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Antón Castro

Deportistas

RELATOS DEPORTIVOS DE AUPAZARAGOZA

RELATOS DEPORTIVOS DE AUPAZARAGOZA

BASES DEL III CONCURSO RELATOS AUPAZARAGOZA.COM
"1- Los relatos, de temática libre zaragocista, ya sea el tema tratado de manera directa o tangencialmente, deberán ser originales, inéditos (ya sea en formato impreso o digital), escritos en lengua castellana, y no estarán premiados con anterioridad en ningún otro concurso, certamen o actividad literaria, no solamente en la fecha de su admisión al concurso sino en el momento de la proclamación del fallo.

2- Cada concursante podrá enviar un relato original.

3- El Jurado será designado por la Asociación AupaZaragoza.com y su composición se dará a conocer al hacerse público el fallo. Estará formado por personas vinculadas de alguna manera al mundo periodístico-literario y futbolístico, y con conocimientos reconocidos en esos ámbitos.

4- El propio Jurado determinará su sistema de trabajo, evaluación y votación, y su fallo será inapelable. El Jurado podrá declarar los premios desiertos si estima que las obras presentadas no reúnen las condiciones de calidad suficientes.

5- El Jurado dictaminará el ganador el día 22-04-2016 dándose a conocer su identidad en la web AupaZaragoza.com. 

6- Las obras irán escritas a ordenador en formato Word o PDF, en tamaño Din A-4, con doble espacio, en un máximo de 5 páginas, con un tamaño de letra de 12 puntos, un máximo de 10.500 caracteres y con un tipo de fuente Times New Roman y firmadas con seudónimo.

7- Las obras se enviarán por correo electrónico a relatos@aupazaragoza.com especificando en «Asunto»: “Para CONCURSO de Relatos Cortos Asociación AupaZaragoza.com”. Se adjuntarán dos archivos:-Primer archivo, con el título de la obra. Contendrá la obra y el pseudónimo, sin datos que puedan identificar al autor/a.-El segundo archivo, con el título de la obra más la palabra “plica”: contendrá el título del relato, nombre y apellidos, dirección, correo electrónico, fecha de nacimiento y teléfono de contacto de la persona concursante. Los participantes recibirán un correo electrónico de la organización confirmatorio de haber recibido la obra con valor de acuse de recibo. El plazo de admisión finalizará a las 00:01 horas del día 23-03-2016 siendo válidos todos los emails recibidos en esa fecha en la bandeja de entrada del receptor aunque no se hayan emitido los correos confirmatorios de recepción.

8- Se establece un premio de 100 euros para el relato que resulte ganador por decisión del jurado, una camiseta oficial del primer equipo para el segundo clasificado y un libro de temática futbolística para el tercer clasificado.

9- Todos los relatos participantes podrán ser reproducidos, publicados y/o distribuidos por la Asociación AupaZaragoza.com en la forma que estime adecuada, ya sea mediante publicación impresa, digital o cualquier otro soporte, bien por sí misma o a través de terceros.

10- El/la autor/a conservará todos sus derechos sobre la obra premiada, salvo las citadas publicaciones que lleve a cabo la Asociación AupaZaragoza.com con fines no lucrativos.

11- La participación en el Certamen implica la aceptación de estas bases. Todas las incidencias que surjan no previstas en las mismas serán resueltas por la Asociación AupaZaragoza.com."

ADIÓS AL FUTBOLISTA JOSÉ BAILA

ADIÓS AL FUTBOLISTA JOSÉ BAILA

FALLECIÓ EL ZARAGOCISTA JOSÉ BAILA, EL REY DEL REGATE

 
El pasado día 24, día de Nochebuena, fallecía en Zaragoza José Baila, un interior izquierda del Real Zaragoza, fino y regateador (“el rey del dribling”, lo llamó Ángel Aznar), que integró el equipo durante cinco temporadas. Estuvo tres en Segunda y dos en Primera; luego se fue a la Cultural Leonesa. El equipo ascendió en Mendizorroza el 29 de junio de 1956 y Baila aún estuvo dos años más. Aquí la foto del equipo que logró el triunfo. Perico Lasheras; Villarrubia, Mundo (entrenador) Alustiza, Torres, Bernad y Yarza; abajo: Baila (que ha muerto a los 83 años; en algunos sitios dicen que había nacido en 1934), Camolo (el jugador de Utebo), Chaves, Villegas, Estiragués (al que apodaban ‘El sordo) y Parés, que solía formar de ala por la izquierda con José Baila. Agradecido siempre al club decía: “Del Real Zaragoza solo puedo hablar maravillas”.

 

En el año 1956 nació uno de los zaragocistas más conocidos del siglo XXI: José Luis Melero Rivas.

LA VIDA CRUEL CONTRA JOAN GARRIGA

LA VIDA CRUEL CONTRA JOAN GARRIGA

LA VIDA CRUEL DE JOAN GARRIGA. CAMPEÓN DE MOTOCICLISMO

Me dan miedo las motos y me atraen lo justo, sobre todo las motos de carreras, aunque en alguna ocasión he imaginado a esa gente que sale de fin de semana, a la aventura, sobre dos ruedas, cortando el viento, arañando la luz del sol. Esa idea del viaje parece excitante: la rapidez, el ritmo, el placer de dominar el asfalto, el horizonte que se conquista y se engulle a una considerable velocidad. Creo que el penúltimo motociclista que admiré, y no sé por qué, fue Víctor Palomo, que suplantó en los héroes de mi infancia: a Giacomo Agostini, tan seductor siempre, y al esforzado Ángel Nieto, astuto y supersticioso. Palomo fue un corredor fugaz que ganó un título del mundo no homologado: el de 300 cc. Cosas atrabiliarias de la mitomanía.
Luego vinieron otros: Freddie Spencer, Kenny Roberts, Eddie Lawson, Doohan, Rainey, etc., y entre los españoles había dos que impresionaban: el ojiazulado Sito Pons y el rubio Joan Garriga, un motero salvaje. Garriga tenía alma de campeón: pilotaba al límite y convertía cada carrera en un tratado de lo inverosímil. Con él en pista el resultado era más bien impredecible: él andaba por ahí, entre hosco y concentrado, dispuesto a poner la pista boca arriba. Vivió una temporada maravillosa (Y rindió bien en otras): la de 1988, en la que estuvo a punto de ganar a Sito Pons. Pelearon hasta el límite de sus fuerzas y pudo suceder cualquier cosa; al final ganó Sito, que tenía un pilotaje más académico y era más sereno; conquistó el título de ese año y el del siguiente.
Garriga, amado por los aficionados, siguió un tiempo bregando: ascendió a la máxima categoría y se volvió una promesa interrumpida. Y, en cierto modo, trágica. Tras cuatro temporadas sin brillo, lo despidieron. Probó suerte en superbikes, pero no había manera. Estaba gafado. El destino le ponía ante los ojos adversidades y a él le faltaba la calma y la lucidez necesarias para sortear las emboscadas. Descubrió las drogas (él mismo dijo que un día de estrés y desesperanza probó: probó y se encadenó), su propia violencia interior, esos gestos de indolencia y pereza que conducen a la debacle.
Perdió todos los carnés y casi toda la credibilidad, aunque en algún momento el mundo del motociclismo se movilizó para echarle una mano. Había llegado a ese estado preparanoico de pensar que todo lo malo que le pasaba era culpa de los otros y en una entrevista anticipó su final, como aquel aviador de William Butler Yeats. El pasado jueves fallecía en un accidente de moto. Da la sensación de que ya hacía algún tiempo que había tenido una terrible certeza: hay instantes en que se encadenan la angustia, el desespero y el vacío, y gritan en los oídos aquello de “la vida no vale nada”. El destino fue cruel con Joan Garriga hasta en su adiós.

*El sábado escribí este artículo. Iba a ser mi texto de 'Cuentos del domingo'; luego se me cruzó el Festival de Poesía de Veruela y el adiós a Marcelo, y no se publicó. Lo dejo aquí por si a alguien le interesase el perfil de este hombre de éxito que acabó en una desdichada existencia y en un trágico final. Las fotos son de 'As' y de 'Todomoto'.

'LA MÍSTICA DEL HUEVO': UN CUENTO DE BASKET DE M. Á. TAPIA JR.

'LA MÍSTICA DEL HUEVO': UN CUENTO DE BASKET DE M. Á. TAPIA JR.

[Hace muy poco la editorial Comuniter publicaba el libro colectivo ’Transiciones rápidas’, un homenaje al baloncesto, al CAI y los grandes momentos de este deporte. Miguel Ángel Tapia, aficionado al fútbol y al baloncesto y al jazz, entre otras debilidades, publica ahí este texto.]

 

LA MÍSTICA DEL HUEVO*

 

Por Miguel Ángel TAPIA JR.

 

Hace escasas fechas cumplí 41 años de edad. El presente me inquieta y el futuro es una incógnita. Mi vida transcurre sin un rumbo fijo. Soy consciente de que el ser humano no debe alimentarse de los recuerdos pero es inevitable no acordarse de los momentos mágicos que viví durante mi infancia. Me aferro a ellos constantemente en estos tiempos tan convulsos.

Uno de los aspectos positivos de las redes sociales es que te permite rescatar artículos y fotografías de situaciones pretéritas. Y es una situación reconfortante poder visualizar crónicas, estadísticas e imágenes de una de mis pasiones como es el baloncesto. Mi madre me obligó a tirar todas las revistas especializadas en este deporte. Gigantes del Basket y Basket 16 eran mi fuente de documentación, pero ocupaban mucho espacio en mi habitación. No tuve elección. Fue un momento duro tener que deshacerme de publicaciones que me permitían soñar con aquellas leyendas europeas y de la NBA de los maravillosos años 80.

Mis primeras experiencias con el mundo de la canasta tuvieron lugar en el antiguo pabellón de la CAZAR. Tenía solamente 6 añitos. Me aterraba entrar a una cancha donde los bombos y tambores retumbaban sin cesar. Era un ambiente infernal para los rivales del Helios Skol. Los sábados por la tarde se convirtió en mi refugio a pesar de ese ambiente irrespirable que se formaba como consecuencia de la humareda que desprendían los puros y cigarros. En aquel vetusto espacio yo apenas disfrutaba del juego porque siempre encontraba a un aliado para jugar a la pelota debajo de una estructura metálica ubicada detrás de una de las canastas. Eso sí, siempre me llamaba la atención la calidad de Hollis Copeland y la garra de Quino Salvo, un tipo que destacaba por su corpulencia. ¡Y cómo se desgañitaba el maestro Pepe Laso desde el banquillo para dar órdenes a sus pupilos! Areslux Granollers, Cotonificio, Joventut, Baskonia, Barcelona, Real Madrid, OAR Ferrol… ¡Qué tiempos! Recuerdo a muchos jugadores que marcaron una época en nuestro país y a los que sigo idolatrando 35 años después: Margall, Epi, Sibilio, Brabender, Manolo Flores, el “lagarto” De la Cruz, Essie Hollis, Nate Davis…

Zaragoza empezaba a tener su cuota de protagonismo en la Liga Nacional. José Luis Rubio fue el artífice de la edificación de un proyecto. Al “presi” le estaré eternamente agradecido por haber conseguido que viviera con pasión, “in situ” y desde las distancia, las hazañas del equipo de mi ciudad natal por el territorio nacional y en míticas canchas del Viejo Continente. Me inyectó en la sangre su amor por un club al que dedicó en cuerpo y alma prácticamente toda su vida. Pero el salto cualitativo se produjo con el cambio de escenario. A tan solo 200 metros de distancia, en nuestro particular Madison Square Garden. Allí se gestó un equipo con hechuras de campeón. O, al menos, un aspirante a incomodar a equipos más poderosos económicamente.

La Copa del Rey de 1983 fue el punto de inflexión de un club que entró en los corazones de todos los zaragozanos. Aquella estampa de Kevin Magee celebrando el título a hombros de los aficionados aún sigue en nuestras retinas. Se desató la locura. Fue un hito. David contra Goliat. La pantera de Indiana dejó varias víctimas por su voracidad en ambas zonas de la pista. Siempre con la complicidad de Jimmy Allen, su perfecto escudero. Marcellus Starks, Mike Davis, Greg Stewart y David Russell se retiraban a los vestuarios desquiciados. Los que estuvimos en el Huevo fuimos muy afortunados de ser partícipes de dos noches perfectas. Manel Bosch, José Luis “Indio” Díaz, los hermanos Arcega, Paco Zapata, Charly López Rodríguez, Raúl Capablo y Rafael Martínez Sansegundo también se disfrazaron de héroes. Todos ellos al cuidado de Paco Binaburo y bajo las directrices del maestro argentino León Najnudel. Desde entonces no falté a ninguna cita del CAI en ese recinto municipal. Ni las citas musicales de Miles Davis o sir Elton John me sobrecogieron tanto como aquellos épicos partidos que sucedieron al torneo copero. La Recopa o la Korac empezaban a formar parte de la historia de un club con pedigrí.

En esa época, la NBA entró en los hogares españoles con el programa “Cerca de las estrellas”. Ramón Trecet nos introdujo la encarnizada rivalidad entre Lakers y Celtics, el “showtime” de Los Ángeles contra el pragmatismo de las huestes de K.C. Jones, las asistencias imposibles de Magic Johnson, los contraataques de James Worthy, los lanzamientos exteriores de Larry Bird, los vuelos sin motor de Julius Erving, la espectacularidad de Dominique Wilkins, el poderío de las “torres gemelas” de Houston (Olajuwon y Sampson), la facilidad reboteadora de Charles Barkley, la intimidación de Patrick Ewing, el “pick and roll” de John Stockton y Karl Malone… Todos ellos se convirtieron en nuestros ídolos. Desconocía qué era un “draft”. Hasta que el “presi” empezó a reclutar jugadores para su ambicioso equipo. Con el paso del tiempo me doy cuenta de lo privilegiado que fui al disfrutar de jugadores que procedían de esas latitudes. Tipos a los que admiraba por sus ilimitados recursos. ¡El Huevo era mi paraíso! Desfilaron “jugones” de la talla de Kevin Magee, Leon Wood (¡qué calidad!), Pete Myers, Dennis Hopson, Mark Davis, Lemone Lampley, Mel Turpin, José “Piculín” Ortiz, Claude Riley o Eugene McDowell. En definitiva, logré familiarizarme con la NBA. Entonces parecía un sueño inalcanzable.

Pero las competiciones europeas me atraían especialmente. Equipos intimidantes por su historial. El día del partido me resultaba eterno. Solamente pensaba en ir al pabellón para ver a mis ídolos ganar contra “gigantes” del mapa europeo: el Tracer de Milán de McAdoo, Meneghin y D´Antoni, el KK Zadar de Vrankovic, el Zalgiris Kaunas de Sabonis y Kurtinaitis, el Partizan de Belgrado de Divac o el PAOK Salónica de Fasoulas. La élite europea se instaló entre nosotros. A pesar de mi permanente asombro por la trayectoria de estos “cracks”, no suponía ningún impedimento para que en ocasiones el fanatismo hiciera acto de presencia en estos partidos. ¡El Huevo era una olla a presión! Era muy difícil que claudicaran, pero no nos resistíamos.

En los años 90, el panorama deportivo cambió radicalmente. Nuestro pequeño fortín cerró sus puertas al baloncesto. El pabellón Príncipe Felipe, con mayor capacidad de aforo, sería el nuevo lugar de peregrinación. El club agonizaba por sus acuciantes problemas económicos. El “presi” luchó hasta la extenuación para salvarlo. Yo presumía de conocerle por su gran amistad con mis padres y, ante la desesperación por su anunciada desaparición, cogí el teléfono y le pregunté en pleno proceso de ampliación de capital: “¿Qué hay que hacer para que el club no desaparezca?”. Él me contestó con resignación: “La situación es insostenible”. Y, sin pestañear, le espeté lo siguiente: “Quiero contribuir con todos mis ahorros por si existe la posibilidad de una hipotética salvación”. Me replicó con contundencia: “No. Bajo ningún concepto”. Eran 30.000 de las antiguas pesetas a fondo perdido. No soportaba la idea de que hubiera una prolongada ausencia de baloncesto en la ciudad. Incomprensiblemente, las instituciones le dieron la espalda al “presi”. José Luis Rubio no se merecía esta salida.

Nunca he hecho público que en muchas ocasiones me siento en las escaleras de acceso al interior del Huevo pensando que alguna vez me encontraré con algunos de esos jugadores que me hicieron disfrutar del baloncesto en los años 80. Sí, lo reconozco. Soy un soñador. Lo seguiré haciendo. Permitidme soñar aunque suene utópico.

 

Miguel Ángel Tapia

 

*En la foto, Kevin McGee y Jim Allen se fajan con jugadores del Joventut. He tomado la foto de aquí.

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500 DÍAS. CASI UN CUENTO Y UN VIAJE

500 DÍAS. CASI UN CUENTO Y UN VIAJE

500 DÍAS. ECOS DE FABEIRO E GUITARRAS Y UN VIAJE A ZARAGOZA


El pasado siempre vuelve. No se sabe por qué. A menudo para avanzar se necesita retroceder, inspeccionar la memoria, tomar aliento en los recuerdos. Ocurre no solo en la vida cotidiana sino en la política. En un viaje a La Coruña y a los mares nativos, me enteré de que un compañero de pupitre llevaba más de 500 días desaparecido, como ya he contado aquí. Su apodo era Fabeiro, un puro talento futbolístico, un goleador nato que probó en el Fabril y el Deportivo juvenil. Allí le prometieron el oro, el moro y algo de dinero hasta que le dieran un empleo, pero pronto se desesperó: quizá pensase que el mundo estaba contra él. En vez de aplicarse y de exigirse más, mucho más, buscó culpables en el entorno, se dejó arrastrar por los cantos de sirena y acabó jugando en el Campanal de Loureda, un conjunto modesto donde se desvaneció su ambición poco a poco. Fabeiro vivió de prisa, fue padre, volvió a serlo y un día se convirtió en una promesa interrumpida. En 1980, con Lamas, su compañero de equipo y un extremo virtuoso que se ondulaba el pelo rubio con un peine de cuchillas, y algunos jóvenes más de Arteixo –ya saben, el pueblo de Arsenio Iglesias, de Zara, de ‘La Voz de Galicia’-, se vino al Pilar. Todos fueron a las carpas, disfrutaron y acabaron por todo lo alto en las vaquillas. Pernoctaron en una fonda de San Pedro Nolasco, El Descanso, que aún existe. El sábado anterior al partido, tal vez, Lamas –que lleva media vida viniendo a las fiestas del Pilar y es el perfecto enamorado de Zaragoza; el amigo Xabier Maceiras me acaba de poner en contacto con él- recibió una llamada del presidente del club, Paco ‘El Cubano’. Él sí había anunciado su ausencia, pero no la joven estrella. “¿Está Fabeiro contigo?”, le dijo. “Sí, está aquí a mí lado. Y dice que llegará para jugar”. El presidente le dijo que no se diese prisa, que le daba descanso ese domingo y tres o cuatro más. Lamas había sido el conductor del coche y acaba de revelarme que aún no tenía carné. Aquella fue una hermosa y loca aventura y quizá una epifanía de la juventud perdida de Fabeiro. Y quizá de la mía: estábamos los dos muy cerca, en la misma ciudad y quizá en el mismo concierto, no nos vimos y aún no hemos vuelto a vernos.

*La foto no es de Fabeiro, pero sí de otro gran goleador: Just Fontaine. Este texto apareció hace un par de domingos en mi sección 'Cuentos de domingo'. Confirmé algunos dato en conversación telefónica con José Antonio Lamas, 'Guitarras'.

PASOLINI, PASIÓN POR EL DEPORTE

PASOLINI, PASIÓN POR EL DEPORTE

Pier Paolo Pasolini: la pasión radical por el fútbol,

el boxeo y el ciclismo de un maestro del cine

 

La editorial Contra publica ‘Sobre el deporte’ del autor italiano, que fue cronista de las Olimpiadas de 1960

 

Antón CASTRO

Pier Paolo Pasolini (1922-1975) es uno de los grandes creadores del siglo XX. Escribió poesía, narrativa, ensayo, fue actor, un polemista y un magnífico director de cine. Y a la vez un gran deportista amateur. Una vez le preguntaron qué habría querido ser y contestó: futbolista. Jugó al balompié desde los catorce años, de extremo izquierdo, y se declaraba seguidor, ‘tifo’ o ‘tifoso’, del Bolonia. Uno de sus actores fetiche, Ninetto Davoli, dijo: “Lo llamábamos ‘Stukas’ por su típica manera de lanzarse por el lateral y su ardiente carrera. En los partidos que jugábamos, era siempre él quien estaba en mejor forma. Tenía un físico perfecto, vigoroso, nunca con un kilo de más. Cuando jugaba la pelota, era como un niño, como uno de nosotros”. La editorial Contra publica el libro ‘Sobre el deporte’ de Pier Paolo Pasolini, con traducción, prólogo y postfacio de Javier Basas.

Pasolini dice que “todas las tarde que pasé jugando al balón en los prados de Caprara (...) fueron indudablemente las tardes más bellas de mi vida”. Solía practicar entre seis y siete horas diarias. Dado al análisis y a discutir los tópicos, dice que unas declaraciones del entrenador Helenio Herrera (“el fútbol sirve para distare a los jóvenes de actitudes contestatarias”, dijo) desenmascaran “el fútbol y el deporte en general: su función reaccionaria, su sometimiento al poder”. Se mantendrá siempre en esos trece y disfrutaba del juego, de los cuerpos; se sabía los nombres de todos los jugadores. Afirmó: “El verdadero lenguaje del deporte es el lenguaje atlético, físico, muscular, técnico, estilístico de los mismos jugadores”. Aún va más allá: “El fútbol es la última representación sagrada de nuestra época. En el fondo es un rito, aunque también es evasión”.

Tres días después de su asesinato, el 2 de noviembre de 1975 (hace 40 años), se publicó otra entrevista, donde afirmaba: “El secreto del juego moderno, en el plano individual, es la precisión máxima a la máxima velocidad: correr como un loco y ser, al mismo tiempo, estiloso”. Eso sí, se equivocó en algunas profecías: “Que las mujeres jueguen al fútbol es un desagradable mimetismo un tanto simiesco”.

A Pasolini le apasionaba el boxeo: fue cronista de las Olimpiadas de Roma-1960 y elogió a dos grandes púgiles como Musso y “el desbordante Cassius Clay”; aborrecía al campeón italiano Nino Benvenutti y dijo que deseaba su derrota ante Emile Griffith. Le caía antipático y no sabía por qué hasta que supo de su vinculación con grupos neofascistas. Recibió varias respuestas: una de una joven que le explicaba cuánto significa el boxeador para Italia y para los jóvenes y otra del escritor Giovanni Arpino. A éste le replicó: “Arpino me dice que el deporte es espejo de una sociedad: como tal, refleja una sociedad que se acepta (...) No acepto una realidad como esa, y tanto menos dentro del espejo”.

Confiesa su afición al ciclismo y su admiración por Eddy Merckx. Escribió: “El cuerpo de Merck es más fuerte que el consumo que se hace de él. Las victorias de Merckx son escándalos”.

 

LA ANÉCDOTA

Pier Paolo Pasolini, al que Martín López-Vega le traduce su poesía en el volumen ‘La religión de mi tiempo’ (Nórdica), no tenía pereza para vestirse de corto y jugar con la camiseta del Bolonia o del Génova En ‘Sobre el deporte’ se cuenta una historia maravillosa: un partido de fútbol, lleno de tensión, entre el equipo de rodaje de ‘Saló’ de Pasolini y ‘Novecento’ de Bertolucci. Ganaron los “hippies desmelenados” del segundo.

*Este texto apareció ayer en mi sección 'Lecturas de verano' en Heraldo de Aragón.

LA MUERTE DE OTTAVIO BOTTECHIA

LA MUERTE DE OTTAVIO BOTTECHIA

LECTURAS DE VERANO / 9

 

LAS UVAS DE LA IRA

 

La extraña y jamás esclarecida muerte de un doble

campeón del Tour, el italiano Ottavio Bottecchia

 

El ciclista, ganador en 1924 y 1925 y enemigo de Mussolini, apareció con el cráneo roto en un viñedo en junio de 1927

 

 

Antón CASTRO

El Tour de Francia ha forjado un sinfín de héroes. Uno de ellos, el considerado padre del ciclismo italiano que anticipó a Bartali y Coppi, fue Ottavio Bottecchia, que nació en San Martino di Colle Umberto, en el Friuli, en 1894. Pertenecía a una clase muy modesta. Solo acudió dos años a la escuela y cuando se hizo albañil, un albañil niño, apenas sabía leer. El extraño azar jugó a su favor: durante la I Guerra Mundial se incorporó al ejército y peleó con los Bersaglieri, una unidad de infantería que realizaba sus servicios en bicicleta. Esa ocupación le sirvió para convertirse en ciclista y recibir alguna que otra distinción. Tenía un gran amigo en las carreras, Alfonso Piccin, que le enseñaba a leer la ‘Gazzetta dello Sport’ y algunos folletos antifascistas.

Bottecchia era reservado, tímido, humilde, educado y aborrecía las doctrinas de Betino Mussolini. En 1923 corrió el Giro, destacó pero solo fue quinto; al parecer lo vio correr Henri Péllisier, una de las grandes figuras del momento, ganador del Tour, y lo invitó a incorporarse a su equipo, el Automoto-Hutchinson. Con él participó en el Tour y dio una lección de pundonor, de versatilidad y de ambición: lució el maillot amarillo en dos ocasiones, pero al final le venció su jefe de filas, que vaticinó su futuro: “Ottavio ganará el próximo año”.

No se equivocó. Venció en 1924 y en 1925. En 1924 se hizo con el liderato en la primera etapa y ya no lo cedió; es cierto que dos de sus rivales, los hermanos Henri y Francis Péllisier, abandonaron y Lucien Buysse no le pudo aguantar el ritmo. Al año siguiente, repitió el título. No por ello se volvía engreído; su frase más famosa era: “Solo soy un obrero de la bicicleta”. Era una figura nacional: conmovieron tanto sus triunfos que el diario ‘La Gazzetta dello Sport’ recogió dinero para él a modo de gratificación. Era el primer ciclista italiano que conquistaba Francia. Los especialistas decían que era buen rodador y velocista, un espléndido escalador y que tenía un gran amor propio como demostró en el Tour de 1926. Allí, enfermo, bajo un infernal aguacero, hubo de retirarse. Lo hizo con lágrimas en los ojos.

La vida empezaba a torcérsele. Ese mismo año, su hermano menor Umberto fue arrollado por un coche. Y al año siguiente, un 3 de junio de 1927, un campesino lo halló en una calzada de San Martino con el cráneo roto y varios golpes en los brazos. Estaba solo y a unos metros de su bicicleta, en un viñedo. Lo llevaron a un bar y luego al hospital. Resistió doce días. Se dijo que se había muerto de accidente, tras una insolación. Y su familia fue indemnizada. Caso cerrado. Pero pocos, muy pocos quedaron satisfechos. El misterio ni se cerraría ni se ha cerrado: algún tiempo después, un hombre fue detenido en Nueva York y confesó que, por encargo de los camisas negras de Mussolini, había matado al ciclista y a su hermano. 90 años después de su segunda victoria en ‘La Gran Boucle’, que hoy finaliza en París, el enigma continúa...

 

 

LA ANÉCDOTA

A lo largo del tiempo se han sucedido las conjeturas acerca de su muerte: pudo haber sido una venganza de Mussolini o un crimen pasional, no esclarecido. Algunos años más tarde, ya en su lecho de muerte, el campesino que lo había encontrado dijo que él lo había matado con una gran piedra porque lo había sorprendido robando sus uvas. Lo paradójico es que, a mediados de junio, no era ni es tiempo de uvas...

GARBIÑE: ESPLENDOR EN LA HIERBA

GARBIÑE: ESPLENDOR EN LA HIERBA

Cuentos de domingo / Antón Castro

 

Garbiñe

en la hierba

 

Julio es el mes del Tour, de Contador y los otros, y el de Rafael Nadal, que casi siempre comparecía en Wimbledon tras ganar Roland Garros. Nadal ha rebajado su ambición y su fortaleza mental; el cuerpo parece haberle dicho: basta, eres vulnerable, tómate un respiro, déjalo, hemos sido inmensos. Ayer todo indicaba que iba a ser un gran día. Una veintena de años después del triunfo de Conchita Martínez ante Martina Navratilova y la doble derrota de 1995 y 1996 de Arantxa Sánchez Vicario con Steffi Graft, Garbiñe Muguruza buscaba el título frente a Serena Williams, que ostenta veinte trofeos de Grand Slam. La hispano-venezolana ha dado un salto increíble tras un torneo deslumbrante: pasó de golpes y partidos prometedores a la final de catedral del tenis, donde vencieron leyendas inolvidables como Margaret Court, Billie Jean King, Chris Evert, Martina Hingis o las citadas Graft, Navratilova y Conchita. Todo empezó bien. La nerviosa parecía la veterana de 33 años; Garbiñe se mostraba confiada, segura de su primer servicio, poderosa en sus restos, en el revés plano y en la apertura de ángulos. Serena posee golpes demoledores, sobre todo con la derecha o drive, y es una depredadora. Le ha dado la vuelta a batallas imposibles. Ayer lo hizo en el primer set ante una Garbiñe que empezó a recelar de sí misma. Flaqueó en el último tramo, 6-4, y luego pareció ceder casi por completo el segundo set. Su rostro mostró perplejidad e impotencia, como si repasase mentalmente sus equivocaciones: se precipita, ataca cuando podría ajustar el peloteo y mover a su rival, incurre en errores no forzados y se descentra por ansiedad. Cuando todo estaba perdido, se agarró al partido. Y nos hizo soñar de nuevo. Encadenó tres juegos seguidos y cedió cuando tenía mucho a favor para el 5-5, incluso el frágil ánimo de la intratable Williams. Fue un partido intenso, dispar, un poco decepcionante por el marcador definitivo, y a la vez esperanzador: ganar en Londres es difícil, casi imposible, y Garbiñe Muguruza anduvo cerca, de ahí sus lágrimas. El público ya ha descubierto su talento y su agresividad. Y Serena le profetizó que no tardará en ganar.