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Se muestran los artículos pertenecientes a Abril de 2005.

LA CRÓNICA DEL SÁBADO

EDELWEISS, 4- SAN GREGORIO, 1

El fútbol me ha llevado a Sabiñánigo en una mañana neblinosa. Voy en coche con Alfonso Alcaine, padre del mediocampista Javier, y Javier Pellejero, padre de Alex, nuestro extremo izquierdo. Comentamos la vida secreta del San Gregorio de División de Honor infantil y, por un momento, nos dejamos llevar por el entusiasmo: como si fuese el cuento de la lechera, le hacemos vencer en los últimos partidos, casi todos salvo el del intratable Zaragoza, y lo aupamos a la séptima o sexta posición. Durante el viaje analizamos a nuestros hijos, comentamos historias pasadas de entrenadores, casi ni nos damos cuenta del paseo de 120 kilómetros. Mi ciática, en ese parloteo incesante, se serena. Los tres teníamos claro que íbamos a ganar, creo que tan claro que ni barajamos la derrota. Y la derrota se consumó demasiado pronto. San Gregorio formó con José; Richi, Víctor, Jorge Crespo y Jorge Pérez; Adrián, Xavi, Javier Alcaine; Nano, Héctor y Jorge Jorge Rodríguez.

Como Jorge Rodríguez, mi hijito menudo, había jugado bien los dos últimos partidos, José Luis Violeta le concedió la titularidad y sentó en el banco a Pelle, Alex Pellejero. Siempre he pensado que los zurdos son compatibles, pero doctores tiene el fútbol. El Peña Edelweiss era el último pero no lo pareció nunca: se acercó dos veces con alguna nitidez y marcó. Mientras, en el banquillo se veía borrasca, intranquilidad, una sorda disputa entre Violeta y el colegiado, que acabaría expulsándolo. No hubo color: los locales, sin hacer alardes, pero más sobrios y entonados, vencían por dos a cero. Resulta muy difícil destacar a uno de los nuestros: pocos pases, un centro del campo mal colocado, escasamente combinador, y una delantera ineficiente y sin pegada. Sin pegada y, lo que es peor, sin llegada y sin pressing. Jorge desaprovechó su oportunidad a pesar de su constante trabajo: tiende a correr mucho, muchísimo incluso, pero roba pocos balones y se extravía en una zona de nadie, como si se olvidase de que debe apurar hasta el fondo. En la reanudación, entró Alex Pelle por Jorge y Dani Morón por Richi, lo que supuso un cambio táctico: Morón se estrenaba como central, Nano bajaba a lateral derecho y el central Víctor pasaba a delantero centro, apoyado en otro cambio de posición: Héctor Solanilla se desplazaba a la banda. Hubo algún momento en que pareció que el San Gregorio se iba algo más arriba, pero fue un espejismo.

Los locales volvieron a marcar, nos quedamos con diez por lesión de Adrián, marcó Pelle, y finalmente en otro contragolpe, el Edelweiss sentenció por 4-1. No hubo otro color que el del Sabiñánigo que venció y convenció a su entusiasmada parroquia. E incluso a aquellos que, no sé por qué, no habríamos concebido un fracaso tan estrepitoso. También consuela un poco, sólo un poco, ver a tanta gente feliz y tan identificada con sus chicos…

GARRAPINILLOS 3 –CIUDAD ZARAGOZA, 1
En el partido que no vi, Diego y sus compañeros vencieron en la competición de Copa al Ciudad Zaragoza, en la categoría de cadetes. Pese a la ausencia de Mario Martín y Adrián Serna, nuestro grandes jugadores, los chicos de Garrapinillos dominaron siempre, jugaron bien, Diego cumplió con creces en su labor de mediocentro (llegó a disparar al larguero y el portero abortó un mano a mano en un milagroso despeje), y colaboró en la victoria. Jugó todo el partido.Christian Gimeno, que ha estrenado un “look” con mechas, marcó los tres goles. Me ha alegrado muchísimo:ha sido un jugador incomprendido por algunos de sus últimos entrenadores que tendían a prescindir de su furia, de su ambición y de sus ganas.
02/04/2005 22:11 Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

CUENTOS PARA RECORDAR

Huesca siempre está al quite, como los buenos matadores. Y cuando decimos Huesca, queremos decir sus gentes de la cultura: Teresa Sas, Óscar Sipán (que coordina dos libros sobre el castillo de Loarre, plató de lujo de “El reino del cielo” de Ridley Scotti), Luis Calvo, la por ahora sigilosa y trabajadora Teresa Luesma (debe ser una de las personas que más se quiere oír como flamante directora del Centro de Arte Contemporáneo), María Jesús Buil, Damián y Enrique Torrijos, Jacques Valat, Luis Lles, Javier Brun, Isidro Ferrer, Virginia Baig (comisaria de “El agua y la mirada”), Teresa Ramón, Víctor Pardo (que ultima un gran proyecto para celebrar los 70 años de la Guerra Civil desde Huesca), Ismael Grasa, Fernando García Mongay, que presenta el lunes en Zaragoza un delicioso libro, “Un día con Jon Lee Anderson”, ganado ya para la causa oscense, a través del filtro de George Orwell. Hay muchos más: Manuel Benito, Eugenio Monesma, Pilar Alcalde, Carlos Castán, Ángel Gonzalvo, Ricardo Prats…
Y no podemos olvidarnos de José Domingo Dueñas, ese estudioso incansable de Sender, Gil Bel y tantos otros, ni de la profesora Rosa Tabernero: ambos son los promotores de un homenaje a Hans Christian Andersen, de cuyo nacimiento en Odense se cumplen ahora 200 años. El pasado jueves comenzaban unas jornadas con el gran narrador Gustavo Martín Garzo, continuaron ayer con una representación de “La sirenita” a cargo de Los Titiriteros de Binéfar, y tendrán continuación el viernes con una mesa redonda que, así de entrada, casi mete miedo: “La muerte en la Literatura Infantil y Juvenil”, en la que participarán Sergio Lairla, autor de estupendos libros como “Abel y Lobo” y “La carta de la señora González”; Samuel Alonso, responsable de un exitoso título como “El grito de las grullas”, e Isidro Ferrer, que ha abordado la inexorable fatalidad con frescura y elegancia en uno de sus últimos proyectos con Grassa Toro.
Hans Christian Andersen, hijo de zapatero remendón, zapatero y mendigo él mismo, representa una de las cotas más elevadas de la imaginación. Se ha criticado su moralina, pero en el fondo es un soñador, un escritor inadaptado que buscaba el triunfo esencial: estar bien consigo mismo en el mundo. Algo que no logró jamás. Viajero por España, dramaturgo, poeta episódico, se atrevió a mirar a la pena de frente, y también a la muerte, y sobre todo a esos seres un tanto marginados que padecen una suerte de esquizofrenia porque anhelan vivir otras vidas. También, en estas fechas del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, se celebra el primer centenario de la muerte de Julio Verne (Nantes, 1828-Amiens, 1905), el escritor que se anticipó a su tiempo en múltiples aspectos: vindicó la ciencia, el poder de los mapas, la geografía; convirtió sus libros en una metáfora del viaje, y tuvo el feliz hallazgo de atisbar la televisión, el submarino, los viajes a la luna, etc. Y todo ello, pensando en el lector que cobra auténtica carta de naturaleza con él, en una narración de intriga, de textura ágil y sencilla, veloz como el propio cerebro.
Esta fecha y estos actos coinciden además –como tan bien han visto Dueñas y Tabernero, y las instituciones que los apoyan: la Universidad y el Instituto de Estudios Altoaragoneses- con un espléndido momento de la Literatura Infantil y Juvenil en Aragón. Hay autores, ilustradores, proyectos, reflexión y, cada vez más, editoriales que publican con primor o cuando menos con notable dignidad. Ayer, sin ir más lejos, en Zaragoza se presentó un “Diccionario ilustrado de Palabroflexia”, coordinado por Ana González Lartitegui y Sergio Lairla, en el que participa uno de los mejores columnistas aragoneses de los últimos veinte años: Mariano Gistaín. El libro, hay que recordarlo, se forjó en distintos colegios e institutos aragoneses.
02/04/2005 22:21 Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

EL PAPA, GARCÍA-BADELL Y UN POEMA

Muere el Papa, tras un padecimiento largo que nos ha hecho recordar “La muerte en directo” de Bernard Tavernier (siempre te amaremos Romy Schneider, frágil y doliente corazón de seda, falsa dureza de alondra), algo que también me ha recordado Javier Delgado, que pugna con su lastimada voz mientras espera la edición de “Zaragoza marina”, que ya ha visto y le ha henchido el corazón de entusiasmo. Javier, tan cariñoso, tan atento siempre, sólo me llama para ofrecerme pequeños obsequios.

He estado pensando si podía escribir algo del Papa, el único protagonista de hoy. No sé qué decir: confieso que no tengo una especial sensibilidad hacia su persona ni siquiera soy capaz de calibrar la trascendencia de su pontificado ni de su adiós. Los Papas dejaron de interesarme con José Ángel Roncalli y volvieron a interesarme mucho con Benedicto XIII, que es mi Papa preferido. Es conmovedora la biografía de Karol Woytila: su orfandad, su obstinación, la construcción de sí mismo, paso a paso, su carisma, la convivencia con el peligro evidente de las balas, su autoritarismo, su vocación espiritual al margen de la curia, su condición de poeta, pero también asusta mucho su intransigencia en algunos extremos.Es cierto que fue un buen diplomático o embajador, que concilió las diferencias con muchos países y que condenó la guerra de Irak. Espero que no nos fatiguen estos nueve días de funeral y este trasvase de su cuerpo a tres féretros: hay que reconocer que a nuestra posmodernidad le fascina el espectáculo medieval, el ritual del oropel incesante, como si hubiera una incapacidad intrínseca de avanzar o de celebrar la vida. Incluso en los periódicos parece más importante uno cuando se va que mientras estuvo y podía hablar y contar sus cosas, y expresar su sensibilidad.

En realidad, mientras pensaba que podía decir de él, me vino a la cabeza una novela de Gabriel García-Badell, que publicó en Libertarias, donde narraba una de las visitas del Papa a Zaragoza. Ocurría algo inesperado y de repente había que buscarle un doble. Ya se trataba de este hombre que nos deja –y del cual me decía ayer Pepe Cerdá: “Me arrepiento de no haberlo retratado”- que apenas llevaba un lustro en su cargo. García-Badell, al que hace poco recordaba Juan Bolea en un extenso artículo para “Rolde”, que tampoco puedo encontrar ahora, aprovechaba para hablar de la impostura y para hacer una topografía de su Zaragoza. (Por cierto, mientras escribo esto suena en mi ordenador “Amor constante más allá de la muerte” de Quevedo en la voz de Imanol, de su disco “Ausencia” (El Europeo, 2000). Leí ese libro cuando se publicó, lo reseñé, pero no logro recordar bien los extremos de su argumento. Me encanta sí recordar a Gabriel García-Badell; poco después de su muerte, visité la casa donde vivía con su mujer Edith, y allí estaban, amontonados o incrustados en una especie de ladrillos de hendidura redonda, muchos de los folios con los que armaba sus novelas. Y vi su mundo de escritor cristiano (u obsesionado por Dios) y metafísico tan perturbador como apasionado, tan intenso como un clavo que arde en el corazón y nunca sabes si se aplacará o se cauterizará esa quemazón.

UN POEMA DE "EN EL MAR DE ÁNFORAS"

César Antonio Molina me envía su nuevo libro: "En el país de las Ánforas", publicado por Pre-Textos, poesía de estilización expresiva, llena de sugerencias marinas. Me gusta especialmente este poemas, que tal vez se adecue muy bien a una noche como la de hoy.

EL QUE NADA QUIERE

entrado en la tiniebla
se rasgó la señal

quedó mi alma más triste
que la muerte

alaridos
voces

azufre
la sentina de las lágrimas

hierbas amargas
vermes de conciencia

entrado
en la tiniebla
allí estaba

tiene todos los nombres
no los tiene

es mudo

todo
nada

todo se le da
y nada quiere
02/04/2005 01:30 Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

JON LEE ANDERSON, SEGÚN FERNANDO GARCÍA MONGAY

anderson.jpgCasi 100 horas
en Huesca*

Jon Lee Anderson (California, USA, 1957) parece un aventurero de película. Capaz de vivir holgadamente con dos perfiles anuales de 50.000 palabras, su lema es de una obviedad de novela negra: “Chico, abre los ojos”. Va por el mundo sin grabadora ni cuaderno de notas, dispuesto a escuchar y a preguntar mucho. Luego, en el calor del hotel, lo anota todo: reconstruye con amor a los detalles y a las escenas lo que le han contado, lo que ha visto, lo que ha intuido. Lo hace con “exactitud y veracidad”. Como si estuviese escribiendo una sinfonía en los apretados caracteres de su portátil. Con este método, ha redondeado perfiles de García Márquez, Sadam Hussein o Hugo Chávez para el “The New Yorker” que se consideran piezas impecables, joyas del oficio de contar la vida que es el periodismo. Jon Lee Anderson también es conocido por su monumental biografía del Che Guevara y por su libro “La caída de Bagdad”. Fernando García Mongay, el ciudadano oscense que ha puesto el Congreso de Periodismo Digital en el mapa del planeta, siente una pasión fetichista por las andanzas de los reporteros. De ahí que publique “Un día con Jon Lee Anderson”, que se presenta mañana y que será el pretexto para un encuentro entre el norteamericano y Gervasio Sánchez en Ibercaja, a las 19.30. García Mongay ha escrito un volumen de una rara intensidad: la historia de una fascinación que incluye un texto de Anderson acerca de sus seis horas por la sierra de Alcubierre, siguiendo los pasos de Orwell como si fuese “un viajero en el tiempo entre dos campos de batalla de la Historia”: Irak, de donde venía, y Huesca, donde pasó 100 horas inolvidables y donde percibió que los caracoles “son demasiado exquisitos”.

*Este texto aparece hoy en la sección "Cuentos de domingo" de "Heraldo". En esa web imprescindible que es Gistain.net, la enciclopedia de la vida encerrada en la red, puede descargarse el libro en PDF.
03/04/2005 20:41 Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

ENTREVISTA CON EL VIOLINISTA JORDÁN TEJEDOR

images.jpgJordán Tejedor (Zaragoza, 1979) protagonizará cuatro conciertos en la serie dominical, a las 8.30 de la mañana, "Los conciertos de La 2". Conversamos con él durante uno de sus viajes a Zaragoza. Reside en Cataluña y asegura que el concierto para violín de Brahms es uno de los más complejos y fascinantes para la literatura de su instrumento.

-Puede parecer raro, pero he leído que iba usted para pianista.
-Como mi padre es pianista, me encaminó a los cuatro años hacia el piano, pero yo no tenía ninguna sensibilidad para ese instrumento. Y a los nueve años fui a un concierto al Teatro Principal de Stefan Milenkovic, un auténtico niño prodigio de doce años. Salí diciendo: “Papa, quiero ser violinista”.

-¿Qué ocurrió en ese concierto?
-Que fue una auténtica maravilla. Por todo: el ambiente, por la sonoridad. De golpe, fue como si viese en el virtuoso la imagen del músico que yo desearía ser algún día. Sentía deseos de coger un violín y tocar ante la gente. Podría decírselo así: tuve un flechazo con el instrumento.

-¿Cómo definiría el sonido de aquel violín, o del violín en general?
-Brillante, extraordinario y con talento. Me gustó mucho: fue como un sonido que se escapa, abierto.

-Poco después, empezó sus clases con el profesor polaco Slawomir Arszyñki.
-Fue de quien mejor le hablaron a mi padre, a quien le debo mucho de lo que soy. Era profesor de viola y violín, y gracias a él salí adelante. Pasé por un periodo de problemas familiares que estuvieron a punto de llevarme al abandono de la música, y fue él quien me dijo que tenía sensibilidad. El violín se estudia con paciencia y con objetivos concretos, y mi profesor me transmitió pasión y entusiasmo.

-En 1995, se trasladó a Barcelona junto a Gonçal Comellas.
-Es mi principal profesor. Me dio consejos esenciales: “Estudia fuerte. Tienes el talento necesario para llegar a tocar como solista”. Me apoyó incondicionalmente y con él aprendí la mentalidad de un intérprete, el concepto de un músico.

-¿En qué consiste la mentalidad de un intérprete?
-Piense que él tocó con Menuhim, y que conoció a los más grandes como Franciscati o Oistrahk. Voy a responderle con una pequeña anécdota: creo que el intérprete no se aleja tanto del buen pedagogo, los dos se dan. Cuando toco con una orquesta y estoy en los ensayos, me ocurre una cosa que me perturba: me aburro. Tengo la sensación de que estoy trabajando no sé si con rutina o sin pasión. Cuando me meto a mi camerino me pregunto, casi asustado: “¿No me irá a pasar lo mismo en el concierto?”. Y cuando salgo al escenario se produce el milagro, la magia. Y esto esta relacionado con otra idea de Comellas: “El intérprete está ahí, sobre el escenario, para dar y ese milagro se produce con el público”. Es lo mismo que le sucede a un maestro: cuando tiene un alumno que lo oye, que lo sigue, se entrega. Quizá por eso me apasiona tanto la pedagogía.

-¿También le sugirió él su repertorio?
-Ahí influye todo. El mío va desde el Barroco hasta los músicos contemporáneos, ya se trate del madrileño Carlos Perós, que me ha dedicado una sonata, o de Carlos Satué, que me ha dado varias piezas suyas, en particular una para violín solo.

-Sigamos: de Comellas a Mauricio Fuks.
-Quisiera precisar algunas cosas de Gonçal Comellas, porque él me insistió en la dureza de este oficio: la disciplina, el pensar adonde quieres ir y los medios que estás dispuesto a poner. Me dijo dos frases que no olvido nunca: “Todo lo que hace un intérprete en un escenario depende de lo que ha hecho previamente entre las cuatro paredes de su estudio”. Y “el ritmo es el marco de la técnica”, y con eso me quería decir que si pierdes el ritmo pierdes el rigor, el esqueleto de la obra, la estética.

-¿Cómo estudia un violinista?
-Ahora me siento mejor que nunca, soy feliz con el violín, creo que me he encontrado a mí mismo. Me siento como más hecho y eso es un gran alivio. Y el estudio también tiene mucho que ver con ello. Creo que podría resumir ese trabajo en tres fases: primero se trata de ver, conocer y coger la partitura, y de saber lo que quieres hacer con ella, aunque sea sólo a golpe de intuición. Y luego la memoriza, la toco para irla aprendiendo a lo largo de cuatro o cinco días, veo donde están los problemas técnicos. Y a partir de ahí trato de unir esos dos conceptos: plasmarla la idea y la ejecución técnica, consolidar su interpretación y de ahí ya me presento ante el público. Además, estás los ejercicios de escalas, los estudios sencillos. Generalmente, suelo trabajar tres o cuatro horas al día; cuando se aproxima un concierto, puedo invertir de seis a ocho, o incluso doce. A las veces, a las tres de la mañana estoy desvelado, le pongo la sordina al violín y todo hasta el alba.

-¿Hablamos ahora de Fuks?
-Es un profesor diferente, complementario, increíblemente detallista. Es un auténtico científico del violín que te ayuda a descubrir la gran cantidad de trucos que existen y que tú, por ti mismo, no serías capaz de descubrir nunca.

-¿Quién es su violinista modelo?
-Por la envergadura de su interpretación Gonçal Comellas; David Oistrahk por su perfección y su aplomo; y Yehudi Menuhim por su humanidad con el sonido y en la vida. Vi tocar en Zaragoza a Anne-Sophie Mutter y me pareció un concierto exquisito, extraordinario. Se fundía la belleza de la intérprete, la calidad del sonido y la belleza del Stradivarius.

-¿Es necesario estudiar fuera?
-Más que necesario, es saludable, aconsejable e higiénico. Por lo menos, aprendemos humildad. Viajar es fundamental para un músico, el nuestro es un arte universal, sin fronteras, para la gente y en todos los lugares se entiende.

-Me gustaría que nos contase la historia de ese violín que tiene de 1803.
-Es de Félix Mori Mesa y está fabricado en Parma. Me costó 12.000 euros y ahora ya me pagan por él más de 50.000, pero no lo he querido vender ni lo venderé. Lo compré en Musical Serrano, estaba allí mugriento, lleno de polvo. Lo vi y me lo llevé. El sonido se identifica con su mueble: es grande, con un toque oscuro, pero a la vez brillante.

-¿Cómo analiza la situación de la música clásica en Aragón?
-Ha mejorado. El nivel es bueno, y creo que si se quiere hacer una orquesta cada vez se necesitará menos de gente de afuera, porque la mentalidad de los músicos, y en particular de la cuerda, ha cambiado. Y a la vez veo que aquí hay como un miedo a que salgan cosas buenas, de entidad. Vivo en Alemania, y cuando estoy mucho tiempo en Zaragoza mi ego baja bastante. No me quejo. Me van a grabar en total cuatro conciertos para “Los conciertos de La 2” y tengo muchos proyectos.
06/04/2005 20:59 Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

ENTREVISTA CON PIERRETTE GARGALLO

pgargallo.jpgPIERRETTE GARGALLO ES HIJA DEL ESCULTOR PABLO GARGALLO.

Pierrette Gargallo no deja de bromear. “¿Conoce usted una pócima que me quite veinte años?”. Se ríe a carcajada limpia y es intuitiva: rápida y mortal. Desde hace 40 años se encarga de la gestión de la obra de su padre y está entusiasmada con la última reforma del Museo Pablo Gargallo. Se acerca a “Kikí de Montparnasse”, y dice: “No posó para él. Mi padre la pintó de memoria, igual que hizo con Picasso”. Se detiene ante las piezas de chapa y sus patrones, que descubren “la cocina más íntima” del artista. “Quedan preciosos estos recortables de cartón, pero no estoy segura de que a mi padre le gustase verlos aquí. Es como el descubrimiento de un secreto de creación”. Pierrette, que posa como una actriz segura de su encanto, exhibe una elegancia infinita. Su padre, o la máscara de sus gestos, está esculpido en su rostro.

-¿Cuál es el primer recuerdo de su padre que le viene a la cabeza?
-Nunca lo había pensado. No debe ser de antes de los cuatro años porque el resto me lo imagino mucho por las fotos. A los cuatro años llegamos a París donde tenía el estudio antes, un estudio muy poco confortable, no había ni luz y tenía el agua en el patio, era una cosa...

-¿Era aquel en el que tenía que poner las ollas cada vez que llovía?
-Sí. No sólo las ollas. Cuando llovía, el techo era de zinc, era una cosa tremenda, como el retumbe de un tambor. En una carta a su madre dice: “La niña ha dormido como un tronco”. Pero ellos no. Luego encontró en Vincennes un pequeño taller con el patio, no muy bonito. Allí, a pesar de que tampoco era acogedor, tenía un pisito. Allí hizo mucha obra y es donde recuerdo yo más a mi padre. Quiero decir que lo recuerdo a partir de entonces. Y tengo un dibujo, estoy yo durmiendo en una cama que no se ve: no sé si es el dibujo o es mi memoria pero recuerdo todo el ambiente.

-Parece que ustedes vivieron siempre en condiciones muy precarias...
-Hombre. Era la condición de todos los artistas. Los artistas que tenían dinero era muy pocos: Matisse y algunos más. El propio Picasso entonces vivía de una forma muy reducida y más aún los escultores, que tenían la obligación de tener el estudio en planta baja, y el confort era una cosa mínima.

-Una imagen que se deduce de las fotos es que su padre era tremendamente trabajador y concentrado.
-Desde luego. No podíamos hacer ruido los niños. Si venían mis amigos, se callaban. Y cuando oíamos a mi padre cantar una jota, mi madre decía: “Ya está. Ya le ha salido la idea y la obra”. Ya podíamos jugar.

-¿De veras cantaba tantas jotas su padre?
-No. Cantaba. Tenía una voz de aragonés, y si no cantaba jota, cantaba canciones francesas con un acento tremendo. Yo las he aprendido mal, como las cantaba él, y luego me di cuenta de que las palabras que decía no eran las buenas.

-Ha contado que a menudo le hablaba de Maella y del mundo de su familia.
-Su madre, doña Petra Catalán, era una señora muy seria, muy trágica y muy divertida. Tenía tres hermanos, y cuando hacía la comida, hablaba medio catalán, medio castellano, decía: “Chiquets, cómo queréis los huevos?”. Todos querían los huevos de forma distinta, y ella aún se inventaba una quinta forma para ella. Comía de pie. Mi padre tenía dos caras: una muy seria y la otra muy alegre. Y eso lo tengo yo también.

-¿Tenía su padre su sentido del humor?
-No, porque yo lo tengo de mi madre. Cuando estaba preocupado por una escultura o estaba leyendo, estaba serio. Mamá decía que no había que molestarlo. Yo miraba por la ventana, veía que estaba leyendo y exclamaba: “Pero si está leyendo, no está trabajando”. Para que le saliese algo se ve que lo pensaba mucho: la idea, la ejecución, los materiales. Y cuando ya estaba, reía. No es que hiciera muchos dibujos, y además solía romperlos cuando había terminado la escultura. Se volvía alegre cuando le había salido y, sobre todo, con los amigos.

-Ah sí, Pablo Gargallo parece un hombre muy solitario.
-Era solitario en su trabajo, pero la casa estaba siempre llena de gente. Entraban incluso sus amigos cuando no estábamos. Llegábamos a casa y ya había gente: iban personas que luego fueron muy famosas. Iba José Soler Casabón, que era un músico de Mequinenza. Le dejó un estudio a mi padre en 1903, que estaba lleno de chinches. Pusieron algún insecticida o lo que fuese y los chinches se mudaron a la casa de al lado. No se morían, se cambiaban de piso. Él vivía allí en Vercirngetorix, en Montparnasse.

-¿Conoció mucho a Soler o no?
-Sí, claro. Hasta su muerte. Soler sí que fue un solitario. Mamá decía que cuando andaba Soler parecía que insultaba a la tierra. Estaba siempre de mal de humor y contra todo el mundo. Y componía. Ser músico no debe ser fácil y además no quería hacer música normal. Hizo piezas con notas de la Edad Media, no sé, una cosa extraña que no se podía tocar, pero hizo bastantes y ahora lo están estudiando en París. Tengo una partitura que me dedicó. Se murió a principios de los años 60.

-¿Quién más iba por su casa? Usted ha hablado mucho de Pierre Reverdy.
-Era el amigo íntimo de mi padre. Me llamo Pierrette en honor de Reverdy y de mi abuela Petra. Pero también acudían Lloréns Artigas, que era amigo de Barcelona, Miró, venía el matemático Princep, escritores, muchísima gente.

-¿Usted conoció a Max Jacob, el poeta y narrador que murió en un campo de concentración en 1944?
-No lo conocí, lo vi fugazmente. Tengo una foto en un jardín; un instante después le hacen a él una en el mismo sitio. Yo tendría tres años. Mi padre lo admiraba mucho.

-Cuando me dice que Reverdy o Lloréns Artigas eran los grandes amigos de su padre: ¿cómo se manifestaba esta amistad, dónde se encontraban?
-Hablaban hasta las tres de la mañana en casa. Hablaban y reñían, tenían disputas, tenían conversaciones demasiado profundas que yo no entendía. Eran temperamentales. Yo en realidad no me di cuenta de casi nada: lo que sé es que toda esta gente venía a casa y me los encontraba. De repente, ibas a la cocina y allí estaba Reverdy preparando algo. Yo veía que mi padre era una persona muy respetada. Más respetada que importante. Teníamos una relación total. Cuando mi padre trabajaba, yo era la única que podía entrar en el estudio. Y a veces dibujaba a su lado. Mamá, por lo que fuera, no se podía levantar por la mañana. Desayunábamos mi padre y yo juntos primero y él le llevaba el desayuno a la cama. Después del café ya emergía mi madre, pero antes no.

-¿Qué le contaba?
-El otro día encontré su agenda de direcciones y está llena de dibujos míos, y qué dibujos. Él dibujaba bailarinas, caballos, arlequines. Cuando terminaba de trabajar, me decía: “Titeta, maca, vamos a comprar”. ¡No se puede imaginar los nombres que me daba! Algunos eran tan ridículos que casi ni me atrevo a recordarlos. Él era muy lector de Dostoievski, le apasionaba “La Biblia”, sabía mucho de mitología griega y latina, y luego descubrió a Nietzsche con sus amigos y esto fue determinante. Fue toda una revolución para ellos. Le cuento esto porque mi padre no era contador de historias, aunque alguna vez me recordaba que, en Maella, cuando era muy niño, desayunaba pan con aceite y ajo y madrugada para lavar los caballos de su padre, que hacía el correo a Caspe o me contaba cómo esculpió “La chica de Caspe”. Cuando estaba libre me acompañaba en todo: al jardín, a la calle a por tabaco, al café Dome, el de Montparnasse, que era el café de los artistas. Había artistas que se pasaban allí hasta siete horas esperando a ver quien les pagaba el café. Artistas buenísimos: gente como Modigliani. Uno de los más pobres era Juan Gris, que era un hombre delicioso.

-Juan Gris fue quien presentó a su padre y a Magali Tartansson en 1913.
-Fue por casualidad. Mamá era costurera y dormía en un convento de monjas que eran del sur de Francia como ella. Mi madre iba a trabajar y volvía al convento por la noche. Ese convento estaba muy cerca de la rue Blomet, donde mi padre tenía el estudio de las ollas. Juan Gris era muy guapo e intentó salir con mi madre dos o tres veces. Y uno de estos días en que intentaba cortejarla, ella le preguntó: “¿Y usted adonde va? Siempre al mismo sitio”. “Voy a ver a escultor amigo mío que vive ahí”. Lo acompañó, vio a mi padre y mi madre se enamoró de inmediato. Juan Gris era muy buena persona, nada celoso, en cambio Picasso era una cosa tremenda Está bien que los amigos tengan éxito pero no demasiado...

- Picasso fue muy generoso con su padre.
-Es que eran amigos de Barcelona, de los tiempos de Els Quatre Gats, tenían la misma edad. Eran íntimos amigos. Picasso se volvió difícil cuando ganó dinero, pero antes era hospitalario, dejaba dormir a todo el mundo en su casa. Papá durmió la primera noche en Francia en casa de Picasso.

-Le iba a recordar la historia del dibujo de Picasso. Cuando sus padres se casaron en el año quince en Barcelona...
-Porque mi abuela francesa no quiso darle el permiso a mi madre. Mamá era menor, y entonces no podías casarte antes de los 21 años... Mi madre llegó a pensar que mi padre no quería casarse con ella. Cuando decidieron marcharse a España, mi padre reunió las cuatro pesetas que tenía y no tenía suficiente dinero para hacer el viaje ni el pasaporte ni nada. Picasso le dijo: “Pues vende ese dibujo que te he dado”. Años después Palau i Fabra encontró ese dibujo. “No puedo ver tu dibujo”, dijo mi padre. Picasso insistió: “Sí hombre, sí”. Pensó que se habían enfadado para toda la vida. Nada de eso: además Picasso le dio el nombre del marchante que se lo iba a comprar. Mi padre vendió el dibujo como quien vende el alma. Picasso los fue a despedir a la estación y les llevó una acuarela como regalo de boda que conservo en casa. Es una anécdota entrañable.

-¿Entendía de arte su madre?
-Tenía mucho talento. Y los amigos de mi padre la querían mucho. Además era guapísima, ahí están las fotos. ¡No sabe qué cara de tormento tenía mi padre en ocasiones y había que aguantarlo y entenderlo!, pero era muy padre. Para decirme que me quería jugaba con las palabras. Y firmaba muchas veces con “Pum”, “Papum”.

-¿Cómo recuerda la muerte de su padre en 1934?
-Había venido a realizar exposiciones en España. Pudimos venir una vez que se había inaugurado la muestra, mamá lo encontró muy, muy cansado. Le dijo: “Pablo, estás muy deshecho”. El dijo: “Con tres días en Maella ya me pongo bien”. Pero no fue así. En aquel tiempo lo curaba siempre un amigo de la infancia, el doctor Jacinto Reventós, que le había dicho: “Si sigues así te mueres”. Debía descansar pero ya no tuvo tiempo...

-Usted acabó dedicándose a la escultura. Pero vivió muchas peripecias.
-A mí acabó fascinándome el oficio de su padre. Me animaron sus amigos, en especial Llorens Artigas, y entré en la Escuela de Artes Decorativas. Después vino la II Guerra Mundial. Mi madre era muy francesa y sabía que llegaban los alemanes, que estaban ganando la contienda. “Nos vamos. Yo no los quiero ni ver”. Y nos fuimos andando, toda Francia estaba en la calle y todos se bajaban al sur. Nosotros teníamos muchos amigos en Céret en los Pirineos, donde estaban ya los Artigas, Raoul Duffy, el hispanista Jean Cassou, Manolo Hugué, y nos fuimos allá. Casi todo el París artístico estaba allí. Estuvimos muy bien, pero mamá tenía unos principios políticos intensos, y claro, no callaba. Nos denunciaron unos soldados de Petain, que se introducían de manera inadvertida entre la gente, y el alcalde mismo le había advertido: “Señora Magali, tendría usted que marcharse. La situación no es la adecuada”. “Yo soy francesa. A mí no me harán nunca nada”, respondió. Pues sí, le hicieron y nos mandaron los propios franceses a un campo de concentración de ocho barracas.

-¿Llegaron a correr peligro de muerte?
-Yo creo que no. Muchas personas se fueron y ya no volvieron. Destruyeron el campo y mandaron a todas las mujeres a Alemania, pero a nosotras nos salvó el hecho de que el director del campo dijo: “Usted, señora Gargallo, es española y la han denunciado como francesa. Aquí hay un fallo. Está usted libre”. Nos vinimos a España acompañadas por dos policías, y eso cuando eres joven impresiona. Había muchas mujeres: alemanas, judías, francesas, las putas, las espías (que tenían de espías tanto como yo), las españolas. Nosotras estábamos con las alemanas. Había una señora germana muy simpática que echaba las cartas; a mamá le echó las cartas y no vio nada. Me las echó a mí y me lo dijo todo desde aquel día, y duró siete años todo lo que me predijo.

-¿Qué le predijo?
-Me anticipó que, gracias a mi propio trabajo de escultora, me saldría una ocasión fenomenal. Acertó en todo. Llegué a Barcelona, Lloréns Artigas me presentó al director de la galería Argos, un tal Darnell, que me hizo un contrato de siete años. Hice unas figuritas esmaltadas, cada vez eran menos esmaltadas y más figuritas de terracota. Gustaban mucho, eran muy cursis, ésa es la verdad.

-¿Y luego?
-Mamá quería. Poco a poco conseguimos el permiso y nos fuimos a París. Habíamos vuelto alguna vez, había dejado la casa y el estudio a amigos. Y también habían ido los alemanes a robar.

-¿Qué había ocurrido con las obras de su padre?
-Fueron rescatadas por el estado francés. Fue un milagro. Cuando estalló la guerra en 1939, vino un representante del gobierno francés y nos dijo: “Mire, Magali, a mí me han encargado que recoja todas las obras de los artistas para guardarlas antes de que vengan los alemanes o puedan ser destruidas por los bombardeos”. Se llevaron todo en cajas: mármoles, piedras, metales. Todo. No teníamos ni recibo. Nada. Pero había muchas otras cajas de otros artistas. Se fueron paseando por Francia, de un castillo a otro castillo o en un famoso tren. Cuando retornamos definitivamente, hacia 1947, quisimos saber qué había ocurrido con las cajas. El director del Museo del Petit Palais, que era el escritor Henri Chamson, nos dijo que tenían muchas cajas en los sótanos. Estaban todas. Todas. Y nos las devolvieron. Se hizo una exposición muy bonita en 1947 en el Petit Palais. Tuvo un gran eco: era una de las primeras exposiciones que se volvían a hacer en Francia después de la II Guerra Mundial.

-¿Se daba usted cuenta de que el trabajo de su padre exigía mucho esfuerzo?
-Mental y físico. También ocurría una cosa que le debilitó. Mi padre tenía un marchante, Georges Vernheim, que era un hombre estupendo pero le cogía todas las obras en hierro al instante en que estaban terminadas. Y claro y él sufría porque no quería vender. Las escondía si podía. Poco antes de morir estaba trabajando para una exposición en Nueva York y otra en Barcelona.

-¿Cuál es la valoración que hace usted de la obra de su padre?
-Mi padre hacía dos tipos de escultura, siempre juntas, alternaba una obra clásica con una de vanguardia, de descubrimiento. Alcanzó la fama por la parte innovadora, la interpretación, pero si no hubiera la base auténtica de la obra clásica no hubiera podido hacer nada. Por eso pienso que más fundamentales son las obras clásicas; su invento fue el metal, la chapa, el estudio de la sombra y de la luz, el hueco. No es posible hacer una obra de renovación y de vanguardia, salvo que te venga del cielo, sin haber tenido un fondo clásico, de oficio. Mi padre era muy humano: buscaba siempre la perfección. Y la perfección es el ser humano
-
- ¿Le ha dolido que haya desaparecido el certamen de escultura Pablo Gargallo?
- A mí me sabe mal, claro que me sabe mal, pero francamente jugaron muchas cosas. Era muy difícil de mantener. Hubo muchos cambios de opiniones y pero quizá vuelva a recuperarse algún día. Por cierto, se llamaba “Pablo Gargallo”...

- ¿Quién es Jean Anguera?
- Por desgracia es escultor. Y además mi hijo. Estuvo muy impresionado por su abuelo, y le resultó difícil alejarse de él. Le ha salido una forma de expresión muy personal. Es honesto, no ha copiado aquí a nadie y continúa su camino.
06/04/2005 21:18 Enlace permanente. sin tema Hay 6 comentarios.

PRESENTACIÓN DE "EL SEMBRADOR DE PRODIGIOS" Y OTROS LIBROS DE MIGUEL MENA Y JOSÉ GIMÉNEZ CORBATÓN

Mi libro, "El sembrador de prodigios", publicado por Certeza, se presenta a las 19.30 en la Biblioteca de Aragón el próximo lunes. Presentará Fernando Sanmartín.

Es un libro sobre el descubrimiento de la lectura a través de una serie de escritores como Lorca, Cervantes, García Márquez, Manuel Antonio, Rafael Dieste, Rosalía de Castro, Cela, Castelao, Carlos Casares, Ildefonso-Manuel Gil o Celso Emilio Ferreiro, entre otros. Y hay una segunda parte donde escribo de una serie de amigos y escritores que han marcado mi vida: Félix Romeo, José Luis Melero, Mariano Gistaín, Javier Cercas, Julio Alejandro, José Antonio Labordeta o los ríos de la vida. Y en todos esos textos se interfiere mi propia biografía y mi marcha de Galicia en dirección a Zaragoza. Se ha realizado una tirada corta de 300 ejemplares y es una invitación de Javier Aguirre y José Luis Gracia Mosteo a publicar en la colección Cantela de Certeza que coordinan.

Me encantará veros un rato, si tenéis unos minutos perdidos y os apetece pasaros. Ese mismo día, a las 19 horas, en la Biblioteca de Aragón se inaugura una exposición de ilustraciones y proyectos que han realizado los alumnos de Isabel Biscarri de la Escuela de Artes y Oficios del cuento de mi hijo Daniel Gascón, “Querida novia”, que pertenece a su libro “La Edad del Pavo” (Xordica, 2001).

Ya sabéis que el miércoles en el Palacio de Montemuzo presenta Miguel Mena su nuevo libro “1863 pasos” (Xordica), con el gran Pepe Cerdá de maestro de ceremonias. Miguel promete que habrá jamón de Teruel y vino aragonés del bueno. Miguel es así, un completo seductor.

Y al día siguiente, José Giménez Corbatón presenta una nueva edición, corregida y aumentada, de “El fragor del agua” (Prames). Oficia de maestro de ceremonias José Luis Rodríguez.
07/04/2005 19:28 Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

VARIAS NOCHES CON RODNEY FALK

Javier Cercas.jpgHe vuelto a Galicia en tren, de noche, en coche cama, con tiempo para todo: para reflexionar, para evocar a mi padre y mi infancia y adolescencia en Castelo y Vilarnovo, lugares de Santa Mariña de Lañas, y en Arteixo. Y he tenido tiempo para leer cuentos infantiles de la antología “100 sopas” (Anaya), algunos poemas y, sobre todo, “La velocidad de la luz” (Tusquets) de Javier Cercas, una de esas novelas que te poseen desde sus primeras páginas, que te llevan a la meditación sobre la escritura, y que hacen de inmediato que de Rodney Falk se convierte en un acompañante sombrío, en un compañero de la cama vacía que parece contarte, cuando más traquetea el tren, cuentos de horrores en Vietnam. El libro es de una intensidad perturbadora: viajas a Urbana, a la Universidad, a aquel garito nocturno donde se habla de Scott Fitzgerald y Hemingway –los dos son mucho mejores en la narrativa breve, al menos también para mí- y viajas por el cerebro de un escritor que se parece a Javier Cercas, pero felizmente no es Javier Cercas, que matina una y otra vez, como ocurría en “Soldados de Salamina” acerca de cómo se escriben las novelas. Terminé el libro en dos noches de insomnio en un hospital con vistas a la playa solitaria de Santa Cristina y Bastiagueiro, sin tomar notas, transido por el periodo largo de las frases, poseído por los constantes hallazgos de un escritor que hilvana una y otra vez las paradojas del éxito y del fracaso, en medio de la fatalidad, el desamparo y el enigma en torno a Rodney Falk. Y tuve la sensación, a la ida y a la vuelta, encerrado en mi camarote peculiar de los horrores y de las nostalgias, que es una novela extraordinaria, a la que debo volver, que debo releer. Dividida en cuatro partes, bellamente trazada con cartabón de arquitecto, está llena de aforismos, de lucidez, de estupendos personajes (aquí en Garrapinillos también hubo norteamericanos que se parecían a Rodney Falk) y de ese enigma que deben tener las buenas novelas.
11/04/2005 09:45 Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

MARTÍNEZ LAÍNEZ, GARCÍA MONGAY, JON LEE ANDERSON Y LUIS ALEGRE,EN "EL PASEO"

Esta noche, a las diez en RTVA, en "El Paseo", tenemos cuatro invitados de lujo: Fernando Martínez Laínez, que habla de "El rey del Maestrazgo" (Martínez Roca),su novela sobre Ramón Cabrera i Griñó; Fernando García Mongay habla de su libro "Un día con Jon Lee Anderson" y el propio Anderson -en un estupendo vídeo de Alberto Gámez y Jesús Peñas- habla de periodismo literario, de su biografía del Che Guevara y de su viaje por la sierra de Alcubierre, tras los pasos de George Orwell, y finalmente Luis Alegre habla del Festival de Cine de Tudela, que dirige, y rinde homenaje a los 30 años de "Furtivos" de José Luis Borau. Y no sólo eso, cuenta más cosas, muchas más cosas, incluso de amiga del alma Penélope Cruz.
12/04/2005 09:09 Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

RAFAEL DIESTE, EL SEMBRADOR DE PRODIGIOS

Dieste.jpgRAFAEL DIESTE: EL SEMBRADOR DE PRODIGIOS*

Castelao fue nuestro maestro inicial, el profeta emocionado que nos descubrió —en letra impresa, en viñeta, en acuarela— el profundo ser de Galicia. Fue él quien nos enfrentó a nuestro ser hondo, arraigado en la tierra y en los olores que levanta la lluvia tras la tormenta. Castelao era de Rianxo (A Coruña), y de su misma villa marinera eran Manoel Antonio, el poeta creacionista que volvió casi muerto del océano, o eso se cree, tras navegar en el paquebote Constantino Bandeeira, y Rafael Dieste (1899-1981), un fabulador increíble, un mago de la palabra y un teórico del cuento. Cuando descubrimos a este ser más bien menudo, y esbelto como eucalipto, lanzal se dice en Galicia, nos quedamos maravillados: era otro universo, algo que iba mucho más lejos de nuestra literatura convencional y típica, del mar y la tierra; él, sin alejarse del imaginario gallego (la Santa Compaña, la muerte, los mouros: esos seres hechizados que gobiernan palacios subterráneos recamados en oro, la emigración, los niños quiméricos, etc.), escribía con gracia, con ironía, con una sutileza incomparable, con voluntad de estilo, no sólo textual, sino conceptual. Era un cuentista en todo el amplio sentido del término que llegó a redactar un decálogo como lo hicieron Edgar Allan Poe o Horacio Quiroga.
Dos arquivos do trasno (De los archivos del trasgo, 1926) fue toda una conmoción: aludía a la memoria colectiva que concentra ese duende pugnaz, aludía a la fantasía, a las dimensiones escurridizas del sueño, y se asentaba sobre el paisaje, los laberintos de la mente, la facilidad de contar y la poesía. Y otro tanto nos ocurrió con A fiesta valdeira (La ventana vacía, 1927), una pieza de teatro centrada en la dignidad de un marinero, con un cuadro al fondo. Dieste acumulaba delicadeza y hondura, reflexiones sobre la identidad y la historia, e impregnaba su texto —uno de los mejores que se han escrito jamás en gallego para el teatro— de tradición y de modernidad, de criaturas que emergían de las páginas como una aparición que se vuelve de carne y hueso ante nuestros ojos, mientras leemos.
No escribió mucho más en gallego Dieste: textos periodísticos (comenzó como redactor de Galicia en Vigo y en El pueblo gallego) recogidos luego en Antre a terra e o ceo (Entre la tierra y el cielo, 1981), su discurso de ingreso en la Academia Gallega: A vontade de estilo na fala popular (1981) y otras prosas sueltas. Participó en las Misiones Pedagógicas con su mujer Carmen Muñoz Manzano y otros intelectuales, colaboró en la revista Hora de España y fue un activo republicano que lo mismo impartía lecciones de arte, que de literatura, historia, filosofía y matemáticas; estas dos últimas materias fueron la pasión de su vida, a las cuales les dedicó importantes monografías muy elogiadas por los expertos.
Ya en el exilio en Buenos Aires, frecuentaba el Café Tortoni y allí, a principios de los 40, escribió el gran libro de su vida: Historias e invenciones de Félix Muriel (1943; tenemos edición en Cátedra, Alianza editorial e Iberia), uno de los volúmenes más singulares del siglo XX. La prosa y la imaginación de Dieste alcanzan cotas increíbles de realismo mágico, de uso proverbial de la invención, de textura narrativa que oscila entre el sortilegio, lo inverosímil y lo real con ribetes de fábula filosófica. Reaparece allí el mundo de Rianxo, la emigración, la infancia mezclada con la pasión de contar y el terror, la confidencia entre hombres, el mito de la loca incomprendida, las historias de amor terribles con sus loros inquietantes. La pieza más asombrosa es “La asegurada”, el relato de pasión y locura de una muchacha que ha sido abandonada por su joven esposo, emigrante, y antes la asegura. Qué modo de enfrentar la tragedia, qué añoranza tan devoradora, qué sentido de la descripción, parece que estamos ante un escultor, qué olor a ribera de barcazas, vacas por la arena y vientos salobres que se mezclan con la música de los bosques.
Hace unos cuantos años, a Rafael Dieste le dedicaron el Día das Letras Galegas. Me atreví a ir a visitar a su viuda, la profesora Carmen Muñoz Manzano, y me asomé al universo íntimo del escritor en un elevado piso con miradores hacia los muelles de A Coruña: allí estaban el piano, sus cuadernos escritos a mano, sus problemas de cálculo, sus reflexiones filosóficas en letra azul, creo recordar, su precioso retrato que le pintó Luis Seoane, que estaba en el dormitorio al lado del de Carmen. Seoane fue otro ilustre emigrado y no menos ilustre paisano: pintor, poeta, dramaturgo, periodista, teórico del arte. Carmen Muñoz, alta como chopo que hacia el cielo se despereza, conservaba nítida su memoria: Rafael Dieste respiraba como un fantasma por cada uno de sus poros, seguía adherido a su piel, y fue entonces cuando lo vi: con su bigotito blanco y con una oración marinera en los labios.
En el dormitorio de la pareja, me ocurrió lo más hermoso que me ha pasado nunca en mi vida de modesto escritor. Descubrí un ejemplar de mi primer libro en gallego: Vida infame de Tristán Fortesende, el relato de un misterioso criador de caballos, el enigmático enamorado de una mujer llamada Flora Magán y de su fogoso cuerpo de aldeana. Le dije a Carmen Muñoz que ese tal Antón R. Castro era yo; me contestó: “Lo leo a menudo. Ese relato es uno de mis cuentos de cabecera. Seguro que a Rafael le habría gustado”.
Si eso no es la felicidad...

*Ayer se presentó mi libro "El sembrador de prodigios" (Certeza. Colección Cantela). Reproduzco aquí uno de los textos sobre uno de los escritores de mi vida que me iluminó la senda hacia las letras.
12/04/2005 09:33 Enlace permanente. sin tema Hay 9 comentarios.

ENTREVISTA CON MIGUEL MENA

“He escrito una triple declaración de amor:
a nuestros padres, a mi hijo y a Zaragoza”*

-¿Qué es “1863 pasos”?
-Es un libro de viajes por lo físico y lo emocional, por un ámbito geográfico concreto de la memoria y de las emociones. Más de las emociones que de la memoria. Antes sólo quería divertir, ahora también pretendo emocionar.

-Concretemos algo más…
-“1863 pasos” consta de tres relatos que son como tres homenajes y tres declaraciones de amor. El primero, “Vía muerta”, es una declaración de amor a la generación de nuestros padres, que están entre los 70 y los 80 años, una de las generaciones de la posguerra que ha vivido una España dura, gris y triste. El segundo, “Un dios que ya no ampara”, es una declaración de amor a mi hijo Daniel, discapacitado. Y el tercero, “1863 pasos”, como el título, es una declaración de amor a Zaragoza. Yo puedo decir: “Zaragoza me hizo”.

-“La vía muerta” es un viaje desde la estación de Utrillas hasta la propia localidad minera.
-Es un reportaje, que es el género que me gusta en la radio, en la prensa e incluso en la literatura. Me fascina la pluralidad de voces, la diversidad de puntos de vista. Y aquí cuento historias que me han ido contando.

-Algunas son conmovedoras.
-Desde luego. La historia del maquinista Garcés, que no puede detener el tren en una bajada y se estrella y se muere con su máquina. O la de aquel maquinista que no se ha enterado de que una muchacha se ha arrojado bajo las ruedas del tren y se ha muerto…

-Igual de estremecedora, o más aún, es la segunda pieza: mientras viaja hacia el Moncayo hace una revelación humanísima pero terrible que le afecta a usted…
-Camino del Moncayo, el viajero, que soy yo, va narrando su propio estupor o incomprensión ante lo que le sucede a su hijo. Parece como si quisiera negarse a entender, a aceptar lo que le está ocurriendo: va descubriendo que su hijo no podrá hablar y que padece el síndrome de Angelman o “los niños felices”. O los niños ángeles.

-Su viaje físico avanza y, como en otro plano, en una sucesión de revelaciones espeluznantes y cortas, describe la enfermedad de su hijo Daniel y dice en un momento: “La mitad derecha de su cuerpo se ha paralizado. Preferiría verlo muerto a verlo así”.
-Sí, pero esa idea se pasa, asumes cosas, las ves de otra manera y descubro en mi hijo Daniel a una criatura que ni me había imaginado que pudiera ser. Esta es una historia que me producía mucho pudor; la conté en una revista como “Rolde”, y recibí tantas muestras de entusiasmo y solidaridad, de cariño, que me animé a publicarla en libro. Yo no había barajado hasta entonces, al menos así, el terreno de los sentimientos.

-Hablemos del texto largo que da título al conjunto.
-Nace del intento de convertir la rutina diaria en una especie de viaje en el tiempo. Tengo la inmensa suerte de cruzar hasta cuatro veces al día el río Ebro y siempre me produce alguna emoción.

-Explíquenos un poco más eso.
-Sí, es verdad. En esos 300 metros del puente hallo sensaciones nuevas y cuento muchas historias vinculadas con Los Sitios, con el pozo de San Lázaro y esa famosa foto de Luis Mompel de la gente saliendo del autobús hundido, de Santo Dominguito de Val. Me emociona mucho el Ebro porque, aunque soy de tierra adentro y el mar me parece un inmenso y complicado desierto azul, tengo una querencia especial por las montañas y los ríos. Miro y puedo ver el Moncayo, que parece colgado del cielo detrás de la Almozara; miro y veo los piragüistas, los remeros, una puesta de sol excepcional. Son estampas que impresionan y a la vez relajan.

-Otro de los capítulos más extensos se lo dedica al Gran Hotel.
-Está a poco más de 20 metros de mi trabajo en Radio Zaragoza, donde trabajo. Pedí el libro de firmas y encontré muchas cosas.

-¿Por ejemplo?
-Yo soy muy fetichista de las firmas, y ahí encontré las de Bob Dylan, Walt Disney, George Sanders, Hemingway, Maurice Chevalier, y todo eso me impresionó. Además, yo soy un gran amante de los periódicos antiguos y el Gran Hotel es casi como un “periódico” del siglo XX.

-La firma que no pudo encontrar fue la de Uma Thurman.
No está. Ella tenía 17 años cuando rodó aquí “Las aventuras del barón de Münchaussen” y Félix Zapatero la acompañó a comprarse unas botas camperas. Me imagino por un instante que bien pudiera haberme cruzado con ella alguna mañana, en mis paseos.

*Ayer se presentó en el palacio de Montemuzo el libro "1863 pasos" de Miguel Mena (Madrid, 1959, pero aragonés hasta la médula de todos los caminos), editado por Xordica e ilustrado en portada y contraportada por Pepe Cerdá. Este texto se reproduce hoy en contraportada de "Heraldo". Como estoy un pelín agobiado de tareas y no encuentro acomodo para alimentar el blog como sueño, os deje este pequeño mensaje de reconocimiento a Miguel, ese gran escritor, ese ciudadano que se hizo en Zaragoza y lo proclama a los cuatro vientos.
14/04/2005 13:59 Enlace permanente. sin tema Hay 7 comentarios.

ENTRE BOLONIA Y LAS MONTAÑAS

El ilustrador valenciano Carlos Ortín, emparentado con Aragón, es el coordinador de las exposiciones de la 42ª Feria Internacional de Libros para Niños de Bolonia ha organizado dos muestras diferentes: la sección “Ilustrísimos”, compuesta por 29 artistas, donde figuran varios aragoneses: Elisa Arguilé, Javier Solchaga, Alberto Gamón e Isidro Ferrer. Isidro, autor de “La galería legítima”, sus diarios de artista que han aparecido con evidente éxito en Xordica, dio una de sus conferencias-show sobre las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, en un ciclo en el que también han intervenido la citada Arguilé y Daniel Nesquens, y el ilustrador asturiano Pablo Amargo. En la exposición de “Ilustrísimos” también figura otro oscense de Barbastro, Josep Antoni Tàssies.
En la muestra virtual figuran 44 artistas, entre ellos José Luis Cano, Ana González Lartitegui o Calpurnio. Todos ellos confirman ese momento extraordinario que está viviendo la Literatura Infantil y Juvenil en Aragón; están arropados en Italia por Gustavo Martín Garzo, a punto de ser adoptado por Huesca gracias a los buenos oficios de José Domingo Dueñas y Rosa Tabernero. Isidro Ferrer, sin duda uno de los trazos y cerebros más originales y poderosos de la democracia, presenta en la muestra uno de sus trabajos: “Una casa para el abuelo”, editado hace más de un lustro en una editorial francesa y traducido recientemente al castellano.
Ramón Acín Fanlo, ese infatigable promotor de libros y lecturas nacido en Piedrafita de Jaca, ha decidido rendirle un homenaje a sus raíces, a los cuentos que oía de niño, a los paisajes, a la memoria del padre. Y ese proyecto se titula “Secretos del tiempo escondido. Cuentos para ser contados” (Prames, 2005): diez piezas sobre las almetas, las ondinas, fotroneros o donas d’aigua, encantamientos, gigantes, los genios: todo ese universo mítico que procede de aquellas edades legendarias de Maricastaña. Ramón Acín, ensayista y narrador, cuenta en esta ocasión con un acompañante excepcional: el grabador Mariano Castillo (Grisén, Zaragoza, 1963), que ha dado un viraje en su trayectoria y realiza una colección fascinante de dibujos inequívocamente pirenaicos con las chimeneas, cuevas, apariciones o esas florestas que se antojan hechizadas.
Por otra parte, mientras Carlos Saura trabaja en su nuevo proyecto sobre el libretista de Mozart, Lorenzo da Ponte, y expone sus últimas fotos pintadas, la Fundación March anuncia una muestra 117 piezas de su hermano Antonio, ya fallecido, sobre sus “Damas”, una de las colecciones más sólidas y variadas del artista y gran escritor que fue el hombre nacido en Huesca en 1930. Por otra parte, aún fresco, llega a las librerías otro libro de Fernando Biarge: “Grandes picos del Pirineo Central”, fotografías extraordinarias, color y sensualidad, luz arañada por el celaje, transparencia escrita por los dioses del aire sobre la piedra y la atmósfera. Lo acompañan en este nuevo proyecto sobre el patrimonio natural aragonés Marta Iturralde, Alberto Martínez Embid y Anchel Belmonte.
Abro el nuevo número de la revista del Museo “Camón Aznar” de Ibercaja y compruebo que se abre con “Historia de un proyecto frustrado: el monumento a Joaquín Costa”, concebido para el colegio zaragozano de su nombre, “una fuente monumental en la que quedara representada la figura de Costa”, que nunca llegó a hacerse. No siempre hay buenas noticias.
15/04/2005 13:53 Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

CARTA A MERCHE

Querida Merche (Te escribo aquí porque el sistema no me deja contestarte en el lugar adecuado):

Quizá tengas razón, pero en más de cien programas hemos hecho más de 40 monográficos, hemos sacado a más de 50 personas que jamás habían estado en televisión, hemos hecho cuatro monográficos de literatura infantil y juvenil, y el caso de Luis, que será al que te refieres sólo había estado una vez, hace casi dos años. Martínez Láinez no había estado nunca, Jon Lee Anderson tampoco, García Mongay tampoco. Y artistas jóvenes han pasado muchos y han sido objeto de exposiciones virtuales. Quizá tengas razón en la ausencia de riesgo, pero siempre estamos buscando novedades. Estaré encantado en recibir nuevos nombres, nuevos proyectos. Por poner otro ejemplo: hemos celebrado los diez años del Auditorio con gente que yo no había visto nunca (Pedro Purroy, el director de Enigma...), incluso hemos hecho un programa de hora y media sobre música clásica contemporánea de Zaragoza: Satué, Rebullida, Montañés, Royo..., sobre diseño, sobre cine, sobre el exilio, sobre Dalí, “Los olvidados”, Internet y nuevas tecnologías, Educación, arte de mujer, Gargallo, Serrano, rock and roll…
Lo que más me gusta de la tele es precisamente eso, la posibilidad de que venga gente que nunca ha venido. La próxima semana, por poner otro ejemplo, hacemos un monográfico sobre Francisco Marín Bagüés, el pintor, con Eduardo Salavera, que no ha estado nunca, su biógrafo García Guatas y Jorge Gay, que sí ha estado, pero es uno de sus grandes admiradores. Siempre estoy abierto a sugerencias. De todos modos, también en RTVA hay otro espléndido programa para jóvenes que es el "Muévete" y yo busco siempre otra orientación. ¿Amigos? Felizmente, mis amigos no cabrían en 300 programas, mis amigos o a la gente de Aragón –me ciño sólo a ella- a la que admiro con absoluta sinceridad.

Te agradezco de mil amores tu opinión. Y aún agradeceré más tus sugerencias. Un abrazo. AC
15/04/2005 23:44 Enlace permanente. sin tema Hay 5 comentarios.

NOTAS SOBRE EL HOLOCAUSTO

“Al atardecer de aquel 21 de junio fuimos conducidos, bajo buena escolta, al pueblo de Rambervilliers, llevándonos a los heridos y a los enfermos, y, por todo equipaje, el macuto con algunos harapos dentro. Llegamos a ese pueblo al cabo de media hora y fuimos concentrados en el campo de fútbol, a la salida del pueblo, en la carretera de Baccarat. Allí estábamos, entre 15.000 y 20.000 prisioneros hacinados, sin otro refugio que nuestras mantas, lo cual me recordaba nuestra llegada a Francia, meses antes”. “Los años rojos” (Círculo de Lectores, 2004. 276 páginas).

Uno de los libros más impresionantes que se han escrito sobre Auschwitz es “Si esto es un hombre” de Primo Levi, donde el químico y escritor piamontés narra con absoluta minuciosidad su estancia en ese campo de. Primo Levi es aquí un entómologo del horror y de la supervivencia. El libro fue rechazado por Einaudi en 1947, apareció en una editorial pequeña, y en 1957 el gran editor rectificó. Natalia Ginzburg, esposa de un deportado judío, había dado un mal informe. Acaba de ser reeditado en Círculo de Lectores con otros dos textos: “La tregua” y “Los hundidos y los salvados”.

Fue Teodor W. Adorno quien dijo: “Después de Auschwitz no habrá poesía”. Felizmente se equivocó, y ahí están varios libros del Nobel Imre Kertész, presentado por El Acantilado en España. Sin embargo, fue Herder quien publicó ya en 1999 sus ensayos, “Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura”, donde el autor repasa su año en el campo de exterminio, su dolor y su desesperación, su reingreso luego en la vida civil y las contradicciones del sistema comunista de Hungría. Evoca también a cautivos famosos como Primo Levi, Celan, Jean Améry. O Ruth Klüger, entre otros.

El escritor Mihail Sebastián quería estar un poco al margen de la política. Se sentía sobre todo escritor y quería desarrollar su obra bajo el influjo y la protección de Marcel Proust. Inició su diario en 1935 y anotó muy pronto: “Ser desinteresado y neutral, nunca indignado o aprobatorio: ésa es la mejor de las actitudes”. Pero de golpe se desencadenaron las hostilidades, Rumanía se puso a combatir al lado de Hitler, y todo eso lo cuenta él en un texto estremecedor y preciso, de gran pulso literario, que concluye en 1994. Hablamos del “Diario” de Mihail Sebastian (Círculo de Lectores. La Memoria del siglo).

A más de uno este libro emotivo, un oasis en medio del desierto más desalentador, podría recordarle “El lápiz del carpintero”. Hablamos de “Boda en Auschwitz” de Erich Hackl (Destino, 2004), que narra la historia del preso austriaco Rudi Friemel y la española Marga Ferrer. Se casaron en un pequeño banquete, pudieron celebrar la noche de bodas en un prostíbulo de las SS, y luego prácticamente no volvieron a verse nunca. Rudi fue ejecutado, pero aquel hecho, aquella boda dejó una impresión indeleble, una expansión luminosa de un momento único, y eso es lo que cuenta Hackl.

También en “La memoria del siglo”, que dirige Antonio Muñoz Molina para Círculo de Lectores, ha aparecido “Los años rojos” de Mariano Constante. Uno de sus títulos de mayor importancia. Constante, que estaría preso en Mauthaussen, reconstruye aquí toda su existencia: la vida en Riglos y Ayerbe, la proclamación de la II República, la guerra Civil, el éxodo a Francia y, por fin, su traslado al campo de concentración, donde –con el fotógrafo Francisco Boix y otros- llegó a ser lugarteniente de las SS, cargo que dio lugar a otro libro sobre este periodo.
16/04/2005 13:50 Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

LA CRÓNICA. UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

Pude ayer ver los partidos de Jorge y Diego. Diego, en su primer año en la categoría de cadete, se enfrentaba con el Garrapinillos al Racing de Delicias en la copa, en el campo impracticable, plantío de áridos, de la Escuela-Hogar Pignatelli. Ya sabían que el equipo rival estaba jugando muy bien, y parecía el enfrentamiento a priori entre dos gallitos de su categoría. La primera parte fue realmente preciosa e intensa, a pesar de un viento levantisco. Atacaba sin parar Garrapinillos y marcó Delicias; había vuelto Mario Martín, Tirillas “Garrincha” desbordaba de vez en cuando, Christian Gimeno amarraba atrás y David lanzaba bombardeos o libres directos muy cerca del larguero, pero ellos aprovecharon un encadenamiento de despistes defensivos para adelantarse. En la segunda parte, ya no hubo color. El entrenador de los nuestros, que no había visto que existía un problema de ausencia de pegada absoluta, realizó varios cambios y sentó a Diego, que había corrido como un lebrel, hacia arriba, en horizontal, hacia abajo. Había corrido, rebañado balones y servido en abundancia a las bandas en uno de los mejores partido que yo le he visto esta temporada. He dicho aquí, y tal vez ciegue la pasión paterna, que podría ser la mano derecha de cualquier entrenador inteligente: es generoso, trabajador, no se amilana, roba a destajo, aunque tiene cierta inclinación, quizá excesiva, a un pase impreciso. No digo que sea una figura: es el jugador de conjunto constante y con calidad. Conduce bien y no teme a nadie. El equipo, sin punch, sin control en el centro del campo, se desmoronó. El entrenador rival, cuando su Delicias marcó el tercer tanto, dijo: “Ahora sí que podemos estar un poco tranquilos”. En la segunda parte, más allá del desgaste de Mario Martín, hay que anotar varias jugadas maravillosas de José Ángel Tirillas “Garrincha”, tal vez un poco lejos de la portería. Es un estupendo jugador que siempre sorprende. Al final, Delicias, 4 -Garrapinillos, 0.

Jorge se enfrentó, en cadete División de Honor, al Pablo Iglesias, un conjunto que pugna por no dejar la categoría. Hubo revolución en la alineación: Luis Violeta sentó a Nano, Héctor Solanilla, Tote y Richi. Le dio el carril del diez a Jorge, y el choque se volvió imposible desde el primer segundo. El viento huracanado no permitía controlar, ni bajar el balón, y le administraba al cuero una velocidad imparable hacia la línea de fondo. Jorge estuvo a punto de aprovechar un balón diagonal: lo cogió cerca del punto de penalti, disparó por bajo y se trastabilló en los pies del portero. Había que seguir. Hizo lo que pudo, jugó con corrección, con buenos pases en corto, y con algunos regates hacia dentro. En realidad, se peleaba contra la furia del viento y un cielo ideal de nubes sobre el río. Primera parte, marcó Jorge Crespo de córner para el Garrapinillos. En el segundo tiempo, con el vendaval en contra, habría que sufrir: entraron al campo los suplentes, se sentó Jorge, y Jorge Pérez, y Adrián, y Robles, marcó Alcaine de manera espectacular, y pareció sentenciar. Fue el gol de la alegría y de la calma, un gol que perseguía el centrocampista desde hacía semanas. Acortaron los chicos del Pablo Iglesias faltando un par de minutos, y Garrapinillos sumó sus 30 puntos, la posibilidad de entrar entre los 8 primeros. Había hecho un buen segundo tiempo, raseando y atacando por la bandas con Nano y Pellejero, y el trabajo siempre vibrante y aguerrido de Víctor. José Luis Solanilla acababa de marcharse para asistir al concierto de Judas Priest.
17/04/2005 12:19 Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

PROGRAMA PROVISIONAL DE LOS VI ENCUENTROS DE ALBARRACÍN

VI ENCUENTROS LITERARIOS DE ALBARRACÍN
“Contar la vida. Memorias, biografías y diarios íntimos”

Fundación Santa María de Albarracín
Del 19 al 22 de mayo

Director: Antón Castro.

JUEVES, 19

De 10 a 14 horas

-TALLERES PARA LOS ALUMNOS
Fernando García Mongay. “Periodismo digital. Albarracín News / 2”.
Ana González Lartitegui y Sergio Lairla. Taller de Palabroflexia.
Javier Torres. “Experiencias con el móvil”.
Pilar Tena. Taller de pintura.
Alberto Gámez. Taller de televisión.

De 18 a 18.45 horas.
-Fernando García Mongay. “Periodismo y literatura de Jon Lee Anderson”

De 19 a 19.45
-Pimpi López Juderías. “Un buen día”. Cortometraje rodado en la noche turolense.

De 20 a 21.15
- Juan Villalba Sebastián. “Clemente Pamplona: del primer
plano al fundido en negro”

RECITAL DE MEDIANOCHE
Concierto acústico de Distrito catorce. Mariano Chueca: Voz y guitarra.
Enrique Mavilla: bajo. Juan Millán: Batería. Gustavo Siibert: Teclados.

-VIERNES, 20

De 10 a 14.
TALLERES PARA LOS ALUMNOS
Con Alberto Gámez, Pilar Tena, Javier Torres y Antón Castro.

De 17 a 18 h.
-Miguel Pardeza. “Escritura y leyenda de César González-Ruano”.

De 18.15 a 19. 30 h.
-Fernando Sanmartín y Julio José Ordovás. “Dos visiones sobre el diario íntimo”.

De 19.45 a 20.45
-José Luis García Martín. “El diario personal”.

TORRE DE DOÑA BLANCA
21.00 horas
-Visita a la exposición de fotografías de Rafael López.

RECITAL DE MEDIANOCHE
Concierto de José Antonio Labordeta.

SÁBADO, 21

Mañana
De 10.30 a 11.15
-Félix Romeo. “La vida de memoria, de la A a la Z”.

De 11.30 a 12.15
-Javier Barreiro. “Los memorialistas de la bohemia: Ortiz de Pinedo, Hamlet Gómez, Cansinos-Asséns, Eugenio Noel…”.

De 12.30 a 1.15
-José Luis Melero. “Guía de uso del lector de diarios”.

Tarde
De 16.30 a 18
- Aurora Cruzado. “Vidas de escritores en el cine”.

De 18.15 a 19.15
-Mauricio Wiesenthal. “Una historia particular: ‘Libro de réquiems’”

De 19.30 a 20.30
-Anna Caballé. “¿Cómo escribí la biografía de Francisco Umbral?”

20.45 a 21.45 h.
-Marcos Ordóñez. “Ava Gardner al desnudo”.

RECITAL DE MEDIANOCHE
Recital Flamenco. Pascual Gallo y Gitanos de Aragón. Formación: Pascual Gallo (guitarra), Josué Barrés (percusión); Juan Bautista “el Patas” (cajón), Eugenio Tejero, “el Konfú” (cante), David Jiménez (baile) y Roberto Jiménez (cante).

DOMINGO, 22

10.30 a 11.30
-Isidro Ferrer. “Los diarios gráficos de un artista”.

De 11.45 a 1.45
-Gracia Querejeta. “Una poética intimista del cine”. Proyección de fragmentos de sus películas “Cuando vuelvas a mi lado”, “Héctor”, y del documental sobre Alfredo Di Stefano. Charla con Luis Alegre.

Prensa y coordinación: Ana Latorre
Vídeos y materiales audiovisuales: Alberto Gámez
18/04/2005 23:17 Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

UNA HISTORIA DE SAN JORGE

El hijo de Leoncio es ingeniero y vive en Francia. En Grenoble, en un paisaje idílico de prados y bosques, ante un montaña coronada de nieves desde diciembre. Comparte su vida con France, políglota, y con sus dos hijos: Elsa y Tristán. Por ahora no tienen perros ni gatos. Es un fanático lector de “El País”, y cuando va a Burdeos, a Marsella, a Niza, a Toulouse o a cualquier ciudad de Italia siempre compra ese diario y busca afanosamente una noticia sobre Aragón o sobre la Zaragoza cargada de futuro que triunfó en París. Hace una década, con el gol del siglo de Nayim, o en el último diciembre cuando conquistó la Exposición Internacional de 2008. Admira al arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava, y está pendiente de la última película española o de los novelistas, desde Javier Cercas a Enrique Vila-Matas, desde Javier Tomeo a Ignacio Martínez de Pisón. Hace unos días iba a marcharse de vacaciones a Grecia, pero cambió en el último instante: decidió venir a su ciudad, Zaragoza, donde vive su padre, el ex carbonero y contador de fábulas Leoncio e Isabel, su afanosa madre de cuento bíblico. Cuando había llegado y había tomado posesión de un nuevo barrio, de otros vecinos y de los olores de la calle Agustina de Aragón, lo llamaron por teléfono. En su casa de Grenoble habían entrado los ladrones y le habían llevado el ordenador, la máquina de foto, ese tesoro irremplazable que había ido acumulando a lo largo de sus viajes y sus expediciones a la nieve. Se quedó de piedra. La noche anterior a la partida, que hubo de retrasar un día, ya creyó oír fantasmas al acecho, pasos en el jardín. Pese a todo, ha decidido quedarse con los suyos en San Jorge y se han encomendado a los milagros del caballero de Aragón. El lunes será otro día.
23/04/2005 23:25 Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

EL GRAN DÍA DEL LIBRO

mayor_tecnicas.jpgComida familiar con mis cuñados franceses y con Leoncio e Isabel. Hoy ha habido fútbol, pero ni Diego, que estaba en Futuroscope, ni Jorge, enfermo toda la semana, han podido jugar. Esperaré a mañana para ver los resultados. Tras el café y un riquísimo lanzón del Panishop de Conde Aranda, se organiza una pequeña tertulia, presidida por las gracias de mi sobrino Tristán. Recordé que hace años quise bautizar así a mi primer hijo, Daniel, pero se opuso Carmen, su madre: pensaba en la historia de Tristán de Leonís, tristísima, y en la de Tristán Fortesende, uno de mis primeros personajes, que se dedicaba a criar y robar caballos cerca del mar de Barrañán. Luego nos fuimos a la Feria del Libro: el paseo de Independencia estaba atestado. Fuimos con todos mis sobrinos y buscamos algunos libros: para María e Isabel el libro sobre el Quijote (PUZ) que acaba de ilustrar David Guirao en su mejor trabajo de lejos. Impresionantes y cuidados dibujos, con una estampa final simbólica: el sombrero de don Quijote flota sobre las aguas. A David le encanta explicar sus dibujos: los de “Romances” (PUZ), los de “El canario de Brunei” (Bruño), los del Quijote, y se demora bellamente con preciosos dibujos. Para Elsa, compré un libro de esculturas efímeras de Anaya de Javier Solchaga; para Tristán, un nuevo proyecto sobre el niño Gus, de Anaya también, realizado por Daniel Nesquens, que se halla es un increíble momento creativo, y por Elisa Arguilé. Para Jose, un libro de una intriga en torno a la danza dedicado por Fernando Lalana; para Jorge, otro volumen de Fernando Lalana, en este caso sobre ciclismo, Fernando le dijo: “Éste es un libro muy especial: hay de todo, cartas, secuestros, aventuras. Ya lo verás”. En ese puesto de la librería París, muy concurrido, nos regalaron marcapáginas de Ana Lóbez, que ha preparado su primer libro con Daniel Nesquens. Para Paco y France, “La velocidad de la luz”, esa maravillosa y perturbadora novela de Javier Cercas, en Tusquets, porque Paco es un gran lector de Cercas: ha leído “El vientre de la ballena” y “Soldados de Salamina”. Al comprarlo en Cálamo, nos regalaron una bolsa de borraja, en homenaje al buen libro de José Miguel Martínez Urtasun que contiene 117 recetas de la hortaliza. Y, además, a mis cuñados les compré un ejemplar de “El sembrador de prodigios”, adquirido en el puesto de Certeza. También me habría gustado regalarle la primera y espléndida novela de Agustín Sánchez Vidal, “La llave maestra”, que inaugura la colección “Suma de letras” en Alfaguara y que se pone a la venta el próximo 27; narra dos historias complementarias: la de Raimundo Randa que encuentra un enigmático pergamino con el cual se despide del mundo Felipe II, tras cincuenta días espantosos de agonía, y otra narración contemporánea, la del criptógrafo David Calderón y Sara y Raquel Escolano, vinculada a la anterior por el mismo manuscrito o clave secreta.

Nos acercamos a ver a Miguel Mena en la caseta de Xordica: arrasó por la mañana con “1863 pasos” y arrasaba por la tarde. Miguel, por méritos propios, por su calidad humana y su calidad literaria, es tal vez el escritor más querido por los lectores. Se ha metido al público en el bolsillo con su prosa y con su presencia humanísima en “Estudio de guardia”. Dedicaba sus libros con un rotulador negro y un dibujo en trazos gruesos. El padre de Chusé Raúl Usón me musitó al oído: “Mena está que se sale. Nunca había visto nada igual”. Xordica ha comparecido en la Feria del Libro con muchas novedades: “Hacia la tormenta” de Fernando Sanmartín, un cuidado e intenso diario desde su apología de la intensidad y de decir lo máximo con lo mínimo; “Calaveras atónitas” de Jesús Moncada, un buen libro de relatos donde hay todo: historias de las guerras napoleónicas, de cupletistas, historias del río; y comparece también con “El gobernador Sancho Panza” de José Luis Cano, otro salto al vacío y a la originalidad de Cano, que continúa bordando su serie de “Aragoneses ilustres” para la colección Xordiqueta. Y con “Días sin día” de Julio José Ordovás, publicado meses atrás. Y por supuesto que estaba allí, muy visible y atractiva, “La galería legítima”, los diarios de artista de Isidro Ferrer, Premio Nacional de Diseño 2003, que firmaba en la plaza de San Francisco con Cálamo. No pude acudir a Antígona: hoy domingo es el cumpleaños de Pepito Fernández, su dueño y nuestro surtidor de libros y de cariño, y a media mañana de ayer ofreció un vermú para amigos y clientes, según me dijo Pepe Melero, que me llamó al alba y llamó a Jorge para felicitarlo. Cuando nos íbamos hacia los “Italianos” de la Gran Vía, a tomar un helado, vimos a Ángel Guinda, bien rodeado de damas, Raquel Arroyo, su compañera, y Trinidad Ruiz-Marcellán, su editora. En el puesto lucía, en ciertos tonos del rosa, “Toda la luz del mundo”, que se presentó el sábado en la Casa de las Culturas. Ángel me dijo que había firmado más de treinta ejemplares por la mañana y que por la tarde esperaba para estrenarse.

Hacía un día espléndido, ideal para pasear con un helado en la mano. Mucha gente volvía de la Feria y vi a dos familias –las dos idénticas: pareja y un hijo varón adolescente- que llevaban en la mano “1863 pasos”: es difícil para un escritor hallar una sensación más agradable que encontrar lectores sensibles o interesados por tus libros. Ayer era un día especial: una fiesta de gente, de palabras, de emociones, de identificación con esta ciudad y con el reino global de la literatura. Miguel de Cervantes y su sombra también estaban allí.

Llega Diego con un chándal que pone 1981, el año que nació su hermano Daniel, que publicará un libro de cinco relatos en Xordica para el otoño. Diego, con su pelo rizoso y alborotado, dice que lo pasó muy bien. Me dice que su equipo, el Garrapinillos, perdió 3-4 con el Gancho y que hubo gresca.
23/04/2005 23:23 Enlace permanente. sin tema Hay 12 comentarios.

LA PARTITURA DE DOS DÉCADAS

Garrapinillos es un barrio dominado por una iglesia, de inspiración francesa, de Ricardo Magdalena y un parque con palmeras, pinos y surtidores. Garrapinillos es un mundo dentro del mundo, donde la música es como un rasgo de identidad, una actividad en constante melodía. Hace 20 años arrancó el proyecto de una banda, compuesta por quince personas; en 1995, hubo cambios, se nombró director a Juan Carlos Roldán Gracia, y se orientaron los objetivos de un colectivo que buscó nuevos intérpretes entre los jóvenes. La cifra de componentes se incrementó hasta el largo centenar de hoy.
En esta apasionada travesía, la Unión Musical de Garrapinillos no ha hecho más que crecer: en la calidad de su sonido, en la vastedad de su repertorio, en el número de actuaciones, en su condición de escuela casi permanente de música (en estos instantes está barajando abrir secciones de cuerda y piano) y en su compromiso con la belleza y con el barrio, donde suele ofrecer alrededor de 20 conciertos al año. Además, es una formación audaz y original, galardonada en Huesca y Zaragoza, que lo mismo toca en un globo aerostático que sortea un concierto donde el agraciado elige día, lugar y repertorio, que colabora con Els Comediants o que es capaz de realizar un reloj humano y sonoro, dando las campanadas de las 24 horas del día desde la torre de la iglesia del barrio.
Hace un lustro celebraban su XV aniversario en la sala Galve del Auditorio. Ahora van un poco más allá: tocan como habían soñado en la sala Mozart, esa isla de oro donde la música se agita y estremece. Intervienen más de un centenar de intérpretes que rescatan alguna pieza, como “Adiós Nonino” de Astor Piazzola, en homenaje a los que se han ido, a los que han intervenido en la hermosa tarea de reinventar a diario la partitura de dos décadas. Para la Unión Musical de Garrapinillos interpretar es darse desde el corazón, la alegría y la creatividad.

*La UNIÓN MUSICAL DE GARRAPINILLOS ofrece un concierto el próximo sábado 7 de mayo, en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, en el que intervendrán un centenar de músicos, entre ellos muchos niños. Éste es un texo que figurará en el catálogo del concierto.
23/04/2005 23:35 Enlace permanente. sin tema Hay 3 comentarios.

AL FILO DEL VERMÚ EN VINOS CHUECA

Carbonell.jpgAlguna vez he hablado aquí de Vinos Chueca, que es una taberna de Casetas y un grupo de música, a la manera de La Mandrágora, liderado por Fernando Bastos, “El Magras”, y Bobby Chueca. Había quedado allí con el fotógrafo Rafael López, que vive en Casetas y que desde allí crea a su modo, en la línea meticulosa de Amsel Adams, Imogen Cunningham, Edward Weston o Alfred Stieglitz, salvadas sean las distancias por ahora. Trabaja en una serie sobre “La vida secreta de los ríos” o “La vida oculta del agua”, y ya ha hecho tomas de la gran riada, de choperas con reflejos especiales o del paso del río bajo los puentes entre neblinas. Aplica una estética minuciosa que se basa en la perfección, en la sensibilidad y en una pulcritud extremada.

Mientras ultimábamos la muestra que Rafael va a presentar en la torre Blanca de Albarracín con desnudos, retratos, paisajes y flores, Bobby Chueca, que es uno de esos de tipos encantadores que tiene la música y la tertulia y la bebida, nos puso, y me regaló, el disco “La tos del trompetista” de Joaquín Carbonell. Me dice: “El disco es precioso. Tiene un aire a lo Dyango Reinhardt y Carbonell canta mejor que nunca. Mejora día a día. Y en lo que está inspiradísimo es en sus letras”. Nos sentamos en una mesa en refugio de bohemios, de contertulios, de artistas anónimos y de chicas muy guapas ya desde media mañana. Y en ésas aparece Carbonell con su mujer Virginia y su hijo Alejandro, y nos dedica su disco: “Para Carmen y Cantón besos sin tos. J. Carbonell”.

Luego Rafael me cuenta cómo trabaja, cómo compagina su tarea de impresor con su pasión por la fotografía. Actualmente presenta una exposición en Barcelona. Mientras hablaba, Carbonell desleía sus canciones –a ritmos de jazz, o de balada francesa…- donde lo mismo habla de Jacques Brel, que del coño de la Bernarda, el gol de Marcelino, del Tour de Bahamontes o de la gramática parda. Y de la boca de Letizia. A mi espalda, Bobby Chueca, que es un extraordinario guitarrista (uno de los más divertidos que he visto nunca: gracioso a su pesar, ya perdonarán), colgó la página que hace dos o tres domingos le dedicó Matías Uribe con un título rampante: “Carbonell, el mejor cantautor actual”.

Qué cosas ocurren cuando se tiene una cita, Joaquín.
24/04/2005 13:25 Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

ENTREVISTA CON AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL

Agustín Sánchez Vidal acaba de publicar "La llave maestra", una novela que inaugura la colección "Suma de letras" de Alfaguara. Conversé con él el pasado viernes, para "Heraldo", en vísperas de la Feria del Libro. La novela se presenta estos días en Madrid.

-¿Desde cuándo quería escribir una novela?
-Desde los años ochenta, pensando siempre en qué novela deseaba escribir.

-¿De qué novela se trataba?
-Surgía de la necesidad, en un momento determinado cuando empezaba a trabajar en el cine, de integrar cosas a las que no puedes dedicarte profesionalmente, sobre todo las lecturas científicas y todo lo que estaba sucediendo en los ordenadores, en los cambios que se estaban produciendo. A menudo pensamos, cuando vemos sucesos que nos da la televisión repetidamente, que eso es lo histórico. Y lo histórico son sucesos que ocurren delante de nuestras narices todos los días: la llegada de los teléfonos móviles, un ordenador hoy es un kiosco de prensa, es un televisor y es un teléfono. El mismo año en que se murió Franco se introdujeron las tarjetas de crédito como algo común y corriente en España, y eso ha cambiado la vida cotidiana de los españoles. También hablo de la biología, el ADN, el mundo de cerebro, el mundo de los sueños, y aquí está todo.

-He leído algo que casi me asustó: ha dicho usted que “La llave maestra”, que narra dos historias, una del siglo XVI y otra del presente, conectada con la anterior, tiene la estructura del ADN. ¿Qué ha querido decir?
-La novela tiene la estructura del ADN, entre las partes antiguas y las modernas. Es la estructura de una doble hélice de ADN: las dobles hélices ni se repiten, a veces se juntan, a veces se separan. Hay muchos elementos científicos que han inspirado el libro.

-Ha escrito una novela amena, erudita, llena de acción, en la órbita de “El nombre de la rosa” de Umberto Eco o “El código Da Vinci”, de Dan Brown, por poner dos ejemplos sencillos.
Lo de Eco ya sé que será inevitable, pero le confesaré que vi la película, pero no leí la novela. La génesis del libro es ésta: leí en el periódico una noticia pequeñita acerca de una judía sefardita, estadounidense, que llegó a Toledo con la llave de la casa de sus antepasados y encontró la casa del siglo XV, abandonada, y la llave funcionaba. Me quedé flipado. Yo quería saber qué pasó después. No venía en ningún periódico. Y al final ese motivo ha terminando siendo el título de la novela, después de darle muchas vueltas.

-¿Cómo ha engarzado las dos historias?
-La propia anécdota te da la unión automáticamente, esa llave es un elemento de continuidad. ¿Qué puede surgir en el subsuelo de Toledo? Puede surgir todo. Y luego ahí se fueron acumulando todos los demás elementos y todos los personajes: Raimundo Randa, su mujer Rebeca y su hija Ruth o Felipe II en el siglo XII, y sus antagonistas; el criptógrafo David Calderón, la periodista Raquel Toledano y su madre Sara, o el comisario John Bielefeld.

-Esa anécdota explica parte del libro, pero no todo el libro.
-Otra de las cosas que me dejó tocado, más que conmovido, fue que en un viaje a Jordania, en pleno de desierto, en un pabellón de caza de un periodo omeya, excavado por españoles y restaurado por el equipo de Martín Almagro, estaba y está la imagen de don Rodrigo, realizada por un pintor bizantino y puesta en árabe y en griego. Me dije: “Mientras en Toledo estaba todo el mundo buscando el tesoro del rey Salomón, aquí en el otro extremo del Mediterráneo estaban soñando con Al-Andalus”. Y para mí ese juego entre Sefarad y Al-Andalus y el hecho de que los musulmanes hagan exactamente lo mismo, me pareció que formaba parte de nuestra historia.

-La influencia del Mediterráneo, al que le dedica un capítulo.
-Sí, claro, eso es todo lo que cuenta “La odisea”, que es la primera y la mejor novela de aventuras que hay. Es la gran novela. Y lo demás son variantes. Incluso “Las mil y una noches”, a la que se le rinde un pequeño homenaje en la historia del siglo XVI. Recuerdo que la mejor traducción al inglés la hizo Lawrence de Arabia y la hizo con seudónimo. Y aparece en la biblioteca de Abraham Toledano, otro personaje importante. “La llave maestra” se hace desguazando los mitos del Mediterráneo, los mitos y los terrores…

-¿Por qué ha elegido el siglo XVI y no otra época?
-Necesitaba una época como la de Felipe II. Estaban los moriscos en las Alpujarras, existía la mayor red de espías que ha habido nunca, y nació y vivió un personaje como Cervantes, que es el envés de Felipe II. Estuvo en Lepanto y lo hicieron cautivo en Argel, participó como agente en Orán, fue uno de los abastecedores de la Invencible, pidió la marcha a América, pero se la negaron, y residió en todas las ciudades más importantes: Valladolid, Sevilla, Madrid. La novela suya que plantea estos problemas es “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”. Plantea la escisión de la Europa nórdica y la Europa del sur. España es un país que con el Mediterráneo se ha descabalgado de los problemas de la Reforma Protestante. Y El Escorial es todo eso; de las lajas de pizarra para arriba es un edificio nórdico; de las paredes para abajo es un edificio meridional, es Italia. Es esa especie de nuevo templo de Salomón para que no se escindan la Europa del norte y la Europa del sur.

-Ha tenido que buscar un poderoso “mcguffin”.
-Yo no quiero aburrir, claro. Para sujetar semejante masa narrativa necesitas algo férreo, y ese elemento en el fondo es la llave, que ha servido de detonante, lo que termina convirtiéndose en elemento de cierre. La llave, los códigos secretos, el laberinto. La llave es una clave criptográfica. El servicio criptográfico norteamericano es un águila sujetando una llave. Llave y clave son la misma palabra. Es el mismo concepto. ¿Para que se inventan las llaves? Para cerrar. Utilizamos claves criptográficas en un cajero automático, al desbloquear un teléfono móvil, si tienes que marcar para entrar en la Facultad, en el ordenador si entras con clave.

-La criptografía es determinante. Pero aquí también se habla del mito de Babel.
-Es verdad porque el mito de Babel es el mito sobre las lenguas. La primera clave criptográfica fue el símbolo, pero es que todos los lenguajes son claves criptográficas. La conciencia humana en sí misma está construida sobre dos elementos: el lenguaje y la religión o la mitología o la capacidad de simbolización. Cualquier idioma es una creación criptográfica y el mito de la torre de Babel vincula construcción y lenguaje. Es el último mito donde se habla de la Humanidad como un todo; después de Babel, cuando se fragmentan las lenguas se fragmenta la humanidad. En el fondo, la novela trata de la conciencia, y el filtro para contar todo eso son los sueños.

-Y trata del lenguaje divino.
-Se acerca a ese momento cuando se disponía de acceso a esa lengua única y original, que se dice que existió antes de la torre de Babel, tenía el secreto de cómo se había construido el universo, es decir, era el lenguaje de Dios, el lenguaje con el que Dios había construido el universo.

-Entre la historia, los códigos secretos, los pergaminos, el peso de la religión, hay constantes defensas del ordenador…
-Yo no habría podido escribir esta novela si no hubiera tenido en casa un ordenador multimedia. Si tuviera un ordenador mucho más potente podría meter todas las imágenes del mundo, todos los genomas humanos… y todos los seres que han existido. Una clave criptográfica es un ordenado. Sólo necesitas el hardware, pero el software ya lo tienes. La clave criptográfica sería algo así como la mente divina. Eso es de lo que habla también la novela.

-Y de otra obsesión suya como la información…
-El universo es una máquina de transmitir información. La gran revolución es que la gran materia prima del universo es la información. Y ahora más que nunca.

-Un elemento decisivo es ese pergamino que mira Felipe II antes de su horrible muerte, que ha descubierto Raimundo Randa, y que sigue actuando en el presente. ¿Quién es Randa?
-Es un personaje que surge de ver algunos personajes apasionados por entender una dimensión de España a la altura de unas circunstancias históricas diferentes, al margen de la “Leyenda negra”, como pueden ser Raimundo Lulio, que escribe en catalán, romance, latín, árabe, que es un señor que intenta conciliar las tres religiones del Mediterráneo, porque se da cuenta de las guerras de religión son el gran cáncer.

-Recuerda usted que Felipe II quiso crear un estado judío.
-Eso es histórico. Hay unos sefardíes que intentan crear una estado judío y lo crean además, pero la operación fracasa. El mundo judío me parece fascinante por lo cosmopolita que es. El abuelo de Elias Canetti hablaba doce idiomas. Y otro personaje que he tenido en cuenta ha sido a Domingo Badia, Ali Bey, que viaje a la Meca y es espía. Es un poco nuestro Lawrence de Arabia.

-Vayamos a la historia contemporánea, la que abre y cierra el libro. Un mujer desaparece, se buscan documentos secretos del convento de los Milagros, hay un criptógrafo y un comisario, hay muchos espías y muertos. Y todo arranca en la plaza mayor de una ciudad con una homilía casi ininteligible del Papa.
-Yo necesitaba plantear con claridad el terreno de la religión como uno de los elementos con los que se juega, y el otro el del lenguaje, necesitas un detonante lo suficiente importante para que pueda intervenir un criptógrafo de primer nivel como David Calderón que tenga acceso a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
-Esa parte resulta como inverosímil, o poco conocida...
-Al contrario. Yo utilizo siempre que puedo personajes reales. Ganas mucho tiempo. A veces lo más contemporáneo nos resulta lo más extraño, pero no puede imaginarse qué cantidad enorme de españoles hay trabajando en lugares de primerísimo orden en Estados Unidos. El mundo profesional es muy bueno. Lo que ha empezado a salvar España es el nivel profesional.

-¿Quiere ser “La llave maestra” una narración policial?
-Más que policial, yo diría de aventuras y de intriga, una novela en la que hay crímenes y espías, elementos históricos, narraciones y viajes, ciencia, pero mi consigna es que todo esté bien hilvanado. No iba a montar semejante pirotecnia, semejante aparato, para que luego no hubiese nada.
25/04/2005 22:18 Enlace permanente. sin tema Hay 17 comentarios.

PROGRAMA DEFINITVO DE LOS VI ENCUENTROS LITERARIOS DE ALBARRACÍN

VI ENCUENTROS LITERARIOS DE ALBARRACÍN

“Contar la vida. Memorias, biografías y diarios íntimos”
Fundación Santa María de Albarracín
Del 19 al 22 de mayo
Inscripción gratuita en
fsmalbarracin@aragob.es
o en el teléfono 978 71 00 93

Director: Antón Castro.

FRASES: “Uno vive robando. Robando aire para respirar… Todo el tiempo uno está recibiendo cosas ajenas… No se podría vivir un minuto si uno no estuviera recibiendo. Pero también se da algo, o uno trata de dar algo”. Jorge Luis Borges

“La realidad y mi recuerdo personal de la realidad son lo mismo”. Jorge Luis Borges

“La Ava que conocimos en los días de Alejandro era una mujer muy próxima, muy abierta. Una mujer que quería olvidar y beber todo lo que pudiera. Beber y vivir la noche”. “Ava Gardner en España”. Marcos Ordóñez

“Diría que la dificultad de mantener una relación duradera con el escritor [Francisco Umbral] (…) es el exponente de un hecho: el pulso permanente del escritor con su propia biografía, pulso indisociable de su forma de concebir la literatura y que le ha servido para desvelar y ocultar al mismo tiempo, manipulándolo a conciencia, el secreto de su vida”. Anna Caballé

“Este Libro de réquiems es también, en cierta manera, un libro de memorias; porque, en sus páginas, he reunido a grandes y pequeños personajes que forman parte de mi vida. Y no se puede rendir homenaje a los maestros, a los amigos y a los recuerdos sin recurrir a las confesiones personales”. Mauricio Wiesenthal

JUEVES, 19
De 10 a 14 horas

TALLERES PARA LOS ALUMNOS
Fernando García Mongay. “Periodismo digital. Albarracín News / 2”.
Ana González Lartitegui y Sergio Lairla. Taller de Palabroflexia.
Javier Torres. Taller sobre las utilidades del móvil. “Más allá de la ciencia ficción. La vida desde el teléfono móvil”.
Pilar Tena. Taller de dibujo y pintura.
Alberto Gámez. Taller de televisión.
Javier Solchaga. Esculturas efímeras, manualidades y cuentos.

De 17 a 18 horas.
-“Bayo Marín. Trazos de aire”. Mediometraje de 30 minutos sobre el dibujante y caricaturista turolense. Coloquio con el autor y guionista Eduardo Laborda.

De 18 a 18.45 horas.
-Fernando García Mongay. “Periodismo y literatura de Jon Lee Anderson”.

De 19 a 19.45

-Pimpi López Juderías. Proyección de “Un buen día”, cortometraje rodado en la noche turolense, y coloquio.
De 20 a 21.15

- Juan Villalba Sebastián. “Clemente Pamplona: del primer plano al fundido en negro”. Con proyección de imágenes.

RECITAL DE MEDIANOCHE
Concierto acústico de Distrito catorce. Mariano Chueca: Voz y guitarra.
Enrique Mavilla: bajo. Juan Millán: Batería.

-VIERNES, 20
De 10 a 14.

TALLERES PARA LOS ALUMNOS
Con Alberto Gámez. Taller de televisión.
Pilar Tena. Taller de pintura y dibujo.
Javier Solchaga. Esculturas efímeras, manualidades y cuentos.
Antón Castro. Taller de cuentos y de periodismo.
Javier Torres. “Más allá de la ciencia ficción. La vida desde el teléfono móvil”.

De 12 a 2
Taller y tertulia con Miguel Pardeza. “Mis años en el fútbol: pasión y juego”.

De 17 a 18 h.
-Miguel Pardeza. “Escritura y leyenda de César González-Ruano”.
De 18.15 a 19. 15 h.

-Javier Barreiro. “Los memorialistas de la bohemia: Ortiz de Pinedo, Hamlet Gómez, Cansinos-Asséns, Eugenio Noel…”.

De 19.45 a 20.45
- Fernando Sanmartín y Julio José Ordovás. “Dos visiones sobre el diario íntimo”.

TORRE DE DOÑA BLANCA
21.00 horas
-Visita a la exposición de fotografías de Rafael López.

RECITAL DE MEDIANOCHE
Concierto de José Antonio Labordeta.

SÁBADO, 21

Mañana
De 10.15 a 11.15
-Félix Romeo. “La vida de memoria, de la A a la Z”.

De 11.30 a 12.30
-José Luis García Martín. “La memoria impertinente: el diario personal”.

De 12.30 a 13.30
-José Luis Melero. “Guía de uso del lector de diarios”.

Tarde

De 16.30 a 18
- Aurora Cruzado. “Vidas de escritores en el cine”. La ponencia se acompaña con un montaje cinematográfico.

De 18.15 a 19.15
-Mauricio Wiesenthal. “Una historia particular: Libro de réquiems”
De 19.30 a 20.30

-Anna Caballé. “La biografía: entre la dependencia y la autonomía”

20.45 a 21.45 h.
-Marcos Ordóñez. “Ava Gardner al desnudo”.

RECITAL DE MEDIANOCHE

Recital Flamenco. Pascual Gallo y Gitanos de Aragón. Formación: Pascual Gallo (guitarra), Josué Barrés (percusión); Juan Bautista “el Patas” (cajón), Eugenio Tejero, “el Konfú” (cante), David Jiménez (baile) y Roberto Jiménez (cante).

DOMINGO, 22
10.30 a 11.30
-Isidro Ferrer. “La galería legítima: los diarios gráficos de un artista”.

De 11.45 a 1.45
-Gracia Querejeta. “Una poética intimista del cine”. Proyección de fragmentos de sus películas: Cuando vuelvas a mi lado, Héctor, y del documental sobre Alfredo Di Stefano. Charla con Luis Alegre.

Prensa y relaciones públicas: Ana Latorre
Vídeos y materiales audiovisuales: Alberto Gámez

LA EXPOSICIÓN DE LA TORRE DE DOÑA BLANCA

RAFAEL LÓPEZ:
UNA BELLEZA CLÁSICA EN TERCIOPELO

Rafael López (Zaragoza, 1962) podría decir que llegó a la fotografía demasiado tarde. O justo a tiempo, quién sabe. Fue en 1994 cuando cambió las actividades deportivas que practicaba, como el ciclismo y “otras devociones al cuerpo”, por la fotografía. Quizá esa mudanza tuviese mucho que ver con su afición a los viajes, “que son imprescindibles para ayudar a comprender el mundo”. De cada viaje tomaba fotos que aspiraban a reflejarlo todo, pero no dejaban de ser fotos con anécdota y “sólo una exposición correcta”. Si hay un rasgo que defina a Rafael es la búsqueda de la perfección, y por entonces no veía perfección alguna en sus tomas. Así que decidió inscribirse en unos cursillos de Spectrum, y tuvo como profesores a Pedro Avellaned y Natividad Gazcón, que le abrieron algunas puertas. A partir de entonces se zambulló en lo que él denomina el proceso completo, bajo el lema de “Si buscas la perfección, consíguela tú mismo”. Aprendió las técnicas de laboratorio, leyó manuales de física y química aplicados a la fotografía y al revelado, cotejó los catálogos de los grandes autores (con Amsel Adams a la cabeza, pero también frecuentó a Edward Weston, Tina Modotti, Alfred Stieglitz, Imogen Cunningham, la exquisita fotografía japonesa, Rodchenko o Robert Mapplethorpe, en algún instante) y analizó los motivos filosóficos de la fotografía: qué quiere expresar cada autor, adónde quiere llegar, cuál es la poética de fondo del medio a lo largo de la historia. Se le juntaban las noches con los días en esa travesía tan extenuante como sigilosa.
Se puso a hacer instantáneas de otro modo. Pero para él es tan importante el disparo como el trabajo en el laboratorio. Sostiene que la foto se lleva en la cabeza antes de salir a realizarla y que se trata luego de buscar la luz idónea o la máquina para hacerla, aunque no repudie los destellos del azar o la exuberancia visual que la naturaleza te sirve. Rafael López trabaja con cámaras de formato medio y de paso universal, pero se niega a dar nombres porque considera que sólo son cajas negras, instrumentos, y que la clave no es la máquina sino la sensibilidad, el talento, la necesidad de expresión, la emoción, el hallazgo de un dibujo de la luz sobre las cosas. Una vez que ha realizado los disparos, viene la segunda aventura del artista: trabaja en el estudio hasta obtener una pieza de una pureza absoluta, sin mota alguna, con la tersura del cristal o del terciopelo, aunque lo fundamental “es la imagen, la sensibilidad, el pensamiento”. Rafael López presenta en Albarracín cuatro líneas de inspiración: una pequeña muestra de desnudos, de una gran sutileza y sensualidad; retratos de distintas personas captados en África, en Cuba, en sus itinerarios por medio mundo, muy sobrios y de una gran definición; los paisajes, del mundo y de lo inmediato, “para hacer buenas fotos no es necesario que te vayas lejos, aquí al lado también las hay. Sólo hay que saber ver”. Y por último expondrá una colección de flores de bodegón, a las que califica como “gallardas, regias, enhiestas”. Rafael López asegura que su obra refleja siempre un estado de quietud y de reposo, lo cual contrasta con su temperamento nervioso, con su casi frenética exigencia de rigor y elegancia en la toma y en el laboratorio.
Rafael López intenta siempre darle una vuelta de tuerca a lo que ve, y trabaja en una línea nítida de defensa del blanco y negro, de la foto analógica y del uso de determinados tipos de papeles; ahora usa el Kentmere art clasic, que es un papel grueso de color crema, rugoso, de texturas delicadas, que rezuma sensualidad; con él está haciendo el proyecto La vida secreta de los ríos. Defiende la calidad y el escaso número de copias. Es un artesano enfermizo en el taller y un artista incansable y obsesivo detrás del objetivo que reivindica otros tiempos, una estética que puede parecer postergada, pero que a él le da unos excelentes resultados. Y es, sobre todo, la que le anima a contar la vida en imágenes.
Antón Castro

ALFABETO DE PARTICIPANTES
LUIS ALEGRE. Profesor, crítico, guionista del Festival de Cine de Málaga, director del Festival de Cine de Tudela. Dirige y conduce El camarote de los hermanos Marx en Antena Aragón y es autor de libros como Besos robados (1994) y Diálogos en Salamina (2003) en el que conversa con David Trueba y Javier Cercas.
JAVIER BARREIRO. Profesor de literatura, experto en músico popular y escritor. Ha publicado libros sobre el tango, biografías de Marisol o Raquel Meller, ha estudiado la obra del músico de Daniel Montorio, pero también a los grandes nombres de la bohemia española y aragonesa. Uno de sus últimos títulos es Voces aragonesas (BArC, 2004).
ANNA CABALLE. Profesora titular de Literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Barcelona. Es autora de libros como La vida y la obra de Paulino Masip (1987), y ha coordinado el proyecto La vida escrita por las mujeres (2003) en cuatro volúmenes. Ha publicado Francisco Umbral. El frío de una vida (2004).
AURORA CRUZADO. Profesora de literatura en el Instituto Ibáñez Martín en Teruel. Ha escrito mucho de cine y de su vinculación con la literatura. Colaboradora habitual de la revista Turia o Cabiria. Ha participado en volúmenes de cine, salud y educación.
ALBERTO GÁMEZ. Fotógrafo, operador de cámara y realizador de televisión. Trabajó en Antena Aragón, y las televisiones de Calamocha y Alcañiz. Realiza varios programas en RTVA, en concreto El Paseo y Archivo Zero.
JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN. Poeta, narrador, antólogo, traductor y profesor de literatura en la Universidad de Oviedo. Director de Clarín. Recogió su poesía en Mudanza (Poesía 1972-2003) (2004). Ha publicado varias entregas de su diario: Mentiras verdaderas (1999), Fuego amigo (2000), Dominio público (2003) y Leña al fuego (2004) son algunos títulos.
FERNANDO GARCÍA MONGAY. Director del Congreso de Periodismo Digital de Huesca, colaborador del Ciberpaís y de la revista Clío. Premio del Club Internacional de Prensa y autor del libro Un día con Jon Lee Anderson.
ANA GONZÁLEZ LARTITEGUI. Ilustradora y promotora cultural. Posee más de una veintena de publicaciones, desde El fantasma cataplasma a La carta de la señora González. Acaba de coordinar con Sergio Lairla el proyecto educativo-creativo Palabroflexia.
EDUARDO LABORDA. Pintor, coleccionista de antigüedades, director de la revista Pasarela y realizador de cine. Ha realizado multitud de exposiciones individuales, y es autor de varios largometrajes, entre ellos El Bonanza y Bayo Marín. Trazos de aire, inspirado en el gran dibujante y pintor turolense que triunfó en Aragón y en Madrid.

SERGIO LAIRLA. Autor de literatura infantil y juvenil. Entre otros títulos, ha escrito El charco del príncipe Andreas, El botón Abel y la botona Ramona, La vida grata del pirata, La carta de la señora González, y Lobo y Abel, que ha aparecido en varias lenguas del mundo.
PIMPI LÓPEZ JUDERÍAS. Operador de cámara de RTVE-Aragón en Teruel. Es realizador y guionista de cine. He hecho cuatro cortometrajes. En Albarracín presentó en 2003 El criador de canarios y ahora estrena Un buen día.
JOSÉ LUIS MELERO. Bibliófilo y escritor. Es un especialista en temas aragoneses, y un gran aficionado a la poesía, los diarios y la historia. Ha publicado numerosos ensayos. Es autor de Leer para contarlo. Memorias de un bibliófilo aragonés.
MARCOS ORDÓÑEZ. Profesor de narrativa audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra, comentarista teatral de Babelia y novelista en títulos como Tarzán en Acapulco (2001) y Comedia con fantasmas (2002). Es autor de De aire y fuego, las memorias de Nuria Espert (2003) y Beberse la vida. Ava Gardner en España (2004).
JULIO JOSÉ ORDOVÁS. Crítico literario de Heraldo de Aragón, la revista Clarín y otros medios. Ha debutado en la narrativa con el diario Días sin día (Xordica, 2004)
MIGUEL PARDEZA. Ex futbolista, secretario técnico del Real Zaragoza, licenciado en filosofía y letras e investigador de la literatura. Actualmente trabaja en una tesis doctoral sobre César González Ruano, del cual ha publicado tres voluminosos tomos de su obra periodística en Mapfre.
GRACIA QUEREJETA. Guionista y directora de cine. Ha dirigido Una estación de paso (1992), El último viaje de Robert Rylands (1996), Cuando vuelvas a mi lado (1999) y Héctor (2003). También ha participado en proyectos colectivos como Hay motivo (2004). Y para Canal Plus ha realizado un documental sobre Alfredo Di Stefano.
FÉLIX ROMEO. Crítico literario en ABC, Revista de Libros, Letras Libres, RNE o Heraldo de Aragón. Traductor de Natalia Ginzburg. Es autor de dos novelas: Dibujos animados y Discothéque.
FERNANDO SANMARTÍN. Poeta y narrador, y coordinador de la colección de poesía “La gruta de las palabras” de PUZ. Es autor de dietarios y libros misceláneos como Los ojos del domador, Apuntes de París, La infancia y sus cómplices, y Hacia la tormenta.
JAVIER SOLCHAGA. Ilustrador y creador de esculturas efímeras con objetos o elementos de reciclaje. Acaba de publicar en Anaya, la serie “Recicla y construye” con títulos como El castillo, El circo, Personajes de cuento o Animales salvajes.
PILAR TENA. Pintora y profesora de dibujo. Colabora activamente con las actividades culturales de Villanueva de Gállego y ha realizado numerosas exposiciones. Durante años fue discípula del pintor argentino César López Osornio.
JAVIER TORRES. Técnico electrónico. Radioaficionado licencia EA –EcoAlfa-. Telegrafista. Experto en redes y comunicación.
JUAN VILLALBA. Profesor de literatura. Director del Servicio Provincial de Servicios Sociales y Familia, en Teruel. Asiduo colaborador de Turia y Diario de Teruel. En 2004 publicó una biografía del realizador y periodista turolense Clemente Pamplona.
MAURICIO WIESENTHAL. Escritor variopinto, viajero incansable, experto conocedor del vino y fotógrafo. Ha publicado sus memorias, Nacer cuando las cosas se apagan, libros de viajes como Yucatán y los mayas, Perú o Memorias de México. Y en 2004 publicó un insólito y espléndido libro: Libro de réquiems.
26/04/2005 16:42 Enlace permanente. sin tema Hay 3 comentarios.

LA VIDA EN DIRECTO EN "QUE VIENE EL LOBO"

Escribió en una ocasión Mariano Gistaín que “Que viene el lobo” de Antena Aragón era el mejor programa del mundo. En cualquier caso, por si Mariano hubiese exagerado algo, podríamos decir que es uno de los mejores: está hecho aquí, por magníficos profesionales y es una auténtica factoría de humor diaria, con lo que eso supone: te tronchas sin parar con Marisol Aznar y Jorge Asín, que se ganarían la vida maravillosamente como “La extraña pareja” dando vueltas por los teatros del mundo si alguna vez dejaran de confiar en la televisión. Fernando Rivarés estuvo cariñoso y divertido: se había leído “El sembrador de prodigios” de cabo a rabo, dominaba hasta los pequeños detalles, y he notado la evolución magnífica que ha tenido desde el principio: mucho más seguro, divertido, cercano, desapareciendo cuando debe hacerlo. Dominador absoluto del medio y del formato. Y luego estaba ese equipo con María, la productora más bella del mundo probablemente, David Larrodera, Diego, un tipo estupendo que fue cámara de “Viaje a la luna”, que conduje en Antena Aragón hace dos años largos, y arriba, en control, Patricia y ese realizador estupendo que es Javier Martínez París, entre otros. Estaba Mariano Menor preparando las últimas noticias. La última vez que estuve en “Que viene el lobo” fue hace tres años o así, cuando lo conducía Luis Larrodera, que me puso un balón de reglamento entre los pies y me dijo: “Haz lo que sabes”. Ayer, además de la alegría, del clima de cariño y creatividad de la productora de Félix Zapatero, percibí en directo, al lado, algo que envidio, y envidio más por su calidad: las actuaciones en directo. Presuntos implicados sonó muy bien, la voz de Sole Giménez acariciaba una noche de luna de fuego. Sé que eso sucede todas las noches, pero es que ayer estaba allí, cerca, oyéndolo fascinado. Al marchar del set, le dije a Fernando que me encantaba la televisión, que es un medio dinámico, inmediato, lleno de posibilidades. Y él me dijo:”A mí me sigue gustando más la radio”.

La radio es el misterio de la voz, el poder de la palabra y los sonidos. A la televisión le añades el trallazo emotivo de la imagen, la ilustración en movimiento del cuento. Al final, con su amabilidad habitual, José Luis Campos, el director de Antena Aragón, me envió un mensaje desde Calamocha. Luego salí a la calle y crucé toda la ciudad hasta “Heraldo”:pensé en los 1863 pasos de Miguel Mena al atravesar el oscuro y denso río Ebro, pasé ante Casta Álvarez, donde viví en el 14-16, ante el Mercado Central, adonde iba a comprar avellanas e higos secos o turcos, me metí por la plaza de San Felipe… La noche se había quedado en casa: sigilosa, lunada, como de hechizo. Me crucé con un montón de nuevos zaragozanos, que hasta anteayer eran extranjeros. Como yo mismo.
28/04/2005 09:57 Enlace permanente. sin tema Hay 8 comentarios.

EL PERCUSIONISTA DE DOGO

Ya habían dado en los relojes las doce de la noche. Cuando rebasaba la avenida de Navarra, en dirección hacia Garrapinillos, distinguí a un joven negro que hacía autostop. Como venía por el carril contrario, miré a ver si podía cambiarme hacia la derecha y le paré. “Casetas, Casetas”, dijo alguien que tenía dificultades para hablar castellano. Subió y no paró de charlar. Tuve que apagar “El Larguero”, que contaba cómo se había dopado el central del Parma y ahora de la Juventus Cannavaro. Era menudo, me pareció que tenía como unas heridas o cicatrices en el cuello, y en la oscuridad brillaban sus ojos con una insistencia de diamante blanco. Me contó que era percusionista, que tenía un amigo con el que trabajaba aquí, que regresaba de ensayar en la plaza de España y que se había quedado sin autobús. Dijo que era de Dogo, que “ahora está un poco mal, pistolas, pistolas, guerra, guerra”, y que tenía tres hermanos: una chica que vivía en Italia, “en Italia de Roma” y “que le gustaba mucho la moda”, y dos varones que seguían en África. En ese momento, como impelido por un resorte, enfatizó: “Yo, siempre Zaragoza, siempre Zaragoza, siempre Zaragoza, Me gusta España, pero siempre Zaragoza”. Creí entenderle que tenía un amigo músico en Valencia, y volvió a la carga: “Yo siempre Zaragoza”. Habló de comida, que llevaba en una bolsa de plástico blanca. Atravesamos los paisajes de Garrapinillos a Casetas: almendros, albérchigos, chalés, praderas, una casa que lleva por nombre El Aleph y no es de Jorge Luis Borges. La noche estaba estrellada y había adquirido la vieja magia de las cosas del campo cuando se abren a la primavera y al calor incipiente. Anunció: “Yo católico, no musulmán. Mi llamo Simón Pedro”. Cuando llegamos al parque de Casetas, el que está cerca del Cuartel de la Guardia Civil, Simón Pedro parecía no reconocer la localidad. Avanzamos algo más hacia el centro y antes de bajar dijo: “¿Dónde para el autobús?”.
Pensé que no le costaría mucho orientarse y volvía por un paisaje tranquilo hacia casa. En el asiento de al lado, creí oír, estruendosa, la risa de Simón Pedro, esa aparición africana de medianoche.
29/04/2005 08:35 Enlace permanente. sin tema Hay 5 comentarios.

UNA JORNADA PARTICULAR EN BARCELONA

Frank.jpgEstuve el viernes en Barcelona. El Centro Aragonés, gracias a una iniciativa de Agustín Ubieto y la DPZ, me invitó a dar una conferencia sobre “El Quijote y Aragón”. Fui tan liado durante toda la semana que no llamé a nadie. Ni siquiera me quedé a dormir. Cuando iba en el tren recibí un mensaje de Ignacio Martínez de Pisón; me anunciaba que no podía venir, a ver si podíamos cenar juntos. También me llamó Ángel Petisme desde Córdoba, y me preguntaba si había recibido una antología con Elena Pallarés –cuyo último libro aparecido en Sial no he podido leer- o Miriam Reyes, entre otros, del sello Eclipsados. Pasé por la costa y recordé que yo jamás me he bañado en la Costa Brava, aunque tuve de joven un amigo en Valls, y siempre me ha gustado mucho Cataluña. Hubo una época que hablaba a menudo en catalán, en aquellos días en que era un fanático oyente de Lluis Llach, Ramon Muntaner, Sisa y Maria del Mar Bonet, que fue como uno de los amores de mi vida, de esos amores inconfensables que sólo los cultivas en silencio, mientras oyes su voz y ves las fotos de sus álbumes y aprendes canciones como “Inici de campana” o “Jardi Tancat” o Mercè”, que siempre fue mi favorita y que es la canción que me evoca mis primeros meses en la calle Casta Álvarez 14-16. A veces, viendo mis carencias y mis miedos, tengo la sensación de que no he salido de mi aldea, Castelo de Santa Mariña de Lañas, Vilarnovo de Santa Mariña, el lugar donde nací, cerca de Arteixo, cerca de aquella playa que tenía delfines al atardecer.

Llegué hacia las dos y media y busqué un lugar para comer. Curiosamente entré en un sitio que anunciaba ensalada de garbanzos y besugo al horno. Cuando vi pulpo por algún lugar no me costó decidir que aquel lugar era de un gallego. Comí, leí una preciosa entrevista de contraportada en “La Vanguardia” con mi admirado Robert Franck, al que quería ir a ver al Macba y tomé algunas notas sobre una conferencia que no había escrito, tal vez por exceso de confianza en tantas cosas que he leído y he escrito a lo largo de estos meses. Emborroné 8 páginas de notas, que luego no leí ni miré: improvisé la conferencia de principio a final y la gente pareció pasárselo bien. O eso me dirían, con entusiasmo y afecto, Ánchel Conte, Jesús Vived Mairal (que lo ha pasado mal, pero ya está de vuelta a la vida, a las tertulias y seguramente a Ramón José Sender, del que ha escrito una auténtica enciclopedia), Luis Esteve, Cruz Barrio; se pasaron un instante José María Latorre y su mujer por deferencia, y me contaron lo que ya he contado alguna vez: están barajando si regresar a Zaragoza tantos años después.

El Centro Aragonés de Barcelona tiene una persona absolutamente conmovedora y tierna: Cruz Barrio. ¿Por qué no habrá aquí una mujer que ame tanto el territorio y sus turbulencias, que respete a los escritores, que tanta afición a saber y a querer, a emprender aventuras sin doblez? La biblioteca que cuida es un tesoro, aunque el auténtico cofre es ella: laboriosa, infatigable, parece renovarse en su cariño a este territorio de polvo, viento, niebla y sol a diario. Me reservaba un curioso sobre con cinco fotos mías: dos hechas por Juan Carlos Arcos, y firmadas por rotulador negro, otra realizada por Juan Abeleira (ésta con Carlos García Santa Cecilia) y dos que me había tomado Guillermo Pérez Baylo. ¿Dónde estaban esas fotos? En casa del pintor, caricaturista e ilustrador que quiso hacerme un retrato a mediados de los años 90, y llegó a hacérmelo. Pero no se por qué razón se lo mandó a un amigo relojero de Zaragoza, que nunca me lo entregó. Sé que el relojero cerró su establecimiento y que el retrato de Guillermo se habrá perdido para siempre, pero conservo las dos fotos y una colección de seis negativos más de aquel hombre encantador que había amado a Carmen Amaya y a una joven zíngara en el parque de Macanaz.

Antes de la conferencia, me fui al MACBA a ver a Robert Frank, uno de los más grandes fotógrafos de todos los tiempos, y quizá, con Irving Penn, el último clásico vive. Vi las tres estancias con sus fotos de París, Inglaterra y Gales (hay una serie magnífica que es toda una evocación explícita de “Qué verde era mi valle”, una de las películas de mi vida junto a “El hombre tranquilo”, ambas de John Ford), sus trabajos sobre la convección demócrata de Detroit o sus series sobre “Los americanos”, que le encargó Peggy Guggenheim, pero que no gustó nada a los estadounidenses. Y también vi sus vídeos, sus diarios fotográficos, que tienen un correlato inequívoco en sus películas y vídeos. Me quedé fascinado, y conmovido con su dolor: la pérdida de sus dos hijos. Tiene fotos increíbles, pero en los últimos años es un artista en libertad, un hombre que ordena y desordena el mundo a través de la sugerencia y la intuición. Me sorprendió la cantidad de gente que había: jóvenes de todas las nacionalidades, curiosos constantes, profesionales. Había una de las fotos de sus coches, creo recordar, enmarcada con un soporte que es como madera antigua, hecha a mano, trabajada a mano con la pericia de un artesano de aldea. En esas andaba cuando me llamó otra mujer bandera: Mercedes Ventura, la mamá de Daniel Mena Ventura, objeto de un homenaje de amor infinito en “Cuando el Moncayo ya no ampara”, texto central de “1863 pasos” de Miguel Mena.

Habría querido ir a Kowasa. Habría querido ver a los amigos catalanes. A Enrique Vila-Matas y Paula de Parma, a Julio Frisón y Margarita, a Malcolm Otero Barral, Jesús Moncada, Javier Tomeo, Javier Sebastián, Pedro Zarraluki, a Miguel Escudero, a Javier Quiñones… Pero todo fue a contrapelo. Eso sí, ahora, mientras escribo, a punto de salir de “Heraldo” he colocado sobre la mesa las fotos y los negativos, que no son de Robert Franck, pero son de un hombre entrañable al que vi mucho, tanto en el café Levante como en Barcelona, donde quiso contarme algunas de sus historias de amor que parecían realmente surrealistas, tan surrealistas como que me hiciese un retrato, se lo diese a un relojero, que al parecer me conocía, y se haya perdido para siempre. Quizá en todo ello tenga un cuento o un libro.

NOTICIA DEL SAN GREGORIO.
Hoy el San Gregorio jugaba contra el Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva. Jorge jugó la segunda parte y el equipo perdió por 17 tantos a cero. Jorge jugó toda la segunda en un partido horroroso, el peor que he visto nunca. Pero le pasó algo muy curioso: al terminar el choque se acercó a él Ander Garitano, entrenador del Zaragoza, y le dijo si aún le quedaba un año en infantiles. El niño, por ahora, no se atreve a soñar…
30/04/2005 09:14 Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

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