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VIDA DE LOS VIENTOS DE ARAGÓN

¿Por qué nos empuja el cierzo?
José Ramón Marcuello, Carmen Ibáñez y Sergio Breto publican ‘El viento en Aragón’ (DGA), que abarca desde la mitología hasta la energía eólica
José Ramón Marcuello Calvín es el biógrafo del Ebro, un experto en las aguas y sus circunstancias, y un apasionado de los vientos. Cuando comenzaba el verano, aparecía el libro ‘El viento en Aragón’, para cuya redacción ha contado con dos compañeros de viaje: la profesora de lengua Carmen Ibáñez y el ingeniero industrial Sergio Breto. Juntos, viajando de aquí para allá y rastreando en los manuales, en los libros de Jordán de Asso y Arnal Cavero o en el diccionario de Rafael Andolz, han elaborado un volumen que intenta abarcarlo todo: desde la mitología griega, con la sugerente figura de Eolo, “el rey supremo de los vientos” y también “el moderador”, hasta la energía eólica.
Eolo se erige desde las primeras páginas como un dios fascinante, capaz de moverse con la velocidad de los caballos y capaz de fecundar a las yeguas. Tuvo seis hijas y seis hijos que se casaron entre sí, y está muy vinculado al mito de la caja de Pandora. Los cuatro vientos cardinales –Boreas (norte), Euro (este), Noto (sur) y Céfiro (oeste)- gobiernan el tiempo atmosférico, el ‘orache’, y sus efectos; a menudo, esos vientos se volvían mugientes y maléficos y para mitigarlos había que realizar oraciones, sacrificios, ruegos, conjuros, rogativas, algo que en Aragón forma parte de la tradición popular y que justifica la proliferación de esconjuradores e incluso de refugios para aventar.
En el volumen el cierzo está siempre ahí: ya decía Catón que “el cierzo cuando hablas te llena la boca, derriba un hombre armado y carretas cargadas”. Su nombre deriva de ‘circius’ por su movimiento circular; en otros lugares se llama mistral o tramontana; el cierzo arrastra a esas literarias capitanas, de denominación exclusiva en Aragón; para Rafael Andolz su nombre “le viene por tener las espinas en forma de estrella”. Los autores insisten en que “los vientos determinan el destino económico de Aragón”, y analizan un sinfín de circunstancias y peculiaridades: el impacto popular, donde se narra por ejemplo la historia de “los langostos de Abizanda”, se habla del ‘fagüeño’, que sería el céfiro antiguo o ‘favonius’, de la navegación a vela o de algunas tareas domésticas como los trabajos de las aventadoras o las trilladoras.
Aragón, en contra de lo que pudiera creerse, también ha sido un territorio de molienda eólica, y aún ahora se conservan, entre otros, dos estupendos molinos de viento que parecen salidos del Quijote: el de Ojos Tristes y el de Malanquilla, pero también los hubo en El Bayo, Luna, Tabuenca, Sestrica o Bujaraloz, y ahí siguen como reliquias del pretérito. La parte final se cierra con un análisis minucioso de los parques de aerogeneradores. Sergio Breto dice: “Es un fututo que ya ha comenzado a ser realidad: el poder disponer de energía eólica a la carta, es decir, no cuando sople el viento sino cuando necesitamos la energía”. William Blake escribió: “La energía es delicia eterna”. El viento es una forma decisiva de energía y de vida, con su propio museo en La Muela, y en Aragón admite muchos matices y nombres: puede ser balaguera (bochornera o calma chicha), bernera (viento amable), puerto o gabacho (viento del norte en Serrablo y Jacetania), alacán o alaniés (viento huracanado), el garbí (necesario para navegar por el Ebro y el Cinca) o bosa (viento del Noroeste). El libro lleva muchas fotos de los autores y de importantes fotógrafos de la naturaleza.
El viento en Aragón. José Ramón Marcuello, Carmen Ibáñez y Sergio Breto. DGA. Zaragoza, 2011. 238 páginas.
HOY, A LAS DOCE, 'BORRADORES'

Esta mañana, a las doce, se redifunde ‘Borradores’ con la presencia de DAB (ayer presentó su disco en el Oasis), hablan Pedro Andreu y Luis Sancho, y hablan del circo Miguel Ollés y Noche Diéguez. Además se ofrecen reportajes de Alberto Granados, autor de ‘Los vigilantes de los días’, de Ana María Shua, autora de ‘Fenómenos de circo’, y de los pintores Gregorio Reales y Rubén Enciso. Borradores se despide con un homenaje a Labordeta, cuyo texto es el siguiente.
[José Antonio Labordeta ha sido probablemente el aragonés más popular y más querido del último medio siglo. Falleció hace un año y más de 50.000 personas desfilaron ante su féretro en el Palacio de la Aljafería, la nueva Casa del Pueblo. Labordeta se sentía un ciudadano del mundo y un aragonés de las tres provincias: de Zaragoza, donde nació y donde vivió, donde paseó con el fantasma de San Lamberto y donde compuso sus canciones, sus poemas, y conversó con sus amigos. Era un aragonés de Huesca: solía refugiarse en Villanúa y en Canfranc, lugares en los que buscaba la belleza deslumbrante del paisaje. Labordeta se sintió un aragonés de Teruel: allí vivió años inolvidables. Los vivió en la capital mudéjar, pero también en el Maestrazgo, en el Javalambre o en Albarracín. Y contemplando la serranía y la soledad de las masadas dio con la vieja, con los leñeros o los masoveros que le inspiraron poemas y canciones.
Labordeta llegó a ser un aragonés universal casi sin proponérselo. Poseía el código secreto de la empatía y la comunicación. Era llano y rudo a la vez, humanísimo y tierno, visceral y levantisco. Solía decir que, en el fondo, más que escritor, periodista, cantante, historiador, político de izquierdas o compañero de viaje de industrias culturales, era un ser que dudaba. Aquellas 50.000 personas y tantas y tantas otras sintieron su adiós y le rindieron homenaje a él y a su legado infinito.
Fue, sin pretenderlo, un Costa de nuestro tiempo que nos llegó al corazón de múltiples formas: por su actitud y su rebeldía, por su nobleza y sus contradicciones, por su sencillez y por su constante batallar con la música, con la literatura o en el Congreso de los Diputados. Era fácil percibir: “Labordeta es como nosotros y uno de los nuestros”. Labordeta compuso ‘Somos’, ‘Aragón’, ‘Regresaré a la casa de mi padre’, ‘La albada’ o ‘Mar de amor’. Y dejó temblando en el aire y en las sienes su grito que nunca deja de ser utópico: ‘El Canto a la libertad’. El himno sentimental de su país de polvo, viento, niebla y sol. Hay seres tocados por el cariño unánime: Labordeta fue uno de ellos. Dio y recibió afecto. Cantó con todos y para todos, incluso para aquellos que quisieron desoír su canción.
*Borradores se cierra hoy con un homenaje a Labordeta. En la foto, un retrato de Cano.
DIÁLOGO CON DOLORES SERRAT
[Acaba de aparecer la revista digital de la AACA, y en ella su director Jesús Pedro Lorente conversa con la nueva Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte. En el número, Virginia Baig reflexiona sobre los paisajes viajados de Fernando Alvira, José Ignacio Bernués escribe del traje ansotano y Belén Bueno recuerda la vida y la obra de Cristina Gil Imaz, entre otros asuntos.]
ENTREVISTA con DOLORES SERRAT
Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón
Por Jesús Pedro LORENTE
*Director de la revista digital de Asociación Aragonesa de Críticos de Arte
y profesor de Historia del Arte
P Muchísimas gracias por aceptar una entrevista con esta revista joven, pues justo ahora cumple cuatro años de vida, pero que tiene una gran difusión tanto en Aragón como en el resto de España o en el extranjero. Nos interesa el arte aragonés de cualquier época y el arte contemporáneo de cualquier lugar. Sobre este campo, los buques insignia de la actuación del Gobierno de Aragón, a los que dedica fuerte apuesta presupuestaria, son el Museo de Zaragoza, el Museo de Huesca, el CDAN y el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos Pablo Serrano. Dígame por favor cuáles son los planes que tienen para ellos durante su mandato, especialmente en el último caso, donde me gustaría saber los planes de su Departamento.
Una de mis primeras visitas después de hacerme cargo de la Consejería fue precisamente al Pablo Serrano para comprobar su situación. Un gran edificio que más que un espacio expositivo tiene que ser un espacio cultural. Para ello, hay que pensar que junto con la obra de Pablo Serrano se pueden realizar actividades que ayuden a avanzar en el reconocimiento del arte contemporáneo. En este momento es un espacio que constituye un magnífico continente con escaso contenido y precisamente es esta situación la que tenemos que resolver para dotarlo de actividad. Con este objetivo todos los museos de la ciudad pueden trabajar conjuntamente realizando exposiciones temporales y colaborando para potenciar el conocimiento.
Humberto Vadillo, Marisa Cancela, Dolores Serrta y Javier Callizo, en el Museo Pablo Serrano.
P Además, del Pablo Serrano qué líneas de trabajo se han planteado para el Sistema de Museos de Aragón.
La cooperación público-privada; así como el trabajo con otras instituciones van a ser fundamentales teniendo en cuenta la limitación de recursos económicos. Se trata de coordinar esfuerzos para poner en valor nuestros museos y sus fondos. También buscaremos mayor implicación de la sociedad civil en las actividades culturales, además de deportivas, mediante la elaboración de una Ley de Mecenazgo. Estamos trabajando ya en los distintos modelos.
P Y para los museos diocesanos ¿Se va a acordar con ellos en el futuro algún tipo de gestión conjunta, como en Cataluña?
Teniendo en cuenta que Aragón es un territorio incluido dentro del denominado turismo religioso, dentro de la Ruta Mariana, creemos que los museos diocesanos son una auténtica oportunidad para dar a conocer nuestro rico patrimonio histórico cultural. Para hacerlo visible y potenciar las visitas será necesaria la cooperación entre distintos Departamentos como Cultura y Turismo, también con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza y de las Diputaciones Provinciales, además del Arzobispado y de las distintas Diócesis.
P Se plantean algún tipo de ayuda para los galeristas privados, quienes están viviendo ahora un momento crítico.
Esas ayudas ya existen y la voluntad del Departamento es mantenerlas. El arte, igual que el resto de manifestaciones culturales, debe partir de la sociedad y a las instituciones nos corresponde apoyarles.
P ¿Qué va a ocurrir con la Fundación Goya?
La Fundación Goya continuará y de hecho estamos en estos momentos procediendo a la renovación de sus componentes. Creo que en esta etapa lo que debemos hacer es darle un impulso teniendo en cuenta el emblema que supone la figura de Goya para Aragón. También cabe reseñar la capacidad de atracción que tiene su persona para investigadores, estudiosos de su obra, visitantes, además del público en general. Todo ello teniendo en cuenta el contexto de realidad económica actual que dificulta las inversiones. No obstante, para su desarrollo se buscará la colaboración entre distintas instituciones y entidades lo que permitirá ver resultados a medio plazo.
P El arte y la cultura contemporánea se benefician también de ayudas a la creación, premios, concursos, subvenciones para ediciones, etc... ¿Cuéntenos, por favor, si a pesar de la crisis económica, van a intentar dar continuidad a esas políticas de promoción?
Promover y proteger la cultura es un deber de las Administraciones Públicas lo cual no es sinónimo de dirigirla. La política cultural forma parte de un sistema en el que la iniciativa privada ocupa su lugar como fuente de desarrollo político y social. Esto significa: colaborar sí, hacer no.
P Muy especialmente, quería preguntarle por el premio Aragón-Goya, respecto al cual en las asambleas de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte todos los años se manifiestan críticas sobre los premiados. ¿Van a tenernos un poco más en cuenta en el futuro?
He encomendado al director general de Cultura, Humberto Vadillo, que se reúna con Asociación Aragonesa de Críticos de Arte para hacer un análisis de cuál es la situación y, entre otros temas, plantear cómo deberá organizarse la selección de los galardonados de este premio.
P Este año la Asociación Española de Críticos de Arte AECA celebra el cincuenta aniversario de su fundación, que coincide con nuestro veinticinco aniversario. Para festejarlo, estamos organizando un congreso nacional sobre la crítica de arte, su historia y actualidad, que tendrá lugar en el Instituto Aragonés de Arte Contemporáneos Pablo Serrano. ¿Nos honraría con su presencia?
Los congresos son una gran oportunidad para la reflexión y para la exportación de conocimientos, por ello felicitarles por celebrarlo en Zaragoza y comentarles que, sin lugar a dudas, me encantará acompañarles en la celebración del mismo.
Jesús Pedro LORENTE
Director de AACADigital
GARRAPINILLOS 3-PERDIGUERA 1

CUARTA VICTORIA DEL GARRAPINILLOS, ANTE EL PERDIGUERA 3-1
Garrapinillos jugaba por segunda jornada consecutiva en el campo de San Lorenzo. En esta ocasión recibía al Perdiguera, uno de los equipos más fuertes de la categoría, al menos con fama de conjunto sólido. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Álvaro, padre de Raquel, nuestra taquillera, integrante de la directiva y mujer que realiza un sinfín de tareas en el equipo. Era una tarde de sol, una luminosa y caliente tarde que nos traía algún que otro desvelo: esta semana fueron las fiestas de Casetas y algunos las disfrutaron a tope.
Teníamos varias bajas, de diversa índole. Al final, armamos un equipo con cinco o seis jugadores que apenas habían jugado de titulares: Sergio Calvo; Jaime, Javier Lacabe, Jorge Beltrán, Pequerul; Alejandro Luna, Diego Rodríguez, Enrique Romero; Jorge Rodríguez, Jorge Blasco y Alberto Rubio. La media era completa inédita, y los tres delanteros aún no habían jugado juntos este año. En el último instante, por una pubalgia, Rafa tuvo que dejar su puesto de lateral zurdo. En el banquillo quedaron: Pitu, David Mateo, Fran, Néstor y Óscar Cambra, este tocado en su tobillo derecho. También se quedaron fuera Eloy, Pirri, Quique Alcubierre, Jesús Ángel (que está haciendo una importante labor como preparador físico y como jugador) y Luis, entre otros.
El Garrapinillos regó un poco el campo para que corriera más el balón. Le costó cogerle gusto al partido, pero acabó haciéndolo. El Perdiguera es un equipo sólido y trabajador, quizá algo débil en defensa, su capitán y central estuvo muy bien por encima del resto de compañeros de zaga, así como el número veintidós, que era la referencia del bloque en el centro del campo. Se adelantó el Garrapinillos con gol de Jorge Rodríguez, un gol raro donde se produjo un leve desencuentro entre el central y el arquero y donde hubo un gesto de astucia y de atrevimiento de nuestro delantero, señalado por la fortuna.
El Perdiguera no le perdía la cara al partido: con balones largos y aperturas a las alas ponía intensidad a la tarde. En un fallo defensivo, derivado de un mal bote del balón, los monegrinos aprovecharon para empatar. E incluso generaron dos o tres claras jugadas de pelibro. El Garrapinillos se vio sorprendido, especialmente al contragolpe. Y así nos fuimos al descanso: con empate.
En la segunda parte, el Perdiguera trianguló bien durante unos instantes, pero pronto iban a cambiar las tornas: la entrada de Óscar Cambra fue determinante: marcaría dos goles y serviría otro a Diego Rodríguez, que no acertó a enviar al fondo de la red. El Garrapinillos creó más ocasiones, imprimió un ritmo más vertiginoso, robó balones y se amarró a las internadas de Óscar, el despliegue de Diego R., los córners de Jorge R. y la seriedad de la media y la solvencia de la retaguardia. Jaime entró por vez primera de inicio y cumplió con creces, a pesar de jugar de lateral derecho cuando su puesto natural es el de volante derecho; Jorge Beltrán y Dani Pequerul mejoraron su rendimiento a medida que avanzaba el equipo. Javier Lacabe siempre es Lacabe: una referencia, da consistencia a la zaga y tiene calidad y sentido del pase para iniciar la jugada. La media se fue entonando cada vez más: Fran reemplazó a Enrique Romero, que se sacrificó al principio en tareas defensivas y se lanzó luego al ataque, Luna estuvo muy serio y sólido en su primer partido como titular y además completo, y Diego volvió a vaciarse, desde el puesto de medio centro y luego desde el interior derecho.
Arriba, volvió Jorge Blasco (uno de nuestros veteranos, veteranos jóvenes), que no había debutado en la Liga, y Jorge R. y Alberto R. trabajaron mucho y crearon diversas ocasiones. Imprimieron velocidad, desborde y ese entusiasmo invencible de los pequeños. Y el portero Sergio Calvo, que llevaba dos semanas sin jugar por las rotaciones, ha estado a un buen nivel.
El Garrapinillos mejoró de largo el partido de la semana pasada ante el San Juan, y sigue ahí sumando puntos. Lleva cuatro victorias consecutivas. Doce puntos y mira hacia arriba. El partido de hoy, por otra parte, arroja un saldo muy interesante: todos los jugadores pueden jugar sin que se resienta el conjunto, todos los jugadores están entrenando con mucha seriedad para disputar partidos intensos, trabados y emocionantes.
DAB: LA BANDA DE PEDRO ANDREU Y LUIS SANCHO PUBLICA 'THE BEST 3'

EL ELEGANTE SONIDO DE DAB
La banda de Pedro Andreu y Luis Sancho publica su tercer álbum: ‘The best’, marcado por las colaboraciones y una música ecléctica que integra el jazz, la música electrónica o el reggae
Pedro Andreu, el batería de Héroes del Silencio, formó hace algunos años, casi una década ya un grupo muy especial con Luis Sancho: DAB (Digital Analog Band), una formación que realiza una música especial y ecléctica. Podría decirse que sus tres discos tienen mucho de exploración de un sinfín de estéticas y estilos: por lo regular son discos de carácter intimista, muy variados, píldoras de esto y de aquello, casi un arsenal de sonoridades que intentan crear sugerencias, un envoltorio de relajación y de sueños. Es una música que crea ambientes, que invita al viaje y al extravío, una música que se aparta un poco del rock pero que se afirma en el tiempo diverso y paradójico en el que nace.
Hace muy poco DAB presentaba su tercer álbum ‘The best 3’: tal vez el más elegante de todos, el más cálido, uno de esos álbumes que nacen en el estudio y que desde ahí, desde los primeros bosquejos, empieza a crecer y a consolidarse, tema a tema. Es un álbum que sugiere paz, emoción, paraísos particulares y armonía. ‘The best 3’ tiene muchas cosas: ese sonido elegante, matizado, conformado con voluntad de estilo; posee excelentes voces de Susan North, Monique Lawson, Keith Hammond, Elena Rubio, Javier Cerdán ‘Suizo’, Philippe Tarricone o Clara Téllez, la cantante de Los Peces, entre otros. El disco es rico en colores, en sonidos africanos, en aproximaciones al ‘reggae’, como sucede en ‘Ilumination song’ -que en el fondo tiene mucho de ‘reggae’ canónico-, a la música electrónica y a grupos como Camel, al glam, al chillout; se acerca al jazz, al pop y a las texturas de la guitarra española. Hay un continuo juego de fusión y de mestizaje. Y domina un clima constante de suavidad. Las voces subrayan, acarician, se inclinan hacia la evocación y hacia lo etéreo: son voces que vienen del cielo, de la montaña, del atardecer de un bosque sombrío, voces que tienen algo de centelleo, voces que hablan de amor, de los recuerdos de verano, de la espera, del origen, de los secretos.
DAB es un investigador de sonidos, de melodías y de ritmos, y de las posibilidades de la voz. Aquí Luis Sancho y Pedro Andreu vuelven a demostrar que intentan disfrutar de la música, divertirse, cimentar una poética personalísima, muy libre, y que les encanta trabajar con otros; además de los vocalistas, habría que citar a los instrumentistas Nacho Estévez, ‘Niño’, Héctor Giménez, Gox Valdivia, Ramón Sanz o Eduardo Bellosta. DAB para la promoción del álbum cuenta con un atractivo y urbano videoclip de Jorge Nebra: ‘I promise’, la canción que interpreta Monique Lawson, en el que intervienen los actores María Reyes y Tomás del Estal.
[The best. DAB. Luis Sancho y Pedro Andreu. Colaboran diversos instrumentistas y vocalistas. Blanco y Negro Music SA. Barcelona, 2011. La banda se presentó el pasado viernes en el Oasis.]
JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ, EN ANTÍGONA
Esta tarde, a las 20.00, en la librería Antígona, la poeta Olga Bernad presenta al editor y poeta Javier Sánchez Menéndez, un gaditano de 1964, que había estado quince años sin publicar. En este 2011 publicó ‘Una aproximación al desconcierto’, un libro que tiene mucho de destilación de temas, de estilos, de percepción del mundo y de viaje en el tiempo.
[La propia Olga Bernad escribió esta reseña sobre el poemario: “Aparece en SIM Libros ‘Una aproximación al desconcierto’ de Javier Sánchez Menéndez, tras quince años sin publicar poesía (propia), dedicado a labores de edición y crítica y al trazado de su particular desconcierto poético. Veinticinco poemas conforman ‘Las limitaciones del lenguaje’, primera parte del libro. Cada uno de ellos va formando una lenta avalancha en la que se esconden y se muestran rebeliones, impotencias y conclusiones expresadas desde un descreimiento teñido de una brusca ternura que parece querer resumirse en los versos finales del poema que da título a esta primera parte: “Comenzamos a hablar si sabiamente/volvemos a la infancia/ y descubrimos/ que comenzar a hablar es promover/las limitaciones del lenguaje”. Llegamos así a ‘Ataques de cordura’, dos series de brevísimas composiciones agrupadas en ‘Lapsus’ e ‘Ictus’, que merodean el desconcierto mezclando la fuerza epigramática del graffiti, un cierto tono de soleá, aire de haiku y brillo, en ocasiones, de sentencia. En ‘Clases particulares’, tercera parte del libro, se agrupan poemas más largos en forma de ejercicios de irreverencia, represión, olvido y espiritualidad para llegar a una ‘Última partida’, broche de la obra, que se cierra con una única entrega -“Segunda inclinación”- en la que la cordura ya no importa, pues las lecciones aprendidas y posiblemente olvidadas tampoco nos salvarán del desconcierto: “No es bueno complicarse./Total si son tres días y hemos gastado cinco,/ para qué desatar lo imprevisible”.
DOS POEMAS DEL LIBRO
Suspiros de princesa
No mentí. Me reprochas día a día
que engañé con mis actos,
que iba a ser más maduro, mejor padre.
Hasta que haría las camas,
amante consumado,
poeta de domingo
tras el aperitivo.
Hombre obediente
y sumamente inculto.
Quédate con lo dicho.
Las palabras de ayer
son miseria en tus labios.
De Una aproximación al desconcierto (SIM-Libros, Sevilla, 2011)
Puerto Real, 1967
La lonja, pescadores, un olor
a sal sobre las redes
y mi padre rondando las esquinas.
Las calles, los ruidos del mar
cubren la noche,
y la voz de mi tía
que llamaba mi nombre
una vez y otra vez.
Hasta la boda todo fue imperfecto.
Después nadie entendió que quise regresar
y acabé como siempre, con tres años:
caliente y cabreado.
Descubrí los sentidos.
No hay brumas en el puerto,
pero hay libertad, arena
y mucho miedo.
De Una aproximación al desconcierto (SIM-Libros, Sevilla, 2011)
EL MATARRAÑA EN 'BORRADORES'

CULTURA Y CREACIÓN EN EL MATARRAÑA,
UN ESPECIAL DE BORRADORES
Plató: Javier Aguirre y el Dúo Recapte. Artistas: Gema Noguera, pintora fallecida en 2008, y Laia Vaquer, fotógrafa. Escritores: Marta Momblant, dramaturga y narradora, y Andreu Subirats, poeta. Libreros: Octavio Serret. Músicos: Sofía Asunción Claro, arpista, y Lars Graugaard, flautista y compositor. Actuación en directo: Dúo Recapte (Mario Sasot y Antoni Bengoechea.]
Borradores emite esta noche, a las 0.55, un programa especial sobre ‘Cultura y creación en el Matarraña’, grabado en Beceite, Calaceite y Valderrobres. El escritor y viajero Javier Aguirre, autor de diversos libros del Matarraña, acude al plató para hablar de sus publicaciones, de varios libros colectivos y los secretos de esa comarca, que se caracteriza por la exuberancia del paisaje, una intensa vida cultural y por el desarrollo del turismo y los espacios con encanto. Aguirre acaba de publicar ‘Remansos. El Matarraña y la tierra alta’, ‘Del Matarraña a Nueva York’ (escrito al alimón con Angélica Morales) y ‘Los follets del Matarranya’.
Arranca el programa el Beceite. Allí, en la Antigua Fábrica Noguera, se realiza un amplio reportaje sobre la pintora Gema Noguera, fallecida en 2008: se reconstruye su trayectoria, su línea de trabajo y su impacto en la zona de la mano de Ersi Samará, la artista griega que trabaja en las salas, Lola Pintado, del Museo Juan Cabré, y de su propia madre Rosa María, que recuerda su vida, la relación con su padre y nos muestra el nogal del jardín donde reposan para siempre sus restos.
Laia Vaquer es una escultora y fotógrafa que trabaja con su cuerpo como si fuera un paisaje: explica su obra, sus influjos, la relación que establece con la naturaleza del Matarraña y la complicidad que tiene con el fotógrafo Hugo Roglan, que es quien le toma las fotos. El librero y editor Octavio Serret, de Valderrobres, siempre quiso ser librero: es un animador cultural imprescindible de la zona, un defensor de la ‘paraula ebrenca’. Recuerda las actividades que se realizan con distintos colectivos, con editores y con sellos editoriales como March especialmente.
La escritora Marta Momblant compagina la literatura en catalán con la dirección escénica: ha montado a Shakespeare y a otros autores en castellano, catalán o inglés. Momblant, desde la orilla del río Matarraña a su paso por Beceite, habla de sus libros: la pieza teatral ‘Fora de temps, fora de lloc’ (Fuera de tiempo, fuera de lugar) y de su novela ‘La venta de l’hereva’ (La venta de la heredera), que recibió el premio Guillem Nicolau y está centrada en la enfermedad de Alzheimer. Otro escritor, Andreu Subirats, un poeta catalán que reside en La Fresneda y que ha traducido a François Villon, habla de su poesía, de la importancia del paisaje en su obra y de sus viajes al Matarraña desde su juventud. Subirats es rapsoda y lee uno de sus textos en la entrada de la Antigua Fábrica Noguera.
El programa visita a dos músicos instalados en Calaceite: la arpista chilena Sofía Asunción Claro, para la que han escrito piezas varios compositores, y el flautista y compositor danés Lars Graugaard, que trabaja en algunas obras que se estrenarán en Nueva York en los próximos meses. Ambos buscan el silencio y la inspiración en esa villa llena de literatura y de historia.
El Dúo Recapte, formado por Mario Sasot (bandurria) y Antoni Bengoechea (rapsoda), interpreta dos temas de Héctor Moret (‘Paisatge’) y ‘La solicitud’ de Desideri Lombarte.
[Borradores. Aragón Televisión. Realización: Teresa Lázaro. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Producción: Arantxa Melero. Empresa de producción: CHIP. Redacción: Carlota Muñoz y Ana Catalá Roca. Dirección y presentación: Antón Castro. Se emite los martes, a las 0.55, y se redifunde los sábados a las doce de la mañana. Para la elaboración de este programa ha sido decisiva la colaboración de Lola Pintado y Carmen Portolés del Museo Juan Cabré de Calaceite. En la fotos, Gema Noguera y Laia Vaquer.]
CUENTOS EN LA PANTERA ROSA
‘PROU, PROU LUEN’: CUENTOS ILUSTRADOS EN ARAGONÉS EN LA PANTERA ROSA
Presentación d'o libro ilustrato de cuentos en aragonés
‘Prou, prou luen...’ cuentos en aragonés ta un esdevenider sostenible
Quatre historias ta conoixer, d'una traza divertita y esferent, bells d’os animals y plantas que conviven con nusatros en quatre polius paisaches aragoneses: a Pineta de Rodeno, os Galachos de l’Ebro, a Sarra de Guara y Ordesa.
Presentación en Zaragoza o venient miercols 5 d’octubre, a las 20 horas, en a librería La Pantera Rossa (Sant Vicent de Paúl, 28).
Cuatro historias para conocer, de una forma divertida y diferente, algunos de los animales y plantas que conviven con nosotros en cuatro bellos paisajes aragoneses: los Pinares de Rodeno, los Galachos del Ebro, la Sierra de Guara y Ordesa.Presentación en Zaragoza el próximo miércoles 5 de octubre, a las 20 horas, en la librería La Pantera Rossa (San Vicente de Paúl, 28).
Autors: Tamara Marzo Rins y Carlos García Esteban
Ilustracións: Chusé Bolea
Voces CD: Antón Castro, Eduardo Lolumo, Jorge Romance, Jorge Asín, Francisco Fraguas, Mercedes Portella, Juan R. Fonseca, Tamara Marzo, Rubén Santarromana, Silvia Ferrando, Cherardo Callejón, Silvia Cebolla, Carlos Asín, Manuel Ramón Campo, Lourdes Ortíz y Natalia López
Edita: Ara Cultural
*En la foto de Heraldo, el ilustrador y narrador Chusé Bolea. Y abajo, el rapsoda y hombre del tiempo Eduardo Lolumo, en una instantánea de Aragón Televisión.
OFICIOS DE LA LITERATURA
Aviadores, fogoneros, agentes de seguros, carteros, piratas: los mil y un empleos de la literatura
LOS MIL Y UN EMPLEOS DE LA LITERATURA
[Félix Romeo traduce al castellano ‘Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores’ de Daria Galateria]
En las fotos, Jack London, Italo Svevo y Bohumil Hrabal.
La escritora y profesora Daria Galateria (Roma, 1950) publicó en 2007 el libro ‘Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores’, que acaba de traducir al castellano el escritor, crítico y colaborador de HERALDO Félix Romeo para el sello Impedimenta de Madrid. El libro tiene algo “de guía de supervivencia” de veinticuatro autores célebres y a la vez ofrece la posibilidad de verlos de otro modo: la cantidad de oficios tan pintorescos y cotidianos que desempeñaron, las aventuras que vivieron en ellos y cómo esas peripecias fueron determinantes en su fama; dos ejemplos muy claros serían Maxim Gorki y Jack London.
El libro ofrece otra peculiaridad: son bastantes los autores que eran felices en sus empleos, de diversa dureza y de incuestionables sacrificios, y los sacaba de indicio la exigencia de tener que vivir de su trabajo. Thomas Stearns Eliot, excepcional editor y gran poeta coronado por el Nobel en 1948, prefirió vivir de los números y de la contabilidad; Dashiel Hammett era muy feliz ejerciendo de detective y redactando luego, casi como un divertimento, cuentos que nacían del contacto con los personajes que conocía. Jean Giono trabajó dieciocho años en la banca y Franz Kafka, que soñó ser jardinero y agricultor, fue sobre todo agente de seguros, algo que también le sucedió durante algún momento de su vida al checo Bohumil Hrabal; el autor de ‘Trenes rigurosamente vigilados’ o ‘Yo que serví al rey de Inglaterra’ era muy introvertido: trabajó, además, de maquinista de tren y de maquinista de teatro, y al final fue un mantenido de su mujer.
Charles Bukowski hizo bastantes cosas. Y fue despedido en varias ocasiones. Y fue, como se sabe, una auténtica máquina de excesos en el sexo, las drogas y el alcohol. Sin embargo, ejerció catorce años de cartero; de golpe, cuando empezó a tener éxito con sus cuentos, y le cambiaba la vida porque le contrataban en las revistas se volvía histérico, y lo mismo le sucedía cuando tenía que dar una charla de su obra o pronunciar una conferencia. Todo lo relacionado con la literatura eran para él auténticos “trabajos forzados”.
En esta selección de veinticuatro escritores de los siglos XIX y XX solo hay una mujer, Colette. Tras el éxito de su personaje ‘Claudine’, su marido decidió hacer publicidad de esa joven pizpireta con lociones y polvos; años después, Colette fundará un instituto o salón de belleza. Partidaria de la publicidad, promocionó el cigarrillo y el placer de las mujeres, escribió poemas para la peletería, hizo giras por tiendas, ferias y almacenes, y se definía como “mimo, bailarina y un poco acróbata” antes que como escritora. A Maxim Gorki lo conocían como “el mendigo” porque recogía cuanto encontraba a su paso, y lo vendía: huesos de buey, trapos, clavos. Su nómina de oficios es muy extensa: fue pinche, fogonero, panadero, pescador en el Mar Negro, empleado en una zapatería de señoras y también ejerció de ladronzuelo. Alguno de sus hurtos resulta conmovedor: robó a su madre un rublo para comprar un cuento de Hans Christian Andersen. Su infancia y juventud parecen salidas de una pesadilla de Charles Dickens.
Jacques Prévert también bordearía años después la delincuencia juvenil y se haría pasar por un gigoló, aunque la realidad era que “se enamoraba de las empleadas” y preparaba los saqueos. Jack London, antes de convertirse en el escritor mejor pagado de su tiempo, fue fogonero, cazador de ballenas, repartidor de periódicos, enlatador de pescado, boxeador, arrastró maletas monte arriba sobre la nieve e incluso se disfrazó de bombero en los días de campaña electoral. Después de haber hecho tantas cosas, cuando se sentaba a la máquina de escribir le dolía la espalda. Era algo que tenía mucho que ver con el pánico al folio en blanco. También fue pirata de ostras y mitigaba el dolor del trabajo con la navegación y con la pasión por el bar del puerto. Dice Daria Galateria: “Frecuentaba a gente poco recomendable o a mujeres complacientes como Mamie, la reina de los ladrones de ostras, que tenía veinte años más que Jack. Frank ‘el francés’ le cogió celos. Todos en el puerto le aconsejaron a Jack que trabajara de noche, en un lugar apartado y con las luces apagadas”.
Otro caso muy paradójico es el de George Orwell, que dejó su puesto de policía en Birmania. Empezó una nueva vida que le llevó a trabajar de fregaplatos, a dormir a la intemperie entre los mendigos y a realizar otras faenas antes de empezar a tener éxito y de venir a España a luchar con las fuerzas republicanas. Daria Galateria encabeza sus relatos con frases que condensan una vida, una actitud y una manera de ser: “¿Escritor yo? Me lo pregunto. Mi verdadero trabajo consiste en pilotar aviones”, dice Antoine de Saint-Exupéry, el autor de ‘El Principito’, “pionero de los vuelos transatlánticos y del vuelo nocturno”. O “Bohumil Hrabal soñaba con ser futbolista (...) Hrabal era muy tímido, y en los partidos se sentía observado por los espectadores, se ruborizaba, y no sabía muy bien qué hacer con los brazos y con las piernas. En suma, se bloqueaba”.
Otra historia conmovedora es la de Italo Svevo, que fue industrial, vivió bajo el yugo de su suegra y dejó la escritura para dedicarse a la empresa. Eso sí, entre otras peripecias, fue alumno de James Joyce, que era el mejor profesor de inglés de Trieste. Cuando leyó su novela ‘La conciencia de Zeno’ le dijo que “es, de muy lejos, su mejor libro”. Svevo había dicho antes que una sola línea le bastaba para arruinar todo el trabajo acumulado durante horas o días en su negocio de pintura de barcos.
CASPE RECUERDA A MIGUEL A. PRÍNCIPE
[En 2011, igual que sucede con Joaquín Costa y Miguel Servet, se cumple una importante efeméride del escritor y periodista Miguel Agustín Príncipe (Caspe, 1811-Madrid, 1863), a quien Santiago Aldea y Alberto Serrano dedicaron hace años una monografía. Recibo esta carta y esta nota de Alberto Serrano sobre el autor caspolino, uno de los representantes del Romanticismo en Aragón.]
DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DE RECONOCIMIENTO Y HOMENAJE A LA FIGURA DE MIGUEL AGUSTÍN PRÍNCIPE (CASPE, 1811- MADRID, 1863), EN EL AÑO EN QUE SE CUMPLE EL BICENTENARIO DE SU NACIMIENTO.
El 16 de octubre de 1811 nació en Caspe Miguel Agustín Príncipe, celebrado dramaturgo, reconocido fabulista, prolífico poeta y apasionado periodista. Su obra lo ha hecho merecedor de ser considerado como uno de los máximos exponentes del romanticismo literario aragonés. En Zaragoza y en Madrid sus estrenos teatrales fueron recibidos con entusiasmo. La colección de sus fábulas en verso, editada reiteradamente, se difundió por España y Latinoamérica. Sus poemas festivos se recogieron en antologías y se insertaron en manuales escolares. Colaboró en más de cuarenta periódicos, alguno de los cuales dirigió en la capital de la nación.
Profesor universitario, jurista, melómano, políglota y ensayista, formó parte destacada de la Junta de Teatros del Reino, de la Biblioteca Nacional, del Instituto de España, del Ateneo, del Liceo Artístico y Literario y de la Sociedad Económica de Amigos del País. De talante liberal y progresista, enemigo de todo autoritarismo, combatió las injusticias, apostó por la democracia, y pregonó su aragonesismo desde su apasionamiento por España. "Venciendo a la ignorancia / se vence al despotismo", escribió para impulsar desde su sólida formación humanista la necesidad de fomentar el estudio y el conocimiento. De profunda espiritualidad y convicciones religiosas, no dudó en censurar públicamente cualquier actuación arbitraria de los poderosos. "Bella es la libertad / Santo el progreso", afirmó.
En el año del bicentenario de su nacimiento, y en puertas de que tal efeméride se cumpla el próximo domingo 16 de octubre, el ayuntamiento de Caspe aprueba en Sesión Plenaria proclamar su reconocimiento y homenaje a la figura, obra y proyección de quien debe considerarse un hijo ilustre de esta Ciudad del Compromiso. Esta Declaración Institucional se materializará a lo largo del Año Príncipe que ahora se inicia con la celebración de un acto académico y popular y con la colocación de una placa conmemorativa en el Teatro Goya, espacio escénico que acogerá el recuerdo perpetuo del caspolino que más ovaciones ha recogido como autor de dramas y comedias.
UN 'DESLIZ' EN BICI DE ELÍAS MORO
Recibo esta carta de Elías Moro: “Querido Antón: Hace un tiempo acabé por fin ese libro de ‘deslices’ (para el que ando buscando un título) con el que andaba entre manos. El caso es que en él hay un relato a ti dedicado (y a Cristina Grande, y a Olga Bernad, y a Fernando Sanmartín y a José Luis Melero, me ha salido algo zaragozano) que es el que te envío. Algo escabroso, quizá, pero ese es el tono del libro”.
Etapa reina
Para Antón Castro, poeta y ciclista.
Apenas tres segundos nos separaban en la clasificación.
En las rampas más duras del categoría especial, él demarró creyendo que yo desfallecería.
Respondí al ataque con elegancia y tranquilidad.
Y cuando le iba a pasar y dejarle clavado en la ascensión, se me salió la cadena.
Su cara de culpable lo decía todo cuando se volvió para mirarme.
No le dio mucho tiempo a celebrar el triunfo.
Cuando llegué a la meta sin poder contener la rabia, le enrollé la cadena en el cuello y esprinté con ella todo lo que pude.
*Las tres fotos son de Stanko Abadzic.
ROSA ACQUARONI, EN OLIFANTE

[Olifante no para. Publica ahora ‘Discordia de los dóciles’ de Rosana Acquaroni, la poeta madrileña, con una solapa de presentación de Amalia Iglesias. Copio aquí, además, algunos poemas que me envía Trinidad Ruiz-Marcellán, así como la foto de Rosa Acquaroni. Las restantes son de Keith Carter, un magnífico fotógrafo que trabaja sobre una idea de la foto vintage y de la foto surrealista.]
ROSANA ACQUARONI
Por Amalia IGLESIAS
En el nuevo libro de Rosana Acquaroni, Discordia de los dóciles, no hay héroes ni nombres propios, sólo “rostros de cuyo nombre/ nadie quiere acordarse”. No hay hazañas que narrar, ni victoria, ni homenaje, ni exaltación, y, sin embargo, sus poemas tienen aliento de épica, se conjugan desde el nosotros, arrastran un poso de conciencia colectiva, retratan un mundo en decadencia, dibujan la vergüenza del fracaso social de nuestro tiempo. Muertas las utopías el mundo amanece apático y cansado. Podría decirse que la suya es la épica de los desheredados globales, la épica de los vencidos. A estos poemas se asoman los dóciles, “títeres sin hilos”, los que no tienen voz, los que deambulan por las orillas del mundo, porque todo sentido les ha sido negado; aquellos que ni siquiera buscan porque hace mucho que perdieron la esperanza de encontrar.
Tras diez años sin publicar, Rosana Acquaroni nos ofrece en su quinta entrega poética un libro bicéfalo, en él que convergen de forma natural dos obsesiones extremas, por un lado la preocupación por el lenguaje, su elaborada visión de la poesía como lugar propicio para la belleza, como ocasión para el hallazgo y el misterio verbal siempre capaz de inaugurar nuevos sentidos. Y, por otro lado, la dimensión ética, inseparable de su modo de aproximarse a la palabra, que crece sujeta a la estética desde la raíz, como esas plantas cuyos troncos se alzan abrazados en trenza.
CUATRO POEMAS
ANOREXIA
Ella
sueña con despertarse en otro cuerpo,
un cuerpo ingrávido que ruede
o se deslice
en el silencio inservible
de las cosas.
No se deja tocar.
En su única isla
habitan maniquíes
que saquean las despensas vacías
del corazón.
Se irrita cuando hay algo
que llevarse a la boca.
Ella sueña senderos voladizos
que hagan caer su sombra
entre la nieve.
Su peor pesadilla:
engordar alimañas.
LA SENDA DEL MALTRATO
Mansa
disciplinada
deja que él
la alimente con su mano.
Como al amo que esconde
su señuelo
a veces le suplica.
Después
guarda cada pedazo
de corazón dormido
y amordaza su cuerpo.
MARCAS DE LA LOCURA
Contemplo a una mujer
sin rostro
ante el espejo.
Parece que regresa de algún mundo.
Lleva el alma vendada
y la boca cosida
con un ancla de labios y tristeza.
Cruza las avenidas,
huye
tras la añoranza de sus pasos.
No hay camisa de fuerza
y sin embargo, arrastra
su cama de cartón descolorido,
el tetrabrik que calma la miseria.
-Está el mar inclinándose ante mí; no os oigo respirar. Alguien viene a buscarme.
Las voces no responden.
-No torturéis mi alma, pertenece a la nieve.
Tras los muros le aguardan
su lecho inmaculado,
el vasito de plástico con la dosis pautada
y la tiniebla blanca
de un paraíso ausente y sosegado.
EL HIJO
Qué de cierto se esconde en el estigma
de esa mano que nace y se detiene,
volcando su destierro,
su deriva hacia dónde,
hacía qué rompeolas.
Hijo
grieta en el agua inerte,
tu silencio es quietud ya movediza,
cicatriz que despierta
y desanda la herida.
Hijo
huella creciente,
raíz de un corazón
varado entre la nieve
que rompe su silencio.
Recorrerás el mundo,
saldrás de todo esto.
Volverán las canastas
trampolines de aire
que incitan a los sueños.
Recogerás el mar en tus muñecas.
RECUERDO DE FÉLIX ROMEO
Por Joaquín BERGES
Ahora que se ha ido inesperadamente recuerdo la primera y la última vez que hablé con Félix Romeo. Es curioso cómo funciona la memoria, perezosa muchas veces para dar con una condenada palabra (frecuentemente un nombre propio) y lúcida otras veces, como ahora que me entero de la triste noticia y zas: me llegan las dos imágenes a la vez.
Yo ya conocía a Félix, pero nunca había hablado con él. La primera vez que lo hice fue tras la presentación en Fnac Plaza de España de mi primera novela. Fue en un bar de la calle Alfonso de Zaragoza, con una copa en la mano. Eres el primer autor aragonés que figura en la Colección Andanzas de Tusquets, me dijo. Juan Cerezo, mi editor, se quedó de piedra. ¿Cómo podía saber alguien algo así? Pero no lo puso en duda porque conocía a Félix mucho mejor que yo y sabía que era una enciclopedia con patas, un ser culto y sensible con un disco duro de muchos teras de capacidad.
"Lo sabía todo", me ha dicho Juan hace un rato, cuando nos hemos enterado de su muerte. Sería un buen epitafio para alguien que vivió inmerso en las letras de los libros, huyendo siempre a la vanguardia, en el sentido opuesto a la ignorancia, la vulgaridad y la apatía.
La última vez fue que hablé con él fue antes del verano. En realidad no pronunciamos ni una sola palabra, pero nos entendimos. Fue a las tres de la tarde. Yo cruzaba el puente de Santiago con mi barra de pan en la mano en busca del coche. Me marchaba a casa. Él iba en un autobús, leyendo un libro junto a la ventanilla. Cómo no. Levantó la vista de su lectura y me miró. Me reconoció y me hizo ese gesto vago y quizá en otro contexto ambiguo que inequívocamente significaba "buen provecho", tanta era la evidencia que desprendía mi barra de pan con la punta ya mordisqueada.
Ése también sería un buen epitafio para alguien que degustó con tanto placer los manjares de la literatura y el arte.
No llegué a conocerlo bien, debo confesarlo. Lamentablemente no nos vimos las suficientes veces para que eso fuera posible, pero desde el primer momento me sentí presa de su magnetismo y hoy, ahora, siento la pesadumbre de su ausencia como si alguien le hubiera dado la vuelta al imán y, en vez de atraerme, me alejara en el tiempo y el espacio no sé hacia dónde, quizá huyendo a la vanguardia, en el sentido opuesto a la ignorancia, la vulgaridad y la apatía.
*La foto es del blog zaragozame.
UN POEMA PARA FÉLIX ROMEO

[Félix Romeo tenía muchos sueños. Muchos anhelos. Su cabeza era una fábrica incesante de ideas y de sensaciones. Durante mucho tiempo quiso alquilar un local y crear un cine en versión original; quizá tuviera también una sala de exposiciones. Recuerdo que en Barcelona le dije a Miguel Marcos si podríamos disponer de ese espacio. No se adaptaba del todo a lo que soñaba Félix. En las comidas de los martes y miércoles en el restaurante Bílbilis, con mis hijos Aloma y Daniel (Félix falleció en la casa de Aloma), hablaba mucho de una sala de cine en versión original. Preguntaba: “¿Qué habrá sido de los Buñuel? Podríamos hacer ahí muchas cosas: cine, exposiciones, conciertos, tertulias”. Un día, pensando en él y en Lina Vila, su compañera, escribí este texto que leí este mismo año en las Jornadas de Cine de La Almunia con el grupo de lectura y la Asociación Laudística de Valdejalón. Esta foto es del Colectivo Anguila: Pedro Hernández e Iván Moreno.]
VERSIÓN ORIGINAL
A Lina Vila y Félix Romeo
Tengo un sueño:
quiero montar un cine de versión original.
Un cine donde se escuchen todos
los idiomas del planeta.
Un cine para soñar
con todos los soñadores de la tierra.
Así lo veo: tapizado de rojo,
íntimo como la oscuridad,
con una indeleble mancha de luz al fondo.
Quiero montar un cine en versión original.
Me imagino los carteles, las películas,
los programas de mano
con su vocabulario de letras y espectros.
Imagino el público que llega
a las tres o cuatro sesiones.
La pantalla será como un oratorio pagano,
o un río de vida,
o un torbellino incesante de besos y de imágenes.
Lo estoy viendo:
cómo se besa en chino, en polaco, en francés,
cómo se cuentan los cuentos y las pesadillas.
¿Quién huye por el bosque
tras un crimen inesperado
y sale a la playa de los últimos naufragios?
Estoy oyendo las voces,
las palabras con su extraña música universal,
todas las melodías del alma.
Cuando llegue el fin de la noche,
allí estaremos tú y yo, a solas en la sala.
Tendidos sobre las butacas,
sobre el rojo oscuro de la satisfacción
y la soledad más deseada,
volveremos a poner la película.
En ese momento, vueltos desenfreno y ternura,
entretejidos en un plenilunio de sombras,
seremos los protagonistas principales.
Antes de volverme loco de amor
o de irme de esta ciudad para siempre,
quiero regalarte un cine de versión original.
Será la mejor forma de decirte “te quiero”
todos los días en cualquier lengua de la tierra.
ISMAEL GRASA: HASTA LUEGO, FÉLIX

EL HOMBRE QUE AMABA LA VIDA
Ismael Grasa.
*Texto de despedida leído en el funeral en Torrero del escritor Félix Romeo Pescador (Zaragoza, 1968-Madrd, 2011)
Félix amó la vida y escribió sobre el amor a la vida. Félix decía que no le gustaba el otoño, y se ha ido cuando empezaba este nuevo otoño. Una de las cosas que más le gustaban eran las piscinas (hemos pasado muchas horas, con él y con Daniel Gascón, de charla dentro de alguna piscina de barrio; igual que existe la palabra “peripatéticos”, debería existir otra para la escuela de Félix Romeo, ese hablar de libros y del mundo en las piscinas). Disfrutó este último verano de una pequeña piscina, una piscina vertical, que construyó en un rincón de la finca que compartía con Lina. Cuando me bañé ahí con él dijo que esa piscina era una metáfora de lo que había querido ser su vida hasta entonces, porque era un lugar de placer levantado sobre una ’femera’, el rincón que servía de estercolero.
Sois una legión los que podríais estar hablando hoy aquí de él. He recogido algunas frases que habéis publicado algunos de vosotros estos días en la prensa:
“El mejor amigo, el mejor polemista, el mejor lector, el mejor de todos”. (José Luis Melero) (Polemista, sí. Félix no era de los que daban la razón por darla, como sabéis bien. Esto le hacía a veces ser alguien explosivo. Quizá no siempre tenía la razón, pero al final, y es lo que importa, tenía razón en su actitud de que nada, nada, le resultase indiferente.)
“Félix era de mi generación, y en cada generación tiene que haber una persona que tienda el puente con las generaciones anteriores. Félix era esa persona. (Ángeles González Sinde) (Es verdad: Félix y su literatura son muy generacionales, pero a la vez enlazó con las generaciones anteriores, tanto en la Residencia de Estudiantes de Madrid como en Zaragoza. Era amigo de José Antonio Labordeta como lo era de Aloma Rodríguez, en cuya casa murió. Y enlazaba en su actitud de activismo creativo con Miguel Labordeta, y Julio Antonio Gómez, y Sergio Algora. Aloma, por cierto, la última en hablar con Félix, quería que se supiese hoy que él le dijo que se sentía un hombre afortunado. Le dijo que sentía que la vida le había tratado bien, que le había dado oportunidades, y que ella debía aprovecharlas también cuando se le presentasen).
“Solía decir que era un hombre con suerte y que a él, en el fondo, todo le venía rodado. Exageraba: era un trabajador incansable y desvelado” (Antón Castro) (Cierto. Un trabajador incansable, como Antón, sabe reconocer a otro trabajador, Félix, aunque a veces lograse hacer parecer que hacía otra cosa que trabajar)
Se instaló en mi vida como una presencia imprescindible y me aportó tanto, tanto, tanto, que yo hubiera sido otra persona, más reducida y más limitada, sin él. Qué suerte tuve. (Miguel Mena) (Mi compañera Eva me dijo ayer: “Félix nos ha dado la vuelta como a un calcetín”)
Félix era una fábrica de ideas que desparramaba por aquí y por allá (…). Empleó buena parte de su tiempo y de su talento en mejorar el tiempo y el talento de los seres que apreciaba. Tenía un radar para detectar gente que merecía la pena y lo que merecía la pena de la gente” (Luis Alegre)
Podría seguir con declaraciones de sus amigos de Madrid y de México, de David Trueba, de Lara López, de Antonio Pérez…O las palabras expresadas por Bizén, que ha acompañado a los padres de Félix. Los que tenéis hijos habéis contado estos días episodios de la extrema generosidad que tenía Félix con los niños. ¡Esas mis pesetas de las de antes gastadas de una vez en cromos del Real Zaragoza para el joven aficionado Jorge Melero!
Sé perfectamente que Félix era un hombre de facultades prodigiosas y que deja una oquedad inmensa en el mundo intelectual, algo tan importante. Pero ahora lo que me gustaría es seguir tomándose palmeras de chocolate con Félix por la calle. Seguro que muchos de vosotros sentís algo parecido.
Acabo con las últimas palabras que escribió Félix, hablando de Goya, en su último artículo para el suplemento ’Artes & Letras’ de HERALDO. Creo que lo retratan bien: “Es fantástico que a menos de un kilómetro de mi casa, en el Museo Camón Aznar, pueda ver esos monstruos y sentirme cerca de ese Goya que defendió la libertad individual hasta su muerte”.
Adiós, amigo.
*Retrato de Félix de Josema Carrasco.
POEMAS DE FERNANDO AÍNSA
De Bodas de oro, (Cáceres, AbeZetario, 2011)
Por FERNANDO AÍNSA
[Esta mañana, en la plaza de San Francisco, me encontré con Fernando Aínsa. Volvía de correos con su nuevo libro entre los sobres: 'Bodas de oro'. Le pedí que me enviase algunos poemas y aquí están algunos textos del libro.]
BUENAS NOCHES
—¡Buenas noches, tú!
—Si, es hora de dormir (Erik Knudsen)
Es más tarde de lo que crees.
Me dices “Buenas noches, tú!
—Sí, es hora de dormir”
y soñar con el país hundido en aquella visión lejana.
Lo sabemos:
cada día menos posibilidades,
menos aplazamientos,
algún resto de promesa,
astillas de aquellas ilusiones.
Por eso no puedo dormir.
OLISQUEANDO
Yo sé que cuando no estoy a tu lado
hueles la almohada
donde descansan mis recuerdos
y resucitan sueños olvidados.
Mohín del rechazo con que los interpretas
creo respirar luego al recuperarlos.
Así,
como los perros,
olisqueando,
nos reconocemos
en la distancia que compartimos
noche a noche.
SOBREVIVIR AL OTRO
¿Dónde he leído
“No quisiera despertar suavemente la viuda que llevas dentro”?
Si me despierto en la noche
soñando lo indebido
espío tu respiración
escudriño como oscila tu pecho en la sombra.
Entonces me quedo más tranquilo
Puedo reanudar mi pesadilla.
Si no sintiera tu palpitar
estaría tentado de acariciar tu mano,
pero temo despertarte
o encontrarla inmóvil y fría.
No me gustaría tener que sobrevivir con tu recuerdo
No quiero asistir a tu incineración
No quiero recibir un frasco con tus cenizas
Sospecho que tú tampoco.
AQUEL A LO MEJOR UN DÍA
A lo mejor un día intentaré vivir tu vida
cuando tú ya no puedas hacerlo.
Abriré los libros que dejaste en lectura interrumpida
me disfrazaré con tu ropa y pintaré mis labios ante el espejo
con el carmín con que me sedujiste,
cubriré de falso rubor las mejillas y su aire demacrado
con tus potingues ya rancios,
disimulando ojeras
(si puedo)
para seguir sin ti en el corso de la vida.
Hurgaré en los cajones de tu cómoda
(intruso como nunca antes lo fuera)
escarbando en tu pasado
y te soñaré
para intentar
—¡por fin!—
comprender el secreto
¿por qué una noche tiré todo por la borda
para seguir por treinta y tantos años tus pasos?
VELEIDADES CIRCULARES
Y, por cierto, ¿cómo es posible que hasta el camino
que más recto se traza
presente con tanta frecuencia veleidades circulares?
Lasse Söderberg,
Preguntas sobre la historia
En lo que podría ser
ahora
la recta final de nuestra vida,
simplificado el trazo,
conocido el próximo destino,
hemos balizado veleidades circulares,
el gusto de la espiral,
intentar volver al principio,
rizar el rizo,
esquivar el bulto de la sombra que espera
tan cerca de la meta.
AQUELLA NOVIA
¿Dónde está ahora la novia?
¿Por qué se fue al futuro?
Podía haberse quedado
en aquel mes de mayo
cuando cantaba la alegría
en un camping del Pirineo.
Se fue a buscar lo que llaman memoria
—desorden y azar del recuerdo—
en el talego de todo lo que entonces era.
¿Dónde están ahora aquellos días del futuro?
¿Adónde se fue la novia con su liviano equipaje?
¿Por qué vivimos ahora tan solo del pasado?
“POST TENEBRAS LUX”
ese resto de hotel en tu sonrisa
Erik Knudsen
De Ginebra tengo el vértigo de ese cuarto del hotel descalabrado.
Fue una noche de hace muchos años.
Desde el ángulo de la cama revuelta
sentada en la penumbra con las piernas abiertas
me invitas en silencio a perderme en la parte más sombría de tu cuerpo.
Un mareo,
una foto sin negativo para el recuerdo,
eso me queda,
un modo de compensar el escalofrío de haber mirado aquella tarde
en el parque de los Bastiones
los ojos de mármol de Calvino.
FÉLIX ROMEO, POR JOSÉ CARLOS LLOP

[Conocí hace un par de años a José Carlos Llop en Dublín en un viaje al Instituto Cervantes. Iban muchos amigos: Pedro Sorela, Marifé Santiago, Félix Romeo, Ana María Matute, y también José Carlos Llop y su esposa Helena. Y mi mujer Carmen Gascón, médico, que atendía a Ana María Matute con consejos y alguna medicina. He leído unos cuantos libros de José Carlos, sus diarios, sus poemas, sus novelas, sus libros de viajes. Es de esos amigos a los que no ves y que están algo lejos de casa pero vives con ellos en un temporal de complicidades; José Carlos Llop es gran amigo de Fernando Sanmartín desde hace años. José Carlos le dedica hoy, en el Diario de Mallorca, este estupendo artículo a Félix Romeo: http://www.diariodemallorca.es/.]
FÉLIX ROMEO, IN MEMORIAM
José Carlos Llop
El viernes, 7, después de comer, me llamó Llucia Ramis para comunicarme que Félix Romeo acababa de morir. No hacía ni diez días que Félix me había escrito uno de esos largos e-mails suyos en los que utilizaba la cesura del verso para cortar la prosa como quien traza un caligrama. Félix Romeo era de los que siempre te escribía cuando aparecía un nuevo libro, sin necesidad de que se lo hubieras mandado: lo compraba, lo leía y te escribía anunciándote además otra carta más extensa que a veces llegaba y otras no. Esta vez –como se dice en la calle– va a ser que no, pero el primer síntoma de que tu libro había sido distribuido en España era la feliz noticia de Félix y su lectura. Lo leía todo y antes que nadie: era un hombre de librerías –de patear ciudades y recalar en sus librerías como en un oasis en el que entraba libreta y bolígrafo en mano para anotar lo que veía– y era un hombre de amigos. De muchos amigos y sin interés ni estrategias de por medio. Él era él y funcionaba de esta manera, generoso y a lo grande, como su físico, que tanto llenaba y aún así no llenaba el vacío que nos deja.
Lo conocí en Madrid, cuando él acababa de salir de la cárcel y las casetas librescas de la Cuesta de Moyano eran su metáfora cotidiana del paraíso. A Félix Romeo lo encerraron por negarse a hacer el servicio militar y resistirse de forma pública a cumplir el entonces llamado servicio social sustitutorio. Dos años y pico de condena. Pero las generaciones posteriores –los que ya no tuvieron que hacer ese servicio ni la mili (a algunos les habría convenido para ir perdiendo tonterías en los campos de instrucción)– no saben que hace años hubo personas como Félix Romeo. Nada se sabe de lo que hubo hace años, cosas que han permitido que se viviera sin dar valor a lo que sí lo tiene. La libertad de elegir, por ejemplo.
Me lo presentó Enrique Vila-Matas el día antes de presentar mi novela ’La cámara de ámbar’. Han pasado quince años de aquello, como quien se fuma un puro. Félix Romeo llevaba entonces la cabeza cubierta por una boina y ya dirigía, creo, ’La Mandrágora’, un programa cultural de la 2. Aquella noche, después de la presentación de la novela en el Círculo de Bellas Artes, Félix Romeo se vino a cenar con nosotros: Mario y Nicole Muchnik, Villena, Enrique, los Barnatán... Guardo una oscura fotografía de la cena –hecha con kodak de usar y tirar–, con Enrique y Félix flanqueando a Helena en una larga mesa del Hispano. Luego los cuatro continuamos la tertulia en la Residencia de Estudiantes hasta entrada la madrugada.
En estos años nos hemos visto aquí y allá –Madrid o Barcelona, pero no, pena, en Zaragoza, donde nunca he estado y él era uno de los caids culturales de una ciudad de buenos escritores y críticos: de Ignacio Martínez de Pisón a Julio José Ordovás y no cito más porque son, repito, muchos. La última vez fue en Dublín, hace dos años. Venía de Zaragoza con su amigo Antón Castro –uno de los buenos zaragozanos no citados más arriba– y sólo bajar del avión empezó su periplo dublinense que ríanse ustedes de Leopold Bloom. Durante cuatro días no dejó un solo centímetro del viejo Dublín sin patear. Con escala obligada en toda librería o museo que hallara a su paso y que luego –a la hora de las comidas o las cenas– te detallaba ’in extenso’ aconsejándote –o no– la visita a tal exposición, o ese otro pub o parque. Yo, a mi vez, le ofrecí una visita al Museo Nacional de Arte Moderno de Irlanda, que entonces dirigía mi amigo el poeta Enrique Juncosa. Pero llegó tarde –cerraban– y sólo pudo ver un par de salas. Después nos fuimos con Juncosa a un pub cercano, solitario y de luz mortecina, donde hablamos de España y alguien dijo que parecíamos sombras, exiliados de un país convulso. Y la verdad es que, de haber oído un extraño nuestra conversación, no sólo se lo hubiéramos parecido.
A la mañana siguiente nos encontramos en una librería donde yo había ido a comprar dos poemarios, uno de Derek Mahon y otro de Don Paterson, y fue allí donde comentamos algo que a veces he escrito aquí mismo: que la cultura libresca anglosajona, pese a poseer la mejor literatura propia –la más completa, extensa y variada– era una cultura provinciana. Me explicaré. Así como las librerías francesas son europeas y asiáticas y americanas y por supuesto francesas, las anglosajonas miran a la vieja Commonwealth y en inglés. Apenas si les interesa la literatura de otros países ajenos y eso se nota una barbaridad en sus estantes. Mientras tanto, Félix se sentaba en una butaca y apuntaba observando aquí y allá. Me pidió sobre poesía y le hablé de Mahon. Luego, él hacía unas crónicas de esas visitas en el ABC cultural y en ellas aparecían a menudo sus viajes a Toulouse y su alegría ante los nuevos álbumes de cómic, tan considerados, también, en toda Francia. (La última vez que estuve en París busqué sin parar y por su culpa ’Rebetiko’, la historia de un músico griego en los cabarets de los 30 y 40).
De aquellos días dublineses guardo otra fotografía de Félix comiendo junto a Ana María Matute, a la que atendía de tal manera que parecía que Matute no había cumplido los 50 y al mismo tiempo con tanta delicadeza como hubiera podido tratar a su abuela. Y todas esas atenciones poseían una naturalidad alejada de cualquier pegajoso exceso. Cosas de literatos, dirá alguien y no: eran cosas de Félix Romeo, que ya no está. Siendo el estupendo libro que es ’Amarillo’, y el impacto que supuso ’Dibujos Animados’ –el primero en marcar según qué territorios–, quien lo conoció sabe que él era mucho más que todo eso. No es cierto que sus libros nos amortiguarán el vacío inmenso que deja. Nos ayudarán a recordarlo, sí, pero aumentarán la añoranza. Como esa foto irlandesa que nunca hubiera imaginado, al hacerla, que llegaría a mirar como miro ahora. Como la miraré a partir de ahora. Tenía 43 años y mucho trecho por delante para hacernos más feliz la vida de lo que es en sí sin personas como él.
ESPECIAL BORRADORES DEL PILAR

Borradores emite un Especial de las Fiestas del Pilar.
Presenta a la cantante, bailarina y actriz zaragozana Miryam Domínguez, que actúa en el Teatro del Mercado del catorce al 23 de octubre con 'El gran Penhe' y canta dos temas que popularizaron Liza Minnelli y Marilyn Monroe. Y habla de su trabajo, se formó en Madrid y Estados Unidos, en compañía de Paco Ortega, director de la función de teatro y jazz. El otro invitado al plató es el pregonero de las Fiestas del Pilar y periodista Plácido Díez Bella. Además, Borradores ofrece un paseo por Zaragoza con Agustín Sánchez Vidal, Hijo Adoptivo, y con Emilio Lacambra, y visita dos exposiciones: 'Dar a ver' de Almalé & Bondía en el Paraninfo, y 'Proyecto 365' de Beatriz Pitarch, que expone una foto de cada día del año 2010.
*Agustín Sánchez Vidal visto por José Miguel Marco.
FÉLIX Y LINA: DIÁLOGO EN LA PISCINA

UN INSTANTE DE LUZ Y DE INTIMIDAD, JUNTO A LA PISCINA
Ismael Grasa recordó en la despedida de Félix Romeo que le encantaban las piscinas. En los últimos tiempos, logró hacer una piscina vertical, no muy grande, en el chalé-estudio de Lina Vila. Anoche, hacia la una de la mañana, el fotógrafo José Antonio Melendo me enviaba esta preciosa instantánea. Era un día de agosto de 2009, celebrábamos mi cumpleaños, había mucha gente, muchos amigos, y de repente Josean captó este momento mágico de Félix y Lina solos, asomados a la piscina. Al fondo, se ven los olivos y algunos almendros, y algo más allá están los granados que tanto le gustaban a Félix. Estuvo en casa hace un par de semanas: salió al jardín, vio algunas granadas, las cogió y le dijo a Carmen que las metiera en la ensalada.
FÉLIX ROMEO Y LINA VILA EN LYON

Hace un par de días, Lina Vila me envió esta preciosa y teatral foto de Félix y ella en Lyon. Sobran las palabras...
UN MUNDO SIN FÉLIX ROMEO

[El escritor Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) publica hoy en elmundo.es, en la sección de opinión, este artículo donde recuerda a Félix Romeo. La foto es de Ouka Leele, una foto pintada que hizo para el libro 'La doble mirada', que firmó con Concha García Campoy.]
UN MUNDO SIN FÉLIX
Por Daniel GASCÓN*
Las reacciones al fallecimiento de Félix Romeo (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) demuestran que era un personaje excepcional de la cultura española. Músicos, cineastas, escritores, editores, artistas y la ministra de Cultura han mostrado su pesar por la pérdida de una figura irrepetible y generosa. Es asombroso y emocionante ver cuánta gente tenía una relación especial con Félix Romeo. En un episodio de autismo desalmado, las instituciones aragonesas no enviaron ningún representante al funeral.
Félix Romeo publicó tres libros en vida. 'Dibujos animados' (1994) era una novela fragmentaria y perequiana que retrataba su infancia en el barrio zaragozano de las Fuentes, y que desplegaba una poética poderosa y una forma especial de mirar la niñez. 'Discothèque' (2001) era un relato polifónico que mezclaba la experiencia en la cárcel del autor –condenado por un delito de insumisión- con las alusiones literarias y un humor salvaje, y donde cabían tanto el imaginario del cine y la literatura norteamericana como el iluminado Miguel de Molinos y el futbolista del Real Zaragoza Nayim. 'Amarillo' (2008) era un mensaje a Chusé Izuel, el gran amigo que se había suicidado en Barcelona en 1992, y también el testimonio estremecedor de las heridas y la culpa que habían dejado su acción.
Poco antes de morir de forma totalmente inesperada a causa de un fallo cardiaco, Félix Romeo había entregado a su agente un nuevo libro –'Noche de los enamorados'-, una reflexión sobre el crimen, la justicia y la libertad donde investigaba el caso de su compañero de celda en la prisión de Torrero. Además, escribió miles de artículos, impartió centenares de conferencias, colaboraba en la radio, tradujo del italiano y del portugués, y estuvo durante cinco años al frente del programa 'La Mandrágora' en Televisión Española.
Publicaba reseñas desde adolescente y su trabajo como crítico literario en los últimos años, tanto en Heraldo de Aragón como en ABC, lo convirtió en uno de los mejores reseñistas de nuestra lengua: valiente, lúcido y honesto, ha cubierto como nadie la actualidad literaria y sus análisis aunaban un vastísimo conocimiento con una idea estética –la literatura como parte de la vida- y una concepción moral sobre los libros y el mundo. Esa idea moral estaba en todos sus textos, pero la expuso con especial claridad en sus colaboraciones para Letras Libres: una defensa cerrada de la libertad y la democracia, de la responsabilidad individual, y una intolerancia hacia quienes justifican la opresión con la coartada de la diferencia cultural.
Es una obra muy importante, pero la influencia de Félix Romeo no termina ahí. Si digo que era un superdotado, puede parecer una exageración, pero a quienes lo conocían les parecerá una obviedad o un 'understatement'. Era el gran curioso: uno no solo tenía la sensación de que había leído a casi cualquier autor que saliera en la conversación o de que conocía todas las revistas, sino que también le apasionaban el arte, la televisión, los tebeos, el pop, los programas de cocina, el fútbol o el urbanismo. Era un polemista nato y en muchos campos competía en erudición con los expertos. Tenía razón muchas veces, pero, incluso cuando no la tenía, su punto de vista era interesante: siempre te hacía pensar.
Es imposible sobrevalorar la influencia de Félix en la vida literaria zaragozana. Su presencia y sus consejos fueron determinantes en la editorial Xordica, en los suplementos literarios, en la obra de Ismael Grasa, Ignacio Martínez de Pisón, Eva Puyó, Cristina Grande, Octavio Gómez Milián, Aloma Rodríguez, Miguel Mena, Antón Castro, Rodolfo Notivol, José Antonio Labordeta y muchísimos más. Les sugirió títulos, leyó sus originales, les recomendó decenas de libros con una pasión contagiosa, y les convenció de que lo que ellos escribían era algo valioso y necesario.
Esa invasión generosa de Félix Romeo no se limitó a una ciudad, una estética, una generación, una editorial o una disciplina: su influencia está detrás de cuadros de su novia, Lina Vila, del cine de Jonás Trueba, de muchos proyectos editoriales y de muchas amistades. Sería imposible enumerar la cantidad de ideas regaladas, o el número de receptores. Yo sería otra persona si no me hubiera cruzado con él. Y nunca he escrito una línea, ni me he enfrentado a un tema, sin preguntarme qué opinaría Félix.
En una entrevista con dos de sus grandes amigos, Jonás Trueba y Lara López, Félix Romeo decía que detestaba la idea de la inmortalidad. La conciencia de la muerte era lo que hacía que quisiera disfrutar de la vida y del amor al máximo. Para argumentarlo, explicaba la desesperación que siente el protagonista de 'Atrapado en el tiempo' cuando descubre que no puede escapar de ese día. Pero la vida de Félix Romeo se parecía más a otro momento de la película, en el que Bill Murray va salvando a los personajes del pueblo. Félix presentaba a la gente, regalaba chucherías y viajes en la feria a los hijos de sus amigos, nos recordaba las fechas de los cumpleaños de los amigos y nos ayudaba a descubrir qué libro o qué película queríamos hacer. Le gustaba repetir el lema de la revolución francesa, y su vida se puede entender con esas tres palabras: la libertad, la igualdad (que le hacía combatir la discriminación de la mujer, desdeñar los argumentos de autoridad, y también tener una conexión especial con los niños, a quienes hablaba en su mismo idioma) y la fraternidad (con su vida, fabricó una gran familia; con su muerte, muchos hemos perdido a un hermano mayor).
A veces, en la cultura tienen prestigio la oscuridad y la originalidad aparente. Félix Romeo, un hombre rabiosamente único, reivindicaba una sencillez esencial: la de ser amigos, de contar chistes y celebrar los libros de los otros, de festejar el cariño y decir te quiero de todas las formas posibles. Era un hombre obsesionado por la felicidad, que siempre intentaba mantener a raya sus impulsos melancólicos. Una de sus grandes lecciones era la conciencia de los privilegios: de la gran suerte que es estar vivo, tener y recibir afecto, vivir en democracia, tomar un helado en el Paseo de la Independencia. Todos sus amigos nos sentimos vacíos y solos, pero somos conscientes del enorme privilegio de haberlo conocido.
*Daniel Gascón. Filólogo y escritor aragonés
EL AMOR DE JESSICA Y PACO GRANDE

JESSICA LANGE Y PACO GRANDE: HISTORIA DE AMOR Y FOTOGRAFÍA
He aquí una preciosa foto de amor. Son Jessica Lange y Paco Grande, fotógrafo y aficionado al flamenco, hijo de Francisco Grande Covián. Se conocieron en Minnesota, donde se trasladó Grande Covián con su familia, en 1968: Paco Grande era profesor y al parecer tutor de la joven Jessica, nacida en 1949. De inmediato, se trasladaron a España: estuvieron en Asturias, en Barcelona, donde vivieron un tiempo, y sobre todo en el mayo de 1968 en París en compañía de los fotógrafos Robert Frank y Danny Lyon, entre otros. Paco Grande y Jessica se casaron en 1970, se separaron en 1975, formalmente lo harían en 1981, y al año siguiente Jessica conocería a Sam Shepard. Este le regaló al poco tiempo una Leica, y la actriz de ‘King Kong’, de ‘Tootsie’ o de ‘Frances’ empezó a hacer fotos, que en realidad era la profesión de Paco Grande, y sus fotos sobre México la han traído de nuevo a Asturias, al Centro Niemeyer de Avilés. Paco Grande también fue operador de cámara y actualmente vive en Cuzco, donde ha realizado muchos retratos. Lo más curioso es que, en realidad, Paco Grande (nacido en Colunga en 1943) es prácticamente ciego e integra la selecta nómina de fotógrafos ciegos. Esta foto y esta historia me la ha inspirado / recordado Vicente Almazán...
PACO RALLO ABRE UN BLOG

El pintor y diseñador gráfico Paco Rallo ha creado un blog, que se centra en el mundo de la creación artística y en su propia actividad. Rallo, un clásico joven (nació en 1955 y es hijo del escultor Francisco Rallo) de las artes plásticas en Aragón, ha colaborado con muchos diseñadores y fotógrafos, especialmente con Antonio Ceruelo, con quien hizo este cartel: ‘El sol sale para todos’, de 2009. Actualmente expone en Remolinos, en los proyectos y espacios que dirige David Jiménez, y a él le corresponde el nuevo nombre del Centro de Historias. Su blog es: http://pacorallo.blogspot.com/
LOS ROSTROS DE FÉLIX ROMEO
Con Soledad Puértolas recibiendo el Premio Ondas.
En la cárcel de Torrero, retratado por Cristina Grande,
su compañera durante 16 años.
En la cárcel de Torrero, durante el rodaje de la película
de Fernando Trueba. Foto de Julio Foster.
Como director de 'La Mandrágora'.
En la presentación de 'Cuentos a patadas' con
Antón Castro y Eduardo Bandrés. En 2007.
Con su admirado Mario Vargas Llosa en Segovia:
lo sorprende con un regalo inesperado.
Félix con su característica chupa de cuero.
Con la siempre hermosa Emma Suárez.
Con Javier Tomeo en el Círculo de Bellas Artes: fue su amigo, su lector, su divulgador y algo así como un hijo-padre de Tomeo.
Félix opta por las camisas. Foto de Aloma Rodríguez.
Félix o la fábrica de ideas.
Felix con Lina, en el verano de 2009. Cerca de la piscina, observados
por la luna y muy cerca de los olivos.
[Este jueves, en el suplemento ‘Artes & Letras’ de ‘Heraldo de Aragón’, donde Félix Romeo colaboró en su segunda época desde el primer día, y llevamos 351 números, el escritor y periodista Julio José Ordovás publicaba este artículo sobre el autor de ‘Dibujos animados’ o ‘Amarillo’. Los rostros de arriba explican o sugieren algunas de las notas del texto.]
EL HOMBRE DE NEGRO
Por Julio José ORDOVÁS
En la cubierta de “Héroes” Ray Loriga no parecía un escritor, o mejor dicho, parecía cualquier cosa menos un escritor español. Félix Romeo, que también publicó “Dibujos animados” en Plaza y Janés, después de agotar la edición de Mira, tampoco parecía entonces, a sus veintipocos años, un escritor español. Los dos tenían pose y actitud de rockeros, y tatuajes y chicas rubias, y en sus novelas la electricidad callejera del rock fluía de manera natural.
Ray Loriga y Félix Romeo fueron los primeros escritores españoles en vestir, en actuar y quizá también en escribir como rockeros. Eran chicos de barrio que se habían criado en los salones recreativos y que escogieron la literatura como segunda opción, después de fracasar en los locales de ensayo.
El pelo largo, la barba rala y pajiza, la boina que ocultaba la calva prematura… Félix iba de negro porque el negro adelgaza y porque el uniforme del rock no tiene otro color. De la parcela de la calle Rusiñol a la calle Borrell de Barcelona, y de allí a la Colina de los Chopos. Es un buen salto. De los solares del barrio de Las Fuentes, sembrados de jeringuillas y navajas, a la confitería arquitectónica del barrio de Salamanca, pasando por la Barcelona que aguardaba con la boca abierta la llegada de la llama olímpica, con parada y fonda en la cárcel de Torrero. Comparar las entrevistas de “A Fondo” con las entrevistas de “La Mandrágora”, y el cuello duro de las camisas de Joaquín Soler Serrano con la chupa de cuero de Félix, es una buena manera de visualizar la zancada de gigante que había dado España hacia el futuro, hacia Europa, hacia la normalización democrática. Y ese paso lo encarnaba, en la televisión de todos, un joven insolentemente joven, provocadoramente sabio, rabiosamente libre. Un ogro bueno con sonrisa de niño malo que mezclaba en su mochila las primeras ediciones de las novelas de Sender con las canciones de “Los Planetas” y con las viñetas de “El Víbora”.
Como si hubiera querido acabar de golpe con el aura de poeta maldito y ese aire existencialista que, inevitablemente, le daban el pelo largo y la boina, Félix se rapó la cabeza y se dejó crecer una barba herrumbrosa, feroz. En la foto que Cristina Grande le hizo para la solapa de “Discothèque”, Félix ya no parecía un cantante de rock. Parecía otra cosa, peor todavía: un convicto o un exconvicto o un ángel del infierno o un matón del Este o un traficante de armas o un cazador de ballenas o un pirata resacoso. Jugaba a los disfraces y se había disfrazado de todo eso y también de camionero con ganas de matar a cualquiera después de haber perdido las llaves de su camión en una partida de póker. Un disfraz muy apropiado para el autor de esa novela salvajemente paródica y pornográficamente aragonesa (solo a él se le podía ocurrir la idea de crear un personaje que llevara a la pantalla una adaptación sexual de “El comulgatorio” de Baltasar Gracián).
En 2004, Félix se fue a pasar una temporada a Aberdeen, donde disfrutó de una beca, y de allí volvió sin rastro de barba y con unas rubicundas patillas de hacha. Para pasar por escocés no necesitaba una falda de cuadros. Al quitarse la barba descubrió sus cicatrices y así, mostrando las señales que le había dejado en la cara y en el corazón uno de los golpes más terribles que le había dado la vida, fue como escribió “Amarillo”, que es una variación trágica de la historia de Los Tres Mosqueteros.
Lina Vila desenlutó la imagen de Félix, iluminó su rostro, dulcificó sus gestos. No lo domó, porque era indomable. Félix, que adoptaba a menudo un talante paternal, actuaba sin embargo como un niño, incapaz de contener sus emociones y por supuesto de callar sus opiniones, y Lina, sin ejercer de madre, sabía calmarlo.
Los ojos de Félix jamás se estaban quietos, podía estar mirando mil cosas a la vez, no había un detalle en el que no reparara, nada que no le produjera asombro. La ironía brillaba continuamente en ellos, pero estaban limpios de malicia. Su mirada era como un taladro y no se desprendía de ti hasta que obtenía una respuesta.
Tampoco sus manos se estaban quietas. Necesitaban tocarlo todo, acariciarlo todo, rasgarlo todo. En la manera con la que daba y apretaba la mano al saludar, demostraba que seguía siendo un chaval de Las Fuentes, que no había olvidado las consignas de la calle, donde los apretones de manos equivalen a pactos de sangre, y te transmitía la seguridad de que podías confiar en él.
Félix llevaba libros hasta en los bolsillos del pantalón. Cuando salía de Antígona, siempre con dos bolsas cargadas, sonreía como si hubiera desvalijado un banco y a la vuelta de la esquina le esperara un coche con el motor el marcha y un billete de avión con destino a una ciudad en la que siempre fuera verano y los museos, los cines, las librerías, los bares y los restaurantes nunca cerraran sus puertas. Así quiero recordarlo, como un papanoel sin gorro, sin barba y vestido de negro, con millones de libros y de sonrisas para todo el mundo.
PACO LAFARGA EN EL TORREÓN FORTEA

PACO LAFARGA, LA PINTURA EN ESTADO PURO
El pintor zaragozano presenta una ambiciosa y deslumbrante exposición, de piscinas, retratos, interiores y desnudos, en el Torreón Fortea: ‘Instante-alambre’.
Algunos anunciaron ya hace tiempo, e insisten en ello, la muerte de la pintura. La pintura sucumbía a un nuevo arte mestizo, hecho de muchas cosas: de fotografía, de collage, de infografía, de arte digital, de instalaciones. Sin embargo, la pintura posee una cualidad muy especial, un bruñido, una textura, un aroma casi inefable e intemporal. Es una disciplina eterna que pelea con la materia y con la lentitud y con la capacidad de transformar la luz en una imagen indeleble. Querer ser pintor es una actitud, una vocación, un empeño, una búsqueda. Paco Lafarga (Zaragoza, 1977) quiere ser pintor por encima de todo, y eso se percibe en la muestra ‘Instante-alambre’ que exhibe en el Torreón Fortea.
Se afana, indaga, persigue sombras, trabaja sin descanso, busca la hondonada y la hondura de un rostro, uno de esos rostros que reflejan tantas y tantas cosas. Vean ‘Mujeres en el estudio’ (2009), un retrato de dos hermanas, Sheila y Ana Pilar Herrero: cuánto dicen esas caras, qué decepción, que impresión de derrota o desengaño la actitud de Sheila, que introspección onírica la de Ana Pilar, qué intimidad desgajada y cortante. Son como dos bailarinas un tanto abatidas en el centro de un glaciar.
Paco Lafarga pinta lo que ve y lo que adivina. Pintar es adivinar. Pintar es salir a cazar emociones, estados de ánimo, la piel al desnudo. Y eso se percibe en ‘Hueco-drama’, el desnudo de una mujer madura que ha perdido un pecho: conmueve ese rostro sereno, de una asombrosa dignidad, el pálpito dulce de esos ojos. En cierto modo, una actitud pareja de tensa serenidad la hallamos en ‘P’: esa mujer desnuda, entrada en años, que lleva una media puesta y la otra no, que sobresale de un fondo lila, un tanto despintado. Y conmueve en la muestra la libertad del pintor: mezcla el óleo con el carbón y el lápiz, mezcla estilos diversos dentro de una poética general, mezcla planos medios o largos con primeros planos y, sobre todo, compone muy bien. En Paco Lafarga se percibe la huella de Lucian Freud, de Antonio López (en algunos paisajes y en la perfección del dibujo. Confiesa: “Su pintura me emociona. Me estremece”), esa desolación de los estancias de Hopper, como sucede en ‘Interior’, y también la intensidad cromática de David Hockney en una serie espléndida que ha agrupado en una única sala: la de las ‘Piscinas’; son cuadros de formato medio en los que pinta a su mujer y a su hijo, sobre todo. En ese apartado, se percibe el talento y la seguridad del pintor: sus cualidades como dibujante, el modo de diluir el color en forma de arañazos, la estructura misma de los lienzos. Reparen en ‘Escena’ (2011) y en ‘Piscina’ (2010).
Quizá la exposición no sea redonda del todo: el propio artista lo señala. La unidad más precisa está en la serie de piscinas. En las restantes dos salas, ha colgado obras diversas de gran impacto visual como ‘Tatas’, la serie de las mujeres en el paisaje y ‘Mundos paralelos’, donde logra un raro equilibrio entre la figura y los fondos, o el retrato ‘La giganta’, una mujer sobre fondo oscuro vestida con el traje de baturra. Paco Lafarga es exigente consigo mismo, es parsimonioso, y se atreve a despintar. Sabe extraerle las heridas a un cuadro, a una escena, a los seres humanos.
Esta exposición, aunque parezca modesta, es un auténtico acontecimiento artístico en una Zaragoza en fiestas. He aquí algo más que un pintor: alguien que ha tomado el camino para ser un gran pintor. Osado y penetrante, Lafarga se atreve a mirar y a hurgar hasta que descubre la soledad, el dolor y una belleza nada complaciente.
Paco Lafarga. ‘Instante-alambre’. Catálogo: Pepe Cerdá y José Luis Ara. Torreón Fortea. Hasta el 27 de noviembre.
SAN MATEO, 1-GARRAPINILLOS, 3

Como decía aquel Vujadin Boskov ya inolvidable “fútbol es fútbol”. Claro que sí. Pero a veces en un partido se amontonan pequeños detalles, recuerdos, gestos. El Garrapinillos jugaba en San Mateo: allí, el año pasado, cuando nos jugábamos el descenso, contamos con un espectador de excepción: Félix Romeo. Ganamos 2-3 con mucho esfuerzo, y al terminar nos fuimos a la casa que compartía con Lina Vila, donde completamos una tarde muy bonita. Para mí el de hoy era un partido muy especial: íbamos bien, queríamos recordar a nuestro amigo (a la vez jugaba el Real Zaragoza, que acabaría venciendo por 2-0), y le recordamos antes del partido: leíamos fragmentos de su prólogo de ‘Cuentos a patadas’ y también leímos un texto de Víctor Juan Borroy sobre ‘El gol de Nayim’.
De entrada, el Garrapinillos formó con: Luis; Mateo, Jorge Beltrán, Javi Lacabe, Pequerul; Alberto Luna, Kike Alcubierre, Diego; Jorge Rodríguez, Pirri y Eloy. En el banco esperaban Óscar, Jorge Blasco, Néstor, Alberto Rubio y Jesús Ángel. De entrada, el Garrapinillos se hizo dueño del choque: mandó, generó ocasiones, lanzó varios córners, provocó dos jugadas que bien podrían haber acabado en penalti (en una de ellas, las más clara, el árbitro le sacó tarjeta a Jorge Rodríguez, tras un derribo que pareció bastante claro. El menudo exterior volvió a desbordar, a triangular y a lanzar muy buenos saques de esquinas), y acabamos la primera parte sin goles. El San Mateo, un equipo joven, peleón y honesto, apenas había generado otro peligro que lanzamientos largos, pero no había trenzado jugada alguna. En la primera parte, construyeron una muralla y se defendieron con nobleza bajo la dirección de su capitán, el número diez que acudió a socorrer a los defensas y jugó durante muchos minutos como un defensa escoba, más que como medio centro que parecía su demarcación.
En la segunda parte, el Garrapinillos pareció tomar el mando en los cinco primeros minutos, aunque pronto estiró sus líneas el equipo blanquiazul, logró más profundidad y atacó con vehemencia e intención al contragolpe. En una de esas jugadas infaustas, Luis, nuestro arquero, recogió el balón, y se le escapó. Gol: el mundo se venía abajo en una inesperada tarde de sol y dudas. El San Mateo se colocaba por delante, y parecía más entero. Más seguro de sus fuerzas. Contaba con el respaldo de su público. Y generó algunas ocasiones nuevas. Incluso reclamó un penalti: uno de esos contactos donde el delantero sale a trompicones. El Garrapinillos, con Jorge Blasco en el campo y lanzado al ataque con su considerable envergadura, empató. También entrado Óscar, que sigue pugnando por recomponer su tobillo. San Mateo seguía trabajando y marrando algunas oportunidades clarísimas; al menos dos. Y en ésas estaba el partido, vibrante, de área a área, tenso e intenso, cuando a la salida de una falta, acosó Eloy y un defensa local metió el balón en propia meta. Y cuando avanzaba inexorablemente el tiempo, Diego Rodríguez realizó una de sus jugadas habituales, desbordó a varios contrarios y cedió a Alberto Rubio, que firmó un espléndido gol. Era el 1-3. Cuando mejor había jugado el Garrapinillos no marcó, fue eficaz luego, cuando se habían torcido las cosas.
La respuesta del equipo fue correcta. Más eficaz que bella. Fuimos de más a menos y, con el marcador en contra, fuimos capaces de remontar. Hubo algunos fogonazos de suerte: el San Mateo tuvo dos goles clarísimos con el uno a cero, uno de los nuestros sacó el balón de la línea. No hay nada que reprochar a nadie: el rendimiento ha sido sólido por parte de todos. No hemos jugado con brillantez en la segunda, con las transiciones que ensayamos en los entrenamientos, con el juego fluido que buscamos, pero hemos tenido constancia, sentido de la oportunidad, fortuna, ambición, voluntad de triunfo. Me hacía mucha ilusión vencer. Era una forma de recordar al amigo que siempre, anduviera por donde anduviera, me escribía: “¿Cómo han quedado los críos?”, decía Félix. Cuando se daba cuenta de que ya no eran tan críos, rectificaba: “Amiguito, que no nos has contado cómo ha quedado el Garrapinillos...” Hoy, con Félix como talismán de nuevo, el Garrapinillos ha ganado su quinto partido consecutivo. Él pensaba que el fútbol de los domingos trabajaba por la felicidad. Y hoy su Real Zaragoza también ganó con goles del portugués Helder Postiga.
Son los pequeños detalles que, a menudo, se ocultan en la maraña de emociones invisibles de un partido de fútbol. Como quería Félix, alguno quiso ser Nino Arrúa y Carlos Diarte. O aquel Nayim, ‘el elegido’, que batió a Seaman una noche de París de la que todos, todos, tenemos el recuerdo.
*En la foto de Aloma Rodríguez, vemos a Eloy Mateo a punto de batir al arquero de San Juan de Mozarrifar con la derecha.
TODOS LOS BESOS DEL MUNDO
[Luis Alegre era uno de los grandes amigos de Félix. Lo sentía como un hermano, como recuerda aquí. Este texto se publicaba hoy en ‘Hoy Domingo’ que coordina Picos Laguna... Luis cierra su artículo como solía cerrar sus emails Félix: "Todos los besos del mundo".]
FÉLIX ROMEO
Por Luis ALEGRE
Este artículo busca, sobre todo, a dos lectores, Carmen Pescador y Félix Romeo, los padres de Félix. El domingo pasado, cuando nos acompañábamos al lado de su hijo, nos dijimos algunas cosas. Pero no todas.
En el momento más insoportable de su vida lo que más les reconfortaba a Carmen y Félix era sentir el impresionante afecto que despertaba su hijo y la coincidencia abrumadora sobre su bondad. “¿A que era muy bueno Félix?” me preguntaba Carmen una y otra vez. El padre de Félix es de Lechago y tiene un huerto en Zaragoza. Encima del ataúd, había colocado dos granadas con este texto pegado: “Tu última petición. `Papá, si ya hay granadas, guárdame alguna´. Aquí las tienes hijo”.
Miguel Mena escribió que Félix ha sido uno de los hombres más importantes de su vida. No os podéis dar idea de la cantidad de gente que suscribimos esa frase. Félix supo vivir con cada uno de sus seres queridos su propia historia de amor. Félix no tuvo hijos pero veía en cada uno de nosotros a un hijo al que arropar, alentar, mimar. Yo no aspiro a competir con vuestro amor por Félix. Pero siempre he pensado que a un hijo se le quiere más que se le conoce. Yo conocí a un Félix y vosotros a otro. Félix era inabarcable y todos tenemos dentro a un Félix único. Estas palabras que ahora lanzo evocan al Félix que yo conocí, a mi Félix.
Cuando a la vida le da por comportarse como un monstruo salvaje, cuando se le va la mano de esta forma, nos cuesta Dios y ayuda mantenerle el respeto. Pero Félix amaba la vida de una manera inolvidable. Y detestaba la tristeza. La noche del domingo unos 30 amigos de Félix nos reunimos en Casa Hermógenes para tratar desesperadamente de espantar la tristeza. Nos empeñamos en reconstruir nuestra relación con él y en recrear algunos momentos delirantes.
Félix entró en mi vida al tiempo que lo hacía en El Ángel Azul, el café al que una bendita noche me llevó José Luis Melero. Fue en las Navidades del 85. Félix tenía 17 años y una estupenda pinta de poeta maldito. Félix nunca pasaba inadvertido. Vicente Martínez Tejero lo había descubierto para nosotros. Una mañana dio una charla literaria en barrio de las Fuentes y reparó enseguida en aquel rubio adolescente que hacía preguntas y observaciones alucinantes. Vicente barruntó que a sus amigos de la tertulia de El Ángel Azul les iba a gustar ese chico. No se equivocó.
Una de las primeras cosas que Félix me dijo fue que su padre y su tío Marcelo eran de Lechago, mi pueblo. Años más tarde, cuando arreciaban las amenazas de que un pantano inundara Lechago, Félix improvisó una de esas ideas que solo se le ocurrían a él: crear la “Biblioteca sumergida de Lechago”, formada por los libros que arrojáramos al pantano. Si un día Lechago tiene algo parecido a una biblioteca sería muy bonito que llevara su nombre.
La primera vez que estuve en su casa de Las Fuentes era domingo. Félix me invitó a comer con vosotros. Me hizo gracia, aunque no me sorprendió, la ingente cantidad de libros que había por todo el piso. El otro día tú, papá de Félix, me contaste aquel día que llamó a la puerta una vendedora de libros. Le invitaste a entrar para que viera el aspecto del pasillo y de las habitaciones. Entonces, la chica, estupefacta, se sentó y te dijo: “¿Me puede dar un vaso de agua?”. También me recordaste la pregunta que le hiciste a Félix cuando fuiste a verle a su piso de Madrid y comprobaste cómo los libros y cedés inundaban todos los lugares: “¿Pero tú dónde duermes hijo mío?”.
Félix era acomplejante. Calculo que leía, escribía y pensaba siete veces más rápido que yo. Y no soy idiota del todo. A Félix le encantaba estirar el tiempo y las madrugadas. Nunca veía el momento de despedirse. A menudo me faltaba fuelle para seguirle el ritmo. A Félix le cundía tanto la vida que esos 43 años que tenía es una cifra muy engañosa, un espejismo.
Muchas tardes de domingo de los 80 Félix se las pasaba tumbado en el sofá de mi casa. Mis padres y mis hermanos sentían que Félix era de la familia. Mi padre Alberto decía “qué espabilao es Félix”. Nos poníamos la radio para escuchar cómo iba el Zaragoza o veíamos películas. Una de esas tardes de domingo nos dedicamos a leernos el uno al otro trozos de “El Gran Gastby”, tal vez porque ese fin de semana el Zaragoza había jugado en sábado.
Un día fui con Miguel Mena a buscar a Félix a su casa de Las Fuentes para llevarlo a la cárcel de Torrero, donde cumplió condena por insumisión, qué absurdo me parece ahora todo. Félix nos había ordenado que de ninguna manera fuera nadie a la puerta de la cárcel pero, cuando llegamos, allí estaba Emilio Lacambra para darle un abrazo. Le regalé un pequeño transistor, para que pudiera escuchar los partidos del Zaragoza.
Félix se mosqueaba conmigo por tontadas muy concretas. Por ejemplo, no llevaba nada bien que no le llamara cuando con Ignacio Martínez de Pisón, Ismael Grasa, Antón Castro, Mariano Gistaín, Cuchi, Plácido Díez, Pepe Melero, sus hijos y mis sobrinos íbamos a jugar al balón. “¡¡¡Pero por qué nadie me ha avisado¡¡¡¡”, gritaba. Félix tenía detalles de cariño que te dejaban seco. Su frase favorita, cuando me dedicaba un libro o cuando se despedía en una carta, era: “Todos los besos del mundo”.
A Félix le volvían loco muchas cosas. Una de ellas era descubrirte escritores. Uno de los últimos escritores sobre los que, ya hace unos años, me llamó la atención fue Sergio del Molino. Me acuerdo de Sergio porque era su compañero de página en este suplemento y, también, porque Sergio comparte con vosotros el endiablado dolor de haber perdido un hijo.
Reír también le volvía loco. Tenía una carcajada imbatible. Sus risas en el salón Labordeta de Casa Emilio es uno de los grandes sonidos de nuestra vida. Un día, hacia 1990, Félix entró a trabajar en la Gran Enciclopedia de España que dirigía José Ramón Marcuello. Pero cuando se sentó, la silla cedió y Félix acabó en el suelo. Se fue y no volvió más. Félix se deshuevaba cuando recordaba aquel episodio.
Félix era un volcán. Magnético, poderoso, impactante. Uno de esos tipos que hacía que se giraran todas las miradas. Ha sido muy emocionante recibir estos días decenas de llamadas y mensajes de amigos míos que lo conocieron y que, aunque solo lo vieran un par de veces, se habían quedado con él. Tal vez os guste saber que personas a las que podéis reconocer como Maribel Verdú, Antonio Resines, Ana Belén, Eduardo Noriega, Ana Álvarez, María Barranco, Gustavo Salmerón, Juan Cruz, Luis Merlo, César Láinez, Javier Gurruchaga, Víctor Muñoz, Julio Llamazares, Leonor Watling, Irene Visedo, Mara Torres, Gracia Querejeta, Montserrat Domínguez, Concha García Campoy, Carlos Marañón, Petón, Tina Sáinz, Carlos Boyero, Luisa Gavasa, Santiago Segura o Pep Guardiola, entre otros muchos, han sentido el impulso de darme un poco de calor. Y no he nombrado a sus grandes amigos. Más bien a gente impactada. María Dolores Pradera me dejó un mensaje estremecedor en el que, con la voz quebrada, lamentaba que se nos hubiera ido alguien tan bueno.
Claro que Félix era bueno y claro que le queríamos con locura. ¿Cómo no querer a alguien que no solo deseaba nuestra felicidad sino que hacía todo lo posible para provocarla? Siempre voy a celebrar mi suerte de haberlo disfrutado tanto. Al comenzar este texto pensaba contarles muchas cosas de Félix. Pero ahora me doy cuenta de que no me ha cabido casi nada. Sí va a caber algo: Félix os veneraba. Lo sabéis muy bien pero me apetece deciros que nosotros también lo sabemos. Contad con mi cariño y mi gratitud eternos por querer tan bien a vuestro hijo. Para vosotros, para Pedro y Ana, para vuestros nietos y para Lina, todos los besos del mundo.
*Esta foto es de Ouka Leele y apareció en 'La revista del Mundo' y luego en el volumen 'La doble mirada' (Espasa Calpe, 1996).
POEMAS DE IBN GABIROL
SOLOMON IBN GABIROL (1021-1058)
Versión de Rosa BURILLO
El poeta, huérfano desde muy niño, llega a Zaragoza, ciudad donde crece y desarrolla su sensibilidad artística bajo la protección de su mecenas Yekuti’el ben Isaac, visir judío del rey Mundir II, de la taifa de Zaragoza, a quién dedica sus versos laudatorios.
Los poemas que aquí se recogen son una muestra de su sensibilidad exquisita. Es como si el tiempo se hubiera detenido para deleitarnos con detalles del mundo natural que, cuidadosamente seleccionados, aparecen tocados de un halo de pureza poco frecuente.
UNA MANZANA PARA ISAAC
Toma en tu mano esta fruta delicada.
Percibe su fragancia. Olvida tus anhelos.
Por ambos lados se sonroja, como una joven
Al primer roce de mi mano en su pecho.
Es una huérfana sin padre ni hermana,
Y lejos de su hogar frondoso.
Cuando pendía del tallo, sus compañeras sentían celos,
Envidiaban su viaje y gritaron:
‘¡Saluda a tu dueño, Isaac.
Qué afortunada eres al ser besada por sus labios!’
DE LUTO POR YEKUTIEL
Mira el sol rojizo de la tarde
Como si se hubiera vestido de escarlata.
Despoja de color el norte y el sur,
Y reviste de púrpura el occidente.
Y la tierra la deja desnuda,
Acobardada en la sombra de la noche.
Los cielos se oscurecen, vestidos de negro,
De luto por Yekutiel.
ROSAS
Mensajero, saluda a mi hermano,
Cuyo semblante no tiene parangón en esta tierra,
Cuyas numerosas cualidades mi corazón siempre recordará,
Nunca olvidará mientras viva.
Me ha enviado una frasca llena de fragancias
(Dios colme su mano de gratos dones).
Cada una como de verde y oro
Una joven lánguida hecha a jirones,
Y de las rojas la mirada del hombre capta
Todo lo que su corazón ansía.
Comparo su cuerpo insinuado
A la tierra limitada por muros y empalizadas,
O al hijo burlón al que el padre riñe
Y retrocede acongojado su mejilla ruborosa.
Están las que el hombre ha conocido; y algunas
Todavía no conocidas completamente selladas,
Sus rostros cubiertos de finos velos de lino,
Como mujeres que se esconden de los hombres,
Y cuando sus velos descorren
Parecen al hombre iracundo y vengativo
Como si hubieran pecado contra él,
Su semblante, sin mácula, lleno de vergüenza.
Una luz ilumina su rostro como el brillo del día
Esplendor de carros fustigados todavía.
Y muestran prodigios de sabiduría y conocimiento
A todos los que las ven, sin ser realmente sabias.
El ojo mortal que mira su belleza es como
El corazón del príncipe en medio de la intriga palaciega,
O como la mente del hombre aterrado por un sueño,
O los postrados que buscan levantarse de nuevo,
O el pájaro de presa atento que termina atrapado en el cepo,
O el estudiante, igualmente, del tratado Yevamot[1].
Cuando veo su majestad las reconozco,
Pero no sé describirlas o encontrar las metáforas adecuadas.
Son como los hombres cuya forma conozco bien,
Pero cuyos nombres no me han dejado huella.
El tiempo ha revestido sus cuerpos de verde y oro,
Y dibujado sus adornos de un halo vermellón,
Y una llama sale de ellas, como si
Estuvieran tejidas de púrpura y escarlata.
Luego el Tiempo desgasta su piel hasta hacerlas de papel,
Y les arrebata los huesos de la carne,
Que se yergue purificada sin mancha,
Como alma absuelta de todos sus pecados.
Las recorre una brisa especiada,
Y una nube de verano teje sus contornos.
Se sonrojan ante los ojos ávidos del hombre,
Y se solidarizan con las almas abatidas por la pena.
El espíritu del hombre disfruta su fragancia
Como la mente que descubre los misterios de la refriega.
Y también el insomne, si las pusieran junto a él,
No daría crédito a los placeres del sueño.
Ofrecidas a un muerto, se asiría a ellas,
Y con ellas en el ataúd disfrutaría después de muerto.
Si entraran en la casa de Hegai serían
Distinguidas por su belleza entre todas las jóvenes de allí.
Las cortaron de un arriate del jardín, pero no podían venir
A pie, tan delicados son sus tallos.
Y cuando el patrón me las envió
Pensé que eran cartas reales atadas con un sello.
Cuando las cortaron y las pusieron en la frasca,
Rivalizaban unas contra las otras en el ramo,
Como si cada una de ellas estuviera celosa de las otras,
Y quisiera exponer sus quejas ante mí.
Altura de belleza y gloria, no les falta,
Perfectas como tus propios actos,
Puras, sólo como tu corazón es puro,
Y limpias de toda decepción y todo tinte,
Testifican que tu mano, elevada como las estrellas
Del cielo en lo alto, da campanadas de seguridad,
Que tu excelencia golpee a las hijas del Destino
En la mejilla, y las manche de sangre.
Que Dios te otorgue su generosidad
Y aumente tu coral y tu cristal.
Que destruya a tus enemigos ante ti,
Exaltando tu posición por encima de todos los otros.
[1] Se refiere al tratado que incluye preceptos como el de que el hermano del marido muerto sin descendencia, debe casarse con su viuda para así perpetuar el apellido familiar, siempre que éste haya muerto sin descendencia. Hablamos de sociedades donde hay un fuerte sentido del clan familiar.
*Todas las fotos de estos textos corresponden a Zhang Jingna.
RAMÓN ZARAGOZANO: POESÍA EN MOTO

[Conocí hace algo más de un par de años a Ramón Zaragozano, un hombre que recorre el mundo el moto, que tiene amores secretos (no sé si reales o soñados), que escribe poemas, que hace fotografías y que cultiva la amistad de un modo personal, con una mezcla de cariño e ironía, de desdén y ternura. Es difícil de definir el tamaño de su corazón: lleno de matices, de complicidades, de sorpresas. Esta noche me ha mandado esta foto y este poema.]
PAQUÉSCRIBIR
Miro mis manos
Sin que yo me entere
Como un extraño
Y no me gustan
Y no entiendo
Ni falta
Que hace
Por qué te gustan
A ti
Miro mi boca
Mis labios
Mientras me afeito
En 4x2 (tú lo sabes)
Y entre cuchillada y rojez
Los miro
Y no sé por qué los besas
Miro mi horario
Que no es mío
No tengo nada
Mío
Y de no dormir
A la noche
Hay mucho tiempo
Y no sé por qué
Haces tanta fuerza para entrar
En él
Miro mi paso
Mi andar
A ningun sitio
A ver
A no ver
Y no sé qué quieres ver
Conmigo
No sé quién eres
Ni tú sabes
Quién soy yo …
Pero me cuestas la vida
HOY, A LAS 0.55, BORRADORES
El escritor y periodista José Ramón Marcuello y la profesora Carmen Ibáñez son dos de los invitados al plató de Borradores para hablar del libro ‘El viento en Aragón’ (DGA). Los autores del volumen, del que también es coautor Sergio Breto, analizan las fuentes mitológicas del viento, las fuentes de energía, la navegación y su presencia en las tradiciones y en la arquitectura populares. El otro invitado a plató es el también periodista y escritor Jordi Siracusa, que ha publicado la biografía novelada ‘Al hilo de la vida. Eulalia de Borbón, la indómita’, donde reconstruye la existencia de esta mujer, hermana de Alfonso XIII, que vivió de exilio en exilio, que se casó sin amor, que tuvo varios enamorados, que se divorció y que incluso redactó unas memorias que no gustaron a su familia.
Borradores ofrece tres reportajes: la ilustradora Sara Morante habla de su proyecto ‘Diccionario de literatura para esnobs’ de Fabrice Gaignault, que ha publicado el sello Impedimenta, en el que ella retrata a autores como Marguerite Duras, Sylvia Plath, William S. Burroughs, Óscar Wilde, etc., con un estilo muy particular, en el que dominan el rojo y el negro y las técnicas de la litografía. Mamen Delpón, Jorge Gonzalvo y Pedro Alejandro Filgueira son los coordinadores del encuentro de literatura infantil y juvenil ‘Envuelto para relato’: hablan de las jornadas, del compromiso de los creadores, de las actividades y del deseo de que un evento así se prolongue en el tiempo. Y el poeta y profesor Antonio Méndez Rubio, un poeta del silencio y de la concentración expresiva, analiza su obra, próxima a la línea de Celan, Gamoneda y Valente, y reflexiona sobre estos nuevos tiempos de civilización y barbarie.
La actuación musical corre a cargo del grupo Chico Raro, de Zaragoza, que ganó el II Concurso de Cantera Fnac. Arranca su actuación con ‘Los sobrinos de Ángel Nieto’.
*La ilustración inicial es de Elisa Arguilé, que participó en las jornadas 'Envuelto para relato', y el retrato de abajo es de Eulalia de Borbón.
LA CAMPAÑA 'NOSOTRAS' CONTRA EL CÁNCER DE MAMA
Mara Torres colabora en esta campaña.
Con motivo de la celebración el 19 de octubre del Día Contra el Cáncer de Mama, Aecc y Pandora quieren hacer llegar a las mujeres enfermas de cáncer de mama las respuestas a todas las preguntas sobre la enfermedad que surgen en su día a día alejándola de los falsos tópicos que la rodean, de una forma fácil, cercana, amable y amena. Porque ante el cáncer, estando informados somos más fuertes.
Nosotras está dirigido a mujeres con cáncer de mama y mujeres sin cáncer pero susceptibles de padecerlo (por edad o herencia genética) especialmente, aunque también trata otras partes importantes de la enfermedad como los aspectos sociales, en los que estamos todos involucrados.
Así, la aecc en colaboración con Pandora lanza el libro interactivo “Nosotras”, también editado en papel, compuesto por 7 relatos cortos de ficción escritos por 7 escritoras españolas de renombre: Cristina López Schlichting, Carmen Amoraga, Matilde Asensi, Marta Robles, Charo Izquierdo, Mara Torres y Beatriz Peña. Sin su colaboración altruista y solidaria, así como la de los profesionales y voluntarios que han participado en este proyecto, Nosotras no habría sido posible.
Carmen Amorafa, finalista del Premio Planeta.
Estos relatos tratan distintos temas relacionados con el cáncer de mama, resolviendo preguntas concretas:
¿Qué es el cáncer de mama?
¿Cómo se diagnostica?
¿Cómo se trata?
¿En qué consiste la reconstrucción de la mama y cómo ser lleva a cabo?
¿Qué aspectos psicológicos rodean al cáncer de mama? ¿Y qué aspectos sociales?
¿Qué cuidados estéticos pueden ayudarnos a conllevar el cáncer de mama?
La versión física de Nosotras, que se podrá conseguir en las tiendas Pandora el día 19 de octubre por la compra de cualquier artículo de la marca, incluye códigos QR a través de los cuales se puede acceder a estos mismos relatos online para descargarlos, así como a los contenidos específicos sobre el cáncer de mama que se tratan en cada uno de ellos. Además La campaña tendrá difusión en varios de los canales multimedia de la Asociación Española contra el cáncer: Facebook, Twitter y Youtube.
Nosotras también tiene forma de libro interactivo y se encuentra alojado en la página web de la aecc, www.aecc.es, con todos los enlaces correspondientes y la posibilidad de compartirlo en las redes sociales.
Además, en la página de Facebook de la Asociación Española Contra el Cáncer, Unidos Contra el Cáncer http://www.facebook.com/unidoscontraelcancer se encuentra la aplicación de Nosotras, donde los usuarios pueden compartir estos relatos con quien quieran para así puedes hacerlo llegar a esa persona que pueda aprovecharlo, sentirse apoyado o simplemente emocionarse con su lectura.
Queremos que Nosotras llegue a todos, y por eso también a través de Twitter proponemos un hashtag para todos los tweets que a lo largo del día hablen del cáncer de mama y se publiquen junto con el más generalizado #cáncermama: #yotambiénsoynosotras.
Como material gráfico te adjuntamos las fotos oficiales del libro y dos módulos que puedes emplear en tu canal como “amigo de Nosotras”, como uno de los embajadores de nuestra campaña y responsable de hacer llegar esta información esencial sobre el cáncer de mama a la sociedad para ayudar en esta lucha.
*
ÉL FOTÓGRAFO EVGEN BAVCAR

UNA FOTO DESDE LAS SOMBRAS
DEL FOTÓGRAFO CIEGO EVGEN BAVCAR
Hace unos días escribí aquí del fotógrafo Paco Grande, de quien estoy preparando un reportaje extenso. Y hablaba de los fotógrafos ciegos: uno de los más conocidos es Evgen Bavcar, nacido en Eslovenia en 1946 y ciego desde los once años. Empezó a tomar fotos a los 16 años y suele decir que lo que más le interesa es la realidad, a la que le da algunos mordiscos entre sombras. Ha fotografiado ciudades, gentes, atmósferas, ha intuido lo que hay en la desdibujada zona tenebrosa. Y dice: "Nunca hay que confiar en el ojo ajeno, sino solamente en el propio, aún si bizquea." Aquí fotografía a Hanna Schygulla, musa de Fäsbinder y de muchos de nosotros. Para mí fue una musa personal como lo fueron, pongamos por caso, Dominique Sanda o Debra Winger.
DIÁLOGO CON EDUARDO ARROYO

[Este lunes, en el ciclo ‘Conversaciones en la Aljafería’, Javier Lacruz, escritor, psiquiatra y coleccionista de arte, y yo conversaremos con Eduardo Arroyo: de arte, de literatura, de exilio, de boxeo y supongo que de política. Hace algunos años, Jesús Marchamalo conversó largo y tendido con Arroyo, Premio Aragón-Goya: con absoluta gentileza, me ha mandado la entrevista que cuelgo aquí. Es, como dice Rosa Montero, el hermoso cuento de una vida.]
ENTREVISTA CON EDUARDO ARROYO
Por Jesús MARCHAMALO.
‘Cuadernos Hispanoamericanos’, febrero de 2005
A las cinco en punto de la tarde, como en el poema. Dos operarios trajinan en la entrada de su casa con unas alfombras. Al amplio salón, con las contraventanas entornadas, llega el eco bullicioso de la calle: motos que pasan a todo gas, camiones y cláxones de coches, el sonido lejano de una ciudad eternamente en obras, y alguna inoportuna sirena de ambulancia.
Se sienta en el sofá, con las gafas en la mano. Una gafas con las que juguetea a lo largo de la entrevista, que apoya sobre la rodilla o que se coloca abandonadamente en la frente. Camisa de rayas con las iniciales bordadas, corbata con el nudo flojo, pantalones oscuros y unos traviesos zapatos de color rojo intenso.
Pintor y escritor nacido en Madrid en 1937, estudió periodismo y en 1958 se exilió en París, ciudad en la que vivió durante más de cuarenta años. Ha publicado tres libros: La biografía del boxeador Panamá Al Brown, Sardinas en aceite y El trío calaveras. En 1982, el Centro Georges Pompidou le dedicó una antológica, y ese mismo año le fue concedido el Premio Nacional de Artes Plásticas.
- Comenzamos, si le parece, hablando de Argensola, la calle de su infancia, su primer universo.
- La verdad es que sí era un pequeño universo, una calle completa, ya no hay calles así, allí estaba todo: la tienda de ultramarinos, la de flores, la planchadora, la ferretería, la tienda de zapatos, bodega, la peluquería que recuerdo como un verdadero suplicio. En realidad, había dos, una arriba de la calle, y otra al lado de la farmacia de mi padre. Y luego había otra más que era la que a mí más me gustaba, en el hotel Regina. Los domingos tenía una cita con mi abuelo, él se afeitaba y se cortaba el pelo, y a mí me arreglaban. Y era un suplicio: la raya a un lado, el tupé, todo aquello, sobre todo cuando con doce o trece años ya no estabas en la edad en que te divertía que te sentaran en un sillón de peluquería que parecía un caballo. Todo eso ha desaparecido barrido por el prêt-à-porter, y ahora todo son tiendas finas de decoración y galerías de arte, lo único que sobrevive es la confitería, que ya estaba instalada en la calle antes de que mis padres llegaran a vivir en 1936.
- Hace unas descripciones muy literarias, creo que fue Calvo Serraller quien dijo que usted siempre se había tenido que enfrentar a esa encrucijada entre la literatura y la pintura.
- Yo creo que no existe tal encrucijada, soy solamente un pintor, un pintor que escribe, pero un pintor. Pero sí es cierto que vivo en una ensoñación literaria, que me ha acompañado toda mi vida y que no me dejará jamás: mi biblioteca, el amor por la literatura, el amor por los libros. Y es verdad que me siento mucho más cómodo en las librerías que en los museos.
- Volviendo a su infancia, imagino una cierta paranoia entre el Liceo Francés, donde estudió, y esa España de los cuarenta que usted dibuja en negro, el negro de los tupés, el de las botas de los falangistas, y el de los tricornios de charol negro de la Guardia Civil.
- Y no se olvide de las sotanas, negras, ala de mosca, cuerpo de mosca. Creo que aquel colegio fue un privilegio del que no me daba cuenta en su momento. Que mi padre, del bando victorioso, un hombre tremendamente creyente, enviara a su hijo al colegio maldito, el de los perdedores, el de los refugiados, el de los judíos y los masones, es algo bastante sorprendente. Quizá su muerte, cuando yo tenía seis años, me haya hecho mixtificar todo aquello, pero me sigue emocionando el rechazo de mi padre a la victoria, y esa decisión que de algún modo me salvó, siquiera temporalmente, porque el Liceo Francés tuvo la delicadeza de echarme cuando tenía 15 años, por mala conducta. Pero sí pienso que la semilla de un colegio de este tipo, comparado con los que tuvieron que sufrir otras personas de mi generación, me ha ayudado si no a vivir, sí por lo menos a sobrevivir.
- ¿Qué hizo para que le echaran, por curiosidad?
- Bueno, en realidad fue una sucesión de cosas, argumentaron que no era escolarizable, y me echaron. Pero mi madre en ese momento duro de la expulsión, merecidísima, interviene en segunda opción, después de mi padre, y en vez de meterme en sitios antipáticos me mete en un colegio surrealista, muy divertido, cuyo lema era que si tú pegabas a un profesor, echaban al profesor a la calle, y conservaban al alumno, que en realidad era el que pagaba. Y eso, claro, te da una cierta fuerza.
- Acaba de contarnos que su padre murió cuando usted tenía seis años, ¿Vivió una infancia marcada de algún modo por su ausencia?
- Perder al padre era entonces pecado, y en la sociedad española de la época no se soportaba la figura de la viuda, la viuda era siempre sospechosa. Es verdad que viví marcado durante mucho tiempo más por la viudez de mi madre que por mi propia orfandad, porque la viudez era la exclusión. Después he leído que en muchas sociedades y culturas primitivas se penaliza la desgracia, y algo de eso era lo que ocurría.
- Se hizo periodista, hizo la mili y se marchó al exilio.
- No sé si exilio es la palabra adecuada, porque queda muy bien ahora hablar del exilio, es una cosa un tanto heroica. Yo prefiero hablar de alejamiento porque tiene menos énfasis y más sentido, al menos en mi caso. Yo pertenezco a una generación que vivía sueños literarios, una generación que quería escribir, pero que quería irse, escapar… Nosotros leíamos a los escritores americanos que, desde Hemingway trabajaban en periódicos y nos hicimos periodistas porque en realidad queríamos ser escritores.
Entonces existía la Escuela Superior de Periodismo, un lugar surrealista lleno de locos; locos los que nos inscribíamos y locos los profesores, un lugar muy divertido y absurdo. Y con dieciséis y diecisiete años se nos asignaban prácticas en diferentes diarios, y había que ver cómo eran en aquel momento las redacciones de Pueblo, o del Arriba, todo absurdo, prehistórico. Y nada, te mandaban a llevar el café al redactor jefe, era un mundo por el que pensábamos que había que pasar para escribir. Pero en mi caso fue más fuerte el deseo de irme que el deseo de escribir, realmente no se podía vivir en esa España insoportable, aburrida, negra, idiota, zafia, vulgar…Y me fui.
- París, 1958, ¿qué recuerda de la ciudad?
- Recuerdo una gran sorpresa, una gran curiosidad, mucha retórica, fantasía, un poco de estupidez, de ingenuidad… Sobre todo en aquella época en que había pasado muy poco tiempo de la liberación de París, de la Segunda Guerra Mundial. Era un país todavía de acogida, donde se vivía una cierta tolerancia, se respiraba mucha libertad, no tiene nada que ver con el París de hoy, una ciudad tremendamente hostil y difícil. No envidio a ningún joven que vaya ahora a París, pero entonces era una ciudad acogedora, generosa. Y luego estaban los personajes que estaban allí, con los que también había una relación de complicidad.
- ¿Habla de Giacometti, y De Chirico?
- A De Chirico le conocí más tarde, en Roma, pero sí, por allí estaban Calder, y Giacometti, a quien veía casi todas las noches en el Dôme, donde uno podía comer con él y nunca se sabía quien pagaba. Tenía una relación muy simpática conmigo porque le gustaban los españoles, yo creo que todavía tenía vivo el mito de la Guerra Civil.
- Nunca les contó que pintaba.
- No, en aquella época era difícil ser artista, estaba en cierto modo mal visto hasta por nosotros mismos. Era una profesión como de mal gusto, así que era preferible no decir nada.
- Y se hizo pintor casi de la noche a la mañana.
- Hubo un cúmulo de coincidencias afortunadas, la suerte de cara. Fue muy sorprendente cómo ocurrió todo, nunca había puesto los pies en una escuela de arte, no tenía ese pasado que tenían todos los artistas que habían hecho Bellas Artes y que ya tenían obra. Yo empecé a pintar y mis cuadros empezaron a funcionar tanto en la crítica, que entonces era importante, no como ahora, y también en las ventas. Y a partir de ese momento me di cuenta de que, de la noche a la mañana, me había convertido en un pintor que vivía de su pintura. Fue bastante sorprendente, sí.
- ¿Es fácil para un pintor habituarse a tener que desprenderse de todos sus cuadros, no hay un cierto desgarro?
- Ah, no, yo no he tenido nunca ese problema, afortunadamente. Lo que yo hago me interesa únicamente cuando lo estoy pintando, después ya no me pertenece. En esta casa no hay ni un solo cuadro mío, ni en ninguna de las casas en las que he vivido. Yo no vivo con mis cuadros, sino con los cuadros de los demás. Cuando los termino, los firmo y los vuelvo contra la pared. Y cuando presto un cuadro para museos o exposiciones, alguno de esos invendidos que tiene cualquier pintor de buena educación, y vuelven embalados, no les quito nunca el papel. Estoy completamente seguro de que me voy a morir sin ver cuadros que están embalados y contra la pared en mi estudio desde hace años. No tengo ningún apego por ellos, tienen sentido para mí sólo mientras los estoy pintando.
- Se confiesa un asiduo visitante de cementerios, le interesan los escritores muertos, las lápidas…
- Tengo mucho interés por la desaparición, la cancelación, las lápidas, los monumentos funerarios, todo eso me interesa mucho. Es algo que no tiene mucho mérito, soy supersticioso y he comprendido lo inteligentes que son los mexicanos que se comen los muertos de mazapán, y convierten el día de los difuntos en una fiesta. De algún modo, hablar de la muerte es conjurarla. Yo he hecho bastantes vanitas, y algunas las he regalado a mis amigos, y esa idea de la cosa un poco tétrica, que a mí me divierte mucho, la calavera y la vela, siempre me ha producido cierto regocijo.
- ¿Y la ceguera, creo que también es otra de sus grandes obsesiones?
- Los artistas, es lógico, tienen siempre miedo a la ceguera y a la mutilación. Pero yo procuro no pensar nunca en ello, es algo que no me quita el sueño.
- ¿Y qué se lo quita?
- Los lunes por la mañana, la angustia del lunes por la mañana, es una catástrofe. Tiene que ver, yo creo, con el colegio: levantarse todos los días a la misma hora, hacer los deberes… Pintar es igual.
- Me he fijado en los títulos de sus cuadros; “El final trágico de Marcel Duchamp”; “Retrato de Lenin en 1968 con una chaqueta de un solo botón”; “Hay una cierta diferencia entre las tonsuras de la columna de la izquierda y las de la derecha”. Parece que tienen gran importancia para su pintura.
- Mi pintura ha sido siempre literaria, podríamos decir, anecdótica, que es una de las peores cosas que se pueden decir de la pintura de alguien. Los gurús siempre han criticado todo lo que no fuera pintura, de modo que la abstracción sería la gran pintura, podríamos decir. Pero a mí me gusta reivindicar esa parte antipática del oficio, la de contar historias. Y respecto a los títulos es algo en lo que pienso desde que empiezo un cuadro, hay veces que incluso empiezo un cuadro por el título que siempre tiene que ver con la pequeña historia, el relato que hay en él.
- Hay un cuadro suyo de 1970, “Diferentes tipos de bigote reaccionario español”, con el que se organizó un considerable escándalo cuando lo adquirió el Museo Municipal de Madrid.
- Fue el típico escándalo provinciano, donde el protagonista fue, en la oposición a Tierno Galván, un personaje que desgraciadamente sufriríamos después como alcalde, un personaje miserable y detestable que es Álvarez del Manzano. El pobre se puso pesado, él además que no tenía bigote de la División Azul, se hizo solidario con los bigotes de la División Azul. Me da igual. Es un cuadro que forma parte de una serie que se llamaba “25 años de paz”, y acompañaba a otros que están dispersos en colecciones, en museos, en diferentes sitios, y en los que intenté reflejar aquella época.
- No es el único escándalo en que se ha visto envuelto.
- Los escándalos me producen una profunda indiferencia. No hay nada más patético que organizar escándalos, el fabricante de escándalos es un personaje lamentable. Cuando ves al pobre Arrabal intentando provocar y ves que nadie le toma en serio es realmente patético. Sí es verdad que me he visto envuelto en treinta mil ensaladas, algunas bastante violentas, pero nunca lo he buscado, no me acuerdo de haber hecho una provocación en mi vida de una manera premeditada, tal vez uno hace o dice cosas que a veces provocan escozores, pero nunca los busco.
- Muchas veces me he preguntado por lo que pasa por la cabeza de un pintor cuando se reencuentra con alguno de sus cuadros.
- Hay varias sensaciones, a veces una cierta curiosidad cuando hace veinte o treinta años que no ves un cuadro. Hace unos meses se inauguró una exposición en Segovia donde se exponían unos cuadros míos que venían de Berlín, y otro de una colección belga que no veía desde hace tiempo, y me sorprendí metiendo la nariz para ver cómo estaba pintado. Pero es una curiosidad que inmediatamente se transmuta en una sensación ligeramente angustiosa porque te fijas en las carencias. Por eso digo que son desaconsejables demasiadas retrospectivas porque son vengadoras. Cuando uno recuerda lo que ha pintado, en realidad lo disfraza, pero ante el cuadro se da cuenta de las carencias, aunque también se da cuenta de que cuanto más viejo es el cuadro, más indulgente es la gente y dice: claro, es que esto lo pintó en el año sesenta… En la historia del arte se dice que cuando el pintor no sabe pintar unas manos, pone delante un florero, y suele ocurrir que cuando ves tus cuadros te fijas sobre todo en los floreros.
- ¿Y las moscas? Creo que tienen una cierta atracción por su pintura, hasta el punto de que a veces se quedan pegadas al óleo.
- Si, es curioso, tal vez sea la misma pintura al óleo, o el aceite de lino. Pero sí, se ha convertido en una situación bastante familiar. Vivo bastante con las moscas, he vivido toda mi infancia porque en casa de mi bisabuela había mucho ganado, y muchas moscas. Pero es verdad que la mosca me interesa mucho, y de la misma manera que persigo textos en torno a los cementerios y la muerte, persigo también textos sobre moscas.
- En algún libro he visto reproducido su pasaporte parisino, de un deprimente color gris, creo que con rayas verdes
- Eran negras, las bandas, y sí, era un pasaporte un poco triste, de refugiado político, bastante preciado porque te permitía ir a todo el mundo, incluso a Mongolia Exterior. De hecho, era un pasaporte que me permitía ir a cualquier lugar del mundo con excepción de España. Pero tenías esa satisfacción de levantarte por la mañana y poder ir libremente a Mongolia.
- Incluso los lunes.
- Sí, a veces no estaría mal irse los lunes a Mongolia Exterior para vencer un poco esa frontera insalvable… Últimamente estoy leyendo cosas que no me ayudan mucho a sobrevivir a mis lunes, los diarios de John Cheever, por ejemplo, fantásticos, aunque tremendamente melancólicos, así que la tristeza se instala de una manera tal que estoy deseando terminar porque mi melancolía natural se va a hacer crónica.
- Los toreros como tú nunca atraviesan la calle corriendo. Es algo que le dijo, creo, a Ortega Cano.
- En realidad, se lo escribí. Lo que le dije a Ortega Cano en los burladeros de la Feria de Nimes, y que no le gustó nada, es que se vestía fatal, con unos colores horribles, apastelados, color rosa pompón, verde manzana… Era un momento en que me interesaba muchísimo Ortega Cano porque pasaba de ser ese torero valiente, terriblemente valiente, que toreaba lo que le echaran, a ser una auténtica figura del toreo. Y yo le aconsejaba que no pusiera más banderillas, que no lo necesitaba porque ya se había convertido en un maestro, y que se vistiera mejor. Y aquello no le gustó nada, y lo comprendo porque es un poco estúpido decirle a un torero antes de la corrida que va mal vestido.
- Se dice que su problema es que es un afrancesado, dicen que en el fondo usted es un parisino, ¿es un piropo, una lacra?
- Yo creo que lo segundo. Lo que sí es cierto es que cuando te has pasado más de cuarenta años viviendo fuera de España, te conviertes en una persona, no sé si parisino o no, pero sí un poco particular. Porque el aprendizaje de España es duro, sobre todo si es tardío. Es como querer aprender el ruso siendo mayor, o alemán, así que al final eres una persona singular, sobre todo por las carencias.
- Me resultó divertida aquella anécdota en la entrega del Premio Nacional de Artes Plásticas, cuando el ministro Solana lo llamó al estrado por su verdadero nombre: Eduardo Juan González Rodríguez…
- Si, fue muy divertido… Yo siempre he querido tener muchos nombres, con ése, por ejemplo, entraba en España durante el franquismo: Eduardo González, periodista, que era alguien que no tenía nada que ver con Eduardo Arroyo, pintor. Siempre he querido tener muchos nombres para combatir la violencia de la Administración, sea cual sea. Hay que ponérselo difícil al recaudador de impuestos, al policía, al representante de esta sociedad cada vez más lamentable y más aburrida. Ahora ya no lo practico, porque ya no me lo permitirían, pero sí es cierto que he practicado mucho ese juego de nombres que en un cierto sentido me ha sido bastante útil. El problema es que, al final, siempre se descubre.
- Definitivamente, en lo que no me lo imagino es en el boxeo…
- Pues se equivoca. En realidad, es lo que más me interesa, el boxeo para mí es más bien un sueño, y como todos los sueños es inexistente. El boxeo, gracias a toda la estupidez, el conformismo, el miedo, lo políticamente correcto, se ha convertido en una entelequia, el boxeo no existe. Existe únicamente en mí, al menos mi modo de sentirlo. Yo duermo en una biblioteca pugilística, y duermo en una ensoñación de puños, duermo en unas batallas campales de guantes y puños y es algo que no me interesa más que a mí. Sigo escribiendo, sigo pensando y soñando. El otro día estuve en un combate hasta las tres de la mañana, es una locura, pero una locura que no quiero abandonar. Es algo que está muerto y que está solamente en mí, y que ya no puedo compartir con nadie.
- Ahora que ha llegado Zapatero al gobierno, va Aznar y dice que usted es su pintor favorito. Hay quien dice que fue un regalo envenenado.
- Pues no, en realidad no, porque yo tengo un enorme respeto por una persona que ha sido elegida en las urnas, y si esa persona dice que le gusta mi trabajo, lo que produjo cierto sarcasmo entre amigos míos y sobre todo enemigos, pues me parece muy bien. Y no veo por qué no puede interesarle la pintura a un presidente de Gobierno de derechas y por qué únicamente debe estar entusiasmado por los escritores aburridos como Saramago, por ejemplo.
- Creo que se pregunta a menudo por los cuadros que le quedan por pintar.
- No sé, la vida pasa y esto es una banalidad más de las que he dicho. Lo que te interesa te angustia, lo que quieres hacer se te escapa, y cada vez es todo más complicado. Cada vez piensas más a menudo en cuánto te queda, cuántos cuadros vas a pintar. Porque siempre he defendido con mucho tesón que me gustaría que se me juzgara por la obra completa, desde el primer cuadro hasta el último, por todo, en su conjunto, y no sólo a mí sino a todo el mundo. Pero siempre llega alguien que dice que la primera obra de uno es la mejor, que la última época de Picasso era una porquería, que De Chirico no pintó nada desde 1950. Hay que perder la esperanza, por eso lo que verdaderamente me interesa hoy es saber si soy capaz de pintar un cuadro o no, y por eso vivo esa angustia de lunes, porque quiero pintarlo, perseguir esa idea, que seguramente me va a llevar hasta el final.
- Pues si es verdad que tiene que dejar de leer a Cheever…
- Sí (se ríe), tengo que dejar de leer a varios.
Y acto seguido nos sumergimos, ya en son de paz, en ese universo de libros y puños, sueños de golpes enguantados y fotos dedicadas de boxeadores que miran, los ojos cristalinos, desde las paredes.
ÁNGEL PETISME, EN EL JOAQUÍN RONCAL
La poesía cibernética de Ángel Petisme
El escritor y cantante aragonés publica ‘Poemails’ (Amargord): composiciones donde juega con las nuevas tecnologías y aborda sus temas de siempre: el amor, el viaje, el poder, la solidaridad, el sexo y la cultura. Esta tarde, ofrece un recital en el Centro Joaquín Roncal a partir de las 19.30.
Ángel Petisme (Calatayud, 1961) es compositor, cantante y poeta. Y además es un viajero pertinaz alrededor de las injusticias del mundo: está con los desheredados, ya sea en África, en Asia o en Latinoamérica. De esos viajes han nacido algunos de sus diarios o libros de crónicas, y nacen bastantes de sus poemas. Petisme es autor de diferentes discos, pero tres de ellos son fundamentales en la música popular de Aragón: pienso en ‘Turistas en el paraíso’, ‘El Singapur’ y ‘Cierzo’. Petisme, por otra parte, es un poeta torrencial, que posee una enorme facilidad: se le escapan las palabras a chorros; se le escapan las palabras, las situaciones, las criaturas y la ironía y la sátira, que en él conviven por igual.
Posee una capacidad particular para interpretar la vida cotidiana: para interpretarla e integrarla en su poesía con pasmosa naturalidad, como se ve en libros de poesía como ‘Constelaciones al abrir la nevera’, ‘Cinta transportadora’ o ‘Buenos días, colesterol’, pongamos por caso. Y todo ello, lo cotidiano se mezcla con las referencias culturales: la música, la literatura, la poesía, el cine, el viaje, la pintura y, por supuesto, el sexo. En los poemas de Petisme no se hace el amor: se folla bastante.
Petisme, por otra parte, es un creador laborioso. Y ocurrente. Y lúdico. A lo largo de estos treinta años ha descansado poco, ha escrito mucho y ha compuesto más de un centenar de canciones. El sello Amargord ediciones publicaba a principios de verano ‘Poemails’. En realidad, son dos libros en uno: el citado ‘Poemails’, que lleva por subtítulo “Nuestra venganza es ser felices”, y ‘Cuatro días de alquiler’, una colección de ‘Ciberpoemas’ redactada entre 2001 y 2003, donde el poeta habla de casi todo: de sí mismo y del poder, del amor y del dolor, de sus odiseas y de los contratiempos diarios (como en ‘Desagüies’, donde lamenta con humor no haber sido fontanero), escribe cartas a los Reyes Magos, glosa a personajes tan distintos como Monica Bellucci, Luis Eduardo Aute o Cela, tras el Nóbel.
En esta parte, el texto que más llama la atención es ‘Nuevos exilios, demonios ancestrales’, donde Ángel Petisme evoca el desencuentro de Goya con Zaragoza para narrar su propio desencuentro, ese “amor no correspondido” con su ciudad, que “está infectada ahora. Duele y es difícil dormir”; más arriba había escrito: “Solo hiel, acíbar, pus, veneno. Hay una herida abierta en mi interior / y solo el tiempo, poderoso bálsamo, con suerte podrá sajarla”. Hacía tiempo que nadie se expresaba en estos términos hacia Zaragoza: desde el dolor y con unos gramos de resentimiento en un auténtico ajuste de cuentas.
En ‘Poemails’ está el Petisme de siempre: el maledicente, el tierno, el enamorado, el que mira en derredor, el que viaja a Nueva Delhi, el que se desplaza por la realidad virtual con google, con la webcam o con el skype. Todos esos elementos de las nuevas tecnologías, tan corrientes ya en nuestras vidas, están aquí y son materia literaria: se prestan al juego de palabras, al equívoco, a la confesión, a la paráfrasis del ‘Padre Nuestro’; leemos: “Satélite del amor nuestro que estás en el cielo, /acelerado sea tu ‘link’. / Venga a nosotros tu hipertexto. /(...) No nos dejes caer la conexión, / y líbranos de todo virus y basura digital. / Amén, digo, Amen”.
Madrid aparece en varios poemas dedicados a Vallecas, Lavapiés o la Gran Vía, y por haber hasta hay una carta a José Antonio Labordeta y un homenaje al poeta Ángel Guinda, un modelo de creador para Petisme: “He soltado unas lágrimas de vodka leyéndote. / Te adoro y te admiro, mejor por este orden. / Uno sabe que aún queda / el futuro interior / cuando tropieza con alguien como tú, / que este planeta se hizo para bailar”. Petisme, mitómano constante, también dedica un poema a la actriz maldita Jean Seberg y otro a su hija adoptada.
‘Poemails’ es un libro de circunstancias y de esencias. Un libro azaroso y un libro de compendio. Un libro moderno, rebelde, provocador; un libro arebatado de amor, de locura, de peligrosas noches, de sexo (véase ‘Fucking good date’) y de solidaridad; al fin y al cabo, si algo caracteriza a Petisme es su vocación de denuncia. Y su permanente incomodidad: consigo mismo y con el mundo.
Poemails. Ángel Petisme. Amargord Ediciones. Colmenar Viejo, Madrid, 2011. 118 páginas.
La foto de Ángel la tomo de aquí:
http://ubiku.blogspot.com/2010_12_01_archive.html
MANUEL JABOIS: FICCIÓN EN PRENSA
Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978) ha sido la última revelación del periodismo español: una voz fresca, a contrapelo, irónica y cínica a la vez, que se instala en la frontera. Hace periodismo y ficción, inventa y recrea, y le encanta vapulear a quien sea con la misma contundencia que lo hace consigo mismo. Sea Manuel Fraga, José Tomás, Ernst Junger, Eduardo Galeano o el nacionalista Anxo Quintana. O el seleccionador Camacho.
Manuel Jabois ha publicado en Pepitas de calabaza ‘Irse a Madrid y otras columnas’, una colección de artículos, reportajes, notas de su blog y piezas de difícil clasificación: algunas auténticos microrrelatos como ‘Novia’, un episodio de amor demasiado fugaz, o ‘Performance’, el relato de un pene que se desplazó sobre ruedas por las calles de Pontevedra. Incluso ‘Karaoke’ puede leerse como las andanzas de un seductor sin suerte (“yo quiero, y ellas no”, dice) que intenta aliviar “una gran melancolía: no ser un figurón de la canción ligera”.
Jabois es heredero directo de Julio Camba, sobre todo, de Cunqueiro y por momentos de Rafael Dieste. Posee la ironía de los tres, el sentido del humor, incluso esa textura de frase, impregnada de sintaxis gallega y de arcaísmos más o menos buscados, pero con más mala leche. Jabois es fresco, desenfadado, maledicente, a veces resulta un periodista patético o paleto de provincias (quiero decir que asume esa pose) y a la par es un ciudadano un poco a la deriva: no sabemos si son reales o no (ni importa demasiado) sus aventuras nocturnas con algunas mujeres, y pienso en esa pieza magistral ‘El último morreo del siglo XX’, donde se besa sin mucha afición con una joven y aparece un tipo que le da cuatro o cinco puñetazos limpios, o con algunas sustancias peligrosas que le llevan a una embarazosa resaca. El amor y sus caricaturas están muy presentes: hay otra pieza, ‘Morir en Caneliñas’, que es un formidable retrato de la afectación y del engreimiento. ‘Me recuerda tanto a Lugo’ empieza así: “Entonces yo creía que el paraíso era un chalé lleno de putas escandinavas que supiesen hacer el pulpo á feira sin que se les moviesen los pechitos”. Y lo que sigue aún es más gracioso.
Y, por otra parte, Jabois es un periodista incisivo, casi sin escrúpulos, como dice en ‘Off the record’, pero todo el libro está lleno de esa insolencia real y teatral a la vez. Firma algunas piezas extraordinarias, que te hacen reír a carcajadas como ‘Un despido procedente’, el relato de un hombre que escribe correos subidos de tono a un amigo, que jamás le contesta, y de pronto descubre que en realidad le llegan al jefe de finanzas del periódico; es antológico ‘Cuando a doña Emilia un loro la llamó puta’, y doña Emilia no es otra que la condesa de Pardo Bazán; de ese mismo tono sería ‘Un número equivocado’, y ‘José Tomás ha muerto, ¡viva la Fiesta!’ tiene algo de ejercicio de futurismo antitaurino con tanta mala baba como lucidez. Jabois habla de casi todo, también de las nuevas tecnologías, y elogia a Antonio Ozores –que participaba en películas que componía “el cuadro de la España de entonces: alocada y medio febril, con prisas por follar”- y confiesa que “encuentro, por ejemplo, un placer revolucionario en las películas de Paco Martínez Soria”. Más allá del sarcasmo y de la sátira, Jabois es distinto, divertido, genial y provocador.
Irse a Madrid y otras columnas. Manuel Jabois. Pepitas de Calabaza. Logroño, 2011. 188 páginas. [He tomado la foto de Jabois de 'Revista de letras' en internet.]
SEMANA DEL CICLO 'ESCRIBIT 2011'
Recibo de Miguel Ángel Yusta esta convocatoria de la próxima semana: las jornadas de 'Escribit 2011'.
Jorge Carrión, en una foto del sello DVD.
CONVOCATORIA Y NOTA DE PRENSA
3Escribit2011, Lecturas y escrituras del tecnoConocimiento
El próximo miércoles, 27 de octubre, el presidente de la Asociación Aragonesa de Escritores, José Luis Corral, la directora general de Nuevas Tecnologías, María Ángeles Rincón, el gerente del Patronato Municipal de Educación y Bibliotecas del Ayuntamiento de Zaragoza, Javier Peiro, y el director de Zaragoza Activa, Raúl Olivan, presentan 3Escribit2011, Lecturas y escrituras del tecnoConocimiento. (La Azucarera, c/Mas de las Matas, 20). 11 horas.
Toda la programación y documentación en http://escribit.net
Organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores, el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza, 3Escribit2011 quiere ser un foro de reflexión y práctica sobre las transformaciones que las tecnologías de la información están produciendo en la literatura y, en general, en las posibilidades creativas de la sociedad.
Durante los próximos días 26 a 28 de octubre, y en las sedes de La Azucarera y el CPEE Ángel Riviere, 3Escribit2011 contará con las aportaciones de relevantes firmas de la literatura y la crítica literaria española actual (Jorge Carrión, Vicente Luis Mora, Manuel Vilas, Fernando Aínsa, Francisca Noguerol, etc) y también con destacados profesionales del ámbito de la edición, las bibliotecas y la educación (Javier Valbuena, Pilar Bes, Mª Cruz Acín, Vicente Zalaya…)
El escritor Vicente Luis Mora, en una foto de Páginas de Espuma.
Una primera reflexión
“La revolución digital, en cuyo comienzo estamos inmersos, tiene y tendrá consecuencias muchísimo más importantes y de un alcance en absoluto comparable a la revolución vivida hace siglos con la llegada de la imprenta. Los cambios a los que asistiremos construirán un mundo profundamente distinto al que hoy reconocemos.
La diferencia cualitativa entre ambos hechos y sus instrumentos (la diferencia entre el libro y entre un ordenador o un e-book, por ejemplo –todos objetos más o menos planos-,) no está realmente en la forma de esos soportes. Sino en que la información digitalmente manejada permite ir de un medio a otro sin solución de continuidad.”
La literatura y la tecnología informativa
La tecnología es un factor decisivo en la democratización de la cultura y de las posibilidades de expresión creativas.
Las transformaciones producidas por el desarrollo tecnológico afectan a todos los aspectos de la vida y la sociedad. También a la creación y a la literatura en concreto: literatura en la red, poesía electrónica, novela hipertextual e hipermedia, series televisivas, son algunos de los temas que tratará 3Escribit2011, que también debatirá sobre las profundos cambios conceptuales y de comportamientos que los nuevos parámetros tecnológicos introducen en las fórmulas literarias, como en el resto de las artes y los modos sociales: deslocalización cultural, globalización, fragmentación y mutación continuada de los discursos, cibercepción, indefinición de autorías, etc.
Nativos digitales
Además de las charlas y debates, 3Escribit2011 va a desarrollar una serie de actividades prácticas y talleres dirigidas en especial a los más jóvenes, aquellos que ya pueden considerarse “nativos digitales”, y que son realmente los mejor capacitados para entender y desarrollar en todo su alcance las transformaciones que nuestro mundo actual tan solo imagina.
La educación es fundamental a este respecto. Por eso 3Escribit2011 integra talleres sobre radio creativa, escritura electrónica, cómic electrónico y construcción de cuentos mediante tecnologías de comunicación aumentativa.
Este último taller se realizará en el Colegio Público de Educación Especial Ángel Riviere (c/José Galiay, 4). La educación especial ha sido pionera en la inclusión y desarrollo de tecnología por necesidades obvias. Los chicos y chicas con diversidades funcionales están acostumbrados a utilizarla y compartirán sus conocimientos en el uso de dispositivos como tableros de comunicación, reproductores de voz, pizarras y mesas digitales, etc, con compañeros del CEIP Calixto Ariño; todos juntos contarán a los asistentes un cuento mediante estos recursos.
EL TOUR DE VÍCTOR GUIU
Víctor Guiu, ‘Mestizo’, uno de los poetas y dinamizadores culturales más activos de la Tierra Baja, publica ‘Le Tour Cartonero’ en el sello Cartonerita Niña Bonita, que dirige David Giménez o David Liquen desde Remolinos. Víctor presentaba esta mañana en El Poeta Eléctrico su poemario: todos los ejemplares, de original manufactura, son distintos entre sí. Excelente labor la de Víctor y la de David. Víctor, por cierto, publicaba hace no demasiado otro poemario o plaquette: ‘La Europa del aborigen’ en la colección Resurrección que coordina Octavio Gómez Milián.
Víctor Guiu Aguilar, Mestizo.
Etapa Duodécima
(Empieza la fiesta…Te echo de menos Txurruca*)
Pirineos de agua; montañas de cielo.
Españoles periféricos,
de centro,
insulares zurdos,
africanos diestros,
de izquierda,
libres y laterales derechos.
Pirineos de agua; montañas de cielo.
Catorce de Julio,
francés caliente,
salida a muerte,
marea naranja y luz ardiente.
Pirineos de agua; montañas de cielo.
Seguir arriba,
morir matando,
Dios que ampara,
Tourmalet, bravuconadas.
Pirineos de agua; montañas de cielo.
Marcaje, retrovisor.
Amarillo y humildad.
Fantasmada y pasión,
algarabía sin grada.
Pirineos de agua; montañas de cielo.
Ciclismo, antiguo, Samu**, “aupa”, cabalga.
*Valiente corredor vasco campeón de la combatividad del Tour que tuvo que retirarse por fractura de clavícula.
**Samuel Sanchez, campeón olímpico y ganador en la meta de Luz Ardiden, la montaña de los españoles.
Víctor con el maillo de la montaña en el Tour.
Etapa Vigésima
(Grenoble se escribe Grenoble pero se pronuncia -en francés- Grenoble)
Cuarentaydosmilquinientos metros de crono individual.
Cuarentaydosmilquinientos metros para decidir un Tour y consagrar una vida.
Cuarentoydosmilquinientos metros.
Rodillo.
Sudor.
Ojos en blanco.
Dolor.
Surgirán las dudas. El perdón. Los perdones.
Y sobre todo las preguntas.
¿Por qué no ataqué?
¿Por qué reservé?
¿Por qué me caí?
¿Por qué no sufrí?
¿Por qué?
Cuarentaydosmilquinientos metros hasta la meta.
Solo.
¡Allez, Allez!*
Tresmiltrescientoscuarenta.
Tresmiltrescientoscuarenta segundos.
Tresmiltrescientoscuarenta pulsos en la sien.
Un salto de canguro.
París.
La gloria cartonera.
*En Aragón se suele usar el “Tira, Tira”. La marea naranja apuesta por el “Aupa, Aupa”. Funciona mejor enfatizándolo con un juramento en condiciones. Y para jurar, como no, la lengua peninsular más extendida (¿se puede decir español en este libro?).
VICTORIA DEL GARRAPINILOS 6-3

GARRAPINILLOS 6- EL BURGO 3
[El Garrapinillos vence a El Burgo de Ebro y se coloca líder en solitario, con dos puntos de ventaja, tras la derrota del Anento A Mesa Puesta y la derrota del Movera. El equipo rojillo logra su sexta victoria consecutiva.]
José Antonio Melendo, el fotógrafo, me anunció que iba a venir a hacerle fotos al Garrapinillos. Jugábamos contra uno de los equipos fuertes de la categoría: El Burgo. De poderío físico, con buenas cifras: dos victorias, tres empates y una derrota. En total nueve puntos. Durante la semana hemos tenido, como suele ocurrir con la llegada del mal tiempo, algunos resfriados. Anoche, cuando teníamos que descartar a un jugador, el centrocampista Alberto Luna me llamó para decirme que no podía jugar.
La tarde exhibía un abanico de luces: el sol aparecía y desaparecía, y con él una luz especial, a veces tamizada, a veces casi invernal. Cuando apareció José Antonio, me dijo: “Tenemos una buena luz para la fotografía”. Y para el fútbol, pensé yo. Estrenaba objetivos y creo que una cámara nueva. Me enseñó, mientras calentaban los chicos, las fotos que hace a modelos despampanantes en hoteles de Zaragoza y Huesca. Con su picardía lenta, susurró: “Algunas son menores de edad, pero están realmente bonitas y posan muy bien”. El campo estaba estupendo: en su apogeo, recién cortado el césped y con algún que otro presagio: en las porterías ya asoman las calvas, en el centro se multiplican los primeros baches, pero en las bandas está bien, como una alfombra doméstica, no como La Romareda que es maravillosa. Al final, tras solventar algunas dudas, jugamos así: Sergio Calvo; David Mateo, Jorge Beltrán, Jorge Blasco, Dani Pequerul; Diego Rodríguez, Kike Alcubierre, Enrique Romero; Óscar Cambra, Eduardo Pirri y Eloy Mateo. Quedaron en el banquillo, y dispusieron de minutos, Jorge Rodríguez, Fran, Jaime, Jesús Ángel y Alberto Rubio. Este año montamos un sistema sencillo y clásico: el 1-4-3-3. Exige mucho trabajo a los medios, mucha pelea, mucho control de balón y mucha creación, pero también logramos ser más peligrosos arriba, marcamos más goles.
El Garrapinillos se plantó pronto en el campo y tomó las riendas del choque. El Burgo realizó algunas escaramuzas de ataque, sin demasiado peligro, buscando sobre todo su extremo izquierdo. Arriba tenía delanteros peleones. Hoy, por el centro, Jorge Beltrán y Jorge Blasco fueron dos torres; Mateo fijó su posición en el lateral derecho y Dani Pequerul se iba arriba con cierta generosidad, o quizá con alguna despreocupación, pero logró ir remontando. Poco a poco empezaron a llegar los goles. Marcaron Óscar Cambra, Jorge Blasco y Eloy Mateo en dos ocasiones. Con ese resultado nos fuimos al descanso. Todo había funcionado a la perfección: el equipo había controlado el centro del campo (estuvieron a gran nivel, otra vez, todos, Diego, que no para, Alcubierre, que se fue entonando y acabó madurando su posición de eje, Quique Romero, luego Fran...), había entrado por las alas y por el centro. Y había jugado como se sueña: con calidad, con tensión y con eficacia. Con sacrificio y con constancia.
En la segunda parte, Mateo dejó su sitio a Jaime, que es un jugador que crece día a día; no es un defensa, pero es polivalente y tiene una buena salida de balón. Y Fran relevó a un enfriado Enrique Romero, que cada día va a más: dispone de más minutos y posee una enorme clase. Y luego entró Jorge Rodríguez por Pirri, que lo intentó todo, pero no logró marcar. En la segunda parte, el Garrapinillos siguió jugando a su ritmo, desbordando al contragolpe, tiró peligrosos saques de esquina, Fran falló un cabezazo a bocajarro, Blasco un remate con el pie, pero también El Burgo se vino arriba: en la segunda parte se colocó 1-4; marcó Eloy el quinto y ellos redujeron distancias con su segundo tanto; Jorge Rodríguez marcó un espléndido gol desde la derecha (miró al cielo, elevó las manos y pensó en Félix Romeo, con quien ha comido tantos fines de semana, con quien ha discutido tan menudo de fútbol), y El Burgo redondeó su tentativa de remontada con su tercer tanto. Al final, Garrapinillos 6 (con tantos de Eloy Mateo, tres, Óscar, Jorge Blasco y Jorge Rodríguez), El Burgo 3. El partido fue realmente bonito: los ‘rojos’ de San Lorenzo no bajaron la guardia: siguieron buscando el gol y un claro triunfo hasta el final del choque.
Da gusto ver tantos goles, algunos maravillosos (un golazo de falta de Eloy, por ejemplo, el gol de Jorge Rodríguez al final, etc.) y da más gusto aún ver al equipo serio, compacto, imaginativo en muchos momentos, y con ambición de victoria. Da mucho gusto ganar así con tanto público en el campo; entre ellos, algunos componentes del grupo Voyeur o el pintor Lalo Cruces. Para el final, si no mienten los resultados que nos han ido diciendo, tras la derrota del Movera y del Anento A Mesa Puesta, el azar de los domingos reservaba una agradable sorpresa: el Garrapinillos se coloca líder, con dos puntos de ventaja sobre el segundo (Anento) y tres puntos sobre el tercero (Movera). Lo mejor, más allá de lo que dice la tabla de la clasificación, es la ilusión del colectivo, de los veintidós jugadores, y de la afición. El campo de San Lorenzo disfruta con su equipo, con este equipo de Primera Regional, y con todos los demás de categorías inferiores, ocho más, creo.
José Antonio Melendo hizo muchas, muchas fotos. “Capté todos los goles del Garrapinillos y también los que recibió el Garrapinillos”, dijo con su bondadosa sonrisa. El domingo, otro choque apasionante fuera de casa: Anento-Garrapinillos. Eso sí, regresa Javier Lacabe, que hoy estaba excluido por acumulación de tarjetas.
*En la foto de Archivo de Aloma Rodríguez, Diego Rodríguez pelea por un balón cerca de Óscar Cambra.
CON EDUARDO ARROYO EN LA ALJAFERÍA

EDUARDO ARROYO, HOY, EN ‘CONVERSACIONES EN LA ALJAFERÍA’
Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) conversa esta tarde con el psiquiatra, escritor y coleccionista de arte Javier Lacruz, director artístico de la colección ‘De Pictura’, que tiene varias obras de Arroyo, y conversa también con Antón Castro, un servidor, en el ciclo ‘Conversaciones en La Aljafería’, que coordina Fernando Sanmartín. Arroyo suele definirse como “un pintor que escribe”: ha firmado libros sobre Panamá al Brown, sobre la relación del boxeador panameño con Jean Cocteau, sobre ‘El trío Calaveras: Goya, Benjamin y Byron’ y es autor de un espléndido libro de memorias: ‘Minuta de un testamento’, absolutamente recomendable. Tengo en la mano la edición de Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores y es muy sugerente, un libro extraordinario de texto e ilustraciones. Arroyo es un pintor mediatizado por la literatura y por la cultura: ha pintado a Ángel Ganivet, ha pintado contra la España negra, ha pintado a los boxeadores, que encarnan para él “el sentimiento efímero y una metáfora de la vida”. Es un espléndido cartelista y ha hecho decorados para óperas y obras de teatro. Suele decir que puede charlar y charlar sin parar, y que los amigos son muy indulgentes con su cháchara. Recibió el premio Aragón-Goya.
BORRADORES RECUERDA A FÉLIX ROMEO, Y ENTREVISTA A LAFARGA, AMARAL, Mª J. HERNÁNDEZ

Borradores recuerda esta medianoche al escritor y crítico literario Félix Romeo Pescador (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011), fallecido recientemente de un paro cardíaco en Madrid. Luis Alegre, uno de sus grandes amigos, evocará la vida, las pasiones y los libros –‘Dibujos animados’, ‘Discotheque’ y ‘Amarillo’- del escritor que protagonizó hace casi veinte años el documental ‘Salida de la cárcel de Torrero del insumiso Félix Romeo’ de Fernando Trueba y que dirigió durante un lustro ‘La Mandrágora’ en TVE. El pintor Paco Lafarga habla de su pasión por la pintura y de su vocación de artista que anhela vivir de su trabajo con motivo de su exposición ‘Instante-alambre’ en el Torreón Fortea. Lafarga analiza su modo de pintar, su inclinación por el color y la búsqueda de la intensidad y de la emoción a través de un cuadro que se exhibe en el plató.
La actuación musical corre a cargo de María José Hernández, que acaba de publicar su cuarto disco, ‘Señales de humo’: acompañada de Rafa Domínguez, a la guitarra eléctrica, interpreta la canción que da título al disco y ‘No voy a llorar’. La cantante dice que este es un disco de amor y desamor, del deseo, de los vaivenes de la pasión.
Borradores también ofrece una entrevista con el grupo Amaral: Juan Aguirre y Eva Amaral explican su nuevo disco, ‘Hacia lo salvaje’, la relación con el público zaragozano, la mayor presencia de guitarras en el álbum y cuentan sus últimas lecturas. Enrique Urbizu y Helena Miquel hablan de la película ‘No habrá paz para los malditos’, un ‘thriller’ intenso y violento, protagonizado por José Coronado y la propia Helena Miquel, que desvela la preparación de un terrible atentado terrorista. Y el artista Lluis Hortalà y el comisario de arte y escritor Alejandro Ratia explican la exposición del escultor y dibujante en el CDAN, que gira en torno a las montañas, a las ‘caras norte’ de los picos, y a Riglos y Montserrat. Lluis Hortalà fue escalador entre 1975 y 1982; en los años 90 incorporó esa experiencia a la obra plástica y en el CDAN presenta un trabajo escultórico, gráfico y eminentemente físico y a la vez muy espiritual.
*Esta foto de Amaral es de Gustaff Choos.
ANTONIO IBÁÑEZ EVOCA A FÉLIX

Recibo este correo de Ángel Petisme, a propósito de un artículo de Antonio Ibáñez sobre Félix Romeo Pescador, el amigo inolvidable. [Querido Antón, hay un artículo precioso de Antonio Ibañez sobre Félix, que escribió cuando estaba de vacaciones en Argentina y le sorprendió la noticia, que no has colgado en tu blog:
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/felix-romeo_706354.html
Es de recibo, hermano, porque quería a Félix como todos nosotros y Felix nos quería a todos mucho. Un besazo. Ángel.]
FÉLIX ROMEO
Antonio IBÁÑEZ 09/10/2011
Se comió la vida a bocados y se nos ha ido inesperadamente, dejándonos noqueados. Sin saber qué hacer ni qué decir, sin volver a entender por qué la muerte nos sacude de forma tan cruel y nos arranca despiadadamente a un amigo. Félix Romeo se ha ido y la Zaragoza que tanto quiso y disfrutó se ha quedado muy vacía. Fue un precoz escritor interesado por las personas, que nos regaló a muchos parte de las cosas que hacen más preciada la vida: el sentido de la conversación, de la amistad, de la literatura, de las noches de juerga, del amor, de un partido del Real Zaragoza, de la generosidad, del afecto... del intentar, en definitiva, que la gente fuera feliz.
Creyente del individuo, de la libertad y de la pasión, la misma que puso en todo lo que hizo, Félix Romeo es ya una parte imprescindible de la historia de la cultura y un recuerdo imborrable para quienes le quisimos. Félix fue un hombre curioso que lo sabía casi todo. Que escribió pocas novelas pero imprescindibles, que fue un notable traductor, que hizo extraordinaria y abundante crítica, que modernizó los espacios culturales de la televisión y que tuvo buenas ideas para agitar la coctelera cultural de Zaragoza sin encontrar demasiado eco entre los políticos, más preocupados por otras cosas. Fue maestro de una extraordinaria generación de escritores, aragoneses y de fuera, y uno de los hombres de la cultura más querido por su arrolladora vitalidad y su desprendido afecto. Con una vida tan corta, pero tan intensa, fue el más brillante de una generación joven que rejuveneció además a otra anterior.
Hizo de puente entre ambas y fue la pieza integradora, sin exclusiones y dispuesto siempre a ampliar los círculos. De curiosidad sin límites, no olvidaba nunca un nombre, y era capaz de someter a intensos interrogatorios a su interlocutor movido por su ansia por saber. Un hombre grande en todos los aspectos que bajo sus atuendos negruzcos escondía a un excéntrico inconformista, a un niño pequeño y a veces ingenuo, siempre desbordante, a un auténtico líder.
A Félix le admiramos y quisimos mucha gente. Y brillantes autores. Algunos tan jóvenes como Daniel Gascón; otros tan míticos y más mayores que él como Javier Tomeo y, sobre todo, José Antonio Labordeta. Las dos últimas décadas han sido las más prolíficas e intensas de la literatura escrita por aragoneses, y se debe al ímpetu de Félix, que fue capaz de aglutinar en torno a él a un buen número de autores a los que con su arrolladora pasión empujaba a escribir.
Ahora que muchos lloramos su ausencia, incluso a miles de kilómetros, separados por el océano y en misteriosas ciudades que él tanto amó, poco importan sus virtudes intelectuales, su imborrable legado o que fuera uno de los hombres más inteligentes que ha dado esta tierra.
Poco importa ahora todo eso, cuando maldecimos su muerte y todavía somos incapaces siquiera de escribir algunas líneas con sentido. Si Félix no hubiera existido, muchos habríamos tomado caminos distintos a los que elegimos. Si nunca le hubiéramos conocido, nuestras vidas serían ahora un poco menos ricas. Por eso ahora, y a pesar de que no volveremos a contar con su llamada, su correo o su presencia en la librería, la taberna o la calle, y su ausencia será atosigante, sirvan estas líneas para expresarle el cariño y gratitud como él siempre quiso que se hiciera: escribiendo y disfrutando con rabia de cada instante de nuestras vidas.
*Antonio Ibáñez es periodista de 'El Periódico de Aragón', gran amigo de Félix y biógrafo de Miguel Labordeta. Esta foto me la envió Lina Vila: es de un reciente viaje de Félix a Venecia con Lina, con Vicky Méndiz y Víctor Forniés.
JAVIER ROMERO: UN CUENTO
Javier Romero acaba de ganar el premio Isabel de Portugal de Narrativa. Y tiene la gentileza de enviarme un cuento inspirado en un texto del pintor Jorge Gay.
Un cuadro de Gay
Oh, where oh where can my baby be?
The Lord took her away from me
The last kiss
Wayne Cochran
El cuadro de Gay me hizo reparar en mí mismo después de muchos meses en los que sólo fui una especie de cuerpo inerte. Mis zapatos, empujados por una fuerza ajena --llámala inercia, llámala espíritu santo--, me habían traído a Zaragoza pocas semanas después de matar a mi novia. Vine huyendo de mi sombra y de un insondable sentimiento de culpa. Pero la culpa y la sombra estaban demasiado pegadas como para quedarse atrás.
Llovió sin parar durante tres o seis meses y el viento sopló como si quisiera llevársenos a todos. Pero un día empezó a clarear cuando Concha Monserrat me dijo en los pasillos de las Cortes de Aragón: “mira, ese del cuadro se parece a ti”. Allí tumbado y desnudo, pintado en colores fríos, alguien muy parecido a mí, dormía en la parte inferior de la escena. A su alrededor, varias figuras de hombres y mujeres parecían hablar ajenos al bello durmiente. Todos no. Uno tenía la pierna ligeramente doblada como si estuviera a punto de darle un puntapié.
No soy yo pero podría serlo. Me dio por pensar en ello cada vez que subía hacia las cabinas de radio y pasaba por delante del cuadro. Con la mejilla apoyada en una mano mi retrato descansaba con placidez. Sus labios a ratos parecían sonreír o se fruncían sutilmente como si alguna duda lo embargase. Pero las más de las veces, sonreía.
Una noche soñé que iba en mi moto a más de 100, con mi amor agarrada a mi espalda. Formábamos un solo cuerpo, especialmente cuando nos tumbábamos en la trazada de las curvas y sus uñas se clavaban en mi pecho. Soñé que nos acercábamos a un cruce con el semáforo en verde y nos lanzaba por los aires un coche que surgía de la nada. Yo flotaba sobre el capó a cámara lenta, como un cosmonauta en un paseo espacial, y me acordaba de una conversación de besugos que tuve con mi profesora cuando apenas tenía 8 años. A ver, Javi, ¿cuándo debemos cruzar la calle? Pues, cuando el semáforo se pone rojo. ¡Qué dices, siempre debes cruzar cuando el semáforo está verde! Pero si cruzo cuando el semáforo está verde, me pillarán los coches. Tú hazme caso. En el sueño, el conductor que nos estaba arrollando me miraba sorprendido, como el que mira llover motociclistas, y luego pisaba bruscamente el freno.
“Abrázame, mi amor, tengo miedo”. Nos quedábamos los dos tumbados, como dormidos, mejilla con mejilla, con un rictus que más que de dolor era de nostalgia, como posando para un cuadro de Gay. Así permanecíamos hasta que llegaban las luces azules de la Guardia Civil y las naranjas de las ambulancias, y nos separaban, y nos convertían en una crónica de sucesos. Cuando desperté, resulta que era verdad.
La cara de Jorge Gay se tornó amarillo cadmio al verme en el quicio de la puerta de su estudio.
-Eres Ernesto- dijo, y no quedó claro si era una pregunta o una afirmación. Esbocé mi primera sonrisa en meses, y no porque tuviera muchas ganas. Fue una sonrisa social para ayudar al pintor a reponerse del sobresalto que le produjo mi inesperada visita. No recordaba haberme llamado nunca Ernesto. Mi DNI lo decía bien claro, y el DNI no suele mentir.
- No. No soy Ernesto, aunque me han dicho que me parezco un poco a él.
-¿Un poco? Juraría que sois hermanos gemelos.
Me invitó a pasar y tomar asiento en un sofá desvencijado repleto de manchas de pintura acrílica. Me excusé por lo que pudiera haber de morboso en mi curiosidad por aquel que tanto se asemejaba a mí y le pedí que me contara todo lo que sabía de él.
-Me lo presentó una amiga común y decidí usarlo como modelo por su extraña mirada. Y lo que son las cosas, al final le pinté dormido. Supongo que me cansé de intentar plasmar, sin mucho éxito, la tristeza inquisitiva que poseían sus ojos…-. Gay hizo una pausa y, sin darle mucha importancia, lo soltó:
-Murió hace unos meses en un accidente de tráfico.
Mientras me hablaba con su voz pausada, se limpió las manchas de las manos con un trapo impregnado en disolvente y paseó su mirada por las pilas de cuadros y botes de pintura que se amontonaban junto a la pared tras de mí. Rehuía mis ojos. Pese a lo que la razón le dictaba, mi presencia invocaba al fantasma de quién posó para él posiblemente en esa misma nave. Finalmente, dejó de sacar lustre a sus dedos con el paño y me miró
-Debo tener por ahí algunos bocetos que le hice a Ernesto. ¿Quieres verlos?
Gay rebuscó entre los anaqueles hasta que dio con un fajo desordenado de cartulinas. Creí notar una duda en el pintor antes de extender sus dibujos sobre la mesa; un pellizco de pudor antes de mostrar su obra desnuda. Fui pasando hoja tras hoja como si mirara fotos antiguas en el álbum de un amigo. Fotos con imágenes de uno mismo, para las que no recuerda haber posado pero que allí están, hipnóticas, fascinantes y tozudamente reales.
Al llegar a la penúltima lámina fue mi cara la que se volvió amarillo cadmio.
-¿Quién es esa chica que abraza a Ernesto?- balbuceé alterado.
-Era su novia. Se marchó de Zaragoza poco después de la muerte de Ernesto.
-¿Su novia?
Aquel pelo liso, aquella piel perfecta, aquellos ojos claros, aquel perfil de pin-up feliz, aquella cara. Toda ella era idéntica a mi amada. Ladeaba la cabeza y juntaba su mejilla a la de Ernesto como lo hubiera hecho ella. Con la respiración entrecortada, con un embalse de lágrimas no derramadas que intentaban resquebrajar mi pecho, saqué un hilo de voz para preguntar:
-Conducía ella, ¿verdad?
-Sí. Eso me dijeron.
*Javier Romero es periodista y escritor. La ilustración corresponde a 'Vacaciones en Roma', con Gregory Peck y Audrey Hepburn.
REDIFUSIÓN DE 'BORRADORES': ALEGRE / ROMEO, Mª J. HERNÁNDEZ, URBIZU, LAFARGA, HORTALÀ....
Esta mañana, a las 11.30, se redifunde el programa ‘Borradores’ (en su emisión del martes, a las 0.50, obtuvo un 9 % de audiencia), donde se ofrece un primer homenaje a Félix Romeo, a través de uno de sus grandes amigos: Luis Alegre.
He aquí el menú de esta mañana:
Actuación musical: María José Hernández presenta ‘Señales de humo’ y toca dos temas con Rafa Domínguez, ‘Guisante’.
Plató: Luis Alegre recuerda a Félix Romeo; Paco Lafarga, pintor que expone en Torreón Fortea y que trae una obra original.
Reportajes: Amaral y el disco ‘Hacia lo salvaje’, Enrique Urbizu y Helena Miquel hablan de ‘No habrá paz para los malvados’, y Lluis Hortalà en el CDAN.
EL GARRAPINILLOS SIGUE LÍDER

EL GARRAPINILLOS VENCE AL
ANENTO AMESA PUESTA EN SU CANCHA: 1-2
Amesa Puesta Anento había perdido el liderato el pasado fin de semana. Hoy visitábamos su campo, en el campo de Giner, frente al cementerio de Torrero, en lo alto de la tabla. Nos habían advertido de que el Anento es un equipo muy físico, correoso, sin apenas transiciones en el centro del campo y con jugadores combativos. De brega, pero también de calidad: algunos han jugado en categorías superiores.
De inmediato vimos que era así: el Anento es un equipo intenso, trabajador, que intenta arrinconar al rival en su área. De entrada, parecían más fuertes y más entonados. Aunque luego entramos más en juego y las primeras ocasiones fueron nuestras. Sin embargo, marcaron primero en una jugada al contragolpe; empatamos cuando finalizaba el primer tiempo, con un gol lejano, que nació de un largo rechace, de Óscar Cambra (poco antes había ensayado su disparo con rosca al palo: el ‘efecto Cambra’, como empezamos a denominarle). Había caído la noche: la segunda parte se iba a jugar por entero bajo los focos. El partido adquirió un aspecto entre onírico e impreciso, un partido con sombras sobre un suelo regado.
En la segunda parte, la tónica siguió igual: pelea en todas las líneas, contragolpes constantes, balones en largo del Anento, y respuesta inmediata del Garrapinillos, que pareció llevarse esa ilusoria balance del dominio. En uno de nuestros ataques, Diego Rodríguez recogió el balón en la izquierda, desbordó y se acomodó el tiro desde fuera del área: soltó un trallazo impresionante y limpio que se coló por toda la escuadra. Era el 1-2, que sería definitivo. Un golazo, y todo un regalo porque va a estar dos jornadas ausente: en Leicestar en concreto. Su primeros ocho partidos han sido de un elevado nivel de regularidad y de compromiso.
El Anento siguió buscando la igualada, y tuvo sus oportunidades, sobre todo por los balones altos. Estrelló dos balones en el palo merced a su acoso. Temblaba nuestra defensa y el campo, pero el Garrapinillos aguantó el resultado y logró su séptima victoria consecutiva. Y se afirma en la cabeza de la clasificación con cinco puntos sobre los segundos: el propio Anento y el Santa Isabel, que se ha rehecho y sigue mirando hacia arriba, y un poco más lejos sigue el Movera, que perdió en casa.
Magnífico partido del bloque: brillaron el trabajo, la concentración, la intensidad, la disciplina y la solidaridad más que la calidad del juego en el sentido más estético. Todos han obtenido una buena calificación, pero quizá merezca una mención muy especial el altísimo rendimiento de nuestro arquero Luis. Estuvo espléndido en todos los lances.
Como suele sucedernos en todos los partidos, formamos con un equipo inédito. En ninguno de los ocho partidos hemos repetido la alineación. Formamos así: Luis; Mateo, Jorge Beltrán, Lacabe, Dani Pequerul; Diego, Kike Alcubierre, Fran; Óscar, Eloy y Jorge Rodríguez. Entraron luego Jorge Blasco, Eduardo Pirri, Alberto Luna, Jesús Ángel y Néstor; el jugador a los dos minutos de estar en el campo se resintió de un golpe en la rodilla. La próxima semana nos medimos al Movera, en el que juegan tres ex jugadores del Garrapinillos: los hermanós Ángel y José Cambra, y Fernando Larrosa ‘Caspolino’. Va a ser un partido especial.
*En la foto de archivo, Diego y Óscar Cambra.
CERCAS: 'EL GRAN ROMEO'
[El escritor Javier Cercas publica hoy en el suplemento dominical de ‘El País’ un artículo extraordinario sobre Félix Romeo. Es una obra maestra de la evocación, de la amistad, del retrato y de la literatura. Félix Romeo ha sido, es, una criatura inagotable e irrepetible. Este texto es una prueba más.]
EL GRAN ROMEO
Por Javier CERCAS
Se llamaba Félix Romeo, pero no siempre fue muy afortunado en el amor; en la muerte no lo fue en absoluto. Falleció el 8 de octubre pasado, en Madrid, a los 43 años, de un paro cardiaco. Decir que era un hombre excepcional es decir bien poco, porque en la hora de la muerte todos somos excepcionales. Ante todo era un escritor. Publicó infinidad de artículos y crónicas; publicó tres libros. El primero, de 1995, se titula Dibujos animados y le colocó en el grupo de cabeza de la narrativa de su generación. El segundo, Discothèque, se publicó seis años más tarde; aunque el libro sea una mezcla feliz, improbable y gamberra de Kurt Vonnegut y Rafael Azcona, puede que Romeo viviera su publicación como un fracaso: quizá pensó que la novela no se había entendido; más probablemente, que no había estado a la altura de lo que él se exigía a sí mismo. De esta derrota (o de esta ilusión de derrota) salió su mejor libro: Amarillo, un gran interrogante sin respuestas sobre un hecho que el vitalismo desaforado de Romeo se negaba a entender -el suicidio a los 24 años de su amigo el escritor Chusé Izuel-, un libro extraño, perturbador y necesario donde su prosa adrenalínica brillaba con todo su sombrío esplendor. Lo dije en esta columna cuando el libro apareció, hace tres años, y conviene repetirlo.
Pero Romeo no era sólo un escritor; para muchos era sobre todo un personaje. Ahora que está muerto -ahora que su vida empieza a cobrar un sentido ajeno a sí misma-, sería fácil compararlo con los protagonistas de las novelas de Saul Bellow, con uno de esos intelectuales desmesurados que, como Humboldt o Ravelstein, parecen encarnar toda la magnificencia contradictoria del ser humano. Como Ravelstein, Romeo era a su modo un pedagogo. Poseía una cultura exuberante, y parecía disfrutar lo mismo adquiriéndola que repartiéndola. Fabricó lectores, cinéfilos, escritores. Como promotor de su propia obra era pésimo -de hecho, era totalmente incapaz de promoverla, no digamos de promoverse a sí mismo-, pero como promotor de la obra ajena era imbatible. Su conversación era una pirotecnia perpetua de lecturas, de historias, de ideas. La última vez que le oí hablar en público razonó su rechazo de gran parte de la literatura española con el argumento atendible de que es una literatura de señoritos (una literatura de primero de la clase, creo que dijo), una literatura que mira a los seres humanos por encima del hombro, de arriba abajo y no de abajo arriba, incapaz de mostrarlos en toda su desoladora grandeza, una literatura mezquina, costumbrista y petulante; cuando Romeo terminó de hablar le dije que me gustaría tener por escrito lo que había dicho, y él me miró extrañado, como si le molestase un poco que los demás creyésemos que tenía tiempo de escribir todo lo que se le ocurría. Su pasión por los libros obraba prodigios. Una vez aseguró en un artículo no haber leído una gran novela inédita en castellano: The man who loved children, de Christina Stead; como yo sabía que no le gustaba que hubiera por ahí obras maestras sobre las que no podía emitir una opinión, cuando nos vimos le regalé mi ejemplar; él lo aceptó, pero años después convirtió una charla pública en un acto dadaísta con el fin de poder devolvérmelo; y justo el día siguiente de su muerte me enteré por Abc, el periódico donde últimamente colaboraba, de que el libro de Stead se acaba de traducir al castellano. Podía ser dogmático, arbitrario y provocador, aunque sus intemperancias sólo molestaban a los fanáticos y a los canallas. En política era un excéntrico: no sólo creía fervientemente en la democracia; creía fervientemente en esta democracia. Más de una vez demostró ser valiente. Si la palabra no estuviera llena de sangre y de mierda, sentiría la tentación de decir que era un patriota: detestaba el nacionalismo, pero amaba su tierra y a su gente. En Zaragoza deja un agujero del tamaño de una explosión nuclear.
Creía en la amistad entre escritores, lo que tiene un gran mérito. Cada vez que pasaba junto al pueblo donde nací, entre Trujillo y Mérida, me llamaba por teléfono o me enviaba un sms. Sus sms. En el penúltimo que me envió, un par de semanas antes de morir, me daba las gracias porque, en un reportaje publicado en este periódico, le mencionaba entre los escritores que merecen más lectores de los que tienen. "Qué alegría que me tengas en tu corazón", escribía. Le contesté que siempre le tenía en mi corazón y en mi cabeza; me contestó: "Sí, pero verlo en EL PAÍS es como ver un corazón de enamorado en un árbol". Uno entiende perfectamente que todos tenemos que morir, pero no que, habiendo tanto hijo de puta suelto, la muerte venga a reclamar, a los 43 años, a un tipo como Félix Romeo. Cuando me dijeron que había muerto me fui a caminar por el Ampurdán; el cielo estaba negro y soplaba una tramontana tan furiosa que parecía querer arrancar los árboles de cuajo y llevárselos volando: tuve la impresión de que la naturaleza estaba de acuerdo conmigo. No es fácil dejar que un hombre como Romeo se marche así como así.
*Esta foto de Félix corresponde a los archivos de Heraldo de Aragón y la realizó Esther Casas.
VUELVE PATRICIO JULVE

‘EL TESTAMENTO DE AMOR DE PATRICIO JULVE’:
ESTE VIERNES EN EL PARANINFO
Este viernes día cuatro de noviembre, a las 20 horas, en la sala Pilar Sinués del Paraninfo se presentará mi libro ‘El testamento de amor de Patricio Julve’, que acaba de publicar Xordica con portada de Luis Grañena. La presentación correrá a cargo de la poeta e investigadora Almudena Vidorreta, del periodista y escritor José Javier Rueda, del editor Chusé Raúl Usón. El libro, que se publicó por primera vez en Destino en 1995 y ha conocido tres ediciones, comienza en 1833 con una historia de amor del general Ramón Cabrera, ‘El tigre del Maestrazgo’, con la joven Margarita Urbino, hija del impresor del ‘Boletín’ carlista. Y se cierra con el cuento ‘El hombre invisible’ donde Ken Loach investiga quién es el fotógrafo enigmático Patricio Julve. Patricio, a partir de entonces, aparecerá en todos mis libros: 'Los seres imposibles', 'El álbum del solitario', 'Golpes de mar' o 'Fotografías veladas'. E incluso en 'El Maestrazgo', que publicó Juventud e Ibercaja en dos ediciones distintas.
Estáis todos invitados.
FÉLIX ESCRIBIÓ DE CHRISTINA STEAD

El domingo, en 'El País Semanal', Javier Cercas contaba que le había regalado su ejemplar de 'El hombre que amaba a los niños' a Félix Romeo, y que acababa de enterarse por ABC que se había publicado en español. Lo que quizá no supiese Javier es que Félix ya había firmado en la página ocho de 'Artes & Letras', que era la suya, esta reseña de la novela.
CASA DE LOCOS
Pre-Textos publica 'El hombre que amaba a los niños' de Christina Stead
Por Félix Romeo
[Christina Stead. “El hombre que amaba a los niños”. Traducción de Silvia Barbero. Prólogo de Felipe Benítez Reyes. Pre Textos. Valencia, 2011. 720 páginas. 36 euros.]
“Casa de locos” es la expresión que utiliza para describir su propia casa Henrietta Collyer, Henny, casada con Samuel Pollit, Sam. También la describe en ocasiones como “matadero”, y lo cierto es que para ella, que vive allí gracias a la caridad de su padre millonario, es peor que si viviera en el infierno.
Henny se casó con Sam pese a que no esperaba mucho de su relación, pero todo ha ido mucho peor de lo que pensaba: se ha cargado de hijos, el dinero no alcanza y detesta las ideas maravillosas y totalitarias de su marido. Así habla Henny a Sam sobre Sam: “Todo el día babeando a mi alrededor y llamando amor a eso, llenándome de niños mes tras mes y año tras año, mientras yo te odiaba y te detestaba y te gritaba al oído que te apartaras de mí, pero no me soltabas. En lo más recóndito de tu corazón estabas seguro de saber de dónde provenía tu maravilloso éxito, forzándome a quedarme aquí, en esta muela podrida de casa para hacer lo que a ti te convenía, obligándome a ponerme a cuatro patas para fregar los suelos, a lavar tu sucia ropa interior, tus viejas y desgarradas sábanas, tus mantas, incluso tus trajes. He rellenado colchones para ti y tus hijos. He cocinado para toda esa pandilla de asquerosos, malvados, ignorantes y jadeantes Pollit que tanto odio. He tenido que aguantar ese olor a perros muertos en toda la casa por culpa de ese formol del que estás tan orgulloso. He tenido que aguantar tus repugnantes animales y tus colecciones idiotas y tu fertilizante orgánico apilado en el jardín y tus charlas interminables. ¡Tus charlas y charlas y más charlas, que tanto me aburrían y que me saturaban los oídos! Soltando un rollo tras otro, hasta que pensé en matarme para escapar de ti, de tu mundo de grandes fantasmadas y de tu mano dura, siempre queriendo salvar a este mundo corrompido con tus chácharas...”.
Christina Stead (Sidney, 1902-1983) publicó “El hombre que amaba a los niños” en 1940, en Estados Unidos, y pese a su fuerza y a su originalidad la novela pasó sin pena ni gloria (algo que habrían podido evitar los estudios de Hollywood, que renunciaron a la adaptación cinematográfica que les propuso Ring Lardner Jr). En los años 60 la rescató el poeta Randal Jarrell y fue entonces cuando la quiso traducir por primera vez al español la editorial Seix Barral, aunque finalmente algunos problemas lo impidieron: Juan Ferraté le habló apasionadamente de la novela a Javier Cercas, a quien le regaló la edición americana de bolsillo que habían leído los miembros del consejo editorial. Y ha vuelto a las librerías en este siglo XXI gracias a Jonathan Franzen, conocido por “Las correcciones” y ya estrella mundial de la literatura por su nueva novela, “Libertad” (Salamandra), quien ha afirmado que “El hombre que amaba a los niños” no es sólo una de las mejores novelas del siglo XX, sino también la mejor novela jamás escrita sobre la familia y el ataque más feroz contra el patriarcado de toda la literatura”.
Y es cierto que Christina Stead hace en la novela un magnífico y brutal retrato del patriarca Samuel Pollit, un tipo que, como escribe Felipe Benítez Reyes en el prólogo, es tan indulgente consigo mismo como exigente e inflexible con los demás. Sam se sueña como uno de esos hombres del “Renacimiento” americano, como Thoreau, reconciliado con la naturaleza, y desea moldear a todos los seres humanos (y en especial a sus seis hijos, a quienes trata como si formaran parte de uno de sus experimentos científicos) a su imagen y semejanza, que para él, orgulloso de su ciega bondad, es lo máximo. Sam es un psicópata. Como psicópatas eran otros tiranos de la época, mucho más peligrosos, como Stalin, Hitler y Franco, todos preocupados por sus hijos descarriados y todos dispuestos a convertirse en Saturno.
Henny es menos original como personaje que Sam, y recuerda mucho a dos grandes heroínas trágicas de la novela del XIX, a Ana Karenina y, sobre todo, a Emma Bovary, igual de acosada por las deudas, igual de insatisfecha con su marido y con su maternidad e igual de defraudada por sus amantes, mucho más imaginarios que reales.
A los problemas de relación entre Henny, Sam y su familia, se añaden los problemas económicos: tienen que abandonar su casa en la ciudad, Sam pierde su empleo, la herencia soñada se ha convertido en humo... En ese regreso idílico a la naturaleza que sueña Sam, uno tras otro se van convirtiendo en animales: el pensamiento se va adelgazando porque tienen que mantenerse despiertos para alimentar el fuego que cuece una olla enorme de pescado apestoso.
Ha habido que esperar muchos años hasta que “El hombre que amaba a los niños” se tradujera al castellano, pero la espera ha merecido la pena. La novela de Christina Stead sigue manteniendo su fuerza y su originalidad y su clima de pesadilla.
FÉLIX ROMEO
*He aquí la impresionante caricatura de Luis Grañena. Ella es Christina Stead.