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Antón Castro

Artistas

DIÁLOGO CON SANTIAGO ARRANZ. ARTISTA

DIÁLOGO CON SANTIAGO ARRANZ. ARTISTA

Santiago Arranz (Sabiñánigo, Huesca, 1956) acaba de crear la Fundación Arranz-Raso en compañía de su mujer Trinidad Raso.

1-Se está celebrando la Vuelta Ciclista a España. Durante varios años fuiste ciclista y de los buenos. ¿Qué recuerdos conservas?

-En mi vida siempre ha habido algo épico. Pensar un reto y realizarlo, a veces, inconscientemente. Lo que siempre ha sido importante para mí es el camino y el ciclismo era una larga carretera y un hábito de laboriosidad. Casi nadie, a esa edad, quiere sacrificarse tanto. Cuando tenía apenas 15 años viajaba con mi equipo, íbamos a hoteles, te aplaudían, tenías una meta… Todo esto lo he vivido luego en el arte. Lo importante de ese ciclismo metafísico que yo practicaba es que hacías cosas muy diferentes. No era muy habitual decirles a tus padres un domingo por la tarde: me voy a Caspe en bicicleta, a ver a unos tíos, desde Sabiñánigo atravesando Monrepós y Los Monegros en agosto. En algunos hoteles como Las Brujas de Bécquer, en Tarazona, he estado como ciclista en los años 70, y también como artista.

2- ¿El arte se te impuso en la infancia, en la adolescencia, en la juventud?

-Me gustaría hablar de esa vida en común que comparten a veces las ideas y cómo se apoyan unas en otras hasta que se impone aquello que sentimos con más fuerza, y en mi caso, la pintura se impuso al ciclismo. En mi experiencia del arte, hubo diversos comienzos, pero quizá fue determinante un viaje familiar recorriendo todo el norte del país en coche desde Sabiñánigo a Santiago de Compostela, visitando catedrales románicas y góticas todo el tiempo sin que esto me cansara o aburriera. También debió de influir que mi abuelo Santiago dedicara la última etapa, tras la jubilación, a la escultura y verle tan feliz adivinando formas en las piedras, paseando por el campo, me transmitía a cada paso su admiración por la naturaleza.

3- ¿En qué momento te das cuenta de que ese es tu camino?

- El genio para mí, entonces, y también ahora, no tiene que ver con el virtuosismo, ni con el dominio técnico que nos procura una perfección sin alma. Siempre me ha interesado esa capacidad de transformar los elementos y transcribirlos a símbolos. Como cuando decoré en mi juventud unos floreros para mi madre con improntas de hojas o pinté en una bobina de papel mi primer friso, sin importarme un ápice la calidad de lo reflejado. Lo importante entonces, y ahora, era la emoción de quedar suspendido por la acción artística. Eso fue lo que me ayudó a comprender que la pintura sería lo que más feliz me haría en la vida.

4-Pronto te vas a París, becado por la Diputación. Imagino que sigues viendo ese periodo como una de las aventuras de tu vida. ¿Qué te dio la ciudad, la beca, esa apuesta por una vocación?

- Fue una experiencia vital y artística increíble. En París realicé por encargo de Gérard Georges Lemaire las letras de mi abecedario para el libro de Gérard de Cortance Le monde du surréalisme, editado por Henri Veyrier en 1991, lo que supuso para mí descubrir la magia que encerraba animar figurativamente las letras capitulares de este diccionario y las consecuencias que este hallazgo supondrían en los posteriores desarrollos de mi obra, formulada a partir de iconografías formales, aplicadas, tanto en mis pinturas como en los edificios públicos en los que he intervenido. Por la misma época, en Zaragoza, y viviendo ya en París realizaba el importante ciclo de pasteles sobre tabla dedicado a Las ciudades invisibles de Italo Calvino, libro que conocí por su comisario Pablo Rico y que se expusieron en la colectiva Per corso de città invisibile, en Venecia, durante la Bienal. Así fue como empezé a convertirme en ese amigo íntimo de los escritores y a relacionar lo pintado con lo leído, trabajando en ciclos pictóricos sobre los cafés literarios y Ramón Gomez de la Serna, Kafka, las bibliotecas, Cioran, la Lisboa de Pessoa, Las virtudes del pájaro solitario… y mi encuentro en Marrakech con Juan Goytisolo , o mi último viaje literario a Nueva York, a la luz de Lorca.

5-Estuviste más de una década… ¿Cuál sería el balance final?, ¿cómo es el Arranz que regresa?

- Primero vivimos en Fontainebleau, a unos 50 km de París, gracias un alojamiento que me proporcionó el Centro Nacional de Artes Plásticas en un antiguo hotel, entonces residencia de estudiantes universitarios. Un lugar muy proustiano, con vistas al Chateau de Fontainebleau, ciudad donde también hubo en otra época una escuela pictórica relevante de artistas exiliados, que perseguían, como yo, un sueño de perfección, como escribió entonces Michel Hubert acerca de mi obra. Cuando llegué a Fontainebleau no tenía una idea muy precisa de lo que iba a hacer, y me convertí en un flanneur, que vagaba por los jardines del castillo, donde finalmente encontraría la inspiración. Hoy uno de estos cuadros forma parte de la colección de las Cortes de Aragón. En esta época abandoné prácticamente la figura humana, muy presente en mis primeras telas, para desarrollar cuadros basados en la arquitectura y en la propia composición del cuadro. La influencia fue tal que al volver a España tuve que continuar pintando lo mismo, ya con los Pirineos al fondo. Después vino la etapa de París y mi estudio cercano a la Place Clichy, hasta nuestra instalación definitiva en Noisy le Grand, al este de París. El Arranz que regresó ya había explorado las posibilidades que encerraban sus vocabularios tras la creación de su abecedario y era capaz de trabajar en el espacio-tiempo reales de la arquitectura y escultura en proyectos institucionales de rehabilitación de edificios como Capuchinas en Huesca o Morlanes y Centro de Historia en Zaragoza, a los que fui invitado a participar por sus arquitectos, que descubrieron las inmensas posibilidades que encerraban mis vocabularios al integrarlos en el sistema constructivo de sus obras. La expresión se convirtió en estilo y la pintura en lenguaje. La perspectiva tradicional de los cuadros desapareció, poblando los lienzos de los edificios de una cartografia de signos y símbolos, en el mismo plano de la escritura.

6- Inicialmente habías sido un pintor. Incluso un pintor muy literario, ¿no?. Cómo te relacionas con la literatura ?

Me considero un alma compuesta que arrastra sin complejos un carrusel de artistas, si bien sostengo que todos los desarrollos artísticos que he experimentado proceden de la pintura y amplían sus posibilidades cuando consigo liberarme de su cárcel y hacerme libre en otras disciplinas, como sucede con la literatura, la arquitectura y la escultura.

7-De vuelta, poco a poco, empiezas a trabajar con arquitectos: en Huesca, en la Casa de Los Morlanes, en el Centro de Historias. En cierto modo también te haces escultor. ¿Cómo ves todos estos pasos? ¿Eres cada vez más atrevido?

- En Capuchinas descubro el sentido de la huella y la impronta, que ya estaban en aquellas jardineras decoradas en mi adolescencia, ahora transmutadas por la técnica del encofrado en huecorrelieves. Formas simbólicas que se relacionan con la vida, con las plantas y los animales, y nos hablan de la naturaleza humana. Esa capacidad reflectante que tienen siempre los símbolos cuando nos revelan la realidad desde la poética del vacío y el hueco.

8-Pintas, dibujas, esculpes ….Y descubres a Lorca. ¿Qué le debes, cómo es esa conexión con el Lorca de Poeta en Nueva York, sobre todo?

Estuve en Nueva York en 2017, quería experimentar de nuevo el arte desde la palabra y establecer un mapa literario de sentimientos compartidos con Lorca, muy similares a los que yo experimenté en París a la misma edad, en una época diferente, en los que la ciudad era vista como símbolo de sufrimiento para el hombre. Me motivó tanto esta idea que me instalé en Harlem por un tiempo con la intención de establecer una confluencia de ideas entre su escritura y mi obra artística, visitando los lugares y los escenarios por donde el poeta transitó en su estancia en Nueva York y que ya habían sido reconocidos por el lorquista Christopher Maurer en su libro Federico García Lorca en Nueva york y La Habana: Cartas y recuerdos. El carácter simbolico de la obra de Lorca y el interés por el hueco como pérdida y ausencia lo vinculaban con mis intereses artísticos y descubrieron para mí nuevas perspectivas a su obra escrita desde mi lenguaje plástico.

9- ¿Cómo valoras la experiencia zaragozana?

Zaragoza es mi ciudad de referencia, mi hogar. He trabajado prácticamente siempre desde esta tierra y a esta ciudad he vuelto casi siempre a mostrar proyectos realizados en tierras lejanas. Nos conocemos desde hace años casi todos y me esfuerzo por no desvincularme de ella y contribuir con mi trabajo a su vitalidad artística.

10- Decides regresar a Castejón de Sos. ¿Has sentido la llamada de la naturaleza? ¿Estabas buscando algo: armonía con la naturaleza, belleza, regreso al origen?

-No elegimos nosotros. Son los lugares los que nos eligen y de ahí surge el arraigo, algo que yo no conocía hasta que llegué a Castejón de Sos, siguiendo a esa chica del país del norte que es mi mujer, Trinidad. Vivo en esa canción de Bob Dylan, sin añoranzas. Lo que siempre anduve buscando está aquí: el humanismo, la naturaleza, lo inexplicable.

11- Cómo has trabajado y evolucionado ahí, en tu espacio de Las Maigualas?

-Las Maigualas es el nombre que recibe este término natural de Castejón de Sos, donde se ubica mi taller, que he ido transformando en años sucesivos hasta convertirlo en mi único centro de creación. Está cercano al pueblo, en medio de un prado inclinado, y desde el 2009 en que decidí preparar desde aquí mi exposición para la Lonja de Zaragoza, es ya mi único taller. El entorno es tan bello que es mejor no mirar para no distraerse. El único taller que me ha obligado a mirar lejos y hacia afuera ha sido éste, hasta condicionar mis obras por la presencia del paisaje de proximidad en ellas o dedicarles series enteras y extensas, aún no concluidas, como los Paisajes Pasajeros, que comencé tras la pandemia.

12- Cómo se os ha ocurrido crear la Fundación Arranz-Raso? ¿Cuáles serían los objetivos básicos?

- Desde este verano la Fundación tiene su sede en Casa Silvestre, una vivienda familiar rehabilitada en 2018 con intervenciones artísticas mías en su arquitectura. Aquí pretendemos crear una residencia de artista, abierta no sólo a artistas plásticos, sino a creadores e investigadores de otras disciplinas como escritores y músicos que dispondrán de un espacio taller, si lo necesitan. En este sentido contamos con la voluntad y el apoyo del Ayto de Castejón de Sos que ha ofrecido crear, conjuntamente con la Fundación, una beca que nos permitiría invitar a un artista a trabajar y mostrar su trabajo en el Centro Cultural, en la sala a la que el Ayto ha decidido darle mi nombre y que emprende una nueva andadura al quererla dedicar sólo a proyectos culturales: exposiciones, conciertos, presentaciones de libros y conferencias. Otro objetivo, no menos importante de la Fundación, será asegurar la promoción y la exposición al público de mi obra, protegiendo así mi legado y mi archivo personal al compartirlo. Este segundo espacio se ubicará en mi taller que estamos adecuando para este eventual uso que un día será permanente, ya que contamos con aproximadamente 1000 obras de nuestra propiedad entre pinturas, dibujos, esculturas, libros de artista y diversas maquetas relacionadas con proyectos arquitectónicos. Nuestra intención, al fijar nuestra residencia definitiva en Castejón de Sos, fue crear un equipamiento cultural privado desde el que tratar la cultura como elemento transformador y enriquecedor de la sociedad en el ámbito rural, cada día más diverso y formado, sumándonos a una red de centros culturales emergentes que no deja de ampliarse. Desde la Fundación apoyaremos todas aquellas iniciativas artísticas que tengan en cuenta los valores humanistas y la defensa de la naturaleza capaces de inspirar un nuevo renacimiento, muy necesario en el arte de hoy.

13- Qué podrán hacer ahí los artistas jóvenes o los investigadores? ¿Cómo son esas mil piezas con las que se van a encontrar?

-Somos conscientes de que estamos alejados de los centros de producción artística de las ciudades, pero otro modelo es posible, y apostamos por la perdurabilidad en relación a la naturaleza de este tipo de iniciativas que surgen como reacción a un mundo volátil y ansioso de modas. Aquí los artistas encontrarán la paz, la libertad y el alejamiento, imprescindibles a la creación y a la reflexión. Un mundo lento y antiguo como un monasterio desde el que pensarlo y representarlo con carácter de eternidad.

14- ¿En qué momento está el artista Santiago Arranz, ya sabes quién eres y lo que buscas?

- No doy nada por hecho ni confirmado, a pesar de tener un pasado. Sigo haciéndome preguntas, qué es lo que queda de un artista. Si surge una idea nueva, me activo y ahora la tengo. Me interesan los dos modos extremos de arte: la pintura mural, destinada a los espacios públicos en el que manejas elementos que conciernen a una comunidad y con los que se identifican, como la muy reciente pintura mural realizada en el Centro Cultural de Castejón de Sos inaugurada a finales de agosto, con motivo del Congreso de Periodismo de Altura, que se celebra en Castejón de Sos, desde hace ya veinte años. Igualmente me interesa el plano el intimista y lírico de la pintura plasmada en mis paisajes pasajeros, entendidos como autorretratos o paisajes que describen un estado de ánimo, pues la pintura continúa siendo para mí una herramienta imprescindible para ahondar en el alma humana.

15-Es una pregunta quizá escolar, pero siempre tendemos a darle vueltas y más vueltas…¿Cuál es el lugar del arte tradicional en nuestra vida y en nuestra sociedad?

-Con las realidades virtuales se está deformando lo que tradicionalmente fue la creación de mundos paralelos que siempre había existido en el arte y la literatura. Lo que la tecnología pretende no es hacernos libres, sino sustituir la realidad, hasta hacernos perder el mundo y privarnos de nuestros símbolos que nos hablaban de nuestra naturaleza y nuestra muerte.

16- ¿Cómo afronta un artista la crisis?

- Quien carece de todo camina por los bosques para sobrevivir. Del arte conocemos el principio pero no donde termina y ninguna crisis podrá con él. Las crisis te obligan a pensar más. Lo mejor de ellas es que, si no te eliminan, avanzas, y si aún queda algo en ti actual, permaneces. Sólo se sale de ellas por amor. El arte es la única enfermedad que puede provocarte a su vez la muerte y la resurrección. Eres tu propio médico.

 

DIÁLOGO CON JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ

DIÁLOGO CON JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ

¿Es el cine de los veranos?  

 

Desde que siendo un adolescente vi la película Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore tengo claro que sí, claro está que me enamoré de esa película. Nunca olvidaré la secuencia en la que el proyeccionista desvía el haz del proyector sobre una pared de la plaza, para permitir que el público que se había quedado fuera del cine pudiera disfrutar de la proyección al aire libre.

En verano es un placer poder ver cine en una sala a oscuras y fresquita. Las salas de cine sirven para aislarte de la realidad y permiten meterte mejor en las historias que nos proyectan, además, te aíslas de las altas temperaturas que tenemos aquí en la calle. Ahora bien, el cine al aire libre o los cines de verano no tienen nada que envidiar. 



 

¿Cómo fueron o cómo eran los veranos de cine en el mundo rural? 

 

Los veranos de mi infancia en Castelnou, una pequeña localidad de la provincia de Teruel, eran como se suele decir, “de cine”. Eran veranos muy largos, que coincidían con el periodo de vacaciones escolares, donde los que habitualmente vivíamos en el pueblo nos juntábamos con un grupo mucho más numeroso de amigos -chicos y chicas-, que venían a veranear principalmente desde Barcelona o Zaragoza. Disfrutábamos de unas jornadas muy largas, que se prolongaban hasta entrada la madrugada, en aquellas noches que salíamos a la calle a “tomar la fresca”. Alguna noche podíamos ver proyecciones de películas al aire libre. Y si había tormenta o si después de comer, “en la mediada”, nos resistíamos a dormir siesta, una buena opción era poner alguna pelí de videoclub y ver aquellos títulos que estaban en salas unos años antes. El cine nunca faltaba en nuestros veranos, ni los comentarios entre amigos después de ver pelis.

 

¿Qué es lo que crees que debemos reivindicar del medio rural en términos culturales?

 

Siempre he dicho que la cultura es como un alimento más. En los pueblos se hace más evidente, una de las consecuencias de . Todas esas actividades culturales o de ocio que están más presentes en las ciudades, en el mundo rural son en muchas ocasiones el porqué de que se creen asociaciones u otras entidades que intenten garantizar la presencia de la cultura. Quizás en los pueblos, junto a la sensación de que existen pocas opciones, la implicación más directa de las personas son motivo de que la respuesta del público a este tipo de ofertas de ocio sea más numerosa en proporción a la que se da en las grandes ciudades.

 

 

¿Para que sirven los festivales de cine? Frecuentas muchos, estás detrás del de Urrea de Gaén…

 

Los festivales de cine sirven para mostrar el pulso del cine que desarrollan los nuevos creadores. Son una buena forma de poder ver ese otro cine que no siempre obedece a los estándares del mercado, cine independiente, de autor o de temáticas concretas.

Suelo ir al menos a dos o tres festivales al año y me gusta ver la obra que proyectan. Últimamente, debido a mi implicación empresarial también estoy acudiendo a los markets que se organizan en el marco de estos festivales en busca de colaboración en mis trabajos.

En la última edición de Festifal (Festival Internacional de Cortometrajes de Temática Rural), que tuvo lugar en Urrea de Gaén el pasado mes de noviembre, estuve bastante liberado de las tareas organizativas. Aunque, como sigo al frente del Centro de Estudios del Bajo Martín, que es la entidad que lo organiza, sigo siendo la persona que lo representa.

 

 

¿Cuándo decides que el cine sea una de las razones de tu vida?

 

El cine siempre ha sido una de mis principales opciones de ocio. Siempre he sido un enamorado del séptimo arte. Esta es la principal razón por la que siempre he tenido esa espinita de trabajar en este tipo de proyectos. Mi perfil profesional durante mucho tiempo estuvo ligado a la parte más técnica de los audiovisuales y las comunicaciones.

En 2016, tras un breve periodo sabático que me llevaría a vivir a Escocia, decidí volver y probar suerte en facetas más creativas y vinculadas a la producción de audiovisuales.

 

¿Te marcó alguien, has tenido influencias, un instructor, un maestro?

 

En el año 1995 tuve la suerte de participar en el rodaje de Ella está enfadada de Juanjo Giménez Peña y posteriormente, en el año 2000 también participé en el rodaje de su primer largometraje, que llevaba por título Nos hacemos falta (Tilt). En ambos casos trabajé en la producción a las órdenes de Oscar Díez, que era el jefe de producción de ambos trabajos.

Oscar era uno de esos amigos con los que coincidíamos en vacaciones en Castelnou, y que sin duda me transmitió su pasión por el cine, todavía recuerdo a Oscar con una cámara de super 8, liándonos en sus mini rodajes estivales. Tanto Oscar como Juanjo, podríamos decir que fueron quienes me permitieron acercarme por primera vez al mundo de los rodajes profesionales. Yo, a cambio les presenté las principales localizaciones donde rodamos, ya que tanto el corto como el largo, ambos de ficción, ambos rodados en 35mm, tuvieron como escenarios principales lo que hoy se denomina Bajo Aragón Histórico.

 

 

¿Por qué Pierres Vedel, qué debemos saber de él y qué has querido contarnos?

 

Yo llegué a Vedel en una conversación de terraza donde me propusieron contar la historia de la traída de aguas a Teruel. Me gustó la idea y esto me llevó a conocer a Manuel Martín, quien me mostró la importancia de aquel maestro renacentista de origen francés que se afincó en el sur de Aragón, así como la importancia de sus obras para el desarrollo de aquellas poblaciones.

Me llamó la atención que este personaje se viniera a España desde Francia por causas principalmente económicas, cosa que durante los últimos tiempos vemos que sucede a la inversa. Y también me llamó la atención la calidad de sus trabajos conocidos y lo poco que se conocía a este arquitecto y su obra. Esto es lo que se cuenta en este documental de una hora de duración.

 

 

¿Qué significó este arquitecto en su defensa del agua?

 

Sin duda estamos ante un arquitecto o ingeniero que en el s. XVI nos acercó de nuevo aquellas técnicas constructivas que venían de las antiguas Grecia y Roma. Sus trabajos han sido una influencia clara en épocas posteriores. Tal es así que se le atribuyen obras por lo similar a las técnicas empleadas en las que están documentadas como suyas. Este es el caso de la fuente de Celadas, cuya autoría no está documentada.

Tanto las traída de aguas o acueducto de Teruel, obras como la Mina de Daroca o la construcción del talud de la torre de San Martín de Teruel -todas ellas obras suyas-, solo se encargaban a maestros con sobrado prestigio y experiencia debido a su complejidad de ejecución.

En aquellas localidades que crecían en población, la llegada del agua de boca hasta las poblaciones supuso un avance importantísimo en su desarrollo. Para construir el talud, Vedel dejó la torre prácticamente suspendida en el aire, por medio de un entramado de andamios de madera. En el caso del desvío del cauce las avenidas de agua procedentes de tormentas, que lo llevó a diseñar y construir la Mina de Daroca, conseguiría que perforando una montaña se desviara el curso de estas avenidas, evitando así numerosas muertes producidas como consecuencia de grandes tormentas en Daroca. Quizás esta última sea su obra más compleja y singular.

 

¿Es verdad que está enterrado en Albarracín, conoces su tumba?

 

Su última intervención como arquitecto documentada es la Iglesia de Santa María de Albarracín. En una de las capillas laterales de este edificio podemos ver una placa que dice que allí residen sus restos. Por este motivo, esta iglesia, que actualmente es el auditorio de la Fundación Sta. María de Albarracín se escogió para el estreno oficial del documental.

 

 

También has trabajado en Segundo de Chomón. ¿Duele saber que solo ha vivido en Teruel dos años apenas?

 

Efectivamente, me gustaría poder decir que vivió más tiempo allí, pero sin duda, sus orígenes teruelanos o calamochinos, como pasa con muchos otros personajes que han tenido que desarrollar su carrera fuera, habrán sido muy importantes en su vida.

 

¿Qué significa Chomón en el mundo del cine, qué debemos reivindicar de él?

 

Segundo de Chomón fue sin lugar a duda uno de los pioneros más destacables en los inicios de lo que hoy llamamos cine. A diferencia de otras figuras más reconocidas como Georges Méliès, Chomón se adentró más en el lenguaje propio del cine, innovando y haciendo trabajos menos inspirados en técnicas teatrales. Además, fue una figura clave para el desarrollo de técnicas de coloreado, trávelin, iluminación, animación y el caché (actual croma)…

Podemos decir que fue uno de los principales impulsores del lenguaje audiovisual que hoy conocemos, tanto en España como en Francia.

 

¿Sabe Aragón tratar a sus hombres ilustres o es una asignatura pendiente?

 

Me gustaría poder decir que sí, que en Aragón tratamos bien a nuestros personajes ilustres. Pero si, por ejemplo, volvemos a hablar de Chomón el pasado año se cumplía el 150 aniversario de su nacimiento en Teruel. Salvo los modestos actos, que con este motivo se han llevado a cabo por la Diputación Provincial de Teruel (DPT), me temo que no se ha hecho lo suficiente para poner en valor la figura de este genio aragonés. Llama especialmente la atención que desde el Gobierno de Aragón no se haya hecho nada especial. Cosa que no ha ocurrido en la vecina Cataluña, donde por ejemplo Filmoteca de Cataluña le dedicaba un espacio y programación especial a Chomón durante todo ese año. Se pueden poner bastantes más ejemplos.

 

¿En qué proyectos que se puedan contar andas metido ahora?

 

En la actualidad estoy trabajando en la distribución de un espectáculo que se llama Más que magia, cine. Segundo de Chomón, que ha sido clave para la confección del guion de un documental que pretende construirse o nutrirse de aportaciones de nuevos canales de comunicación como son las redes sociales. Además, estoy con un proyecto de largometraje documental que cuenta la historia de unos incunables hebreos impresos en Híjar en el siglo XV. Hoy en día estos libros son admirados en las principales bibliotecas y universidades del mundo. Tanto la historia de su impresor como el recorrido de estos libros se podrán ver en este proyecto que se titulará Libros. El legado de Alantansí.

 

¿Es fácil hacer cine en Aragón?

 

Creo que resulta evidente que no, en Aragón y tampoco en España es fácil hacer cine. Desgraciadamente no existe una industria potente, lo que lleva a tener excesiva dependencia del apoyo de instituciones públicas.

 

Cuando te pones a soñar en términos cinematográficos, ¿qué sueñas, qué te gustaría realizar?

 

Me encantaría poder hacer más ficción, ya que estoy muy vinculado a trabajos documentales, que siempre abordan temas patrimoniales y figuras desconocidas, que tengo que reconocer que me gusta. Pero si me pongo a soñar me gustaría poder hacer trabajos de ficción, especialmente trilers.

 

¿Se está imponiendo el documental a la ficción, o por qué crees que se están haciendo tantos documentales?

 

Quizás algunas razones son que son más baratos de producir en general, además creo que el hecho de que las plataformas apuesten por programar documentales está haciendo que haya más público que demande este tipo de contenidos. No obstante, a mi me gusta mucho el género documental, seguro que no soy objetivo.

 

Cuando miras a nuestros maestros (Chomón, Buñuel, Saura, Borau, Forqué…) ¿en qué te fijas, qué te interesa?

 

Veo en todos ellos maestría, y siento absoluta admiración. He tenido la suerte de profundizar especialmente en el cine de Chomón, del que destacaría su creatividad, su invención y puesta en práctica de técnicas al servicio del lenguaje. De Buñuel, al igual que en ocasiones también me sucede con Chomón, me fascinan sus ensoñaciones y su faceta más surrealista. Soy un gran admirador de ese Saura fotógrafo que narra como pocos la música y sus bailes. Creo que sería muy difícil para gente de mi generación poder entender parte de la historia de nuestro país sin haber visto obras Borau o de Foqué y su punto de vista cómico.

 

¿Qué debemos conocer del Bajo Aragón, en verano en cualquier época del año?

 

Para mí, el Bajo Aragón Histórico tiene muchos atractivos. Siempre digo que soy de Teruel o turolense, pero en el fondo sé que debería decir soy un bajoaragonés que siente un cariño especial por la capital donde estudié unos cuantos años. Así que vuelvo a ser no muy objetivo. Intentaré sintetizar

Sin duda, si tengo que recomendar a alguien alguna zona del Bajo Aragón serían el Matarraña y el Maestrazgo. Nadie debe irse de aquí sin conocer esos pueblos y su entorno. De mi comarca, actual Bajo Martín, me gusta especialmente todo lo que tiene que ver con el Parque Cultural del Río Martín, que empieza en Albalate extendiéndose hacia las cuencas mineras. Pinturas rupestres, naturaleza y enclaves históricos son especialmente atractivos en este fragmento del río Martín.

Para los amantes de la Semana Santa y los tambores, todos los años es cita obligada “Romper la hora” en los pueblos de la Ruta del Tambor y Bombo. Donde también se puede disfrutar de muchas de sus procesiones.

Para los amantes de localizaciones para cine, son muy atractivas las zonas de saladas y áridas tan propias del valle del Ebro que están presentes en muchas de estas poblaciones.

 

 

HA MUERTO EL CINEASTA JESÚS LOU

HA MUERTO EL CINEASTA JESÚS LOU

Ha fallecido el cineasta, operador de cámara y fotógrafo Jesús Lou (1957-2022), que procedía de Plou, al lado de Muniesa, en Teruel. Se instaló muy pronto en Zaragoza con su familia. Inicialmente, en su juventud, contactó con el núcleo de jóvenes cristianos y no tardaría en incorporarse al movimiento de objetores de conciencia.

Lector apasionado y cinéfilo, aficionado a realizar una lectura transversal de las artes y buen lector de la generación del 27 y de ‘La Edad de Plata’ de José-Carlos Mainer, no tardaría en pasar del cine al vídeo. Tanto Luis Felipe Alegre, actor y director del grupo teatral El Silbo Vulnerado, como el realizador Emilio Casanova lo conocieron muy bien y trabajaron con él. Alegre lo retrata así: “Yo creo que fue de los pioneros que dieron el salto del cine al vídeo y lo hizo con buen gusto y profesionalidad. Nuestros inicios están unidos a él, que hacía muchas cosas y era muy creativo”.

Casanova dice: “Hemos colaborado mucho. Recuerdo que en los 80 él trabajaba en una empresa en Madrid y yo estaba en Barcelona. Hablamos y vi que él tenía ganas de volver a Zaragoza: así lo hizo, yo también, y trabajamos en muchos proyectos. Recuerdo, entre otros, documentales y grabaciones sobre Antonio Saura, el grupo Pórtico, la obra mural de Goya en Aragón y diversos trabajos sobre restauración del patrimonio, proyectos dirigidos en ocasiones por Concha Domínguez”, dice Emilio Casanova. El director de películas sobre Ramón Acín o Pilar Bayona asegura que “con Jesús Lou y Blas Calvo hicimos un equipo y trabajamos mucho en los 80 y los 90. Y luego, ya a principios del siglo XXI, hicimos ‘Ramón Acín. La línea sentida’, la documentación y la base de datos de los fondos de Ramón Acín y su hija Katia Acín Monrás, y de toda la familia en general”.

Luis Felipe Alegre, objetor de conciencia, fue de sus primeros y más cercanos amigos con el guitarrista Gregorio Maestro, el fotógrafo Antonio Ceruelo, más tarde el director teatral Héctor Grillo, etc. “Jesús Lou hizo de todo con El Silbo Vulnerado: fue actor y salía a escena, fue productor, fue documentalista, yo diría que hasta el año 1995 o así de la compañía. En 1979 compramos una cámara con un magnetoscopio y él solía grabar los espectáculos. En su buhardilla de la calle Miguel Servet nos reuníamos allí para preparar un espectáculo de las ‘Coplas’ de Jorge Manrique”.

Otro de sus grandes amigos fue el escritor y cinéfilo Carlos Calvo, que lo fue visitar en varias ocasiones a los dos pueblos en los que vivió en los últimos años: Trébago, en Soria, y Bulbuente, en Zaragoza. “Sinceramente, creo que fue un buen documentalista, colaboró con el director José Miguel Iranzo y deja un legado valioso. No se lo tomó en serio del todo, era muy disperso, pero aspiraba a un cine total, y ha dejado piezas preciosas. A mí me gusta mucho ‘Aparición de la Virgen’, de lo mejor que se ha hecho en Zaragoza en cine documental”.

Eduardo Laborda e Iris Lázaro lo conocieron y lo trataron mucho: en Zaragoza, especialmente en las noches del bar Bonanza, con el poeta Manuel Forega y tantos y tantos otros artistas, y en Trébago, el pueblo de la pintora. “Jesús trabajó una década en el pueblo y dejó una buena imagen. Era creativo, emprendedor, llevó el bar, se encargó de la limpieza, atendía con cariño a los ancianos. Y la gente, de veras, lo quería mucho. Se implicó y se sintió muy cómodo allí”, dice, apenado, Eduardo Laborda. En los últimos años, se casó con una mujer de Georgia, y se trasladó a Bulbuente; fue allí, ante el majestuoso Moncayo, donde se le reveló el cáncer de vejiga que iba a acabar con su vida.

Uno de los trabajos de los que sentía más orgulloso fue la digitalización que hizo de la obra pictórica de Manuel García Maya. En ‘El pollo urbano’ recordó el regalo que le hizo al artista, bohemio y camarero del Bonanza: En 1999, junto con un grupo de amigos míos y también amigos de Manolo, realizamos un CD interactivo, titulado ‘Obra y zozobra’, sobre la figura y obra de Manuel García Maya. El objetivo de este CD era hacerle un regalo a Manolo para que dispusiera de gran parte de su obra fotografiada y catalogada mínimamente, añadiendo, además, datos biográficos, facsímiles de sus singulares cuadernos y algunas de sus músicas favoritas, entre otras cosas. Sólo se hizo un CD original que entregamos a Manolo para su uso y disfrute, diciéndole que si deseaba regalar el CD a algún amigo nos pidiera copias. Fueron, al final, seiscientas –sí, seiscientas– las copias que distribuyó Manolo gratuitamente entre sus amigos”.

 

*Este artículo se publica hoy en la web, en abierto, de HERALDO.

PREMIOS DEL FESTIVAL DE CINE DE LA ALMUNIA

El Festival de Cine de La Almunia premia a Charo López, Gonzalo Suárez, Alberto Castrillo-Ferrer y Laura Gómez-Lacueva en su 26ª edición

 

  • La actriz salmantina y el director ovetense recibirán sendos Premios Florián Rey y los dos intérpretes aragoneses, dos Villa de La Almunia.

  • El viernes comienza una nueva edición de Fescila que, bajo el tema monográfico “Luces, cultura… ¡Acción!”, quiere homenajear a todas las artes.

  • Abrirá el festival el estreno del documental 25 veces un sueño, que recoge testimonios sobre la historia de la cita almuniense.

 

La vigésimo sexta edición del Festival de Cine de La Almunia tendrá de nuevo un póquer de premios de excepción, formado por la actriz Charo López, el director y escritor Gonzalo Suárez, el actor Alberto Castrillo-Ferrer y la actriz Laura Gómez-Lacueva. El doble Florián Rey y el doble Villa de La Almunia, los dos premios honoríficos del festival, se entregarán en una única gala el jueves día 12 a las 19,30 horas en el Cine Salón Blanco de la localidad, presentada por la periodista aragonesa Susana Luquin.

López y Suárez son una de esas eternas parejas de director y actriz que han dado grandes obras al cine español y recibirán cada uno su premio Florián Rey a toda su carrera. Charo López (Salamanca, 1943) sumará este galardón a premios como el Goya (por Secretos del corazón), varios Fotogramas de Plata, el premio de la Unión de actores, el Sant Jordi a toda su trayectoria profesional y varios TP de Oro. A lo largo de seis décadas de carrera, López ha encarnado a personajes míticos del cine, la televisión y el teatro a las órdenes de directores como Mario Camus, Basilio Martín Patino, Vicente Aranda o Montxo Armendáriz, además de su inseparable Gonzalo Suárez.

Y es que Suárez (Oviedo, 1934) ha dirigido a Charo López en innumerables ocasiones, desde que la descubriese para su primera película, Ditirambo. Sin embargo, nunca habían recogido un premio juntos, como harán le día 12 en La Almunia. En el caso del asturiano, el Florián Rey se unirá a varios Goya, el Premio Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro de Bellas Artes, la Medalla de Plata del Principado de Asturias o la Medalla de Oro de los Premios Forqué. Ambos encarnan a la perfección el valor de la cultura en tiempos de crisis, como pretende ensalzar el festival almuniense

 

Premios Villa de La Almunia

Por su parte, los intérpretes aragoneses Alberto Castrillo-Ferrer y Laura Gómez-Lacueva recibirán sendos premios Villa de La Almunia, que otorga el Ayuntamiento de la localidad a sugerencia de la Asociación Florián Rey. Castrillo-Ferrer es sin duda uno de los intérpretes y directores teatrales más destacados que ha dado Aragón. Formado en Francia, ha recorrido media Europa de teatro en teatro, y también ha hecho incursiones en el cine, con películas como Marcelino, el mejor payaso del mundo, de Germán Roda, o Historias Lamentables, de Javier Fesser.

Precisamente en estos dos proyectos coincide con su compañera de premio, Laura Gómez-Lacueva, inmensa actriz de la tierra que lo mismo nos hace reír desde la pequeña pantalla en Oregón TV que se marca un drama como Incierta gloria, de Villaronga o Las niñas de Palomero.

 

Programación 26 Fescila

Este será sin duda uno de los actos más destacados de la programación, pero el festival comienza este viernes día 6 con un taller de animación stop motion para niños y la primera de las cinco sesiones de cortometrajes de la Muestra Adolfo Aznar, que se reparten a lo largo de la semana. El sábado 7 será la inauguración oficial con un concierto de bandas sonoras a cargo del pianista Alfonso Latorre (17,00 Palacio de San Juan), y con el estreno del documental 25 veces un sueño sobre la historia del festival que han dirigido Laura Hevia y Javier Gimeno (19,30, Cine Salón Blanco). Tras el estreno, distintas personalidades del audiovisual aragonés participarán en un coloquio en el que recordarán cómo han vivido ellos el festival almuniense, y debatirán acerca de la evolución de la cultura y el cine en nuestro país durante este tiempo.

 

El domingo, el programa se centrará en otras artes, dando rienda suelta a ese tema monográfico, "Luces, cultura, ¡acción!", con el que el festival pretende rendir homenaje a todas las disciplinas que “en los últimos dos años nos han ayudado a sobrellevar la extraña realidad en la que hemos vivido”, explican desde la organización. Así, la mañana se dedicará a la música con un concierto de Alexandra and The Goldtriggers (12:30h) y la tarde al circo con el espectáculo Memphis Rock&Circ, que comenzará a las 19:00 horas (organizado por la Concejalía de Cultura y Participación Ciudadana). Ambos serán en la Plaza de los Cineastas.

 

Durante la semana se podrán ver varios largometrajes, como Historias lamentables, de Javier Fesser, El amor en su lugar, de Rodrigo Cortés, Las leyes de la frontera, de David Monzón o Uno para todos, de David Ilundain. Este último se proyectará el viernes y, tras el visionado, tendrá lugar la mesa redonda “Cómo hacer y enseñar cine en el aula”.

 

La cena de cine será, nunca mejor dicho, el otro plato fuerte de la jornada del viernes 12. Los asistentes degustarán un menú creado por el equipo de cocina del Restaurante El Patio, inspirado en la película Delicioso de Eric Besnard, sobre la creación del primer restaurante de la historia de Francia. El sábado 14 Fescila pondrá el broche final a la programación con una jornada de clausura protagonizada por los cortometrajistas y guionistas premiados en los concursos que organiza el festival y cuyo palmarés se hará público ese mismo día. El día comenzará con una visita guiada teatralizada a los rincones de cine de la localidad (organizada por la Concejalía de Turismo), seguirá con la proyección de los trabajos premiados y finalizará con la gala de entrega de premios, presentada por Luis Cebrián.

 

 

AGUSTÍ VILLARONGA: UN DIÁLOGO SOBRE SU OBRA Y 'NACIDO REY'

AGUSTÍ VILLARONGA: UN DIÁLOGO SOBRE SU OBRA Y 'NACIDO REY'

Agustí Villaronga (Mallorca, 1953) lo tiene claro: “Mi familia es el cine y mi sueño es seguir haciendo películas”. Ayer el director de ‘Pan negro’, ‘Incierta gloria’ o ‘El vientre del mar’, entre otros títulos, presentó en una conversación su filme ‘Nacido rey’, que rodó en Arabia Saudita y en Inglaterra y que no se había estrenado en España. La rodó a lo largo de dos años, entre 2017 y 2018, y se estrenó en el país árabe con un inmenso éxito en 2019, hasta el asesinato de Kashoggi. “Tras su muerte, se paró. Y creo que su asesinato fue determinante para que la película no llegase a España”, observó.

Yo amo a la gente. Y hago cine para la gente. Durante años, en películas como ‘Tras el cristal’ o ‘El mar’ hice películas perturbadoras. Más que perturbadoras, enfermizas. Pero ahora ya no me interesa ese tipo de cine: sigo explorando los rincones oscuros, pero con otra mirada. En busca de la luz, de la claridad, de otro modo”, decía Agustí Villaronga, que es un hombre que habla con voz suave, sin dogmatismos, sin temor a abrirse a las confidencias, sin temor a desnudar algunos de sus secretos.

Muchas de las películas que hecho son un encargo. Películas que los productores pensaban que podían funcionar tras leer algunos libros. Sucedió con ‘Pan negro’, basada en los libros que apuntan hacia la sencillez y la claridad de Emili Teixidor. Me la propusieron y acepté. En cierto modo, ‘Pan negro’ supuso un cambio en mi trayectoria. Es como si naciese otro director. Una productora muy amiga me dijo que mis películas eran extrañas, y lo son, lo son, que parecían no comunicar con el público. Y me ofrecieron esa obra. Me gustó mucho y ya se sabe el éxito que tuvo”, decía Agustí Villaronga. Otro tanto le sucedió con ‘El rey de La Habana’, basada en la novela de Pedro Juan Gutiérrez, o con ‘Incierta gloria’, la gran novela de Joan Sales. “A veces dudas, no te ves con fuerzas. Sé que la Guerra Civil aparece una y otra vez en mis películas. No tengo una obsesión por ella, ni siquiera es un tema que me interese mucho, no tengo muchas ganas de entrar a reflexionar sobre los bandos. No eso, no, aunque no puedes dejarlo de hacerlo. Conozco ese mundo, tengo mis ideas. Sin embargo, las guerras en sí mismas, de esas guerras que convierten a la gente más sencilla en víctimas, de eso sí me apetece hablar. Y por eso hago películas donde hay trasfondo bélico”.

Estos tres títulos, y quizá alguno más, lo plantaron ante un nuevo encargo: ‘Nacido rey’. “Un día me llamó el productor Andrés Vicente Gómez y me propuso la idea. Se trataba de una película sobre el joven Faisal, coronado rey en 1964 y asesinado en Riad en 1975. Era muy querido. Al principio le dije que no. ¿Qué sabía yo de ese mundo y, además, de una monarquía que nos es bastante ajena y que tiene contradicciones, y tampoco quería dar la impresión de que la blanqueaba? No había trabajado nunca en una superproducción así, con tanto dinero. Él insistió y me dijo que me la plantease como un encargo, que me veía el director ideal para el proyecto, y como una aventura. Y eso he hecho”, explicaba Agustí Villaronga.

¡Qué sé yo cómo se comunica uno con un masai! No sabría explicar qué cine quiero hacer, ni el sentido de las imágenes, pero sí sé que el cine es mi vida, y que me interesan mucho las infancias. Encuentro ahí un motor, algo que tiene que ver con la pureza, y me gusta mucho eso”, agregaba.

También en ‘Nacido rey’ aparece esa inclinación a narrar instantes mágicos de la niñez. Se cuenta, ya de paso, la historia de un joven de trece años que viene a Europa a reunirse con la familia real, con Lord Curzon y Winston Churchill. “A veces despreciamos lo que no conocemos. Y en este sentido la película también ha sido un aprendizaje de tolerancia en un mundo exuberante de palacios en Inglaterra y en Arabia”. Agustín Villaronga recordó que el estreno y la proyección de la película no pasó inadvertida: se abrieron los cines, las mujeres pudieron ir a las salas, pero la muerte de Yamal Ajmad Jashogyi cambió muchas cosas. “No hice exactamente la película que quise hacer, el montaje fue de Pablo Blanco, y ellos revisaron detalles que no les gustaron y que hubo que volver a grabar nueve meses después”.

Agustí Villaronga habló del rodaje de ‘Incierta gloria’ en Aragón y de un proyecto que “quizá no fuese entendido”: ‘El vientre del mar’ (2021), una película, de bajo presupuesto, centrada en el naufragio de ‘La medusa’, en 1816, que inmortalizaría el pintor Gericault en un cuadro de filiación romántica y Alessandro Baricco en su novela ‘Océano mar’. “No era fácil hacer esta película, sobre todo con bajo presupuesto, pero yo creo que todo está muy trabajado y que explica, a través de ese hecho, un sinfín de historias contemporáneas, terribles, que suceden a diario. Yo intenteo dar un poco más: trascender el reportaje, hablar de sentimientos, de lo que sienten los náufragos”, matizó Villaronga.

El director, que fue galardonado ayer en el Festival Saraqusta, empezará a rodar dentro de dos meses una nueva película. “Voy a hacer lo que no he hecho nunca: una comedia. Un guionista de cómics me planteó una historia de una anciana con alzhéimer y unos niños. Deben cuidarse los unos a los otros y se producen situaciones cómicas que espero que hagan reír a la gente”, dice, y anticipa que la principal actriz femenina será María Alfonso Rosso, que participó en ‘La novia’ de Paula Ortiz.

DIÁLOGO CON DAVID GUIRAO SOBRE 'SAN JUAN DE LA PEÑA'

DIÁLOGO CON DAVID GUIRAO SOBRE 'SAN JUAN DE LA PEÑA'

San Juan de la Peña, con sus dos monasterios, es uno de los lugares más impresionantes de Aragón, cuna de historias, de leyendas, solanar y solar de reyes. En el antiguo monasterio, que se quemó tres veces, impresionan las tumbas, las reliquias y los restos, «los capiteles de cómic», el hipotético Santo Grial, los vestidos del Conde de Aranda, el claustro, el edificio en sí mismo, que parece excavado en la roca. El ilustrador David Guirao, con el escritor y profesor Pepe Serrano, acaba de firmar un curioso tebeo: ‘San Juan de la Peña’, que publica Mira editores y la Real Hermandad de San Juan de la Peña. El nuevo se fundó en 1714. Los autores han resuelto su acercamiento con sencillez y originalidad: van a los dos recintos para hacer un tebeo donde se «localiza parte de nuestra historia».

¿Cómo define este volumen?

Es una nueva colaboración con Pepe Serrano. Teníamos muchísimas ganas de volver a crear algo juntos, y esto es algo que para los dos ha sido totalmente diferente a lo que nunca hemos hecho: se trata de un cómic.

Parecía que lo andaban buscando, en cierto modo, ¿no?

En el fondo tanto para Pepe como para mí el haber creado un tebeo es como cumplir una aspiración porque a ambos nos enamora el medio. En la obra hay escenas que funcionan de manera simétrica.

¿Cómo se ha sentido en el cómic el ilustrador que es usted?

Muy extraño. Tanto Pepe como yo somos apasionados lectores de tebeos, insisto, y nunca habíamos realizado uno. Yo tenía claro que si lo hacía era con él, aporta muchos matices a la historia, a la narración.

¿Por qué lo dice?

Pepe Serrano, con quien hemos hecho entre otros proyectos como ‘El libro de la narices’ (en la desaparecida editorial Nalvay), es capaz de dar muchísima profundidad a los personajes con muy pocas líneas (algo tremendamente difícil) y el humor que aporta es fundamental para que tengas ganas de seguir pasando páginas.

¿Cómo definiría entonces su propia metamorfosis o su esfuerzo?

Ja, ja, ja. Yo he tenido que reamueblar mi cabeza y dibujar de manera muy diferente, ser consciente de que el medio es distinto al que acostumbro y procurar aprovechar todos los recursos que nos permite el lenguaje gráfico. Pero nos lo hemos pasado muy bien haciéndolo.

¿Cómo define Juan de la Peña, una de las cunas de Aragón? ¿Qué tiene de especial, de mágico, de legendario...?

Es un edificio espectacular. Nos impactó cuando lo visitamos, cómo se funde el monasterio con la roca. La capilla de san Victorián o el claustro son para sentirse muy orgullosos de tener tanta calidad artística tan cerca de casa.

Cuentan que van a tomar notas para un tebeo y acaban haciendo un metatebeo, ¿no?

Eso es: quisimos huir de una publicación donde solo se dieran datos, fechas... Sabíamos que tendría una voz didáctica, pero decidimos que hubiese otra voz más, la costumbrista, que es la de los creadores que buscan un lugar donde desarrollar esa aventura de ficción y, claro, no podíamos evitar meter esa ficción para que el lector se implicase en nuestra historia.

¿Sería muy distinto el tebeo que harían tras la aventura que narran, si hubiesen optado por ese camino?

Nos gusta mucho dejar espacio para que el lector imagine. La aventura del protagonista es un ‘macguffin’ clarísimo, es como la maleta de ‘Pulp Fiction’ que la ves pero no sabes lo que hay dentro, porque eso corre a cuenta de la imaginación de cada uno.

 

RECUERDO DE CLARA DEL CAMPO

RECUERDO DE CLARA DEL CAMPO

Se ha ido una estupenda amiga: Clara del Campo. La conocí a finales de los 70 y principios de los 80. Era la mejor amiga de Lola, una coruñesa que se había instalado en Zaragoza y creo recordar que trabajaba en Telefónica. Coincidíamos a menudo: en casa de Lola, hermana de Mamen, otra gallega que se asentaría en Sabiñánigo y luego en Artosilla con su compañero Jesús García Mainar. Estuvimos un tiempo sin vernos, y años después nos encontramos en la Casa de la Mujer. Morena, simpática, sensible, era una gran lectora, un poco mitómana diría yo, se había casado con su compañero de siempre, Fernando (creo recordar que, por entonces, ella y Fernando vivían en Zumalacárregui) y tendrían una hija. Siempre me pareció una mujer alegre, vitalista, ávida de vivir más, de leer, de charlar, de disfrutar de las pequeñas cosas. Un cáncer de esos rápidos, tan malignos como fulminantes, ensombreció sus últimos años. O quizá fue tan letal que no le dio tregua y no fueron ni años sino meses devastadores.

Una de las últimas veces que la vi fue en una charla con Lita Cabellut en Ibercaja, creo que fue el 24 de abril de 2019. Hablamos luego, lo había pasado muy bien, recordamos viejos tiempos, y siempre tenía ganas de hablar de su hija, que estudiaba lejos, de su marido Fernando (que la define y la definía con más razón que nadie “como una persona única y adorable”), de Almudena Grandes, de Fernando Aramburu, de los descubrimientos literarios que hacía, de libros dedicados, de amigos comunes como Gervasio Sánchez y su familia, como Pilar Maldonado y Luis Germán, etc. Se fue el pasado 29 de noviembre. Y lo hizo casi en secreto: con el pudor y la delicadeza que siempre mostraba, rodeada de su familia y de un círculo de íntimos. No tengo una foto suya, quizá no le habría gustado que la pusiera, pero sí le habría gustado saber que muchos la recordamos y la hemos querido y admirado muy sinceramente. El adjetivo “adorable”, que le dedicó su marido Fernando, me parece el más idóneo. Y uno de los más hermosos. O al menos uno de ellos. Buscó la felicidad para ella y para los otros.

 

*La foto que elijo aquí es de Brooke Shaden. Para el alma soñadora de Clara, que ya anda por ahí, en otras latitudes, en otras tierras ignotas, como un ave errante en pleno vuelo. [Con todo mi cariño para Fernando y su familia.]

CONGRESO 'MEMORIAS DE LA INTOLERANCIA'

JAVIER RAMÓN COORDINA 'MEMORIAS DE LA INTOLERANCIA'
[En la imagen, 'El martirio de San Pedro de Arbués' (1664), por Murillo (Museo del Hermitage, San Petersburgo).]
Congreso: Memorias de la Intolerancia. El encuentro se celebra el 24 y 25 de noviembre en la Universidad de Zaragoza y la Institución Fernando el Católico. La Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza y y el aula de la Institución Fernando el Católico acogen los próximos días 24 y 25 de noviembre el congreso Memorias de la Intolerancia. Violencia y discursos del odio religioso en la Europa del siglo XIX. Durante estas dos jornadas, especialistas internacionales abordarán desde un punto de vista histórico la convivencia entre diversas religiones y culturas, lo cual constituye uno de los principales retos de las sociedades contemporáneas. A lo largo de la historia la violencia religiosa y los discursos del odio han lastrado la implementación de medidas de tolerancia y, más tarde, de libertad religiosa.
El objetivo de esta propuesta es analizar cómo las manifestaciones de intransigencia religiosa limitaron la efectividad de estas medidas de convivencia. Para ello, las distintas ponencias se centrarán en el papel que desempeñó la memoria de la intransigencia —víctimas, agentes y procesos— en los debates en torno al papel de la religión en la esfera pública en el siglo XIX. La discusión se producirá en torno a tres espacios geográficos —Europa, España y Aragón—, prestando una atención especial al controvertido recuerdo del primer inquisidor aragonés, Pedro Arbués, agente y víctima de la violencia religiosa.
El plazo de inscripción finaliza el próximo domingo, día 21 de noviembre, incluido.
Puede consultarse toda la información y el programa en la página web del Instituto de Patrimonio y Humanidades (IPH): https://iphunizar.com/.../memorias-de-la-intolerancia/
MIÉRCOLES 24 DE NOVIEMBRE / WEDNESDAY, NOVEMBER 24TH
Mañana / Morning
Aula de la Institución «Fernando el Católico»
09:00 h Bienvenida / Welcome
MESA / PANEL
MEMORIES OF INTRANSIGENCE AND RELIGIOUS VIOLENCE IN EUROPE
09:15 h Valentine Zuber (École pratique des hautes études) Servet’s memory as the symbol of Christian intolerance
10:00 h Eveline G. Bouwers (Leibniz-Institut für Europäische Geschichte) The long shadow of the Eighty Years’ War: memory, pluralism and conflict in the Modern Low Countries
10:45 h Debate / Discussion
11:00 h Descanso / Coffee Break
11:45 h Géraldine Vaughan (Université de Rouen) Catholic violence in anti-Catholic British discourse in the nineteenth century
12:30 h Ignazio Veca (Università di Pisa) The crusade between memorial activation and reenactment: sacrifice, war and the brutalization of enemy in the nineteenth century
13:15 h Debate / Discussion
Tarde / Afternoon
Salón de actos de la Biblioteca «María Moliner», Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Zaragoza
16:00 h Olaf Blaschke (WWU Münster) Memory in anti-Judaism and modern antisemitism: German catholic mentalities between 1870 and 1945
16:45 h Francisco Javier Ramón Solans (Universidad de Zaragoza) Remembering catholic martyrs. Religious intransigence and defense of the papacy in 1867
17:30 h Descanso/ Coffee Break
MESA / PANEL
ENTRE ACTOR Y VÍCTIMA: EL INQUISIDOR Y MÁRTIR PEDRO ARBUÉS
BETWEEN PERPETRATOR AND VICTIM: THE INQUISITOR AND MARTYR PEDRO ARBUES
17:45 h Eliseo Serrano (Universidad de Zaragoza) La beatificación de Pedro Arbués en la España moderna
18:30h Joseba Louzao (Universidad de Alcalá de Henares) Entre la santidad y la nación.
Imagen y memoria de Pedro Arbués en la España contemporánea
19:15h Debate/ Discussion
JUEVES 25 DE NOVIEMBRE / THURSDAY, NOVEMBER 25TH
Mañana / Morning
Salón de actos de la Biblioteca «María Moliner»,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Zaragoza
MESA / PANEL
VIOLENCIA RELIGIOSA Y NACIONALISMO INTRANSIGENTE EN ESPAÑA
RELIGIOUS VIOLENCE AND INTEGRALIST NATIONALISM IN SPAIN
09:00 h Xavier Andreu (Universidad de Valencia) The limits of tolerance. Remembering the religious policies of the Catholic monarchs in nineteenth-century Spain
09:45 h Juan Pablo Domínguez (Universidad de Navarra) La intolerancia española en el relato nacional decimonónico
10:30 h Debate / Discussion
10:45 h Pausa / Coffee Break
11:00 h Pablo Bornstein (Universidad Complutense de Madrid) Rethinking the semitic: the historiography on Jewish and Muslim Spain and its impact on the Restoration’s national debates
11:45 h Daniel Muñoz Sempere (Universidad de Cádiz) El feri de Benastepar, by Miguel Hué y Camacho, and the second life of the Moorish novel
12:30 h Debate / Discussion
13:00 h Conclusiones / Conclusions
INSCRIPCIÓN
La inscripción se realizará a través de la página:
https://ifc.dpz.es/actividades/cursos
El plazo de inscripción finaliza a las 14:00 h del día 22 de noviembre, lunes, salvo que se complete previamente el aforo.
DERECHOS DE INSCRIPCIÓN: 15 €
Los derechos de inscripción no serán reembolsados en ningún caso.
EVALUACIÓN DEL CURSO
Condiciones para la evaluación del Curso:
Presencia de la persona inscrita en, al menos, el 85% de todas las actividades que se programen, lo que dará derecho a un Diploma de Asistencia expedido por la Institución Fernando el Católico.
Coordinación / coordination: Francisco Javier Ramón Solans (Universidad de Zaragoza) fjramon@unizar.es
Secretaría técnica / technical secretariat: Zésar Arranz Conte (Universidad de Zaragoza)
Colaboran los proyectos de investigación: «La memoria de Pedro Arbués. Tolerancia y violencia religiosa en la España del siglo xix» JIUZ-2020-HUM-01; «La dimensión popular de la política en la Europa Meridional y América Latina, 1789-1889» PID2019-105071GB-I00 ; y el grupo de investigación «Politización Y Políticas Del Pasado En La España Contemporánea» H02_20R.
La sesión de la mañana del 24 de noviembre podrá ser seguida en directo a través del canal de youtube de la Institución «Fernando el Católico» / 24 November’s morning session will be streamed live on the youtube channel of the Institución «Fernando el Católico»:
https://www.youtube.com/channel/UCPhbeq0bTvLtffpHB3p74Kw
El resto de sesiones podrán ser seguidas en directo a través del enlace / The rest of the sessions will be streamed live through the link:
La memoria de la intolerancia
En 1936, en un mundo que se desmoronaba, el humanista vienés Stefan Zweig publicaba un ensayo, Castellio contra Calvino. Conciencia contra violencia. El recuerdo de la intolerancia religiosa se proyectaba siniestramente sobre un presente atribulado por el ascenso del nazismo. Zweig insistió en la necesidad de recordar a las víctimas de la intolerancia:
Pues la Historia no tiene tiempo para hacer justicia. Enumera, como los fríos cronistas, sólo los éxitos, rara vez en cambio los mide con criterios morales. Sólo se fija en los vencedores, dejando a los vencidos en la sombra. Sin el menor escrúpulo, estos «soldados desconocidos» son enterrados en la fosa común del olvido. Nulla crux, nulla corona —ninguna cruz, ninguna corona— celebra su olvidado, su estéril sacrificio. […] Y por eso es necesario recordar una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus dominios sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la fuerza sucumbieron frente al poder, como Castellio frente a Calvino en su lucha por la libertad de conciencia y por el definitivo advenimiento de la humanidad a la tierra.
Desafortunadamente, alegatos como el de Stefan Zweig no fueron frecuentes. En el siglo XIX, la memoria de la violencia religiosa no se transformó necesariamente en un alegato a favor de la tolerancia o la libertad de conciencia. Es más, con frecuencia, se convirtió en un argumento para el odio religioso. Cierto es que hubo quiénes recurrieron al pasado para superar las diferencias y defender la creación de un marco de convivencia. Eran estas lecturas herederas de tradiciones ilustradas y revolucionarias, que bebían de las reflexiones teológicas de un John Locke ante las tensiones entre anglicanos y católicos, de corte más filosófico de un Pierre Bayle tras la revocación del Edicto de Nantes o de carácter histórico-filosófico de un Voltaire tras la ejecución de Jean Callas. Esta idea de recordar y superar un pasado de intolerancia también se nutrí de experiencias cercanas más positivas como habían sido las patentes de tolerancia concedidas a diversas confesiones en la segunda mitad del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX así como de las dos primeras experiencias de libertad religiosa en 1791 con la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos y la Constitución francesa. Sin embargo, la búsqueda de referentes en el pasado se vería lastrada por discursos de odio interconfesionales, así como por la afirmación de un nacionalismo confesional primero y las guerras culturales después.
Esta constatación de una memoria intolerante pudiera resultarnos a primera vista chocante dado que, en el presente, asociamos la memoria de las víctimas con la reparación y el reconocimiento. Tras el holocausto y el fin de las utopías, las víctimas, como señala Enzo Traverso, “han invadido la escena y ahora dominan nuestra visión de la historia”. La Shoah se ha transformado “en paradigma de la memoria occidental, en torno a la cual se construye el recuerdo de otras violencias recientes o lejanas”.1 No obstante, tampoco estas memorias están exentas de confrontaciones, ni llevan siempre a un ejercicio de empatía hacia las víctimas de otras violencias, ni impiden, cuanto no sirven para fomentar, otros discursos de odio.
La memoria de las víctimas de la violencia religiosa en el siglo XIX también fue polisémica y se convirtió en un terreno en disputa por diferentes identidades confesionales y nacionales. Casos como el de las conmemoraciones de Miguel Servet, brillantemente analizado por la profesora Valentine Zuber, ilustran a la perfección cómo un mismo caso de intolerancia pudo ser interpretado de diferentes formas en función de los países y grupos que promovieran su conmemoración.
Tres elementos nos permitirán reflexionar en torno a los conflictos en torno a la memoria religiosa en el siglo XIX: la era de las conmemoraciones, las guerras culturales y la segunda era confesional.
Muchas de estas polémicas en torno a la memoria de la violencia religiosa alcanzaron su máximo desarrollo en lo que se ha venido a llamar la “era de las conmemoraciones” cuando en las décadas del cambio de siglo, políticos y asociaciones civiles se lanzaron a celebrar aquellos momentos que consideraban que habían desempeñado un papel clave en la forja de su identidad nacional, regional y/o local. El pasado se convirtió en campo de batalla por la definición del verdadero ser nacional, una pugna en la que el elemento religioso ocupó un papel central.
En el terreno de las conmemoraciones y centenarios, la religión ha sido analizada como un epígono de la pugna entre conservadores y liberales. Sin embargo, al analizar la propia práctica conmemorativa observamos cómo las políticas del pasado impulsadas desde las diversas confesiones tienen lógicas propias que convergen en ocasiones con otras lógicas nacionales y políticas, como sería la conmemoración de la Thesenanschlag, la colocación de las 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg en 1517, y el nacimiento y muerto de Lutero que fueron progresivamente germanizados, celebrándolo no sólo como reformador religioso sino también como un héroe nacional en las luchas por la unificación alemana.2 Un símbolo todavía más complejo es el de Jean Calvin, cuya memoria era difícilmente articulable en términos nacionales ya que había nacido en Francia, pasó la mayor parte de su vida en Suiza y su pensamiento tenía una dimensión internacional. No obstante, los protestantes franceses trataron de convertirlo en un símbolo nacional con el objetivo de contrarrestar una Reforma protestante muy vinculada al espacio germánico. A pesar de que Calvino fuera vinculado con los valores centrales de la Revolución francesa, su polémico papel en la ejecución de Miguel Servet condicionó la celebración del centenario de su nacimiento en 1909.
En el terreno propiamente de la violencia religiosa, encontramos multitud de discursos que legitiman la violencia religiosa como es el caso de la cruzada en el marco del catolicismo o conmemoraciones de marcado carácter anticatólico y anglicano como The Twelfth en Ulster conmemorando la Batalla de Boyne en 1690 o la Bonfire Night en la que se quemaban efigies de Guy Fawkes y el papa. En el catolicismo decimonónico, buena parte de estas conmemoraciones del pasado están mediatizadas por la idea del martirio y por la conexión del sufrimiento del pasado con el presente. Lo veremos a través de la activa política de canonizaciones y las celebraciones del centenario de San Pedro y San Pablo en la década de 1860, rescatando ejemplos que iban desde la persecución romana hasta la lucha contra la reforma protestante y la evangelización.
Y es que la conocida como era de las conmemoraciones coincide prácticamente en el tiempo con las guerras culturales que sacudieron las sociedades europeas a finales del siglo XIX y en las que el conflicto entre Iglesia y Estado adquirió una nueva dimensión gracias a la “movilización de masas y la polarización social” así como a su extensión, abarcando “virtualmente cada esfera de la vida social: colegios, universidades, prensa, matrimonio y relaciones de género, lugares de entierro, cultura asociativa, el control del espacio público, la memoria folclórica y los símbolo nacionales”.
Además de por la era de las conmemoraciones y las guerras culturales, estas disputas en torno al recuerdo de la intolerancia están atravesadas por un tercer elemento, los conflictos interconfesionales que marcaron lo que Olaf Blaschke calificó como Second Confessional Age. Durante el siglo XIX, la pertenencia a una confesión constituyó un elemento definitorio de la identidad social y su espacio relacional. En aquel mundo liberal, los conflictos entre confesiones no sólo no habían decrecido, sino que se habían avivado, dotándose de nuevos significados en la pugna por la definición de conceptos claves del siglo XIX como civilización, progreso o raza. En este sentido, las memorias de la intolerancia cumplieron un papel muy variado. Por un lado, se trataba de un discurso de la otredad, la memoria de la intolerancia trataba de mostrar que el otro era el intolerante y, por tanto, incompatible con los valores modernos de tolerancia y respeto. Por el otro lado, se justificaba la violencia por razones tácticas o de supervivencia, señalando que era el otro el que amenazaba su propia existencia, sosteniendo que la coexistencia no sólo era imposible sino que hubiera acarreado todavía más violencia. Expulsiones y masacres colectivas o instituciones como la Inquisición quedaban pues justificadas como un mal menor. De esta forma, las memorias de la intolerancia lejos de inspirar la convivencia, se convertían simultáneamente en un discurso de la otredad –el otro era el intransigente– y en una necesidad, ante los discursos que subrayaban la amenaza o la violencia del otro.
Por último, la cuestión de la memoria de la intransigencia debe ser insertado en el marco general de la reflexión sobre los elementos que lastran la libertad religiosa y que beben todavía de las lógicas de la tolerancia. La aprobación de medidas de libertad de cultos no borró las diferencias que existían entre las religiones en la esfera pública, tanto por su capacidad de influir en las instituciones políticas y sociales como por su presencia simbólica. De hecho, en algunos casos se llegaba a combinar la libertad de cultos con la declaración de una religión estatal oficial. Con ello, en el fondo se perpetuaba la lógica de poder que subyacía a la tolerancia religiosa.
La tolerancia religiosa implica una relación de fuerza asimétrica entre el que tolera y aquel que es tolerado. El primero determina las reglas de juego, lo que es aceptable y lo que no, mientras que el segundo, a pesar de la mejora de su estatus debe acomodarse a una situación predefinida. La tolerancia es un instrumento del poder hegemónico que concede a una confesión un espacio para practicar su religión, a cambio de aceptar su condición de minoritaria. Los propios actores percibieron que esta relación de fuerza, Mirabeau decía que tolerancia era “tyrannical since the authority that tolerates can just as well not tolerate” (1789). Similares consideraciones se pueden encontrar en la famosa carta de George Washington a la congregación de los hebreos de Newport (1790) o de Thomas Paine en su Rights of Man (1791). Todos ellos coincidían en que la libertad de conciencia permitiría superar el “despotismo” de la tolerancia y garantizar la igualdad entre las personas.
En la novela alemana, Der Fall Mauritius, Jakob Wassermann pone en la boca de unos de sus personajes, el testigo clave Gregor Waremme,
My father was proud of being emancipated. Emancipation is a cunning device, it removes the pretext for complaint from the suppressed. Society excludes him; the State excludes him; the physical ghetto has become a mental and moral one; one sticks out one’s chest and calls it emancipation
La libertad religiosa eliminó algunas de las limitaciones civiles y políticas que sufrían los "tolerados", pero no consiguió borrar los desequilibrios anteriores, ni en términos de poder económico ni de presencia pública e influencia política y mediática. El pasado no fue una excepción.