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ALIZIA ROMERO, POR L. RABANAQUE

LUIS RABANAQUE RETRATA A ALIZIA ROMERO
Mi admirado Luis Rabanaque, actor, papá de Malena y fotógrafo, me escribe, me reprocha dulcemente que no fuera a la gran fiesta poética de la Universidad promovida por Gabriel Sopeña (estaba a la misma hora en la SCIFE) y me envía esta preciosa foto: “Poco a poco vuelvo a coger la cámara y haciendo caso de tus invitaciones te hago llegar una foto de uno de mis últimos trabajos. Se trata de unos retratos de Alizia Romero, fantástica cantante y estupenda profesora de canto (entre otros, de buena parte de mis compañeros de profesión teatral) Precisamente acaba de obtener el ‘Certified Master Teacher para Estill Voice International’, una titulación internacional en manos de muy poquita gente. Con este motivo, hicimos hace poquito una sesión de fotos y esta que te hago llegar es una de ellas”. Una foto así ilumina cualquier tarde, cualquiera noche apagada.
CONCEPCIÓN ESTEVARENA: POEMAS

TRES POEMAS DE CONCEPCIÓN ESTEVARENA
Olifante, ediciones de poesía, publica ‘Silenciosa es la noche (10 poemas)’ una breve antología poética de la sevillana Concepción Estevarena (1854-1876). El libro lleva una introducción de Luigi Maráez, unas partituras de la pianista y cantante Âlime Hüma con un poema musicado, y como colofón un artículo de José Luis Melero que apareció en ‘Artes & Letras’: ‘La poeta que murió en Jaca’.
Biografía
Concepción Estevarena nació en Sevilla, el 10 de enero de 1854. Su madre falleció cuando la futura poeta tenía diecisiete meses. Con 19 años publicó su primer poema en La Esfera de Madrid. En 1875 pierde a su padre. Enferma de tuberculosis, su salud se agrava desde entonces. Un viaje de treinta y tres jornadas la llevará de Sevilla —pasando por Madrid, Zaragoza y Huesca— a Jaca, donde residió hasta su muerte, el 12 de septiembre de 1876, tras una estancia de cuatro días en el Balneario de Panticosa. A los dos meses de su muerte se celebra un homenaje póstumo en la tertulia madrileña de la baronesa de las Cortes, en el que participa, entre otros, Isaac Albéniz, y donde se decide reunir y publicar sus versos en un libro, Últimas flores.
Combate
De mis ideas la insufrible carga
abruma, sin cesar, mi pensamiento,
y a cada instante crece mi tormento:
cada hora que se aleja es más amarga.
Presa de la ansiedad, que así me embarga,
día por día, mi existencia cuento:
sigo el curso del sol, ¡pero es tan lento!,
llega la noche al fin, ¡pero es tan larga!
Largo es vivir con mi martirio fuerte.
mas fuera corto el tiempo, aún sin medida,
si cual quisiera yo fuese mi suerte.
Y es ¡ay! mi voluntad tan combatida,
que sobrándome vida amo la muerte,
y a punto de morir querré la vida.
Siempre igual
Si algo existe en el mundo que me halague,
es mi mundo ideal;
mas va el transcurrir de cada día
apagando su hermosa claridad.
Esclava de la vida, apenas puede
mi mente ni aun soñar,
que para dar la muerte a cada sueño
hay una realidad.
Deseos
Porque miro dolores y miserias
me pesa haber nacido;
yo quisiera ignorar ajenos males,
aun sintiendo los míos.
Quisiera ser la nota que se eleva
al espacio infinito,
quisiera ser el sueño que se forma
en la mente de un niño.
Quisiera ser más grande que el deseo,
más libre que un suspiro:
quisiera ser un ignorado mundo
rodando en el vacío.
PROGRAMA DE PROYECTARAGÓN

PROYECTARAGON
VI Muestra Audiovisual Aragonesa
6 de Noviembre a 21 Diciembre de 2012
Panorama de actualidad. Estrenos. Espacio Documental. Homenaje Antonio Artero. Micro piezas. Señas de identidad. Ficción. Vídeo creación. De ida y vuelta. Animación. Vídeo clips. Festivales invitados. Vídeo danza. Exposiciones. EducaProyecta. La imagen libre. Cine y poesía. Lenguajes Almargen. Talleres. Vídeo mapping. Directos. Debates. Proyecta Media.
https://www.facebook.com/#!/Proyectaragon
ProyectAragon celebra en el 2012 su VI Edición, a lo largo de los meses de noviembre y diciembre, en sesiones semanales que van variando y ampliando sus propuestas en paralelo a la cada vez mayor calidad de las obras exhibidas y rodadas por aragoneses y a las nuevas tecnologías aplicadas al audiovisual, ámbito que año tras año cobra mayor importancia en nuestro programa.
En esta edición contamos en total con 19 sedes, 2 exposiciones, 4 talleres, un estreno de largometraje de la realizadora Papick Lozano, 3 sesiones de directos, 11 mesas redondas, un panel creativo, un homenaje al cineasta de culto Antonio Artero, 17 sesiones de proyección en las que se podrán ver 99 obras de 94 autores, de las que 18 son internacionales y el resto, el 81,81 %, de aragoneses.
Destacar también la exposición en la CAI Luzán Portrait’s Project / Retratos de cine, de los fotógrafos, de Lara Albuixech y José Luis Pomarón, una selección de retratos del mundo del cine y la cultura en Aragón en los siglos XX y XXI.
Desde el 2010 hemos sido invitados por los Centros Penitenciarios de Zuera y de Daroca, donde tiene lugar un movimiento constante alrededor del cine (Daroca ha celebrado este año su primer festival de cine, el Daroca&Prisión Film Fest) y adonde llevamos una muestra de Proyectaragon bajo el nombre de “La imagen libre”, así como talleres de cine, siendo este año la animación el motivo central de la creación de un nuevo trabajo.
Ampliando las fronteras de esta itinerancia, se inició en el 2011 una vía de gran importancia en colaboración con el Festival de Cine de Huesca y AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el desarrollo), con un programa de cine aragonés seleccionado por ProyectAragon que forma parte de una muestra itinerante por festivales iberoamericanos, como son el Festival Internacional de Cortometrajes de Cine FENACO de Cusco (Perú), el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, FICVIÑA (Chile) o la Cinemateca de La Paz (Bolivia), el Festival de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), el Centro Cultural de España en Buenos Aires, el Festival de Kugoma en Mozambique, el Festival Internacional "Piriápolis de Película" en Uruguay, además del circuito de AECID por países como Cuba, Costa Rica y muchos más.
Las líneas de programación se han establecido y han ido creciendo en importancia año tras año, con proyecciones de actualidad, estrenos, obras inéditas de todo tipo de géneros (ficción, vídeo experimental, vídeo danza,…), un espacio específico para el documental, dedicado a la ingente cantera de documentalistas que ha dado y sigue dando esta región, los lenguajes almargen que exploran el territorio de propuestas narrativas y tecnológicas más novedosas y arriesgadas, la animación en todos sus campos, micro piezas que incluyen desde vídeos de ficción de un minuto hasta vídeo clips musicales, educaproyecta, el espacio dedicado a las escuelas que enseñan diferentes modos de contar una historia con imágenes en movimiento, las señas de identidad, o proyecciones de autores de especial importancia o proyección en el territorio nacional e internacional, como es el caso este año de Antonio Artero, un repaso a los mejores trabajos de los festivales invitados de estas y otras latitudes, como es este año el 22xdon Luis (Calanda, Teruel), dedicado al gran Luis Buñuel, el Festival Internacional de cine de Huesca, así como el programa De ida y vuelta de intercambio de programación y actividades con Le videograph (Toulouse, Francia), en la nueva sede del Centro Musical y Artístico Las Armas.
Las actividades paralelas, que se han ido incorporando y sumando año tras año, son para esta edición la actuación en Eve’s Bayou del grupo MA-gyar (collage sonoro), de Lord Sassafras, todo un clásico ya de nuestras inauguraciones, este año en La Casa Magnética, el ciclo dedicado al cine y la poesía, en FNAC, la exposición proyectAdos en Spectrum (de Ángel Gonzalvo y pierre d.la), encuentros, charlas y debates en torno a la imagen y la creación y el vídeo mapping, técnica de mapeado de edificios urbanos mediante el uso de 2D y 3D, que se incorporó a la muestra 2011 y que tendrá continuidad en esta nueva edición de la mano del colectivo Arstic en las sedes de Zaragoza Activa y Zaragoza Las Armas.
Este año 2012 la muestra incorpora una importante novedad gracias a la colaboración de la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento. Es la inclusión en el programa de un espacio específico para el desarrollo, la formación, el debate, el conocimiento, la puesta al día y en valor de las Nuevas Tecnologías aplicadas a la Imagen, el programa PROYECTA MEDIA, que abarca unas Jornadas de Arte y Tecnología, las Nuevas Fronteras Tecnológicas (con un taller de Realidad Aumentada y visita a las instalaciones del ITA en Walqa), los Formatos Urban Screens y el evento Pasarela Media Aragón Creativo.
Con un equipo de colaboradores sin cuya ilusión, profesionalidad y amistad, sería imposible sacar adelante esta muestra y que constituyen un pilar fundamental de la misma, como Oscar Baiges (diseño gráfico), Cine Maremagnum (vídeo), Café Continuo (web), Miguel Manteca (fotografía), Fran Muñoz (producción) y las nuevas incorporaciones de colaboradores como Alberto Bemposta, Ana Asensio, Eduardo Lahoz y Kike de Luis.
Desde los autores más noveles a los consagrados como Miguel Ángel Lamata, Paula Ortiz, Germán Roda, Jorge Blas, Emilio Casanova, Enrique Radigales o Javier Codesal, guionistas como Pilar Gutiérrez, Jorge Asín y Marisol Aznar, productores como Kike Mora, Gaizka Urresti, Javier Estella, José Ángel Delgado o Mirella Abrisqueta, críticos de cine y escritores como Daniel Gascón, Carlos Gurpegui, Ángel Guinda, Trinidad Ruiz Marcellán, Roberto Sánchez, Javier Hernández, Miguel Á. Ortiz Albero o Manuel Sánchez Oms, ilustres invitados de proyección nacional e internacional como Mirjam Struppek, Nuria Font, Xavier Crespo, Jordi Sánchez Navarro, David Deza, Fermín Gómez (LSLuz) o centros de creación audiovisual tan prestigiosos como Medialab Prado, Matadero Madrid y el futuro Etopia Centro de Arte y Tecnología de Milla Digital, nombres y datos que hablan por sí mismos de la creatividad y el empuje de todos estos autores y emprendedores que son, están y hacen desde Aragón.
Vicky Calavia
Directora de PROYECTARAGON
*La foto es de Robert Doisneau.
ESTHER CIUDAD: UN DIÁLOGO

[La organista Esther Ciudad Caudevilla, nacida en Ejea de los Caballeros, y formada en España y en el extranjero, realiza su primera gira por seis ciudades europeas. Hoy sale una pequeña entrevista con ella en ’Heraldo’: aquí está el texto completo. ]
¿Qué significa para ti esta gira europea?
Tiene muchos significados: por un lado, profesionalmente, es una oportunidad de mejorar, de enfrentarme a nuevos órganos con este repertorio y con un tiempo muy limitado de trabajo. Es algo sin duda complicado; en ocasiones, como sucedió en Viena, no tenía ayudante para registración. Desde el punto de vista personal es un reto, dejar a la familia, los hijos y a mi marido es algo que no llevo muy bien, pero enfrentarme a ello supongo que es bueno, las debilidades personales en momentos de soledad son más difíciles, pero hay que seguir. Y algo muy interesante y significativo es el aprendizaje de otros modos de vida, costumbres y tradiciones, especialmente musicales. Creo que va a ser un momento vital que me marcará, seguro, pero fundamentalmente, también, por el trato excelente y exquisito que estoy recibiendo, de sacerdotes, organistas y cualquier persona que hasta ahora me he encontrado.
¿Dónde vas a tocar, en qué condiciones, con qué expectativas?
En Estocolmo, Viena, Colonia, Milán, Roma y Estrasburgo. Mis expectativas son claras: la idea es trabajar duramente este repertorio, crecer como organista, aprender de todos cuantos me están ayudando, y hacer o intentar hacer buena música.
¿Cómo que se prepara el repertorio de una gira así? ¿Qué quieres ofrecer?
El repertorio (Buxtehude, Widor y Bach) que llevo es muy difícil, sobre todo Widor; llevo preparándolo mucho tiempo. El problema de estas obras es el momento de enfrentarte a órgano para el que no se ha escrito, aunque sea de la época. Luego hay que trabajar las obras despacio, muy lentamente en esos órganos para que todo esté en su sitio.
¿Habías hecho antes una gira así? ¿Con qué ánimo la haces?
No, es primera vez que hago una gira europea. Y nos es fácil. Al principio estaba más preocupada, pero ahora según pasan los días estoy más tranquila, y a la vez más feliz. Veo que es posible, y que cada día supero con tranquilidad los obstáculos de enlace de vuelos, de problemas de registración. En fin que después de este reto, casi cualquier cosa...
¿Algunas de las ciudades, y sobre todo esos lugares, catedrales e iglesias, tienen algún significado especial para ti?
En un principio no había ninguna relación, pero tras meses de contactos, relaciones personales y una generosidad impensable por parte de todos los que me han ayudado en cada ciudad y cada iglesia, creo que con todos voy a contraer una deuda impagable. Ahora son y serán parte de mi vida, y eso sí es especial. Creo que es la generosidad lo que me está impactando, algo inimaginable.
¿Recuerdas por qué elegiste el órgano?
En realidad, empecé con piano y sigo con él, y con todos los instrumentos de tecla. En especial, en este momento, con el pianoforte, gracias a mi marido, que colecciona estos instrumentos. Pero el órgano es algo que me cautivó desde pequeña, por su sonido y por lo que impacta su espíritu en la esencia del ser.
¿Qué dificultades entraña el instrumento?
Todas. Para llegar a ser un buen organista, hay que tener una buena técnica de piano para empezar. Luego hay que conocer y tocar un repertorio amplísimo, claro, y a partir del XVIII es muy difícil, además de la dificultad del pedal. A esto le añadimos que cada órgano es distinto: distancias, teclados, sonoridad, recursos técnicos del propio instrumento... Todo un mundo. El órgano no es como el violín, o el cello, y esto lo puede decir cada organista, no es un instrumento que conoces (claro, me refiero cuando sales a dar conciertos en órganos diferentes. Lo más difícil es adaptarse rápidamente al instrumento.
¿Qué le debe el órgano a Bach? ¿Es él su principal compositor?
Creo que todo. Bach es el final, la cúspide de toda una época desde el gótico hasta 1750. Es el gran maestro de la composición para órgano, el que supo entender como nadie su espíritu, su lenguaje. Después de Bach, todos le han copiado, lo han estudiado, lo han tenido como referencia, es el alfa y omega, o mejor omega y alfa.
¿De qué trabajos, músicos y álbumes, te sientes más satisfecha?
Me siento satisfecha de casi todo, todos los músicos aportan algo, y en este momento trabajo con muchos músicos de Zaragoza, buenos amigos y buenos músico. Tenemos muchas ganas de trabajar, solo faltan algunos medios.
Parece que el órgano tiene una gran presencia en la música aragonesa: de ayer, de anteayer y de hoy. ¿Es así? ¿Cuál sería la importancia y la presencia del órgano en nuestra tradición?
La importancia es más grande de lo que hoy en día se le da, era la única música que se escuchaba en según qué espacios, y en según qué poblaciones. Es parte de nuestra tradición. Lo que está claro es que por ejemplo aquí en Viena, donde estoy ahora, es la iglesia la que dinamiza casi la mayor parte de los conciertos, no han perdido esa tradición y las instituciones apoyan este buen trabajo, que aporta, cultura y economía a la sociedad
¿Cuál es la mayor locura que has cometido con el órgano?
Ser organista, je je es un gran locura
Hace no mucho se moría Gustav Leonhardt. ¿Era el gran maestro o tienes otras predilecciones?
Leonhardt fue indiscutiblemente el maestro del Clave, pero de órgano hay otros nombres: Michel Bouvard, en este momento, es una de las grandes referencias mundiales.
¿Cómo vives la experiencia de tocar en directo con el grupo de danza La Mov?
Es una experiencia muy interesante, emotiva. Aprendo de ellos, mucho: disciplina, método, trabajo, esfuerzo, profesionalidad, gusto por lo bien hecho. El escenario de los teatros es otro aspecto que me ha cautivado. Es otro mundo musicalmente hablando.
EL DESIERTO DEL FIN DEL MUNDO

LOS MONEGROS
UN HOGAR EN EL CENTRO DE LA NADA
“No existe, con datos objetivos y contrastados, ninguna otra zona o espacio físico en nuestro territorio nacional, y tal vez en toda Europa, que pueda siquiera compararse a las singularidades, novedades, rareza y riqueza biológicas que hoy están documentadas científicamente de Los Monegros”. He aquí un fragmento final del Manifiesto científico de los Monegros, firmado en 1999 por más de científicos de todo el mundo, preocupados por la conservación de este territorio de horizontes infinitos.
Los Monegros, que es el apócope de Montes Negros, es mucho más que esa imagen tópica de un espacio deslumbrante y turbador, solitario en apariencia y desértico, mayoritariamente desértico, que invita a la meditación y a la pintura al natural, como han demostrado una y otra vez artistas como José Beulas, José Ramón del Río o Aurora Charlo. La poeta Olga Bernad ha elaborado una feliz imagen en esta dirección al decir que este territorio “es una inacabable tortura horizontal de tierra seca”. Sin embargo, Los Monegros son un paisaje variado de contrastes y sobrecogedor: si es un llano en llamas en verano y helado y neblinoso en invierno, es necesario añadir que estas llanuras o estepas tienen barrancos, serranías, bosques y esas lagunas y saladas, donde destaca la de Sarineña, que es la capital de esta comarca que tiene una extensión de 2.764.40 kilómetros cuadrados y que comprende un núcleo de treinta y una poblaciones con poco más de 20.000 habitantes. A la laguna de Sariñena, que copia como un atlas cromático la mudanza incesante del cielo en cada hora del día y de la noche, se asoman las aves migratorias y posee una enorme riqueza de fauna y flora. Los científicos han constatado en Los Monegros la existencia de 5.400 especies biológicas y, más específicamente, de 120 especies de artrópodos nuevos para la ciencia, emparentados con otras especies de Asia Central y Oriente Próximo.
El escritor Javier Arruga ha publicado un libro reciente de viajes por Los Monegros, ‘En el país de los cucutes’ (Mira editores, 2010), el país de las abubillas, y los define “como el lugar más hermoso del mundo”. El mundo es tan ancho y fascinante que parece improbable que la afirmación sea precisa, pero en cierto modo tampoco es exagerada: Arruga es de Perdiguera, una de las poblaciones de la comarca, y su percepción está tamizada por el afecto, por la identificación y por la sinceridad del paseante y del cazador de luces y de sensaciones. Él ha verificado que Los Monegros son un espacio particular, acaso de espejismo y de fábula, casi irreductible, donde convive la modernidad de los nuevos regadíos con la aspereza y con una sensación de estar en el desamparo más absoluto, a las puertas del fin del mundo.
Cuando se alzan los cierzos airados y empujan a las capitanas, esas bolas de matorrales y briznas que van y vienen al capricho de las furiosas corrientes de aire, cuando se desata el aguacero o cuando se ofuscan las neblinas, estos parajes resultan un tanto apocalípticos. Y luego, con la bonanza, bajo esos celajes increíbles, soñados por la paleta de un pintor o por la imaginación desaforada de fotógrafos como Fernando González Seral (quizá el artista por excelencia de la luz de Los Monegros), el ambiente se vuelve tenso y calmo a la vez, y el viajero se queda a solas consigo mismo, sitiado por el silencio y la majestuosidad del llano.
Los Monegros son un espacio con leyenda y con historia: han estado habitados desde tiempos remotos, hay restos arqueológicos en abundancia y fósiles, a veces parece que la pintora Georgia O’Keefe se haya inspirado en sus osarios esparcidos, en las sabinas solitarias, en esos rostros de piedra, realmente humanizados, que parecen mirar hacia las nubes. Los Monegros han sido un camino para peregrinos de aquí y de allá, para romeros que desconocían la prisa, y han sido visitados por jinetes de fama, por ejércitos del moro viejo, por criaturas ilusorias como Don Quijote, que atravesó sus secarrales y balsas en dirección a Barcelona, o por aquel “cura de Almuniaced”, que concibió José Ramón Arana para contar el impacto de la guerra civil en un lugar como Monegrillo. Y han sido el territorio de escaramuzas del bandido Cucaracha, Mariano Gavín, nacido en Alcubierre, que se movió a sus anchas entre 1870 y 1875: atemorizaba a los poderosos y repartía dinero con los pobres hasta que fue atrapado y tiroteado por la Guardia Civil. Su historia ha sido uno de los grandes éxitos de Los Titiriteros de Binéfar, distinguidos con el Premio Nacional de Teatro.
En suelo monegrino, en Poleniño, murió tras una letal lanzada Alfonso I ‘el Batallador’ (1073-1134), ese monarca melancólico que miraba el mundo con escepticismo tras haber vencido una y otra vez a los moros y haberles arrebatado Zaragoza y Huesca; en Bujaraloz, en pleno páramo limpio, nació el cosmógrafo Martín Cortés (1510-1582), autor de ‘Breve compendio de la esfera y del arte de navegar’, que fue un manual de la Armada Invencible y se utilizó hasta anteayer prácticamente. Y en Villanueva de Sigena vino al mundo el sabio e iconoclasta Miguel Servet (1511-1553), impresor, médico, teólogo, geógrafo y, ante todo, un defensor de la libertad de conciencia y de la libertad de expresión; murió en la hoguera en Ginebra como consecuencia de sus ideas sobre la Trinidad y el bautismo expresadas en su libro ‘Restitución del Cristianismo’, que tanto disgustó a Juan Calvino.
En cierto modo, en esta inicial travesía casi a salto de caballo por la historia con nombres, nos hemos ido hasta uno de los límites de Los Monegros: las tierras sijenenses, donde se asienta quizá la joya del patrimonio arquitectónico de toda esta zona como el monasterio de Santa María Reina, femenino y de estilo románico con transición al gótico y al cisterciense, fundado en el siglo XII. Posee valiosa pintura mural y una techumbre mudéjar que justifican este viaje no demasiado largo; antes de ser incendiado en la contienda bélica del 36 era más espectacular. También en Villanueva está la Casa Natal de Miguel Servet, convertida en museo y sede del Instituto de Estudios Sijenenses.
Este conjunto artístico y monumental es el más relevante de Los Monegros con la Cartuja de las Fuentes, que pertenece al municipio de Sariñena y que está a once kilómetros del casco urbano y muy cerca también de Lanaja. Fundado por los Condes de Sástago en 1507, estaba dedicado a la Virgen de las Fuentes. Fue reconstruido en el siglo XVIII y allí vivió y pintó fray Manuel Bayeu, cuñado de Francisco de Goya, que también pintó en el monasterio de Sijena y en el santuario de Farlete. Ahora suele abrir los domingos y es una visita obligada: campa en medio de la nada, murado y señorial, como una mansión decrépita de ladrillo de otros días de gloria.
Los Monegros están situados entre la Hoya de Huesca, el somontano de Barbastro, más exuberante y rico en viñedos, el Bajo y el Medio Cinca, y las tierras zaragozanas regadas por el Ebro. En realidad, este secarral tan peculiar está surcado por tres ríos: el Cinca, el Gállego y el Ebro. Podría decirse que empiezan a unos cincuenta kilómetros de Zaragoza y que si tomamos en dirección a Perdiguera, donde está el célebre Monte Oscuro de 812 metros de altitud que impresionó a Orwell, recorreríamos pueblos como Leciñena, Alcubierre (que ahora posee un atractivo campo de regadío), Lanaja o Sariñena; si tomamos la dirección de Aljafarín y Bujaraloz nos encontramos con Farlete, Monegrillo, Castejón de Monegros, La Almolda...
En ambas direcciones hay que salirse de las vías principales e internarse por las carreteras secundarias para asomarse a Tardienta, a Grañén, a Lalueza, a Capdesaso, a Torralba de Aragón o, entre otras localidades, a Robres, que se ha significado en los últimos años en la vindicación de la memoria de la guerra civil y de algunos de sus visitantes más célebres como Georges Orwell, la enfermera y escritora Agnes Dogson o el fotógrafo Robert Capa, que tomó muchas fotos en el Frente de Aragón. La comarca de Los Monegros, en complicidad con el programa ‘Amarga Memoria’, ha realizado una importante labor en la recuperación de los escenarios de las batallas, de los búnkers y de las trincheras.
Si elegimos la dirección del sur, podríamos salir a Peñalba, a Valfarta, Albalatillo o Sena. En realidad, Los Monegros invitan al extravío, al merodeo: el viajero debe internarse en los pueblos y en los caminos, muchos de ellos perfectamente señalizados. Pero, en el fondo, lo mejor es dejarse ir: seguir las calzadas, las pistas, y empezamos a darnos de bruces con lo que andábamos buscando: esos farallones de piedra que parecen tener rostros humanos, como sucede con ‘abuelo Marcén’ en La Gabarda, cerca del embalse del mismo nombre; esos senderos que avanzan sinuosos hacia la sierra o los bosques como ocres culebras; esas colinas y peñascos con fardachos (lagartos), águilas reales, zorros; las sábanas inagotables de matorrales que condensan la soledad, el olvido y el paso del tiempo.
Hay que dejarse ir hacia los distintos pueblos, algunos de colonización, que tienen aroma mudéjar o el aroma silvestre a tomillo y romero, manzanilla y sabina del paisaje. A veces, hay tantas direcciones que el propio paisano tira del sentido del humor y de la somardería: “Se perderá, señor. Camino no hay”. En realidad, Los Monegros son el camino. Aquí se celebra todos los años, desde 1994, el Monegros Desert Festival, entre Candasnos y Fraga, y es todo un acontecimiento mundial en el campo de la música electrónica. En su paleta de estilos se encuentran el techno, el hip-hop, drum anb bass, minimal, y proliferan todos los años los disc jockeis.
El llorado José Antonio Labordeta rindió homenaje a estos solares con un poemario, ‘Monegros’, y como actor de un documental de Antonio Artero. Resumió: “De esta tierra hermosa, dura y salvaje, haremos un hogar y un paisaje”.
*Todas las fotos son de Fernando González Seral, el fotógrafo por excelencia de Los Monegros con parada y paisaje en Leciñena.
HOY, BIBIBLIOTECA DE ARAGÓN, CITA CON CONCEPCIÓN DE ESTEVARENA
[Esta tarde, a las 19.00, en la Biblioteca de Aragón se presenta el libro ‘Silenciosa es la noche’ de la poeta sevilla Concepción de Estevarena (1854-1876), un libro que lleva una introducción de Luigi Maráez y un epílogo de José Luis Melero. El acto contará con la presencia de Ángel Guinda, de Pepe Melero, de Luigi Maráez y de la cantante y compositora turca Âlime Hüma, que ha musicado uno de sus temas. Pongo aquí la introducción al libro y el texto de Pepe Melero. Más abajo están tres poemas de Concepción de Estevarena, del que escribió una biografía Jesús Pedro Juanín.]
INTRODUCCIÓN DE LUIGI MARAEZ
A Concepción
Todo en lo romántico es grande,
la vida, la muerte, su drama...
El exceso donde los torpes frivolizan lo sagrado,
el insondable abismo que solo a algunos
es concedido contemplar, en toda su magnitud.
Sin duda un misterio, un enigma casi, el silencio vertido sobre la breve flor que fue la vida de nuestra protagonista, Concepción de Estevarena; apenas un hilo de luz entre el polvo de la memoria, rescate del olvido por avatares de un destino caprichoso siempre con los hijos del Arte.
Nos encontramos ante la obra de una mujer singular, con todos los alicientes de personaje romántico, en toda la extensión de su drama; sensibilidad exquisita, preclara inteligencia de mujer, formada y culta, no olvidemos su estrecha relación con los círculos intelectuales de la época, el propio Isaac Albéniz participa en el homenaje póstumo del que se da noticia en el periódico madrileño de “ La Época”, (ocho de noviembre de 1876), celebrado en la tertulia madrileña de la baronesa de las Cortes, lugar y acontecimiento donde se decide publicar sus versos.
Asidua asistente a las veladas poéticas de la familia Velilla en Sevilla, mantiene una poderosa y fraternal relación con la poeta y escritora Mercedes Velilla y Rodríguez, como así lo manifiesta no solo el que sería prologuista de su único libro, “Últimas Flores”, José Velilla, hermano de aquella, sino también el propio Luis Montoto en el prólogo de la edición de 1918, dedicada a José Velilla. Montoto escribe: “Un día, su compañera inseparable, la ardiente poetisa Concepción de Estevarena,(...), partió a tierras remotas, (...) Algo del corazón de Mercedes partió con la gentil cantora. La despedida fue eterna...
Pero no nos engañemos, no estamos ante la melodramática, ingenua imagen de la joven “poetisa” desdichada, banal amaneramiento, terreno fácil para lo sentimental, sino ante la obra de una verdadera poeta, a la que la enfermedad, tuberculosis, (mal del siglo), no concedió el tiempo necesario de vida para desarrollar su obra. Es de remarcar el trasfondo, la herencia de lo perceptivo, de la llamada Escuela Sevillana, pues a medida que uno avanza en la lectura de su credo poético, poderoso y de fuerte convicción, surgen interrogantes de grave magnitud ante la más que evidente resonancia becqueriana, la concordancia de temas, así como el modo de abordar las preguntas trascendentales sobre la vida y la muerte.
Comparte con lo becqueriano, la plena conciencia de una existencia breve, la muerte cercana, presentida, y todo gira como aquella otra vida, ante una experiencia poética real, sincera, contemplada desde la fugacidad de los días, el futuro es apenas la proximidad de un nicho.
¿Nos hallamos ante una simple y natural idiosincrasia sevillana, o es acaso una influencia directa del autor de las Rimas? ¿Cómo llegó Bécquer a nuestra protagonista?
Sabemos que la primera edición de las Rimas se produce en 1871, justo un año después de la muerte del romántico sevillano. Faltaban cinco años aún para el fatal desenlace de nuestra poeta. Sin duda es un tema apasionante, pues aunque la poética de Concepción Estevarena, es personal y en nada imita al Genio, es sin embargo casi imposible no encontrar el rastro, la estela luminosa que se desprenden de unos textos, tan cercanos en el modo y la forma de expresar el trasunto poético. No obstante, no es este el lugar para iniciar un estudio comparativo, el propio lector atento, podrá observar lo aquí esbozado.
Ésta selección del libro de poemas “Últimas flores”, libro póstumo y único publicado, de la obra de Rafaela María de la Concepción de la Trinidad Estevarena Gallardo, Concepción Estevarena, al año de su fallecimiento en Jaca (1876) es una invitación al estudio y revisión de una obra que se atisba en lenguajes y texturas de poesía escrita con mayúscula.
Foto de Alex Howitt.
LA POETA QUE MURIÓ EN JACA
Como tantas veces ocurre, el azar puso en mis manos el único libro de versos de Concepción de Estevarena, la poeta sevillana que murió de tuberculosis en Jaca, a los veintidós años, en 1876. El libro, Últimas flores, se editó en Sevilla al año siguiente y es de una gran rareza. Contaba Jesús Pedro Juanín, uno de sus biógrafos y editores más entusiastas, autor en 1999 de un libro sobre nuestra poeta, El último viaje, que Manuel Giménez Abad, el político jacetano asesinado por ETA, poseía uno de los pocos ejemplares que se conservan de ese libro, que fue el utilizado por Juanín para preparar el suyo sobre Estevarena. Todo en ésta fue romántico: su vida, sus versos y su muerte. Quedó huérfana de madre antes de cumplir los dos años y cuando su padre, hombre severo que le prohibía escribir poesía, murió en 1875, Concepción de Estevarena -que tuvo que pedir limosna para poder enterrarlo- viajó a Jaca a vivir con un pariente suyo, Juan Nepomuceno Escacena, chantre de la Catedral, que la acogió con los brazos abiertos. Antes, en Sevilla, había frecuentado la casa de la poeta Mercedes de Velilla, y en ella conoció y disfrutó de la amistad del escritor Luis Montoto, que prologaría en 1918 las poesías póstumas de ésta. Precisamente sería el hermano de Mercedes, José de Velilla, uno de los más conocidos dramaturgos de la segunda mitad del siglo XIX sevillano, quien escribiría el prólogo para las Últimas flores de Estevarena. En Jaca vivió los últimos once meses de su vida. Cuenta Velilla que un día Concepción fue con Escacena a visitar el cementerio. Al preguntarle éste qué estaba mirando, ella le contestó: “miro cuál de estos nichos me tocará a mí”. Romántica y desdichada hasta el final, escribió en uno de sus poemas jacetanos: “Porque miro dolores y miserias / me pesa haber nacido”. Por quitarse ese peso de encima murió tal vez tan joven.
*José Luis Melero (Publicado en Heraldo de Aragón, 3-II-2011).
MISTERIO
Silenciosa es la noche: las campanas
con causa y gravedad su voz elevan,
y de las doce el último sonido
al extinguirse en el espacio tiembla.
Un instante no más ha separado
el año que termina del que empieza;
un instante no más, también, separa
la vida humana de la vida eterna.
Un año confundido entre las sombras
en el dormido mundo se despierta;
¡quién sabe lo que guarda en sus momentos!,
¡quién desgarra el misterio que lo encierra!
Para mí, que temblando lo recibo,
¡quién puede adivinar lo que reserva!
Acaso las auroras de sus días
me anuncien horas de amargura inmensa,
y las trémulas horas de sus tardes
noches de afán y luchas como ésta:
noches en que el pasado que ya ha muerto,
el porvenir que mi esperanza crea,
y el presente, que miro con enojos,
como ahora rodarán por mi cabeza.
Tiempo, que has de pasar, yo ambicionara
impulsar con mis manos tu carrera,
y al par es tanto el miedo que me inspiras
que con afán quisiera detenerla.
Año fugaz, que empiezas tu dominio
a la indecisa luz de las estrellas,
lágrimas, risas, ambiciones, luchas,
consigo arrastrará tu indiferencia:
en ti la humanidad, tras de la dicha,
cual siempre, correrá cansada y ciega,
no comprendiendo que el que ciego nace
aunque brille la luz no puede verla.
Así es la humanidad, dueña y esclava:
mas yo, triste de mí, ¿qué soy en ella?
¿Qué es en el huracán embravecido
un leve soplo que en sus alas lleva?
Año, que has de pasar, en tus momentos,
que han empezado a resbalar apenas:
o abrume mi cabeza la ventura,
o mi cuerpo infeliz cubra la tierra.
Sevilla, septiembre 1874
EL REALISMO DE ANTONIO CAZORLA

[Nota de José Enrique González] Galería artelibre organiza por sexto año consecutivo la Exposición de Arte Contemporáneo Realista e Hiperrealista con titulo "Algo más que realismo..." Nos conplace informarle sobre el evento, una de las Exposiciones de mayor calidad que se realiza en España y deseamos invitarle a su inauguración que será el próximo 15 de Noviembre a las 20 horas en la Sala de Exposiciones de la Agrupación Artística Aragonesa, al acto de inauguración entre otras personas, participara el director de la Fundación de las Artes y Director del Museo MEAM (Museo Europeo de arte Moderno) de Barcelona.
En el mismo acto se presentara el Libro-Anuario "Arte y Libertad VII", un anuario de artistas donde participan 110 artistas de primerísimo nivel, con una calidad y encuadernación extraordinaria.
SARA RUIZ LEE 'CARIÑENA'

SARA LEE, EN LOS PIRINEOS, LA NOVELA ‘CARIÑENA’
La turiasonense Sara Ruiz, una gran exploradora de caminos y montañas, compañera de Eduardo Viñuales, lee en un refugio de los Pirineos mi novela ‘Cariñena’, la crónica de diez días en la vendimia en octubre de 1978, poco antes de que se aprobase la Constitución. Con este libro me están pasando cosas que no me habían pasado con ninguno de los anteriores: ni con ‘El paseo en bicicleta’ (Olifante, 2011), ni con ‘Golpes de mar’ (Destino, 2006) ni con ‘El testamento de amor de Patricio Julve’, que ha reeditado con primor Xordica en 2011. Me ha escrito más gente que nunca... Sara no me ha escrito, pero su chico me envía esta foto; hace un instante acabo de atizar el fuego. Sara es una gran experto en gastronomía.
JOSÉ VERÓN, HOY EN PORTADORES
[Esta tarde, martes seis de octubre, José Verón Gormaz presenta su nuevo poemario, ’Ritual del visitante’ (Olifante) en Los portadores de sueños; lo acompañará su editora Trinidad Ruiz-Marcellán y el poeta y profesor Joaquín Sánchez Vallés. Por un error, ayer en Heraldo se anunciaba que era el lunes: ayer se presentó ’Silenciosa es la noche’ de Concepción de Estevarena; la presentación de José Verón, medalla de San Jorge de las Cortes de Aragón, es hoy martes, a las 20.00.]
TÍTULOS
“El dolor dicta poemas: nuestro mundo es tan doloroso como una enfermedad”
“La poesía es un enigma que me ha dado una visión más cercana de la realidad”
“Ir hacia el poema es como saltar al abismo. Y eso siempre impresiona”
“Más que mensajes del más allá, el poeta oye mensajes del más acá”
SUBTÍTULOS
José Verón publica el poemario ‘Ritual del visitante’ (Olifante) que presenta hoy martes 6, a las 20.00, en Los Portadores de Sueños
Escribe una novela sobre Marcial, ‘Las puertas de Roma’ (Mira)
FICHA:
Ritual del visitante. José Verón Gormaz. Olifante, ediciones de Poesía. Zaragoza, 2012. 90 páginas.
Las puertas de Roma. José Verón Gormaz. Prólogo de José Luis Corral Lafuente. Mira editores: colección Sueños de Tinta. Zaragoza, 2012. 196 páginas.
¿Qué es poesía? Dice el poeta, medalla de San Jorge de las Cortes de Aragón y Premio Nacional de Fotografía: “La poesía es misterio, adivinación, conciencia, ejercicio de palabras... y muchas cosas más. Entre otras cosas, es una forma de expresión de la realidad, una transformación de las percepciones y de los sentimientos propios, incluso del dolor más íntimo, en belleza escrita y en misterio”.
Olifante. “Publicar en Olifante algo muy especial para mí. Olifante es una gran editorial de poesía. Sus ediciones son muy cuidadas; en ella han publicado excelentes poetas. Trinidad Ruiz-Marcellán, la editora, merece todos los elogios. Actualmente publicar poesía y editarla con tanto esmero es toda una hazaña”.
LA ENTREVISTA
¿Quién es José Verón Gormaz: un poeta que hace fotos o un fotógrafo que escribe poesía?
Soy un poeta que hace fotografías. A veces siento que el poema y la imagen son manifestaciones diferentes de un mismo asunto, aunque sé que eso no es exactamente así.
¿Qué lugar ocupa y ha ocupado la poesía en su vida?
Un lugar básico. La poesía, además de un modo de expresión, es una forma de conocimiento y como tal me ha influido. También me ha proporcionado cierto sentido ético, incluso una visión mas cercana de la realidad.
¿Es un poeta intuitivo o reflexivo? ¿Cómo nacen sus poemas?
Muchos de mis poemas nacen de la reflexión, pero también los hay que surgen como un relámpago. No acudo a normas y mis hábitos cambian según las circunstancias. La creación poética es en parte un enigma. Lo que me parece incuestionable es el trabajo, la elaboración del poema. La poesía es un oasis o una reserva de la Naturaleza que pone a disposición de los lectores la otra realidad.
¿Qué poetas le han marcado, qué poetas le marcan?
Me gusta leer poesía; leo (y he leído) sin pausa. Sin embargo, distingo entre los poetas que me han influido y los que me agradan, pero sin ningún tipo de influencia. Entre los primeros puedo citar a Quevedo, Juan Ramón Jimenez, Yves Bonnefoy, Ezra Pound, T. S. Eliot, José Ángel Valente... Entre los segundos, a Allen Ginsberg, Antonio Machado, Ginferrer, Omar Khayyam... Y merece una mención especial mi paisano Marco Valerio Marcial...
Del que publica una novela: ‘Las puertas de Roma’ (Mira editores).
Sí. Está prologada por José Luis Corral. Marcial es epigramista y el epigrama es una forma poética muy adecuada a nuestra época, como lo fue en la Roma de Nerón y Domiciano. El libro sucede en Roma y también en un café actual donde se produce una tertulia literaria que da pie a la evocación.
¿Cómo se transformó en libro ’Ritual del visitante’, que edita Olifante?
Tras un periodo largo y dificil (1997-2009), quedó completa y publicada mi trilogía ‘El tránsito y la duda’. Me sentí exhausto, desorientado, sin saber qué camino tomar. El cambio de registro fue poco a poco cumpliéndose, hasta que empecé a estar de acuerdo con mis versos. En agosto de 2010, en la Casa del Poeta, bajo el castillo de Trasmoz, concluí este poemario, que todavía necesitó un ligero repaso y un pequeño reposo.
Aquí están muchos de tus temas. Por ejemplo: el paisaje. ¿Qué le debe al paisaje?
Cuando estoy en él, me siento parte del paisaje, una sensación panteísta, tal vez primitiva, que me acerca al universo inabarcable. También en el paisaje urbano me siento parte de él. Al paisaje le debo más de lo que puedo expresar.
Por ejemplo: el lenguaje. ¿Cómo es su historia de amor y desamor con las palabras?
La palabra es el elemento fundamental de esta historia de amor. El desamor surge de otros factores ajenos a ella.
En ‘Ritual del visitante’ están la vida interior, el eco de la enfermedad o la sombra del cáncer, el estupor de existir.
Soy un poeta que ha sufrido y vivido lo mismo que las personas que no lo son. Amo la vida, pero sé de mis limitaciones. Me gustan el Arte y las Letras, la música, el buen vino, los paseos por el monte y por la ciudad, las damas, la tertulias, mi familia... Todo esto y cierto estoicismo natural me han ayudado a caminar tanto con sol como con niebla.
¿Cuántos versos le ha dictado el dolor y la proximidad de la muerte?
Es cierto, ambas circunstancias me han impulsado a escribir poemas. Pero también el dolor ajeno, tan cercano, y tan lejano, tan palpable. Nuestro mundo es tan doloroso como una enfermedad. O más.
Hay una invocación al papel en blanco. ¿Le ha dado en algún momento miedo escribir?
Más que miedo, respeto. No obstante, el poema al que alude es, tal vez, el más expresivo del libro. Si mal no recuerdo, termina así: “Invoco a la palabra para sentir la realidad que tantas veces desconozco”. Hay ocasiones en las que ir hacia el poema es como saltar al abismo. Y eso siempre impresiona, aun sin padecer vértigo.
Habla mucho de la música, del canto, de los rumores. ¿Oyen voces los poetas, mensajes del más allá?
Más que mensajes del más allá, se oyen mensajes del más acá. La música es una suerte de alimento espiritual, una fuente de sensaciones y sentimientos. Los rumores y las voces están dentro de nosotros y hay que escucharlas.
ANTONIO ARTERO: UNA CONVERSACIÓN

[Antonio Artero (Zaragoza, 1936-Madrid, 2004) es objeto de un homenaje en ProyectAragón. Conversé en su casa en 1996; esta entrevista se publicó en ’Vidas de Cine’ (Ibercaja, BArc). La rescató ahora.]
Antonio Artero fue de niño el hijo de la repartidora del pan. Su padre murió un poco antes de su nacimiento y él nunca conoció los secretos de una familia convencional. Ni siquiera estaba bautizado, lo que lo llevó a vivir con cierto disimulo. “Ella era republicana y muy antifranquista, claro”. De ahí brota su primer recuerdo: cuando tenía tres o cuatro años iba –con una familia de verduleros que lo había recogido- a visitar a su madre que estuvo presa durante seis meses en la cárcel de mujeres de la calle Manifestación y siempre le llevaban naranjas. El verdadero tesoro de su niñez, además del libro Corazón de Edmundo de Amicis que le regaló una profesora a los siete u ocho años, era aquel cine que Artero hacía con sus amigos en casa o en la calle, con tiras de los tebeos de Roberto Alcázar y Pedrín o El guerrero del antifaz.
-Cogíamos un tebeo, lo recortábamos y lo íbamos pegando en tiras, a veces incluso por atrás. Y luego lo enrollábamos en dos palos de polo de helado. Y a la caja le hacíamos un rectángulo, a modo de pantalla. Metíamos los palos por el interior de la caja y los íbamos haciendo rodar. Así le podíamos dar continuidad a la aventura. Al final, mi madre viendo mi gran afición, con diez u once años me compró un cine Nic con proyector y un buen puñado de películas más bien absurdas.
La vocación cinéfila de Antonio Artero había nacido en las tardes del Iris o del Monumental, en aquellas sesiones infantiles de cine del oeste.
-Vinieron unos amigos republicanos de mi madre de Barcelona, que habían sido represaliados y desterrados en Zaragoza, y el día de Navidad nos llevaron a mí y a mis amigos al elegante El Dorado a ver la primera película de Walt Disney, Blancanieves y los siete enanitos, a mediados de los años 40. Aquella cinta me golpeó mucho: era una película de terror absoluto que me provocó pesadillas. Por su color, por aquella madrastra tan mala. Pero en realidad, yo llegué al cine más bien por los tebeos porque el cine estaba muy lejano, luego aquel lío de las toleradas y no toleradas, y sobre todo por el juego de la caja de zapatos.
Una vez acabado el bachillerato, trabajó de botones en una oficina, luego en laboratorios Ártica de papillas y finalmente en el Banco de Bilbao. Sus inquietudes artísticas iban en aumento, de tal forma que frecuentaba una tertulia en el café Baviera con otros amigos como Ángel Azpeitia.
-Éramos víctimas de las ironías de Miguel Labordeta, que nos llamaba La Deposición. Nosotros surgimos por oposición al café Niké, del que decíamos que lo formaba un grupo de dinosaurios. Fundamos un teatro de cámara, el Cigarral. A Niké lo considerábamos lo establecido, el orden. En esa época estrené mi primer corto, La Herradura, sobre la Base Aérea Americana y lo presentó con valentía Guillermo Fatás Ojuel en el Cineclub de Zaragoza.
Artero acabaría pasándose a la tertulia DEL Niké, pero por aquellos días, en que ya se empezaba a pedir en la taberna la botella de vino con cacahuetes, veía a José Luis Borau que hacía peña vespertina en Casa Félix con José Pérez Gállego y Eduardo Fauquié, o iniciaba su amistad con José Luis Pomarón.
-Pomarón fue esencial para mí. De él aprendí técnica, aprendí a manipular una cámara. Era un técnico estupendo y un gran artesano. Yo creo que es el Hombre del cine en Zaragoza y apostó muy fuerte con Moncayo Films. ¿Víctor Monreal? Creo que son incomparables. Era un buen fotógrafo, un excelente profesional, pero no tenía el talento creador de Pomarón. Yo trabajé con éste como actor en El deseo de cristal. Algo más tarde, gané el premio de guiones Club Cinemundo. Te daban un dinero con el que podías hacer tu primera película, que fue Lunes, donde abordaba un timo de pisos que había vivido muy de cerca en la Zaragoza de los 50. En esa época ya me había pasado a Niké.
-Agregue su particular visión a la leyenda del café.
-Niké era un lugar de encuentro sin declaración alguna, sin programa. Los que andábamos por allí teníamos el estigma del marginado. Éramos sospechosos: sospechosos políticos, sospechosos poéticos, sospechosos sexuales, sospechosos pictóricos. Todos estábamos bajo sospecha. Y no es que el Niké fuera unitario, salvo en lo que concernía al rechazo al régimen. ¿Cuál fue la suerte del Niké? Pues que hasta el actual Rey, que también era un sospechoso iba allí casi todas las tardes a tomarse su té con pastas. Iba y se sentaba en la misma silla en que lo hacía Julio Antonio Gómez. Siempre nos lo contaba el camarero Ernesto, que era muy entrañable y muy alcahuete, “ha estado esta tarde con su hermana la ciega”, nos decía.
-Ha hablado de Julio Antonio Gómez...
-Sí. Qué puedo decirle. Murió de amor. Era la inmensidad, un hombre muy inefable. Todos conocemos su vida exterior; su vida íntima era infinita, era como una zambullida en el abismo.
-¿Qué relación mantuvo con Miguel Labordeta?
-Miguel Labordeta era cualquier cosa menos el poeta provinciano que algunos creen. Él nos traía esos poetas desconocidos y despreciados como Vladimir Maiakovski o César Vallejo. Sabía antes que nadie lo que estaba pasando en Europa o en el mundo en la poesía. Fue un magisterio continuo para mí, como lo fueron Manuel Rotellar, el citado Pomarón o Eduardo Faquié. Le dediqué a finales de los 80 una Biografía interior en TVE en la que intervenían su hermano José Antonio Labordeta, su hija y sobrina de Miguel Ana.
Artero ya estaba inmerso en la vorágine de la curiosidad, de las artes y del compromiso. Y eso le llevaba a frecuentar París siempre que podía. Visitaba a los exilados o la Cinemateca.
-Yo quería cambiar el mundo. Son esas cosas absurdas y maravillosas de los 18 años, aunque sigo pensando lo mismo. Empecé escribiendo una obra de teatro que envié al premio Lope de Vega, pero pensé que el cine podía llegar a más gente y ser más eficaz. Mi madre solía decirme: “Hijo mío, juegas contra los americanos y no tienes nada que hacer. Vas a perder”. Pero el cine me apasionaba cada vez más y me había propuesto estar en el mundo a través del cine.
El paso siguiente, en los primeros 60, fue dejar el Banco y trasladarse a Madrid, a la Escuela Oficial de Cine. Allí coincidió con Berlanga, Saura, Borau, Claudio Guerín, Pilar Miró. Volvió a dar muestras de su inconformismo, de su heterodoxia pertinaz.
-Realicé, entre otros trabajos, el corto Doña Rosita la soltera, que me cortó Fraga. Yo quise meter unas cuñas que situasen aquel drama, una crítica de la educación sentimental condicionada por la I Guerra Mundial, las famosas huelgas, la Semana Trágica de Barcelona. La obra es muy necrofílica. Pues bien, quise meterle unos apuntes del No-Do y de un documental de Fernández Cuesta, Vivir en Madrid, realizado por oposición al de Fredéric Rossif Morir en Madrid, pero Fraga cercenó esas cuñas.
-Borau tuvo un detalle muy hermoso con usted...
-Tengo una muy buena relación con él. Él mandaba una crítica para la última página del Heraldo de Aragón y a veces me encargaba a mí que la hiciese yo y firmaba Interino. Pero no sólo eso: cuando iba a pagar mi matrícula en la Escuela, siempre me decían: “Su matrícula ya la ha pagado el Señor Borau”. Él sabía de mis apuros económicos. Borau es una persona muy delicada y exquisita, de una bondad indescriptible. Siempre he sentido agradecimiento. Ni siquiera tienes que humillarte ni él deja que te humilles. Hay una cosa curiosa: Borau y yo fuimos los únicos que terminamos la carrera en tres años en la Escuela, que por otra parte era como una especie de espejo deformado del Niké, otro lugar de encuentro de marginados y sospechosos que solían cometer barbaridades. Y terminé la carrera porque necesitaba méritos para empezar a trabajar y ganar algún dinero. Estaba acuciado por el hambre, esa es la verdad.
Y para que no faltase la polémica que siempre acompañó su trayectoria, Artero era vigilado de cerca por el coronel Fernández Posada, del Servicio de Investigación Militar, quien descubrió que al joven cineasta le habían falsificado (y regalado) en Zaragoza el certificado de Reválida. Le hicieron un juicio en Zaragoza y fue expulsado, aunque cuando se hizo efectiva la sentencia ya había terminado los tres años de estudios en la Escuela, con espléndido aprovechamiento. Paradojas de la vida: su buen rendimiento académico le hizo acreedor de una beca para ir al festival de Cannes. Serrano de Osma, que era el decano, lo llamó al despacho y le dijo: “Con mucho dolor de corazón, no nos queda más remedio que darle la beca a usted, Artero. Pero no diga usted nada, que lo conocemos”. Y él, dulce e iconoclasta, lo decía todo.
-¿Cómo iban a amordazarme? Me preguntaban en Cannes cómo estaba el cine en España. “¿Cómo va a estar?”, les contestaba. “Está fatal, terrible. ¿Qué puede dar el franquismo en cine o en nada? La gente está luchando contra eso. Y lo que hay es el producto de la lucha a muerte contra el franquismo”. Claro, ya la había armado. Pero había muchos compañeros que me apoyaban. En la Escuela iba haciendo cosas: Trabajos de adolescente con una referencia explícita al fusilamiento de Grimau, que fue por entonces, Viaje de bodas, basado en un texto de Cesare Pavese. Yo creo que era un terrorista conceptual y sigo siéndolo todavía. Y empezaron a llamarme los productores y así pude hacer mi primera película, El tesoro del capitán Tornado, que me estropeó la censura. Era un filme infantil de gánsters y piratas. Ya no existe porque el Ministerio, con un aragonés al frente, Pascual Cebollada, lo destrozó. Cebollada ejercía el terrorismo de estado, era el censor máximo sobre todo del cine infantil. Ordenó un remontaje y yo saqué mi firma del filme. Al final hubo una pequeña traición de otro aragonés, Raúl Artigot, y él asumió la cinta como suya. Hizo mal en colocar su firma y no decirme nada, pero eso ya pasó hace años y no tiene importancia.
Unos meses más tarde, en la reunión de los Clubs de Cine que se celebró en Sitges, Artero insistió en su apuesta por un cine más radical –de allí saldría una especie de manifiesto “por un cine más independiente, al margen de las estructuras sindicales, estatales e incluso industriales, y por la absoluta libertad en la expresión cinematográfica”- que iba a cristalizar en Blanco sobre blanco (una proyección sin película en una pantalla completamente blanca) y en Del tres al once, un cortometraje hecho con las guías de proyección de dos rollos que le había regalado Pablo del Amo.
-El primero era una reflexión del cine, qué son las sombras chinescas y también sobre la destrucción del discurso representativo del cine. El segundo era una meditación sobre lo que no se ve, lo que se escamotea al espectador. Yo recuerdo que en el viejo Iris daba saltos de alegría cuando veía aquellos inicios de la película con colas, con números, con rayas. Decía: ¡Qué bonito! Esa experiencia cristalizó en el documental Monegros, cuando se decía aquello de “Atención, atención”.
-Monegros fue muy elogiado. ¿Qué pretendió hacer?
-El documental no es un documento. Siempre hay una mediación, que es la cámara. Yo cogí una realidad arquetipada y, a diferencia de lo que hizo Buñuel en Las Hurdes, quise ofrecer una negación de la realidad. Yo creo que al cineasta le es imposible dar la realidad. Con Monegros quise negar la existencia del documental.
Pero desde entonces, Artero ha seguido trabajando con pausas, con problemas de producción y con la misma osadía. Ahí están Trágala perro (1981) con Amparo Muñoz, un filme acerca de la apariencia y la superchería a través de la figura de Sor Sulpicio, y su última cinta, Cartas desde Huesca, con Fernando Fernán Gómez y Myriam Mezieres.
-Es una película que partió de Los papeles de Aspern de Henry James, en el que quise expresar el rechazo a la cultura como mercancía. El viejo anarquista se suicida antes de entregar los poemas póstumos al editor y después de haberlos quemado. Fue un homenaje a los viejos anarquistas y quise ofrecer una visión anarquista de la cultura, de la que me siento muy cerca. Odio la cultura como escaparate.
-Lo habíamos detectado. ¿Qué le queda por hacer?
-Mi gran sueño es el ‘Pedro Saputo’ de Foz, del que ya hice un fragmento en fabla en Pleito a lo sol. Es un libro que me emociona y que me descubrió Rafael Gastón, el padre de Emilio, el abogado, político y ex Justicia de Aragón. Y compañero de las noches del Niké.
--Celebramos un siglo de cine. ¿Cuál es el balance de un heterodoxo?
-Yo creo que hace cien años que se murió el cine. Cuando nació el cine hubo dos fenómenos: los Lumière, que eran el documento, la realidad. Y Méliès, que era la magia, el discurso destructivo. Ya ve quién ha ganado: los Lumière.
--¿Por qué es Aragón tierra de cineastas?
-Yo creo que Aragón es más rabelesiana que cervantina, más de imágenes que conceptual.¿Quiere decir eso que el aragonés tenga un ojo especial? Hombre, sería un ojo muy terrible.
-Sin embargo, usted parece que ha rodado poco y que se ajusta al cliché de vanguardista y maldito.
-No creo que haya rodado poco. Estoy contento en la medida de lo posible con lo que he hecho. Ahora bien, en los últimos años ha surgido la figura del director-productor, y yo intento aprovechar las pocas rendijas que me deja el sistema. No me queda más remedio que aceptar esos epítetos, muy a mi pesar. Pero yo no sé porque el cine ha tenido que desarrollar el discurso de la novela del siglo XIX: chico encuentra chica, chico pasa dificultades, chico se enamora de la chica. ¿Es que todo tiene que ser asó? El cine es específicamente un cine más temporal que narrativo. Y yo cuanto más narrativo veo el discurso, menos cine encuentro en la película.
--¿Cuál es su camino o su sueño de cine?
He tenido mis dudas acerca del cine que quiero realizar. A mí me encantaría que el cine fuese como el big bang: todo es según el lugar que ocupa el observador en el espacio y en el tiempo. Me encantaría hacer una película que fuese al revés, que empezase en la tumba y que terminase en el vientre de la madre del protagonista.
PASIONES PRIVADAS
--Háblenos de sus pasiones privadas: de películas y directores.
-Carl T. Dreyer, Tarkovski. Arthur Ripstein, de los de ahora; Bresson, Godard, que me ha enseñado mucho cine, Sträub, y Rosellini, por supuesto. ¿Mis películas? Francesco, juglar de Dios de Rosellini, La Gertrud de Dreyer, Crónica de Ana Magdalena Bach de Staüb o La zona de Tarkovski.
-¿Actores?
No he pensado nunca en ello. Quizá, por mitología, me quedaría con Michel Simon de El Atalante de Jean Vigo, el joven Marlon Brando y Louise Brooks.
--¿Cuál es su película ideal?
-La película que me hubiera gustado hacer es Crónica de Ana Magdalena Bach, de Staüb, porque es de lo más cinematográfico. Son las fugas de Bach contadas por su hija. No hay estructura narrativa, tiene una estructura temporal más cercana a la música que a la literatura.
*La foto grande es de José Luis Pomarón.
PREMIO PARA PACO ÚRIZ

PACO ÚRIZ: PREMIO NACIONAL DE TRADUCCIÓN A TODA UNA OBRA
Francisco J. Úriz (Zaragoza, 1932) ganaba ayer el Premio Nacional de Traducción a toda una obra por su trabajo de difusión de las letras escandinavas en España y por la fundación de la Casa del Traductor de Tarazona en 1988. La dirigió hasta 1999, luego sus responsables fueron Maite Solana y Mercedes Corral; ahora está al borde de la desaparición o “en estado letárgico”, como dice Paco. Úriz, solo y en colaboración, ha traducido a más de 150 autores suecos, daneses, finlandeses y noruegos, entre ellos a Tomas Tranströmer, Strindberg, Claes Anderson, Ingmar Bergman, alrededor de 11.865 páginas. Esta preciosa foto se la hizo una fotógrafa dulce e inspirada como Esther Casas. Úriz había sido Premio Nacional de Traducción en 1996 por su libro ‘Poesía Nórdica’ (Ediciones de la Torre), que firmó con el gallego José Antonio Fernández Romero. El Premio de Traducción fue para Luz Gómez García por ‘La presencia de la ausencia’ de Mahmud Darwix.
PATI BLASCO, EN LA CASA DE LA MUJER

PATI BLASCO Y ‘LA PIEL DESNUDA’ EN ZARAGOZA
[Foto: Dave Aharoniam y de Desnivel] Ricardo Calero me manda esta invitación: “ Si puedes NO TE PIERDAS la presentación en Zaragoza, con la presencia de la autora, de ‘LA PIEL DESNUDA’ (Temas de Hoy) de Pati Blasco. Que contará, en esta ocasión especial, con la intervención de la actriz María José Menal, el artista-poeta Miguel Ángel Ortiz y el artista Ricardo Calero”.
(Además podréis disfrutar de la magnífica exposición de GEMA RUPÉREZ, la artista que estuvo becada durante dos años en la Casa de Velázquez)
Será hoy jueves, a las 20.00, en la Casa de la Mujer.
La propia Pati Blasco escribe en su blog:
“’La piel desnuda’ es una trepidante historia de amor, violencia y solidaridad que nos permite reflexionar sobre los angustiosos giros que producen el azar, el poder de la justicia y el amor para enderezar el futuro. Esta es la historia de Ángel Álamo, un escritor que está atravesando un momento de crisis. Mientras conduce hacia su casa, atropella a Sofía y se da a la fuga.
Acuciado por la culpa, decide volver al lugar del homicidio y comprobar si la víctima ha fallecido.
Mientras Sofía se debate entre la vida y la muerte en un coma profundo, Ángel orquesta una arriesgada mentira sobre su identidad que le permitirá introducirse en el universo de la víctima y conocer a su peculiar familia, un entrañable clan que, a pesar de que ha vivido acechado por la mala suerte, la muerte y la enfermedad, siempre está dispuesto a tender una mano a la vida y la ilusión.
El protagonista se convierte en imprescindible para todos los miembros de la familia, que lo consideran su ángel de la guarda, ya que creen que la ha salvado de las garras de un asesino que la perseguía por las investigaciones que llevaba a cabo sobre los abusos policiales en la frontera con Marruecos.
Pero solo el joven conoce la verdad, y por eso no puede apartar de sí la ansiedad que le produce saber que el objetivo del clan es descubrir quién ha sido el que ha provocado la desgraciada situación de la muchacha y hacerle pagar por ello”.
También hay un estupendo tráiler de Aitor Bárez.
http://www.youtube.com/watch?v=My2ZBeYcKFc
FRAGMENTO DE ‘LA PIEL DESNUDA’ (DESNIVEL). PATI BLASCO
Ni siquiera quería nacer, me sacaron por cesárea al décimo mes. A los dos años morí de hipotermia al caer a un río en pleno invierno, permanecí técnicamente muerto varios minutos, pero me recuperé sin problemas, aunque las malas lenguas digan que pisé el otro lado y por eso siempre he tenido un aire melancólico. En los últimos dos años he buscado las formas más eficaces de evasión, y he pensado en cerca de trescientas maneras de suicidarme que nunca he llevado a cabo por falta de valor. Pero aquel día todo cambió. Entré al hospital junto a ti y poco a poco me fui incorporando a la espesa jungla de la vida, descubriendo que no había ido a ese hospital a despedirme del mundo, sino a reencontrarme con él.
Voy a empezar por el principio, por el día en que te atropellé.
Cuando miras al cielo no aprecias lo vivo que está. No imaginas que las estrellas son como seres humanos: nacen, viven y mueren. Lo habitual es que se junten en parejas como estrellas binarias, y si se encuentran a una distancia demasiado corta, su desarrollo individual se ve alterado por los cambios que sufre su compañera. Pero no todas las estrellas tienen compañía: algunas viajan solitarias como nuestro Sol.
Así me sentía yo, con la soledad del sol en esa noche sin luna, alejado del mundo, sin ningún centro de masas en el que orbitar, nada. Solo; borracho y solo. Ya no era ni polvo de estrellas, yo también estaba desapareciendo.
Entré en casa, decidido a descansar un rato.
Me despierta el roce de su piel desnuda..., me gustaría hacerle el amor, pero no consigo moverme. Se levanta y comienza a vestirse con esa ropa de pana que tanto me gusta, le da un aspecto acogedor e invencible.
—Berta de pana, ¿cuándo has llegado?
—Me quité el disfraz de «Berta contable ordenada», pero estabas demasiado grogui para ayudarme con las malditas botas de tacón que no sé ni...
—Ven aquí... —Se tumba en la cama, con la cabeza apoyada sobre un codo—. ¿Por qué no nos quedamos atrincherados como cuando nos conocimos? Solo leer y follar...
—Suerte que Jaime nos traía comida...
—Y libros...
—Una semana sin salir de casa... ¡Habríamos muerto de hambre!
—Habríamos muerto de amor. ¿Qué te pasa?
Su cara tiene gesto de sorpresa y dolor. Las manos están posadas sobre los pechos, de los que sale un líquido espeso y amarillo, como el calostro para un recién nacido... Berta empieza a gritar.
Me desperté de golpe, sudando. Era yo quien gritaba. Otra vez, otra pesadilla. Pero estoy en su lado de la cama. Sábanas limpias, colchón nuevo, ¿cómo es posible que siga oliendo a ella? Parece que haya estado aquí tendida hace apenas unos segundos. Una alucinación olfativa: igual que ves el rostro amado en cualquier esquina, puedes oler el cuerpo amado en su lado de la cama aunque ya no sea ni la misma cama, solo porque sigue siendo el mismo lado. Menuda locura.
He ocupado por fin su lado de la cama, eso me duele, como una sutil traición.
No tenía valor para quedarme en casa. ¿Qué iba a hacer? Aún tenía resaca, lo mejor para la resaca es otra cerveza. Tras apurarla bajé al garaje, me apetecía conducir. Es curioso cómo una apetencia inocente y estúpida puede cambiar el destino de diferentes personas.
Casi nadie por la calle, demasiado frío, demasiado viento. Paré en un semáforo del paseo de los Melancólicos, muy apropiado, y me percaté de lo borracho que estaba porque las luces de los semáforos lejanos bailaban como ovnis a punto de aterrizar. Se puso en verde. Entonces te vi y quedé embelesado mientras miraba cómo corrías aprisa por la acera, ¡te parecías tanto a ella! En tu forma de correr y en la manera en que tu melena oscura cortaba el viento... Por un momento creí que ella había vuelto, me quedé hipnotizado por la visión melancólica de un recuerdo que se hace carne.
Sin avisar cruzaste la calle, me miraste un instante, tenía los reflejos adormecidos por el alcohol y no reaccioné. Mi coche te atravesó como si realmente fueses un fantasma.
TOBA QUINTÁNS, EL MAESTRO

XOSÉ TOBA QUINTÁNS: CON ÉL EMPEZÓ CASI TODO
Esta mañana, en O Cabaliño do demo (Libélula, calle Bolonia, 26, magnífico restaurante dirigido por un lucense de Taboada), les he hablado a los alumnos y amigos de Julio Espinosa Guerra de algunos de mis maestros: por ejemplo de Xosé Toba Quintáns, de Muxía, que me enseñó muchas cosas de la Generación del 27 y de la literatura latinoamericana; él, recién licenciado, era un apasionado de Cortázar, García Márquéz, Sábato y otros y nos recomendó un libro, ‘Los nuestros’ de Luis Harss, que acaba de reeditar Alfaguara. Aquel libro me marcó muchísimo, como Pepe Toba: hace algunos meses, gracias a una invitación de Pedro Ramos (la primera vez que me invitaban a un recital o a una lectura en A Coruña: me hizo una inmensa ilusión), nos reencontramos, más de treinta años después. Xoán Abeleira, el gran poeta y traductor, el buen amigo, estaba allí y capturó esta imagen. Le estoy firmo a Toba el libro ‘El álbum del solitario’, descatalogado por Destino como todos los demás, donde él aparecía.
ISAK DINESEN ESCRIBE A HEMINGWAY

UNA CARTA DE ISAK DINESEN A HEMINGWAY
[Foto de Richard Avedon] Hay algunos, varios, escritores que me han marcado la vida. Por ejemplo, mujeres: Marguerite Yourcenar, Marguerite Duras, Rosalía de Castro, Emily Dickinson, Mercè Rodoreda. Y entre ellas debe figurar Isak Dinesen, Karen Blixen (1885-1962), la autora de libros como ‘Memorias de África’, ‘Anécdotas del destino’ o ‘Cuentos de invierno’. El pasado jueves, con un grupo de amigos, comí con Diego Moreno y su compañera Ana, editor de Nórdica. Traía el nuevo libro de Dinesen, cuando se cumple medio siglo de su muerte: ‘Cartas desde Dinamarca. Correspondencia 1931-1962’, una colección de cartas donde se habla de libros, de recuerdos, de relaciones entre editores y autores y traductores, del proceso de creación, de algunas extravagancias. Allí figura una carta que me encanta, fechada en Rungstedlund, el 1 de noviembre de 1954. Tane, Karen, Isak Dinesen le dice al autor de ‘Por quién doblan las campanas’. (La traducción es de Enrique Bernárdez).
Estimado Ernest Hemingway:
Los diarios daneses informan que al recibir el Premio Nobel me hizo usted el honor de mencionarme como uno de los autores que podrían podido merecerlo.
Con la esperanza de que esa información se a cierta, le agradezco muchísimo sus amables palabras. Me proporcionan en estos momentos, así lo creo, tanto placer celestial, –aunque no tanto beneficio terrenal, – como me habría proporcionado el Premio Nobel en sí.
Tengo mucho que agradecerle. Sus libros, -desde que por casualidad adquirí ‘Fiesta’ en mi librería habitual de Nairobi- han representado mucho para mí. EL VIEJO Y EL MAR fue como un baño o un abrazo.
Es triste que nunca nos hayamos conocido en carne y hueso. A veces he imaginado cómo habría sido ir de safari con usted por las sabanas de África.
Le envío mi gratitud y mi aprecio.
'MORTALIDAD' DE HITCH: DOS BREVES

‘MORTALIDAD’ DE CHRISTOPHER HITCHENS
[Foto de Andrea Hubner] Daniel Gascón es uno de los traductores españoles de Christopher Hitchens. Herido de muerte por un cáncer de esófago, hablaron por teléfono. Entonces, Hicht (Daniel también tradujo sus memorias), tomaba notas, leía, escribía en los periódicos, escribía reseñas y reflexionaba sobre el adiós, que se precipitó, tal como cuenta Carol Blue. Todo ese material integra un libro impresiona sobre la despedida: ‘Mortalidad’ (Mondadori. Ayer sábado, Mercedes Monmany, que ha sufrido una peritonitis en Polonia, le dedicaba una doble página en ABCD Cultural: ¡ánimo, fuerza, besos para ella!), uno de esos libros que te dejan sin aliento y que te estremecen por todo: por la valentía, por el amor a la vida, por el amor a la palabra, por la vecindad del adiós, por la elegía en vida ante la pérdida. Podría copiar aquí muchas cosas, pero me ha gustado mucho, hacia las últimas páginas, este pequeño fragmento:
“El extraño hurgaba en mi interior cuando yo escribía unas palabras desenfadas sobre el anuncio prematuro de mi muerte”.
O este:
“Saul Bellow: La muerte es la oscura parte trasera de un espejo que permite que lo miremos con claridad”.
IGNACIO VIDAL-FOLCH: DE CATALUÑA Y 'LA QUIEBRA DE LA AMISTAD'
[El pasado verano, en un curso, conocí a un escritor y periodista a quien admiraba mucho. Me habían hablado de él con mucho afecto Pedro Zarraluki, Pisón o Vila-Matas, y el inolvidable Félix Romeo. En medio del conflicto sobre la independencia o no de Cataluña, ayer sábado publicaba este artículo, muy sensato como todos los suyos, pero no necesariamente indepentista. Sensato, con una mirada personal y su finísima ironía. Aquí está... Apareció en la edición catalana de ‘El País’. Ha recibido bastantes comentarios y puede leerse aquí en internet:
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/11/09/catalunya/1352493075_252376.html
LA QUIEBRA DE LA AMISTAD
IGNACIO VIDAL-FOLCH
Escrito en el AVE: vengo de Madrid, donde he estado hablando de mi libro. Novedad: los periodistas y los blogueros me preguntaban sobre el separatismo, y hasta de madrugada en el Cock tuve que explicarles la “cosa” a aquellas dos chicas tan simpáticas, Teresa y Carmen, a las que en realidad el tema no debería interesarles nada, y que estaban algo sulfuradas. Nunca me habían preguntado tanto por semejantes chorradas. Pero también hay que saber que en las chorradas se nos va la vida. Recuerdo una página en Notas para Silvia donde Pla recuerda el 80º aniversario de Carner, en Bruselas, y cita un soneto que con tal ocasión el poeta les dio a quienes pasaban a felicitarle por su domicilio. Poema tristísimo, sobre el franquismo y la “noche que durará cien años”, que si mi memoria no me falla concluye así: “Pugui jo caure incanviat/ tot fent honor, per via dreturera,/ amb ulls humits i cor enamorat/ a un esquinçall, en altre temps bandera”. En fin, ¡siempre estas cochinadas del amor, el honor y la bandera!
Acabo de llegar a casa, busco en la estantería y encuentro el libro y el comentario de Pla: “Este soneto terrible de Josep Carner se debería dar a todo el mundo para que todo el mundo lo meditase. Pero quizá hubiera sido mejor que este soneto no se hubiese tenido que escribir nunca, haciendo de forma que las personas que formaban parte de las clases dirigentes en el periodo anterior a este periodo hubiesen tenido un poco más de cuidado con las personas con las que se jugaban los cuartos —por decirlo con la vulgaridad natural del país—”.
Con lo de “el periodo anterior” Pla se refería, claro está, a la II República, y a la insensatez de una clase dirigente catalana demasiado inclinada a la gesticulación y al capricho, hasta provocar por fin la terrible expiación de la Guerra Civil. A esta idea se vuelve en Notas para Silvia una y otra vez: ha habido mucha lírica, incluso, si se quiere, buena lírica, porque el poema de Carner no está mal. Pero a este precio, al precio pagado por tanto lirismo, ¡cada rima nos ha salido carísima!
Eso es lo que dice Pla a su manera más o menos despeinada y lateral.
Gracias a Dios nuestros tiempos son menos bárbaros, en todas las exclamaciones fanáticas el exaltado de turno está mirando con el rabillo del ojo a ver el efecto que causa su cantada, y por mucho que el señor Mas reúna a 300 altos cargos y les diga que son “los generales de un ejército que es la Generalitat” (sic), y que el señor Puig galvanice a los mossos para que viertan en la defensa de no sé qué hasta la última gota de sangre, y a pesar de muchas otras actitudes y pronunciamientos al filo de la irracionalidad, de la puerilidad y del disparate, todos sentimos que no es más que business as usual, retórica para distraer al rebaño mientras le sisas los haberes, le endosas un nuevo impuesto y le haces pasar por la ITV de la familia Adams.
Aquí no estamos hablando de guerra, todo lo más de una guerrilla de los botones. Pero no nos engañemos. Salvando las distancias históricas, y la lógica de la historia que quiere que los acontecimientos que se produjeron primero como tragedia se repitan ahora como farsa —según la sentencia de Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, enmendando la observación de Hegel sobre el repetirse de los acontecimientos históricos—, una vajilla carísima ya se ha roto. Citaré otra vez a Pla, con perdón: “El mayor drama que la Guerra Civil proyectó sobre este país no ha sido ni la miseria, ni el miedo, ni el cambio de léxico, ni la despersonalización general: fue la quiebra de la amistad, la liquidación de la confianza”.
La quiebra de la amistad ya se ha producido, y no por el cepillado de un Estatut concebido ya precisamente a tal objeto, por más que esa falsedad se repita otras diez mil veces hasta que parezca una verdad goebbelsiana. Entre esas mentiras, la supuesta animosidad de “Madrit” hacia los catalanes. Por más que la repita Rubert de Ventós, al que en el foro le trataron, cuando era senador, “como a un colonizado”, es falsa de toda falsedad, como sabemos todos los que hemos vivido alguna vez en la capital, aunque no como senadores. No hace tantos años en toda España ser catalán era disponer de un plus —no siempre justificado, por cierto-—de eficacia, de trabajo, de seriedad y de modernidad. A condición claro, de no ir por ahí diciendo “yo soy catalán y vosotros unos borricos mesetarios”. Siempre había sido así. Siempre.
Pero ahora he constatado que ya no. Ahora, con esa permanente quejumbrosa ofensa, ese victimismo exigente, esa xenofobia regional, esa lluvia de agravios y ofensas a los andaluces gandules, a los extremeños miserables, a España la ladrona cuando no “genocida cultural”, con esos escupitajos y amenazas y quema de banderas y bramidos futboleros y modositas chulerías de Mas, que aquí ni siquiera percibimos como ofensas, o que si las percibimos nos hacen gracia porque las pronuncia un radiofonista de CiU contra Federico [Jiménez] Losantos (“¡habría que colgarle!”), pero que serían piedra de escándalo y motivo de rasgarse las vestiduras si fueran en dirección contraria, se ha producido el resquemor. La gente ya no se fía. El aura se ha perdido.
Se ha quebrado la amistad, y a algún imbécil le parece un asunto insignificante…
*En las fotos, Ignacio Vidal-Folch, Josep Pla y Josep Carner.
JOSÉ MARÍA PEMÁN DA PASO...
[Recibo esta carta de los amigos de las Jornadas de Cine de la Almunia. Tras 17 años al frente, José María Pemán, el joven maestro republicano anuncia su despedida. Raquel Viejo y Carmen Pemán escriben:]
[Hola amigos,
Os escribimos porque ayer renovamos la Junta Directiva de la Asociación Florián Rey, que organiza las Jornadas de Cine Villa de La Almunia y ha habido cambios importantes. José María Pemán, que llevaba 17 años como presidente, ha dado un paso atrás con el objetivo de que las nuevas generaciones lo diésemos hacia delante, y así ha sido.
Os adjuntamos la nota de prensa con la información y una carta al director que os agradeceríamos mucho que difundieseis.
Seguiremos en contacto y en unos meses os convocaremos para presentaros la nueva imagen de marca y denominación del festival en la que llevamos trabajando un tiempo de cara a tenerla lista en la edición número 18, la de nuestra "mayoría de edad".
Un fuerte abrazo,
Carmen Pemán y Raquel Viejo
Presidenta y Vicepresidenta de la Asociación Florián Rey]
GRACIAS JOSÉ MARI
En estos días en que se despide como presidente de la Asociación Florián Rey, y como sucesoras en el cargo, queremos rendir un pequeño homenaje a la dedicación y esfuerzo de José María Pemán, a su empeño por conseguir que las Jornadas de Cine Villa de La Almunia se hayan convertido en un referente aragonés cuando se habla del séptimo arte.
Después de dieciocho años al frente de esta asociación, José Mari ha decidido retirarse a una segunda fila para dejar paso a una nueva generación de personas que, como él, aman el cine y están dispuestas a asumir la responsabilidad que este trabajo conlleva. Como representantes de esta nueva generación, no tenemos palabras para agradecerle todo lo que desinteresadamente y, casi sin darse cuenta, nos ha enseñado.
Las Jornadas de Cine nacieron como un pequeño proyecto local que pretendía acercar a los vecinos de La Almunia a la figura de Florián Rey en el centenario del nacimiento del cine español. Poco podían imaginarse los artífices de esta primera edición, la exitosa trayectoria del festival, que no hubiera sido posible sin el trabajo y el esfuerzo de muchas personas. Siempre a la cabeza de todos ellos ha estado José Mari.
En sus años como presidente, ha sabido dirigir a un grupo numeroso y muy diverso, y enseñar a trabajar en equipo, a asumir funciones y responsabilidades e incluso a aceptar los fallos para seguir aprendiendo y mejorando año tras año. Su pasión por el cine es contagiosa, como han podido comprobar todos (muchos, muchísimos) los amigos que han pasado por La Almunia en todas las ediciones. También nosotros, los miembros de la asociación, hemos aprendido a amar el cine a través del corazón de José Mari. Porque no es posible estar a su lado y no sentirse atrapado por la magia del séptimo arte.
Gracias, José Mari. No estaríamos aquí sin ti. Las Jornadas de Cine no estarían aquí sin ti. Aquella pequeña mecha que tú encendiste se ha convertido en un gran fuego que sigue creciendo, más fuerte cada día, y que seguiremos avivando, siempre contigo a nuestro lado. GRACIAS.
Carmen Pemán Canela y Raquel Viejo Orna
Presidenta y Vicepresidenta de la Asociación Florián Rey
Renovación en la junta directiva de las
Jornadas de Cine “Villa de La Almunia”
Después de 17 años al frente de la Asociación Florián Rey, que organiza el festival almuniense, José María Pemán decidió no presentarse a la reelección “para asegurar el futuro de las jornadas”. La nueva junta, elegida por unanimidad en la asamblea general anual de ayer sábado, está encabezada por Camen Pemán como presidenta y Raquel Viejo como vicepresidenta.
“Mi intención al no presentarme es asegurar el futuro de las Jornadas de Cine y la Asociación, y ahora contamos con un equipo joven y preparado que puede asumir la responsabilidad de dirigir el festival, y todos los cambios que se van a acometer en este año de la mayoría de edad”, explicó José María Pemán, ya expresidente de la Asociación Florián Rey, y ex-director de las Jornadas de Cine “Villa de La Almunia”, que él mismo creó hace 17 años con motivo del centenario del nacimiento del cine español.
Desde esas primeras Jornadas de 1996, Pemán ha dirigido el festival y presidido la asociación hasta que ayer la candidatura encabezada por Carmen Pemán y Raquel Viejo fue elegida por unanimidad de todos los asistentes a las Asamblea General Anual. La nueva presidenta, hija del presidente saliente, aseguró que la intención es “continuar con la esencia de lo que han sido las Jornadas de Cine Villa de La Almunia durante estas 17 ediciones pasadas”.
Carmen Pemán es Licenciada en Historia y Raquel Viejo es periodista. Ambas llevan años formando parte del comité de dirección de las Jornadas de cine. La junta se completa con armando Roy como secretario, Concha Canela y Elena Tamargo en Tesorería y Amado Martínez, Ana Alonso, Ana Pemán, Arturo Fuertes, Mari Carmen Potoc, Paula Gracia y Toño Soria como vocales.
En la Asamblea general también se ratificó el tema monográfico de la 18ª edición de la Jornadas, que será “El malo de la película”.
MANUEL RICO: SUS DIARIOS
Hace unos días, el escritor y profesor Manuel Rico envió a sus amigos esta carta.
[Queridos amigos y amigas:
Acabo de publicar, en digital versión Kindle (se puede descargar en otras versiones) mis diarios de los años ochenta. El libro lleva por título Días de los ochenta (1985-1991). En ellos se puede realizar hoy, un cuarto de siglo después de que fueron escritos, un viaje, en tiempo real, por un tiempo de transformaciones, incertidumbres e ilusiones. La movida madrileña y otras movidas de la época, mi experiencia durante la escritura de mis primeros libros de poesía y de mis primeras novelas, la nueva narrativa y la "otra sentimentalidad" poética, la evolución política del país en los pequeños espacios del mundo literario, de sus barrios, las lecturas de la época y las lecturas de siempre.... Un caleidoscopio de varias generaciones visto a través de la lente con que, en aquellos años, yo contemplaba la realidad Es la crónica de un escritor en los márgenes del mundo literario, comprometido con la naciente España democrática. ]
Le pedí dos fragmentos y aquí están.
DOS FRAGMENTOS
Por Manuel RICO
8 de marzo DE 1985
San Blas, como tantos otros barrios del Madrid periférico, es cine neorrealista en vivo. Aunque los críticos nos cuenten que el neorrealismo murió con la década de los cincuenta, la realidad nos dice que hoy, en los años ochenta, perduran, con algunos cambios no siempre perceptibles, las condiciones que le dieron origen. En las últimas semanas hemos podido seguir en televisión el ciclo dedicado a Rosellini: ¿acaso ha perdido actualidad la problemática que aborda en sus películas? ¿Es posible afirmar, con un mínimo de sentido común, que se trata de cine trasnochado, sin ningún interés para los tiempos que corren?
Colegio Academia San Blas. Máquina. Taquigrafía. Contabilidad. Oh refugios donde perder el tiempo, cuevas de la juventud sin futuro de tantos barrios, lugares para matar el tedio, almacén de parados, nidos de amor de envejecidos adolescentes, aulas de aprendizajes inservibles, desván de los rotos bachilleres, de las broncas familiares. Cuánta memoria resucitan estas academias, o colegios de piso que se nutren de alumnos del suburbio que aspiran, tras fracasar en el Bachiller y para responder a las exigencias familiares —el padre que si no está parado se mata a trabajar, la madre cansada de limpiar las suciedades del prójimo—, aspira a tener, al menos, los conocimientos básicos —mecanografía, taquigrafía, contabilidad— para acceder a la condición de probo funcionario o de chupatintas de una empresa privada, preferentemente de un banco. Sueño de raíz decimonónica que forma parte del imaginario popular. Recuerdo que en mi infancia, o en mi adolescencia, la máxima aspiración de las familias obreras que me rodeaban (de mi familia) era que el hijo obtuviera un puesto seguro en la administración, aunque fuera de cartero o de ordenanza. Era un modesto signo de prestigio, de acceso a cierta estabilidad económica a través de una mediana formación y de un duro trabajo de preparación de oposiciones.
Estas academias son, además, piezas imprescindibles en la construcción de la cotidianidad de los barrios en que están situadas. Cómo no emocionarse ante su presencia, cómo sustraerse a la meditación sobre su condición de reverso de la realidad que los microordenadores y las nuevas tecnologías empiezan a dibujar en el horizonte, cómo no pensar que sus enseñanzas no tardarán en convertirse en fósiles de un mundo desaparecido. Y cómo no recordar las Academias de Corte y Confección que florecían en los barrios de la infancia, el espacio en el que las familias complementaban la educación que en la escuela recibían aquellas muchachas sin historia, obligadas a portar en el espacio del DNI en que se reflejaba la profesión el emblemático “sus labores” con una resignación franciscana.
25 de marzo DE 1985 .
Añado nuevo libro a la biblioteca: El oráculo invocado, de Marcos Ricardo Barnatán. Un novísimo tardío. Recuerdo haber leído uno de sus poemarios iniciales, Los pasos perdidos, hace diez años. Me gustó. Discretamente, sin entusiasmos ni excesos. Me parece un poeta con un gran dominio del lenguaje pero con un mundo menos consistente que el de otros compañeros de generación como Gimferrer o Antonio Colinas. Son sus poesías completas y se publican en Visor como parte del esfuerzo editorial que Jesús García Sánchez está realizando para poner a disposición del lector la obra de conjunto de poetas, todavía relativamente jóvenes (llamo juventud a tener menos de cuarenta y cinco años), que cuentan con una larga nómina de libros publicados. Tal es el caso de Luis Antonio de Villena, de Francisco Brines (menos joven, por supuesto), de César Simón, el valenciano casi anónimo, y de algunos otros. Encomiable esfuerzo que debería complementarse con una mayor proyección publicitaria y con la recuperación de otros valores no tan conocidos.
El domingo, 17 de marzo, según cuentas las crónicas, se celebró en Barcelona un concierto de Lluis Llach. Seis mil estudiantes. Seguro que entre ellos había muchos que ya no lo eran, que habían superado con creces la treintena e intentaban, con su presencia, recobrar un tiempo perdido, una época de recitales semiclandestinos, de entusiasmos prerrevolucionarios, de lecturas de Marx, de cine fórums apresurados, de juventud soñada —y sentida— interminable.
El pasado lunes se publicó en El País un suplemento dedicado a La Regenta en su centenario. Magna novela del XIX que al día de hoy mantiene, plenamente, los valores literarios y la frescura originarios, como si el tiempo no hubiera pasado por ella. La leí hace escasamente dos años y me entusiasmó. Es una obra cumbre de la literatura española que me comprometo a releer cuando el tiempo disponible así lo permita.
Tras dejar a Malva en la guardería, he cruzado en coche el polígono industrial —fronterizo al barrio de San Blas— de Julián Camarillo. Mítica zona, con Méndez Álvaro y Villaverde, de las primeras huelgas del Madrid de posguerra y del Madrid predemocrático marcada, hoy, por la crisis económica. Fábricas abandonadas, en algunos casos semiderruidas, calles vacías, bares decrépitos y sucios. ¿Cómo no recordar ante semejantes imágenes aquellos primeros años setenta, las octavillas con la tinta aún fresca, el miedo en la garganta, en que nos creímos dioses, sucesores de la Comuna, de Octubre 17, del movimiento obrero de la República y de la pre-República, cuando tan sólo éramos imberbes estudiantes que nos probábamos ante el peligro, ante la indiferencia de muchos de aquellos obreros de las seis de la mañana a quienes pretendíamos redimir? Ha pasado mucho tiempo y hoy las cosas no son como entonces. Todo está más confuso. En el partido hay una frase que se utiliza en algunas ocasiones: “contra Franco luchábamos mejor”. Y todo estaba más claro. Sin embargo, ahora asistimos al desmantelamiento paulatino de estos polígonos, a la lenta agonía de un mundo querido con intensidad, al avance de una crisis que parece no acabar nunca. Claves para la reflexión política y sociológica. Claves para afrontar la crisis que en el partido se agudiza y que tiene en su centro, aunque no se diga con claridad, distintas valoraciones sobre el papel del movimiento obrero.
A aquella hora, la radio emitía una suerte de culebrón que escuché atentamente durante el viaje al despacho. Tiempo del 68 era el título. “Bien empezamos el día. Parece que todo se hubiera conjurado para retrotraerme a aquellos tiempos”, me dije. ¿Por qué aludo a la radionovela? Quizá por un motivo: me llamó la atención una frase puesta en boca de uno de los protagonistas: “He quedado tan frustrado que sólo me queda la literatura”. Una frase que da en el clavo, que sintetiza la actitud de buena parte de los intelectuales agotados (y desencantados, y arrepentidos de las veleidades revolucionarios del tiempo universitario). La gastronomía, la pasión rural y viajera, la apuesta por el éxito profesional, la literatura, la posmodernidad, la “movida”, son salidas personales, refugios donde se embarcan (donde estamos tentados de embarcarnos) quienes se han visto defraudados por el proceso que se abrió en 1977. Yo, como nunca viví la transición en estado de encanto, no estoy desencantado. Mis dudas y mis vacilaciones son consecuencia de una situación de cansancio personal, de agotamiento físico y psicológico tras años de actividad política ininterrumpida, tentado siempre por la llamada vocacional de la literatura.
*Todas las fotos, salvo la de Manuel Rico, son de Juan Manuel Díaz Burgos, un fotógrafo que admiro mucho desde hace años.
MORRISON REGRESA CON 'VOLVER'

TONI MORRISON POR TIMOTHY GREENFIELD-SANDERS
Toni Morrison, la premio Nobel de Literatura, publica ‘Volver’ (traducción de Diego Rodríguez Amado, 160 páginas) en Lumen. Hace algunos meses había guardado este espléndido retrato suyo. Ha dicho la autora de ‘Beloved’: “A mis ochenta y un años, me siento atenta, vital, yo diría que espléndida...cuando escribo”.
He aquí la nota del nuevo libro: [El cuerpo de un amigo destrozado por la metralla, la voz de un hombre que pide clemencia, la mano de una niña que asoma escarbando entre la basura para encontrar algo de comer... Hay imágenes que vuelven una y otra vez a la mente de Frank Money, un veterano de la guerra de Corea que ahora vuelve a Estados Unidos en busca de olvido y afecto. Corren los años cincuenta del siglo pasado y las heridas de Frank no son solo físicas: su patria es racista, su familia ha acumulado mucho odio, y el regreso parece más un camino hacia el infierno que una vuelta al hogar. Su destino es Georgia porque Frank quiere rescatar y devolver a casa a su hermana Cee, casada con un chulo que la abandonó a los pocos días de la boda, y empleada en casa de un médico sin escrúpulos. Es la determinación por salvar a esa mujer frágil lo que llevará a Frank a asumir sus culpas y saldar cuentas con lo que fue su vida. Ahí, en ese ir y venir de emociones hondas, brilla el talento de Toni Morrison, una mujer que lleva el dolor en la punta de los dedos y lo gobierna con pocas y buenas palabras].
JOSÉ LUIS MELERO: UN DIÁLOGO SOBRE 'ESCRITORES Y ESCRITURAS'
Pepe Melero, retratado por Vicente Almazán.
José Luis Melero Rivas (Zaragoza, 1956) publica ’Escritores y escrituras’ (Xordica, 2012) y lo presenta esta tarde, lunes 12, a las 19.30, en el Teatro Principal en un acto que organiza la librería Los Portadores de Sueños. En esta entrevista (en Heraldo se ofrece hoy una amplia síntesis) habla de las claves de un libro que avanza por "las carreteras secundarias de la literatura". Acompañarán a José Luis Melero dos de sus mejores amigos: Luis Alegre e Ignacio Martínez de Pisón.
"Soy un escritor de esos a los que les gustan
los márgenes, los arrabales, los caminos no trillados"
Pepe Melero, por Pepe Cerdá.
-¿Sería ‘Escritores y escrituras’ la segunda parte de ‘La vida de los libros’ (Xordica, 200) o es un libro distinto?
Es verdad que nace del mismo tronco que ‘La vida de los libros’ (las columnas que publico semanalmente en Artes y & Letras de ‘Heraldo de Aragón’), pero mis libros son todos diferentes, porque hablo de cosas diferentes, de autores diferentes, de personajes diferentes. En ‘La vida de los libros’ contaba anécdotas de Juan Ramón, Enrique Líster o Juan Benet y ahora aparecen Villalón, Cajal o Jarnés. Me interesan tantas cosas y tan dispares que nunca uno de mis libros se parece a otro.
-¿Cuál es la razón de este libro? ¿Cómo lo definiría?
Es el libro de un enamorado de la vida, que igual disfruta con los libros viejos que con los nuevos, que no se avergüenza de que le guste el fútbol (bueno, en realidad solo el Zaragoza) o la jota aragonesa, que no cree que recordar el diccionario aragonés de Mariano Peralta sea provinciano y hablar de la chilena Teresa Wilms cosmopolita, sino que ambas cosas sirven si nos ayudan a ser felices. Es el libro de un lector sin prejuicios, abierto al mundo.
- ¿Qué porción hay aquí de de erudición, de búsqueda, de divertimento, de literatura del ‘corazón’?
Mis libros son el resultado de muchos años de lector. Y como nunca he leído por obligación (cosa que sí les sucede a los críticos y a muchos profesores universitarios) sino por placer, en ellos creo que se percibe siempre que me he divertido, que he disfrutado con los libros, que he leído en cada momento lo que me ha venido en gana sin importarme las modas, los intereses editoriales o la necesidad de prestar atención a los saberes codificados. Los manuales nos dicen que hay que leer a Lezama Lima, pero si a mí me aburría -que me aburre-, pues leía los cuentos de Macedonio Fernández, que me apetecían más, y tan amigos.
- En un determinado momento se confiesa fetichista. ¿De qué en realidad?
Siempre he sido fetichista. Me gustan las primeras ediciones y los libros que llevan dedicatorias autógrafas, y también me gusta guardar la correspondencia, los originales o los objetos personales de mis amigos y de mis escritores y personajes admirados. Pero esto es tan viejo como el mundo: Zuloaga guardaba en su casa de Zumaya -lo acaba de contar García Guatas- fragmentos de la capa con que se amortajó a Goya y unas cuentas del rosario que pusieron en las manos del artista, Azorín robó un botón de la levita de Larra, Truman Capote presumía de poseer un pisapapeles de Colette y Javier Marías compró en una subasta una pitillera de Conan Doyle. Yo también tengo mis pequeños tesoros. Solo hablaré de uno, aun a riesgo de parecer presuntuoso: conservo las botas y una camiseta de mi admirado José Luis Violeta, “El León de Torrero”. Ese tótem protege mi inflamado zaragocismo en los momentos más difíciles.
-También dice que es un pésimo bibliófilo... ¡Nadie lo diría!
Los bibliófilos ortodoxos suelen tener un perfil coleccionista, no acostumbran a leer los libros que compran y sienten predilección por una tipología de libros que a mí no me interesa nada. Yo me siento muy alejado de los intereses de los bibliófilos tradicionales. Me gustan mucho los libros humildes, me interesan más las ediciones del siglo XIX que casi cualquier libro del siglo XV y nunca compro un libro que no piense que voy a leer. Aunque, desgraciadamente, nunca alcanzo a leer desde luego todos los libros que compro.
En este terreno de las memorias revela algo de lo que sabíamos poco: las memorias del arquitecto Fernando García Mercadal, al que Agustín de Foxá llamaba “enano”. ¿Cómo son en realidad? Hablas de quimeras de amor... También da a entender que te vuelven locos los ‘Diarios’. ¿Qué hay ahí de especial para usted?
Fernando García Mercadal escribía unos pequeños folletos que editaba en Navidad y con los que felicitaba las fiestas a sus amigos. Hacía ediciones no venales de 100 ejemplares numerados, que naturalmente él costeaba, y los firmaba solo con sus iniciales: F.G.M. El primero de ellos, Vía Estrecha (De mis memorias), de 1947, es un compendio de textos memorialísticos llenos de gracia, inteligencia y una pizca de desvergüenza. Es verdad que siempre me han interesado mucho las memorias y los diarios, en general lo que se conoce por la ‘literatura del yo’, los ‘egodocumentos’. Muchos autores le han dedicado al género algunos de sus mejores libros: Baroja, Ruano, Cansinos, Trapiello, García Martín, Sánchez-Ostiz, Sanmartín, Ordovás...
Cita, en sus manías como lector, que tiene cuadernos de lector desde 1981. De ahí derivan dos artículos: ‘Apuntes’ / I y /II. ¿Cómo son de verdad esos cuadernos, qué hay en ellos? ¿Están escritos a lápiz, con tinta, hay dibujos, pega algo...? ¿Es maníaco, obsesivo, pulcro, buscas la perfección, la claridad?
Lo que escribo en mis cuadernos no se me olvida nunca. Por eso suelo tomar notas de algunas de mis lecturas. Tengo cuadernos en los que escribo a lápiz (los que utilizo como borradores) y otros, ya los definitivos, en los que escribo a tinta con mi letra de amanuense. Pero no tengo tiempo de apuntar todo lo que quisiera. Ya hago bastante con conseguir sacar unas horas para la lectura.
Cita a Miguel D’Ors, quien decía que “la felicidad consiste en no ser feliz y que no te importe”. ¿Cómo se hace feliz a un bibliófilo como usted, aunque uno no sea Naomi Watts, a quien le declaras tu amor?
No sé si Naomi Watts me consentiría todo lo que me consiente mi mujer, así que, por si acaso, prefiero quedarme como estoy. Y, siguiendo con el humor, si quieres hacerme feliz como bibliófilo no tienes sino robarle a Vargas Llosa la primera edición de ‘Madame Bovary’, que sé que la tiene, y regalármela a mí… para celebrar un gran triunfo del Zaragoza. Te lo pongo difícil para no violentarte demasiado.
Hablando de mujeres. Hay muchas. Por ejemplo: Eva Duarte, a quien le escribieron unas horribles memorias y acuña la expresión ‘Palabra de honor’ aplicada al escote.
La autobiografía que le escribieron a Eva Duarte es solo una apología del peronismo, pura propaganda del populismo justicialista. El tono grandilocuente la hace insoportable: “Creo que nací para la Revolución. He vivido siempre en libertad. Como los pájaros siempre me gustó el aire libre del bosque”. Y todos sabemos que cuando se oye a la mujer de un general hablar de revolución, lo mejor es salir corriendo. Cuando visitó a Franco en 1947 salió a hablar a la multitud congregada en la Plaza de Oriente embutida en un abrigazo de pieles que tenía de revolucionario lo que Carmen Martínez-Bordiú de marxista-leninista. A Eva Duarte se le debe la expresión “escote palabra de honor”. Un día que llevaba un modelo con un escote que prescindía de tirantes, el presidente Perón le preguntó preocupado si aquello no se caería. “Palabra de honor”, fue la respuesta de Evita, y así se llama desde entonces ese tipo de escote. Tal vez su mejor legado.
Otra mujer, Ava Gardner. En casa tiene su retrato de 1955 y habla de dos anécdotas memorables...
Sí, tengo la fotografía que le hizo Luis Mompel en la plaza de toros de Zaragoza. Parecía una diosa. Mi amiga Genoveva Crespo se la pidió a Mompel para mí y éste me la regaló dedicada. Esas anécdotas que cuento se refieren al famoso cólico nefrítico que la actriz sufrió en Madrid, en su suite del Hilton, una noche de abril de 1954. Se dice que Hemingway llevó colgada del cuello durante años una de las piedras que la Gardner expulsó del riñón, y cuando le afeitaron el pubis tuvieron que hacer un sorteo en el hospital porque todos querían quedarse con un mechoncito.
¿Quién fue Teresa Wilms?
Teresa Wilms fue una escritora chilena, tan bella como estrafalaria, a la que Gómez de la Serna inmortalizó en La sagrada cripta de Pombo y a la que recordaba bebiendo ajenjo en su tertulia. Escribieron también sobre ella Vicente Huidobro, Juan Ramón Jiménez, Cansinos, Valle Inclán… y la pintó Romero de Torres. Se suicidó con solo 28 años y dejó un breve diario, escrito entre Londres, Liverpool y Madrid, que se publicó al año siguiente de su muerte, en 1922: Lo que no se ha dicho.
Este es el libro donde rinde homenaje, entre otros, a Jesús Moncada, Ildefonso-Manuel Gil, José Antonio Labordeta y Félix Romeo. Explíquenos en dos líneas por qué y qué significó cada uno para usted.
Labordeta y Félix fueron dos de mis grandes amigos, dos auténticos fueras de serie, de los que todos aprendimos mucho. No hay día que no los recuerde. Ildefonso estuvo también siempre muy cerca de mi corazón y sé que él también me llevaba en el suyo. Con Moncada tuve una relación más epidérmica pero no menos intensa. Lo conocí a través de Ramón Acín y me empeñé en que se sintiera uno de los nuestros. Si no lo logré estuve muy cerca de hacerlo. También hay homenajes a otros escritores y amigos muertos: Luciano Gracia, Miguel Luesma… Escribir sobre los amigos desaparecidos no solo es una necesidad personal: es un deber de justicia.
En el libro hay algo de literatura del corazón: por ejemplo todo lo que te contó Ildefonso Manuel gil sobre aquella Germaine y aquella Rosa Arciniega que amaba Benjamín Jarnés...
Hay amables confidencias, la confesión de algún secreto, información menuda y de primera mano…, pero nada de cotilleos literarios ni cosas por el estilo.
¿El patetismo y la desmesura son rasgos de los escritores ratos, bohemios o de casi todos en general?
El patetismo y la desmesura son propios de los escritores patéticos y desmesurados. Y esos los ha habido en todos los ámbitos, entre bohemios y entre quienes no lo han sido. En el libro ironizo sobre Luis Goytisolo, que no es precisamente un bohemio pero sí me parece alguien desmesurado.
¿Cuál es la presencia de Aragón en estos artículos?
La presencia de Aragón es muy importante en mis libros. No puede ser de otra manera en alguien que se siente aragonesista desde siempre. Aproximadamente la mitad de los textos del libro están relacionados de una u otra forma con Aragón. Escribir sobre José Oto o Carmen de Lirio y hacerlo también sobre Pere Gimferrer o Manuel Machado me parece una forma de estar en el mundo muy saludable.
¿Qué lugar ocupa el humor en sus textos? Y añado [a la manera de Javier Marías:] ¿qué tipo de escritor vendrías a ser usted?
Los escritores solemnes, esos que se toman tan en serio que el humor les parece una frivolidad, son muy aburridos. Ya que hablas de Marías, por ejemplo, en ‘Los enamoramientos’ los mejores momentos van unidos al tono humorístico con el que se presenta el cameo de Francisco Rico. Por lo demás, soy un escritor de esos a los que les gustan los márgenes, los arrabales, los caminos no trillados. En general, todo lo que no está en el canon.
Tiene más de 30.000 libros y llega velozmente el orbe digital, el libro electrónico, etc. ¿Cuál será el destino de los libros en papel y cómo se plantea el nuevo estado de cosas?
El libro electrónico es como las muñecas de los sex-shops, como aquella muñeca de Berlanga en ‘Tamaño natural’: útil y práctico para sus fines, sin duda; pero falto de alma y de encanto. El sexo, de verdad; y los libros, de papel.
LEV TOLSTOI Y EL CINE: EN FÓRCOLA
[Javier Fórcola es un editor entusiasta y apasionado. Publica libros estupendos de muchos autores. Uno de los últimos es ‘Conversaciones y entrevistas. Encuentros en Yasnia Poliana’ de Lev Tolstoi. Javier me envía esta entrevista sobre el cine. Un detalle de generosidad con este blog y con sus lectores.]
Lev Tolstói
Conversaciones y entrevistas. Encuentros en Yásnaia Poliana
Edición de Jorge Bustamante
Fórcola, 2012
Tolstói y el cine[1]
A principios de septiembre de este año nos dirigimos a casa del conde Lev Nikoláievich Tolstói con la misión de recibir del eminente escritor su autorización para la producción de un documental cinematográfico con él y, de ser posible, realizar de inmediato algunas tomas.
No sin agitación mi camarada y yo saltamos del carruaje, cerca de las dos columnas macizas que guardan la entrada a la hacienda de Yásnaia Poliana.
¡He aquí aquel rincón silencioso, donde inmerso en sus pensamientos y su actividad creadora, vive casi enclaustrado el «gran escritor de la tierra rusa»!
Una amplia alameda nos conduce a una pequeña casa de piedra de color blanco níveo, hundida en fondo verde del follaje... Todo está en silencio... y avanzamos bajo la bóveda de los tilos seculares que han cercado la plazoleta frente a la casa, de la que sobresale el porche.
No hay nadie, nadie sale a nuestro encuentro, y pareciera que nosotros mismos temiéramos perturbar esa majestuosa tranquilidad con la que los allegados a Lev Nikoláievich, y tal vez incluso la misma naturaleza, han rodeado su vida...
Pasamos nuestras tarjetas de presentación a la condesa por medio de un criado, con la petición de que se nos permita exponerle el asunto, por no molestar a Lev Nikoláievich. En efecto, como nos informó la condesa Sofia Andréievna, el escritor se encontraba muy ocupado en los preparativos para viajar al día siguiente a casa de V. G. Chertkov, poniendo en orden sus papeles, los trabajos comenzados y otras cosas.
Debemos destacar la absoluta simpatía con que acogió la condesa nuestra petición. A ella misma le parecían atrayentes las tomas que tuvieran por objetivo inmortalizar para los familiares de Lev Nikoláievich los momentos de su vida, y, tanto en este viaje nuestro a Yásnaia Poliana como en los ulteriores, Sofia Andréievna nos brindó siempre todo tipo de ayuda en los pormenores de la producción de las tomas, negociando con Lev Nikoláievich su consentimiento de posar ante la cámara, asunto que hubiera sido imposible de no haber sido por ella.
Ay, sólo podemos decir que las convicciones del conde, las grandes ideas del profeta de los preceptos del amor universal y la felicidad, eran incompatibles con posar para el cinematógrafo... Era algo que nos había transmitido el propio escritor en nuestras breves conversaciones, en los encuentros con él durante los acostumbrados paseos matutinos...
Con todo nos fue permitido realizar las tomas, grabar los momentos de la vida cotidiana del escritor.
El primero de los trabajos emprendido por nosotros fue el de las tomas del viaje de Tolstói a la estación de Shchekino, de donde salió vía Moscú para visitar a V. G. Chertkov.
No sobra decir que estuvimos a tiempo en el lugar. Corrían los últimos minutos de la espera... De pronto, aparecieron... A paso muy ligero, salió por la puerta de la hacienda un cochecito de dos caballos que llevaba a Lev Nikoláievich y a su esposa, que lo acompañaba. Tras ellos iba una troika con Alexandra Lvovna, la hija menor del escritor, y otros acompañantes... Un ligero bufido se escuchó en la cámara, cuando corrió la cinta, absorbiendo todo lo que veía la mirilla perspicaz del objetivo, para después mostrar las escenas captadas a todo el mundo en la pantalla...
Pero teníamos que apresurarnos. Tan pronto como los coches pasaron frente a la cámara, debimos adelantarnos apresuradamente en nuestros caballos para tener la posibilidad de filmar la llegada a la estación.
Allí, en la plataforma de Shchekina, trabajamos con no menos acierto. Las tomas de la llegada, la entrada a la estación, el paseo de Lev Nikoláievich por el andén en espera de la salida, la escena del encuentro con los parientes, que habían llegado en ese mismo tren, y, al fin, los últimos momentos de la salida en la vía, todo quedó registrado en la cinta [...].
En este momento, mientras se escriben estas líneas, las escenas tomadas por nosotros de la vida de Tolstói ya se han convertido en una cinta, que en unos días verá Moscú, Rusia, y otros países.
Al obtener una primera copia de la cinta, y contando de nuevo con el consentimiento previo de la condesa, nos apresuramos a Yásnaia Poliana para mostrar al escritor el trabajo realizado.[2]
Al mismo tiempo, llevamos con nosotros una selección de otras cintas para proyectarlas. Los preparativos para la función comenzaron desde la mañana. En la plazoleta, frente a la casa (se decidió hacer la sesión al aire libre), desplegamos la pantalla, instalamos el equipo, los bancos y las sillas para los espectadores...
Todo quedó preparado. Hacia las seis de la tarde comenzaron a llegar los primeros espectadores: los niños de la aldea cercana a la hacienda. Tan pronto empezó a oscurecer, justo después de la comida, Lev Nikoláievich, Sofia Andréievna, Alexandra Lvovna y demás habitantes de la casa e invitados ocuparon sus lugares... Había también algunos vecinos. La mayor parte de los espectadores estaba constituida por campesinos, en total, se habían reunido unas doscientas personas.
El proyector se encendió, y una columna de luz reflejó en la pantalla un cuadrado de blancura deslumbrante en medio de la oscuridad de la noche.
La función comenzó.
No vale la pena hablar sobre el éxito técnico de la función. A ese respecto estábamos lo suficientemente preparados como para no preocuparnos. Pero, además, cuando se acabó la representación y el reflector se dirigió hacia la muchedumbre animada que por el jardín caminaba a casa, alcanzamos a ver los ojos brillantes de los niños, los rostros alegres de los adultos.
Escuchamos comentarios sumamente halagüeños, exclamaciones entusiastas.
Pero para nosotros era importante la opinión de Lev Nikoláievich, quien, al sentirse un tanto fatigado, se había ido un poco antes del fin de la función.
El gran escritor quedó contento con lo que vio. Nos comunicó que consideraba aquellas escenas panorámicas y científicas que habíamos mostrado en Yásnaia Poliana (el camino militar georgiano, la ciudad de Delhi en India, las plantaciones de tabaco, etc.) un espectáculo razonable e instructivo. Las tomas hechas a Lev Nikoláievich se mostraron dos veces...
Al día siguiente salimos de regreso, teniendo el gusto de regalar a la condesa Sofia Andréievna la única copia que habíamos traído con las tomas de Lev Nikoláievich. Esa copia está destinada al museo de Tolstói.
¿Qué podemos decir en conclusión?
Todavía, hasta la fecha, Lev Nikoláievich no es un total partidario del cinematógrafo, no lo ve como un fenómeno de excepcional utilidad desde cierto punto de vista.
Al ser la cinematografía en sí misma un asunto demasiado joven, que se desarrolla con una rapidez endemoniada, sin duda no puede encauzarse exclusivamente por un camino recto, sino que crece su significado en la vida de la humanidad, a la que va conquistando cada día.
Ha habido, sin duda, desviaciones del verdadero camino.
Pero ahora el cinematógrafo ha logrado ya sus primeros pasos en el trayecto del gran futuro que le espera.
Se ha convertido en teatro de la vida pasajera.
Un poco más y el cinematógrafo se volverá escuela.
Para nuestros hijos será el principal soporte científico, las universidades le abrirán ampliamente sus puertas.
Y aún más: el cine se convertirá en un medio para difundir grandes ideas.
Por ello estamos seguros de que está cerca el tiempo en que Lev Nikoláievich se acerque más al cinematógrafo [...].
[1] Texto aparecido en la revista Cinefono n.º 1, en octubre de 1909, firmado por Vladímir Konenko.
[2] Sofia Tolstaia escribió en su diario el 24 de septiembre de 1909: «En la noche mostraron la película, y se reunió toda la aldea». (Diarios, tomo 2, página 294.)
*Portada del libro y, abajo, Tolstoi con Gorki.
JUAN ROYO Y LOS TEBEOS

‘UN MUNDO EN VIÑETAS’: UN NUEVO LIBRO DE JUAN ROYO
Juan Royo (Zaragoza, 1970) es un loco de los cómics. En 2010 publicaba ‘Un tratado de cómic’ y ayer presentó en la FNAC, con Paula Ortiz y José Vicente, un nuevo libro, más personal, más autobiográfico también: ‘Un mundo en viñetas’ (1001 ediciones), donde mezcla sus dos pasiones: la responsabilidad social corporativa, o lo que él llama la “economía con alma y con personas, la economía próxima al ciudadano”, y los tebeos. En el libro, a lo largo de diversos capítulos y epígrafes, habla de todo: del cómic social, del cómic gafapasta (vinculado a la novela gráfica), del cómic y el cine, de la fantasía, de denuncia, de muchos autores específicos (Miguel Fuster, López Espí, Kalito, Carlos Ezquerra...) y también de algunos de sus fetiches: David Guirao, José Antonio Ávila, Eduardo Laborda, Manuel Bayo Marín. El libro lleva muchas ilustraciones, adquiridas o regalos al escritor por parte de los dibujantes, y por eso resulta aún más entrañable: un libro íntimo, de coleccionista, descriptivo, y a la vez contiene muchos elementos sociológicos. Aparece, además, en vísperas del Salón del Cómic Aragonés. Esta foto en color es de Vicente Almazán, ese amigo imprescindible que pasa por todas partes.
RAFAEL MONEO: UN DIÁLOGO

«La arquitectura de calidad no se hace sentir mucho»
«Procuro que mis obras se disfruten con una construcción ajustada y pulcra»
«Querría mantener el espíritu inquieto y atento con el que hice la Fábrica Diestre»
«La vida y la evolución de un arquitecto están ligadas al viaje»
Rafael Moneo fue el Premio Príncipe de Asturias de las Artes de 2012, que ha sido definido como «un arquitecto español de dimensión universal». Aquí hace un viaje por su trayectoria y explica su labor en Fábrica Diestre, su primer proyecto, o en el complejo Aragonia. Dio, ante varios centenares de alumnos, la conferencia de inauguración del curso en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura. Javier Monclús y Carmen Díez hicieron de anfitriones.
[Retrato fotográfico: El maestro. Rafael Moneo es un pensador: intenta conjugar la limpidez con el pragmatismo, la belleza de las líneas netas, casi austeras, con la funcionalidad. Lo hace, conmueve y no se da importancia.]
ANTÓN CASTRO / Zaragoza
Rafael Moneo (Tudela, 1937) es un ’Nobel’ (fue Pritzker en 1996) de la arquitectura: un Nobel y un noble, humilde y reflexivo. Ha inaugurado el Curso de la Escuela de Arquitectura y de Ingeniería, y ha reflexionado sobre tres edificios: Aragonia, la Universidad de Columbia y la iglesia de San Sebastián.
¿En qué consiste ser arquitecto?
Yo creo que casi todo el mundo se siente próximo al trabajo que hace un arquitecto, seguramente porque hay algo que lleva pensar en tiempos muy, muy remotos en los que construir era también sobrevivir. Después de eso, el proceso de especialización que se ha producido en la especie humana ha dado lugar a que el arquitecto haya estado ligado a la construcción. Y a medida que ha ido avanzando y abonando esta especialización, el arquitecto ha ido siendo, cada vez más, el responsable de dar las directrices de aquello que se construía. Luego el término arquitecto ha servido, qué sé yo, para definir metafóricamente a un entrenador que conduce a un equipo a la victoria; el término ha adquirido más hondura y ha convertido al arquitecto en estratega. Pero a mí me gustaría verlo ligado sobre todo a este papel del arquitecto como constructor.
¿Solo constructor?
Creo, también, que desde el Renacimiento el término de arquitecto ha pasado a diluirse y desdibujarse a medida que la diversidad de trabajos que se dan cita en un edificio ha hecho que esos saberes no estén todos en manos de una sola persona, y ha quedado ese aspecto más ligado a definir y establecer los componentes lingüísticos. Por eso la apariencia del edificio es lo que parece pertenecer más al arquitecto, pero, insisto, a mí me gustaría que siguiese vigente esa condición primera ligada a un trabajo, el del arquitecto que se afirma en la construcción.
Javier Monclús le presentó diciendo que usted era un arquitecto de ideas. ¿Qué cree que quiere decir?
La profesión de arquitecto se produce no lejos del terreno de la enseñanza donde lo que se discute es cuál es el posible sentido de lo que construimos hoy. Esa proximidad con el mundo de la enseñanza hace que la discusión teórica acerca de los problemas que preocupan al constructor y a la arquitectura hayan estado presentes en mi trabajo... Creo que Javier Monclús se refiere a eso. Espero que no me haga escribir un manual...
No se preocupe. Me gusta que cierre los ojos tan intensamente y que busque las respuestas como si las pensara por primera vez. ¿Tiene o no tiene estilo un arquitecto?
Yo creo que sí. El estilo seguramente -hablamos de estilo o de lenguaje- es como una categoría difusa de la cual participan todos quienes vivimos y trabajamos en determinado momento. En realidad, si uno mira en la Zaragoza de los años 30 vería que esa arquitectura que se desprendía del ornamento y que está presente en muchas obras primeras de los Borobio era un estilo, que luego adquiere otros matices más personales o locales... Hoy el estilo es menos claro. Por el modo en que se construye se han introducido tantos aspectos diversos que, seguramente, quienes hagan la historia de estos años también verán las cosas mucho más próximas de lo que las vemos nosotros ahora. En el caso de mi trabajo no hay tanto un recrearse en el lenguaje como en entender las condiciones muy precisas y peculiares de un proyecto. Lo que caracteriza mis proyectos es la lógica con que se afrontan.
¿La lógica? Cuando le concedieron el Premio Príncipe de Asturias, que recibía el viernes, le adjudicaron dos términos: serenidad y pulcritud. ¿Considera que esos dos sustantivos definen su quehacer?
Me gustaría que fuese verdad lo que ha dicho el jurado. Los años 80, 90 y después de ese periodo que se llamó posmodernidad han venido marcados por una exageración y exuberancia a las que yo siempre me he resistido. En ese aspecto, he buscado más la calma o entiendo que alguien pueda ver mi trabajo como más sereno, si serenidad significa no recrearse en la exageración o la desmesura. Podría ser una característica, sí.
¿Y la pulcritud?
Respeto a pulcritud, intento tener toda aquella que me permite una práctica de la construcción hoy que, poco a poco, va perdiendo los valores que le daba el artesonado y se ha dado entrada a la industria. Y en uno y en otro, el lado artesano y el industrial, cabe la pulcritud. En la medida de lo posible procuro que mis obras se disfruten con una construcción ajustada y, en último término, exageradamente pulcra. O entendida como pulcritud por el jurado.
¿Qué queda en usted de aquel joven arquitecto que concibió la Fábrica Diestre, en Zaragoza?
Seguro que he cambiado, pero a mí me gustaría que aquel arquitecto inquieto y atento -que intentaba ver si era capaz de replicar la arquitectura de aquellos profesionales que admiraba-, mantuviese el mismo espíritu en el de hoy. Quizá no miro ya tan claramente al trabajo de otros colegas, pero sí me gustaría que esa inquietud trasladada o reflejada en términos de exigencia se mantuviera hoy.
¿Cuál sería la clave de ese proyecto que parece casi una pequeña ciudad en Zaragoza o, como también, dijo un barco inmenso con su sala de máquinas: Aragonia?
Es una obra, de entrada, importante por el tamaño. Hay veces que el tamaño cuenta y entender que aquello que se pone en tus manos puede cambiar la faz, no me atrevería a decir de un barrio, pero sí de un área de la ciudad suficientemente amplia como englobar esos dos parques, hace que yo valore el Aragonia en lo que tiene de importancia en el medio en que se inscribe. Es más difícil para un arquitecto la obra de dimensiones amplias que la obra más menuda. La obra más menuda puede controlarse más, pero en la más grande los aspectos estructurales tratan de apropiarse del edificio. En el Aragonia nos hemos movido en el filo de la navaja: sin perder lo que pueda haber de personal en mi trabajo, hay que reconocer y asimilar también la obligación instrumental que un edificio como ese tiene. Ha sido difícil por esa superposición de usos y funciones, pero en ningún caso considero este proyecto una obra menor en absoluto dentro de mi trayectoria. Aragonia es un trabajo importante, muy valioso para mí.
Para la gente que quizá no domine en exceso la arquitectura... ¿cuáles serían o deberían ser los baremos de percepción? ¿Qué les diría usted qué y cómo es ese edificio?
La buena arquitectura, de calidad, no se hace sentir mucho. Si Aragonia está absorbida por las gentes que lo usan sin que les reclame continuamente pensar que hay un arquitecto que ha volcado en ella intenciones de alcance intelectual, que a ellos quizá no les interesen, me parece muy bien; a mí me gustaría que estas gentes se moviesen con naturalidad por sus espacios. Si las gentes se mueven con naturalidad en ese espacio y con esa nueva visión de un edificio que concilia los dos parques, yo creo que eso determinará el acierto en lo que ha sido mi trabajo. Cuando voy al Aragonia ahora me gusta ver a la gente moviéndose por esos corredores que se han convertido en colectores de movimiento que antes, de algún modo, ya existían.
¿Cabe hablar de armonía, de diálogo entre los edificios?
Sí, claro. También es importante ver cómo en un barrio con una construcción un poco indiscriminada, o desordenada, prevalece una construcción en la que lo que significan los metros cuadrados cuenta y acepta incorporar una arquitectura un poco más esbelta, afilada, más permeable. Frente a los dos grandes bloques que se producen o que ahí había, hemos introducido una arquitectura un poco más vibrante y alegre, por el color, con materiales de aquí, con sus texturas. El edificio Aragonia incorpora un nuevo orden y una nueva estructura que, en cierto modo, se transparenta.
En estos tiempos de crisis, ¿qué arquitectura se tiene que hacer?
Volviendo a la pulcritud y serenidad de la que hablábamos antes, yo creo que la buena arquitectura que hay que hacer ahora es la buena arquitectura que se hacía antes. Los nuevos tiempos seguramente introducirán una vuelta a una racionalidad que parecía haber desaparecido en los tiempos de esa exuberancia de la que hablaban los economistas y que se traducía, si se quiere, a una arquitectura más próxima a los excesos desde el Barroco, aunque en medio también había todo ese minimalismo. Volveremos a una arquitectura que recupere escalas más manejables y que permita a los arquitectos, jóvenes y no jóvenes, el cultivo de la intensidad.
¿Qué es lo que da valor a una obra?
El tamaño puede ser la medida del riesgo, pero considero que la adecuación no es un mal término para definir a aquello que puede dar valor a una obra. Adecuación.
¿De qué se alimenta un arquitecto como Rafael Moneo?
Si algo no he perdido es la curiosidad. Realmente yo creo que la vida y la evolución de un arquitecto -creo que lo ha dicho en alguna ocasión Siza- están ligadas al viaje. Y el viaje está ligado a esa sensación de apertura, de dejarse invadir por toda una serie de realidades que pueden parecer ajenas pero que están en todos los campos. Pienso que lo que ayuda a la inspiración o la soporta, lo que alimenta al arquitecto pueden ser disciplinas ajenas a la arquitectura: la música, la literatura, el arte... A mí no me gusta limitar mi trabajo a la disciplina en la que profeso.
PERFIL DEL ARQUITECTO
El maestro. Rafael Moneo es un pensador: intenta conjugar la limpidez con el pragmatismo, la belleza de las líneas netas, casi austeras, con la funcionalidad. Lo hace, conmueve y no se da importancia.
Retrato de un profesional cercano, detallista y libre
Parece que todos los años son buenos para Rafael Moneo: es un hombre cálido, cercano, detallista. Como quien no pierde pie en ningún instante; recuerda sus clases y sus alumnos, le gusta escribir de lo que hace y aún le gusta más hablarle a los alumnos. Dice que el territorio de la máxima libertad para el arquitecto es el de exigencia: ahí, con condiciones, con demandas de uso y de funcionalidad, el profesional despliega su imaginación, sus conocimientos y la necesidad de construir una arquitectura a la medida del hombre. Hace unos días, arropado por profesionales -Basilio Tobías, Carmen Díez, Javier Monclús, Ricardo Marco, crítico de HERALDO, Iñaki Bergera, Luis Franco y Carlos Labarta, entre otros-, impartió una clase magistral a los alumnos: en el salón de actos atiborrado se oía su voz tenue, había que aguzar los oídos y mitigar todos los carraspeos para entender la dimensión de Aragonia o la pasión que tiene por las catedrales e iglesias, porque allí se dilucidan asuntos como el cosmos y el hombre, la divinidad y el rezo. Los alumnos oyen de sus labios nombres de escultores como Oteyza y Chillida, de músicos como Stravinski y de numerosos arquitectos: Le Corbusier, Mies van der Rohe, Koolhass, Sáenz de Oiza, que fue su maestro y su amigo. Su obra es vastísima, y ha sido ratificada con muchos premios: el Nacional de Arquitectura, en 1961; la Medalla de Oro de las Bellas Artes, 1992; el Pritzker, en 1996; o el Mies van der Rohe, 2001. Su última distinción ha sido el Premio Príncipe de Asturias de las Artes de este mismo 2012 y que recogía el viernes en Oviedo. En Aragón ha hecho la Fábrica Diestre, su primer proyecto; el Aragonia, la Fundación Beulas o ha trabajado, entre otros lugares, en Panticosa.
JAVIER EGEA, UN POEMA DE AMOR

JAVIER EGEA, CASI ENAMORADO DE UNA JOVEN
Javier Egea nació en Granada en 1952 y murió en 1999. La poesía fue la tarea de su vida: la tarea, la emoción, la vocación, el afán, la quimera, la práctica cotidiana. Escribió como vivió, escribió contra la sombra de la muerte y del dolor. Ayer me llegó el segundo volumen de su ‘Poesía completa’, que edita Bartleby, con prólogo de Jairo García Jaramillo, y edición de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García. Me gustan muchos poemas, pero especialmente este, que no sé si es revolucionario o adecuado para un día como hoy, como ayer. Aquí la joven es Jean Seberg y la foto es de Henry Dauman.
A UNA JOVEN DORMIDA, CASI ENAMORÁNDOME
Ojos distintos, turbia, inesperada,
con veinte años ya de tempestad.
Sueña donde concluye la ciudad
y se espigan deseo y madrugada.
Y parece feliz. O desplegada
en el mapa de ajena soledad
por donde habrá que navegar. Mirad:
ella pone sentido a mi jornada.
Ella es un cuerpo largo que se inquieta,
que lleva sombra y luz en su camisa,
anticipando libertad y meta.
Ella es rumbo que siempre se improvisa,
mueve esa carne vasta de planeta
y se despierta aún con la sonrisa.
HOY, 'CARIÑENA', EN CARIÑENA
"CARIÑENA" DE ANTÓN CASTRO SE PRESENTA
ESTE VIERNES, A LAS 20,00 HORAS,
EN LA CIUDAD QUE INSPIRÓ LA NOVELA
En la foto de Heraldo, José Luis Mainar, Antón Castro y Pepe Melero.
La cita tendrá lugar en el salón de actos de la Denominación de Origen Protegida y el escritor y bibliófilo José Luis Melero será el encargado de presentar el libro
El relato autobiográfico es la segunda novela de la colección de narrativa de “El vino de las Piedras” editada por el Consejo Regulador
Antón Castro, escritor y periodista, presenta este viernes 16 de noviembre, a las 20,00 horas, en el Salón de Actos del Consejo Regulador de la D.O.P su última novela “Cariñena”. Se trata del segundo relato que forma parte de la colección de narrativa contemporánea de “El Vino de las Piedras”, editada por la Denominación de Origen Protegida Cariñena. Esta iniciativa comenzó el año pasado con el primer número “Dulces piedras escondidas” de los escritores María Pilar Clau y Mariano Gistaín. El escritor y bibliófilo José Luis Melero será el encargado de presentar este acto.
El pasado 27 de septiembre Antón Castro presentó su nueva novela en el Paraninfo de Zaragoza y ahora ha llegado el momento de hacerlo en la localidad que da nombre a su relato, ante todos los cariñenenses.
“Cariñena”, es una obra autobiográfica que a través de 120 páginas y 21 capítulos consigue ahondar en la importancia de la cultura, la amistad, el vino y especialmente la poesía. Antón Castro relata en la novela la experiencia vital de un joven de 19 años, objetor de conciencia y víctima de la incertidumbre, que escapa de su Galicia natal y se va a la vendimia de Cariñena diez días de octubre de 1978. Una vez allí conoce el mundo del vino, los detalles de la historia de Cariñena, de la comarca y duerme en las grutas-bodegas del lugar mientras espera que le den su primer empleo. No sabe nada del arte de vendimiar aunque lleve farcino.
El joven, un tanto perplejo y sin saber muy bien donde caerse muerto, tiene un escaso bagaje de experiencias: es lector de poesía, aficionado a la música y al cine de autor. Allí conocerá a un estudiante de Historia y a dos chicas que le hacen soñar con el amor y, quizá, con el sexo.
La novela, de ritmo ágil, está plagada de personajes; entre ellos el viticultor Mainar, enamorado y casado de Palmira: él encarna el conocimiento de la tierra y de los viñedos. Y ejercerá una influencia decisiva en el joven. Otro elemento inesperado es el cierzo: será desencadenante de la acción. A lo largo de toda la obra se refleja la situación social, cultural y política de la España de 1978 y poco a poco se ve como el protagonista va creciendo, encontrando amigos y enamorándose de las viñas, la vid y las tierras cariñenenses.
“El libro es una narración lineal, claramente generacional. Habla de la espera, la esperanza y las ilusiones de la Democracia. Se trata de una novela de amor al paisaje, al territorio, a los celajes imponentes; es un libro de amor a Cariñena y a Zaragoza. Un libro fluido, cuyo interés no decae: está construido con capítulos cortos. El lector se zambulle en un mundo inocente y vertiginoso donde hay muchas cosas, asoma el amor y la amistad”, asegura el autor.
APUESTA POR LA CULTURA
La cultura es una apuesta importante para la Denominación de Origen Protegida Cariñena a través de iniciativas como esta colección de narrativa, las becas de formación para la cultura del vino que otorga desde el año 2008 a todos los alumnos que superan los ciclos en Vitivinicultura y Elaboración de Vinos y Bebidas que se imparten en el instituto cariñenense Joaquín Costa, o la “Ayuda de Investigación en torno a la Cultura del Vino”, una iniciativa conjunta de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza y la D.O.P. Cariñena. Gracias a esta ayuda se han llevado a cabo varios trabajos de investigación que posteriormente han sido editados como publicaciones. Además, el Museo del Vino de la Denominación acoge de forma periódica exposiciones de pintura o fotografía.
CASTRO HA PUBLICADO MÁS DE 20 LIBROS
Antón Castro ha publicado más de una veintena libros de narrativa y poesía, de entrevistas, biografías, ensayos, de miscelánea. Uno de sus favoritos es “Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados” (Gobierno de Aragón, 1992). Es autor de siete libros de relatos: “Mitologías” (IFC, 1987), “Los pasajeros del estío” (Olifante, 1990) “El testamento de amor de Patricio Julve” (Destino, 1995, 2000), “Vida e morte das baleas” (Espiral Maior, 1997), “Los seres imposibles” (Destino 1998), “Golpes de mar” (Destino, 2006) y “Fotografías veladas” (Xordica, 2008). En 2011, quince años después de su publicación, reeditó en Xordica “El testamento de amor de Patricio Julve”. Y de una novela: “El álbum del solitario” (Destino, 1999).
En 2010 publicó el poemario “Vivir del aire” (Olifante); en 2011, aparecía su segundo poemario en verso y prosa, “El paseo en bicicleta” (Olifante), y este mismo año la antología “Versión Original” (Isla de Siltolá). También ha publicado biografías, libros de entrevistas y tres libros de literatura infantil y juvenil. Entre 2006 y 2012 dirigió y presentó el programa cultural “Borradores”, en Aragón Televisión. De 2000 a 2006 coordinó siete ediciones de los “Encuentros Literarios de Albarracín”. Fue comisario de la exposición de los “75 años del Real Zaragoza”. Coordina actualmente el suplemento “Artes & Letras” de Heraldo de Aragón y colabora en “Por amor al arte” de Aragón Televisión.
ADIÓS A LA ESCRITORA ISABEL NÚÑEZ

Me entero por varios amigos de que acaba de fallecer la escritora, articulista y traductora Isabel Núñez. La conocí en Zaragoza, cuando vino a Antígona a presentar su libro ‘Si un árbol cae. Conversaciones en torno a la guerra de los Balcanes’ (Alba, 2009), que le presentó Félix Romeo. Estuvo en ‘Borradores’, y nos hemos escrito bastante, la última vez hace un mes o así. En mi blog hay un cuento suyo de ‘Algunos hombres... y otras mujeres’ (Menoscuarto): ‘Signos’ Su último libro había sido ‘Postales de Barcelona’, que reseñó Isabel Verdú en ‘Artes & Letras’ de Heraldo. Un abrazo a sus amigos y a su familia. Y todo mi afecto y mi mejor recuerdo para Isabel. Una trabajadora, una mujer de letras, un criatura sensible y apasionada que peleó y peleó ferozmente contra el cáncer.
http://antoncastro.blogia.com/2009/112204--signos-un-cuento-de-isabel-nunez.php
'CARIÑENA': ECOS DE UNA BELLA NOCHE

UNA NOCHE INOLVIDABLE EN CARIÑENA Y UN REGALO
Ayer, a las 20 horas, Pepe Melero hizo una presentación preciosa de ‘Cariñena’ (Ediciones 94), como también el joven alcalde Sergio, que tiene alma de showman. Una de las cosas más bellas, tras visitar la Casa del Gaitero y el Museo de Marín Bosqued en Aguarón, y ya en el Museo del Vino de Cariñena, fue la presencia de María Antonia Andrés Gasca: había leído la novela ‘Cariñena’ con lápiz, papel, hizo un sinfín de notas y ha redactado un artículo muy bonito y entrañable, y no favorable en todo, ni falta que hace, pero muy afectuoso y lúcido, donde analiza el peso de la cultura en el libro, los personajes, los espacios, la ambiente, y recuerda muchos detalles. Sin duda, un generoso e inesperado esfuerzo de una buena lectora y escritora. Todo el mundo fue muy amable y acogedor. Una noche inolvidable con más un centenar de personas en la sale, entre ellos los alcaldes de Paniza y Longares.
*La foto es de Rodney Smith.
ANTONIO G. ITURBE: DIÁLOGO SOBRE 'LA BIBLIOTECARIA DE AUSCHWITZ'

Antonio G. Iturbe, director de la revista ‘Qué Leer’, también es un narrador de aliento poderoso. Si en otros libros, su literatura parecía más oscura e irónica, con ‘La bibliotecaria de Auschwitz’ (Planeta) da un salto: cuenta una historia sustancialmente real: la narración de Dita, su biblioteca de ocho volúmenes, el barracón 31 donde se daban lecciones de vida contra la muerte... Toni Iturbe responde aquí a unas cuantas preguntas sobre el libro. Y ya de paso, sobre su propia vida: nació en Casetas, Zaragoza, en 1967.
-¿Qué le debe ‘La bibliotecaria de Auschwitz’ (Planeta, 2012) a Alberto Manguel?
Mucho. La lectura en su libro “La biblioteca de noche” fue la que me mostró que había existido esa pequeña biblioteca clandestina de ocho volúmenes en un recóndito barracón del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en un subcampo llamado coloquialmente Campo Familiar. Una muchacha de 13 años llamada Dita era la encargada de manejar los libros y ejercer de bibliotecaria. Fue el hilo del que tiré para dar con el ovillo. Manguel es uno de los grandes sabios internacionales sobre la historia de la lectura.
-¿Por qué te obsesionó tanto el relato de esta biblioteca? ¿Cómo fue la pesquisa? ¿Qué viajes hiciste?
Es que para mí los libros son muy importantes. Yo estoy muy agradecido a los libros. Nada hubiera sido igual sin ellos, mi vida habría sido mucho más vulgar. Yo inicio la pesquisa estirando del hilo de la documentación. Manguel cita en su bibliografía el libro donde él ha leído sobre la pequeña biblioteca y voy a por él. Y luego sigo buscando. En Internet no encuentro mucho. Pido a la fundación Yad Vashem del Holocausto en Israel algún libro que me interesa. Y, finalmente, decido viajar a Auschwitz, en Polonia, a ver qué encuentro. Lo cierto es que encontré poca documentación, del Campo Familiar BIIb sólo queda la entrada vallada y dentro una inmensa nada de malas hierbas. Un silencio y un frío que se te mete en los huesos.
-¿Cómo llegas a Dita Adlerova?
Supe de la existencia de una novela llamada ‘The Painted Wall’ escrita por Ota Kraus, ambientada en el Campo Familar. Finalmente, encontré en internet una página web en la que se podía adquirir la novela. Pero no podías pagar con tarjeta VISA sino que debías escribir para solicitarla. Al hacerlo, la persona que me respondió firmaba como Dita Kraus. Le pregunté si no sería ella la Dita que manejaba los libros en barracón 31 del Campo Familiar. Y era ella, con 79 años. Dita Adlerova es su trasunto libresco, la proyección literaria que hago de ella basándome en su vida.
-Se la compara a menudo con Ana Frank. ¿Estás de acuerdo?
Lo entiendo como una comparación simbólica. Ambas nacieron el mismo año, pertenecían a familias judías cultas (una en Holanda y otra en Praga) y vieron quebrarse su infancia en el mismo momento, antes de la adolescencia. Ambas llegaron al campo de Berger Belsen con la misma edad, 15 años. Por desgracia, Ana Frank no superó Berger Belsen. Gente muy seria afirma que Sana Frank podría haber llegado a ser una gran escritora. Dita fue siempre, y aún día lo es, una gran lectora.
-Una vez que conoces los datos, los personajes, ¿cómo te planteas la novela? ¿Qué tipo de la narración querías hacer?
Al principio quería hacer un libro de no ficción. Estuve documentándome mucho, escribí cientos de folios, pero no me salía. Yo no soy historiador, la aportación que hacía era casi nula, repetía lo que otros ya habían dicho. Para contar la historia de la biblioteca tiré todos esos folios cargados de datos, tratados internacionales y contexto histórico y empecé a plantearme que debía contar una historia. Porque ocho libros desvencijados en un barracón no eran un material de peso desde el punto de vista de la historia oficial de la Segunda Guerra Mundial, pero en cambio eran una metáfora extraordinaria para hablar de la importancia de la lectura y la enseñanza y rescatar del olvido a la gente del barracón 31, que arriesgó su vida no para fugarse ni para realizar una acción heroica que les valiera una medalla, sino para levantar una escuela que arropara a un montón de niños caídos en el pozo más negro que han conocido los tiempos.
-Uno de los temas que plantea la novela es el de los niños en la guerra, el de los niños y el horror. ¿Qué hacían los niños en Auschwitz-Birkenau, donde hubo tantos españoles, que fue uno de los campos de exterminio más terrible?
Los niños allí eran una rareza. No eran útiles como mano de obra esclava y, por tanto, se los asesinaba. Había niños en el Campo gitano, donde el doctor Mengele ponía en práctica muchos de sus macabros experimentos. Pero raramente niños judíos. El Campo Familiar fue una excepción que los nazis pusieron en marcha por razones interesadas.
-¿Cómo era el campo de Terezin, qué diferencias había con el de Auschwitz?
Terezín era un gueto, no era un campo de exterminio. En Terezín no había asesinatos masivos y las condiciones de vida eran menos extremas. Debían trabajar en los talleres o huertos de manera forzosa, la dieta alimenticia era escasa y debían dormir en camaretas apretadas de escasa salubridad. Pero el ambiente era menos opresivo, existía un Consejo Judío que organizaba la vida en Terezín, eso sí, controlado muy de cerca por la comandancia de la SS. Auschwitz era un campo de campos. Y Auschwitz II–Birkenau era directamente una fábrica de la muerte: su función básica era el exterminio.
-¿Cuáles eran las prohibiciones explícitas que había sobre la existencia de libros en el campo?
En Auschwitz todo estaba prohibido. Desde el momento en que llegaban los internos al andén del tren, se los despojaba de todo: de su valija, de su ropa, hasta de su pelo. Sus únicas pertenencias eran una cuchara y un plato de metal. Aún así, funcionaba un mercado negro en el que se podía comprar algunas cosas: se podía cambiar un mendrugo de pan por unos cigarrillos, se podía cambiar sexo por un mendrugo de pan… En el barracón 31 lograron conseguir de manera clandestina hasta 8 libros.
-¿Qué pasaba en el barracón 31?
El B31 fue designado por los nazis como barracón para los niños del Campo Familiar para que no molestasen durante la jornada mientras sus padres trabajaban en los talleres. Nombraron director o kapo del barracón a un interno, judío alemán, llamado Fredy Hirsch. Los niños debían permanecer allí durante la jornada entretenidos, pero le prohibieron que se hablara de religión o de política, prohibieron que se practicara cualquier tipo de enseñanza. La grandeza de Hirsch es que no les hizo caso y organizó de manera clandestina una escuela.
-¿Por qué esos ocho libros, entre ellos Hasek y Dumas y no otros?
Los 8 libros llegaron de manera azarosa. Llegaron a través de los internos que movían mercancía de estraperlo, generalmente polcaos designados por los nazis para tareas de mantenimiento, reparaciones de barracones, carpinteros… No eligieron esos, fue lo que pudieron conseguir. De los 8 libros pude averiguar los títulos de 5 de ellos. La propia Dita Kraus no recuerda con exactitud los títulos, ella tenía 13 años y han pasado 70 años. De esos 3 títulos que me bailaban, de uno no supe nada. De los otros dos, parece ser que se trataba de un libro en checo y otro en francés. Ahí la potestad del narrador y el milagro de la literatura de recrear las historias: quise imaginar que el libro checo pudo haber sido ‘Las aventuras del bravo soldado Svejk’ y el libro en francés ‘El Conde de Montecristo’, que tenían una significación simbólica muy especial.
-Hay un momento en que se dice: “los libros eran un tesoro, su fragilidad los hacía más valiosos”. ¿Has querido hacer, a través de la ficción, una defensa del libro?
Absolutamente. Ahora los soportes son variopintos, pero durante siglos, los libros han sido los almacenes de la sabiduría, los baúles de la imaginación. Y hoy, más que nunca, en el soporte que sea, necesitamos seguir contándonos historias, seguir reflexionando y seguir tratando de entender qué demonios hacemos en el mundo.
-En la novela hay muchas cosas turbadoras y terribles. Por ejemplo: la intolerancia con la homosexualidad. ¿Qué pasaba entonces con este asunto?
Pues pasaba lo que pasa ahora, multiplicado por cinco. Ser diferente siempre ha tenido un coste muy alto. Los nazis no sólo llevaron a los campos de exterminio a judíos y gitanos, también a homosexuales.
-Una de las cosas más inquietantes del libro es la presencia de Joseph Mengele. Siempre se cuentan terribles cosas de él, se cruza con Dita y sus compañeros... ¿Qué hacía allí en realidad, cuáles eran sus intenciones? ¿Es la encarnación del mal absoluto?
Mengele no era el director médico de Auschwitz, era capitán médico de la SS, pero mandaba tanto como si lo fuera. Todos lo temían, incluidos los propios SS. Su intención era tratar de averiguar maneras de extender la raza aria de la manera más “eficaz” posible y cómo frenar la judía. De ahí que se dedicara a experimentar diferentes modos de esterilización, a cuál más macabro, con mujeres judías. Y que fuera buscando de manera ansiosa parejas de gemelos para experimentar con ellos y ver si podía lograr entender cómo generar partos múltiples: de esa manera las mujeres arias empezaría a dar a luz gemelos, trillizos o cuatrillizos y de ese modo la expansión de la raza aria multiplicaría su velocidad de manera geométrica. Yo creo que es la encarnación más nítida del mal porque es una maldad que no surge de la ignorancia, el fanatismo inconsciente o el arrebato sino que viene de una persona formada, inteligente y culta.
¿Cómo defines a Dita, cómo explicas su evolución, su fuerza?
Dita ve con 9 años cómo los nazis entran en Praga y su infancia cambia. Ella ha de aprender a vivir con las prohibiciones, la bota de los invasores pisoteándolo todo y ha de aprender a ir siempre hacia adelante. Hay personas que tienen una fuerza natural arrolladora, que son como un río, imparables. Dita es una de esas personas. A sus 83 años sigue llena de planes para el futuro.
En el libro hay muchos personajes. Quizá en la extensa primera mitad del libro sea Fredy Hirsch. ¿Cómo lo definirías: era un hombre atormentado con un sueño, quién era en realidad?
No hay demasiada documentación sobre él, prácticamente ninguna en español. Precisamente por eso he querido rendirle un homenaje, rescatarlo del olvido. Él es un luchador. Su sueño es el de ver a los judíos libres y orgullosos en su tierra prometida de Sión. Es un hombre orgulloso, un gran instructor de deportes, un líder al que los jóvenes veneran, un atleta, un hombre de una elegancia innata que hace que incluso en medio del fango físico y moral de Auschwitz siempre tenga un porte impecable. Pero sí, Hirsch tenía también un secreto, un talón de Aquiles. Pero eso lo hacía todavía más grande. HIrsch tenía sobre la cabeza más guillotinas pendiendo que sobre cualquiera en Auschwitz, y aun así desobedeció las órdenes de la comandancia nazi y nunca dio un paso atrás.
Se habla mucho de la Resistencia, de los contactos con el exterior. ¿Cuáles eran en realidad?
La Resistencia en Auschwitz podía hacer bien poca cosa. Es cierto que se enteraban mejor de los engranajes de la comandancia del campo, pero poco o nada podían hacer para evitar cualquiera de sus desmanes. En Auschwitz-Birkenau hubo un solo levantamiento, protagonizado por los miembros del Sonderkommando, los internos obligados a trabajar como asistentes de los nazis en las cámaras de gas y crematorios. Fue un conato rápidamente aplastado por los SS de manera sangrienta.
Aún a riesgo de parecer frívolo, ¿cuál es la importancia de la amistad y del amor en el libro? Hay un momento en que alguien dice: “...todo lo fiable que puede ser una persona en Auschwitz”.
Ahí quería subrayar que una cosa es homenajear a la gente que mostró un valor y una generosidad extraordinarios. Otra cosa es caer en la ingenuidad de crear que cualquier víctima se convierte en un ser admirable. Hubo judíos en Auschwitz que pervirtieron a compañeros para obtener beneficios, que delataron, que robaron el mendrugo de pan a otros internos más débiles aunque eso les supusiera la enfermedad y la muerte. Por eso la amistad, cuando era verdadera, era algo extraordinario: que alguien no mirase de manera egoísta por su propia supervivencia era algo digno de admiración en semejante entorno opresivo. Y el amor, pues ya para nota. Pero hubo amor. Incluso en la mayor de las ruinas, si uno se fija con detenimiento cómo en las grietas crecen algunas flores hermosas.
¿Cómo convive un narrador meses y meses con ese clima de máxima hostilidad, de violencia gratuita, de pánico constante?
Un narrador es también prisionero de su propia historia. Dejarla a medias sería una derrota, una cobardía, un fracaso. Así que una vez pasada cierta marca, hay que llegar hasta el final. Ya no puedes volverte atrás. Y si hay que convicir con todo eso hasta terminar, pues se convive. Yo sentía que tenía un compromiso moral con Dita Kraus, Fredy Hirsch, Ota Kraus… no contar esa historia hubiera sido una traición.
Se dice: “Los libros lo saben todo”. ¿Cuál es la lección de la novela, cuál sería la lección de Auschwitz tantos años después?
Lección es una palabra muy gorda, un palabro. No me atrevo a tanto. Yo sólo he querido mostrar que los libros, como motores de la imaginación y el conocimiento son muy importantes porque incluso en las situaciones más extremas en las que parece que hay que dejarse de mandangas y tratar de sobrevivir, si sólo estamos pendientes del mendrugo de pan, nos hundimos. Podemos llegar a sobrevivir físicamente, pero como personas desaparecemos y, entonces, los verdugos han ganado. Si dejamos de pensar, si dejamos de soñar… los tiranos han vencido. Hoy, más que nunca, la cultura es un bastión de resistencia contra esos poderosos banqueros y plutócratas rastreros que quieren convertir una sociedad en un rebaño.
-Otro tema: ¿has tenido alguna novela en la cabeza, escritores concretos, las memorias de Primo Levi, de Imre Kertész, de Semprún?
Leer a Primo Levi es un impacto moral tremendo. He leído mucho estos años sobre el Holocausto, pero quizá de todo lo que he leído, el libro que más me ha hecho entender lo que fue el desmoronamiento de la normalidad fue leer ‘El Diario de Ana Frank’.
Otro asunto: ¿qué hace un señor de Casetas en Barcelona?
Yo nací en Casetas, porque además entonces se nacía en casa. Mi padre tuvo que ir a buscar trabajo en la hostelería a Mallorca y se fue hasta Barcelona para coger el barco. Pero en la espera, encontró un empleo en Barcelona y allí que nos fuimos. Así que con seis meses, viajé hasta Barcelona y allí crecí en el barrio del puerto, la Barceloneta. Mis retornos a Zaragoza han sido intermitentes, mucho más frecuentes cuando era pequeño y mucho más distanciados con el paso de los años. Lo que sí tengo de Aragón es una herencia cultural muy rica a través de mis padres, y de mi abuelo que ya no está: los refranes, las expresiones, las comidas, las celebraciones… el día de Santa Águeda se comen farinetas y para Nochebuena, cardos. Y ahora que se acerca Navidad, no falta el guirlache, claro. Que antes costaba encontrar en Cataluña porque no se estila. No saben lo que se pierden. Igual que pasa con las borrajas, que son difíciles de encontrar en Barcelona, pero mi madre siempre acaba encontrando de vez en cuando. En fin, la casa de mis padres es una especie de sucursal de Casetas (y Utebo) en Barcelona.
*He tomado las fotos de internet, en diversos dominios.
CARLOS ROLDÁN, HOY, EN SANTANDER
Un maestro aragonés para Maurice André
El director e instrumentista Carlos Roldán dirige hoy a la Banda Municipal de Santander en un homenaje al gran trompetista francés
Carlos Roldán es uno de esos músicos que siempre están en el camino: experimentan, aprenden, asumen riesgos y se renuevan. Roldán es director de la banda de Garrapinillos, antes también lo fue de la de Miralbueno, lidera grupos de cuerda y es capaz de concebir un espectáculo para tocar a Mozart, con vestuario y rapsoda, o para desplegar la música de cine.
Hoy a las doce, dirige un curioso proyecto en Santander que tendrá lugar mañana a las doce en el Teatro Casyc: un homenaje al trompetista francés Maurice André (1933-2012), que falleció el pasado febrero en su casa del País Vasco francés, donde se habría retirado. Así lo retrata el instrumentista cántabro Benjamín Blanes: “André es un maestro de maestros a nivel mundial. Con su música marcó un antes y un después cuando se habla de la trompeta”.
Carlos Roldán, que también es trompetista, dirigirá a la Banda Municipal de Santander, que tiene más de cien años de existencia. Explica: “En el concierto van a actuar varios trompetas que fueron alumnos de Maurice André y que pertenecen a la Banda Sinfónica de Madrid, la Orquesta Sinfónica de Madrid y la Orquesta Sinfónica de Bilbao”. Añade Roldán, ya desde Santander, que el repertorio tiene un carácter “marcadamente francés como la ‘Marcha militar francesa’ de Camille Saint-Säens, amigo de Pablo Sarasate y Pau Casals, que tuvo una gran relación con España y con el propio André”.
También habrá música de Bizet, y de otros trompetas como Harry James o Michel Legrand. Agrega el director zaragozano: “Habrá zarzuela con ‘El manojo de rosas’, música espectacular donde brilla la trompeta en piezas como ‘Hora Staccato’ o ‘Napoli’, y música para el recuerdo como el ‘Ave María’ de Schubert y Caccini”. Dado a realizar masters y cursos, sobre todo en Viena, explica: “Para mí es un placer poder trabajar estos días con una agrupación profesional que, además, está muy ilusionada con el proyecto de los conciertos que tienen a la vista. Todos los solistas del concierto acuden por amistad con algún miembro y por poder devolver un poco de cariño al que fue su maestro y amigo Maurice André”. En esta banda cántabra hay varios integrantes aragoneses: la clarinetista Susana Navarro y el trompa Juan Carlos Sanmartín.
Este concierto es el cuarto del ciclo otoño-invierno: “Espero disfrutar, sentir y crecer un poco más”. Carlos Roldán ha dirigido en el Auditorio de Zaragoza y, aunque parezca raro, en globo o desde lo alto de la torre de la iglesia de Garrapinillos, el primer proyecto arquitectónico de Ricardo Magdalena.
ISABEL NÚÑEZ Y SU ESPERANZA

El pasado 21 de octubre, hace ahora casi un mes, Isabel Núñez (1957-2012) dejaba en su espléndido blog esta nota, que tiene mucho de canto de esperanza, antes de su operación, y quizá también de despedida, de recuento, de penúltimo inventario antes del adiós. Moría ayer y deja un recuerdo entrañable como ser humano, como escritora, como traductora, como enamorada e insurrecta de la literatura.
http://isabelnunez-zbelnu.blogspot.com.es/
ALEA JACTA EST
Por Isabel NÚÑEZ
Ya hay una fecha y es inminente. Sólo quedan los últimos preparativos y concentrarse para que todo sea favorable y nada detenga lo que tiene que ocurrir. No sabré nada hasta que no despierte de ese quirófano desconocido donde todo se verá. Poco a poco, he ido reconciliándome con la idea de entregarme, de confiar. No ha sido fácil. A veces, todo duele y el dolor me devuelve a la tristeza de mi condición, de lo que me ha ocurrido, de lo que ocurre y de lo que me queda por recorrer. Mi amiga Anne, que me ve como a un personaje de Arthur Rackham, me dice que tengo que acabar de atravesar un bosque intrincado y espinoso y que pronto llegará le jour clair. Muchos amigos me aseguran que están convencidos de que todo irá bien, de que sus intuiciones son certeras. Y yo, ¿qué creo yo? Yo lo creo todo y no creo nada. Tengo pensamientos de muerte y he hecho mis pequeños preparativos en ese sentido, me angustia ser un cuerpo inmovilizado, conectado a tubos, sin capacidad para hacer nada salvo respirar y sentir, sufrir. Y al mismo tiempo no puedo evitar tener todas las esperanzas, incluso creer en lo improbable como JN, creer que todo será inexplicablemente mejor de lo esperado. Nadie sabe.
Dudaba si llevarme el ordenador, y al fin alguien me convenció para que sí lo hiciera. Quién sabe cuándo podré y tendré fuerzas para incorporarme. Aún no he decidido qué libros vendrán conmigo, aparte de Julien Green.
Rufus se quedará al cuidado de V. y de Tigridia. Él ya lo sabe: a su manera misteriosa, los gatos lo saben todo, o casi todo. Ya fui a ver por última vez al hombre que escucha, esta vez con un sueño que no supe descifrar. Tenía que hacerme, antes de la operación, unas fotos con una escalera de mano abierta y un cubo de pintura, pero en vez de cámara o teléfono, utilizaba una barra de labios negra con un dispositivo que también hacía fotos. Y de pronto pensé: pero con esto no sé si puedo pasarlas al ordenador...
Estos días me han visitado amigos, como siempre, que además se han hecho cargo de trabajos domésticos que para mí son difíciles ahora (antes me avergonzaba de que lo hicieran, ahora sólo siento gratitud, que es una fuente de felicidad). J. lo hace siempre, la otra Bel vino hoy, V. vino a buscar llaves e instrucciones para acompañar a Rufus. Giuseppe no pudo venir, estaba seleccionando cuentos clásicos y contemporáneos para unos editores de libros de texto que no han leído el prólogo maravilloso de Nathaniel Hawthorne. Buscaba un cuento y yo me agaché en mi polvorienta estantería de cuentos clásicos infantiles, pero no pude encontrarlo. Vinieron mis amigos semi-italianos con su manjar delicioso; quieren estar conmigo también el día D, aunque no puedan verme. Y es que esa mañana yo me había despertado mejor, tal vez gracias a una cena o tal vez gracias a unas respiraciones hara, y me sentí la hormiga atómica y empecé a hacer trabajos de Sísifo y acabé volviendo agotada al sofá. Cuando se fueron mis dos amigos, me subió la fiebre.
Hoy, J. me hablaba de su tristeza, de la que no se siente autorizado a hablarme porque intenta siempre alegrarme y parecer contento, de todo lo que tiene que digerir sin apenas darse el derecho a quejarse. Y yo, aunque estaba en esa nube melancólica y dolorida de esta mañana, me he alegrado de que lo dijera porque lo sé desde siempre y otras veces se lo he dicho y creo que es mejor que a veces pueda verbalizarlo también conmigo. Aunque yo apenas pueda hacer otra cosa que escucharle en silencio.
Pero ¿no son los silencios a veces la escucha que yo misma quisiera? Sólo eso, ser escuchada y sentir cómo me vuelven esas palabras, reflexivamente... Esa pequeñez podía ofrecerle yo... y la lluvia.
Escribo. Cuando puedo, cuando tengo fuerzas y estoy sola, escribo. Escribo como Rufus duerme. Escribo ese libro extraño y desestructurado, ahora ya con su working title, lo cual es un alivio para mí: poner nombre a las cosas. Fotografío el cielo, como un arma contra la tristeza, que a veces se adhiere al cuerpo como una costra, como esta mañana, por el dolor, que me devuelve a la dureza de estos tiempos míos. Las nubes forman a veces masas luminosas, extrañas floraciones, tonalidades insospechadas. Hace noches que no veo las estrellas: pacificada y en plena aceptación de lo que vendrá, duermo algo mejor. Me despierto pero no voy a la sala. La primera noche, Rufus, extrañado, saltó sobre mi cama a las cuatro. Ahora ya lo sabe; ha habido un cambio y ya no me espera.
A veces me siento casi feliz, olvido que no puedo vivir, olvido que no tengo cuerpo, que habito en una jaula dolorosa y puedo soñar, respirar aunque sea con esta respiración mezquina de ahora. Me siguen ocurriendo cosas pequeñas maravillosas, aunque yo no pueda entender la paradoja de todo esto, ni la extraña duplicidad de sensaciones que engendran. Qué importa. Si me curase, si recobrase un cuerpo de mujer, aunque sea con esas nuevas cicatrices, si pudiera, como dijo mi amigo Giuseppe: "Antes de Navidad, bailarás sobre las rocas". Y yo pensé en un paseo maravilloso que dimos por un camino de ronda, Caterina, él y yo, un día en que el viento había barrido el cielo, poco antes de mi desastrosa intervención. "Oh sí", le dije yo, "volveremos a aquel camino y yo bailaré sobre las rocas..." Hay tantas cosas que quisiera hacer para celebrar mi curación, si lo consigo, tantos lugares y tantos amigos con los que reírme y bailar... Sobre todo G., que necesita como yo esa celebración, la merece después de lo vivido, después de que, en abril, un cirujano de espíritu carnicero le abordase en un pasillo de hospital para decirle que su madre no viviría de ninguna manera, era imposible, en un impulso sádico incontenible, que luego se enseñoreó también conmigo y según él, yo debería haber desaparecido del planeta el pasado julio. Hay gente que afirma así su pequeño poder, sus venganzas contra la traición de Electra, quién sabe qué... Ah, Christiane Olivier sabría...
Como decía, anoche me subió la fiebre, por razones que descubrí más tarde. Mi delgadez es tan extrema que el termómetro de mercurio no se me sujetaba bajo el brazo y al fin tuve que recostarme y quedarme quieta para que no se me cayera y rompiera. Pobre calaverita, me digo a veces, cuando sorprendo mi cara demacrada y espectral en el espejo. Aunque mis amigos siguen viéndome esa luz que yo no veo. ¿Pero qué vemos en los otros? ¿Acaso no vemos también el ser del pasado, el que fue en otro tiempo? Si no, ¿cómo podría existir a veces el deseo? También seguimos pensando en nosotros como los que fuimos, sin edad, sin darnos del todo cuenta del tiempo transcurrido. Salvo cuando ocurren mutaciones como la mía, tan salvajes que cada mañana es una sorpresa reconocerme aún en esta guisa. Nada de esto importaría si de verdad yo pudiera, antes de Navidad, bailar sobre las rocas...
Ha empezado a llover con furia, después de tronar y relampaguear y Rufus, que a veces adopta la personalidad de mi padre, teme a las tormentas, aunque le encanta mojarse un poco cuando hay llovizna.
Mi amiga americana me manda estos días una colección de postales en blanco y negro de Nueva York: Walker Evans, Berenice Abbot, Andreas Feininger, Rudy Burkhardt, Arnold Eagle, Leo Brooks..., todos los buenos fotógrafos que fotografiaron la Gran Manzana. Por el reverso, con su letra preciosa y su trazo ágil, un león protector con un dibujo que va cambiando...
ISABEL NÚÑEZ, POR ISABEL VERDÚ
[Hace pocas semanas, en el suplemento ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón, Isabel Verdú, una zaragozana que reside en Barcelona, que es profesora y enamorada de los cuentos (es estudiosa de Enrique Vila-Matas, entre otros) publicaba esta reseña sobre su último libro: ‘Postales de Barcelona’. Se lo pido, de nuevo, a Isabel y lo publico aquí como otro homenaje a esta mujer que caló en nuestros corazones. Muy sinceramente. Isabel Núñez, Bel, vio este texto y estaba muy feliz. Ojalá encuentre literatura y las palabras necesarias en su nuevo cielo.]
Tomo la foto de aquí:
https://luisveagarcia.blogia.com/upload/20121117121836-inunez.jpg
ISABEL NÚÑEZ: LA BELLEZA FUGITIVA E INTEMPORAL
Por Isabel Verdú. Profesora y crítico literario
La escritura de Isabel Núñez (Figueres, 1957), como ya vimos en ‘Crucigrama’ (2006) o en ‘La plaza del azufaifo (2008) acostumbra a ser reflexiva, poliédrica, centrada en la observación cotidiana y tamizada por el filtro de una sensibilidad particular. En Mis postales de Barcelona, esta capacidad de mirar se hace más envolvente aún, y ofrece al lector un recorrido sentimental por Barcelona, seleccionando parajes cuya belleza resiste al paso del tiempo y que reflejan la historia personal o colectiva.
La Barcelona de Isabel Núñez está construida sobre la nostalgia por un mundo vivido que está a punto de desaparecer en el torbellino de la contemporaneidad. Núñez opera aquí como una intelectual melancólica, o más bien, como una esteta melancólica, pues se lamenta por el imperio de lo funcional, lo chabacano, que ha asolado la ciudad y aniquilado una gran parte de su encanto, en comparación con Francia, donde “se restaura más y se construye menos”. A través de los relatos sobre el antiguo Zeleste, la Vía Laietana o las Ramblas, reconstruimos una Barcelona que en los años setenta se desplegaba desde el silencio, en los ochenta vivió su eclosión y a partir de las Olimpiadas fue transformándose en una entidad cada vez más adaptada al turismo y alejada de su autenticidad. La nostalgia entonces no procede solo de los cambios que se están operando en la ciudad y de la destrucción de locales emblemáticos como el Zurich o parques y plazas otrora más plácidas. También emana del recuerdo de “lo que fui, de lo que soñaba”: una Barcelona en continuidad con la senda republicana; una Barcelona humanista y europea; una Barcelona abortada, que ya nunca será. A caballo entre el ensayo sobre urbanismo, el dietario literario, el relato autobiográfico, la memoria histórica, el poema en prosa, Mis postales de Barcelona traza un mapa sentimental fascinante a través de dos ejes básicos: el casco antiguo (con puntos de anclaje inolvidables como el Café de la Ópera, las Ramblas o Zurich) y la zona alta donde ha vivido gran parte de su vida (Putxet, Sant Gervasi, Bona Nova). Ello sin olvidar lugares emblemáticos de la Barcelona franquista, como la Modelo o la comisaría de la Vía Laietana, o parajes barceloneses inexcusables tales como el Parc de la Ciutadella o la Estación de Francia, estación que le recuerda a Zweig y Viena.
La mirada de Núñez es la de la poeta, la flâneuse de su propia memoria. Así, la plaza Vila de Madrid, más allá de los rótulos del Decathlon, es transmisora de un instante mágico del pasado, expresado a la manera cortazariana: “como una gota gigante de lluvia cargada de un peso y una intensidad mágica, que tardase mucho en caer de una hoja o del alero de un tejado. O como el ámbar que atrapaba a hormigas antediluvianas.” Más allá de lo anecdótico, si algo cautiva en las postales de Núñez es la belleza que sabe apresar a través de la contemplación de sus rincones predilectos; pasando por encima de la fealdad, pone de relieve los árboles frondosos, las molduras de las fachadas antiguas, los rincones solitarios, los lugares propicios donde extasiarse o conversar pausadamente. “La belleza cura”, sentencia al comparar el encanto del Hospital de Sant Pau respecto al siniestro Hospital Clínic. “La belleza es más poderosa que ninguna ideología” nos susurra, sobrevolando los paisajes de la represión franquista al tiempo que los de la superficialidad contemporánea.
Isabel Núñez invita a recorrer la ciudad, a admirar la belleza, los árboles (los abedules del Turó Parc, los tilos de la Rambla Catalunya), la quietud, y resistir los embates de la fealdad y del circo utilitarista en el que se ha convertido la ciudad. “La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, del cual la otra mitad es lo eterno e inmutable”, que decía Baudelaire. Mientras leemos Mis postales de Barcelona, un “forcejeo” agridulce de la autora con su ciudad, sentimos el placer de la belleza fugitiva e intemporal, un instante antes de desaparecer.
XUAN BELLO Y SUS NIEVES, EN XORDICA
XUAN BELLO: MEMORIA DE LA NIEVE Y DE SU ESCRITURA
Xuan Bello deslumbró a esta parte del mundo con un libro muy especial como ‘Historia universal de Paniceiros’, uno de esos libros frondosos e híbridos donde todo es posible: se escuchan el lamento de los pinos, la agitación de las mareas, el secreto de los bosques, las fábulas de crímenes, el eco de los fantasmas. Discurría en un espacio un tanto inconcreto que era la región íntima del escritor, con sus autores y sus libros, y quizá una imagen simbólica de Asturias. Xuan Bello no ha dejado ni deja escribir: escribe por necesidad, porque observa la realidad, porque contempla el otoño y la nieve que llega (“nieva en mi memoria”, dice), porque viaja de aquí para allá o porque se siente, simplemente, un hombre de aldea. Habla de la aldea, de sus moras, de sus pájaros, de los escondites del tiempo perdido que fecunda la memoria. Xordica, en traducción de José Luis Piquero, excelente poeta por otra parte, publica ‘La nieve y otros complementos circunstanciales’ (Zaragoza, 2012. 190 páginas), que es un libro donde cabe todo: el escritor habla de sí, esencialmente. Habla de lo que vive, y eso quiere decir que igual cuenta la mudanza de las estaciones que evoca a una amiga que muere, en un día de lluvia; habla de las cartas de que recibe, de los poemas que lee, ya sean de Rilke, de Yeats o Jon Kortázar, o de los cuentos de Borges o Dino Buzzati; habla de los caminos, reales e imaginarios, que le llevan y le traen; de ahí que padezca “ansia vital del viaje”. Y nos conmina a soñar: “Soñar es la única libertad que lleva una vida (todas lo son) más bien esclava”. Un libro cálido y placentero que destila talento, lentitud y melancolía.
Foto de Henri Senders.
ELOY Y SU PENÚLTIMA CLASE

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE: ADIÓS A LAS AULAS
Eloy Fernández Clemente impartió hoy su última clase en la Facultad de Económicas como profesor de Historia Económica. Habló, para los alumnos de segundo, de la Revolución Rusa, entre otros asuntos, y abordó la trayectoria de Lenin, Stalin, la llegada de Kruschev y de Gorbachov (“más amado y admirado en el extranjero que en su país”), habló del Pacto del Varsovia, etc., y entonó una canto a la Universidad. Dijo que los dos grandes polos de su vida habían sido su familia (Marisa Santiago, su esposa, apareció por allí y se fundió en un abrazo con Juana de Grandes Labordeta, que poco antes la había definido “como la hermana que no he tenido en casa”) y la Universidad. Dijo que la Universidad “te arropa, te ayuda, te acompaña, te deja trabajar y no trabajar. Jamás me he disgustado ni he tenido un problema con nadie, y aquí se trabaja mucho más de lo que se piensa. Muchos sábados y domingos vienes a la Universidad y hay muchas luces encendidas: la gente está trabajando, investigando”. Puesto a analizar la actualidad, dijo que la historia son eslabones, que las cosas cambian, reconoció que de joven fue un “optimista histórico y que ahora soy un poco más pesimista; la historia son idas y vueltas, y es cierto que vivimos un momento especialmente difícil. Ahora se exige más que nunca que ’alguien haga algo’. No puede ser que no se rectifique, que no se hagan cosas”. Elogió a los alumnos y salió a abrazar a compañeros -José María Campo, Luis Germán, Luis Antonio Sáez, Yolanda Polo, Luis Alegre, Maribel Ayuda, Jaime Sanau, Domingo Gallego, María Teresa Aparicio, Antonio Aznar y muchos, muchos más- y amigos -Juana de Grandes, que siempre lo ha querido mucho, Pepe Melero...- que le habían sorprendido en la segunda hora de su clase. Era la sorpresa no anunciada. Eloy Fernández contuvo la emoción y agarró el micrófono con emoción, con fluidez y con pasión. Era la despedida, 40 años después, de un ciudadano ejemplar y de un profesor que se ha entregado con nobleza a su oficio. Eloy Fernández Clemente, nacido en Andorra, Teruel, 1942, ultima el segundo volumen de sus memorias. Esta foto es de Dulce Saura, alumna de Eloy hace ya algunos años.
UNA BIBLIOTECA PARA FÉLIX

HOMENAJE A FÉLIX ROMEO
EN EL INSTITUTO GRANDE COVIÁN
Esta mañana, en el Instituto Grande Covián, se ha celebrado un acto de homenaje a Félix Romeo Pescador, patrocinado por Ramón Acín y el claustro del Instituto, donde Félix cursó BUP y COU. Han glosado su figura algunos de sus amigos, desde el propio Acín, que fue su primer padrino, el amigo entrañable y profesor que lo acogió en su casa y que lo llevaba de aquí para allá con todos los escritores españoles y aragoneses; Carmen Magallón, que habló por ella y por Teresa Agustín, de la que leyó un emotivo adiós; José Luis Campos, a quien Félix le regalaba ideas para la televisión (fue uno de sus asesores: Félix habría sido un maravilloso jefe de contenidos de Aragón Televisión, un puesto que soñó en los últimos tiempos); José Luis Melero, quien dijo que “de entre los mejores, Félix era el mejor”; Pepe Cerdá, que glosó sus viajes y su complicidad, y Antón Castro.
El profesor Luis, que seguía a Félix en ’La mandrágora’ y en ABC Cultural, coordinó el acto; leyeron cuatro niños, y luego se descorrió una placa ante la presencia de los profesores y de la directora: la biblioteca del Grande Covián pasará a llevar el nombre de Félix Romeo. Hay, en la entrada, un edificio con campana que dibujó en una dedicatoria a Ramón Acín, a quien le había dicho: “yo soy como una campana: cuando llamo acudís a todos”. Hubo mucha gente: estuvieron su familia, sus padres Carmen y Félix, su hermano Pedro, su cuñada María José, sus sobrinas, su compañera Lina Vila (que se emocionó al ver los vídeos que había montado Jesús Ferrer) y su madre María García, etc. Félix llamaba a Lina y María “las García”. Fue una mañana emocionante, con lágrimas, con cariño, con reconocimiento. Pedro Luengo dijo que Félix, esencialmente lector, tenía algo de Funes el memorioso y recordó cómo deslumbró a sus profesores y a sus compañeros cuando hizo un artículo, completísimo, sobre las vanguardias.
*Esta foto pertenece al archivo, en internet, de Heraldo de Aragón.
ALFREDO CASTELLÓN PUBLICA 'EL RUIDO DE LA MEMORIA'
Alfredo Castellón Molina (Zaragoza, 1931 o 1930, según la editorial STI) es director de televisión y de cine, guionista, dramaturgo, escritor de aforismos, de cuentos infantiles y para adultos... Es uno de esos grandes personajes de la cultura aragonesa en Madrid; estuvo, con los poetas de los 50, en el homenaje en Collioure a Machado en 1959. Está en la foto, como tanto se ha recordado y olvidado a la vez. Publica en el sello STI, Libros del Rescate de Javier Cinca, con prólogo de Juan María Marín, su libro de cuentos ‘El ruido de la memoria’, dividido en tres partes: cuentos autobiográficos de carácter iniciático o de formación sentimental, que transcurren en Zaragoza, en la zona de Alicante, en Italia, en Nueva York, en Madrid, en viajes con su padre, o en Japón. Son textos evocadores de amigos, de amores fugaces, de pequeños episodios que tienen un latido de vida y de memoria herida y gozosa a la vez. Y en la segunda y tercera partes, ha recogido una pequeña selección de sus microcuentos... El li bro incluye un apéndice con textos sobre Julio Alejandro, Juan Carlos Onetti, María Zambrano, de la que fue muy amiga; Javier Cinca recuerda su estancia en Collioure y el misterio de la amputación de la foto tan conocida...
El libro se presenta mañana miércoles, 21 de noviembre, a las 19.30 en la Biblioteca de Aragón.
DOS MICROCUENTOS DE ALFREDO CASTELLÓN
POR ENVIDIA
Ahora me gusta ensalzar las virtudes y los valores de mis semejantes. Así compenso los años en que las negué, solo por envidia, vanidad y soberbia. Pero la madurez y la modestia están poniendo orden en mi espíritu. ¡Qué satisfacción!
EL ESCRITOR
Los dolores del escritor se iban acentuando a media que su cáncer avanzaba. Tuvieron que administrarle unas determinadas pastillas, evidentemente opiáceos. Al final logro soñar con fantasías maravillosas, que nunca puedo escribir.
JOSÉ MARÍA PEMÁN RECUERDA SUS 17 AÑOS DE CINE EN LA ALMUNIA

José María Pemán, profesor y cinéfilo, abandonaba hace una semana la dirección de las Jornadas de Cine de La Almunia, tras 17 años al frente. Aquí hace balance.
Siempre se ha dicho que La Almunia es tierra de cine. ¿Podrías recordarnos por qué?
La Almunia ha sido la cuna de dos grandes cineastas, Florián Rey y Adolfo Aznar. El primero de ellos mucho más popular que el segundo, sin embargo a mí me gusta siempre decir que de Aznar tenemos la mayor parte de su legado: fotos de rodaje, guiones, esculturas… En cualquier caso, el cine siempre ha tenido una gran presencia en La Almunia. En los años 60 y 70 del pasado siglo había dos salas de cine, El Salón Blanco y el cine Costa, eso es un indicador de la afición al cine de una población que apenas rebasaba los cinco mil habitantes.
¿Cómo nacieron las Jornadas? ¿Qué pasó, qué debates hubo?
En 1994 se cumplió el centenario del nacimiento de Florián Rey. Invitamos a Agustín Sánchez Vidal a presentar la película “Nobleza baturra” y su intervención nos entusiasmó. Dos años después, en 1996, aprovechando la conmemoración de los cien años del nacimiento del cine español, un grupo de docentes nos empeñamos en organizar las primeras Jornadas de Cine porque teníamos muy claro que La Almunia debía estar vinculada al cine a través de una actividad que se perpetuara en el tiempo. Y así ha sido.
¿Cuál era el caldo de cultivo que había ahí, existía una vivencia especial de la cinefilia, fue importante el clima cultural que se vive?
Los antecedentes más importantes fueron dos. Por un lado, con el advenimiento de la democracia y la efervescente participación ciudadana en actividades culturales, se creó el cineclub “Florián Rey” que, aunque tuvo una vida efímera, dio respuesta a las inquietudes cinéfilas de una buena parte de la población. Por otra parte, en 1980, el entonces concejal de cultura Paco Gracia organizó un homenaje a Florián Rey en su pueblo natal al que asistieron personajes tan importantes como José María Forqué, Antonio Artero, o Pascual Cebollada. Con ocasión de este homenaje, se colocó una cerámica en la casa natal de Florián y se le dedicó una calle. El camino estaba preparado para que nacieran la Asociación y las Jornadas.
Empezáis y tenéis como primer invitado e Santiago Segura. ¿Os queríais meter a los jóvenes en el bolsillo, apostabais por el éxito inmediato?
Queríamos llamar la atención. Santiago Segura acababa de ganar un Goya por la película “El día de la bestia” y se había convertido en un icono para los jóvenes. Desde la primera edición queríamos atraer a la juventud y a fe que lo conseguimos. El cine tuvo un llenazo histórico con una media de edad de los asistentes por debajo de los treinta años, ya que como se sabe La Almunia tiene una población estudiantil muy elevada.
Por cierto, empezasteis con el año del primer centenario del cine en Aragón...
En efecto, fue una inmejorable excusa. Y fíjate lo que son las cosas. Zaragoza y Fuentes de Ebro hicieron lo mismo. Sin conocernos de nada, tres proyectos nacieron al mismo tiempo. Debo decir que a partir de la segunda o tercera edición hemos sido festivales no solo paralelos sino hermanos. Tenemos una magnífica relación y una estrecha amistad.
En el segundo año tuvisteis, entre otros, a un mito: Imperio Argentina. ¿Cómo fue ese homenaje, cómo lo vivió la población? ¿Cómo lo vivió ella?
Malena, como así le gustaba que se la llamara, había sido invitada al homenaje a Florián Rey en 1980 y no había podido asistir. Era una espinita clavada tanto en su corazón como en el de los almunienses. Su visita en 1997 quedará para siempre en la memoria colectiva del pueblo que vio nacer al que fue su marido. Fue uno de los momentos más emotivos y uno de los recuerdos más gratos. Ella lo disfrutó enormemente, tanto que pocos meses después repitió visita y en plenas fiestas locales nos regaló un inolvidable recital de coplas en una de sus últimas actuaciones en público. Lástima que no tengamos imágenes de aquel acto.
¿Cómo fue vuestra relación, qué fue lo que más te conmovió de ella, el mejor recuerdo?
Recordaré siempre la cena del día de su llegada, junto al entonces y ahora alcalde Victoriano Herráiz, en un restaurante en el que permanecimos hasta bien entrada la madrugada. Era una mujer de una vitalidad fuera de lo común a sus 86 años, una verdadera enciclopedia que había conocido a Carlos Gardel, Jacinto Benavente, García Lorca o al mismísimo Hitler.
Al día siguiente, recuerdo también otro momento inolvidable. Llamó por teléfono Tomás Marco, el jotero de Cetina apodado “El canario de Aragón”, que cantaba las jotas a dúo con Malena en “Nobleza baturra”. Marco estaba muy enfermo y no pudo desplazarse a La Almunia pero pude comprobar la emoción que experimentó cuando habló con la gran Imperio.
Por ahí también pasaron, nada menos, José Luis Borau y Luis García Berlanga, entre los clásicos. ¿Cómo vivieron su homenaje?
Borau fue el primer premio Florián que se instituyó en la tercera edición. Era entonces el Presidente de la Academia de Cine y fue para nosotros un espaldarazo su presencia en La Almunia. Estuvo encantador. Desde La Almunia se desplazó a su pueblo natal, Monegrillo, donde inauguró la biblioteca que lleva su nombre.
Berlanga vino con Alfredo Landa y el tándem fue para enmarcar. Vivimos el surrealismo que destilaba constantemente el maestro y conservo una fotografía que Luis Alegre nos hizo echando la siesta en una habitación del hotel “El Patio” desde la que todos contestamos “al alimón” a una entrevista de RNE que en principio solo iba destinada al cineasta.
Otra homenajeada, y fallecida este año, fue Aurora Bautista: una señora del cine a la que has querido recordar muy entrañablemente...
Aurora fue otra mujer que me dejó huella. Era muy afectiva y también tenía tras de sí una trayectoria fílmica y vital impresionante. Tuve una gran relación de amistad con ella. Todos los años el 15 de octubre, día de su cumpleaños, la llamaba para felicitarla y siempre me recordaba siempre lo bien que lo había pasado en La Almunia. Fue una gran mujer.
No podemos recordarlo todo, pero por ejemplo, hubo un homenaje a siete actrices aragonesas. ¿Fue un momento especial?
Fueron ocho: Luisa Gavasa, María José Moreno, Natalia Moreno, Itziar Miranda, Ana Labordeta, Ana Gracia, Alexandra Jiménez y Nerea Barrios. Vinieron pensando que se trataba de una mesa redonda y se encontraron con un homenaje. Fue precioso. Jamás en el escenario hubo una conjunción tal de belleza y talento femenino. La cena posterior fue antológica. Cantamos y nos reímos hasta bien entrada la noche. Con todas ellas mantenemos una relación excelente.
¿Cómo se concretaría vuestro apoyo al cine aragonés?
Procuramos que el cine aragonés tenga su espacio en la programación. Hay un premio específico tanto en el concurso de cortos como en el de guiones para trabajos aragoneses. Hace algunos años creamos el premio “Villa de La Almunia de las Artes Cinematográficas” para distinguir, entre otras personas, a destacadas figuras del cine aragonés como han sido por ejemplo Itziar Miranda o Paula Ortiz.
Has estado en permanente contacto con el cine español. ¿Qué has aprendido de él, de la industria? ¿Es tan malo como suele decirse?
Yo he sido siempre un defensor de la calidad del cine español. Me parece que está a la altura de otras industrias europeas e incluso de la estadounidense. Creo que no se apoya lo suficiente y, pese a eso, hay todos los años media docena de películas que pueden competir con dignidad con otras filmografías. Puede que una de las claves sea la promoción. Un ejemplo claro de esto es el reciente éxito de “Lo imposible” o de “Las aventuras de Tadeo Jones”. En cine de animación, España es una potencia mundial.
¿Qué han aportado las Jornadas al imaginario de la localidad, en qué sois más ricos?
Sobre todo, ilusión. En el mes de la mayo, ahora el cine y la fruta se dan la mano. Hemos convertido las Jornadas en un acontecimiento estacional.
Al margen del relumbrón, ¿qué actos paralelos han sido los destacados?
Sin duda, los recitales de música, poesía y cine que tú bien conoces y apadrinas. Pero también el acto comarcal al que hacía referencia antes, las mesas redondas, las exposiciones, la cena de cine… Esta pasada edición fuimos capaces de organizar un espectáculo precioso combinando imágenes de la película “Gigantes y cabezudos” de Florián Rey con la Escuela de Jota de La Almunia, la comparsa de gigantes y cabezudos, los gaiteros del Brazal Hondo y parte de la banda de música. Toda una conjunción de asociaciones para un acto que llenó el cine de la Almunia como si nos hubiera visitado una estrella del cine. Un auténtico lujo.
¿Cómo ha influido el cine en la comarca, no solo en La Almunia? ¿Cómo ha incidido en otros ámbitos: la educación, la música, la literatura, el teatro popular...?
Las Jornadas constituyen hoy por hoy un hito en la Comarca de Valdejalón. No en vano, cada año nos desplazamos a un municipio diferente para hacer partícipes del programa a los habitantes de cada uno de los diecisiete municipios. Por otra parte, la interrelación con otras asociaciones culturales es una de las notas de identidad de las Jornadas. La música, la poesía, el teatro y los centros educativos participan cada año en la programación enriqueciendo notablemente la oferta.
¿Han surgido realizadores, operadores de cámara, guionistas, nuevos públicos?
Sin duda. La siembra está dando sus frutos. Hay numerosos alumnos que ya se han estrenado en la escritura de guiones, la dirección de cortometrajes, la producción audiovisual, etc. La Almunia es ahora más tierra de cine que nunca.
¿Ha habido algún eco especial en la población inmigrante?
Lamentablemente, no. Quizás sea este un reto que tendremos que plantearnos. Y eso que en alguna edición hemos programado cine marroquí o rumano. Supongo que se necesitará algún tiempo para que los inmigrantes acaben de integrarse también en la cultura que se ofrece a través del año en La Almunia que por otra parte es muy diversa.
¿Es consciente la gente de lo que mucho que ha visto y ha podido ver?
Supongo que sí. Aunque a veces suelo decir que me gustaría una mayor presencia del público en los actos de menos relumbrón: charlas, exposiciones, proyección de cortometrajes… En todo caso, creo que las Jornadas de Cine tiene ya un arraigo local notable.
Íntimamente, casi a modo de confesión, ¿qué te han dado estos 17 años, con qué te quedas?
Son muchas más las luces que las sombras. Te confesaré una cosa: me encanta que el cine se haya convertido en una nota de identidad local y que muchos jóvenes hayan enfocado su vida, o al menos parte de ella, al mundo del séptimo arte. Me enorgullezco de que la Asociación Florián Rey esté más viva y joven que nunca y de que los almunienses tengan cada año la oportunidad de asomarse al mundo a través de la ventana abierta que les ofrecemos. Pero por encima de todo, me quedo con la gran cantidad de amigos que he ganado. Ese es el mejor patrimonio porque permanecerá más allá de las veleidades económicas o de los vaivenes políticos.
No sé en qué medida eres mitómano, pero te pregunto: ¿has cumplido alguna fantasía antigua?
He de confesar una vez más que mi musa particular ha sido y es Maribel Verdú. Nada original porque creo que comparto ese sentimiento con mucha gente. Ha estado en La Almunia dos veces, en 2000 y en 2006. Hay quien piensa que este invento de las Jornadas de Cine fue una burda excusa para llegar a conocerla. Quizás no les falte razón.
¿Cómo ves el futuro? ¿Habrá futuro y dignidad para el cine en La Almunia?
Soy muy optimista porque el futuro está en las personas. Podrá faltar el dinero, pero la dignidad y el entusiasmo no. Quiero pensar sin temor a equivocarme que están sentadas las bases para que este sueño dure muchos años. Falta mucho por hacer. En ese sueño me gustaría llegar a conocer aquí un museo del cine. Sería un modo estupendo de que La Almunia fuera un escaparate permanente de todo lo que hemos ido acumulando a lo largo de estos años
¿Cuál es el estado real del cine en Aragón?
Creo que estamos viviendo un momento dulce. Hay ejemplos más que suficientes para pensar que en Aragón hay talento suficiente para ser pionera del cine español. Basta ver los últimos trabajos de la SCIFE, recientemente celebrada, para darse cuenta de ello. Sin embargo, sería necesario un mayor apoyo por parte de la instituciones para evitar el éxodo, que ha sido una de la lacras en las última décadas.
Después de un proyecto así, ¿cuál es la lección que has recibido sobre la cultura, cuál sería su lugar en la sociedad?
Estoy convencido de que la cultura es el mejor de los asideros a los que uno ha de agarrarse especialmente en tiempo difíciles como los que estamos viviendo. Sin cultura el hombre se empobrece y es mucho menos libre. Debería ser una de las prioridades de los gobiernos, pero no parece que sea así.
¿A quién querrías darles las gracias?
En cuanto a los agradecimientos, la lista tendría que ser muy larga; pero no puedo dejar de nombrar a Luis Alegre que nos ha acompañado siempre -desde la primera edición-, al cine aragonés, en especial a los dos festivales hermanos de Fuentes y Zaragoza, a todos mis compañeros de la Asociación que han estado siempre conmigo, a mi mujer -Conchi Canela- que me ha ayudado tanto y tanto me quiere y en general a un sinfín de amigos que he ganado en estos años y que me han enriquecido tanto.
JAVIER LAHOZ FIRMA EN LIBR. CENTRAL

JAVIER LAHOZ VUELVE A LA FICCIÓN
CON SEXO Y AMOR
JAVIER LAHOZ VUELVE A LA FICCIÓN CON SEXO Y AMOR
Hoy miércoles 21 de noviembre, Javier Lahoz estará en Librería Central (C/ Corona de Aragón, 40 - Zaragoza) durante toda la jornada para firmar ejemplares de su última novela ‘Por donde el placer escapa’, la novela erótica que fue finalista del Premio de La Sonrisa Vertical en 2003. La retocó, dejó que creciese y que sedimentase sus sensaciones y sus sabores, que se expandiesen sus cuatro historias de amor y de sexo, y aquí está, casi diez años después, en el sello Mira. Javier Lahoz, apasionado del cine, retorna a la ficción.
*Marilyn por Milton.
HOY, ESTRENO DE 'TRANSICIÓN'
Hoy miércoles a las 20.30 h se estrena la obra TRANSICIÓN en el Teatro de las Esquinas, que permanecerá en cartel hasta el día 25 de noviembre.
TRANSICIÓN es una de las producciones más importantes a nivel nacional de la temporada en que estamos, 2012-13. Por la envergadura de la producción y por el interés que suscita el tema. Está coproducida por el Centro Dramático Nacional, Teatro Meridional, L’Om Imprebis y nosotros, Teatro del Temple. Después hará gira por la comunidad Valenciana, la Comunidad de Madrid y en marzo la llevaremos al Teatro María Guerrero, sede del Centro Dramático Nacional. El reparto de ocho actores está encabezado por Antonio Valero, y cuenta entre otros con José Luis Esteban y Balbino Lacosta, dos de los mejores actores de Aragón.
‘Transición’
Un paciente llamado Adolfo es ingresado en una clínica. Convencido de que pudo ser el presidente del Gobierno, recreará los principales episodios históricos de la Transición y su repercusión en nuestra realidad actual.
Humor, sátira y reflexión se alternan en este espectáculo en el que la Historia se encuentra con la humanidad. Reconstruyendo un lugar, un espacio y un tiempo desde el que entender lo que somos a partir de lo que fuimos. Ocho actores encabezados por Antonio Valero encarnan a los personajes de este proyecto coproducido por el Centro Dramático Nacional y las compañías L’Om-Imprebís, Teatro Meridional y Teatro del Temple. Los autores Julio Salvatierra y Alfonso Plou y los directores Santiago Sánchez y Carlos Martín levantan una ficción en la que pasado, presente y futuro se solapan.
[Una sociedad para existir debe contarse a sí misma, y la Transición es un período trascendental de nuestra historia cuya revisión, desde la ficción escénica, puede ayudarnos a comprenderla y a comprendernos mejor...]
Por qué ‘Transición...’
Todas las manifestaciones culturales sobre la Transición interesan. Y es normal. Las sociedades forman y educan a los individuos que luego crean los textos y los espectáculos que retratan a esas sociedades. Es cierto que hoy, en una cultura cada vez más global, los textos dramáticos sobre nuestro pasado reciente no llegan fácilmente a los escenarios.
Este es un intento de demostrar que esto no tiene por qué ser así. Creemos que el binomio individuo y sociedad, persona y Estado, configura una de las ecuaciones fundamentales del ser humano, uno de sus grandes temas. De ahí el interés de un período en el que toda una sociedad cambia, transformándose política, individual y culturalmente.
Para entender cómo somos ahora tenemos que entender cómo fuimos.
Sabemos que entrar a valorar la Transición puede generar aún un encendido debate político. Sin embargo, creemos que el teatro que ha llegado a volar alto en el discurso de ideas, lo ha hecho siempre a través de la humanidad de sus personajes. Es a través de esa humanidad por donde se orienta nuestra búsqueda de la lógica, la razón o la justicia.
Alfonso Plou y Julio Salvatierra
ILDEFONSO-MANUEL GIL: POESÍA. 1

El jueves 29 y el viernes 30 se celebra un seminario universitario sobre la obra de Ildefonso-Manuel Gil. Coordinan Manuel Hernández y José-Carlos Mainer. Cada día iré publicando un poema de Ildefonso. Este es uno de los más conmovedores: el que dedicó a la muerte de su hermana Victoria (en la foto, claro). Compañera de juegos, lectora de poesía y pianista. Manuel Hernández me ha enviado los poemas y algunas fotos.
Ahora que el silencio de la noche
deja en mi corazón su tibio aroma
como un vaso de vino bebido lentamente,
vuelvo a mi soledad, igual que se retira la mano del mendigo sin otra caridad que su palma rugosa.
Ahora que estoy solo,
sintiendo este dolor que me nace del pecho como en la primavera el agua de la nieve,
y puedo recordar tu juventud perfecta y derrumbada,
tu tierna adolescencia de azucena y paloma,
tu sonrisa dorada de inacabables mieles;
ahora que regreso de veinticinco años a una tarde cualquiera de mi infancia,
conozco la amargura de la temprana espiga que antes de ver colmado su oro se desgrana,
lloviéndose a sí misa, lentamente lloviéndose,
y aprendo de una vez el ansia contenida de las raíces vivas bajo la seca tierra que corta el vuelo en flor.
De nuevo estoy contigo; vine, hermana, a buscarte
al mundo sin contornos en que los sueños crecen
y donde los recuerdos caen sobre sí mismos en ese poso amargo y herrumbroso del tiempo.
Estás sentada y creces en la sombra sonora,
creces inmensamente, creces sobre ti misma, creces sobre el silencio, sobre mi corazón, sobre el olvido,
tú sola y exaltada al purísimo vuelo de tus manos.
Y la hermana menor iba y venía del colegio; y yo
yendo y viniendo del colegio,
mientras la casa estaba poblada de tus músicas y todo lo demás era un profundo silencio apasionado,
y la vida era un tierno animalillo que comía en las manos abiertas de los padres,
que se quedaba entre nosotros y podíamos acariciar su lomo,
su suave piel que afinaba la mano y la sonrisa,
porque nadie sabía que ya tu corazón estaba floreciendo,
florido y maduro para tu pronta muerte.
Vuelvo a vivir ahora, duelo a duelo, aquel tiempo.
Tu larga enfermedad en que a mí me llevaron a otra casa
donde me despertaba súbitamente absorto,
vacío el pensamiento en el que penetraba la arrastrada y viscosa presunción de la muerte.
Y aquella tarde, aquel diez de setiembre,
mientras en los viñedos resonaba la canción más antigua,
me llevaron a casa y allí estaban los padres,
allí, el padre y la madre conteniendo sus gritos,
mirándose el asombro de su espanto,
porque ahora sabían que la muerte acostumbra a no guardar sus turnos.
Vuelvo a sentir, y lloro como entonces,
el doloroso abrazo en que el padre me dijo “si no fuera por ti”
sintiendo bruscamente la terrible presencia del ángel del suicidio;
y el piano estaba abierto y yo fui de puntillas a cerrarlo,
porque había aprendido que no deben quedar abiertos los ojos de los muertos.
Las horas y los días crecieron desde entonces en un silencio espeso,
y el tierno animalillo rechazado se obstinaba en volver sin conseguirlo.
Fueron naciendo mis primeros versos,
mi torpe balbuceo de adolescente triste y deslumbrado,
y yo te fui olvidando, porque mi corazón ya conocía
en su propia canción otro mundo de música inútilmente contenido,
y te quedaste sola en el silencio,
hermosamente sola en los retratos,
dichosamente sola en el dolor inacabable de los padres.
Y después, tantos días, tan encontrados días,
tanta vida, quedándose alejada como el soldado herido en la derrota,
y la muerte del padre, la muerte de la madre,
y otras muertes de amigos, casi mi muerte propia,
alzando a contraluz la vida, fluyente una selva de sangres en parado delirio,
una selva de ausencias hirientes como espadas,
alzando esta penumbra donde el corazón siente su propia soledad más antigua que el hombre.
Ahora, en el silencio, en la tristeza que es como un espejo donde mi rostro en confusión se mira,
en esta soledad que tu memoria inexplicablemente puebla,
ahora, vuelvo a ser aquel niño asustado, aquel adolescente que descubrió aterrado la segura presencia de la muerte,
y miro el movimiento de mi mano, y digo para mí esta turbada confesión que escribo,
y vuelvo a estar en la sonora sombra que tu gracia rasgaba fulgurante,
y el corazón me colma la amargura del tiempo recobrado cuando sólo es posible soñarlo oscuramente
y para ver los rostros hay que cerrar los ojos.
El tiempo recobrado, 1950 (pp. 66-70).
GISTAÍN ESCRIBE DE PEPE MELERO

El gran Mariano Gistaín publica en su blog una espléndida reseña del libro 'Escritores y escrituras' (Xordica) de José Luis Melero. Aquí está el texto:
http://www.gistain.net/?p=28937
'Y NOS HA EMOCIONADO OTRA VEZ A TODOS'
Por Mariano GISTAÍN
José Luis Melero ha entregado el segundo tomo en el que recoge sus columnas semanales publicadas en el suplemento Artes & Letras de Heraldo de Aragón.
“Escritores y escrituras” (Xordica) por traer una palabra que le gusta a Félix Romeo, es misceláneo. El mismo Melero define los artículos como “inventario de excentricidades”, una fórmula exacta.
Salvamento o rescate de escritores olvidados; confesiones de bibliófilo en las que el autor se aplica el precepto higiénico de reírse de sí mismo y de sus aficiones (ojo que se contagian); vindicación de querencias aragonesas y zaragozanas; almanaque de amistades y amoríos; galería de historias inolvidables rescatadas de un desván de libros ignotos.
Hace llorar al menos tres veces: con el Abuelo Labordeta, con Félix Romeo y con Miguel Luesma. Y hace reír muchas más.
Proporciona sugerencias y datos para novelas, documentales y películas. Si alguien está buscando inspiración para algo, incluso para decorar su gabiente de lectura y navegación, aquí tiene un vademécum infalible: la foto de Ava Gardner en los toros en Zaragoza, el retrato del inmortal José Oto, la manta de Braulio Foz, etc.
Hasta para programar exposiciones salen ideas a raudales, pues las historias, anécdotas, chismes y detalles jugosísimos desbordan el folio de cada entrega: la pionera bici de Mariano Catalán según dibujo de Costa, el descubrimiento de la mercromina por una mujer de Fonz, el origen de la expresión “palabra de honor”. Lo bueno del fetichismo confeso del autor es que los objetos, como en un friso ramoniano, envuelven y acompañan al lector, que al final de la lectura se encuentra en un museo.
“Escritores y escrituras” engaña, pues parece que al estar formado por piezas brevísimas vas a poder leer unas pocas y dejarlo para otra vez, al picoteo. Y acabas leyéndolo todo de una (gloriosa) sentada.
Rescate, furgón escoba, “zahorí”. Todos querríamos tener un Melero que nos rescatara del olvido en una tarde de invierno… Incluso antes de haber sido oficialmente olvidados.
La frase que encabeza este apunte es del propio libro en el que Melero, que se confiesa “más lector que escritor”, se consagra como las dos cosas y nos emociona otra vez a todos.
“Escritores y escrituras” produce el mismo efecto que ver el gol de Nayim.
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La espléndida portada de Jorge Gay es continuación de la del tomo anterior, “La vida de los libros”, de manera que los dibujos forman un díptico en el que los pollitos, peces, personas y libros saltan de una cubierta a otra. Aquí las dos.
EFC: UN SABIO DE CERCANÍAS

[Hoy, en la columna ’Río abajo’ de ’Artes & Letras’ (HERALDO) publico este texto sobre Eloy Fernández Clemente, a quien conocí al poco tiempo de entrar a trabajar en ’El día de Aragón’, el 1 de julio de 1987, hace ahora 25 años. Siempre ha sido un hombre muy importante en nuestras vidas: un amigo, un maestro, un ciudadano afectuoso y siempre próximo.]
EFC
¿De qué hablan los sabios que se mezclan con la gente, que se pasean a cuerpo, cómo escribió Gabriel Celaya, y que emprenden aventuras con pasmosa naturalidad? Aventuras como cofundar ‘Andalán’ con Labordeta, dirigir la ‘Gran Enciclopedia Aragonesa’; incursiones complejas como la de inventariar la historia y sus criaturas para redactar ‘Gente de orden’, esa mirada casi infinita al Aragón de los años 20. Eloy Fernández Clemente (Andorra, 1942) es EFC: un mundo de incitaciones, un árbol de conocimientos, de curiosidad y de complicidad. Ha sabido tener amigos hasta debajo de las piedras: aquí, allá, en Inglaterra, en Latinoamérica o en Portugal, que ha sido su segundo país, o el refugio desde el que ha entendido mejor Aragón. Eloy decía el pasado lunes hasta luego a la Universidad de Zaragoza. Hasta pronto. O “seguiremos viéndonos a diario”: en los libros, en las investigaciones, en los ojos de tantos alumnos, que son y han sido amigos y discípulos de alma, a lo largo de 40 años de enseñanza. EFC ha sido un maestro de cercanías. Un hombre abierto, de ojos achinados, de intensidad indesmayable, generoso y patriarcal, capaz de entonar una jota o una cantiga de ribera, como si estuviera en Cariño, su refugio en el Atlántico. No se entendería este territorio sin sus desvelos y esa enfermedad particular que él ha tenido: la buena disposición. El cariño. El contagio de saberes. Ha escrito de todo y, además, ha sabido jugar al guiñote. Sin él no se entendería ni siquiera Labordeta. Tras sus dos últimas horas de clase, entre un coro inesperado, salió del aula: allí le esperaba Marisa Santiago, que siempre ha estado ahí, para llevarlo al cine, de paseo o para hablarle de la lluvia. Eloy es un sabio rocero y sentimental que igual habla de Costa, Nipho, los ojos de Jacqueline Bisset o de la melancolía de la lluvia.
PREMIO PARA JAVIER ARRUGA

El escritor Javier Arruga me escribe con esta buena noticia:
Estimado Antón: Como verás, te escribo para invitarte a la presentación en Madrid de De la montaña y el amor... novela que ha resultado ganadora en la XIV edición del Premio de Literatura de Viajes, Montaña y Aventura Desnivel.
La verdad es que el premio me lo notificaron hace un mes, pero entre unas cosas y otras no le he dado publicidad. No obstante, antes de enviarlo urbi et orbi, he querido enviártela a ti para que tengas conocimiento.
La presentación, podrás leer, es en Madrid, pero llevo idea de presentarla en Zaragoza entre el 11 y el 20 de diciembre.
Ha querido además la casualidad que Primavera en la Guarguera. Un viaje a pie por el Pirineo aniquilado, y que es la continuación de los Cucutes, salga también en Mira Editores antes de fin de año, si bien la presentación la pospongo a finales de enero o principios de febrero.
Nada más. Era simplemente para que tuvieras conocimiento. Ya charlaremos con calma cuando puedas, pues me gustaría que me ayudaras a darle difusión.
Ps. Ahí va la invitación.
Queridas y queridos amigas y amigos
Tengo el placer de invitaros a la:
Presentación de la novela ganadora del XIV Premio Desnivel de Literatura de Montaña, Viajes y Aventura:
De la montaña y el amor
Publicado por Editorial Desnivel
Presentación que coincidiendo con el Día de las librerías
http://www.libreriadesnivel.com/noticias/200/) tendrá lugar en la:
Librería Desnivel. Plaza Matute, 6. 28012 Madrid. Metro: Antón Martín
el próximo 30 de noviembre de 2012 a las 19.30 horas.
Sobre esta novela, ya disponible en las librerías, se ha escrito:
De manera que allí os espero para leer juntos unas páginas y comprobar si lo dicho es cierto.Será además un placer intercambiar con vosotros y vosotras esos primeros comentarios que todo autor espera que sean elogiosos.
¡Hasta el viernes 30!
ATENCIÓN. Os informo también que esta novela será presentada proximamente en Zaragoza en un lugar y fecha que se comunicarán en breve. Estad además atentos y atentas a otras inminentes novedades literarias...
PERÚ-MARTÍN CHAMBI-CASTRO PRIETO
-El Museo Pablo Gargallo se traslada al Perú
de los fotógrafos Martín Chambi y Castro Prieto
-El Ayuntamiento de Zaragoza y la compañía DKV Seguros unen esfuerzos y presentan en el emblemático museo municipal la exposición “Perú. Martín Chambi-Castro Prieto”
-La muestra, que se inaugura hoy y permanecerá abierta al público hasta el próximo 27 de enero, constituye un recorrido visual por la cultura y las gentes del país sudamericano a través de la particular mirada de estos dos artistas
[Información de Alberto Gascón. Ayto de Zaragoza] El Ayuntamiento de Zaragoza y la compañía DKV Seguros, a través de su programa de arte, ARTERIA DKV, han presentado esta tarde la exposición “Perú. Martín Chambi-Castro Prieto” que desde hoy y hasta el próximo 27 de enero albergará el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza. Han tomado parte en el acto de inauguración el consejero de Cultura, Educación y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza, Jerónimo Blasco, el consejero delegado de DKV Seguros, Josep Santacreu, el comisario de la exposición, Alejandro Castellote, y uno de los dos artistas, el madrileño Juan Manuel Castro Prieto.
La muestra recoge 80 obras realizadas por los fotógrafos Martín Chambi y Juan Manuel Castro Prieto sobre la cultura y las gentes de Perú. Una selección de fotografías presentadas en diferentes formatos, en blanco y negro las de Martín Chambi, y en color las de Castro Prieto, fechadas en la primera mitad del siglo XX las de Chambi y en la primera década del XXI las de Castro Prieto. Las obras se han agrupado por afinidades temáticas en cada uno de los tres espacios que forman la sala de exposiciones temporales del Museo Pablo Gargallo.
Dado que el archivo que conserva la Fundación Martín Chambi sigue deparando sorpresas, entre las que destaca la aparición de nuevas placas originales no conocidas anteriormente, en la producción de esta muestra se han incorporado 30 fotografías nunca antes expuestas en España, lo que incrementa extraordinariamente la significación internacional del proyecto.
La exposición “Perú. Martín Chambi-Castro Prieto” recoge una amplia muestra de las instantáneas capturadas por ambos artistas, que reflejan la realidad de aquel país en dos momentos separados en el tiempo, con dos miradas diferentes. La de un indígena de una pequeña aldea quechua, que con sus imágenes supo hacer un retrato antropológico de las gentes de su país y de su historia. Y la de un artista fascinado por Perú y la obra de Chambi, que ha realizado en sus viajes una crónica visual contemporánea de sus habitantes y escenarios.
Chambi es uno de los artistas peruanos más importantes del siglo XX, con una obra que refleja la realidad de una sociedad profundamente marcada por las diferencias sociales y étnicas en las primeras décadas del pasado siglo.
Por su parte, Juan Manuel Castro Prieto, fotógrafo nacido en Alcalá de Henares, es uno de los positivadores más reconocidos de nuestro país. De hecho, de un viaje a Perú para positivar los negativos de Martín Chambi, para la que habría de ser la primera exposición retrospectiva en España de este artista, nace su profunda admiración por su obra y la fascinación por el país andino. A aquel primer viaje le seguirían varios más y surgiría su posterior obra “Perú, viaje al sol”.
EFC, POR JAVIER DELGADO

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE
Por Javier DELGADO
[El poeta, narrador, botánico y bibliotecario ha dejado este retrato de Eloy en mi facebook. Y lo traigo aquí por si alguien lo quiere leer.]
Eloy es una de las personas que me han mantenido vivo durante estos últimos largos de depresión. Sus llamadas, sus regalos, sus chistes malísimos, sus comentarios sobre la tortilla de patata que compartíamos, su respeto a mi la dolor raramente comprendido, su generosidad en la escucha, sus despedidas de vacaciones, sus ánimos cariñosos, su naturalidad, su estar ahí siempre. Me importa un pito su jubilación de la Universidad. Necesito a Eloy tan activo mental y cordialmente como ha sido en todas sus vidas, porque Eloy ha vivido muchas vidas y algunas no eran suyas sino de los otros, de los que le conocíamos y las vivíamos con él, o gracias a él. Eloy se ha echado a la espalda muchas vidas, incluidas vidas no amigas con él mismo. ¿Catedrático de Historia de la Economía? Pues sí. También muchas cosas más y alguna menos de las que hubiera querido hacer sin ese sentido del deber cívico tan profundo que tiene. Un día contaré cómo conocí realmente a Eloy Fernández Clemente, cómo supe quién era, como aprendí a ser su amigo y a respetar enormemente sus actos (libérrimos, sí; pero también "obligados"). Quien haya leído la primera parte de sus memorias, sobre todo la parte relativa a su infancia y primera juventud sabe quién es Eloy si antes no se había enterado. Besos y besos a esa sabiduría más allá de la sabiduría universitaria, esa sabiduría que ha hecho de Eloy un "hombre bueno" en un país cainita.
ILDEFONSO-MANUEL GIL: POESÍA. 2

ILDEFONSO: ‘ELEGÍA A MIGUEL HERNÁNDEZ’ / 2
Ildefonso-Manuel Gil fue de los primeros poetas que le dedicó una elegía a Miguel Hernández (1910-1942). Aquí está el texto, esta segunda entrega de la lírica del poeta de Paniza y Daroca.
ELEGÍA A MIGUEL HERNÁNDEZ
[Al poeta Miguel Hernández]
Quiero estos versos duros como el bronce
-metal para esculturas y campanas-,
que fluyan de mi duelo abiertamente
por honrar tu memoria y por llorarla.
Tu figura se pierde ya en la senda
ya no se ve tu gesto campesino,
no se escucha tu voz, ni tu mirada
se asombra, ni tu voz responde al trino.
Otros poetas que murieron antes,
llenando de dolor tu poesía,
salen a recibirte. Las estrellas
tienen temblor y voluntad de lira.
Canto y lloro por ti, por el poeta,
por los versos que ya no dirás nunca.
No preguntéis al hombre dónde iba.
¡Que la tierra silencie las disputas!
Ved que un poeta ha muerto y los poetas
llorar debéis su muerte verso a verso,
en duelo y en canción, porque se ha ido
por un camino de laurel y ensueño.
¡Tú no tendrás, Miguel, elegías de piedra
porque el mármol es frío para dolor tan alto;
pero en las tardes claras leeremos tus versos
y aprenderá la luz eternidad, milagro!
‘ Poemas de dolor antiguo’, 1945 (pp. 30-31).
FLOREAL TORGUET, EN EL PIGNATELLI

Floreal Torguet Pena nació en Osso de Cinca, Huesca, en 1935. De niño trabajó en el campo; disfrutó de la escuela, de los libros y de los tebeos. Siendo muy joven partió a Francia con su madre. Pronto descubre que tiene una gran capacidad de liderazgo y de movilidad. En 1965 regresa a España y se suma a las corrientes sindicalistas de clandestinidad. Será uno de los activos de CC. OO., que conocerá la cárcel, y uno de los baluartes del sector de la construcción. Ayudado durante una década por amigos, entre ellos el escritor y poeta Javier Delgado, ha redactado su autobiografía de combatiente: ‘Construir la libertad’ (Prames). El libro de una vida, de una lucha, de una aspiración a los sueños. Se presenta hoy viernes, en el Centro Pignatelli, a las 19.30. Floreal estará acompañado de Julián Buey (de ahí he tomado su foto), Javier Delgado, Carlos Forcadell, Nicolás Sartorius y Modesto Pascau.
CONTRAPORTADA DE JAVIER DELGADO
Para un lector y, sobre todo, para un escritor que ama las autobiografías, asistir al alumbramiento de la de Floreal Torguet (Osso de Cinca, Huesca, 1935) produce un gran entusiasmo: que un albañil líder de CCOO recuerde con esa luz de independencia rebelde, a sus setenta años, las aventuras desde su infancia rural, su exilio adolescente en Francia, sus tareas agrícolas, sus bailes y sus correrías, su aprendizaje del oficio de la construcción, su vuelta al Aragón de los años 60, sus asambleas y sus períodos de cárcel, su lucha constante por afianzar un sindicalismo capaz de plantar cara a la patronal, al franquismo y a los amos del mundo de hoy, su amor de marido y de padre…y que lo haga con un borbotón de voz semejante al que lanzó al mundo el poeta Miguel Hernández es una razón para reconciliarse con el género humano, que produce a tipos como este Floreal que abre su intimidad en un libro que nos honra, con su sinceridad y con la calidad de su escritura, a todos.
Javier Delgado
CENTENARIO DE ILDEFONO-MANUEL GIL

[Hace algunas semanas, José-Carlos Mainer, catedrático de Literatura Española, historiador e investigador de la literatura y Premio de las Letras Aragonesas, entre muchas otras cosas, publicó este texto sobre Ildefonso-Manuel Gil (Paniza, 1912-Zaragoza, 2003) en ‘El País’. Se lo pido y me lo manda con total gentileza. El próximo jueves y viernes se le recordará en un seminario en la Institución Fernando el Católico.]
EN EL CENTENARIO DE ILDEFONSO MANUEL GIL
José-Carlos MAINER
En el otoño de 1967 la universidad de Syrasuse, en el Estado de Nueva York, celebró un simposio sobre el concepto de “generación de 1936”. Como testigos (y actores) de su existencia estuvieron el escéptico José María Valverde, un convencido José Luis Aranguren, y nuestro Ildefonso Manuel Gil (Paniza, Zaragoza, 1912-Zaragoza, 2003), entonces profesor en el Brooklin College, de la ciudad de Nueva York. Su intervención fue tajante: “No me interesa aplicar a la discutida “generación del 36” ningún método definidor de generaciones literarias. Si es una realidad histórico-literaria, soy un miembro de ella. Y si no existe, soy un escritor que anda desvalido, sin ninguna sombra a que acogerse”.
¿Tozudería regional, quizá? Sólo quien ha conocido la soledad civil, que crean la derrota propia y el ufano desdén ajeno, necesita de tal modo reconocerse en un marbete. Le sucedió a Max Aub, que –extranjero de origen y español en México- dio tantas vueltas a su emplazamiento canónico. Se lo oí un día a Vicente Gaos, que reclamaba patéticamente su puesto en la generación del 27, aquella que –no sin alguna razón…- Bergamín vio como una “Sociedad Limitada”… Lo cierto es que a Gil no le faltaban motivos para demandar un puesto bajo algún sol. En julio de 1936, todo sonreía: era un jovencísimo funcionario en nómina que se disponia a pasar las vacaciones con su familia, que ya había fundado con su amigo Ricardo Gullón una revista literaria importante, Literatura (1934); que había publicado un libro de poemas, La voz cálida (1935), en la inevitable órbita de Pedro Salinas, y que guardaba una fotografía –hecha el 26 de junio de 1931- que su padrino literario, Benjamín Jarnés, su amigo Gullón y él se habían hecho en uno de aquellos decorados de cartón que se instalaban en las verbenas (Gullón posó de bailarina flamenca; Jarnés, de palmero poco entusiasta, y nuestro Gil, de guitarrista). Era una de esas fotos que aseguraba la pertenencia a una época y a un designio vital.
En septiembre de 1936 el presunto guitarrista de 1931 estaba preso y condenado a muerte en el Seminario de Teruel, habilitado como cárcel de los rojos de la ciudad; salvó la vida, pero no recobró su puesto administrativo, ni volvió a saludar nunca a algún antiguo amigo. Tardó muchos años en contar su experiencia en la novela Concierto al atardecer (1992) y antes, en algún poema que evocaba sus pesadillas de muchas noches. Como bastantes otros hombres dignos, rehizo los restos de su vida, trabajó donde le dejaban –dio clases en un colegio privado, escribió en los periódicos y revistas que había, fue regente en un diario local…- y en 1945, la colección Adonais le publicó un precioso libro, Poemas de dolor antiguo, que hablaba en versos entonados, de aire clasicista, de cómo y dónde se vuelve a cobrar el gusto del sabor de la vida. Pero también una sección entera invocaba el título de “Elegías” y hablaba crípticamente de lo perdido. Ese fue el lugar del primer poema que se consagró en España a la memoria de Miguel Hernández y de otro, “Al soldado desconocido”, que paladinamente se refería a los combatientes republicanos. En enero de 1947, y en una carta que su amigo José Manuel Blecua dirigía a Sender, añadió un post-scriptum en que le saludaba y le pedía encarecidamente que le buscara algún puesto docente en Estados Unidos. Sender no le contestó nunca… De aquella época feroz quedan otras dos fotografías importantes. La primera es menos divertida, pero más entrañable y también más heroica a su modo que la de 1931: celebrando la Nochevieja de 1948, Ildefonso –a quien todos llamaban Manolo- baila con su mujer Pilar Carasol y Blecua con la suya, Irene Perdices (Jesús Munárriz la apostilló años después en un poema precioso). La otra foto se la hizo Gil con Vicente Aleixandre en el memorable Congreso de Poesía de Segovia, en 1952, ocasión de redención provisional para tanto poeta rojo o separatista como había. También era el síntoma de una época.
En 1962 fue Francisco Ayala quien le consiguió el anhelado empleo norteamericano, cinco años antes de que dijera en la universidad de Syracuse lo que ya sabemos. Escribió, entre tanto, sin descanso: poemarios como El tiempo recobrado (1950) y El incurable (1957) y novelas como La moneda en el suelo (1951), retrato desazonante de un violinista fracasado (que obtuvo el Premio Internacional de Primera Novela, del editor Janés), y Juan Pedro el dallador (1953), relato de una venganza rural; no es difícil leer, entre líneas de todos estos libros, la huella viva de la guerra civil. Con el paso de los años le llegó el reconocimiento tan comineramente aplazado… Y a su regreso de América, en 1983, se le encomendó el carenado y pintura de la Institución Fernando el Católico, trabajo que realizó con tacto y entusiasmo, de modo que hoy ya nadie recuerda las poco recomendables señas de su nacimiento y el perfil de su primer Consejo de 1943. En su nuevo puesto pudo celebrar el centenario de Benjamín Jarnés, una vieja deuda de afecto. Y fue feliz, como revelan los dos volúmenes de sus amenas memorias: Un caballito de cartón (1996) y Vivos, muertos y otras apariciones (2000). Adoraba a su mujer y a sus hijos, la mayoría de los cuales hicieron carrera en Estados Unidos. Tuvo tertulia propia, de la que era además titular honorífico. Escribía –siempre a mano, en cuadernos artesanales que le solían traer de América- y blasonaba de ser el poeta español en ejercicio más anciano. Poemaciones (1982) y Las colinas (1989) fueron sus dos últimos grandes títulos. Pero aquellos otros que cerraron su carrera tienen un especial sabor y demuestran que nunca perdió aquel empaque que le era connatural: se titulan, muy adecuadamente, Por no decir adiós (1999) y Vida, unidad de tiempo… poesía (2001), aunque hay todavía uno póstumo, Cancionerillo y otros poemas (2003).
En 1945 había pedido que “vuelva a hallar el verso la pureza / del primer ave y la primera rosa. / Muerte, amor, poesía, conservadme sólo hasta ese momento”. Pero también su “Poética” de entonces afirmó, con ecos de Quevedo, que “más que en frío granito, / quiero el nombre grabado / al pie de un verso en sangre sustentado”, lo que ya incluía al futuro poeta disconforme de Homenaje a Goya (1946), al rebelde social de “Las graveras”, el amigo leal de sus amigos que los retrata en De persona a persona (1971), o al disidente cósmico de Elegía total (1976). Fue siempre fiel a esos principios y un hombre bueno; convendrá que recordemos estas cosas, que no abundan, en su centenario de 2012.
PARA LEER A GIL
La Colección Larumbe, de clásicos aragoneses, editada por varias instituciones regionales (el Gobierno de Aragón, las Diputaciones Provinciales y la Universidad de Zaragoza), tiene en su catálogo la Obra poética completa (2 vols.), ed. Juan González Soto (2005); la novela La moneda en el suelo, ed. Manuel Hernández Martínez (2001), y la Narrativa breve completa, del mismo editor literario (2010). A Manuel Hernández Martínez se debe también un amplio estudio panorámico, El silencio cálido desde una colina. Cancionero de la vida de Ildefonso Manuel Gil, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1997, que amplía el más veterano trabajo de Rosario Hiriart, Un poeta en el tiempo. Ildefonso Manuel Gil, IFC, 1981, completado en su día con el volumen de la misma autora, Ildefonso Manuel Gil ante la crítica (1981). Los dos tomos de sus memorias, Un caballito de cartón (1915-1925) y Vivos, muertos y otras apariciones (1926-2000), están en el catálogo de la zaragozana Editorial Xordica.
*Dos retratos de Ildefonso: con José Manuel Blecua, su entrañable amigo que le enviaba unas cartas de preciosa caligrafía, y un retrato de juventud.
DEANNA DURBIN: EL AMOR DE BORAU

POSTAL DE BORAU PARA LA ACTRIZ DEANNA DURBIN
José Luis Borau (1929-2012: fallecía ayer en Madrid) era solitario y mitómano. Solía ir al cine Actualidades con su padre, aficionado a las películas de animales y de circo. Él también vio otro tipo de películas de factura sentimental. En ella aparecía Deanna Durbin (nació en Winnipeg en 1921), que se convirtió en un mito íntimo, en un amor imposible. Hizo cuanto pudo para saber la dirección de sus los estudios donde trabajaba aquella joven guapa y dulce, con buena voz, y le mandó una carta, dos o tres cartas. De admiración, de cariño, de indecible amor. No es invención: José Luis Borau me lo contó varias veces; una de ellas en las oficinas de El Imán.
'BORDE', SEGÚN PÉREZ LASHERAS

[Antonio Pérez Lasheras es filólogo y tiene muchos campos de acción. Es experto y biógrafo de José Antonio Labordeta, ha estudiado a lo largo y a lo ancho la poesía aragonesa contemporánea, conoce muy bien la literatura española del siglo de Oro y es un experto absoluto en Luis de Góngora. En su facebook, desde hace muchos días, da ejemplo de su amor al lenguaje y de su conocimiento de las palabras. Por ejemplo, en su última entrega, habla de la palabra BORDE.]
LA PALABRA ‘BORDE’
Por Antonio PÉREZ LASHERAS
[Entrega, 183.º ]Me pide mi buen amigo José Luis Melero —amigo de tantos años que casi triplican los que teníamos cuando nos conocimos— que haga una perla con la palabra borde, que era el insulto clásico que se escuchaba en La Romareda dedicado a los jugadores del equipo contrario e, incluso, al árbitro. Lo cierto es que hace unos años se trataba de una expresión exclusiva del campo del Real Zaragoza, pero hoy puede escucharse en cualquier evento deportivo en la Península Ibérica (porque también se dice en portugués).
En mi infancia y adolescencia en Jaca borde era el mayor de los insultos que podíamos llegar a oír y a pronunciar, y no lo oía fuera de mi tierra, donde se escuchaban otras voces como hijo de puta o hijoputa que me resultaban malsonantes. Había, incluso, quien era capaz de aguzar el ingenio: «Tú te callas, que no has llevado corbata más que en la boda de tu padre», le espetó un amigo de cuadrilla a otro, que pareció no entender. Ante la risa
generalizada, gritó histérico: «Borda lo será tu madre». Ya tenemos una diferencia: borde / borda. El uso estaba tan enraizado en la lengua que había desarrollado su propio femenino.
Lo cierto es que, consultando el DRAE lo encontramos ya su primera edición (el ya tantas veces mencionado Diccionario de Autoridades, 1726), y se mantiene en el resto de las ediciones posteriores. La palabra se define como «El hijo nacido fuera de legítimo matrimonio», definición que se conserva hasta hoy (aunque abandonando la cuestionable legitimidad). Pero la misma primera edición del diccionario comenta: «Es poco usado». La autoridad con la que se respada es nada menos que fray Luis de León, en La perfecta casada: «Por manera que echando bien la cuenta, el ama es la madre, y la que le parió es peor que madrastra, pues enajena de sí a su hijo, y hace borde lo que había nacido legítimo» [regularizo la ortografía de acuerdo a las normas actuales].
Sobre el origen de la palabra, ya Autoridades comenta que Covarrubias (1611) «quiere que venga del francés bordeau, pero es más creíble que se haya tomado de nuestro adjetivo burdo, u del nombre burdel». Pero es que burdus, en latín tardío, significa 'bastardo', por lo que todas estas palabras están relacionadas.
El caso es que, en Aragón la palabra subsiste por influjo de aragonés, y ha conservado muchos más matices que en castellano, lengua en la que, ya a principios del siglo XVIII, era un arcaísmo. Por lo tanto, la voz ha seguido viva gracias al uso que se hacía de ella en Aragón, donde ha desarrollado muchos derivados: borde, bordé, bordegacho, bordegot, bordería ('hospicio', pero también, vulgarmente, 'putada'), bordet... Incluso, no descarto pensar que ciertos apellidos típicos de Aragón, del tipo Borderas, Labordeta, procedan de este étimo.
*La foto es de Stix.
TONY LEBLANC LLEGÓ A CASI TODO

Tony Leblanc ha sido uno de los grandes humoristas de la España de los 50, 60 y 70. Un personaje casi con leyenda. Nació en 1922 en la sala de tapices de Goya del Museo del Prado, (su padre era guardia o conserje de puerta), hizo teatro antes casi de saber leer y luego participaría en muchas cosas: por ejemplo, de niño fue correo en bicicleta para algunas misiones de guerra que nunca le revelaron y sería campeón de España de claqué. Vivió una historia de amor con Nati Mistral, se acercó al mundo de Manolo Caracol y de Pastora Imperio, fue ‘boy’ de baile de Celia Gámez, y además fue más cosas, a veces es difícil saber el orden: fue boxeador amateur y dicen que logró el campeonato de Castilla en categoría welter, fue portero de Primera Regional y una temporada en Tercera División.
Trabajó de ascensorista y de botones en El Prado y fue, también, joyero y representante de anís. Y a partir de los años 40 daría el salto al teatro, luego al cine, donde encarnaría un mosaico de personajes –el inteligente, el pícaro, el tahúr, el galán, el bobo bueno, el timador, el enamorado constante de Concha Velasco, incluso el candidado a suicida-. Hizo muchas, muchas películas: ‘Los tramposos’, ‘El hombre que se quiso matar’ (siempre decía que quizá esta obra de Rafael Gil fuera su mejor película), ‘Las chicas de la Cruz Roja’, ‘Historias de la televisión’ o ‘El tigre de Chamberí’, sobre el mundo del boxeo, aunque él no era el púgil sino el preparador.
Fue un personaje decisivo en televisión: locutor y showman, además de sus personajes habituales, Kid Tarao, Carrasclás u otros, dejó un gesto para la historia: apareció con gesto grave, una manzana, la peló con cuchillo, se la comió y se marchó. Eso fue todo. Y fue tanto. El humor absurdo e inesperado. Hacia 1983, cuando había empezado a apagarse algo su figura, sufrió un terrible accidente de coche. Y pudo volver para recoger un Goya de honor, con mucho humor. Luego Santiago Segura lo rescató para el cine, con ‘Torrente’, y recibiría otro Goya. En los últimos tiempos aparecía en ‘Cuéntame’. Dirigió películas, hizo la música, escribió guiones; casi habría que preguntarse qué no hizo en realidad. Tras la ruptura con Nati Mistral, conoció a Isabel Páez, la mujer de su vida y la madre de sus ocho hijos.
Con la muerte Tony Leblanc, que era muy simpático y arrollador, con un talento especial para el humor y la cercanía, gracioso, se va un personaje especial, que nos dejó grandes momentos... [Foto de Jaime Villanueva]
*He tomado esta foto de la web de la Cadena Ser.
ILDEFONSO-MANUEL GIL: ‘A PILAR’ / 3

[Nuevo poema de Ildefonso-Manuel Gil. Un soneto de amor a su compañera, musa y esposa Pilar Carasol, madre de sus cinco hijos.]
A PILAR
Cada día mi amor ha ido creciendo
enriquecido en tanta confianza;
si clausuró su cuenta la esperanza,
más de lo prometido va cumpliendo.
La juventud se fue desvaneciendo
y no el amor que día a día avanza
hacia más perfección y más alcanza
cuando el corazón va atardeciendo.
Hay un triste placer, una hermosura
que sosiega el vivir y lo engrandece
viendo el tiempo en el rostro de la amada,
cada arruga tornándola más pura,
más bella en la medida que envejece,
más amorosamente codiciada.
(“A Pilar”, De persona a persona, 1971)
ROGELIO ALLEPUZ A CIELO ABIERTO

ROGELIO ALLEPUZ: EL ENAMORADO DE LOS PAISAJES
Uno de los fotógrafos de mi vida es Rogelio Allepuz. Lo conocí, primero, a raíz de una exposición de manos que hizo en Spectrum y como profesor. Luego nos encontramos en ‘El día de Aragón’, de 1987 a 1990, e hicimos muchos reportajes y entrevistas juntos. Y durante una década, entre 1990 y 2000, compartimos numerosas aventuras y secciones específicas que yo tenía en el ‘El Periódico de Aragón’: ‘Memorias de Otoño’, ‘Los raros’, ‘Sangre fresca’, ‘En Primer plano’: casi siempre era él el retratista. Poseía intuición, rapidez, hondura, naturalidad. Veía a la gente de inmediato. En nuestros viajes siempre hablaba de la naturaleza, de los países, de la comunión con el paisaje. Había, hay, en él una inclinación a los campos abiertos, a los horizontes, a los celajes, a la caligrafía majestuosa del tiempo sobre las rocas o las nubes. Me decía que en sus salidas al monte no llevaba cámaras. Ahora, en su activo facebook, Rogelio Allepuz ofrece todos los días espectaculares paisajes: abiertos, interminables, llenos de luz, paisajes de ensueño, llenos de detalles. Son las fotos de un enamorado de las cosas del campo. Son las fotos de las que tantas veces me/nos hablaba, quizá antes de haberlas hecho. Rogelio Allepuz es un maestro de la luz, un tipo excelente, un fotógrafo necesario. Su archivo, su sensibilidad, su capacidad de trabajo aún esperan la gran exposición que se merece.
Aquí están los Ibones de Arriel.
GUILLERMO BUSUTIL: LIBRERÍAS & CIA

El escritor y periodista cultural Guillermo Busutil publica hoy, en La Opinión de Málaga, un precioso artículo sobre las librerías, que celebran su día el próximo día 30. Copio aquí el texto y el enlace. En la foto Guillermo Busutil, retratado por su fotógrafa favorita: Pepa Babot.
http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2012/11/25/librerias--cia/550731.html
LIBRERÍAS & CÍA
GUILLERMO BUSUTIL
Confieso: soy adicto a las librerías. No puedo evitar entrar en ellas, recorrer pasillos y estanterías, escuchar el susurro de las sirenas encuadernadas y recomponer mi tiempo interior con las promesas de la lectura. Hace años me enamoré de la Livraria Lello & Irmao de Oporto nada más subir por la serpiente roja de su escalera imposible, bajo la vidriera exlibris Decus in labora, «Adórnate trabajando», entre una luz irisada y la huella de los raíles por los que circulaba en el pasado un vagón repleto de libros. Y cada vez que me invade la angustia pienso en la Selexyz Dominacanen de Maastricht, donde el silencio gótico y su arquitectura me recuerdan el recogimiento casi sacro de la lectura. En estos lugares, casi mágicos, entendí porque Mallarmé dijo que el mundo existe para llegar a un libro. Mi adicción me lleva igualmente a recaer, cada vez que regreso a París, en la abarrotada y desvencijada Shakespeare & Company, igual que me empuja a entrar en la lisboeta Bertrand y en otras muchas librerías de diferentes ciudades. Grandes, pequeñas, cálidas todas, de nombres sugerentes como marca: Metáfora, Luces, Sintagma, Rayuela, Teorema, Babel, Paradiso, Cervantes, Antonio Machado, Rafael Alberti, Proteo, Gaia, Literanta, Portadores de Sueños, Tres rosas amarillas, L´Odisea, El árbol de las palabras. De cada una conozco su historia, su atmósfera y su especialidad. Algunas de ellas fueron la escenografía perfecta para la seducción y en otras conseguí olvidar un desamor. En todas he sido débil y he comprado novelas, cuentos y poemas de mis autores preferidos, historias de autores emergentes o desconocidos y deliciosas lecturas gremiales como 84 Charing Cross Road de Helene Hanff, La librera de Penélope Fitzgerald o La librería ambulante de Christopher Morley. Una adicción gratificante y enriquecedora que muy pronto me hizo ser consciente de que nunca querría curarme y de que las librerías son una biblioteca en permanente metamorfosis.
Su larga historia está vinculada, desde la aparición de la ciudad moderna, al asentamiento de las universidades, a la creación de círculos culturales y al fomento de la lectura. La mayoría están regidas por excelentes profesionales que llevan años valorando, filtrando y orientado lecturas a sus clientes. Incluso siendo el origen de ese boca a boca que convierte un título en éxito de ventas. Hombres y mujeres que en otros tiempos, tan oscuros como los actuales, fueron los cómplices que nos permitieron acceder a imprescindibles lectura clandestinas y que en la última década no han dejado de pelear por mantener a flote sus negocios, con actividades que van desde las presentaciones de libros y las tardes de cuenta cuentos a los pequeños clubes de lectura y la creación de rincones en los que leer junto a un vino o una taza de café. Tengo viejos amigos de charla e intercambio de afectos literarios entre estas personas vocacionales que resisten con firmeza frente a la urgencia de los beneficios inmediatos, el continuo acoso del delirante mercado del libro que impone novedades cada semana y les impide tener libros de fondo; frente a la competencia de las grandes superficies y el incipiente auge de la venta por internet y de las editoriales digitales, sin olvidar que en España existe un 41% de individuos que nunca lee ni las dentelladas de la omnívora e iletrada economía que anda desarmándonos el pensamiento crítico, la imaginación y la vida. Demasiadas batallas que están borrando del mapa la importancia de estos comercios de cercanía en el mantenimiento del tejido económico, social y cultural. El próximo día 30 el gremio celebrará una jornada nacional que aglutinará a escritores y lectores para reivindicar la tradición y la supervivencia de este sector que tiene una gran parte de sus 4.500 establecimientos afectados por la crisis. CEGAL promoverá mesas redondas, firmas de autores, un descuento del 5% y pedirán un Pacto Nacional por el Libro, al que se ha sumado la Asociación Colegial de Escritores en el objetivo común de defender estas trincheras frente a la incultura. Estaría bien que muchos de estos establecimientos imitasen a la librería madrileña Tipos infames, en la que una vez a la semana un escritor ejerce de librero. Una iniciativa que ya ha contado con autores como Marta Sanz, Marcos Giralt Torrente, Edmundo Paz Soldán o Jesús Marchamalo, y que podría extenderse a los clientes habituales.
Cada revolución, cada discurso político, cada religión y hasta la forma de hacer el amor han tenido un libro como protagonista. Y también un librero inteligente y erudito que contribuyó a divulgar las enseñanzas de sus argumentos. Su figura, en esta época dominada por la frialdad de las nuevas tecnologías, continúa siendo una valiosa intersección humana entre el escritor y la lectura. Lo mismo que las librerías son la espina dorsal de la difusión de la literatura, como dijo alguna vez Muñoz Molina. Es importante que reivindiquemos la necesidad de la lectura en este tiempo de miedos y derrotas; que seamos conscientes de que las librerías son una parte esencial del corazón de las ciudades. Haciendo hincapié a diario en estos argumentos y buscando nuevas fórmulas, podemos afrontar mejor el duro invierno en el que se ha convertido la realidad y conseguir disipar el incierto futuro del gremio. De paso, yo podré seguir con una adicción que me procura amigos, felicidad, salud mental, conocimientos y la posibilidad de encontrar una isla del tesoro en cada ciudad.
MEMORIA DE FERNANDO CASTRO

[Recibo esta carta de Pepe Giral: Querido Antón: Después de tanto tiempo sin contactar contigo, me animo al fin. Sólo era para comunicarte que mañana lunes 26 de noviembre se cumple el primer año del fallecimiento de nuestro querido Fernando Castro Cardús.]
FERNANDO CASTRO CARDÚS:
CONTADOR IRREPETIBLE DE HISTORIAS
Por Pepe GILAR
¿Cómo explicarme Madrid, sin los ojos de Fernando? Tenía la retina empapada de una ciudad ya desaparecida a golpe de piqueta. No en vano, pasó buena parte de su infancia y juventud en Génova número diez, esquina a Campoamor. Por eso, cuando caminábamos por esta vía, él la sentía como una herida abierta y me hablaba de la inexistente Casa Palacio de los Señores de Parrent y Cía; del Palacio de Medinacelli y de muchos otros palacetes que han sido remplazados por rascacielos o edificios de hormigón. Fernando conocía mi interés por aquel pasado perdido, motivo que le incentivaba a seguir explicándome inagotables historias de tantos y tantos rincones de la capital. Era asombrosa su capacidad para retener tal cantidad de sucesos, vividos en primera persona. Y enormemente enriquecedor el valor de su testimonio, tratándose de alguien que superó los 91 años y con la cabeza intacta. El hecho de ser de carácter extrovertido y con un espíritu siempre abierto a la curiosidad, le mantenía en un deseo perenne por aprender. Y junto a esta pasión sin límites, tenía también una generosidad inconfundible, que le predisponía a regalarte todos esos conocimientos. Por eso, no tiene nada de extraño que se hiciese voluntario, ya cumplidos los 77, para actuar como guía en el Teatro Real de Madrid.
En mi tarea de ordenar documentos, me di de bruces con algunos papeles dispersos, que al parecer eran nuevas obras de teatro. Le pregunté a Fernando y me respondió que debían corresponder a Julio. Cuando le dije que la caligrafía no era la de su hermano, sino la de él, se encogió de hombros y cambió la conversación (él, que tan feliz era hablándote de los logros de otros, prefería silenciar los propios).
Fernando había sido Secretario de la Cámara de Comercio de Avilés, además de la Junta de Obras del Puerto, entre los años 1948 y 1984, desde cuyo puesto, fue testigo de primerísima línea de los cambios y progresos que transformaron Avilés y su comarca. Me consta, además, que fue una especie de agitador cultural. Por ejemplo, y gracias a su esfuerzo y entusiasmo, la Cabalgata de Reyes llegó a ser una realidad. Además, consiguió llevar al Teatro Palacio Valdés una serie de espectáculos, como comedias o compañías líricas, bajo su propia dirección artística. Por otra parte, y debido a su gran afición por el ballet, mantuvo una estrecha colaboración con Roberto Ximénez y Manolo Vargas (bailarines que habían pertenecido a la Compañía de Pilar López). Incluso llegó a viajar con ellos por Europa, escribiendo argumentos para algunas de sus obras como el “Ballet en dos cuadros” o “Apuntes para la Petenera (ballet flamenco en dos partes sobre temas populares)”.
Fernando era el menor de los cinco varones que tuvo la familia Castro. Santiago, el primero de ellos “era el mejor de todos nosotros con diferencia”, según palabras de Fernando; el segundo, Julio Alejandro, 14 años mayor que él, pero que encontró en Fernando un gran colchón, a su regreso de México; poco que decir del tercero, José, un niño que falleció a la edad de cuatro años; el cuarto era Enrique, Capitán de Infantería muerto en Rusia por acción de guerra en 1943, y que fue inhumado en Podolowo. Los admiraba a todos ellos. En cuanto a la colección artística de su hermano mayor, luchó aunque sin éxito hasta el final, por la creación de una Fundación que llevara el nombre de Santiago. Respecto a Julio, tras más de treinta años de ausencia, volvió a encontrarse con el hermano pequeño, que le acogió sin reservas y que se convertiría en su mejor valedor, así como el mayor entusiasta de toda su obra. Por último, y referente a Enrique, tuve la oportunidad de acompañar a Fernando, en un viaje a Rusia, hasta el cementerio donde se encuentra el cuerpo de su hermano. Pocas veces vi llorar a Fernando como en aquella ocasión.
¿Pudo influir el hecho de ser el menor, para que le costase hacer valer sus propias ideas? La verdad es que no le gustaba hablar de sí mismo. Yo pude escuchar en numerosas ocasiones como se le pedía que plasmase todo ese enorme caudal de experiencias personales en un libro. A lo que Fernando respondía: “Lo que interesa no se puede contar, y lo que se puede contar no interesa”. Como era de prever, el libro nunca vio la luz y ahora ya no hay vuelta atrás. Sin embargo, existe algún testimonio vivo suyo, como es el caso de la entrevista que le hizo Javier Espada en Zaragoza; o el documental “Un mar de letras” de Emilio Casanova; o lo que le grabó Feliciano Llanas, durante una comida con Asunción Balaguer, y que debe andar circulando por internet. Tal vez por ser demasiado exigente consigo mismo, o bien porque lo de permanecer en la memoria le daba exactamente igual, lo cierto es que Fernando, con una formación exquisita (me atrevería a decir de educación renacentista), eligió otro camino. Él fue un extraordinario relaciones públicas y un contador irrepetible de historias. Los que tuvimos la suerte de conocerle no olvidaremos fácilmente verlo sacar de su cuenco rebosante, aquellas vivencias que, como cerezas, se le enredarían traviesamente unas con otras. Anécdotas y más anécdotas para quien quisiera escuchar, extraídas de un cuenco que, ¡oh milagro!, continuaba deliciosamente lleno, sin punto y final. ¡El cuenco de nunca acabar!: su verdadera herencia, su mejor recuerdo.
(Pepe Gilar, en Madrid 13/04/2012)
ILDEFONSO MANUEL GIL: AMISTADES. 4

[José Luis Melero fue uno de los grandes amigos de Ildefonso-Manuel Gil. Le contó muchos secretos, le habló de sus libros, de sus amigos, de sus años en el exilio. Pepe le dedica este libro en ‘Escritores y escrituras’ (Xordica), que se publicó en ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón. En una foto de ferias, Jarnés, Ricardo Gullón e Ildefonso-Manuel Gil]
ILDEFONSO Y JARNÉS: DE ‘ESCRITORES Y ESCRITURAS’
Por José Luis MELERO
El poeta Ildefonso Manuel Gil fue un día a visitar a Benjamín Jarnés con una carta de presentación de Ángel Mingote, que había sido compañero suyo en el seminario. Desde entonces fueron inseparables y, a pesar de ser veintitrés años mayor, Jarnés no sólo fue un maestro para Ildefonso sino que se convirtió en su confidente y en uno de sus grandes amigos. Gil le correspondería sobradamente, pues fue siempre un gran defensor de sus libros y durante sus años de director en Zaragoza de la Institución Fernando el Católico se convirtió en su mejor editor y propagandista. Estos días he repasado las notas que tomé de algunas de mis conversaciones con Ildefonso sobre Jarnés. Me contó muchas cosas y algunas muy jugosas. Jarnés, que era muy mujeriego, tuvo una amante, Germaine, “una francesa putarrona abundosa en carnes”, decía Ildefonso, que, según le confesaba el de Codo, era “un torbellino en la cama”. Se hospedaba ésta en una pensión de la Gran Vía madrileña en la que también residían compañeros de Ricardo Gullón, el gran amigo de Ildefonso, que estaban preparando oposiciones. Germaine no cerraba la puerta de su habitación y los opositores se le colaban una noche sí y otra también. Para poder mantener a Germaine, Jarnés escribió con seudónimo novelas pornográficas, que le pagaban a 20 duros y que le colocaba en las colecciones especializadas el escritor Julio Angulo. También anduvo Jarnés enamorado de la escritora Rosa Arciniega y, después de que Ildefonso le diera lecciones de baile, se la llevaba a bailar al Palace. En 1934 Benjamín Jarnés vivía en el Paseo de Santa Engracia. Había en su casa dos cuartos de baño y uno de ellos lo tenía lleno libros que iba vendiendo a un librero de la Cuesta Moyano. Jarnés le decía a Gil que se llevara los que quisiera. Un día mi amigo se llevó ‘Las nacionalidades’ de Francisco Pí y Margall, la primera edición de 1877. “Desde entonces soy republicano federal”, me confesó Ildefonso.
14-IV-2011
Dos fotos de Rosa Arciniega.
JACQUES LEONARD Y LOS GITANOS
'Mitad payo, mitad gitano'. Jesús Ulled. Un libro de Destino
La historia novelada de Jacques Leonard,
el fotógrafo que amó a los gitanos
[Dossier de Destino, del equipo de Alba Fité]
Por una serie de circunstancias fortuitas, Jesús Ulled conoció a Santi Leonard, hijo de nuestro personaje, que le hizo llegar un manuscrito que había dejado su padre. Estas pocas páginas autobiográficas tan fascinantes han sido el germen de esta novela, la novela de una vida.
«Jacques Leonard fue uno de esos seres cuya vida es una aventura permanente, pero que pasan por nuestro lado sin manifestárnoslo. Otros, con menos bagaje vital, aparecen como personajes de leyenda, aventureros admirados, objeto de libros y reportajes. Jacques pertenece a la raza de los que se limitan a vivir por el placer de hacerlo.»
Jacques Leonard (París, 1909-L´Escala, 1995), hijo de la burguesía parisina, se inició en el mundo del cine, viajó por todo el mundo y se codeó con la intelectualidad del momento en España, en la década de los años treinta. En la posguerra, se trasladó a Barcelona, donde trabajó como fotógrafo freelance para, por ejemplo, La Vanguardia, y se enamoró locamente de una gitana, Rosario Amaya, con la que se casó tras un noviazgo asistido en Los Caracoles de la calle Escudellers. Vivió durante muchos años en las barracas de Montjuïc, bajo el nombre de el Payo Chac o El Loco, desde donde realizó extensos, históricos y maravillosos reportajes fotográficos de la vida gitana.
Nota de autor
«Este libro es fruto de la casualidad y de la curiosidad. Por una serie de circunstancias fortuitas, conocí a Santi Leonard, hijo de nuestro personaje, que me hizo llegar un manuscrito que había dejado su padre, para averiguar si había manera de publicarlo. El texto era, en realidad, un encendido alegato a favor de los gitanos en general y de los gitanos españoles en particular, y Leonard había hecho preceder a lo que llamaríamos el “corpus” de su trabajo, de unas pocas páginas en las que, de manera sucinta, explicaba su vida y, en definitiva, los caminos que le habían llevado, por vericuetos que no desvelaré aquí, a sentir la necesidad de volcar sobre el papel su reivindicación de la raza gitana. Reivindicación que, por cierto, también materializó magistralmente a través del objetivo de su cámara fotográfica. Estas pocas páginas autobiográficas eran tan fascinantes, que la curiosidad me llevó a querer investigar para ampliarlas.
Santi dio con una serie de notas mecanografiadas que parecían ser apuntes biográficos de su padre. Eran apuntes anárquicos, repetitivos y sobre todo carentes de referencias temporales claras. Pero confirmaban la fascinación que me había producido el primer resumen de la vida de Jacques. Y lo que iba a ser la traducción de un libro sobre los gitanos, se convirtió en el relato de una vida singular Jacques Leonard fue uno de esos seres cuya vida es una aventura permanente, pero que pasan por nuestro lado sin manifestárnoslo. Otros, con menos bagaje vital, aparecen como personajes de leyenda, aventureros admirados, objeto de libros y reportajes. Jacques pertenece a la raza de los que se limitan a vivir por el placer de hacerlo. No necesitan proyectar sus experiencias al exterior, ni aferrarse a ellas. Abren y cierran capítulos sin nostalgia por lo que dejan atrás ni preocupación por lo que enfrentan. De no ser por el empeño de sus hijos, que nos ha permitido recuperar un fotógrafo magistral y un ser humano excepcional, hoy Jacques Leonard, el fotógrafo que amó a los gitanos, no existiría para nosotros.»
La obra
Aventurero, chalán, escenógrafo, fotógrafo, cineasta, escritor, artesano y amante del pueblo gitano, Jacques Leonard se enamoró de Barcelona y allí se instaló. Su biógrafo Jesús Ulled, de la mano de su familia, rememora a este gran fotógrafo francés que retrató a los gitanos por todo el mundo.
Un hombre que nació en el seno de una atípica y acomodada familia parisina, creció envuelto en el temor de la Gran Guerra, se educó entre caballos y criadores gitanos y se convirtió en un hombre viajando por Europa, ya fuera tras su primer amor o tras una empresa económica. De París a Madrid, y de ahí a Australia: cine, teatro... Leonard vivió la explosión de las Artes en la convulsa Europa bélica para terminar con su gran pasión, la fotografía, y regresando a sus orígenes, a la vida gitana.
El Chac, como le llamaba su segunda mujer y su gran amor, Rosario Amaya, se convirtió en los ojos de la Barcelona calé, en la voz artística de la pasión y el espíritu del pueblo gitano y en el símbolo de una sociedad cambiante, que hizo frente a una revolución: ¿Había llegado el momento de abandonar los poblados y asimilarse con el resto de ciudadanos?
Jesús Ulled novela en estas páginas una vida de película de un testigo de la historia del siglo XX.
Instantes de una vida
Los orígenes
«La vida del pequeño Leonard empezaba además en un marco envidiable, en plena campiña, en la finca que su padre poseía en las afueras de Maisons-Laffitte, una población de l'Île de France, que formaba, junto con Enghien y Chambéry, lo que podríamos llamar el «cinturón ecuestre de París.»
«Emilienne Tabary y Julien Leonard formaban una pareja que escapaba claramente a los esquemas de la época.»
«Ella, que a los dieciocho años ya era jefa de taller en una empresa de confección, había conseguido crear un negocio propio sin más ayuda que su determinación y su buen ojo para la moda y para detectar y satisfacer los deseos de una clientela pequeñoburguesa. Él, tan sólo un año mayor, era un experto conocedor del mundo de los caballos, entrenador, criador y tratante.»
Un niño interno y la Gran Guerra de fondo
«Situado en Batignolles, cerca de la casa del boulevard Paraire, acogía niños de entre cinco y diez años, hijos de familias acomodadas, y una institución venerable creada por la señorita Hatmer, una anciana áspera que padecía agorafobia y circulaba por los pasillos del colegio arrimada a las paredes, provocando el regocijo disimulado de los alumnos. Ella misma había escrito los libros de texto de los que bebía un plantel de profesoras secas y estiradas, cortadas todas por el mismo patrón, que se limitaban a leerlos sin aportar de su propia cosecha ni comentarios ni opiniones. La única excepción era la profesora de inglés, una joven rubia y amable que se esforzaba en introducir los rudimentos de la lengua en las cabezas de sus no siempre bien dispuestos alumnos. Para Jacques, sus clases eran uno de los pocos momentos gratos de una jornada en la que hasta las horas de recreo estaban teñidas de tristeza.»
Una fotografía que cambiaría su vida
«Aquella fotografía de tonos amarillentos marca-ría para siempre la vida de Jacques Leonard. Acababa de descubrir que en sus orígenes se mezclaban dos razas distintas y, aunque entonces no fuese consciente de ello, su vida habría de debatirse desde entonces entre las dos, con sentimientos a veces encontrados. Pero en aquel instante le tenía perplejo la imagen de su padre ataviado de aquella forma pintoresca, con ropa de vivos colores, seguramente no demasiado limpia, como era corriente entre los gitanos. Le resultaba imposible relacionarlo con el gentleman cuidadoso con su indumentaria hasta la exageración que sabía moverse con la misma naturalidad en las tabernas que flanqueaban los mercados de ganado que en los restaurantes más lujosos de París.»
Los Pacorros, otra familia
«La relación de los Pacorros con Julien Leonard era excelente. Él los trataba como si fueran de la familia y ellos correspondían otorgándole una confianza ciega. El caso de Jacques era diferente: era un «media pata», es decir, mitad payo y mitad gitano, y ellos se sintieron obligados a introducirle en algunas de sus costumbres, como si quisieran acentuar en él la parte gitana de su ser, hacerlo más suyo librándole, si ello fuera posible, de su naturaleza paya. Con ellos aprendió, por ejemplo, a practicar la pesca de la trucha según la más pura tradición gitana.»
«La implicación de Jacques en la finca era cada vez mayor, como mayores eran las responsabilidades que su padre le confería, lo cual tenía sus ventajas, porque durante sus ausencias, cada vez más frecuentes, el muchacho disfrutaba de la libertad de mover-se a su antojo por la región, explorando nuevos caminos más allá del aburrido trayecto entre la escuela de Pau y la propiedad familiar, y sobre todo de hacerlo a las riendas de uno de los carruajes o montan-do alguno de los potros. Su preferido, y como no podía ser menos también el de su padre, era Adonis, un trotón anglo-normando, una raza quizás más rústica y de doma complicada pero de excelentes prestaciones.»
«La vida de Jacques estuvo marcada desde su infancia por dos mundos determinantes, que absorbieron sus intereses y sus energías en diversas etapas. Por una parte, los caballos y todo lo que con ellos se relacionaba, desde su respeto por el saber y las enseñanzas de su padre hasta su amor por la naturaleza y por los espacios abiertos. Por otra, el universo gitano, que durante muchos años ejerció en él una influencia ambigua, entre la atracción y el rechazo. El cruce casual entre estos dos mundos llevó al joven Jacques al encuentro de la que sería su primera experiencia entre sexual y sentimental.»
Encarna, la primera pasión
«Comprendió que aquel encuentro que otros podrían considerar fugaz e intrascendente le había dejado una impronta muy profunda que, en su ingenuidad juvenil, decidió que sería indeleble. Necesitaba a Encarna de una forma angustiosa, con la perentoriedad que sólo exigen los primeros amores. Necesitaba volver a verla para confirmar que ella compartía su exaltación. Y la única manera de conseguirlo era ir tras la caravana de los Pacorros, donde quiera que se dirigiese.»
Y su segunda pasión... ¡El cine!
«Casi sin proponérselo, se encontró admitido como «chico para todo» en el rodaje de El país de los vascos, el primer documental sonoro que se rodaba en Francia.»
«Estaba decidido a persistir en aquella vocación por el cine que cada día cobraba más fuerza. [...] Sin embargo, la etapa cinematográfica de Jacques no fue precisamente un camino de rosas; trabajaba como el que más, pero no percibía ni un sou por ello, lo que consolidaba su penuria económica. Pese a ello, se resistía heroicamente a acudir al nido materno.»
France, el primer matrimonio, y su llegada a España
«La vida de Jacques Leonard estuvo siempre íntima-mente ligada al cine. De hecho, sus andanzas por este mundo fascinante merecen capítulo aparte, pero al hablar de su primer matrimonio es imposible hacerlo sin hablar de cine, porque el cine fue como el guión, el hilo conductor de una historia con visos de melodrama. Como primer dato diremos que la que sería su mujer de manera un tanto inesperada era la única hija de Jean Choux, el hombre que, con su confianza, le había abierto las puertas de la profesión y le enseñó gran parte de lo que sabía.»
«La vida de Jacques en Madrid seguía su propio ritmo, al margen de actividades más o menos clandestinas. Profesionalmente se había labrado en poco tiempo una cierta reputación y se sucedían los con-tratos y, con ellos, la relación con los actores y directores más populares del momento, lo que también le daba acceso a los diversos ambientes de la capital, algunos de los cuales se superponían entre sí. Toreros que alternaban con políticos, flamencas cortejadas por intelectuales o avispados empresarios afectos al nuevo orden que agasajaban a todos ellos. Gracias a estos contactos tuvo la fortuna de ser admitido en una de las tertulias más prestigiosas de la capital y conocer y tratar a personajes que hoy forman parte de la historia cultural de España.»
Hay vida más allá del cine
«El fin de su matrimonio supuso pues para Jacques la ruptura consciente y deliberada con el cine y con todo lo bueno que esta profesión le había proporcionado. Para él significó un sacrificio en todos los sentidos. Y el económico no era el menos importante. Tenía que seguir ganándose la vida y no deseaba hacerlo en Madrid porque intuía que le esperaban tiempos difíciles y no quería exhibir sus dificultades ante las personas con las que allí se había relacionado. Por otra parte, ni siquiera contaba con su piso en la ciudad: los muebles e incluso sus papeles habían desaparecido de la mano de France, que de este modo quiso dejarle otro recuerdo desagradable.»
Barcelona, fin de trayecto
«Desde que llegó a Barcelona por primera vez, para el rodaje de María de la O, la ciudad y sus gentes se habían hecho un hueco en su corazón. Quizás había influido en ello aquella poderosa «gitanidad» que se extendía como una red invisible. La había descubierto entonces a través de Carmen Amaya y su numerosísima parentela, pero ahora sentía la necesidad de penetrar más en ella. Lo cierto es que, gracias al cine y a sus años como restaurador de muebles junto a Lottier, contaba con una nómina de amigos y conocidos integrada por personajes de lo más variopinto, intelectuales, pintores, periodistas, gentes del espectáculo, profesionales de prestigio y algún que otro empresario más o menos deseoso de alternar en ambientes distintos del suyo. En suma, que confiaba en que, de una u otra forma, podría abrirse camino trabajando como fotógrafo. Decidió que lo que hasta entonces había sido una afición tendría que ser su modo de vida a partir de aquel instante. La gran ventaja de este trabajo era que le permitiría organizar su tiempo y su propia vida con total libertad. Estaba firmemente decidido a mantenerse como freelance, escogiendo sus temas y tratándolos a su manera, sin imposiciones ni cortapisas.»
«Sus primeros reportajes aparecieron en Revista, una publicación mensual auspiciada por Alberto Puig Palau, un rico industrial barcelonés al que había conocido en ocasión de sus primeros viajes a Barcelona, precisamente a causa de sus comunes relaciones con las gentes de la raza calé.»
«Jacques se convirtió en colaborador habitual de Gaceta Ilustrada, que así se llamó la nueva publicación, pronto la de mayor circulación de España. Aparte del reconocimiento profesional, esta colaboración le abrió las puertas del periódico, de modo que empezó a publicar de manera regular sus fotos en las páginas en color que cada domingo incluía La Vanguardia.»
La pasión de Rosario y Jacques
«Rosario era una modelo muy cotizada, una de las mejores de Barcelona, que había posado para los pintores más destacados del momento, desde Pichot hasta Santa Susana, pasando por Sainz de la Maza y Molina. Incluso el eminente escultor Clará había realizado un busto delicioso cuando ella no era más que una niña de nueve o diez años.»
«A medida que sabía más de Rosario, mayor era el interés de Jacques por conocerla y tratarla, deseoso de aclararse a sí mismo los sentimientos que despertaba en él aquella mujer. Era consciente de que le impresionaba su belleza, pero al mismo tiempo había en Rosario algo que la hacía distinta de todas las mujeres que había conocido, y de que la atracción que sentía por ella iba más allá de lo puramente físico. Se indignaba consigo mismo cada vez que la veía pasar sin atreverse a abordarla, así que un mediodía se armó de valor y se acercó a saludarla. —Hola, Rosario, ¿te acuerdas de mí? —Claro que me acuerdo. Eres el payo de Montjuïc que quería conocerme y luego se quedó «pasmao».»
El autor
Jesús Ulled nació en 1937, en Río de Janeiro. En 1959 se licenció en Derecho por la Universidad de Barcelona, obteniendo el Premio Duran y Bas de Licenciatura que concedía el Colegio de Abogados de Catalunya. Ese mismo año obtuvo el título de periodista por la Escuela oficial de Periodismo de Barcelona. Tras ejercer brevemente la carrera de abogado entró a trabajar en Danis, una de las agencias de publicidad más reputadas por aquellos años. Más tarde se hizo cargo de la delegación en Barcelona de SP, la primera revista política española, precursora de Cambio 16, trabajo que alternó con otras actividades en el incipiente mundo de las Relaciones Públicas, creando Ulled Asociados, una compañía con sede en Barcelona, Madrid, Lisboa y Beijing, de la que en la actualidad es presidente. A mediados de los ochenta colaboró con su esposa, Elisenda Nadal, en el relanzamiento de Fotogramas, llevando a la revista a superar con creces los cien mil ejemplares y, en algún momento, el millón de lectores. Desde su cargo de consejero delegado de la editorial, Jesús Ulled alumbró el nacimiento de dos revistas de concepto innovador: Qué Leer y Clío.
En 2012, Ulled colaboró en el documental El payo Chac, de Yago Leonard, que contó con 6 candidaturas a los premios Goya.
Aquí podéis ver el tráiler:
http://jacquesleonard.wordpress.com/el-documental/
MELERO: EL FOROFO DE LA VIDA
EL ESCRITOR Y BIBLIÓFILO JOSÉ LUIS MELERO SIMBOLIZA LO MEJOR DEL CARÁCTER ARAGONÉS. ES UN TIPO CULTO Y CABAL QUE SOLO PIERDE LOS PAPELES POR SU REAL ZARAGOZA.
EL FOROFO DE LA VIDA
Por Luis ALEGRE. [Este texto aparecía el domingo en Heraldo de Aragón]
En 1982 pasé muchas noches en el cine Arlequín. La Filmoteca de Zaragoza celebraba allí sus sesiones y, con Manolo Rotellar, vi decenas de esas películas que no se olvidan. Un día, entre el público, descubrí a mi profesora Yolanda Polo con un chico rubio y con gafas. Esa es la primera imagen que conservo de José Luis Melero: un cinéfilo rubio y gafotas que parecía ser el novio de mi profesora. Hace ahora 30 años. Nos volvimos a ver en el Arlequín pero no nos llegamos a saludar. Un tiempo después, en el otoño de 1985, Yolanda y yo éramos compañeros en la Universidad. Mi amiga me contó que su ya marido había estudiado Derecho y Filosofía y Letras y trabajaba en el Registro de la Propiedad. Y que le encantaban los libros. Una tarde Yolanda me dio un recado de Pepe: su amigo Ignacio Martínez de Pisón necesitaba una foto de la película “El increíble hombre menguante” para un relato que iba a escribir y pensaba que tal vez yo la tendría. “Si la tienes, puedes ir hoy al café Ángel Azul. Allí se reúnen todas las noches”. En ese momento no podía yo barruntar el mundo que se abría para mí gracias a esa sugerencia de Yolanda. Fui al Ángel Azul con la foto y, desde esa noche, Pepe Melero y Pisón forman parte de lo mejor de mi vida.
A Melero Yolanda le llamaba Pepe y Pisón le llamaba José Luis. Eso fue lo primero que me llamó la atención. Es curioso lo que recuerdas a veces de las cosas y de la gente. En un momento dado Pepe dejó caer que era vecino de escalera de José Luis Violeta, uno de los ídolos de mi niñez. Muchos años más tarde Pepe me invitaría a merendar con Violeta. Él sabía muy bien cómo iba a disfrutar yo esa merienda.
Uno de los temas estrella de mi amistad con Pepe siempre ha sido el Real Zaragoza. Ambos heredamos esa adicción de los padres, que nos colocaron al Zaragoza en un lugar muy visible de nuestro paisaje sentimental. A ninguno se nos ha pasado por la cabeza ser de otro equipo, del mismo modo que no se nos ha ocurrido cambiar de madre. Sin embargo, yo, al lado de Pepe, parezco un zaragocista muy sospechoso: simpatizo abiertamente con otros equipos y soy capaz de aplaudir a un jugador rival. Pepe no se permite esas debilidades. Si alguno de sus hijos, Iguacel y Jorge, le llega a salir del Madrid o del Barça lo hubiera vivido como una pesadilla. Pero a Pepe no le gusta el fútbol. A él lo que le vuelve loco, casi en sentido literal, es el Zaragoza. Es el forofo más forofo que yo he conocido de cerca. Pepe es un tipo muy sereno y cabal pero el Zaragoza explota su lado más friki y excéntrico. Cuando, en la presidencia de Eduardo Bandrés, Pepe fue consejero del Real Zaragoza, era un espectáculo verle perder los papeles en la Romareda, en el Palco lleno de corbatas, delante de la mirada atónita de los directivos del otro equipo. Y la cosa va a peor: antes, durante los partidos cruciales del Zaragoza, Pepe se metía en el cine para no sufrir; ahora evita hasta los partidos de liga en los que, como el otro día ante el Barça, él intuye que no hay nada que rascar. Por fortuna, el 10 de mayo de 1995 Pepe aún era capaz de seguir las finales del Zaragoza. Ese día vino a mi casa de Conde Aranda, a ver la final de la Recopa con Félix Romeo y José Luis Acín. Cuando Nayim hizo aquello, Pepe y mi padre Alberto se pusieron a saltar y a abrazarse como no he visto abrazarse a nadie más. Pero Pepe no solo es forofo del Zaragoza. Esa relación forofa la mantiene con todas sus drogas: su familia, sus libros, su jota, su Aragón, sus amigos. Si por él fuera, se pondría detrás de Jorge Gay, Mari Burgues o Pepe Cerdá cuando sus admirados pintores se sentaran delante del lienzo y les jalearía como lo hace con los futbolistas de su equipo.
Para Pepe el Real Zaragoza es el símbolo más llamativo de su desatado amor por Aragón y, especialmente, por la ciudad de Zaragoza. En cierto modo, Pepe es una antología de los clichés que se asocian a la versión más luminosa del carácter zaragozano –simpático, cariñoso, cálido, tolerante, abierto, hospitalario- y, al mismo tiempo, es el reverso de esa leyenda negra que insiste en que el aragonés resulta demasiado displicente con sus mejores cosas y personas.
Uno de sus mayores placeres, como el de cualquiera, es dar alegrías a los amigos. Pero lo de Pepe es muy singular: él se propone de forma concienzuda brindar esas alegrías y, encima, lo consigue. No es tan fácil dar una alegría. Cuando suena mi móvil y veo su nombre en la pantalla ya sé que no me va a endilgar un marrón. Pepe también es el reverso de los que solo llaman para pedir algo o de los que utilizan a la gente como trampolín. Las ambiciones de Pepe se detienen en el puro disfrute de la amistad. La amistad es su religión. Uno de sus peores ratos lo pasó cuando, por una bobada, se enfadó con uno de sus mejores amigos. Al día siguiente, le envió un ramo de flores. Sé que cuando lea esta comparación va a sufrir un pinchazo en el estómago pero ver enfadado a Pepe es tan raro como que el Zaragoza gane un partido de liga en el Nou Camp: sucede una vez cada 50 años. Como es natural, Pepe jamás ha perdido a un amigo.
Hace un par de semanas, en el Teatro Principal, Pepe Melero presentó “Escritores y escrituras” el segundo de los libros que reúne sus artículos en el Artes y Letras de HERALDO que dirige Antón Castro, en los que se suele ocupar de esos escritores e historias a los que nadie hace caso. Presenté el libro con Chusé Raúl Usón, el editor de Xordica, y con otro escritor encandilado con los secundarios de la vida, Ignacio Martínez de Pisón, la primera gran alegría que Pepe me dio. En el teatro había más de 300 personas, una cifra insólita que retrata su carisma. Más de 300 amigos que nunca perderá y que nos sabemos muy privilegiados de sentir el calor de nuestro forofo Pepe Melero.
*Pepe Melero en un retrato de Luis Grañena. Aparece en el libro 'Mercado Central' de Xordica.
SUSANA VACAS EXPONE EN LA USJ

SUSANA VACAS
EXPONE EN LA UNIVERSIDAD DE SAN JORGE
Creadora visual e historiadora de las artes. Amante de lo mínimo y de los altos vuelos.
Su obra parte de lo objetual y juega con lo invisible. Sus propuestas son unas veces mínimas de tamaño y otras son de proporciones magnificadas. Pero ambas entran en un juego por llegar a nuestro corazón.
Granitos de arena, pequeños pasos cotidianos y constantes...
Susana Vacas. Foto de Vicente Almazán.
RACHEL CUSK Mucha suerte
El blanco hacía que te sintieras pequeño y alejado de los límites de las cosas.
SUSANA VACAS
Bosque blanco, blanco cristal
Universidad de San Jorge
Zaragoza 2012-2013
La historia de las siluetas de Susana comienza en 2002. Estas intervenciones han venido formando parte durante toda esta década de diferentes edificios y espacios públicos repartidos por toda la ciudad de Zaragoza. Nacen durante el II Festival de Arte Contemporáneo Artic en las ventanas patio del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Al año siguiente otras once siluetas llamadas Vivos aparecen en uno de los pasillos de la antigua EUITIZ, hoy EINA, Escuela de Ingeniería y Arquitectura, formando parte de La sombra del sol, la luz de la luna de Dies Irae. Las intervenciones continúan en 2005 en Paseos por el Arte en el sector de Los Sitios, en la bocatería Entalto, en la presentación de su libro Cuadro Natural en la librería Los portadores de sueños. Después lo harán en el escaparate de la tienda Esenzia y en la peluquería de caballeros Domingo. Acabarán el año 2009 en la cafetería Babel y empezarán 2010 en el restaurante El festín de Babel. Para el Teatro de la Estación, dentro del Festival Contemporánea de Artes Escénicas, para La Prendería y de nuevo en la librería Los portadores de sueños para enlazar con el estudio de diseño Versus. Ya en 2011 y ante la llamada de varios estudiantes, la artista decide retomar su trabajo en la universidad.
Susana Vacas entra a formar parte y potencia a su vez un proyecto de innovación docente en la EINA, en el que estudiantes de ingeniería de diversas especialidades realizan proyectos cooperativos con otras disciplinas como parte de su formación. En este caso surge la nueva acción de la colaboración entre la artista y varios estudiantes sobre las siluetas que durante nueve años habían convivido con miles de estudiantes y cientos de profesores, siendo testigos de nuevos proyectos, de nuevas ideas, de nuevas técnicas y es ahora cuando se mezclan con todo lo que conviven para aportar una visión nueva de ellas, una evolución hacia el arte electrónico con el uso de la tecnología: “Aparecen las siluetas y se iluminan los contornos”.
Ante resultados tan satisfactorios, Susana Vacas no cesa en su empeño de continuar con la interacción entre creadores y estudiantes, brindando su trabajo a cualquier colaboración que enriquezca nuestras mentes y nuestra imaginación, apostando por la belleza de todas las miradas.
Este curso 2012-2013 en la Universidad de San Jorge Susana propone jugar con su ocupación del Espacio en Blanco para seguir interviniendo en los distintos edificios durante el curso escolar. En este tiempo los estudiantes y sus profesores idearán nuevas formas de interactuación, siempre interdisciplinares, muchas de las cuales podrían incluso llegar a formar parte de manera continuada del propio espacio de la USJ.
Los amplios cristales del Espacio en Blanco son ocupados por grupos de figuras, relajadas, posando o en la más íntima de las cotidianidades, interactuando entre sí o aisladas es sus mismidades... Junto a ellas, surge el bosque, un bosque también de figuras, también de tamaño real, ahora colgadas del techo, hasta el suelo, para que nos las encontremos, para que las atravesemos: unas impresiones en rollo continuo en tinta oscura sobre blanco papel... ausencia de color, simplemente el juego de la luz y el contraluz, los contrastes... La gama completa, el arco iris soñado nos lo aportará el reflejo de nuestro público al pasar, la luz solar que atraviese, las sombras arrojadas... la vida diaria y la convivencia con esta intervención- instalación a partir del mismo día de su inauguración. Crucemos el umbral. Soñemos entre todos. [Nota elaborada para la muestra.]
DEBATE CULTURAL EN EL PRINCIPAL

"La cultura no está en la cesta de la compra
pero sí en la cesta de los valores cívicos"
La Fundación María Domínguez analiza "industria cultural y empleo"
con Gaizka Urresti, Antonio Pérez Lasheras y José Luis Melendo
Por Merecedes VENTURA
Analizar el sector cultural desde el punto de vista de su industria, como actividad económica, cómo aportación al PIB, ese ha sido el objetivo del debate propiciado por la Fundación María Domínguez hoy, sobre "industria cultura y empleo", contando con las aportaciones del cineasta Gaizka Urresti, el profesor Antonio Pérez Lasheras y el gestor cultural José Luis Melendo. Como moderador y portavoz de la Fundación, el profesor Alberto Sabio ha puesto sobre la mesa la necesidad de hacer una defensa de la sensibilidad hacia la cultura, y especialmente desde las políticas públicast, "porque aunque la cultura no está en la cesta d ela compra básica, si es un sector importantísimo que no debe faltar en la cesta de los valores cívicos".
Del sector audiovisual ha hablado gaizka Urresti, planteando que pese a estar en un momento de "tormenta perfecta", "con un momento de falta de adaptación a las nuevas tecnologías y a la necesidad de un nuevo modelo que no hemos sabido encontrar todavía, a nuestro favor está que el consumo es mayor que nunca, es decir, no hacemos algo que no interese al público, sino que cada vez interesa más, el problema es cómo convencer al consumidor para que pague por los contenidos". De hecho, destca que la facturación del sector (8.000 millones en 2011) representa un 1% dle PIB y genera unos 100.000 empleos. Si bien la monopolio de los grandes servidores de internet puede empeorar la precariedad de los empleos, en el otro lado de la balanza, el cine español cuenta con muy buenos datos por su venta en el extranjero, donde está muy valorado, es decir es "una marca España, muy a tener en cuenta y que desde luego, merece más promoción".
Por su parte, Antonio Pérez Lasheras ha hablado del sector editorial, donde ha llamado la atención sobre que ahora se está dando "una bipolarización entre Madrid y Barcelona, que antes no existía" y también se está hablando de un aumento de los ISBN "que no es real, porque se están duplicando con el libro electróncio" También ha puesto sobre la mesa las dificultades del mundo editorial "porque el retorno de la inversión es muy lento, y está en torno a unos cuatro años". Pese a todo, se trata de un sector de peso con 111.000 títulos editados (datos de 2011, y teniendo en cuenta la incorporación del libro electrónico), frente a las cifras tradicionles en torno a 76.000 títulos/año.
Para José Luis Melendo, como gestor cultural, la realidad en Aragón presenta un negro panorama "porque Aragón ha perdido mucho más empleo en el sector cultural que en el resto de Espña, y es una de las comunidades en las que menos se está invirtiendo". Para melendo, la situación es urgente "porque estamos como hace década y media, y en Aragón se está perdiendo el tren de la Cultura".
ILDEFONSO-M. GIL: CITA EN LA IFC

SOBRE UNA GENERACIÓN DE ESCRITORES (1939-1960)
EN EL CENTENARIO DE ILDEFONSO-MANUEL GIL
Coordinación de Manuel Hernández.
Institución Fernando el Católico, Plaza de España, 2. Jueves y viernes, 29 y 30
EL centenario del escritor Ildefonso Manuel Gil (Paniza, 1912-Zaragoza, 2003) concierne de modo muy particular a la Institución «Fernando el Católico». Estuvo presente en sus inicios, cuando buscaba con muchas dificultades espacios donde escribir y trabajar, y volvió a hacerlo –entonces a título de director– cuando a comienzos de los ochenta era urgente la refundación de la Institución, empeño que resolvió con tanta autoridad moral como tacto cordial.
A su fallecimiento, las cátedras filológicas dedicaron a su memoria un curso que repasó lo sustancial de su legado literario. Ahora ha parecido oportuno centrarse en el momento de su vida y la de su país que determinaron el sentido de su ejecutoria: los años que van de 1936 a 1960. Como todos los marbetes generacionales, el de «generación de 1936» evoca un clima, más que una nómina cerrada, y plasma un vago deseo de sus eventuales miembros, mucho más que un programa literario. Por eso, las intervenciones previstas en este curso revisarán la significativa gestación de ese rótulo y las coincidencias personales y temáticas que lo fraguaron, con el fondo de una España convaleciente –y en estado de excepción– que tardó tanto en aceptar las evidencias del pasado que formarían parte de su futuro
José-Carlos Mainer
Director de la Cátedra «Benjamín Jarnés»
P R O G R A M A
JUEVES, 29 DE NOVIEMBRE
18:30 h.
INAUGURACIÓN
Con las intervenciones de Carlos Forcadell Álvarez, director de la Institución «Fernando el Católico», y Manuel Hernández Martínez, coordinador del ciclo.
CONFERENCIAS
José-Carlos Mainer: «La herida de la guerra civil en las primeras poéticas de postguerra».
Jordi Amat: «Un relato colectivo para una reconciliación intelectual: la generación de 1936».
VIERNES, 30 DE NOVIEMBRE
18:00 h.
CONFERENCIAS
Santos Sanz Villanueva: «Narrativa de los vencidos (a propósito de La moneda en el suelo)».
Domingo Ródenas de Moya: «Perdurar en la derrota: los escritores republicanos hacia 1950».
MESA REDONDA
Con las intervenciones de Manuel Hernández Martínez (moderador); María Antonia Martín Zorraquino (I. M. Gil en la vida universitaria española y americana); Guillermo Fatás (I. M. Gil y la Institución «Fernando el Católico»); y, María-Dolores Albiac Blanco (I. M. Gil y los estudios sobre Mor de Fuentes y Jarnés).
*Tres fotos de Ildefonso: una con Pilar Carasol, tan bella, su esposa; un retrato de Antonio Mingote de 1942 y otro de José Luis Cano, Cano.
EVA ARMISÉN, HOY, EN A DEL ARTE
[Esta tarde, a las 20.00 horas, en la galería A del Arte, se inaugura la exposición ’Un día especial’ de Eva Armisén. Le he escrito este texto para la web de la galería.]
UNA INVITACIÓN A LA FELICIDAD
Antón CASTRO
Eva Armisén (Zaragoza, 1969) defiende la alegría. Como el poeta Mario Benedetti está empeñada en “defender la alegría como un destino / defenderla del fuego y de los bomberos / de los suicidas y los homicidas / de las vacaciones y del agobio”, y hace de su pintura un laboratorio permanente de emociones que derivan de las cosas sencillas, de las pequeños gestos que nos pautan las horas. Su pintura es esencialmente narrativa, una pintura con historia y con personajes, matizados con una palabra o un mensaje: andando, leyendo, ideas, enamorada; a veces va un poco más allá y pone ‘para ti’. O ‘un día especial’. Es así como se titula esta muestra: ‘Un día especial’. A menudo, en sus mensajes arroja una confidencia, una poética o un aforismo autobiográfico: “seré más mala que el lobo feroz”, “cada día un poco de magia”.
Eva Armisén tiene la facultad de convertir, a través del arte, cada día en una jornada particular: le concede gracia, encanto, desinhibición, candor; le otorga algo casi indefinible: afirmación de la vida contra cualquier forma de agresividad. Como Luis Buñuel debe pensar que un día sin risa es un día perdido, y llena sus cuadros de sonrisas: el espectador se acerca a uno de sus cuadros y lo primero que le asoma al rostro es una sonrisa. La sonrisa es una forma de empatía. Un estado perfecto de comunicación. La de Eva Armisén es una pintura con sonrisa. Los que sonríen ven el mundo de otro modo: menos ceremonioso, más antojadizo, con la frescura del aire, incontenible en su libertad. Cotidiano y fluido en su expansión. Y ella, que es moderna y que posee un desparpajo radical, se inclina casi siempre hacia esos estados de ánimo que tienden a la felicidad.
Eva Armisén juega con muchos elementos. Desde el punto de vista iconográfico parece buscar en su interior la niña perdida. La niña soñadora que resumía el mundo mediante trazos sencillos, la niña que carecía de límites, la niña-mujer que se atrevía a lanzarse por los aires, con su vestido de lunares o un paraguas contra la tempestad. Esa niña-mujer ha sido afianzándose y creciendo en contención y en firmeza. Sabe lo que quiere. Sabe dialogar con los objetos y su representación más simplificada. Eva conoce las claves de su oficio: una curva hacia arriba o hacia abajo lo dice todo. Habla de la exultación o revela el drama. Los ojillos chisporrotean con una mancha sabiamente administrada.
En su obra son muy importantes la atmósfera, el contexto y el color. La atmósfera, cabría decir, abraza la ingenuidad: no hay estridencias, ni dolor, propone con sencillez un universo que tiene algo de aleteante y de artesanal. Un mundo liviano y muy femenino: la pintora suele decir que su obra “es una declaración de amor permanente” y que las mujeres poseen una certidumbre, una disposición y un instinto que les lleva a cambiar el mundo a cualquier hora. La vida llega como un pájaro o una nube y nos envuelve. El amor vuela con su corazón desarbolado y nos inunda. Eva Armisén huye de cualquier forma del desgarro. El dolor existe, anda por ahí, nos estremece a todos, pero Eva busca otros estados ánimos y otra forma de contagio: realiza una pintura optimista. Una pintura de luz entusiasta. Contra la noche y sus cuchillos de tiniebla, el fulgor.
En esta exposición, Eva Armisén, que también es una potente ilustradora, combina el dibujo y la pintura. Uno de sus dibujos se titula ‘Amor’: representa a un hombre con los ojos cerrados, los ojos de alguien que sueña e interioriza la energía de su pasión, al que le sale el corazón por la boca. Así de elemental y directa puede llegar a ser la artista. Todo está resuelto con un esquematismo próximo al primer trazo infantil: ella sabe que una buena parte del arte contemporáneo ha pugnado por recuperar la fuerza primitiva de la niñez, aquella espontaneidad indomable, y eso lo hicieron Miró, Picasso, Antonio Fernández Molina, el García Lorca dibujante, y muchos artistas surrealistas.
Eva desnuda al máximo su trazo y logra lo que quería: una emoción inmediata, un impacto que alegra, un temblor sin afectación. A menudo el contexto es más complejo y sitúa a sus personajes en su habitación, al aire libre, en la cocina o en el baño, en un circo o en el salón de casa, donde una mujer lee a la luz de una lámpara. El contexto también tiene mucho que ver con la actitud de sus criaturas: parecen poseídas por el goce, por la inocencia, por sensaciones inefables; a veces parecen vivir en un trance ligero, nada místico, como si la vida fuera un cuento de hadas. Y la pintura un puro sortilegio o la varita de un mago.
El arte de Eva Armisén está repleto de detalles. De sutileza. Las mujeres del cuadro pueden llevar bata de cola, moño o cabellos al viento, en controlado desorden, pueden llevar vestidos floreados o con lunares. Las mujeres del cuadro exhiben una rosa o un clavel en el pelo, pasean por la calle con un ramo entre las manos y poseen una determinación especial. Hay algo en sus rostros, apenas bosquejados, que vence la frontalidad y el hieratismo. Hay algo que les confiere embeleso, simpatía, ternura. El color no es estridente: está ahí, muy elaborado, dialoga en cada elemento y se reparte con ritmo y equilibrio, y con un punto de humor. El humor es importante en la obra de Eva Armisén: fíjense en los gestos, en los zapatos, en la tensión entre las flores y la ropa, en el tratamiento de los fondos, en ocasiones, como si fueran papeles pintados.
No vamos a descubrir aquí la trayectoria de Eva Armisén. Su capacidad para investigar, para asumir retos (pintar tazas, abanicos, diseñar portadas de discos o ilustrar libros de su compañero Marc Parrot...), sus viajes alrededor del mundo con sus lienzos y dibujos, la creación de esa familia tan particular que son los Armisén, con sus animales y todo. Ella lo dijo alguna vez: tiene la cabeza llena de pájaros. Y eso le permite desplegar su combate incesante contra las sombras y nos que enseña que la vida, tan vulnerable y tan pendiente de un hilo, puede ser bella, amorosa y alegre. Si nos afanamos en ello, todos podemos tener en cualquier instante un día especial.
ALEJANDRO MONGE, PRIMERA INDIVIDUAL, EN GIL DE LA PARRA

[Esta tarde, en la sala de Carlos Gil de la Parra, en el Paseo de la Constitución, el pintor y escultor Alejandro Monge presenta su primera muestra individual: retratos, paisajes, alguna escultura, dibujos. Obra en gran formato, donde manda el claroscuro, de pequeño y de medio; a veces pasa de ese hiperrealismo tan trabajado al óleo a un estampa romántica. La inauguración será entre las 19.30 y las 20.00.]
ALEJANDRO MONGE O LA OBSESIÓN DEL CONTRASTE
Alejandro Monge lleva a una carrera fulgurante: ha logrado, en muy poco tiempo, crear un puñado de imágenes que lo definen: rostros poderosos, turbadores, inscritos sobre un fondo negro. El conjunto, de entrada, hace pensar en el barroco y se aproxima a un hiperrealismo que no excluye lo sombrío: a veces sus cuadros, resueltos en óleo sobre lienzo, hacen pensar en la fotografía de Pierre Gonnord, por citar un icono que muchos empezamos a reconocer, aunque sus fuentes hay que buscarlas en la pintura, en Zurbarán, por ejemplo, en Francisco Pradilla e incluso en maestros más contemporáneos como Antonio López.
A veces, la obra de Alejandro Monge tiene algo de trampantojo: aparenta ser una fotografía, trabajada hasta sus últimas consecuencias en la textura y en el contraste (dice Alejandro: “uno de mis vicios es el contraste. Me gusta mucho, lo busco, me define”), pero en realidad es una pieza al óleo, meditada, de ejecución parsimoniosa que puede prolongarse hasta los dos meses. Es una pintura con tiempo que aspira a la perfección, a crear una nueva imagen de la realidad, y que pretende crear un auténtico ‘artefacto’ pictórico, con las cualidades de la pintura.
Alejandro Monge lleva en el arte poco más de tres años. Un día le dijeron –quizá fuera su propio padre, Jesús Monge, decorador y aficionado en otros tiempos a los tonos obsesivos del negro- que debería abrazar los pinceles: darse una oportunidad. Medirse consigo mismo. Desplegar los talentos naturales. “Déjalo todo y ponte a pintar”, le dijo. Y lo ha hecho: ha asistido a clases de dibujo con Mariángeles Cañada durante seis meses y luego ha trabajado en su estudio. En este tiempo ha hecho muchas cosas: un autorretrato paterno, una serie de fumadores o de volutas de humo que avanzan y se enredan y se expanden en el aire, y ha hecho algunos experimentos con la escultura. En todo este tiempo, su obra no ha pasado inadvertida: ha sido valorada, seleccionada y expuesta, y ha llamado la atención por su personalidad. Por sus investigación, por su búsqueda. Y por el torrente del negro, que es cuna, refugio y laboratorio de formas. Alejandro dice que es su color favorito: durante algún tiempo vivió en habitaciones pintadas de negro, a pesar de que no le atrae lo siniestro ni pertenece a ningún grupo gótico.
Un retrato siempre es un ejercicio complejo: trascender un rostro y transformarlo en materia artística, sujeta al modelo y a la vez independiente de él, no es nada fácil. Alejandro lo logra. Y he aquí la prueba: cuida los detalles, los gestos, los rasgos, cualquier matiz: desde una ceja que se enarca bruscamente hasta el intenso carmín de unos labios, desde la fuerza de unos ojos a la caída, hilo a hilo de oro, del cabello. Sus rostros tienen belleza y energía, pero también pueden ser desdeñosos, desafiantes; pueden expresar estupor, desgarro o pérdida. En su obra no hay nada complaciente: por ejemplo, la pureza y el candor de una niña pugnan con el instinto de los doberman, tan amenazantes, sobre una atmósfera oscura, que resalta los ojos de los protagonistas; las miradas parecen de acero o de hielo, hay como una contracción, una perplejidad, ira contenida. O puede haber también, cuando el rostro parece algo más ensimismado, un rasgo místico con la concentración y el tránsito inefable de un monje. La luz moldea el rostro en el centro del cuadro, lo moldea y lo ciñe, resalta su personalidad y su energía, que parece indómita. Ni en sus retratos de mujeres asistimos a un manifiesto de suavidad. Quizá haya una mayor contención de la inquietud, pero siempre hay algo desapacible. Que hiere, que inquiere o que duele.
Además de esos retratos, expresivos y turbadores, Alejandro Monge ha hecho otras series: paisajes. Paisajes de cielos, más bien tenebrosos o crepusculares, como de un romanticismo tan misterioso como sombrío, y paisajes de bosques tras la nieve. Paisajes de nieve pintada. Los primeros, casi en formato panorámico, aluden a la pintura del siglo XIX, a Caspar David Fiedrich, quizá, a esos mundos de tinieblas donde todo es posible: el miedo, el sueño, la fantasmagoría, la irrupción de criaturas de pesadilla, el pausado movimiento de la luna entre dramáticas nubes. Y también evocan algo que Alejandro desarrolla con más énfasis en la escultura: la fragilidad, la fugacidad, la penumbra. La estación otoñal y anímica de la incertidumbre. En los segundos paisajes, que parecen realizados como a carboncillo, el pintor busca la depuración formal: elabora lo máximo con lo mínimo. Sugiere. Y abre la puerta hacia el más allá, hacia un mundo desconocido, que acaba de ser visitado por el temporal o por la nieve. Y luego, tras las inclemencias, recupera la serenidad. En ese territorio tan literario, casi de cuento de hadas, Alejandro se mueve a su antojo. Parece preguntarse: ¿qué habrá allá, en el interior, después del claro del bosque? ¿Cómo sonarán las pisadas del paseante sobre la alfombra de hojas y matojos? Casi da la sensación de que invita a entrar con el lobo, con las inconcretas alimañas, con la melodía del silencio sibilante. A Alejandro Monge le encanta contraponer la oscuridad con el fulgor de la nieve sobre los pinos. E incluso le encanta sugerir otra idea: el bosque, varado tras el temporal, está muerto. Inmóvil. Inerte. Encadenado a la región del sortilegio.
He aquí un artista con un gran porvenir. El retrato es más exigente y demanda un ejercicio plástico de abstracción y de matices expresivos; el propio artista señala que el retrato coarta, despierta una tensión especial que va más allá de la dificultad. En el paisaje el pintor parece reposar. Experimenta, juega, evoluciona casi sin percatarse. Se divierte. Y eso también se ve en sus desnudos de mujer, que abren otra veta de inspiración y de búsqueda.
Alejandro Monge intenta ser un artista libre. Abierto al propio ritmo de pintura. Lento y seguro. Busca la contundencia y la belleza. No pretende ser amable. Y no pone títulos a los cuadros porque no quiere que el espectador se sienta condicionado. Al contrario: el cuadro se completa en el corazón y en los ojos del espectador a través de la ciencia de la observación y de la libertad del pensamiento.
EL CLARO DEL BOSQUE
El pintor llegó a las seis. O a las seis y media. El otoño acababa de llegar y lo hacía a su modo con un viento impregnado de música. O de silbos. El pintor plantó su caballete en la entrada del bosque. En un cruce de caminos: hacia allá estaba el mar y su furioso oleaje, y hacia aquí la umbría. La última luz se colaba entre los pinos y alumbraba un claro. El pintor empezó a pintar; hubo un momento en que se concentró solo en un pino. Y cuando la oscuridad pugnaba con la claridad taciturna, vio o creyó ver una mirada: el brillo azul de unos ojos. Y oyó una voz que dijo: “Sígueme ahí dentro, en la espesura. Aquí nunca es de noche: toda la luz llega del cielo”. El pintor cogió sus bártulos y avanzó hasta que dejó de ver nada. Una mano se alzó para derribarle...
CABALLERO BONALD: PREMIO CERVANTES
DIÁLOGO CON JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD
[Rescate de una entrevista que le hice en el hotel Orús de Zaragoza, hace unos años,en compañía de Fernando Sanmartín. A Caballero Bonald acaban de darle el premio Cervantes.]
-Decía García Márquez que él de repente lee “La metamorfosis” de Kafka y se dice: “Si se puede escribir así, quiero ser escritor”. ¿Le sucedió algo semejante con algún libro?
-Sí, de pronto descubrí en la pequeña biblioteca familiar, en la casa de Jerez, una biografía de Espronceda de Narciso Alonso Cortés, un historiador de la literatura de Valladolid ya prácticamente olvidado. Me quedé deslumbrado por el personaje, no por la poesía. Era un hombre que había hecho de todo: murió con 34 años y había luchado en las barricadas de París, había fundado una sociedad secreta, había estado preso, exiliado por su republicanismo exacerbado, había sido diputado, guardia de corps, había trabajado en la Delegación española en La Haya, etc. Y además, por si todo esto fuera poco, se marchó con una muchacha de la que estaba enamorado desde que era una niña, Teresa Mancha, la había conocido en Lisboa, y tuvieron una hija. Y así hasta que Teresa un día se fue de su lado porque las relaciones se fueron enconando, envenenando, y un día Espronceda, que ya es el prototipo del romanticismo, paseando por la calle Santa Isabel de Madrid, se asoma a una ventana donde había un velatorio y descubrió que la muerta era su amante, y escribió su “Canto a Teresa”, que, por otra parte, es magnífico. Ahora va a aparecer en la colección Omega un libro mío sobre Espronceda.
-Y entonces este libro y este personaje fueron el detonante.
-Sí. Yo quería ser como Espronceda, pero no como el poeta, sino como el personaje. Quería imitarle, pero como era imposible emularle en tantas y tan maravillosas facetas y hazañas, lo que hice fue emularle en las dos que tenía más a mano que era escribir poesía, cosa que me ha durado hasta hoy, y llevar una vida licenciosa, que en aquellos años con la asignación semanal se limitaba a llegar algún día tarde a casa.
-Pero también quiso ser marino, ¿no?
-Antes que nada. Y esa afición procedía de mis lecturas de Emilio Salgari y Jack London. “El lobo de mar” de Jack London me dejó hechizado también. El lobo Larssen, aquel personaje magnífico. Y yo quería realmente ser un aventurero también. Y la única posibilidad que tenía a mano era hacerme marino, pero luego, como casi todos los muchachos de mi edad de la posguerra, yo enfermé del pecho, tuve que reposar y ya no estaba en condiciones físicas de ser marino y lo cambié por Filosofía y Letras en Sevilla, que fue como equivocarme de otra manera.
-¿Tuvo Caballero Bonald hasta el año 62 vocación de poeta solamente?
-Sí. Fundamentalmente mis primeros pasos y mis ambiciones en el mundo de la literatura era la poesía y ser poeta. Pero cuando me fui a Colombia, empezaron a intensificarse mis recuerdos de Jerez, era la época del realismo social, y yo quise escribir una novela donde realmente se reflejara mi experiencia personal en ese mundo las viñas y las bodegas de Jerez que tenía muy cerca por razones familiares también y que era un tema que se compadecía muy bien con la intención de denuncia...
-Se refiere al libro “Dos días de setiembre”.
-Sí. Escribí esta novela acordándome de lo que había vivido. A partir de ahí casi todo lo que yo he hecho en literatura es porque me acordaba de lo que había vivido. Siempre he pensado que si no tuviese memoria no podría escribir.
-Hablando de recuerdos y de memoria, en el primer tomo de sus memorias había un capítulo magistral, el dedicado a los “acostados” de su familia.
-Ese fue el arranque. Yo me dije: “Voy a escribir mis memorias” porque me acordé de pronto de esos miembros de mi familia, Bonald, había tres o cuatro o cinco acostados. Pensé que era un tema literario interesante y que podía ser el arranque de unas memorias. Luego no fue el arranque, pero sí fue el motivo: el recuerdo de esos episodios familiares de los “acostados” fue el incentivo que me movió.
-¿Vivían en su casa?
-Algunos sí. Dos vivían en mi casa: mi abuelo materno y mi tía Isabel. Mi abuelo se levantaba un día a la semana, iba a llevarnos a tomar dulces a una confitería y a hacer todo lo que nos prohibía: beber en las mangas de riego, subir por un pretil peligroso. Aquella era una escapada maravillosa de los jueves que salíamos con el abuelo Rafael Bonald. Y luego estaba mi tía Isabel que estaba siempre en la cama, y además había otro tío y un primo. Menos mi primo, que también se llama Rafael Bonald; de pronto, un día los otros tres murieron en la cama.
-En cualquier caso, estos personajes por su pintoresquismo le dan una materia literaria muy sugerente.
-Insisto: la memoria es el factor desencadenante de lo que yo escribo. Luego, con las deformaciones e inventos propios de todo proceso creador, pero el punto de partida es la memoria. Y esos familiares eran un don para el escritor.
-La memoria estaba muy presente en “Dos días de setiembre”, que narraba un enfrentamiento entre los terratenientes y los campesinos, pero años después escribió una novela si quiere más experimental, que fue “Agata ojo de gato”, de la cual siempre dice que es su favorita.
-Sigue siéndolo. Me siento muy expresado en esa novela. Creo que hice lo que yo quería, cosa que es muy difícil en literatura acabar un texto y decir: “No lo escribiría de otra manera”. Y eso sólo me ha ocurrido con algunos poemas y con “Agata ojo de gato”. Creo que es la manifestación de un mito, el mito de la “mater terra”, de la tierra madre que castiga a todo aquel que pretende ultrajarla, y me inventé esa historia medio legendaria, pero que tiene las raíces en la realidad del Coto de Doñana.
-Usted creó una suerte de realismo mágico pasado por Andalucía.
-Entiendo lo que quiere decir, pero ese es un término que no me gusta mucho porque es un híbrido de Sandokán y Galicia, o de la novela picaresca y el cuento de hadas, pero en todo caso pienso que “Ágata” tiene un intento de sustituir la historia por sus presuntas equivalencias mitológicas, pero siempre manteniendo esa realidad que responde a la historia verídica del coto de Doñana. Además con ese libro me ocurrió, y eso sí que era mágico no por el método literario sino por sus consecuencias, que conocí a personajes después de haber escrito la novela que eran un reflejo fiel de los que yo me había inventado y eso es muy inquietante y muy apasionante. Conocer en la vida real a personajes de ficción, tuyos, propios, provoca entusiasmo e inquietud.
-Antes de seguir adelante en este viaje por su obra, querría recordar que en esa época usted ya había estado en la cárcel, ya había frecuentado la amistad de Dionisio Ridruejo y se había manifestado antifranquista.
-Yo trabajé al lado del Partido Comunista como todos nosotros en aquel momento. No tuve carnet, pero trabajé con el PC porque era el único partido que realmente tenía presencia en la vida clandestina antifranquista. Primero me desperté a través de Dionisio Ridruejo, fue una persona a la que yo quise mucho, era un hombre limpio de corazón, con una evolución personal auténtica. Era fascinante, era seductor. A través de él, y con otros amigos como Moreno Galván, Juan Benet, Fernando Baeza, Pepín Vidal Beneyto, que luego no tuvieron ninguna relevancia política, pero para mí fue como el foco de donde arrancó mi actitud política antifranquista.
-¿Cómo resumiríamos su incorporación al grupo de los 50?
-Yo no creo en “La Generación de los 50”, pero sí en un grupo de amigos con muchas diferencias literarias evidentes. Lo que sí nos unía era muchas cosas en común: éramos noctámbulos, desobedientes, insumisos y luego la actitud antifranquista, que nos unía a todos. El grupo dentro de la generación ha tenido una importancia cada vez más notoria en la evolución de la poesía española y además creo que había algunos miembros de esa generación –como podía ser Barral o Gil de Biedma- que eran realmente unos hombres cultos, petulantes (ya sabe: la insolencia de los eruditos) y luego unos críticos de la cultura, sobre todo Gil de Biedma en su libro “Al pie de la letra”. Me parece un libro espléndido: crítica de la vida y de la cultura. Y además eran personas que hablaban tres o cuatro idiomas. Yo creo que del grupo con el que tengo más afinidades es con José Ángel Valente por el lenguaje. Como a él, nunca me ha gustado la poesía obvia, explícita, directa, la narratividad que ahora está muy en boga. Esa poesía no me interesa. Me gusta el riesgo de trabajar con el lenguaje y en eso Valente ha sido un maestro. Como lo fue también en cierto modo Barral.
-Ha dicho que su libro de poesía que más le gusta es “Laberinto de fortuna”.
-Lo dije pero creo que ella no lo diría ahora. Uno casi se queda siempre con lo último y lo último es “Diario de Argónida”. Yo soy un poeta muy discontinuo, irregular e intermitente, entre mi último y mi penúltimo libro pasaron más de diez años. No me importa. Yo pierdo la fe en la poesía con frecuencia. Y si pierdo la fe, no voy a empezar a escribirla de una forma mecánica. A mí me interesa mucho este libro, que es un homenaje a Juan de Mena, que instauró una lengua poética en medio de un castellano todavía incierto, y esta instauración de un lenguaje yo también intento hacerlo en “Laberinto de fortuna” porque es un libro que depende del lenguaje, del léxico, y es un libro donde demuestro que la poesía también es un procedimiento. Es un hecho lingüístico. Un acto de lenguaje.
-Es curioso porque le hemos leído declaraciones en las que se revela muy crítico con eso que ha dado en llamarse “la poesía de la experiencia”.
-Odio las pláticas de familia o rencillas de poca monta entre poetas. Y a mí la poesía de la experiencia, suponiendo que eso signifique algo, si se limita a la narratividad, a la poesía obvia y explícita, no estoy de acuerdo con eso. Y que es eso de “la poesía de la diferencia”.
-También en su poesía se ha experimentado un cambio curioso: empieza siendo un poeta social, y sin dejar de ser eso, mezcla esa exuberancia, ese lenguaje barroco con un lenguaje muy cotidiano y con todo el poso de la memoria y de la cultura sin llegar a ser culturalista.
-Mis primeros libros eran una poesía psicológicamente envarada. Me despojé de esos influjos que venían de la adjetivación de Neruda y Aleixandre, Cernuda, de eso me fui liberando, y creo que mi barroquismo no consistía de ninguna manera en la acumulación de bellos términos para llenar un vacío o bien en la complicación léxica o sintáctica de una forma gratuita sino en la búsqueda de esa palabra, de ese adjetivo ineludible, insustituible para definir el pensamiento o mi propio pensamiento. Lo que yo quería contar. En este sentido sí soy barroco, pero para mí el barroco es una aproximación expresiva a la realidad.
-Yo soy muy lento. Las prisas en literatura son como la actividad de la carcoma: a mayor velocidad más pronto sobreviene el derrumbamiento. Y ahora noto que los jóvenes terminan de escribir un libro y empiezan otro corriendo, les salga bien o mal, lo que quieren es publicar mucho y con muy poco espacio entre uno y otro. Hay que tomarse un respiro.
-Publica un libro en 1981 una novela deliciosa: “Toda la noche oyeron pasar pájaros”, el título lo tomó del diario de Colón.
-Sí, de la transcripción de Bartolomé de las Casas, en la antevíspera del descubrimiento. Es un libro que me satisface: es complejo. La mecánica del libro quizá sea intrincado a veces pero cree un mundo atractivo que proviene en muchos aspectos de William Faulkner. Para mí Faulkner, el narrador norteamericano del sur, ha sido un maestro. Creo que ese libro es faulkneriano y supone un episodio destacable dentro de mi narrativa que es escasa. Por que el siguiente...
-“En la casa del padre”, Premio Internacional de novela Plaza & Janés...
-Retomo la crítica social, me gusta menos. Mientras lo escribía me estaba aburriendo y eso es gravísimo. Porque pensé que esa historia necesitaba mil páginas y que no tenía ya ganas de escribir mil páginas. Lo aligeré. No me gusta mucho.
-Lo que es impresionante es lo que cuenta en “Campo de Agramante”, quizá su mejor novela.
-Ese es divertido, creo yo. Además ahí reaparece otra vez la memoria porque la novela es la memoria de algo que me pasó a mí. Yo tuve un conato de isquemia, que es una especie de insuficiencia circulatoria cerebral, y entonces me ocurrían cosas extrañas. Se me alteró la sensibilidad: tenía confusiones entre la realidad y el sueño, recuerdos falsos, que es una cosa bastante inquietante, es como si te miras en un espejo y no te reconoces, lo que tampoco es cómodo. Y me convertí en un personaje literario y pensé que era un personaje para una novela mía. La novela de mi memoria otra vez. Todas son novelas de mi memoria. Hasta la poesía. Y en este tipo de cosas pienso que si tú escarbas en la realidad, te encuentras siempre con la fantasía. La fantasía siempre está ahí detrás con una fuerza superior a la realidad. Yo cuento en las memorias una cosas que me tiene obsesionado y va a ser el arranque de algo: hace muchos años visitando el museo de arte de Cataluña había allí un panel de Jaume Huguet, un pintor catalán del siglo XIV, y representaba a un grupo de gente que estaba oyendo a otro que leía un libro de horas en un atril. Y entre ese grupo de gente había un personaje que se parecía a mí muchísimo.Yo me di cuenta de que era mi retrato, me ampliaron el retrato y tenìa en la sien derecha una mancha, una rosácea. Es de nacimiento. También lo tenía este personaje, y nunca más volví por el museo. Me preguntaron: “¿Por qué no has vuelto?” “Porque estoy seguro que el personaje ha envejecido tanto como yo”. Creo que llegaría encontrándome con un personaje que se sigue pareciendo a mí de viejo. O algo todavía peor: que se ha mudado a otro cuadro.
-Lo que tenía ese libro de “Campo de Agramante” era la fuerza del paisaje, las marismas, la fascinación que tiene usted por Andalucía, por el color, por la luz, por la vegetación.
-Me gusta mucho describir paisajes. Trasladar el tono y el carácter del paisaje a la escritura. Eso siempre me ha preocupado, quizá también porque tengo una gran atracción por la pintura. He hecho trabajos de pintor, dibujo con frecuencia. No es que sea un pintor frustrado. Es que soy un pintor muy poco conocido.
-Por ejemplo, hay en usted algo así como la configuración de un mito de Andalucía.
-Sí. Eso es deliberado. He intentado crear como los grandes novelistas con su lugar nativo esa imagen de una presunta mitología andaluza haciendo hincapié en aspectos de la tradición, de la superstición, de las culturas residuales que todavía permanecen, ciertas zonas rurales de Andalucía. Eso me preocupa. He querido reconstruir o inventarme una mitología andaluza. Además no salgo yo de esa zona... ¿Por qué no salgo de esa zona geográfica? Porque es el lugar del mundo que conozco mejor pero sobre todo porque fue ahí donde verifiqué mis primeras tentativas de intervenir en la realidad y donde, sobre todo, descubrí el mundo. El lugar donde se descubre el mundo ya es para siempre el compendio simbólico del mundo. El mundo, como se ha dicho tantas veces, está en el lugar donde vives, ahí está todo.
-Entonces, debemos deducir que usted se siente afín a autores como Miguel Torga, García Márquez, Juan Carlos Onetti, Faulkner...
-Esas son personas a las que leo con mucho gusto y han sido maestros míos. Como Onetti, como Juan Rulfo, con el que estuve en varias ocasiones. Una vez le preguntaron si tenía algún trabajo entre manos, y él decía que no tenía tiempo, que estaba dedicado a la antropología cultural y que salía por los paisajes del país a realizar trabajos de campo. Y que no tenía tiempo de inventarse historias literarias. También solía decir que se había muerto su tío Macario, el vendedor de ataúdes, y que era él quien le daba las historias. “Desde su muerte, me he quedado en blanco”, dijo.
-¿Cuál ha sido el escritor que más le ha impresionado?
-Personalmente yo creo que Pablo Neruda. No tampoco. García Márquez, lo conocí cuando no era famoso en Colombia. No lo sé. Mantuve correspondencia con Cernuda, ocho cartas, vinculadas algunas de ellas a cuando yo trabajaba de subdirector de “Papeles de Son Armadáns”. Como personas no podría decir, no puedo hablar de escritores que me hayan dejado una impresión memorable, su obra sí.
-¿Su escritor preferido?
-Son muchos. Cervantes es un personaje que me fascina, las zonas nebulosas de su vida. Escribí un libro que se llama “Sevilla en tiempos de Cervantes”, seguí el rastro por Sevilla: aquella vida oscura de jugador, los líos familiares, la hermana de Cervantes era puta y él, según dicen, maricón, pues bendito sea Dios si escribió el Quijote.
-Le he leído lo siguiente: “Me puedo volver loco con la búsqueda de la palabra exacta”
-Sí. No sé si dije eso. En cualquier caso, corregiría la frase y diría: puedo perder la salud buscando un adjetivo. Y eso me pasa sobre todo con la poesía. Yo la poesía la hago de memoria, mientras paseo, en los momentos incluso más inoportunos, y voy elaborando el poema, si no es largo. Lo hago con la memoria, y entonces la búsqueda de ese adjetivo que yo considero que ya no se puede sustituir por ningún otro, eso me puede enloquecer, me puede quitar el sueño. Cuando me acuesto y empiezo a pensar en esa palabra... Supongo que esto para muchos escritores les parecerá una exageración y una estupidez porque hoy nadie piensa mucho en las palabras, si no que piensa en las historias. Hay escritores muy famosos ahora; leí el otro día a un escritor muy famoso que decía: “La preocupación por el lenguaje es una excusa de los que no tienen nada que contar”.
-Lo diría Arturo Pérez-Reverte, casi seguro.
-Pues sí. Y decía una cosa mucho más insultante: “Me importa una mierda el lenguaje. Eso lo dicen los que no saben qué contar o no tienen historias”.
-Acaba de hablar de la pérdida de salud. Usted ha dicho que la inspiración no existe, que es tener buena salud.
-Sí. Tener buena salud y el estado de ánimo propicio, eso es lo que es la inspiración o el estímulo previo para poder escribir sin aburrirte. Para un es escritor es muy importante no aburrirse. Cuando te aburres tienes que dejarlo. Sé que no me va a salir bien, que me va a salir una cosa artificial. Sólo escribo cuando me siento exaltado, y releo lo que estoy escribiendo.
-¿La Academia? Le han hecho varios feos.
-Una vez me retiré yo. Iba a competir con Antonio Muñoz Molina, que es amigo al que aprecio y admiro su obra, no quería competir con él. Y las otras dos veces son de esas cosas que pasan. Es un episodio superado que no volverá a repetirse porque ya he tenido alguna insinuación para que me vuelva a presentar con todas las seguridades previas que se puedan tener. He soslayado la invitación para siempre. No quiero saber nada de ese asunto. Lo único que saqué claro de aquel episodio es que un académico hizo propaganda en contra y dijo que yo era un “rojo y libertino”. Y entonces le contesté: “Hombre, lo que me desagradaría de verdad es haber dejado de serlo”.
-¿Tiene usted constancia de que fue una gran maniobra de Cela?
-Sí, claro, pero ahí hubo dos o tres que hicieron una campaña en contra. La Academia es una recompensa social y en ningún caso una meta literaria. La recompensa social no me la han dado, muchas gracias, ya me voy y no quiero saber nada de eso.
-A mí me llama la atención tanto como el poder de Cela, la falta de personalidad de los académicos en general.
-No salí por un voto. Lo más curioso es que Cela había publicado poco antes en “ABC” un artículo que se titulaba: “Umbral, Bonald, Arrabal”, y se preguntaba por qué no estábamos en la Academia y quería defenderlo a toda costa. Y que era una injusticia. Y que teníamos que estar allí ya. Luego ocurrió lo que ocurrió: ¡qué rara es la gente! Hay como una doblez en las cosas de la vida cotidiana que me dejan un poco sorprendido porque yo procuro ser consecuente con mis ideas y con lo que yo pienso. Y ser por una parte crítico, con mis amigos, en una crítica generalmente irónica, para limar asperezas, pero por otra parte soy fiel. Creo que soy fiel. En mis memorias hay mucha crítica de gente que he conocido.
-Ese elogio a la cultura del placer, del vino, del fumar, de alcohol. ¿Por qué le ha gustado tanto eso?
-He sido muy hedonista. Pienso que esos placeres que te alegran la vida, que te hacen muy soportable las desdichas y atropellos de la historia contemporánea, yo soy un bebedor, me gusta beber, pero también por razones de desobediencia, de irritar a los bienpensantes. Y en ese sentido he buscado placeres de éstos, pequeños placeres, que te puede ofrecer la vida cotidiana, enfrentado a un mundo hostil, a un mundo en guerra, en manos de un ignorante como el señor Bush, peligroso ignorante, fanático del eje del mal. Todo eso me produce escalofrío y procuro, aparte de tomar partido, contrarrestar los malos efectos de todo eso con los buenos efectos del hedonismo.
-¿Debemos deducir que también escribe contra las ofensas de la vida?
-Sí. Eso lo copié de Cesare Pavese. La literatura es una forma de defensa contra las ofensas de la vida. Eso lo he tenido muy presente. Mis poemas siempre tienen algo de última voluntad. Yo me defiendo de algo con lo que estoy en desacuerdo. Alguna vez dije que yo escribo en legítima defensa.
-¿Se siente un radical?
-Sí, me considero un radical. Ahora que acabo de hacer un libro de Espronceda y el romanticismo, me gusta lo que tenía de insumisión, de rebelión contra una sociedad retrógada, inmovilizada por el influjo de la tradición, del neoclasicismo en el caso de Espronceda. Oponerte a eso de una forma furiosa a veces. Eso me gusta a hacerlo.
EL ASUNTO CELA Y CHARO CONDE.
Podría haber sido navegante o capitán de barco. Tiene ese porte elegante y breve de un caballero del sur transido de nobleza y de nostalgia, aunque de inmediato se percibe su gallardía, su amor por la vida y el placer. Se sabe que va y viene de los viñedos a las marismas, del caballo en la serranía o al mar melodioso del sur, y en los miradores de la noche, recortado por la luna de los maletillas, podría ser el aparecido de un largo viaje: el señor que vuelve. Tiene una existencia tan bonita que ha escrito dos tomos de memorias: “Tiempo de guerras perdidas” y “La costumbre de vivir”, que también podría haberse titulado “La costumbre de escribir” o “El oficio de conversar”. Le oímos con entusiasmo, con devoción.
-Me incomoda bastante hablar de mi propia obra. Además un escritor sabe muy poco de su propia obra. Y puede aproximarse a lo que intentó hacer pero no al hecho literario consumado. Y a veces me produce cierta sensación de impudicia.
-Me ha sorprendido en tus memorias el tratamiento del famoso tema de Charo Conde.
-Yo tenía que contarlo, aunque no quería de ninguna manera entrar en ese asunto porque es muy peliagudo y por mi parte puedo pecar de impúdico o de desvergonzado o de irreflexivo, pero tenía que contarlo porque eso se sabía. No podía soslayarlo. Pero por otra parte yo sólo quería apuntar veladamente lo que había ocurrido y eso es lo que intenté hacer incluso usando una retórica bastante nebulosa porque lo hice adrede, pero sin necesidad de eludirlo también...
-No sé si usted ha llegado a leer el libro de Umbral sobre Cela.
-He leído comentarios.
-Umbral alude en varias ocasiones al engaño, a la infidelidad de que fue objeto por parte de su mujer...
-La infidelidad de su mujer tampoco es verdad. Fue conmigo y punto. Porque parece que Umbral hablaba de que Charo como una mujer descocada, de que más o menos tenía aventuras consecutivas, y eso no es cierto. Yo no he leído el libro. Y siento una gran extrañeza ante un texto como ese que me han dicho que es injurioso contra Cela y eso me sorprende porque yo creía que Umbral, aparte de amigo, era un discípulo, aventajado, de Cela y que Umbral siempre había defendido a quien le dio el premio Cervantes, el Premio Príncipe de Asturias.
-A lo mejor arriesgo un juicio injusto, pero a mí me parece que Umbral es un hombre sin amigos y es muy calculador.
-Hace columnas magníficas, aunque luego las novelas son otra cosa. Algunos son columnas ejemplares.
-Quizá se haya planteado: si yo hago un libro de elogios, no tiene ningún interés, ni se habla de él ni se vende.
-Ese cálculo es muy posible que lo haya hecho Umbral, que es persona ambiciosa y necesitada de que su nombre esté en la cumbre de la fama y de los dimes y diretes literarios. Antes de publicar el libro, antes de morir Cela, hizo una columna muy elogiosa en torno a Marina Castaño y aquí la pone a parir.
EVA COSCULLUELA: UN DIÁLOGO EN EL DÍA DE LAS LIBRERÍAS
Eva Cosculluela, retratada por Vicente Almazán.
¿Qué supone asumir la presidencia de la Asociación de Librerías de Zaragoza? ¿Cómo te lo has planteado?
Asumir la presidencia supone continuar con un proyecto empezado hace tres años, cuando Paco Pons me invitó a formar parte de la junta directiva. En ese momento, la Asociación se proponía un cambio a nivel organizativo que implicaba crear áreas de trabajo y que cada miembro de la junta asumiera una, de acuerdo a su experiencia y a su capacidad. En este tiempo hemos llevado a cabo un proceso de modernización, muy importante para que la imagen de comercio tradicional que tenemos las librerías no se confunda con anticuado: estrenamos una web corporativa, impulsamos la presencia de la asociación en las redes sociales... Las librerías somos modernas y activas, y esperamos haberlo transmitido con el trabajo desarrollado. Junto con el resto de la junta, esperamos seguir trabajando en esta dirección.
¿Qué habías aprendido en esos tres años en la directiva?
Mucho. Paco Pons ha sido alguien del que he aprendido mucho, tanto en lo profesional como en lo personal. Paco ha sido un modelo de buen hacer y desde el principio supo implicarnos a todos, lo que ha sido fundamental a la hora de sacar adelante cualquier iniciativa.
Presidenta nueva, junta directiva nueva... ¿También ideas nuevas, frescas, modernas?
Intentaremos aportar nuevas ideas para afrontar los nuevos tiempos que están resultando tan duros. Debemos asumir nuevos retos que ayuden a que las librerías tengan presencia en la sociedad, que seamos una opción prioritaria cuando la gente planifique su ocio, pero sin perder de vista el proyecto empezado por la anterior directiva. Del anterior equipo, continua también Óscar Martín (Siglo XXI). Se incorporan a la junta Juancho Pons (Librería Pons), Julia Millán (Antígona) y Hermelo Delgado (Casa del libro).
¿Qué asusta más: la responsabilidad, la crisis o el libro electrónico?
La crisis, si ninguna duda. Representar un colectivo es siempre una responsabilidad, pero no la asumo en solitario. Tengo unos compañeros de junta estupendos y tomamos las decisiones en común, estamos en contacto prácticamente a diario. En cuanto al libro electrónico, creo que los dos formatos van a convivir durante mucho tiempo. Nuestro reto será buscar la fórmula para adaptarnos a ese cambio de la mejor manera posible.
¿Cuál es el estado de las librerías? ¿Cómo está el sector? ¿Se puede hablar de una descapitalización alarmante?
Aunque no me gusta ser alarmista, el sector está muy preocupado. El descenso en las ventas ha sido muy fuerte, de casi un 30% en los cuatro últimos años: se prevé que al terminar 2012 se habrá vendido un 10% menos que el año pasado. Pero en 2011 ya habíamos sufrido un gran bajón, igual que en 2010... Una librería no puede compensar ese descenso en las ventas reduciendo la inversión en títulos nuevos, porque para funcionar tiene que ofrecer las últimas novedades publicadas, además de un buen fondo. Y en este país se publica mucho, algunos editores están haciendo una “huída hacia adelante” publicando el doble de títulos que hace unos años. Este ritmo es imposible de seguir, las librerías no podemos seguir invirtiendo lo mismo en libros ahora que nuestra facturación se ha reducido un tercio.
¿Ha bajado su impronta cultural en los últimos tiempos o siguen siendo un refugio inequívoco de cultura?
Las librerías siempre han sido refugios de cultura y en cada época han tenido su papel. Si los libreros no se hubieran arriesgado a traer libros prohibidos durante el franquismo y no hubieran permitido reuniones clandestinas en sus espacios, la democracia habría tardado mucho más en llegar y seríamos una sociedad peor. Ahora, afortunadamente, no es necesario sortear la censura y nuestro papel es otro, pero no por eso deja de ser importante. Las librerías somos transmisores de cultura, acercando los libros a los lectores nos convertimos en vehículos transmisores de ideas, de conocimiento. Somos también facilitadores, favorecemos que gente con intereses comunes contacte y se creen nuevas relaciones.
¿Cuál es el nivel de calidad de las librerías de Zaragoza en el contexto nacional?
Zaragoza tiene muchas librerías y muy buenas, reconocidas a nivel nacional. Librerías como Antígona o Cálamo son referentes en toda España, y a menudo constituyen un aliciente más para viajar a Zaragoza. Cuando visitan la ciudad editores o escritores, siempre se muestran sorprendidos por la cantidad de librerías y, sobre todo, por su calidad. Eso es algo que sólo se consigue a base de años de trabajo bien hecho.
¿Cuál es la misión de un librero? ¿O cómo entiendes tú vuestro trabajo, al que has definido como un trabajo de proximidad?
Siempre se ha definido a los libreros como mediadores, pero yo veo el oficio como algo que va mucho más allá. Por supuesto somos mediadores, pero también somos activistas culturales, gestores, agitadores. Ser librero tiene un componente muy vocacional, y eso hace que transmitamos la pasión con la que vivimos esta profesión y nos involucremos en ella hasta hacerla una forma de vida.
¿Te has preguntado alguna vez por qué eres librera? Si es así, querría saber qué te respondes...
El deseo de ser librera es algo que asocio directamente con mi infancia. Una de las cosas que recuerdo con más cariño de cuando era niña es cuando mi madre me llevaba a comprar libros a la librería “Alfil”, que estaba en la calle García Sánchez, en una especie de ritual que se repetía cada sábado por la mañana. Las dos elegíamos unos cuantos libros y pasábamos el fin de semana leyendo. Ese gusto por los libros y la lectura que me transmitió mi madre hizo que siempre pensara en las librerías como un lugar donde la gente disfrutaba, y trabajar en un lugar que ofrece felicidad es un privilegio.
Hoy viernes conmemoráis el Día de las Librerías. ¿Qué se quiere celebrar, qué queréis reivindicar?
El “Día de las librerías” pretende transmitir que las librerías hacemos un trabajo importante: tenemos un profundo conocimiento de libros y autores, recomendamos títulos en función de los deseos del cliente, hacemos visible el trabajo de creadores y participamos activamente en la vida cultural de la ciudad. Somos muchas y diversas: cada librería, con su selección de libros, está haciendo una declaración de intenciones. Además, las librerías somos comercios de proximidad y como tales dinamizamos el tejido social de las ciudades, fomentamos la economía local, creamos empleo... Esta iniciativa, además, quiere recordar que un libro es un regalo excelente que ofrece horas de entretenimiento. Y aunque un libro se puede comprar en muchos sitios, el mejor lugar para hacerlo es, sin duda, una librería.
Los Portadores de Sueños ha cumplido ocho años. ¿Cuál es el balance? ¿Cuáles han sido esos instantes inolvidables que has ayudado a resistir y a amar más el oficio?
El balance de estos ocho años no podría ser mejor. La librería nos ha dado muchas alegrías, pero si tenemos que elegir nos quedaríamos con los buenos amigos que hemos hecho, que nos apoyan y han sido vitales en nuestra trayectoria. Recuerdo la tarde en que Ismael Grasa trajo a la librería a Jorge Herralde llevábamos pocos meses abiertos y fue muy importante, porque Jorge escribió un artículo que nos ayudó mucho; o el día que conocimos a Ignacio Martínez de Pisón, a quien admirábamos y que se ha convertido en uno de nuestros buenos amigos; o tantas presentaciones que han terminado en cenas divertidísimas en Casa Emilio... Nos quedamos también con algunos autores a los que admiramos y que han pasado por la librería: Marcos Giralt Torrente, Jordi Puntí, Sergi Pàmies, Rosa Montero, David Trueba... Y lo más importante: conocer a Félix Romeo y disfrutar de su amistad es algo que la librería nos ha regalado y que cambió nuestra vida.
¿Por qué elegisteis como nombre el poema de Gioconda Belli? ¿Qué tiene de especial ella y la composición?
Nos gustó el poema de Gioconda Belli porque habla de cómo la esperanza se impone a los más catastrofistas y cómo siempre, aun en las circunstancias más difíciles, hay alguien que consigue hacer la vida mejor creyendo en sí mismo y en lo que hace. Nos pareció que era bonito vincular una librería, el lugar que da cobijo a tantas historias y a tantas vidas diferentes, con un poema que habla de sueños y de esperanzas.
¿Qué cinco libros recomiendan Los Portadores de Sueños para hoy?
Infantil: Arturo y Clementina / Rosa Caramelo. Adela Turín y Nella Bosnia (Kalandraka).
En los años 80 Esther Tusquets editaba en España, en su sello Lumen, una colección italiana llamada “A favor de las niñas”. Estos cuentos, que trabajan la igualdad y el respeto, los reedita ahora Kalandraka y siguen siendo tan necesarios y tan actuales como entonces.
Aragonés: “Escritores y escrituras”, de José Luis Melero (Xordica)
José Luis Melero da voz en sus columnas semanales en Artes & Letras a los escritores raros, desconocidos y olvidados. Aquellos que no se recogen en los cánones ni se enseñan en las clases de literatura. Este libro recopila XX de estas columnas para gran disfrute del lector.
Autor extranjero:
‘Mr Gwyn’. Alessandro Baricco. Anagrama, 2012.
Mr Gwyn abandona su carrera de escritor de éxito sin saber porqué y para qué. Puede que una anciana con un fular impermeable tenga la respuesta. O quizás una chica elegante y gorda que le ofrece un móvil en la lavandería, o un viejo artesano que fabrica bombillas a mano…
Autor español:
“Ayer no más”. Andrés Trapiello. Destino, 2012.
La Guerra Civil no es una historia en blanco y negro, es una historia de color gris, con buenos, con malos, con buenos hijos de malos y malos hijos de buenos. Setenta años después de presenciar el asesinato de su padre en los primeros días de la guerra, José Pestaña tropieza en la calle con uno de sus asesinos. Sólo tiene una pregunta: ¿dónde está enterrado?
Libro especial:
Hierro ilustrado. José Hierro. Nórdica libros, 2012.
“Hierro ilustrado” recoge una antología de los mejores poemas de José Hierro junto a su faceta como artista plástico. Retratos, autorretratos y paisajes en verso y en color. Una cuidada edición de Nórdica libros.
LA ZARAGOZA QUE DESAPARECIÓ

LA ZARAGOZA DESAPARECIDA
[marisa Soler y Joaquín Merchán me envían el dossier y algunas fotos de la exposición, en el Centro de Historias, 'Zaragoza desaparecida'.]
Organiza: Sociedad Municipal Zaragoza Cultural
Comisariado: Trazacultura.es (María Uriol y Sergio Artiaga)
Producción: Centro de Historias
Diseño gráfico: Víctor Gomollón
Montaje: Brigadas municipales de arquitectura
Seguro: AON–Gil y Carvajal
Colaboradores: Rafael Castillejo, Mª José Moreno, Juan Martín,
Jesús Gimeno, Agustín Muñoz y Amparo Martínez
Centro de Historias de Zaragoza
Plaza de San Agustín, 2
50002 Zaragoza
Horario:
De martes a sábados de 10 a 14 h y de 17 a 21 h
Domingos y festivos de 10 a 14 h
CONTACTO para mayor información y entrevistas:
Centro de Historias de Zaragoza
Tel: 976 721 885
Comisariado: Trazacultura (Sergio Artiaga)
Esta exposición, producida por el Centro de Historias de Zaragoza, pretende recuperar los lugares desaparecidos relacionados con el ocio en la ciudad entre la sociedad de posguerra y la sociedad expectante de la llegada de la democracia. Gracias a una intensa labor de documentación y búsqueda de materiales, además del apoyo prestado por una larga nómina de colaboradores y personas vinculadas al ocio de estas décadas en Zaragoza se va a poder mostrar un mosaico de recuerdos que permitan reconstruir la memoria sentimental del pasado inmediato de la ciudad y su gente.
Durante el siglo pasado la ciudad y sus ciudadanos cambiaron de forma radical en su forma de ser, de estar y de hacer; ocupando su tiempo en actividades y lugares de los cuales hoy sólo quedan recuerdos. Unos recuerdos que no son tan lejanos, que muchos zaragozanos tienen en mente, y que volverán a recordar a través de las paredes de esta muestra. Pero, además, se mostrará una ciudad desaparecida, nueva para varias generaciones de zaragozanos que permitirá crear un diálogo entre ambas.
BLOQUES TEMÁTICOS DE LA EXPOSICIÓN
Aquella Zaragoza
Antes de que las paredes de la exposición pasen a evocar los lugares del ocio desaparecidos de la ciudad, de un solo vistazo, se presenta cómo es la Zaragoza de la que se está hablando. Una ciudad que se va a modernizar en estas décadas, que va a crecer con nuevos paseos expandiéndose más allá de los límites que había tenido durante siglos y que incluso se va a atrever a cruzar la otra orilla del Ebro, para dar cobijo a sus ciudadanos, creando el barrio conocido como el Actur. Para llegar al centro, donde se concentraban los lugares de ocio, desde los barrios y viceversa los zaragozanos pagaban gustosamente el billete del tranvía, del trolebús, del autobús o, si había prisas, se cogía un taxi o uno de subía a lomos de las modernas Vespas.
En Zaragoza también había playa
Todos los zaragozanos saben que el verano en la ciudad, a veces, es imposible y que tierra adentro se sueña con la playa. Para solucionar esta situación ha estado ahí el Ebro —la mayor calle de la ciudad— cuyas orillas y cuyo cauce han sido durante años lugar predilecto de entretenimiento de la ciudad. Todo empezó en 1928 con la construcción del conocido popularmente como Balneario del Ebro. Un simpático pabellón de madera, pintado en blanco y azul, ante cuyo arenal se desplegaban los bañistas, al igual que en otros puntos del río como eran la Playa de los Ángeles y la Playa de las Hojalatas.
En 1965 estos entrañables Baños fueron derribados. ¿Los culpables? Los tiempos modernos, los modos nuevos y los gustos nuevos, es decir, el Club Náutico, las primeras piscinas y el Club Helios. Éste último, un lugar pionero en ofrecer a la ciudad pistas de frontón, de tenis, de baloncesto e, incluso, pistas de bolos, antes de la llegada de los americanos.
Su piscina se abarrotaba año tras año y sus actividades se trasladaban a las aguas del Ebro. La diversión unas veces tomaba forma de trampolines flotantes y otras veces eran las piragüas y los remos los que arañaban las aguas del río.
El Paseo de la Independencia: bares,
cafeterías y restaurantes
Este paseo era, y es, el ombligo de Zaragoza y el lugar que ha concentrado a lo largo del siglo XX los sitios de ocio de la ciudad: cines, teatros y, por supuesto, cafeterías y bares.
A mediados del siglo XX los cafés abiertos en el siglo XIX van a cerrar sus puertas para dar paso a otro tipo de hostelería. La vida moderna ya no se ve pasar desde una mesa sino que la gente se agolpará en las barras para tomarse un café Express mientras suena el murmullo de la música, la
radio o la recién llegada televisión. Para ilustrar estos lugares desaparecidos se han localizado fotografías, dibujos, vajillas, posavasos, menús o cerilleros de un buen número bares abiertos en estas fechas tales como el Café Salduba,
la Cervecería Abdón, el Café Alaska, Antiguos Espumosos, La Nueva Maravilla, La Maravilla, el Café Avenida, el restaurante Bienvenido, el Café París o Las Vegas, un local que supuso toda una revolución en 1955 en la ciudad por su espectacular decoración por parte de la empresa zaragozana Simón Loscertales Bona, lo que supuso que fuera bautizada como la mejor cafetería de España.
Las salas de fiesta: el embrujo de la noche zaragozana
Salir de noche, bailar, «alternar» no son cosas inventadas hoy. Si ahora en Zaragoza hay ambiente nocturno de jueves a sábado, hace cinco décadas era posible ir de sala en sala todos los días de la semana.
El color gris de otros aspectos de la sociedad era borrado por el colorido de las salas de fiesta que ofrecían espectáculos y atracciones en directo para todos los gustos: orquestas, cómicos, rockeros, vedettes, cuadros de baile o flamenco, artistas de primera fila y chicas en la barra con las que beber e intentar «algo más». También Zaragoza va a tener las mejores Salas de Fiestas del país, solo superadas por alguna de Madrid y Barcelona:
Cosmos, Rumbo, Pigalle, Venus, Capri, Cancela, Río Club, Corinto o Aída, la última sala de este tipo abierta en la ciudad, en 1975.
Los lugares desaparecidos
de la música
Estas décadas del siglo XX van a estar acompañadas por la banda sonora de una multitud de solistas y grupos de música —profesionales y aficionados— que surgían en la ciudad bajo la influencia de las estrellas nacionales e internacionales: The Beatles, Los Brincos, The Shadows, Adriano Celentano, etc. Más de cien grupos verán la luz estos años, y podrán actuar en casi otros tantos escenarios: salas de fiestas, el Jardín de Invierno del Parque Grande, las verbenas de los barrios como los de Montañana o Santa Isabel, los teatros e, incluso, en los cines. Y es que en cines como el Pax, Dux o el Madrid de las Delicias se celebraban las famosas matinales donde, los domingos por la mañana, la juventud acudía a animar a su grupo de música favorito y ver a los nuevos talentos.
Futbolines, billares y boleras
Muchos locales en el Coso, el Tubo, o la Calle San Miguel, ofrecían en Zaragoza tacos y bolas para jugar al billar de carambolas o francés, no al billar americano que es el que es habitual hoy en día. Aunque este otro tipo de billar se fue implantando en bares y pubs para que los americanos de la Base Aérea se sintiesen como en casa. «Culpa» también de los americanos es que Zaragoza sea una ciudad pionera en bowling.
Hasta cuatro boleras llegaron a funcionar en la ciudad en los años setenta.
La mejora: el Bowling Club de la Calle San Juan de la Cruz con dieciséis pistas abiertas.
Zaragoza: ciudad de cines
Zaragoza ha sido una ciudad liga - da al cine, desde sus orígenes. Si en la actualidad no llegan a diez los lugares donde disfrutar de una película, a mediados del siglo pasado habría más de cincuenta. Para ver las películas de estreno se debía ir al centro de la ciudad a las confortables y modernas instalaciones del cine Rex, Avenida, Coliseo o Actualidades, pero en cada barrio —Las Delicias, Oliver, Torrero, San José, etc.— había una sala donde ver películas de reestreno, una detrás de otra, mientras pasaban las horas de la tarde. En los años setenta, la expansión de la televisión hizo que muchos cines cerraran o acabaran siendo bingos por lo que esta sala de la exposición pretende descubrir y recordar mediante abundantes imágenes y curiosidades una larga lista de estos cines desaparecidos.
El cine de los cines
Tan importante como las salas de cine era la cartelera. Junto a fotografías de los cines desaparecidos se muestra una selección de carteles de películas que han sido fundamentales en las pantallas de la ciudad: desde la novedad de La Túnica Sagrada (1953) que fue la primera película proyectada en Cinemascope hasta el éxito de películas tan dispares como El Último Cuplé (1957) protagonizado por Sara Montiel o lo prohibido de El último tango en París (1972).
Los teatros
Los cines no eran los únicos escenarios para pasar una buena tarde o noche. La ciudad contaba con tres magníficos teatros, hoy ya desaparecidos: el Teatro Circo en la Calle San Miguel, el Teatro Argensola en el Paseo Independencia y el Teatro Fleta del cual aún se puede ver su «esqueleto» en la Avenida César Augusto, un verdadero icono de la arquitectura moderna en la ciudad.
Hoy en día un teatro es para obras de teatro, hace unas décadas un teatro acogía los espectáculos más variopintos que se pueda imaginar: circo, shows con fieras, revistas, zarzuelas, óperas, conciertos de música culta, festivales de música pop, proyecciones de cine, concursos de belleza, variedades, comedias, etc.
Fotografías de estos teatros y de los artistas que se pudieron ver desde sus butacas y antiguos affiches y programas de mano de sus actuaciones permitirán mostrar la intensa actividad de estos tres escenarios.
La eclosión del Teatro Independiente
En paralelo y mezclándose con el resto de programación teatral, Zaragoza va a ver como surgen con fuerza una generación de Grupos de Teatro Independiente que también tendrán ocasión de desplegar sus escenografías y fuerza dramática sobre los escenarios del Teatro Principal, del Teatro Argensola o de los aforos de los colegios de El Salvador y Marianistas o
el Casino Mercantil. Estos grupos aunarán el objetivo de divertir con sus montajes con la finalidad última de invitar a la reflexión, e incluso a la rebelión.
El Teatro Universitario de Zaragoza, uno de los más sobresaliente del país, marca el resurgimiento de una larga y heterogénea lista de agrupaciones: Teatro de Cámara (1963) —prolongado en el Teatro Estable—, Grupo 29 (1964), Teatro de Hoy (1965), Morfeo (1967), Teatro Club (1968), Tántalo (1969), Teatro Escuela, convertido luego en La Taguara (1970), Teatro
de La Ribera (1974), Mosca Teatro (1977), Talía (1979) o Tabanque-Imagen 3 (1980).
Todas ellas tenían en común la fuerza de voluntad de abrirse paso hacia la libertad creativa y la profesionalización de su trabajo en Zaragoza y Aragón; les diferenció casi todo lo demás.
El Plata
En 1943, en «el Tubo», el ombligo de Zaragoza, los oscenses hermanos Trallero abrieron un local que bautizaron como Bar Café Cantante Plata
que tras el paso de los años resistirá como el último café-cantante de Europa.
Espectáculos de lo más variopintos brillarán en su pequeño escenario hasta su primer cierre en 1992. Espectáculos que pretendían donar un rato de alegría a los espectadores, siempre con el acompañamiento musical del piano, la batería y el saxo. Sus artistas trabajaban en sesiones de noche, en sesiones de vermut en fiestas y también en la sesión del café pensada para que la gente de los pueblos que habían bajado a la capital pudieran gozar del espectáculo.
Para sentarse en sus sencillas mesas y sillas de formica no se pagaba entrada, el único importe era el de la consumición. Una vez que las luces se encendían empezaba un tira y afloja entre el público y los artistas: se les jaleaba, se les hacían comentarios jocosos a gritos y se les pedía determinados números a lo que los protagonistas del espectáculo contestaban con gracias, elegancia o grosería.
Un «Oasis» en la ciudad
Mientras en el resto de Europa los cafés cantantes, las variedades y el music-hall se iban desvaneciendo, en Zaragoza El Plata y El Oasis acompañaron a la ciudad en todas las décadas del siglo XX ofreciendo un heterogéneo panorama de actuaciones donde cabían la comedia, la música popular, el flamenco, la revista, el baile y el teatro, e incluso, aunque bajo el atento ojo de la censura, la sensualidad y el acercamiento a lo prohibido.
Este reducto de la Calle Boggiero fue bautizado como tal en 1942 tras un concurso convocado por Heraldo de Aragón aunque había abierto sus puertas muchos años antes, concretamente en 1909 como Royal Concert, nombre que se castellanizó en 1927 y que se cambió con La República y pasó a convertirse en Salón Variedades.
Su escenario se llenó de vida durante estas décadas gracias a su propietario Celestino Moreno, llamado por alguno «Catedrático de Estrellas». Celestino controlaba todo: desde los aspectos más burocráticos a las contrataciones y, por supuesto, el lado artístico del negocio llegando a hacer canciones, coreografías, carteles y decorados. La Historia de El Oasis y de Celestino Moreno, es la Historia del espectáculo español del siglo XX.