de John Stockton y Karl Malone… Todos ellos se convirtieron en nuestros ídolos. Desconocía qué era un “draft”. Hasta que el “presi” empezó a reclutar jugadores para su ambicioso equipo. Con el paso del tiempo me doy cuenta de lo privilegiado que fui al disfrutar de jugadores que procedían de esas latitudes. Tipos a los que admiraba por sus ilimitados recursos. ¡El Huevo era mi paraíso! Desfilaron “jugones” de la talla de Kevin Magee, Leon Wood (¡qué calidad!), Pete Myers, Dennis Hopson, Mark Davis, Lemone Lampley, Mel Turpin, José “Piculín” Ortiz, Claude Riley o Eugene McDowell. En definitiva, logré familiarizarme con la NBA. Entonces parecía un sueño inalcanzable.

Pero las competiciones europeas me atraían especialmente. Equipos intimidantes por su historial. El día del partido me resultaba eterno. Solamente pensaba en ir al pabellón para ver a mis ídolos ganar contra “gigantes” del mapa europeo: el Tracer de Milán de McAdoo, Meneghin y D´Antoni, el KK Zadar de Vrankovic, el Zalgiris Kaunas de Sabonis y Kurtinaitis, el Partizan de Belgrado de Divac o el PAOK Salónica de Fasoulas. La élite europea se instaló entre nosotros. A pesar de mi permanente asombro por la trayectoria de estos “cracks”, no suponía ningún impedimento para que en ocasiones el fanatismo hiciera acto de presencia en estos partidos. ¡El Huevo era una olla a presión! Era muy difícil que claudicaran, pero no nos resistíamos.

En los años 90, el panorama deportivo cambió radicalmente. Nuestro pequeño fortín cerró sus puertas al baloncesto. El pabellón Príncipe Felipe, con mayor capacidad de aforo, sería el nuevo lugar de peregrinación. El club agonizaba por sus acuciantes problemas económicos. El “presi” luchó hasta la extenuación para salvarlo. Yo presumía de conocerle por su gran amistad con mis padres y, ante la desesperación por su anunciada desaparición, cogí el teléfono y le pregunté en pleno proceso de ampliación de capital: “¿Qué hay que hacer para que el club no desaparezca?”. Él me contestó con resignación: “La situación es insostenible”. Y, sin pestañear, le espeté lo siguiente: “Quiero contribuir con todos mis ahorros por si existe la posibilidad de una hipotética salvación”. Me replicó con contundencia: “No. Bajo ningún concepto”. Eran 30.000 de las antiguas pesetas a fondo perdido. No soportaba la idea de que hubiera una prolongada ausencia de baloncesto en la ciudad. Incomprensiblemente, las instituciones le dieron la espalda al “presi”. José Luis Rubio no se merecía esta salida.

Nunca he hecho público que en muchas ocasiones me siento en las escaleras de acceso al interior del Huevo pensando que alguna vez me encontraré con algunos de esos jugadores que me hicieron disfrutar del baloncesto en los años 80. Sí, lo reconozco. Soy un soñador. Lo seguiré haciendo. Permitidme soñar aunque suene utópico.

 

Miguel Ángel Tapia

 

*En la foto, Kevin McGee y Jim Allen se fajan con jugadores del Joventut. He tomado la foto de aquí.

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20/08/2015 09:05 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

500 DÍAS. CASI UN CUENTO Y UN VIAJE

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500 DÍAS. ECOS DE FABEIRO E GUITARRAS Y UN VIAJE A ZARAGOZA


El pasado siempre vuelve. No se sabe por qué. A menudo para avanzar se necesita retroceder, inspeccionar la memoria, tomar aliento en los recuerdos. Ocurre no solo en la vida cotidiana sino en la política. En un viaje a La Coruña y a los mares nativos, me enteré de que un compañero de pupitre llevaba más de 500 días desaparecido, como ya he contado aquí. Su apodo era Fabeiro, un puro talento futbolístico, un goleador nato que probó en el Fabril y el Deportivo juvenil. Allí le prometieron el oro, el moro y algo de dinero hasta que le dieran un empleo, pero pronto se desesperó: quizá pensase que el mundo estaba contra él. En vez de aplicarse y de exigirse más, mucho más, buscó culpables en el entorno, se dejó arrastrar por los cantos de sirena y acabó jugando en el Campanal de Loureda, un conjunto modesto donde se desvaneció su ambición poco a poco. Fabeiro vivió de prisa, fue padre, volvió a serlo y un día se convirtió en una promesa interrumpida. En 1980, con Lamas, su compañero de equipo y un extremo virtuoso que se ondulaba el pelo rubio con un peine de cuchillas, y algunos jóvenes más de Arteixo –ya saben, el pueblo de Arsenio Iglesias, de Zara, de ‘La Voz de Galicia’-, se vino al Pilar. Todos fueron a las carpas, disfrutaron y acabaron por todo lo alto en las vaquillas. Pernoctaron en una fonda de San Pedro Nolasco, El Descanso, que aún existe. El sábado anterior al partido, tal vez, Lamas –que lleva media vida viniendo a las fiestas del Pilar y es el perfecto enamorado de Zaragoza; el amigo Xabier Maceiras me acaba de poner en contacto con él- recibió una llamada del presidente del club, Paco ‘El Cubano’. Él sí había anunciado su ausencia, pero no la joven estrella. “¿Está Fabeiro contigo?”, le dijo. “Sí, está aquí a mí lado. Y dice que llegará para jugar”. El presidente le dijo que no se diese prisa, que le daba descanso ese domingo y tres o cuatro más. Lamas había sido el conductor del coche y acaba de revelarme que aún no tenía carné. Aquella fue una hermosa y loca aventura y quizá una epifanía de la juventud perdida de Fabeiro. Y quizá de la mía: estábamos los dos muy cerca, en la misma ciudad y quizá en el mismo concierto, no nos vimos y aún no hemos vuelto a vernos.

*La foto no es de Fabeiro, pero sí de otro gran goleador: Just Fontaine. Este texto apareció hace un par de domingos en mi sección 'Cuentos de domingo'. Confirmé algunos dato en conversación telefónica con José Antonio Lamas, 'Guitarras'.

11/08/2015 19:29 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

PASOLINI, PASIÓN POR EL DEPORTE

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Pier Paolo Pasolini: la pasión radical por el fútbol,

el boxeo y el ciclismo de un maestro del cine

 

La editorial Contra publica ‘Sobre el deporte’ del autor italiano, que fue cronista de las Olimpiadas de 1960

 

Antón CASTRO

Pier Paolo Pasolini (1922-1975) es uno de los grandes creadores del siglo XX. Escribió poesía, narrativa, ensayo, fue actor, un polemista y un magnífico director de cine. Y a la vez un gran deportista amateur. Una vez le preguntaron qué habría querido ser y contestó: futbolista. Jugó al balompié desde los catorce años, de extremo izquierdo, y se declaraba seguidor, ‘tifo’ o ‘tifoso’, del Bolonia. Uno de sus actores fetiche, Ninetto Davoli, dijo: “Lo llamábamos ‘Stukas’ por su típica manera de lanzarse por el lateral y su ardiente carrera. En los partidos que jugábamos, era siempre él quien estaba en mejor forma. Tenía un físico perfecto, vigoroso, nunca con un kilo de más. Cuando jugaba la pelota, era como un niño, como uno de nosotros”. La editorial Contra publica el libro ‘Sobre el deporte’ de Pier Paolo Pasolini, con traducción, prólogo y postfacio de Javier Basas.

Pasolini dice que “todas las tarde que pasé jugando al balón en los prados de Caprara (...) fueron indudablemente las tardes más bellas de mi vida”. Solía practicar entre seis y siete horas diarias. Dado al análisis y a discutir los tópicos, dice que unas declaraciones del entrenador Helenio Herrera (“el fútbol sirve para distare a los jóvenes de actitudes contestatarias”, dijo) desenmascaran “el fútbol y el deporte en general: su función reaccionaria, su sometimiento al poder”. Se mantendrá siempre en esos trece y disfrutaba del juego, de los cuerpos; se sabía los nombres de todos los jugadores. Afirmó: “El verdadero lenguaje del deporte es el lenguaje atlético, físico, muscular, técnico, estilístico de los mismos jugadores”. Aún va más allá: “El fútbol es la última representación sagrada de nuestra época. En el fondo es un rito, aunque también es evasión”.

Tres días después de su asesinato, el 2 de noviembre de 1975 (hace 40 años), se publicó otra entrevista, donde afirmaba: “El secreto del juego moderno, en el plano individual, es la precisión máxima a la máxima velocidad: correr como un loco y ser, al mismo tiempo, estiloso”. Eso sí, se equivocó en algunas profecías: “Que las mujeres jueguen al fútbol es un desagradable mimetismo un tanto simiesco”.

A Pasolini le apasionaba el boxeo: fue cronista de las Olimpiadas de Roma-1960 y elogió a dos grandes púgiles como Musso y “el desbordante Cassius Clay”; aborrecía al campeón italiano Nino Benvenutti y dijo que deseaba su derrota ante Emile Griffith. Le caía antipático y no sabía por qué hasta que supo de su vinculación con grupos neofascistas. Recibió varias respuestas: una de una joven que le explicaba cuánto significa el boxeador para Italia y para los jóvenes y otra del escritor Giovanni Arpino. A éste le replicó: “Arpino me dice que el deporte es espejo de una sociedad: como tal, refleja una sociedad que se acepta (...) No acepto una realidad como esa, y tanto menos dentro del espejo”.

Confiesa su afición al ciclismo y su admiración por Eddy Merckx. Escribió: “El cuerpo de Merck es más fuerte que el consumo que se hace de él. Las victorias de Merckx son escándalos”.

 

LA ANÉCDOTA

Pier Paolo Pasolini, al que Martín López-Vega le traduce su poesía en el volumen ‘La religión de mi tiempo’ (Nórdica), no tenía pereza para vestirse de corto y jugar con la camiseta del Bolonia o del Génova En ‘Sobre el deporte’ se cuenta una historia maravillosa: un partido de fútbol, lleno de tensión, entre el equipo de rodaje de ‘Saló’ de Pasolini y ‘Novecento’ de Bertolucci. Ganaron los “hippies desmelenados” del segundo.

*Este texto apareció ayer en mi sección 'Lecturas de verano' en Heraldo de Aragón.

30/07/2015 11:44 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LA MUERTE DE OTTAVIO BOTTECHIA

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LECTURAS DE VERANO / 9

 

LAS UVAS DE LA IRA

 

La extraña y jamás esclarecida muerte de un doble

campeón del Tour, el italiano Ottavio Bottecchia

 

El ciclista, ganador en 1924 y 1925 y enemigo de Mussolini, apareció con el cráneo roto en un viñedo en junio de 1927

 

 

Antón CASTRO

El Tour de Francia ha forjado un sinfín de héroes. Uno de ellos, el considerado padre del ciclismo italiano que anticipó a Bartali y Coppi, fue Ottavio Bottecchia, que nació en San Martino di Colle Umberto, en el Friuli, en 1894. Pertenecía a una clase muy modesta. Solo acudió dos años a la escuela y cuando se hizo albañil, un albañil niño, apenas sabía leer. El extraño azar jugó a su favor: durante la I Guerra Mundial se incorporó al ejército y peleó con los Bersaglieri, una unidad de infantería que realizaba sus servicios en bicicleta. Esa ocupación le sirvió para convertirse en ciclista y recibir alguna que otra distinción. Tenía un gran amigo en las carreras, Alfonso Piccin, que le enseñaba a leer la ‘Gazzetta dello Sport’ y algunos folletos antifascistas.

Bottecchia era reservado, tímido, humilde, educado y aborrecía las doctrinas de Betino Mussolini. En 1923 corrió el Giro, destacó pero solo fue quinto; al parecer lo vio correr Henri Péllisier, una de las grandes figuras del momento, ganador del Tour, y lo invitó a incorporarse a su equipo, el Automoto-Hutchinson. Con él participó en el Tour y dio una lección de pundonor, de versatilidad y de ambición: lució el maillot amarillo en dos ocasiones, pero al final le venció su jefe de filas, que vaticinó su futuro: “Ottavio ganará el próximo año”.

No se equivocó. Venció en 1924 y en 1925. En 1924 se hizo con el liderato en la primera etapa y ya no lo cedió; es cierto que dos de sus rivales, los hermanos Henri y Francis Péllisier, abandonaron y Lucien Buysse no le pudo aguantar el ritmo. Al año siguiente, repitió el título. No por ello se volvía engreído; su frase más famosa era: “Solo soy un obrero de la bicicleta”. Era una figura nacional: conmovieron tanto sus triunfos que el diario ‘La Gazzetta dello Sport’ recogió dinero para él a modo de gratificación. Era el primer ciclista italiano que conquistaba Francia. Los especialistas decían que era buen rodador y velocista, un espléndido escalador y que tenía un gran amor propio como demostró en el Tour de 1926. Allí, enfermo, bajo un infernal aguacero, hubo de retirarse. Lo hizo con lágrimas en los ojos.

La vida empezaba a torcérsele. Ese mismo año, su hermano menor Umberto fue arrollado por un coche. Y al año siguiente, un 3 de junio de 1927, un campesino lo halló en una calzada de San Martino con el cráneo roto y varios golpes en los brazos. Estaba solo y a unos metros de su bicicleta, en un viñedo. Lo llevaron a un bar y luego al hospital. Resistió doce días. Se dijo que se había muerto de accidente, tras una insolación. Y su familia fue indemnizada. Caso cerrado. Pero pocos, muy pocos quedaron satisfechos. El misterio ni se cerraría ni se ha cerrado: algún tiempo después, un hombre fue detenido en Nueva York y confesó que, por encargo de los camisas negras de Mussolini, había matado al ciclista y a su hermano. 90 años después de su segunda victoria en ‘La Gran Boucle’, que hoy finaliza en París, el enigma continúa...

 

 

LA ANÉCDOTA

A lo largo del tiempo se han sucedido las conjeturas acerca de su muerte: pudo haber sido una venganza de Mussolini o un crimen pasional, no esclarecido. Algunos años más tarde, ya en su lecho de muerte, el campesino que lo había encontrado dijo que él lo había matado con una gran piedra porque lo había sorprendido robando sus uvas. Lo paradójico es que, a mediados de junio, no era ni es tiempo de uvas...

GARBIÑE: ESPLENDOR EN LA HIERBA

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Cuentos de domingo / Antón Castro

 

Garbiñe

en la hierba

 

Julio es el mes del Tour, de Contador y los otros, y el de Rafael Nadal, que casi siempre comparecía en Wimbledon tras ganar Roland Garros. Nadal ha rebajado su ambición y su fortaleza mental; el cuerpo parece haberle dicho: basta, eres vulnerable, tómate un respiro, déjalo, hemos sido inmensos. Ayer todo indicaba que iba a ser un gran día. Una veintena de años después del triunfo de Conchita Martínez ante Martina Navratilova y la doble derrota de 1995 y 1996 de Arantxa Sánchez Vicario con Steffi Graft, Garbiñe Muguruza buscaba el título frente a Serena Williams, que ostenta veinte trofeos de Grand Slam. La hispano-venezolana ha dado un salto increíble tras un torneo deslumbrante: pasó de golpes y partidos prometedores a la final de catedral del tenis, donde vencieron leyendas inolvidables como Margaret Court, Billie Jean King, Chris Evert, Martina Hingis o las citadas Graft, Navratilova y Conchita. Todo empezó bien. La nerviosa parecía la veterana de 33 años; Garbiñe se mostraba confiada, segura de su primer servicio, poderosa en sus restos, en el revés plano y en la apertura de ángulos. Serena posee golpes demoledores, sobre todo con la derecha o drive, y es una depredadora. Le ha dado la vuelta a batallas imposibles. Ayer lo hizo en el primer set ante una Garbiñe que empezó a recelar de sí misma. Flaqueó en el último tramo, 6-4, y luego pareció ceder casi por completo el segundo set. Su rostro mostró perplejidad e impotencia, como si repasase mentalmente sus equivocaciones: se precipita, ataca cuando podría ajustar el peloteo y mover a su rival, incurre en errores no forzados y se descentra por ansiedad. Cuando todo estaba perdido, se agarró al partido. Y nos hizo soñar de nuevo. Encadenó tres juegos seguidos y cedió cuando tenía mucho a favor para el 5-5, incluso el frágil ánimo de la intratable Williams. Fue un partido intenso, dispar, un poco decepcionante por el marcador definitivo, y a la vez esperanzador: ganar en Londres es difícil, casi imposible, y Garbiñe Muguruza anduvo cerca, de ahí sus lágrimas. El público ya ha descubierto su talento y su agresividad. Y Serena le profetizó que no tardará en ganar.

13/07/2015 08:51 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARBIÑE NO PUDO CON SERENA

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GARBIÑE PELEÓ Y PERDIÓ 6-4, 6-4...


No pudo ser. Garbiñe jugó un buen partido ante Serena Williams, sobre todo en los primeros juegos del primer set y en los últimos del segundo, pero no pudo vencer a la norteamericana, que ganó por un doble 6-4 y conquistó su 21 título individual de Grand Slam, solo a una de Steffi Graft. Hubo emoción, intensidad, tensión, fallos no forzados, precipitación, en un partido disputado y emocionante. Cuando Garbiñe perseguía el empate 5-5 en el segundo set parecía que había lugar para el sueño y acaso para el milagro. Serena Williams, tan agresiva, tan depredadora, fue generosa con su oponente: le diijo que no llorase que volvería para ganar en Wimbledon. Esperemos que no se equivoque.

Garbiñe tiene ambición, fuerza, sensación de dominio, confianza, es muy joven, pero quizá le falte pulir algunos defectos y no cometer, por ansiedad o tal vez por ambición y agresividad, tantos errores no forzados. Hoy, en algunos momentos, le faltaron algunos golpes vencedores. Con todo, su partido ha sido mucho más que digno: si no ocurre nada extraño, aquí hay una futura campeona de Wimbledon. Rafa Nadal, por ejemplo, perdió dos finales en 2006 y 2007 antes de vencer, por vez primera vez, en 2008. Luego repitió en 2010.

11/07/2015 18:57 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARBIÑE MUGURUZA, FINALISTA

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GARBIÑE MUGURUZA: FINALISTA DE WIMBLEDON

 


Garbiñe Muguruza, de 21 años, se clasificaba ayer para jugar la final de Wimbledon ante la gran campeona Serena Williams, de 33, que arrolló a Maria Sharapova. Muguruza venció a la polaca Agnieska Radwanska por 6-2, 3-6 y 6-3 en un partido con alternativas donde la hispano-venezolana volvió a demostrar su fortaleza, la contundencia de sus golpes, el magnífico revés plano, los buenos movimientos que posee y una voluntad ganadora, casi ansiosa, que a veces le lleva a la precipitación y a los errores no forzados. Garbiñe no es una jugadora sutil, pero tiene poderío, capacidad de lucha y una inmensa determinación; ataca siempre y a veces le falta un poco de paciencia en el trabajo de cada punto.

No obstante, sabe abrir buenos ángulos y posee impactos nítidos, secos, difíciles de repeler. Y ofrece una constante sensación de dominio, de ambición y coraje.  Se enfrentará a una jugadora poderosa, de una terrible derecha, una de las mejores de todos los tiempos, que tiene 20 títulos de Grand Slam, en individuales, y que es es campeona olímpica en 2012. Será un partido intenso: Muguruza ya sabe lo que es ganarle un set. Garbiñe es la cuarta jugadora española que llega a la final en Wimbledon: Lili Álvarez la jugó tres veces y la perdió las tres, Arantxa perdió dos y Conchita Martínez venció a Martina Navratilova en 1994.

10/07/2015 02:12 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

HOY, CONFERENCIA EN EL PRINCIPAL

Esta tarde, a las 20 horas, en el Teatro Principal, dentro de la programación del ciclo 'Sin Fronteras', daré una conferencia-recital sobre la ausencia. El título es 'Ausencia, duelo, exaltación. Gente que vino a mi boda', que es un viaje acompañado de poemas de Borges, Giacomo Leopardi, Miguel Hernández y mis propios poemas.

 

Estáis invitados. Habrá alguna sorpresa, dedicada a Félix Romeo y José Antonio Labordeta, entre otros.

 

Dejo aquí este poema de Jorge Luis Borges

 

  AUSENCIA

Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.



 

30/04/2015 02:32 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL MEJOR PARTIDO DE NAYIM

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EL MEJOR PARTIDO DE NAYIM

 

Para Eduardo Bandrés, Vicente Merino

y Pepe Melero, zaragocistas

 

Todos tenemos un pasado, me dije. Y yo tengo el mío, y está muy vinculado al fútbol. Pronto me aficioné a los diarios deportivos y a los partidos: veía los del fútbol modesto de mi comarca y los de la televisión. A menudo me sorprendo a mí mismo con un sinfín de recuerdos inventados en torno al balompié: de tanto leer tal o cual lance, de tanto repasar alineaciones y vidas de futbolistas, tengo la sensación de que estuve en la final de México-70, en aquella Copa de Europa de 1961 que perdió el Barcelona ante el Benfica de Eusebio o cerca, muy cerca, en el propio estadio de La Romareda, donde deslumbraban ‘Los Cinco Magníficos’: Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Incluso, con catorce o quince años, soñé con llegar lejos: era habilidoso, chutaba con precisión y dormía con un balón Curtix de caucho, que era la forma esférica que mejor se acomodaba a mis sueños. Años más tarde, cuando el fútbol se convirtió en un arsenal de quimeras, de nombres y de partidos, en una utopía del pasado y en una certeza de los domingos, volví a jugar un poco, pero de otro modo: por el placer de hacerlo, por el gusto de correr detrás de un balón y sentirme partícipe de los improvisados equipos de las tardes de piscina. Luego llegué a ser entrenador de varios equipos escolares: más que la preparación física, o la estrategia, me gustaba ver cómo los chicos tocaban el balón, cómo lo convertían en su instrumento. Mi frase preferida de entonces, y de anteayer mismo, era: “Chicos, la pelota no quema”. Pronto le añadí otra, un tanto petulante: “Orden, combate e imaginación”.

No quiero contar aquí toda mi vida futbolística, que no sería nada excepcional. Como periodista, he dedicado algunos cientos de páginas a contar partidos y el siempre sabroso anecdotario de fútbol. De todos mis artículos, dos fueron los más aplaudidos: uno donde contaba las aventuras amorosas, secretas y públicas, de algunos futbolistas muy conocidos, desde George Best y Beckenbauer a Falçao, y otro donde narraba la victoria del Real Zaragoza en la Recopa de 1995, un diez de mayo inolvidable en París, por el cual recibí un premio que me permitió dormir una noche en el hotel Ritz de Madrid. Marcó el gol decisivo mi jugador favorito en el último segundo: Nayim. Yo lo viví rodeado de hijos en un pueblo del Maestrazgo. Si digo que adiviné el gol en cuanto salió de la bota del interior pareceré pretencioso, pero así fue literalmente: me levanté casi al compás del balón y canté gol un poco antes de que Seaman mostrará su perplejidad y su impotencia. Supongo que yo también podría ser uno de esos miles de aficionados que impulsaron el balón.

Creo que esto ya explica qué ha significado el Real Zaragoza en los últimos años de mi vida. Y qué ha significado Nayim. Soy mitómano desde muy niño y empecé a adorar al jugador ceutí en el Barcelona, lo seguí en el Tottenham y me ha hecho feliz en Zaragoza. Recuerdo que me encantaba verlo calentar: era habilidoso, tocaba el balón con sutileza, realizaba parábolas, le gustaba enviarlo al cielo y amortiguarlo luego, con la punta de la bota, en el pecho o en la rodilla. Lo dormía y volvía a impulsarlo, y cada uno de sus impactos parecía un golpe artístico, una filigrana, el arabesco de un mago o un ejercicio de exhibición para los aficionados que empezaban a llegar. El espectáculo, más que el bello Esnáider o el animoso Poyet, era él.

Hace algunas semanas, Pedro e Iván, del Colectivo Anguila, me llamaron para hacerme una foto. Una foto atípica, con algún elemento pintoresco o raro que definiese algo personal que no tuviese que ver en exceso con mi profesión. Al principio salió el fútbol y hablamos del campo de San Lorenzo de Garrapinillos: me gusta porque posee atardeceres maravillosos, de celajes de fuego, y al lado está un cementerio evocador que se llena de balones cuando cae la noche. Al final, hablamos de la posibilidad de escoger el mejor escenario posible: La Romareda. Hablé con Eduardo Bandrés, el presidente del club, y después con Paco Checa, secretario, y les conté la idea. Se trataba de realizar algunas instantáneas en la atardecida con una camiseta especial: una que me había regalado el periodista Vicente Merino de Nayim cuando se conmemoraron los diez años del triunfo en París. A Eduardo le pareció una idea estupenda. Un escritor en La Romareda, de corto y con la elástica de Nayim. Sonaba bien. Parecía una simpática extravagancia de fabulador.

Cuando llegué a La Romareda ya estaban allí Pedro e Iván, y con ellos un intruso: Rafa Martos, el cantante de Gascoigne, un forofo acérrimo que estuvo a punto de vivir un tiempo del fútbol en las categorías inferiores. Le hacía tanta ilusión que apareció con una camiseta de Rebosio, “la única que he podido conseguir”, dijo. Yo me cambié en la que había sido la taquilla de Zapater, o quizá fuese Rafa y yo en la de al lado. Salimos al césped mimoso como dos corceles. Como dos corceles con sobrepeso, pero hambrientos de balón. Los diez primeros minutos, mientras Iván y Perico preparaban las fotos, fueron de gran agitación, de gran intensidad. Qué maravilla de campo. Se oía más nuestra respiración acelerada que las grúas o el ruido de los coches. Se oía el tembloroso resuello de nuestra emoción amasada con asfixia. El sudor no tardó en asomar como un río que se desborda. Un sol generoso restallaba de lumbre en lo alto.

Pedro e Iván empezaron a preocuparse. Iván algo menos: había sido portero de joven y creyó que debía ejecutar alguna estirada en el vasto lienzo del campo, y lo hizo como si no hubiera venido a otra cosa. Rafa Martos estaba radiante: grabó un pequeño vídeo con los preparativos e incluso se atrevió a saltar el foso cuando un zurdazo se fue a la grada. El utillero Felipe parecía algo serio, si no lo fuera habitualmente: la tarde de fútbol amenazaba con prolongarse algo más de la cuenta. Pedro e Iván iniciaron sus preparativos: instalaron la cámara, una escalera y el foco; señalaron el lugar exacto de las tomas, la posición del fotógrafo y del fotografiado, el ángulo del escorzo, la marca más o menos imaginaria para colocar mis antiguas botas Cejudo sobre la hierba. Yo pensaba que Rafa también iba a participar en la muestra que prepara el Colectivo Anguila para la FNAC, pero no fue así; sin embargo, fue mi principal colaborador y surtidor de balones. Me los enviaba al pecho, mientras Iván sostenía el foco y Perico disparaba y disparaba, y me pedían que elevase un poco más la pelota antes de controlarla de nuevo. Hubo un momento en que dijo Iván: “Qué luz más bonita se está quedando”.

La sesión duraría en torno a media hora. Había que repetir y repetir, como en un rodaje de cine. Yo no me lo podía creer. No sé hacer fotos y muchas veces he soñado y he descrito reportajes para mis libros de mis fotógrafos invisibles Patricio Julve, Manuel Seara de Castro y Manuel Martín Mormeneo. Casi diría que me envalentoné: disfrutaba. Disfrutaba como un niño. Hace veinte años exactamente jugué un partido entre periodistas en La Romareda. La cara seria de Felipe, que ha visto entrenar a algunos futbolistas inolvidables, entre ellos Nayim, me devolvió a la realidad: si no fuera por mi afán, me habría venido abajo. Parecía juzgarme con severidad y acaso con fatiga. Como si se diera cuenta, me animó: dijo que en las próximas intentonas lo haría mejor, que ahora sí saldría todo bien. Y seguí controlando el balón, recibiendo al pecho y desafiando al objetivo de Perico, que estaba muy encima. “Acércate, acércate. Si me das un balonazo, no pasa nada. Mejor”, me dijo. “Si me das un balonazo, mucho mejor”.

El calor infernal se había mitigado y una luz tamizada, casi otoñal, se coló en el estadio. La Romareda estaba ideal. Yo me sentía Nayim y el observador de un demorado método de trabajo de dos fotógrafos. Dijo Rafael: “¿Te imaginas lo que debe ser jugar aquí un domingo, con la gente encima, aplaudiéndote?”. Me lo imaginaba. El césped era una lámina de terciopelo verde. Y yo me sentía Nayim con el escudo bordado en oro en su camiseta del número cinco.

Soy tan aficionado a la fotografía que estas fotos han sido un regalo precioso. Tan inolvidable y tan inverosímil que en un momento determinado me pareció ver a Patricio Julve tirando fotos desde el palco y desde un lateral como si el propio Nayim volviese al estadio tanto años después para jugar el mejor partido de su vida. 

 

*La foto no es la del Colectivo Anguila, es la de Nayim tras marcar el gol en París en 1995. Pertenece a Heraldo de Aragón.

25/04/2015 10:11 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

SERGIO GIL Y OTRAS PROMESAS

[Mi hijo Jorge, estudiante de cuarto de Filología Española, tiene un blog donde publica este artículo, centrado, especialmente, en Sergio Gil. Aquí se puede seguir. 

https://olimpicogol.wordpress.com/2015/03/28/inventario-de-promesas/]

INVENTARIO DE PROMESAS

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Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN

 

Para mí lo más bonito del fútbol es el descubrimiento de jugadores. Futbolistas a los que ves realizar un control, un regate en medio de un partido intrascendente y que, de repente, acaparan toda tu atención. Sin saber cómo, su manual de juego despierta en ti una ilusión diferente, que mezcla la frescura y la sorpresa. Las esperanzas que depositas en ese jugador, aunque sea de un modo relativo, las asumes como propias. Compartes la alegría que generan sus victorias y te compadeces de sus derrotas, sin que normalmente haga falta un factor de unión con el jugador. Suelo tener preferencia por un perfil de futbolista creativo, que posea facilidad para desbordar rivales o encontrar líneas de pase con su imaginación. Más allá de eso, no es necesario ser del equipo en el que juega ni considero el marcador un factor determinante. El único interés que suelen tener los partidos es que el jugador al que acabas de descubrir lo haga bien y, si puede ser, que tenga incidencia en el resultado.

He tenido la sensación de estar ante un gran descubrimiento muchas veces, en algunas he acertado y otras no ha sido así. Eso tampoco es excesivamente relevante: siempre guardas cierta simpatía con el futbolista que un día llamó tu atención, por mucho que su carrera haya defraudado con el paso de los años. En la lista de los jugadores que un día despertaron mi interés pueden estar muchos, y en ocasiones recuerdo el momento en que los vi jugar por primera vez. Recuerdo a Rivaldo en su temporada con el Deportivo, a Michael Owen en sus inicios en el Liverpool, a Wayne Rooney cuando despuntaba en el Everton o a Savio Bortolini cuando llegó al Madrid procedente del Flamengo, aunque le vi más en su paso por el Zaragoza. No me olvido tampoco de Diego Tristán y Fran en el Deportivo, de Cani en su debut en la Romareda (el día que le hizo un caño a Reitziger), de Oubinha con el Celta, de Arjen Robben en el PSV, de Silva en su temporada en Segunda con el Eibar, de Verratti con la selección italiana sub-19, de Mata en las inferiores del Madrid y  a las órdenes de Koeman en el Valencia, de Thiago Álcantara en la Masía, de Jesé en el Real Madrid, de Coutinho y Neymar con Brasil en el MIC o de Marco Reus en el Monchenglachbach.

Muchas veces mi instinto falló. Algunos de los futbolistas a los que seguí se estancaron y sus carreras no cumplieron con lo que prometieron sus inicios. Pese a ello, siempre me acuerdo más de sus buenos momentos que de sus peores partidos. Entre ellos están Antonio Cassano en la Roma, Tomás Rosicky en el Borussia Dortmund (tampoco ha tenido mucha continuidad en su paso por el Arsenal), Antonio Longás en el Zaragoza, Alan Dzagoev en el CSKA Moscú, Sebastián Giovinco en la Juventus, Milan Baros en el Liverpool, Marcos García en el Villarreal, Capi en el Betis o Marcos Vales en el Zaragoza.

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Nuevas promesas.

Friendly - Pero lo mejor es que cada cierto tiempo el fútbol te descubre una nueva promesa. Dos de los jugadores que he seguido últimamente han sido Allen Halilovic y Daniele Verde. De Halilovic había visto algunos minutos en el Dinamo de Zagrev, con el que debutó a los 16 años en la Uefa Champions League. Aunque su primer partido completo lo vi este verano en un torneo de pretemporada, en el debut de Luis Enrique con el Barcelona. No recuerdo lo que pasó en el partido (creo que el Barça ganó por la mínima) pero sí que tengo en mente los regates de Halilovic y su disparo al palo. La temporada no le va excesivamente bien al joven croata. Juega en el filial que coquetea con el descenso a Segunda B, y solo ha participado en un partido oficial con el primer equipo. Ha marcado algún gol bonito en esas diagonales que hicieron célebre a Messi, pero su participación en el equipo ha ido disminuyendo. El pasado fin de semana fue cambiado en el minuto 27, tras la expulsión de un compañero. Halilovic no se tomó bien el cambio y discutió con el entrenador y el delegado del equipo. Y da la sensación de que sus desplantes pueden impedirle jugar este fin de semana ante el Tenerife. Tras el incidente con Halilovic, Jordi Vinyals, el entrenador del equipo, dijo que se están perdiendo los valores de la Masía.

Daniele Verde acaba de debutar esta temporada con la Roma. El napolitano es un jugador astuto, poderoso en carrera y escurridizo ante los defensas. En su primer partido como titular, ante el Cagliari, dio dos asistencias. La semana siguiente vi el partido completo frente al Chievo Verona con la ilusión de ver a Verde en la última media hora. Pero Rudi García no le puso a jugar y tuve que esperar al partido frente al Parma. Al menos vi un gol de Totti, en un disparo desde la frontal; un recurso inagotable que ha alimentado la leyenda del capitán romanista. Sin embargo, Rudi García completó su gran tarde en el banco y sentó a Totti, que no ocultó su enfado al ser sustituido. La Roma acabó empatando el partido en Verona, al igual que frente al Parma en el Estadio Olímpico, la semana siguiente. Esta vez, Daniele Verde disputó unos minutos y, aunque bordeó el gol, no pudo romper la mala racha de la Roma, que ya ha perdido la estela de la Juventus en el Calcio. Verde ha alternado buenos minutos con el equipo romano y partidos sin mucho brillo. Le perjudica el mal momento de la Roma, un equipo al que le falta constancia para afrontar la lucha por el título. La plantilla giallorosa ha jugado muy en bien en fases de la temporada (probablemente la Roma sea el equipo que mejor fútbol ha practicado en los últimos diez años en Italia) pero siempre parece frágil ante el músculo de la Juventus. Una vez más la Vecchia Signora le ha derrotado con facilidad en la carrera por el Scudetto.

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Sergio Gil debuta con el Real Zaragoza  

gil1GNo es casualidad que a Sergio Gil Latorre (Zaragoza, 1996; 18 años) sea uno de los nuevos descubrimientos del Zaragoza. La diferencia es que con Sergio Gil sí que tengo un lazo de unión -algo que no ocurre con los otros jugadores mencionados-. Le conozco desde hace muchos años (los dos vivimos en Garrapinillos) y es un canterano del Zaragoza, el equipo de mi ciudad. Es un chico sensato fuera de los terrenos de juego y posee un talento especial para domar el balón. Seguramente ya le había visto jugar de niño, pero la primera vez que presté atención a su proyección fue en el campo del Garrapinillos, en uno de esos rondos improvisados que se forman en los descansos. Poco después, supongo que en un diálogo que surgió en la banda, su madre hizo un resumen del último partido, cuando Sergio jugaba en el Club Deportivo Oliver. Contó que había marcado un gol de falta y sugirió, con cierto pudor, que el Zaragoza le estaba observando. No sé por qué pero atendí a la conversación con más interés que el partido que había ido a ver. Quizá ya entonces tuve la sensación de estar ante algo diferente. El Zaragoza le reclutó al poco tiempo y fue progresando en su cantera, e incluso algunos equipos grandes de España se fijaron en él. El año pasado lideró a la selección aragonesa que fue subcampeona en el Campeonato de España y ha sido convocado en dos ocasiones con la selección española sub 17.

Pocos años después de aquel descanso en Garrapinillos (4 o 5 como mucho), Sergio Gil acaba de debutar con el primer equipo del Real Zaragoza. En su primer partido en la Romareda jugó con descaro y despertó a una afición que necesita nuevos ídolos

 

 

[1]. El pasado fin de semana Sergio estrenó titularidad en el Sardinero, un campo con una gran tradición en el fútbol español. Actuó más pegado a la banda derecha y cuajó un buen partido. Incluso recuperó el balón del primer gol, que originó el penalti sobre Borja Bastón, un cazador del área. Sergio trabajó mucho, fue valiente en la disputa y mostró su buen toque de balón y su lectura del juego. Posee una facilidad innata para combinar y juega con la cabeza levantada, el signo que distingue a los futbolistas imaginativos. Maneja las dos piernas y tiene dinamismo en la elaboración y llegada al área. Al acabar el partido, Popovich supo valorar el trabajo de Sergio Gil y confirmó las buenas sensaciones que ha dejado en dos partidos: “Era arriesgado poner a un chico cuando llevábamos cinco partidos sin ganar, pero salió bien. (…) A mí me encanta tener chavales que sé que pueden responder a mi confianza. Ahora tendremos más opciones, pero Sergio tiene algo especial y lo hemos visto”.

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Jorge Rodríguez Gascón.


[1] El Zaragoza ha encontrado esta temporada a dos nuevos ídolos. El joven Vallejo lidera la defensa con la madurez de un veterano y el delantero Borja Bastón es el sustento goleador del equipo. Ambos son baja en el partido frente al Alcorcón (Borja está sancionado y Vallejo ha sido convocado con la selección sub 21). Todo indica que Sergio Gil será titular por primera vez en la Romareda y puede volver a desempeñarse en el costado diestro y ayudar a la media, para cubrir la baja de Nacho Insa, que se retiró del entrenamiento con una sobrecarga.
29/03/2015 15:42 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LA NADIA COMANECIA DE LOLA LAFON

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LOLA LAFON: VIDA, LEYENDA Y PERSECUCIÓN DE NADIA COMANECI


[Estoy leyendo ‘La pequeña comunista que nunca sonreía’, una novela, con realidad y ficción, sobre la gran gimnasta rumana Nadia Comaneci, que obtuvo el primer diez en gimnasia en las Olimpiadas de Montreal, en barras asimétricas, el 18 de julio de 1976, con catorce años. La novela reconstruye la vida de la joven, su contexto familiar y cómo se vive en Rumanía, bajo el gran poder de los Ceaucescu. En este capítulo, ‘Jugar a lo loco’, están su entrenador Béla, su madre Stefania y ella. Aquí se ve cómo trabaja, cómo entrena, cómo soporta el dolor.]


A las cuatro de la tarde, a una señal de Béla, desalojan el gimnasio, hacen salir a la mujer de la limpieza, a los demás entrenadores e incluso al pianista, sólo quedan Nadia, Béla y Stefania, a quien Béla hace prometer que no contará nada de lo que va a presenciar. Corren las cortinas, encienden las luces a pleno día.
Es como si se ausentara. La niña parece poseída por una misión cuyo nombre ella misma desconoce. Ni una mirada hacia su madre ni hacia él. Su rostro pálido está tenso, los labios prietos, tiene ojeras, inspira hondo y hace una señal a Béla con la cabeza, él la levanta, la iza directamente hasta la barra superior. Nadia emprende el movimiento de balanceo necesario, un impulso. Entonces, a la señal de Béla, suelta las manos y efectúa una vuelta completa sobre sí misma entre las barras, sus muslos se abren completamente, la nuca roza la madera, vuelve a agarrarse por los pelos.
Esa sorpresa es un secreto, una declaración de supremacía mundial cuya existencia todavía nadie conoce. Ese salto inimaginable por el que hay que olvidar todos los huesos rotos, los tendones seccionados y las vértebras fracturadas alguna vez... Para el que hay que jugar a lo loco, fuera de pista. Es inimaginable salto cuyo origen reside en un error ocurrido una mañana hacia unos meses.
Ese día, Nadia se dispone a realizar un mortal clásico. ¿Es su cuerpo el que, para no morir, busca una escapatoria cuando sus manos resbalan, no puede asir la barra y su pelvis golpea con violencia la madera?

-De ‘La pequeña comunista que no sonreía nunca’. Lola Lafon. Traducción de Francesc Rovira. Anagrama. Barcelona, 2015.

 

08/03/2015 01:25 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LUIS BELLÓ: DE MEDIO A MÍSTER

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[A PLENO SOL. Los Magníficos inauguraron, en junio de 1964, el palmarés de títulos del Real Zaragoza. El equipo empezaba en Yarza y concluía en Lapetra: jugaba de maravilla. Y tuvo un entrenador cercano y sabio que había sido futbolista del club. Formó, con Samu, “la media de seda”.

 

El magnífico Luis Belló

 

Luis Belló (Cieza, Murcia, 1929) es un caso excepcional en la historia del Real Zaragoza. Desde muy joven sintió la llamada del fútbol. Empezó a destacar ya en infantiles, confirmó su clase y elegancia en los juveniles de su localidad, y recibió la llamada del Albacete para jugar en Tercera División. Estuvo dos temporadas y reclamó la atención del Barcelona y del Sevilla. Su hermano Francisco –que pertenece a esa larga nómina de ciezanos que también han  jugado en Primera División- le recomendó que se viniese con él a Zaragoza, donde llevaba dos campañas. Coincidió que esa temporada, tras la victoria inesperada de Uruguay en el Mundial de Brasil-1950, el club presidido por el doctor Abril incorporó a dos internacionales como Rosendo Hernández y Pepe Gonzalvo (Gonzalvo II) y les firmó un contrato de un millón de pesetas (6.000 euros), y seguía contando con su primer extranjero, el excéntrico jugador argentino Valdivielso. Con muchos apuros, el equipo de los Millonarios quedó subcampeón de Segunda División; se jugó el ascenso y logró su objetivo. ‘El catedrático’ Luis Belló fue decisivo: era un futbolista refinado e inteligente, técnico y con buen remate. Aquel año marcó diez tantos, dos de ellos al Huesca.

El Real Zaragoza iba a vivir dos intensas temporadas en la máxima categoría. La primera, 1951-1952, la solventó bajo la dirección de Juanito Ruiz, reemplazado luego por el húngaro Berkessy; Belló y el delantero Savi fueron convocados para jugar con la selección nacional B. El futbolista ciezano formaría “la media de seda” con el húngaro José Samu. Este le decía a Ángel Aznar en ‘El largo camino hasta la Recopa’ (1995): “éramos dos jugadores distintos totalmente pero que nos complementábamos muy bien. Bello era fino, muy cerebral, muy técnico y yo era duro, muy rápido, combativo y con una gran resistencia”. En la campaña siguiente pasó de todo: llegó un nuevo preparador como Domingo Balmanyá y el club quedó último. Luis Belló tenía ofertas del Real Madrid y del Atlético, y acabó yéndose con los colchoneros. Como había sufrido una lesión, la misma que le alejó Di Stéfano y compañía, fue cedido al Hércules, donde permaneció tres años. Y completó otro más en el Alicante, antes de retirarse joven.

Se sacó el carné de entrenador nacional con el número uno. No tardaría en vincularse al Zaragoza de nuevo. El equipo había regresado a la  máxima categoría, estrenara en septiembre de 1957 La Romareda, había ido incorporando a grandes futbolistas –Murillo, Seminario, Torres, Yarza, el malogrado Benítez, Marcelino, Lapetra, Reija, Violeta, Canario, Villa...- y había contado con importantes entrenadores como César o Antonio Ramallets. A este no acababan de irle bien las cosas en la campaña 1963-1964, y fue despedido en mayo. Con todo, el Real Zaragoza estaba vivo en dos frentes: en la Copa del Generalísimo y en la de Ferias. El sustituto fue Luis o Luisito Belló, un profesional de apenas 35 años que se distinguía por sus buenos modales, el conocimiento del fútbol y su mano izquierda. Conocía muy bien la atmósfera del club e intuyó que, por primera vez en la historia, aquellos futbolistas de terciopelo y de sacrificio aspiraban a la gloria. Cercano y paternal, le sugirió a Carlos Lapetra, la estrella del conjunto, un leve cambio: que retrasase su posición a la zona del interior izquierdo, y que dirigiese desde allí el ataque. Se convertiría en “el arquitecto de la zona ancha”. Aquel Zaragoza era equilibrado en todas sus líneas: tenía un plan de juego, ambición, entrega; poseía, una concepción brillante de la táctica y del despliegue que abrazaba, casi por igual, intensidad, armonía y deslumbramiento.

Se plantó en dos finales: en la Copa de Ferias, en el Nou Camp, un 24 de junio, ante el Valencia. Los blanquillos vistieron ese día de rojo y azul y ganaron 2-1 a la escuadra de Paquito, Roberto, Guillot y Waldo. El Zaragoza formó con uno de esos equipos que los niños sabían de memoria con su peculiar ritmo: Yarza; Cortizo, Santamaría, Reija; Isasi, Pepín; Canario, Duca, Marcelino, Villa y Lapetra. Luis Belló contaba una anécdota muy curiosa, vinculada con Marcelino: España había vencido en la Eurocopa a Rusia tres días antes y él había marcado el 2-1 a Yashin de un cabezazo increíble a centro de Pereda. Se había convertido en el héroe nacional y todos querían estar con él, incluido el Marqués de Villaverde que lo llevó a su hospital. Los zaragocistas estaban concentrados en su hotel y él no llegaba; de pronto lo vieron por televisión. El Zaragoza ganó 2-1, con tantos de Villa y del ariete. Así se arregló el mosqueo general con el cabeceador de Ares.

El cinco de julio, con el relevo de Santos por Duca, jugó la final de la Copa del Generalísimo en el Bernabéu ante el Atlético de Madrid de Ramiro, Adelardo y Collar. Los aragoneses, con goles de Lapetra y Villa, repitieron victoria, 2-1. Cuando regresaron a casa, los aficionados los fueron a esperar a Ateca. Fue el mejor de todos los años del club. Y, además de un equipo de ensueño, tuvo un entrenador ideal: afectuoso, sabio, diplomático y educado. Luis Belló. Él concibió el milagro zaragocista de hace medio siglo. “Aquel fue el mes más vibrante de mi vida”, diría. Por eso, ‘Pitico’ Reija lo paseó varias veces sobre sus hombros con una sonrisa de satisfacción.

 

EL ANECDOTARIO

Tal como eran. Luis Belló, suegro del escritor Ignacio Martínez de Pisón, tuvo que dejar el banquillo porque el club había firmado un contrato con Roque Olsen. Fue director deportivo y probó en otras latitudes: entrenó al Alcañiz y al Cartagena en categorías inferiores, y al Betis, Castellón, Murcia y Pontevedra en Primera. A mediados de los años 90 me contó así las claves del juego de su equipo. Las recoge Rafael Rojas en ‘Magníficos. La Edad de Oro del Real Zaragoza’ (Doce Robles, 2014): «Lo pasábamos genial jugando al fútbol, disfrutábamos un montó (...) Carlos Lapetra era muy cerebral, ponía orden; cogía la pelota, la paraba, miraba a sus compañeros y decía: “Quietos, ahora vamos a organizarnos nosotros”.  Villa era estupendo; destacaba por su zancada, su finta, su dribling y su oportunismo ante el gol. Canario era tremendo: era rápido y poseía olfato de gol. Santos era técnico y cerebral, pero a la vez muy sacrificado. Marcelino representaba el remate y era un delantero centro clásico e impresionante. Pero la clave era saber aprovechar las cualidades de todos ellos, conjuntarlas y hacer un equipo ».

 

15/11/2014 19:55 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIONISIO CARRERAS, EL MARATONIANO

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A PLENO SOL. Fue el segundo olímpico aragonés de la historia por unos días; el primero fue el luchador turolense de grecorromana Domingo Sánchez. Participó en la carrera de maratón de 1924 y entró en la novena posición. Fumaba y bebía y era un auténtico portento. Se había forjado en las carreras de pollos; en 1928 se proclamó campeón nacional de su prueba.

 

Dionisio Carreras,

el atleta que pudo reinar

 

Antón CASTRO

Los Juegos Olímpicos están llenos de historias conmovedoras. La prueba más famosa del atletismo, el maratón, podría tener por lema ‘Ganar o morir’. Al menos así lo creía el joven carpintero portugués Francisco Lázaro (1891-1912) que corrió en Estocolmo-1912 y falleció con apenas 21 años; se desmayó en la mitad de la prueba y se convirtió en el primer muerto de unos Juegos. José Luis Peixoto, a su modo, contó su vida en ‘Cementerio de pianos’ (El Aleph, 2007). Ha habido historias más positivas e igualmente épicas: por ejemplo, ‘La locomotora humana’ Emil Zatopek ganó en Helsinki-1952 los 5.000 y 10.000 y el maratón. Zatopek es el protagonista de la novela ‘Correr’ (Anagrama, 2010) de Jean Echenoz. Y el gran Abebe Bikila realizó una increíble proeza: fue doble campeón olímpico de maratón en Roma-1960, donde corrió descalzo, y en Tokio-1966; aquí repitió victoria, debilitado, recién operado de apendicitis y ahora con zapatillas.

Dionisio Carreras Salvador (Codo, Zaragoza, 1890-1949) también ha tenido quien le escriba. Lo han hecho, entre otros, Celedonio García, José Antonio Adell, Ricardo Martí y Javier Lafuente, por citar algunos nombres. También es un corredor milagroso y a la vez caótico: un superdotado al que le faltó método y algo de rigor. Consumía una cajetilla de cigarrillos al día y dos caliqueños, bebía, “llevaba malos arreglos con la comida” (así se lo dijo su hijo Bernardo al periodista y atleta Ricardo Martí) y tenía fama de ser un seductor. Era un portento físico: podía correr y correr hasta el fin de la noche o quizá de los tiempos. En sus inicios en el entorno de la comarca de Belchite, según Celedonio García, lo hacía descalzo.

Nació en el seno de una humilde familia de campesinos en Codo, el pueblo del escritor Benjamín Jarnés (1888-1949), que expiraría en Madrid el mismo año que Carreras. Su propio padre al parecer también había hecho sus pinitos como andarín y como corredor de las carreras de pollos. Quizá por ello le llenaba de orgullo que su hijo también participase y ganase aquí y allá; lo cual no le eximía de trabajar con el esparto o realizar otras faenas como regar los campos. Sus victorias en pruebas más bien menores le concedieron cierta fama. En un mismo día ganó dos pruebas: por la mañana compitió, y venció, en La Puebla de Albortón; estando allí, tomando un café en un bar, se enteró de que también había prueba por la tarde en Azuara. Se puso en camino, había unos quince kilómetros de distancia, y llegó unos instantes previos a que empezase la prueba; tomó la salida, ganó los tres pollos y regresó a Codo e invitó a cenar a sus amigos. Otra prueba de su fortaleza y de su romanticismo es que solía acudir corriendo a Zaragoza, que está a 50 kilómetros de distancia, para besar a su novia.

 El Zaragoza Foot-Ball Club, fundado en 1903, que rivalizaba con el Patria y el Iberia (que inauguró el campo de Torrero en octubre de 1923), se interesó por él y decidió ficharlo para su equipo de atletismo. Le ofreció en Zaragoza un empleo y espacio para sus entrenamientos: Dionisio Carreras, apodado ‘El Campana’, trabajó en el cubrimiento del río Huerva y posteriormente fue el responsable del mantenimiento del campo Bruil. El club, a la vista de sus posibilidades, le ofreció, en la calle Asalto, casa, luz y leña. Sus rivales aragoneses de entonces eran Dionisio Magén, conocido como ‘El Chato de Garrapinillos’, e Ignacio Latorre.

Su gran momento, el que le daría un lugar en la leyenda, se produjo en la Olimpiada de París-1924. El año anterior se había fundado la Federación Aragonesa de Atletismo. Dionisio Carreras fue el seguno olímpico aragonés; el primer había sido, unos días antes, el turolense Domingo Sánchez, que combatió en lucha grecorromana. Carreras tomó la salida con 56 atletas más y se confundió varias veces en el curso de la carrera; con todo, el aragonés de 33 años recorrió los más de 42 kilómetros en 2 horas y 50 segundos y acabó, en el estadio de Colombes, en la novena posición. Ganó el finlandés Albin Stenroos. Han pasado 90 años.

Hasta los Juegos Olímpicos de Ámsterdam-1928, Carreras dio muestras de su gran clase: ganó la media maratón de Behovia-San Sebastián de 1926, obtuvo dos campeonatos de Aragón y conquistó al menos en cuatro ocasiones la Vuelta Pedestre a Zaragoza. Logró el título nacional en 1928, y ese mismo año el Fútbol Club Barcelona le concedió la Medalla de Oro del club durante un choque con el Iberia. Cuando todo le sonreía para ir a Holanda y con el pasaje en las manos, una incómoda enfermedad acabó con sus ilusiones. Nunca renunció a sus hábitos: “muchas noches tenía que ir a buscarlo a casa de El Chato, un bar que había en el Coso Bajo de Zaragoza”, le dijo uno de sus hijos a Ricardo Martí en 1996. En 1930, con 40 años, decidió retirarse.

Regresó a Codo. Se le descubrió un cáncer de duodeno, fue operado e intentó mitigar su impresión de derrota. Felizmente, sus paisanos pronto se darían cuenta de su grandeza y acuñarían una expresión que le rendía homenaje: “No corras tanto que se te reventará la hiel como al Campana”.

 

DESPIECE

 

el anecdotario

 

El gran combate. Uno de los grandes andarines y corredores aragoneses  fue Mariano Bielsa, ‘Chistavín de Berbegal’ (estudiado también por Adell & García), que venció, en plaza de toros de Zaragoza en 1882, al italiano Achiles Bargossi, ‘El hombre locomotora’, al que se definió como “el hombre que fundó el arte de correr en Italia”. Años más tarde, en 1928, en el coso de la Misericordia se enfrentaron Ignacio Latorre y Dionisio Carreras. La prueba se corrió a las tres de la tarde y fue el menú previo a varios combates de boxeo. El cartel anunció la carrera como un ‘Extraordinario match-reto a 40 vueltas’. Los atletas solían correr descalzos y casi todos los pueblos tenían a su ídolo. El de Codo era Dionisio Carreras. En 1973, la Federación Aragonesa le concedió la Medalla de Oro a título póstumo y en 2006 se organizó, en Codo, la I Carrera pedestre en su honor. 

 

29/07/2014 20:19 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL CORAZÓN DE ORO DE BARTALI

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A PLENO SOL. 4 El ciclista italiano, de cuyo nacimiento se cumplen cien años, ganó dos Tours y dos Giros y fue el enconado rival de Coppi. Era huraño, conservador, muy creyente, pero escondía algunos secretos: jugándose el tipo, participó en una red de la resistencia al fascismo y al nazismo y salvó a 800 judíos.

 

El corazón de oro de Bartali

 

 

Julio es el mes del Tour. Parece que no va a ser 2014 el mejor año del ciclismo español en la ruta francesa, pero sí es un año muy especial, como se encargó de recordar Vincenzo Nibali hace unos días. El 18 de julio se cumplían cien años del nacimiento de uno de sus grandes héroes: Gino Bartali (1914-2000), que ganó la prueba en 1938 y 1948, y pugnó por el maillot amarillo en varias ocasiones más, en lucha feroz con Louison Bobet, que conquistó tres veces la ronda, con Hugo Koblet, que la ganó una, o con su gran rival y compatriota Fausto Coppi, que triunfó en 1949 y 1952, dos años magníficos para él porque también conquistó el Giro.

Si Coppi era conocido, por su elegancia y su talento, como La garza real, Bartali, de correr más agónico, puro tesón y ataques constantes, fue apodado El monje e incluso El monje volador, debido a un terrible accidente que sufrió en el Col de Laffrey en el Tour de 1937; chocó con un compañero, Rossi, en un puente de madera y voló peligrosamente por los aires. Hasta entonces había hecho una espléndida prueba: llevaba el maillot amarillo.

Gino Bartali fue un corredor de misteriosa personalidad. Arisco, descontento casi siempre, enojadizo; era conservador y muy creyente, lo cual también le acarreó otro mote, El piadoso, y algunos equívocos que nunca quiso desmentir. Se dedicó al ciclismo casi por casualidad: había nacido en el seno de una familia de campesinos de la Toscana, oficio que no debía satisfacerlo. Su padre le consiguió un empleo en un taller de bicicletas. Era tan voluntarioso que el dueño le regaló una bicicleta.

Ahí empezó todo. En 1936 y en 1937 conquistó el Giro de Italia. Por sus convicciones, decían que era el ciclista de Mussolini, que se sentía próximo al fascismo. El propio Duce se sintió más afín a él cuando logró ganar el Tour en 1938 con 24 años. En el Giro de 1939, tal como se cuenta en el libro ‘Ciclistas’ (Edumat, 2007), escrito por varios autores, ya dio muestras de un actitud muy caballerosa y solidaria. Peleaba por la carrera con Giovanni Valetti, ‘el Rojo’, campeón del año anterior y simpatizante de los comunistas; este se escapó y fue atrapado por “unos milicianos fascistas, vestidos de negro y con casco”, que “quisieron lincharle”, y fue Bartali quien se opuso. Quería una carrera limpia: Valetti venció de nuevo. Y dos años más tarde, Bartali removió medio mundo para que lo liberasen de la cárcel “adonde sus ideas políticas lo habían llevado”. Lo más curioso es que no lo reveló jamás. Lo hizo el propio Valetti, años después, cuando era un famoso sindicalista de la izquierda.

Gino Bartali siempre maldijo la II Guerra Mundial: diría que había acabado con los mejores años de su vida deportiva. Pero fue en ese periodo, en concreto entre 1943 y 1944, cuando se comportó como un héroe de la resistencia al fascismo y al nazismo. Participó en una red de apoyo al pueblo judío que coordinaba el antifascista Giorgio Nissim, que contó con la colaboración de numerosos sacerdotes y obispos. Bartali trasladaba con su bicicleta fotografías, documentos y pasaportes falsos que habían elaborado las imprentas clandestinas para salvar a los judíos italianos de los campos de exterminio. Llevaba los papeles en los tubulares y en el manillar. Solía ir equipado con un chándal con su nombre en letras bien grandes. Algunas veces lo detuvieron los soldados italianos y los alemanes, e incluso la policía secreta de Florencia. Bartali siempre les respondía que algún día acabaría la guerra y él debería seguir compitiendo. Era un deportista. Por lo regular, la gente lo vitoreaba. Corría tanto por montañas y por el llano que parecía que estaba intentando superar el récord de la hora. De esto nunca se supo nada en vida de Bartali, que falleció en el año 2000. Tres años después, los descendientes de Giorgio Nissim (1908-1976) encontraron entre sus papeles un diario donde se explicaba la red y se contabilizan 800 judíos salvados por el ciclista. Según algunas fuentes, más de 6.500 judíos italianos murieron en el Holocausto

Cuando finalizó la II Guerra Mundial, poco a poco regresaron las competiciones. Y entonces a Bartali le salió un gran rival, con el que ya había tenido sus más y sus menos en 1940: Fausto Coppi. Italia se dividió entre los seguidores de uno y del otro, y hubo muchos momentos épicos. Encarnaban la vieja y la nueva Italia, la derecha y la izquierda. Bartali, cinco años mayor, siguió demostrando su casta de campeón: el momento más decisivo fue el Tour de 1948. Aquel año no participó Coppi y Bartali había empezado con muy mal pie. A las primeras de cambio ya estaba muy alejado de la cabeza. En apariencia, no tenía ninguna posibilidad. Italia vivía una situación convulsa que se agravó con el atentado, por paramilitares fascistas, al líder comunista Palmiro Togliatti (1893-1964). Un día, en plena competición, Gino Bartali recibió la llamada del presidente Alcide de Gasperi; le dijo que había un clima de guerra civil y que sus compatriotas necesitaban algo muy grande: una victoria suya en el Tour.

El tesón, la terquedad, la fuerza y el heroísmo de Bartali lograron lo improbable: ganó en la decimotercera etapa y se hizo con el liderato de Louison Bobet en la siguiente. Y se coronó campeón, justo una década después de su primer triunfo. Bartali le pidió a Gasperi estar exento algún tiempo de pagar impuestos. Así lo hizo. El joven Giulio Andreotti le dijo que eso era imposible. El gladiador Gino Bartali –ambición, rabia y puro corazón-se retiró en 1954 a los 40 años.

 

EL ANECDOTARIO

 

Buzzati y Homero. Dino Buzzati (1906-1972) es un formidable cuentista. Su novela ‘El desierto de los tártaros’ figura entre las favoritas de Borges. En 1949, ‘Correre della Sera’ le encargó que hiciera la crónica del Giro de ese año que ganó Fausto Coppi y que fue el principio del fin de Gino Bartali (solo ganaría la Mila-San Remo de 1950), que peleó y peleó como siempre, sucio de barro, incansable, y sucumbió ante el nuevo campeón. Las crónicas proponen un retrato homérico de los dos héroes que luchan en “una prueba ciclista tan tremenda” y han sido recogidas en un libro: ‘El Giro de Italia’ (Gallo Nero. Traducción de David Paradela, 2014): “Bartali –aun siendo arisco y esquivo, aun sin ser consciente de ello- lleva en sí, como Héctor, el drama del hombre vencido por los dioses”, dice Buzzati.

1952. En el Tour de Francia, que ganaría Coppi, se produjo una de las anécdotas más curiosas de la rivalidad de los dos campeones. Coppi va delante y Bartali, detrás, en la ascensión al Galibier. Uno de ellos le pasó el bidón del agua al otro. ¿Quién se la pasó a quién? Bartali, que era huraño pero no presumido, dijo que se la había cedido él porque “Coppi iba reventado y no hubiera llegado a la meta”.

 

 

24/07/2014 20:02 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL REAL ZARAGOZA Y LAS INSTITUCIONES

[José Luis Melero Rivas es zaragocista, es decir del Real Zaragoza, casi desde la cuna. El estado del conjunto blanquillo le preocupa. Ayer publicaba en ‘Heraldo de Aragón’, del que es asiduo colaborador tanto en ‘Artes & Letras’ como en ‘Opinión’, este artículo apasionado. Fue felicitado por doquier: uno de los días que más sms y emails recibió alguien que todos los jueves recibe muchos por su sección 'Fábulas con libro'. Luis Alegre dijo de él que era “un hombre, un amigo que siempre genera buen rollo”.]

 

 

 

El ZARAGOZA Y LAS INSTITUCIONES

 

Por José Luis MELERO RIVAS. Escritor y bibliófilo

En demasiadas ocasiones, para no ayudar al Zaragoza, se esgrime el argumento de que es una sociedad anónima y que las instituciones no deben inmiscuirse ni participar en los avatares de lo que es un negocio privado. Grave error, porque el Zaragoza es mucho más que una sociedad anónima. Aragón Televisión tiene un programa diario (El Avispero) y uno semanal en horario de máxima audiencia (La Jornada) dedicados al Zaragoza; y lo mismo ocurre con la radio pública aragonesa (con un gran programa diario, Tiempo Extra) y la práctica totalidad de las emisoras de radio privadas (pensemos en Radio Ebro). Este mismo periódico dedica entre dos y cuatro páginas todos los días a hablar del Zaragoza. Pues bien, yo nunca he visto que a SAICA, a PIKOLIN o a Frutos Secos El Rincón, la televisión, las emisoras de radio o los periódicos les dediquen una atención y un espacio siquiera parecidos. Y aún tiene que ser la primera vez que vea que Heraldo de Aragón dedica sus editoriales a Automóviles Sánchez o Aragonesa de Piensos, mientras que al Zaragoza le ha dedicado unos cuantos en estos últimos tiempos. Yo tampoco estaría escribiendo este artículo si fuera una sociedad anónima al uso la que pasara por problemas. No, desde luego, por falta de interés o sensibilidad hacia las empresas aragonesas en apuros, sino porque no lo consideraría un asunto de Estado. El Zaragoza, que es más que un club, es sin embargo un asunto de Estado, porque trasciende con mucho lo que sería una simple sociedad anónima. El Zaragoza gestiona, representa y canaliza los sentimientos de miles y miles de zaragozanos y aragoneses (más de treinta mil de ellos llenaban hasta hace bien poco las gradas de La Romareda, cosa que me parece que no ocurre los domingos en las instalaciones, pongamos por caso, de Gas Aragón) que vibran, se alegran y padecen con su equipo. Y no hay sino ver para ello la enorme conmoción que se está viviendo en la sociedad aragonesa ante una eventual desaparición del equipo.

Necesita pues el Zaragoza un trato especial y diferenciado por parte de las instituciones. No vale decir que es una sociedad anónima y mirar para otro lado. Hoy, desgraciadamente para todos, el Zaragoza es un serio problema para la comunidad. Y a nuestros gobernantes los elegimos precisamente para que intenten solucionar nuestros problemas. El hecho de que Agapito Iglesias sea el máximo responsable de la situación actual del equipo no exime de responsabilidad a nuestros representantes a la hora de ayudar a arreglar el desaguisado. Tampoco el PP es responsable de la crisis heredada y sin embargo tiene que trabajar todos los días para tratar de sacarnos de ella. Cuando uno gobierna se enfrenta todos los días a problemas que no desea, que no ha creado y de los que no es responsable. Pero hay que gobernar, y eso significa tomar medidas y afrontar los problemas con coraje y determinación. Uno cree que los problemas de verdad son otros: el paro, la sanidad, la educación… Pero si hay voluntad, siempre quedará un rato en el día para pensar en cómo echarle una mano al Zaragoza.

            Las instituciones deben buscar la fórmula de ayudar al Zaragoza, porque es importante para Aragón, porque miles de ciudadanos así lo demandamos y porque está en juego mucho más que la existencia de una sociedad anónima. Está en juego la vergüenza torera de que Aragón no deje morir al que es su equipo de fútbol más emblemático. Después de 82 años de historia, sería muy triste tener que redactar un epitafio en el que se leyera: “El Real Zaragoza murió abandonado por todos, siendo presidenta de Aragón Luisa Fernanda Rudi y alcalde de la ciudad Juan Alberto Belloch”. Imagino que nuestros políticos no querrán pasar a la historia como los enterradores del equipo. Entre otras razones, porque muchos miles de aragoneses no se lo perdonaríamos jamás. Así que manos a la obra. Perras del erario público, ni una. Pero ayudar, mediar, buscar complicidades, gestionar y pilotar el cambio de propiedad… todo el día, sin parar. Hasta la extenuación. Para que nadie pueda echarles en cara jamás que no lo intentaron.

            Si Aragón dejara morir al Zaragoza, uno sentiría tanta vergüenza que no podría volver a envanecerse, como nos enseñó Braulio Foz en el XIX, de sentirse aragonés. Habría que ocultar nuestra condición, hasta ahora tan sagrada, como un estigma vergonzante. “Delenda est Monarchia”, escribió Ortega premonitoriamente en 1930. Que no tengamos que escribir nada parecido estos días en relación a la pervivencia de nuestro equipo. Por el bien de todos. Por el bien de Aragón.

 

                                                                                              José Luis Melero

 

15/07/2014 23:47 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ALEMANIA VENCIÓ Y CONVENCIÓ

REGATE EN EL AIRE 

 

EL elaborado triunfo del método

 

Lionel Messi se ha quedado sin su Mundial. Lo tuvo en sus botas, como lo tuvo Higuaín. Quizá Argentina nunca jugó en Brasil mejor que anoche: fue durante muchos minutos más peligrosa que Alemania, resultó más centelleante al contragolpe y con tres o cuatro toques se planteaba cerca del área de Neuer. Higuaín gozó de una oportunidad clara, Messi repitió en el inicio de la segunda parte, incluso Palacio, pero más allá de esas anécdotas tan específicas, el equipo creció y creció, fortaleció su defensa y mostró un plan de control y de ataque.

Ayer, el doctor Sabella pareció tenerlo más claro que nunca: dijo que Argentina, para ganar, tenía que hacer un partido perfecto. Casi lo hizo pero le faltó el gol. Había que cerrar las vías de creación de Alemania, había que atorar la circulación de balón, presionar a sus medios, y así lo hicieron y se vieron las carencias germanas: es un equipo un tanto esquizofrénico, juega al pase en corto, al tránsito rápido, al amoroso cuidado del balón pero le falta un poco de imaginación y fantasía. Y eso se percibió en dos de sus mejores jugadores: Tony Kroos, que pasó con más pena que gloria, falló en un despeje de cabeza hacia atrás, y resultó blando en dos claras ocasiones de gol, y en Özil, que es un interior de lujos, exquisito, pero ralentiza el juego; ante equipos como la aguerrida Argentina lo embarulla peligrosamente. Anoche corrió y corrió, más de 14 kilómetros, apenas uno menos que el bregador indesmayable Schweinsteiger, que ha adquirido barniz de héroe por su entrega, su corazón y la sangre derramada.

Argentina es una feroz competidora. Rinde mejor cuando va de víctima o cuando se enfrenta a un bloque poderoso. Alemania había sido el equipo más sólido, pero el elenco celeste desnudó sus carencias. Le puso en apuros atrás, sobre todo a Hummels, que es un buen jugador para sacar el balón e incluso para rematar, pero lento y despistado en defensa, Messi e Higuaín estuvieron a punto de quebrantar el choque. Pérez, Biglia y Mascherano, de nuevo Mascherano en labores de sacrificio y contención, detuvieron la triangulación de la media alemana; es justo recordar que Khedira no salió y que se lesionó pronto su recambio Kramer. Y el cuarteto defensivo –brillaron con luz propia Garay y Demichelis- eclipsó durante muchos minutos a Klose y a Müller, que estuvo irreconocible.

Messi vino y apenas se quedó. Los alemanes le temían. Les demostró que había razones para el miedo o, cuando menos, el respeto. En algunos instantes desafió a correr a Hummels y le venció con claridad. A medida que avanzaba el choque aparecía y desaparecía, era el astro intermitente. Quizá por eso no ganó Argentina: porque su capitán no podía más o le faltó la grandeza –o la constancia o la fuerza física- de las grandes ocasiones.

En la prórroga, Alemania fue superior. Respondió mejor físicamente y encontró un poco de juego. Si hubiese ganado Argentina, en esta ocasión, tampoco habría sido injusto. Al menos durante los 90 minutos reglamentarios: ahí el partido fue vibrante, tenso, con alternativas, fue el partido jugado de poder a poder por dos equipos antagónicos. El gol lo marcó uno de las promesas alemanas, Götze, que en el fondo bien podría considerarse el Iniesta alemán: es sutil, tiene clase y regate, y marcó un gol precioso, que nace de las botas de Schürrle, pero sobre todo nace de su habilidad y de su precisión.

El triunfo de Alemania es, sobre todo, el triunfo de Joachim Löw, un entrenador sensato, que ama la belleza, la plasticidad, las buenas maderas. Ha tenido paciencia, no se ha puesto nervioso, nunca ha perdido la elegancia y ayer el fútbol le premió. En el fondo, con variaciones, su Alemania se parece a la de 1974 y a la 1990. Es el primer combinado que vence en América. 

 

*Este artículo se publica hoy, recortado, en mi sección de Heraldo de Aragón.

La foto la tomo de aquí:

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ALEMANIA GANA CON UN GOL DE GÖTZE

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GÖTZE, EN EL MINUTO 112, LE DA EL TRIUNFO A ALEMANIA


Venció Alemania con un espléndido gol de sutileza y hermoso control de Götze tras una jugada de Schürrle. Recibió desde la izquierda, acomodó el balón con finura y lo colocó a la izquierda de Sergio Romero.

La final fue intensa: Argentina realizó su mejor partido, tuvo ocasiones claras, contragolpeó con peligro pero no acertó ante el marco. Messi, mientras estuvo con gas, realizó bellas jugadas y dispuso de una clara ocasión al inicio de la segunda parte; al final recibió el trofeo al mejor jugador del Mundial, lo cual quizá resulte un galardón un poco exagerado si se le compara con la eficacia y la clase de James Rodríguez.

Alemania se atascó (los celestes realizaron un impecable choque táctico: sabían muy bien lo que tenían), pero poco a poco fue remontando, dispuso de ocasiones y en la prórroga fue superior. El doctor Alejandro Sabella, preparador argentino, realizó un buen trabajo táctico y demostró que conoce el oficio y que no era un hombre de paja. Pudo ganar cualquiera y acabó venciendo el equipo que llegó más entero a la prórroga. El partido de Maracaná ha sido digno de un final de un campeonato del mundo; destacaron dos gladiadores, Mascherano y Schweinsteiger, y con ellos los centrales argentino y Boateng y Lahm, que siempre está a un magnífico nivel.

Löw confió en su método, en su apuesta, y al final, tras algunas decepciones, logró su gran sueño. Y, por lo visto y por la juventud de algunos jugadores, tiene selección para rato. Götze, el mediapunta del Bayern Munich, recordó a Iniesta con quien se le ha comparado en ocasiones.

14/07/2014 01:00 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LOS FINALISTAS: UN RETRATO POSIBLE

REGATE EN EL AIRE

 

VOCABULARIO DE ONCE CONTRA ONCE

 

Neuer-Romero. El alemán, cancerbero del Bayern, es uno de los mejores de Europa: va bien por arriba y por abajo, tiene grandes reflejos y está tan atento que asume la condición de libre por necesidad. ‘Chiquito’ Romero pasó de estar cuestionado a ser un héroe. Es un meta irregular que no es titular en el Mónaco. Ha ido de menos a más.

Lahm-Zabaleta. El capitán de la selección y del Bayern es uno de los jugadores más finos de Alemania y un líder. Impecable arriba y abajo. Zabaleta es un lateral fuerte, pugnaz, voluntarioso, un tanto deslavazado. Pragmático, se va arriba con más empeño que clase.

Garay-Boateng. Dos centrales parejos: intensos, van bien por arriba, difíciles de desbordar, atentos.

Hummels-Demichelis. No tienen nada que ver. El germano ha sido comparado con Beckenbauer: es elegante, saca el balón jugado y tiene personalidad. Algo lento en el uno contra uno; cabecea de maravilla. Demichelis es un veterano que intenta cumplir partido tras partido. Es más duro que elástico, más constante que rápido. Tiene el rasgo común de los argentinos: compite muy bien.

Howedes-Rojo. Cumplen, se despliegan, defienden y atacan con corrección. Rojo parece tener más presencia en el equipo; Howedes pasa más inadvertido, pero ante Brasil demostró que sabe atacar.

Schweinsteiger-Enzo Pérez. El jugador alemán es un medio poderoso, de control, despliegue y llegada. Versátil. Marca y acude al ataque, y siempre está ahí. Esforzado y con buen toque. Enzo Pérez es el volante clásico: trabajador, serio, complementario. Es capaz de hilvanar un buen regate y un buen pase, pero no puede decirse que sea un futbolista de brillo.

Kroos-Mascherano. Dos de los grandes jugadores de Alemania y Argentina. Kroos es el centrocampista que cualquier equipo sueña para su juego. Es imponente y técnico, es disciplinado e inventa. Posee clase y habilidad para realizar un fútbol preciosista, de combinación y tránsito rápido, y sabe acomodarse a un partido trabado, y ahí asoma su fuelle, su seriedad y su excelente disparo con las dos piernas. El Mundial ha revelado su madurez. A Mascherano ya le pesan los años y los partidos; en cuanto a calidad nunca le ha sobrado nada. Pero es el Jefecito y el Jefazo. Mirada de acero, tensión, pasión por el país y su tradición futbolística, y ascendencia sobre el bloque. Y, además, protege a Messi a conciencia.

Khedira-Lucas Biglia. Khedira es un jugador físico, con movilidad, iniciativa y mucha resistencia. Con Alemania, además, se atreve a llegar al área. Löw ha confiado en él y le responde con sacrificio y acierto. Biglia mandó al banquillo a Gago; parecen clónicos: académicos y técnicos. Es más enérgico y batallador que su compañero.

Müller-Messi. El alemán puede ocupar cualquier puesto de la delantera. Está sembrado de genialidad, confianza e inspiración. Parece lunático, como si fuera a su aire. Pero siempre aparece con su instinto goleador y con una jugada circense. Messi es el artista absoluto de este juego con un palmarés asombroso. Aquí es otro: parece un náufrago, quizá esté enfermo, quizá nunca vuelva a ser el que fue. Lleva una década a un increíble nivel. Argentina espera de él su penúltimo milagro.

Özil-Lavezzi. Özil es un futbolista de la sutileza, de la estirpe de Magath, Netzer, Overath o Hansi Müller, pero está jugando un Mundial flojo. Se redimió ante Brasil. Lavezzi, por ahora, es todo coraje, entrega. No resiste la comparación con el ‘Kun’ Agüero o con Di María, pero ahí está, sin volver la cara.

Klose-Higuaín. El alemán es efectividad, convicción, sed de gol e insistencia. Se desmarca muy bien y ahí sigue, a los 36 años, con el olfato abierto. A Higuaín no se le ve bien físicamente ni iluminado de acierto. Recuerda a un caballo asturcón, pesado de cadera. Se alivió con el gol que le marcó a Bélgica.

 

*Este texto aparece hoy en Heraldo.

-Tomo de aquí la foto de Messi y Lavezzi:

 https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-4707078be971c1e39d611e82631fd386.jpg

-La segunda foto es de aquí: 

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-4e8b463f019440288ca1dc58ff9ddd24.jpg

13/07/2014 11:50 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ADIÓS AL LATERAL JULIO BERNAD

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HA FALLECIDO JULIO BERNAD

El pasado día nueve, miércoles, fallecía los 85 años el ex jugador del Real Zaragoza Julio Bernad Balmaseda (Zaragoza, 17/10/1928 - 9/7/2014). Zaragozano, ingresó en el Real Zaragoza procedente del Huesca (allí llegó desde el Arenas) en la temporada 1953-1954. Ascendió a Primera División en 1956 y tuvo el honor de ser el capitán del equipo, por ejemplo en la inauguración de La Romareda el 8 de septiembre de 1957, ante Osasuna; vencieron los blanquillos por 4-3. Era lateral izquierdo y participó en una defensa realmente legendaria, que los niños se sabían de memoria: Perico Lasheras; Torres, Alustiza, Bernad. Aquel día el Zaragoza formó así: Lasheras; Garbayo, Alustiza, Bernad; Estiragués, Manolín; Domingo, Wilson, Murillo, Moreno y Vila. Fue Vila quien marcó el primer gol en el nuevo estadio. El entrenador era Jacinto Quincoces, que había sido un gran futbolista del Real Madrid y de la selección española. Por cierto, ya había sido preparador del Real Zaragoza en la campaña 1942-1943, fue su debut, y lo sería dos campañas más: de 1956 a 1958. Este Moreno, que formó de interior, era Tomás Hernández, que formaría luego en el Barcelona con Basora, César, Kubala, él y Manchón.

Julio Bernad jugó 128 partidos con el club, permaneció hasta la campaña 1958-1959 (le reemplazaría Severino Reija, que ingresó en el club en la temporada 1959-1960) y luego estuvo muy vinculado al Zaragoza y a la Agrupación de Veteranos del Real Zaragoza. Lo conocí en El Cachirulo en el 75 aniversario del equipo y era un hombre cálido, con espléndida memoria y llevaba con mucho orgullo haber sido futbolista del Real Zaragoza. En el primer volumen del libro ’El largo camino hasta la Recopa’ (1995) de Ángel Aznar Paniagua hay una entrevista con él.


En esta página de Aupazaragoza pueden verse algunos de sus cromos, con ese error de Bernard por Bernad.
http://www.aupazaragoza.com/foro/viewtopic.php?f=1&t=97523&sid=49d9fba42ca5407ce785787b72665c13

11/07/2014 02:21 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DI STÉFANO, GENIO SIN MUNDIAL

DE LA SERIE 'REGATE EN EL AIRE'

El genio que no jugó un Mundial

 

Hay futbolistas que parecían de otro mundo y, quizá, de otros sueños. Futbolistas de cuento, casi invencibles, hechos de tango y de acero, que están en todas partes: arriba y abajo, en defensa y ataque, dirigiendo el juego, encorajinados, dispuestos a todo y con un verbo casi único en la boca y en el ánimo. Ganar. Ante todo: ganar. Era el verbo de Alfredo Di Stefano, quien, por lo demás, ha sido un argentino atípico: más bien lacónico, contundente y directo, dispuesto a solventar cualquier asunto por la vía rápida e incluso por las bravas.

Fue un héroe antes de que apareciese, casi, la televisión: llenaba estadios, provocaba suspiros, levantaba a los muertos. En el Madrid, y en Argentina, en sus primeros clubs, el River Plate y el Huracán, y en Millonarios de Bogotá, adonde llegó en 1949, tras una huelga en su país, para formar un equipo de ensueño, el ‘Ballet Azul’, con jugadores como Pedernera, que era uno de los ídolos celestes. En Colombia jugó al fútbol como nadie, ganó tres ligas y fue dos veces máximo goleador. En 1952, se enfrentó con su club al Real Madrid, y ya demostró quien era: un futbolista incontenible e incansable, un artista y un jabato, puro nervio, clase y carisma. El Madrid esperaría una mejor oportunidad; en 1953, tras un litigio demasiado complicado que amargó a Pepe Samitier, el Barcelona renunció a sus derechos sobre el jugador y este ingresó en el Real Madrid. No tardaría en revelarse como un futbolista ambicioso, de exquisita técnica, director de juego, líder y goleador nato. El fútbol en Europa cambió con su llegada, y con la presencia de otra estrella en el Barcelona: Ladislao Kubala, que integró una delantera mítica que cantó Serrat: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón; la citamos aquí porque con la camiseta del diez formaba un zaragozano como Tomás Hernández, ‘Moreno’.

El Real Madrid llevaba muchos años sin ganar la liga. Con Di Stéfano todo cambió. Él fue el revulsivo del fútbol europeo: trajo un nuevo concepto de juego que lo tenía casi todo. Incluso la soberbia de los monarcas del césped. Fue ‘la Saeta rubia’, un auténtico torbellino que desarbolaba a los rivales. Volaba. En once temporadas, ganó ocho ligas, cinco pichichis y cinco copas de Europa e hizo del Real Madrid –que contó con Kopa, Rial, Puskas, Gento, Del Sol, etc.- el mejor equipo del mundo. Para muchos es el jugador más completo de todos los tiempos. Para otros forma parte del olimpo de los dioses con Pelé, Cruyff, Beckenbauer y Maradona. Ahora habrá que buscarle sitio a Messi.

Quizá el gran lunar de su trayectoria es que no llegó a jugar ningún Mundial. En 1950 y 1954, por diversas razones, Argentina (con la que participó en seis partidos: ganó en 1947 la Copa de América y marcó seis goles) no acudió. En 1956, Alfredo se nacionalizó español e intervino en 31 choques y marcó 29 goles. En Suecia-1958 no estuvo España y sí fue convocado para Chile-1962, pero se lesionó en un partido de preparación. En 1966 ya se le había pasado su tiempo y estaba a punto de retirarse en el Español. Di Stéfano siempre ha tenido bula futbolística: opinaba con libertad, a su antojo, aunque no se andaba por las ramas. Podía ser provocador, poco diplomático o soltar las campanas de la indiscreción al vuelo. También conoció el triunfo como entrenador: fue uno de los descubridores de la ‘Quinta del Buitre’ y logró la Liga y la Recopa con el Valencia.

Acaba de cumplir 88 años. Los hizo el 4 de julio. Y ahora pugna por escapar de la muerte que le persigue. Venga cuando venga, hay una victoria que nunca podrá anotarse: Di Stéfano es inmortal. Está ahí, como los fantasmas de los estadios, para siempre, corriendo, burlando rivales, cabeceando o gritando a sus compañeros: “Che, boludos, perseguimos la gloria”. 

*Este texto aparece hoy en 'Heraldo de Aragón'.

 

*La foto de Di Stéfano es de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-97377319f83581398f7cd91f34771c77.jpg

 

*La foto de Kubala y Di Stéfano la he tomado de aquí:

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07/07/2014 13:35 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DI MARÍA, EL COLOSO IMPERFECTO

REGATE EN EL AIRE

 

Di María, el coloso imperfecto

 

Los favoritos están ganando por pura extenuación del rival. Ni siquiera por currículo, por veteranía o por ganas. Vencen en la prórroga, en la tanda de penaltis, en los denominados minutos de la basura y casi siempre cuentan con alguna ayuda extra: a veces la arbitral (el arbitraje es malo y casi siempre favorece a los grandes), a veces la inmensa suerte de los viejos campeones, como le ha sucedido a Brasil, a Alemania, a Francia y ayer a Argentina, esa selección tan abonada a los milagros de la fe como al mal juego. Y vencen por cansancio.

Lionel Messi era la gran esperanza argentina. Y parecía que todo había sido concebido y construido para él, para su brillo, incluso le han dado la capitanía a alguien que tiene escasa madera de líder. Es difícil hallar a un futbolista menos dotado para esa función –Messi no resistiría la comparación con Rattin ni con Pasarella ni con Maradona, ni con el ‘jefecito’ Mascherano, todo pundonor-. Quizá le dieron una puñalada por la espalda cuando prescindieron del irregular y a veces artista y genial Banega, su antiguo socio, e incluso de Pastore, otra estrella argentina frustrada en su selección. Messi, a trancas y barrancas, con apariciones fugaces de calidad, con alguna que carrera engarzada de regates y algunos disparos, ha ido salvando a la albiceleste.

Messi, herido de ánimo y diezmado físicamente en el año irregular del Barcelona, está y no está, va y viene como un alma errante, escaso de carisma, abatido en algún lugar de su misteriosa cabeza. Corre menos de lo justo, no presiona, y de cuando en cuando agarra un balón y soluciona papeletas. Hay que resignarse a su capricho. Argentina es casi menos que nada: un equipo tedioso y lento, con jugadores fuera de forma, como Gonzalo Higuaín, con otros intrascendentes y con uno que lo incendia todo y lo hace en cualquier instante: Ángel María ‘Fideo’ Di María.

Parece atropellado y lo es. Parece a punto de desplomarse y se desploma, y se levanta y toma aire. Parece desgalichado y vulnerable, como si fuera a romperse. Parece autista o egoísta, y quizá lo sea en algún instante, pero es uno de esos jugadores incansables, que parecen tener tres pulmones y una determinación feroz. Es el jugador incansable, que revienta los minutos y los fatiga, es la encarnación de la voluntad, de la constancia, de la fiereza, es el maratoniano del fútbol. Siempre quiere el balón, siempre se atreve, y se atreve a casi todo: a realizar una penosa ‘rabona’, a centrar sin precisión con la derecha, a correr y correr y buscar la verticalidad o avanzar, como si dibujase escaleras o dientes de sierra, para conectar su disparo.

Ayer, en medio de la galbana argentina, el ‘Fideo’ Di María parecía un gladiador o un dios inagotable. Lo hizo todo, incluso perder balones, soltar alguna patada a destiempo, pero siempre estaba ahí. Su juego, puro ardor, fogosidad bajo un sol de justicia, contrastaba con el de otros compañeros: con la inmovilidad de Messi, con el juego académico de Gago, que siempre teme romper un plato o el vidrio del aire. El partido era tan malo, estaba Argentina tan vacía de ideas y de ritmo (¿dónde vas, Sabella, perplejo de ti?), que Leo cogió un balón, aceleró sus regates y le sirvió un pase favorable al flaquito. El hombre que habría corrido hasta el fin del mundo por la clasificación se percató de que era su gran ocasión y disparó.

Ese gol amortigua el deshonor, la impotencia y la inoperancia de su selección, tan protegida por el azar. Dicen que el Real Madrid se plantea venderlo: él, a fuerza de músculo, de entrega y pasión por el juego, ha respondido como los grandes. Con el partido de un coloso al que no le importa ser imperfecto.

 

03/07/2014 00:47 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

CAPITANES DEL FÚTBOL

 

José Nasazzi Yarza.

“Ser capitán es un oficio distinto, un trabajo extra” sostiene Luis Villarejo, autor del libro ‘Capitanes’. Si vemos ahora el Mundial echamos en falta a esos capitanes que eran una referencia, que tomaban el mando en el campo y en el vestuario, y se echaban el equipo a la espalda ante cualquier adversidad. Uno de los grandes capitanes de todos los tiempos fue José Nasazzi Yarza, el central uruguayo que se proclamó campeón del mundo en 1930, y campeón olímpico en 1924 y 1928. Lo llamaban ‘el Mariscal’: era un portento físico, comparable al brasileño Domingos da Guia. Había trabajado de marmolista y más tarde en los casinos de Montevideo. Era viril y caballeroso, nunca destacó por su técnica, pero sí por su colocación, por su energía y por su ascendencia sobre sus compañeros. De esa época fue otro gran capitán: el francés Alex Villaplane, que sería fusilado en el fuerte de Montrouge por la resistencia francesa bajo los cargos de “asesinato, alta traición y connivencia con los nazis (en 1943, después de obtener la nacionalidad alemana, había sido nombrado teniente de las SS)”, tal como recuerda el cinéfilo y gran apasionado del fútbol Juan Tejero en su libro ‘Grandes momentos de los Mundiales de Fútbol, 1930-1974’ (T&B).

Sin embargo, el gran modelo de líder fue Obdulio Varela, ‘el negro’ Varela, el caudillo de Uruguay que asestó el ‘maracanazo’ de 1950. Poco antes del choque, un directivo uruguayo bajó al vestuario y les dijo a sus jugadores que tuvieran la dignidad de perder por menos seis goles. “Por cuatro estaría bien”, dijo. Según una leyenda popular, Varela se dirigió a los compañeros y les mostró los periódicos deportivos brasileños que habían escrito en la portada: “Brasil, campeón”. El capitán orinó sobre ellos. Y ya en el túnel, cuando empezaban a atisbarse los casi 200.000 espectadores de Maracaná, dijo: “No piensen en toda esa gente, no miren para arriba. El partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada. Nunca pasó nada. ¡Los de afuera son de palo!”. En el descanso volvió a animar a los suyos: “No nos pueden ganar. Son japoneses”, gritó. Cuando marcó Friaça y se avecinaba la tormenta local, Varela enfrió el partido: reclamó un fuera de juego, solicitó traductor y volvió a arengar a los suyos. Schiaffino y Gigghia –aquel que diría luego: “Solo tres personas han podido enmudecer al Maracaná: Frank Sinatra, el Papa y yo”- le dieron la vuelta al choque, y Uruguay obtuvo su segundo título.

Por la noche, Obdulio Varela se mezcló con los derrotados “La tristeza de la gente fue tal que terminé sentado en un bar bebiendo con ellos. Cuando me reconocieron, pensé que me iban a matar. Por suerte fue todo lo contrario, me felicitaron y nos quedamos bebiendo juntos”, confesó. Y quizá entonces, en un arrebato de sinceridad, les dijo: “Si volviéramos a jugar ese partido cien veces, lo perderíamos siempre”. En su país le regalaron un Ford, que le robaron en menos de una semana.

Los húngaros de 1954 tenían un capitán inolvidable: Ferenz Puskas, el jugador que dos años después, tras la invasión de su país en 1956, se vendría al Real Madrid y dejaba a su amigo de la infancia, el formidable medio centro Josef Boszik, para siempre. En la gran final con Alemania, Puskas jugó semilesionado y su carisma y la clase de sus compañeros sucumbieron ante el empuje, el entusiasmo y la clase de Fritz Walter, que “contagiaba a sus compañeros una sed de victoria que anunciaba el fútbol combativo de la Alemania de hoy”, según escribe Tejero. Walter tenía 34 años y era el imprescindible director de orquesta teutón, empeño que también asumía en los ‘diablos rojos’ del Kaiserlautern.

La selección inglesa de 1966, entrenada por Sir Alf Ramsey, tenía por capitán a Bobby Moore, el líbero del West Ham, probablemente uno de los defensas más elegantes de su tiempo. Beckenbuaer, el gran capitán de Alemania 1974 (reemplazaba a Uwe Seeler, que lo había sido en 1970), se fijó en él para convertirse en el jugador más elegante de la tierra y en el más decisivo desde la retaguardia. Moore poseía una técnica excelente y sosiego y sentido de la anticipación. En 1970 a Moore lo acusaron en Colombia de robar un brazalete de diamantes y esmeraldas cuando entró a una joyería, con Bobby Charlton, para comprarle un regalo a la mujer del centrocampista. Lo retuvieron cuatro días en la ciudad y cuando llegó a la concentración en México, Ramsey lo recibió con esta frase: “¿Cómo estás, hijo mío?”. El día que Inglaterra cayó, en Guadalajara, ante Brasil en un partido memorable, por 1-0, Pelé buscó a Moore para intercambiar su camiseta con él. Reconocía así a un gran rival, a un defensa inmejorable y a un gran capitán. Grandes capitanes también lo fueron Cruyff, Pasarela, Maradona, Deyna o Facchetti.

 

*Este artículo lo escribí con motivo del Mundial de Sudáfrica...

 

*La foto de Obdulio Varela la he tomado de aquí.

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01/07/2014 11:57 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

HOLANDA: MEMORIA DEL JUEGO

REGATE EN EL AIRE*
El tesoro universal de Holanda
 
[Cruyff, Jondbloed, Haan, Rensenbrink, Rijsbergen, Repp, Suubier, Jansen, Van Hanegem, Krool y Nesquens.]
EL FÚTBOL mundial tiene una deuda con la selección holandesa. Dos equipos revolucionarios fueron la Hungría de 1954, liderada por Puskas y Boszik, y el Brasil de 1970, que dirigía un Pelé maduro y en estado de gracia, pero acaso no lo fue menos la Holanda de 1974, que estremeció el planeta con una nueva renovación, que comenzó en la cabeza de Marinus Michels. Se llamó «el fútbol total»: todos atacaban y defendían, el bloque mantenía un excelente relación con el balón y era rápido, poderoso, con un increíble cambio de posiciones.
Michels armó el conjunto con dos equipos básicos: el Ajax, que había sido triple campeón de Europa, de 1971 a 1973, liderado por Johan Cruyff, pura imaginación, osadía, velocidad, sentido de la organización y remate. Y el Feyenoord, que tenía jugadores como Rijsbergen (Michels colocó a su lado a un medio del Ajax como Haan), Jensen o Van Hanegem, una zurda de oro. Contó, además, con Rensenbrink del Anderlecht en lugar de Piet Keizer, el capitán del Ajax, y se inventó un portero rarísimo y veterano que jugaba con el ocho: Jongbloed.
Con esos mimbres y una apuesta por la espectacularidad y la eficacia, Holanda cosechó elogios por doquier. En honor a la verdad, hubo otro equipo inolvidable: la Polonia de Deyna, Lato, Szarmach y Gadocha, que perdió bajo el diluvio universal ante la Alemania de Beckenbauer, que se haría con el título tras una noche de parranda de «los tulipanes». Aquel combinado tendría continuación en Argentina-1978. En la final, ante los locales y el impacto de la dictadura de Videla, sin Cruyff y con Happel en el banquillo, Holanda igualó la renta de Kempes por medio de Nanninga; Rensenbrink remató al palo en el último minuto, y en la prórroga la Naranja mecánica -con Nesquens, con Willy y René de Kerkhof, con el majestuoso Krol de líbero- cedió ante la selección albiceleste.
Diez años después, en la Eurocopa, Holanda volvió a forjar un equipo inolvidable y venció en la final, 2-0, a la Rusia de Dassaev, Belanov y Zavarov. La alineación tipo era: Van Breukelen; Van Aerle, Van Tiggelen, Ronald Koeman, Erwin Koeman; Vanenburg, Rijkaard, Wouters, Mühren; Gullit y Van Basten. Era un equipo deudor del gran Milan de Arrigo Sacchi; su estrella era Marco Van Basten, el ‘Nijinski del área’.
Una década después, los holandeses guiados por Bergkamp, Cocu y los hermanos de De Boer cayeron en semifinales y en los penaltis ante Brasil, que sería vapuleada por Francia, liderada por Zidane. En Sudáfrica-2010, Holanda volvió a llegar a la final ante una España maravillosa. Fue un partido  apoteósico e intenso, y pudo ganar cualquiera de los dos. En la prórroga más hermosa, Iniesta batió a Stekelenburg.
Holanda, con un equipo renovado, pero con tres hombres claves de entonces como Van Persie, Sneijder y Robben, acaba de colarse en cuartos con Louis Van Gaal al mando. El equipo que venció a México, con ayuda arbitral y algún error de Herrera quizá, pareció menos inspirado que el que destrozó a España en la primera fase. Eso sí, es un equipo correoso, con pinceladas de clase, que sabe que cuenta con tres figuras (o quizá con cuatro: Huntelaar posee oficio, experiencia y sed de gloria). Parece enfilado hacia las semifinales. Le espera Costa Rica, que es, con Colombia, el equipo más simpático; ambos, ticos y cafeteros tienen un plan: encarnan la modestia sin complejos, el talento dulce, la unidad de esfuerzo, las certezas del fútbol latinoamericano.
Holanda, más pragmática y sin que le sobre nada, va a por todo. Ante México demostró capacidad de reacción y calma y resistencia en la agonía. Tiene instinto, sabia veteranía, ambición y un resquemor oculto: el fútbol le debe el tesoro universal. 
*Este artículo aparece hoy en mi sección del Mundial en Heraldo de Aragón.

01/07/2014 11:49 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

JAMES RODRÍGUEZ: TALENTO Y GOL

REGATE EN EL AIRE / Antón Castro

 

Calidad pura de James Rodríguez

 

El diez en el fútbol, por lo regular, es el amo, el artista, el cerebro, ese jugador que ejerce un influjo particular sobre los demás, es el malabarista que aspira a dejar una impronta con su estética y que estimula y alimenta el juego de sus compañeros. El diez, entre muchos otros, lo llevaron Pelé, Maradona, Deyna, Zidane, Netzer u Overath. Y Zico, Platini y Eusebio. En la selección de Colombia lo lleva un joven que parece sosegado y observador llamado James David Rodríguez Rubio. James Rodríguez.

Es un centrocampista que posee una zurda precisa y elegante, capaz de desembarazarse cuando nadie lo espera. Le ocurrió a Godín: el interior o enganche recibió un balón al pecho, acomodó el control hacia su lugar natural de disparo y soltó un auténtico trallazo. El capitán charrúa pensó: visto y no visto. Muslera divisó el golpe, siguió el vuelo casi parabólico del balón, que tocó suavemente con el guante, pero nada pudo hacer. Pareció el envío de un bombardero homicida y vertiginoso que se alía con la sorpresa. Ahí empezaba la noche de James. Había saltado al campo con cara de despistado o asustado, como si no fuera un gran competidor, como si su cabeza estuviera en otro sitio, cerca de los juegos y la sonrisa de su hija Salomé, en sus estudios a distancia de ingeniería o con la bella Daniela Ospina, su mujer, una jugadora de voleibol con quien, además, comparte al perro Manolo. Pero de inmediato demuestra que está en su sitio y que es sumamente ambicioso.

James Rodríguez pertenece a los futbolistas de escuela. Suele decir que, aunque sea hijo y sobrino de futbolista, su maestro fue Carlos Valderrama, que creció viéndolo jugar y desarbolar al rival a fuerza de toques suaves, técnica y concentración. Rodríguez conoce bien la ciencia de su oficio. Su Colombia es un equipo modesto que posee ritmo, poderío y talento. La firmeza empieza en el arquero Ospina (su cuñado, que juega en el Niza) y, desde atrás, el central Yepes perfecciona la tensión defensiva y el coraje. Está ahí como el protector y el ángel guardián de sus cachorros. Por el centro, Cuadrado es un gambeteador obstinado con salida para los dos lados. En teoría, encarna la magia, la vehemencia, la seguridad del dribling. Más arriba anda Jackson Martínez, hambriento de balón, de gloria y de goles. Y en la zona del ‘trescuartista’, que mira más hacia adelante que hacia atrás, se mueve James Rodríguez. Su bota es un guante, es sutil y poderosa; su aspiración es el gol, pero también tiene otras virtudes: entiende que el fútbol es una sinfonía de equipo, y que lo determinante es un bloque de imaginación y artillería, de sacrificio, intensidad y rigor. James Rodríguez no solo ha marcado cinco tantos: ha cedido dos, al menos, a Jackson Martínez.

Un jugador así no nace de la nada. Un Mundial es un escaparate que exhibe y proyecta la clase de los más grandes. Él empezó en su país, se hizo en Banfield, fue adquirido por el Oporto, donde marcó más de 30 goles en un centenar de partidos; el año pasado, por 45 millones de euros, lo compró el Mónaco, y ahí juega con su paisano Falcao. Había sido internacional en todas las categorías con un rendimiento deslumbrante. Fue elegido el mejor jugador de las eliminatorias de Sudamérica y el mejor del Mundial de Brasil-2014 de la primera fase.

Trabaja, defiende, crea armonía y belleza en el juego y remata. Lo que más llama la atención, tal vez, es su madurez, su sosiego, su determinación y su plasticidad. No se encoge y dicen que desentona en los bailes de grupo. Ojalá tenga otra buena noche ante Brasil, que tiene la suerte de los campeones, y siga dándole la razón a Tabárez y al luso-brasileño Deco, que dijo de él: “James tiene una calidad pura, algo hermoso”.

Con su hija Salomé.

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Con Daniela Ospina:

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*Este texto aparece hoy en mi sección de 'Heraldo de Aragón'.

30/06/2014 11:19 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

BRASIL TEMBLÓ ANTE CHILE

REGATE EN EL AIRE / Antón CASTRO

 

Saudade o el equipo traicionado

 

El Brasil de 1950, aquel que sucumbió a la clase de Obdulio Varela, Schiaffino y Gigghia, tenía una gran estrella: Ademir, máximo goleador con nueve tantos. El de 1958 y el de 1962 contó con Garrincha y Pelé, y aquella ‘folha seca’ de Didí, un centrocampista exquisito de bigote delineado casi como un húsar. Pelé jugó, además, en 1966 y 1970, donde la ‘canarinha’ firmó un fútbol increíble: fue la máquina coral de la fantasía. Sus futbolistas parecían virtuosos de ese instante anhelado en el que el fútbol tiene música.

El Brasil de 1974 fue un equipo de transición que contó con Luiz Pereira, con Leivinha, el maestro de la bicicleta, y con un veterano Rivelinho, que tenía un juego otoñal y elegante y conservaba aquel trallazo que agitaba el ánima de los estadios. En 1978 apareció Zico, al que llamarían el ‘Pelé blanco’. En España-1982, Brasil parecía llamado a nuevas gestas, pero su media de seda y de lujo (Zico, en plenitud, Toninho Cerezo, Falçao y el doctor Sócrates, el hombre que taconeaba como un bailarín de claqué y flamenco) se estrelló contra Italia y contra su propia suficiencia; en una tarde aciaga, Paolo Rossi nos destrozó nuestro pobre corazón. Fue, sin duda, una oportunidad perdida y el origen de una saudade indefinible. En 1986 Brasil cayó en cuartos de final, y sus estrellas podrían llamarse Careca, Müller o Alemao. Futbolistas correctos, más aplicados que geniales. En 1990, Brasil se estrelló contra Maradona en la segunda ronda. Cuatro años después, un equipo desnaturalizado y físico, a pesar de sus delanteros Bebeto y Romario, conquistó el título a Italia en los penaltis. Dunga fue ‘el panzer’ del colectivo, aunque el sostén era la calidad y el sentido táctico de Mauro Silva y la imaginación de Zinho. Ocho años más tarde, en Corea, Brasil logró su quinto título y alineó a tres figuras indiscutibles: Ronaldo, Ronaldinho y Rivaldo.

Desde entonces, Brasil ha ido de aquí para allá, más bien a la deriva, desconcertado y desconectado de su tradición. Brasil ni ha sido ni una cosa ni otra, ni puede decirse que haya enamorado jamás: ni con Kaká, ni con la promesa interrumpida Robinho ni con aquella flor de pocos días que se llamó Adriano.

El Brasil de ahora también es un equipo deshilvanado y ramplón. Carece de patrón de juego: ni tiene la ingeniería celeste de los tradicionales futbolistas del aire, que mezclaban el ‘jogo bonito’ y la samba, ni posee un organigrama sólido que sepa poner en marcha el fútbol físico que parece proponer Scolari. Sus jugadores parecen peores en bloque: si Neymar había levantado pasiones, había dado a entender que podía ser el futbolista del campeonato, ayer todo fue un naufragio. A Brasil solo se le aguanta con una bolsa de pipas gigante y mucha cerveza. Ayer nadie, nadie, salvo atrás y en instantes concretos David Luiz y Thiago Silva, dio sensación de pertenecer a la cadena de futbolistas que va desde Domingos da Guia y Ademir hasta Neymar Jr. Y no solo eso: la fortuna estuvo de su parte, en el remate final de Pinilla y en la suerte de los penaltis, donde Claudio Bravo pareció siempre un poco precipitado, incluso en el disparo que paró. Chile aguantó, supo jugar contra la adversidad de un gol en contra, igualó y estuvo a punto de provocar algunos suicidios en el país de Pelé.

Brasil es una fábrica de forofismo. Y de desmesura nacional. El país, azotado por relámpagos de miseria e injusticia en todas las regiones, ha constatado, de nuevo, su condición trágica, incluso ganando. El equipo se mueve en el filo de la navaja y solo se estremece de veras cuando entona el himno nacional. Solo en ese momento, Brasil es el Brasil de siempre. Aquel que pretendía hacer del fútbol una de las bellas artes.

 

*Este texto aparece hoy en HERALDO.

La foto de Ademir, la tomo de aquí:

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La foto de Zico la tomo de aquí: 

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29/06/2014 13:31 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

BOBBY MOORE Y SU SECUESTRO

REGATE EN EL AIRE

 

El incidente ingrato de Bobby Moore

Los Magníficos, como recuerda Rafael Rojas en un excelente libro de Doce Robles, cumplen medio siglo. En el reportaje que firmaban Chema R. Bravo y Joan F. Losilla para HERALDO aparecía una foto de Bobby Moore (1941-1993), capitán del West Ham y de la selección inglesa que ganó el Mundial de Inglaterra-1966. Si ahora se habla mucho del mordisco de Luis Suárez y del conflicto diplomático que se podría derivar de su expulsión y multa, antes hubo otro caso muy curioso que tuvo por protagonista al propio Moore.

En vísperas del Mundial de México-1970, los británicos, con su preparador Sir Alf Ramsey a la cabeza, decidieron jugar dos partidos de aclimatación en Colombia y en Ecuador. Instalaron su centro de operaciones en el hotel Tequendama de Bogotá. Tras enfrentarse a Colombia, Bobby Charlton, la otra gran estrella inglesa, y Moore entraron en la joyería Fuego Verde del edificio. Al parecer, Charlton quería llevarle una sorpresa a su mujer. Ambos, ricos y famosos, miraron y miraron pero nada les convenció. Cuando salían de la tienda sin comprar nada, la dependienta Clara Padilla acusó al defensa de haber robado un valioso brazalete de oro. Reclamó la presencia de dos agentes; también acudió el preparador Ramsey. Los futbolistas se ofrecieron a ser registrados. En teoría, punto final a un incidente ingrato.

Se intentó que aquello no trascendiese, pero no solo trascendió sino que se agravó con la detención del propio Moore al regresar de Ecuador al aeropuerto de Bogotá. El juez Pedro Dorado ordenó que el capitán británico no se moviera de la capital: había aparecido un testigo, Álvaro Suárez, que decía haber visto a través del escaparate cómo el líbero se había metido el brazalete en el bolsillo izquierdo de su chaqueta. El equipo inglés debía partir hacia México. Respaldado por el embajador británico en la capital, se logró que Moore no fuese a la cárcel, sino que quedase en casa de un miembro de la Federación de Fútbol de Colombia bajo arresto domiciliario.

Entrenaba a las seis y media de la mañana en el campo de Millonarios y en tres días perdió tres kilos. Mientras, en México sus compañeros no daban crédito a lo que estaba ocurriendo. Ante el juez, Clara Padilla y Álvaro Suárez se contradijeron. El Gobierno de Londres se significó ante la falta de pruebas, “tras hacer entrega (...) de una fuerte fianza y con intervención directa del primer ministro Harold Wilson” (tal como escribe Alfredo Relaño en ‘Tantos Mundiales, tantas historias’. Córner, 2014), el juez decretó la libertad de Moore. Eso sí, entonces, el caso ya había saltado a los periódicos y se barajaban diversas hipótesis. Para unos era una conspiración contra el campeón del mundo, para otros había sido un intento de chantaje económico o un crimen más o menos organizado por mafias de las esmeraldas, a las que pertenecían Ramos y Suárez, como se supo luego. Incluso hubo quien sugirió que era una venganza contra Ramsey que había llamado “animales, animales” a los argentinos en 1966.

Por fortuna, Moore pudo incorporarse a su selección y jugó cuatro partidos. En cuartos de final, Alemania e Inglaterra dirimieron su pase a semifinales en un choque que parecía la repetición de la final de 1966. En la prórroga, vencieron los germanos 3-2: aquel día Beckenbauer fue superior a Bobby Charlton, los alemanes neutralizaron el 0-2 de los ingleses y ya en la prórroga, antes de una decisiva volea de Gerd ‘Torpedo’ Müller, a Hurst, el héroe del 66, le anularon un gol claro. Gordon Banks, ‘el Chino’, se había puesto malo; lo sustituyó Peter Bonetti, que no tuvo la mejor tarde de su vida. Moore se fue a casa con la camiseta de Pelé y con su mejor elogio: “Fue el defensa que mejor me marcó en mi vida”. 

 

*Este texto se publicó ayer en HERALDO. 

TRES MAGNÍFICOS EN LA SELECCIÓN

[Durante los años 60, el club de fútbol Real Zaragoza vivió una de sus etapas más gloriosas, con Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra en la delantera. Aquella época es recordada como la del equipo de Los Magníficos. ’Magníficos. La edad de oro del Real Zaragoza’, que ahora publica la editorial Doce Robles, es un homenaje a los Cinco Magníficos y al cincuenta aniversario de la primera vez que jugaron juntos, el 22 de abril de 1964. En el libro, el periodista Rafael Rojas analiza y repasa aquellos años inolvidables para el club blanquillo, más de 300 páginas con amplia documentación y numerosas fotografías. Además, el libro incluye un prólogo del bibliófilo y escritor José Luis Melero. Nota editorial de Doce Robles. Publico aquí una selección de fragmentos, que me ha enviado Rafael Rojas a petición mía, sobre la presencia de los jugadores aragoneses en el Mundial de 1966.]

TRES MAGNÍFICOS EN INGLATERRA-1966, CON ESPAÑA

 

Por Rafael ROJAS*


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Concluida la temporada de clubes, todas las miradas se ponen ya en el inminente Mundial, donde España, pese a no partir con la condición de favorita, restringida a Brasil e Inglaterra, quiere hacer valer su condición de campeón continental. José Luis Villalonga propone una lista de veintiséis jugadores de los que deberá descartar a cuatro. El seleccionador explica que “he elegido a los mejores jugadores de los mejores clubes, es decir un bloque de los cuatro equipos en mejor forma, Atlético de Madrid (Adelardo, Glaría, Rivilla, Ufarte), Real Madrid (Amancio, Betancort, Gento, Pirri, Sanchís, Zoco), Zaragoza (Lapetra, Marcelino, Reija, Villa, Violeta) y Barcelona (Eladio, Fusté, Gallego, Olivella, Reina, Rifé, Zaldúa), y he añadido individualidades indispensables en el fútbol español, Iríbar (Athletic), Del Sol (Juventus), Peiró y Suárez (ambos en el Inter).

 

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Santamaría se queda sin Mundial

La víspera del Real Zaragoza-Athletic, Villalonga descartó a catorce jugadores de la lista inicial de cuarenta. Entre ellos, el zaragocista Paco Santamaría. Daucik discrepó de la decisión de su colega: “El seleccionador comete una injusticia no llevando a Santamaría a Londres, porque es el mejor de España en su puesto”. El central santanderino también expresó su descontento: “Considero que desde hace un par de temporadas se debía haber contado conmigo y creo que actualmente soy el central que está jugando con más regularidad”. 

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La eterna concentración del combinado español en el hostal del Peregrino de Santiago de Compostela empezó el 1 de junio, aunque los jugadores participantes en la final de Copa no se incorporaron hasta el día 6. Villalonga eligió Galicia por la supuesta semejanza entre el clima del norte de España y el que se van a encontrar en Inglaterra. “Con tablas higrométricas y de temperatura en la mano, tanto de Birmingham como de varios lugares españoles, llegamos a la conclusión de que Santiago de Compostela era el más parecido, el de clima más adecuado”, afirmó el seleccionador. Una precaución seudocientífica que se revelará inútil. La concentración gallega transcurrió como se espera, pasada por agua, tanto que será conocida como ‘el arca de Noé’ por los cuarenta días de lluvia. Sin embargo, nada más aterrizar en Inglaterra el grupo se encontró con un tiempo espléndido que se prolongó durante todo el campeonato. Nada de lluvia, sino todo lo contario, un sol radiante.

[Forman: Iríbar; Sanchís, Reija, Gallego, Zoco, Glaría; Amancio, Adelardo, Marcelino, Fusté y Lapetra.]

 

 

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El 29 de junio, Villalonga anunció sus cuatro descartes, los zaragocistas Villa y Violeta y los barcelonistas Rifé y Zaldúa, con la lógica decepción de los excluidos. Así pues, Lapetra, Marcelino y Reija representaron al Real Zaragoza en el Mundial de Inglaterra, donde llevaron los dorsales 22, 9 y 15, respectivamente. Uno de los mundialistas, Reija, rememora todavía con estupor la decisión del técnico: “La ausencia de Villa y Violeta fue una auténtica injusticia; debieron estar en el Mundial; nadie puede dudar de la calidad de los que fueron, todos eran excelentes futbolistas, pero en ese momento no estaban ni mucho menos mejor que Villa y Violeta”. El volante zaragozano sostiene que Villalonga tenía decididos desde el principio los nombres de los futbolistas cortados: “A los cinco días de estar en Santiago yo ya sabía que no iría al Mundial; había jugadores que tenían mucha influencia en el seleccionador y conocían los descartes”. Violeta lo tiene claro, como tiene claro que “se cometió una verdadera injusticia con los jugadores del Zaragoza”.

Villa comparte la sensación de injusticia. Pero su desilusión por la composición del grupo y su fuerte carácter le llevó más allá, incluso a autodescartarse: “Vi que no se confiaba en los jóvenes que habíamos ganado la Eurocopa; la presión de la prensa de Madrid y Barcelona motivó la convocatoria de jugadores veteranos que llevaban años fuera de la selección; Villalonga lo estaba pasando muy mal, todo el día preguntándole todo el mundo por los descartes; un día le dije: ‘mire, míster, yo ya estoy harto de esto; esta temporada lo he ganado todo con el Zaragoza y lo que quiero es irme a la playa con mi mujer y mis hijos; por mí no tenga ningún problema, lo está usted pasando fatal y en vez de cuatro problemas ya solo tiene tres’; así se lo dije; había un ambiente fatal”.

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Una decisión sorprendente a las puertas de jugar la competición más apetecible para cualquier futbolista: “Claro que me hubiera hecho ilusión jugar el Mundial, pero jugando los que habíamos ganado la Eurocopa; lo que más me gusta en el mundo es el fútbol, pero en la vida hay que ser realista y cuando una cosa no puede ser, pues no puede ser; y me dio mucha pena por Villalonga, al que conocía desde que llegué al Madrid con dieciocho años, porque era una buenísima persona; pero le volvieron loco”, explica Villa.

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La confesión de Villa, realizada los primeros días de febrero de 2014, casi cuarenta y ocho años después de su descarte, no tiene nada de pose, ni mucho menos es producto del resentimiento. En septiembre del 66, dos meses más tarde de la cita mundialista, el ‘10’ del Real Zaragoza ya se explicaba en parecidos términos al ser preguntado por el supuesto disgusto provocado por no ir a Inglaterra: “¡Qué va!, no tuve ningún disgusto; la temporada había sido muy agotadora y lo que tenía era deseos de irme a mi casa a descansar con los míos; entre otras cosas porque los que estábamos en Santiago presentíamos lo que iba a suceder; lamenté muchísimo el flojo rendimiento de la selección, pero insisto, no tuve ninguna rabieta; como futbolista había tenido ya grandes satisfacciones conquistando mi equipo el título de campeón de España”.

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            Gento: “Lapetra es mejor que yo”

“¿Lapetra es mejor que Gento o Gento es superior al ‘ye-yé’ maño?”. “Lapetra es mejor que yo”. “¿Falsa modestia?”. “No, la verdad”. Así de contundente fue el internacional cántabro, el futbolista con más Copas de Europa en su palmarés, al referirse a su rival por el ‘11’ de la selección. Las declaraciones de Gento fueron publicadas el 5 de junio de 1966 en El Mundo Deportivo.

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Birmingham, centro neurálgico de la delegación española en tierras ingleses, recibió a la expedición con un tiempo espléndido, diametralmente opuesto al esperado por Villalonga y sus veleidades seudocientíficas. Los aficionados británicos tenían muy frescas en la memoria las actuaciones del Real Zaragoza en competición europea, en especial el memorable partido ante el Leeds, localidad situada a escasos 200 kilómetros de Birmingham. Reija lo recuerda bien: “Teníamos una gran reputación en las islas; allí nos habíamos enfrentado a los mejores equipos  y nadie se explicaba cómo el Real Zaragoza no era la base de la selección”.

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En contra de cualquier tipo de lógica deportiva, ninguno de los tres zaragocistas fue de la partida en el encuentro ante Argentina, en el debut mundialista de España. Eladio ocupó el lateral izquierdo, mientras que Peiró y Gento desplazaron al banquillo a Marcelino y Lapetra. Villalonga traicionó sus principios, se dejó llevar por los nombres de los clubes más que por la calidad de los futbolistas y tomó tres decisiones poco comprensibles, ya que Reija era el ‘3’ más en forma del fútbol español y los dos delanteros zaragocistas venían de completar una temporada soberbia. Marcelino y Lapetra se quedaron fuera del equipo por primera vez desde marzo de 1964, después de once encuentros consecutivos como titulares.

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La derrota ante los argentinos no modificó en sustancia los planteamientos del seleccionador, que apenas introdujo dos variantes, una obligada por lesión (Reija por Eladio) y otra por decisión técnica (Amancio por Ufarte). El sentir general era que la delantera ha fracasado y muchas voces sugirieron el regreso de Marcelino y Lapetra, pero Villalonga repitió ante Suiza con Peiró y Gento. La victoria en Sheffield ante los suizos (2-1), con una excelente actuación de Reija, dejó abierta la puerta de la clasificación para cuartos de final, pero el tercer enemigo en el grupo era Alemania, siempre temible, con Beckenbauer, Seeler, Schnellinger, Emmerich, Overath, Weber… Un rival de cuidado. El pobre rendimiento de los dos primeros partidos descargó de argumentos a Villalonga, forzado a dar marcha atrás en sus planteamientos. Del equipo inicial ante Argentina solo permanecieron ante Alemania cuatro jugadores: Iríbar, Sanchís, Gallego y Zoco. Mantuvieron su puesto los que entraron nuevos ante Suiza (Reija y Amancio) y se incorporaron Glaría, Adelardo, Marcelino, Fusté y Lapetra, que mandaron al banquillo a Pirri, Del Sol, Peiró, Luis Suárez y Gento. Todas las vacas sagradas, con los tres ‘italianos’ incluidos, pasaron a la reserva. Una verdadera revolución como única forma de intentar el milagro.

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Las crónicas del decisivo España-Alemania coinciden en destacar la recuperación del equipo español, mucho más dinámico que en las dos ocasiones anteriores, con una velocidad y un coraje desconocidos en las primeras apuestas del seleccionador. Fusté, en el minuto 24, culmina una acción entre Lapetra y Marcelino para adelantar a España, que necesita la victoria para clasificarse. Poco antes del descanso se producen dos acciones decisivas en el desarrollo del partido. Primero, un afortunado gol de Emmerich e, inmediatamente después, una alevosa entrada de Schnellinger a Adelardo que termina sin sanción para el defensor germano y con el interior extremeño lesionado para el resto del partido.

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Con diez más Adelardo prácticamente arrinconado en una banda, España se lanza a por la victoria con decisión, con todo, en una ofensiva de la que también participan sus defensas. Sin embargo, una acción aislada de Seeler, previa falta de Emmerich a Sanchís, termina en gol y con las esperanzas españolas. Es el minuto 83 y no quedan ni tiempo ni energía para la remontada. España pierde y se despide del Mundial, al que había llegado con la vitola de campeona de Europa y como alternativa a las dos grandes favoritas, Inglaterra y Brasil.

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Ante Alemania, los tres futbolistas del Real Zaragoza completaron un soberbio encuentro, como refleja la crónica de El Mundo Deportivo: “Reija, un verdadero fenómeno de capacidad técnica y estratégica; Lapetra, muy inteligente en la tarea que le había sido asignada; Marcelino, tan peleón como acostumbra y más habilidoso en esta ocasión”. Precisamente Marcelino, en noviembre de 2001, recordaba en Equipo el Mundial como una oportunidad perdida: “Teníamos un equipo con gente joven que podía haber hecho un papelón en Inglaterra, incluso ser campeones del mundo, pero todo estaba muy politizado y a la selección no siempre iban los mejores; nosotros le dimos a España más que España a nosotros”. En la actualidad, Villa aún lamenta lo que pudo ser y no fue: “España hizo el ridículo espantoso; cuando veía a Lapetra y a Marcelino de suplentes no me lo podía creer; había muchos intereses que nada tenían que ver con aspectos deportivos; el Zaragoza debería haber sido la base de la selección, teníamos la edad ideal y estábamos en nuestro mejor momento”.

 

*De su libro ’Magníficos. La edad de oro del Real Zaragoza".

 

**En la primera foto aún están Violeta, Villa, descartados luego, y Reija, Marcelino y Lapetra.

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***Uno de los equipos que formó con los tres zaragocistas.

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29/06/2014 13:02 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

JUST FONTAINE: EVOCACIÓN Y GOL

REGATE EN EL AIRE

 JUST FONTAINE SIGUE EN SUS TRECE

 

 

Cristiano Ronaldo, melancólico y abatido, se ha ido del Mundial por la puerta falsa: no calibró que ante Ghana, con un poco de constancia y más determinación y acierto, quizá habrían logrado el sueño difícil. Luis Suárez, el astro charrúa, ha cometido otro inmenso error; ahora su país lo arropa y lo defiende, alude a una conspiración universal, pero será objeto de escarnio. Su nuevo mordisco es una patada en la boca del estómago de la historia heroica de Uruguay. Ellos estaban llamados a ser grandes goleadores. Alemania se ha desinflado un poco. Como Francia, Brasil y Argentina; tampoco era para tanto, pero alguien tendrá que ganar. Y en este torneo de tantos goles se seguirá hablando de la posibilidad de que Miroslav Klose se convierta en el máximo goleador de los mundiales, aunque él habrá necesitado de cuatro presencias para alcanzar el récord de 16 dianas.

La gran gesta, en realidad, fue la de Just Fontaine, que logró el milagro “o la gran broma” de marcar trece tantos en Suecia-1958. Hijo de normando y de madre española, había nacido en Marrakech en 1933, se había formado en su ciudad y más tarde en Casablanca. El ídolo de su niñez era el inolvidable  Ben Barek, que hizo grande a Marruecos y al Atlético de Madrid. Pronto lo fichó el Niza y más tarde, cuando el Real Madrid se quedó deslumbrado con el regate y la clase de Raymond Kopa, lo contrató el Stade de Reims, donde dejó una hoja de servicios impresionante: ganó dos títulos de Liga en 1958 y 1960, y a la vez fue el máximo goleador. Dice Jorge Luis Borges que a veces un solo hecho define la vida completa de un hombre. A Fontaine le define el campeonato de Suecia: al parecer iba como reserva y parecía más un pescador con su caña al hombro o un turista que el máximo artillero de Francia. Su compañero René Bliand se lesionó y él entró en el equipo, le cedió sus botas el suplente Stéphane Bruey. Jugó seis partidos, hasta las semifinales, y cosechó trece tantos. En todos los choques marcó un gol, algo que también haría años después Jairzinho.

Aquella Francia era temible: ganó todos sus partidos, a menudo por goleada (ante Paraguay venció por 7-3; a Alemania, la campeona del mundo, le endosó 6-3), salvo una derrota ante Brasil, y la clave estaba en la calidad de su plantilla, en individualidades como Kopa, Piantoni o Vincent, y en la efectividad de Fontaine. Logró siete goles con la derecha, cinco con la izquierda y uno de cabeza. Tenía (y tendrá aún: vive) un finísimo sentido del humor. Dijo una vez: “Salto tanto para rematar de cabeza que cuando bajo tengo nieve en el pelo». Raymond Kopa, que fue elegido el mejor jugador de la competición, daba una explicación más coherente: “Fontaine era el delantero que se adaptaba perfectamente a mi juego. Él percibía perfectamente lo que yo hacía, y yo estaba seguro de encontrarlo al otro lado de mis regates».

Fontaine lo hacía casi todo bien: disparaba desde cualquier posición, poseía una magnífica finta, arrancaba cuando menos se lo esperaba el defensor y tenía una estrategia especial para burlar al arquero. Más en serio, Fontaine dijo: “La clave de mis goles fue que no me conocían demasiado». Fontaine jugó en la selección durante una década, en 21 partidos marcó 30 goles y se retiró a los 28 años por lesión. Entrenó a la selección ‘bleu’ en dos partidos de 1967 y estuvo en la de Marruecos entre 1978 y 1981. Le gusta relatar, con ironía, una broma que inventó Mario Zatelli, delantero del Olympique de Marsella: «Una momia librada de sus vendajes pregunta en cuanto abre los ojos: “¿Se ha batido el récord de Fontaine?”. Después de los siglos de los siglos, la respuesta sigue siendo: “No”». Ahí seguimos.

 

*Este texto aparece hoy en Heraldo de Aragón. Las fotos las tomo aquí:

-http://www.gannett-cdn.com/-mm-/f209a3d136d37acf6a9268f466f7e736f7fa6af2/c=0-20-2000-1524&r=x383&c=540x380/local/-/media/Indianapolis/Indianapolis/2014/06/04//1401884744007-AP134603081903.jpg

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27/06/2014 12:51 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

'GOLAZO' Y UN CUENTO DE PISÓN

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Felisa Ferraz cuenta: "Hace unos meses descubrimos ‘Golazo’, una iniciativa que se desarrolla en Cali con el fin de alejar a los niños de la violencia callejera y el absentismo escolar por medio del fútbol. La Fundación Carvajal, que tiene mucho prestigio en Colombia, junto con Ayuda en Acción, son las instituciones que están detrás de esta idea”. Así ha nacido el libro 'Golazo', que se presenta el miércoles 25, a las 20.00, en la Aljafería. El volumen lleva unas espectaculares fotos de José Calvo que encarnan el más modesto e infinito sueño del fútbol.

Este es uno de los cuentos de Ignacio Martínez de Pisón: 


LA GLORIA DEL SUPLENTE


Ignacio Martínez de Pisón

No hay ningún niño que en algún momento no haya querido
ser futbolista. No lo había al menos entre mis compañeros de
colegio. Después, la escasa destreza con el balón y las malas
condiciones físicas iban poniendo a cada uno en su sitio y
apartando de esa afición a muchos de ellos. Yo, que ni era
hábil con el balón ni destacaba por mi fuerza, mi estatura o mi
velocidad, perseveré durante anos en la práctica de un deporte
que no estaba hecho para mí. ¿Cómo me las arreglé para
conseguirlo? Muy sencillo: conformándome con el papel de
suplente. Mientras todos ansiaban jugar, yo aspiraba a ver todo
el partido desde el banquillo. Acompañaba al equipo, me vestía
como el equipo, hacia los ejercicios de precalentamiento con
el resto del equipo. Me sentía parte del equipo porque de hecho
lo era. Pero, por el bien del propio equipo, siempre confiaba en
que no faltara ninguno de los que jugaban bien y el entrenador
no tuviera que recurrir a mí. Si este alguna vez, por lastima
o necesidad, me hacía saltar al campo los últimos minutos,
yo procuraba pasar inadvertido, alejándome de la jugada,
escondiéndome detrás de los jugadores rivales.
Fui suplente del equipo de mi colegio durante dos o tres anos.
Que no tuviera la menor intervención en las victorias o las
derrotas no les restaba trascendencia. Aunque no hubiera
participado en el partido, la dicha de la victoria me pertenecía
en la misma medida que el dolor de la derrota. ¿Por qué no habría
de ser así? Si los seguidores de un equipo consideran suyas las
victorias y las derrotas, con más motivo yo, que al fin y al cabo
formaba parte de la plantilla.
La vida de la mayoría de los futbolistas profesionales es bastante
más desdichada y precaria que la de esas estrellas del futbol
que estamos acostumbrados a ver en la televisión. Soñar con
convertirse en futbolista puede que sea preferible a convertirse
en futbolista. Todos los niños del mundo tienen derecho a
sonar. Hay que alimentar esos sueños, capaces de florecer en
esos campos de tierra y esos lodazales en los que siempre ha
brotado la autentica épica del futbol. Que solo unos pocos
puedan luego ver enteramente cumplidos sus sueños no es
razón para desanimarse. Esos pocos seguirán siendo un modelo
para la siguiente generación de niños, que siguiendo sus pasos
descubrirán también el valor del esfuerzo y el compañerismo y
disfrutarán sin duda de no pocos momentos de gloria. Aunque
sea de la modesta gloria del suplente.

25/06/2014 09:22 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

XAVI, EL CEREBRO Y SU MELODÍA

REGATE EN EL AIRE

 

Xavi: el cerebro y su melodía

 

El adiós de España, en esta primera fase, supone la despedida de Xavi Hernández de la selección. Es el adiós de un futbolista imperial que ha marcado un estilo a partir, sobre todo, del campeonato de Alemania-2006. Aunque ya había debutado en Japón y Corea del Sur-2002, sería cuatro años después cuando demostrase su gran clase, su personalidad, su inteligencia y una estética singular basada en el amor al balón, en la depurada técnica, en la triangulación incesante y en un peculiar sentido del ritmo.

Xavi es un futbolista de la estirpe de Panizo, Manolo Velázquez, Lapetra o Luis Suárez. Le costó hacerse con un sitio en el espléndido Barcelona de Frank Rijkaard, liderado por Márquez, Deco, Eto’o y Ronaldinho, especialmente, pero en cuanto le dieron confianza empezó exhibir su clase, y fueron muchos quienes han elogiado su pierna derecha. Cruyff le afeó hace años a Iván de la Peña que careciese de pierna izquierda, pero a Xavi le bastó solo una para tocar el cuero, marcar la pauta, dominar la confusión; la otra era un apéndice para correr o el punto de apoyo: nadie ha sabido dar la vuelta sobre sí mismo y esclarecer de golpe, con ese gesto sencillo, el espacio. Entonces levantaba la cabeza e iniciaba la avanzadilla, toque a toque.

Xavi Hernández fue determinante en la Eurocopa de Austria y Suiza-2008. Allí, con sus movimientos, con su inmensa capacidad de trabajo y con esa facultad inefable para interpretar el juego y ordenarlo a su antojo, fue el centrocampista más imaginativo: el perfecto director de juego. El arquitecto del verdín. Fue elegido el jugador del campeonato con toda justicia y desquició a Ballack, con suavidad, acariciando el balón de lado a lado, moviéndose de forma invisible.

Algo parecido hizo en el Barcelona de Guardiola. Era la encarnación de la voluntad de Pep. Siempre ha sido elegante, espontáneo, ha sabido asociarse y buscar la luz del último pase, y no le importaba rondar el marco contrario. En el remate ha sido un poco conservador: hubo instantes en que Xavi habría podido ser tan decisivo y tan goleador como su compañero Deco.

En el Mundial de Sudáfrica-2010 Xavi estaba en su apogeo y en su madurez. Había sido elogiado por doquier, y lo sería aún más cuando asumió el gobierno de un equipo espectacular, que buscaba la plasticidad, que quería adueñarse del juego y hermosearlo, y que ganaría el título ante Holanda. Xavi estuvo a un nivel muy alto en un torneo exigente en el que España puso sobre el terreno su técnica, el arte del control, la paciencia y un indesmayable sacrificio.

Xavi siguió acaparando elogios y premios. Del Bosque reconoció que era “la bandera de la selección en el campo”. El equipo dependía de su lucidez, de su ambición, de su ritmo, de la armonía de su manual de geometría. Otros han dicho que en la selección  jamás ha habido un jugador tan importante como él, tan carismático, incluso desde el silencio. Hasta Pelé aseguró que con él y con Iniesta habría sido mejor.

El último gran momento de Xavi fue en la Eurocopa de Polonia y Ucrania-2012. Pareció no estar a su máximo nivel, pero en la final fue la gran estrella. Realizó un partido magistral: se disfrazó de mago, vio huecos que solo él podía ver, inventó pases y desarmó a Pirlo y a sus compañeros. Xavi, el centrocampista técnico, la brújula de todos los pases, ha hecho más kilómetros que nadie. No ha llegado bien a Brasil y se irá a Catar. Con su amarga despedida, también se adhiere al recuerdo una sensación indeleble: la memoria del buen fútbol y la culminación de un sueño imposible, que han diseñado Luis Aragonés y Vicente del Bosque, y que han ejecutado un puñado de futbolistas condenados a la inmortalidad.

 

*Este texto aparece hoy en mi sección 'Regate en el aire' de Heraldo de Aragón. La foto es de Wikipedia.

22/06/2014 18:23 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LUIS ALEGRE ESCRIBE DEL MEDIO SIGLO DE 'LOS MAGNÍFICOS'

 

LOS MAGNÍFICOS”, EL EQUIPO MÁS BRILLANTE DE LA HISTORIA DEL REAL ZARAGOZA, OCUPAN UN LUGAR DE HONOR EN EL IMAGINARIO ARAGONÉS. SE CUMPLEN 50 AÑOS DE SUS PRIMERAS GESTAS.

Un concierto de Stradivarius

 

Por Luis ALEGRE. Texto aparecido el domingo en Heraldo de Aragón

El miércoles 24 de junio de 1964 el nombre de Zaragoza se escuchó con mucha fuerza en toda Europa. Esa tarde el Real Zaragoza entrenado por Luis Belló se proclamó campeón de la Copa de Ferias al batir al Valencia en el Nou Camp. Unos días después, el domingo 5 de julio, en Chamartín, el Zaragoza volvió a tumbar a un grande de la liga española, el Atlético de Madrid, y logró por vez primera la Copa de España, llamada entonces del Generalísimo. Se cumplen 50 años de esos días asombrosos que empujaron la leyenda de “Los Cinco Magníficos”.

El apodo, muy afortunado, evocaba a “Los Siete Magníficos”, el western de John Sturges estrenado en Zaragoza tres años antes. “Los Cinco Magníficos” eran los miembros de la delantera prodigiosa: Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. Pero es más justo hablar, en general, de “Los Magníficos”, para incluir a Yarza, Cortizo, Irusquieta, Manolo González, Santamaría, Reija, Pais, Isasi, Pepín o José Luis Violeta. “Los Magníficos” fueron, al menos, 15. Entre 1963 y 1967 el Zaragoza disputó dos finales de la Copa de Ferias –de la que ganó una-, unas semifinales y unos cuartos de final de la Recopa de Europa y cuatro finales consecutivas de la Copa del Generalísimo, de la que ganó dos. Francisco Franco llegó a preguntar si su Copa la jugaba siempre el Zaragoza y otro más. El fútbol de ese equipo maravilló a Europa y marca un techo en la historia del Real Zaragoza.

He contado miles de veces que yo tendría cuatro años cuando, en el Barranquillo de Lechago, vi a mi padre Alberto y a mi tío Luisito volverse locos de alegría al escuchar en Radio Zaragoza un gol de “Los Magníficos” cantado por Paco Ortiz. Mi padre y mi tío me comían a besos. No me cabe duda de que ahí comenzó mi relación enferma con el Real Zaragoza. En el bar de mi tío Eduardo había un póster que yo miraba y remiraba con la boca abierta. Era la formación que había conseguido la Copa del Generalísimo ante el Athletic de Bilbao en 1966. No puedo recordar cómo jugaban “Los Magníficos”. Pero esos tipos trastornaron mi vida.

Yo no había salido de Lechago. Para mí Zaragoza era una foto en blanco y negro de “Los Magníficos”, el lugar mítico en el que vivían mis ídolos. A mediados de la década de los 60 Zaragoza tenía unos 350.000 habitantes y Lechago unos 200. Ya había comenzado la desbandada. Muchos de Lechago se marchaban a Zaragoza, Valencia, Barcelona, Madrid o, como en el caso de mi padre, a Francia, a trabajar en la vendimia o a recoger remolacha. Los pueblos de Aragón eran rudos y pobres y Zaragoza, aunque a mí me pareciera mítica, era una ciudad enlutada, triste, vulgar, provinciana e ignorada. En una entrevista de la época Luis Buñuel admitía que su Zaragoza le parecía horrible y feísima.

 

De algún modo, el Real Zaragoza de “Los Magníficos” representaba lo contrario de lo que eran Zaragoza y Aragón. A ese equipo le sobraba brillo, alegría, magia, belleza, finura, armonía, genialidad, poderío. Madrid, Valencia, Barcelona o Bilbao, las ciudades que nos rodeaban, eran más poderosas que Zaragoza pero el Real Zaragoza, muy a menudo, era más deslumbrante que el Barça, el Valencia, el Athletic de Bilbao, el Atlético o el Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento. El Zaragoza también vivió grandes noches en Europa. Especialmente, una, esa de noviembre de 1966 en la que venció en Inglaterra por 3 a 1 al Leeds United en las semifinales de la Copa de Ferias. Se cuenta que los jugadores del Zaragoza tuvieron que volver a saltar al campo para recibir la ovación del público inglés, entregado a su talento. El ocho de diciembre de 1964, tras un partido que el Zaragoza ganó al Dundee United con dos goles de Carlos Lapetra, el locutor Matías Prats dijo: “Tengo la impresión de haber presenciado un concierto de Stradivarius. Ninguna nota en desacuerdo, ninguna estridencia, todos acompasados, poseídos de la misma fiebre creadora”, unas palabras que, con razón, permanecen enmarcadas en el Museo del Real Zaragoza. En esos años había dos cosas de Aragón que llamaban la atención en Europa: Luis Buñuel, una referencia para los cinéfilos y las élites intelectuales, y aquellos futbolistas que contaban con la admiración de millones de aficionados. Para esos europeos Zaragoza, como para mí, sólo era la ciudad de “Los Magníficos”. Ahora, en 2014, Zaragoza y Aragón están muy por encima del Real Zaragoza, un juguete feo y roto que ha triturado nuestra autoestima hasta niveles intolerables. Pero hace 50 años el Zaragoza estaba muy por encima de lo que realmente éramos. Nos hacía sentir bien que un grupo de futbolistas brindara una imagen tan mejorada y luminosa de nosotros mismos.

Algunas claves explicaron el fenómeno: la bendita coincidencia de una serie de figuras con facultades complementarias a las que el grupo extrajo lo mejor de sí mismas; una vocación de fútbol- espectáculo impulsada por el entrenador César Rodríguez y la intensa relación que se estableció entre unos jugadores que se admiraban mutuamente y cuya amistad se mantiene hasta hoy. “Los Magníficos” arrastraban un par de pegas que les impidió ganar la Liga y, también, prolongar un poco más su esplendor: un banquillo que no estaba a la altura de los impresionantes titulares y una cierta pereza cuando se enfrentaban fuera de la Romareda a rivales de segunda fila. Pero eran tan buenos y tan especiales que hasta esa tendencia a la desidia contribuyó a engordar su leyenda.

Hubo algunas sombras: ninguno de esos futbolistas salió del Zaragoza por la puerta grande que merecían. Pero, desde luego, el impacto de “Los Magníficos” en el zaragocismo fue extraordinario y su legado aún nos toca. Ese equipo creó una cultura futbolística que se pegó al ADN de una afición que, desde entonces, se convirtió en una de las más exigentes de España. La Romareda se malacostumbró de tal modo a disfrutar de un juego exquisito que no se conformaba con cualquier cosa. El de Zaragoza fue señalado como un público borde y duro, incluso con sus mayores estrellas. Reija o Santamaría coinciden en recordar la pañolada de la Romareda cuando venían de ser goleados en Granada, aunque por esos mismos días fueran el conjunto de moda. Villa tampoco ha olvidado cómo Irusquieta, en pleno partido, se echó a llorar, intimidado por los insultos de la grada. Como insinúa José Luis Melero, con “Los Magníficos” la gente se habituó al caviar y cuando le servían garbanzos se subía por las paredes.

50 veranos después de aquel del 64, “Los Magníficos” siguen muy vivos en nuestro imaginario. El periodista Rafael Rojas les ha dedicado un libro y Juan Mateo –responsable audiovisual del Zaragoza- una película documental, dos estupendos trabajos que nos devuelven a una época infame que nos llegó a saber a gloria gracias a ellos.

 

 

17/06/2014 21:30 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

COMIENZA EL MUNDIAL DE BRASIL. 1

REGATE EN EL AIRE / 1

 

 

LA VERDAD DE LAS MENTIRAS

 

Antón Castro

 

O nosso Mundial. Luiz Felipe Scolari, ese entrenador entre paternal y adusto, llama a la paz al pueblo brasileño contestatario: le pide que apacigüe sus protestas y su descontento y que empuje a favor de la victoria. Va a ser un mes de alta tensión, aunque los goles puede ser un sortilegio social: a lo mejor, si Fred, Neymar o Hulk empiezan a marcar, el pueblo se olvida un poco de la terrible injusticia y de la hambruna. Por otra parte, se pide una y otra vez que no se recuerde el “maracanazo” de 1950; incluso lo hace el gran lateral Carlos Alberto: el del gol a Italia en México-1970 tras la asistencia milimétrica de Pelé. Trae mala suerte e induce en el colectivo de pura furia de ‘la canarinha’ la suspicacia de una derrota posible, y eso agobia al más seguro. Brasil, para huir de la mala sombra, ha cometido un desaire con el uruguayo Gigghia: no le ha invitado al Mundial ni a recordar aquel gol que batió a Moacyr Barbosa, “o goleiro maldito” que hizo llorar a todo un país.

Las cosas no empiezan del todo bien. Edson Arantes do Nascimento, ‘Pelé’, tendrá que vérselas de nuevo con su rival histórico: Diego Armando Maradona. Este, que tiene vocación de competidor rabioso en cualquier instante y por cualquier pretexto, ya le ha mandado alguno puya: le recuerda que el diez amarillo no fue tan grande como el diez albiceleste, él, y le deja caer, por si las moscas, que Neymar está muy lejos de Messi. A las estrellas les cuesta compartir un sitio tranquilo en el Olimpo. Pelé nunca ha sido muy generoso con sus rivales de la inmortalidad, y Maradona no le perdona ni una. Si además enciende la antigua y feroz rivalidad entre los dos países, mejor.

Scolari aparentará que no le escuece el golpe, pero habrá que verlo. En el fondo, un equipo de fútbol tan físico y desnaturalizado, y más bien soez con el rival, no da todas las garantías: él ya sabe qué es perder un campeonato en casa, como le sucedió a Portugal en la Eurocopa de 2004. Con todo, a pesar de la convicción de Casillas de que “España es el favorito absoluto”, Brasil es el candidato. Un candidato que no enamora a casi nadie porque se ha alejado de los futbolistas del aire.

España acude con un palmarés envidiable y con una ventaja sentimental: es el abanderado del ‘jogo bonito’ y ha seducido con su estilo durante tres competiciones: dos Eurocopas y el Mundial de Sudáfrica. Es el equipo que puede compararse con el Brasil de 1970. Eso sí, también se percibe que los grandes especialistas no lo ven vencedor. Hoy tiene su primera prueba de fuego en un grupo realmente difícil, con dos serios adversarios (Holanda y Chile) que le van a exigir algo más que pases, precisión técnica e inspiración. Brasil le dio una lección a España en la final de la Copa Confederación- 2013: así, solo con la elocuencia de un fútbol de clase y control, no es suficiente.

Esperemos que Del Bosque haya extraído algunas enseñanzas. Se necesitarán más ambición, más sacrificio y fuerza (también puede escribirse, muslo bravo, corazón y desespero, etc.), un mayor nivel de concentración y rapidez. Y habrá aprendido que la caligrafía preciosista heredada del Barcelona de Guardiola y Tito Vilanova no basta. España no debe renunciar a su forma de jugar, a su posesión apabullante, pero no puede dormirse en los laureles.

Medio mundo ha aprendido a contrarrestar ese despliegue, ha buscado un arsenal de antídotos, incluyendo la suciedad ambiental, y existe la sospecha de que el equipo tiene regiones de fragilidad, despistes defensivos y una cierta orfandad goleadora. Le cuesta marcar y, a veces, se desencaja ante el coraje ajeno, ante un choque exigente, de fragor y pelea. El narcisismo del éxito empeora. Medio mundo sospecha de que ha perdido el ángel y que llega diezmado de fuelle. Con las reservas de oxígeno y de ánimo. Xavi Hernández es el ejemplo: parece claro que sus mejores días han pasado. El mismo Pelé, al elogiarlo a él, juega a la verdad de las mentiras. Xavi, en esta ocasión, está más bien de auxiliar, de jugador complementario, y ojalá, ojalá, ojalá que me equivoque. Debiera ser el momento de Silva, el gran momento de nuestros artistas supremos: Silva y Andrés Iniesta.

Hoy España tiene un partido difícil. Tampoco esta Holanda es la del último Mundial, pero será un choque que dará los primeros síntomas de las posibilidades de cada uno. Van Gaal es un ganador. Mejor empezar bien.  

 

*La foto de Pelé la tomo de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-77c234732dc653757ad0b01663ed86c0.jpeg

**La de Maradona de aquí: 

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-cac8fed197fca2cd6b474fffc1082d6d.jpg

 

13/06/2014 20:36 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DANIEL GASCÓN REFLEXIONA SOBRE EL FÚTBOL Y SUS MEDIAS VERDADES

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TODO LO QUE SÉ DE MORAL LO APRENDÍ EN EL FÚTBOL

Por Daniel GASCÓN. Escritor.

 

Albert Camus dijo que “lo poco que sé de moral lo he aprendido en los campos de fútbol y en los escenarios del teatro”. Alrededor de los primeros, como muestran algunas noticias de los últimos meses, también se pueden aprender otras cosas.

1.

Dice la página del Atlético de Madrid: “El Atlético renueva su vínculo con Azerbaijan. La entidad rojiblanca ha ampliado este sábado 1 de marzo el acuerdo estratégico de colaboración que mantiene con la ‘Tierra del Fuego’ como sponsor oficial del equipo desde la temporada 2012/13”. Según el presidente del club, Enrique Cerezo, “como dos compañeros de viaje que emprenden un sendero común que les permite desarrollar múltiples acciones conjuntas. En tan sólo un año, hemos sido capaces de proyectar la imagen de Azerbaijan por el mundo y fomentar las relaciones bilaterales entre nuestros países”.

Continúa la página web del club rojiblanco: “De esta forma, Azerbaijan seguirá vinculada a nuestra entidad en calidad de sponsor de la camiseta, como hasta ahora ha venido ocurriendo, con el fin de promover la imagen del país caucásico y seguir desarrollando acciones en el ámbito deportivo, empresarial e institucional, dando a conocer los recursos y bondades de Azerbaiyán a todo el mundo”. (En la web predomina el uso de la forma Azerbaijan sobre Azerbaiyán, que es la que recomienda la el Diccionario Panhispánico de Dudas. Pero, como se ve en la cita, el club puede usar las dos formas en el mismo párrafo: empiezas apoyando un régimen dictatorial y te acabas saltando las normas ortográficas y editoriales.)

En inglés, la web del club dice que es “mucho más que un patrocinio”. La revista Index on Censorship habla de las restricciones a la libertad de expresión en ese país de tantas bondades:

Está el caso de la periodista Khadija Islamova, que ha sufrido el acoso y el chantaje de las autoridades; del periódico Azadliq, ganador de un premio de Index on Censorship, amenazado con la ruina financiera causada deliberadamente por agencias estatales; de Idrak Abbasov, asaltado brutalmente por atreverse a informar de las demoliciones de casas realizadas por la compañía petrolera estatal. También está Rafiq Tagi, un columnista asesinado cuyo verdugo nunca ha comparecido ante la justicia; los blogueros disidentes Adnan Hajizade Emin Milli, encarcelados por hooliganismo después de acudir a la policía para denunciar que habían sido asaltados; el reportero Eynulla Fatullayev, encarcelado durante cuatro años y sobre quien han recaído acusaciones falsas relacionadas con las drogas; el periodista crítico Elmar Huseynov, asesinado en 2005.

El Barcelona recibe el patrocinio de Qatar, un país que no respeta los derechos humanos.

2.

Ignacio Escolar ha escrito:

Algunos números. La deuda con Hacienda que acumulan entre todos los equipos de primera y segunda división suma 596 millones de euros. Por comparar, es el equivalente a 33 años del actual presupuesto del Gobierno para las becas Erasmus, o lo que gasta en diez años el CNIO, el puntero centro de investigación español contra el cáncer, que está pasando por un ERE. O el doble de lo que cobran durante un año los 15.000 investigadores y científicos contratados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC. Solo con lo que debe a Hacienda el fútbol también se pagarían 12 años de las cuestionadas ayudas al cine español.

Faltan fondos públicos, pero no para el balón. La Comisión Europea ha abierto una investigación a España por desviar dinero de los contribuyentes a los equipos más importantes del país. Europa cuestiona por qué el Estado permite que clubs como el Barcelona o el Real Madrid no sean sociedades anónimas deportivas, como manda la ley. No es irrelevante, porque implica ventajas fiscales: ahora pagan el 25% en impuestos, en vez del 30% que tendrían que pagar. Europa también investiga el pelotazo urbanístico que dio el Real Madrid con la permuta de un suelo que el ayuntamiento valoró en 22,7 millones cuando antes estaba tasado en poco más de medio millón. La UE también pregunta por Valencia, la zona cero del desastre español, donde los clubs de fútbol son entidades sistémicas, demasiado grandes para caer, y han sido rescatados por la arruinada Generalitat Valenciana.

3.

Dieciséis presidentes de Primera y División, además del presidente de la Liga Española de Fútbol, firmaron una carta pidiendo el indulto de José María del Nido, presidente del Sevilla, condenado a siete años de prisión por malversar casi tres millones de euros de las arcas municipales de Marbella entre 1999 y 2003. 14.000 personas más firmaron la petición del indulto.

4.

Cuando Lionel Messi, que ingresó 41 millones de euros en 2013 según France Football, tuvo que declarar por defraudar a Hacienda, recibió el apoyo de fans que fueron a aplaudirle. Otros fueron a insultarle. Gente comprensiva ha explicado que él no sabe de esas cosas de dinero. Es un genio en el campo, pero no fuera. Es joven; todo es cosa del padre. (Messi cumplirá 27 años en junio.)

5.

La FIFA sanciona al Barça por incumplir la ley de traspasos de menores. Según la nota de prensa de la FIFA, “Se constató que la RFEF y el FC Barcelona habían violado varias disposiciones relativas al traspaso y la primera inscripción de menores de nacionalidad extranjera en el club, así como otras normas relativas a la inscripción y participación de ciertos jugadores en competiciones nacionales. Las investigaciones versaron sobre varios menores inscritos en el club que participaron en torneos con el equipo durante varias temporadas entre 2009 y 2013”. La respuesta del presidente no tiene desperdicio.

6.

El antecesor de ese presidente había dimitido en enero, cuando se admitió a trámite una querella por administración desleal en el fichaje de un jugador. El club había dicho que había pagado 57 millones de euros. Después admitió que eran 86. El juez imputó al Barça porque sospechaba que podía haber defraudado 9,1 millones de euros y no tributar por contratos por valor de 37,9 millones. El juez aceptó que la Agencia Tributaria ejerciera la acusación particular. Como parte de una “regularización voluntaria”, el club entregó 13,5 millones de euros que debía haber pagado al hacer pasar por distintos conceptos lo que en realidad eran los contratos del jugador. El secretario de Estado para el deporte escribió un artículo titulado “Orgullosos del Barça”, donde decía: “No haría honor a la responsabilidad que me han confiado si callara mientras un escudo que ha aportado a nuestro deporte tanto como el que más es acosado y acusado. Ese escudo es patrimonio del deporte español, porque lo defendieron y defienden cientos de nuestros héroes”.

7.

La persona que tiró un plátano a Dani Alves era entrenador de fútbol base en el Villarreal. El club le ha prohibido entrar en su estadio. El seleccionador nacional Vicente del Bosque tranquiliza, diciendo que no hay racismo en el fútbol. Quizá tenga razón, aunque ha habidomás casos. Desde luego, es más convincente si lo dice él que si lo hubiera dicho su antecesor Luis Aragonés, que animó a uno de sus jugadores diciendo: “Dígale al negro: soy mejor que usted. Negro de mierda, soy mejor que usted”. Televisión Española, que presenta el vídeo con el título “El excesivo ímpetu de Luis Aragonés” y, como otros medios españoles, oculta la parte más escatológica de los consejos del sabio de Hortaleza, explica: “El ex-seleccionador nacional Luis Aragonés abrió una fuerte controversia, cuadno [sic] en un entrenamiento de la selección española animó a Reyes con unas palabras que no sentaron nada bien a la prensa inglesa”.

8.

Hace unas semanas, contaba Heraldo:

Dos individuos relacionados con los hinchas violentos del Real Zaragoza agredieron el pasado sábado al hijo de Agapito Iglesias y le causaron lesiones de las que fue asistido en un centro hospitalario. El joven presentó una denuncia en la comisaría de Centro, en el cuartel de General Mayandía, y se han abierto diligencias que están siendo instruidas por un juzgado.

Según confirmaron a este periódico fuentes cercanas al caso, la agresión se produjo en la noche del sábado al domingo, cuando el joven, de 24 años, estaba con sus amigos y amigas tomando unas consumiciones en un bar del centro de la capital aragonesa.

Sin mediar discusión alguna, según las mismas fuentes, dos jóvenes se le aproximaron y le golpearon. A raíz de la agresión, la víctima llamó a la Policía, que acudió al lugar e identificó a los presuntos autores del ataque, aunque no los detuvo. Pero la cosa no quedó ahí, ya que cuando el joven salió a la calle y se dirigía hacia la comisaría para presentar una denuncia por los hechos, fue golpeado de nuevo por los mismos individuos.

[…]

Aunque es la primera vez que se produce una agresión directa a un miembro de la familia del máximo accionista del Real Zaragoza, no es el primer ataque [que] sufren los Iglesias por parte de los hinchas más radicales del club. De hecho, durante una temporada, meses atrás, utilizaron las redes sociales para meterse con su hija.

07/05/2014 22:39 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL BARCELONA LO PIERDE CASI TODO

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Hace tiempo que se hablaba del fin de un ciclo. El del Fútbol Club Barcelona ha durado exactamente seis campañas: cuatro con Guardiola y creo que catorce títulos, una con Tito Vilanova y varios títulos más y esta con Gerardo Martino, al menos un título: la Supercopa. Hoy el equipo perdió claramente, aunque solo fuese por un gol de diferencia y tuviese el empate en la bota de Neymar, pero los síntomas son claros. Es un equipo un poco a la deriva, mal planificado, que carece de defensas sólidos, de un par de recambios de garantía en el centro del campo y, además, en los últimos partidos claves –Atlético de Madrid en la Champions, el Granada en la Liga y anoche-, ha tenido la ausencia, la indiferencia o el absentismo, de Messi y la incomparecencia de Neymar.  Ha sido un equipo que ha bordado el fútbol, que creó una forma nueva de jugar y que tenido tardes y noches maravillosas. Xavi ha tocado fondo, y quizá ni esté para ir al Mundial, Iniesta está falto de frescura y de condición física, Alba anda renqueante, Cesc lleva meses irreconocible... El Real Madrid ha hecho un buen partido, posee una condición física muy superior y una defensa mucho más equilibrada y segura. Sinceramente he disfrutado muchísimo estos años con el fútbol del Barcelona. Mil gracias y, a la vez, sospecho que esta noche hemos dicho, por un tiempo al menos, adiós a todo eso... Quizá resulte simbólico que el autor del único gol catalán –los del Madrid los marcaron Di María, en un estado de forma increíble, y Bale, un ciclón egoísta y un poco empecinado- haya sido de Marc Bartra, al vemos en la foto de Alberto Estévez de Efe. Parece claro que él forme parte del futuro.

17/04/2014 01:33 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

MANUEL TORRES, ADIÓS A UN DEFENSA

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Acabo de publicar este texto en heraldo.es

http://www.heraldo.es/noticias/deportes/futbol/2014/03/14/manuel_torres_pelicula_del_futbol_276200_1101028.html

Manuel Torres o la película del fútbol

 

El jugador turolense jugó nueve campañas en el Real Zaragoza y fue campeón de Europa con el Real Madrid en 1957

 

En la calle Cádiz siempre han pasado cosas casi extraordinarias. Allí, en el 8, nació el pianista Luis Galve; en un café el fotógrafo Antonio Calvo Pedrós tomaba café con sus amigos, entre ellos el extremo Canario, y repartía fotos de los Cinco Magníficos. En la calle Cádiz, muy cerca el uno del otro, dos de los grandes laterales del Real Zaragoza de todos los tiempos, Manuel Torres, turolense, y Severino Reija, lucense, tenían sus establecimientos de moda. Manuel Torres, que haría fama con el apodo de ‘El expreso de la banda’, recorría la calle: desde el paseo de Independencia hasta la calle Azoque, casi siempre observado por su esposa Ángela Buendía. En los últimos años fue víctima del fatal olvido del Alzheimer. Manuel acaba de fallecer.

El bajo de su comercio era uno de sus refugios favoritos. Allí lo visité en una ocasión para viajar por el territorio de los recuerdos. Conservaba una foto de Alfredo Di Stéfano, que solía decirle: “che mañico”, tomada poco después de que el Real Madrid conquistase su segunda Copa de Europa, ante la Fiorentina, con Torres como lateral derecho.

Le gustaba recordar su amarga niñez: “Nací en Teruel, en abril de 1930 en una familia de panaderos. Mi primer recuerdo es de cuando entraron los aviones y empezaron a bombardear. Teruel estaba rodeado por el ejército republicano y nos evacuaron hacia Segorbe primero, y luego hacia Valencia. Éramos ocho hermanos; cuando se produjo aquel revuelo desaparecieron muchas familias completas. Aquello fue terrible para un niño de poco más de siete años: pisábamos un suelo de cadáveres y en el barrio de San Julián vi a un hombre con la boca abierta y con un tiro en la frente. Nunca he podido olvidar esa imagen: va y viene a mi cabeza como una pesadilla”.

Esa película de la memoria tenía otros muchos elementos. Con el corazón encogido y la emoción encendida, añadía Torres: “Y además estaban las grandes y duras nevadas. Los niños teníamos un miedo horrible: nos metíamos en la cueva”. Los Torres partieron en un camión hacia Valencia y se sobrepusieron a un sinfín de adversidades y desgracias. El niño Manuel recibía clase en la casa de sus tías y jugaba al fútbol en la calle “con pelotas de trapo como panes que hacía con los paños de cocina de su madre y los cordeles o cintas de los sacos terreros”.

La familia volvió a Teruel. Manuel estudió en La Salle y luego ingresó en la panadería de su padre. La pasión por el fútbol estaba más viva que nunca: poco importaba que fuese más bien menudo y que pesase apenas 50 kilos. Era un puro sinvivir. Entonces también le gustaban los toros: para verlos y para correr delante de ellos. El Teruel jugaba en Tercera División y Manuel no tardaría en fichar por el conjunto. “Era bastante rapidillo, sí”, y Primitivo Villacampa, Primo, el extremo izquierdo de ‘Los Alifantes’ (el equipo que ascendió al Real Zaragoza en 1935-1936 a Primera División) sería testigo directo de su crecimiento. Torres fichó por el Manchego de Ciudad Real y jugó allí tres o cuatro campañas, hasta que su nombre empezó a aparecer en los periódicos deportivos y en los primeros mentideros de la calle y las tabernas. Antes de que se marchase a ningún otro sitio, Primo, le dijo: “No se comprometa con nadie. Se va a venir conmigo a Zaragoza”. Manuel Torres aceptó: “¿Sabe lo que le digo? No conozco Zaragoza y la quiero conocer”.

En la campaña, 53/54, Manuel Torres se convirtió en el defensa derecho del Real Zaragoza que militaba en Segunda División, y formó una retaguardia mítica con Yarza o Lasheras, en el arco, y Alustiza y Bernad en la zaga. A veces también entraban Rodolfo y Castañer. Poco después el equipo subía a Primera División y el Real Madrid, que se batía en varios frentes, solicitó la incorporación de Torres para jugar la Copa de Europa. El Madrid se proclamó campeón el 30 de mayo de 1957 ante la Fiorentina. Retornó a casa y Torres formó en el equipo que estrenó La Romareda el 8 de septiembre de 1957 ante Osasuna. Poco después, el 29 de diciembre de 1957, los blanquillos y los madridistas se enfrentaron en La Romareda. Ganaron los maños por 3-1 y Torres paró a Gento.

A Torres se le llenaban los ojos de ternura y añoranza al recordar su paso por Chamartín. “Fui muy bien acogido. Gento, con el que había tenido algunos duelos, me respetaba. El mejor era Di Stefano, pero también estaban Kopa, Mateos, Rial. Ganamos la Copa de Europa: la segunda Copa de Europa del Real Madrid. Me pasó algo muy curioso: yo ya había jugado en la Liga con el Zaragoza y no podía hacerlo con el Madrid. Sin embargo, una tarde me habían convocado y de repente me dice Santiago Bernabéu: ‘Torres, salga a jugar’. No ocurrió nada: nadie impugnó el partido”. Al menos, así lo recordaba él; algunos estudiosos del zaragocismo dicen que aquella cesión, sin nada a cambio, fue uno de los mayores errores del presidente Cesáreo Alierta en su carrera.

Se casó con Ángela Buendía, a la que había conocido en Ciudad Real, y permaneció cuatro temporadas más en el club. Hasta 1961-1962. “¿El Zaragoza? Teníamos un equipo de maravilla. Enrique Yarza era excepcional, tenía unos reflejos tremendos. Pasmaba a cualquiera. Y cuando yo empezaba a marcharme llegó Carlos Lapetra. ¿Qué voy a decirle de Estiragués? Salíamos al campo y miraba a todos los jugadores rivales, uno por uno. De repente se quedaba mirando a uno de ellos. ‘¿A quién miras, Nanu?’. ‘A ese cabrón que me ha caído mal’. Y se iba detrás de él toda la tarde”. 
Ya lo habían bautizado como ‘El expreso de la banda’: en aquellos días Gorostiza era ‘La bala roja’; Gaínza, ‘El gamo de Dublín’; Gento, ‘La galerna del Cantábrico’ y Di Stéfano, ‘La saeta rubia’. Torres pugnó con tenacidad con grandes extremos como Gaínza, Czibor, Eulogio Martínez o el citado Gento.

Manuel Torres, todo pundonor, oficio y velocidad, explicaba así sus características como jugador: “Mi secreto era la preparación física. Vivía del fútbol y me cuidaba al máximo. Era técnico y rápido, jugaba con las dos piernas. En el fútbol no se pierden las facultades, sino los reflejos: vas tarde y recibes la patada del contrario”. El fútbol fue una experiencia inolvidable y, en sus días de lucidez, lo recreaba como quien cuenta y no acaba una formidable película de felicidad y de pasión. Lo hacían con candor y con una sonrisa de niño antiguo.

14/03/2014 16:33 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

BARCELONA Y MARTINO: UNA VICTORIA MUY LEJOS DEL CIELO

Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN. De su blog ’Gol Olímpico’

El Barcelona venció en un partido sin brillo a una Real que mantiene opciones en la eliminatoria. El conjunto donostiarra luchó contra las adversidades, con diez jugadores y un gol de chiste encajado.

El panorama en el Camp Nou era bastante desolador, por alguna razón el aforo del Estadi se ha visto reducido notablemente en las últimas fechas y eso parece afectarle al equipo.

El Barça llegaba al partido con la intención de dar un golpe de autoridad, hacer olvidar la derrota ante el Valencia y despejar las dudas que su juego lleva tiempo generando.

No fue así, ni en cuanto al juego ni al golpe de autoridad, pero al menos esta vez ganaron.

El partido empezó como se esperaba, el equipo catalán dominó la posesión y fue madurando el partido con paciencia. Sin embargo esa paciencia se tornó en lentitud muy pronto. Mientras tanto la Real esperaba agazapada, bien posicionada y lanzaba contras peligrosas. Cada pérdida del Barça era peligrosa, gracias a la velocidad de Vela y de Griezmann. La lentitud de la defensa culé ayudaba bastante y se puso de manifiesto pronto. El mejicano se zafó de Mascherano y se cedió a Griezmann. El francés no se lo pensó dos veces y lanzó un potente misil que requirió la estirada de Pinto. El Tata no prestó atención a la velocidad de los delanteros del equipo donostiarra y dejó a Bartra fuera de la convocatoria, un prometedor central al que el técnico argentino debería empezar a foguear en partidos importantes.

El Barça siguió teniendo el balón, aunque le faltaba profundidad. Xavi distribuía, Messi imponía respeto y Pedro y Alexis se abrían por los costados. Zubicarai, que pareció estar especialmente inspirado ante el argentino y desafortunado en todo lo demás, intervino en sendos disparos de Leo.

La Real seguía teniendo peligro en sus salidas y el Barça se partía con facilidad. Antes del descanso llegaron consecutivamente las dos jugadas que cambiaron el partido. En la primera Vela retó a Mascherano en la carrera, el mexicano salió como una flecha y el argentino tiró de veteranía para no perderle la pista. Le fue agarrando lo justo para desestabilizar el disparo del argentino. Pinto resolvió el mano a mano. Mascherano cometió un penalti claro, aunque se camufló con su experiencia y el árbitro interpretó un simple forcejeo.

Acto seguido el Barça recuperó el balón y forzó un córner. Busquets recogió un rechace y la puso lejos del alcance de Zubicarai (1-0). El Barça encontró premio en la jugada posterior al remate de Vela, que pudo cambiar el partido. Para agrandar la herida donostiarra, Íñigo Martínez resumió todo el pensamiento de la afición realista y mandó al árbitro a tomar viento fresco.

La expulsión dejaba al Barça con la oportunidad de dar un golpe encima de la mesa y de sentenciar la eliminatoria. Pero ni una ni otra. El conjunto del Tata siguió teniendo el balón pero la Real se cerraba cada vez con más acierto.

Messi estuvo muy activo durante el partido, buscó el gol hasta la extenuación pero anda algo desafortunado en la finalización. Sabe atraer muy bien a los rivales y generar superioridad para sus compañeros, pero no tiene la fortuna de su lado a la hora de buscar puerta. Parece autoexigirse en exceso y está entre enrabietado y melancólico. Antes marcaba goles casi sin querer y ahora los porteros parecen especialmente acertados en sus duelos con Leo. También el argentino tiene largos minutos de lagunas, en los que parece que el partido no vaya con él.

La Real encajó el segundo gol en una jugada de chiste, en la que los donostiarras acabaron marcando en su propio marco tras un disparo de Alexis. (2-0) El gol recordó al que hace poco se marcó Juanfran en el Ciudad de Valencia, en el duelo entre el Levante y el Barça.

El equipo que dirige Jagoba Arrasate aguantó el acoso del Barça. Los culés no conseguían abrir la defensa donostiarra y la grada se impacientó. Xavi quiere ser el timón pero no consigue llevar las posesiones a buen puerto, Alves parece metido en una guerra personal contra la grada del Camp Nou, Cesc ha perdido peso en los partidos (en os ordinarios y en los importantes, si eso existe en el fútbol), Alexis tiene gran facilidad para regatearse a sí mismo y Pedro y Messi no conectan todo lo que debieran.

Iniesta volvió a salir desde el banquillo y su suplencia empieza a ser preocupante. Preocupante incluso para Del Bosque. Cesc parece haberle ganado el puesto, en parte porque cuando es sustituido muestra su rabia. Iniesta, sin embargo, no se queja de nada y por eso parece que el técnico argentino puede tener más margen a la hora de condenarlo al banco. Pese a las decisiones que toma el Tata, algunas de ellas erróneas en mi opinión, he de decir que me parece un entrenador que habla bien de fútbol. Es sensato y sosegado en su interpretación y buen orador, aunque no siempre acierta en los cambios ni en los planteamientos tácticos.

Messi lo intentó por última vez con una preciosa volea que Zubikarai desvió a córner. El remate, plástico y al primer toque, sirvió para que el portero vasco enmendara su error del segundo gol y continuó aumentando la desesperación de Leo.

Así llegamos al final del encuentro, en un partido con pocos momentos de brillantez. El Barça está demasiado lento en la circulación, tiene muchas lagunas en el juego y tendrá que pelear en Anoeta para meterse en la final. El equipo se parte con excesiva facilidad y le falta profundidad. La directiva, aparte de chapucera y tal vez algo corrupta, no ha sido crítica ni previsora con su equipo. No ha emprendido una pequeña renovación en el club, ya que le parecía que traer a jugadores complementarios era menospreciar a la plantilla actual. Le falta un central, un mediocampista al menos y no le vendría mal un delantero centro de referencia, que fijase a los centrales y le diese a Messi más espacios y libertad. Además, echan de menos el desequilibrio de Neymar en banda.

El conjunto blaugrana vence pero no convence y ahora llega la parte más importante de la temporada, donde los títulos se disputan y los jugadores se exprimen. El Barça llega a esta fase de la temporada con dudas en todos los frentes. Para la directiva, el caso Neymar ha supuesto un terremoto institucional y están por ver todas sus réplicas. Además, parece haber un principio de divorcio entre la afición y la plantilla, especialmente influido por el juego del equipo. Sin embargo, hay muchas razones para creer en este equipo, aunque una cosa saben todos ellos: su crédito no es eterno.

El Tata Martino dijo el otro día en rueda de prensa que en el Barça es normal convivir con la presión: que una victoria te lleva al cielo y una derrota al infierno. Mascherano, otro fantástico orador, hizo una metáfora muy similar y más acertada la temporada pasada. Dijo que el Barça cuando gana es Disney y cuando pierden La casa del terror. Tienen razón en que el fútbol es un juego en el que hay un marcador y, por tanto, es fundamental ganar. Es también cierto que el resultado es dictador y a veces emborrona aspectos del juego.

Sin embargo, el Tata se equivocaba en una cosa: el Barça ganó ante la Real y sigue muy lejos del cielo.

 

*He tomado la foto de aquí.

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07/02/2014 15:17 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER AL FIN

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[Jorge Rodríguez me envía su segunda crónica: la del Atlético de Madrid y Real Sociedad. Ganaron los rojiblancos que han recuperado a un jugador maravilloso, uno de los grandes: Diego Ribas.]

 

EL ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER 18 AÑOS DESPUES.

 

 

Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN

 

El Atlético de Madrid se colocó líder en solitario en una jornada viva, llena de alternativas y de partidos disputados. A las siete de la tarde se vestía el Calderón de etiqueta y de luto para celebrar el liderato y rendir un emotivo homenaje a Luis Aragonés. La figura del sabio ha sido tan universal que no se asocia a un solo club, pero si algún equipo ha de hacerlo, ese es el rojiblanco.

Pasado el minuto de silencio, con la visible emoción de la afición atlética, el balón echó a rodar. El Atlético de Madrid tiene la pegada de los grandes y el espíritu luchador de los equipos pequeños.

El partido de comienzo fue disputado. La Real posee gran destreza en el manejo de balón, un grupo unido y trabajador, un central de gran nivel como Íñigo Martinez y dos zurdos exquisitos como Carlos Vela y Antoine Griezmann. El mexicano es lo más parecido a Messi que hay en la liga, y el francés ostenta gol y finura.

Pero el Atleti es un equipo experimentado, que hace del partido a partido su consigna principal, y que madura las contiendas poco a poco. Son corredores de fondo que esperan a desgastar al rival para lanzar sus cambios de ritmo más feroces. Hasta entonces, luchan, bregan, porfían, pegan y hacen todo lo que sea necesario para alcanzar un resultado positivo. Juegan al límite de la legalidad, a veces no tienen excesivos miramientos en rebasarlo si es preciso.

Y así lo hicieron en una primera parte en la que las ocasiones llegaron con cuentagotas. Villa aprovechó una cabalgada de Diego Costa por la izquierda, para rematar el centro del brasileño a gol. El balón pasó por el túnel que dibujaron las piernas del meta realista, Claudio Bravo. El guaje, que posteriormente se lesionó, le dedicó el gol a su maestro recientemente fallecido: el sabio Luis Aragonés. La Real estuvo en el partido, escudado en sus dos estiletes zurdos. Peligrosos siempre, el férreo entramado atlético anestesió sus dañinas cualidades.

Hubo partido hasta que salió Diego Ribas al campo. Regresaba de un exilio difícil en Alemania, donde los entrenadores se cansan de su juego atractivo a las primeras de cambio. Harto de vagar por equipos alemanes, que normalmente se inician con una W, Diego ha vuelto al lugar donde mejor ha jugado al fútbol, donde realmente ha sido feliz. Antes de que Ribas tuviera contacto con el balón, Diego Costa marcó el segundo gol aprovechando una defensa abierta de la Real. Costa, una pantera con rostro y alma de boxeador, batió a Bravo con un preciso disparo al palo largo.

Tras el plástico remate de Miranda, el Atlético anotó el tercero. El resultado era engañoso, de acuerdo al buen nivel mostrado por la Real durante todo el partido, al ritmo de los pases de Xabi Prieto y la velocidad de los zurdos. Bien es cierto, que todas sus acometidas fueron atajadas con facilidad por uno de los mejores porteros del mundo:

 
Thibaut Courtois.
 
 

Ahí empezó el festival de Diego. El regreso del hijo pródigo, el debut soñado. Recibió en el área con el defensa encima, con un amago sutil y una tranquilidad pasmosa lo dejó atrás para reventar la red con saña. La celebración fue efusiva y el Atlético se acordó de Aragonés, de su celebración del gol de Demetrio Albertini que suponía un empate en el Bernabeú, cuando los derbis con el vecino no se ganaban. Del penalti parado por el Mono Burgos a Figo con el rostro; del último liderato en liga, hace 18 años. Se acordaron de que hace tiempo que el Atleti dejó de ser el pupas, para convertirse en uno de los mejores atléticos de la historia. Hace tiempo que el conjunto de Simeone se sacudió ese bloqueo mental que le llevó a las catacumbas del fútbol. Ahora la gente celebra que el equipo es líder, que es un equipo completo y aguerrido, con más recursos que nunca. Y más ahora, con Diego. El brasileño promete formar con Arda Turan una sociedad de muchos quilates. El talento está de vuelta en el Calderón.

 

 

04/02/2014 18:24 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

CRÓNICA BARCELONA-VALENCIA

[El joven Jorge Rodríguez Gascón, 21 años y estudiante de Filología Hispánica, me envía algunos de los artículos sobre varios partidos de este fin de semana. En este caso una crónica del choque Barcelona-Valencia, que ganó el equipo de Pizzi por 2-3. El Barcelona, desganado y sin punch, pasó de la superioridad absoluta de los primeros treinta minutos al desconcierto. Así lo narra él.]

 

EL VALENCIA VENCE A UN BARÇA APÁTICO

 

Por Jorge Rodríguez Gascón

La derrota del Barcelona ante el Valencia dejó un clima de cierta preocupación en el seno de la plantilla culé. La liga está en un pañuelo y cualquier tropiezo puede ser decisivo. El Atlético se alzó como líder en solitario y el Madrid alcanzó al Barça en la segunda posición. Los blaugranas esperan que la sombra de la derrota no sea muy alargada y su afición no quiere volver a ver los fantasmas del pasado. La pitada quizá fuera injusta para un equipo que ha perdido tan pocos puntos en lo que lleva de liga. Pero en el fútbol solo prima la actualidad. El partido a partido que se está imponiendo en la competición tiene mucho de tópico pero algo de cierto. Las victorias pasadas sirven de poco y solo se aprecia el partido más reciente.

Todo esto puede condicionar al Tata Martino como entrenador del Barcelona y eso es lo que debió de pensar el argentino hace unos días, cuando el Camp Nou dedicó una sonora pitada a su equipo. Lo cierto es que el conjunto blaugrana pecó de falta de ambición. Y su juego, aproximadamente desde el minuto 40 de la primera parte, dejó mucho que desear. En el seno barcelonista, no se ha hecho caso de las señales de mal juego que se han dejado ver en momentos puntuales de la temporada. Pero, probablemente, la parroquia catalana no silbaba solo por eso. La gente del Barça sabe que en el Camp Nou no se pita por perder, sino por cómo se pierde.

Pongámonos en antecedentes. El Barça se encontró pronto con el primer gol, en un centro de Messi que remató Alexis en semifallo. La fortuna quiso que el balón se elevara de un modo circense por encima de Diego Alves, un gato con mechas. El curso del encuentro parecía de lo más tranquilo para el Barça. Cuajó 20 minutos en los que mostró sus virtudes: presión rápida arriba, recuperación fácil de balón y despliegue de los extremos.

Las ocasiones llegaban con cierta continuidad, el campo estaba húmedo y rápido, como les gusta a los barcelonistas, y sólo un par de estiradas del portero brasileño impedían que la ventaja blaugrana aumentara. En el Camp Nou, cuando se gana uno cero y se fallan un par de ocasiones claras, esta vez en respectivas arrancadas de Messi y remates de Alexis, se origina un tímido murmullo. La parroquia blaugrana ha visto muchos partidos que se han escapado por no cerrar el marcador cuando se tiene la oportunidad. A la memoria de muchos barcelonistas viene el gol de Tamudo que le privó de la liga al entonces equipo de Frank Rikjaard. El equipo del Tata parecía ser consciente de que con paciencia el gol de la tranquilidad llegaría.

 Sin embargo, el Barça pecó de los mismos errores que siempre ha tenido. Llegada la mitad de la primera parte, el Barça empezó a tardar más en la recuperación. El Valencia encontró un filón por la banda derecha y Feghouli parecía dispuesto a retar a Jordi Alba a un vals vertiginoso. El Valencia aprovechó también la rapidez del campo y le duraban cada vez más las posesiones. Messi, que al principio, parecía destinado a marcar las diferencias, fue retrasando cada vez más su posición.

Señal inequívoca de que algo iba mal. Messi es letal pasados los tres cuartos de campo, pero si se retrasa, pierde capacidad para decidir los encuentros. Que Messi reciba el balón tan lejos del peligro es un lujo que ningún equipo debería permitirse. Lo puede hacer, porque el argentino es el mejor asistiendo, pasando e incluso organizando; pero Messi es más peligroso cerca de las áreas.

El Valencia se desplegó por los costados y apretó a un Barça que vio como su arreón inicial iba siendo sofocado. Xavi perdió peso en el partido, Cesc andaba desaparecido, Busquets se despistó en la salida de balón y Pedro y Alexis no conectaban con Messi a la hora de desequilibrar. El equipo se partía con facilidad y tenía que preocuparse de recuperar, en lugar de decidir cómo administrar las posesiones.

Y en un error de Busquets en la salida de balón, Parejo recuperó y cedió a un descarado Feghouli que una vez llegado a línea de fondo cedió atrás. Parejo, astuto y en mejor forma que nunca, siguió la jugada y batió con autoridad a Valdés. El meta blaugrana miró a un Jordi Alba afectado que había perdido la posición ante la acometida del francés. El gol del Camp Nou fue acogido con frialdad, la grada clamó con el mismo silencio que en el homenaje dedicado a Luis Aragonés.  

Es curioso el caso de Feghouli, al que el público de Mestalla silba con regularidad. No es de extrañar, por tanto, que el francés rinda mucho más alejado de la capital del Turia. Y el otro día fue junto con Piatti el hombre más importante de los valencianistas. Hay que reconocer que Pizzi ha sabido reconstruir el ánimo de un jugador que andaba alicaído.

El partido llegó al descanso. Pero la reanudación albergó a un Barça igual de somnoliento que al final del primer envite.  El Valencia siguió poniendo en jaque a la defensa, especialmente en un error en la salida de Valdés y en la marca de Dani Alves.  Piatti, el más pequeño de la liga, se elevó por encima de todos para hacer un gol que puso patas arriba la competición. El Camp Nou reaccionó y animó a su equipo. Dos minutos más tarde, el Barça, impulsado por Messi, empató el  partido.

El argentino tenía ante sí la oportunidad de empatar el partido y acabar con su racha de 4 meses sin anotar en liga. El árbitro además, le había regalado el penalti.

Messi se frotó el pelo y se mostró impasible cuando Diego Alves se acercaba para intimidarle. Temí que lo fallara. El argentino lo ajustó a la escuadra y el portero ché no llegó. La grada respiró aliviada. Pese a ello, el espejismo duró poco.

La defensa del Barça mostró una fragilidad evidente, que hizo recordar a los partidos del Ajax y del Athletic de Bilbao; parecía un púgil herido, que poco tardó en desfondarse, y pareció dócil a la hora de besar la lona. El Valencia volvió a aparecer en la jugada siguiente ante un Barça despistado. Feghouli fue un puñal por los costados y esta vez apareció Alcácer, que había pasado de perseguir sombras, en la primera parte, a ser la sombra perseguida. El centro del francés lo remató a gol el valenciano y la grada volvió a enmudecer.

Un halo de pesimismo cubrió el Camp Nou. El Barça tenía que volver a remar a contracorriente, pero no poseía ni los medios ni la actitud para hacerlo. Estaba aturdido y lento, muy lento en la circulación. Perdió varios balones en el centro que mostraron las debilidades de una zaga remolona a la hora de recular. El Valencia se replegaba con maestría y tenía armas para volver a herir a la retaguardia culé.

Messi, que seguía actuando veinte metros más atrás de lo que debiera, perdió un par de balones peligrosos en el centro. Las ocasiones no llegaban de forma fluida en ninguna de las áreas. El Barça volvió a evidenciar ciertas carencias en la circulación, su rival escupía los centros de los extremos culés con solvencia y sus contras inquietaban a la grada culé.

La salida al campo de Iniesta se tradujo con mayor velocidad en la circulación, y aunque solo él y Messi parecían capaces de desestabilizar la compleja muralla defensiva del Valencia. Solo una preciosa combinación entre Messi, Alves e Iniesta, al primer toque, levantó la expectación generalizada de los culés. Fue una doble pared en menos de dos segundos. Messi aceleró tras la dejada de tacón de Iniesta y nadie pudo seguirle, dribló a su último adversario pero su remate con la derecha fue repelido por Diego Alves. La parada con el pie del portero brasileño recordó a la de Casillas ante Robben en la final del Mundial.

El partido tuvo dos fases. En la primera, el Barça demostró las virtudes que ha exhibido este año. Ha perdido en velocidad de circulación, en control de los partidos y en tiempo de posesión. Pero ha ganado en efectividad, velocidad en los extremos y en la aparición de los teóricos secundarios. Actores de reparto que están cada vez más acostumbrados a los primeros planos.

Sin embargo, tras el primer gol valencianista, se reabrieron viejas heridas en la plantilla blaugrana. Pierden la posición con facilidad, exponen una fragilidad defensiva impropia de un equipo que opta a todo y parece faltar un mediocampista; se echa de menos cada vez más a Thiago Alcántara. O eso o el Tata empieza a dar más protagonismo a la figura de Iniesta, en posible detrimento de Cesc Fábregas; pero es necesario que el argentino haga coincidir más a menudo a Xavi y Andrés.

 Entre otras cosas, porque si Messi ha de hacer de Iniesta y Xavi, no siempre puede hacer también de Messi.

La grada del Camp Nou suele silbar más por las formas que por el contenido. Y la afición es soberana, no sólo importa que se gane sino cómo se gane. Pero al menos hay que hacer bien una de las dos cosas.

 

 

 

 

04/02/2014 18:21 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

MIGUEL PARDEZA, UN DIÁLOGO

30 AÑOS DE ’LA QUINTA DEL BUITRE’

[Ayer compré el último número de la revista ‘Panenka’, que dedica un monográfico a los 30 años de la Quinta del Buitre: Butragueño, Rafael Martín Vázquez, Míchel, Sanchís y Miguel Pardeza, que hizo su carrera, tan exitosa en el Real Zaragoza. Conversé con Pardeza en el Estadio Bernabéu y de ahí salió esta entrevista. En el número, por ajustes de maquetación, han suprimido la parte final de análisis del equipo y de los jugadores. Aquí está la versión más completa.]

 

ENTREVISTA CON MIGUEL PARDEZA

Miguel Pardeza (La Palma de Condado, Huelva, 1965) fue integrante de ‘La Quinta del Buitre’, jugó en el Real Madrid, fue cinco veces internacional absoluto y estuvo en el Mundial de 1990. Triunfó en el Real Zaragoza, donde obtuvo dos Copas del Rey (1986 y 1994) y una Recopa, en París, el 10 de mayo de 1995. Gracias a una llamada de Jorge Valdano, ingresó en el cuadro técnico del club blanco. Antes de nada, como si pidiera disculpas, Miguel se confiesa “hiperactivo, distraído, alguien a quien le cuesta concentrarse, alguien que pierde la cabeza por los libros”; acaba de trasladar a Madrid sus 15.000 volúmenes. La literatura es una pasión y una necesidad. De vez en cuando, como si fuera un pensador del balompié, suelta pequeños aforismos o conclusiones que ha ido sacando a medida que ha repasado su carrera.

-¿Hubo un entrenador o alguien especial que le marcase?

-Hay dos personas claves en aquella época. Uno era Sánchez, que era como un prohombre organizador de los torneos de mi pueblo, y el otro sería el entrenador de un equipo formado un poco espontáneamente con el que conseguimos llegar a aquel programa que se llamaba Torneo de TVE, que presentaba Daniel Vindel. Se llamaba Martínez. Fue un ex jugador que estuvo en la cantera del Sevilla probando suerte.

-¿Por qué le marcó tanto Martínez?

-Porque simbolizaba parte del sueño que uno tenía cuando estaba en el pueblo. Era de La Palma, había tenido su oportunidad, no había logrado prosperar, pero él tenía un talento innato para jugar. Hablamos ya del año 78 o 79. Recuerdo que conducía un Seat 127 que hoy lo llamaríamos ‘maqueado’ porque tenía tapacubos especiales, el volante forrado. Martínez fumaba Winston. Para los niños de trece o catorce años era un moderno un poco hortera que lo representaba todo.

-¿Qué consejos le daba?

-Él me dio uno de los consejos que yo nunca he olvidado. En un partido en el que me había puesto de extremo y no había tocado muchas pelotas, me cabreé. Él me lo notó y me dijo: “Más vale hacer poco, pero hacerlo bien y que sea trascendente, que intervenir muchas veces sin conseguir nada”. Es verdad que, al fin y al cabo, el fútbol consiste en una depuración de tu propio juego o estilo. Consiste en afinar mucho tu instinto selectivo porque es evidente que este es un juego de equipo, la dinámica tiene que ser colectiva, y resolver todo solo está al alcance de muy pocos. Incluso esos necesitan del aparato colectivo.

-¿Quién le descubrió para el Real Madrid?

-Torneo fue un punto de inflexión porque era una ventana. Me dieron el trofeo al mejor jugador. Cuando acabó hicieron una ‘selección española’ de los chicos que habíamos jugado, y yo fui capitán de esa selección. Luego me llamaron para venir al Real Madrid a través de los ojeadores que el club tenía distribuidos por toda España. En agosto de 1979 me vine para Madrid. Los ojeadores siguen existiendo. Nosotros tenemos 27 distribuidos en toda España.

-¿Qué pasó?

Vine asustado, porque hay que situarse en el año 1979. A las nuevas generaciones les costará creer que no había autovía de Madrid a Andalucía, que no había AVE, que los vuelos de avión eran muy escasos, que venir desde mi pueblo costaba no menos de diez a once horas. Era un chico de pueblo, del sur de España, y la capital te impresiona. Lo primero que recuerdo fue el hostal Ideal; el nombre parecía una pura ironía... Era un hostal donde en ese momento el Real Madrid tenía alojados a los chicos que veníamos de fuera a jugar en categorías inferiores. Finalmente me quedé en el infantil A, y ahí conocí a Manolo Sanchís, por ejemplo. Tenía mi misma edad, jugaba de extremo derecho y ya empezamos a entrenar en la Ciudad Deportiva, que estaba entonces en La Castellana. Estudiaba, entrenaba y jugaba. En el fútbol todo iba bien: en ese primer año me subieron a un juvenil ya, y al año siguiente me subieron directamente al juvenil A.  Era un salto grande.

-¿Cómo era usted entonces como jugador?

-Muy impaciente. Era ansioso, tenía la equivocada convicción de que tenía que resolverlo yo todo. Técnicamente era rápido, intuitivo. Lo que siempre me contrariaba era el orden táctico, tener que jugar por un espacio determinado. Me gustaba ir a mi aire, moverme con libertad. Con la edad aprendí algunas lecciones y me hice más humilde.

-¿Qué pasó en juveniles?

-Ahí empecé a encontrarme a Míchel, luego coincidí con Martín Vázquez, llegó Ochotorena también, el central Francis. Aquel año quedamos campeones en la Copa del Rey, jugamos contra el Atlético de Bilbao y le ganamos 2-1. Y luego al año siguiente hice la pretemporada con el Castilla. La verdad es que yo acorté muchísimo los plazos. Ese año jugaba con el Castilla y con los juveniles. Con el Real Madrid debuté en diciembre de 1983: siete minutos contra el Español. Tenía 18 años.

-Con el Castilla fueron campeones de Segunda División.

-Fue en la temporada 1983-1984 y ahí estábamos los cinco. Ahí se forjó ‘La Quinta del Buitre’. Míchel, Sanchís, que llevaban años aquí; Martín Vázquez, que entró algo más tarde. Acababa de entrar Butragueño...

-¿Cómo era ese Castilla?

-A mí me gusta hacer sociología. La conformación del grupo fue un poco por generación espontánea. El famoso artículo de Julio César Iglesias coronó a cinco, pero hubo mucha gente de calidad que se quedó por el camino... Todos encarnábamos unos valores. Lo que pasaba es ‘La Quinta del Buitre’ cobró una cierta dimensión porque el Madrid estaba pasando una época difícil, quizá hacía tiempo que no salían jugadores de cierta brillantez, el equipo no terminaba de funcionar en aquel momento... Todo hay que situarlo en el momento político de España, que vivía la resaca del franquismo y de alguna manera era un país que se estaba reinventando y que daba un grito de esperanza hacia el futuro. Nuestra generación se convirtió en una referencia dentro del mundo del deporte. En una referencia de cambio. Como pudo ser “la movida madrileña” u otros movimientos culturales o sociológicos. Creo que los fenómenos no pueden explicarse solo desde dentro sino también desde fuera.

-¿Qué consejos les daban, cómo se jugaba en el Real Madrid?

-No había un programa heredado de una cultura determinada. Lo que sí había era la transmisión de unos valores que percibías de inmediato: el Real Madrid era un equipo que aspiraba a ganarlo todo, era un equipo humilde, sacrificado, que intentaba ser solidario. Nunca se rendía. El entrenador, Amancio, estaba muy encima de nosotros. Nos pulía defectos. Aunque yo creo que el mayor aprendizaje lo hace uno solo: por atención, por concentración; se aprende de los propios errores.

-Vamos con ese Castilla de ‘La Quinta del Buitre’. ¿Que tenía de especial en su fútbol?

Había un Castilla anterior, maravilloso, que llegó a la final de la Copa del Rey ante el Madrid; ya fue un gran antecedente. Recuerdo que éramos una panda de tíos jóvenes, muy entusiastas, con una idea parecida de jugar. El fútbol, al fin y al cabo, es una forma de lenguaje. Y soy de la opinión de que en un equipo cuantos más jugadores hablen el mismo idioma mejor. Todos sentíamos el fútbol de la misma manera, lo veíamos igual, sabíamos cuándo había que soltar la pelota a la primera o a la segunda, cuándo había que regatear, cómo nos desmarcábamos cada uno. Teníamos una intuición comprensiva del deporte muy parecida. Y eso te facilita la tarea y es un motivo de satisfacción porque a mucha gente se le olvida que esto no deja de ser un juego al fin y al cabo. Y que el disfrute tiene mucha relación con la obtención de los éxitos. Un equipo que sufre no digo que no sea capaz de vencer, pero seguramente va a transmitir mucho menos que uno que disfruta. Disfrutar no es una idea banal o frívola: es una manera de hacer bien tu trabajo y eso te reporta la felicidad. ‘La Quinta del Buitre’ cambió la mirada del espectador español. Me gusta relacionar su eclosión con el fracaso de la selección española en el Mundial de 1982. España había dado muchos tumbos siempre fascinada por el equipo de moda, había carecido de personalidad y de proyecto. Y ‘La Quinta’ trajo una nueva perspectiva. A mí también me gusta pensar que ‘La Quinta del Buitre’, a la que luego sucedería el Barcelona de Cruyff, es un antecedente directo del fútbol brillante de ahora.

-El Madrid de ‘La Quinta’, en esta línea que usted dice, hacía un fútbol estético, preciosista, divertido, era imaginativo...

-Desde luego. Butragueño era capaz de parar el tiempo. Eso era un milagro. Pocos jugadores eran capaces de pisar el área y dejar a la gente con la boca abierta: a ver qué iba a hacer, qué se le iba a ocurrir. Generalmente cuando más te acercas a la portería más prisa tienes, y Butragueño era lo contrario. Cuando más se acercaba al área, menos prisa tenía. Y eso dejaba a la gente perpleja: buscaba soluciones nuevas e inesperadas a la jugada de ataque.

-Había otra cosa curiosa: el juego que hacían Hugo Sánchez y él, tan complementarios...

-Hugo Sánchez era muy inteligente. Los dos eran muy inteligentes: Hugo, más rematador, menos elaborador, pero sabía cómo y en qué momento iba a terminar la jugada. Esa es una virtud de un gran goleador. Es un poco como Raúl. Raúl quizá haya sido el jugador más inteligente que ha pisado un campo de juego. Tenía la línea del desarrollo de la jugada en la cabeza. Llevaba siempre un segundo adelante con respecto a los demás. Es como si en un espacio oscuro tú tuvieras unas gafas que te permiten ver en la oscuridad. Aunque la gente no se lo crea, el juego muchas veces está enmarañado, ofuscado, entre tinieblas. El juego puede ser un espacio oscuro y tienes que ir buscando espacios llenos de luz. Y hay gente que va por delante, con la intuición, con un sexto sentido, con un talento especial. Raúl es el principal representante de esa escuela de jugadores. Un futbolista que ilumina el túnel del juego. Y Hugo Sánchez, claro, que tenía un gran remate con las dos piernas.

-Usted estaba en ‘La Quinta del Buitre’, pero es el único que no ha llegado a triunfar o a consolidarse en el Real Madrid. ¿Cómo lo vivía, le dolía?

-Al principio sí, claro. Yo había estado con Di Stefano prácticamente un año entero, luego por composición de la plantilla se pensó que debía estar un año más en el Castilla. Al año siguiente el equipo se había conformado... Se me planteó la posibilidad de quedarme o de irme cedido al Real Zaragoza en la campaña 1985-1986. Y eso fue lo que elegí. Me encontré con un equipo fabuloso: hicimos un año extraordinario, fuimos cuartos en la Liga y ganamos la final de la Copa del Rey al Barcelona. Entonces el Zaragoza venía de una tradición de grandes jugadores y plantillas, quería jugar bien al fútbol. Para irse fuera del Real Madrid si había atractivo en ese momento era el Real Zaragoza. Volví a Madrid para la temporada 86-87 y me encontré con el equipo todavía más consolidado, con gente joven, con mucho talento. Se estaba forjando el que iba a ser un ciclo irrepetible de hegemonía absoluta en el fútbol español.

-Usted llegó a ganar una Liga, ¿no?

-Sí, la del 1986-1987, y bueno estuve aquí ese año, participé en 26 o 27 partidos, los titulares arriba eran Butragueño y Hugo Sánchez. Nadie quería que me marchara, pero por mi temperamento y por la ansiedad me planteé irme. Yo quería jugar. Comprendí que solo había un periodo para jugar al fútbol y hay que aprovecharlo. Sobre todo quería jugar. En Zaragoza había sido feliz, me habían tratado muy bien y decidí comprometerme con el club de una manera más firme.

-Y estuvo muchos años...

-Yo tuve suerte. Cogí una época extraordinaria del club. Se llegó a hacer una plantilla muy competitiva, con jugadores de grandísimo talento. El Zaragoza jugó muy bien al fútbol y consiguió llegar a tres finales seguidas, dos de Copa y una Recopa. Yo fui internacional absoluto en el Zaragoza, conseguí meterme en la lista del Mundial del 90, así que me considero un afortunado.

-¿Por qué no triunfó el equipo de ‘La Quinta del Buitre’ en Europa?

-Yo creo que eso lo explica la mala suerte, en un principio. Hubo momentos en que se pudo llegar a la final de la Copa de Europa como mínimo, especialmente en aquella semifinal contra el PSV, el Madrid fue claramente superior... Para ganar se necesita también tener algo de suerte; luego, cuando salió de ese proceso de mala fortuna, se encontró con el Milan de Arrigo Sacchi, que era un equipo excepcional, casi inimitable, que revolucionó el fútbol por el juego de conjunto y por sus individualidades. Entre esas dos cosas se explica esa decepción. Pero fíjese si era grande aquel equipo que sin ese título estelar se sigue hablando de él como uno de los grandes momentos del Real Madrid y del fútbol español.

-Una sospecha, ¿era un equipo un poco frágil?

-No. Se ha quedado esa sensación porque cuando un equipo se queda a las puertas del triunfo en Europa, o con algo por decir, se habla de frustración o aparecen las conjeturas más amargas. Ese equipo ‘frágil’ ganó cinco Ligas seguidas. Se dice pronto.

Háganos, por favor, un retrato de sus compañeros. ¿Butragueño?

Era un tipo de una creatividad inmensa. Con un desparpajo insólito. Butragueño vino virgen de tácticas, consignas y trabas al Real Madrid, vino tarde, con casi 19 años, y esa falta de bagaje académico le permitió desarrollar su talento de una manera muy natural.

-¿Rafael Martín Vázquez?

-Era un portento de facultades físicas y técnicas. Con una elegancia y una plasticidad fuera de lo común.  Tenía un tren inferior fortísimo que le permitía no solo jugar, sino hacer cambios de ritmo, tenía salida con las dos piernas, y le permitía quitarse a los contrarios con gran facilidad. Poseía un juego de cintura extraordinario.

-¿Míchel?

-Es el jugador más fino que yo he conocido. Toda la técnica que se pueda concentrar en un jugador creo que la tenía Míchel. No era especialmente rápido pero tenía una habilidad enorme para buscarse ángulos para sus centros medidos...

-¿Sanchís?

-Era un tío motorizado. Lo hacía todo bien. Con una personalidad impresionante. Empezó de extremo. Era un todo terreno. Lo que más me gustaba de él era la salida de balón que tenía, poseía una gran potencia en las piernas. Se anticipaba bien.

-¿Y usted? ¿Cómo fue Miguel Pardeza?

-Si al principio era explosivo, veloz, ansioso; luego sufrí dos lesiones, una de menisco y una de osteopatía de pubis, perdí velocidad... Y fui perdiendo volumen o presencia de juego. A mí me costó comprender que el fútbol al final también son números. No solo es el puro recreo del juego, no solo es dejarte llevar por tu instinto y tu imaginación. A mí me gustaba abarcar más campo que el que debía, y los años te van reconvirtiendo. Me hice un jugador más sensato. Más definitivo, en cierto modo.

 

*Las dos primeras fotos son del archivo Marca; la del Real Zaragoza del blog ’20 minutos’.

 

PHELPS O EL TIBURÓN 22

 

 

 

¿De qué están hechos algunos deportistas? ¿De carne y de músculos, de algo invisible y abstracto que va más allá del cerebro, de la piel y de los tendones? ¿Estarán construidos de quimeras, de sacrificios, de una aleación especial que les hace ser más resistentes, de una energía casi oceánica? ¿Existirá una fuerza enigmática, un ciclón de sueños que se inyecta en el cuerpo y en él ánimo en algún instante de la infancia? ¿Cómo se explican la obstinación y la furia de Paavo Nurmi, capaz de correr montañas, desiertos y valles con varios kilos a la espalda durante horas? ¿Cuál era el secreto de la rabia y la agonía de Emil Zatópek, aquel extraterrestre de Kopřivnice que ganó los 5.000, los 10.000 y la maratón como si nada o como si estuviese a punto de morir? ¿Quién le concedió a Carl Lewis el don de volar, el atributo de acelerar más rápido que el viento en medio de la multitud? ¿Dónde se estudia la elasticidad que dibujaban en cada uno de sus movimientos Nadia Comaneci o Vitaly Scherbo o aquella Larisa Latynina que ha resucitado en la niebla del tiempo con la belleza de la garza y la acrobacia sonámbula de la culebra?

¿Cómo podríamos definir a Michael Phelps? Le han llamado “el tiburón de Baltimore”, pero también podría ser el tornado o el tritón de la piscina, o un animal del bestiario fantástico que es tiburón, sí, y pez espada y albatros y delfín a la vez. Y que es, ante todo, un prodigioso nadador. Fuerte, tenaz, un amasijo de talento, de clase y de determinación, la apología de la belleza hecha brazada, proeza continua y deslizamiento de músicas y espumas.

 Hijo de policía y de una maestra que se separaron en 1994, desde muy pronto se aficionó a la natación, apoyado por sus dos hermanas mayores. Era hiperactivo y presentaba falta de concentración; para no crear desbarajustes en la casa, lo ideal era que se agotase. Sus hermanas le aconsejaron que probase con el agua: lo hizo con siete años, y desde entonces no paró. Se convirtió en una auténtica máquina y pronto aprendió a marcarse metas. A desafiarse a sí mismo. Ya en Sidney 2000, recién cumplidos los quince años, iba a reclamar atención sobre él: obtuvo un quinto puesto. En Atenas 2004 se presentó dispuesto a superar el récord de Mark Spitz: las siete medallas de oro que logró en Múnich 1972. Estuvo a punto de lograrlo. En Phelps algo había sobrehumano. Cosechó seis oros y dos bronces.

Ese año tuvo uno de sus primeros disgustos: a finales de año, Michael fue arrestado por conducir ebrio. Se declaró culpable y lo condenaron a realizar una especie de servicio social durante año y medio, pagó una pequeña multa y hubo de efectuar una gira por colegios con la misión de disuadir a los jóvenes sobre los usos del alcohol, del tabaco y otras drogas. Volvería a pasarle algo semejante en 2009: se fotografiaría con una pipa de marihuana. Nueva polémica, pero entonces ya era rico y famoso, y un mito.

El gigante de la piscina resucitó el viejo afán: intentó superar a Mark Spitz. Ahora sí. Había madurado: tenía 23 años. Era su momento. Y en Pekín 2008 logró lo que parecía imposible: ocho medallas de oro. Algunas ‘in extremis’, desde luego, como su batalla ante Milorad Cavic (por cierto, le ha vuelto a ganar en Londres), y tras tomar una decisión insólita: se entintó las gafas de oscuro, algo que ha hecho en los últimos años y, por supuesto, en Londres, donde ha logrado lo que parecía imposible: empezó mal ante su odiado amigo Ryan Lochte, pero poco a poco ha ido recuperando su fuelle, su clase, su confianza.

Se ha despedido a la grande: con cuatro medallas de oro (4 x 100 y 4 x 200 libres; 100 mariposa y 200 estilos), dos de plata (4 x 100 libres y 200 mariposa) y una amplia sonrisa de felicidad mientras apoyaba la mano sobre el corazón. Ha superado el récord de Larisa Latinina (ella tenía dieciocho medallas, nueve de oro) y se ha convertido en el mejor atleta de las Olimpiadas de todos los tiempos. No es fácil definir a un nadador así: se enfrentó siempre a los mejores y sus victorias han tenido algo más que la tiranía de los campeones incontestables; han tenido una conexión mágica con el triunfo y con los dioses secretos del deporte, básicamente porque ha ganado lo posible y lo imposible. Siempre aspiró a la prueba perfecta. Quizá porque ya no se siente con fuerzas suficientes ha decidido irse: en su adiós le brillaban los ojos húmedos de emoción.

 

*De la serie 'Cantera de campeones' que ha aparecido en Heraldo durante las Olimpiadas.

ELEANOR HOLM: LA SIRENA EBRIA QUE ENAMORÓ A HITLER

Londres 2012 es especialmente suspicaz con los comentarios de los atletas. Por algunos de sus ‘tuits’ se han ido a casa el futbolista suizo Michel Morganella o la triplista griega Paraskevi Papahristou; otros, como la vallista Lolo Jones, han levantado alguna que otra polvareda. No han podido participar el maratoniano portugués Ornelas Helder o el húngaro Zoltan Kovago, entre otros, por doping. En distinto lugar está Ángel Mullera: España no quiere que corra en 3.000 vallas y las autoridades internacionales exigen que lo haga. No es la primera vez, mucho antes de la era twitter, que un atleta resulta expulsado de los Juegos Olímpicos. Una de los casos más famosos sucedió hace más de 75 años con la nadadora y campeona olímpica Eleanor Holm (1913-2004), de una belleza irresistible. Ricardo Márquez C. la define así en su libro ‘Olímpicos’ (Debate, 2012): “Sonríe la nadadora de labios carnosos y dorada cabellera. Sus ojos son hermosos y de mirada altiva. La tela suave y adherente de su largo vestido acentúa su figura estilizada y sensual”.

Su padre era el jefe de los bomberos de Nueva York, y cerca de su casa había una piscina. Allí empezó a practicar y pronto demostró su talento; en 1928 ya fue seleccionada para Amberes en la prueba de 100 metros espalda. Quedó en quinta posición. Cuatro años después fue a Los Ángeles 1932 y ganó la medalla de oro ante la británica Joyce Cooper y la austriaca Bonny Mealing; la que iba a ser su gran adversaria, María Braun, recibió una picadura de insecto durante las pruebas masculinas y quedó fuera de combate. ¡No es broma!

Una mujer así no pasaba inadvertida: era hermosa, poseía desparpajo, fotogenia y ganas de vivir. Y un punto de rebeldía y de insolencia. Los estudios de cine, a través de Warner Brothers, la tentaron y ella se dejó arrastrar: tomó lecciones de interpretación con mucha gente famosa, como Jacqueline Dillon, Carole Lombard, Edward G. Robinson o con el director Mervin Le Roy. Carecía de expresividad escénica y le ofrecieron encarnar papeles de nadadora, pero ella rehusó. No quería convertirse en profesional de la natación porque que tenía un anhelo: repetir medalla en Berlín 1936. En 1933 se casó con el músico Art Jarret, que tenía una banda propia que tocaba en los night club. Eleanor y Art cantaban a dúo, ella llevaba un bañador blanco y, con su aspecto y sus movimientos rítmicos y sensuales, provocaba suspiros en todas las mesas.

En 1936, como era de esperar, la seleccionan para defender su medalla olímpica. Llevaba siete años imbatida y ostentaba dos récords del mundo. Su belleza llamaba la atención. Subió con sus compañeros de expedición al buque Manhattan, y allí se encontró con un ambiente mundano: participó en las fiestas de la tripulación y de los periodistas. Dos noches al menos, acabó ebria, tan borracha que rozó el coma etílico. Su entrenadora advirtió a los médicos y estos, alarmados, a Avery Brungade, presidente del Comité Olímpico de Estados Unidos. La expulsaron en medio del estupor general. Ella les recordó que “soy joven, blanca y tengo 22 años” y les advirtió que se lamentarían si perdían la medalla de oro. Los compañeros hicieron piña, firmaron un manifiesto, etc., pero no hubo nada que hacer. Años después, Eleanor diría que Avery Brundage, próximo al movimiento nazi norteamericano (el mismo que excluyó a un atleta judío de correr, en vez de Jesse Owens, el relevo 4x100), le había cerrado las puertas. La odiaba porque no había aceptado sus propuestas sexuales.

Estados Unidos no ganó. Pero Eleanor Holm tuvo algunas oportunidades para vengarse: un periódico la contrató para escribir una columna cada día y se sentaba muy cerca de las autoridades nazis. Fue requerida, según sus palabras, por Hermann Goering, por Joseph Goebbels y por Adolfo Hitler, que la invitó a pasar un fin de semana en su casa de campo. Avery Brundage la miraba con los ojos inyectados de odio.

En 1939 se separó de su marido y se comprometió con el empresario Billy Rose. Y no solo eso: volvería a cantar, volverían a llamarla del cine, grabaría cuatro películas o series sobre Tarzán, aunque al fin solo se estrenaría sin éxito ‘La venganza de Tarzán’ con el campeón olímpico de decathlon, Glenn Morris. Algunos años después, se separó de Billy Rose, y fue tan ajetreado el proceso que divorcio que fue bautizado como “la guerra de los Rose”. Murió en 2004, con noventa años.

 

*De la serie 'Cantera de campeones' que ha ido apareciendo durante las Olimpiadas en 'Heraldo de Aragón'.

12/08/2012 20:40 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ALGUNOS NADADORES DE LEYENDA

En las fotos Shane Gould, Mark Spitz y Michael Phelps.

 

Las Olimpiadas son sinónimo de natación, de nadadores de leyenda. Pensamos, de inmediato, en Johnny Weismuller, el ‘Tarzán’ más famoso de todos los tiempos, en Mark Spitz, en Kornelia Ender, en Roland Matthes, en Matt Biondi, en Pieter van den Hoogeband, en Inge de Brujin, en Shane Gould, en Ian Thorpe, en Martín López-Zubero, en Jim Montgomery (el hombre que bajó por primera vez de los 50 segundos en los 100 metros libres), en Vladimir Salnikov, el rey de las largas distancias, o cómo no, en Michael Phelps, al que han apodado como “el tiburón de Baltimore”.

Hijo de policía, o de profesional que trabaja para la policía, y de una maestra, desde muy pronto se aficionó a la natación, apoyado por sus dos hermanas. Era hiperactivo y presentaba falta de concentración. Ya en Sidney-2000, recién cumplidos los quince años, iba a reclamar atención sobre él: obtuvo un quinto puesto. En Atenas-2004 se presentó dispuesto a superar el récord de Mark Spitz: aquellas siete medallas de oro que logró en Munich-1972. Spitz, con su bigotito que le hacía parecer un galán de Hollywood, realizó una exhibición portentosa. Phelps no le fue a la zaga muchos años después: se quedó con seis oros y dos bronces.

El gigante de la piscina resucitó el viejo afán: intentó superar a Spitz. Era su momento. Y en Pekín-2008 logró lo que parecía imposible: ocho medallas de oro. Algunas ‘in extremis’, desde luego, y tras tomar una decisión insólita: se entintó las gafas de oscuro, algo que ha hecho en los últimos años y que también está haciendo aquí: no quiere que le moleste nada. Es el nadador zen. No quiere que se le empañe el cristal. Solo quiere avanzar y avanzar, marcando bien la brazada, soltando con fuerza su enorme pie y alcanzando el ritmo adecuado: la armonía del oleaje, el estrépito silencioso del agua, la dirección exacta del torbellino interior de la piscina. Es el perfecto pez humano de poderosa envergadura.

Phelps cuenta con varios rivales o adversidades: primero su compañero, y sin embargo amigo, Ryan Lochte, que parece más en forma que él: le ha ganado en los trials. Y después él mismo, el propio Phelps. Ha entrenado poco en los últimos tiempos, ha competido menos, aunque ha buscado su puesta a punto, su incontenible y sincopado impulso, durante algunos meses en Colorado. Además tuvo algunos problemas: dio positivo en una prueba de alcohol mientras conducía y levantó sospechas al dejarse fotografiar con una pipa de cannabis entre las manos. Para resarcirse hubo de dar algunas charlas sobre el deporte, el alcohol y las drogas.

Phelps es impredecible. Es un prodigio y quiere superar otro récord antes de despedirse: igualar a la alada Larissa Latynina, que posee dieciocho medallas: nueve oros, cinco platas y nueve bronces. Eso sí, Phelps tiene catorce medallas de oro, más que Paavo Nurmi (diez) o Carl Lewis (nueve) y quiere convertirse en el mejor atleta olímpico de todos los tiempos, si no lo es ya. Ayer entró en acción y accedió a la final milagrosamente. Fue la primera advertencia. Tiene que recuperar toda su energía, su potencia, afinar su estilo y rescatar, a ciegas o no, con toda la determinación del mundo, el brío. En la primera final vencería Lochte y él solo se quedaría cuarto.

Casi a ciegas dispara el surcoreano Im Dong-Hyun, el récord del mundo de tiro con arco. No quiere convertirse en un espectáculo o un animal de maravillas, pero lleva camino de ello. Ve poco y acierta más que los demás. Se ha superado a sí mismo y ha agolpado al público para ver el impacto de sus flechas. Y no solo eso: la gente quiere observarlo al menos por televisión. A quien sí vimos, desde luego, ha sido al veterano Alexandre Vinokurov que a los 38 años se ha coronado campeón olímpico merced a dos golpes de inteligencia: el primer cuando decidió irse con el colombiano Urán y el segundo cuando este miró hacia atrás, y el ‘kazajo’ salió como una centella. Fue el arrebato de la picardía y la inteligencia del veterano ambicioso. Acababa de anunciar su despedida.

CANTERA DE CAMPEONES / 2

Fanny Blankers-Koen:

el “ama de casa voladora” de Londres

Londres ya tuvo una Olimpiada en 1908 y otra en 1948, tras la gran tragedia de la II Guerra Mundial. En la última, en 1936 en Berlín, se habían producido algunas anécdotas memorables: el desencuentro de Jessie Owens y Hitler, la complicidad entre el gran campeón norteamericano y el atleta alemán Luz Long, que moriría en 1943, a los treinta años, en el frente de Sicilia (Owens diría: “Se podrían fundir todas las medallas y copas que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de 24 quilates que hice con Luz Long durante la prueba de salto de longitud”), y una de esas anécdotas inadvertidas, pero llenas de simbolismo y de poesía: una joven holandesa, llamada entonces Fanny Koen, que había participado en salto de altura y en relevos con el equipo holandés, se acercó a Owens y le pidió un autógrafo que iba a conservar para siempre.

Fanny quedó quinta en ambas competiciones. Entonces tenía 18 años. Desde muy joven había mostrado una inclinación natural hacia el deporte: los practicó casi todos, luego pareció optar por la natación pero al final uno de los preparadores le aconsejó que eligiese el atletismo. Ahí podría desarrollar toda su potencia. Fanny, rubia y desgarbada, era una mujer alta y fuerte, de larguísima zancada. Al principio probó suerte en 800 metros lisos, pero alguien le aconsejó que la velocidad y la longitud serían mejores para ella. Y lo fueron: conquistó títulos nacionales (al final serían 58, nada menos), varios títulos europeos y mundiales, y sufrió lo suyo durante la invasión de Holanda por los nazis.

Se casó con su entrenador, Jan Blankers, un hombre que le llevaba quince años que había sido periodista deportivo y que había participado en triple salto en la Olimpiada de 1928 en Amberes. En 1941, a los 23 años, Fanny tuvo a su primer hijo, Jan Jr., y en 1946 a su segundo, la niña Fanny Jr. En diversos momentos de su vida barajó abandonar el atletismo: recibía cartas agresivas, con el insulto de “mala madre”, para que dejase el deporte y, además, debía hacer un esfuerzo mayúsculo: iba a entrenar con sus hijos en una bicicleta a la que había añadido una canasta con ruedas donde iban los niños, pero tenía un sueño en su cabeza y en su corazón: quería emular a su idolatrado Jessie Owens, cuyo autógrafo guardaba como oro en paño.

Tras doce años de interrupción, Londres, en el estadio de Wembley, organizó las Olimpiadas, y allí acudió ella con la selección holandesa. Estaba en posesión de varios récords mundiales, y aunque tenía ya treinta años iba a ser la gran atleta a batir. Participaría en 100 y 200, en 80 metros vallas y en longitud.

El dos de agosto de 1948 Fanny hizo historia: venció con relativa facilidad en los 100 metros con 11.9 y logró la primera medalla olímpica para Holanda. Era, por otra parte, la mujer de mayor edad de los juegos. Dos días después, se enfrentó a la norteamericana Maureen Gardner (entrenada también por su marido Jan) en 80 metros vallas. Llegaron igualadísimas, tras una pésima salida de Fanny. La fotofinish reveló que ella había vencido, aunque se produjo un equívoco: poco segundos después de la prueba, empezó a sonar el himno británico. Fanny se sintió derrotada, pero en realidad era que había entrado la familia real en el estadio.

El viernes, tras resistir la presión y la llamada de sus hijos, que la echaban de menos, corrió los 200 y ganó, en un día de aguacero y sobre una pista embarrada, a la británica Audrey Williamson y a la norteamericana Audrey Patterson, que fue la primera mujer negra en el podio. En relevos, Fanny tomó la última posta con cinco metros de desventaja: aceleró cuanto pudo con sus interminables piernas y obtuvo su sueño: las cuatro medallas olímpicas. Años después se cruzaría con Owens y él le dijo que siempre recordaba a aquella muchacha tímida y rubia, “el ama de casa voladora”, a la que le había firmado un autógrafo.

Holanda le rindió diversos honores. Y lo que aún es mejor, tal como recuerda Ramón Márquez C. en ‘Olímpicos’ (Debate, 2012), sus vecinos le regalaron una bicicleta “para ir por la vida a un ritmo más lento y para que no tenga que correr tanto”. A Sebastián Coe le habría gustado darle un abrazo, pero Fanny Blankers-Koen murió en 2004. En 1999 la habían nombrado “la mejor atleta femenina del siglo XX”.  

CANTERA DE CAMPEONES / 1

 

Un superviviente del Titanic,

un Nobel y la pierna de madera

 

 

Hay pocas cosas tan emocionantes como los Juegos Olímpicos. Por allí, en las distintas pruebas, pululan esos deportistas que aspiran a la gloria, a un instante único, a la emoción máxima. Las Olimpiadas están hechas de belleza, de armonía, de lucha, de ambición, de coraje, de intensidad, y están trabajadas con los meandros de la casualidad. La suerte se alía con los atletas. O los esquiva y sobreviene la derrota o su rostro más amargo: el fracaso.

La muchedumbre rugiente está con los ídolos, sean o no de su país. ¿Quién no corrió con Carl Lewis, ‘el hijo del viento’? ¿Quién no se sintió alguna vez hermano del agónico Emil Zatópek, ‘la locomotora humana’, o de aquel campeón de todas las distancias, incansable, ‘el finlandés volador’ Paavo Nurmi? El público, más que en ninguna otra competición, está con el deportista y sus múltiples virtudes: el talento, la gallardía, la rabia, el afán de conquistar un sueño y un lugar en la eternidad.

A mí me apasiona la bibliografía olímpica. Uno de mis libros favoritos, si nos remontamos a uno un poco antiguo, es ‘Olympic Portraits’ de Annie Leibovitz, una colección de fotos en blanco y negro aparecida en 1996, donde están las grandes figuras norteamericanas: el saltador de longitud Mike Powell, los velocistas Michael Johnson, Gwen Torrence, Carl Lewis o, entre otros, aquella completísima atleta llamada Jackie Joyner-Kersée.

Más completo es ‘Olímpicos. Álbum. Los juegos Olímpicos desde 1896 hasta hoy’ (Endeavour, 2012), con el fondo de Gettyimages. Hay fotos extraordinarias: si pensamos en Barcelona-1992 me quedaría con la caída de Gail Devers cuando estaba a punto de coronarse campeona de 100 metros vallas. De 2008 destaca la cara alucinada de Usailt Bolt al correr más rápido que el aire. El libro ‘30 leyendas olímpicas. Historias de esfuerzo y superación’ (Anaya, 2012), profusamente ilustrado, es un acercamiento de Silvia Roba (le hurtan el nombre en la portada) a grandes campeones a través de tres categorías: Héroes (Bikila, Greg Louganis, Jessie Owens o Wilma Rudolph, y, con algún humor, el nadador imposible Eric Moussambani); Mitos (Spitz, Clay, Nadia Comaneci o el citado Zatópek, entre ellos, a quien Jean Echenoz le dedicó la novela ‘Correr’ en el sello Anagrama, 2011) y Dioses (Bolt, Phelps, Manuel Estiarte, el único español, o Al Oerter, el discóbolo que ganó cuatro medallas de oro). Otro libro excepcional es ‘Héroes de nuestro tiempo. 25 años de periodismo deportivo’ (Debate, 2012), de Santiago Segurola, una antología preparada por Pedro Cifuentes y Pablo Martínez Arroyo del probablemente periodista deportivo español más completo desde la democracia. Segurola habla de casi todo, y eso le permite glosar a Jessie Owens, el hombre que desafió a Hitler, a maravillosos campeones como Hicham El Guerruj, Kenenisa Bekele, Michael Phelps, al que llama “Hércules en bañador”, a la neozelandesa Cathy Freeman, a Carl Lewis, Mike Powell y Bolt, o a Sebastián Coe, aquel elegante mediofondista que ganó dos veces 1.500 y fue dos veces plata en 800, y que también ha sido el alma de Londres 2012.

Pero quizá uno de los libros más especiales y sorprendentes sea ‘Olímpicos. Historias asombrosas y divertidas anécdotas sobre medallistas olímpicos’ (Debate, 2012), que firma el periodista mexicano de ‘Excelsior’ Ramón Márquez C. Cuenta increíbles peleas de Eddie Eagan contra Jack Dempsey; o como Philip Noel Baker fue campeón olímpico de 1.500 en 1920 y algunos años después recibiría el Premio Nobel de la Paz y de Cooperación Internacional: le entregó el diploma el Rey Olaf, que había sido campeón olímpico de vela en 1928. Se cuenta la historia de Richard Norris, que naufragó en el Titanic, se negó a que le cortasen las piernas a pesar de una evidente amenaza de gangrena y lograría ganar la medalla de oro de dobles mixtos en tenis en 1924 con Hazel Wightman, rebasada la treintena. Años atrás, George Eyser, un norteamericano de origen ruso, ganó tres medallas de oro, una de plata y dos de bronce en gimnasia con una pierna de madera. Larisa Latynina se redimió de la miseria y de la enfermedad a través de las olimpiadas: ha ganado más títulos que nadie. Y Wilma Rudolph, entre otros, superó una enfermedad de nacimiento y deslumbró en Roma en las pruebas de velocidad: allí, con tres medallas de oro al cuello, fue apodada “la gacela negra”.

 

*En la foto Wilma Rudolph.

29/07/2012 09:42 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

BELLAS OLÍMPICAS / 2

Otras candidatas a las más bellas mujeres de la Olimpiada de Londres.

-Yelena Isinbayeva, la doble campeona olímpica de salto de pértiga.

-La tenista rusa Maria Sharapova.

-La ciclista inglesa Victoria Pendleton.

-La lanzadora de jabalina Leryn Franco, colombiana.

BELLAS OLÍMPICAS

La revista ’Mujer hoy’ anticipa alguna de las deportistas más bellas de las Olimpiadas. Por ejemplo:

 

-Hope Solo, portera del equipo de fútbol de Estados Unidos.

 

-La saltadora de longitud, Darya Klishina.

 

08/07/2012 23:18 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

PRECIADO O LOS DIOSES MENORES

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SEGUROLA / PRECIADO: DE LOS DIOSES MENORES

 

No sé a qué categoría de héroe pertenecía Manuel  Preciado, ese entrenador que era capaz de arrostrar la pérdida sin perder la sonrisa: decía que solo existe la vida y que tras la noche, incluso la del dolor más insoportable, viene el sol. Lo decía un hombre que había crecido con la lluvia y las tempestades, y que se haría fuerte, incomparable y humanísimo en ciudades con mar: su Santander natal, y luego en Gijón: en los chigres, en los lagares, en la casa de sus jugadores o en El Molinón. Era uno de esos seres admirables que contagian entusiasmo, creían en la fuerza de los humildes y no bajaban nunca la cabeza. Para él la victoria empezaba en la dignidad. Santiago Segurola publica ‘Héroes de nuestro tiempo. 25 años de periodismo deportivo’ (Debate. Edición de Pablo Cifuentes y Pablo Martínez-Arroyo), donde hay héroes de todos los tipos y dimensiones: desde Jesse Owens, Carl Lewis o  Merlene Ottey a El Guerruj y Usain Bolt; desde Nadal a Federer; y nadadores como Thorpe o Phelps. Contiene un sinfín de anécdotas, de instantes, de sueños rotos, de decepciones y de gestas. El Zaragoza pugna con el Español en una de las noches más brillantes e inútiles de Cani. El libro, un espléndido manual de periodismo deportivo, es una confirmación, real y metafórica, de que el hombre puede volar. Preciado voló con el afecto de esa marea roja de Mareo y del Cantábrico, a la que devolvió a Primera División. El día que se fue lloraron todos: el presidente, los aficionados, los jugadores y los vientos irritados. El deporte es un escaparate de los dioses mayores, pero ¿qué sería de él si no existiesen los dioses menores, tan mortales que pueden morirse porque se les quiebra el corazón de madrugada?

12/06/2012 00:53 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

PEP GUARDIOLA, POR LUIS ALEGRE

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[Ayer, en su sección de ‘Heraldo Domingo’, Lusi Alegre publicaba un retrato de Pep Guardiola, con el cual mantiene una larga amistad. Cuelgo aquí este daguerrotipo lleno de anécdotas, de conocimiento, de cariño y de algún que otro destello de ironía.]

 

PEP

 

Por Luis ALEGRE

 

[Pep Guardiola también ha pasado a la historia por deslizar un estilo personal arrebatador y una manera de entender el fútbol que ha encandilado al mundo]

  

El otro día, en Barcelona, seis amigos le dedicamos una cena de despedida a Pep Guardiola y a su mujer Cristina Serra. Al día siguiente, se marchaban de vacaciones. Luego, tienen planes: vivir una temporada con sus tres hijos en Nueva York, una ciudad perfecta para cambiar radicalmente de aires, aprender inglés y tratar de pasar inadvertido.

 

Dentro de, pongamos, cien años, la figura de Pep Guardiola continuará ocupando un lugar único en la historia del fútbol. Como futbolista ya fue un símbolo y una leyenda. Pero como entrenador ha rebasado todos los límites hasta ahora conocidos. La cosa se resume en unos datos realmente impactantes- 14 títulos en cuatro años- pero su calado es aún mucho más hondo. Pep también ha pasado a la historia por deslizar un estilo personal arrebatador y una manera de entender el fútbol que ha encandilado al mundo.

 

El lunes 3 de marzo de 2008 Pep Guardiola vino a la librería Los portadores de sueños de Zaragoza a presentar conmigo y con Daniel Gascón “Saber perder”, la novela de David Trueba. La librería registró esa tarde una buena entrada, pero sin agobios. Si hoy Pep viniera a presentar un libro a Zaragoza solo cabríamos, sin agobios, en la Romareda.

 

El día que vino a la librería de Eva Cosculluela y Félix González, Pep era el técnico del Barça B. Su aspiración era entonces entrenar a un Primera, un paso que él creía necesario para llegar al primer equipo del Barça. Después de comer en Casa Hermógenes fuimos a Radio Zaragoza, al programa de Miguel Mena. Allí Juan Carlos Yubero, el jefe de deportes, nos contó lo que acababa de suceder: Irureta, el entrenador del Zaragoza, había arrojado la toalla. Entonces, Pep, totalmente en serio, dijo: “Ojalá me llamaran a mí”. Un par de meses después se anunció que Pep Guardiola iba a ser el entrenador del Barça.

 

La ilusión de entrenar al Barça había acompañado a Pep desde el día en que, muy jovencito, decidió que, cuando se retirara, él iba a ser entrenador. Pep, a los 19 años, al debutar en el Barça, ya había sentido el cosquilleo de cumplir un sueño de infancia. Pero nunca calculó que el sueño de ser el entrenador del equipo de su vida lo iba a lograr a esa velocidad. Lo asombroso es que dentro de ese sueño cumplido había otro que encerraba otro, que encerraba otro, que encerraba otro y así casi hasta el infinito. Pep es uno de esos superelegidos que logran quedar por encima de sus mejores sueños.

 

En 1997 Pep coincidió con Ariadna Gil en un acto homenaje al poeta catalán Marti i Pol. Ariadna se lo presentó a David Trueba. Un día David me llamó y me dijo: “He conocido a Pep Guardiola. Es uno de los nuestros”. Nos hicimos amigos de inmediato. Pep tenía 26 años. Sufría entonces una misteriosa lesión que le llevó a tratarse en los sitios más insólitos del mundo. En aquellos meses infames tuvo mucho tiempo para pensar. Hablábamos todas las noches durante horas. Cuando se corrió la voz de nuestra amistad con Pep, los amigos se pusieron en la cola para conocerle. Pep disfrutaba mucho en las cenas con escritores, cómicos o directores de cine. A quienes les hizo especial gracia cenar con Pep fue a Juan Marsé y Manuel Vázquez Montalbán, dos culé fetén, para quienes Pep representaba la quintaesencia del fútbol y el barcelonismo. Fue muy emocionante ver cómo los dos escritores miraban a Pep con los ojos de un niño.

 

Uno de los escritores a los que Pep más ha tratado es Ignacio Martínez de Pisón. El otro día, en la cena, le dijo: “El día que en la Romareda, después de que ganáramos 1-4, vi a la gente de Zaragoza gritar `Sí se puede´, pensé que os ibais a salvar”. Otro escritor al que conoció fue Félix Romeo. Pep fue uno de los primeros que me llamó cuando se nos fue Félix. Y ahora me ha prometido donar a la Biblioteca Félix Romeo que inauguraremos en Lechago algunos de los cientos de libros que le han enviado en estos años.

 

En su majestuosa carrera Pep se ha encontrado con algunas piedras en el camino. A mediados de los 90 la propia directiva del Barça se encargó de difundir el rumor de que era gay cuando Pep, al sentirse maltratado, amagó con fichar por el Parma. Luego, cuando jugaba en Italia, tuvo que lidiar con una acusación de dopaje. El paso del tiempo y el peso de la verdad desactivaron las dos infamias, que ahora parecen fruslerías. Pero el buen gusto de Pep ha aflorado en los momentos más delicados. En su última etapa de entrenador también ha esquivado algunas maledicencias, ironías y desprecios con elegancia y humor: a veces me llamaba y me decía: “Hola, soy el que mea colonia”. Le han buscado las cosquillas pero, francamente, esas pullitas y desaires me han parecido unas chiquilladas al lado de lo que se podía esperar. Pep es el gran tótem de un equipo al que detesta media España y que ha llegado a humillar a su máximo rival, el Real Madrid, al que adora otra media España. Lo más normal es que Pep hubiera sido acribillado. El haber concitado la admiración más o menos secreta de buena parte de los que le tienen manía a su equipo –y, de paso, a Cataluña entera- retrata con precisión su grandeza.

 

En octubre de 2008 Pep llevaba tres meses como técnico del Barça. Ya entonces, me lo dejó caer: “No creo que esto lo pueda aguantar más de un año”. Él no era un entrenador cualquiera del Barça. A la presión propia de una responsabilidad como esa, se añadía otra más sutil pero más asfixiante, la pegada a su mito y a su simbolismo. Un día, al preguntarle cómo estaba, me respondió: “La alegría de las victorias me dura cinco minutos; el disgusto de las derrotas, cinco días”. Su obsesiva autoexigencia en estos cuatro años vertiginosos no ha cesado ni un solo instante y, al final, le ha consumido demasiadas energías. “Hasta que no lo deje no podré saborear de verdad las cosas que hemos conseguido”, me dijo otro día. Y eso es lo que, desde ahora, podrá hacer Pep, sin agobios, en la ciudad de Woody Allen.

 

LA LEYENDA DEL 'CHAVA' JIMÉNEZ

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[Javier Castañer, en su blog ‘Pedaladas contra el cierzo’, dedica una extensa entrada al ciclista José María Jiménez, el ‘Chava’ Jiménez. Y narra su apasionada y su paradójica existencia. El texto exigiría una edición algo más meticulosa, pero no tengo tiempo: copio aquí el texto tal como lo ha redactado Javier. Mil gracias. Este es el link:

p://pedaladascontraelcierzo.wordpress.com/2012/05/30/chava-jimenez-no-te-caigas-pero-no-dejes-que-te-cojan/]

 

‘CHAVA’ JIMENEZ

No te caigas, pero no dejes que te cojan

 

Por Javier CASTAÑER. Pedaladas contra el cierzo

 

DETRAS DEL LLANTO QUEDA EL SILENCIO, DETRAS DEL SILENCIO QUEDA EL RECUERDO Y DETRAS DEL RECUERDO QUEDÓ EL MOMENTO, SOMOS COMO AVES Y POR NATURALEZA DEBEMOS EMIGRAR ASI COMO LAS PIEDRAS RODAR, Y CUANDO EXISTA UNA DESPEDIDA, AL FINAL SIEMPRE LA VIDA CONTINUA...

 [En mi vida siempre seguiremos, cerca, lejos, dondequiera que estés.... creo que tu corazón aún sigue (estrofas de una canción que les gustaba, Celine Dion en ‘Titanic’)]

Cuando inicié el proceso de creación de este blog, se me venían muchas ideas a  la mente, y una de ellas era sin lugar a dudas, intentar en la medida de lo posible y de una manera diferente, tener un especial recuerdo por aquellos compañeros que ya no están entre nosotros, que de una u otra forma desaparecieron del panorama publico. Es más duro si cabe hablar de los que nos han dejado para siempre...

Entre esos personajes, tiene un lugar privilegiado una persona que va camino de los diez años de su ausencia...

Es un orgullo enorme poder tener la posibilidad de tener entre estas líneas,  la peculiar historia de un grande de nuestro deporte que en plenitud de su vida y con apenas 32 años nos dejó...

                                                                        

“CHAVA  JIMENEZ"

No te caigas, pero no dejes que te cojan



Hola Jose María, es un verdadero placer poder charlar contigo... (pedaladascontraelcierzo)

Que pasa macho¡¡ nada hombre, eso está hecho (Chava Jimenez)

 

Esto sería el inicio de la conversación perfecta que siempre hubiera querido personalmente hacer, pero desgraciadamente, esto no será posible nunca. Aun así, aquí pretendemos mostrar una parte de la Historia de Jose María Jimenez, que no todo el mundo conoce...o al menos, tienen un concepto erróneo de la misma.

Una de las razones de peso,  por la que me he decidido a escribir sobre Jose María Jimenez, es sin lugar a dudas, el que siempre he sentido esa misma pasión que vivimos miles de aficionados durante su trayectoria profesional.  Al Chava o lo amabas, o simplemente no entraba dentro de tus preferencias, pero cierto es, que no dejaba indiferente a nadie.

En apenas unas semanas se celebra la segunda edición de la Marcha Cicloturista que lleva su nombre, y una serie de personas llevan un trabajo impresionante por sacar esto adelante. Entre esas personas, está Azucena, la persona que compartió gran parte de su vida con él y quedó viuda aquel 6 de diciembre del año 2003. Luchadora, amante de este nuestro deporte y la persona que conoció bien de cerca a Jose, porque aquí queremos hablar de Jose y vamos a dejar en segundo plano al Chava Jimenez que todos creemos conocer.

El final de esta entrada, deberíamos poder traducirlo como una serie de reflexiones. Una historia de superación, sacrificio, entrega, rigor, recompensa, y un final triste…pero no queremos trasmitir pena, al revés Azucena, queremos hacer llegar a ese Jose, que tu conociste y durante tantos años estuvisteis uno al lado del otro. Que la injusta vida, te lo apartó de tus brazos. Al mismo tiempo, a los que amamos el mundo de la bicicleta y el ciclismo épico, nos lo esfumó físicamente de un plumazo, pero a día de hoy aun está dentro de la mente de muchos practicantes y defensores de nuestro deporte. Es eso lo que debe fortalecer esa ilusión por cuanto hagas (y hagamos) por mantener vivo ese espíritu.

"Siempre digo que esto es una herida que a base de tiempo (no es tan fácil y el que haya pasado por algo así me comprenderá perfectamente) se cura, pero la cicatriz quedará de por vida… Orgullosa?  no te puedes imaginar hasta que punto, como persona (que no entrare en ese terreno pues seguramente no seré objetiva) y como ciclista, haber compartido parte de la vida con una persona así es maravilloso todo lo que se ahora de “ciclismo” fue gracias a el y por el esta lucha constante por su recuerdo, pues no olvidemos que de eso trata la vida de LUCHA. Orgullosa de como se le sigue queriendo, eso me fascina y que realmente José era una persona desconocida…

Tenía 21 años, acababa de pasar a profesionales, después de ganar el Circuito Montañés 92’, prueba clave para el paso a dicha categoría, es entonces cuando sus vidas se cruzan "Era un chico muy travieso, inquieto, alegre, bromista (eso nunca cambio en él) ya por entonces le apasionaban los coches - de que manera- y su inseparable bici" Como hemos comentado anteriormente, su paso le vino tras ganar el Circuito Montañés " imagínate! El recibimiento que le hicieron en El Barraco fue descomunal.. Era el paso a lo que tanto le había costado llegar (como a todos, menudo calvario se pasa hasta llegar a ello) y por lo que había luchado tanto, su mayor preocupación era poder responder a las expectativas creadas cuando José Miguel y Eusebio Unzue, lo ficharon de cara a ser el lugarteniente del gran Miguel Induráin en la montaña.

Debuto en La Subida Al Naranco 92’ y que debut como decía el con los grandes del pelotón (no lo disfruto mucho pues salió a la carrera con 42 grados de fiebre). Pero según me contaba él fue algo que no olvidaría jamás…

Pero antes de esto, y es lo que pretendo, hemos de contar algunas de los cientos de historias que han acaecido en torno a Jose. Uno de sus mejores amigos, Chano, nos cuenta algo que sucedió tres años atrás, es decir en el 89, y prestando atención podemos comprobar la capacidad de progresión de este portento físico. 

En una tarde fría del invierno abulense, salimos como todas las tardes, hasta lo que nos permitía la luz del día, ese día coincidimos con un chaval joven, alto y fuerte, que decidió  acompañarnos en nuestra ruta diaria por el Valle Ambles, con sus llanos  y el repecho de Robledillo, que allí es donde sucedió la anécdota de esta historia.

 

Hasta Solosancho, la etapa era totalmente llana, a fuertes relevos  hacíamos el recorrido, hasta llegar a un repecho, no muy duro, pero en esa época de temporada, se nos hacia más que pestoso, dábamos todo hasta el mismo alto, osea unos dos kilómetros, ese día conseguí coronar el primero, fui soltando uno a uno en cada metro de esta pequeña subida, el jovencito Jose, parecía que quería resistir el envite, pero al final también cedió en su intento. De regreso,  Jose me comentó con un Gran desparpajo “volveré otro día para dejarte en este repecho" a lo que yo contesté:  Eres joven y tendrás mucho tiempo de dejarme aquí y en muchos sitios más. Y claro que volvió, con muchísima más fuerza, que se lo digan a los amigos y grandísimos corredores, Heras, Escartin y el mismísimo Miguel Induráin.  Por aquel entonces  Jose María Jimenez "CHAVA", que luego con el paso del tiempo supimos quien era, tenia 17 añitos en  1989. En alguna ocasión le volví a recordar, y siempre eran risas y risas, ya que tuve el honor de poder disfrutar de rodar algunos kilómetros al lado de este Grandísimo Campeón.

 

Con el paso de los años se convertiría en un especialista, en "repechos" y como nos cuenta Azucena "le hacia mucha ilusión ganar la Subida a Urkiola -tenia algo muy especial con ese puerto- se encontraba muy cómodo en el, decía que se olvidaba de todo…. El no daba “importancia” cuando ganaba "pero si esto es mi trabajo, no hay más merito... decía,  el pueblo se volcaba cuando ganaba, era impresionante como le querían y le siguen queriendo"

Me gustaría contaros una anécdota que viví en directo en campeonato de España en Jerez del año 1998. Íbamos a cola de grupo, un tal Escartin y Jose, más alguno más, corría el km 120 más o menos, yo marchaba allí, pues justo me venía, ellos por ir más tranquilos, acostumbraban a ir en cola de pelotón. En un momento dado y antes del único repecho considerable del circuito, se enfiló mucho. Chava, le dice a Fernando, "maño, arrea que se tensa demasiado esto"

Imagina ver a estos, por el lado izdo, con todo metido (53x12) por aquel falso llano antes del repecho, increíble, fui a rueda de ambos hasta que boooommmmm explosioné. Se acabo mi rodar con ellos y con todos.  Aun a pesar de la "explosión" me quedó un bonito recuerdo, y vivido in situ. 

 Recuerdo unas imágenes de una Vuelta a España, en las cuales, le hacían unas breves pregunticas al abuelo de Jose, fueron enternecedoras sus palabras, es más, el subtitulo de esta entrada se completa con una frase de D Severiano "Por supuesto, quería muchísimo a los “abuelillos” Seve y Emi. Cada vez que marchaba a una carrera no Vivian los pobres, con sus preocupaciones por las caídas “hijo, sobre todo no te caigas eh, pero no dejes que te cojan...” Abuelo no te preocupes que estos ciclistas no me pillan (contestaba José). Cuando los iba a ver a su casa siempre le sacaban dulces y José les pegaba la regañina cariñosa. "abuelos que yo no puedo comer de eso, no me pongan los dientes largos" Parece que lo estoy viendo cuando se despedía de ellos al abuelo Seve, siempre, siempre se le caían esas lagrimillas…… Una anécdota muy graciosa de la abuela Emi sobre los corredores de la once, le decía a José; pero hijo estos muchachos algo verán no? porque como van por esas carreteras.

 

Su inseparable amigo Juanjo más conocido por todos como Pincho, nos cuenta una divertida historia, que define una vez más ese carácter risueño y bromista que le caracterizaba.

Recuerdo una vez que fui a verle a un critérium y del equipo Banesto solo corrían Miguel Induráin y José, daban varias vueltas por el mismo circuito urbano, y decidí ponerme en una curva de herradura para verle pasar más despacio y animarle. El no sabía en que parte del circuito estaba, pasó la primera vuelta y empecé a buscarle en el pelotón pero no le vi, pasa la segunda y lo mismo pasa la tercera..de repente, sale una mano del pelotón y me dio en la cara, era el y me dijo, "Me ves o no me ves atontao" 

Allí todo el mundo se reía, El Chava a dado un cogotazo a un espectador, decían entre risas, todos menos yo claro está. La verdad es que se le echa mucho de menos era único siempre haciendo reír, todo lo que hacia lo hacia sin malicia y me decía "si es para reírnos macho" lo hacia con tanta gracia que al final te tenias que reír. Qué grande era siempre estará en mi recuerdo.

 Siempre me ha parecido un corredor con una clase excepcional, con una arrancada en subida que contadicos he visto, pero… cuando no ganaba y estaba cerca, o por fallo no cuajaba en éxito, era un tío que intentaba corregir errores para poder demostrar nuevamente su poder? Esa arrancada tan especial que tenía, explosivo, imprevisible, siempre por sensaciones, se te ponía el corazón en un puño que no dejaba moverte de la silla… Era matemático el día con sensaciones buenas, a falta de 6-7 km intentaba el primer arranque, paraba, vuelta a arrancar y piernas para que te quiero puntilla final.

 

Esa facilidad para la escalada, también tenía su punto flaco, como bien me cuenta su amigo Paco Mancebo "Creo que tenía un puerto cruzado, y ese era el Mont Ventoux, un día puso a tirar allí a todo el equipo, quería ganar y al llegar allí, bueno como era el Chava, o ganaba o....ya no recuerdo si llegó a subir o hizo de los últimos"

 

Le preocupaban las limitaciones que tenía como ciclista completo e intento cambiar su rendimiento en las cronos "de que manera, prueba túnel del viento incluida, métodos de entrenos, pero el sabía que si mejoraba algo las cronos perdería en montaña, él era escalador puro y lo mejor que tenia es que disfrutaba con ello. Eso que sus condiciones físicas, no eran las de un escalador, por eso más contradictorio aún"

 

Como era en sus semanas previas a una grande, imagino que un monje y una locura de sentimientos...para llegar 100% a esa cita. Era muy estricto con sus entrenamientos, alimentación sobre todo con esta ultima pues por su genética le era muy fácil coger peso y era una constante lucha.. Cuando llegaba una grande, aunque seguía los entrenamientos del preparador, siempre se exprimía más y daba todo por llegar con buen nivel y aguante a las mismas, recuerdo la preparación del tour del 98´ menudas palizas de entreno, la mayoría de los días no bajaba de 160km, días enteros de hacer trascoche hasta 210 km Uno de los días por la Peña de Francia, Batuecas (Etapa de la Vuelta a España) le sirvió como preparación al tour y de cara a supervisar los distintos finales de etapa de alta montaña en V. España de los cuales muchos de ellos marcaba con una cruz y donde me decía Azu aquí voy a ganar yo y bien es cierto que no solía fallar.

 

Nos fuimos a supervisar en coche la etapa del Alto del Morredero Ponferrada, me hacia anotar  en que km caía cada curva, desniveles, los hitos kilométricos de más dureza etc.. Pero lo más gracioso de todo fue que cuando estábamos cruzando uno de los últimos pueblos de camino al alto del Morredero me dijo: Azu apúntate esta casa en curva porque o tiran un cacho de la casa o la vuelta no llegará aquí (porque no pasarían los camiones) y así fue…….

 Desconozco el nivel académico de Jose, tenía subliminalmente esa presión, de llegar a poder dedicarse a este deporte profesionalmente, en un breve espacio temporal o tomar  una decisión para con su vida laboral?

Como el declive profesional llego tan inesperadamente, no tuvo ni tiempo de preocuparse a que se quería dedicar, solo quería volver a subirse a su inseparable montura de acero y lograr buscar y sentir esas sensaciones que había perdido 

 

Me resulta gracioso y al mismo tiempo bastante relevante, la preocupación que Jose tenía por agradar a todo el mundo y no defraudar, este tipo de caracteres, a veces tiene nefastas consecuencias, pero él era así "se defendía bastante bien con los medios de comunicación, al principio como a todos le costaba y siempre me preguntaba "¿como ha estado la entrevista, como me has visto, hablé bien?" 

El poder escribir esta entrada, también me permite poder conocer mucho más a la persona e intento poder trasmitirlo a todos los lectores. Pero una  cosa si que tengo mucho más claro, Jose María Jimenez, era un fuera de serie, se pusiera en lo que se pusiera "una vez quedamos, con los hermanos Induráin, y teníamos organizada una especie de capea con unos chotillos (pequeñas reses) y si vieras el arte que tenía con el capote. Le decíamos el Curro Jimenez del toreo. Era una grandísima persona, con unas cualidades físicas enormes y con una progresión muy rápida, pero..." otro abulense ilustre, que ya fué parte de este blog, el gran Julio Jimenez, se deshacía en halagos hablando de Jose, con voz entrecortada se le amontonaban las cualidades como persona que quería contarme, gratificante conversación con D Julio.

 Después de duras temporadas, de que disfrutaba en los periodos de descanso invernal, además de tu compañía evidentemente, que lo verías casi en fotos solo? Imagínate, fotos, televisión, es lo que te quedaba. No era de ir de viajes pero algún viajecillo hacíamos, estaba hartito de estar todo el año fuera de casa y lo que más le gustaba era su pueblo. Le encantaba irse a andar por la Cebrera con nuestros perros y buscar níscalos era su hobbie preferido, la caza también pero no por el hecho de cazar, pues no traía nunca nada a casa, sino por que le daba la opción de caminar y eso era imprescindible en invierno. Le encantaba la cocina aunque era mejor que no entrara,  para que te hagas una idea por lo general para realizar un postre necesitamos dos instrumentos, el usaba una orquesta entera. Por cierto el arroz con leche lo hacia de fabula aunque los cuatro primeros intentos hubo que tirarlos a la basura. 

 

Recuerdas alguna experiencia en la que mi comunidad estuviera presente, alguna anécdota, carrera, el típico y temido Cierzo? Corrió varias vueltas a Aragón, y recuerdo al terminar un critérium en Zaragoza, que la fama de brutos de los aragoneses se le había contagiado hasta el temido cierzo. Tuve la oportunidad de compartir aquella tarde en Zaragoza, también fuí de la partida en aquel Critérium. En realidad era un tío majo, muy cachondo y perdona... más bruto que nosotros, el ya venía así de serie... 

 Era consciente de que su imagen y colaboración en ciertas causas, facilitaba conseguir dichos fines, se implicaba? Seguro, siempre estaba disponible para las buenas causas, si le llamaban para ir algún sitio nunca ponía pegas.

 Y antes de dar fin a esta entrada, y con la objetividad que ha día de hoy puedo trasmitir, debo y es justo, dejar claro que algunos deportistas de Elite, viven eufóricos con sus éxitos, pero también está el caso de los que no pueden digerir, que el éxito y los buenos resultados no acaben de llegar, lo que en la mayoría de los casos, poco a poco va difuminando su trayectoria deportiva. Pero tenemos también la peculiaridad de los que aún cosechando éxitos y muy buenas actuaciones e incluso gozando del clamor popular, se ven inmersos en una depresión por no dar a su público y seguidores, lo que ellos creerían justo. Y en cierta manera este es el caso de nuestro personaje, Jose entró en una profunda depresión, que derivó en su aislamiento del mundo. No es normal que durante estos casi diez años, hayamos tenido que leer u oír cosas muy complicadas de asimilar, sobretodo para sus seres queridos.

 

La agorafobia es miedo al miedo. Los agorafóbicos temen las situaciones que puedan generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia activación fisiológica y a los pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de morir.

 Pues si amigos, Jose, es lo que padeció, y esta enfermedad le llevó a tomar en ocasiones cantidades no recomendables de ansiolíticos y antidepresivos, lo que hacía que se refugiara en exceso en su hogar. Creo que debemos de ser justos y comprender la situación de Azucena al defenderse de todo ello.

 Con esto nos debe de quedar una cosa bien clara, y es que a nuestros deportistas deberíamos darles más apoyo psicológico y no solo para rendir más, tal vez ayudando a su estabilidad emocional, aumentaríamos paralelamente su rendimiento. Y es una asignatura pendiente que tenemos para con nuestros nuevos deportistas y desde edades tempranas el poder trabajar el rendimiento deportivo con una progresión física lógica, antes que pensar en engordar el propio palmarés.  Y dicho esto, ahora quizás estemos obligados a ver la imagen de Jose de una manera diferente, que por otra parte es el deseo de muchos.

 

Porque le vino ese mal moral, que fue lo que desencadenó esa dejadez o falta de motivación?

Es una pregunta complicada de responder, pues creo que como todo en esta vida tiene un “porqué”, las cosas no vienen solas, lo único que puedo decirte es que se le vinieron encima un cumulo de circunstancias y situaciones muy adversas…. En el año 2001 cuando ya no puede más con la adversidad de la carretera y con la que había sido su vida “la bici”, empieza su peor carrera, no quiero ser pesada pero me reitero y lo haré siempre “LO INTENTO CON TODAS SUS FUERZAS Y ESO LO PUEDO ASEGURAR, DIO TODO POR VOLVER y encontrar una razón para subirse a su querida montura de acero, lo peor de todo es que esta carrera con unas cronos que no acababan nunca y unos puertos de montaña que no tenían fin, no pudo llegar a su tan esperada meta…. 

¿Qué le faltó a Jose María Jimenez, para ser un grande reconocido, quizás demasiados gallos en un mismo corral, pudieron truncar otro tipo de trayectoria?  No creo que fuera problema de gallos, fue un corredor que vivía del espectáculo y su única ilusión era hacer vibrar a todos los aficionados del ciclismo y a sus incondicionales en los días de etapas en alta montaña. Y debido a ello nunca mostro ninguna preocupación por llegar a ganar una grande.

 Aquella fatídica fecha la tienes marcada a fuego en el corazón, pero… eres una esposa que se queda viuda, pero además la esposa de un gran ídolo que se nos fue, ese sentimiento generalizado, te ha servido de sustento emocional y de orgullo interno por haber estado al lado de Jose. Esa misma fuerza que demuestras en tus respuestas, la trasladas en lograr consolidar la Ciclomarcha que lleva su nombre? En el año 2009 decidimos (Salvador de la P.C. José Mª Jiménez “El Chava” Riosa –Asturias) y yo crear un club deportivo que llevaría su nombre, para poder organizar eventos deportivos, y llevamos a cabo el I Memorial a José de juveniles. ¿Por qué? Porque me parece la mejor manera de recordarle  con lo que fue su vida “La Bici” y que mejor que un memorial y apoyar al ciclismo de base ese es nuestro objetivo “RECUERDO Y APOYO AL CICLISMO BASE.

El pasado año, se celebraba la primera edición de su I Ciclomarcha, "La verdad que la gente de El Barraco se vuelca por colaborar con nosotros para que  a su paisano se le siga haciendo el memorial, me gustaría resaltar que gracias a Hormigones El Barraco (Cenci y Marivi primos de José) pude comenzar este gran sueño, ellos son patrocinadores incondicionales.

 El 17 de Junio se celebra esta segunda edición, y ya es un referente en el calendario nacional pero deseamos la autofinanciación y de esta manera poder hacer que sea incluso de dos días. También el año pasado conté con el apoyo de sus compañeros de equipo Paco Mancebo, Pablo Lastras y Txente, los cuales tuvieron su maillot en la prueba de Juveniles y este año volvemos a contar con Pablo Lastras quien defiende a capa y espada el ciclismo de base.

 

Quiero aprovechar la oportunidad que me brindas a través de esta entrevista, para de alguna manera animar a que nuevas entidades se impliquen con este bonito deporte y el ciclismo de base no decaiga.  

 

 http://www.josemariajimenezelchava.com/finalidad.htm

 

En este enlace tenéis recogida toda la información de la misma. 

Espero que esta entrada y  sincera historia contada por parte de su entorno más cercano, nos haga seguir disfrutando de la persona que fué Jose María Jiménez "Chava" y ser justos seguidores de un gran personaje de nuestro deporte.

Agradezco la inestimable colaboración de Azucena, Chano, Pincho, Mancebo, Julio Jiménez... y alguno más que me dejo en el tintero, que espero disculpen. Ha sido un placer conocer mucho más a esta entrañable persona. 

EL DEPOR VUELVE A PRIMERA

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EL DEPORTIVO REGRESA A PRIMERA DIVISIÓN

‘La voz de Galicia’, uno de los periódicos de mi vida en el que siempre me habría gustado escribir, publicaba anoche esta foto en su edición digital: el Deportivo de la Coruña retorna a Primera División. Y suma así un título a los seis grandes que tiene: una Liga, dos Copas del Rey y tres supercopas. Juan Carlos Valerón es uno de sus líderes, uno de sus referentes y este año ha sido determinante para el ascenso con su juego inteligente, de clase y tiralíneas, impregnado de magia y de veteranía. El Celta subirá la semana que viene. Y yo, deportivista, también soy celtiña. Desde niño. No pertenezco al grupo de deportivistas que odian al Celta. El comportamiento de la afición ha sido exquisito y apasionado, y Oltra ha hecho un magnífico trabajo. Enhorabuena a todos. Jugué una vez en el campo de Riazor con el Ural de A Coruña, juraría que fue en la temporada 1974-1975 y en 2007 creo que fue paseé por el campo antes de un choque Depor-Real Zaragoza, mis dos equipos. El campo parecía una alfombra de verdín y de paraíso, un auténtico escenario de sueños. Como el de ayer.

 

*La foto es de César Quian.

28/05/2012 00:50 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS: HASTA SIEMPRE

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EL GARRAPINILLOS VENCE EN SU ÚLTIMO PARTIDO

[La Unión la Jota 0-Garrapinillos 1 (Jesús Ángel).]  

Al Garrapinillos se le había hecho un poco larga la temporada. La segunda vuelta fue difícil, compleja, estuvo llena de incidencias ingratas y el equipo perdió el rumbo durante diez jornadas. Tras las dos últimas victorias, especialmente la última en casa, ante el Montañana, el equipo había recobrado la ilusión. Y esta mañana, en un día terrible de sol, despedía la temporada ante La Unión la Jota, el equipo que se salvó la pasada jornada.

El Garrapinillos, como ha sucedido en las últimas semanas, estaba corto, cortísimo de efectivos. Entre lesionados, algunos que se han borrado, expulsados (Eloy Mateo, nuestro máximo goleador con catorce tantos, en este caso) algunos que se duermen e indispuestos del último instante (pienso en el juvenil Ángel Sanz, que ha sido muy importante en el último tramo y tuvo un fuerte dolor de oído que le envió a urgencias), el equipo se presentó en el estupendo campo de La Jota con solo trece jugadores. Formó así: Luis; Alberto Sancho, Javier Lacabe, Enrique Romero, Dani Pequerul (que volvía tras su amago de microinfartos, según un informe médico, que era una falsa alarma); Jesús Ángel, Diego Rodríguez, Jorge Blasco, Alberto Luna; Alberto Rubio y Jorge Rodríguez; esperaron en el banquillo Jorge Buil y Óscar Ortiz, que jugó ayer con los juveniles.

El campo estaba estupendo. Los dos equipos hicieron el pasillo a un conjunto de categorías inferiores de La Jota, que se había proclamado campeón. El primer tiempo fue claramente del Garrapinillos: mandó, combinó con gusto, generó ocasiones de gol, especialmente una de Jorge Rodríguez, lanzó varias faltas y dio una imagen de buen equipo, trabajado en todas sus líneas. Jugador por jugador, el comportamiento fue correcto; Dani Pequerul se resintió de su inactividad, pero poco a poco se vino a arriba como suele hacerlo: con pundonor, con pasión, con ganas. A veces hace pensar en Gordillo: parece que se vaya a descuajeringar, contrae el gesto en un rictus de amargura y de dolor, de sobreesfuerzo, pero es capaz de llegar a la línea de fondo e incluso de disparar. Jorge Rodríguez, muy tocado, jugó a su gusto, igual que los centrales Lacabe y Romero, Alberto Luna encontró carril por la izquierda y Rubio, que solo resistió diez minutos ante el Silos, completó su mejor primera parte de la temporada, y su mejor partido conmigo probablemente. Alberto Sancho, admirador de Cristiano Ronaldo, probó una falta desde lejos.

En la segunda parte, el Garrapinillos volvió a mandar durante los primeros minutos, aunque el calor era intenso y hacía mella en los rojillos. Jesús Ángel, que jugó por el ala derecha, marcó un golazo con la izquierda: un auténtico obús ante el que nada pudo hacer el activo portero rival. Jorge Rodríguez tuvo que dejar el partido, y poco después haría lo mismo Alberto Rubio. Jorge Blasco, otro de los capitanes del equipo, estaba fundido, aún así resistió hasta el final como un valladar que quería lanzarse al ataque: él y Diego hicieron un intenso trabajo en el medio, pero acusaban el cansancio, y costaba mucho componer la media. A Diego le hicieron un clamoroso penalti que el árbitro y el linier no consideraron aunque estaban encima de la jugada. Como tampoco consideró una salida de Luis Romero con la mano en esa zona peligrosa del área grande.

El Garrapinillos se descosía por instantes y la Jota, que tenía cinco reservas y los empleó a todos, atacaba y atacaba con mucho peligro. Ahí, Luis (con la colaboración de su defensa: otro buen partido de Enrique Romero y de Lacabe por el centro) estuvo inmenso. A él le debe el Garrapinillos una importantísima porción de esta victoria, que pudo ser más holgada durante muchos minutos y acabó siendo una victoria con fortuna. La suerte que nos había faltado en otras tardes –contra el Salvador, contra el A Mesa Puesta, contra el Picasso, el Villanueva o el San Juan, pongamos por caso- nos asistía esta mañana. Y así, con 52 puntos, el Garrapinillos de Primera Regional cierra su temporada donde ha tenido de todo: ha sido líder muchas jornadas, se desfondó, se recuperó un poco y al final acabó en la octava posición. Ninguno de los resultados de los adversarios próximos nos favoreció hoy. Ascienden A Mesa Puesta y El Salvador. [Además de los citados jugadores, el equipo del Garrapinillos contó con Sergio Calvo, portero; David Mateo, Jorge Beltrán, Eduardo García ‘Pirri’, Jaime, defensas; Kike Alcubierre, Fran, Néstor, medios; Óscar Cambra, Eloy Mateo, José Antonio Mochales ‘Pitu’, Ángel Sanz y los juveniles Jorge de Miguel y Víctor Calle]. Y este ha sido mi último partido como entrenador tras casi una temporada y media del Garrapinillos. Ha sido un placer, amigos. Hemos contado con un extraordinario plantel humano, de verdad (no ha habido ningún conflicto, ningún malentendido, no ha habido malos rollos), al que hay que sumarle a Félix Cambra, Manolo Romero, Manolo Calvo y José Antonio Velilla, entre otros. Hasta siempre, amigos. ¡Un, dos, tres, Garrapinillos! Las fotos son de Jorge Buil.

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EL GARRAPINILLOS VUELVE A VENCER

Esta tarde el Garrapinillos de Primera Regional ha jugado su último partido de la Liga en San Lorenzo en esta campaña. Se enfrentaba al Montañana y venció por 2-0, con tantos de Óscar Ortiz y Enrique Romero, que marca su segundo tanto, a pesar de haber jugado de libre. Tras una mala segunda vuelta, el Garrapinillos había ganado en casa del colista el Silos la pasada semana, 1-2, con goles de Romero y Eloy y con nueve jugadores, y hoy contábamos con trece jugadores, uno de ellos el portero suplente. Decidimos que Luis Romero, que hizo una espléndida primera vuelta en la portería, iba a disfrutar de minutos en el ataque. Salió de titular. Formamos con otro conjunto inédito: Sergio Calvo; Jesús Ángel, Lacabe, Romero, Ángel; Pitu, Diego, Jorge Blasco, Alberto Luna; Eloy Mateo y Romero. En el banquillo se quedaron Oscar y Jorge Rodríguez, muy tocado.

Era el último partido. Y queríamos ganar. Hemos tenido un año extraño. Extrañísimo. Con todo, recordamos a los jugadores que teníamos un buen plantel y que debíamos ir a por la victoria. Mandamos desde el primer instante: Pitu gozó de varias oportunidades en entradas por la banda derecha, también Luis y el propio Jorge Blasco, que se vació. En la segunda parte, parecía que habíamos perdido el sitio, el Montañana atacaba y generó alguna ocasión. A Diego le hicieron un penalti, que dejó al adversario con diez. Poco después nosotros también quedaríamos con diez: Eloy sería expulsado y no podrá jugar el último partido ante la Unión La Jota. Ni podrá alcanzar la cifra de tantos que se había propuesto: veinte. Con el de hoy, se ha quedado en catorce. Jorge Blasco falló el penalti; lo lanzó como acostumbra, pero el portero le adivinó por dónde iba y lo detuvo. Poco después marcaría Óscar y sentenciaría, tras una intensa, trabada y al final lúcida jugada de Blasco, Enrique Romero, que jugó un espléndido partido.

El Garrapinillos jugó bien. En todas las líneas. Incluso muy bien en algunos instantes, y ha dejado un buen sabor de boca. Hay futuro, y el equipo debe seguir contando con jugadores veteranos que le dan empaque: Lacabe, Jorge Blasco, Óscar Cambra, Eloy... La afición de San Lorenzo se merecía este resultado: había visto demasiadas derrotas en las últimas semanas, algunas inmerecidas como ante El Salvador, que ascenderá a Regional Preferente con A Mesa Puesta, dos buenos conjuntos. Es mi último partido en el equipo, en casa, como entrenador. Ha sido una experiencia intensa y llena de grandes momentos, de bastantes adversidades y de algunas decepciones. Hemos contado con un equipo humano magnífico. Nuestro deseo es lograr al menos la cifra de los 50 puntos. Tenemos 49 y hemos recuperado algún puesto: ahora estamos en la octava plaza, que no se ajusta del todo a nuestros méritos, sobre todo a lo que hicimos en la primera vuelta. La semana que viene jugamos con La Unión, que hoy ha mantenido la categoría. Enhorabuena. El año pasado la conservamos nosotros en el penúltimo partido también.

            Como decía Robert Graves, es el momento de entonar “un adiós a todo eso”. He aprendido algo: de fútbol nunca se sabe lo suficiente, casi nunca se sabe nada, en realidad, y hay muchos factores que cuidar. Muchísimos: desde la preparación física a la preparación psicológica, desde el golpe de suerte a la mentalidad, desde el clima de amistad y cariño a la ambición y a la intensidad. Otro vendrá y lo hará mucho mejor. No me cabe duda. Me quedo con muchas cosas estupendas, con el buen clima de camaradería: apenas ha habido malos rollos ni disidencias. Y eso, a la larga, es impagable. Mil gracias a todos.

 

*En la foto de archivo de Jorge Buil, Pitu, cabellos al viento a lo Simpson, y JOrge Rodríguez, ante un rival del Movera.

MANOLO JIMÉNEZ: UN DIÁLOGO

 

[El domingo, antes de la victoria en Getafe, Mercedes ’Picos’ Laguna, responsable de Heraldo Domingo publicada una humana y entrañable entrevista con Manolo Jiménez. La traigo aquí.]

 

«PASE LO QUE PASE, EL ZARAGOZA

SIEMPRE ESTARÁ EN MI CORAZÓN»



Es el hombre del momento, la persona que ha sido capaz de volver a dar sentido al zaragocismo. Porque, pase lo que pase hoy, se ha ganado el respeto y la admiración de la afición

«Mi padre era mi ídolo, mi amigo, me enseñó todos los valores»

«Siento haberme perdido momentos importantes de mis hijos por mi trabajo»

«Soy costalero desde los 15 años y saldré la ’madrugá’ de Arahal esté donde esté»



PICOS LAGUNA. Heraldo de Aragón. Doingo 13. 05.2012

Tiene a Sevilla metida en el alma y en el corazón, una Sevilla que le ha dado todo, la gloria deportiva, la esencia de sus raíces; una Sevilla que llegó a ahogarle y que le impuso el reto de buscarse fuera a sí mismo, ver si también lejos de ella podía encontrarse con ese Manolo Jiménez (Arahal, Sevilla, 1964) capaz de triunfar. Y lo ha hecho. Hoy, este andaluz sensato, reflexivo y metódico, marcado por un padre que le enseñó todos los valores importantes para un hombre, lleva también en el alma prendida a esa Grecia que dejó en medio del caos y la pobreza, y a una Zaragoza, a un Zaragoza que le adora y que se ha rendido a sus pies.

Impresionaba su rostro en el autobús que le llevó a la Romareda, antes del encuentro frente al Racing.

¡Uf! Es que se acumula mucha tensión. Dese cuenta que no es solo cumplir con tu trabajo, sino la responsabilidad de los sentimientos que hay detrás de ti, de tanta gente. Si eres una persona responsable, todo se te refleja.

Era emocionante ver cómo le animaban tantos seguidores, más que a los jugadores.

Bueno, me he erigido un poco como el buque insignia, pero, y lo digo de corazón, me contrataron para intentar salvar al Zaragoza y lo que hago es cumplir con mi deber y llegar a mi objetivo. Todos valoran las dificultades que había, pero los protagonistas son quienes hacen el gran esfuerzo físico de ganar, los futbolistas; y el gran esfuerzo de desgaste sentimental y emocional de la afición. Por supuesto, algo que tengo que ver, porque soy quien diseña el trabajo.

¿Cómo aguanta la presión?

Sufro, sufro, pero intento disimular ante los jugadores y la afición, aunque mi cara la refleja muchas veces, refleja el miedo de fallarle a la gente a la que te debes y creo que ese miedo se llama responsabilidad. Desde pequeñito siempre me ha dicho mi madre que he sido muy responsable en todo.

Además de reflexivo y metódico, y esto se ve en su trabajo.

Hay que saber diferenciar los momentos que tiene el ritmo de la competición. A veces que hay que ser un poco vehemente, y lo soy; ser un poco padre o hermano mayor para los más jóvenes, y lo intento; o tirar de autoridad. Me ayuda mucho haber sido futbolista tantos años, haber sido capitán de un equipo histórico, el Sevilla, como es el Zaragoza. También, y en el plano personal, ser el segundo de cinco hermanos, porque por mi carácter siempre he intentado ser un poco líder, también en el colegio, lo que me ha servido para involucrarme mucho en los problemas de los demás. Me gusta ayudar, por eso me hice entrenador, en principio para ser formador, para ayudar a los niños, porque yo cumplí mi sueño y sé lo mucho que me costó. Empecé en el Sevilla más que de entrenador de formador deportivo, hasta que me llegó el reto de entrenar al primer equipo.

Usted es canterano, ha estado años en el mismo equipo y eso genera un gran sentimiento hacia una camiseta.

Soy canterano cien por cien. Por eso tengo aquí chavales de la cantera, aunque los utilizo poco, pero quiero que ganen confianza y experiencia que puedan aportar al Real Zaragoza. Soy un canterano porque creo en los sentimientos y está claro que un chico que viene desde la base, aparte de ser tan profesional por condiciones como cualquiera, tiene un plus, que es saber cómo se vive y se respira el fútbol en Zaragoza, qué siente el zaragocismo.

Un sentimiento no muy habitual.

Es que la sociedad ha cambiado. Recuerdo que cuando comencé todos éramos canteranos, 2-3 de otra región y como máximo tres extranjeros. Ahora la libre circulación de ciudadanos en la Unión Europea, y que pueden venir tres extracomunitarios, ha abierto un abanico de posibilidades que es bueno, aunque tiene su lado negativo. No se tiene que perder al jugador de las ’vacas flacas’, de cuando todo mal, cuando todo son problemas y se tira de la cantera. Quienes estamos encargados de dirigir los equipos deberíamos tener mucho tacto con ella; de hecho, grandes equipos como el Barcelona o el Bilbao lo hacen y es algo muy grato para mí.

Jugó en 15 ocasiones con la selección absoluta.

En total fueron 21, con la olímpica y la B.

Y era lateral izquierdo, una posición no muy habitual.

Tuve que sustituir a jugadores como Camacho o Gordillo; después estábamos Sánchez Flores, López Recarte, luego llegó Sergi... Ha habido grandes laterales izquierdos y tuve el honor de representar a mi país en un Mundial, en una Eurocopa Sub-21, en un preolímpico. Al salir de un pueblo, pasar por todas las categorías y llegar a lo más alto que es un Mundial, fue un premio al trabajo que quise compartir con mis compañeros, porque en el fútbol todos dependemos de todos y si llegué fue también por lo bien que lo hicieron para que yo destacase.

¿Por qué se hizo entrenador?

Me retiré por una lesión y me hice porque me gusta mucho la formación del jugador. Empecé porque casualmente en la barriada Sevilla Este de Sevilla jugaba mi hijo y se quedaron sin entrenador; coincidió que ya no era jugador y decidí coger a ese equipo. Yo disfrutaba más que los niños con su ilusión; ellos me respetaban mucho, claro, un ex futbolista del Sevilla... Ahí empezó esa vocación y fui sacando todos los títulos de entrenador. También empecé desde abajo: Preferente, Tercera, Segunda B, Segunda A y Primera División. Me ha gustado seguir los pasos y no utilizar mi nombre, empezar desde abajo porque es como más se aprende.

Y le fue muy bien.

Sí, sí, cogí al filial del Sevilla que estaba en Tercera División y lo ascendimos a Segunda B y Segunda, algo histórico porque se tenía un equipo en Primera y otro en Segunda; me necesitaron en el primer equipo y di el salto: dos competiciones en Champions, semifinal de Copa, final de Copa, tercer clasificado con 71 puntos... Todo muy bonito, pero me tuve que ir al extranjero porque necesitaba salir de todo lo que había sido siempre el Sevilla; el Sevilla era todo lo que yo veía y me fui al AEK de Atenas.

Precisamente cuando se produjeron graves revueltas, en 2010-11.

Me acogieron fenomenal, guardo un gran recuerdo y cariño por todo y por todos. El equipo ganó la Copa, después de nueve años de sequía de títulos y para un grande como el AEK era algo imperdonable. Me exigían ganar un título en un corto periodo y en apenas cuatro-cinco meses lo conseguimos.

¡Es usted un apafuegos!

Bueno, ¡parece que me estoy definiendo por eso! Al poco tiempo surgieron las revueltas, la crisis azotó fuerte y la vida se hizo muy difícil. Grecia fue dura, un idioma que no puedes ni leer, que no sabes si estás comprando leche o aceite porque no entiendes nada. La gente es muy pasional, muy fanática de su equipo, pero le cogí un cariño muy especial porque son muy de verdad.

Se mueve solo, sin su familia.

Voy con mi equipo, pero no con mi familia porque los dos últimos años me he movido cuando ya estaba todo comenzado y llegaba de una forma improvisada.

¿Sus hijos?

Tengo tres, dos mayores de 23 y 21 años, y uno muy pequeño de 2 y medio; y claro, uno trabajaba, otra estudiaba, el pequeñito en la guardería. Llegar con el curso empezado es una locura, se hace muy difícil pero lo sobrellevas. No cambio ninguna de las tres paternidades porque todas han sido muy especiales y lo que siento es haberme perdido momentos importantes de su vida por mi trabajo, pero es lo que tiene esta profesión.

¿Cómo lleva la separación en momentos de presión, como ahora?

Echas de menos a la familia, porque tus hijos te cambian el chip, y a los amigos. Cuando llegué aquí estaba todo el mundo abatido, no solo jugadores, sino la gente por la calle que no creía en nada. Al no tenerles cerca te encariñas más con los jugadores, con la gente del club y te vas involucrando en su vida; al llegar más fresco que ellos -llevaban unas vueltas para olvidar, de sacrificio y penalidad-, crees que tienes que ayudarles y para eso creo que estoy preparado, porque me gusta y vengo de abajo en todos los aspectos.

Veo que lleva una pulsera de nazareno.

Es de mi hermandad, Jesús Nazareno de Arahal y Santísima Virgen de los Dolores. Soy costalero desde los 15 años y tuve que mentir porque solo puedes ser con 18. Es algo que me trasmitió mi padre y que he trasmitido a mi hijos. Yo creo mucho en Dios, pero también en la unión que en torno a una hermandad se crea; me gusta esa forma de vida y me gusta que la sociedad se lleve bien.

Exigió por contrato tener libre Viernes Santo para procesionar.

Es cierto, yo les dije que tenía que tener libre la madrugada del Jueves Santo al Viernes Santo. Lo hice en Atenas, lo hice aquí y lo haré allí donde vaya, es una condición, porque perdí a mi padre en 1994, que era el que me llevaba de la mano a ver mi cofradía, el que me acompañaba cuando era nazareno y el que me llevaba un dulce, un bocadillo, un batido debajo del paso. Siempre he tenido a mi padre muy cerca. Porque las cosas no se hacen por dinero, sino por sentimiento, aunque, por supuesto, quiero el bienestar de mi familia y eso lo da el dinero.

Su padre le ha marcado mucho.

Era mi amigo y me enseñó todos los valores que hay que tener en la vida. Mire, él era bético, muy bético y se interesó por mí el Sevilla, el Betis y me seguía el Real Madrid. El primero que le llamó fue el Betis y lo que le propusieron fue un dinero para Arahal y un dinerito para mí, para que pudiera ir a entrenar con ellos varios días a la semana. Pepe Alfaro, que era el coordinador de la cantera del Sevilla, se reunió con mi padre y le dijo que él iba a cuidar de que viviese junto a otros chavales de la cantera para que no estuviera continuamente viajando, que se encargaría de que estudiara, me matriculaba en la Universidad Laboral y me iba hacer un seguimiento como si de un padre se tratase. Y eso le llegó, y mi padre, bético, le dio la mano y dijo: «Mi hijo va a firmar por el Sevilla». Gracias a él yo estudié Maestría Industrial, no una carrera como hubiese querido, porque decidí dedicarme más al fútbol.

Era difícil entonces compaginar ambas cosas.

Muy, muy complicado, ahora no. Empecé a destacar muy pronto, con 17 años firmé por el Sevilla, con 18-19 debuté en el primer equipo y con 19 entré en la plantilla. Mi padre ha sido la única persona allegada a mí que nunca me ha pedido una entrada, nunca supe que iba a verme, eran los porteros del Sánchez Pizjuan quienes me lo decían. Nunca me dijo si había jugado bien o mal, simplemente al comienzo, cuando firmé con el Sevilla, me dijo que no quería que fuera el mejor, sino que intentara ser el mejor en todo lo que me propusiera. Era mi amigo, mi ídolo. Era mi padre.

¿Por qué le llamaban Macario?

¡Ja, ja, ja! Hubo una época en el Sevilla donde coincidimos casi todos de la cantera y todos teníamos motes. Yo era ’el cateto’ por ser de pueblo y como José Luis Moreno sacaba un muñeco que se llamaba Macario, que iba vestido de bruto, pasaron a llamarme así. Todos teníamos motes y ahí estaba ’Trabuque’, ’el cara cabra’, ’el reverendo’... le puedo dar un recital de ellos..

¿Con qué se evade? Porque no estará todo el día viendo fútbol.

Desgraciadamente, y lo digo por quienes me quieren, estoy enganchado al fútbol. No soy un fanático, porque me gusta el cine quizá más que un partido, pero le tengo tanto respeto a la profesión que entiendo que tengo que ver partidos para mejorar. El día que me canse o que vea que ya no me motiva lo dejaré y disfrutaré de lo que me gusta, de mi campo, mi caballo. Tengo pensado comprarme una parcela, un cortijito cuando me retire en Arahal.

No le pregunto sobre su futuro, ya lo harán esta noche o mañana.

Mi futuro es que en mis sentimientos, que son determinantes en mi vida, el Zaragoza siempre va a estar en mi corazón, esté dentro o fuera de él. Como tengo un trocito del AEK, el Arahal y el Sevilla Este.

Sevilla, Sevilla. Estuvo vinculado al Sevilla durante 32 años, primero como jugador y después como entrenador en sus distintas categorías, «pero tenía un desgaste tremendo, era una persona demasiado vista y tuve que irme».

«La afición me pedía que no arrastrara la camiseta»

Es un idealista al que le gusta la gente sencilla. Dice que como jugador tuvo muchos fallos, aunque uno de ellos «fue una virtud, porque era muy temperamental, muy ansioso, aunque me trasformaba. Soy nervioso, pero cuando salto al terreno de juego tengo una gran lucidez, tengo claro lo que quiero. Mire, en toda mi vida como jugador solo me expulsaron del campo una vez». Ojito derecho del seleccionador Luis Suárez, recuerda que le hizo debutar en un amistoso, «donde me rompí el glúteo mayor. Quiso cambiarme pero le pedí que no lo hiciera, que era la ilusión de mi vida y me dejó terminar el partido. Me fue bien y siempre fui titular con él».

Nadie ha hecho tanto en tan poco tiempo en el Zaragoza: «Lo hemos hecho entre muchos y sobre todo hubiera sido imposible sin la afición. Porque salir a un campo sin sentir que creen en ti es muy difícil, trabajar sin reconocimiento es imposible y la afición, a la mínima que le hemos dado, nos ha llevado en volandas, por eso creo que en Getafe solo podemos ganar con ellos. Va a ser un partido con muchos miedos y ansiedad». Por eso, ahora, reconoce sus dudas de si iba a poder ser capaz de levantar a un equipo hundido, con una afición hundida que le pedía en sus cartas que no arrastrara la camiseta: por eso estalló cuando dijo, allá por febrero, sentir vergüenza por sus jugadores. E insiste una y otra vez que la clave está en la cantera, en cuidar a esos chavales que dan sentido a un sentimiento llamado zaragocismo.

 

16/05/2012 17:05 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS, 0- HURACÁN

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GARRAPINILLOS, 0 – HURACÁN, 2
El Garrapinillos, que está haciendo un inolvidable segunda parte de la Liga (no nos puede ir peor), ha perdido en casa ante el Huracán de María de Huerva por 0-2. Los dos goles llegaron en la segunda parte: el primer, tras una peligrosa jugada de los rojillos de San Lorenzo, y la segunda en un contragolpe, cuando el equipo buscaba la igualaba. No se le pueden poner pegas a la derrota: solo rematamos dos o tres veces entre los tres palos. Y eso sí notamos las ausencias; por si fuera poco, Jorge Beltrán abandonó el campo a los treinta minutos por un tirón, y el otro zaguero, y capitán, Javier Lacabe tuvo que retirarse al final de la primera parte. El equipo está en ese momento en que todo le sale mal. La mejor noticia, además del trabajo colectivo lleno de entusiasmo, tan honesto como ineficaz, ha sido el regreso de Fran: llevaba diez jornadas sin jugar. Con un poco de suerte, hemos recuperado a nuestro interior izquierda para los cinco partidos que nos quedan.

 

*En la foto de Jorge Buil, de archivo, Diego Rodríguez pugna con un jugador del Movera.

22/04/2012 23:41 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS, 1-EL SALVADOR, 2

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En la primera vuelta, cuando parecíamos casi los mejores (fuimos ocho jornadas de primeros, creo recordar) hubo un equipo que me impresionó: a mí y a todos. El Salvador. Vicenta Almazán, el señor “pasaba por aquí”, tomó una foto azarosa del aquel choque. El Salvador juega en superficie artificial y jugaba muy bien al fútbol: un fútbol de combinación, de toque, técnico. Inicialmente nos dieron un baño: tuvieron un alto nivel de posesión. Y parecía que íbamos a salir de su campo descalabrados: acabamos ganando. Nos pusimos 0-2; redujeron diferencias y nuestro arquero Luis hizo un gran partido; al final también erramos ante el marco el que hubiera sido el tanto de la tranquilidad. 1-2, con tantos de Eloy y Óscar Cambra.

Hoy El Salvador, tercero en la tabla y con ocho puntos de diferencia (esos llegamos a llevarles nosotros; o quizá solo siete, ahora no seguro) venía a jugar a San Lorenzo. He oído sus gritos y sus consignas: decían que eran un partido vital, que eran tres puntos, que venían a vencer. Oímos sus gritos de guerra o de ánimo. Todos tenemos uno, muy semejante. Nosotros partíamos con dos bajas importantes: Lacabe, se quedó fuera por acumulación de tarjetas, y Jorge Blasco había perdido a su abuelo Justo Blasco, que había sido campesino y tenía 91 años. Justo solía decirme en los últimos meses, hace algo menos de un mes, que ya no podía verme, pero que me reconocía por la voz. Siempre le hablaba y le decía, “¿cómo está el señor alcalde?” Él, correctísimo, me decía: “El alcalde, en realidad, es mi hijo”.

Antes de salir, preparamos el partido. Lo mejor que pudimos. Línea a línea, jugador a jugador casi. Como necesitábamos goles como el comer recordamos a uno de los grandes goleadores de todos los tiempos: Raúl González Blanco, a quien Guardiola acaba de definir como “el mejor jugador español de la historia”. Nosotros arriba jugamos con tres zurdos: Eloy Mateo, Ángel Sanz y Jorge Rodríguez. Los tres técnicos, habilidosos, capaces de armar la pierna, peligrosos. Pero además necesitábamos olfato, combatividad, pundonor, orgullo, deseos de vencer. Y de ahí que hablásemos de un jugador que tiene la mentalidad de un juvenil o de un potro de COU que trabaja para la gloria.

Salimos. Formamos de entrada así: Sergio Calvo; Dani Pekerul, Jorge Beltrán, Eduardo Pirri, Rafa Fernández; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Alberto Luna; Jorge Rodríguez, Eloy Mateo y Ángel Sanz. En el banquillo quedaron Luis Romero (que no jugó al final), Alberto Sancho, Enrique Romero (que volvía al campo un mes después), David Mateo y Jorge Buil.

El día era caluroso, pero ideal. Un día precioso. A la misma hora del inicio se enterraba Justo Blasco: guardamos un minuto de silencio. Empezó el choque. Respetábamos al rival, claro, pero pronto empezamos a dominar: realizamos quince minutos espléndidos, de dominio y control, de verticalidad, con más empuje que claridad, pero teníamos el balón lejos de la portería. Hubo disparos, algunas ocasiones un tanto imprecisas. Y de golpe, en un lance confuso, el primer acercamiento del rival a nuestra área, Sergio Calvo acompaña un balón ante la presión y el avance de un rival, y en su salida lateral lo derriba: Penalti, y gol. Primer jarro de agua helada: era el cuarto penalti consecutivo que nos pitan en los cuatro últimos partidos. Poco más tarde, en medio de la desorientación, un jugador rival aprovecha un rechace y desde lejos coloca el balón raso y ajustado al palo izquierdo de Sergio, que quizá se viera entorpecido por una muralla de piernas. El gesto técnico fue hermoso y preciso, pero pareció que iba a resultar menos peligroso por su lejanía. Estábamos como los últimos días: al borde del abismo. Desubicados y desconcertados de súbito. Con muy poco, pero con afinación, El Salvador se había puesto por arriba. Este no era El Salvador estiloso de la primera vuelta: era un equipo correoso y un tanto protestón, duro y con mucho oficio, que tenía en su capitán, el número 10, a su mejor jugador. Jugaba de eje con claridad y visión y sabiendo bien de qué va este juego; recibió una clara tarjeta por falta a Diego Rodríguez y el árbitro le perdonó otra clarísima ante sus propias narices. Ahí no fue objetivo ni aplicó la literalidad del reglamento. No es una percepción subjetiva en absoluto, ni victimista. Al final, en un lance menos intrascendente y menos violento, le sacaría la segunda tarjeta a Jorge Beltrán por un amago de protesta.

El partido parecía haber entrado en una especie de abismo para nosotros, pero nunca le perdimos la cara. Y en una falta que sacó Eloy desde la banda derecha, Dani Pekerul cabeceó a las mallas. Así terminó la primera vuelta. Había sido un choque intenso, jugado de poder a poder, y la suerte había caído del visitante, pero nosotros habíamos trabajado muy bien. Con intensidad, con casta, con vehemencia, con velocidad, con mucho empeño. Y quizá con algo menos del juego necesario o del soñado...

En la segunda parte, el Garrapinillos salió a por todas. Y suyas fueron las mejores ocasiones, aunque ellos también buscaron en saques de esquina y faltas el gol, y en algún que otro desborde. Avanzaba el choque en un toma y daca constante cuando el colegiado señaló penalti, quizá fuera algo riguroso, no estoy seguro; lo lanzó Eloy y falló: lo rechazó el portero en una buena estirada. Eloy volvía a fallar una pena máxima, pero eso le pasó a cualquiera.

Seguimos trabajando y poco después Jorge Rodríguez remató en la boca de gol, rechazó in extremis el arquero y el balón se fue al palo. Por un momento pareció entrar, pero no fue así. Seguimos peleando y peleando: Alberto Sancho, que salió por la banda derecha, se quedó solo ante el arquero y se le fue un poco el balón.  Y así, poco a poco, con trabajo, con tesón, bregando hasta el final y con un hombre menos ya, se fue muriendo un partido en el que cedimos injustamente. Lo más lógico habría sido el empate. El Salvador hizo un partido serio, trabajado, correoso cuando fue necesario, y se llevó la victoria. Y nosotros, a pesar de la entrega, de la honestidad, de las ganas, volvimos a quedar perplejos. Doloridos. Con un palmo de narices.

Eso sí. Si ante el Movera estuvimos mal en defensa, o ante el A Mesa Puesta o ante El Burgo, hoy el equipo estuvo a buen nivel. Consistente, bravo, intenso. Y con momentos de combinación y buenas penetraciones por las bandas. Pirri estuvo soberbio en una defensa correcta y seria; en la media se volvió al sistema tradicional de tres y todos rayaron a un buen nivel, Kike en tareas defensivas, fue nuestro quinto defensa y el primer armador del ataque, Diego y Luna trabajaron mucho, y los delanteros, sin toda la suerte que se merecieron, rayaron a buena altura: tanto Eloy como Jorge, que tuvo un gol clarísimo, como Ángel, cada vez más sólido y con tendencia a irse hacia el centro. Y los que salieron cumplieron de largo.

Al final, lo dicho: Garrapinillos, 1- El Salvador, 2. Para el próximo choque perdemos a Jorge Beltrán.

01/04/2012 22:22 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

JAVIER CASTAÑER RECREA LA FIGURA DEL CICLISTA JULIO JIMÉNEZ

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JULIO JIMÉNEZ ” El relojero de Ávila” 

 

Texto de Javier Castañer

Escritor del blog ‘Pedaladas contra el cierto’

La marca del desgaste ciclista.

 

Hace unas fechas se celebró en mi ciudad Zaragoza, una reunión anual de excorredores Aragoneses, a la que nunca he tenido la posibilidad de poder asistir, aun siendo invitado. Pues bien, este año le correspondía a nuestro personaje el caluroso homenaje que mis paisanos y compañeros le brindaban. Fué una jornada que reunió a más de un centenar de ciclistas aragoneses que aman el ciclismo, pero sobretodo y como es mi caso, SU HISTORIA, “NUESTRA” HISTORIA. En recuerdo de los compañeros y compañeras que se han dejado la piel en las carreteras, con una bravura enorme, y con una nobleza envidiable. Hazañas que han permitido guardar en pergaminos imaginarios que todos tenemos en nuestros recuerdos y desempolvamos año tras año en este tipo de reuniones. Actos como  el que nos ocupa, demuestran que a pesar de la imagen que tenemos de no estar muy unidos, en realidad hay un sentimiento de fidelidad que sella un respeto perpetuo por todos los compañeros y compañeras ciclistas, a lo largo de varias décadas, y como demuestra este homenaje, no solo esta reservado a corredores de nuestra tierra. 

Una de las personas que más a insistido en crear actos o eventos como este, ha sido Adolfo Bello, un ilustre del ciclismo Aragonés, corredor de una gran clase y un bonito Palmarés, que llegó a ser incluso Campeón de España Amateur y vencedor de muchas pruebas como independiente, el cual  fraguó su carrera ciclista en el pais Galo, corriendo en el Mercier Bp o en el Elvish.

Pero el protagonismo de Adolfo Bello hoy se debe, a que fué junto a otros ilustres, parte de aquel CATIGENE G.D de los años 1960 y 61, aunque Adolfo ya vistió esa camiseta en el 59 de forma individual. 

  

Adolfo Bello Estella

 Como  miembro de aquel equipo y compañero de Julio, nuestro paisano Bello nos acompañará  con sus aportaciones personales, de algunas de las historias que en apenas aquellos dos años de vida de este Grupo Deportivo, se sucedieron y  quiero que sean contadas con la veracidad directa de un protagonista, es decir, de  primera mano. 

“Era un equipo de corredores con cierta veteranía y mezclados con jovenes, lo que propició una excelente temporada” 

El empeño de D Mario Suso el patrón,  que por mediación de Santiago Mostajo, propició  que la experiencia de la temporada anterior, en el cual Catigene patrocinó a un equipo exclusivamente para correr la Volta a Cataluña de aquel año 1959. Visto el éxito cosechado, pues en aquella ocasión, el mismo Julio Jimenez quien contra pronostico venció la etapa entre Lleida y La Seo de Urgell, dieron como fruto la creación oficial de un verdadero equipo con aspiraciones para toda una temporada. Se le encargó a uno de sus componentes más veteranos, Vicente Iturat, que confeccionara una plantilla integrada por veteranos ilustres como el mismo Iturat, Martin Colmenarejo, Talamillo, Utset, Company, Barrutia, siendo patrocinio Aragonés, evidentemente fueron incluidos los corredores Aragoneses, Adolfo Bello, Escolano, los hermanos Lopez y entre ellos a un “jóvencico” Julio Jimenez. 

Como director deportivo estaba Cabestrero de Calatayud y de mecanico Ricardo Catalán, el año anterior había sido director el Azuarino José Lához, otro ilustre del ciclismo Aragonés,que ya nos dejó hace dos años a sus 94 años de edad.

Adolfo Bello, Campeonato de Aragón, en Monrepós(HU)

Tanto Bello como Jimenez, coinciden en afirmar “el ambiente era buenisimo y no había diferencias en trato y camaradería, independientemente de si uno era mejor que otro”  este aspecto ya se veía desde la primera concentración del equipo en el Pantano de la Peña, como dice Bello “y eso que cobrar no cobrabamos, desconozco si alguno cobraba, tal vez en especie, por ejemplo a Jimenez se le regalo una bicicleta, y a otro compañero, creo recordar que un seiscientos que tenía la empresa, pero en premios se ganaba muy bien, para la época que era, se ganaba bien”

 

 

jovencisimo Julio Jimenez

Como decia al comienzo de mi  escrito, y segun palabras de Juan Osés, a Julito, trato cariñoso de Osés, le costó muchisimo ser tenido en cuenta, y tras esa primera incursión en el profesionalismo a finales del 59 en la Volta con el Catigene, su carrera deportiva profesional se gestó en la década de los sesenta y poco a poco, fué defendiendo las escuadras más importantes.  Pero lo importante y atractivo para mi comunidad es su paso por el equipo Aragonés Catigene, que le sirvio posteriormente de trampolin para recalar en los potentisimos  Faema, Kas, Ford y Bic.

“Mis primeras victorias importantes fueron en este equipo”  y cierto es que logró importantes triunfos como una etapa de la Volta a Cataluña en la Seo de Urgell o la cronoescalada de la Bicicleta Eibarresa frente a Loroño, Bahamontes, además siendo corredor Catigene, fue seleccionado con la española y venció en sendas etapas en la Vuelta a Colombia .. “hice con Catigene mi primera Vuelta a España, fuí lider de la montaña, hasta que una gastrointeritis camino de Palencia, me dejo muy debil”

En esa misma Vuelta a España del debut de CATIGENE en el año 1961 “Talamillo fué lider dos días, Ituraz ganó la etapa de Pamplona a Huesca y fuimos mejor equipo durante gran parte de la vuelta, Y el broche lo puso Company, ganando la ultima etapa en Bilbao” nos recuerda Bello, con una asombrosa memoria.

Y tu Adolfo corriste esa Vuelta a España? Si la corrí, pero me vi obligado a abandonar a mitad de sus 2800 kms

Ahora repasemos este debut en la mejor carrera por etapas de nuestro pais, del equipo Aragonés CATIGENE y es importantisimo lo que estos corredores hicieron.

Iturat,confeccionó un gran bloque

Vicente Iturat y Company ganaron en Huesca y Bilbao respectivamente, pero es que el mismo Iturat acabó en una meritoria sexta plaza de la General, ganó las metas volantes y finalizó segundo en los puntos(en el año 61 ganó las prestigiosas  Getxo y Naranco) 

¿Que hubíera sucedido si nuestro protagonista camino de Palencia, no enferma? Por que aun así, logró finalizar en segunda posición de un reinado de la montaña a tan solo siete puntos de Karmany el vencedor.

En realidad nunca lo sabremos, pues el ciclismo es así y si te debilitas un poco, todo pasa factura y tus adversarios no perdonan, como decía antes, aun así logró ser segundo en el reinado de la montaña.

Julio Jimenez tiene un carácter especialmente bonachón, le tocó ser ciclista tardío en una época muy complicada y no se podía ir por la vida siempre poniendo la mejilla… recuerdo, que cuando conversamos  a través del teléfono,  me contaba una curiosa anécdota en un campeonato de España de ruta en el que Julio marchaba destacado con Talamillo, que era más rápido en las llegadas.

Antes de iniciarse la última subida de la carrera, Talamillo quiso hacer un trato con él y le propuso que no le atacara. El argumento de Talamillo era que si marchaban juntos él tendría asegurado el segundo puesto y en la meta no disputaría el sprint. Julio se ríe cuando recuerda que después de negarse, Talamillo volvió a la carga y su segundo argumento fué “pero, hombre, Julio, si tú eres el padrino de mi hijo”  A lo que Julio le contestó: Sí, hombre, como que si llegamos juntos cuando veas la pancarta te vas a acordar tú de eso”

Julio Jimenez, exito en Colombia, con la selección española

Una persona sencilla y con buen humor. En esa misma conversación a través del teléfono me relata otra de sus múltiples anécdotas, como la que se creó a raiz de su flamante victoria en el Puy de Dome, precediendo al histórico duelo entre Anquetil y Poulidor “Ese ha sido el día más feliz de mi vida ciclista. Pese a llevar la rueda descentrada y rozando el freno superé en la cima a Bahamontes y los dos franceses” y siempre se tuvo que oir a partir de entonces y de boca de Poulidor, que de haber negociado aquella victoria con él, “Pou Pou” hubiera vencido en aquel Tour frente al todo poderoso Monsieur Anquetil. “Si hombre¡¡ claro al quedar primero, entonces había muchos segundos de bonificación (1’30″al primero) y mi ataque propició que Bahamontes y Anquetil me secundaran en el podio de aquella etapa, entonces Poulidor no sumó segundos…Jolin¡¡ que me hubiera dicho antes de salir, toma te doy tanto por dejar que gane yo, y ya no se hubiera hablado más, no crees?” Y pasaron los años y una vez retirados que Monsieur Poulidor aun bromea con aquello “si si, pero siempre me lo ha recordado en tono jocoso”

Sr Jimenez,  siempre intento meter algo de nuestra tierra y de nuestro Cierzo, claro es que en su caso, es facil habiendo corrido  en un equipo de aqui, pero que recuerdos tiene relacionados con la dureza de nuestras tierras?  

“Recuerdo que en una Vuelta a España, favorecidos por este cierzo que os castiga, llegamos a la meta de Zaragoza con casi dos horas de adelanto, y no había nadie en la llegada”

Con el equipo Ford de Anquetil (1966), llegó a tener una destacada  actuación en el Giro de Italia, pero su impetu le cegó y no hizo caso de las recomendaciones de su jefe de filas Anquetil “gané dos etapas y fui once días maglia rosa pero perdí la carrera porque no hice caso de Anquetil que me recomendó ceder la maglia para recuperarla en la montaña” Durante la edición de ese mismo año en el Tour, repitió triunfo de etapa.

Epoca de rivalidad con Poulidor

Para nuestra comunidad, la presencia aquellos dos unicos años de este equipazo, debería ser motivo de orgullo y que no quedara como algo lejano, en ese tiempo se lograron importantisimas victorias, en prestigiosas carreras de la época, a las antes ya referidas, deberíamos de sumar la excelente actuación en el Trofeo Torres-Serdán, en homenaje a estos dos periodistas, la prueba unía Barcelona y Madrid, mientras Julio Jimenez con la selección vencía en Colombia, en esta prueba lo hacían los Catigene por medio de Gabriel Company, vencedor en Soria y 2º final, Iturat también vencía en el prestigioso G.P de Pascuas.

En definitiva, un gran bloque al que la presencia de Julio Jimenez dió mayor relevancia si cabe y más teniendo en cuenta, que como deciamos anteriormente, el debutar en este “modesto” equipo, sirvió para ser conocido y valorado internacionalmente mucho más en posteriores temporadas.

Los logros de Julio Jimenez:

1960 Catigene

1961 Catigene

1962 Faema

1963 Faema

1964 Kas

1965 Kas

1966 Ford

1967 Bic

1968 Bic

1969 Eliolona (It)

Subiendo el Mont-Ventoux en el Tour

Don Julio Jimenez, ha sido un verdadero placer poder escribir sobre su historia en el equipo Catigene, para mi es un verdadero orgullo, el haber podido conversar un rato con usted, una verdadera leyenda del ciclismo y con una prodigiosa memoria, al igual que nuestro amigo Adolfo Bello, con mentes así de limpias siendo casi octogenarios, es gratificante escuchar las multiples historias recogidas en ellas, para luego poder plasmarlas y que de una u otra forma perduren en el tiempo e impidan que se pierdan en la desidia y el desinterés. 

Me siento muy feliz de poder ser un pequeño nexo de unión, para que todos valoremos en su justa medida todo lo que hicieron  estos personajes épicos, independientemente de su palmarés, como decía Bello.

 

Ahora os dejo una poesía que para este blog escribió una lectora y amiga, la imagen que la porta, es de nuestro protagonista en el trascurso de una de esas etapas míticas de Tour, junto al desaparecido Tom Simpson.

 

*En la foto, tomada del blog de Javier Castañer, Julio Jiménez recibe un trofeo en Colombia con la selección.

31/03/2012 12:54 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

MOVERA, 3 - GARRAPINILLOS, 0

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MOVERA, 3- GARRAPINILLOS, 0

Hay días en que no apetece escribir de casi nada. Y menos de un partido como el Movera-Garrapinillos. El equipo rojillo, de San Lorenzo, ha entrado en un momento extraño en el que no casi nada sale bien. Ni siquiera el arbitraje. La pasada semana el Aneto A Mesa Puesta contó con un penalti a su favor en los primeros minutos; y hoy le ha pasado con el Movera; el árbitro, irregular en su comportamiento, no señaló una falta, que sí vio el linier. Penalti. Marca el Movera. Hasta entonces el choque había estado igualado, con ventaja de juego y peligrosidad de nuestro lado. Y así seguimos, buscando verticalidad, buscando el empate, con internadas, saques de esquina, pases interiores. El colegiado señala un penalti a nuestro favor: Eloy lo mandó al travesaño. Y aún buscamos otras ocasiones. La primera parte no estuvo mal: lo peor de todo, de nuevo, el resultado.

En la segunda parte, hicimos varios cambios. Jorge Blasco dejó su sitio a Alberto Luna; luego se retiró Eloy y entró Jorge Rodríguez, y aún tendríamos dos cambios más: Pitu salió por Ángel y Pirri por Pekerul. Habíamos formado con otra alineación inédita: Luis; Mateo, Lacabe, Pekerul, Rafa; Kike, Jorge Beltrán; Diego, Jorge Blasco, Ángel Sanz; y Eloy. Tomamos la iniciativa en los diez o quince primeros minutos, pero el Movera marcó al contragolpe en dos ocasiones. El resultado era abismal: 3-0. Y nosotros empujábamos, hicimos alguna jugada, rozamos el gol, pero al final nos quedamos con un palmo de narices. Absolutamente decepcionados. El colegiado usó el tarjetero: Lacabe y Pitu no podrán jugar el domingo ante El Salvador. Otro partido importantísimo, pero ahora el Garrapinillos es un extraño para el Garrapinillos.

Hoy habíamos recuperado la mejor versión de Lacabe, quizá la mejor versión de la temporada. Eloy y Jorge Blasco rozaron el gol; también lo buscaron Jorge Rodríguez y Pitu, pero al final el Movera ganó con justicia y con audacia: José y Ángel Cambra y Fernando Larrosa, tres garrapinillenses, brindaron por la victoria. Estuvieron a más de diez puntos por abajo: ahora nos han rebasado en uno; nos quedamos en el sexto puesto, a trece la cabeza. Nuestra aventura por el título ya se acabó y probablemente las posibilidades de ascenso también. Y, además, esta es nuestra derrota más abultada y sumamos tres partidos sin marcar. ¡Quién nos ha visto y quién nos ve!

Lo mejor: el fútbol cambia como el tiempo. Y aquí, en el fondo, nada es definitivo.

 

*En la foto de Jorge Buil, el capitán Javier Lacabe espera a un rival.

26/03/2012 11:00 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS, 0-ANENTO, 2

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En el fútbol casi nada es definitivo. Ni siquiera la derrota. Sin embargo, hoy el Garrapinillos jugaba en partido clave ante el Anento A Mesa Puesta, que se había destacado en la cima de la clasificación. Nos habíamos colocado a siete puntos, y habíamos bajado al cuarto puesto tras la debacle de El Burgo. En la charla de preparación del partido intentamos abordar todas las claves para ganar. La victoria empezaba en términos como mentalidad, trabajo, talento, disciplina y el cuidado de los pequeños detalles: desde un saque de banda hasta las pequeñas estrategias de defensa. Como casi siempre pusimos una alineación inédita con Luis; David Mateo, Pekerul, Lacabe, Rafa; Jorge Beltrán, Kike; Jorge Rodríguez, Diego Rodríguez y Alberto Luna; y Eloy Mateo. Volvíamos al 1-4-2-3-1. En el banquillo, a la espera, se han quedado Jorge Buil, Alberto Sancho, Alberto Rubio, Ángel Sanz y José Antonio ‘Pitu’, y jugaron todos, como es nuestra norma. El partido empezó con seriedad y con una leve superioridad de los rojillos de San Lorenzo: el campo estaba precioso, igual que la tarde, límpida, tocada aquí y allá de nubes en medio de un cielo azul casi de verano.

Así estábamos: jugando por las bandas, sobre todo por la derecha con Jorge, que ensayó varios disparos, hubo otras llegadas, no demasiada nítidas. Y en una de esas jugadas confusas, Jorge Beltrán cayó al suelo, un rival tocó el balón y dio un pase claro en profundidad: el ariete tomó la espalda a la defensa y Luis, en su salida, le hizo penalti, más o menos; el linier no levantó la bandera pero el árbitro sí, en realidad el colegiado jamás le hizo caso en ninguna apreciación al linier de los banquillos. Cero-uno, para los adversarios. El Garrapinillos siguió trabajando, peleó con entereza, casi a trompicones, sin claridad pero con insistencia y hubo dos o tres claras ocasiones: Eloy, Diego, que remató al poste, etc.

El partido, pese al resultado, estaba siendo como habíamos imaginado: intenso, librado de poder a poder, sacrificado. Y así seguimos en la segunda parte, pero hacia el minuto 20, el Anento nos tomó la espalda, uno de sus jugadores se internó y marcó entre las piernas de Luis. Seguimos peleando hacia arriba, trabajando, refrescamos el equipo, batallamos, pero al final no hubo nada que hacer: nos faltó definición y profundidad. Nos faltó un poco de temple y de serenidad, y la picardía del campeón. Si en la primera parte de la Liga, casi todo nos favorecía, ahora nada, ni siquiera ninguna de las decisiones del árbitro. Con todo, y eso ya no es consuelo, el Garrapinillos peleó mucho, trabajó en todas las líneas, recuperó a Lacabe, ha encontrado una nueva demarcación para Beltrán en el medio con Kike, que está muy trabajador y con más despliegue que nunca, e intenta fortalecer su juego con los pequeños: Jorge, Ángel (hizo una jugada muy bonita, pero disparó demasiado centrado), Alberto Rubio (rozó el gol al final), Pitu, y la calidad de Eloy Mateo, que bregó en solitario y siempre lleva peligro.

Si miramos la clasificación, nos hemos venido un poco abajo. Hemos pasado de ser líderes a bajar hasta la sexta o séptima posición; si atendemos al juego, el equipo sigue pugnando por volver a la parte alta de la tabla, por recuperar sus mejores sensaciones. Estamos decepcionados, claro: hoy no deberíamos haber perdido. Lo lógico habría sido, siquiera, un empate. Ahora, el Anento se ha marchado a diez puntos. Y nuestra fortuna se ha esfumado: cuesta admitir que un jugador como Óscar Cambra, especialmente (también echamos en falta a Jorge Blasco, demasiado intermitente por las lesiones, y a Fran, que estaba llamado a ser un puntal en el centro del campo y apenas ha jugado), haya sido tan determinante: al fin y al cabo el fútbol es el reino del gol. Y él lo tenía, y no solo eso: era una referencia para sus compañeros. Su lesión ha marcado nuestro parón. Siempre andaba por allí por la bota a punto. Con el gol entre ceja y ceja.

 

*En la foto de Jorge Buil, Enrique Kike Alcubierre pelea por un balón. Hoy volvió a realizar un gran derroche físico.

18/03/2012 19:50 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LÁZARO VELA EXPONE SUS MUNDOS

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‘HUELLAS DEL PAISAJE’ DE LÁZARO VELA, EN VILLAMAYOR

Recibo esta carta de Carlos Guerrero sobre mi buen amigo Lázaro Vela: “Una vez más, DISarte se inclina por lo más humano, lo más genuino, la obra de la naturaleza ordenada por la sensibilidad humana. Hoy nuestro artista, Lázaro Vela, luce su sensibilidad más intima, producto de su amor dormido, de su vanidad orgullosa y de su incansable dedicación. Quién no queda fascinado ante tanto golpe de amor, en el artista que alguien calificó de ‘poeta de las plantas’, su personalidad junto a su obra, arrasa, seduce y nos hace cómplices”.

(La exposición ‘Huellas del paisaje’ del naturalista y botánico Lázaro Vela puede verse en la Fundación Virgen del Pueyo de Villamayor a partir del sábado 24 de marzo.)

17/03/2012 22:38 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS, 5 - SAN MATEO, 2

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El pasado fin de semana hice la crónica de Perdiguera muy rápida: casi como un apunte de apenas 500 caracteres. O así. Sergio Calvo, el arquero, casi me lo reprochaba estos días en el entrenamiento: no he tenido tiempo de enterarme de casi nada, decía. Eso que había jugado. El Perdiguera había librado una excelente segunda parte, sobre todo en el primer tramo, tiró dos veces al palo, nosotros marcamos el cero-uno, fallamos dos o tres ocasiones claras y cuando languidecía el choque, en una jugada azarosa e infausta, el árbitro señaló penalti y expulsión: el Perdiguera empataba en el minuto 95 o 96.

Hoy teníamos que ganar. Llevábamos una segunda vuelta horrorosa: dos empates y tres derrotas. Nos enfrentábamos de nuevo al San Mateo: allí habíamos vencido 1-3, y ellos pugnan por no descender. Manuel Calvo, directivo del Garrapinillos, había intentado que se suspendiese el partido por campo embarrado. El árbitro, felizmente, le dijo que no. Nuestro choque tenía novedades: por primera vez no estaba Diego Rodríguez, que anda por Londres, Jorge Rodríguez cumplía su último partido de sanción, Enrique Romero descansará tres semanas, Fran sigue impedido de una mano, Jorge Beltrán estaba castigado por amarillas, volvía con sus lesiones Pirri y también Jorge Blasco, que apareció por el campo con Mariví, su mujer, y reaparecían Alberto Rubio, Pitu... Ella, durante el calentamiento, hizo la V de Victoria. Todo, sentimentalmente hablando, estaba a nuestro favor. Formamos así: Sergio Calvo; David Mateo, Dani Pekerul, Eduardo ‘Pirri’, Rafa; Alberto Sancho, Kike Alcubierre, Jorge Blasco, Alberto Luna; Eloy Mateo y Alberto Rubio. En el banco se sentaron Luis Romero, Ángel Sanz, que debutó el otro día y aún es juvenil, José Antonio ‘Pitu’, Víctor Calle y Javier Lacabe. Como os podéis imaginar: otra alineación inédita.

El partido empezó confuso. El campo no era el mejor: en algunos tramos estaba ligeramente embarrado, casi impracticable, como una almohadilla de lodo. Con todo, el San Mateo pareció tomar el dominio, pero en un contragolpe, Alberto Sancho penetró hasta el fondo, por su banda derecha, cedió y marcó Eloy. Todo se ponía a favor. Parecía que nos quitábamos de encima la maldición: fue un puro espejismo. Poco después, al contragolpe, marcó el San Mateo, y poco después, desde lejos, en una jugada bien hilvanada, uno de sus jugadores remató con escasa oposición, el balón se envenenó de efecto y despistó a Sergio Calvo. 1-2. Y ya estábamos con el agua al cuello. Cuando concluía la primera parte, Eloy sacó una falta muy escorada, desde la izquierda y con efecto: gol. Quizá contase con la complicidad del arquero. Estábamos vivos.

En el descanso intentamos recomponer el equipo: juntar un poco más las líneas, cerrar la media y dar entrada por la izquierda, de interior, a lo Silva, a Ángel. Poco después entraría Pitu. Jorge Blasco, que batalló y batalló, marcó de penalti. Poco después, Ángel aprovechó un avance para marcar un tanto de pillo con clase, y finalmente se produjo lo que tanto había anunciado ‘Pitu’ durante muchas semanas: se internó por la derecha, desbordó a su marcador, enfiló hacia la portería y marcó por bajo. Luego entraron Javier Lacabe, Víctor Calle y Luis. El resultado ya no se movió: Garrapinillos 5 (Eloy, 2, Blasco, Ángel y Pitu), San Mateo, 2. Nosotros subimos un puesto y nos colocamos segundos; por atrás, vienen El Burgo, que está realizando una temporada muy sólida (nos enfrentamos a ellos el próximo domingo) y El Salvador. Arriba, manda en solitario Anento Mesa Puesta.

Acabamos con una mala racha y con la mala suerte que nos persiguió en Villanueva (empatamos 3-3) y en San Juan de Mozarrifar, donde perdimos por 2-1 y acabamos con nueve. Hoy felizmente, no hubo expulsados. El equipo mejoró mucho en la segunda parte: Sergio estuvo mejor en esa batalla que en la primera; la defensa se mantuvo firme con Peke y Pirri pletóricos y con tres sólidos Rafa y Mateo y Víctor; en el centro destacó el trabajo y el despliegue físico de Kike Alcubierre, en el que quizá fuera su mejor partido, pero el nivel de Blasco, Luna y Sancho fue bueno, así como sus recambios, Ángel y Lacabe, que volvió con autoridad y sin percibir molestias. Y en la delantera, Eloy volvió a ser eficaz, Alberto Rubio trabajó durante 55 minutos, y luego rindieron bien Pitu y Luis, que volvió a rozar el gol. Hoy, con más eficacia que brillo y con algunos instantes de brillantez en varias triangulaciones al final, el Garrapinillos venció y convenció en un día, de temperatura agradable, tocado por la llovizna y por un leve barniz de melancolía de domingo que se parecía a un sábado.

 

*La foto de Eloy Mateo, que lleva ya doce tantos, es de Josean Melendo, de archivo.

04/03/2012 19:53 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

SAN JUAN, 2- GARRAPINILLOS, 1 (Jesús)

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EL GARRAPINILLOS PIERDE

Y PIENSA EN MARIVÍ GARCÍA CALVERA

San Juan de Mozarrigar, 2 – Garrapinillos, 1 (Jesús Ángel)

El Garrapinillos ha jugado hoy en San Juan de Mozarrifar ante un equipo que se ha colocado, poco a poco, en la parte alta de la tabla. Posee un buen campo; hoy, como el domingo pasado, soplaba un viento infernal. Teníamos un deseo: a Mariví García Calvera acaban de hacerle una operación de páncreas en Barcelona y queríamos dedicarle la victoria. Mariví es la mujer de uno de nuestros capitanes: Jorge Blasco. La operaron el sábado de urgencia y ahora está en reposo; Jorge, por ello, era una de nuestras bajas. Y a esa se sumaron otras: entre ellas, la más inesperada y dolorosa ha sido la de Enrique Romero. Hemos tenido que recurrir a otro juvenil: Jorge de Miguel, que ha jugado de central con un comportamiento ejemplar.

Durante la charla táctica hablamos de muchas cosas: de mentalidad, de trabajar mejor el robo de balón, de combinar más en el centro de campo, de la tensión defensiva, etc., y glosamos el fútbol y el talento de Cristiano Ronaldo: un deportista impresionante, ambicioso, con carisma, con voluntad ganadora y con una ciega confianza en sí mismo. Formamos así, con otra alineación absolutamente inédita: Sergio Calvo; David Mateo, Jorge de Miguel, Jorge Beltrán, Dani Pekerul; Jesús Ángel, Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Alberto Luna; Jorge Rodríguez y Eloy Mateo. En el banco se sentaron Luis Romero, que hoy tendría que maniobrar de delantero centro, y así lo ha hecho, y tres jugadores lesionados o con molestias: José Antonio Mochales ‘Pitu’, Javier Lacabe y Alberto Sancho; ninguno de los tres ha jugado.

El partido empezó estupendamente. El Garrapinillos, impelido por la sobriedad y por el  viento, se adueñó del partido. Al menos con mucha nitidez en la primera media hora: a lo largo de la primera parte remataron a gol Eloy, Diego, Alberto, Beltrán y Kike. El equipo dio la cara y jugó con mucha seriedad en todas las líneas: con seriedad, con entrega y con tensión. El San Juan, hoy ellos han sido los rojillos, intentaban irse hacia arriba, y profundizó con peligro por la banda derecha, en dos o tres ocasiones. Aún así, el Garrapinillos seguía buscando el gol de todos los modos: al contragolpe, de falta, de jugada elaborada, desde el córner. Y serían los locales quienes abrirían en marcador: en un despiste defensivo de marcaje, tras el saque de una falta, un adversario recibió solo en el punto de penalti, remató con la izquierda y otro compañero aprovechó el remate. La suerte se había puesto de parte de los locales.

No hemos hecho cambios. No estaba la fiesta para ello. Y en la segunda parte, a pesar del vendaval en contra, el Garrapinillos se adueñó del partido, trianguló, generó llegadas y en una de ellas, tras otro despeje fallido de la defensa local, llega el balón a Jesús, escorado hoy hacia la derecha: soltó un trallazo nítido. Era el empate.

A partir de ahí los elementos –naturales y humanos- se conjuraron contra el Garrapinillos. En una escaramuza, Eloy (el jugador que antes pierde los nervios: los rivales lo saben y él cae casi siempre, a pesar de que hoy llevaba el brazalete de capitán) es expulsado. Y en medio del intento de agresión, Jorge Rodríguez acude a poner paz. Nunca mejor dicho: paz, intentaba evitar agresiones. Y el árbitro le saca la tarjeta roja. De golpe, antes del minuto veinte el Garrapinillos se queda con nueve. No ha habido agresión alguna ni razón para la expulsión.

El San Juan se lanzó a por la victoria. Ahí el partido, disparejo, se volvió vibrante. De una hermosa intensidad. Se jugó de poder a poder todo el rato. Unos querían y no podían; otros se defendían e intentaban estirarse, y a veces se lograba con una internada de Diego o de Jesús, con un desborde de Luna... Y en esas andábamos, con más de media hora cumplida cuando David Mateo saca un balón del área pequeña en disputa con un rival: el toque de balón fue claro y limpio, un ejemplo de anticipación. El colegiado señala penalti, y uno de los jugadores del San Juan marca el 2-1.

El partido no acabó ahí. Ellos tenían superioridad numérica y la fortuna de cara. Pero el Garrapinillos trabajó hasta el final, con sus nueve jugadores; David Mateo dejó su sitio a Luis Romero, que se colocó en la vanguardia del ataque. Hubo alguna ocasión, no todo la clara que habíamos soñado. El resultado no fue excesivamente justo y las circunstancias del choque más bien escabrosas. Además, hemos perdido a Eloy para varios partidos (era nuestro máximo goleador con diez; hemos perdido  para toda la temporada ya a Óscar Cambra por rotura de ligamento cruzado), a Jorge Rodríguez, al menos por uno, y a Dani Pekerul por acumulación de tarjetas. Y quizá a alguno más, que ha decidido borrarse...

Nuestro partido, más allá del resultado y de las circunstancias del choque, ha sido extraordinario. Lo digo en serio: espléndido. Sólido, intenso, muy serio en todas las líneas. Utilizo otro adjetivo: ha sido un partido emotivo y emocionante. No hemos podido dedicarle la victoria a Mariví, pero seguro que hoy estaría muy feliz y orgullosa de sus chicos, de sus futbolistas del barrio.

Las cosas no pintan bien para nosotros. Fuimos los líderes de la primera vuelta, y en los últimos cuatro partidos solo hemos obtenido un empate: ni es normal ni se ajusta a nuestros méritos, pero las cosas vienen así. Ahora miramos, con estupor y con la sensación de que nos persigue un maleficio, a dos equipos que nos han tomado la delantera: el Anento A Mesa Puesta, más líder, y el Salvador. A ambos les ganamos a domicilio en la primera vuelta. No voy a destacar a ningún jugador especialmente: el rendimiento ha sido unánimemente bueno.

La Liga sigue y, de nuevo, la semana que viene volveremos a ensayar otra formación. [En la foto, Mariví García Calvera: la mujer que ha sido operada de páncreas en Barcelona el sábado.]

19/02/2012 22:08 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL VIAJE AMERICANO DE MARÍA Y SERGIO

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La escritora y periodista Paula Figols publica esta crónica en su estupendo blog: ‘Cuadernos de todo’: la narración del viaje americano, en bicicleta, de su hermana  María y de su compañero. Tomo de su blog esta foto: la foto de la felicidad en bicicleta tras el retorno. Dice Paula: “Su vuelta después de un año pedaleando por América está siendo muy emocionante y con muchas historias que contar.

Hoy escribo de ellos en mi blog:

http://cuadernosdetodo.wordpress.com/2012/02/19/8-317-kilometros-y-un-ano-despues/

Y te mando el suyo:

http://www.slowcicle.com/

 

 

8.317 kilómetros y un año después

Por Paula FIGOLS

Los ciclistas ya han vuelto a casa. María y Sergio acaban de volver, tras recorrer pedaleando 8.317 kilómetros en América (y unos cuantos más en España desde que aterrizaron en Bilbao). Empezaron en marzo de 2011 en Argentina, y siguieron por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica. En su blog de slowcicle (muy interesante y con fotos muy bonitas, para los que no lo conozcan) hemos ido siguiendo su pista: desde sus primeras pedaladas por las sierras de Córdoba, los Andes, el desierto, sus pinchazos, su mate, sus jugos, sus compañeros de viaje, el Titicaca, el Machu Picchu, nadando con tortugas en las Galápagos, la guerra del agua en Cajamarca (Perú), la Navidad en Colombia, la aventura en el Independence, el barco ‘pirata’ que les llevó de Colombia a Panamá…

El reencuentro en Zaragoza ha sido muy emocionante. Primero vino un día María a la puerta del Heraldo. “Abajo hay una chica que se parece mucho a ti, más alta y más morena”, me dijo un compañero. Bajé de tres en tres o de cuatro en cuatro los escalones y nos dimos un abrazo que llevaba guardado un año. Después, María y Sergio quisieron dar una ‘pequeña’ sorpresa a la familia. Y aparecieron ayer en la comida familiar del cumple de las mellis. Aún se oyen en nuestra plaza los gritos de emoción de madres y tías y demás familia. “¿Pero no estabais en Costa Rica?”, preguntaban las chicas un poco alucinadas por el alboroto. Han vuelto más altos, más guapos, más morenos, más delgados. Y con muchas historias que contar.

 

Seguro que su proyecto de slowcicle continuará. Me gusta el lema que encabeza su blog:

“La vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio tienes que seguir moviéndote” (Albert Einsten).

 

19/02/2012 12:14 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS 2 -SANTA ISABEL 3

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A nadie le gusta perder. Sobre todo tras un partido intenso y trabajando bajo un frío glacial. El Garrapinillos jugaba contra el Santa Isabel: habíamos bajado un peldaño y hemos bajado en el juego desde hace algunas semanas. En realidad, hemos perdido nuestra ventaja de cuatro o cinco puntos claros en cuatro partidos: hemos perdido en casa con el Picasso, con el Utebo, con el Perdiguera y hoy con el Santa Isabel. Demasiadas derrotas.

No se trata de buscar justificaciones: los rojillos de San Lorenzo han (hemos) experimentado un empeoramiento del juego, de los resultados, la suerte tampoco está con nosotros y las lesiones –alguna de última hora: la del capitán Lacabe será para un mes y media; la de Fran, para tres o cuatro semanas también; y hoy ha caído Pirri- nos persiguen. El parte es cada vez más abultado. A estas lesiones también se ha sumado, por segunda semana consecutiva, la de Jorge Rodríguez. Con todo, preparamos un equipo competitivo y sólido, al menos a priori: Luis; David Mateo, Jorge Beltrán, Enrique Romero, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Jorge Blasco (capitán), Alberto Luna; Óscar Ortiz y Eloy Mateo.

El escenario no era nada bueno: el viento empujaba con una furia antigua. Demoledora. Y el viento reventaba cualquier ánimo. El Santa Isabel jugó a favor del viento: al principio, no llegaba demasiado, a pesar del latigazo favorable, y nosotros no entrábamos en juego. Poco a poco, ellos se entonaron más: estaban más rápidos y más solidarios en las ayudas; y a nosotros nos faltaba dominio, combatividad y un poco de mentalidad. Las líneas estaban demasiado alejadas, a pesar de que jugábamos con un 4-4-2. En poco tiempo, marcaron dos tantos: uno, tras una espléndida jugada, de un inapelable zurdazo; y otro tras un fallo, sumado a la mala suerte y algunos despistes propiciados por el viento.

En el descanso, intentamos ajustar detalles. Esperábamos que el viento jugase con nosotros. Y esperábamos que nosotros nos viniésemos arriba. Ellos, para ponerlo todo muy, muy cuesta arriba, marcaron otro golazo: una buena volea desde fuera del área por la escuadra. El choque parecía muerto para nosotros. Y en cierto modo lo estaba. Hicimos cuatro cambios: entraron Alberto Rubio, que sería muy importante, Jesús Ángel, José Antonio ‘Pitu’ y Alberto Sancho. Al final, logramos llegar vivos a los últimos minutos: Alberto Rubio empujó dos veces el balón a la red. Y aún tuvimos alguna oportunidad de empatar, eso sí, más por presión, por la ayuda del viento, que por calidad de juego.

La casta apareció demasiado tarde. El nivel del grupo en esta ocasión fue regular tirando a flojo: hubo poco fútbol, aunque sí se trabajó, se peleó y acariciamos el empate. Habría sido el mal menor, aunque al final sufrimos un mal mucho mayor. Hemos perdido por quinta vez. Hemos sido los campeones de la primera vuelta, con 38 puntos, y en la segunda aún no conocemos la victoria. Pese a todo, seguimos los segundos, a dos puntos del líder, el Anento A Mesa Puesta.

12/02/2012 21:53 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS CEDE EL LIDERATO

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VILLANUEVA, 3 –GARRAPINILLOS, 3 (Eloy y Jorge Beltrán)

Uno de los campos más bonitos de la categoría, el mejor tal vez, es el del Villanueva de Gállego. Podría ser de Primera División quizá. Está encajonado allá abajo, con un espléndido césped artificial. Por la mañana solo había lluvia; después del mediodía se levantó el vendaval de los últimos días y pronto nos dimos cuenta de que íbamos a jugar contra el rival y con el viento. De nuevo tuvimos que ajustar la alineación e improvisar una nueva con Luis; David Mateo, Jorge Beltrán, Enrique Romero, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Jorge Blasco (capitán), Alberto Luna; Eloy Mateo y Óscar Ortiz. En la banda se quedaron Sergio Calvo, arquero suplente, y jugarían Alberto Sancho, Jesús Ángel y ‘Pitu’.

Antes del choque recordamos a un gran delantero centro: Enrique Castro ‘Quini’. Desde hace días necesitábamos goles. Y recordamos sus tantos, su forma de jugar, a su hermano Jesús, que murió ahogado tras salvar a unos niños que corrían peligro en el mar, a sus compañeros del Gijón y sus años en  Barcelona. Y recordamos el secuestro, a su mujer de entonces Nieves, e incluso recordamos la novela que le dedicó Miguel Mena, con el detective Mainar. Escribimos en las paredes la táctica, anotamos sobre los azulejos algunos movimientos y nos conjuramos para intentar ganar: hoy era, y aún es, el cumpleaños de Óscar Ortiz, que acabaría haciendo un espléndido partido. Al final, cuando faltaba dos o tres minutos como mucho lanzó un disparo al palo: pensábamos que iba a ser el gran regalo, pero no fue así: su gran regalo ya lo había dado antes, a lo largo de 90 minutos, con un trabajo constante, con desborde, con carreras, con compromiso.

Fue un día extraño. El viento golpeaba un tambor invisible y rumoroso. Como de Semana Santa. Se estremecía todo. Ambos equipos salieron a calentar: el Villanueva trajo a su fotógrafo y se hizo la foto oficial; entre otros, reconocí a Víctor Domingo, a quien vi jugar en campo del San Gregorio cuando iba para estrella y era pretendido por el Real Zaragoza y el Villareal; por ahora se ha quedado, aunque quizá fuese el jugador con más calidad desde su puesto de mediocentro.

El partido empezó con claro dominio nuestro. Pronto nos pusimos por delante: quizá fuese un gol en fuera de juego, pero lo marcó Eloy. Y el propio Eloy, en una de sus mejores tardes, lanzó un trallazo a la escuadra que rebotó en la línea y no entró. A partir de entonces, el juego se mecanizó: el Garrapinillos robaba y se lanzaba a la contra, y tanto Óscar como Eloy rozaron el gol. El Villanueva se estiró: acabaría empatando de penalti, claro, y cruzando balones al área a favor de un viento casi invernal. En la segunda parte, con el viento a favor, pensábamos que todo iba ser un poco más fácil. Y no lo fue: Eloy lanza una falta contra la barrera, y los locales marcaron al contraataque. Cuando la cosa se había puesto dura, y no llegábamos con nitidez, se produjo una mano en el área del Villanueva. Eloy aprovechó para marca su segundo tanto de penalti, e igualó el partido. En ese instante, con el viento empujando contra los contrarios, la victoría parecía de nuestro lado. Sin embargo, al contragolpe, el Villanueva se puso por delante de nuevo: 3-2. Empató a la salida de un córner Jorge Beltrán, y en los dos últimos minutos fallamos ocasiones claras. Varias.

El resultado, con todo, fue justo. Nosotros no hemos estado bien del todo en defensa; aún así hemos recobrado el pulso del gol, hemos elaborado más que en los últimos partidos y hemos tenido empuje. Mucho empuje. El Villanueva es un buen equipo que aprovechó al máximo la bisoñez del colegiado con las pérdidas de tiempo; el Garrapinillos trabajó, no se dio por vencido, marcó goles, lanzó faltas, penetró por las alas, sobre todo por la izquierda y dio siempre la sensación de peligro. Jorge Blasco contagió su entusiasmo y su generosidad en el esfuerzo: él hace jugar mejor a sus compañeros. Y lo notaron Óscar y Eloy, lo notó Diego, que mejoró, y lo notaron Alberto Luna y Kike. El tono general, salvo algún que otro despiste en la retaguardia, ha sido prometedor. No debíamos haber perdido: hoy, tras tantas jornadas después, hemos cedido el liderato: el Anento A Mesa Puesta se ha puesto líder a un punto de nosotros, 40, que vamos igualados con El Salvador a 39.

La semana que viene, con un poco de suerte, recuperaremos a Pirri y a Lacabe; creo que a Jorge Rodríguez Gascón aún no.

 

[La foto es de José Antonio Melendo: Eloy mete gol.] 

05/02/2012 21:02 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS 0- UTEBO 2

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GARRAPINILLOS, 0-UTEBO, 2

El Garrapinillos iniciaba hoy la segunda vuelta. Y lo hacía ante el Utebo en el campo de San Lorenzo. Conozco a muchos jugadores del Utebo: mi hijo Jorge jugó allí dos temporadas y una de ellas se proclamaron campeones de cadetes. Es un equipo con muchos jugadores, con un campo muy bonito y por lo regular sus jugadores se las saben todas. Sabíamos que iba a ser un partido difícil, de rivalidad inmediata: en el primer partido de la Liga nos ganaron por 3-1; la primera fue enteramente nuestra, pero no marcamos. Y en la segunda, ellos estuvieron más afinados de cara al gol y vencieron con claridad.

Hoy volvían tras haber mejorado mucho. Han pasado por diversas lagunas y resultados inciertos, pero en los últimos partidos habían mejorado. Nosotros hemos ido de menos a más, por eso nos hemos colocado líderes durante seis o siete jornadas, y en los últimos choques de más o menos. Hoy, por decirlo con suavidad, nos hemos embarrancado y perdimos por 0-2. Un análisis serio del partido podría hacernos pensar que el resultado es más bien injusto: de ellos fue la primera parte, más por eficacia que por juego, y nosotros aguantamos bien en la segunda, disparamos al travesaño (en una estupenda jugada de Eloy, que volvía de la nieve), fallamos dos ocasiones claras a saques de córner de Diego, pero no logramos nuestro objetivo: ni el empate, para poder soñar, ni siquiera un gol. La lesión de Óscar, por lesión para toda la temporada, y la de Jorge Blasco nos han diezmado notablemente de cara al gol.

No podemos buscar disculpas. Tuvimos dos fallos concretos a saque de falta, y ahí se puso todo cuesta arriba: en el primer gol, Dani Pequerul fue objeto de falta, clamorosa, pero el árbitro no lo vio. Y en el segundo, un jugador azulenco del Utebo sacó una falta cerrada, no encontró rematador, aunque amagó un delantero y se coló en la red. Así concluyó la primera parte y el partido.

Fue un choque bronco, sobre todo en la primera parte. Teatral incluso. Se jugó de poder a poder, con más empuje y vehemencia que calidad. A nosotros nos faltó dominio en la media y algo más de profundidad. En la segunda parte, no engarzamos jugadas pero ocasionamos peligro a balón parado. Jugamos de entrada así: Sergio Calvo; Dani Pequerul, Javier Lacabe, Jorge Beltrán, Eduardo Pirri; Diego Rodríguez, Alberto Luna, Kike Alcubierre, Fran Moreno; Óscar Ortiz y Eloy Mateo. También jugaron, Luisito, Quique Romero, Alberto Rubio y José Antonio ‘Pitu’. Pese a la derrota, el Garrapinillos se vació: trabajó, corrió, se desfondó y tuvo otro adversario: el viento. Dio la sensación de que el Utebo se manejó mejor contra el viento y un poco peor con el viento a favor.

No fue una tarde maravillosa, pero ahí seguimos intentando trabajar y mejorar. Nuestra ventaja ha descendido a un solo punto. Anento sigue segundo a 37 puntos y a dos puntos viene ya El Salvador.

 

29/01/2012 20:13 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS: NUEVA VICTORIA

 

GARRAPINILLOS, 1- LA UNIÓN, LA JOTA-VADORREY, 0

Ganar cuesta cada vez más. Eso lo sabe muy bien Marcelo Bielsa: sus teorías, su percepción del fútbol, sus frases y su biografía fueron hoy la materia central de nuestra charla táctica. El Garrapinillos jugaba ante La Unión, La Jota-Vadorrey, que va por abajo, pero sabíamos perfectamente que nadie regala ni los goles, ni el juego, ni siquiera el balón. El Garrapinillos, con la lesión de Óscar Cambra y Jorge Blasco, la ausencia de Eloy (que se había ido a la nieve con su novia bien de mañana, y para ella eso, decía Eloy en broma, no era negociable) y la sanción de Fran, volvía a estar diezmado. Muy diezmado: hoy solo pudimos contar con cuatro suplentes en el banquillo. La tarde era preciosa: una tarde de anticipada primavera, llena de sol y de un viento incómodo: hoy empujaba furiosamente hacia el cementerio.

Como siempre, casi obsesivamente, camino de San Lorenzo sonaron varios temas de ‘Pearl’ de Janis Joplin. Ese disco es casi nuestra banda sonora; o cuando menos la mía. Hace días que no las tenemos todas con nosotros: parece que alguien nos mire mal, que alguien haya aojado al Garrapinillos: vaya, que exista un leve maleficio, podría decirse en broma. Ante las bajas, sabíamos que necesitamos el gol más: definición en ataque, disparos, creación de peligro, búsqueda de remate, incursión por las bandas.

Hicimos algunos cambios: por vez primera este año, hemos pasado de un clásico 4-3-3 a 4-2-3-1, con Eduardo García Pirri en punta y dispuesto a bregar, a rematar, a ejercer de pívot y de talismán para las llegadas de Diego y Jorge Rodríguez, de Quique Romero, que se descolgaría hacia la izquierda y de Alberto Luna, que arrancaría desde la medular.

Formamos así: Sergio Blasco; Mateo, Lacabe, Beltrán, Dani; Kike Alcubierre, Alberto Luna; Diego Rodríguez, Jorge Rodríguez, Quique Romero; y Pirri. Como suplentes, Pitu, Alberto Sancho, Jesús Ángel y Alberto Rubio. Nosotros vestíamos de rojo; La Unión, de blanco. El partido empezó bien: dominamos pronto, penetramos por ambas bandas, y en una internada en el área, Pirri fue derribado. Lacabe marcó de penalti. El equipo intentó seguir jugando con brillantez, tocando, triangulando, intentó jugar en la media, arrancar desde ahí, pero pronto sufrimos una importante baja: Jorge Rodríguez recibió una importante tarascada y tuvo que retirarse; ahora está en la clínica de Monte Canal y están intentando descartar una contusión renal u otras complicaciones. Está con gotero. Hizo lo que pudo en una nueva posición, de media punta con mucha movilidad, pero apenas tuvo tiempo de entrar en juego: recibió muchos golpes, y ante un equipo agresivo se resiente su menudencia, su fragilidad y, sobre todo, su juego vistoso. Mucho ánimo desde aquí: era un día importante para él.

En la segunda parte, el partido siguió trabado, con lances violentos, con intensidad. La Unión, que se quedó con diez jugadores, había venido a vender cara su derrota; a favor del viento, planteó algunos problemas en los balones aéreos, pero ahí tanto Lacabe como Beltrán estuvieron sobrios. Lacabe volvió a demostrar que es un gran central, un gran libre, y Beltrán es uno de los secretos de la zaga del Garrapinillos. Los laterales también estuvieron bien; Pequerul trabajó a destajo. Hubo un poco de todo hacia el final: ocasiones claras nuestras, sin duda, de Alberto Rubio, de Diego, de Pitu, y La Unión se encontró con un regalo inesperado en el minuto 90: una cesión de Mateo al arquero Sergio Calvo, que en realidad no había sido, nos llenó a todos de nervios. En esa tensión de colocación de la barrera, la defensa del Garrapinillos logró abortar el terrible disparo, y poco después moría el partido. Garrapinillos 1, La Unión 0. Debimos haber ganado con más claridad, pero también pudimos haber empatado. Para la semana siguiente, entre otras bajas, más que posible la de Jorge Rodríguez también, perdemos a David Mateo, nuestro lateral derecho, por acumulación de tarjetas. Cumple ciclo de cinco. El trabajo de todo el conjunto merece el elogio: Diego pareció más entonado; Kike Alcubierre intentó jugar con firmeza, Alberto Luna sigue creciendo, Pirri peleó hasta la extenuación, Rubio corrió y corrió, Jesús orientó el juego en el centro del campo tras su salida; Romero fue de menos a más...

El partido ha tenido, de nuevo, esa vibración con algunas  brusquedades y esa emoción de los últimos partidos en casa. Nos cuesta mucho ganar. Muchísimo. Eso sí también encajamos pocos goles, y eso nos está permitiendo seguir ahí arriba. El Salvador y el A Mesa Puesta han ganado con claridad, y se mantienen al acecho. El Garrapinillos, mientras tanto, sigue trabajando martes, jueves y viernes para mejorar su juego, para resultar más competitivo, para llevar la iniciativa en el desarrollo de los partidos.

El domingo nos visita el Utebo. Se avecina otro temblor: es un duelo entre vecinos. Eso sí, perdemos a Jorge Rodríguez, pero vuelven Eloy y Fran, dos zurdos exquisitos.

PD. Jorge ya ha regresado a casa. Dicen que solo es un fuerte golpe. Tendrá que guardar reposo durante diez días; entonces, volveré a Monte Canal. Aquí lo vemos en una foto de archivo sacando un córner desde la derecha.

22/01/2012 20:18 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL GARRAPINILLOS CEDE EN MONTAÑANA

MONTAÑANA 1-GARRAPINILLOS, 0. LOS AZULES FUERON MEJORES

Montañana es un campo que me gusta. Por allí vive mi amigo el pintor Carmelo Ramos Rebullida, tiene casa Ángela Labordeta, recordé el gran cuadro de Eduardo Laborda de la papelera... A pesar del olor reinante, pegajoso y desagradable, el campo tiene una atmósfera levemente romántica o quizá apocalíptica. Como si estuviera varado en un otoño perpetuo y floral. Con todo me gusta mucho: el año pasado, el Garrapinillos (dirigido por Carlos Molina) jugó allí un buen partido, se colocó 2-2, tuvo varias ocasiones de ensanchar el marcador, y al final el equipo azul, que se adapta muy bien al césped y a sus incómodos botes, resolvió con eficacia y venció por 4-2.

En un día neblinoso, el Garrapinillos volvió a esa cancha con 35 puntos, 17 más que su rival. Volvía con bajas claves: Óscar Cambra, Eloy, sancionado, Jorge Blasco, con fractura maxilofacial, Javier Lacabe, que está muy diezmado, Kike Alcubierre, con un golpe en el empeine, Pirri, lesionado en una muñeca y en el cuello... Etc. El partido se presumía difícil. E iba a serlo: la tarde era suave, de una neblina densa, de un olor envolvente. Formamos con un equipo inédito: Luis; David Mateo, Jorge Beltrán, Enrique Romero, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, que lució por vez primera la capitanía, Alberto Luna, Jorge Rodríguez; Alberto Sancho, que debutó en la titularidad, Óscar Ortiz y José Antonio Mochales, ‘Pitu’. En el banquillo quedaron Sergio Calvo (que pararía un penalti, tras la expulsión de Luis), el juvenil Jorge de Miguel, Jesús Ángel, Alberto Rubio, que había tenido una dura semana con anginas y ganglios, y el ya citado Javier Lacabe.

Empezó el partido. Y el Garrapinillos pareció tomar el mando: Alberto Sancho penetró por la banda, Óscar Ortiz disfutaría hasta de dos ocasiones, o tres, con cierta claridad, y el juvenil estuvo vertical y peligroso, Pitu también dispuso de algunas ocasiones, borradas de golpe por la señalización injusta de fuera de juego. Pero cuando parecía que la primera parte acababa 0-0 (los locales no se habían estirado con peligro hasta entonces), se encadenó una sucesión de fallos de los rojillos y el Montañana marcó en lo que pareció un claro fuera de juego. Así terminó la primera parte, y así concluiría el partido.

En la segunda, haríamos varios cambios. Buscamos mayor profundidad y algo más de juego arriba con la incorporación de Javier Lacabe, pero pronto nos quedamos con diez. En una confusa jugada, Luis salió a por un balón, llegó en el área grande antes que el delantero, se produjo un leve choque, y el árbitro señaló penalti y expulsión. Sergio Calvo paró la máxima pena, y el Garrapinillos, con uno menos de nuevo (igual que nos sucedió la pasada semana ante el Silos), intentó irse arriba. Generó algunas jugadas, pero la segunda parte, sobre todo en los últimos veinte minutos el Montañana pudo aumentar hasta tres o cuatro veces el tanteo. Sacamos al menos tres balones claros de gol. Si hubiéramos perdido por 4-0 o 3-0, no habría sido injusto. Los azules aprovecharon la superioridad numérica y le hecho de jugar a favor de marcador. Hicieron un buen partido, y nosotros no estuvimos a la altura de nuestra clasificación.

Nos volvió a faltar juego, triangulación, algo más de personalidad, de iniciativa y calidad, y peligrosidad arriba. Nos faltan nuestros goleadores (Óscar Cambra, que ha dicho adiós a la temporada con nueve goles, y Eloy, sancionado, que lleva ocho), aunque batallamos en todas las zonas sin dejar de buscar la igualada o un golpe de suerte.

Con todo, el Garrapinillos será campeón de la Primera Vuelta. Y habida cuenta de las aciagas circunstancias, quizá no sea para echar cohetes ni cantar victoria alguna, pero podemos estar un poco satisfechos. Tenemos que mejorar, sin duda, y recuperar el pulso que no llevó a estar once partidos invictos. Hay algunas señales importantes: el gran partido de Enrique Romero, su primer choque completo de la temporada, el crecimiento de Alberto Luna, cada vez más asentado, el rendimiento de Óscar Ortiz, que quizá no estuviera todo lo rutilante que él es, pero trabajó mucho y buscó afanosamente el gol y su mejor forma..., la seriedad de Jorge Beltrán en la zaga..., la entrega de todos, el coraje, el deseo de vencer o de vender cara la derrota. También probamos a Jorge Rodríguez de interior izquierda, aunque es mucho más peligroso arriba, cerca del área. O de media punta, a la manera de Silva. Corrió y corrió, pero no encontró el pase decisivo, igual que le ocurrió a Diego, que parece atravesar un ligero bache de juego desde su decisivo gol a Marianistas.

La semana que viene nos visita la Unión. Y, aunque sea un tópico, en esta igualadísima y tensa Liga de I Primera Regional, grupo I, no existe rival pequeño. Y eso lo vemos y lo sufrimos domingo a domingo.

15/01/2012 20:36 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

SUFRIDA Y MÍNIMA VICTORIA DEL GARRAPINILLOS ANTE EL SILOS 1-0

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GARRAPINILLOS 1- SILOS 0

Las fiestas navideñas trajeron la dispersión entre los jugadores del Garrapinillos. Tuvimos cena para despedir el año, tras la victoria ante el Marianistas, donde nos quedamos sin Óscar Cambra para toda la temporada a consecuencia de una lesión de ligamento cruzado. Entrenamos tres días, pero no siempre todos: sabíamos por tanto que el partido de hoy ante el Silos en el campo de San Lorenzo, en un día luminoso, ventoso y casi primaveral, iba a ser difícil. Queríamos, además, dedicarle la victoria a Óscar y también a Néstor: ambos no volverán a jugar, probablemente, esta temporada. Por eso los chicos habían preparado una camiseta blanca de ánimo para ambos: Néstor no pudo venir, pero el exterior Óscar estaba allí. Como siempre. Como si fuera a lucir la camisola del 20, que hoy lució Alberto Sancho. Y que lucirá lo que resta de campaña.

Arrancamos con bajas y lesionados: a las suspensiones para Jesús Ángel y Fran, se sumaba la lesión de Javier Lacabe y la de Jorge Blasco, que se sentó en el banquillo. Jugamos así: Sergio Calvo; David Mateo, Jorge Beltrán, Eduardo García ‘Pirri’, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Alberto Luna; Jorge Rodríguez, Eloy Mateo y José Antonio ‘Pitu’. En el banco se sentaron el arquero Luis, Alberto Sancho, Quique Romero, Alberto Rubio y Jorge Blasco. El partido empezó sin brillo. El viento jugaba contra los rojillos de San Lorenzo; con todo, la jugada mejor elaborada, e iba a ser casi la única, fue por la derecha, trenzada entre Jorge y Diego Rodríguez que acabó en un centro hacia Eloy y ‘Pitu’, que no encontró rematador. El Garrapinillos no encontró su sitio: ni administraba el balón, ni lograba profundizar ni generaba ocasiones; aún así, Eloy pudo marcar en un par ocasiones, en ambas partes. Por desgracia, no marcó: recibió dos tarjetas amarillas y dejó al equipo con diez y con un alarmante 0-0 hacia el minuto 20 de la segunda parte. Jorge Blasco sustituyó ya en la primera parte a Kike, con una lesión en el empeine; y nuestros jugadores, en lances claros, otros pueriles y algunos más que dudosos, recibirían tarjetas sin conocimiento: prácticamente hubo tarjetas para casi todos. Para David Mateo, Jorge Beltrán, Eduardo Pirri, Dani Pequerul, Jorge Rodríguez, Alberto Luna, Jorge Blasco...

Con diez sobre el campo, Jorge Blasco recibió un centro limpio desde la izquierda y se elevó sobre su marcador, y marcó en un testarazo limpio hacia atrás. El Garrapinillos mejoró un poco en la segunda parte, pero también el Silos se estiró y generó ocasiones claras que salieron fuera o que marró por poco. Hacia el final, Jorge Blasco recibió un terrible cabezazo, pareció fortuito, de una rival en el hueso maxilofacial, y aún no sabemos qué le ocurre. Otra baja importante. Al final, con mucho trabajo y mucha pelea, y la fortuna necesaria que se necesita cuando juegas con diez y has ido perdiendo jugadores claves, el Garrapinillos resistió y venció por uno a cero. Un resultado que premia no la brillantez de juego, ni el dominio, sino el pundonor, la intensidad, la búsqueda de la victoria, y que premia también algo que los jugadores querían hacer antes de empezar el choque: dedicarle la victoria a Óscar y a Néstor. Y también a Rafa, el lateral zurdo lesionado, y a Jaime, que deja el equipo porque se marcha para ingresar en el ejército, donde aspira a hacer carrera.

El equipo se ha quedado diezmado. Ha perdido a Jorge Blasco para algunos partidos, tal vez, a Eloy y a Jorge Rodríguez por acumulación de tarjetas, y quizá recupere al capitán Lacabe el próximo día.

Pese a todo hay que felicitar a los jugadores: no han brillado como otras tardes, pero han logrado el objetivo: jugar, aguantar el cierzo, marcar y vencer al Silos, que no dio mala impresión en ningún momento. Por ahora, seguimos líderes. Costó, costó, costó lo que no está escrito; el Garrapinillos esta vez acusó el relax navideño, las bajas y le faltó pegada. La pegada que había tenido en otros momentos. Con todo, seguimos ahí, en lo más alto, con los tres puntos de ventaja que teníamos sobre A Mesa Puesta-Anento, y con 35 puntos en 15 partidos, dos más que el año pasado en 34.

*En la foto de archivo, Diego Rodríguez. Hoy ha estado por debajo de sus posibilidades.

08/01/2012 20:19 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

MARIANISTAS, 0-GARRAPINILLOS, 1 (DIEGO)

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EL GARRAPINILLOS GANA A MARIANISTAS Y PIERDE A ÓSCAR CAMBRA

La derrota del pasado domingo ante el Picasso nos hizo mucho daño: Javier Lacabe y Jorge Blasco, los dos capitanes, estaban lesionados. David Mateo y Eloy Mateo fueron castigados con un partido de suspensión, Jesús Ángel arrastraba dos tras el choque con El Salvador y Fran Moreno ha sido penalizado con cuatro partidos por agresión a un contrario. Y por si fuera poco, el goleador Óscar Cambra también estaba tocado. De entrada, Óscar, Lacabe y Rafa, que volvía, se quedaron fuera para una urgencia. A esas bajas se le sumaban otras: Alberto Rubio, enfermo y tocado en la rodilla, Néstor, que quizá se haya perdido toda la temporada, Alberto Sancho, que ha estrenado su nueva ficha con una estancia en Miami, etc. Y con un equipo diezmado fuimos a jugar al campo del Marianistas, un campo que rara vez se le da bien al Garrapinillos. Formamos con otra alineación nueva: Luis; Quique Romero, Jorge Beltrán, Eduardo ‘Pirri’, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Alberto Luna; Jorge Rodríguez, Óscar Ortiz y José Antonio ‘Pitu’. De reservas, Sergio Calvo, arquero, y Jorge de Miguel, juvenil, Rafa, Lacabe y Óscar Cambra.

El campo de Marianistas es uno de los peores de la Liga. Es irregular, tiene baches y pozas, y en algunos sitios está muy blando. Recordamos a Laszi Kubala antes del choque, y salimos a jugar con pasión e intensidad. Tanta que a los 30 segundos Jorge Rodríguez falló un gol cantado ante el marco; seguimos dominando y penetrando por las bandas con vivacidad en una tarde de domingo melancólica y muy fría. Fallamos mucho en la primera media hora: arriba, Pitu hizo su mejor partido con el Garrapinillos, y los bajitos Jorge y Óscar Ortiz, aún juvenil, creaban ocasiones: de jugada elaborada, al contragolpe o en los córners. A medida que avanzaba el choque, el Garrapinillos pareció desfondarse un poco tras tantas oportunidades falladas, y el Marianistas se vino arriba, aunque no generó demasiado peligro. Tiene un equipo homogéneo y luchador, donde destaca su menudo número once: dinámico, listo y con muchos recursos. Dani Pequerul tenía que sobreponerse una y otra vez a sus internadas; en la media, perdimos un poco el control, aunque el balance total de los medios no sería malo.

En la segunda, seguimos trabajando. Ellos salieron algo más agresivos. Dominaron sin verticalidad incontrolable: en los balones altos, tanto Pirri como el arquero Luis resolvieron bien. Decidimos que entrase Óscar Cambra, nuestro goleador con Eloy Mateo. Y pronto le dio un impulso mayor a nuestro ataque: en una de sus internadas, centró y apareció Diego para marcar. Diego trabajó mucho pero no estuvo tan fino como otros días, pero esta vez no falló en el área pequeña. El equipo siguió trabajando, buscando ampliar el marcador, y en una de las internadas de Oscar por la izquierda, pisó mal y notó un dolor insoportable en la rodilla. Tuvo que abandonar el choque entre lágrimas. Entre lágrimas sí y con esa pesadumbre indefinible de quien se acaba de dar cuenta de que algo grave ha pasado.

El Garrapinillos dio entrada a Lacabe, que jugó arriba y estuvo a punto de marcar (también notó un tirón), a Rafa, a Jorge de Miguel, y peleando peleando, trabajando en todas las líneas, logró la victoria: 0-1. El equipo se había conjurado para dedicarle el triunfo a nuestro exterior. Seguimos ahí arriba, con tres puntos de ventaja sobre otro equipo muy fuerte: el Anento A Mesa Puesta, que venció a El Salvador por 2-4. Nosotros nos alejamos de los demás: el Salvador queda a ocho puntos y el Movera también ha perdido en casa.

Lo terrible ha sido la noticia que nos llegó a las 18.30 o algo después: Óscar Cambra sufre una lesión de ligamento cruzado. Tendrán que operarlo, claro, creo, y lo más seguro es que se pierda toda la temporada. Una auténtica pena por él, sobre todo, por nosotros y por el Garrapinillos: Óscar quiere mucho al equipo, es un futbolista determinante y hace piña. Uno de los secretos de nuestras diez victorias y dos empates es la unión del equipo y, entre otros factores, el olfato goleador y el talento de Óscar. Uno de los jugadores que marca la diferencia.

 *En la foto de Josean Melendo, Oscar Cambra.

18/12/2011 20:51 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS 1- PICASSO 2

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GARRAPINILOS, 1 (Óscar)- PICASSO, 2

 

¡TENÍA QUE PASAR!

Sabía que tendría que pasar. Llevábamos once partidos invictos: nueve victorias y dos empates. Tras la laboriosa victoria ante El Salvador, probablemente el mejor conjunto de la categoría, nos visitaba hoy el Picasso. Otro buen equipo, de los de arriba. Se había caído, por lesión, Jorge Blasco. La verdad es que hoy no las tenía todas conmigo: hicimos un par de cambios. Alberto Luna tomó el relevo de Jorge y Alberto Rubio sustituyó a Jorge Rodríguez. La primera fue una sustitución forzosa; la segunda, una oportunidad de salida para Alberto, que ha entrenado muy bien todas estas semanas, y un descanso para Jorge, que tenía pequeños problemas de pubis. Formamos de salida así: Luis; David Mateo, Jorge Lacabe, Jorge Beltrán, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Alberto Luna, Fran Moreno; Óscar Cambra, Eloy Mateo y Alberto Rubio. Entrarían a lo largo del partido Eduardo García Pirri, Kike Alcubierre, Jaime, Jorge Rodríguez y José Antonio Mochales ‘Pitu’.

Al Garrapinillos le costó entrar en el partido. Los azules del Picasso, muy bien situados, empezaron dominando. Además, pronto tuvimos un contratiempo muy importante: el capitán Javier Lacabe, nuestro cierre, tuvo que retirarse por lesión a los cinco minutos. Y de ese dominio nació su primer tanto. Los nuestros se estiraban y se estiraban, intentaban triangular en el centro y forzaron varias ocasiones de gol a las que respondían también los del Picasso; de repente, tras detener un contragolpe, Alberto Luna se hace con un balón en el centro del campo, ve la buena posición de Óscar, y le envía un balón medido: Oscar avanza por la izquierda y bate al portero.

En la segunda el Garrapinillos empezaba a adueñarse del choque. Ellos jugaban con seriedad, con dos jugadores: el cuatro, un veterano con calidad y un delantero centro, al que parecían llamarle ‘Canario’, realmente peligroso. Escurridizo, veloz, con buen control de balón. Los rojillos avanzaban y generaban ocasiones: el centro del campo con Diego, Luna y Fran empezaba a hacerse con el choque. Pero se produjo una tangana, y de ella salió David Mateo con la segunda amarilla. Nos quedamos con diez. Y poco después, en un otro lance en el que Fran fue objeto de falta, le soltó una tarascada a su adversario: roja directa. Con todo el Garrapinillos siguió peleando por la victoria. Siguió fajándose con internadas constantes de Óscar y de Diego, sobre todo, con los disparos y los córners de Jorge Rodríguez, pero hoy no era el día de nuestros goles, ni el de Eloy, poco afortunado de cara al gol. En un contragolpe, el Picasso marcó su segundo gol. Y aún buscamos el empate: de córner, de falta, al contragolpe, con ese componente de pasión y heroísmo de domingo vespertino. El Picasso también generó nuevas ocasiones, y el tiempo fue pasando pasando, en medio de la niebla, y acabó obteniendo la victoria por 1-2.

El Garrapinillos perdió su segundo partido. Tenía que pasar, pero lo cierto es que nunca debimos perder: lo hicimos, además de los méritos del rival, que aprovechó nuestra inferioridad numérica, por esos calentones que no conducen a ningún sitio. Ahora, el Garrapinillos tiene tres expulsados: Jesús Ángel, David Mateo y Fran Moreno, y varios lesionados: Javier Lacabe y Jorge Blasco, entre otros. Pero habrá que seguir. Todos pierden: también perdió el Madrid, eso sí, lo hizo con once jugadores, ante un equipo que jugó con sus armas.

Pese al varapalo, seguimos líderes con tres puntos sobre el A Mesa Puesta Anento, que ha vencido al Movera, y cinco sobre El Salvador, que ha empatado fuera. Nadie lo tiene fácil.

 

*Diego Rodríguez en una foto de Josean Melendo.

SÓCRATES O EL TALÓN DE DIOS

 

SÓCRATES

Hay futbolistas raros que flotan sobre el césped. Se mueven, zigzaguean aquí, amagan allá, bajan el balón y reptan con elegancia animal; hay un instante en que diríamos que parecen levitar. Que fundan un orden nuevo, una placidez, un deslumbramiento. Y eso ocurría con Sócrates, el centrocampista de cuerpo casi gigante, 1.92, y de pie breve, apenas un 37, que acaba de fallecer a los 57 años. El futbolista que se parecía un poco a su ídolo Che Guevara y que se reunió en el desierto con el atrabiliario Gadafi, cuando el tirano parecía un rebelde antisistema. Si lo veías, con sus pasos grandes de zancuda, sospechabas que era lento. Era tan esbelto  que pensabas que iba a ser quebradizo, vulnerable a cualquier patada o empujón. Incluso tenía algo de hippie extraviado en un estadio: con aquel pelo ensortijado, con aquella cinta que reclamaba libertad y justicia como si fuera un Mesías de los pobres.

En sus días de gloria, los futbolistas llevaban un pantalón minúsculo y ajustado: hasta por eso reclamaba la atención el jugador del Corinthians. El doctor Sócrates poseía buen porte y nada hacía pensar que fuera un gladiador. Sócrates se buscaba a sí mismo y se encontraba en los demás. En el juego colectivo, en la arrancada, en el contragolpe, en el pase preciso, en aquella elegancia que empezaba por su actitud: siempre tenía la cabeza erguida. Se encontraba con los otros, con aquella media inolvidable que formaba con Falçao, Toninho Cerezo y Zico, empujados desde atrás por Junior; arriba los esperaba a todos el cañonero Eder. Sócrates era, con Zico, el líder del Brasil de 1982, que perdió ante Italia por 3-2: aquel equipo estaba llamado a hacer historia, pero le venció su excesiva facilidad, una cierta indolencia y la soberbia, y la pegada trasalpina, por supuesto. Rossi, con tres goles, lo mandó a casa y destrozó la leyenda futura de aquel conjunto, donde brillaba Sócrates.

Brillaban los demás, y brillaban mucho, pero Sócrates era especial: era un mago, un malabarista, un jugador táctico si era necesario, buen cabeceador y, ante todo, un centrocampista imprevisible. Desconcertante. De seda y de hierro, delicado y fajador. Siempre sabía lo que había que hacer. En 1986, en el Mundial de Maradona en México, Sócrates volvía a ser el mariscal del ‘jogo bonito’ de Brasil, pero también cayó cuando empezaba a librarse la batalla del título ante Francia en los penaltis.

Sócrates trajo al fútbol algo nuevo: el compromiso social, la defensa del paria, la exaltación de la libertad y de la república. Y dejó, y para ser centrocampista no es nada desdeñable, más de 200 goles. Nadie en la historia del fútbol ha golpeado de tacón como él: marcaba hasta penaltis. Si Maradona fue “la mano de Dios” y mucho más en el altiplano mexicano en 1986, Sócrates, el doctor Sócrates de balones, estrategias y almas de espectadores a la deriva, deberá pasar a la historia como ‘El tacón de Dios’. O, simplemente, ‘Talón de Dios’.

 

*Este texto, con leves cambios, apareció el martes en heraldo.es.

GARRAPINILLOS, 1- MOVERA, 1

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Era un partido entre amigos y a la vez era un partido a cara de perro. El Movera fue de líder durante algunas semanas en Primera Regional y parecía uno de los gallitos de la categoría: cuatro ex jugadores del Garrapinillos juegan ahí, los hermanos Ángel y José Cambra, Fernando Larrosa, que parece vivir una segunda juventud, y Roberto, un medio centro fino, de toque, con buena dirección, pero también contundente, veterano y peleón. No se amilana y si hay que hacer una falta táctica, o algo más, ahí está. El Garrapinillos había empatado con diez en un campo difícil como el de Huracán, y esperaba este partido: era uno de los dos aplazados que podía modificar nuestra ventaja en la clasificación.

Ha sido un día especial: un día de luz primaveral. El campo estaba muy bien. Y en el partido pronto se vio que iba a estar reñido. Ellos, a pesar de sus dos buenos medios centros, juegan a la inglesa, sin apenas transiciones. Pronto firmaron una excelente jugada al contragolpe, que no halló rematador. Poco a poco, el Garrapinillos fue tomándole el pulso al partido y empezó a penetrar por las bandas, sobre todo por el costado izquierdo. Tras una jugada por la izquierda, el árbitro pitó una falta a nuestro favor, Jorge Rodríguez la sacó muy rápido y Óscar aprovechó para marcar de cabeza. Los rojillos siguieron atacando, pero la primera parte terminó así. 1-0. Y mucha intensidad, nervio, tensión de área a área; el Garrapinillos intentaba contener a José Cambra, su jugador más peligroso, que igualaría en la segunda parte tras una espléndida jugada por la izquierda que culminó con un centro muy preciso.

Los amarillos atacaron en pelotazos largos, intentaron desbordar por el centro con algún peligro, pero no inquietaron a Luis. El Garrapinillos siguió atacando y generando ocasiones: internada de Óscar, trallazo de Eloy, remate en la boca de gol de Pirri de cabeza, posibilidad de remate de Romero... El empate nos supo a poco, pero ha sido ante un buen rival. Nos reafirma en lo alto de la clasificación con tres puntos sobre el segundo, El Salvador, con quien nos enfrentamos este jueves a las once y media. Será, sin duda, un partido difícil. Muy difícil. El Garrapinillos había ganado ocho partidos consecutivos y ha empatado los dos últimos. Esta va a ser una liga muy dura. Todos los rivales son fuertes, y eso se ha visto hoy.

Hemos formado así: Luis; Mateo, Lacabe, Beltrán, Pirri; Diego, Alberto Luna, Fran; Óscar, Eloy y Jorge Rodríguez. También jugaron Enrique Romero, Kike Alcubierre, Alberto Rubio, Jaime y Pitu, que volvía tras su lesión de varios meses. Curiosamente, antes del choque hoy recordamos al Milan de Arrigo Sacchi, de finales de los 80 y principios de los 90 como emblema y símbolo de la idea de equipo y del fútbol total. Nos ha faltado brillantez, sobre todo en la segunda mitad, pero con todo el equipo ha trabajado mucho; muchísimo. Y se hizo acreedor a la victoria. Quizá esta vez el entrenador no estuviera afortunado del todo con los cambios, pero una norma no escrita es que en el Garrapinillos intentamos que jueguen todos. Recibimos cuatro tarjetas amarillas: Alberto Luna, Javier Lacabe, Jorge Rodríguez y Eloy Mateo.

 

*En la foto de Aloma, Óscar Cambra, de espaldas, y Diego Rodríguez.

04/12/2011 21:00 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

HURACÁN, 1-GARRAPINILLOS, 1

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Ayer por la mañana el Garrapinillos se ha enfrentado al Huracán de María de Huerva. El equipo amarillo y negro llegaba tras haber ganado con brillantez en el campo de Santa Isabel, uno de los gallitos de la categoría: 0-5. Nada menos. Antes del choque, en un campo más bien reducido, no demasiado ancho, se oían los comentarios de los locales: “A muerte, eh. A muerte”. Son frases que se escuchan en cualquier vestuario: son los comentarios de ánimo, la petición de intensidad. El equipo que no andaba muy bien en la tabla quería prolongar el buen partido del fin de semana pasado.


El Garrapinillos venía a mantener su liderato; a última hora, se cayeron Eduardo Pirri y Fran, por lesión e indisposición respectivamente. De salida formamos así: Luis; David Mateo, Javier Lacabe, Jorge Blasco, Dani Pekerul; Diego Rodríguez, Jorge Blasco, Alberto Luna; Óscar Cambra, Eloy Mateo y Jorge Rodríguez. Esperaron su turno, Enrique Romero, Alberto Rubio, Jaime y Jesús Ángel, que disfrutaron de minutos, y Sergio Calvo, el portero suplente.


El partido empezó con un ritmo intenso: el equipo local se adueñó del campo a fuerza de balones largos. El Huracán realiza un juego muy inglés, sin transiciones. Poco a poco, el Garrapinillos estiró sus líneas y generó algunas jugadas de ataque; sin embargo, en un avance por la izquierda, David Mateo pugnó por un balón fuera el área, derribó a su adversario casi un metro fuera del área y el árbitro señaló penalti. Luis estuvo a punto de atrapar el balón. El Huracán se adelantaba. A partir de ahí el Garrapinillos empezó a jugar mejor, a controlar mejor los espacios, se asociaron sus jugadores, y en otro avance, el colegiado señaló penalti. Jorge Blasco empató el choque.

 

La segunda parte fue muy intensa: el Garrapinillos dominó en un primer término, generó varias ocasiones de gol, el Huracán respondió siempre, hasta que Jorge Blasco fue expulsado por doble amarilla. Y a partir de ahí, hubo reajuste de líneas, y el Garrapinillos tuvo que defenderse como pudo. Casi heroicamente, con un Luis soberbio y milagroso; si en la primera había tenido dos intervenciones casi inverosímiles, en la segunda, siguió en esa tónica. El Huracán, con más ganas y empuje que finura, buscó con ahínco la victoria y remató un balón muy limpio al palo: pareció gol, pero el poste repelió el esférico hacia las manos del arquero. Los rojillos siguieron estirándose con un jugador menos, hubo varios avances de Enrique, Diego y Alberto Rubio, sin demasiado éxito. Y al final, tras cuatro o cinco minutos de prolongación y de agonía, el resultado final no se movió: Huracán, 1-Garrapinillos, 1. No era lo que habíamos soñado, pero ganar en María de Huerva no resulta fácil, y menos si juegas con diez durante más de 25 minutos.


Este ha sido un partido más épico que otra cosa: de batalla, de intercambio, de fajadores. Intenso, trabado, con muchas interrupciones. Y muy emocionante porque el marcador fue incierto. Al Garrapinillos le ha costado mantener el resultado: esta vez, tras un intenso trabajo de contención, el primer empate sabe un poco a victoria. Podría haberse perdido. Y el domingo, ya en casa, jugamos nuestro primer partido aplazado contra el Movera, en el que juegan tres estupendos jugadores de Garrapinillos: Fernando Larrosa ‘Caspolino’, y los hermanos José y Ángel Cambra. Un equipo peligroso.

[Esta foto de David Mateo, nuestro lateral derecho, es de José Antonio Melendo.]

 

28/11/2011 09:41 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS, 3- ARENAS, 0

 

El Garrapinillos, por distintas razones, llevaba dos fines de semana sin jugar: primero se suspendió el partido ante el Movera y la semana pasada ante El Salvador. El equipo se había aupado a la cabeza de la clasificación tras su victoria ante El Burgo y ante el Anento. Hoy nos enfrentábamos al legendario Arenas, el equipo en el jugó Tomás Hernández ‘Moreno’, el de la delantera del Barcelona que cantó Serrat (Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón), con el que habíamos jugado en pretemporada un vibrante partido que acabó 4-4. Recuerdo que el cineasta Antonio Artero siempre se confesaba, con un punto de nostalgia, del antiguo Arenas. El Garrapinillos tenía algunas bajas: a las ya consabidas de Néstor, Rafa, Pitu, se sumaron otras ausencias: Quique Romero, Kike Alcubierre y Jaime. El equipo no ha repetido formación en ninguno de sus partidos y hoy tampoco. Formó con: Sergio Calvo; David Mateo, Jorge Beltrán, Javier Lacabe, Dani Pekerul; Diego Rodríguez, Jorge Blasco, Fran Moreno; Óscar Cambra, Eloy Mateo y Jorge Rodríguez. En el banquillo, esperando su turno, estaban Alberto Luna, Alberto Rubio, Eduardo García ‘Pirri’, Jesús Ángel y Luisito. Jugaron todos.

El Arenas pareció entrar mejor en el choque y generó una de esas jugadas al contragolpe que deciden una tarde: la salvó Sergio Calvo, nuestro arquero, y a partir de ahí el Garrapinillos empezó a jugar con comodidad y dominio. Abrió el juego a las bandas, combinó en el centro y pronto entraron en juego Eloy, Óscar y Jorge arriba. El equipo ganó muchos enteros cuando Jorge Beltrán tomó el centro del campo y disputó todos los balones por arriba. Los disputó, los ganó casi siempre y distribuyó todo lo que pudo. En una de las mejores jugadas de la tarde, con todo el bloque concentrado, David Mateo profundizó por la banda y centró para que marcase su hermano Eloy. Poco después, Óscar engancha un balón cerca de la media luna, desborda hacia la izquierda, burla con nitidez a tres rivales y le cruza el balón al arquero. Era el 2-0. Y el Garrapinillos enhebraba un buen balompié: de toque, de velocidad, de complicidad.

En la segunda parte, el equipo salió frío. Un tanto descentrado. A Jorge Blasco, hoy capitán (celebraba, además, sus 29 años), se le agotó el gas: en su lugar entró Alberto que iba a marcarse un gran partido en el eje del centro del campo. Alberto Rubio entró por Jorge Rodríguez, que también había hecho un buen partido... Ellos atacaban con más empuje que con peligrosidad; con todo Sergio realizó dos o tres paradas de mérito. La entrada de Luna, más fresco, le dio nuevo impulso al equipo, Óscar seguía generando ocasiones, igual que Eloy, y finalmente sería Diego quien sentenciaría con un tercer tanto. Al final, el Garrapinillos volvió a hacerse dueño del choque, sobre todo al contragolpe, y pudo aumentar la diferencia. Conclusión: Garrapinillos, 3 (Eloy, Óscar y Diego)-Arenas, 0.

Fue un partido redondo. Sobre todo en la primera parte, donde los rojillos alcanzaron lo que buscaban: solidez, intensidad, desmarque y buenas combinaciones. Y el equipo sigue ahí, trabajando domingo a domingo, con entusiasmo y con seriedad.

Al final, el cielo se volvió a cárdeno. Espeso. Como si escondiese detrás, en su corazón oculto, un gran temporal. No fue así: quedó una tarde estupenda, salpicada por lágrimas de llovizna. Curiosamente, a los jugadores del Garrapinilos les tocó, en el sorteo, el jamón. De ahí, algunos nos fuimos a votar.

 

*La ilustración es de Josema Carrasco.

20/11/2011 20:27 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

VICTORIA DEL GARRAPINILOS 6-3

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GARRAPINILLOS 6- EL BURGO 3

 

[El Garrapinillos vence a El Burgo de Ebro y se coloca líder en solitario, con dos puntos de ventaja, tras la derrota del Anento A Mesa Puesta y la derrota del Movera. El equipo rojillo logra su sexta victoria consecutiva.]

José Antonio Melendo, el fotógrafo, me anunció que iba a venir a hacerle fotos al Garrapinillos. Jugábamos contra uno de los equipos fuertes de la categoría: El Burgo. De poderío físico, con buenas cifras: dos victorias, tres empates y una derrota. En total nueve puntos. Durante la semana hemos tenido, como suele ocurrir con la llegada del mal tiempo, algunos resfriados. Anoche, cuando teníamos que descartar a un jugador, el centrocampista Alberto Luna me llamó para decirme que no podía jugar.

La tarde exhibía un abanico de luces: el sol aparecía y desaparecía, y con él una luz especial, a veces tamizada, a veces casi invernal. Cuando apareció José Antonio, me dijo: “Tenemos una buena luz para la fotografía”. Y para el fútbol, pensé yo. Estrenaba objetivos y creo que una cámara nueva. Me enseñó, mientras calentaban los chicos, las fotos que hace a modelos despampanantes en hoteles de Zaragoza y Huesca. Con su picardía lenta, susurró: “Algunas son menores de edad, pero están realmente bonitas y posan muy bien”. El campo estaba estupendo: en su apogeo, recién cortado el césped y con algún que otro presagio: en las porterías ya asoman las calvas, en el centro se multiplican los primeros baches, pero en las bandas está bien, como una alfombra doméstica, no como La Romareda que es maravillosa. Al final, tras solventar algunas dudas, jugamos así: Sergio Calvo; David Mateo, Jorge Beltrán, Jorge Blasco, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Enrique Romero; Óscar Cambra, Eduardo Pirri y Eloy Mateo. Quedaron en el banquillo, y dispusieron de minutos, Jorge Rodríguez, Fran, Jaime, Jesús Ángel y Alberto Rubio. Este año montamos un sistema sencillo y clásico: el 1-4-3-3. Exige mucho trabajo a los medios, mucha pelea, mucho control de balón y mucha creación, pero también logramos ser más peligrosos arriba, marcamos más goles.

El Garrapinillos se plantó pronto en el campo y tomó las riendas del choque. El Burgo realizó algunas escaramuzas de ataque, sin demasiado peligro, buscando sobre todo su extremo izquierdo. Arriba tenía delanteros peleones. Hoy, por el centro, Jorge Beltrán y Jorge Blasco fueron dos torres; Mateo fijó su posición en el lateral derecho y Dani Pequerul se iba arriba con cierta generosidad, o quizá con alguna despreocupación, pero logró ir remontando. Poco a poco empezaron a llegar los goles. Marcaron Óscar Cambra, Jorge Blasco y Eloy Mateo en dos ocasiones. Con ese resultado nos fuimos al descanso. Todo había funcionado a la perfección: el equipo había controlado el centro del campo (estuvieron a gran nivel, otra vez, todos, Diego, que no para, Alcubierre, que se fue entonando y acabó madurando su posición de eje, Quique Romero, luego Fran...), había entrado por las alas y por el centro. Y había jugado como se sueña: con calidad, con tensión y con eficacia. Con sacrificio y con constancia.

En la segunda parte, Mateo dejó su sitio a Jaime, que es un jugador que crece día a día; no es un defensa, pero es polivalente y tiene una buena salida de balón. Y Fran relevó a un enfriado Enrique Romero, que cada día va a más: dispone de más minutos y posee una enorme clase. Y luego entró Jorge Rodríguez por Pirri, que lo intentó todo, pero no logró marcar. En la segunda parte, el Garrapinillos siguió jugando a su ritmo, desbordando al contragolpe, tiró peligrosos saques de esquina, Fran falló un cabezazo a bocajarro, Blasco un remate con el pie, pero también El Burgo se vino arriba: en la segunda parte se colocó 1-4; marcó Eloy el quinto y ellos redujeron distancias con su segundo tanto; Jorge Rodríguez marcó un espléndido gol desde la derecha (miró al cielo, elevó las manos y pensó en Félix Romeo, con quien ha comido tantos fines de semana, con quien ha discutido tan menudo de fútbol), y El Burgo redondeó su tentativa de remontada con su tercer tanto. Al final, Garrapinillos 6 (con tantos de Eloy Mateo, tres, Óscar, Jorge Blasco y Jorge Rodríguez), El Burgo 3. El partido fue realmente bonito: los ‘rojos’ de San Lorenzo no bajaron la guardia: siguieron buscando el gol y un claro triunfo hasta el final del choque.

Da gusto ver tantos goles, algunos maravillosos (un golazo de falta de Eloy, por ejemplo, el gol de Jorge Rodríguez al final, etc.) y da más gusto aún ver al equipo serio, compacto, imaginativo en muchos momentos, y con ambición de victoria. Da mucho gusto ganar así con tanto público en el campo; entre ellos, algunos componentes del grupo Voyeur o el pintor Lalo Cruces. Para el final, si no mienten los resultados que nos han ido diciendo, tras la derrota del Movera y del Anento A Mesa Puesta, el azar de los domingos reservaba una agradable sorpresa: el Garrapinillos se coloca líder, con dos puntos de ventaja sobre el segundo (Anento) y tres puntos sobre el tercero (Movera). Lo mejor, más allá de lo que dice la tabla de la clasificación, es la ilusión del colectivo, de los veintidós jugadores, y de la afición. El campo de San Lorenzo disfruta con su equipo, con este equipo de Primera Regional, y con todos los demás de categorías inferiores, ocho más, creo.

José Antonio Melendo hizo muchas, muchas fotos. “Capté todos los goles del Garrapinillos y también los que recibió el Garrapinillos”, dijo con su bondadosa sonrisa. El domingo, otro choque apasionante fuera de casa: Anento-Garrapinillos. Eso sí, regresa Javier Lacabe, que hoy estaba excluido por acumulación de tarjetas.

 

*En la foto de Archivo de Aloma Rodríguez, Diego Rodríguez pelea por un balón cerca de Óscar Cambra.

SAN MATEO, 1-GARRAPINILLOS, 3

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Como decía aquel Vujadin Boskov ya inolvidable “fútbol es fútbol”. Claro que sí. Pero a veces en un partido se amontonan pequeños detalles, recuerdos, gestos. El Garrapinillos jugaba en San Mateo: allí, el año pasado, cuando nos jugábamos el descenso, contamos con un espectador de excepción: Félix Romeo. Ganamos 2-3 con mucho esfuerzo, y al terminar nos fuimos a la casa que compartía con Lina Vila, donde completamos una tarde muy bonita. Para mí el de hoy era un partido muy especial: íbamos bien, queríamos recordar a nuestro amigo (a la vez jugaba el Real Zaragoza, que acabaría venciendo por 2-0), y le recordamos antes del partido: leíamos fragmentos de su prólogo de ‘Cuentos a patadas’ y también leímos un texto de Víctor Juan Borroy sobre ‘El gol de Nayim’.

De entrada, el Garrapinillos formó con: Luis; Mateo, Jorge Beltrán, Javi Lacabe, Pequerul; Alberto Luna, Kike Alcubierre, Diego; Jorge Rodríguez, Pirri y Eloy. En el banco esperaban Óscar, Jorge Blasco, Néstor, Alberto Rubio y Jesús Ángel. De entrada, el Garrapinillos se hizo dueño del choque: mandó, generó ocasiones, lanzó varios córners, provocó dos jugadas que bien podrían haber acabado en penalti (en una de ellas, las más clara, el árbitro le sacó tarjeta a Jorge Rodríguez, tras un derribo que pareció bastante claro. El menudo exterior volvió a desbordar, a triangular y a lanzar muy buenos saques de esquinas), y acabamos la primera parte sin goles. El San Mateo, un equipo joven, peleón y honesto, apenas había generado otro peligro que lanzamientos largos, pero no había trenzado jugada alguna. En la primera parte, construyeron una muralla y se defendieron con nobleza bajo la dirección de su capitán, el número diez que acudió a socorrer a los defensas y jugó durante muchos minutos como un defensa escoba, más que como medio centro que parecía su demarcación.

En la segunda parte, el Garrapinillos pareció tomar el mando en los cinco primeros minutos, aunque pronto estiró sus líneas el equipo blanquiazul, logró más profundidad y atacó con vehemencia e intención al contragolpe. En una de esas jugadas infaustas, Luis, nuestro arquero, recogió el balón, y se le escapó. Gol: el mundo se venía abajo en una inesperada tarde de sol y dudas. El San Mateo se colocaba por delante, y parecía más entero. Más seguro de sus fuerzas. Contaba con el respaldo de su público. Y generó algunas ocasiones nuevas. Incluso reclamó un penalti: uno de esos contactos donde el delantero sale a trompicones. El Garrapinillos, con Jorge Blasco en el campo y lanzado al ataque con su considerable envergadura, empató. También entrado Óscar, que sigue pugnando por recomponer su tobillo. San Mateo seguía trabajando y marrando algunas oportunidades clarísimas; al menos dos. Y en ésas estaba el partido, vibrante, de área a área, tenso e intenso, cuando a la salida de una falta, acosó Eloy y un defensa local metió el balón en propia meta. Y cuando avanzaba inexorablemente el tiempo, Diego Rodríguez realizó una de sus jugadas habituales, desbordó a varios contrarios y cedió a Alberto Rubio, que firmó un espléndido gol. Era el 1-3. Cuando mejor había jugado el Garrapinillos no marcó, fue eficaz luego, cuando se habían torcido las cosas.

La respuesta del equipo fue correcta. Más eficaz que bella. Fuimos de más a menos y, con el marcador en contra, fuimos capaces de remontar. Hubo algunos fogonazos de suerte: el San Mateo tuvo dos goles clarísimos con el uno a cero, uno de los nuestros sacó el balón de la línea. No hay nada que reprochar a nadie: el rendimiento ha sido sólido por parte de todos. No hemos jugado con brillantez en la segunda, con las transiciones que ensayamos en los entrenamientos, con el juego fluido que buscamos, pero hemos tenido constancia, sentido de la oportunidad, fortuna, ambición, voluntad de triunfo. Me hacía mucha ilusión vencer. Era una forma de recordar al amigo que siempre, anduviera por donde anduviera, me escribía: “¿Cómo han quedado los críos?”, decía Félix. Cuando se daba cuenta de que ya no eran tan críos, rectificaba: “Amiguito, que no nos has contado cómo ha quedado el Garrapinillos...” Hoy, con Félix como talismán de nuevo, el Garrapinillos ha ganado su quinto partido consecutivo. Él pensaba que el fútbol de los domingos trabajaba por la felicidad. Y hoy su Real Zaragoza también ganó con goles del portugués Helder Postiga.

Son los pequeños detalles que, a menudo, se ocultan en la maraña de emociones invisibles de un partido de fútbol. Como quería Félix, alguno quiso ser Nino Arrúa y Carlos Diarte. O aquel Nayim, ‘el elegido’, que batió a Seaman una noche de París de la que todos, todos, tenemos el recuerdo.

 

*En la foto de Aloma Rodríguez, vemos a Eloy Mateo a punto de batir al arquero de San Juan de Mozarrifar con la derecha.

16/10/2011 20:48 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS 3-PERDIGUERA 1

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CUARTA VICTORIA DEL GARRAPINILLOS, ANTE EL PERDIGUERA 3-1

 Garrapinillos jugaba por segunda jornada consecutiva en el campo de San Lorenzo. En esta ocasión recibía al Perdiguera, uno de los equipos más fuertes de la categoría, al menos con fama de conjunto sólido. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Álvaro, padre de Raquel, nuestra taquillera, integrante de la directiva y mujer que realiza un sinfín de tareas en el equipo. Era una tarde de sol, una luminosa y caliente tarde que nos traía algún que otro desvelo: esta semana fueron las fiestas de Casetas y algunos las disfrutaron a tope.

Teníamos varias bajas, de diversa índole. Al final, armamos un equipo con cinco o seis jugadores que apenas habían jugado de titulares: Sergio Calvo; Jaime, Javier Lacabe, Jorge Beltrán, Pequerul; Alejandro Luna, Diego Rodríguez, Enrique Romero; Jorge Rodríguez, Jorge Blasco y Alberto Rubio. La media era completa inédita, y los tres delanteros aún no habían jugado juntos este año. En el último instante, por una pubalgia, Rafa tuvo que dejar su puesto de lateral zurdo. En el banquillo quedaron: Pitu, David Mateo, Fran, Néstor y Óscar Cambra, este tocado en su tobillo derecho. También se quedaron fuera Eloy, Pirri, Quique Alcubierre, Jesús Ángel (que está haciendo una importante labor como preparador físico y como jugador) y Luis, entre otros.

El Garrapinillos regó un poco el campo para que corriera más el balón. Le costó cogerle gusto al partido, pero acabó haciéndolo. El Perdiguera es un equipo sólido y trabajador, quizá algo débil en defensa, su capitán y central estuvo muy bien por encima del resto de compañeros de zaga, así como el número veintidós, que era la referencia del bloque en el centro del campo. Se adelantó el Garrapinillos con gol de Jorge Rodríguez, un gol raro donde se produjo un leve desencuentro entre el central y el arquero y donde hubo un gesto de astucia y de atrevimiento de nuestro delantero, señalado por la fortuna.

El Perdiguera no le perdía la cara al partido: con balones largos y aperturas a las alas ponía intensidad a la tarde. En un fallo defensivo, derivado de un mal bote del balón, los monegrinos aprovecharon para empatar. E incluso generaron dos o tres claras jugadas de pelibro. El Garrapinillos se vio sorprendido, especialmente al contragolpe. Y así nos fuimos al descanso: con empate.

En la segunda parte, el Perdiguera trianguló bien durante unos instantes, pero pronto iban a cambiar las tornas: la entrada de Óscar Cambra fue determinante: marcaría dos goles y serviría otro a Diego Rodríguez, que no acertó a enviar al fondo de la red. El Garrapinillos creó más ocasiones, imprimió un ritmo más vertiginoso, robó balones y se amarró a las internadas de Óscar, el despliegue de Diego R., los córners de Jorge R. y la seriedad de la media y la solvencia de la retaguardia. Jaime entró por vez primera de inicio y cumplió con creces, a pesar de jugar de lateral derecho cuando su puesto natural es el de volante derecho; Jorge Beltrán y Dani Pequerul mejoraron su rendimiento a medida que avanzaba el equipo. Javier Lacabe siempre es Lacabe: una referencia, da consistencia a la zaga y tiene calidad y sentido del pase para iniciar la jugada. La media se fue entonando cada vez más: Fran reemplazó a Enrique Romero, que se sacrificó al principio en tareas defensivas y se lanzó luego al ataque, Luna estuvo muy serio y sólido en su primer partido como titular y además completo, y Diego volvió a vaciarse, desde el puesto de medio centro y luego desde el interior derecho.

Arriba, volvió Jorge Blasco (uno de nuestros veteranos, veteranos jóvenes), que no había debutado en la Liga, y Jorge R. y Alberto R. trabajaron mucho y crearon diversas ocasiones. Imprimieron velocidad, desborde y ese entusiasmo invencible de los pequeños. Y el portero Sergio Calvo, que llevaba dos semanas sin jugar por las rotaciones, ha estado a un buen nivel.

El Garrapinillos mejoró de largo el partido de la semana pasada ante el San Juan, y sigue ahí sumando puntos. Lleva cuatro victorias consecutivas. Doce puntos y mira hacia arriba. El partido de hoy, por otra parte, arroja un saldo muy interesante: todos los jugadores pueden jugar sin que se resienta el conjunto, todos los jugadores están entrenando con mucha seriedad para disputar partidos intensos, trabados y emocionantes.

UN ONCE DEL GARRAPINILLOS

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RETRATO DE EQUIPO: EL GARRAPINILLOS DE PRIMERA REGIONAL
Equipo de inicio del Garrapinillos de Primera Regional, en el campo de San Lorenzo. De pie y de izquierda a derecha: David Mateo, Jorge Beltrán, Dani Pequerul, Rafa, Eloy Mateo y Luis. Abajo: Eduardo 'Pirri', Óscar Cambra, Javier Lacabe (capitán), Diego Rodríguez y Quique Alcubierre. Aloma Rodríguez, fotógrafa y escritora, vino a pasar el fin de semana a Zaragoza e hizo un extenso reportaje de casi todos los jugadores que iré colgando aquí o en el blog del equipo. El Garrapinillos venció por 4-3 al San Juan de Mozarrifar en un choque noble, intenso y muy reñido.

26/09/2011 22:47 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

VICTORIA DEL GARRAPINILLOS, 4-3

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IV CRÓNICA. GARRAPINILLOS, 4 – SAN JUAN, 3

El Garrapinillos regresaba al campo de San Lorenzo. Y lo hacía con mucha ilusión, con mucho ánimo. Ha sido una semana intensa de entrenamientos y de preparación física bajo la dirección de Jesús Ángel. Llegaba el San Juan de Mozarrifar, que había cosechado una derrota y dos empates. Llegaba con dos puntos. Nosotros teníamos un magnífico sabor de boca del partido con el Santa Isabel y queríamos ratificar el buen juego, la concentración, algunos hallazgos tácticos que deseábamos que fueran algo más que experimentos específicos de un choque. Hacía mucho calor. Se regó un poco el campo, durante el calentamiento; el árbitro, muy meticuloso, advirtió de la severidad de sus normas: solo cinco en el banquillo, con petos, y el delegado. Y el entrenador. Y ni una protesta.

El balón se echó a correr. Las fotógrafas hicieron el retrato de grupo: nuestro primer retrato de la temporada. Formamos como la semana anterior, era la primera vez que repetíamos equipo: Luis; David Mateo, Jorge Beltrán, Dani Pequerul, Rafa; Enrique Alcubierre, Javier Lacabe (capitán), Diego Rodríguez; Óscar Cambra, Eduardo Pirri y Eloy Mateo. Se quedaron en la reserva: Alberto Luna, Alberto Rubio, Jorge Rodríguez, Enrique Romero y Jesús Ángel. El San Juan de Mozarrifar empezó algo peor, generamos varias ocasiones, pero ellos se hicieron pronto el mando del partido sin un dominio contumaz: al Garrapinillos le costaba mucho mantener el centro del campo. Ellos hacían acopio de balones, iban mejor de cabeza, parecían tener más hombres en la medular. Y en una jugada al contragolpe, con fallo nuestro incluido, se pusieron por delante. Durante todo el partido íbamos a estar un poco fallones: medíamos mal el salto, estábamos imprecisos en la salida del balón, a Lacabe le costaba entrar en juego, tendía a meterse entre los centrales (lo había para buscar el balón e iniciar el ataque), y a Diego y a Quique Alcubierre. Sin embargo, poco a poco nos fuimos haciendo con el partido y marcamos tres goles: Óscar, Eloy, con la derecha, y Pirri, con su peculiar sentido del remate. Así concluyó la primera parte.

Nos fuimos al vestuario tranquilos, aunque no demasiado convencidos del juego. Era mejor el resultado que la calidad del fútbol. No habíamos juego bien, pero habíamos sido efectivos. San Juan nunca dio nada por perdido. Y la prueba fue que logró ponerse 3-3 en la segunda parte: fallamos en pequeños detalles, perdimos la espalda y nos entraron por las bandas. Dos goles, no demasiado brillantes, pero dos goles. La tarde se puso vibrante. Hoy los revulsivos no funcionaban: ni Jorge Rodríguez, que buscó sus centros, lanzó buenos córners y faltas medidas, ni el regreso de Enrique Romero, que no había sido convocado hasta ahora, aunque se le ve con muchas ganas. Esta va a ser una buena temporada para él. Y Óscar Cambra volvió a pelearse con el larguero; aún así fabricó espléndidas jugadas que culminó en tiros con la derecha y con la izquierda que se fueron arriba por poco.

El que sí iba a ser revulsivo era Alberto Rubio. Fue el quinto cambio en lugar de Rafa; Enrique Romero retrasó su posición. Y cuando faltaban apenas dos minutos, Diego Rodríguez cogió un balón, se internó en el área, desbordó a dos o tres, e hizo el pase de la muerte: allí apareció Alberto Rubio, con el catorce a la espalda, que se anticipó a los defensas y al arquero. 4-3 para los locales: 4-3 para los rojillos de San Lorenzo. El Garrapinillos ganaba con mucho sacrificio, con mucho esfuerzo y con algo de fortuna.

El equipo no ha estado tan bien como el domingo pasado. Le faltó control, serenidad, mayor dominio del balón, precisión en los pases, y le sobraron errores defensivos: pérdida de colocación, disputas tibias de balón que se acaba llevando el rival, falta de concentración e intensidad, le sobró un poco de pasividad. Eso no quiere decir que sea solo impericia de la defensa: los demás tienen que robar, defender, fajarse. Con todo, ha habido signos positivos: el equipo mostró capacidad de reacción, sentido de la pelea, ambición de victoria; Óscar Cambra ha jugado probablemente su mejor partido; Diego Rodríguez sigue teniendo una velocidad secreta que no pierde ni cuando el partido está muriendo, Eloy, medio lesionado, marcó un golazo, Eduardo Pirri las busca todas por alto, Jorge Beltrán tuvo momentos muy buenos, Alberto Luna está cada vez mejor, Alcubierre trabajó a destajo como siempre, y hay, hay sed de victoria. La suerte, en esta ocasión, jugó de nuestro lado.

 *El capitán y hoy, de nuevo, medio centro Javier Lacabe en una foto de Aloma Rodríguez del año pasado.

25/09/2011 22:01 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

III CRÓNICA: VICTORIA DEL GARRAPINILLOS EN SANTA ISABEL

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III Crónica. SANTA ISABEL, 1-GARRAPINILLOS, 2

El Garrapinillos de Primera Regional jugaba esta mañana a las once y media en el campo de Santa Isabel, un equipo que había ganado sus dos primeros partidos. Iba de líder con, entre otros, el Movera y el Perdiguera. Esta semana el equipo, a las órdenes del preparador físico Jesús Ángel, había trabajado muchísimo y algunos jugadores arrastraban molestias: Daniel Pequerul y Jorge Beltrán, atrás, Eduardo Pirri, arriba, y Óscar Cambra, que sigue peleando así con sus molestias de tobillo: parece que más que un tobillo tenga unas castañuelas. Eso sí: el jugador, un extremo profundo de excelente disparo y buen centro, está muy motivado: le cuesta correr, pero trabaja, remata, combina y es siempre un peligro, una amenaza.

El Garrapinillos ha vencido 1-2 en un choque de gran intensidad, que ha jugado con concentración, disciplina, buen sentido táctico y ambición. Quizá haya sido nuestro partido más completo. Sufrido, fajado desde el inicio, con profundidad por ambas bandas. Hicimos un leve cambio táctico: ausente Fran, que se había ido a Motorland, tenía un compromiso previo, Javier Lacabe, el capitán y nuestro central o libre habitual, subió al lugar del medio centro: era el enlace con los defensas Beltrán y Pequerul, y la primera referencia de creación en alianza con Quique Alcubierre, que firmaría su mejor partido, y con Diego Rodríguez, que volvió a vaciarse desde el minuto uno y a generar mucho juego y desborde. Y además, ha debutado Luis en la meta y ha regresado Eloy Mateo, un jugador exquisito que arrastraba dos partidos de castigo de la campaña anterior.

Formamos así: Luis; Mateo, Jorge Beltrán, Dani Pequerul, Rafa; Alcubierre, Lacabe, Diego; Óscar Cambra, Pirri y Eloy. Luego entrarían Jorge Rodríguez, Jesús Ángel, Alberto Rubio y Alberto Luna. En la primera parte se jugó con mucha tensión: los dos equipos concentrados al máximo y con mayor dominio del Garrapinillos; los dos equipos crearon ocasiones, aunque al Garrapinillos le anularon un precioso (y creo que absolutamente legal) de Eloy, que remató un centro en parábola de Óscar. No estaba en fuera de juego porque el balón rebasó al central y retrocedió levemente hacia la posición algo más retrasada de Eloy. La primera parte fue magnífica por las dos partes: bonita, trabajada, intensa, valga el tópico, de poder a poder. En el vestuario creíamos que podíamos y debíamos ganar.

Y así empezó a fraguarse la victoria. Jorge Rodríguez reemplazó a un disminuido Pirri: realizó una espléndida jugada a contrapié y sirvió un balón preciso a Eloy. Gol. Unos minutos más tarde, empató el Santa Isabel. El Garrapinillos no le perdió la cara al choque: siguió peleando, buscando la victoria, se defendió de las acometidas locales, se hizo fuerte por arriba en los balones cruzados desde las bandas o desde el córner. A raíz de una falta que lanzó Eloy, el lateral Rafa se adelantó levemente y remató con claridad. Rafa aún estuvo a punto de marcar de nuevo: el Garrapinillos había generado ocasiones de gol, había rematado a los palos y seguía ahí, resistiendo, con tensión y orden, desdoblándose en un juego de fuegos cruzados de defensa y ataque. Al final, victoria por 1-2.

Si el resultado es bueno, no ha sido peor en absoluto el comportamiento del equipo. Ha resistido, ha buscado el ataque, ha intentado ser profundo y eficaz. Lacabe, por lesión de Beltrán, regresó a su sitio, y en su lugar jugó Luna, que deberá ir ganando en fortaleza, intensidad y algo más de coraje. Alberto Rubio sigue trabajando bien por las bandas: es tan menudo como vehemente, a veces tiene alma de vela. Jorge Rodríguez desborda, crea ocasiones, es un jugador importante aunque sale desde el banquillo, etc. De todos los jugadores podría decir muchas cosas: están viviendo el equipo y el fútbol de los domingos con cariño y con pasión. Todo el equipo ha estado entero, comprometido, y ha buscado afanosamente la victoria.

19/09/2011 14:31 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

II CRÓNICA DEL GARRAPINILLOS

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II CRÓNICA: GARRAPINILLOS, 3-VILLANUEVA, 2

Garrapinillos, el barrio próximo al aeropuerto, está de fiestas. Hay vaquillas mañana y tarde. Hay alegría: la gente se reúne en peñas y se congrega luego en las terrazas de los bares con sus atuendos. Por la tarde había partido y se había anunciado con los pasquines y carteles. Había ambiente: el campo empezó a llenarse hacia las cinco, cuando llegaron las reinas de las fiestas. Venía a jugar el Villanueva, un equipo de futbolistas jóvenes. El Garrapinillos, de salida, formó con Sergio Calvo; Dani Pequerul, Jorge Beltrán, Lacabe, Rafa; Diego, Alcubierre, Fran; Óscar Cambra, Pirri y Alberto Rubio. Jugarían los cinco suplentes de hoy: David Mateo, Jesús Ángel, Néstor, Alberto Luna y Pitu.

Al equipo local, de rojo, le costaba entrar en el partido, aunque inicialmente creaba más peligro; poco después, en un contragolpe, se produjo una jugada confusa en el área local: la juez de línea señaló penalti pero el árbitro animó a que siguiese el juego. Y más tarde, el árbitro sí señalaría una pena máxima al Villanueva, que fue al travesaño. El Garrapinillos marcó primero con gol de Pirri. Dominó luego, creó varias jugadas de peligro, de Diego (que se plantó solo ante el portero, y este sacó una mano prodigiosa), de Pirri y de Óscar. Ellos empataron cuando finalizaba la primera parte. En la segunda parte, volvió a marcar Pirri, ellos volvieron a empatar y finalmente, con autoridad, Javier Lacabe, marcó el tanto definitivo del triunfo de penalti. Javier Lacabe, nuestro mejor jugador del curso pasado por elección de sus compañeros, volvió a hacer un partido espléndido, en todas las tareas. Es un auténtico mariscal que posee colocación, un espléndido salto y una buena técnica, y dirige a sus compañeros.

El partido no fue bueno. El equipo rojillo nunca se sintió cómodo. Le costaba adueñarse del balón y triangular. Le costaba armar el juego en el centro del campo, a sus centrocampistas no les era fácil combinar; el peligro, por lo general, nació de los pases en largo, de la apertura a las bandas o de la llegada por el centro más que de una segura construcción del juego. Sinceramente, podía haber pasado cualquier cosa, quizá el Villanueva –que jugó muy deportivamente con chicos muy jóvenes- habría merecido el empate. Los dos equipos trabajaron, con más pundonor e intensidad, con más brega que acierto, pero también con honestidad. De poder a poder.

El campo de San Lorenzo ha sido abonado de nuevo y el césped se había cortado para el balón circulase. Quizá corriese el balón con alguna lentitud, pero al final, en este caso sí, lo más satisfactorio ha sido la victoria (hacía algunos años que el Garrapinillos no ganaba en casa durante sus fiestas de septiembre), el compromiso de todos los jugadores, la pelea y la piña que se ha hecho. La victoria siempre es un estímulo, aunque a ese estímulo el Garrapinillos anhela sumar otro más: el del buen juego. La solidez defensiva, el control en el centro, el juego combinativo y la eficacia en ataque. Una gran noticia es que la semana que viene regresa Eloy, uno de nuestros mejores jugadores. Otra dos buenas noticias: Javier Lacabe ha recuperado su gran nivel y Pirri, que antaño jugó también en la retaguardia, ha recobrado su olfato goleador con dos tantos. En realidad, hay que elogiar la entrega, el esfuerzo, la disciplina y el deseo de vencer del bloque.

A los chicos del equipo les ha tocado el jamón que se sortea todos los domingos.

 

[Esta es una foto de archivo de Jose Antonio Melendo]

LO QUE LEE JORGE SANMARTÍN

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Fernando Sanmartín me ha mandado una foto preciosa: la de su hijo Jorge Sanmartín, cierre de un equipo de fútbol sala e integrante de la selección aragonesa, que lee, antes de un partido, mi libro 'Los domadores del balón' (editado por Nacho Escuín en Eclipsados), dedicado al Mundial de 2006. A Jorge Sanmartín le dediqué uno de los libros míos que más me gustan: 'Jorge y las sirenas', ilustrado maravillosamente por Alberto Aragón y editado por Marboré. Él es el protagonista absoluto: él, una sirena. Jorge es un niño encantador y feliz que ha contagiado a su padre, apasionado por el ciclismo, la afición al fútbol y al Real Zaragoza.

I CRÓNICA DEL GARRAPINILLOS

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 I. EMPIEZA LA LIGA: UTEBO, 3-GARRAPINILLOS, 1

El Garrapinillos ha iniciado hoy la temporada en Utebo. Perdió 3-1. Se adelantó en el marcador con gol de Óscar Ortiz, dominó la primera parte, en la que empató el equipo local en uno de esos balones cruzados al área, volvió a dominar con claridad en los diez primeros minutos de la segunda parte, y acabó perdiendo con claridad en el último tramo de la segunda parte. Los rojillos no pueden estar contentos: el Utebo, vestido de azul y con un equipo joven, no fue mejor, pero acabó siendo más eficaz y fue de más a menos; el Garrapinillos, que dio una buena medida de sus posibilidades mientras tuvo fuelle, falló claras ocasiones en la segunda parte y lo pagó caro. Fue de más a menos. Los cambios, en esta ocasión, no fueron un revulsivo: ausentes por distintas razones (básicamente por expulsiones y tarjetas del año pasado) Pirri, Mateo, Jorge Beltrán, Eloy, Jorge Blasco, Alberto Rubio y Enrique Romero, el equipo no logró resolver  el cansancio de jugadores importantes como Quique Alcubierre, Fran y Óscar Cambra. Más que resolver, no mejoró su aportación mientras tuvieron fuerzas. Ócar Ortiz, nuestro juvenil, tuvo que retirarse del campo tras un encontronazo: parecía más grave, pero por ahora le han vendado la pierna y estará en observación una semana.

El Garrapinillos ha cambiado el esquema este año. Ha recuperado un sistema clásico. El 4-3-3, aunque nuestro ariete, en este caso Diego Rodríguez, actuó de mediapunta e intentó conectar a los medios con los dos delanteros: Óscar Cambra y Óscar Ortiz. No lo logró del todo y jugó mejor en la segunda parte en el centro del campo. El Garrapinillos, que ha estrenado delegado, Félix Cambra (alternará esa función con Manuel Romero), formó así: Sergio Calvo; Jesús Ángel, Dani Pequerul, Javier Lacabe (capitán), Rafa; Néstor, Quique Alcubierre, Fran; Óscar Cambra, Diego Rodríguez y Óscar Ortiz. También jugaron José Antonio Pitu, Alberto Luna, Jorge Rodríguez, Jaime y Luis.

Pese a la derrota, que duele porque el equipo jamás le volvió la cara al choque ni naufragó en ningún instante (aunque pasó de presionador a presionado), el Garrapinillos jugó bien por instantes y mostró algunas de sus constantes: el intento de construir la jugada, la penetración por las bandas, la solidez en el centro con un recuperado Javier Lacabe, otra vez en su sitio de mariscal, el marcaje pegajoso de Dani Pequerul, y el intento de dominar el centro del campo con triangulaciones y sentido de la anticipación.

Queda mucho, mucho por hacer. Sobre todo mejorar la condición física, perfeccionar los pases en corto y las aperturas a la banda y la conducción de balón. Y, por ahora, el Garrapinillos tiene otro problema: tiene llegada por las alas, pero carece de ariete. Con todo, la nota media, algo inferior a un buen Utebo (joven, con recursos y un buen juego aéreo), sería la de un seis para el bloque. El entrenador piensa, eso sí, que esta no ha sido su mejor tarde. Se equivocó en algunos cambios: no tanto en los nombres ni quizá en las posiciones sino en el momento de hacerlos.

El Garrapinillos vuelve a los entrenamientos el martes, esta vez ya en el campo de césped natural de San Lorenzo. Y esta es la semana de fiestas de Garrapinillos. Esperemos que los jugadores mantengan la tensión y el compromiso.

 

*Foto de Archivo de la jornada anterior: Diego, Lacabe, Mateo y Sergio Calvo al fondo en un partido con Los Molinos.

ESPAÑA: LA GRAN VICTORIA

DIARIO DEL MUNDIAL // Óscar Tusquets dice que “todo es comparable”. También los futbolistas de España y Holanda: por eso aquí ofrecemos un retrato minucioso de los veintidós héroes de la final.

 

 

 

Once contra once:

quiénes son

y cómo juegan

 

Casillas-Sketelenburg. Iker Casillas es, en este momento, el mejor arquero del mundo. Sus dos rivales para ese título, Buffon y Julio César, cayeron pronto. Es un portero con grandes reflejos, elástico, concentrado. Empezó un tanto flojo, pero ha ido a más. Paró un penalti decisivo y ha tenido intervenciones espléndidas. Ha recuperado su carisma. Enfrente estará Sketelenburg, que no era el titular: su torneo, pese al gol de Forlán, es solvente. Va bien por arriba y se entiende con sus defensas.

Sergio Ramos-Van der Wiel. Son dos jugadores semejantes. El español posee una condición física admirable y algún que otro pájaro en la cabeza. Contra Alemania se portó como un auténtico extremo, capaz de arriesgar un regate, de disparar a gol y de acompañar el juego de los medios. Van der Wiel forma con Robben una banda muy peligrosa. Será el encargado de parar a Iniesta. Guardiola le ha echado el ojo para dar descanso a Dani Alves.

Piqué-Heitinga. Son los lanzadores de sus equipos desde atrás. Piqué ha sido comparado con Beckenbauer: es rápido, ágil, seguro y saca muy bien el balón. Posee un buen desplazamiento en largo. Heitinga no tiene su nivel, pero es la referencia defensiva de Holanda. Está irreconocible, si lo comparamos con su campaña en el Atlético de Madrid: toca bien el balón y busca a Van Bommel y a Sneijder.

Puyol-Matijsen. El español es un jugador vibrante, contundente, un ejemplo de entrega y de entusiasmo. Recuerda a Paco Gallego. Es el toro del equipo, un hurón de furia. Su gol ante Alemania lo define: Puyol todo corazón. Matijsen es correcto, va bien por alto, tiene experiencia y lleva años consolidado en esa posición. No es fino con la pelota, pero tampoco comete errores. Como Puyol, es expeditivo.

Capdevila-Van Bronckhorst. Experimentados, zurdos natos, con buen disparo, dispuestos a avanzar por el carril. Capdevila es un jugador sobrio, atento, capaz de centrar bien. Gio marcó uno de los goles más hermosos del Mundial. Es el capitán apacible y conciliador que está viviendo una segunda juventud.

Busquets-De Jong. Sergio Busquets ha dado constantes lecciones de veteranía y de colocación. Es el eje defensivo de España en la media. Protege, asiste, posee un estupendo juego en corto y en largo, y ejecuta como nadie la falta táctica. De Jong es un jugador oscuro y sacrificado, limitado de talento y poderoso en el despliegue.

Xabi Alonso-Van Bommel. Son dos jugadores muy distintos. Van Bommel es una referencia permanente: protestón, duro y bregador. Tiene llegada, sobre todo de cabeza. En su paso por España no sedujo a nadie; en Holanda es el recuperador, el jugador que está en todas las grescas. Los árbitros han sido condescendientes con él. Xabi Alonso está haciendo un gran campeonato. Combina bien, trabaja sin descanso y posee un buen toque en corto y en largo, magnífico en sus cambios de juego, y un excelente disparo. Ante Alemania olisqueó el gol varias veces.

Xavi-Sneijder. Los dos mandan. Xavi es el arquitecto de España, el hombre que dicta el ritmo del partido, el artista incesante. Es preciso, elegante y tiene una visión prodigiosa. Es el mejor organizador del juego del planeta: el balón en sus pies siempre está de paseo. El mejor fútbol sale de sus botas. El menudo Sneijder está viviendo el mejor año de su vida: deslumbró en el Inter y asombra en Sudáfrica. Se siente seguro de sí mismo y de su disparo. Es un cerebro muy completo y vertical. Genera constantes ocasiones de gol. Es uno de los grandes peligros de Holanda: su jugador más en forma, el más imprevisible. Es un tigre de peligro e inteligencia.

Pedro-Robben. Robben es imprescindible, es un extremo de los de antes que juega a contrapié. Descoyunta cualquier táctica ajena y tiene mucho gol. Es un puñal de velocidad y gambeteo. Pedro es un jugador con ángel: es trabajador y descarado, posee desmarque y una picardía de barrio. Se ofrece hasta el fin del partido. Ante Alemania jugó muy bien entre líneas. Puro talento con las dos piernas. La pelota está enamorada de él.

Iniesta-Kuyt. Iniesta encarna el malabarismo puro, la inteligencia, el control de balón. Para él nada es imposible. Es nuestro futbolista del aire: el brasileño de Albacete. Kuyt no había demostrado nada, pero se aferró al puesto y ahora es el jugador necesario arriba porque regatea, apoya a sus medios y presiona constantemente a la defensa rival.

Villa-Van Persie. El delantero del Arsenal es un jugador de carácter complejo y rebelde. Sabe a lo que juega: hurga y hoza en la defensa rival, y su cambio de posición resulta desequilibrante. Es técnico y fantasista. Villa es la reencarnación de Quini, el hombre del gol. Es rápido, ambicioso, sale regateando hacia los dos lados, y posee un disparo demoledor. Además, es vivaz y atrevido. Con él en el campo, el resultado nunca es inamovible.

 

 

DIARIO DEL MUNDIAL / 24. LA VICTORIA

 

Andrés Iniesta, entre la épica y el éxtasis

ANDRÉS INIESTA, ENTRE LA ÉPICA Y EL ÉXTASIS

 

España tuvo que pelear lo indecible para superar a una Holanda bien posicionada, correosa y experta en el contragolpe

España se corona en Sudáfrica con una generación deslumbrante que ama la belleza total del mejor fútbol

 

 

Andrés Iniesta, el futbolista del aire, el elegido de los dioses del fútbol, le dio el triunfo a España. Un triunfo agónico, peleado hasta casi el final de la prórroga, una victoria por la mínima, que confirma la calidad y la ambición de una generación deslumbrante que ha llegado más lejos de lo que nadie se podía imaginar: al Olimpo del balompié, primero en Europa y ahora en todo el planeta. Esta selección será recordada por su juego exquisito, por su querencia de balón, por una triangulación precisa y por esa imaginación inagotable que distinguió a la Hungría de Puskas y Bozsik, al Brasil de Pelé, a la Holanda de Cruyff, y a la Francia de Platini y Giresse. Y será recordaba, sobre todo, porque también a la hora de la verdad tuvo sentido épico. España ganó con la grandeza antigua del fútbol.

El partido fue tosco y trabado. España empezó muy bien: generó ocasiones de inmediato y dio la impresión inicial de que este era su partido. Iba a apabullar. Los holandeses, que buscaban la recompensa a tantos años del buen fútbol que trasvasaron al Milan o al Barcelona, y acaso a la propia España, estaban un tanto perplejos. Como desubicados. Como si la salida del rival y su abanico de pases en cortos, hilvanados con una regla de sastre, les metiera el miedo en el cuerpo. Era el momento de enmarañar el partido, y empezaron a hacerlo, especialmente con  ese peón táctico, incansable y duro, que es Van Bommel. Así, a trompicones, con faltas y un juego sucio tan eficaz como taimado, Holanda paró a España e incluso obtuvo una pequeña conquista: una tarjeta a Carles Puyol. España pasó de dominadora absoluta a dominada, o cuando menos perdió la inspiración, se encontró ahíta, falta de ritmo, proclive además al encontronazo. Holanda salía al contragolpe y en el centro del campo proponía un entramado de marrullerías y de marcajes pegajosos. Lo mejor fue el descanso. España se desorientó en los minutos finales de la primera parte: quedó huérfana de brújula y de plan de ataque.

En la segunda parte, el partido siguió la misma lección. España se buscaba a sí misma, buscaba el control del balón, el arrebato de fantasía, y se encontraba con una Holanda bien situada y cada vez más segura. Arriba, Robben abría huecos y practicaba su regate favorito y esa carrera de amagos que se remansaba al borde del área, cerca de la media luna. Desde ahí engatillaba, pero Iker estaba concentrado. Sabía que el título empezaba en él: las lágrimas finales serían la prueba. España siguió a la suya: buscaba la luz y encontraba la oscuridad. El choque era tempestuoso, con desconcertantes alternativas. El gol podía caer de cualquier lado. De repente, Del Bosque hizo dos cambios: uno, quizá sorprendente, Jesús Navas por Pedro (el canario se extravió desde el principio y nunca volvió al camino) y otro más sensato: Cesc por Xabi Alonso, que había buscado el gol desde lejos, como lo buscó Xavi a través de varias faltas o en saques de córner. En una ocasión, Sergio Ramos falló la ocasión más clara: le pareció excesivo copiar el testarazo de Puyol ante Alemania.

La prórroga adquirió los tintes dramáticos de un resultado incierto. El respeto al rival y el miedo a perder se adueñó de los dos equipos. España sería superior en la prórroga: Xavi volvía a mandar, Iniesta se estiraba por todos los sitios con esa clase admirable que sólo él posee. Se convirtió en la pesadilla de los ‘tulipanes’ y en el foco del público. El espectáculo dentro del espectáculo de la final era él. Y en esas discurría el partido, con un pie ya en los penaltis, cuando recibió un pase de Cesc. Un pase inteligente. Ese balón que enciende el volcán de la emoción y del éxtasis. E Iniesta no falló: selló el triunfo de un bloque, de una apuesta, de unos maravillosos años con un gol antológico e inolvidable. El gol del título. El gol del título más grande. El gol inefable del mago, del virtuoso dulce.

 *Estos dos artículos aparecieron en Heraldo de Aragón el once y el doce de julio de 2010. El día del choque y el días después de la victoria.

12/07/2011 08:07 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

HA FALLECIDO CARLOS 'LOBO' DIARTE

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[Acabo de enterarme de la muerte de Carlos ‘Lobo’ Diarte a consecuencia de un cáncer. Hace muy pocos días, uno de mis periodistas más admirados de deportes, Cayetano Ros, publicaba esta entrevista con él. Carlos Diarte se hizo famoso en El Real Zaragoza, en el equipo que formaba con Nieves o Irazusta; Rico, González, Royo o Blanco; Planas, Violeta; Rubial, García Castany, Diarte, Arrúa y Soto (o Juanjo o Simarro). Luego pasó al Valencia y también jugó en el Betis, entre otros equipos. Era un formidable jugador de área. Como digo, la entrevista pertenece a Cayetano Ros y a las páginas de ‘El País’, que celebra mañana sus primeros 35 años. ]

Diarte, retratado por Tania Castro para ’El País’.

Por Cayetano ROS. El país

Poderoso delantero de la Liga en los años setenta -jugó en el Zaragoza, el Valencia, el Salamanca y el Betis-, Carlos Lobo Diarte (Asunción, Paraguay, 1954) se refugia ahora en la escritura mientras trata de combatir un cáncer.

Pregunta. ¿Qué tipo de poesía le sale ahora?

Respuesta. Más melancólica. Tengo más tiempo para pensar. Es una pasión que estoy desarrollando.

P. ¿Se ha vuelto introvertido?

R. Sí, soy muy introvertido. Si no me riegas, no me sacas de la raíz. La soledad puede ser tan buena como perversa. Al final, aunque tu familia te acompañe, estás solo. Lo sensible te exprime. Cuanto más solitario, más esparces tus sentimientos.

P. ¿Qué expresa?

R. Lo más bonito es escribir a la belleza, que está en todas partes. Tengo 187 obras registradas en la propiedad intelectual de Valencia: poemas cortos y narraciones. Me gusta mucho la Generación del 27: Cernuda, Aleixandre... Leo a Ángel González, Josefina Pla y los microrrelatos de Augusto Roa Bastos. La inspiración te silba. Cada día escucho mejor.

P. ¿El fútbol tuvo mala fama?

R. Es un lápiz corto intelectual, pero siempre hubo jugadores preparados como Valdano, Pirri... Deberían coger esa estela porque ayuda mucho. Los clubes de Europa exigen formación.

P. ¿Pudo estudiar?

R. Para estudiar uno siempre encuentra tiempo. Terminé el Bachillerato. Fui uno de los mejores estudiantes. Mi madre era severa en eso y se lo agradezco. Una hermana es matemática, otra psicóloga, otro...

P. ¿Cuántos hermanos tiene?

R. Soy el menor de ocho. Mis padres se separaron cuando yo tenía dos años. Nos crió mi madre. La vida era muy dura. Todos trabajábamos en cualquier cosa: albañiles, panaderos... Paraguay venía de la guerra de la Triple Alianza, contra Brasil, Argentina y Uruguay, y de otra contra Bolivia. De un millón de habitantes nos quedamos en 300.000. El 70% eran mujeres: las residentas.

P. ¿Por qué le llaman Lobo?

R. Por la zancada rápida y larga. Me lo puso Mario Ribarola, del Olimpia. "Este parece un lobo", dijo. A los 16 años debuté en el Olimpia, el club más laureado de Paraguay, cuatro veces campeón de América. Fue una pequeña hazaña porque yo era un crío. Tenía velocidad, regate, iba bien por arriba... A los 17 años jugué con Paraguay en Maracaná contra el Brasil de Pelé, Jairzinho, Gerson, Tostao, Rivelino... Conservo la camiseta. Siempre llevé el 9. Me gusta el fútbol en bloque y vertical, como ese Brasil del 70 o el del 82.

P. ¿Cómo era el fútbol de los setenta en España?

R. Había jugadores muy agresivos; en el Granada, Fernández, Aguirre Suárez y Montero Castillo. Fernández me decía: "Tranquilo, paisano, no te haremos daño", pero no me fiaba. Yo a los 11 años ya jugaba con mayores y allí te daban bofetones y patadas. El fútbol paraguayo y el uruguayo son los más duros. Solo me lesioné una vez aquí, en España, y dos en Paraguay. En mi mejor momento en el Valencia, Jaén, del Sevilla, me rompió los ligamentos de una rodilla con una plancha. Llevaba 11 goles en siete partidos. Tarzán Migueli también imponía mucho.

Gol de Diarte al Sevilla con el Real Zaragoza.

 

P. ¿Cómo llegó al Zaragoza?

R. Avelino Chaves me vio jugar en la selección y me eligió como sucesor de Felipe Santiago Campos; anteriormente vino Arrúa. También estaban Soto y Ocampo. Nos llamaban los Zaraguayos. El 9 de enero de 1974 llegué a Zaragoza, que pagó siete millones de pesetas. Sufrí el frío del Moncayo y la dureza de los entrenamientos. Pero pude salir adelante. Cobraba 35.000 pesetas al mes y una ficha de 750.000, que ya era dinero. Luis Cid Carriega, el entrenador, me ayudó mucho.

P. ¿Fue muy juerguista?

R. Mi norma era salir el lunes y descansar el resto: así tuve 18 años a gran nivel. Hay tres factores que debe dosificar un futbolista: salida, sueño y sexo. Tenía muchas fans, pero si te das a los placeres... Me casé pronto, me separé, me volví a casar y tengo cuatro hijos de los que estoy orgulloso.

P. ¿Probó las drogas?

R. Jamás. Un entrenador nos ofrecía pastillas, pero nunca acepté ni un agua antes del partido. Mi debilidad fue una buena comida y un buen vino con unos amigos. Una buena carne, aunque para mí sea ahora prohibitivo.

P. ¿Qué pintaba en la Nochevieja de 1976 en TVE?

R. Me gusta cantar y componer. Valerio Lazarov y Augusto Algueró nos invitaron a Becerra, en paz descanse, y a mí a cantar. Aprendí solo a tocar la guitarra.

P. En el Valencia formó una delantera fabulosa.

R. Nos faltó un director, un Claramunt. En casa ganábamos 5 a 0. Fuera, bajábamos porque el localismo imponía. Rep, Kempes y yo, Valdez de reserva. Rep desbordaba con regate largo; Kempes era potencia de tiro y conducción; yo podía jugar en el área, si el rival se cerraba, o a la contra. Me fui al Salamanca y coincidí con Juanito, Corominas, D’Alessandro y fuimos séptimos. Después, dos años en el Betis con Biosca, Cardeñosa, Morán... Jugamos la UEFA y la gente disfrutó.

P. ¿Su mejor gol?

R. Uno con el Betis al Athletic: arranqué en el medio del campo, le tiré un sombrero a un jugador, avancé en zig zag, llegué al central Goiko y la metí por la escuadra. Y el otro, de cabeza, desde fuera del área, con el Olimpia al River. Ya no hay cabeceadores. El último maestro fue Ayala. Antes estaban Santillana, Zamorano... Yo llegué a saltar dos metros. El cabeceo se ha perdido, se juega a ras de suelo.

P. ¿Su etapa de entrenador?

R. Entrenaba a la selección de Guinea cuando me llegó este mal: dolores en la espalda, se me hinchó un ojo. Me detectaron un tumor ilíaco y en la vértebra. Lo más duro son las sesiones de quimioterapia y el después. Cuando mejor estás, te golpea. Es duro luchar contra esta enfermedad.  

P. ¿Ve mucho fútbol?

R. Sí, lo tengo pegado a los talones y de ahí me sube al corazón. Tengo debilidad por Iniesta.

P. Si ve un balón rodando...

R. Voy a entrenar con mis hijos, de 19 y 21 años, a las canchitas de al lado de casa.

 

'SIEMPRE LEO'. POR JORGE RODRÍGUEZ

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[Anoche, cuando llegué a casa, mi hijo Jorge me dijo que había escrito un artículo sobre su ídolo Lionel Messi. Aquí está. Durante mucho tiempo, algunos años atrás, Jorge y su hermano Diego y Miguel ángel Gayoso, que trabajará este verano en Aragón Radio con Carlos Espatolero, mantuvieron un animado blog.]

SIEMPRE LEO

Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN. 18 años

Como casi siempre Guardiola tiene razón. Messi hace que el Barça dé el salto de calidad que necesita. Es quien bebe del tarro de las esencias de Xavi e Iniesta, recoge los frutos del trabajo de Busquets y Mascherano, se nutre de la salida de balón de Piqué y se complementa con Alves del mismo modo que se asocia con Villa y Pedro. La final de la Champions es un ejemplo más y el argentino se corona como el mejor jugador del momento y se arrima a los mejores de la historia, y con 23 años. Su asignatura pendiente sigue siendo Argentina, pero creo que esa laguna esta por corregir y se debe a que no hay Xavis o Iniestas argentinos sino Verones y Banegas.

Para mí Messi siempre ha sido especial. Desde su primer gol en Liga contra el Albacete a pase de Ronaldinho, otro de mis ídolos, en este caso caído; me fijé en él y supe que algún día sería lo que es hoy. Lo vi en directo en La Romareda un día que el Zaragoza venció por 3-1 en la Copa del Rey, apeando al Barça de los cuartos. Cogía la pelota y encaraba con el balón pegado a la zurda, asumía demasiadas responsabilidades en el regate y se excedía en ocasiones, pero era realmente difícil quitársela y solía conseguir aquello que se proponía. Ahora eso lo ha mejorado, se asocia permanentemente y él decide cuando cambiar el ritmo. Y cuando lo hace, es realmente difícil pararlo, díganselo a Albiol y a Sergio Ramos en la semifinal de Champions, en el segundo gol, donde el argentino fue mucho más decisivo que Stark, el colegiado culpable de la eliminación para Mou.

El día que Messi comenzó a ser grande, también Mourinho habló, como casi siempre. Fue en Stamford Bridge el 22 de enero de 2006. Leo fue el mejor de su equipo y provocó la ira del rival con sus gambetas y una dura entrada de Del Horno, que se saldó con la expulsión del vizcaíno. Aquella noche Messi se consagró como el futbolista que hoy en día es, la pulga se hizo grande y fue capaz de toserle en la nuca a John Terry, Paulo Ferreira y Ricardo Carvalho, defensores experimentados pero que claudicaron ante la gambeta de Messi. Y así ha ocurrido casi con todo aquel que ha osado defenderle. Ese día mi padre me dijo: “Dirás lo que quieras de Ronaldo (así acostumbraba a llamar a Ronaldinho, en semifallo) pero bien se ve que el bueno es Messi”. No le faltaba razón, como a Guardiola.

Messi no tendrá un merecidísimo descanso sino que afrontará el reto de intentar conquistar la Copa América en su país, y callar así las bocas que anuncian que Messi no es el mismo con la albiceleste que vestido con la zamarra blaugrana. Para eso necesitan de un Messi implicado y decisivo, que sepa llevar el peso de la selección, que tire del carro (esa expresión que fue la sepultura de Raúl en la selección y por la que Messi deberá demostrar su fútbol).

Pero no nos equivoquemos, Messi tiene que estar al nivel de Messi del mismo modo que los demás integrantes de la selección tienen que demostrar su capacidad futbolística, seguramente si la albiceleste no gana, será Leo quien reciba las críticas pero eso no deja de ser un acto injusto (del mismo modo que lo es responsabilizar únicamente a Leo de las victorias del Barcelona).  Argentina sabe que con el mejor Messi puede conquistar la Copa América ante su público, pero precisa el balón constantemente, asociarse con Banega y Pastore, sentir que no necesita decidir el partido cada vez que agarra la pelota sino cuando él lo considere. Sólo así se verá el mejor Messi. El del Barça, el que lleva 3 Champions conquistadas. El que hace historia cada vez que se calza las botas y sale a jugar. Al que Pep quiere siempre feliz para sacar su talento a relucir, y ya saben, Pep rara vez se equivoca.

22/06/2011 12:20 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ALFREDO EVANGELISTA Y SUS AMIGOS

  

 

MEMORIA DE ALFREDO EVANGELISTA, EL PEQUEÑO CLAY <http://antoncastro.blogia.com/2005/121601-memoria-de-alfredo-evangelista-el-pequeno-clay.php>

 

Hace más de cinco años publiqué un artículo sobre Alfredo Evangelista, al que acaba de grabar Antonio Cardiel para un proyecto sobre boxeadores en el que está trabajando. Antonio Cardiel trabaja en un libro que verá pronto la luz, con portada de Eduardo Arroyo, nada menos, y en un documental. Pues bien, a raíz de ese artículo sobre Evangelista, cuyo enlace pongo arriba, se está produciendo un bonito diálogo de familiares, de amigos, de parientes perdidos. Casi todos los días se produce ese diálogo. Cartas, cariños que van y vienen, recuerdos. Hoy mismo, Kerry ha escrito esto [sic]:

“OMAR, un gusto escribirme contigo. Tu fuiste a la Escuela 89 porque ibas de mañana, yo fui a la 118 porque lo hacia en la tarde y cambiaba de numero. Que recuerdos la Escuela de Algarrobo. Me acuerdo de la Escuelita, del Lulo y el Cebolla. Me acuerdo del castillo del parque Borras, del Kiosco de Carlitos en la parada del ómnibus de la escuela, de la Panadería de la esquina, de la Farmacia Miñor, de Quintas, de la Tiendita Star, del mercadito Municipal, que mi madre me mandaba a las 07 de la mañana a hacer cola para retirar la leche. Paaah, que recuerdos. Referente a Alfredo hace mucho tiempo que quiero saber de el y no e podido contactarme, por lo que tengo entendido esta bien, pero el no se ve, no se si esta en Uruguay o donde. Un gusto OMAR y a las ordenes”.

 

*Como se ve, la foto pertenece al archivo en internet de 'Todocoleccion'.

MONTECARLO, 3 - GARRAPINILLOS, 1

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El Garrapinillos de Primera Regional jugó ayer en el campo José Luis Violeta del Montecarlo. Perdimos 3-1 en un partido intenso, donde se impuso la calidad y la fuerza física del rival. El Montecarlo es un equipo muy sólido, trabajado en todas sus líneas, con jugadores muy jóvenes, entre los 18 y los 21 años, que se enriquecen con el apoyo de un par de veteranos. Y juega a un buen nivel: posee una buena mecánica de pases, combinaciones y de paciencia. Ayer, además, el Montecarlo contaba con todo el bloque, algo que no nos ocurrió a nosotros: teníamos sancionados a Mateo y Said; estaban lesionados Ito, Quique Romero y Alberto, cinco jugadores muy importantes para el bloque, sin contar a Mario Martín, que este año se está pasando más de media temporada en blanco, ni a Álex Velilla, que estaba fuera. Además, ayer, Eloy (que había marcado por partida doble ante el Picasso y es una referencia constante en ataque) no pudo participar de entrada: salió, muy tocado, los últimos veinte minutos y revolucionó la delantera.

No es una excusa. Lo teníamos claro: salimos a ganar, pero nos faltó un poco de pegada arriba y nos sobraron los despistes defensivos: en un error en la permuta de los centrales y en dos fallos de marcaje marcó Montecarlo. Pudo haberlo hecho en un par de jugadas más elaboradas, sobre todo en el primer tiempo, que detuvo muy bien Sergio Calvo. Luego, Jorge Rodríguez realizó la mejor jugada del partido, burló a cinco o seis contrarios y con el arquero batido remató a la base del poste. Habría sido el 2-1 cuando finalizaba el partido: el azar o los dioses del fútbol no fueron generosos con el mejor detalle de la tarde con el jugador más joven y más pequeño sobre el campo: era el juvenil que habíamos pasado esa tarde al primer equipo. Y en la segunda parte, nos anularon un gol por fuera de juego, muy riguroso. Los jugadores del Garrapinillos creían que no lo había sido, decían en la caseta. Nada que objetar al choque ni al resultado: ellos estuvieron un poco por arriba, no demasiado a mi juicio, con la tranquilidad que da un resultado a favor y ese punto físico superior, y ganaron justamente. Eso sí: el Garrapinillos siempre buscó la posesión del balón, buscó el buen juego. Y el partido, cuando se puso cuesta arriba, también tuvo el valor de un ensayo sobre lo que pueden hacer en el Garrapinillos del futuro los hermanos Diego y Jorge Rodríguez Gascón.

Nosotros hicimos un buen partido, hecha la salvedad de algunos despistes defensivos, aunque nos faltó conectar más la línea de centrocampistas, conectar y desplegar hacia arriba, y nos faltó una mejor llegada de las alas. Formamos así: Sergio Calvo; Jesús Ángel, Javier Lacabe, Jorge Blasco, Eduardo Pirri; Quique Alcubierre, Diego Rodríguez; Francho Garza, Jorge Rodríguez, Alex García; Rubén. También jugaron el arquero Gayoso, Diego Royo y el citado Eloy. No ha sido un buen resultado para nosotros, interrumpe la buena racha que llevábamos, tres victorias en los tres últimos choques, pero seguiremos trabajando. Nos quedan cinco partidos. Ha cambiado el espíritu del conjunto, se ha renovado el clima de camaradería y se ha intensificado el compromiso, pero aún nos quedan muchas cosas que pulir para salir de la zona baja, tan peligrosa.

[En la foto de Aloma Rodríguez, Javier Lacabe, uno de nuestros capitanes (el otro es Jorge Blasco), que ayer también jugó tocado y realizó un buen partido. La temporada de Javier es estupenda: manda, corrige, resuelve el uno contra uno, y este año ha asumido mayor protagonismo en el equipo. Hace algo que sabe hacer muy bien: salir con el balón jugado, lanzar las faltas desde nuestro campo y colocar una y otra vez a sus compañeros. Es un modelo de jugador de equipo con una calidad espectacular. Posee y reparte confianza.]

PERICO FERNÁNDEZ: UN DIÁLOGO

Perico Fernández, en una foto de David Barreiros.

 

“Cuando estás arriba

crees que te quiere

todo el mundo”

 

El púgil, ex campeón de Europa y del Mundo de los pesos superligeros, sobrevive a su pasado de leyenda en una pensión gracias a su vocación de pintor y es objeto de un poemario de Octavio Gómez Milián y Juan Luis Saldaña

 

SUMARIOS

-“Ahora vivo en una fonda, pago quince euros por día y tengo que vender muchos cuadros para sobrevivir”

-“¿Pintar? Necesitaba distraerme, espantar la soledad, divertirme. He pintado siempre”

-“Pintar me relaja mucho, me gusta, me divierte y es la mejor manera que tengo para pasar el tiempo”

-“En el primer asalto Furuyama me rompió una costilla. Tóqueme. Aún la llevo desencajada”

-“He sido muy golfo. He fumado y fumo mucho, lo he bebido casi todo, y ahora lo estoy pagando”

 

 

ENTREVISTA

A Pedro Fernández (Zaragoza, 1952) no le sobra nada. Ni siquiera memoria. Para disculparse de la cabeza borradora del tiempo, dice: “Es que tengo azúcar en la sangre y se me van las cosas, los nombres y las fechas”. Quizá le sobre un cierto aire de desamparo y de perplejidad: los avatares de la vida le han dejado un tanto noqueado y con una mirada intensa, de asombro constante y de un candor que se alza desde sus ojos de agua. Conversamos en el restaurante El Mangrullo, donde su dueño Rogelio lo recibe, lo protege, “y me da de comer cuando no tengo nada, me ofrece sus mejores carnes. Es una persona maravillosa”. Perico siempre va de aquí para allá con sus cosas: los cada vez más desdibujados recuerdos del doble campeón del mundo de los pesos superligeros, algunas sombras del ayer –no siempre recuerda los nombres de sus mujeres, de las madres de sus cinco hijos-, su cajetilla de cigarrillos y sus cuadros: cuadros taurinos que suele hacer con pintura acrílica con un leve dibujo del toro y el torero y el estallido del rojo de la capa o del capote. Si algunas veces pudo parecer furioso, ahora Pedro Fernández -el Perico Fernández que venció a Kid Tano, a Tony Ortiz, a Lion Furuyama y a Joao Henrique, entre otros muchos, en las más de cien peleas que realizó- es un hombre apacible y tierno, con sentido del humor y una leve sonrisa de niño. Dicen de él –lo han dicho Mariano Gistaín y José Antonio Ciria en ‘La vida en un puño’; lo decía Alberto Maestro en ‘En esta esquina… Perico Fernández’- que siempre ha tenido alma de chiquillo, pícaro, indomable y sentimental: a veces había que buscarlo jugando con los niños, oyendo sus historias, contándoles sus noches de gloria. Para los escritores Octavio Gómez Milián y Juan Luis Saldaña en su plaquette ‘Perico Fernández que estás en los cielos’ (Libros del (a) Imperdible’ (2011), también es un icono pop, un rebelde, un ídolo que grabó un disco. Dice con humor: “Fue un single. Por una cara cantaba una canción de amor y por la otra pedía disculpas por haber cantado tan mal”.

Pedro, ¿le habría gustado conocer a sus padres?

No los conocí y tampoco quise saber nada de ellos. Nunca tuve curiosidad. Esa es para mí una historia dolorosa. Yo fui un niño de hospicio…

¿Qué prefiere decir: hospicio u Hogar Pignatelli?

Yo siempre hablo de hospicio. En un hospicio crecí: en Calatayud y en Zaragoza. Es muy duro ver cómo todos tus compañeros reciben visitas de familias que les traen lo que a ti te gusta, chocolate, pasteles, galletas, un cuento, y a ti no viene a verte nadie. Mis compañeros a veces me daban.

¿Tenía buenos amigos allí dentro?

Supongo que sí. Años después me he reencontrado con gente como el sastre José Calvo, un gran profesional. La vida allí no fue fácil: estudiaba poco y lo que más hacíamos era jugar al fútbol, que me gustaba mucho. Recibí bastantes palos. Poco después me dio por meterme en el boxeo.

¿Cómo le dio por ahí?

Les pegaba a todos, si hacía falta. Tenía cualidades.

¿Era el matón del lugar?

No, hombre, no. Era el más fuerte, el más flamenco. Sabía pelear y no tenía miedo. Si se metían con algún amigo, allí estaba yo para defenderlo. Y de eso allí se dieron cuenta. Un día, uno de los trabajadores de la ebanistería del hospicio, Manuel Lozano, me sugirió que a lo mejor era mi camino.

¿Y qué hizo?

De vez en cuando salíamos del centro. Y me fui a la calle Cánovas, al local de la Federación Aragonesa de Boxeo. Me gustó aquel ambiente. Era un refugio a los golpes que recibía con un palo de escoba. Recuerdo que me hice amateur y que cobré por algunos combates 200 pesetas. Le hablo de finales de los 60. Y eso me hacía mucha ilusión.

Allí tuvo su primer preparador: Juanito de la Parte, ¿no?

Ya no recuerdo todos los nombres.

¿Cómo entró en contacto con Martín Miranda?

Él venía a ver a los chavales jóvenes y era un enamorado del boxeo. Tenía un gimnasio con sus hermanos. Y un día me dijo si quería ir con él. Me daba consejos, intentaba enseñarme, aunque yo no siempre le hacía caso. ¿Qué podía enseñarme a mí, si yo ya sabía boxear?

Bueno, él había sido boxeador y era un estudioso del pugilismo.

Él era promotor de boxeo y no siempre jugó limpio conmigo, pero ya se murió hace algunos años y no quiero hablar mal de él. Me metió en casa con sus hijos, a los que quiero. Quería que entrenase y yo a veces no entrenaba, no me gustaba nada correr, y hacía cosas que no debía. Yo era así, terco, no quería que nadie me dijera lo que tenía que hacer. Yo estaba golpeando el saco o dándole al ‘puching ball’ y él me corregía. “Así no, Pedro, así…” Me volvía y le respondía de malas maneras: “¡Me vas tú enseñar a mí o qué!”.

Con todo, Martín Miranda fue decisivo en su carrera. En apenas año y medio pasó de ser campeón de España a campeón del mundo.

Visto desde aquí, resulta fácil, pero fue durísimo. Ni yo mismo me lo creía. Pero también sufrí lo mío: tuve peleas muy fuertes, rivales duros…

Por ejemplo, aquel cordobés batallador e incansable, Tony Ortiz, al que ganó el campeonato de Europa en abril de 1974.

Sí, claro. Él había dicho que me iba a ganar de calle. Luego no fue así, pero le digo una cosa: no recuerdo casi nada de aquel combate. En realidad, el combate más terrible que hice fue contra el brasileño Joao Henrique, en Barcelona, en la defensa del título del mundo. Era un boxeador muy bueno, un estilista. Sus golpes me hacían mucho daño. Estaba un poco desesperado, y salí a por él: quería cazarlo, lo hice en el noveno salto y lo mandé a la lona. Yo tenía una mano derecha mortal, un terrible golpe de crochet. Me felicitó en brasileño y me dijo que tenía mucho porvenir y una gran pegada.

Nos hemos dejado atrás el combate más importante de su vida: el 21 de septiembre de 1974, apenas dos meses después de proclamarse campeón de Europa ante Ortiz, peleó con Lion Furuyama en Roma.

Era un japonés durísimo. Aquello fue un milagro. En el primer asalto me rompió una costilla. Tóqueme, tóqueme aquí, por favor. Aún la llevo desencajada tantos años después. Yo me habría retirado: sentía un dolor insoportable, y se lo dije a Martín Miranda y a José Couto. Iba a abandonar. No podía ni quería boxear. Me dijeron que de ninguna manera debería hacerlo. Resistí. Resistí. Y aún no sé cómo lo hice, le metí una buena mano en el séptimo asalto y gané a los puntos.

¿Cómo vivía aquel ambiente, cómo vivió aquella noche?

Qué le puedo decir. Imagínese: había pasado del hospicio, castigado por las monjas, ya sabe que también me echaron luego por una pelea, a campeón del mundo. Había pasado del taller de pintura y de ebanistería a lo más alto. Y además había cobrado un millón de pesetas. Todos eran amigos y admiradores de Perico, hasta Franco.

¿Fue esa su mejor bolsa?

No, no. La mejor fue la de la segunda defensa del título en Bangkok, ante Saensak Muangsurin. Me pagaron cinco millones.

Esa pelea marcó un antes y un después en su trayectoria. Fue en abril de 1975. ¿Qué pasó?

No lo tengo nada claro. Míreme, mire cómo muevo los brazos todavía. Bueno, pues entonces, nada de nada. No podía moverme. Yo creo que me habían dado algo en la comida o en la bebida, porque ni podía moverme. Fue ‘la puta calor’ y algo más. Esa pelea para mí sigue siendo un misterio. El único que conoce el secreto es Martín Miranda. Y se lo llevó con él para siempre.

¿Recuerda cuándo empezó a pintar?

Yo había sido en el hospicio pintor de brocha gorda. Y en las concentraciones –en Torrelodones, en las instalaciones con lago de Jesús Gil y Gil, en Barcelona, en los hoteles…- me ponía a pintar. Necesitaba distraerme, espantar la soledad, divertirme. He pintado siempre: al principio pintaba de fotos, luego hice abstracción, luego he hecho muchas pinturas de toros. Siempre me han gustado los toros y los toreros, y aún los sigo haciendo. ¿Le digo una cosa?

Por supuesto.

No tengo nada. Ni aspiro a nada. Cuando estás arriba te lo crees todo: crees que te quiere todo el mundo. Rechacé una portería a un alcalde de Zaragoza. No quiero un piso en propiedad ni en alquiler, pero me gustaría que me dejaran un sitio para ir a pintar todos los días. Solo ambiciono eso: un espacio, un taller. Ahora vivo en una fonda, pago quince euros por día y tengo que vender muchos cuadros para sobrevivir. Hay días que solo tengo para un bocadillo, pero eso no me importa. ¿Es necesario que le cuente esto? Pintar me relaja mucho, me gusta, me divierte y es la mejor manera que tengo para pasar el tiempo.

¿Cree que hoy haría las cosas de otra manera?

Me he equivocado en muchas cosas. Hacía lo que me daba la gana, no me fiaba de nadie. He sido muy golfo. He fumado y fumo mucho, lo he bebido casi todo, y ahora lo estoy pagando. He tenido varias mujeres, y dejé a la única que me quiso de veras: Rosalía Núñez Tena. Me había cansado de ella. No sé por qué, porque era un golfo, un sinvergüenza. Nadie ha querido al hombre, al ciudadano Pedro y no al campeón, como ella. Un día me paró por la calle y me dijo: “Pedro, esa chica que va por ahí es tu hija y ese es tu nieto”. Ni lo sabía. He tenido cuatro mujeres y tengo cinco hijos.

Pedro, ¿cómo sueña su futuro, está bien en Zaragoza?

Me encuentro muy solo. Y no me gusta la soledad. Me gusta y no me gusta la ciudad. A veces pienso: “¡Con lo que yo he sido: ahora todo es lamentable! ¿Qué amigos tengo ahora?”. A veces me consuelo a mí mismo y me digo: “Menos mal que he perdido memoria”.

 

 

DESPIECE

 

Un campeón sin miedo y demasiado terrenal

 

Perico Fernández parece un personaje de García Márquez o de Ignacio Aldecoa. Cuando estaba en la cima del mundo, merced a su derecha tremenda y a su boxeo de guardia norteamericana y buena esquiva, era un auténtico ídolo: igual departía con Franco en El Pardo que  efectuaba un saque de honor del Real Zaragoza y se abrazaba con Pelé, o agotaba las noches bohemias con Carlos Diarte o Saturnino Arrúa, las figuras de los ‘zaraguayos’. Y conversaba con José María García, con Mando Ramos -aquel púgil que se enfrentó en tres ocasiones a Pedro Carrasco-, con Alfredo Evangelista o con Pepe Legrá. Perico peleó hasta a los 33 años (en 1984 batalló ante Gianfranco Rosi por la corona europea sin éxito), tras haber sido varias veces campeón de España, campeón de Europa de superligeros y ligeros, y campeón mundial de los superligeros.

La vida de Pedro Fernández Castillejos está llena de anécdotas y de autoafirmación. Una de sus frases preferidas era: “Soy como soy. No puedo cambiar, y hay que aceptarme”. Confiesa que ha tenido muchas relaciones, pero que “jamás me he acostado con mujeres famosas, de esas que salen en las revistas del corazón. He salido muchas noches con los futbolistas Arrúa y Diarte, y bebía con ellos, pero poco más. No he estado en la cárcel: tantas cosas malas no habré hecho. He fracasado en el amor, y no supe distinguir a quien me amaba a mí y a quien quería estar con el campeón del mundo”. Asoman otros amigos, como Benito Escriche, tan hermanado en la vida y en el pugilismo. Y la pintura siempre es su norte: regaló muchos cuadros cuando era el mejor y luego, arruinado tras cuatro separaciones, ha vendido lo que ha podido. Este jueves, en el Teatro Principal, Perico Fernández, el hombre a quien Bunbury dedicó el disco ‘Flamingos’, vuelve a estar bajo los focos: Octavio Gómez Milián y Juan Luis Saldaña presentarán su poemario ‘Perico Fernández que estás en los cielos’. Ahora, el campeón tampoco tiene miedo y también está sobre la tierra.

 

 

DOBLE DUELO DE FÚTBOL Y EMOCIÓN ENTRE GARRAPINILLOS Y ZUERA

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El Garrapinillos de juveniles y de modestos se jugaban dos importantes partidos este fin de semana. El equipo juvenil, que dirige Manu, se jugaba el ascenso automático ante el Zuera, y perdió 1-2 en un partido intenso y vibrante donde el mejor juego local se vio en la primera parte. Con ese resultado el Garrapinillos ha perdido sus opciones; solo queda un partido y ya es casi imposible el ascenso; con todo ha sido una estupenda campaña; ayer faltó mayor profundidad, más fortaleza en el centro del campo y que Jorge y Óscar interviniesen más en el juego. Y esta tarde, el Garrapinillos de Primera Regional se enfrentaba al Zuera de la misma categoría; los rojillos de San Lorenzo se pusieron por delante, 2-0; empató el Zuera en la segunda parte, y bien avanzado el segundo período Diego adelantó definitivamente al Garrapinillos. Si los zuferienses habían fallado una ocasión clarísima, al final fallamos nosotros hasta tres ocasiones claras: Said, Alberto y Diego. Todo el equipo ha estado a un altísimo nivel, el Zuera es un equipo correoso y experimentado, y Diego firmó uno de sus mejores partidos: marcó el segundo y el tercer gol y se vació; el primero fue de Ito, que se retiró lesionado, tras haber realizado 40 minutos estupendos. El Garrapinillos formó con Sergio Calvo; Mateo, Lacabe, Pirri; Enrique Alcubierre, Ito; Francho, Diego y Said; Jorge Blasco y Eloy. También jugaron Enrique Romero, Alberto, Óscar y Alex Velilla. En cinco partidos, hemos obtenido diez puntos y el equipo abandona la zona de descenso; rebasa  a Ranillas, Zuera y Los Molinos, aunque el margen de puntos es tan escaso que todo puede suceder. Quedan siete partidos y habrá que seguir luchando sin descanso; el equipo ha mejorado en mentalidad, capacidad de lucha, entrena mejor y hay una ilusión renovada. El preparador físico Jesús Ángel sigue dando lo mejor de sí mismo para mantener el buen tono de preparación del conjunto. [La foto es de Aloma Rodríguez, y en ella se ve al gran capitán Javier Lacabe, que es un central espléndid; hoy ha vuelto a estar impecable.]

03/04/2011 22:15 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LA VOZ DE GALICIA: UNHA ENTREVISTA CON XESÚS FRAGA

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[O pasado mércores, o escritor e xornalista Xesús Fraga publicaba en ‘La Voz de Galicia’ unha entrevista conmigo co gallo da aparición de ‘El paseo en bicicleta’ (Olifante), o libro  que se apresenta esta tarde en el Teatro Principal. ]

 

LITERATURA

Antón Castro: «Eu contradigo o tópico,

porque tiven moita sorte coa miña sogra»

 

O autor galego, afincado en Zaragoza, publica senllos libros sobre «o gran inimigo» e a bicicleta

 

XESÚS FRAGA / La Voz de Galicia

Influído quizais pola variedade que imprime o xornalismo, o seu oficio dende hai anos, a obra literaria de Antón Castro (Santa Mariña de Lañas, Arteixo, A Coruña, 1959) é igualmente un mostrario das máis variadas temáticas, mais sempre participada por unha ollada moi persoal. Un bo exemplo son os dous libros que veñen de confluír nos andeis de novidades: o poemario ‘El paseo en bicicleta’ (Olifante) e o volume colectivo ‘Suegras’ (Nuevos Rumbos).

-No subtítulo deste libro cualifícanse as sogras como o «gran inimigo», pero en cambio o retrato que fai vostede da súa non pode ser máis admirativo.

-Si, eu debo de ser o caso máis raro e o que contradí o tópico. Eu cheguei a Zaragoza no ano 78 e coñezo a miña sogra dende o 80, e creo que a súa é unha verdadeira vida de santa. Xa sei que parece esaxerado, pero é a realidade. Tiven a sorte de ter unha sogra que sen agobiarte é como unha segunda nai. É certo que literariamente non dá tanto xogo, porque non hai conflito, pero é que non podía escribir sobre ela doutro xeito.

-No poema que lle dedica percorre toda a súa vida e así consegue retratar os grandes acontecementos do século na biografía dunha soa persoa.

-Eu marchei moi novo da miña casa, con 18 anos, sen madurez, sen case entender aos meus pais. Así que asistín á vida dos meus pais a través dos ollos dos meus sogros e aí estaban a Guerra Civil, os maquis, a posguerra... foron como un espello no que me miraba.

-En «El paseo en bicicleta» (Olifante, 2011) fala dunha paixón que xa lle vén dende a infancia.

-Ter unha bicicleta é un soño que tiven xa de neno, cando lla pedía aos meus pais pero non ma compraban porque dicían que me ía matar nela. Agora vivo no campo e grazas á bici descubrín os matices dunha paisaxe moi suxerente. Es máis consciente da natureza, do que te rodea, xa que dende a bici es quen de percibir moitos aspectos da vida. Este é un libro que nace da propia vida.

-¿Cidades como Amsterdam lle transmiten unha impresión moi civilizada precisamente pola profusión de bicicletas?

-A primeira vez que visitei Amsterdam quedei marabillado. Tiñas unha percepción do tempo diferente: había un aquel de acougo, sosegado, de tranquilidade. Eu adoito circular a vinte ou trinta quilómetros por hora e iso che permite ter a sensación de que dominas a paisaxe, de que absorbes a luz.

-Por volver ao seu desexo insatisfeito da infancia de ter unha bicicleta, ¿vostede vive como pai cos seus fillos o que non puido vivir como fillo cos seus?

-Cando vivín en Urrea de Gaén saía moito en bici co meu fillo maior, Daniel. Había unhas subidas fantásticas, pero logo había que baixalas e eu sempre baixei moi mal. E si, estaba facendo o que me gustaría ter feito co meu pai, pero como esa experiencia non a puiden ter, a puiden vivir co meu fillo.

 

*La foto es de Julio Foster.

25/03/2011 01:27 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

PERICO FERNÁNDEZ: EL CAMPEÓN INOLVIDABLE O TANTAS VECES PEDRO

Pedro Fernández, nuestro Perico, el doble campeón del mundo de boxeo de los superligeros, se sienta en un rincón y mira y oye. Escucha los poemas, el sonido de la guitarra, el canto de Atahualpa Yupanqui en la voz de Raúl Terán. Pedro aún vive con el estupor de un niño asustadizo que buscaba el aire, la luz, y se encontraba la orfandad y el vacío. Pedro escucha los versos, las historias en la noche del Mangrullo, ese lugar donde Argentina reaparece a diario con un aroma de tango y los paraísos de la nostalgia armada. Luego, durante la cena, Pedro sigue observando: le interesa todo, las anécdotas, las miradas, los comentarios, aunque cuando aparece el boxeo –y con él algunos nombres: Clay, Joe Louis, que era su favorito, Firpo, Nicolino Loche, Carlos Monzón, o Pedro Carrasco, “a mí no me habría ganado”, dice-, se le suelta la lengua y la felicidad: recuerda a Lion Furuyama, su pelea magistral ante Joao Henrique, un combate con ‘Dum Dum’ Pachecho, en el que los dos fueron descalificados por falta de combatividad. Pedro habla de sus cuadros: abstractos o figurativos, tocados por el color o sombríos, cuadros taurinos, que son su gran pasión. Ahora le acaban de dedicar un nuevo libro –que se suma al de Ciria & Gistaín, al de Alberto Maestro, al disco ‘Flamingo’ de Bunbury-: ‘Perico Fernández que estás en los cielos’, que firman Juan Luis Saldaña y Octavio Gómez Milián, en Los Libros del(a) Imperdible, en el que le dan voz y leyenda, y glosan, en primera persona, su vida, sus sueños y sus naufragios. Estamos en el año de Gabriel Celaya y de Álvaro Cunqueiro, pero este es un buen libro para celebrar el Día de la Poesía y la ternura a la deriva de Pedro Fernández, el campeón inolvidable.

 *Este texto apareció ayer en Heraldo de Aragón en mi sección 'Cuentos de domingo'. A su derecha, se ve la cabeza de Benito Escriche, uno de sus grandes amigos.

ISINBAYEVA GANA EN MOSCÚ CON 4.81

Yelena Isinbayeva ha retornado esta tarde a la competición y ha ganado, bajo techo, en Moscú con una marca de 4.81. Una de sus rivales, su compatriota Feofanova (ex campeona del mundo: yo siempre espero lo mejor de ella), solo saltó 4.61. 'La zarina del aire' falló tres intentos sobre 4.91. Le restó importancia a su marca ganadora: recordó que llevaba un año sin competir y aseguró que pronto volverá a ser la que fue. Yelena Isinbayeva tiene ahora 28 años y aspira a su tercera medalla olímpica en Londres 2012.

06/02/2011 20:26 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

ISINBAYEVA: VUELVE LA ZARINA DEL AIRE

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Yelena Isinbayeva, la mejor saltadora de pértiga de todos los tiempos, doble campeona olímpica, vuelve a la competición. Sus principales rivales serán la campeona del mundo Anna Rogowska y su compatriota, y más bien enemiga, la pelirroja Svetlana Feofanova.

EL GARRAPINILLOS JUVENIL SIGUE ARRIBA Y JORGE FIRMÓ UN HAT TRICK

Hace algunos días, quizá semanas e incluso algún mes, que no comento los partidos del Garrapinillos. Mi hijo Jorge, que juega su última temporada de juveniles, siempre me anima a que lo haga: quizá porque le apetece que cuente la espléndida temporada que está haciendo. Sus compañeros y él. Siguen imbatidos: han ganado todos los partidos, salvo un empate, y el próximo fin de semana se enfrentan al otro gallito de la categoría: el Zuera. El Garrapinillos manda en la clasificación por su mejor coeficiente goleador.

El equipo rojillo sigue teniendo como entrenador a Manu, y suele formar con un once muy parecido a éste: Rodrigo; Javier, Víctor, Diego Arturo, Andrés (o Aitor); Gabri, Santiago, Víctor, David; Óscar y Jorge. También entran en el conjunto, entre otros, Diego como arquero suplente, Darío, Adrián, Miguel Ángel, etc. El sábado el Garrapinillos se enfrentó en el campo de San Lorenzo, en un día neblinoso y londinense, al Ciudad de Zaragoza, y venció por 9-0. Jorge marcó tres goles, dos de ellos estupendos: uno de falta directa, desde la derecha, con sutileza y rosca por la misma escuadra, y el otro con una vaselina.

Solo hubo algo menos de un cuarto de hora de batalla. Pero pronto se estiró el Garrapinillos, y acabó la primera parte con cuatro-cero; Jorge fue objeto de un penalti que ejecutó Óscar, que lleva 23 tantos. Si todo el conjunto había jugado con corrección en la primera mitad, en la segunda no hubo color, y Jorge Rodríguez se marcó uno de los partidos más bonitos de su vida, más bonitos y sobrados. Desbordó una y otra vez, profundizó por las dos bandas, sirvió centros medidos... Se lució, jugó a sus anchas, combinó con los compañeros y estuvo a punto de marcar algunos tantos más. Todo le salió bien: a él, a Óscar, oportunista, vivaz y goleador insaciable, a Santiago, que se está asentado como medio centro, a Jaime, que marcó un auténtico golazo, a David, que penetró muy bien por las bandas e incluso a Adrián, que estuvo en un tris de marcar hasta en dos ocasiones.

El Ciudad de Zaragoza no fue rival. Se desfondó pronto. Y el Garrapinillos jugó gustándose. Con profundidad, con posesión de balón y con fantasía. El fin de semana se vivirá un gran partido en Zuera.

 

Diego, 20 años y estudiante de Tercero de Medicina, juega en el Garrapinillos de Primera Regional. El equipo descendió el año pasado y en esta campaña no levanta cabeza. En los primeros choques parecía que el conjunto tenía un aire distinto, que se trataba mejor el balón, que había una línea de pase, una estética sensata. Los días demuestran varias cosas: el equipo no acaba de asentarse, carece de pegada, se adormece a menudo en defensa, o cuando menos en tareas defensivas, y le falta fuerza física en la medular. Diego, titular en el puesto de mediocentro (hoy no jugó porque tiene anginas), está jugando una buena campaña, pero le está faltando suerte y remate (ha generado increíbles ocasiones de gol que ha fallado a menudo de manera increíble, todo hay que decirlo, como le sucedió contra el Montañana: burló a cinco jugadores, se quedó solo ante el arquero y mandó el balón fuera, muy lejos del marco. Y jugadas así las ha repetido como mínimo media docena de veces…) Lo peor de todo es que ayer el Garrapinillos volvió a perder, de nuevo por la mínima ante Marianistas, y ahora se ha quedado cuarto por la cola, lejos del quinto clasificado y en esa situación peligrosa, que tiende un puente inexorable hacia el abismo. Perdió 2-1.

El Real Zaragoza jugó bien a ratos pero perdió ante el Madrid. Era un resultado presumible. Ahora, ya de veras, empieza la Liga para el club de Aguirre.

VISIONES DE MARIANO JESÚS CAMACHO

Recibo un email del escultor y dibujante Steve Gibson, y una gran apasionado del fútbol.

Hola Antón

Te mando un link para un blog que igual te resulta interesante. Va de 
futbol por supuesto.

http://cartasesfericas.wordpress.com/

Un abrazo. Steve

Entro en la página de Mariano Jesús Camacho y descubro, entre otros, este estupendo artículo que evoca la gran pelea de Sonny Liston y la de Cassius Clay, y la compara con el partido del Barcelona y el Real Madrid de mañana.

Por Mariano Jesús CAMACHO

El 25 de febrero de 1964 el Convention Hall arena de Miami Beach acogió el que está considerado como uno de los más legendarios combates de todos los tiempos. En una esquina del ring el consagrado y temido Sonny Liston, campeón del mundo y ejemplar prototipo de ello. Cuentan que un bombardero que derrotaba sin piedad a sus oponentes y además les hacía daño, humillándoles con aquellos KOs fulminantes… Poseedor del jab más devastador de la historia, -un golpe hacia arriba con el que levantaba a sus rivales del suelo- y unos reflejos soberbios acompañados de un buen control de los pies y de su rapidez. Toda una leyenda y considerado el boxeador más temido desde los tiempos de Joe Louis.
En la otra esquina el aspirante, Cassius Marcellus Clay Junior, un arrogante joven púgil que por fin había encontrado al entrenador adecuado -Angelo Dundee- capaz de manejar su arrogancia y sobre todo su enorme talento. Un genio que encontraba su mejor defensa en la rapidez, aquella insólita habilidad para calibrar el golpe del adversario y apartarse lo justo para que no le acertara, devolviéndolo de inmediato. Una eléctrica devolución cimentada en la envenenada trayectoria de sus golpes de izquierda, en aquellas vueltas de puntillas con sus manos colgando. Talento, velocidad, pegada y encaje, un genio que en alguna que otra ocasión hizo gala del “rope a dope”, una estrategia que consistía básicamente en apoyarse en las cuerdas y dejarse golpear hasta cansar al otro y en cuanto percibía una apertura, lanzar un contraataque, por tanto también inteligente sobre el cuadrilátero.
Un tipo muy peculiar, un provocador en potencia, capaz de llevar al extremo su particular habilidad para desquiciar al público y a los rivales con sus famosas guerras psicológicas. Como la que protagonizó con ocasión de aquel inolvidable combate, pues Clay llegó a pasearse por Londres con bombín y pajarita diciendo que Buckingham palace era “un pisito la mar de apañado” y solicitó el combate por el título persiguiendo a Liston armado con un tarro de miel, “para atraer al gran oso feo”. Cuentan que nada más concedérselo se trasladó a Denver para, a las tres de la madrugada, organizar un escándalo de proporciones bíblicas frente a la casa de Liston: -”¡Sal de ahí! ¡Te voy a machacar! ¡Ahora! ¡Sal a defender tu casa o echo la puerta abajo!”- …No sin haber llamado antes a todas las agencias de prensa de la ciudad.
Así afrontaron Liston y Clay el combate por los pesos pesados, en el que 8.300 privilegiados espectadores fueron testigos del nacimiento de una leyenda. Un duelo en el que un debutante muy bocazas como Clay derrotó a una máquina llamada Liston, que se dejó embaucar por la incontinente y provocadora verborrea de Cassius, tras la que se escondía el perfil de un campeón legendario.

A mediados del segundo asalto, el hombre más duro de la tierra sangraba abundantemente por su ojo izquierdo, aquel que el aspirante martilleaba convenientemente. Liston, el Rey, no le había podido alcanzar en una sola ocasión, y en el séptimo asalto arrojó la toalla aludiendo una lesión en el hombro, cediendo así su título a Clay, aquel polémico e insolente joven que poco después abrazaría al Islam y pasaría a ser conocido en el mundo entero como Muhammad Alí.

El próximo 29 de noviembre [mañana] de 2010, ni Liston, ni Alí, saltaran al césped del Nou Camp, en su caso lo harán, Messi y Cristiano Ronaldo, el Barcelona y el Real Madrid o lo que es lo mismo, Pep Guardiola y José Mourinho. Y aunque en ambos equipos podría encontrar características de los dos legendarios púgiles protagonistas de la historia que os acabo de relatar, la cronología histórica de los hechos que nos han llevado hasta este nuevo clásico nos recuerdan en gran medida a aquel histórico duelo de 1964.

El Barcelona podría encajar a la perfección con el perfil de Sonny Liston, pues sigue siendo el Rey vigente, y además de la pegada y el buen control de pies de Sonny, posee su rapidez. Aunque las vueltas, la circulación por el ring de puntillas con las manos colgando de Clay y su frase “vuelo como una mariposa y pico como una abeja” se asemejan un poco más al estilo azulgrana.
Por su parte el Real Madrid encajaría con el talentoso pero provocador perfil de Clay, el aspirante. No en vano Cristiano Ronaldo y Mourinho escenifican a la perfección -cada uno en su parcela- su arrogancia, pero también la disciplina, la pegada y el talento del controvertido púgil, que en su estilo único de boxeo poseía alguna de las virtudes que exhibe hoy el actual Real Madrid. Una defensa basada en la rapidez, su  insólita habilidad para calibrar el golpe del adversario y apartarse en el momento justo, y devolverlo de inmediato. La eléctrica devolución de  la envenenada trayectoria de sus golpes de izquierda y su temible contraataque, aquel “rope a dope”, apoyado en las cuerdas dejándose golpear hasta cansar al otro, para encontrar una apertura en la defensa rival.

Como dije el encuentro entre dos grandes pesos pesados, uno -el Barcelona- que ya es leyenda y no tiene nada que demostrar, y el otro -el Real Madrid- que ha encontrado a su Angelo Dundee -Mourinho- particular, capaz de ajustar y afinar la potencia, el talento y la pegada de un aspirante que ya había dejado sobradas muestras de su valía.
En aquel legendario combate el aspirante pudo con el campeón y logró abrir paso a una nueva época, pero en este caso me resulta muy complicado hacer ningún tipo de pronóstico, pues como pude leer a Santiago Segurola, una de las características que mejor definen al campeón azulgrana es la admirable resistencia que demuestra ante retos de cada vez mayor enjundia.

En cualquier caso esta es mi visión del que puede ser el combate del año, la visión de un lunes 29 de noviembre en el que -como dijo Pep- aunque lo parezca, el mundo no se acabará, pues cada uno de nosotros seguiremos con nuestro tránsito vital cuando el ocaso cierre la página luminosa de ese día para abrir paso a la noche y al nacimiento de uno nuevo, que vivirá su resurgir luminoso a la hora del orto, cuando un nuevo amanecer nos transmita su poderosa enseñanza, aquella que nos permita reconocer el verdadero valor de las cosas, la diferencia entre el juego y la vida.

 

RAMALLO VUELVE A ZARAGOZA

PROGRAMACION JUVENIL Y PÚBLICO ADULTO

TEATRO ARBOLÉ

presenta

10, 11 y 12 de Noviembre

a las 21 horas

RADIO RARA. Las fichas

Texto y dirección de Secun de la Rosa

 

Con la participación de Secun de la Rosa, Sandra Collantes, Fernando Ramallo, Carmen Mayordomo, Belén Cuesta y Fran Arraez.

 

 Se trata de un texto del conocido actor y director Secun de la Rosa, “una comedia salvaje”, según sus palabras, inspirado en la película de Fassbinder “La ley del más fuerte”. El reparto de la obra está integrado por los conocidos actores Sandra Collantes, Fernando Ramallo, Carmen Mayordomo, Belén Cuesta, Fran Arraez y el propio Secun de la Rosa como narrador. Este montaje reflexiona sobre la capacidad de la televisión y el dinero para cambiar la vida de las personas.

Clara, una joven del extrarradio que se gana la vida como camarera, bailarina de strip-tease y prostituta ocasional gana una gran cantidad de dinero en un juego de televisión. Desde ese momento, su vida quedará trastocada para siempre y descubrirá el verdadero juego de la vida y la muerte. El sórdido mundo de la noche sirve de contexto vital a esta joven que reside en la periferia. Este personaje femenino compagina tres empleos habituales de la nocturnidad más miserable: camarera, bailarina de striptease y prostituta. De pronto, la cotidianidad de Clara da un giro 180 grados al ganar una alta suma de dinero en un programa de televisión.

Lo que sigue a partir de ese momento de inicial felicidad es el total desconcierto. A medida que va trascendiendo su nueva situación económica, conocidos y desconocidos van acercándose a ella atraídos como las moscas a la miel. La protagonista de esta historia irá descubriendo a fuerza de desengaños la enorme influencia del dinero dentro de las relaciones humanas, desde el propio seno familiar hasta el mundo de los negocios.

Secun de la Rosa sugiere al espectador que se deje llevar por los vericuetos más cicateros de esta “comedia salvaje”, declarando que “las escenas son muy íntimas y de relaciones intensas, por lo que exigen que te expongas, con un ritmo y un ‘tempo’ muy precisos”. Tal y como dejó escrito el genial poeta Francisco de Quevedo, “poderoso caballero es don dinero”.

Reserva de entradas: 976 734466 - arbole@teatroarbole.es - Precio de las entradas: 15,00 € - Bonificadas 12,00 €

 

UNA BICICLETA EN LA MANCHA

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Jesús Marchamalo ha estado este fin de semana y ha encontrado esta bicicleta. Me la ha mandado con el afecto de siempre.

 

 

22/09/2010 01:06 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

RAFAEL NADAL, CAMPEÓN EN USA

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Rafael Nadal jugó un intenso y emocionante partido ante Novak Djokovic y se hizo con el título del Abierto de Estados Unidos. El resultado fue: 6-4, 4-6 (un set que fue interrumpido por la lluvia), 6-4 y 6-2. Ambos jugaron con ardor e inteligencia, Djokovic alcanzó su mejor momento en el segundo set, especialmente en los cuatro primeros juegos, y Nadal mantuvo siempre un nivel altísimo, falló algo con el revés, pero acabó triunfando con absoluta justicia. Y se convierte en el tenista más joven de la historia que obtiene los cuatro torneos del Grand Slam, tres de ellos en 2010, un año que ha sido tan bueno o incluso mejor que el inolvidable año 2008 en que Nadal ganó Roland Garros, Wimbledon y la medalla de oro de la Olimpiada de Pekín. Nadal consigue así nueve títulos de los ‘grandes’: cinco Roland Garros, dos Wimbledon, un Abierto de Australia y un Abierto de Estados Unidos. Ahí es nada. Figura ya entre los diez mejores tenistas de la historia en cuanto a títulos.

Nadal es un jugador de una especial intensidad, con un gran desarrollo físico, excelente golpeo de drive y una fortaleza mental asombrosa. Djokovic fue un adversario realmente duro: Nadal le dijo que pronto ganará en Estados Unidos. Este año Nadal ha ratificado ampliamente que es el número uno, y serlo en un tiempo en el que juega Roger Federer tiene un mérito extraordinario.

'ELEGÍA': A LAURENT FIGNON

Fernando Valls cumplió años ayer y lo celebró, en una terraza al sol, acompañado de la mujer de su vida: Gemma Pellicer, escritora, bloguera y editora; Gemma, un auténtica creadora de microrrelatos, publicará en Zaragoza su primer libro. El domingo, Fernando Valls tuvo un gesto de cariño y delicadeza: reprodujo este texto mío dedicado al ciclista Laurent Fignon, que aparecerá en mi próximo libro, que se publicará en la primavera de 2011.

 

 

ELEGÍA

 

Laurent Fignon (1960-2010)

 

A Miguel Mena, ciclista que escribe

en la radio de la vida.

 

 

Algunos campeones parecen surgir de la nada.

Descienden sobre la tierra como el águila de los montes

o como el rudo tejón dispuestos a conquistarlo todo:

la niebla de las cumbres, la lluvia de los descensos,

los peligrosos barrizales, los kilómetros del llano.

Laurent Fignon, como antes Coppi, Ocaña o Charly Gaul,

apareció de golpe con una pedalada insaciable,

con esa arrogancia juvenil que es desparpajo y desafío.

Era uno de los jóvenes pupilos del bretón Bernard Hinault,

al que llamaban el intratable señor de los bosques. El leñador.

Fignon apenas tenía 23 años. Surgió, demarró y tomó distancia:

voló hacia el Alpe d’Huez y La Plagne ante el estupor general,

voló hacia París a tumba abierta en plena insurrección:

aprovechó una caída de Pascal Simon y todas las escaramuzas

de Ángel Arroyo y de otro debutante: Perico Delgado.

Exhibió un talento innato y un gran sentido de la aventura.

Se convirtió en el campeón más joven desde hacía exactamente

medio siglo: desde que en 1933 venciese Georges Speicher.

Volvió a ganar en 1984 en otra carrera incontestable

y su jefe de filas no se lo podía creer. ¿Adónde va ese loco

con sus gafas empañadas y el cabello de oro deslucido?

¿Por qué me abandona en el fango, por qué me burla

en cualquier calzada, cómo se atreve a humillar al campeón?,

se preguntaba el ‘Caimán’ que a todo aspiraba, como Merckx.

Fignon estuvo a punto de vencer en 1989: perdió ante el renacido

Greg Lemond por ocho segundos en París. Lloró de dolor

y escupió al mundo su ira, su inesperado desdén de derrotado.

Aquella estuvo a punto de ser su resurrección, tras años de lesiones,

de insolencia, de placenteras y etílicas noches y de otros venenos.

Perdió el Tour agónicamente y la sonrisa, y ganó su único Giro.

Laurent Fignon fue joven e inconsciente y un ciclista romántico,

un ‘profesor’ de la ruta que amaba los gatos de Baudelaire.

La muerte lo sorprendió demasiado joven mientras ensalzaba

las gestas de otros y se aferraba al ciclismo para seguir soñando.

Poco antes de cerrar los ojos miró hacia las colinas del mediodía

y, con una voz aflautada, murmuró: “Maldigo mi enfermedad”.

Cedía para siempre el maillot amarillo que más codició.

Vivir.

07/09/2010 00:57 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

MUERE EL CICLISTA LAURENT FIGNON

Ha muerto en París Laurent Fignon, un ciclista especial y combativo que siempre animó la carrera. Sin ser excepcional en ninguna disciplina, era un corredor estupendo, capaz de rendir muy bien en el llano, la montaña o en la contrarreloj. Irrumpió casi como un ciclón en 1983: ganó su primer Tour, cuando era uno de los jóvenes corredores del equipo de Bernard Hinault; al año siguiente volvió a repetir la hazaña, y en 1989, perdió el Tour ante un renacido Greg Lemond por ocho segundos. He leído los obituarios y los comentarios: la mayoría quería que ganase Lemond; a mí me ocurrió al revés. Yo iba con él y me dio mucha pena. Me hacía ilusión que alcanzase a grandes campeones como su paisano Louison Bobet, por ejemplo. Me gustaba su rebeldía, su pasión por la victoria, incluso esa insolencia que le hacía parecer antipático e irascible, su furia injustificable cuando escupió a una cámara de Televisión Española.

 

Fignon fue un ciclista de transición: apareció en un momento en que Hinault se acercaba a su ocaso, acosado por las lesiones, no obstante aún ganaría su último Tour en 1985, y a la vez estuvo entre Lemond, ganador de tres Tours, y la aparición de Roche, Perico Delgado e Induráin. Frente a él, deslumbraron en 1983 y 1984 dos corredores españoles, Ángel Arroyo, segundo en 1983, y Perico Delgado, que perdió el Tour de 1989, ante Lemond y Fignon, después de haber sido el corredor que menos tiempo había invertido en la carrera.

 

Fignon se peleó con sus compañeros de equipo: Hinault y Lemond, tuvo sus disputas con Cyrille Guimard, y acabó siendo un buen comentarista de France 2. Había suavizado su carácter y se había convertido en un seguidor entusiasta de Alberto Contador.

Su palmarés se completa, entre otros títulos, con el Giro de 1989. Perdió otro ante Francesco Moser. Se va, a los 50 años, un ciclista inolvidable, uno de esos que animaban las carreras, atrevido y desconcertante, ambicioso e incomodado con lo previsible.

UNA FOTO DE MONTPELLIER

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Me escribe Javier Burbano y me manda esta foto:

 

Te mando esta que hice en Montpellier, en el barrio de Antigone, que diseñó Ricardo Bofill inspirándose en la Grecia clásica.

UNA BICI EN PRAGA

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El poeta, narrador y escritor de esto y aquello –hermano de Perec, discípulo de Ramón Gómez de la Serna, nuestro embajador en Mérida- Elías Moro Cuéllar me envía esta foto y esta nota cariñosa.

 

Querido Antón:

 
Preciosas entradas de velocípedos -como antes se decía-. Te envío una que encontré en Praga, en el patio de una cervecería, hace un par de años.

 
Acaso de algún parroquiano que no podía tenerse en pie y la dejó allí olvidada.

LAS SALTADORAS DE LONGITUD

Ineta Radevica y Naide Gomes se disputaron el título de salto de longitud. La letona venció con 6.92, y la portuguesa logró idéntico salto. Radevica había saltado también 6.87 y Gomes 6.68, de ahí el veredicto final. La letona posó desnuda para 'Play boy'; la portuguesa impresionó por su clase y por su especial belleza. Fernando Valls, gran aficionado al atletismo, me escribió advirtiéndome de lo estupenda que había sido la prueba, aunque la marca esté lejos de Heike Dreschler, por ejemplo. Ahí fracasó estrepitosamente la antaño invencible campeona de heptalón Carolina Kluft. La sueca Kluft ha sido campeona olímpica en Atenas y triple campeona del mundo.

 

 

 

 

 

06/08/2010 02:38 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EMMA GREEN, PLATA EN ALTURA

 

 

 

Emma Green, la sucesora de Kajsa Bergqvist, medalla de plata ayer en Barcelona. Superó su mejor marca y voló hasta el 2.01.

 

En esta foto, Emma Green, Kajsa Bergqvist y Ebba Jungmark.

 

02/08/2010 09:10 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

NURIA FERNÁNDEZ, CAMPEONA DE 1.500

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Como Arturo Casado, Nuria Fernández ganó en 1500. Realizó una carrera limpia, sin llamar la atención, y de repente, en el último hectómetro, se encontró con la calle uno libre. La tomó, aceleró con un estilo impecable y con un poderío inmenso, y ganó a todas, incluida a Natalia Rodríguez, que era la gran favorita con la rusa Anna Alminova, y a la francesa Nehiba, que fue plata. Nuria estuvo pletórica y casi dio mucho gusto verla ganar: estaban entusiasmada y feliz. Llevaba muchos años buscando el título, y lo obtuvo con absoluta belleza a los 33 años.

 

En salto de altura, Tia Hellebaut solo pudo ser quinta. Ganó con claridad Blanka Vlasic con 2.03 y con esos impecables saltos de esfinge de ojos azules. Emma Green, la sucedora de Kajsa Bergqvist, venció al final a Ariane Friedrich y obtuvo la plata con 2.01. Ruth Beitia solo pudo quedar sexta: se quedó en 1.95. En salto de longitud, contra pronóstico, ganó el alemán Christian Rief con 8.47. Por lo demás, no fue la tarde de los españoles: ni de Pestano, menos de Casañas, ni de Méliz ni de Cáceres, ni de los corredores de 4x100. Eso sí, al final, apareció Carmen Valero, un turolense afincada en Barcelona y una gran pionera del atletismo femenino, para besar a Natalia y a Nuria. Esta bailó y bailó, entre lágrimas, y no estaba para atender a nadie: ni a Jordi Hereu ni a Carmen Valero.

 

*La foto es de agencias: es la del triunfo de hoy.

01/08/2010 22:27 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LAS CAMPEONAS DEL SALTO DE ALTURA

Dos retratos de Tia Hellebaut: en Pekín, y otro más artístico.

Una de las pruebas más interesantes de los europeos se dirime hoy: la final del salto de altura donde hay dos claras favoritas, Tia Hellebau, la belga campeona de Europa en 2006 y campeona olímpica en Pekín, y Blanka Vlasic, la croata que persigue desde hace tiempos títulos y el récord de Stefka Kostadinova, de 2.09. Ruth Beitia también tiene algo que decir pero por ahora está algunos centímetros por debajo de ambas. Tia Hellebaut, la mujer de 32 años que siempre salta con gafas, se retiró parcialmente de la competición tras su gran triunfo en Pekín para ser madre. La otra gran candidata es la alemana Ariane Friedrich, que se presenta en Barcelona en mejor forma que la campeona olímpica. Parece claramente una de las favoritas a la plata o al bronce.

Dos fotos de Blanka Vlasic.

 

Ruth Beitia en Pekín y en un aeropuerto.

 

LA CARRERA PERFECTA DE A. CASADO

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El pasado viernes, en una preciosa y estupenda carrera, Arturo Casado, madrileño de 27 años, lograba un antiguo y buscado sueño: se coronaba campeón de Europa de 1.500. Fue una carrera espléndida con tres protagonistas españoles: Reyes Estévez, que corrió muy bien, estuvo en los puestos de cabeza y le faltó un poco, poquísimo, de velocidad final; Manuel Olmedo, que realizó una vibrante carrera con un increíble final que le permitió corregir su mala ubicación durante la carrera y obtener la medalla de bronce, se quedó en un tris, en dos centésimas, de la plata; y el citado Arturo Casado, un corredor cuya estampa evoca la de Sebastián Coe: rápido, de correr elegante y capaz de realizar los últimos 100 o 200 a un ritmo estupendo. El esprint final, poderoso y limpio, también nos hizo pensar en el gran triunfo de Fermín Cacho en la final olímpica de 1992. Cuelgo aquí la crónica de Carlos Arribas, de ‘El País’, un gran periodista de ciclismo también, autor de libros y de maravillosos artículos. El texto habla de Casado, de la carrera, de los entrenamientos del nuevo campeón y del clima de cariño y de superación que lo envuelve.

 

LA FE CORONA A ARTURO CASADO

 

Crónica de Carlos ARRIBAS / El País

Arturo Casado levantó los brazos después de la recta soñada y el bodoquismo rompió a llorar. El bodoquismo, por Bodoque, el masajista de Casado, de España, de Berlanas, de Juan Carlos Higuero, de otros buenos atletas, es la religión atlética de la fe y del compromiso, del trabajo, del sueño.El triunfo de su chico lo justificaba, claro. También que el estadio de Montjuïc se viniera abajo del éxtasis de los espectadores que, tras la frustración de Marta Domínguez, tras las expectativas de la explosión de Cáceres en la longitud, contemplaban al fin la primera victoria española de los campeonatos. También que el secretario de Estado, Jaime Lissavetzky, saltara a la pista como un aficionado feliz para abrazar al campeón.

Levantó los brazos Casado y rompió a llorar él mismo, tan grande, tan incontenible, tan liberado como en su última curva, cuando arrancó a 200 metros, el punto de los campeones, el punto exacto en el que otros años, en otros campeonatos, encallaba su carrera, el punto del miedo en el que su ambición se frustraba por perseguir a Baala, a otros campeones a los que quería superar, cuando corrió, el primero, por delante de todos, persiguiendo la victoria, como un potro fuerte y ancho, como un caballo desbocado. Poderoso. A punto de alcanzar el orgasmo, toda la adrenalina agolpándosele en el cerebro."Hay que creer, hay que creer", repetía la víspera Casado. "Este año, sí, este año, sí, estoy seguro", añadía. "Ya creo en mí". Fue el final de un año en el que apenas se prodigó en invierno, en el que renunció a la pista cubierta, en el que, desde el 1 de enero, solo pensaba en un día, 30 de julio, en una ciudad, Barcelona.

Por detrás de él, hombre de tanta fe tras tantos años en que solo se le recordaban las expectativas no cumplidas, la jauría lanzaba sus dentelladas, inalcanzable. Por detrás, Reyes Estévez, el veterano en su última carrera, trataba de defender la tercera plaza, el lugar máximo en el que le `podían dejar sus piernas, tan batalladas, tan poco frescas finalmente, después de una carrera que él mismo había conducido al tran-tran, lenta, lentísima (2m 37s, el 1.000; 3m 42,74s el tiempo de la victoria de Casado), confiado en su antiguo poder explosivo, ahora de más corto alcance que en sus tiempos de gloria cuando, elegante, en los últimos 300 metros era capaz de tres, de cuatro cambios de ritmo. Por detrás de Casado, tan enorme, tan feliz ya, Manuel Olmedo, el sevillano recién trasplantado del 800, hacía valer su punta de velocidad magnífica para, desde atrás, por fuera, remontar hasta, con el último aliento, arrancarle de las manos a Estévez por 13 centésimas el bronce. "Me falló la táctica", dijo Olmedo. "No esperaba una carrera tan lenta, pero he podido responder al final".

Cuando está bien, a Casado, de Santa Eugenia, un barrio de Madrid, de 27 años, licenciado en Ciencias del Deporte, con admiración le dicen: no hay quien te pase en la curva, eres tan ancho, controlas tan bien tu calle que para adelantarte hay que dar un rodeo tan grande que cuando queremos llegar ya has pasado. A Casado, seguro, en la curva, en la que con casi imperceptibles cambios de ritmo mantenía a raya los intentos de superarle del inglés Baddeley, le llegarían a la memoria esas palabras, y certificaría su verdad en la jungla del 1.500. Por fin. "Ha sido la carrera perfecta", dijo Casado. "Después de muchos años de quedarme con la miel en los labios, al final he conseguido todo por lo que lucha un atleta".

De Casado, hasta ayer, se recordaba su irrupción en el Europeo de Madrid en pista cubierta 2005, su trabajo como libre para su compañero de entrenamiento Alberto García, su quinto puesto en el Mundial de Helsinki, que tantas ilusiones levantó, por su irreprochable ética de trabajo, su seriedad... Desde ayer, ya se le recordará como el tercer atleta español campeón de Europa de 1.500 -Cacho, 1994, Estévez, 1998, pasaron antes que él-, como otro de los grandes del mediofondo español, como un chico con mucho futuro aún. Y mucha fe, claro.

 

*En la foto Arturo Casado y Manuel Olmedo. La foto es de la agencia AFP y ha sido publicada por 'El País'.

01/08/2010 10:25 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL / Y 25

DIARIO DEL MUNDIAL // España cierra un campeonato increíble e intenso. Tuvo que fajarse en todos los partidos y logró el título con un fútbol brillante que adornó con coraje y paciencia, con intensidad y furia.

El equipo armonioso que creyó en sí mismo

El fútbol, como la vida, discurre entre el ser y la apariencia. Argentina no había enamorado a nadie en las eliminatorias y, sin embargo, parecía que se enganchaba a la clase de Messi para convertirse en clara favorita. Una joven y descarada Alemania demostró al mundo que esa entrevista grandeza era fragilidad, desconcierto y cartón piedra. Otro tanto le sucedió a la máxima candidata: la selección brasileña del músculo y del pundonor que ejecutaba a sus rivales con dos o tres fogonazos pero sin conexión alguna con la leyenda del ‘jogo bonito’. En Argentina y Brasil las estrellas eran los seleccionadores: un Maradona incauto que no acertó a crear un bloque ni una estrategia ni el espacio idóneo para su sucesor (Messi llegó al Mundial en plenitud de forma: como un ciclón menudo e imparable), un Dunga cartesiano y rocoso que se encomendó a la tiranía del poderío físico.

Hasta Portugal se volvió facinerosa en su juego: Queiroz fue incapaz de acomodar a su delantero más célebre, Cristiano Ronaldo, y se marchó sin gloria alguna. Otro tanto cabría decir, con más razón, de Italia y Francia, y por supuesto de Inglaterra: Capello no supo ni pudo conjuntar a jugadores como Gerrard, Lampard y Rooney: los tres se han desvanecido, inanes y oscuros, en Sudáfrica. Ni Dunga, Maradona, Lippi, Domenech ni Capello acertaron a construir un combinado armonioso que respetase las características de sus jugadores y un plan específico, una idea del fútbol. Por faltarles les faltó hasta complicidad con el vestuario; en el caso de Maradona, le sobró arrogancia de profeta: creyó que él era el elegido, de nuevo, por los triunfos engañosos y por su condición de mito.

 En cualquier caso, no conviene olvidar el axioma de Boskov: el fútbol es un torbellino de factores, de segundas oportunidades, de regates del azar, un amasijo de detalles y de circunstancias, y de pequeños milagros. Y ahí todo suma: suma que aparezca el manotazo salvador de Luis Suárez, que Gyan mande el balón al cielo en el penúltimo segundo, suma que Casillas detenga un penalti que significaba el adiós o que estirase unos milímetros su pie derecho ante Robben. En un Mundial el resultado pende de un hilo. Y la victoria depende de todo ese arsenal de causas y efectos que España ha barajado tan bien.

La selección de Vicente del Bosque llegó al torneo con la etiqueta de favorita. La realidad es que no empezó a serlo de veras hasta que tumbó a Paraguay: España pasó todos los partidos con el máximo esfuerzo y justa de dinamita. Ha sido, ha intentado ser, un equipo primoroso, de escritura automática, al que la faltaba gol: se abrazó al olfato de Villa (quien, extrañamente, no marcó en los dos últimos partidos), al talento de Iniesta y a la furia de Puyol. Ellos han sido los goleadores. Así, desfondándose y casi en alerta roja, superaba a los rivales. Parecía un equipo armado en todas las líneas, partidario de la fantasía y el toque, y a la vez un equipo sufridor, sin gas y alicorto de inspiración ante la presión de los rivales. Curiosamente, este conjunto se consolidaba con un gran sentido de la gesta. Sin volver la cara, aceptando todos los desafíos, los marcajes pegajosos, incluso las tarascadas. El inmutable Del Bosque parecía un enigma, un caracol de secretos cerrado a cal y canto: se fiaba de un Torres fuera de forma, condenaba a uno de los jugadores más exquisitos y trabajadores del bloque como Silva, tiraba de Navas y de Cesc y de Llorente, acudía a Pedrito. Confiaba ciegamente en su línea de defensas (el que despertaba más recelos, Capdevila, ha estado muy por encima de lo esperado), ensalzaba el trabajo oscuro y dinámico de un excepcional Busquets, se encomendaba a sus estrellas Xavi y Iniesta, los mejores medios del Mundial.

Fiel a un credo, sin perder la compostura, Del Bosque llegó hasta donde había soñado. A la final. Y en ella, el míster y España tuvieron el pundonor, la convicción, la firmeza, la paciencia y la lucidez de los grandes campeones para vencer al segundo mejor equipo del torneo: una Holanda de acero, durísima e indomable, que había aprendido la lección de los rivales de España y de la nobleza de Alemania, víctima de un baile increíble de pases y filigranas sin atreverse a dar ni una patada. España maravilló ante los teutones y se agigantó luego ante la adversidad, esa férrea ‘Naranja Mecánica’ de latigazos y coces: puso a prueba la verdad y la conmoción del fútbol, y ganó. El buen juego es su rasgo de identidad: el atributo esencial de su ser.

14/07/2010 01:09 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

EL ZARAGOZA EN PARÍS EN 1927

 

Corazón

tan rojo

 

José María Serrano Sanz es un economista que comparte su pasión por la investigación y la edición con su amor al Zaragoza. En su biblioteca conversaba un delicioso documento: ‘Gran viaje deportivo turista a París del Real Zaragoza (Club Deportivo)’ que se realizó entre 1 y el 5 septiembre de 1927. En París el equipo aragonés tenía dos partidos contra el Stade Français y el Red Stard Olimpic. La expedición salió de la estación del Arrabal el día uno en un tren especial y llegó a la capital del Sena a las diez de la mañana del día siguiente, tras varias paradas en Irún y Hendaya, y comidas “en cestas frías”. Hizo una visita al Arco del Triunfo “para depositar flores y coronas en la ‘Tumba del soldado desconocido”. Ahora todo ese material -programas, folletos, entradas en el Centro Español; Heraldo actuaba de patrocinador- acaba de ser reeditado en una cuidada carpeta numerada, costeada por una docena de personas. Los 400 seguidores estuvieron en el Louvre, oyeron una conferencia, escucharon jota y vieron bailar a Paquita Pagán, y fueron objeto de un banquete. E incluso visitaron la redacción de ‘L’auto’ y ‘L’intransigeant’. En el programa de mano se decía que “desde la Torre Eiffel se darán diariamente varios partes radiados para que en España sepan constantemente la marcha e incidentes de la excursión”. Pepe Melero, Víctor Juan y el citado Serrano, tres forofos incondicionales del Zaragoza, recuerdan que esos aficionados del equipo ya intentaron conquistar París. La pasión por el fútbol empieza por lo pequeño, por lo cercano: el Real Zaragoza siempre ha tenido aficionados, sueños, y ha mirado al mundo, como el mundo miró al Real Zaragoza hace ahora quince años cuando Mohamed Ali Amar, ‘el elegido’, marcó aquel gol inolvidable. Así también el mundo mirará hoy a la España de Del Bosque en su partido más importante.

 

*El Arco del Triunfo que visitaron los zaragozanos que acompañaron al club en 1927; abajo una maravillosa foto de fútbol del inolvidable Martin Munkacsi. Este artículo apareció ayer, antes del partido de Holanda y España, en mi sección de 'Cuentos de domingo'.

DIARIO DEL MUNDIAL / 24. LA VICTORIA

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Andrés Iniesta, entre la épica y el éxtasis

 

España tuvo que pelear lo indecible para superar a una Holanda bien posicionada, correosa y experta en el contragolpe

España se corona en Sudáfrica con una generación deslumbrante que ama la belleza total del mejor fútbol

 

 

Andrés Iniesta, el futbolista del aire, el elegido de los dioses del fútbol, le dio el triunfo a España. Un triunfo agónico, peleado hasta casi el final de la prórroga, una victoria por la mínima, que confirma la calidad y la ambición de una generación deslumbrante que ha llegado más lejos de lo que nadie se podía imaginar: al Olimpo del balompié, primero en Europa y ahora en todo el planeta. Esta selección será recordada por su juego exquisito, por su querencia de balón, por una triangulación precisa y por esa imaginación inagotable que distinguió a la Hungría de Puskas y Bozsik, al Brasil de Pelé, a la Holanda de Cruyff, y a la Francia de Platini y Giresse. Y será recordaba, sobre todo, porque también a la hora de la verdad tuvo sentido épico. España ganó con la grandeza antigua del fútbol.

El partido fue tosco y trabado. España empezó muy bien: generó ocasiones de inmediato y dio la impresión inicial de que este era su partido. Iba a apabullar. Los holandeses, que buscaban la recompensa a tantos años del buen fútbol que trasvasaron al Milan o al Barcelona, y acaso a la propia España, estaban un tanto perplejos. Como desubicados. Como si la salida del rival y su abanico de pases en cortos, hilvanados con una regla de sastre, les metiera el miedo en el cuerpo. Era el momento de enmarañar el partido, y empezaron a hacerlo, especialmente con  ese peón táctico, incansable y duro, que es Van Bommel. Así, a trompicones, con faltas y un juego sucio tan eficaz como taimado, Holanda paró a España e incluso obtuvo una pequeña conquista: una tarjeta a Carles Puyol. España pasó de dominadora absoluta a dominada, o cuando menos perdió la inspiración, se encontró ahíta, falta de ritmo, proclive además al encontronazo. Holanda salía al contragolpe y en el centro del campo proponía un entramado de marrullerías y de marcajes pegajosos. Lo mejor fue el descanso. España se desorientó en los minutos finales de la primera parte: quedó huérfana de brújula y de plan de ataque.

En la segunda parte, el partido siguió la misma lección. España se buscaba a sí misma, buscaba el control del balón, el arrebato de fantasía, y se encontraba con una Holanda bien situada y cada vez más segura. Arriba, Robben abría huecos y practicaba su regate favorito y esa carrera de amagos que se remansaba al borde del área, cerca de la media luna. Desde ahí engatillaba, pero Iker estaba concentrado. Sabía que el título empezaba en él: las lágrimas finales serían la prueba. España siguió a la suya: buscaba la luz y encontraba la oscuridad. El choque era tempestuoso, con desconcertantes alternativas. El gol podía caer de cualquier lado. De repente, Del Bosque hizo dos cambios: uno, quizá sorprendente, Jesús Navas por Pedro (el canario se extravió desde el principio y nunca volvió al camino) y otro más sensato: Cesc por Xabi Alonso, que había buscado el gol desde lejos, como lo buscó Xavi a través de varias faltas o en saques de córner. En una ocasión, Sergio Ramos falló la ocasión más clara: le pareció excesivo copiar el testarazo de Puyol ante Alemania.

La prórroga adquirió los tintes dramáticos de un resultado incierto. El respeto al rival y el miedo a perder se adueñó de los dos equipos. España sería superior en la prórroga: Xavi volvía a mandar, Iniesta se estiraba por todos los sitios con esa clase admirable que sólo él posee. Se convirtió en la pesadilla de los ‘tulipanes’ y en el foco del público. El espectáculo dentro del espectáculo de la final era él. Y en esas discurría el partido, con un pie ya en los penaltis, cuando recibió un pase de Cesc. Un pase inteligente. Ese balón que enciende el volcán de la emoción y del éxtasis. E Iniesta no falló: selló el triunfo de un bloque, de una apuesta, de unos maravillosos años con un gol antológico e inolvidable. El gol del título. El gol del título más grande. El gol inefable del mago, del virtuoso dulce.

 *Este artículo lo he publicado hoy en Heraldo de Aragón, en contraportada.

DIARIO DEL MUNDIAL / 23. LA FINAL

DIARIO DEL MUNDIAL // Óscar Tusquets dice que “todo es comparable”. También los futbolistas de España y Holanda: por eso aquí ofrecemos un retrato minucioso de los veintidós héroes de la final.

 

 

 

Once contra once:

quiénes son

y cómo juegan

 

Casillas-Sketelenburg. Iker Casillas es, en este momento, el mejor arquero del mundo. Sus dos rivales para ese título, Buffon y Julio César, cayeron pronto. Es un portero con grandes reflejos, elástico, concentrado. Empezó un tanto flojo, pero ha ido a más. Paró un penalti decisivo y ha tenido intervenciones espléndidas. Ha recuperado su carisma. Enfrente estará Sketelenburg, que no era el titular: su torneo, pese al gol de Forlán, es solvente. Va bien por arriba y se entiende con sus defensas.

Sergio Ramos-Van der Wiel. Son dos jugadores semejantes. El español posee una condición física admirable y algún que otro pájaro en la cabeza. Contra Alemania se portó como un auténtico extremo, capaz de arriesgar un regate, de disparar a gol y de acompañar el juego de los medios. Van der Wiel forma con Robben una banda muy peligrosa. Será el encargado de parar a Iniesta. Guardiola le ha echado el ojo para dar descanso a Dani Alves.

Piqué-Heitinga. Son los lanzadores de sus equipos desde atrás. Piqué ha sido comparado con Beckenbauer: es rápido, ágil, seguro y saca muy bien el balón. Posee un buen desplazamiento en largo. Heitinga no tiene su nivel, pero es la referencia defensiva de Holanda. Está irreconocible, si lo comparamos con su campaña en el Atlético de Madrid: toca bien el balón y busca a Van Bommel y a Sneijder.

Puyol-Matijsen. El español es un jugador vibrante, contundente, un ejemplo de entrega y de entusiasmo. Recuerda a Paco Gallego. Es el toro del equipo, un hurón de furia. Su gol ante Alemania lo define: Puyol todo corazón. Matijsen es correcto, va bien por alto, tiene experiencia y lleva años consolidado en esa posición. No es fino con la pelota, pero tampoco comete errores. Como Puyol, es expeditivo.

Capdevila-Van Bronckhorst. Experimentados, zurdos natos, con buen disparo, dispuestos a avanzar por el carril. Capdevila es un jugador sobrio, atento, capaz de centrar bien. Gio marcó uno de los goles más hermosos del Mundial. Es el capitán apacible y conciliador que está viviendo una segunda juventud.

Busquets-De Jong. Sergio Busquets ha dado constantes lecciones de veteranía y de colocación. Es el eje defensivo de España en la media. Protege, asiste, posee un estupendo juego en corto y en largo, y ejecuta como nadie la falta táctica. De Jong es un jugador oscuro y sacrificado, limitado de talento y poderoso en el despliegue.

Xabi Alonso-Van Bommel. Son dos jugadores muy distintos. Van Bommel es una referencia permanente: protestón, duro y bregador. Tiene llegada, sobre todo de cabeza. En su paso por España no sedujo a nadie; en Holanda es el recuperador, el jugador que está en todas las grescas. Los árbitros han sido condescendientes con él. Xabi Alonso está haciendo un gran campeonato. Combina bien, trabaja sin descanso y posee un buen toque en corto y en largo, magnífico en sus cambios de juego, y un excelente disparo. Ante Alemania olisqueó el gol varias veces.

Xavi-Sneijder. Los dos mandan. Xavi es el arquitecto de España, el hombre que dicta el ritmo del partido, el artista incesante. Es preciso, elegante y tiene una visión prodigiosa. Es el mejor organizador del juego del planeta: el balón en sus pies siempre está de paseo. El mejor fútbol sale de sus botas. El menudo Sneijder está viviendo el mejor año de su vida: deslumbró en el Inter y asombra en Sudáfrica. Se siente seguro de sí mismo y de su disparo. Es un cerebro muy completo y vertical. Genera constantes ocasiones de gol. Es uno de los grandes peligros de Holanda: su jugador más en forma, el más imprevisible. Es un tigre de peligro e inteligencia.

Pedro-Robben. Robben es imprescindible, es un extremo de los de antes que juega a contrapié. Descoyunta cualquier táctica ajena y tiene mucho gol. Es un puñal de velocidad y gambeteo. Pedro es un jugador con ángel: es trabajador y descarado, posee desmarque y una picardía de barrio. Se ofrece hasta el fin del partido. Ante Alemania jugó muy bien entre líneas. Puro talento con las dos piernas. La pelota está enamorada de él.

Iniesta-Kuyt. Iniesta encarna el malabarismo puro, la inteligencia, el control de balón. Para él nada es imposible. Es nuestro futbolista del aire: el brasileño de Albacete. Kuyt no había demostrado nada, pero se aferró al puesto y ahora es el jugador necesario arriba porque regatea, apoya a sus medios y presiona constantemente a la defensa rival.

Villa-Van Persie. El delantero del Arsenal es un jugador de carácter complejo y rebelde. Sabe a lo que juega: hurga y hoza en la defensa rival, y su cambio de posición resulta desequilibrante. Es técnico y fantasista. Villa es la reencarnación de Quini, el hombre del gol. Es rápido, ambicioso, sale regateando hacia los dos lados, y posee un disparo demoledor. Además, es vivaz y atrevido. Con él en el campo, el resultado nunca es inamovible.

 

*Este artículo aparecía esta mañana en Heraldo de Aragón. Tras los 90 minutos, donde Holanda ha hecho su partido, empate. Se está jugando la prórroga. 

 

OTRA VISIÓN DEL MUNDIAL

El escritor y traductor Daniel Gascón publicaba ayer en su blog esta mirada distinta sobre el Mundial de Sudáfrica.

Puede verse aquí: danielgascon.blogia.com

 

Por Daniel GASCÓN

A media mañana del viernes 9 de julio todos los medios españoles y muchos medios internacionales anunciaban en primera página que un pulpo se había movido en un acuario.
La explosión que ha producido el Mundial habría resultado divertida, si no hubiera sido un poco desoladora. En los medios digitales, una franja enorme nos recuerda lo verdaderamente importante: la selección, los triunfos de Nadal, análisis y anécdotas deportivas que multiplican las oportunidades para la aparición de la irracionalidad. Como la selección española perdió el primer partido, se echó la culpa a la novia del portero. Cuando la clasificación de España parecía dudosa, Cuatro nos tranquilizó explicando que "los dioses de África están con la Roja". Un día antes de la final, ABC se muestra más grecorromano aunque a mi juicio poco católico: “Los dioses, con España”, dice, bajo una foto de Neptuno y Cibeles con la bandera española. Subtítulo: “La bandera nacional engalana las ciudades españolas a la espera de la final de mañana” (espero que el mundo rural no se sienta ofendido). Cruzcampo, que solo hace los anuncios peor que la cerveza, nos recuerda que "no somos una selección, somos un país". Los comentaristas ruegan a Dios y aplauden que los jugadores españoles cometan una falta no sancionada. Otros discuten que David Villa haga un gesto taurino al celebrar el gol. El pulpo no es la única superstición; como Marchena lleva un montón de partidos sin perder también nos dicen que es un talismán. El juego decepcionante de la selección durante los primeros días forzó el énfasis en una estadística generalmente irrelevante: el índice de posesión del balón, como si el fútbol fuera como el boxeo y pudiera ganarse a los puntos.

El Mundial se ha convertido en la primera noticia y el único tema de conversación. Los deportistas son el único modelo respetable. A mí me resulta incomprensible, aunque haya algunos jugadores que me caigan bien, o aunque esta selección juegue mejor y sea más simpática que otras. ¿Cómo puede ser un modelo de algo una persona que termina su carrera a los treinta años, cuando parece que tendremos que jubilarnos a los setenta? (Luego algunos encuentran trabajo en la corrupta Federación Española de Fútbol. Es el caso de Fernando Hierro, el hombre que, cuando le preguntaron por el último libro que había leído, respondió: “Ninguno”.) Pero esto, que parece una caricatura de las caricaturas que se hacían de algunos forofos argentinos, con la iglesia de Maradona y cosas así, no solo sucede en España: Francia, que había interpretado las victorias de su selección como el símbolo de un país multicultural e integrado, ha visto la derrota y la indisciplina de sus jugadores como las consecuencias de la falta de sacrificio, sentido del deber y respeto a la autoridad. Sarkozy convocó a Henry al Elíseo y pidió una reflexión nacional.

Ha habido algunas excepciones, pero el consenso es asombroso. Los suplementos culturales han hablado de libros sobre el fútbol. Los intelectuales hablan de fútbol. De hecho, yo no sabía que había tantos intelectuales en España hasta que llegó el Mundial. “Nuestro modo de jugar es también nuestra forma de vivir”, dice un cartel del Instituto Cervantes en Roma, una institución que yo creía que se dedicaba a la difusión de la cultura. Un lírico, Manuel Rivas, escribe sobre los jugadores de España:

No son depredadores. No son carnívoros. Disfrutan de la hierba. El balón se siente un compañero. Es un factor que no contemplan los críticos del llamado tiqui taca, nostálgicos del fútbol cabreado y taciturno. Campa la imaginación y el humor. Y las ideas tejen. Por fin las neuronas llegan a los pies. Por eso esta selección no se presta a una estridencia patriótica posesiva y excluyente. Pertenece a la gente de cualquier parte a la que le gusta el fútbol.

Si la profusión de banderas y exhibiciones de orgullo nacional puede inquietar un poco –como le ha pasado a Carod Rovira, y eso que Laporta dijo que en realidad el Mundial lo está ganando el Barça, mientras que La Razón titulaba meteorológicamente: “El tifón español arrolla al independentismo catalán”-, Rivas tranquiliza. Se puede apoyar a la selección española con la conciencia tranquila, aunque uno sea de izquierdas, nacionalista gallego o internacionalista céltico. Porque en el fondo, arguye Rivas, es una selección que nos redime de nuestra historia y desagravia a las víctimas de tantos siglos de destrozos contra la libertad, etcétera: “La que goza en la cancha es una España liberada de su losa: ‘Entusiasmo del odio, ojos del mal querer’ (Miguel Hernández). El contrapunto al ‘mal querer’ es la mirada de Del Bosque’”, continúa Rivas, entregado. Si hubiéramos sabido que íbamos a llegar a la final del Mundial, no habría hecho falta que se aprobase una Ley de Memoria Histórica.

La selección húngara de 1954 que perdió la final ante la Alemania de Rahn y los hermanos Walter formó así: Grosics; Busanky, Lantos; Lorant, Bozsik, Zakarias; Czibor, Hidegkuti, Kocsis, Puskas y Toth.

Otras interpretaciones nos aportan nuevas redenciones. Sebastián Fest escribía un artículo sobre los éxitos deportivos españoles, y lo titulaba, con modestos interrogantes, “¿El país perfecto?”. Arrancaba así:

España está a un paso de enviar la peor versión de su historia deportiva al baúl de la abuela, al rincón más polvoriento, oscuro y alejado que exista en la península.

Por eso el grito que inundó sus calles hasta bien entrada la madrugada; por eso el cántico de cientos de jóvenes borrachos de alcohol y de éxito en los húmedos bares de Durban: "¡Yo soy español, español, español...!".

Para que ese grito sea un rugido de éxtasis, España "solo" tiene que imponerse el domingo a Holanda en la final del Mundial de fútbol. Entonces será la envidia de medio mundo, algo muy parecido a "la nación deportiva perfecta". [Las cursivas son mías.]

Los políticos han usado el fútbol sin parar. Zapatero –ministro de deportes- dijo que el diferencial con Alemania se reduciría el pasado miércoles, y luego en el Parlamento Europeo le reprocharon que su presidencia fuera como el juego de Fernando Torres: prometedor al principio, pero luego decepcionante. En la reunión del G-20, los líderes se dedicaban a ver el fútbol. Al margen de ser una forma desconcertante de incentivar la productividad, la sensación que daban los medios cuando mostraban a Obama, Cameron o Merkel pendientes de la televisión, después de que durante días nos anunciaran esas reuniones y las protestas y la supuesta tasa a los bancos, es que todo era una gran chorrada. En todo caso, menos importante que un partido de la fase previa. En parte, creo que se debe a la necesidad de humanización e identificación de los políticos. Es una tendencia que retrató bastante bien la película The Queen, de Stephen Frears, donde la reina de Inglaterra se quedaba algo perpleja ante las demandas del pueblo, que le exigían que diera más pompa a los ceremoniales tras la muerte de la princesa Diana y Tony Blair le explicaba que para salvar la monarquía debía complacer la histeria de la masa. En Inglaterra hemos vuelto a verlo en la campaña electoral. Gordon Brown habló con una votante laborista que hizo una pregunta racista sobre los europeos del este. Tras hablar con ella, Brown dijo que era "bigoted" (intolerante). Sus palabras se oyeron y tuvo que pedir perdón ante la presión de los medios. Pero en realidad era evidente que era una mujer intolerante. Y no sé si los políticos deben complacer todo el tiempo los impulsos más primarios, aunque los triunfos deportivos les beneficien y sirvan como cortina de humo.

Disfruto leyendo a algunos periodistas y viendo algunos partidos. En mi familia se habla mucho de fútbol, y creo que, con un poco de ayuda, hasta mi hermana de 11 años podría recitar la delantera de la selección de Hungría en 1954. Aunque en general, con el fútbol me pasa como con el sexo: verlo es entretenido, pero practicarlo me pone de mejor humor. No sé qué pasará mañana y, como diría Reth Butler, francamente, me importa un bledo. Supongo que si gana España, me alegraré por los amigos que se alegren, y lamentaré que los alrededores del partido –imágenes de los comentaristas celebrando los goles o periodistas describiendo el ambiente indescriptible, por ejemplo- sean la única noticia durante unos días. Tampoco entiendo por qué me tiene que gustar más un deportista español que otro de fuera. Me gusta Contador, pero no quería que ganase Fermín Cacho, que miraba todo el tiempo hacia atrás, asustado. Si es una cuestión de patriotismo, me parece un patriotismo mal dirigido, mucho más cercano al vocerío nacionalista e histérico que otra cosa. Preferiría que hubiera alguna universidad española entre las cien mejores del mundo, por ejemplo. Prefiero la legislación pionera sobre el matrimonio homosexual. Preferiría que no liderásemos, con mucha más ventaja que cualquier deporte, la tasa de paro total y juvenil en Europa.

 

Dicen que el deporte es una forma civilizada de sustitución de la guerra. Produce menos víctimas. Que un juego atraiga la atención de millones de personas es una impresionante construcción humana; quizá necesitamos mitos, y el mito de la épica deportiva es mil veces preferible a los que postulan la maldad o la inferioridad de otras razas, por ejemplo; pero la gracia también está en que el juego siga siendo solo un juego. Pese a que siempre haya estúpidos como los que insultaron a mi novia -que es neozelandesa- pensando que era alemana, supongo que el nacionalismo deportivo es una forma de nacionalismo relativamente inocua, y que el éxito puede contagiar cierto optimismo. He visto el mismo espectáculo de pitidos, banderas y gritos en otros países, y aunque a veces envidie la relación de otros ciudadanos con sus símbolos nacionales y sé que la alegría es mejor que la tristeza, no logro compartir el placer que provoca ver a mucha gente vestida con la misma ropa. Nunca me han gustado las fiestas obligatorias. El otro día, cuando hablábamos del asunto, un amigo recordó una frase de Brassens: “La musique qui marche au pas/ Cela ne me regarde pas”. Quizá sea más clara la versión de Paco Ibáñez: “la música militar/ nunca me supo levantar”.

11/07/2010 11:01 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL / 22

DIARIO DEL MUNDIAL // La historia de los mundiales siempre muestra extravagancias y protagonistas insólitos. Sudáfrica cuenta con un pulpo adivino, con una ‘streaper’ y con dos musas

 

El profeta del mar,

las musas del torneo

y un poco de amor

 

Todos los mundiales tienen historias secretas. Hace no demasiado tiempo se revelaba que las andanzas de Mané Garrincha entre las suecas habían dejado descendencia. En eso el formidable extremo, ‘el pájaro solitario’, no fue un caso excepcional: unos años antes un señor tan serio como el Premio Nobel de Literatura, William Faulkner, guionista de cine, jinete y granjero, vivió allí una pasión convulsa en Suecia de la que nunca pudo olvidarse. El Mundial de Sudáfrica tiene muchos elementos exóticos. Por tener tiene hasta un pulpo llamado Paul que es el oráculo del torneo: hemos llegado a tanto -o vamos camino de nada, como decía Labordeta- que hasta un sinfín de medios de comunicación han retransmitido su elección del mejillón español. El fútbol es un escenario de supersticiones, y este fenómeno es tan pintoresco como simpático. Necesitamos la profecía para seguir viviendo o compitiendo, y este pulpo, que no tendría precio para hacerlo en caldeirada o a la feria, cumple perfectamente ese papel: como los dioses antiguos, rara vez se equivoca. Un pulpo infalible en sus veredictos, y más en el fútbol, es como una invención profética de Julio Verne.

Este mundial ha tenido sus musas. La primera fue la guaraní Larissa Riquelme, esa mujer que atrajo la atención del mundo porque ocultó el móvil entre sus pechos y luego dijo que se desnudaría en función del éxito de la selección paraguaya: ya no se sabe con certeza si afirmó que lo haría si el equipo se clasificaba para semifinales o si ganaba el título. En cualquier caso lo ha hecho, ha logrado más de 300.000 seguidores en facebook y ha seducido a los cazatalentos de ‘Playboy’. Las otras musas, enfrentadas a su pesar, han sido dos Saras: Sara Carbonero, la periodista de Telecinco que entrevistó en directo a su novio, Iker Casillas, algo inseguro en los choques iniciales, como todo el equipo, por otra parte. Algunos  atribuían la inestabilidad del arquero a la joven que se paseaba por detrás de la red con un micrófono en la mano. Y Sarah Brandner, la novia de Bastian Schaweinsteiger, el pulmón bávaro. Una morena y una rubia. Al final, ganó la morena: Sara Carbonero desencadenó casi un debate nacional, cuando las cosas iban un poco regular, ocupó algunas páginas de primera plana en medio mundo, recibió denuestos, descalificaciones y elogios, y ahora se le ve más feliz que a un ocho: el capitán de la selección ha recuperado la forma y su condición de salvador, y la Roja está ante el gran momento de su historia. Ya casi nadie se acuerda de la bella modelo y presentadora muniquesa.

En otro orden de extravagancias, hasta parece que ha habido una especie de tácita aceptación de ese caprichoso y aleve balón, el ‘jabulani’, que en zulú quiere decir celebración. El fútbol, cuando se suceden las victorias, es una celebración incesante y un alivio contra la crisis, una cortina de humo, y un balón de oxígeno para Rodríguez Zapatero, que puede decir en público y en privado que los pupilos de Del Bosque siguen la poética preciosista del Barcelona, su equipo favorito, en el que, como en la selección, “Xavi es un reloj”, tal como ha dicho Van Nistelrooy.

El amor siempre ha estado presente en los mundiales. El amor y el desamor. En el Mundial de Alemania de 1974, el equipo anfitrión vivía en un auténtico polvorín, hasta el punto de que Helmut Schöen anunció que se archaba. Lo convencieron para que se quedara, aunque sería el capitán Franz Beckenbauer quien asumiría el mando (y asumir el mando significaba menospreciar al inolvidable Gunter Netzer, que apenas llegó a jugar) y quien vivió un apasionado romance con una periodista. El desamor llegó en el Mundial de España: el capitán Platini boicoteó al guapo y elegante Larios, que jugaría luego en el Atlético de Madrid, porque sospechaba que se entendía con su mujer.

 

 

Los holandeses -que eran como ‘los Beatles’ del fútbol: los modernos y la reencarnación de la Hungría de 1954- prepararon la final de 1974 en medio de una orgía con un poco de sexo y piscina, cigarrillos, ‘hierba’ y alcohol, y luego tuvieron que dar alguna que otra explicación a sus mujeres. Aquella ‘Naranja mecánica’ de Rinus Michels y los cuñados Johan Cruyff y Johan Neeskens era un equipo dinámico, de continuo intercambio de posiciones, que jugaba de memoria y aunaba la clase, la imaginación y la condición física. Si recordamos por un instante la Francia de 1982, formada en la medular con Tigana, Genghini, Platini y Giresse, y caracterizada por su magia inefable, la hermosa conducción de balón, la armonía de la puesta en escena… Si recordamos aquella Holanda de 1974 y aquella Francia de 1982, y las mezclamos, quizá podríamos encontrar el embrión de la actual España, que juega casi tan bien como las dos, con idéntica estrategia de seducción.  

 

 

En las fotos vemos a Mané Garrincha, Larissa Riquelme, el pulpo Paul, Michel Platini en su esplendos y al jugador Larios. En la red, se comenta mucho la historia de ambos e incluso hay libelos contra Platini.

11/07/2010 10:47 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL / 22

DIARIO DEL MUNDIAL // El elegante Joachin Löw califica a los jugadores de España como “los maestros del juego”. Holanda, más pragmática que brillante, urde una alianza con el destino.

 

 

España deberá

burlar al tapado

del destino

 

Joachim Löw ha explicado la clave de la derrota de Alemania: España juega el fútbol más bonito del mundo en este momento, basado en la circulación de balón, la serenidad y la combinación casi automática de sus medios. Inteligente y generoso con el rival, Löw dijo que los suyos no habían estado tan bien como en días anteriores, echó en falta el fútbol vertical y el regate de Thomas Müller, y subrayó que le habría gustado que España marcase en una de sus primorosas jugadas más que en ese remate de furia y convicción de Carles Puyol. Al gran nivel de todo el conjunto de Del Bosque, hay que añadirle un elemento desestabilizador: la clase del menudo Pedro Rodríguez, un futbolista tocado por la gracia que se mueve entre líneas, que desborda con las dos piernas y que siempre encontraba a Xavi. Lo buscaba y lo encontraba, se buscaban y se hallaban, y, ahí, entre los defensas y los dos medios centros, realizó una tarea increíble: presionó, no se arrugó y se lanzó al ataque con un descaro inusual de un debutante. Incluso su fallo se ha magnificado más por eso: su partido fue tan extraordinario que parecía impropia de él esa tentación de rizar el rizo para cerrar el marcador. Él fue la figura en medio de un equipo de figuras, de artistas del oficio del gol.

Xavi, el maestro del pase, el hombre que ve el fútbol mejor que nadie, acabó recibiendo el trofeo al más jugador de la inolvidable semifinal y se coloca, a la altura de Villa, de Sneijder y de Robben para ser el mejor futbolista del Mundial. Hay otro medio español que enamora partido tras partido: Sergio Busquets, el pilar de contención que ha hecho olvidar a Marcos Senna. El preparador lo ha piropeado más a que a nadie: es el bastión, el jugador táctico, el asistente de infinita calidad que lo hace todo bien. Rasea el balón, corta, reparte y se proyecta hacia arriba. Es un auténtico pulmón a la vieja usanza, un veterano de apenas 21 años, la primera referencia de Piqué y el lugarteniente de Xavi. El domingo se va a necesitar su inteligencia para parar la movilidad y la estampida de Sneijder.

El fútbol mundial le debe un título a Holanda y los holandeses, que no estuvieron brillantes ante los uruguayos, quieren cobrar la deuda que han dejado en el aire Cruyff y sus múltiples vástagos. Pero España no debe pensar en ello ni en las profecías del pulpo. Holanda ya anunció ante Uruguay cómo va a jugar: con reservas, armándose atrás, y encomendándose a sus tres figuras: Robben, Sneijder y Van Persie, sin desdeñar el trabajo de Kuyt, que está realizando un torneo asombroso en compromiso y en sacrificio. Creo que nadie le había visto correr tanto nunca. Le ganó la batalla a Maicon a base de músculo y arrojo.

Holanda no es un equipo seductor, pero es muy práctico y tiene pegada. Defiende con solvencia y busca el contragolpe: Arjen Robben, en esa misión, es un auténtico peligro. Es el maestro del gambeteo, el heredero de Rensenbrink y de Pat Keizer, un extremo a pie cambiado, una tradición muy holandesa, que siempre busca la profundidad. Acuchilla los espacios, se muestra egocéntrico en ocasiones hasta el paroxismo casi, pero a la vez desborda muy bien hacia la media luna, y ahí, dribling tras dribling, encuentra el plantío natural para disparar a gol. Es un extremo vibrante que no desfallece, salvó este año la vida a Louis Van Gaal en el Bayern Munich, y tiene gol: con la pierna o con la cabeza. El tercer tanto ante Uruguay define su peligrosidad: el extremo se alzó por los aires, marcó todos los tiempos de un ariete clásico y ajustó el balón allá donde Muslera no iba a poder llegar ni siquiera volando.

En un equipo así, trabajado línea a línea, Robben es el artista. El hombre que improvisa. El galgo incesante. Y por atrás, basculando hacia derecha e izquierda, llega Sneijder, un centrocampista de muchos recursos: dirige, avanza, posee gol y astucia, y tiene una extraña habilidad para colarse, diminuto y vivaz, entre los defensas más altos. Así sentenció a Brasil. Con un toque ajustado que sorteó un revoltijo de piernas, le dio alas a Holanda ante Uruguay. Además, como le sucede a Diego Forlán, tiene un pacto secreto con el ‘jabulani’: quizá nadie sepa impactar en ese balón imposible como él. Holanda es un equipo antes que una constelación de figuras. Peleón y pragmático, sabe esperar y atacar en el momento oportuno. Posee otros rasgos de mérito: es agresivo y rara vez se rinde.

España es superior. Sin duda. Exhibe el gran fútbol de una generación de oro. La exaltación del toque. Pero no debe llamarse a engaño: Holanda es el tapado del destino. Está ahí para saldar una deuda histórica. Villa tendrá que volver a marcar: la victoria española debe edificarse sobre el respeto más escrupuloso y “la maestría del juego”, como dice Löw.

10/07/2010 12:26 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

LECTURA DE 'LOS DOMADORES DEL BALÓN'

Hace unos días, en andalán.es. Salvador Romero –seudónimo del catedrático de Historia Contemporánea Carmelo Romero, cronista de fútbol y biógrafo del Numancia- publicaba estas notas sobre mi libro ‘Los domadores del balón. Un diario del Mundial de Fútbol de 2006’, publicado por Nacho Escuín en el sello Eclipsados. Le agradezco mucho a Carmelo Romero su mirada y su generosidad

 

DOMADORES DEL BALÓN:

ACRÓBATAS DE PALABRAS

 

Por Salvador ROMERO. Andalán.es

 

Habremos de convenir que, sin Homero, Troya sería mucha menos Troya o que el Cid, sin su Cantar de Gesta, “Campearía” bastante poco. La literatura, entre otras cosas, agranda mitos y construye leyendas.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que la literatura española referida a los espectáculos de masas prácticamente se limitó a los toros. La épica –y lo táurico la desparrama-  siempre ha sido fuente generosa para la lírica. Y así, mientras los toreros levitaban en coplas, cuartetas y redondillas, el fútbol malvivía en crónicas del partido, con referencias tan sólo a tiros “lamiendo el poste”, a “paradones antológicos” y a los goles, con su minuto y hasta segundo correspondiente. Nada más antiliterario, en verdad, que aquellos cronicones en serie de incidencias puntuales y cronómetro en mano.

Al fútbol le costó mucho menos conquistar masas que ganarse literatos. O dicho de otro modo, atrapó mucho antes la historia que la leyenda. Claro está que a quien se hace dueño de la realidad, tarde o temprano se le terminan colocando cimientos para el mito. Todo es cuestión de tiempo. En este caso el necesario para que ciertas elites terminaran reconociendo, en lo que consideraban los garbanzos de la masa, sus propios manjares cotidianos. Y es que si las caídas de caballo, a lo San Pablo, suelen ser actos individuales, las “salidas del armario” acostumbran a ser acciones colectivas. De ahí que la lista de reconocidos escritores que han dedicado una parte de su trabajo e inspiración al fútbol sea hoy ya larga. Entre ellos, y por lo que aquí hace, Antón Castro, quien acaba de publicar (Editorial Eclipsados, 2010) “Los domadores del balón. Un diario del mundial de fútbol de 2006”. Se trata de una sucesión de textos que, como indica en el prólogo, publicó en Heraldo de Aragón durante el anterior mundial, jugado en Alemania.

En las vísperas del enfrentamiento de “la Roja” contra Alemania –el fútbol, como la vida, siempre ofrece nuevas oportunidades- he disfrutado, y mucho, leyendo esos viejos textos y este nuevo libro de Antón Castro. Entre otras cosas, porque, como en mi caso, el fútbol forma parte de sus sueños no de la infancia, sino desde la infancia. Y los sueños son un buen paso para la literatura, para la buena literatura.

Por este libro de Antón desfilan cientos de nombres: de Bobby Charlton a Gerrard; de Beckenbauer y Uwe Seeler a Klose y Ballack; de Kopa a Platini y de éste a Zidane; de Eusebio, Colunna y Torres, a Futre, Figo y Cristiano Ronaldo; de Zagallo, Garrincha, Rivellino y Pelé a Sócrates, Zico, Romario y Ronaldo; de Cruyff y Van Basten a Robben y Sneijder; de Meazza, Mazola, Riva y Rivera a Fachetti, Maldini, Cannavaro y del Piero; de Ardiles a Kempes; de Maradona a Messi; de Zamora a Casillas; de Luis Suárez a Xavi; de Del Sol a Lapetra; de Gainza, Basora, Puchades y Campanal a Di Stéfano; de Zarra a Marcelino y de éste a Raúl y luego a Villa….. Cientos de nombres y alguna que otra decena de animales –colibrís, ardillas, chacarés, leones, gacelas, guepardos, arañas, tigres, galgos, gamos, perros de presa, panteras, cobras…-, pues nada más habitual en las metáforas futbolísticas, ni quizás mejor, que la variedad de actitudes, movimientos y estrategias que la gran república del mundo animal ofrece.

Centenares de nombres, decena larga de animales, múltiples episodios ensartados, con primor de buena costurera, como cuentas de collar… Pero, por encima de todo, este libro de Antón Castro no deja de ser una continuidad de aquel niño gallego al que un tal Manín, que iba para figura del Deportivo, le empezaba a llenar la cabeza de sueños. De sueños de domadores del balón, con esperanzas, sin duda, de llegar también a serlo.

A ciertas alturas de la vida no sólo sabemos lo que no hemos sido, sino también lo que no seremos y es entonces cuando, antes que renegar de los sueños eternos, intentamos recurrir a la acrobacia de las palabras para, al recordar historias, acrecentar leyendas. El fútbol sigue siendo de los domadores del balón; su leyenda, afortunadamente, está ya en manos de los acróbatas de las palabras.

Para quien guste del fútbol y de la buena literatura, “Los domadores del balón” le resultarán, tanto si esta tarde se gana como si se pierde con Alemania, un buen manjar.

10/07/2010 07:47 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL / 21

El mejor equipo, el mejor rival, el mejor partido

 

 

DIARIO DEL MUNDIAL  // Del Bosque tenía un arma secreta, Pedro Rodríguez, y su selección bordó el fútbol: culmina una utopía con un partido inolvidable.

VICENTE del Bosque, el hombre tranquilo, no creyó en la profecía del pulpo y decidió aplicar la inteligencia. Había hecho creer a todos que jugaría, de nuevo, Fernando Torres e hizo un cambio estratégico: dio entrada a Pedro Rodríguez, lo colocó entre líneas, y desplazó a Iniesta a su lugar natural en la izquierda. España salió así dispuesta a arrollar.

Alemania cedió terreno, colocó hasta ocho o nueve hombres por detrás del balón y se situó, con sus torres y sus poderosos medios Khedira y Schweinsteiger, a la espera. Como un equipo agazapado que presume que tendrá su momento. España impartió una lección inicial apabullante de dominio, de combinación y control: el balón seguía el dictado de las botas de Xavi. El ataque germánico moría en las botas de Busquets, inmenso una noche más, y el juego se esclarecía una y otra vez por las bandas. Como en él es habitual, Sergio Ramos mostró su poderío en defensa y en ataque. Y Pedrito era como la piedra angular, ese faro móvil que encuentra Xavi, el reposo para el toque de Xabi Alonso, el cómplice que busca Villa. Pedrito era como un imán con su insolencia juvenil: desconoce el pánico o el exceso de responsabilidad. Villa lo buscaba y lo encontraba, porque el canario exhibió tanto desparpajo que los mejores regates fueron los suyos.

El porcentaje de posesión no dejaba lugar a la duda: España era la reina del balón. Lo tenía; si lo cedía un segundo o dos, lo recuperaba de inmediato: tejía su juego más primoroso, y los alemanes -un equipo noble, honesto, que jamás renunció a nada- intentaban contener la precisión, la elegancia, esa caligrafía impecable del tuya-mía que apenas yerra. España jugaba como había soñado Del Bosque. España avasallaba como había temido Joachim Löw, un preparador muy inteligente y humilde que siempre tuvo clara su estrategia: el contragolpe, el envío del balón a Klose y los culebreos de Özil; el jovencísimo zurdo, en uno de sus despliegues con el jabulani cosido a la bota, casi fabrica un penalti.

No es que Alemania se transformase exactamente en un equipo defensivo o amarrón. Su táctica más constante es esa: contiene, cierra espacios, alza el muro, se adueña del balón y se encomienda al contraataque. Así fulminó a Inglaterra y a Argentina. El choque era intenso, nervioso, pero a la vez limpio, deportivo, de dos grandes bloques, cuyas estéticas se revelaban diferentes y acaso antagonistas. Alemania comprobaba que no poseía la calidad individual de los españoles, y estos empezaban a notar el poderío físico de los germanos. Eso sí, ante la paciente inventiva de sus adversarios, Schweinsteiger se encontraba sin argumentos, aunque no languidecía. Siempre halla oxígeno. Es puro corazón.

A España le salía casi todo salvo el gol: encendió el campo de volcanes. Llameaba la inspiración. Y Alemania se estremecía del susto. La segunda parte tuvo veinte minutos absolutamente maravillosos. España entraba por todas partes y lo hacía armoniosamente: con jugadas elaboradas como miniaturas de futbolín, con disparos lejanos, con avances desde las bandas. El equipo alemán parecía fundido, a punto de entregarse. Sin embargo, y de ahí deriva su grandeza y la majestuosidad del partido de anoche, los teutones consiguieron engancharse a la semifinal debido a tres factores: España no había marcado, y todo era posible en una semifinal de signo claramente épico, su carácter ganador y a su condición física.

Después de una exhibición deslumbrante, dio la sensación de que el conjunto de Del Bosque se había desfondado. Los indicios eran levemente alarmantes: Iniesta cedía balones fáciles, Pedrito había perdido frescura y profundidad, Xabi Alonso se había cansado de disparar y disparar sin suerte, Villa parecía exangüe.

En ese instante, cuando las sombras se cernían sobre el conjunto español y Del Bosque no se atrevía con los cambios, Xavi Hernández lanzó un córner desde la izquierda, y ahí, como un toro o como un tigre desmelenado, irrumpió Puyol en tierra de gigantes. Golazo. Si España había resistido los contragolpes, con un Casillas oportuno por arriba y por abajo, que había recobrado sus espléndidos reflejos, el equipo encontró nuevos valladares en Busquets, Piqué y Puyol, que defendieron con seriedad, firmeza y rabia. Pedrito pudo marcar el gol de la tranquilidad, pero quizá se arriesgase en exceso.

Aún así, mientras llegaban las oleadas germánicas, España fabricó nuevas ocasiones. Y con Silva de nuevo en el campo, rehabilitado al fin, listo y técnico, España culminó su sueño y un hito: accede a la final con su mejor juego, ante el mejor rival y en el mejor partido del campeonato hasta ahora. Del Bosque, el caballero inmutable del fútbol, había vuelto a triunfar.

 

*Esta es la nota que hice anoche tras la victoria de España: 1-0. La coloco ya aquí porque ya es una hora muy avanzada.

DIARIO DEL MUNDIAL / 20

DIARIO DEL MUNDIAL / España tendrá la oportunidad de su historia ante una selección alemana que combina el poderío y la belleza y que practica, como casi nadie, el contragolpe.

 

 

El contragolpe

o cómo batir

a Schweinsteiger

 

 

 En una de las primeras notas de este ‘Diario’ escribí que este iba a ser un Mundial de estrellas más que de equipos. Gran error, creo. La ciudad de Durban está asociada para mí a una figura esencial de la literatura: Fernando Pessoa. Vivió allí entre los siete y los diecisiete años con su madre y su padrastro, y era un joven perfectamente anglófilo que leía a los poetas ingleses, que soñaba con piratas y barcos, y no sé si el fútbol, tan inglés, había logrado seducirlo. Hay una preciosa foto de Pessoa, el gran poeta portugués que siempre quería ser otro, firmada por W. B. Sherwood en la que él aparece junto a un tronco, sobre el cual reposa su sombrero de fieltro. No sé si alguien se acordará hoy, en Durban, de Pessoa (durante algunos fue un escritor de culto: leído y glosado; inspiró una espléndida novela de Saramago): él es una misteriosa figura de las letras. Su paisano Cristiano Ronaldo ha pasado sin pena ni gloria, cabría decir casi lo mismo de Messi, y por ahora en el Mundial las figuras son un tanto menores: buenos, grandes jugadores, pero no absolutamente geniales como Pelé, Di Stéfano, Beckenbauer, Platini, Garrincha, Maradona o Cruyff. A ellos, que encarnan el fulgor y la poesía del fútbol, se les unen algunos candidatos inesperados: Sneijder y Robben, Villa y Casillas, Schweinsteiger, Müller y Özil.

Hoy en Durban se enfrentan los dos equipos con mayor clase. España es un conjunto que aboga por el toque, por la hermosura y por la elegancia: en las botas de sus jugadores el gol casi siempre nace del buen juego, de la fantasía, de una deslumbrante forma de asociarse y de dibujar un laberinto cuya salida a la realidad es la red. Alemania ha sido un equipo casi siempre compensado o fronterizo: intentaba administrar a su poderío natural, a esa dureza germánica tantas veces exaltada, un poco de preciosismo. Si en la Eurocopa, demasiado pendiente de Michael Ballack, no logró alcanzar la excelencia de la sutileza, aquí es otra cosa. Los alemanes golpean como nadie: vapulearon a Australia, a Inglaterra y a Argentina con un juego soberbio, diferente: físico, sin duda, pero de factura técnica, maravillosamente armado en el contragolpe. Alemania necesita golpear pronto. Con el marcador a favor se explaya a sus anchas porque lanza a sus jugadores por las bandas, y siempre tiene a Miroslav Klose muy pendiente de todo: el ariete aspira a lograr más goles que nadie en un Mundial, y parece que este será el último. Así, en el fondo, ha ganado los partidos importantes: ante Inglaterra tomó nuevos bríos cuando el árbitro negó el empate a Lampard, ante Argentina ganó de la misma forma: marcó primero, resistió las embestidas, soportó la amenaza del empate y se alargó al contragolpe. Punto y final.

Posee un equipo sólido que ha crecido y ha hecho muy bien la transición de un fútbol pesado, sin ángel, a un discurso sugestivo que destaca por su eficacia y por su firmeza. He insistido otras veces en sus figuras como el falso displicente Özil, pero quizá no he sido justo del todo con Bastian Schweinsteiger: estuvo maravilloso ante Inglaterra y le dio una lección a Maradona y a Mascherano de intensidad, de posicionamiento y de despliegue. Eso sí, cuando Alemania estaba sin luces y sin huecos, disparaba desde cualquier sitio. Como si no supiera hacer otra cosa. Es un pulmón, no es un cerebro aunque dirija y se complemente bien con Khedira.

Quizá Alemania esté un punto por encima de España. Por encima de la España que hemos visto, atosigada en la salida del balón, presionada en todo el campo, aherrojada por una intensidad física del rival, rayana a veces en la violencia. Alemania no será una perita en dulce, pero hasta se le ve un equipo más noble, nada dado a la gresca. Y ahí, España tendrá la oportunidad de su historia: combina la clase, la juventud casi insultante con la madurez, posee un estilo definido y, curiosamente, en los dos últimos partidos pareció encontrar aire en el último tramo de partido, algo que no le había sucedido ante Honduras ni Chile. España tiene momentos de brillantez, encuentra esa caligrafía tan personal que evoca el juego del Barcelona o de la España de 2008, y sabe buscar el contragolpe. Hasta en eso Alemania y España se parecen un poco. Tiene más gol Alemania, mucho más, pero este partido tiene el sabor de un choque inédito (a pesar de tanta historia que nos precede) y a la vez parece que va a ser el gran partido del campeonato. Toda una final anticipada. La final de los poetas. La final que habría soñado, visto lo visto, Fernando Pessoa, aquel niño que miraba los barcos y a los primeros futbolistas en Durban a principios del siglo XX.

 

*Este artículo apareció ayer en Heraldo, antes de la victoria de España por 1-0, con el testarazo de Puyol.

08/07/2010 22:12 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL / 19

DIARIO DEL MUNDIAL // Uruguay posee dos títulos del mundo, y llegó a semifinales hace ahora 40 años. Es un país de fútbol. Como Holanda: la escuela ‘naranja’, la de Cruyff, Gullit o Van Basten, desea acabar con su maleficio.

 

 

Los hijos de Cruyff

se enfrentan a un

país de milagros

 

La selección uruguaya está acostumbrada a los milagros. Milagroso y maravilloso fue el combinado que ‘campeonó’ en las Olimpiadas de 1924 y 1928 y que luego ganó el título del Mundial de 1930; milagrosa e inesperada fue la victoria en Maracaná en 1950 ante la selección brasileña a la que le valía un empate: Obdulio Varela empujó a los suyos, autoridades incluidas, hacia un triunfo épico que ha dado mucha literatura para Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Cristina Peri Rossi o Jorge Valdano, e incluso para Roberto Fontanarrosa, al que le enloquecían los defensas rocosos, aquellos mariscales del fútbol como José Nasazzi. En medio de tantos éxitos, una pequeña adversidad: Uruguay se enfrentó en semifinales en 1970 al Brasil de Pelé con la ausencia de su estrella Pedro Virgilio Rocha; desde entonces los uruguayos –aficionados a los motes y al mate- suelen decir que no lograron su tercer título porque no estaba él para acompañar a Luis Cubilla, Montero Castillo e Ildo Maneiro, entre otros.

Ahora, justo cuarenta años después, la selección de un país menudo, de poco más de tres millones de habitantes enfermos de fútbol y de héroes, ha vivido varios milagros en una única noche: la mano redentora de Luis Suárez, el ariete del Ajax; el fallo del penalti en el minuto 119 de Gyan, el jugador de Ghana, y el tanto antológico del ‘Loco’ Abreu, que convirtió la pena máxima a lo Panenka para dilatar su leyenda y situarse muy cerca, en goles ilustres, de Schiaffino y de Gigghia. Contra cualquier cábala, el conjunto del ‘Maestro’ Óscar Washington Tabárez está en semifinales para defender el honor del fútbol latinoamericano. A la Celeste la define la garra, la resistencia y un resorte oculto: saca fuerzas de flaqueza y sospecha que los dioses del juego siempre están con ellos. O al menos lo están a la hora de la verdad, como ya sucedió en la fase de clasificación.

Esta tarde, en Ciudad del Cabo, tendrán importantes bajas: su central y capitán Diego Lugano, a quien algunos por rango y mando ya comparan con Nasazzi y con Obdulio Varela, y Luis Suárez, que fue expulsado por detener con la mano el gol cantado de Ghana. No dejaría de ser otro regate del destino que Uruguay tumbase a Holanda y Suárez, trigoleador, igual que Forlán, pudiera plantarse en la final. Parece más que probable que sea Diego Forlán quien luzca el brazalete de capitán: en este equipo donde todos menos uno juegan lejos de casa, él es la referencia, la figura, el rematador. Uruguay es un elenco humilde y compacto, bien dirigido tácticamente, honesto, que ha solventado dos tandas de penaltis y que posee un instinto competitivo feroz. Uruguay respira fútbol por los cuatro costados: por tierra, mar, ríos y aire, y en las ruidosas habitaciones de la sangre. Es, como Holanda, un equipo simpático.

Dicen, con razón, que esta selección holandesa tiene un barniz español. Aquí han jugado los ayudantes y consejeros del míster Bert van Marwijk: Ruud Hesp, Philip Cocu y Frank de Boer. Aquí, durante cuatro años, Gio van Bronckhorst fue un estupendo lateral para el Barcelona de Rijkaard, y lo sigue siendo para los suyos; Van Bommel se proclamó campeón de la Champions con los azulgranas; y hasta otros cinco más han participado en la liga española: Heitinga (Atlético de Madrid), Robben, Sneijder, Huntelaar, defenestrados del Real Madrid (el error, sobre todo con los dos primeros, raya en lo calamitoso) y Van der Vaart, que sigue en el Madrid y ha perdido el sitio en Holanda con el retorno de Robben y con su falta de inspiración. Los hombres más determinantes son Sneijder, recuperado por Mourinho en el Inter, y Robben, que salvó la cabeza de Louis van Gaal en el Bayern y lo llevó a conseguir el título de la Bundesliga y a jugar la final de la Champions.

Holanda es un equipo sólido, no se ha atrevido con el 3-4-3 del Ajax de los últimos años, pero ha dado sensación de bloque en todas sus líneas. No tiene a Casillas en el marco, tiene a Sketelenburg; posee una defensa correcta con Van der Wiel, Ooijer o Mathijsen y Gio; en el centro, dos trabajadores como De Jong y Van Bommel le dan alas a Sneijder, y tienen de recambio a Elia y Van der Vaart; y arriba culebrean tres formidables jugadores: Van Persie, que posee una zurda maravillosa y una estupenda planta de futbolista, Robben, vertiginoso y genial, y Kuyt, que trabajó ante Brasil hasta la extenuación y aún tuvo arrestos para sentar al indomable Maicon. Si Uruguay está abonada al milagro; Holanda, hecha la salvedad del inolvidable equipo de 1988 (con Rijkaard, Gullit, Van Basten, Vanenburg y Koeman…), parece signada por el infortunio. Pese a ello, el fútbol es mejor porque ha existido Holanda. Y algún día querrá cobrarse la deuda.

 

*Este artículo apareció ayer en Heraldo de Aragón, antes de que se jugase el partido. Holanda ganó por 3-2; marcó primero Gio del más espectacular tiro lejano del campeonato, empató Forlán, y se adelantaron luego Sneijder y Robben. Finalmente, Uruguay logró reducir distancias y aún puso el alma en un puño a los holandeses que alcanzan así su tercera final. Esta Holanda es muy inferior a la de 1974 y 1978, que alcanzaron la final, y a la que ganó la Eurocopa de 1988. El partido de ayer no fue nada extraordinario, pero Holanda se planta en la final dispuesta a cobrar su vieja deuda. En las fotos Diego Forlán, el Loco Abreu y Robben, que disputará el título de mejor jugador del torneo a Sneijder y probablemente a Villa.

DIARIO DEL MUNDIAL / 18

DIARIO DEL MUNDIAL // España jugará la semifinal ante el equipo más imaginativo del torneo, el que más se le parece. Por una vez, parece que el elenco de Del Bosque se deshará del pressing catch al que la han sometido.

 

 

La semifinal de dos equipos casi clónicos

 

Viendo el formidable partido de Rafael Nadal ante Berdych en la final de Wimbledon, pensaba en los últimos campeones alemanes del torneo: un jovencísimo Boris Becker, que se alzó con el primero de sus tres títulos en 1985, hace ahora 25 años, y que luego jugaría cuatro finales más, una de ellas ante su compatriota Michael Stich, que le ganó en tres sets y contra pronóstico en 1991. Boris Becker siempre fue un seguidor de la selección alemana, hasta que los vientos de la polémica y los amores prohibidos le dejaron en un limbo de popularidad y olvido. Rafael Nadal es un gran seguidor de la selección española; su gran año, 2008, en el que fue campeón de Roland Garros, de Wimbledon y olímpico, coincide con el gran año de ‘La Roja’, que se proclamó campeona de Europa cuando se iniciaba la Expo Internacional de Zaragoza. Si sus éxitos tienen un paralelismo con los del fútbol podría ser que 2010 vuelva a ser un año mágico para ‘La Roja’, que acaba de dar un paso de gigante en sus aspiraciones.

Quizá el mejor partido de España, en el fondo, fuera el primero, ante Suiza, donde pecó de manierista y de perfeccionista. O quizá contra Portugal, en el que derrotó al equipo vecino con claridad, aunque fuera por la mínima, merced al oportunismo y a la inteligencia de Villa. España ha sido estudiada y observada por todos, ha sido analizada centímetro a centímetro en la pizarra, en el vídeo y en la moviola, y sobre el terreno. A veces, algunos equipos más que una disposición de juego, más que una táctica propia, tenían una estrategia para jugar contra España: desarrollaron un método de estrangulamiento, de estrechamiento de vías, casi de pressing catch.

Ahora espera Alemania, que quizá haya realizado el mejor fútbol del Mundial, junto a distintos momentos de magia y armonía de España. Joachim Low ni ha presumido de nada, ni siquiera se empecina en besar a los suyos: ha encontrado un equipo de partida y apenas lo ha cambiado, salvo la entrada del gigantón Boateng en la parte izquierda de la zaga. Sabía lo que quería, y en el fondo le ha favorecido la ausencia de Michael Ballack, un jugador arrogante, que iba a ser la gran estrella alemana y se ha quedado en una eterna promesa. Ha armado un equipo con un buen patrón de fútbol: atrás manda Neuer; Lahm, Mertesacker, Friedrich y Boateng componen la parte defensiva, que ha sido sólida por el centro y que ha contado con el despliegue, la alegría y el avance de Lahm, el menudo capitán que puede desbancar a Maicon en el equipo ideal. En la media juegan con dos pivotes complementarios: Schweinsteiger, un todo terreno que se ha centrado y que ofrece trabajo, pase, desborde en ocasiones aunque a menudo acusa falta de inventiva y pobreza de imaginación, y Khedira, que corre en doble dirección, especialmente hacia el área. La tercera línea está formada por Thomas Müller, un jugador rutilante y poco ortodoxo, capaz de burlar al más pintado y de abrir huecos en cualquier sitio, Ozil, que tiene algo de reencarnación de Tommy Hässler o de Hansi Müller, y Podolski, tan decisivo como impaciente. Y arriba, pelea, recibe, remata e incordia Miroslav Klose, que juega sus mejores partidos en los mundiales. Alemania no contará con Müller, y quizá lo sustituya Trochowski, que ya es el jugador número doce. El sistema de Alemania es muy claro: 1-4-2-3-1, frente al habitual 1-4-3-3 de España.

Alemania y España son los equipos que más se parecen. Son los más imaginativos: equipos de ataque, con maniobras secretas y jugadores que disfrutan con el balón. Esta Alemania no tiene nada que ver con las todopoderosas Alemanias de antaño: no tiene semejanza alguna con la de 1954, de Rahn y los hermanos Walter; no se parece a las de 1966, 1970 o 1974 lideradas por el mejor jugador alemán de la historia, Franz Beckenbauer; tampoco se parece a la Alemania de 1982, en la que convivían la fuerza del atleta Brieghel, la dirección metódica del ‘abisinio’ Breitner y el remate de Rummenigge; no evoca al equipo de los 90, donde mandaban Klinsmann, Matthaus y Brehme, ni tiene nada que ver con la del ‘panzer’ Ballack. Es una Alemania distinta: con poderío, sí, correosa y a la vez dubitativa, pero sobretodo divertida, vibrante, ambiciosa, dispuesta a dibujar jugadas al primer toque y al contragolpe sobretodo. Si tiene que humillar a Inglaterra o Argentina lo hace y se queda ancha y pancha.

Ante España todo será distinto. Hablan un fútbol semejante. Quizá Alemania, a quien no conté entre las favoritas, salga con algo de ventaja; pero lo más probable es que, como sucedió ante Rusia en la Eurocopa, este sea el mejor y quizá el partido más fácil de los pupilos de del Bosque.

DIARIO DEL MUNDIAL / 17

EN LOS mundiales no hay pronóstico que valga. Siempre aparece una selección dispuesta a provocar un incendio o a despertar un volcán. El viernes Brasil mostró sus carencias y quedó a merced de Holanda: una selección más ordenada que brillante que es capaz de administrar latigazos concretos, de Robben y Sneijder, y de marcar los goles que necesita. Y ayer, Argentina sucumbió de manera humillante ante Alemania. Ni Brasil ni Argentina sabían lo que era enfrentarse a selecciones compactas, ni en qué consistía un adversario serio y sin complejos; en cuanto lo hicieron, saltaron por los aires, y acabaron por dar la razón a sus detractores. Argentina, mucho más que Brasil, era puro espejismo. Tampoco es cuestión de ponerse ahora ventajistas: a priori, tanta la Canarinha como la Albiceleste habían dejado muchas dudas y, a la vez, habían demostrado poseer una incuestionable eficacia goleadora. A pesar de sus lagunas, parecían las máximas favoritas.

El gol y el fútbol directo

 

Cuando Brasil y Argentina tuvieron un equipo sólido enfrente, cedieron. Brasil por la mínima, pero pudo haber recibido cuatro o cinco tantos, sobre todo en los últimos minutos. Y Argentina vivió del fútbol directo, del arreón y de su pundonor, que se mezcla casi siempre con las marrullerías; Alemania se mostró como lo que es: un equipo ordenado en todas sus líneas, con hambre de victoria, un estilo airoso y con jugadores espléndidos como Ozil y Müller.

El equipo de Joachim Low, un preparador sensato y nada histriónico, tuvo un bache importante de más de diez minutos: igual que le sucedió con Inglaterra, pareció confiarse al contragolpe y se emborrachó de intrascendencia. Maradona se va a casa entre otras cosas porque no ha sabido aprovechar lo que tenía -ni Bolatti ni Pastore han jugado y el equipo necesitaba un creador como el aire, que pudo haber sido Banega o Cambiasso-, porque no ha tenido sentido táctico y porque solo ha sabido maniobrar con el resultado a favor; en cuanto se enfrentó a la primera adversidad, se vio su falta de luces, de recursos y de inteligencia. Messi ha estado todo el tiempo veinte metros más atrás de su espacio natural y el mejor jugador del mundo, igual que le ha sucedido a Cristiano Ronaldo, es posible que ni esté en el equipo ideal. Este torneo encarna el fracaso de Dunga y de Brasil, de Maradona (que tendrá que practicar la autofelación sin periodistas), de Argentina y de Messi, que volverá a ser cuestionado y que apechugará con otro 'marrón': no marcó ni un solo tanto en cinco partidos.

España: dolor y emoción

España salió al campo sabiendo todo eso, y se encontró de inmediato con un hueso. Fue un partido clónico de los que jugó ante Suiza, Honduras y Chile, sobre todo. Paraguay se posicionó espléndidamente y se puso a correr con criterio. Achicó el juego de los de Del Bosque. 'Los jugones' querían asociarse, buscaban la triangulación, pero no había manera. Torres volvió a pasar inadvertido, Iniesta no iba a aparecer hasta que pasase a la izquierda, que es su lugar natural, y la calidad de Xavi, Xabi Alonso y Busquets se enmarañaba entre las botas y el severo marcaje paraguayo. Había como un aire incómodo en el ambiente, un presagio, el amago antiguo de la fatalidad.

En la segunda parte, el penalti clamoroso de Piqué dio lugar a una espléndida parada de Iker, que ayer volvió a ser san Iker. El fútbol es apasionante e imprevisible como las tormentas de verano: unos segundos después España dispuso de otro penalti. Tras la repetición, Xabi falló. Había que volver a empezar.

Villa y Casillas: los salvadores

España dominaba, profundizaba, con Cesc y Pedrito, y al final, el salvador Villa, el 'dinamitero de Asturias', marcaba su gol. Su quinto gol que le hace pichichi. Iker recuperó su mejor pulso y se estiró en dos ocasiones: fueron dos paradas milagrosas y definitivas que cerraban un partido emocionante, intenso, jugado con más seriedad que calidad, de poder a poder, uno de esos partidos que reafirma la grandeza del campeonato del mundo Del Bosque volvió a desconcertar: Llorente, el triunfador ante Portugal, pasó de ser candidato claro a titular, con Villa, a no disponer de un minuto.

Si España sigue avanzando, si es capaz de tumbar a Alemania en semifinales, podría suceder que David Villa se convirtiese en el mejor jugador del Mundial de Sudáfrica. En cualquier caso, este equipo ya ha llegado más lejos que cualquier selección española de su historia (en Brasil 1950 se jugó una liguilla) y ha llegado más lejos que dos de las favoritas de casi todos: Brasil y Argentina.

 

*En las fotos Kuyt y Sneijder, abajo con el 25 Thomas Müller, y al final David Villa.

DIARIO DEL MUNDIAL 2010 / 7

[Los mundiales de fútbol siempre han contado con capitanes heroicos, capaces de estimular a sus compañeros y de sobreponerse a las adversidades: Nasazzi, Obdulio Varela, Fritz Walter, Puskas, Moore o Beckenbauer. Sudáfrica, por ahora, está huérfana de líderes así]

 

José Nasazzi de Uruguay y 'Nolo' Ferreira de Argentina, 1930.

 

De Nasazzi a Casillas:

capitanes y reyes

 

 “Ser capitán es un oficio distinto, un trabajo extra” sostiene Luis Villarejo, autor del libro ‘Capitanes’ (LID Ed.). Si vemos ahora el Mundial echamos en falta a esos capitanes que eran una referencia, que tomaban el mando en el campo y en el vestuario, y se echaban el equipo a la espalda ante cualquier adversidad. Uno de los grandes capitanes de todos los tiempos fue José Nasazzi Yarza, el central uruguayo que se proclamó campeón del mundo en 1930, y campeón olímpico en 1924 y 1928. Lo llamaban ‘el Mariscal’: era un portento físico, comparable al brasileño Domingos da Guia. Había trabajado de marmolista y más tarde en los casinos de Montevideo. Viril y caballeroso, nunca destacó por su técnica, pero sí por su colocación, por su energía y por su ascendencia sobre sus compañeros.

El 'Negro' Obdulio Varela.

El francés Alex Villaplane fue el primer capitán de un Mundial. Fue ejecutado por la resistencia francesa bajo los cargos de “asesinato, alta traición y connivencia con los nazis (en 1943, después de obtener la nacionalidad alemana, había sido nombrado teniente de las SS)”, tal como recuerda el cinéfilo y gran apasionado del fútbol Juan Tejero en su libro ‘Grandes momentos de los Mundiales de Fútbol, 1930-1974’ (T&B). Sin embargo, el gran modelo de líder fue Obdulio Varela, ‘el negro’ Varela, el caudillo de Uruguay que asestó el ‘maracanazo’ de 1950. Un directivo uruguayo bajó al vestuario y les dijo a sus jugadores que tuvieran la dignidad de perder por menos seis de goles. “Por cuatro estaría bien”, dijo.

Según una leyenda popular, Varela se dirigió a los compañeros y les mostró los periódicos deportivos brasileños que habían escrito en la portada, “Brasil, campeón”, y orinó sobre ellos. Y ya en el túnel, cuando empezaban a atisbarse los casi 200.000 espectadores de Maracaná, dijo: “No piensen en toda esa gente, no miren para arriba. El partido se juega abajo y si ganamos no va a pasar nada. Nunca pasó nada. ¡Los de afuera son de palo!”. En el descanso, gritó: “No nos pueden ganar. Son japoneses”. Cuando marcó Friaça, Varela enfrió el partido: reclamó un fuera de juego, solicitó traductor y volvió a arengar a los suyos. Schiaffino y Gigghia –aquel que diría luego: “Solo tres personas han podido enmudecer al Maracaná: Frank Sinatra, el Papa y yo”- le dieron la vuelta al choque, y Uruguay obtuvo su segundo título.

Por la noche, Obdulio Varela se mezcló con los derrotados. “La tristeza de la gente fue tal que terminé sentado en un bar bebiendo con ellos. Cuando me reconocieron, pensé que me iban a matar. Por suerte fue todo lo contrario, me felicitaron y nos quedamos bebiendo juntos”, confesó. En su país le regalaron un Ford, que le robaron en menos de una semana.

Los húngaros de 1954 tenían un capitán inolvidable: Ferenc Puskas, el jugador que dos años después, tras la invasión de su país, se vendría al Real Madrid y dejaría a su amigo de la infancia, el formidable medio centro Josef Boszik, para siempre. En la gran final con Alemania, Puskas jugó lesionado y su carisma y la clase de sus compañeros sucumbieron ante el empuje, el entusiasmo y el talento de Fritz Walter. Tenía 34 años y era el imprescindible director de orquesta teutón, empeño que también asumía en los ‘diablos rojos’ del Kaiserlautern.

La selección inglesa de 1966 tenía por capitán a Bobby Moore, el líbero del West Ham, uno de los defensas más elegantes de su tiempo. Beckenbuaer, el gran capitán de Alemania 1974 (reemplazaba a Uwe Seeler, que lo había sido en 1970), se fijó en él para convertirse en el jugador más fino y en el más decisivo desde la retaguardia. Moore poseía una técnica excelente, sosiego y sentido de la anticipación. En 1970 a Moore lo acusaron en Colombia de robar un brazalete de diamantes y esmeraldas cuando entró a una joyería, con Bobby Charlton, para comprarle un regalo a su mujer. Lo retuvieron cuatro días en la ciudad y cuando llegó a la concentración en México, el entrenador Sir Alf Ramsey lo recibió con esta frase: “¿Cómo estás, hijo mío?”. El día que Inglaterra cayó, en Guadalajara, ante Brasil en un partido memorable, por 1-0, Pelé buscó a Moore para intercambiar su camiseta con él. Reconocía así a un gran rival y a un defensa inmejorable.

Kazimierz Deyna, capitán de Polonia 1974.

Grandes capitanes también lo fueron Cruyff, Pasarella, Maradona, Deyna o Facchetti. En Sudáfrica no es fácil encontrar liderazgos tan determinantes: en Alemania manda Lahm; en Francia, Evra; en España, el tímido y buen tipo Casillas… Quizá el que más llame la atención sea Fabio Cannavaro, un gladiador ‘azzurro’ de casi 37 años.

 

¿POR DÓNDE VENDRÁ LA PELOTA?

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Soledad, leyenda y fatalidad de los porteros de fútbol

 

 

Vladimir Nabokov fue muchas cosas en la vida: espléndido escritor, profesor de boxeo, cazador de mariposas y portero de fútbol en Cambridge. En ‘Habla, memoria’ recordaba: “Me apasionaba jugar de portero (…) Distante, solitario, impasible, el portero famoso es perseguido por las calles por los niños en éxtasis (…) Es el águila solitaria, el hombre misterioso, el último defensor”. Albert Camus, que también fue arquero en Argelia y en Francia, resumió: “Aprendí que la pelota no viene nunca por donde se la espera. Eso me ha servido en la vida”.

Quizá ninguna demarcación sea tan especial en el fútbol; Peter Handke encontró un título inolvidable que compendia el enigma del oficio de parar: ‘El miedo del portero ante el penalti’ (1970). Es la historia del mecánico Josef Bloch, un guardameta austriaco que una tarde pierde los papeles, se desconcentra y es expulsado; a partir de ese momento inicia una extraña peregrinación que lo lleva a caminar, a encontrarse con mujeres, a amar y matar a una taquillera de cine. Esa narración de aroma existencialista y de un antihéroe contemporáneo, hermano de Kafka y de Camus y primo del Bartleby de Melville, fue trasladada al cine por Wim Wenders en 1971.

Manuel Hidalgo escribió un cuento ‘El portero’ que narra la historia de un hombre que se gana la vida parando penaltis a quien acepte el desafío de tirárselos. Gonzalo Suárez llevó a la gran pantalla en 2000 esa narración limpia y precisa que transcurría en el contexto de la Guerra Civil y en la playa; él, que había firmado maravillosas crónicas deportivas con el seudónimo de Martín Girard, sabía mucho de porteros porque había redactado informes de equipos rivales para su padrastro Helenio Herrera, entrenador del Barcelona y del Inter.

Los porteros suelen vivir entre la gloria y el abismo. Estos días, más allá de la inesperada derrota de España, se habla mucho de fallos calamitosos de Green (se dice, en un arrebato sentimental del forofo, que su pifia podría derivar de la ruptura con su novia, poco antes del choque), de Chaouchi y de Justo Villar; se habla de excentricidades y rarezas:  el bronco Chilavert llegó a marcar 62 goles de faltas y penaltis a lo largo de su carrera; de extremadas longevidades, como en el caso de ‘la Tota’ Carbajal, el mexicano de los cinco mundiales, de Dino Zoff, titular y campeón del mundo a los 40 en España-1982, el sempiterno Gatti, o de Peter Shilton, que cumplió 41 años en Italia-1990 y fue doblemente burlado por Maradona.

Una de las historias más literarias y dramáticas que existen es la del cancerbero Moacyr Barbosa, de la selección brasileña que perdió la final de 1950 en Maracaná ante Uruguay. Pocos días antes de morir, medio siglo después de la derrota, una mujer que lo vio pasar, le dijo a su hijo: “Ahí va el hombre que hizo llorar a todo un pueblo”. Otra forma de soledad: la del hombre repudiado por la multitud y la leyenda del tiempo.

 

*Este artículo apareció el pasado viernes en ‘La Vanguardia’, por gentileza de Miguel Molina, que fue portero de fútbol. En las fotos, vemos a Albert Camus (la foto es de Loomis Dean), Moacyr Barbosa, Carmelo Gómez en 'El portero' de Gonzalo Suárez y a 'La Tota' Carbajal.

 

DIARIO DEL MUNDIAL 2010 / 6

[A Francia no le ha servido de nada la mano de Henry ni la tozudez de Domenech. Salvo un milagro laico de último hora, los franceses regresarán a casa humillados y ofendidos]

 

El enemigo en casa o el arte del caos

 

Todo el mundo estaba contra Domenech: jugadores, aficionados, directivos, pero debía de haber alguien con mucho poder que confiaba ciegamente en él. A Domenech, y sobre todo a Francia, solo puede salvarlos un milagro. Los franceses, que siempre han sido grandes competidores, accedieron al Mundial por la puerta falsa: con un vergonzoso gol con la mano de Thierry Henry, el jugador que se vino abajo casi en un suspiro, a pesar de los esfuerzos de Pep Guardiola para darle ánimos y devolverle la confianza y la ambición. Además, por si faltara algo, pocos días antes del inicio del campeonato se reveló la doble vida del polémico Frank Ribéry y su peligrosa pasión por las prostitutas jóvenes. Metido también en ese embrollo, Domenech descartó para Sudáfrica a Benzema, que le habría venido de perlas, y a uno de los jugadores del año en Inglaterra: Nasri, el interior del Arsenal, llamado a ser el sustituto de Pires y, por qué no, de Zidane.

Es cierto, que Francia tampoco enamoró en el Mundial-2006 y llegó a la final, y que estuvo en un tris de ganarla. En una mirada rápida a la tradición, los franceses han tenido grandes selecciones: en 1958, con la revelación del goleador Just Fontaine, que logró trece dianas y aupó a su equipo a la tercera plaza; deslumbraron en España-1982, donde realizaron un juego excepcional, armado por cuatro centrocampistas irrepetibles: Genghini, Giresse, Tigana y Platini; y desde entonces, Francia, con algún que otro bache, siempre se ha ido enganchando a buenos futbolistas, llámense Papin, Deschamps, Zidane, Henry, Pires, Desailly o, ahora, Ribéry. En un lapso de ocho años, Francia fue campeona del mundo (1998), campeona de Europa (2000) y subcampeona mundial (2006).

Pero a Sudáfrica llegó desconcertada, sin sistema, sin bloque, sin un líder en el campo (no lo podía ser Evra, no lo ha sido Ribéry), con un entrenador hosco y tosco que no sabía si debía jugar Malouda, que hizo una gran temporada, Gouvou, Gourcuff, Anelka. Francia, en los dos partidos que le hemos visto, ha sido una escuadra desparramada, sin ideas, con los jugadores faltos de forma o fuera de sitio, a pesar del abrumador prestigio de los nombres. En ese conjunto todo parece estar dirigido por el enemigo, por un caprichoso seleccionador que no sabe qué quiere, qué tiene y cómo organizar su propio caos. Cuando se pierde no hay entrenador bueno, pero hay algunos que ni perder saben.

 

*En las fotos, Thierry Henry, Zinedine Zidane y Malouda.

LOS CAPITANES DE PEPE MELERO

 

Recibo hoy esta nota de Pepe Melero, a propósito del artículo sobre ‘Capitanes’ que escribo en ‘Heraldo’:

 

Bobby Moore jugó contra el Zaragoza en un partido europeo con el West Ham. Y yo estaba en la Romareda viéndolo. También jugó aquí otro al que citas, Uwe Seeler, con 36 años o así, cuando era capitán del Hamburgo, creo recordar, en el primer o segundo trofeo Ciudad de Zaragoza, cuando era cuadrangular. De él sí me acuerdo bien. Nuestro gran capitán se llamó José Luis Violeta y ya no ha habido otro igual.

 

 

*Bobby Moore y Pelé se intercambian las camisetas en el Mundial de México, 1970, había ganado Brasil por 1-0; abajo, Moore con la camiseta del West Ham; luego Uwe Seeler, capitán de Alemania de 1970, y el ídolo y amigo de Pepe Melero, José Luis Violeta Lajusticia: el ’León de Torrero’.

20/06/2010 11:30 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL / 5

 

Crónica póstuma

de Diego Lucero:

Lionel y los otros

 

Argentina siempre ha tenido apasionados y sabios periodistas deportivos. Uno de los más grandes fue Luis Alfredo Sciutto (1901-1995), que alcanzó fama con su seudónimo de ‘Diego Lucero’. Asistió a todos los campeonatos del mundo desde 1930 en Uruguay hasta el de 1994 en Estados Unidos, cuando contaba 93 años. Allí asistió a la exclusión de Diego Armando Maradona tras su dopaje, después de verle marcar por partida doble ante Nigeria. Diego Lucero jugó en Nacional de Montevideo y llegó a ser internacional con Uruguay. Vino a España durante la Guerra Civil y fue corresponsal. Fue detenido en la Casa de Campo de Madrid, lo recluyeron en la cárcel de Manises y estuvo a punto de ser ejecutado. Gracias a la mediación de la embajada de Estados Unidos, fue repatriado a su país. Diego Lucero había hecho una promesa: algún día iría a pie desde Valencia a la Basílica del Pilar, en Zaragoza. La cumplió en cuanto pudo, aunque eso no consta en una autobiografía de muy pocas líneas que redactó para alumnos de periodismo.

Hubo una época en que todos los periodistas argentinos querían “ser como Diego Lucero, ‘el señor Mundial’, el amigo de los futbolistas, el columnista de ‘Clarín’ y de la famosa sección ‘Minuto 91”. Diego Lucero, como Horacio Pagani, como Roberto Fontanarrosa, fue un acérrimo seguidor de su selección y contó sus grandes momentos.

¿Qué hubiera escrito hoy tras la goleada a Corea? No es fácil, pero Argentina siempre ha tenido una estructura semejante: suele organizarse en torno a una gran figura y a un lugarteniente de calidad; el resto por lo regular, son jugadores secundarios de calidad dispar. En 1966, Argentina estaba liderada por Antonio Ubaldo Rattin, que golpeó con premeditación y alevosía a Hunt y Charlton, escupió, desafiante, y se negó a retroceder para el saque de una falta; discutió con el árbitro y al final fue expulsado. El partido se paró durante diez minutos y Rattin salió escoltado por la policía. Aquel día, después de que Hurst marcase el único gol del choque, Óscar ‘Pinino’ Mas, episódico jugador del Real Madrid, le dio una torta a un recogepelotas. Sir Alf Ramsey, preparador del futuro campeón, diría luego: “Inglaterra sale a jugar al fútbol y no a actuar como animales”. Pensaba en ‘la Rata’ Rattin y puso en pie de guerra a la prensa argentina que criticó ferozmente “el vergonzoso insulto inglés”.

En 1974, el combinado albiceleste empezaba en Carnevali y concluía en el goleador Yazalde. Tenía buenos jugadores como Bargas, Babington, Brindisi Ayala o ‘Cacho’ Heredia, debutaron Kempes y el ‘Loco’ Houseman, pero sucumbieron con claridad ante Holanda y ante Brasil. Cuatro años después, en uno de los Mundiales más borrascosos de la historia, Argentino logró su sueño: “campeonó” con un equipo que todos se sabían de memoria: Fillol; Olguín, Galván, Pasarella, Tarantini; Gallego, Ardiles, Kempes; Bertoni, Luque y Ortiz. Había una gran estrella, uno de los jugadores más elegantes de todos los tiempos, el ‘matador’ Kempes, y dos lugartenientes de lujo: el ‘mariscal’ Pasarella en la retaguardia y Ardiles en la media, un centrocampista menudo e imaginativo, que poseía un intenso sentido de la dirección. Kempes era un zurdo imprevisible, dotado de una técnica extraordinaria. Cabría ver una línea de continuidad en las maravillosas zurdas de Kempes, Maradona y ahora Messi.

Maradona fue el líder absoluto de los equipos de 1986, 1990 y 1994. Entonces, el conjunto era “Maradona y diez más”. La selección que venció a Alemania en México 1986 estaba llena de jugadores medianos u olvidables: Cuciuffo, Olartiocoechea, Pumpido, Giusti, Enrique, Batista, Brown. La clase, más allá de Maradona, la ponían Burruchaga, y un voluntarioso Valdano, que se definía a sí mismo como “un jugador complementario”. Desde la despedida de Maradona, Argentina no había sabido ahormar un conjunto: Pekerman, con Riquelme y con un joven Messi, no pudo hacer nada en Alemania-2006.

Ahora, Argentina ha sido el primer equipo en clasificarse. O casi. Siguiendo la tradición, ha vuelto a reunirse en torno a una estrella, Lionel Messi, que hace de todo: defiende como el que más, recupera balones, busca apoyos, sirve al primer toque, improvisa, y es capaz de generar internadas a cada instante. Tiene alma de músico de jazz y de director de orquesta; atrás tiene a su lugarteniente Mascherano y delante a un insaciable goleador con arranque de caballo percherón: Gonzalo Higuaín. Cuando Messi se pone en movimiento, Argentina se balancea. A Maradona le viene grande el traje, pero se le ha quedado cara de líder espiritual de una secta. El nuevo dios del fútbol juega a su lado y juega como él y, a veces, casi mejor.  

 

[En las fotos, Rattin, Kempes, Maradona y Messi, cuatro grandes jugadores de Argentina y del mundo].

 

19/06/2010 01:36 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL 2010/4

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NAUFRAGIO Y MANIERISMO DEL ESTILO

 

El Mundial para España ha empezado de la peor manera posible. En un día aciago para los pupilos de Del Bosque, contra la historia y los pronósticos, los suizos han puesto punto final a una estadística adversa. Hasta ahora, jamás habían vencido a España. Y lo han hecho tras ensayar un 'catenaccio' que nadie podía preveer, aunque un entrenador como Hitzfeld, que es un maestro de la estrategia y un profesional cargado de prestigio y de títulos, se merecía el beneficio de la duda.


España cayó no por menosprecio del rival exactamente: se vino abajo porque incurrió en el manierismo del estilo. Se volvió barroca en las transiciones, ralentizó la circulación de balón y pecó de conformismo. Y a eso se sumó un ostentoso desacierto. Como algunos habían pedido paciencia, España decidió huir de la ansiedad, había que labrar y labrar y labrar el jardín de los pases precisos: creyó que el gol llegaría tarde o temprano, y que el primero abriría el camino hacia la red rival con la facilidad soñada.


Perdonas y pierdes

Se dispuso a lograrlo hasta que se descubrió impotente, desarmada de ideas y de chispa. En esas andaba cuando se produjo lo inesperado: el gol rival. Es un axioma habitual: perdonas, vuelves a perdonar, y pierdes. España siguió a lo suyo: exageró su poética preciosista del juego, sus triangulaciones, y se atoró de centrocampismo y de insignificancia. Verificaba, pase a pase, que se parecía más al combinado fallón que jugó ante Arabia Saudí y Corea que al brillante combinado que vapuleó a Polonia. España se afanaba y se moría en un deshilachado toreo de salón.


El equipo que sacó Vicente Del Bosque tiene algunas imperfecciones: Busquets y Xabi Alonso son dos jugadores repetidos en un partido como el de ayer. En choque donde el rival amontona defensores y barreras. El medio del Barcelona es un buen jugador, que defiende y asiste, sobre todo en corto, da salida al balón y está siempre ahí, para un roto o para un descosido, concentrado y presto a realizar la falta táctica a tiempo. A menudo, es incluso, un tanto gratuitamente, marrullero.


Xabi Alonso también es una catapulta, un faro: roba y defiende, es capaz de servir en corto y de participar aseadamente en los rondos permanentes que teje España; pero además tiene algo mejor que Busquets: posee desplazamiento en largo, sabe cambiar el juego con balones a contrapelo a las alas, y posee un estupendo disparo desde cualquier posición. Ahí empezaron, probablemente, los males iniciales del conjunto, ahí se enmarañó el discurso del fútbol artístico y espectacular. Y luego en esa línea de medios, o 'trescuartistas', como también se dice ahora, faltó agudeza, velocidad e implicación. Auténtica implicación en el juego ofensivo. Se abusó del toque para nada, de la combinación retórica, y el equipo se transformó en una orquesta desafinada y, si puede decirse así, amanerada.


Xavi, llamado a ser la figura del equipo, no estuvo en su mejor versión ni en el sitio tal vez; Silva no se asoció con su amigo Villa, que quiso y no pudo y anduvo desastido; Sergio Ramos trabaja y trabaja, avanza hacia arriba, lame la línea de banda, incluso se atreve a burlar a su par como un extremo acelerado, pero toma decisiones que no satisfacen a nadie. Parece que quisiera emular el golazo de Maicon cada quince minutos. Y la defensa se arrugó en un descuido: un equipo como España necesita cuidar los detalles, estar muy concentrada, debe mostrar poderío y contundencia atrás. Quizá se ha visto que es el momento de dar un poco de profundidad al conjunto, de acentuar la verticalidad y de revisar aspectos de la táctica. Jesús Navas o Pedro, al menos uno de entrada, tal vez debieran arrancar desde el principio: le dan otro aire, más verticalidad, tan necesaria, arrebato, algo menos de retórica.


Defender, atacar, golear

¿Qué va a pasar a partir de ahora? No puede perderse la calma. La alarma se ha encendido sola y está ahí, como una amenaza. Pero no es el momento de buscar heridas que no existían unas horas atrás, de descalificar el bloque, de despotricar contra el estilo que había seducido al mundo y que conquistó Europa anteayer.


Hay que volver a empezar, despojarse de artificiosidad y perfeccionar las transiciones y, ya de paso, la finalización de la jugada. España debe querer el balón siempre, pero no solo para manosearlo y pasearlo con cierta belleza: debe concluir cada jugada entre los tres palos. Y marcar goles. Y defender un poco mejor. Así nos evitaremos esta congoja y tendremos un resquicio para soñar.

PD. El uruguayo Diego Forlán ya lleva dos tantos: dos golazos. Es un delantero inmenso. (Esta foto de la desolación de los españoles, tras el gol de Suiza, es de J. C. Cárdenas de la agencia EFE).

18/06/2010 00:39 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL 2010 / 3

Inventario de pifias y de gestas del portero

 

[El fútbol tiene detractores y defensores. Borges se alía con los primeros; Camus, que fue portero, con los segundos. Breve historia de los mundiales desde Lucien Laurent hasta Green y Chaouchi]

 

Hay opiniones para todos los gustos. Jorge Luis Borges dijo: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Y añadió otra sentencia de las suyas: “El fútbol es uno de los mayores crímenes de Inglaterra”. La frase, tras el choque contra Estados Unidos, adquiere un nuevo sentido: los ingleses aún echan en falta la inteligencia y el remate de Bobby Charlton. En cambio, Albert Camus anotó: “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. Como había sido arquero en Argelia y en Francia pudo añadir: “Aprendí que la pelota no viene nunca por donde se la espera. Eso me ha servido en la vida”.

Curiosamente, un portero ocasional de Francia asumió un insólito protagonismo en el primer Campeonato del Mundo de 1930. Se llamaba Lucien Laurent, logró el primer tanto de los mundiales ante México, ganaron los galos 4-1, y además recibió el único gol de los aztecas: hubo de sustituir al lesionado portero Thepot. Otro arquero que forma parte del paisaje mundialista es el mexicano Antonio Carbajal, alias ‘La Tota’, que jugó cinco torneos desde 1950 a 1966, siempre con un elevado rendimiento y en algunos choques como un semidiós casi imbatible. Era un pulpo. Como lo fue ‘el Chino’ Gordon Banks: Inglaterra siempre se ha sentido huérfana tras su retirada. Fue el gran arquero de 1966, se alzó con el título con el equipo liderado por Bobby Charlton y Bobby Moore, y destacó en México-1970, donde realizó una prodigiosa parada a un cabezazo de Pelé; aquella estirada imposible y con rectificado en el aire aún se recuerda como una de las mejores gestas de un guardameta.

Estos días, los ingleses han vuelto a acordarse de Banks tras la pifia de Green, y han recordado, seguramente, la pifia de Bonetti, su sustituto ocasional, y la inconsistencia general de sus sustitutos posteriores: Shilton, Clemens, David Seaman (el hombre que no pudo parar el zambombazo de Nayim en París en 1995), Robinson o ‘Calamity James’. La portería siempre ha sido una demarcación complicada, a la que Peter Handke le dedicó un libro inolvidable: ‘El miedo del portero ante el penalti’. Los porteros siempre usan amuletos y suelen tener su propio ritual. El caso más dramático es el de Moacir Barbosa, el cancerbero de la selección brasileña de 1950 que se jugaba el título en Maracaná ante el Uruguay de Obdulio Varela, Gigghia y Schiaffino. Su madre le había regalado una muñeca, que él alojaba en el interior del marco: cuando le batió Gigghia, el balón destrozó a la niña de trapo, y Barbosa supo que allí empezaba su martirio e incluso intentó suicidarse. Lo harían casi una veintena de aficionados tras la derrota.

Algunos años después, en Suecia-1958, Brasil iniciaría su cosecha de títulos con un juvenil Pelé: el diez del Santos jugó cuatro mundiales, se lesionó en Chile muy pronto (fue reemplazado con absoluto éxito por Amarildo), fue golpeado severamente en Inglaterra-1966 y dijo que no volvería a un mundial. En ese campeonato hubo un leñero profesional, Nobby Stiles, “es la mejor imagen publicitaria del negocio de su padre: una funeraria”, decían los propios ingleses, y un mediocampista argentino excepcional, de 1.91, Ubaldo Rattin, ‘la Rata’, que fue expulsado ante Inglaterra y desafió a la propia reina en Wembley al desfilar, calmoso e insolente, ante ella y estrujar luego una bandera británica. Felizmente, Pelé regresó en México-1970 para realizar un torneo fabuloso y para liderar a una de las mejores selecciones de todos los tiempos –probablemente hubo otras inolvidables que no lograron el título: la Hungría de 1954, la Holanda de 1974, la Francia y el Brasil de 1982…-, que se recitaba de memoria en los recreos de los colegios de España: Félix; Carlos Alberto, Piazza, Brito; Clodoaldo, Everaldo; Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelinho.

Brasil ha tenido siempre porteros más o menos correctos: Barbosa, que fue el mejor de su mundial, Gilmar, Félix, Leao, Taffarel y ahora Julio César; entre ellos, figura un garbanzo negro, aquel Valdir Peres que jugó en España-1982 y fue batido y abatido por la Italia de Rossi, Scirea y Antonioni, que tenía un veteranísimo cancerbero: Dino Zoff, cuarentón y sobrio. Los poetas y cantantes brasileños han dedicado poemas a sus ídolos: Joao Cabral de Melo al interior Ademir da Guía, que jugó 900 partidos con el Palmeiras y vivió a la sombra de ‘o rei’ en la ‘canarinha’; Carlos Drummond de Andrade a Pelé, y dice que “el genio del gol” se encarnó en Edson Arantes do Nascimento; aunque el jugador más exaltado por escritores, periodistas y cantantes (entre ellos Vinicius de Moares) fue Garrincha, el ángel de las piernas torcidas, los pies del viento, “pura danza”.

El argelino Chaouchi ha cometido la segunda pifia importante del Mundial de 2010. Como se ve, en el fondo tenía razón Jean-Paul Sartre cuando escribió una sentencia de Perogrullo, que no tiene en cuenta las “cagadas” (Andoni Cedrún dixit) de los poretos: “En un partido de fútbol, todo se complica por la presencia del equipo contrario”. Era su manera de decir que el infierno son los otros. Y a veces se suma algún árbitro, como pensarán los australianos tras el tanto de Lukas Podolski. Eso sí, Alemania se suma a la lista favoritos.

 *He puesto tres jugadores: Gordon Banks, Moacyr Barbosa y Garrincha.

 

MAÑANA PRESENTO EN ARAGÓN TV 'LOS DOMADORES DEL BALÓN'

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Queridos amigos:

 

Os invito a la presentación de mi nuevo libro, 'Los domadores del balón. Un Diario del Mundial de Fútbol de 2006', publicado por el sello Eclipsados. Estaría encantado de que pudierais y quisierais pasaros. Será esta martes, a las 19.00, en el auditorio José Luis Borau de Aragón Televisión. Participarán en el acto Pepe Quílez, Paco Ortiz Remacha y yo mismo.

 

 

Un abrazo. Antón Castro

 

 

 

Los domadores del balón

Un diario del Mundial de Fútbol de 2006

Antón Castro. Eclipsados. Zaragoza, 2010.

 

[El libro analiza los partidos del Mundial, ofrece algunas crónicas y a la vez es una mirada sobre la historia de los Mundiales, de sus jugadores y de sus goleadores, y de las grandes selecciones de la historia: la Hungría de Puskas en 1954, el Brasil de 1958 y de 1970 de Pelé, la Holanda de 1974 de Cruyff, la Alemania de 1974 de Beckenbauer, y a la vez se narran historias sociales del fútbol, e incluso se habla de las vinculaciones con el fútbol y la poesía, ]

 

El Mundial de Fútbol de 2006 lo organizó Alemania, como había hecho en 1974, cuando el equipo de Franz Beckenbauer venció contra todo pronóstico a la “naranja mecánica” que lideraba Johan Cruyff, el hombre orquesta, el futbolista moderno. España cayó, como casi siempre, demasiado pronto ante Francia, aunque ya mostró la línea de trabajo que le conduciría dos años, en 2008, después a conquistar la Eurocopa ante la Alemania de Michael Ballack. Los anfitriones perdieron en semifinales ante Italia, y habrían de conformarse con la tercera plaza. Francia eliminó a Portugal y se plantó en la final. Los italianos, liderados por Gianluigi Buffon y Fabio Cannavaro, ganaron a los penaltis. Fue el adiós, sin gloria, de Zinedine Zidane, y el día de la ira (le dio un cabezazo a Materazzi, que habría insultado gravemente a su familia), y el despertar de jóvenes figuras como Cristiano Ronaldo, Messi, Villa. Estos textos fueron un ‘Diario del Mundial de Fútbol de 2006’, aparecieron en Heraldo de Aragón, gracias a la gentileza de Mikel Iturbe y José Miguel Tafalla y a los compañeros de la sección de Deportes, y son la crónica de algunos de los encuentros más importantes y una mirada a la historia de los Mundiales y de sus grandes protagonistas. Se recuerdan a los futbolistas del aire de Brasil, la Inglaterra de 1966 liderada por Bobby Charlton, la pasión por el fútbol de países como Argentina, Holanda e Italia, y, entre otros muchos detalles, el libro también viaja a la infancia y a la adolescencia cuando el fútbol se vive casi como una forma de vida y una estación de paso coronada de héroes.

DIARIO DEL MUNDIAL 2010 / 2

 Leo, entre la lentitud y la nada

Argentina es una de las canteras universales del fútbol: Stábile, Carrizo, Pedernera, Labruna, Di Stéfano, Sívori, Kempes, Ardiles, Maradona y, ahora, Messi. Lionel Messi, formado lejos de los potreros, es la centella minúscula y gambeteadora. La pulga eléctrica que desentona en un equipo que manosea el balón hasta marearlo o aburrirlo. Irrumpe el diez y acelera la tarde del sábado. Messi cose el balón a su bota y provoca el temblor de África entera. Argentina jugó ayer con fuego ante un equipo de hombres de piedra, tan primitivos como un socavón; a Nigeria solo le faltó rugir: sus jugadores desentumecían el choque con bruscas acometidas y la elasticidad de los mejores danzantes de la selva. Pero en el otro lado, estaba Messi, tan entonado e imprescindible como Maradona antaño, tan desenvuelto como el aire. Recibe siempre: acaricia, desborda en arrancada, regatea a dos o tres o cuatro en un palmo de césped, cambia de ritmo, tira caños, busca al compañero y, sobre todo, se atreve a rematar, quizá con un punto de egoísmo. O de codicia de eternidad: este es su primer Mundial de veras. Ayer, Argentina estuvo algo mejor de lo que había estado en las eliminatorias y peor de lo que se le supone a un candidato: es un equipo lento, sacrificado, calculador, de barruntos, que se pasea entre el abismo, la lentitud y la nada. Eso sí, cuando Messi se pone en marcha, se desordena el tedio. Tuvo varios goles cantados, pero le faltó una brizna final de lucidez y temple. Ha puesto la emoción en medio del insoportable zumbido de las flautas.

*Dos de los mejores zurdos de todos los tiempos: Lionel Messi y Diego Armando Maradona.

13/06/2010 22:51 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DEL MUNDIAL 2010 / 1

La pelota no quema o los cinco favoritos

12/06/2010

[Se inició la fiesta del fútbol con más entusiasmo que brillantez. Los favoritos son Brasil, Italia, Argentina, Inglaterra y España, elogiada por todo el mundo. Parece claro que será, ante todo, un campeonato más de figuras que de selecciones.]

La pelota no quema. Esa es la estética de España, y quizá no le sirva para ganar el Mundial más abierto de los últimos años. Así, de entrada, a osada vista de pájaro, parece más un campeonato de individualidades que de selecciones. Los favoritos, en el fondo, lo son por defecto: Brasil, Italia, Inglaterra, Argentina y España podrían ser el quinteto mejor situado, visto ya el arranque más bien apático de una Francia rutinaria. El orden es aleatorio hasta las semifinales, claro.

El Brasil de Dunga es el equipo con menos arte y talento en la estirpe de los 'futbolistas del aire' en mucho tiempo: es un conjunto compacto, más físico que malabarista, con alma de cemento armado y sin los colibríes (Garrincha, Bebeto, Muller) ni los leopardos del área (Ronaldo, Romario, el ignoto Ademir): Julio César, en la portería, Maicon de lateral insaciable en sus pruebas de velocidad, Felipe Melo y Gilberto Silva en la dirección, Robinho, etc. Ellos son sus estandartes. Dejamos bajo sospecha a Kaká, atribulado.

Italia es favorita por pura tradición y por espíritu: llega con un equipo envejecido (Buffon, Zambrota, Cannavaro, Camoranesi, Gatusso), más bien impersonal, sin figuras y sin clave de juego; eso sí, los 'azzurros' levantan la empalizada, ponen el buzo de faena y se la juegan en los penaltis.

Con Inglaterra cuentan más los futbolistas rivales que los aficionados o la prensa. Tiene su columna vertebral en Terry, Lampard, Gerrard y Rooney, y tiene, muy especialmente, un míster rocoso (el hombre que anticipó a Mourinho) que juega feo, pero que es práctico; la fase de clasificación les otorga un resquicio de esperanza, un amago de luz.

Argentina es la gran incógnita: se clasificó de milagro, no convenció a nadie, y al parecer ahora Diego Maradona, el ventajista diez de Dios, va a cambiar el sistema para darle aire a Messi y espacios a Di María y galones arriba a Higuaín. A Argentina se le espera desde el Mundial de 1990 o 1994, por lo menos. Eso sí, ahora vuelve a tener al artista más genial de la tierra: el artista Messi.

España empieza a ser considerada entre las favoritas. Y no solo por sus incondicionales o por la necesidad de crear un espejismo que ahogue las decepciones políticas y sociales que genera el incierto señor Zetapé: en este caso, el cielo son los otros. Son ellos, los rivales, quienes encumbran al equipo de Del Bosque, el hombre tranquilo. España no debe oír cantos de sirena: un Mundial se gana no solo con juego, sino con entereza, combate, convicción, calidad, madurez, y suerte, mucha suerte. La formación, de entrada, es equilibrada: maniobra de memoria, con un sentido incomparable de la fantasía y del ritmo, y puede improvisar dos o tres suertes en el ataque. Con todo, las pruebas han sido poco convincentes, salvo la de Polonia; Del Bosque deberá hallar pronto el punto de equilibrio, de dinamismo y de robo de balón que exhibía Marcos Senna, y algo más de rapidez y de potencia. El equipo está cojo en el lateral izquierdo: sin recambio en tareas de ataque.



Más que un campeonato de selecciones -hace lustros que no vemos una Brasil-70, una Holanda-74, una Francia-82, una Italia-82- parece fácil suponer que será un Mundial de jugadores con Messi a la cabeza, con Cristiano Ronaldo, con Rooney, con Ribéry, con Robben si se recupera, con Casillas y Xavi, con Iniesta y Villa. Estos cuatro últimos, los nuestros, no van a ganar el Mundial, pero lo van animar mucho, muchísimo, hasta el penúltimo suspiro.

 

*En la sección de deportes de Heraldo, gracias a la gentileza de José Miguel Tafalla y los compañeros de la sección, empecé ayer un Diario del Mundial 2010. En las fotos, Luis Fabiano de Brasil, Messi de Argentina y Wayne Rooney. Argentina ganó por la mínima a Nigeria, con gol de Heinze, e Inglaterra empató con Estados Unidos; por los británicos marcó Steve Gerrard.

LITERATURA Y FÚTBOL

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Las historias literarias del balón

 

 

[El fútbol ha generado una importante literatura y auténticos especialistas como Javier Marías, Gonzalo Suárez, Peter Handke o el poeta aragonés Paco Úriz. Con el inicio del Mundial, se multiplican las novedades].

 

 

La literatura y el fútbol forman un constante binomio de creación. Javier Marías lo define como "la recuperación semanal de la infancia" y como "la memoria del alma", y recuerda en su libro, ampliado ahora, ‘Salvajes y sentimentales. Letras de fútbol’ (Alfaguara, 2010) que él jugó de extremo izquierdo, a la vez que evoca a dos clásicos universales como Vladimir Nabokov y Albert Camus, que jugaron de porteros en su niñez, Camus en concreto en Argelia y en Francia. El fútbol no solo ha marcado a un sinfín de escritores (desde Delibes, que fue comentarista en sus inicios, a Benet; desde García Hortelano, forofo hasta la sinrazón, a Vila-Matas o Martínez de Pisón), sino que ha sido un inequívoco motivo de inspiración. Además de los citados, pensemos en los latinoamericanos Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa y Mario Benedetti, que han dado lo mejor de sí, probablemente, en textos sobre el balompié. Pensemos en Eduardo Galeano, autor de ‘El fútbol a sol y sombra’ (Siglo XXI), un libro que se reedita continuamente y que ensaya pequeños y evocadores microrrelatos sobre los goles, los jugadores, los partidos, los árbitros y los aficionados. Pensemos en europeos como Alessandro Baricco, Peter Handke, Antonio Tabucchi o en Nick Hornby, autor de ‘Fiebre en las gradas’, acaso el mejor documento redactado por un hincha, en este caso del Arsenal, el conjunto británico al que batió el Zaragoza en la Recopa, en París, en 1995, hace ahora quince años.

Paco Buyo cuando jugaba de portero en el Huesca con un compañero.

El equipo español también escribe

Entre los españoles podemos citar, sin ánimo de exhaustividad, a Wenceslao Fernández Flórez, Camilo José Cela, Gonzalo Suárez o, más recientemente, David Trueba, con su novela ‘Saber perder’ (Anagrama, 2007); la lista se haría infinita. Por ejemplo, un equipo como el Real Betis tiene su propio volumen de ficciones: ‘Relatos en verdiblanco’ (Almuzara, 2007), donde destaca la participación de Fernando Iwasaki. Y mucho más ambicioso y completo es el que tiene el Real Zaragoza: ‘Cuentos a patadas’ (Fundación Real Zaragoza, 2007), en el que veintiún escritores y veintiún ilustradores recrean la historia del club a lo largo de 75 años. Estos días, Tropo edita ‘El Huesca. 100 años de fútbol’, un libro realmente hermoso y sugerente donde distintos escritores (Ismael Grasa, Víctor Juan, Petón, Carlos Castán, Óscar Sipán, Javier Tomeo?) se unen a futbolistas, directivos y periodistas para trazar una crónica que tiene dos hitos simpáticos: la presencia del guardameta Buyo y la del internacional y ex barcelonista Tomás Hernández, Moreno. Ismael Grasa dice algo muy bello: "Carlos Castán ha sido siempre de los del fútbol. Para mí, en cambio, el fútbol es la búsqueda de un clasicismo tardío y de una felicidad nueva".

El Barcelona que ganó las Cinco Ligas. Al lado de Kubala, a su izquierda Tomás Hernández, 'Moreno'.

Novedades para el Mundial

Cuando comienza un Mundial de Fútbol, se disparan las novedades de fútbol. Quizá nunca haya habido tantas novedades para todos los públicos: estudios, monografías, libros de narrativa y de poesía (como sucede con ‘Un rectángulo de hierba’, del zaragozano Paco Uriz, en Libros del Innombrable), tebeos, como el dedicado a Fernando Torres, y diversas colecciones y diversos volúmenes de literatura infantil y juvenil en sellos como SM, Bruño o Salamandra, entre otros. Para el público juvenil es muy recomendable ‘El portero de la selva’ (Salamandra) de Mal Peet, la historia de Gato, "el mejor portero de todos los tiempos" que contó con un misterioso personaje, allá en el corazón de la selva, que le enseñó los secretos del fútbol.

Por su carácter totalizador, podríamos recomendar ‘La historia de los Mundiales’ (T&B) de Víctor Giménez, un libro ilustrado repleto de datos, anécdotas e historia, y Pablo Nacach es el editor de ‘Libro de fútbol’ (451), donde hay textos, nada menos, que de Homero, Shakespeare, Calderón o Lewis Carroll, junto a otros autores ya citados aquí. Uno de los ilustradores es Eugenio Ampudia, formado en Zaragoza. La selección española ha generado varios títulos, entre ellos ‘Los secretos de La Roja’ (Timún Mas) de Miguel Ángel Díaz. ‘Capitanes’ (LID Editorials Notes), de Luis Villarejo, es un libro sobre el influjo del capitán en un conjunto. El libro más impresionante quizá sea ‘366 historias del fútbol mundial que deberías saber’ (Temas de Hoy) de Alfredo Relaño, donde se recogen varias notas del Real Zaragoza, entre ellas la del milagroso gol de Nayim. Y el de Javier Marías, ‘Salvajes y sentimentales’, está lleno de reflexiones, de narraciones y de confesiones: quizá sea la mejor autobiografía, oblicua, del autor de ‘Negra espalda del tiempo’.

Entre los libros de recuerdos y de homenajes, destaca uno realmente emocionante e insólito: ‘Sin arte’, del húngaro Péter Esterházy, que cuenta la pasión de su madre por el fútbol y especialmente por futbolistas irrepetibles como Boszik, Czibor, Kocsis o Puskas, “cañoncito pum”: el capitán de la Hungría de 1954 y el diez del Real Madrid era su ídolo.

*La foto de Nayim celebrando la victoria en la Recopa de 1995 sobre el Arsenal es de Oliver Duch, uno de los grandes fotógrafos de 'Heraldo de Aragón'.

 

HOPPER, EL MOTORISTA SALVAJE

 

A los 33 años, Dennis Hopper emprendió una de las aventuras más bonitas de su vida: rodó, dirigió e interpretó ‘Easy ryder’ (Buscando mi destino), una de esas películas que abren una espiral a la leyenda, que se convierten en un icono de la modernidad más peligrosa. Aquellos motoristas, más bien existencialistas, eran dos aventureros, dos tragamillas, que parecían escapados de las novelas de Keroauc o de los poemas de Allen Ginsberg. Hopper, que había actuado en películas como ‘Rebelde sin causa’, ‘La leyenda del indomable’ o ‘Gigante’, acabaría por convertirse en un actor casi maldito e inquietante, capaz de encarnar a los dementes, psicópatas, asesinos, locos de amor, exploradores de los abismos del mal. Entre otras muchas películas, recuperó su perfil más inquietante en ‘Terciopelo azul’, al lado de Isabella Rossellini, tan vulnerable ante sus avasalladores ojos. En realidad, en casi todos sus filmes Hopper tenía una mirada turbadora, esa que lo emparentaba con Jack Nicholson, con Paul Newman, Edward G. Robinson o John Garfield. Consumidor habitual de estupefacientes y ciudadano desconcertante, Hopper poseía un lado creativo subyugante. Le apasionaba la pintura y la música, dirigió hasta cinco películas, se comprometió con algunas causas sociales y, además, era un excelente fotógrafo que fue expuesto y elogiado en Europa por sus reportajes, retratos, rodajes. Captó a Ike & Tina Turner, a Jaspers Johns, a Paul Newman... Desde hace meses se sabía que este actor diferente -radical, excesivo a menudo, gamberro, versátil- era víctima de un cáncer de próstata. Acaba de fallecer. Seguro que antes de hacerlo el viento, la lámpara de su habitación o la última enfermera que le tocó la cara palidecieron un instante. Este hombre cortaba la respiración al mirar: su lucidez helaba la sangre.

VENUS O EL ARDOR DE UN DESNUDO

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Venus Williams, la larga de las hermanas norteamericanas, es una gran enamorada de la moda, y quizá de la provocación. Ha ganado siete torneos del Grand Slam, concentrados entre Wimbledon y Australia. Intenta ganar en París, y lo hace con un deslumbrante atuendo o traje que juega con la ilusión del desnudo. La foto es de Reuters.

HOY FIRMO 'LOS DOMADORES DEL BALÓN'

Esta mañana, a partir de las once y media o doce, voy a estar en la caseta del sello Eclipsados, frente a Correos pero al otro lado, en la Feria del Libro de Zaragoza. Ignacio Escuín Borao me dio ayer los tres primeros ejemplares de mi nuevo libro: ‘Los domadores del balón. Un Diario del Mundial de Fútbol de 2006’, que publica en una nueva colección titulada ‘Zona Cesarini’, término que alude a la parte final del partido, y alude especialmente al jugador italo-argentino Renato Cesarini, que formó en la Juventus, y que tenía la habilidad de marcar goles determinantes en los últimos partidos en los años 30.

El libro recoge una colección de artículos que fueron apareciendo en Heraldo entre junio y julio de 2006. Se trata de un volumen de un centenar de páginas que efectúa un recorrido por ese campeonato, que ganó Italia, tras el famoso cabezazo de Zidane a Materazzi, y por la historia de los campeonatos y de algunos de sus jugadores más destacados.

Selecciono aquí un par de textos:

9 de junio

Imagen primera de la eternidad

En Galicia, un día, la orquesta Bellas Farto atacaba un tema melódico. Yo tenía diez años, era verano, había palmeras en el jardín contiguo a la pista hexagonal de baile y los niños soñábamos con un primer amor y poníamos adjetivos a tal o cual muchacha que iba vestida de novia. Pero casi todos teníamos en la cabeza otra cosa que estaba a punto de comenzar: en una hora, Brasil e Italia saltarían al campo para jugar la Final de la Copa del Mundo en México. Antes de haber visto ese torneo, yo ya tenía mis recuerdos inventados: un tal Manín, algo mayor que nosotros y que iba para figura del Deportivo, sobrino de Arsenio Iglesias, nos reunía a todos en una esquina del campo de fútbol y nos contaba historias de futbolistas de leyenda: Del Sol y Luis Suárez, “que jugó en este campo”, pero también Reija, Marcelino y Lapetra, que habían participado en los Mundiales de 1966. Manín nos llenaba la cabeza de sueños, de cabezas sangrientas anudadas con un trapo, de balones durísimos como pedernales y de partidos y jugadores: quizá fuera él, antes que nadie, quien me hizo reparar en Franz Beckenbauer, un volante de ataque, ligero y delicado, capaz de frenar a Bobby Charlton y de dirigir el ataque de Haller, Uwe Seeler y Emmerich hacia el arco de Gordon Banks.

Pues bien, en aquel domingo en que el mundo esperaba el gran choque, yo aún tenía el corazón herido: iba con Alemania a muerte y había deseado que ganase en la épica semifinal contra Italia: Beckenbauer, aún de volante de dirección, había jugado con un brazo en cabestrillo si perder un ápice de elegancia y de vértigo. Sin embargo, la tosca Italia, que se permitía dejar en el banquillo al formidable y fino Gianni Rivera medio tiempo, había ganado 4-3. Sospechaba que dentro de unos minutos iba a recibir su merecido. Aún no teníamos televisor en casa, y vi el encuentro como tantos otros en Cafetería Sanchís. Brasil, que había deslumbrado en todos sus choques y sufrido ante Inglaterra, ganó con facilidad en una sesión inolvidable. Pelé realizó un partido primoroso y lo coronó con un pase final a Carlos Alberto -el lateral que prefiguró a Nelinho, Jorginho, Leandro y Cafú-, que remató con fuerza y precisión lejos de las manos de Albertossi. Aquel cuarto gol quizá sea uno de los tantos más hermosos de la historia de los Mundiales: participó todo el equipo brasileño y Pelé, que había inaugurado los goles de la tarde con un limpio testarazo, aguantó la eternidad máxima que puede conceder el fútbol, y cedió bellamente al lateral. Aquel partido para mí tenía el sabor de una venganza y me parecía el desenlace justo que venía a reparar una injusticia. Alemania se había resarcido, también en la prórroga, de la derrota ante Inglaterra en la final de 1966, y había jugado con otra belleza y potencia que Italia en la semifinal. Al menos así lo percibía un fanático niño de 10 inclinado hacia los teutones.

Pero aquel partido era también la consumación de un rito iniciático: ahora ante Manín, en la esquina del Campo de los Bosques, podría opinar y apostillar. ¿Cómo le iba a discutir hasta entonces cómo había jugado Reija o si Carlos Lapetra, como solía decir, apoyándose en su tío Pepe “Lañas”, conductor de autobuses y entrenador de fútbol modesto, era mucho mejor que Gento y Collar juntos? Tras la final, cometió un error al recitar la alineación de la Alemania que venció al Uruguay de Ildo Maneiro, y se lo advertí. “Beckenbauer, lesionado, no jugó”, dije. Ojalá no le hubiera dicho nada: “Y a ti, mocoso de mierda, quién te ha dado vela en este entierro”. Dejé de acudir a sus reuniones en la banda y me acostumbré a leer el “Dicen” y el “As color”. Un forofo no soporta que le mientan respecto a sus ídolos.

 Los domadores del balón. Diario del Mundial de Fútbol de 2006. Eclipsados: Colección Zona Cesarini. Zaragoza, 2010. 110 páginas. Firma esta mañana de 11.30 a 2 en la caseta de Eclipsados.

 

EL GARRAPINILLOS: ADIÓS A TODO ESO...

El Garrapinillos de Regional Preferente jugaba hoy su último partido y su última oportunidad de salvar la categoría. Casi nada le favorecía: su posición en la tabla, las combinaciones y, aún menos, las bajas y expulsados propios. Se desplazaba a Calamocha, que posee un campo excelente para la práctica del fútbol. En el Hotel Fidalgo, en compañía de José Luis Campos, el presidente del club nos dijo que el equipo tenía 130 fichas. El césped es maravilloso, parecía de Primera División, impecable; las instalaciones me parece que dejan algo que desear: no existe una sola tribuna para días, como los de ayer, de lluvia, y todo da una cierta sensación de desaliño.

El Garrapinillos formó con Sergio; Francho, Juanda, Vallestín, Camino y Adrián Segarra; Diego, Mario Martín, Oscar; José y Adrián Pérez. Al principio, parecía que los visitantes se hacían con el ritmo del partido y que incluso generaban dos claras ocasiones de gol, a servicios de Diego. Pero en uno de esos balones cruzados al área, el Calamocha tomó ventaja. El partido desde entonces fue de toma y daca; los locales triangulaban bien, defendían bien su posición con una línea de cuatro, y el Garrapinillos zozobraba en el centro, en la zaga y se mostraba impreciso y fallón arriba. Óscar Zambra marcó desde lejos con un disparo que le botó al portero y que mereció este comentario en la grada: “El gol que le marcaron a Arconada en la Eurocopa de Francia”. Oí eso textualmente.

Cuando moría la primera parte, apareció la lluvia. Una lluvia suave que amainaría poco a poco y dejaría salir un suave sol de primavera. En la segunda parte, el Garrapinillos parecía más entonado; en los diez primeros minutos jugó a su gusto, atacó, pareció dominar la situación. De un balón perdido en la media luna rival, derivó un contragolpe largo y bien trabajando del Calamocha, tan vertiginoso como preciso, que acabó en gol. Poco después, el Calamocha (ayer los rojillos; los visitantes iban de blanco) incrementó su ventaja en dos ocasiones: se colocó 4-2. Jorge Rodríguez entró en el campo en lugar de Camino, y Quique reemplazó a Segarra; este fue el tercer choque en el que coincidió con su hermano Diego en el equipo principal de Garrapinillos. El equipo pareció mejorar: Jorge, menudo y vivaz, jugó muy  bien en el corte y subiendo el balón; se alió con Mario Martín y con Óscar. Incluso fue aplaudido por el equipo y el público rival. Luego entrarían Pirri y Néstor, reduciría diferencias de nuevo Óscar, que falló otros dos ‘mano a mano’ con el arquero, y así acabó el partido. 4-2, victoria del Calamocha y descenso a Primera Regional del Garrapinillos. Diego volvió a correr metros y metros sin conocimiento en el puesto de mediocentro, estuvo mejor en la recuperación que en el pase, especialmente en la segunda parte, pero derrochó esfuerzo y, de nuevo, en su sexto o séptimo partido completo, demostró que puede jugar en el equipo, que necesita hacerse más fuerte en las disputas y que debe mejorar la conducción de balón y, sobre todo, el pase en corto y en largo. Sin duda, debe asumir más responsabilidades en la recepción del balón desde la defensa y precisar sus impactos.

Fue una lástima el descenso. Hacía muchos años que no veía un equipo tan de cerca, un equipo de Regional quiero decir –desde mis años como masajista del Penouqueira, desde mis años como jugador del Atlético de Arteixo…-, y me ha impresionado la tensión, la pelea, la desesperación, el espíritu de lucha, el afán de quedarse en la categoría. El Garrapinillos ha intentado hacer una piña con sus jugadores, han organizado cenas, encuentros, pero al final no se ha encontrado la fórmula para sobrevivir. No se han cuidado algunos detalles: demasiadas protestas, demasiados enfados contra los árbitros que rara vez rectifican, quizá también se jugó demasiado en largo y dándole muchos metros a los rivales. Han pesado mucho las expulsiones, mucho más que las lesiones. El equipo empezó con un 4-4-2, o con un 4-3-3, y acabó jugando de otro modo: con tres centrales, dos carrileros largos, dos medios y tres puntas, uno de ellos con mucha libertad, Óscar, que ha sido el goleador del equipo.

 

En este partido se despedían algunos jugadores y se despedía, especialmente, el entrenador Ismael ‘el Bola’, que intentó dejar el conjunto en la categoría en que logró situarlo tras la magnífica campaña anterior.

 

*Entre el viaje en autobús y el descanso acabé de leer el nuevo poemario de Justo Navarro, ‘La vida social’ (Pre-Textos. La cruz del Sur), un libro realmente personalísimo, cada poema es una metáfora en sí mismo, un enigma, una historia sugerida que plantea un sinfín de interrogantes. Hay poemas espléndidos al miedo, dos o tres, al padre, poemas de amor, relatos con suspense, y algunos que reflejan un extraño clima onírico y a la vez muy cotidiano de los secretos de familia.

[En la foto, el Garrapinillos de la campaña anterior que ascendió; abajo, Diego, el primero desborda, y Jorge. que marca un gol en el campo del Salvador.]

DIEGO Y JORGE JUEGAN JUNTOS SIN SUERTE

 

Garrapinillos, 1 - Ebro, 5 (El Ebro se proclamó campeón de su categoría y asciende a Tercera Regional)

El Garrapinillos de Regional Preferente volvía a jugar un importante partido para eludir el descenso. Tras los diversos percances el pasado fin de semana ante el Santa Anastasia, lesiones y expulsiones, hoy recibía al Ebro, líder con seis puntos de ventaja, con algunas bajas. El preparador Ismael, tras su viaje por París, alineó a: Sergio; Francho, Camino, Lacabe, Vallestín, Ito; Mario, Diego, Sagarra; Adrián Pérez y Bolo. El Ebro se mostró de inmediato como un equipo muy sólido, no exactamente brillante, pero sí ordenado, bien colocado sobre el campo y con todos los jugadores muy concentrados. Poco a poco se veía que llegaban mejor, que trenzaban mejor las jugadas y así empezaron a llegar los goles: tres goles muy semejantes y tempraneros en balones bajos, cruzados al área. 0-3. Ya todo parecía imposible. Redujo diferencias Mario en un pequeño barullo en el área, y parecía que los rojillos del Garrapinillos se entonaban un poco más.

El Ebro, que intentaba proclamarse campeón, seguía estirándose. Al árbitro se le paró el reloj y decretó el final con seis minutos de antelación. Se lo advirtieron desde el banquillo local, y los jugadores regresaron al campo. Ojalá no lo hubieran hecho: el Ebro, profesional y compacto, marcó dos goles más, tras un fallo defensivo en cadena y una pérdida de balón en el centro, y sentenció por completo el choque. Diego volvió a esforzarse como en él es habitual pero estuvo al nivel de todos sus compañeros: más bien bajos en general. Faltaba intensidad y control. La media, por varias razones, se iba desarbolando.

En la segunda parte, Sagarra y Bolo fueron relevados por Óscar y por José, dos de los mejores jugadores del equipo. Óscar llegó un poco tarde y José sigue entre algodones. Poco más tarde, entró al campo Jorge Rodríguez, el capitán del Garrapinillos juvenil, hermano de Diego. No hubo más goles, pero el partido fue más igualado. El Garrapinillos dispuso de varias ocasiones, también el Ebro (Sergio, el arquero, recobró su mejor nivel y paró cuanto se acercó a su área), y Jorge debutó con los mayores con un buen juego: tocó balones, profundizó, trabajó, lanzó balones desde la izquierda, combinó con Óscar, con José y con Adrián, e incluso remató a puerta en dos ocasiones. Fue un debú valioso, tan valioso como inútil para la suerte del Garrapinillos. También jugó Jaime, del juvenil. [El gran Pirri, del segundo equipo del Garrapinillos, alcanzó ayer 28 goles.]

 

Por ahora, siguen ahí, cuartos por abajo y en el foso los jugadores del Garrapinillos: si no lo remedian ante el Real Zaragoza y el Calamocha perderán la categoría.

 

CARA Y CRUZ DEL GARRAPINILLOS

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Jorge y Diego jugaron dos partidos apasionantes el fin de semana. Jorge, con el Garrapinillos juvenil, se midió al Movera en su campo estupendo, que tiene un aire casi de Arcadia dichosa, muy soleado sí y a la vez protegido por una exigua arboleda. El Garrapinillos había perdido a Víctor por lesión, su medio centro defensivo, uno de los jugadores más batalladores y fuertes, y tenía al central Diego Arturo entre algodones. El joven colombiano se resintió con el primer balón: faltó determinación, faltó entendimiento, sobró lentitud en el despeje, y de inmediato el Movera marcó el primer tanto. De inmediato, el Garrapinillos pasó a dominar el juego, merced al buen juego de Jaime y al despliegue de Jorge, que acabaría jugando un partido espléndido, sobre todo en las labores de creación, de pases medidos y de buenos lanzamientos tanto a Adrián como a Oscar. Este, tras un buen lanzamiento de Jorge, empató. Y así quedó la primera parte. Mandó más el Garrapinillos, pareció superior, pero no acertó pese a disfrutar de ocasiones claras. En la segunda parte, el Movera marcó en dos ataques y se puso por delante: 3-1. En dos nuevas jugadas del Garrapinillos, volvieron a empatar los visitantes. Marcó un nuevo gol, y fallaron los rojillos varias veces. Al final, Jorge hubo de retirarse lesionado, y apenas se generaron más ocasiones. Jorge está de nuevo lesionado, con el malestar –y el huevo- en su muslo izquierdo, el que le impidió jugar media temporada. Pese a todo, hizo uno de los partidos más completos: creó juego, disparó desde lejos, algo menos que en otras tarde, desbordó una y otra vez, y sirvió excelentes balones. Dos de ellos de gol. Y tuvo una doble ocasión con el 4-3; su disparo cruzado lo rechazó el portero y volvió a repeler un segundo disparo.